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Manual y Oraciones 2020

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OBRA

de los
Tres Sagrados Corazones Unidos
Edson Glauber Coutinho

OBRA
de los
Tres Sagrados Corazones Unidos

MANUAL Y ORACIONES
Cubierta: Pintura realizada por Pija Lorvin que retrata la
aparición de los tres Sagrados Corazones Unidos a Edson Glauber,
acontecida el día 25 de diciembre de 1996, en Manaus /Am, en el barrio
Dom Pedro I.

Primera Publicación – 2014


Citas bíblicas: Biblia Sagrada y Biblia de Jerusalén.
Otras citas de la Iglesia: Familiaris Consortio, Redemptoris Custos
y Vita Consacrata.

INFORMACIÓN:
Rua Padre José de Anchieta, 301 – Bairro Dom Pedro I
CEP: 69.040-150 Manaus – AM – BRASIL
Tel. (092)3238-8173/8134-2707/9324-5792.

© Todos los derechos reservados a Edson Glauber de Souza


Coutinho
PRELIMINARES …………………………………………………………………………………………………………………………………………. 1
SOBRE EL AUTOR …………………………………………………………………………..………………………………………….……………. 11
INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………………………..………….………………………….……………….. 13
¿QUÉ ES LA ORACIÓN? …………………………………………………………..………………………………………….……………. 15
LA ORACIÓN COMO DON DE DIOS …………………………………………………………………………………..………. 15
JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR ……………………………………….…………………………………………………………...……. 16
LAS TRES PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN ……………………………………………………………….…. 17
JESÚS ESCUCHA LA ORACIÓN ………………………………………………………………………………………………….…. 18
LA ORACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA ……………………………………………………………………..………………. 18
ORACIONES DEL CRISTIANO …………………………..……………………………………………………...………….…………. 25
OBRA DE LOS TRES SAGRADOS CORAZONES UNIDOS ……………………………………. 34
LA UNIÓN DE LOS TRES CORAZONES …………………………………………………………….………….…………. 36
MARÍA Y LA SANTISIMA TRINIDAD ……………………………………………………………...……………..………… 42
JOSÉ Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD …………………………………………………………………....……………….………. 44
LA SANTIDAD DE SAN JOSÉ …………………………………………………………………………..…………...…………………. 54
SAN JOSÉ, SU ASUNCIÓN Y GLORIFICACIÓN EN EL CIELO ……………………………… 57
SAN JOSÉ ES EL JUSTO DE DIOS: EL JUSTO ES SANTO ……………………...……………………. 58
MENSAJES DE LA VIRGEN SOBRE LA OBRA ……………………………………………..….…………………. 60
EL PRIMER LLAMAMIENTO ……………………………………………………………………………………….……..……………. 62
SUEÑO CON LA VIRGEN QUE ME CONDUCE A JESÚS …………………….…….…………………. 67
LOS SUEÑOS CON EL FUTURO SANTO JUAN PABLO II ………………………..…………………. 69
PAPA BENEDICTO XVI Y PAPA FRANCISCO …………………………….………………………………………. 70
LOS MEDIOS PARA PONER EN PRÁCTICA ESTA DEVOCIÓN …...…………………. 73
SOBRE EL ESCAPULÁRIO DE SAN JOSÉ ………………………………………………………………………………. 76
ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ …………………………….. 83
FORMULA DE IMPOSICIÓN …………………………………………………………………………..…………………………...……. 83
CARISMA ………………………………………………………………………………………………………...……………………………………..………. 84
GRUPO REINA DE LOS JÓVENES …………………………………….……………………………………………….…………. 90
LAS TRES OBRAS DE LOS TRES SAGRADOS CORAZONES …………….………………. 92
GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE SANTIDAD ……..…………………………………………………………...…… 99
CÓMO PARTICIPAR EN ESTA OBRA ………………………………………………….…………………………….……. 106
MOTIVOS DE ESTA CONSAGRACIÓN ………………………………….………………………………………………. 108
INTENCIONES DE ORACIÓN …………………………………………….…………………………………………………………. 110
TIEMPO DE DEDICACIÓN DURANTE EL DÍA ………………………………………………………...………. 112
ORACIONES ENSEÑADAS POR JESÚS Y NUESTRA SEÑORA ……………….…….. 114
ROSARIO DE LOS SIETE DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ ……………………..………. 147
Carillo Gritti
POR LA GRACIA DE DIOS Y DESIGNACIÓN DE LA SEDE
APOSTÓLICA
OBISPO DE ITACOATIARA
PIEDRA FUNDAMENTAL
A dos de mayo de 2010, en esta área denominada Santuario, en
Itapiranga, Amazonas, a las diez horas de la mañana, estando presentes
multitud de fieles en devota oración y entre cantos de júbilo, yo, Don Carillo
Gritti, Obispo Prelado de esta Prelatura de Itacoiara a la que pertenece esta
área de la Parroquia de Itapiranga, coloqué la Piedra Fundamental de este
nuevo Santuario en honor a Nuestra Señora del Santo Rosario y de la Paz,
donde se rendirá culto a los Sagrados Corazones de Jesús, María y José.
Dado en Itapiranga, a día 2 de mayo de 2010.

Don Carillo Gritti.


Obispo de Itacoatiara.

1
Carillo Gritti
POR LA GRACIA DE DIOS Y
DESIGNACIÓN DE LA SEDE
APOSTÓLICA
OBISPO DE ITACOATIARA
DECRETO DE CULTO
Desde 1994, muchos católicos
hacen peregrinaciones a Itapiranga, a un
lugar llamado “Santuario” para venerar a
la Virgen María. Estas peregrinaciones y
romerías han dado y están dando muchos
frutos de gracia. Sin caer en la tentación
de sensacionalismo y de fanatismo, están
desenvolviendo en medio del pueblo de
Dios un espíritu de oración y renovando
la fe de los peregrinos.
Después de haber estudiado con
atención los acontecimientos, autorizo
estas peregrinaciones y el culto público,
celebrado en la capilla o en el lugar de la cruz para invocar a Nuestra Señora bajo el
título de Reina del Rosario y de la Paz. Toda manifestación de culto público, como la
Santa Misa, y las Confesiones, estarán bajo responsabilidad pastoral del sacerdote para
ello indicado.
Este Decreto de Culto, tiene como objetivo favorecer la vida espiritual del
pueblo de Dios que aquí viene para honrar las apariciones de Nuestra Señora que
dieron origen a esta devoción en este lugar.
Finalmente, después de un primer discernimiento hecho por un grupo de
personas elegidas por mí, a partir de este año, una Comisión escogida e instituida por
mí, va a continuar acompañando y analizando los hechos y sucesos que aquí han
sucedido y todavía suceden, recogiendo toda la información médica y teológica
necesarias, además de los testimonios y elementos objetivos finales para un justo y
recto juicio sobre los eventos ocurridos en Itapiranga y así ofrecer una base segura y
creíble a la Iglesia.
Itacoatiara, 31 de enero de 2010
Don Carillo Gritti
Obispo Prelado

2
3
Carillo Gritti

OBISPO DE ITACOATIARA

A todos aquellos que tomen conocimiento, a través de este libro,


que habla de las revelaciones de Itapiranga, de cuánto vale la devoción
a los Tres Corazones Inmaculados de Jesús, María y José, a fin de que
aprendan cuanto es preciosa la devoción a este gran santo, San José,
grande y primero entre todos, después de la Madre, María Santísima;
que por voluntad de Dios fue colocado como Padre y Educador de la
fe de Israel al Niño Jesús. Padre de Jesús, por voluntad de Dios y,
humildemente, por voluntad y aceptación propia.
A fin de que juntos aprendamos a hacer la voluntad de Dios,
también en medio de las pruebas, que en este mundo de hoy, nos están
reservadas.
Con la bendición de Dios y de los Tres Corazones Inmaculados.

Obispo Prelado de Itacoatiara


Itacoatiara, 25 de enero de 2014.

4
5
Farina Luigi
Vialle Lario, 8
I-20833 GIUSSANO-MB-
Paina, 14 de enero de 1999
Revmo. Pe. Aldo Rottini
Misionario Severiano
Brescia, Italia
Te envió la carta del 25 de noviembre de 1998, con la cual me enviaba
el fascículo, que contienen explicaciones y cartas del joven Edson Glauber de
Brasil, para ser dirigidas a Su Santidad, el Papa, Juan Pablo II.
Mi intermediación hace algunos años atrás sobre los acontecimientos
en Medjugorje, me permitieron usar el mismo canal de comunicación para
dirigir el fascículo. En estos días, recibí la noticia de que el contenido de los
mensajes del joven, Edson Glauber, llegó a manos de Su Santidad, Juan Pablo
II, en forma privada (no en forma oficial, pues exigía innumerables
dificultades).
La persona encargada me informó que el Santo Padre se interesó por
el asunto, afirmando que todo corresponde a las necesidades actuales en
relación con la familia, sobre todo respecto a la figura del “Padre”, que viene
siendo subestimada y marginalizada, no solamente a nivel biológico, sino
también en lo que dice respecto a la responsabilidad educativa y espiritual.
Por tanto, su Santidad, Juan Pablo II, considera conveniente resaltar la
misión de la paternidad de San José y continuar discretamente en este asunto
que le fue propuesto.
De mi parte, comunico mi humana satisfacción en haber podido
realizar la tarea que me fue confiada, y pongo en las manos de la Sagrada
Familia de Nazaret la esperanza de que se realicen los deseos del Santo Padre,
en la sublime misión del Vicario de Cristo, bajo la paternal protección de San
José, Patrón de la Iglesia Universal.
Presidente ARPA - Asociación Reina de la Paz

6
¡Es la hora de que el mundo conozca las verdades sobre San
José, Padre Adoptivo de Jesús y Esposo de la Bienaventurada Virgen
María, así como sus glorias, como Dios desea!
(Edson Glauber)

7
8
La fe de María se encuentra con la fe de José.
(Redemptoris Custos, Juan Pablo II)

Ella conoció al justo y le conservó irreprochable ante Dios y le


mantuvo fuerte contra la ternura paternal por su hijo.
(Sb 10,5)

9
10
SOBRE EL AUTOR

Edson Glauber de Souza Coutinho nació el día 27 de octubre de


1972. Actualmente, vive en Manaus, capital del Amazonas. El día 2 de
mayo del año de 1994 iniciaron las experiencias espirituales con las
manifestaciones de la Santísima Virgen, con el título de Reina del Rosario
y de la Paz. Su madre, María do Carmo Coutinho fue la primera que vio
a la Madre de Dios, cuando rezaba el rosario en el salón de su casa.
Seguidamente, Edson comenzó también a ver y a oír a Nuestra Señora y
a recibir mensajes diarios del Cielo.
Nuestra Señora reunió a una madre y a un hijo de la misma familia,
concediéndoles a ellos dos la misión de testimoniar su amor maternal y el
amor de su Hijo Jesús al mundo.
Esta obra contiene algunos mensajes y oraciones que Jesús, María
y José revelaron a Edson Glauber y a su madre, María do Carmo, en las
manifestaciones ocurridas en el municipio de Itapiranga, desde 1994
hasta nuestros días. Esta ciudad, a 337 km de distancia de Manaus, fue
escogida por el Cielo como un escenario natural, donde ocurrirán
acontecimientos extraordinarios que cambiarán la vida de muchas
personas.
Miles de fieles, actualmente, visitan Itapiranga en busca de fe, de
oración y de paz. Que las oraciones transmitidas por el Cielo puedan
conceder a tu corazón el gran don de paz y de amor de Dios que cura,
renueva y libera.
Que este libro te ayude a comprender lo que los tres Sagrados
Corazones unidos están realizando en el Amazonas, concediendo a la
humanidad un rio de gracias que baja del Cielo, procedente del Espíritu
Santo, para bañar las almas secas y áridas, que precisan de vida y de luz
divina, para poder caminar por el camino de conversión y santidad, que
conduce a los brazos amorosos y misericordiosos del Padre.
Déjate conducir por la gracia divina, abriendo tu corazón,
siguiendo las directrices que se exponen aquí para que tu camino
espiritual sea rico en frutos, en bendiciones y en gracias de Dios.

11
12
INTRODUCCIÓN

Las apariciones de la Santísima Virgen se iniciaron el día 2 de


mayo de 1994, en Manaus, y luego en Itapiranga. Nuestra Señora escogió
dos personas para que fueran sus confidentes. María do Carmo y Edson
Glauber (madre e hijo).
A ellos dos, La Santísima Virgen transmitió varios mensajes
dirigidos, en primer lugar, a la Iglesia, al pueblo local y al mundo entero,
mensajes que venían a recordarnos los valores evangélicos, la alianza de
amor hecha por Dios con los hombres; una catequesis espiritual y una
orientación a las familias terriblemente atacadas en sus fundamentos y
desestructuradas por los valores mundanos, un auxilio y una luz a los
jóvenes casi vencidos por el odio, por las drogas y por la violencia, un
llamamiento a la santidad y ánimo para todos aquellos que desean seguir
el camino del Señor con un testimonio de vida, con la palabra y con el
obrar. En fin, mensajes que nos sirven como orientación espiritual para
nuestros tiempos tan difíciles, que vienen a mostrarnos toda la ternura y
el amor, de una Madre que nos ama y que nunca abandona a sus hijos.
El día 2 de mayo de 2010, el obispo local, de la prelatura de
Itacoatiara, Don Carillo Gritti, ante miles de peregrinos, bendijo,
solemnemente, la primera piedra fundamental del Santuario dedicado a
Nuestra Señora, Reina del Rosario y de la Paz y publicó un decreto de
culto, permitiendo peregrinaciones, celebraciones y confesiones, en el
lugar de estas manifestaciones, mientras una comisión, por él escogida,
ayudará a discernir los hechos ocurridos con Edson y Maria do Carmo.
Este pequeño manual de oraciones, de la obra de los Tres
Corazones Unidos, tiene como objetivo favorecer y ayudar al crecimiento
espiritual, de muchos que desean conocer mejor los llamamientos de la
Virgen Madre. Es una colección de oraciones enseñadas por Jesús y por
Nuestra Señora, que nos ayudan a entrar en el espíritu de oración y de
intercesión, en favor de la conversión de los pecadores y del bien de la
humanidad. “Los verdaderos adoradores adoraron al Padre en espíritu
y verdad. Éstos son los adoradores que el Padre busca. Dios es Espíritu,
y los que los adoran deben adorarlo en espíritu y verdad (Jo 4, 23-24)”,

13
nos dijo Jesús una vez. Él mismo nos dio ejemplo de cómo debemos orar
e interceder en favor del mundo y de los pecadores, como está escrito en
los Evangelios:

Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar;


al atardecer estaba solo allí. (Mt 23, 14)

Pero Él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba. (Lc 5,16)

Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní,


y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allí a orar. (Mt 26,36)

Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. (Mt 6, 46)

Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado


también Jesús y puesto en oración, se abrió el Cielo (Lc 3, 21)

Y sucedió que mientras Él estaba orando a solas, se hallaban con


él los discípulos y Él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
(Lc 9,18)

Les contó una parábola para inculcarles que era preciso orar
siempre sin desfallecer. (Lc 28,1)

“En Itapiranga suceden cosas buenas… muy buenas. No veo


histerias, no veo locuras, más constato que hay mucha fe: fe en Jesús y fe
en la Madre de Él, en la Madre de Jesús. Entonces todo esto no puede ser
sino una cosa buena venida de Dios” (Don Carillo Gritti, Homilía,
2.03.2014)

¡Señor, envía tu Luz, envía tu Espíritu!


(N. Sra. a Edson Glauber)

14
¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

El Catecismo de la Iglesia católica nos explica lo que es la oración


para el cristiano renacido por el agua y por el espíritu de Dios.

