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La Socialización en Grupos Formales e Informales

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FICHA DE CÁTEDRA

Psicología Evolutiva de la Adolescencia y la Juventud B


- 2020 -

LA SOCIALIZACIÓN EN
GRUPOS
FORMALES E INFORMALES

Bernard, Lucila
Gaido, Milena Belén
Nillus, Macarena
“Para ser uno mismo entre los otros,
hay que ser y hacer como los otros” (Pasquier).

Introducción
¿La formación de la identidad es algo personal o un proceso que se lleva
a cabo en un contexto particular donde éste incide directamente en ella? ¿Es algo
acabado o que continúa a lo largo de toda la vida? ¿Cómo vamos incorporando
las normas y valores sociales?
La construcción de una identidad, la socialización, no son tareas sencillas,
es un proceso que se va dando a lo largo de nuestra vida y que va cambiando
según el momento vital en el que nos encontremos y que además se renuevan
con el paso de las generaciones. La construcción identitaria ya no queda solo en
aspectos generales, como por ejemplo, el desvínculo con lxs padres para llegar
a ser “adulto”. En la actualidad, este proceso está atravesado por lxs amigxs, los
grupos de pares con los que nos relacionamos y cómo estos influyen a la hora de
construir una imagen de sí mismx.
¿Podemos pensar a las comunidades virtuales como nuevos modos de
organización? Nuestras formas de ser y de estar en el mundo varían según el
contexto socio histórico en el que nos encontramos. Los medios de
comunicación tienen un fuerte impacto, ya que también son estos quienes
inculcan exigencias sobre quiénes debemos ser. La socialización ya no queda en
el cara a cara, sino que pasa a un ámbito de redes, donde estar conectado con el
otrx se vuelve una tarea importante y quizás, se torna a un primer plano. Es por
ello, que también consideramos importante cuestionarnos y analizar los
contextos socio-económicos en los que se encuentran inmersos lxs jóvenes, ya
que no todxs tienen la misma posibilidad de acceso o alcance a las nuevas
tecnologías, generando marginalización y desconexión entre ellxs.
Por lo tanto, es necesario preguntarse de qué modo los contextos en que
se desarrollan lxs jóvenes, al igual que los medios masivos de comunicación,

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inciden, definen y median la relación de lxs mismxs con los demás pares y cómo
esto influye a la hora de crear una propia identidad. Estos interrogantes darán
pie al desarrollo del presente trabajo, donde algunos tendrán respuestas y otros
nos harán pensar y seguir reflexionando.

Socialización como fuente de identidad


Al hablar de socialización nos referimos, en palabras de Weiss (2015), a
la integración por parte de lxs actores juveniles a los valores y normas adultas.
El autor problematiza el alcance del concepto y plantea la importancia de una
conceptualización que permita abordar la individuación de la persona. A partir
del individualismo, explica Maffesolli (2004), se reconoce la idea de persona, de
máscara que puede ser cambiante y que se integra en una variedad de escenas,
situaciones que tienen valor al ser representadas frente a otrxs. Siguiendo con
Weiss (2015), el concepto de subjetivación va a tomar esta individuación, donde
las normas y valores sociales no se absorben, sino que se modifican en los
procesos de interiorización y apropiación; de ahí nacen la emancipación de
normas y valores propios, como el desarrollo de gustos, intereses y capacidades
de hacer y decidir del sujeto . La subjetivación no es (en la mayoría de los casos)
un proceso solitario. Lxs jóvenes comparten sus vivencias entre ellxs y
conversan sobre ellas. Estas conversaciones se realizan por el placer de conversar
(sociabilidad), pero son también una forma de reflexión que alienta la
subjetivación y a la vez construyen sus identidades en diferentes ámbitos de su
vida y esbozan sus proyectos (siempre temporales).
Entonces la construcción de identidad de lxs jóvenes va a estar marcada
por los contextos en los que se mueven, siendo su ampliación y modificación
muy importante. Moreno (2007) menciona así que el contexto familiar donde se
transforman las relaciones entre adolescentes y padres forma parte de un proceso
marcado por la ambivalencia; y por otro lado, posibilita la formación de

