El Juez de Los Divorcios-Cervantes Miguel
El Juez de Los Divorcios-Cervantes Miguel
El Juez de Los Divorcios-Cervantes Miguel
PROCURADOR.- Pues ley hay que dice, según he oído decir, que
por sólo el mal olor de la boca se puede descasar la mujer del
marido, y el marido de la mujer.
VEJETE.- En verdad, señores, que el mal aliento que ella dice que
tengo, no se engendra de mis podridas muelas, pues no las tengo,
ni menos procede de mi estómago, que está sanísimo, sino desa
mala intención de su pecho. Mal conocen vuesas mercedes a esta
señora, pues a fe que, si la conociesen, que la ayunarían o la
santiguarían. Veinte y dos años ha que vivo con ella mártir, sin haber
sido jamás confesor de sus insolencias, de sus voces y de sus
fantasías, y ya va para dos años que cada día me va dando
vaivenes y empujones hacia la sepultura; a cuyas voces me tiene
medio sordo, y, a puro reñir, sin juicio. Si me cura, como ella dice,
cúrame a regañadientes; habiendo de ser suave la mano y la
condición del médico. En resolución, señores: yo soy el que muero
en su poder, y ella es la que vive en el mío, porque es señora, con
mero mixto imperio, de la hacienda que tengo.
JUEZ.- Callad, callad, nora en tal, mujer de bien, y andad con Dios,
que yo no hallo causa para descasaros; y, pues comistes las
maduras, gustad de las duras; que no está obligado ningún marido a
tener la velocidad y corrida del tiempo, que no pase por su puerta y
por sus días; y descontad los malos que ahora os da, con los
buenos que os dio cuando pudo; y no repliquéis más palabra.
JUEZ.-¿Qué cosa es déste? ¿No tiene otro nombre? Bien fuera que
dijérades siquiera: «deste hombre».
DOÑA GUIOMAR.-Y hay más en esto, señor juez: que, como yo veo
que mi marido es tan para poco, y que padece necesidad, muérome
por remedialle; pero no puedo, porque, en resolución, soy mujer de
bien, y no tengo de hacer vileza.
SOLDADO.- Por esto solo merecía ser querida esta mujer, pero,
debajo deste pundonor, tiene encubierta la más mala condición de la
tierra: pide celos sin causa, grita sin porqué, presume sin hacienda,
y, como me ve pobre, no me estima en el baile del rey Perico; y es lo
peor, señor juez, que quiere que, a trueco de la fidelidad que me
guarda, le sufra y disimule millares de millares de impertinencias y
desabrimientos que tiene.
DOÑA GUIOMAR.- ¿Qué hay que alegar contra lo que tengo dicho?
Que no me dais de comer a mí, ni a vuestra criada; y monta que son
muchas, sino una, y aun esa sietemesina, que no come por un grillo.
MINJACA.- La quinta...