LA ORACIÓN COMO DON DE DIOS

“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de


los bienes convenientes” (CCE 2559 - San Juan Damasceno, Expositio
fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]) ¿Desde dónde hablamos nosotros, al
rezar? ¿De las alturas de nuestro orgullo y voluntad propia, o desde lo
“profundo” (Sl 130,1) de un corazón humilde y contrito? Quien se
humilla será enaltecido. La humildad es el fundamento de la oración.
“Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene” (Rm 8,26).
La humildad es una disposición para recibir gratuitamente el don de la
oración; el hombre es un mendigo de Dios.
“Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 10) La maravilla de la oración
se revela justamente ahí, junto a los pozos donde vamos a buscar nuestra
agua: es ahí donde Cristo viene al encuentro de todo ser humano, es el
primero que nos busca a nosotros, es Él que pide para beber. Jesús tiene
sed, su petición viene de las profundidades de Dios que nos desea. La
oración, lo sepamos o no, es el encuentro de la sed de Dios y la nuestra.
Dios tiene sed de que nosotros tengamos sed de Él.
“Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de
beber", Tú le habrías pedido a Él, y Él te habría dado agua viva” (Jn 4,
10). Nuestra oración de petición es, paradójicamente, una respuesta.
Respuesta a la queja de Dios vivo: “a mí me dejaron, Manantial de aguas
vivas, para cavar sus propias cisternas, cisternas agrietadas” (Jr 2, 13),
respuesta de fe a la promesa gratuita de salvación, respuesta del amor a la
sed del Hijo único.

15
JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR

Para orar, Jesús nos enseñó a orar. El camino teologal de nuestra


oración es la oración a su Padre. El evangelio nos da una enseñanza
explícita de Jesús sobre la oración. Como pedagogo, Él nos toma desde
donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre. Dirigiéndose a
las multitudes que lo siguen, Jesús comienza a partir de lo que ya conocen
sobre la oración, conforme a la Antigua Alianza, y la abre hacia la
novedad del Reino que viene. Después les revela en parábolas esa
novedad. Al final, hablará abiertamente del Padre y del Espíritu Santo a
sus discípulos, que deberán ser pedagogos de la oración en su Iglesia.
En el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en la conversión del
corazón: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda
en el altar, el amor a los enemigos y la oración por los que nos persiguen,
la oración al Padre “en lo secreto” (Mt 6,6), el evitar el exceso de
palabras, el perdón desde el fondo del corazón en la oración, la pureza de
corazón y la búsqueda del Reino. Esa conversación es enteramente
orientada hacia el Padre: es filial.
El corazón así decidido a convertirse aprende a orar en la fe. La fe
es una adhesión filial a Dios, por encima de aquello que sentimos y
comprendemos. Se hizo posible porque el Hijo bien amado nos abre las
puertas hacia el Padre. Este puede pedirnos que “busquemos” y
“llamemos”, una vez que Él mismo es la Puerta y el Camino.
Así como Jesús ora al Padre y da gracias antes de recibir sus dones,
Él nos enseña esa audacia filial: “todo cuanto pidáis en la oración, creed
que ya lo habéis recibido” (Mc 11,24). “Todo es posible para quien cree”
(Mc 9,23), con una fe “que no duda”: tal es la fuerza de la oración. Si por
un lado Jesús se entristece por la “falta de fe” de sus parientes (Mc 6,6) y
por la “debilidad en la fe” de sus discípulos, por otro lado, se queda
admirado con la “fe grande” del centurión romano y del cananeo.
La oración de fe no consiste solo en decir “Señor, Señor”, sino en
llevar el corazón a hacer la voluntad del Padre. Jesús invita a los
discípulos a tener, en la oración, la preocupación de cooperar con el plan
divino.

16
En Jesús, “el Reino de Dios está cerca” (Mc 1,15) y llama a la
conversión y a la fe, como también a la vigilancia. En la oración, el
discípulo vigila atento a Aquel que Es y que Viene en la memoria de su
primera Venida en la humildad de la carne y en la esperanza de su segunda
Venida en la Gloria. En comunión con el Maestro, la oración de los
discípulos es un combate, y es vigilando en la plegaria que no se cae en
la tentación.

LAS TRES PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN

Tres parábolas principales sobre la oración nos son transmitidas


por San Lucas.
La primera, “el amigo inoportuno”, invita a una oración
persistente: “llamad y se os abrirá”. Aquel que así ora, el Padre del Cielo
le dará todo lo que necesita, sobre todo el Espíritu Santo, que contiene
todos los dones.
La segunda, “la viuda inoportuna”, focaliza una de las cualidades
de la oración: es necesario rezar sin desfallecer, con la paciencia de la fe.
“Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿acaso encontrará esta fe sobre
la tierra?”
La tercera parábola, “el fariseo y el publicano”, se refiere a la
humildad del corazón que reza. “Dios mío, ten piedad de mí, que soy
pecador” Esta oración la Iglesia constantemente la hace suya: “Kyrie
eleison”.
Cuando Jesús confía abiertamente a sus discípulos el misterio de la
oración al Padre, les revela cual deberá ser su oración, y la nuestra, cuando
Él vuelva del Padre, en su Humanidad Glorificada. La novedad ahora es
“pedir en su Nombre”. La fe en Él introduce a los discípulos en el
conocimiento del Padre, porque Jesús es el “Camino, la Verdad y la Vida”
(Jn 14,6). La fe produce sus frutos en el amor: guardar su Palabra, sus
mandamientos, permanecer con Él en el Padre, que nos ama hasta el punto
de permanecer en nosotros. En esa Alianza Nueva, en la certeza de ser
escuchados en nuestras peticiones, se fundamenta la oración de Jesús.

17
JESÚS ESCUCHA LA ORACIÓN

La oración a Jesús es escuchada por Él ya durante su ministerio,


por medio de señales que anticipan el poder de su Muerte y Resurrección:
Jesús escucha la oración de fe, expresada en palabras (el leproso, Jairo, el
cananeo, el buen ladrón), o en silencio (los portadores del paralítico, la
mujer enferma que toca su vestido, las lágrimas y el perfume de la
pecadora). El pedido insistente de los ciegos: “Ten piedad de nosotros,
Hijo de David” (Mt 9, 27) o “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”
(Mc 10,47), fue recogido en la tradición de la Oración a Jesús:
“Jesucristo, Hijo de Dios, Señor, ¡ten piedad de mí, que soy pecador!”.
Sea en la cura de las enfermedades, sea en la remisión de los pecados,
Jesús responde siempre a la oración que implora con fe: “¡Vete en paz, tu
fe te ha salvado!”.
San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la
oración de Jesús (cf. 2667): “Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in
nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster” (Ora por nosotros
como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él se
dirige nuestra oración como a Dios nuestro). Reconocemos, pues, en Él,
nuestros clamores y en nosotros sus clamores.

LA ORACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

La oración de María nos es revelada en la aurora de la plenitud de


los tiempos. Antes de la encarnación del Hijo de Dios y antes de la efusión
del Espíritu Santo, su oración coopera de manera única con el plan
benevolente del Padre; en la Anunciación para la concepción de Cristo,
en Pentecostés para la formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. En la fe
de su humilde sierva, el Don de Dios encuentra el acogimiento que
esperaba desde el comienzo de los tiempos. Aquella que el Todopoderoso
hizo “llena de gracia” responde con la ofrenda de todo su ser: “he aquí la
sierva del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Fiat (si), ésta es la
oración cristiana: ser todo de Él porque Él es todo nuestro.

18
El evangelio nos revela como María ora e intercede en la fe: en
Caná, la Madre de Jesús pide a su Hijo por las necesidades de un banquete
de bodas, señal de otro Banquete, el de las bodas del Cordero, que da su
Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa. Y es en la hora de
la nueva Alianza, al pie de la Cruz, que María es escuchada como la
Mujer, la nueva Eva, la verdadera “Madre de los vivos”.
Por eso el cántico de María (el Magnificat latino o el Megalynário
bizantino) es al mismo tiempo el cántico de la Madre de Dios y de la
Iglesia, cántico de la Hija de Sión y del Pueblo de Dios, cántico de acción
de gracias por la plenitud de gracias distribuidas en la Economía de
salvación, cántico de los “pobres”, cuya esperanza es satisfecha por la
realización de las promesas hechas a nuestros padres “en favor de
Abraham y de su descendencia por siempre”.
Acoge el llamamiento de Nuestra Señora y entra en el Espíritu de
oración: la oración de corazón, la oración espontánea y de entrega
profunda a los brazos amorosos y misericordiosos de nuestro querido
Padre del Cielo, que desea enriquecernos con su gracia y con su infinito
Amor. Seleccionamos algunas partes de los mensajes de Nuestra Señora,
que nos habla sobre sus llamadas a la oración, para que auxilie e ilumine
nuestros pasos hacia la verdadera oración de corazón, que Ella tanto desea
e implora: oración poderosa y eficaz que renueva y transforma los
corazones y el mundo. He aquí algunas partes de los mensajes:

Queridos hijos, vengo del Cielo para pediros oraciones por mis
intenciones y por la realización de mis planes maternos. Rezad siempre
más para que el bien siempre triunfe sobre el mal. (9.01.2010)

Hijitos, permitid que la Vida Eterna esté unida a vosotros. Mi Hijo


es la Vida Eterna. Si vosotros fueseis de mi Hijo un día viviréis
eternamente con Él en el Cielo. Os bendigo a todos y os invito a la
oración, al amor y a la paz, y así, Dios os bendecirá. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (14.01.2010)

19
Rezad, hijos míos, rezad para que el demonio no os venza con las
cosas del mundo. Sed fuertes. ¡Luchad contra él! Rezad el rosario. Rezad
el rosario. ¿Todavía vosotros no comprendéis que el rosario es el arma
que os doy para vencer el demonio y todo mal? Rezad, rezad, rezad.
(11.09.2010)

La oración es sagrada. (4.06.03)

Vuestras oraciones todavía son importantes. ¡Continuad rezando


siempre! (5.06.03)

No permitáis que vuestros hogares sean destruidos por el mal y


por la falta de oración, más abrid vuestros corazones a Dios y Él os
ayudará. (9.06.03)

20
Hijitos, creed en el poder de la oración, que por medio de ella el
Señor Dios puede concederos muchas gracias. (16.09.03)

Dios desea que vosotros creáis siempre más y que podáis


interceder por todos aquellos que ya no rezan y que se alejaron del
camino correcto que lleva al Cielo. (27.09.03)

Con la oración podréis tener la luz y la fuerza para caminar en el


camino que el Señor os preparó (22.09.03)

Muchos son débiles en la fe porque no se acercan a la oración y


no abren su corazón a Dios (24.09.03)

Yo os amo y os digo que con la oración y la fe podéis convertir los


corazones de muchos de vuestros hermanos que están distantes de Dios
(28.09.03)

El mundo necesita de muchas oraciones y llamo a todos mis hijos


a rezar, para que así, una lluvia de gracias pueda descender del Cielo
renovando todos los corazones cerrados y endurecidos (2.10.03)

Todo puede ser cambiado por la oración. La oración es el medio


eficaz para que vosotros podáis recibir las gracias de Dios. Rezad y Dios
os escuchará. Él es bueno y generoso y ayuda a todos aquellos que
recurren a Él y que le piden con confianza y amor. (6.07.03)

Es urgente una cadena de oraciones y de reparaciones que pueda


detener y atenuar los males que se propagan por el mundo. (7.07.03)

Tened fe en el poder de la oración y todo cambiará. (31.03.04)

21
Hijitos míos, rezad por la paz, por el mundo y por la Iglesia. Con
sus oraciones formad una barrera que pueda impedir todo el mal que
desea aproximarse a vosotros y a vuestras familias.

Pequeños, no permitáis que el enemigo os aleje de mi hijo Jesús a


causa del pecado. Si vosotros rezáis vuestras almas serán fortalecidas
por la gracia de Dios y así podréis testimoniar con fuerza y con coraje el
Amor de mi Hijo Jesús a vuestros hermanos. (6.04.04)

La oración hace muchos milagros. Creed en el poder de la oración,


y así muchas gracias descenderán del Cielo sobre vosotros y sobre
vuestras familias. (21.04.04)

Por medio de la oración vuestros corazones se abrirán y la gracia


divina os envolverá. Rezad siempre más. (8.05.04)

Por medio de la oración el Señor os concederá miles de gracias.


Rezad y la luz de Dios brillará en vuestras vidas. (30.05.04)

Rezad para que Dios pueda iluminaros y ayudaros a vencer todas


las pruebas de la vida. Por medio de la oración comprenderéis lo que
Dios desea de vosotros y así vuestros corazones se abrirán a su gracia
divina. Liberaos del pecado. No dejéis que el demonio os conduzca por
el camino del mal, sino vencedlo siendo todos de Jesús: rezando,
comulgando y siendo obedientes a sus mandamientos. (15.11.04)

Con el corazón, vosotros podréis fortalecer vuestra fe y tendréis


siempre más confianza en el Corazón de mi Hijo Jesús, que palpita de
amor por vosotros. Sed hijos de fe y de oración, y así, el mundo y sus
hermanos cambiarán. (15.11.04)

22
Rezad y por medio de la oración vuestros corazones serán curados
y la paz de Dios reinará en vuestras vidas y en vuestras familias.
(22.11.04)

Reza hijo mío, reza y di a todos tus hermanos y hermanas que es


la Madre de Dios la que pide oraciones por la conversión del mundo.
Muchos de mis hijos están sordos a mis llamadas. Cuántas dolorosas
espadas se clavan en mi Corazón Inmaculado, porque estos mismos hijos,
por los cuales ruego misericordia delante de Dios, me ultrajan sin cesar,
despreciando las virtudes que embellecen mi alma, con burlas y palabras
inmundas. (30.07.05)

Queridos hijos, os pido que me ayudéis con vuestras oraciones y


sacrificios para la salvación de muchas almas. Tened un amor muy
grande por la oración. No tengáis pereza de rezar, más haced de la
oración el alimento cotidiano para vuestras almas. Yo, vuestra Madre,
deseo que durante nueve días seguidos os levantéis a las tres de la
mañana para rezar. Yo estaré unida a vosotros para rezar y ofrecer
vuestras oraciones a Dios. Estas oraciones deberán ser hechas para los
sacerdotes y para todos los jóvenes que andan en el vicio de las drogas,
para su conversión. (27.08.05)

Hoy, de un modo especial, bendigo a todos mis hijos enfermos. Os


coloco dentro de mi Corazón Inmaculado para que seáis enriquecidos de
bendición y de gracia divina. Vengo para consolaros, para aliviar
vuestros dolores, hijitos queridos. ¡No os desaniméis! estoy aquí a
vuestro lado para ayudaros. Rezad el rosario y encontraréis fuerzas y
paz. Abrid vuestros corazones al amor de Dios. Os invito a todos vosotros
a seguir el llamamiento de Dios y a que jamás os alejéis del camino santo
que lleva al Cielo. (11.02.14)

“María el día de Pentecostés fue consagrada madre de la Iglesia.


En la Anunciación ella se convirtió en la Madre del Hijo de Dios y en

23
Pentecostés, en medio de los Apóstoles, se convirtió en la Madre de la
Iglesia”
(Don Carillo Gritti, Homilía, 2.03.2014)

24
ORACIONES DEL CRISTIANO
ENSEÑADAS POR LA IGLESIA

CREDO- SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.


Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de
los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna. Amén.

CREDO DE NICENA-CONSTANINOPLA

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de


la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó
de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer
día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del
Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin.

25
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso
que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.

PADRE NUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,


venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal. Amén

AVE MARÍA

Ave María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres


entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la ahora de nuestra muerte. Amén

GLORIA

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén

26
LA SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y


esperanza nuestra. Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de
Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea
pues, Señora, Abogada Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

OFRECIMIENTO DEL DÍA

Te adoro, Dios mío, y te amo con todo el corazón. Te doy gracias


por haberme creado, hecho cristiano y conservado durante esta noche. Te
ofrezco las acciones de este día, haz que todo lo haga según tu voluntad,
para gloria tuya. Presérvame del pecado y de todo mal. Que tu gracia esté
siempre conmigo y con todos los que amo. Amén.