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identidad según el tipo de vínculos. El autor también refiere al contexto de
amistad, donde recalca la importancia de la relación con pares como un apoyo
psicológico y beneficioso para el desarrollo personal y social de lxs jóvenes. La
falta de amigxs derivaría en sentimientos de soledad, tensión y baja autoestima.
Estos diferentes modos de asociaciones van acompañadas, como explica
Weiss (2015), de un sentimiento y una satisfacción en el puro hecho de que uno
se vincula con otrxs, y de que la soledad del individuo se resuelve dentro de la
unidad: la unión con otrxs. Es en esta unión con otrxs que emerge la emotividad
comunitaria. ¿A qué refiere con emotividad o sensibilidad comunitaria?
Durkheim (1926) es quien hace hincapié al hablar de la naturaleza social de los
sentimientos, en este marco es donde se expresa la pasión, donde se elaboran las
creencias comunes o se busca la compañía de los que piensan y sienten como
nosotrxs.

Jóvenes y cultura popular


Para la mayoría de lxs jóvenes, la cultura popular, entendida como la
cultura audiovisual y mediática en general, es hoy el lugar desde el cual dan
sentido a su identidad. Ellxs son sus mayores usuarios, los hogares en los que
viven son los más equipados tecnológica y culturalmente, tanto sea por la
demanda explícita de lxs jóvenes por estos bienes y equipamiento, como por las
expectativas educativas que lxs padres depositan en ellxs como un apoyo a la
escolaridad y al futuro de sus hijxs.
La cultura popular es uno de los pocos escenarios que les pertenece y es
el lugar desde el cual se definen a sí mismxs, es aquí donde lxs jóvenes se
encuentran en plena construcción de su identidad, buscando su pertenencia entre
diferentes grupos sociales y explorando continuamente nuevos significados en
su entorno. Sumado a esto, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías
son decisivos en la configuración de las nuevas formas de sociabilidad juvenil.

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Las nuevas sensibilidades de lxs jóvenes y los modos en que perciben el
mundo son la primera marca de la cultura popular en la construcción de la
identidad juvenil (Morduchowicz, 2008).

Socialización: sociabilidad y socialidad con otrxs: familia, escuela, trabajo


como espacios de socialización y construcción de identidad.
Para comenzar es importante entender qué significan los conceptos de
socialización, sociabilidad, socialidad y subjetivación, ya que gran parte de los
estudios sobre estudiantes y jóvenes parten del concepto de socialización .
Dentro del mismo podemos destacar la socialización intergeneracional, que
implica la integración de los valores y normas adultas por lxs actores juveniles
y estudiantiles, y por otra parte, la socialización intergeneracional, en la cual son
lxs mismxs jóvenes quienes crean sus propios valores, reglas y jerarquías. A su
vez, entendemos por sociabilidad , a aquellas asociaciones que están
acompañadas de un sentimiento y una satisfacción en el puro hecho de que unx
se asocia con otrxs (Weiss, 2015). Y por último, para explicar lo que es
socialidad , vamos a enfocarnos en Maffesolli (2004) quien plantea que nuestra
sociedad no es enteramente moderna, racional y civilizada, sino que en ella
emergen los microgrupos o tribus, con su emotividad comunitaria; el
neotribalismo es denominado por este autor como períodos empáticos,
dominados por la indiferenciación, la pérdida dentro de un sujeto colectivo y
pone como ejemplos de la vida cotidiana el ambiente emocional producido por
el desarrollo tribal como las apariencias punk o kiki, donde se expresan la
uniformidad y conformidad de los grupos. Maffesolli (2004) plantea que en lugar
de enfocarnos en la socialización, se debería enfatizar en la socialidad . Ahora
bien, la subjetivación es entendida no solo como discursos dominantes, sino
también como emancipación colectiva e individual, emancipación de valores y
normas hegemónicas y desarrollo de normas, gustos e intereses propios.

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Familia
Las relaciones familiares son un lugar en donde se presentan procesos de
socialización y subjetivación. Desde la perspectiva psicoanalítica, una de las
condiciones para llegar a ser adulto es que se presente una ruptura, una
desvinculación afectiva de lxs padres. En la actualidad, se comienza a ver esta
transformación de las relaciones entre adolescentes y padres como un proceso
marcado por la ambivalencia, presentando diferentes manifestaciones: en algunos
momentos lxs adolescentes parecen no necesitar a sus padres mientras que en
otros los necesitan como cuando eran niñxs, en algunas situaciones las relaciones
pueden ser armoniosas y positivas, en otras conflictivas, y finalmente, pueden
sentir hacia lxs progenitores afectos contradictorios: amor y odio, aceptación y
rechazo, orgullo y vergüenza (Moreno, 2007).