AL ÁNGEL DE LA GUARDIA

Santo Ángel del Señor, mi celoso protector, ya que a ti me confió


la piedad divina, siempre rígeme, guárdame, gobiérname e ilumíname.
Amén.

27
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las


maldades e insidias del demonio. Sé nuestra ayuda, te rogamos
suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias
celestiales, con el poder que te viene de Dios, arroja al infierno a Satanás
y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la
perdición de las almas. Así sea.

ACTO DE FE

Creo firmemente en un único Dios verdadero, en tres Personas


iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; el cual nos dará a cada
uno, según los méritos, el premio o el castigo eterno. Y creo en Jesucristo,
Hijo de Dios, que se encarnó y murió por nosotros. Dios mío, porque eres
verdad infalible, creo firmemente todo aquello que has revelado y la Santa
Iglesia nos propone para creer. Conforme a esta fe quiero vivir y morir.
Amén.

ACTO DE ESPERANZA

Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos
de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y la gracia necesaria para
merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, que pueda
gozarte siempre. Amén.

28
ACTO DE CARIDAD

Dios mío, te amo con todo el corazón sobre todas las cosas, porque
eres infinitamente amable y bueno, y quisiera perder todo antes que
ofenderte. Por amor a Ti amo a mi prójimo como a mí mismo, y perdono
las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada vez más.

ETERNO DESCANSO
(Por las ánimas del purgatorio)

Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz


perpetua.
Que descansen en paz. Amén
¡Almas santas, almas del Purgatorio rogad a Dios por nosotros, que
nosotros rogaremos a Dios por vosotros!

ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de


Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de
Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas,
escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo,
defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para
que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

29
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

¡Mírame, oh mi amado y buen Jesús!, postrado en tu presencia: te


ruego, con el mayor fervor, imprimas en mi corazón vivos sentimientos
de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísimo
propósito de jamás ofenderte; mientras que yo, con el mayor afecto y
compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando tus cinco
llagas, teniendo presente lo que de Ti, oh buen Jesús, dijo el profeta
David: Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis
huesos. Amén.

ORACIÓN DE LA NOCHE

Te adoro, Dios mío, y te amo de todo corazón. Te doy gracias por


haberme creado, hecho cristiano y conservado durante este día.
Perdóname las faltas que hoy he cometido y acepta el bien que haya
podido hacer. Protégeme durante el sueño y líbrame de todo peligro. Tu
gracia este siempre conmigo y con todos mis seres queridos. Amén.

30
VEN ESPÍRITU CREADOR

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena de la


divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador, don de Dios Altísimo, fuente viva,
fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la
diestra de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros
labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros
corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo
nuestro guía, y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti,
Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Amén.

ORACIÓN AL DIVINO ESPÍRITU SANTO


(Cardenal Verdier)

Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,


Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo
debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer,
para gloria de Dios, para bien de las almas y para mi propia Santificación.
Oh Jesús, toda mi confianza está en Ti.
Oh María, Templo del Espíritu Santo, enséñanos a ser fieles a
Aquel que habita en nuestro corazón.
Amén.

31
SÚPLICAS AL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Santo, tierno Consolador. Mi alma suspira por Ti, mi


corazón tiene sed de ti. Sólo Tú puede satisfacer mis deseos, sólo Tú
puedes hacerme feliz. Esposo Divino, no niegues la morada de mi pobre
corazón. Sí,
V. Mi corazón es impuro,
R. Pero Tú puedes purificarlo.
V. Mi corazón está lleno de oscuridad,
R. Pero Tú puedes iluminarlo.
V. Mi corazón es malo,
R. Pero Tú puedes saciarlo de amor.
V. Mi corazón está triste,
R. Pero Tú puedes consolarlo.
V. Mi corazón es débil,
R. Pero Tú puedes fortalecerlo.
V. Mi corazón está frío,
R. Pero Tú puedes abrasarlo.
V. Mi corazón es terrenal,
R. Pero Tú puedes llenarlo con deseos celestiales.
V. Mi corazón es pecaminoso,
R. Pero Tú puedes ornarlo con todas las virtudes.
V. Mi corazón es inconstante,
R. Pero Tú puedes hacer que sea persistente.

Ven, Espíritu Santo, Padre de los pobres, ven, inúndame de tu


Amor.

32
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.


Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los
corazones.
Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.
Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto.
¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus
fieles.
Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.
Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está
herido.
Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que
está extraviado.
Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales
la felicidad eterna.

33
OBRA DE LOS
TRES SAGRADOS CORAZONES UNIDOS

“SANTIFICARSE Y SANTIFICAR AL PRÓJIMO EN EL AMOR HASTA EL FIN”

Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó


hasta el extremo. (Jn 13,1)

Esta obra nace de los misterios santos y divinos de la Santísima


Trinidad.
El Padre, por medio del Espíritu santo, está tocando los corazones
de los hombres con nuevas gracias celestiales. Revelando el Corazón de
Jesús en el pasado, en Francia, a Santa Margarita, y el Corazón
Inmaculado de María, en Portugal, a los tres pequeños pastores de Fátima,
ahora Brasil fue escogido, particularmente, el Amazonas, para ser testigo
de las peticiones del Cielo y de sus órdenes santas: difundir en el mundo
el amor a San José, haciendo conocido y amado su Corazón Castísimo.
¿Qué significa esto? Significa que ahora un nuevo tiempo de gracia
llegó, para la Iglesia y para el mundo, por medio de las manifestaciones
de Itapiranga. La triple devoción en un solo Corazón está completa. La
tercera persona de la Sagrada Familia, abandonada y olvidada por
muchos, es puesta en evidencia y recordada. Aquél que es el jefe de la
Sagrada Familia y Protector de la Santa Iglesia, se revela junto a los
corazones de Jesús y de María, como una persona viva que tiene un
corazón que palpita, que ama y que se conmueve con los dolores y los
sufrimientos del pueblo de Dios que sufre.
El primer miércoles de cada mes se dedica al Corazón Castísimo
de San José. El corazón representa la capacidad de amar. El corazón casto
es el corazón que ama sin egoísmo, sin querer poseer o colocarse en el
primer lugar; es el corazón que está siempre preparado a dar la vida por
quien se ama. Además de tener un Corazón Casto, en las revelaciones de
Itapiranga nos encontramos con una novedad que podría escandalizar a
los menos prevenidos: el término “virginal”. Y, en realidad, ése nunca fue

34
atribuido a San José. El termino tradicional es “castísimo” y nos hace
pensar en un hombre perfectamente castigado en sus sentimientos íntimos
en la convivencia con la Virgen Esposa. Es por eso que la iconografía
clásica lo representa con una edad avanzada en la cual los impulsos de la
carne son más fácilmente dominados. Pues no se entiende entonces
porque se tiene que colocar al lado de la Madre de Jesús, de dieciséis años,
un esposo de sesenta. Si Dios lo escogió para ser esposo de la Virgen,
Madre de su Hijo, convenía que le diera todas las gracias necesarias para
esa misión (San Bernardino de Sena, Sermón I de S. José).
El término “virginal” sugiere precisamente eso: por gracia San José
estuvo exento de cualquier sentimiento libidinoso que hubiera sido
humillante para la Virgen Esposa y vejatorio para él mismo. Vale la pena
recordar, a causa de las dificultades del tiempo presente, la Encíclica del
Papa León XIII Quanquam Pluries, sobre el Patrocinio de San José:
“Ciertamente la dignidad de la Madre de Dios es tan alta que nada se ha
podido crear por encima de ella”.

35
LA UNIÓN DE LOS TRES CORAZONES

La predestinación y misión hipostática de San José

Es imposible separar a María de José y a José de María, y a los dos


de Jesús, porque ellos forman parte, como expresa el teólogo Francisco
Suárez, del orden de la unión hipostática. Hace algunos años Mons.
Sinibaldi, obispo titular de Tiberíades y secretario de la Sagrada
Congregación de los Estudios, especificó este punto de doctrina. Observó
que el ministerio de San José pertenece, en cierto sentido, por su finalidad,
al orden hipostático; no es que San José haya intrínsecamente cooperado,
como instrumento físico del Espíritu Santo, en la realización del misterio
de la Encarnación; desde este punto de vista su papel es muy inferior al
de María, Madre de Dios; sino que, fue predestinado a ser, en el orden de
las causas morales, el guardián de la virginidad y honra de María, y al
mismo tiempo, el padre sustentador y Protector del Verbo hecho carne.
“Su misión pertenece, por su fin, al orden hipostático no por una
cooperación intrínseca, física e inmediata, sino por una cooperación
extrínseca, moral y mediata (por María), lo que es todavía, sin embargo,
verdadera cooperación.” (Cf. Mons. Sinibaldi, La grandeza de San José,
Rma., 1927, pp.36ss.).
Lo que acabamos de decir aparecerá más claro todavía si
consideramos que el decreto eterno de la Encarnación no se refiere solo a
una Encarnación en general, abstrayéndose de las circunstancias de
tiempo y lugar, sino a la Encarnación hic et nunc, es decir, a la
Encarnación del Hijo de Dios que, en virtud de la cooperación del Espíritu
Santo, debe ser concebido en un determinado instante por la Virgen
María, unida a un hombre de la casa de David que se llama José. Todo
lleva a creer que José fue predestinado para ser el padre adoptivo del
Verbo hecho carne antes de ser predestinado a la gloria. La razón es que
la predestinación de Cristo como hombre de la filiación divina natural es
anterior a la de cualquier hombre elegido, puesto que Cristo es el primero
de los predestinados. Ahora, la predestinación de Cristo a la filiación
divina natural no es otra que el propio decreto de la Encarnación, el cual

36
se refiere a la Encarnación. Ese decreto implica por sí mismo la
predestinación de María a la Maternidad Divina y la de José a ser Padre
y Protector del Hijo de Dios hecho hombre. Así como la predestinación
de Cristo a la filiación divina y natural es superior a su predestinación a
la gloria y la precede, como admiten los tomistas (in lllam, q.1 e 2); y
como la predestinación de María a la maternidad divina precede su
predestinación a la gloria, así la predestinación de José a ser Padre
adoptivo del Verbo hecho carne precede para él a la predestinación de la
gloria y la gracia.
En otros términos, José fue predestinado al más alto grado de gloria
después de María, y seguidamente, al más alto grado de gracia y de
caridad, porque sería llamado a ser digno Padre adoptivo y Protector del
Hombre Dios. Se entiende así la grandeza de su misión, única en el
mundo, ya que su predestinación primera pertenece al propio decreto de
la Encarnación. Es lo que se dice correctamente cuando se afirma que
José fue criado y puesto en el mundo para ser el Padre adoptivo del Verbo
hecho carne, y, para que fuese Padre digno, Dios quiso para él un altísimo
grado de gloria y gracia. Primeramente, él acreditó efectivamente, y en
santidad superó a todos los santos que lo habían precedido. Tuvo más fe
y fue más obediente que Abrahán; mayor paciencia en los trabajos que
Jacob, fue más casto que el primer José; con respecto a Moisés, gozo de
mayor familiaridad con Dios, tuvo más amor por su pueblo que Samuel,
más humildad y mansedumbre que David.

La unión de los Corazones por medio del matrimonio de María y José.

Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su


mujer, y se hacen una sola carne. (Gen 2,24)

Como en la Santísima Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu


Santo las tres personas tienen un solo Corazón, así en la Trinidad de
Jesús, María y José, los tres corazones forman un solo corazón. (San Juan
Eudes)

37
Como se deduce de los textos evangélicos, el matrimonio de María
es el fundamento jurídico de la paternidad de José. Fue para garantizar la
protección paterna a Jesús que Dios escogió a José como esposo de María.
Por consiguiente, la paternidad de José, una relación que lo coloca lo más
cerca posible de Cristo, fin de toda y cualquier elección y predestinación
(Cf. Rom 8, 28-29), pasa a través del matrimonio con María, o sea, a
través de la familia.
Los evangelistas, aunque afirmen claramente que Jesús fue
concebido por obra del Espíritu Santo y que de aquel matrimonio la
virginidad fue preservada, llaman a José esposo de María y a María
esposa de José. El Hijo de María es también hijo de José, en virtud del
vínculo matrimonial que los une: “Debido a aquel matrimonio fiel, ambos
merecieron ser padres de Cristo, no solo la Madre, sino también aquel que
era su padre, del mismo modo que era cónyuge de la Madre, una y otra
cosa por medio de la mente y no de la carne.”
Analizando la naturaleza del matrimonio, ya San Agustín, ya Santo
Tomás de Aquino, la sitúan constantemente en la unión indivisible de las
almas, en la unión de los corazones y en el consenso; elementos éstos,
que en aquel matrimonio se verificaron de manera ejemplar… el
casamiento de José y María constituyó el vértice, del cual se esparce por
toda la tierra la santidad. El Salvador dio inicio a la obra de salvación con
esta unión virginal y santa, en la cual se manifiesta su voluntad
omnipotente de purificar y santificar la familia, que es el santuario del
amor humano y cuna de la vida.
En Itapiranga, Jesús, María y José hablaron muchas veces sobre la
devoción a sus tres Corazones Unidos en el Amor. Esta unión de sus
Santísimos Corazones puede ser entendida en la conclusión hecha por San
Juan Eudes, formulada en el siglo XVII: “María y Jesús forman un solo
corazón, verdad válida por el hecho de que todo el ser físico de Jesús fue
formado en María y, por otro lado, la pureza del amor de ellos es sin
igual. Pero María y José forman en sí mismos un solo corazón, porque,
siendo así, dos seres de excepcional pureza, coraje, profundidad, están
unidos por el lazo conyugal del matrimonio, cuyo sentido profundo inicial
es la unidad de una comunión. Se verifica así, la doble obra-primera del
Espíritu Santo, en efecto, perfectamente simple, armoniosa y unificada:

38
Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído (Salmo 62,12): nosotros
percibimos dos obras allí donde existe una solamente. La consecuencia
primera, en el corazón de este episodio en el Templo es, en el Corazón
de la Virgen, la perfecta unión de los Corazones de Jesús y José.
Sin embargo, como José fue unido a la bien aventurada Virgen por
el lazo conyugal, no se puede dudar que él se haya aproximado, más que
nadie, a esa dignidad supereminente por la cual la Madre de Dios
sobrepasa tanto todas las naturalezas creadas. La unión conyugal es, en
efecto, la mayor de todas, en razón de su propia naturaleza, ella se
acompaña de la comunicación recíproca de los bienes de los dos esposos.

El amor conyugal se dirige a una unidad profundamente personal,


aquella que, más allá de la unión en una sola carne, no conduce sino a
un solo corazón y una sola alma.

Si, pues, Dios dio a la Virgen a José como esposo, ciertamente no


solamente lo dio como apoyo en la vida, como testigo de su virginidad,
guarda de su honra, más lo hizo también participar, por el lazo conyugal,
de la eminente dignidad que ella recibió. (Epist. Encíclica “Quanquam
Pluries, 15 de agosto de 1899). Habiendo el Papa León XII afirmado que
San José se aproximó más que nadie a la dignidad supereminente de la
Madre de Dios, se deduce que, en la gloria, él está por encima de todos
los ángeles. Contentémonos con expresar la doctrina cada vez más
aceptada por la Iglesia, diciendo: De todos los santos, José es el más
elevado en el Cielo después de Jesús y María. Ésta es la referencia inicial
para nuestro estudio sobre sus glorias y privilegios que en esta obra son
confirmadas en los mensajes que Jesús, Nuestra Señora y el propio San
José me comunicaron, durante estos 20 años de apariciones aquí en el
Amazonas, donde son revelados mensajes importantes que hablan sobre
la importancia de la devoción a su Corazón, unida a la devoción de los
Corazones de Jesús y María.
José amó de manera única a la Virgen María y a Jesús. Él los
defendió, protegió, les dio de comer, fue su guardián. Por este motivo el
Corazón de José representa un ejemplo auténtico de vida cristiana. Como

39
él, también nuestro corazón debe aprender a dar espacio a Jesús y a María.
Amar a Dios y a su Santísima Madre, con la misma pasión y la misma
dedicación de San José sin clamar, con humildad, silencio, fuerza y coraje
es el camino seguro que nos conduce hasta el Cielo. La obra está dedicada
a los tres Sagrados Corazones unidos de Jesús, María y José, no es nada
más que una verdadera alabanza y gloria a la Santísima Trinidad, que es
el misterio de un único Dios en tres Personas distintas.
El P. Emmanuel-André, gran espiritualista del siglo XIX, que
restauró la fe en su pequeña parroquia de Mesnil de Saint Loup, en
Francia, habiendo fundado luego un monasterio benedictino, del cual fue
el primer abad, escribía “en Dios hay tres personas distintas y una sola
naturaleza. La distinción entre las personas no viene de la naturaleza que
es única para las tres, mas del hecho de que la naturaleza divina mantiene
en cada persona relaciones diferentes. El Padre tiene para con el Hijo una
relación de Paternidad. El Hijo tiene con el Padre una relación de
Filiación. El Espíritu Santo tiene con el Padre y con el Hijo una relación
de procedencia. La naturaleza divina es Padre en la Persona del Padre,
pero no es padre en la Persona del Hijo; esa misma naturaleza es Hijo en
la Persona del Hijo, pero no es Hijo en la persona del Padre; finalmente,
esta misma naturaleza es Espíritu Santo en la tercera Persona, pero no es
Espíritu Santo ni en el Padre ni en el Hijo. Luego el Padre no es la misma
persona que el Hijo, el Hijo no es la misma persona que el Padre, el
Espíritu Santo no es la misma persona que el Padre ni que el Hijo. Leemos
en el Símbolo de Santo Atanasio: El padre no procede de nadie, Él, no es
hecho, ni creado ni engendrado; El Hijo procede solo del Padre, Él no
es hecho, ni creado, mas engendrado; el Espíritu Santo procede del
Padre y del Hijo, Él no es hecho, ni creado, ni engendrado, pero
procede… Así, las tres personas divinas tienen eso en común, ellas no son
hechas ni creadas. Y ellas tienen en común y como propio que el Padre
no es del nadie; que el Hijo es del Padre únicamente, por generación; que
el Espíritu Santo es del Padre y del Hijo por procesión. Uno es el Padre,
otro el Hijo, otro el Espíritu Santo, más por la unidad de naturaleza, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo y mismo Dios, visto que en
Dios no puede haber nada más allá de Dios”

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Por tanto, en la devoción a los tres Sagrados Corazones unidos de
Jesús, María y José vemos acontecer la unión indivisible: la unión de tres
Corazones distintos en un solo Corazón puro y santo, que piensan, actúan
y sienten, llenos de amor y de paz, que arden en un único deseo por la
gloria de Dios y por la salvación de las almas.
Así, en la Sagrada Familia hay un misterio de amor, que por
muchos no es comprendido, el misterio de la unión de los Corazones
Santísimos de José y de María, con el Corazón de Jesucristo. En la vida
de las tres personas de la Sagrada Familia está la acción continua de la
Santísima Trinidad que se hace presente. ¿Cómo comprender esta unión
y relación entre estos Corazones Santísimos?

En la Sagrada Escritura la Virgen Santísima nos es siempre


presentada en estrecha unión con Jesús, desde el primer libro, el Génesis,
hasta el último, el Apocalipsis, es decir, desde la mujer prometida para
aplastar la cabeza de la serpiente infernal (Gen 3,15) hasta la mujer
vestida de sol y coronada de doce estrellas. En la Sagrada Escritura,
escribía San Pío X en la Encíclica Ad diem illum, casi todas las veces en
las que es profetizada nuestra gracia futura, el Salvador de los hombres es
presentado conjuntamente con su Madre”. Ese modo constante de hablar
de la Escritura, es decir, esa constante presentación de Jesús y María,
íntima e indisolublemente unidos, ¿no es, por casualidad, la señal más
elocuente de unidad del decreto divino que comprendía simultáneamente
Cristo y María, el Verbo encarnado y Aquella que le debía administrar
nuestra carne? La voz de la razón confirma eficazmente cuanto nos es
dicho por la voz del Magisterio Eclesiástico, el cual se funda en la Voz de
Dios. La razón, en efecto, nos dice que los términos “madre e hijo”,
“maternidad y filiación”, son términos correlativos. Y los correlativos
poseen una verdadera simultaneidad, de modo que uno no se puede
concebir sin el otro. Del mismo modo, por tanto, que Jesús no es Hijo de
Dios, o Dios, sino por medio de Dios, su Padre, el cual le comunica ab
aeterno su naturaleza divina, así también Él no es Hijo del hombre, o
Hombre, sino por medio de María, su Madre, la cual le comunica en el
tiempo su naturaleza humana […] La grandeza de Jesús refleja sobre
María sus rayos. Pues es siempre verdad que, así como la honra y gloria
de los padres se reflejan sobre sus hijos, también la honra y la gloria de
los hijos se reflejan sobre sus padres. Padres e hijos, forman, por así decir,

41
una única persona moral, pues el vínculo que los une es el más íntimo y
sólido que jamás se puede hallar. (DOCETE, Euntes. Instrucciones
Marianas, 1969, San Pablo, p.23 y 51).

Esto vale también para la unión de amor de Jesús con San José; de
San José con Nuestra Señora y Jesús. Escribía San Bruno de Asti:
“Preguntarás tal vez qué Madre fue María. Pregunta primero qué Hijo fue
Jesús. El Hijo no tiene igual entre los hombres, su Madre no tiene igual
entre las mujeres. El Hijo es el más bello de todos los hijos de los
hombres; la Madre es bella como la aurora que surge”. Concluimos
también diciendo que no existió un padre tan bello y amable, solícito y
diligente a las necesidades de Cristo, como José.

Mediante el ejercicio de su paternidad, José coopera, en la plenitud


de los tiempos, en el gran misterio de la redención (cf. Redemptoris
Custos, 8). «La paternidad se expresó concretamente en haber hecho de
su vida un servicio, al misterio de la Encarnación y la misión redentora
con el mismo inseparablemente ligada; … y en haber convertido su
vocación humana para el amor familiar en la sobrehumana oblación de sí,
de su corazón y de todas las capacidades, en el amor que empleó al
servicio el Mesías germinado en su casa” (ibid..). Para esto Dios participó
a José su propio amor paternal, aquel amor «del cual toda la familia, en
los Cielos como en la tierra, toma el nombre» (Ef 3,15). Como todo niño,
Jesús aprendió de sus padres las nociones fundaméntales del vivir y el
estilo de comportamiento. Y ¿cómo no pensar, con íntima maravilla, que
su perfecta obediencia a la voluntad de Dios fue madurada sobre el perfil
humano, sobre todo siguiendo el ejemplo de su padre José, «hombre
justo» (cf. Mt 1, 19)?

MARÍA Y LA SANTISIMA TRINIDAD

Por el mismo hecho de su divina maternidad, la Virgen Santísima


contrajo relaciones singulares con las tres augustas Personas de la
Santísima Trinidad, singularísimas relaciones que la elevan al más alto
grado de gracia y de gloria que pueda jamás imaginarse.

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Euntes, escribe “la Virgen Santísima es proclamada, en efecto, por
varios teólogos un complemento, en cierto sentido, de la Santísima
Trinidad. ¿En qué sentido? Se puede responder con dos palabras: María
es complemento de la Trinidad, no propiamente substancial e intrínseco,
sino solamente accidental y extrínseco. Por tanto, todo lo que la Trinidad
adquiere por causa de María no es intrínseco a Dios, sino simplemente
extrínseco. Dios es infinitamente perfecto en sí mismo y no puede
adquirir con el tiempo perfección alguna; de lo contrario no sería Dios.
Todo lo que María da a Dios no es otra cosa que un aumento de aquella
gloria que las criaturas deben al Creador. Pero es innegable que María,
con la divina maternidad, presenta a cada una de las divinas Personas tales
elementos de gloria, que se buscarían en vano en las obras de cualquier
otra criatura. Siendo así, ¿cuáles son esos elementos singulares de
perfección extrínseca, o sea, de gloria, que María trae a la Santísima
Trinidad?
María Santísima fue el complemento extrínseco de la Trinidad, en
este sentido de que aumentó la gloria del Padre, porque se volvió grato y
dependiente de Él el Hijo. Fue un añadido notable de honra y grandeza
para el Padre, si su Hijo Divino, permaneciendo siempre, es decir, en la
plena posesión de su majestad infinita, le fuera sumiso, obediente,
obligado a rendirle homenajes profundos como hombre... ¿Qué gloria
mayor para el Eterno Padre que verse adorado por un Dios en todo igual
a Él?
Aumentó la gloria del Hijo, porque le dio la naturaleza humana,
que fue, seguidamente, coronada con un triunfo singular. Y así, para
resumir todo, María completa la Trinidad en el Hijo, por dar a Éste la
humanidad que lo pone a nuestro nivel, volviéndose visible y palpable a
nosotros y porque de Él se sirve para hacer prodigios de poder y bondad,
con los que recoge una gloria maravillosa.
Aumentó la gloria del Espíritu Santo, porque le hizo adquirir
fecundidad ad extra y autoridad sobre el Hijo. Consintiendo que el
Espíritu Santo sobreviniera sobre Ella y la cubriese con su sombra, la
Virgen María le proporcionó una fecundidad en su seno virginal, que no
tenía, ni podía tener ad intra, esto es, en el seno de la Trinidad adorable.
Y juntamente con la fecundidad ad extra, el Espíritu Santo adquiere, por

43
medio de María, cierta autoridad sobre el Hijo en cuanto hombre,
autoridad que no puede tener sobre Él en cuanto Dios, “autoridad, observa
Nicolás, manifestada visiblemente en el bautismo de Jesús, cuando los
Cielos se abrieron y el Espíritu de Dios descendió en forma de paloma y
vino a posarse sobre Él” (Mt 3, 16).

JOSÉ Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD

San José y Dios Padre

El Señor me reveló que la devoción al Corazón de San José dará


siempre mayor honra y gloria a Él, como Padre. Todas las veces que
honramos el Corazón del Esposo de la Bienaventurada Virgen María,
aceptaremos la voluntad de Aquél que lo escogió para ser su
representante, en este mundo, y que fue llamado por el Verbo Divino con
el título de Padre.

“Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre
toda familia en el Cielo y en la tierra […] para que os vayáis llenando
hasta la total Plenitud de Dios.” (Ef. 3, 14.19)

José se convirtió, por tanto, en un depositario singular del misterio


«escondido desde todos los siglos en Dios» (cf. Ef. 3,9), en el que se convertirá
María, en aquel momento decisivo en que es llamado por el Apóstol «plenitud
de los tiempos», cuando «envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la
filiación adoptiva.» (Gal 4, 4-5). «Satisfizo a Dios - enseña el concilio - en su
bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su
voluntad (cf. Ef.1-9), por el cual los hombres, a través de Cristo, Verbo
encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo, y se convierten en
participantes de la naturaleza divina (cf. Ef. 2,18; 2 Pe 1, 4)» […] Teniendo ante
los ojos los textos de ambos Evangelistas, San Mateo y San Lucas, puede también
decirse que José fue el primero en participar en la misma fe de la Madre de Dios
y que, procediendo de este modo, él da apoyo a su esposa en la fe de la
Anunciación divina. Él es igualmente quien primero fue puesto por Dios en el

44
camino de aquella «peregrinación de fe», en la cual María, sobre todo en la altura
del Calvario y de Pentecostés, irá adelante, de manera perfecta. (Juan Pablo II,
REDEMPTORIS CUSTOS, 1989)

San Basilio preguntaba: ¿Qué santo es aquel que hasta por el


mismo ángel mereció ser llamado de Padre por el Hijo de Dios?
Solamente San José tuvo esta honra. Podemos, por tanto, aplicar a él las
palabras de San Pablo. Él está por encima de los ángeles, de la misma
forma que heredó un nombre superior al de ellos. (Hb 1,4)
Por causa de su título, José fue más honrado por Dios que todos los
Patriarcas, los Profetas, los Apóstoles, los Pontífices; todos éstos llevan
nombre de servidores, pero solamente San José es llamado Padre, porque
Él fue escogido por el Padre para ser el Padre de aquel que es la salvación
del mundo, el Verbo Encarnado, Jesús.
Si la Virgen María, concedió a Jesús la naturaleza humana por su
sí y adhesión a la voluntad del Padre, haciendo volverse visible a nuestros
ojos aquello que era invisible y que se encontraba en el seno de la
Santísima Trinidad; San José, como nos dice Jean- Jacques Olier “volvió
visible en él la imagen de Dios Padre, que lo escogió para ser la idea y el
carácter de sus perfecciones, lo escogió para hacerlo imagen de su
Santidad y de su paternidad ante Jesús. ¿Cuál es la opinión entonces que
debemos tener de José? Dios le da en abundancia su espíritu de Padre;
expresa en él sensiblemente todas las perfecciones divinas: la sabiduría,
la prudencia, el amor, la misericordia; lo hace modelo de todas sus
bellezas. En fin, siendo Dios Padre invisible en su persona, es también
incomprensible en el misterio de su ser y de sus obras, que escogiera a
San José, para que fuese su imagen terrena. Nos encontramos ante un
misterio que nunca seremos capaces de comprender plenamente, pero que
debemos meditar y, San José, puede sernos de gran ayuda.
En el libro la Journée chrèetienne (1906), J.J. Olier escribe que «el
admirable San José vino a la tierra para exprimir sensiblemente las
perfecciones adorables de Dios Padre. Solamente en su persona Él traza
sus bellezas, su pureza, su amor, su sabiduría y su prudencia, su
misericordia y su compasión. Un único santo está destinado a representar
a Dios Padre, al mismo tiempo que es preciso una infinidad de criaturas,

45
una multitud de santos para representar a Jesucristo; en efecto, toda la
Iglesia se esfuerza únicamente para manifestar externamente las virtudes
y las perfecciones de su adorable jefe, y solamente San José representa al
Padre Eterno”. (DOZE, André, Sao Paulo, 2011, p.86)

La juventud del Padre

En las manifestaciones de la Sagrada Familia en Itapiranga, el


tercer Corazón nos es revelado: el Corazón más olvidado, dejado de lado,
que pasó muchos años escondido, debajo de la sombra de Dios, pero que
ahora viene a iluminar, con sus rayos purísimos de gracias, de santidad y
pureza, las mentes y los corazones de todos aquellos que recurren a él con
fe y confianza.
Si analizamos bien la cronología de los hechos, este tercer Corazón
que en nuestro siglo XXI está siendo revelado a la Iglesia y al mundo, de
un modo más intenso y siempre nuevo, fue el primero en ser creado y
manifestado a los hombres. José, a pesar de ser poco mencionado en los
Evangelios y de que su figura aparezca más en el silencio y en lo
escondido, casi desapercibido, fue el primero a ser llamado por el Padre
a venir al mundo; sucesivamente lo fue María, la Madre del Verbo y,
después, Jesús, a quien los profetas ya habían anunciado en el Antiguo
Testamento, pero que solo tuvo su plena manifestación, después del sí de
María, en el misterio de su Encarnación y Nacimiento, después de la
Anunciación del mensajero de Dios, el Ángel Gabriel, como vemos en el
Evangelio de San Lucas.
El tercer Corazón olvidado siglos atrás, que muchos ignoraron, es
el Corazón de aquél que es, por así decir, el primero que tiene voz y voto
en la familia, el Corazón del Padre, el Corazón del Jefe que mandó,
protegió y ordenó la Sagrada Familia.
Esta autoridad, dada por Dios a San José, es el punto de referencia
y la base para que podamos comprender la gloria que le fue destinada,
teniendo a su lado a Jesús y a María, uniendo su Corazón Castísimo con
los corazones de ellos dos.