La formación de identidad se da también en estos contextos, mostrando así,


que en las familias en que lxs hijxs y lxs padres interactúan democráticamente y
están unidos por fuertes lazos afectivos que posibilitan la comunicación, se
encuentran en mejor posición para ayudar a lxs adolescentes a progresar en la
tarea de formación de identidad, mientras que, cuando lxs adolescentes carecen
de posibilidades de expresarse o de poseer una mínima independencia, se
presentan problemas (Moreno, 2007).

Escuela, como espacio de socialización y construcción de identidad.


Lxs jóvenes se mueven en un universo regido por unos parámetros distintos
de aquellos que legitima la cultura escolar. Lxs adolescentes viven en una cultura
de lo simultáneo, pero se encuentran con un aula que solo privilegia lo lineal. La
institución escolar permanece, en términos generales, al margen de los procesos
de configuración sociocultural de las identidades juveniles, y sigue pensando al
joven como aquel idealizado en los libros de texto, que debe cubrir ciertas etapas
y expresar ciertos comportamientos. La educación debe revalorizar la cultura de

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origen de lxs jóvenes, sus experiencias cotidianas, su vida en el barrio y sus
consumos culturales. Debe preguntarse por lo que lxs alumnxs aprenden dentro y
fuera de la escuela para así permitir que sus alumnxs participen en su continua
resignificación y recreación (Morduchowicz, 2008).
Es así que se han producido dos cambios en las últimas décadas en torno a
la difusión y circulación del saber que la escuela no puede ignorar: el
descentramiento y la destemporalización. Descentramiento significa que el saber
sale del límite exclusivo de los libros y de la escuela, para comenzar a circular
también por otras esferas. Destemporalización implica que los saberes no solo
escapan a los espacios tradicionales, sino también a los tiempos legitimados
socialmente para la distribución y el aprendizaje de la información y el
conocimiento. (Morduchowicz R, 2008).
La escuela aparece hoy como un espacio al que se han subordinado las
demás esferas constitutivas de las identidades juveniles. La identidad está en otra
parte.

La socialización con pares


Lxs niñxs tienen como horizonte social privilegiado la familia. En el
adolescente, la situación se modifica y su vida social pasa a centrarse en lxs
amigxs o el grupo. En el mundo socio afectivo del adolescente predomina el
interés por hacer nuevas amistades, sentirse bien en el grupo de compañerxs y,
por supuesto, aprender a relacionarse íntimamente con individuos del sexo
opuesto o del mismo sexo. (Moreno, A; 2007).
A medida que esto sucede, la noción de amistad también se transforma.
Douvan y Adelson (s.f), quienes presentaron los significados que tiene esta
relación durante sus tres fases. En la fase temprana (11-12 a 13 años), la amistad
aparece centrada en la actividad más que en las interacción en ella misma. En la
fase intermedia (14-16 años) hay una explosión del sentimiento de amistad, la cual

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se caracteriza por la lealtad, la confianza y sinceridad. Y en el último periodo (a
partir de los 17 años), continúa siendo importante compartir las confidencias, pero
la forma de vivir la amistad es más relajada, sin la obsesión de ser abandonadxs o
traicionadxs. La relación con lxs amigxs cumple una función importante de apoyo
psicológico, la falta de amigxs derivan en sentimientos de soledad, tensión y baja
autoestima. La interacción con lxs iguales beneficia el desarrollo personal y
social. (Moreno, 2007).
Estas formas de vincularse hacen referencia al término planteado por
Maffesolli (2004), grupismo, donde cada miembro del grupo se esfuerza
conscientemente o no por servir al interés de éste en vez de buscar refugio en él;
este término posee el mérito de poner en relieve esa fuerza del proceso de
identificación que permite la solicitud que conforta lo que es
común a todxs.
Los signos sociales de lxs jóvenes hoy están representados por marcas
juveniles que parecen ser claras, entre ellas, salir en grupo, tener una sociabilidad
de banda, divertirse. Lo que hay de nuevo en la juventud es la percepción de una
reorganización profunda en los modelos de socialización, ni lxs padres
constituyen el patrón eje de las conductas, ni la escuela es el único lugar
legitimado del saber (Morduchowicz R, 2008). Estos signos sociales se pueden
ver en lo que Maffesolli (2004) plantea como rituales, los cuales consisten en
confrontar el sentimiento que tiene de sí mismo un grupo dado, el ritual proclama
el retorno de lo mismo, por medio de la multiplicidad de los gestos rutinarios o
cotidianos.