46
En una cierta mitología cristiana que nos es familiar, el Padre es
representado como un viejo colérico. Se trataría de un Dios celoso del Antiguo
Testamento, que “que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos
de los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Ex 34,7). Se asemeja más al
dios Júpiter de los paganos que al Dios “tardo a la cólera y rico en amor y
fidelidad” (Ex 34,6; cf. Sal 103,8). Esta iconografía nos hace contemplar un viejo
enfurecido, frustrado de nuestro amor. Pero ¿cuál es la edad de José? Podremos
responder que él es eternamente joven y que no tiene edad. Si, sin embargo,
hacemos referencia a la paternidad humana, debemos constatar que es un padre
muy joven, entre los veinticinco y los treinta años. ¿Cómo podremos imaginar el
matrimonio entre la Virgen, que debería entonces tener dieciséis años, y un
anciano que ya sobrepasaba los cincuenta? Según la ley hebraica es una
vergüenza para un muchacho de diecinueve años no estar todavía casado. El
Talmud (libro sagrado en el judaísmo que relata la Ley oral y comenta la Ley
escrita hebrea), además de eso, afirma que un hombre sin mujer no es más que la
mitad de un hombre. (EPHRAIM, frère. Giuseppe di Nazaret, Ancora, p. 105)

Para que comprendamos la persona de San José tenemos que


volver al Antiguo Testamento, al libro del Génesis y conocer otra persona,
que lo representa en cierto sentido: José, de Egipto. Los textos sagrados
nos dicen: José era apuesto y de buena presencia. (Gen 39,6) Tenía José
treinta años cuando compareció ante el Faraón, rey de Egipto (Gen
41,46)
José de Egipto no es más que una pre-figuración de la persona de
San José. Es de él de quien se habla en la Sagrada Escritura: "Id a José y
haced lo que él os diga" (Gen 41,55). Pero esa frase podemos decir que
se refiere más a la persona de San José, teniendo en cuenta su relación
con el Rey y la Reina de los Cielos, que moraban en su casa, en su familia,
debajo de su mismo techo.
En la Sagrada Escritura, el Evangelio de San Mateo nos habla sobre
las generaciones hasta el nacimiento de Cristo: “Así que el total de las
generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones;
desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones;
desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.”
(Mt 1,17)

47
San José me reveló que él tenía catorce años más que la Virgen
Inmaculada. Eso no significa que el número catorce fuera un número
preciso y exacto, sino catorce años y algunos meses. Y fue a la edad de
catorce años que la Virgen Inmaculada le fue prometida como Esposa.
Podemos entonces comprender que San José era un hombre joven
y no viejo, como lo representan en varias pinturas e imágenes, como
también era un hombre de buen porte y guapo, mucho más que su
antecesor. José de Egipto se puso al servicio del faraón, rey de Egipto, a
la edad de treinta años y San José se puso a servicio del Rey de los Cielos,
también próximo a esa edad.
Otro episodio que debemos meditar es la fuga que la Sagrada
Familia hizo hacia Egipto, donde vivió el antiguo José. Siguiendo las
órdenes del Ángel, José, se levantó durante la noche, tomó al niño y a su
madre y partió para Egipto (Mt 2, 14). Todos nosotros sabemos que ellos
permanecieron allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo
que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo…Pero,
el Niño Dios, ¿no nos quería con eso mostrar una relación entre José de
Egipto y José de Nazaret?

San José y Dios Hijo

Con respecto a San José, Juan Pablo II nos decía “la justicia de José
aquí es sinónimo de obediencia y de fe, a través de la cual fue
descubriendo cada vez más ampliamente el don inefable de su paternidad.
También su trabajo, la simple carpintería manual, se convirtió en obra
santificada; medio de sustento de la Sagrada Familia, instrumento de
unidad de Jesús junto a su cuidador […] La Iglesia que transforma sus
exigencias históricas en oración vio en José un patrono ideal: padre,
esposo y hombre, unido y contemplados en la fe.”
San Juan Damasceno escribía que “Dios dio a San José, en su
relación con Jesús, el amor, la vigilancia, la autoridad propia de un padre,
para que pudiese cumplir adecuadamente su misión: el afecto de un padre,
para que José protegiese a Jesús con la más grande ternura; la solicitud de
un padre, para que José circundara a Jesús de todas las atenciones

48
posibles; en fin, la autoridad de un padre, para que el santo Patriarca
tuviese la certeza de ser obedecido en todo aquello que él ordeno sobre la
persona del Salvador”.
Jesús creció en la casa de José, siendo alimentado no solamente por
el pan de los hombres, obtenido por la providencia y el sudor de su trabajo
de carpintero, sino también por el pan de la Palabra de Dios, siendo
educado por José, en las enseñanzas y obligaciones de las leyes de Dios.
Él mismo nos habla en el Evangelio, expulsando al tentador: “Está
escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios.” (Mt 4,4)

La piedra que fue bendecida, aquí en este local, es la primera


piedra del Santuario que será construido en honor a los Corazones de
Jesús, María y José. Estamos durante el tiempo de Navidad y estamos
celebrando el Nacimiento de Jesús. Durante el Adviento nuestra atención
fue llamada hacia el Anuncio del Ángel a María. Encontramos también
otro anuncio que, repito, aconteció y que también es recordado en el
Adviento. El Ángel hizo dos anuncios. El primero fue a María. ¿Cuál fue
el segundo anuncio? El hecho a José. Algo de lo que nos olvidamos. El
evangelio tiene el misterio de la anunciación de María, pero no tiene el
misterio de la anunciación de José. Pasaron siglos y siglos en la humidad,
pero la humildad de él es la ventaja nuestra. ¿Quién era José? María fue
escogida como la Madre del Mesías y San José fue escogido para ser el
Padre de Jesús. Y la Iglesia olvida y pasó por las sombras que José fue
escogido para ser el Padre de Dios. Y los Evangelios esclarecen porque
José es llamado el Justo. ¿Qué significa justo en la Sagrada Escritura, en
el Antiguo Testamento?… ¡Santo!... ¿Por qué Dios es Santo? … Porque
es Justo y justo es quien cumple con la justicia. ¿Y cuál? La justicia de
Dios y la misericordia. Y la expresión amorosa de Dios para con sus hijos
que a veces cojean. Es llamado de justo. Los propios evangelios lo
canonizan, usando una expresión técnica, declaran santo José. Pero vamos
a ver un poco el sentido de la vocación de José, en los evangelios aparece,
claramente, que fue también una elección para cubrir el misterio que
acababa de acontecer en María, pero vamos a aquello que interesa: Dios
no quiso dejar a su Hijo sin padre. Los niños, sobre todo los primogénitos,
¿por quién eran educados? ¡Por el Padre! …Dios no quiso dejar a su
propio Hijo sin padre y el padre, ¿qué es lo que hacía? ¡Educaba! ¿el qué?

49
la fe propia del pueblo al que pertenecían, el pueblo escogido, el pueblo
de Israel.
Vamos a intentar todavía imaginar un poco más: el pequeño Jesús
comienza a crecer y José iba enseñando el credo propio de los israelitas,
junto a los mandamientos, junto con las promesas que Dios había hecho
a Israel: ¡Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, uno que será el salvador
del mundo! Imaginen al pequeño Jesús, creciendo, diciéndole a José:
¿Padre, quién es el renuevo que saldrá del tronco de Jesé? y San José poco
a poco, así como todo padre hace, y que todos deberían hacer mientras
sus hijos van creciendo, va abriendo el sentido de la propia vida. Entonces
José ayudó a Jesús a tomar conciencia de aquello que Él era. También
Jesús nació bebé y se usa una expresión típica en la Iglesia, que la
divinidad estaba en él escondida. Vamos ahora a usar una palabra fuera
de moda: por la catequesis de Josefina de San José Él fue tomando poco
a poco hasta que “el Espíritu del Señor estuvo sobre mí me mando
anunciar la buena nueva a los pobres” … Los pobres son aquellos que
están con el corazón abierto, no tiene que ver con tener pocas cosas ahora,
José fue aquel que inició, fue el rector del Seminario. Él fue el rector del
seminario donde Jesús creció. Jesús, durante la vida, sin ninguna duda,
esclareciéndose en su propia vocación era dependiente de la catequesis de
San José. ¡Mira!... Entonces esto da entender el porqué de los tres
Sagrados Corazones: ¡Jesús, María y José! Los tres andan juntos. La cosa
quedó un poco escondida. Es una devoción antigua. Bien, yo quiero
concluir aquí, habiendo dicho lo que acabo de hablar, para mostrar y para
que entendamos que la devoción de San José no es una manía de hoy, o
una manía de Itapiranga. ¡No!... Lanza sus raíces en los Evangelios: María
fue anunciada, ¡José fue anunciado!... Entonces pues, profundicemos en
esta devoción: Jesús, María y José. Y ¿por qué la devoción a José es tan
querida? Es un seguro. ¿Cuál es el seguro que nos da José? Un día, yo
creo, ¡todos vamos a morir! ¿es o no es? ¡alguien piensa que va a vivir
para siempre! Yo no conozco a nadie ¿la devoción de San José para qué
es? Para que, en el momento del peligro, porque la muerte es un peligro,
él esté a nuestro lado. Es José quien paga el seguro de viaje para el Cielo.
Es ponerse a prueba no tener un seguro de coche si sucede un accidente.
Mas San José es el Patrón de aquellos que están para devolver la propia
vida a Aquél que primero la dio. ¿Por qué San José es el Padrón de
aquellos que están muriendo? Él fue asistido por el Hijo, porque Jesús era
el Hijo dado por Dios, entonces él fue asistido por Jesús y por María su
esposa (Dom Carillo Gritti, homilía, 02.01.2014)

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San José y el Espíritu Santo

San José tuvo una estrecha relación con el Espíritu Santo. La


Iglesia lo considera el Padre Espiritual de las almas y de la vida interior,
porque vivió profundamente con amor.

Por tus ordenanzas cobró inteligencia, por eso odió toda senda de
mentira. (Salmo 119, 104)

Cada alma que desea progresar en el camino interior debe


trabajar duro y cuanto antes la devoción a San José, con la esperanza de
obtener, por su intercesión, la dirección del Espíritu Santo: porque
teniendo este gran patriarca que recibió la misión de gobernar, bajo la
dirección del Espíritu Santo, al Hijo de Dios y a su Santa madre, por sus
méritos fue conquistando como una especie de derechos para conducir
interiormente las almas fieles. Se ve, de hecho, sensiblemente que
aquellos que lo tienen por director, hacen bajo su dirección progresos
maravillosos. (P. Lallemant, Doctrina Espiritual).

Si Dios dio a San José a la Virgen como su Esposo, ciertamente


no se lo dio solamente como sustento de la vida, como testimonio de su
virginidad, como guardián de su amor; sino como fuerza del vínculo
conyugal, lo hizo comprensivo de su excelsa dignidad. (León XIII, Enc.
Quanquam pluries)

En algunas partes de los textos sagrados podemos comprender que


la persona de San José se muestra en evidencia cuando nos es presentado
como un hombre justo. Esto podemos constatar en el Evangelio de Mateo
1, cuando el evangelista nos relata en el versículo 1,19: Su marido José,
como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en
secreto.
El propio Evangelio lo canoniza llamándolo justo. El hombre justo
es un hombre santo, que vivía la Ley, que la conocía y la practicaba, pues
el texto sagrado nos dice todavía en Sb, 7-8: Por eso pedí y se me concedió

51
la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a
cetros y tronos. San José conocía las escrituras mejor que todos los de su
tiempo, porque las meditaba en su corazón, así como María Santísima. Él
era aquél escogido por Dios para ser el Esposo de la Madre del Salvador
y como tal se debía a asemejar en todo a su Esposa, pues unido por el
Sacramento del Matrimonio con la Virgen Santísima, su convirtió en uno
solo con Ella, recibió méritos y gracias tan altos por esta unión de amor,
que ningún otro hombre de la tierra tuvo y jamás tendrá. María es llamada
Sede de la Sabiduría y San José, Luz de los Patriarcas, a causa de la unión
de amor con el Corazón Inmaculado y, así, en consecuencia, de su unión
de amor al Sagrado Corazón de Jesús. Él obtuvo tanta luz y bendiciones
de estos dos Corazones Santísimos con la efusión de gracias y dones tan
altos en su vida, desde su concepción en el vientre de su madre, para
cumplir perfectamente la misión que el Señor le tenía reservado; gracia
infundida y dada tanto para cumplir su misión al lado de Jesús y María,
como para realizar las órdenes divinas pedidas por el Señor.
Como nos dicen las escrituras en el libro de la Sabiduría 8, 7-8:
¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños, pues ella enseña la
templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza: lo más provechoso
para el hombre en la vida. ¿Deseas además gran experiencia? Ella
conoce el pasado y conjetura el porvenir, sabe interpretar las máximas y
resolver los enigmas, conoce de antemano las señales y los prodigios, así
como la sucesión de épocas y tiempos.
San José, siendo justo, porque amó y practicó la justicia en máximo
grado, todos los días de su vida, entendía, por la luz de Dios, las señales
del Altísimo y su acción en la Santísima Virgen, así como los
acontecimientos y las circunstancias, comprendiendo que los tiempos
nuevos habían llegado para su pueblo. Por haber amado, deseado y
buscado mucho antes la sabiduría y el conocimiento de las Leyes Divinas,
le fue dado a conocer muy bien los textos Sagrados como leemos en Sb
8,2: Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla
esposa mía y llegué a ser un apasionado de su belleza.
Siendo justo, no quiso denunciar a María públicamente, más pensó
en repudiarla en secreto. Pero el Ángel del Señor, por orden divina, le
aparece en sueños y le revela la buena nueva, mostrando que él fue

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también escogido por el Altísimo, para darle a conocer tan noble y santa
misión al lado de la Virgen Madre y de su Hijo Divino. Así San José se
dedicó totalmente, dándose sin reservas al servicio de Dios, entregando
todo su ser y su vida a sus manos Santísimas.

Cuanto está oculto y cuanto se ve, todo lo conocí, porque el artífice


de todo, la Sabiduría, me lo enseñó. (Sb 7,21)
Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a
los que después de mí vengan. (Sb 8,13)

La Virgen fue la primera que recibió el Anuncio del Ángel y


conoció el misterio divino de la Encarnación del Hijo de Dios, pero fue
José quien recibió, como nos muestra el Evangelio, las órdenes del
Altísimo. Más de una vez él, siendo hombre sabio y prudente, las ejecutó
inmediatamente, acogiendo a la Virgen consigo, huyendo a Egipto para
salvar la vida del niño Dios y retornando a Nazaret cuando el Señor, por
medio del Ángel, se lo ordenó. Todo eso, él lo hizo y la Virgen aceptó
humildemente y con certeza, con mucha fe y respeto, aquello que su
Esposo le comunicaba, con las órdenes recibidas por el mensajero del
Cielo.
En un primer momento, es José quien entra en el misterio de la fe
de María, aceptando todo lo que Ella le comunicó sobre el misterio de la
Encarnación, y ahora es la Virgen Santísima quien entra en el misterio de
la fe de José, escuchando, meditando y aceptando todo lo que él le había
dicho sobre las órdenes del Señor. El Esposo participa de la fe de la esposa
y la esposa participa de la fe del esposo. Y los dos juntos participan del
gran misterio de Dios, con la Encarnación del Verbo Divino.
La Virgen Santísima es llamada la Esposa del Espíritu Santo, pues
fue por la acción del Espíritu Santo que el Verbo fue fecundado en su
seno Virginal. José fue escogido por Dios para ser colocado al lado de la
Virgen Inmaculada para ser su Esposo Castísimo. La Inmaculada Esposa
del Espíritu Santo se convirtió en su verdadera Esposa. San José participó
de la gracia de la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora, por unión
de alma y de Corazón, en el sacramento del matrimonio. Él se vuelve su

53
verdadero Esposo, por tanto, Esposo de la Virgen Inmaculada, Esposo de
aquella que fue concebida sin pecado original. “Por eso deja el hombre a
su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”
(Gen 2, 24)

El amor conyugal se dirige a una unidad profundamente personal,


aquella que, para que además de la unión en una sola carne, no conduzca
sino a un solo corazón y a una sola alma. (Papa Juan Pablo II, Exortação
Familiaris Consortio)

San José se volvió una sola carne con Nuestra Señora. Aquella que
es concebida sin pecado se unió profundamente con él, ¿Cómo podría San
José ser el mismo después de esta unión tan santa y profunda? Si en I Cor
7,14, Paulo nos dice que “el marido no cristiano queda santificado por su
mujer cristiana”, San José sobrepasó los grados de santidad de todos los
santos y de todos los esposos, a causa de su unión con la Virgen
Inmaculada, pues se unió perfectamente con la Madre de Dios Altísimo y
después de ella, ningún santo es tan grande y tan lleno de gloria como él.