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La socialización en los espacios virtuales.
“En el corazón de las redes sociales está
el intercambio de información personal” (Bauman, 2007).

Racioppe (2008) expone que las nuevas tecnologías han profundizado las
transformaciones en las percepciones del tiempo y el espacio, las definiciones de
lo real y las constituciones de lo corpóreo. Además, han transformado los modos
de organización y de pertenencia de lxs jóvenes. Estos cambios, que ya asignaban
tecnologías anteriores, se han dinamizado y acelerado por la velocidad de la
innovación técnica y la velocidad con que las generaciones más jóvenes
incorporan esas innovaciones a su vida. En este punto es

importante recuperar el concepto de J. B. Thompson (1998), mediatización


de la cultura, que refiere a proceso de transformaciones profundas e irreversibles
en los modos de producir, distribuir y poner en circulación los bienes simbólicos
a partir de la aparición de ciertas tecnologías.
Por otra parte, Morduchowicz, (2008) propone dos visiones acerca de lxs
jóvenes y la tecnología. El primer enfoque analiza los efectos negativos sobre lxs
adolescentes, como por ejemplo en el comportamiento. Se muestra una imagen de
lxs jóvenes como víctimas inocentes y completamente vulnerables a la influencia
de la cultura popular, en una concepción que toma a lxs niñxs como audiencias
absolutamente pasivas y manipulables. El segundo enfoque expresa una
idealización y absoluto optimismo respecto de las nuevas tecnologías. Se centra
en una visión sentimental y completamente idealizada respecto del poder de las
nuevas tecnologías y supone una concepción romántica de la infancia y la
juventud, sofisticada, naturalmente competente y crítica. Pero, ambos enfoques
tienen algo en común, toman a los medios y a las tecnologías de la información y
comunicación, incluso a lxs propixs niñxs y jóvenes, como variables
independientes, autónomas, capaces por sí mismas de transformar el entorno

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social. Lo que sucede con ambos abordajes es que ignoran o minimizan el
contexto social, el entorno en el que se dan los usos y prácticas mediáticas. Si las
transformaciones, incluso las tecnológicas, son sociales, el enfoque de lxs jóvenes
y la cultura popular debe ser siempre en contexto y teniendo en cuenta el universo
de las audiencias. (Morduchowicz, 2008)
Esta nueva relación de lxs jóvenes con la cultura popular e internet define
de algún modo una nueva manera de hacer y de ser, una cultura diferente y una
forma particular de encarar la realidad. Una de las dimensiones más interesantes
en la relación de lxs jóvenes con la cultura popular, y con las pantallas en
particular, es que permite conocer sus nuevas formas de sociabilidad. Sus
prácticas con los medios explican las nuevas dinámicas familiares. El aislamiento
del adolescente en su habitación también es para él, una manera de construir
identidad. Una parte importante de estos saberes y aprendizajes circula por los
medios de comunicación y las nuevas tecnologías, que se constituyen hoy en
referentes para conceptualizar el mundo. Casi todo lo que conocemos del universo
proviene de los medios, que construyen una imagen de él, a partir de la cual cada
unx de nosotrxs construye la propia (Morduchowicz, 2008).
Los motivos que llaman a participar de estas comunidades virtuales son
cada vez más variados y es esta variedad, la que viene a aportar un interés por
investigar y analizar los usos
en torno a estas nuevas formas de estar con el otrx, de constituirse en comunidad.
Comunidades que ya no se delimitan por la pertenencia a un territorio, ni tampoco
simplemente por una sensación abstracta de pertenencia, estas comunidades
virtuales se definen de maneras distintas. Ya no están unidas al territorio, ni
tampoco son simplemente imaginadas; son espacios de encuentro que se delimitan
a partir de otras características: gustos, intereses, pertenencias institucionales
(Morduchowicz, 2008).

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En este contexto se inscriben lxs jóvenes que usan hoy las nuevas
tecnologías y es a partir de esas prácticas, de esas vivencias, que las resignifican,
que las incorporan en sus dinámicas cotidianas, que les imprimen la urgencia de
los tiempos, lo simultáneo de las acciones, lo (des)ordenado de las búsquedas y lo
hipervincular de las lecturas. Son esos los nudos que debemos desatar para
entender la conformación de los nuevos modos de tejer las redes sociales, los
nuevos modos de ser y estar en el mundo, en los mundos de lo online y lo offline
(Morduchowicz, 2008).

Socialización y vulnerabilidad social


En su texto Morduchowicz (2008), plantea que la relación de lxs jóvenes y
las pantallas no puede abordarse sin tomar en cuenta las brechas sociales que
existen entre lxs que están conectadxs y lxs desiguales y desconectadxs. Estar
marginadx es estar desconectadx. Antes los límites entre lo público y lo privado
parecían estar claros: hoy esa línea no solo se ha corrido, sino que se ha
difuminado. Los medios están ocupando el espacio privado del hogar, pero
jugando a ser la conexión con el mundo, jugando a que el living, a que la
habitación sean lugares desde donde ser parte de lo común. Como explica
Racioppe (2008), si bien el uso de la computadora se presume como individual,
muchas veces se convierte en una actividad en grupo. Así, estas prácticas suponen,
al menos, un doble tipo de encuentro: uno con el mundo que se abre desde la
pantalla y otro con el más cercano de la habitación o el cyber. Pero como ya
sabemos, no todxs lxs jóvenes cuentan con las mismas posibilidades de acceso, es
por esto que muchxs de ellxs quedan marginados o en una posición de
vulnerabilidad social, teniendo así, como consecuencia, estas brechas sociales
mencionadas anteriormente.
En este sentido, siguiendo con el mismo autor, no es lo mismo haberse
socializado antes o después de la radio, de la televisión en color o por cable, o de

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la computadora multimedia, aún cuando no estén presentes en todos los hogares.
Tampoco es lo mismo haber llegado a la madurez sexual en los años de la
liberación en la década del sesenta que en los años noventa. La marca histórica de
la época es también determinante, aún cuando se la procese atendiendo a las
determinaciones de clase. Además de las diferencias sociales explícitas, hay que
atender el encadenamiento de acontecimientos que van constituyendo la
estructura, a su carácter sedimentado de experiencias acumuladas. La generación
es el juego en el que las clases se van haciendo cargo de la tradición, del tiempo
que corre paralelo al desarrollo de las luchas sociales. La generación es una
estructura transversal, la de la experiencia histórica, la de la memoria acumulada.
A partir de esto, el autor diferencia a lxs nativxs tecnológicxs que son quienes se
socializaron en la época de la computadora e internet de los migrantes
tecnológicxs, quienes fueron incorporando las tecnologías a lo largo de su
juventud.
Las transformaciones que se producen en lo cultural y social serán rasgos
de época a los que esa generación deberá enfrentarse. Esto complejiza nuestra
mirada sobre la juventud, ya que no solo se refiere a un capital temporal (de vida
por vivir), sino a experiencias comunes, a una memoria social compartida.

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Bibliografía

- Maffesoli, M. (2004). La comunidad emocional. Cap. 1. En: El tiempo de


las tribus. Méjico: Ed. S. XXI.
- Morduchowicz R. (coord.) (2008). LOS JÓVENES Y LAS PANTALLAS.
Nuevas formas de sociabilidad. Introducción y Cap. 1. Buenos Aires: Ed. Gedisa.

- Moreno, A. (2007). EL MUNDO SOCIAL (Puntos I y II). En: La


Adolescencia. Barcelona: Editorial UOC.
- Racioppe, B. (2008). Jóvenes y Tics. Modos de socialización y

construcción de identidad(es). 10° congreso REDCOM. Conectados,


Hipersegmentados y Desinformados en la Era de la Globalización. Universidad
Católica de Salta.

- Weiss, E. (2015). Más allá de la sociabilidad. Jóvenes y bachillerato en

México. Revista Educación e investigación. Vol. 41. Universidad de San Pablo


Brasil.

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