El justo será siempre recordado. (Sal 112,6)

Itapiranga es el único Santuario de Brasil y del mundo que será


construido en honor a los tres Sagrados Corazones unidos de Jesús, María
y José. ¿Cómo entender esa devoción? ¿De dónde nace? ¿De dónde vino?

LA SANTIDAD DE SAN JOSÉ

“AVE JOSÉ, HIJO DE DAVID, HOMBRE JUSTO Y


VIRGINAL, LA SABIDURÍA ESTÁ CONTIGO…”

En el mensaje del día 7 de enero de 2008, el propio Jesús me dictó


la oración del Ave José, incrementada con algunas palabras:

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Ave José, hijo de David, hombre justo y virginal, la Sabiduría está
contigo, bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el
fruto de María, tu fiel esposa. San José, digno Padre, Protector de
Jesucristo y de la Santa Iglesia, ruega por nosotros pecadores y
obtennos de Dios la Divina Sabiduría, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.

Y después Jesús dijo:

De esta forma se honra todavía más a mi Padre virginal José,


glorificando y exaltando su nombre santo, como Protector de la Santa
Iglesia e intercesor, que os obtiene las gracias de mi Corazón Divino para
vuestra salvación, para vuestras necesidades corporales y espirituales,
además de la Sabiduría Divina, la cual muchos hombres precisan hoy en
día, en estos tiempos, para ser justos santos, amando la justicia, pues la
Sabiduría no entrara jamás en el alma perversa, ni habitará en el cuerpo
sujeto al pecado. De esta forma Yo quiero mostrar al mundo y a la Iglesia
cuanto mi Padre José fue puro y Santo a mis ojos, a los ojos de mi Padre
del Cielo y ante el Espíritu Santo, que lo escogimos para tan gran misión.
La Santísima Trinidad envolvió a San José con su bendición y su gracia
y lo santificó ya desde pequeño en el vientre de su madre Raquel, por
medio del Espíritu Santo, el santificador de las almas. Difunde este mi
mensaje a la Iglesia y al mundo y sé un hijo justo, casto, prudente, fuerte,
obediente fiel y paciente, lleno de amor que acoge las gracias de Dios,
así como hizo mi Padre amado José durante toda su vida. Imita sus
virtudes, las virtudes de mi Padre virginal José y también tú y todos los
otros que escuchen y vivan este mensaje crecerán en gracia y santidad.
Yo te bendigo a ti y a toda la Iglesia: en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.

Con este mensaje Jesús nos desea mostrar tres cosas, con las
palabras incrementadas en la oración del Ave José: el término “hijo de
David” (tribu de Israel a la cual José pertenecía y, desde la cual, él reina
como Patriarca, más allá de la descendencia davídica que debía ser dada
a Jesús), el término “virginal” (mostrando a la Iglesia y al mundo la

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virginidad de San José). De ahí comprendemos que si San José tiene un
Corazón Casto entonces él es Puro y Virgen en todo su ser: de mente,
cuerpo, corazón y alma. Como Jesús nos dice en las bienaventuranzas:
“Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5, 8).
San José no solo vio, más tocó, abrazó y besó a Aquél que el Cielo y la
tierra no pueden contener, cubriéndolo con su manto protector y
defendiéndolo contra todo mal y peligro), Protector de la Santa Iglesia
(San José fue declarado por el Papa Pio IX, el día 8 e diciembre de 1870,
Patrón y Protector Universal de la Iglesia Católica). Jesús recordó este
acontecimiento en el mismo mensaje del día 7.01.08:

“La Iglesia lo declaró como Patrón y Protector y es mi voluntad


que sea así y que todos los hombres recurran a este Hijo de David y
hombre justo que es mi Padre virginal”

“SAN JOSÉ…OBTÉNNOS DE DIOS LA DIVINA


SABIDURÍA…”

ELLA CONOCIÓ AL JUSTO, LE CONSERVÓ IRREPROCHABLE ANTE DIOS Y LE


MANTUVO FIRME CONTRA EL ENTRAÑABLE AMOR A SU HIJO (Sb 10,5).
MAS LO PRESERVÓ DEL PECADO, BAJÓ CON ÉL A LA CISTERNA Y NO LE ABANDONÓ
EN SUS CADENAS, HASTA ENTREGARLE EL CETRO REAL (Sb 10, 13-14).
JOSÉ, SU MARIDO, QUE ERA UN HOMBRE JUSTO (Mt 1,19).

56
SAN JOSÉ, SU ASUNCIÓN Y GLORIFICACIÓN EN EL CIELO

Las apariciones de Itapiranga vienen a preparar el mundo para


acoger una gran gracia, que la Santísima Trinidad desea que la Iglesia
proclame: la asunción de San José, en cuerpo y alma al Cielo y su
glorificación. De hecho, Jesús desea que después de la fiesta de su
Ascensión al Cielo, el miércoles siguiente, sea la fiesta de la Asunción de
San José. La devoción al Corazón Castísimo nos muestra que, si San José
tiene un Corazón, él tiene un cuerpo glorificado y resucitado, asunto al
Cielo.
Para que Nuestra Señora fuese glorificada en todo, en el día de su
Asunción al Cielo, era necesario que su otra parte, la carne de su carne,
esto es, San José, su Esposo Castísimo, que se unió profundamente a Ella,
por el sacramento del Matrimonio, fuese también glorificado. No podría
su cuerpo Inmaculado estar en el Cielo y su otra parte estar en la tierra.
San José estaba todo unido a Nuestra Señora y Nuestra Señora estaba toda
unida a San José, como ambos estaban unidos a Jesús. Los dos se
volvieron una sola cosa, una sola carne, inseparable. Todo lo que
pertenecía a la Santísima Virgen debería estar glorificado en el Cielo,
porque todo lo era de Ella se elevó por completo y definitivamente, hasta
el mismo San José. El Señor me revelo todo eso sobre la Asunción de San
José en:

Sb 4,7: El justo, aunque muera prematuramente, hallo el


descanso…Agradó a Dios y fue amado, y como vivía entre pecadores, fue
trasladado. Fue arrebatado para que la maldad no pervirtiera su
inteligencia o el engaño sedujera su alma… Alcanzando en breve la
perfección, llenó una larga vida. Su alma era del agrado del Señor, por
eso se apresuró a sacarle de entre la maldad. Lo ven las gentes y no
comprenden, ni caen en cuenta que la gracia y la misericordia son para
sus elegidos y su visita para sus santos. El justo muerto condena a los
impíos vivos, y la juventud pronto consumada, la larga ancianidad del
inicuo. Ven la muerte del sabio, mas no comprenden los planes del Señor
sobre él ni por qué le ha puesto en seguridad; lo ven y lo desprecian, pero
el Señor se reirá de ellos.

57
Sb 8,13: Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo
eterno a los que después de mí vengan.
Sb 9,7: Tú me elegiste como rey de tu pueblo, como juez de tus
hijos y tus hijas.
Mt 27, 51-53: En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de
arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo
de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad
Santa y se aparecieron a muchos.

SAN JOSÉ ES EL JUSTO DE DIOS:


EL JUSTO ES SANTO

Él recibió la corona de la gloria como el Señor me reveló y está


escrito en la Palabra:

Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su


recompensa, y su cuidado a cargo del Altísimo. (Sb 5,15)

Esta es una gran gloria y poder que la Santísima Trinidad dio a San
José en el Cielo, coronado por los méritos de su amor, virtudes, humildad
y obediencia a la voluntad de Dios. Así como su Esposa Santísima, ocurre
también con él. Pues la gloria de la Esposa es también la gloria del
Esposo. Todo eso fue decretado por Dios, para la plena realización del
misterio salvífico de Cristo en el mundo.

Isaías 58, 8-9: Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te


seguirá. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y
dirá: «Aquí estoy.» …Una señal de su poder de intercesión ante Dios,
pues el justo brilla ante el Señor. Si, José de Egipto fue exaltado por el
faraón, ante todo el pueblo como vemos en Génesis 41, 39-44:

58
Y dijo Faraón a José: «Después de haberte dado a conocer Dios
todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás al frente de mi
casa, y de tu boca dependerá todo mi pueblo. Tan sólo el trono dejaré por
encima de ti. “Dijo Faraón a José: «Mira: te he puesto al frente de todo
el país de Egipto.»” Y el Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso
en la mano de José, le hizo vestir ropas de lino fino y le puso el collar de
oro al cuello, luego le hizo montar en su segunda carroza, e iban gritando
delante de él: «¡Abrek!» Así le puso al frente de todo el país de Egipto.
Dijo Faraón a José: «Yo, Faraón: sin tu licencia no levantará nadie mano
ni pie en todo Egipto.»

Si el Faraón de Egipto hizo todo eso por José, hijo de Jacob, cuanto
más Jesús, el Hijo de Dios, concedió a San José, una gran gloria en el
Cielo. San José estuvo unido estrechamente a Jesús, el Rey de los Cielos
y a Nuestra Señora, la Reina del Cielo y, Jesús desea ver a todos los
hombres arrodillados, ante su Madre Inmaculada y ante su Padre Justo y
Castísimo, pidiéndole sus bendiciones, gracias y favores.
Dios me pidió que revelase esto a la Iglesia y al mundo y tengo que
hacerlo. Dios desea que la Iglesia proclame esto. Esta es la gran gracia
para los tiempos difíciles, de este nuestro siglo.

Oh San José. ayúdame a hacer más conocidas vuestras glorias y


vuestro inmenso amor. Que toda la humanidad reconozca cuánto eres
grande en el Cielo, así como también, el poder de tu intercesión. Amén.

Id a José: haced lo que él os diga.


(Gen 41, 55)
Vamos, acercaos a mí.
(Gen 45,4)

59
MENSAJES DE LA VIRGEN SOBRE LA OBRA

La Virgen Santísima me transmitió algunos mensajes, que nos


ayudan a comprender el camino que Dios desea de nosotros: el camino
del amor, de la obediencia y de la santidad:

“No importa en qué estado de vida estéis: familiar o consagrada.


La obediencia vivida verdaderamente es un gran paso para la santidad y
uno de los grados importantes en la vida del cristiano.”

“La obediencia muchas veces os falta. Si la vivís profundamente,


Dios podrá realizar grandes cosas en vuestras vidas y en las vidas de
vuestros hermanos”

“La obediencia es vivir la voluntad de Dios y verla realizada en el


día a día”

“Ser santo es procurar ver la obra de Dios realizada en los otros


y en sí mismo, viviéndolas profundamente”

“Cuando pensáis en el bien de vuestros hermanos y en su felicidad


os estáis santificando y aprendiendo a amar”

“Santidad es saber sacrificar la propia voluntad, en favor del


prójimo, para que sea realizada la voluntad de Dios en él”

“Santidad es sentirse verdadero hijo de Dios, que lo ama en la


libertad, en la decisión propia de amarlo y servirlo, sin ser forzado, sino
sintiéndose libre”

60
“El mal del mundo hoy en día es la falta de amor a Dios y al
prójimo, por eso faltan santos en el mundo. Si comenzáis a vivir este
mandamiento de Dios, ¡cuánta santidad y cuántos santos serán formados
para su gloria!”

“Conversión es saber también aceptar la Voluntad de Dios en


vuestras vidas y en la vida de vuestros hermanos, sin rebelarse contra
ella, teniendo consciencia de su obrar en la vida de todos sus hijos. Un
hombre que vive la conversión debe procurar en cada momento la
voluntad del Señor y no su propia voluntad. Renunciarse a sí mismo es
ser un hombre libre y vivo para Dios”

“En el que es más débil Dios realiza lo imposible y su obra. No


sois vosotros los que escogéis qué camino debéis seguir o recorrer, mas
el Señor”

Sueño
Hijo mío, en las
tempestades de la vida,
cuando estés en la barca y
sea agitada por las aguas
violentamente, reza el
rosario y todo se calmará y
terminará.

61
EL PRIMER LLAMAMIENTO

SUEÑO CON JESÚS Y LOS JÓVENES EN LA BARCA

62
Pasados algunos meses, volví a soñar, pero esta vez con Jesús. De
todos los sueños que ya tuve éste fue el más bonito de todos y el que más
me tocó. Yo estaba en un lugar muy bello y me preguntaba a mí mismo:
¿A quién debo seguir? Cerca de mí había un hombre con barba y con
vestidura y túnica blancas. Aparentaba tener unos 50 o 60 años. Sabía,
dentro de mí, que este hombre era San Pedro. Él me dijo: Ve por esta vía,
caminando siempre derecho, y más adelante, verás dos caminos, uno a la
derecha y otro a la izquierda. Vuélvete hacia la derecha y verás a quien
debes seguir. Hice como San Pedro me ordenó y más adelante vi los dos
caminos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Al doblar por el camino
de la derecha vi a quien debía seguir, vi quien me estaba esperando allí:
un hombre muy alto, de cabellos castaños, largos y ondulados, que vestía
una vestidura verde clara y que estaba de pie en una larga vía. Sabía que
este hombre era Jesús. Él me estaba esperando y deseaba que yo lo
siguiese por aquella vía, pero yo no tenía coraje de caminar hacia su
dirección y de seguirlo.
Sentía dentro de mí el llamamiento de Dios muy fuerte, mi corazón
batía descontrolado, por la emoción, parecía que se iba a salir por la boca.
Sentía que resonaba dentro de mí su voz que me llamaba: Edson, ¡ven y
sígueme!... Yo pensaba conmigo mismo: Es Jesús y Él desea que yo lo
siga, pero tengo miedo. ¡No voy! ... No sabía qué hacer, pero Jesús estaba
allí esperándome a mí. Pensé: No, Él desea que yo lo siga. Yo debo
seguirlo. ¡No debo tener miedo! ... Y comencé a caminar por aquel
camino, pero tuve miedo y paré. Pensaba: No, no voy. ¡Tengo miedo! …
Y Jesús paró de caminar, esperándome a mí. Me dije nuevamente a mí
mismo: No, yo debo proseguir, porque Él me espera. ¡Yo no voy a tener
miedo! Y continúe a caminar detrás de Jesús por la segunda vez, pero
paré por no tener el coraje de continuar, pero Jesús se detenía y se quedaba
siempre esperando. Yo pensé: ¡Es Jesús! Yo no tengo que tener miedo de
seguirlo. Caminé de nuevo en su dirección, pero por la tercera vez me
quedé con miedo y no fui. Después de vencer mis miedos y tomar la
decisión de seguirlo, apresuré mis pasos y quedé bien cerca, detrás de Él.
Quería ver su rostro, pero no podía. Yo sabía que no era digno de verlo y
pensaba conmigo mismo: está bien verlo solamente de espaldas. ¡Yo me
contento solo con eso! Comprendí que no era todavía el momento y que
por ahora debía solamente seguirlo.

63
Él me condujo por este camino que llevaba hasta una ciudad muy
pobre y sencilla. Andaba con Jesús por las calles de esta ciudad. Jesús me
decía: Mira bien lo que te estoy mostrando, estas calles y lugares. Mira
bien para que te acuerdes después. ¡Esto es muy importante!... Comprendí
más tarde que esta ciudad era Itapiranga. Jesús me condujo hasta el rio,
que queda en frente de mi casa, donde tenía una gran barca, en forma de
balsa, llena de innumerables jóvenes. Muchachos y muchachas vestidos
con túnicas blancas con capucha: igual que la vestidura de los hermanos
franciscanos, solo que de color blanca.
Jesús entró en esta barca y se giró, mirando en mi dirección. En ese
momento vi cuanto era hermoso y su mirada penetraba en mi alma y en
mi corazón. Quedé contemplándolo tan majestuoso, en medio de estos
jóvenes y entendí que la barca era grande, vista desde donde me
encontraba. Jesús con su mano derecha me llamaba para entrar en su
barca. Le dije con la cabeza que no quería entrar. Tuve nuevamente
miedo, porque no sabía el motivo. Jesús me llamó por la segunda vez y
después por la tercera vez. No resistí a su llamamiento y a su preciosa
sonrisa. Fue cuando tuve el coraje de entrar en la barca. Cuando entré en
ellas mis vestiduras cambiaron y quedé como aquellos jóvenes, que
llevaban aquella túnica blanca con capucha. Yo entendí que esta barca era
inmensa y no tenía fin, con capacidad para una multitud de miles y miles
de jóvenes. Yo quede al lado derecho de Jesús y todos aquellos jóvenes
se quedaron a nuestro alrededor haciendo un gran círculo. Yo, muy feliz,
por estar al lado de Jesús, agradecía a Dios por aquel momento.
Improvisamente, aquellos jóvenes comenzaron a pelearse, a darse
puñetazos los unos los otros y a decir palabras injuriosas y blasfemias
contra Dios, ofendiendo a Jesús: todos ellos estaban cambiados y
rebeldes. No entendía por qué ellos estaban así y me giré para preguntarle
a Jesús, pero Jesús ya no estaba más a mi lado. Había desaparecido. Yo
buscaba a Jesús en medio de aquellos jóvenes, pero no lo encontraba. Los
jóvenes estaban peores, como si estuviesen llenos de odio y sus caras
habían cambiado. Me decía a mí mismo: Pero, ¿por qué estos jóvenes
están así? ¿Dónde está Jesús? ¡Jesús! ¿Dónde está el Señor? … ¡Jesús!
¡Jesús!

64
No encontraba a Jesús en medio de aquellos jóvenes. Comencé a
afligirme y cuando pasaba en medio de aquellos jóvenes rebeldes, que
parecían destruirse con aquel odio y confusión, escuché una voz que me
decía: ¡Reza por los jóvenes!... Yo vi brillar ante mí, en el aire, un lindo
Rosario. Aquella visión me hizo recordar cuando yo era niño, cuando mi
madre nos estaba enseñando a mí y a mis hermanos el rosario para la
Virgen Santísima. Dije: ¡yo sé rezar el rosario porque mi madre me
enseñó a rezarlo cuando yo era pequeño!... Tomé aquel rosario, me puse
de rodillas y comencé a rezarlo. De repente aquella escena terrible
cambio: aquellos jóvenes rebeldes que estaban peleándose y
machacándose comenzaron a ponerse de rodillas y a rezar el rosario
conmigo. Uno a uno se ponían de rodillas y rezaban. Al final, todos
estaban de rodillas y rezando a Nuestra Señora, y estaban hermosos con
los rostros serenos, alegres y llenos de paz. Yo dije: Jesús, mira, los
jóvenes ya están rezando, ¡más yo no quiero ver a los jóvenes! ¡quiero ver
al Señor! ¿Dónde está el Señor? … Escuché la voz de Jesús que me decía:
¡Mira hacia arriba, hacia el Cielo! … Levanté la mirada y vi a Jesús
subiendo al Cielo. Él brillaba más que el sol y su vestidura era toda de
luz. Jesús se quedó en medio de aquel Cielo azul y abrió los brazos en
forma de cruz. Cuando Él hizo eso aquel Cielo azul se rasgó en dos partes
y se fue abriendo, dando paso a otro Cielo, más precioso. Alrededor de
Jesús rayos de luz en forma de círculos brillaban y giraban
armoniosamente y tenían así como estrellas. Un sol celestial, que no sé
explicar, aparecía, mientras aquel Cielo se abría por detrás de Jesús.
Una luz descendió del Cielo sobre mí y sobre estos jóvenes que se
encontraban en esta barca. Jesús dijo: ¡Suban!... Y la barca comenzó a
moverse y a elevarse en el aire, como si Jesús fuese un imán que lo
atrajera hacia sí. Sentía y oía el rumor de un viento fuerte que soplaba,
que elevaba esta barca, agitando mis cabellos y mi ropa. Todo esto era
muy real. Mi corazón palpitaba fuerte con todo eso que yo estaba viendo
y sintiendo. Cuando ya estábamos a una altura bien elevada de la tierra,
llegando cerca de Jesús, casi para entrar en aquel otro Cielo dije: ¡Jesús,
todavía no me lleve ahora, porque todavía quiero hacer alguna cosa para
el Señor! Y Jesús, sonriendo, mirándome a los ojos dijo: Pues ve a
hacerla. Vuelve ...

65
De repente, me desperté. Corrí a contar este sueño a mi madre y
ella me dijo: ¿Qué es lo que Jesús desea? – Y yo le respondí que no lo
sabía. Le dije eso porque todavía no entendía nada de lo que estaba
ocurriendo. Mi madre me dijo: ¡Cuando vayas a dormir reza y pídele a
Jesús que te diga lo que Él desea de Ti! – Dije a mi madre que haría eso:
que rezaría y le pediría a Dios que me mostrase más claramente su
voluntad.
Más tarde entendí que mi misión era con los jóvenes, que debo
rezar por ellos y que todos aquellos jóvenes que veía en aquella barca eran
los jóvenes que Jesús deseaba salvar y llevar para el Cielo, los jóvenes
que escucharán su llamamiento, por medio de las apariciones de Nuestra
Señora.
Después de este sueño, creció dentro de mí un gran espíritu de
oración y de sacrificio, de ofrecerme todo a Dios para salvar muchos
jóvenes para Jesús. Todo lo que yo hacía procuraba hacerlo unido a Dios.
Comencé a confesarme regularmente y a ir a la Santa Misa diariamente.
Sabía que el Espíritu Santo me estaba concediendo una gracia de renovar
mi vida en su amor y en su gracia y sentía su presencia muy fuerte, cerca
de mí.
Yo comencé a comprender muchas cosas, que antes para mi eran
incompresibles. Todo eso fue gracia de Dios y que yo agradezco hasta
hoy al Señor, por haberme guiado y haber sido mi Maestro hasta ahora en
mi crecimiento espiritual.

66
SUEÑO CON LA VIRGEN QUE ME CONDUCE A JESÚS

“Yo te colocaré al lado derecho de mi Hijo


Jesús. Mira, allí está mi Hijo Jesús”
Sueño

Después del sueño con Jesús, después de habérselo contado a mi


madre, hice el propósito de rezar antes de dormir pidiendo al Señor que
me dijera lo que quería de mí, así como mi madre me había orientado.
Una noche antes de dormir así lo hice y tuve nuevamente otro sueño: soñé
con Nuestra Señora. Ella llegaba, me tomaba por la mano y me decía: Te
voy a llevar hasta dónde está mi Hijo Jesús. Yo le dije: ¡No, por favor!
¡No me lleves, te lo pido, pues no estoy preparado, porque tengo muchos
pecados! - cuando yo le dije eso ella sonreía y deseaba igualmente
conducirme hasta Jesús. Me tomó la mano y me dijo: ¡Ven! y yo me puse
a acompañarla, dejándome guiar por ella.

67
Llegamos a un lugar muy bonito y verde, un monte, donde se
encontraba Jesús, de pie, que me miraba. Nuestra Señora, indicando con
su mano izquierda a su Hijo Jesús, me dijo sonriendo: Mira, allí está mi
Hijo Jesús. Yo decía la Virgen: ¡qué guapo está tu Hijo! … Ella
sonriéndome me dijo: Yo te colocaré al lado derecho de mi Hijo Jesús. …
Y yo sorprendido le respondí: No, yo te lo suplico, no me coloques,
porque soy muy pecador … Nuestra Señora me volvió a decir: Yo te voy
a colocar al lado derecho de mi Hijo Jesús … ¡Mas yo no quiero! – yo le
decía: soy un pecador. Estoy lleno de pecados. ¡Yo no merezco! … Y la
Virgen me dijo con tono majestuoso, con énfasis: Mas, yo te voy a colocar
al lado derecho de mi Hijo Jesús. Y una vez más le dije que no quería, por
causa de mis pecados. De repente, en un abrir y cerrar de ojos ya no me
encontraba más con la Virgen, mas estaba al lado derecho de su Hijo
Jesús, así como me había dicho. Jesús me miraba sonriendo y yo,
avergonzado por mis pecados y con miedo de ser reprendido por Él le
decía: “Jesús, no mire para mí, porque soy un pecador y estoy lleno de
pecados.” Decía esto volviendo mi rostro para que Jesús no me viera,
cubriéndolo con mis dos manos. Sentía que Jesús se reía de mí,
cariñosamente, encontrándolo gracioso, y su sonrisa era todavía más
hermosa y amable.
Aquel miedo y vergüenza que yo estaba sintiendo antes
desapareció y tuve el coraje de mirar para Él sin ningún recelo. Él me
miraba de una manera que no sé explicar, que me sentía todo envuelto por
su amor solamente viendo sus ojos. Yo decía a Jesús: ¡Qué guapo es el
Señor! – No sé cuánto tiempo me quedé contemplando su cara. Parecía
que no tenía más fin aquel precioso momento entre Él y yo. Quería que
durase para siempre, porque no me cansaba de mirarlo. Fue entonces
cuando vi descender del Cielo una corona de espinas que penetró en la
cabeza de Jesús. Que dolor sentí. No quería que Él se quedara con aquella
corona en su cabeza. Aquellas espinas comenzaron a perforar su cabeza
y su frente. Comenzaron a aparecer en su cara heridas horribles, en su
frente, en su rostro y nariz, que le hacían sangrar mucho. Yo muy triste
dije: “¡con qué mal aspecto has quedado así, lleno de heridas! ¿Por qué
has quedado así? ¿Por qué?

68
… Y escuché una voz, la voz de la Virgen Santísima que me
respondió: “Es por causa de los pecados del mundo. ¡Reza por los
jóvenes!” … Luego me desperté.
Este sueño me llamó mucho la atención porque la Virgen me dijo:
¡te colocaré al lado derecho de Jesús! - ¿Qué significa ser colocado al
dado derecho de Jesús? Es por lo que Ella me reveló: el sufrimiento de
Jesús, sus lágrimas, heridas y dolores se deben a los pecados cometidos
en el mundo entero, particularmente a los pecados de los jóvenes. Los
jóvenes están ofendiendo mucho a Jesús en los tiempos actuales y si ellos
no se convierten no encontrarán la salvación al final de sus vidas. Jesús y
María me están pidiendo ayudar a los jóvenes con mis oraciones, para
interceder y sacrificarme por la conversión y la salvación de ellos.

“Es Dios quien llama y coloca a las personas para realizar ciertos
designios que otros no comprenden. Bastaría eso para que aceptáramos
sus elecciones! […] hagamos en primer lugar la voluntad de Dios. Es Él
quien escoge los que deben estar a la derecha o a la izquierda de Jesús.
¡Es Él quien decide todo!”

LOS SUEÑOS CON EL FUTURO SANTO JUAN PABLO II

Dios me concedió la gracia de, por varias veces, conversar en mis


sueños con el Papa Juan Pablo II. Estos sueños eran muy reales y cuando
acontecían, al despertarme, una gran alegría inundaba todo mi ser.
En uno de estos sueños, yo me encontraba con el Papa, caminando
por una calle de piedras y de construcciones antiguas. comprendía que
estábamos caminando en Tierra Santa. El Papa conversaba conmigo sobre
San José, mas no comprendía porque él me estaba comunicando todas
aquellas cosas. Cuando llegamos a un determinado lugar, donde
aparecieron muchos libros y documentos antiguos, indicándome él con
las manos estos libros, me decía: Lee los documentos de la Iglesia. Lee
mucho estos documentos. ¡Allí encontrarás muchas cosas sobre San José
y entenderás aquello que Dios está pidiendo de ti! … Luego en seguida
me desperté.

69
Pasados algunos días, nuevamente volví a soñar con el Papa. Él me
veía y sonreía. Con sus manos me llamaba para que yo me aproximase a
él y al llegar cerca, a donde estaba él, me habló de muchas cosas de
Nuestra Señora. Él me bendijo, tocando con su mano derecha mi cabeza
y me preguntó: ¿Dónde está tu madre? - Yo le respondí: - Voy a llamarla!
– Corrí y fui a llamar a mi madre, conduciéndola hasta donde Él estaba.
Él le sonrió y la bendijo también. … Después de eso, me desperté. Este
sueño fue muy bonito.

PAPA BENEDICTO XVI Y PAPA FRANCISCO

No puedo olvidarme de hablar sobre estos dos papas. Jesús me


comunicó un día que, si el pueblo no quisiera aceptar la devoción al
Corazón Castísimo de San José, esta devoción al tercer Corazón, que Él
comenzaría a hablar por los papas, por la boca del Jefe mayor de la Iglesia.
En el año 1998, San José me comunicó que el Papa tenía acceso
especial a su Corazón Castísimo y que lo bendecía. En aquel tiempo, el
papa Juan Pablo II era quien guiaba la Iglesia de Cristo, mas San José me
hizo entender que llegaría un nuevo Papa que tendría su nombre: Luego
después de la muerte de Juan Pablo II, vino el Papa Benedicto XVI, que
tiene por nombre Joseph (José) Ratzinger. Comprendí entonces, no
solamente por las palabras de San José, mas por las palabras de Jesús, que
por medio del Papa Dios comenzaba a preparar los corazones para acoger
el Corazón Castísimo de San José en la Iglesia y en el Mundo. Luego
después de la renuncia del Papa Benedicto XVI y con la llegada del Papa
Francisco, ese llamamiento del Cielo quedó todavía más claro y evidente,
por medio de Sumo Pontífice. La devoción a San José del Papa Francisco
y el símbolo que lo representa en su escudo fue una señal mayor, de que
Dios intensificó aún más su orden de amar, honrar y hacer más conocida
la persona de San José en la Iglesia y en el mundo, a fin de que sean
combatidos los males actuales que amenazan destruir la santidad y el
derecho de las familias cristianas.
El Papa Francisco inaugura su pontificado el día 19 de marzo,
Fiesta de San José, y además de exhortar al cuidado, el Papa también se

70
comprometió a cuidar de la Iglesia como un servidor: “Hoy, juntamente
con la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo
Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que incluye también un poder. Es
cierto que Jesucristo dio un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata?
(…) No olvidemos jamás que el verdadero poder es el servicio, y que el
propio Papa, para ejercer el poder, debe entrar siempre más en aquel
servicio, y que el propio Papa, que tiene su vértice luminoso en la Cruz;
debe mirar para el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y,
como Él, abrir los brazos para guardar todo el pueblo de Dios y acoger,
con afecto y ternura, la humanidad entera, especialmente los más pobres,
los más débiles, los más pequeños.”
Después, él decreta que el nombre de San José sea introducido en
los Cánones II, III y IV.

Foto: Revista Divina Misericordia, No 22, julio 2013, p.15.


Escudo:

Emblema de la Compañía de Mitra


Jesús, Flor de Nardo y racimo de uva,
Congregación de los padres indica su devoción a San José
Jesuitas
Lema,
Estrella,
“Con misericordia fue escogido”,
Indica su devoción a la Virgen extraído de la homilía de San Beda
María al comentar la vocación de San
Mate

71
DECRETO con el que se añade el nombre de San José
en las Plegarias eucarísticas II, III y IV del Misal Romano
En el paterno cuidado de Jesús, que San José de Nazaret desempeñó, colocado como
cabeza de la Familia del Señor, respondió generosamente a la gracia, cumpliendo la misión
recibida en la economía de la salvación y, uniéndose plenamente a los comienzos de los misterios
de la salvación humana, se ha convertido en modelo ejemplar de la entrega humilde llevada a la
perfección en la vida cristiana, y testimonio de las virtudes corrientes, sencillas y humanas,
necesarias para que los hombres sean honestos y verdaderos seguidores de Cristo. Este hombre
Justo, que ha cuidado amorosamente de la Madre de Dios y se ha dedicado con alegría a la
educación de Jesucristo, se ha convertido en el custodio del tesoro más precioso de Dios Padre,
y ha sido constantemente venerado por el pueblo de Dios, a lo largo de los siglos, como protector
del cuerpo místico, que es la Iglesia.
En la Iglesia católica, los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida
hacia San José y han honrado de manera constante y solemne la memoria del castísimo Esposo
de la Madre de Dios, Patrono celestial de toda la Iglesia, hasta tal punto que el ya Beato Juan
XXIII, durante el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, decretó que se añadiera su nombre
en el antiquísimo Canon Romano. El Sumo Pontífice Benedicto XVI ha querido acoger y aprobar
benévolamente los piadosos deseos que han llegado desde muchos lugares y que ahora, el Sumo
Pontífice Francisco ha confirmado, considerando la plenitud de la comunión de los santos que,
habiendo peregrinado un tiempo a nuestro lado, en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen
a Él.
Por lo tanto, teniendo en cuenta todo esto, la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, en virtud de las facultades concedidas por el Sumo Pontífice
Francisco, gustosamente decreta que el nombre de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen
María, se añada de ahora en adelante en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV de la tercera edición
típica del Misal Romano, colocándose después del nombre de la Bienaventurada Virgen María,
como sigue: en la Plegaria eucarística II: «ut cum beáta Dei Genetríce Vírgine María, beáto
Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»; en la Plegaria eucarística III: «cum beatíssima
Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»; en la
Plegaria eucarística IV: «cum beáta Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius
Sponso, cum Apóstolis».
Por lo que se refiere a los textos redactados en lengua latina, se deben utilizar las
fórmulas que ahora se declaran típicas. La misma Congregación se ocupará de proveer, a
continuación, la traducción en las lenguas occidentales de mayor difusión; la redacción en otras
lenguas deberá ser preparada, conforme a las normas del derecho, por la correspondiente
Conferencia de Obispos y confirmada por la Sede Apostólica, a través de este Dicasterio.
No obstante cualquier cosa en contrario.
Dado en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el día
1 de mayo del 2013, memoria de San José Obrero.
Antonio, Card. Cañizares Llovera
Prefecto
+ Arturo Roche
Arzobispo Secretario

72
Más adelante, el día 5 de julio de 2013, consagra el Vaticano a
la protección de San José y de San Miguel Arcángel. Con todos esos
acontecimientos, no podemos quedarnos insensibles a los
llamamientos que el Cielo nos hizo, en suelo amazónico en estos
últimos años.
La devoción al Corazón de San José salvará a la Iglesia de
grandes peligros, de la cual él es su Protector; La Iglesia fue confiada
a él, Jesús se confió a él. ¿Y nosotros? ¿Queremos realmente
confiarnos a su protección, así como nuestras familias? ¡Quien sea
devoto de san José no se perderá jamás!
La devoción a los tres Sagrados Corazones Unidos de Jesús,
María y José es este socorro de Dios para nuestros tiempos actuales,
tan difíciles.

LOS MEDIOS
PARA PONER EN PRÁCTICA ESTA DEVOCIÓN

Me encontraba en Maceios-Al, en la casa de mis amigos. Por la


mañana mientras rezaba tuve una aparición de San José. Él se
manifestó mostrándome su Corazón Castísimo y miraba para mí con
una linda sonrisa. Esto aconteció en el momento en que yo rezaba la
oración del Ave José en su honor. Esta oración ya la venía rezando
desde hacía mucho por petición suya. San José me comunicó el
siguiente mensaje.

“Difunde esta oración a todas las personas. Por medio de esta


oración el Señor desea hacer mi nombre más conocido y amado, y
desea conceder, por medio de ella, muchas gracias a todos aquellos
que me honren recitándola. Aquellos que recen esta oración serán
beneficiados con muchas gracias del Cielo. Por medio de ella seré cada
vez más invocado por el mundo entero y podré, por medio de mi
Corazón que será amado y honrado, conceder muchas gracias a los
pecadores que necesitan de auxilio divino. Es importante que esta

73
oración sea conocida por todos. Que ella llegue a todos los lugares,
para que todos sean beneficiados por Dios, por medio de ella. Esta es
su santísima voluntad y yo te la revelo, es este momento…”.

Al decir estas palabras, San José me bendijo e hizo brotar de su


Corazón Castísimo muchos rayos de luz de color dorado, que se
dirigían hasta mí e invadían todo su ser, dejando en mi interior una
alegría y una paz indescriptible. Me sentí todo sumergido en la
presencia de Dios y comprendí tantas cosas que me fueron reveladas
en el Corazón con respecto a esta devoción y sobre mi vida futura, con
respecto a mi misión. No soy digno de semejantes gracias y agradecí
profundamente a Dios por haberme escogido para hacer conocido el
Corazón Castísimo de San José al mundo.
¿Quién soy yo para tal misión? Nada, ¡más quiero continuar
siendo una nada para que Dios pueda hacer todo! Así, comprendí que
existen seis formas de honrar el Corazón de San José:

1) Imagen de su Corazón Castísimo, a petición hecha en la


aparición del día 25.12.1996, donde Jesús y Nuestra Señora revelaron
el mundo el Corazón de San José.

2) Fiesta del Corazón Castísimo de San José, petición hecha por


Jesús en el día 6.06.97, la Fiesta de su Sagrado Corazón, conforme al
mensaje transmitido, donde Él nos comunicó su voluntad: “Deseo que
el primer miércoles, después de la fiesta de mi Sagrado Corazón y del
Sagrado Corazón Inmaculado de María, sea considerada la fiesta del
Corazón Castísimo de San José”

3) Rosario de los siete dolores y gozos de San José, que deberá


ser recitado con la oración del Ave José: Ave José, hijo de David,
hombre justo y virginal, la Sabiduría está contigo, bendito tú eres
entre todos los hombre y bendito es Jesús, el fruto de María, tu fiel
esposa. San José, digno Padre, Protector de Jesucristo y de la Santa

74
Iglesia, ruega por nosotros pecadores y obtennos de Dios la Divina
Sabiduría, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Compuesta
por San Luis María Grignon de Monfort, esta oración fue pedida por
San José en la aparición del día 29.03.2002 y reformulada por Nuestro
Señor Jesucristo en la aparición del día 07.01.2008, para que podamos
honrar a San José más todavía, glorificando y exaltando su nombre,
como él merece y ser beneficiados por su intercesión, invocando su
nombre santísimo y poderoso, que hace estremecer todo el infierno y
pone en fuga todos los demonios, conforme fue revelado por Jesús en
una aparición.

4) El escapulario de San José, que me fue revelado durante dos


apariciones; la primera el día 14.07.200, en el Santuario de Nuestra
Señora del Carmen, en Ayslesford (Inglaterra), en el mismo lugar
donde la Santísima Virgen apareció a San Simón Stock, revelándole el
escapulario; la segunda en Sciacca (Italia) el día 16.07.2001, fiesta de
nuestra Señora del Carmen, en el mismo año del 750 aniversario de la
entrega del escapulario a San Simón, por Nuestra Señora, según la
tradición. El escapulario representa la señal de protección y fidelidad
al Corazón de San José, que nos desea conducir a Dios y a la santidad,
principalmente recordándonos imitar sus virtudes y perfecciones, en lo
que dice respecto a la pureza, la obediencia, el silencio y la humildad,
siendo cada vez más fervorosos en la fe y en el amor a Jesús y a la
Virgen Santa.
San José defenderá a los que usen este escapulario como
propiedad suya y dará innumerables gracias desde su Corazón
Castísimo a aquellos que se sientan tentados contra la pureza, y los
protegerá contra los asaltos del demonio y de todo mal. Es bueno que
los jóvenes lo usen, pues son los más atacados por el demonio. Los
padres y las madres deben recomendarlo a sus hijos para que lo usen,
porque San José desea ayudarlos, concediéndoles su auxilio y
protección, así como él oriento y protegió a Jesús en este mundo.

75
5) Propagación de la devoción al Corazón de San José
acompañado de buenas obras de caridad y asistencia a las personas
necesitadas, de un modo especial a los enfermos y a los moribundos,
conforme las peticiones de San José y sus promesas reveladas en
marzo de 1998.

6) Los primeros miércoles de mes deberán ser recordadas como


días de gracias especiales, donde San José derrama torrentes de gracias
extraordinarias, sobre todos a aquellos que recurren a su intercesión,
honrando su Corazón Castísimo. Jesús personalmente prometió que
estos mismos devotos recibirán una grande gloria en el Cielo, gracia
que no será concedida a aquellos que no lo honran como él pidió. “Que
el Señor sea siempre glorificado, adorado y amado!”

SOBRE EL ESCAPULÁRIO DE SAN JOSÉ


Historia

En Aylesford, Inglaterra, Nuestra Señora se apareció a San


Simón Stock, cuando este suplicaba con mucho fervor a la Madre del
Carmelo su protección, recitando la hermosa oración por él compuesta:
“Flor del Carmelo, Viña florífera, Esplendor del Cielo, Virgen

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fecunda, singular. ¡Oh Madre benigna, sin conocer varón, a los
Carmelitas da privilegio, Estrella del Mar!”. Terminada esta
súplica, levantó los ojos derramando lágrimas, vio la celda encenderse,
súbitamente, de luz. Rodeada de ángeles, en grande cortejo, se le
apareció la Virgen Santísima, revestida de esplendor, trayendo en las
manos el Escapulario y diciendo a San Simón Stock, con inexpresable
ternura maternal: “Recibe, dilectísimo hijo, este Escapulario de tu
Orden como señal distintiva y una marca de privilegio que yo
obtuve para ti y para todos los hijos del Carmelo; es una señal se
salvación, una salvaguardia de los peligros, alianza de paz y de
protección sempiterna. Quien muera revestido de él será
preservado del fuego eterno”.

Esa gracia especialísima fue inmediatamente difundida en los


lugares donde los carmelitas estaban establecidos y, autentificada, por
muchos milagros que, ocurriendo por todas partes, hicieron callar a los
adversarios de los hermanos de la Santísima Virgen del Monte
Carmelo. San Simón Stock alcanzó una edad extrema y altísima
santidad, operando innumerables milagros, obteniendo también el don
de lenguas; fue llamado a la patria celeste por Dios el 16 de mayo de
1265. Nuestra Señora volvió al Cielo y el Escapulario permaneció
como señal de María. En la última aparición de Fátima, Nuestra Señora
traía el Escapulario y vino con San José y el Niño Jesús para bendecir
el mundo.

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El día 14 de julio de 2000, visité Aylesford con una amiga,
Marina Hodking, que vive en Sao Paulo. Esto aconteció cuando mi
amiga fue a visitar Italia durante el mes de Julio. Yo me encontraba en
ese periodo en Brescia, en la casa de sus amigos. Marina antes de ir a
Inglaterra me invitó a ir junto con ella. Ella permaneció dos semanas
en Inglaterra y, así, pude visitar el Santuario de Nuestra Señora del
Monte Carmelo.
En Inglaterra, yo tuve algunas apariciones de Nuestra Señora,
de Jesús y de San José, que me hablaban sobre la devoción de los tres
Corazones y sobre acontecimientos futuros, muy tristes, que deberían
ocurrir en este país.

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En Aylesford, cuando me encontraba en el Santuario de Nuestra
Señora del Carmen, visité la capilla de San José con mi amiga. En esta
capilla, yo tuve una aparición de la Sagrada Familia. Esta aparición me
llamó la atención: Nuestra Señora, acompañada del Niño Jesús y de
San José, aseguraba en sus manos, un escapulario, pero no el
escapulario de la orden del Carmelo, y sí un escapulario diferente, de
color blanco, donde yo pude distinguir bien los tres Corazones.
Terminada la aparición, mencioné lo ocurrido y lo que vi, a mi amiga
Marina, quedándome muy pensativo por esta visión, porque todavía no
comprendía por completo la petición de los tres Corazones.
Solamente más tarde, en el momento establecido por el Señor,
comprendí la voluntad del Cielo, por los mensajes que Jesús y Nuestra
Señora me transmitían y por las peticiones que ellos hacían, para que
fuesen comunicadas a la Iglesia y al pueblo, como nunca ocurrió en la
historia de la humanidad. El Amazonas fue señalado y escogido por
Dios para este grande acontecimiento.

Ya en Londres, cuando fui a la celebración de la Santa Misa,


tuve una revelación de Dios, que me mostró una visión de los tres
Corazones de Jesús, María y José uniéndose en un solo Corazón. Esta

79
visión se repitió tres veces, para que quedara impresa en mi mente y
no me olvidara de ella, no teniendo la menor sombra de dudas en
cuanto a la unidad indivisible de los Corazones de Jesús, María y José.
“Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto san Agustín
como santo Tomás la ponen siempre en la «indivisible unión
espiritual», en la «unión de los corazones», en el «consentimiento»
[15], elementos que en aquel matrimonio se han manifestado de modo
ejemplar. En el momento culminante de la historia de la salvación,
cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del
Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza
en plena «libertad» el «don esponsal de sí» al acoger y expresar tal
amor” (Juan Pablo II- Encíclica Redemptoris Custos, 15.08.1989)

San José nunca se olvidará de sus verdaderos devotos. No basta


solamente ser devoto en palabras: debemos ayudar a los que sufren, ayudar a
los moribundos, a los enfermos y, principalmente, a los desesperados en la fe.
Solamente así, podremos hacer su Corazón más conocido y amado.

En el día 16.07.2001, me encontraba en la ciudad de Sciacca,


provincia de Agrigento -Sicilia, Italia, visitando el grupo de jóvenes
formados allí. Por la tarde, después de haber rezado el rosario y haber
dado mi testimonio en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, de los
padres capuchinos, tuve una aparición de la Sagrada Familia, ante las
personas presentes.

80
En esta aparición, Nuestra Señora me dio un mensaje y después
dijo:
“Presta bastante atención a lo que voy a mostrarte. Como
veas manda hacer un escapulario. Este será el escapulario de San
José. Mi hijo Jesús y yo deseamos que todos lo usen con fe y amor,
honrando profundamente a mi Esposo José como él se merece.
Quien lo lleve consigo recibirá la protección de Dios por medio de
su Corazón Castísimo y de su manto protector, así como muchas
gracias del Cielo necesarias para la salvación y la santificación”.
Vi aparecer por encima de la Sagrada Familia la inscripción, en colores
dorados: “Corazón Castísimo de José”, y debajo: ¡Sé el guardián de
nuestra familia!
Luego en seguida la visión desapareció dando lugar a los tres
Corazones iluminados y radiantes. Del Corazón de Jesús salían dos
rayos que se dirigían al Corazón Inmaculado de María y al Corazón
Castísimo de San José y, de ellos, dos rayos que se dirigían al mundo.
Encima de los corazones apareció escrito en colores dorados “Jesús,

81
María, José” y debajo de ellos: “¡Yo os amo, salvad almas!”. Luego,
después de esta visión, Nuestra Señora volvió a aparecer con el Niño
Jesús y San José. Los tres bendijeron a las personas presentes, y
desaparecieron en la claridad de la hermosa luz que los envolvían. Yo
no sabía que en el día en que esta aparición ocurrió se conmemoraba
en la orden del Carmelo y en la Iglesia en todo el mundo los 750 años
de la entrega del Escapulario por Nuestra Señora a San Simón Stock.
Era un día muy especial para los Carmelitas, un acontecimiento
grandioso en la Orden del Carmelo y el día en que Jesús y Nuestra
Señora revelaron el escapulario de San José a la Iglesia y al mundo,
como protección especial para todas las familias del mundo entero.

Para recibir el escapulario de San José es necesario hacer las


oraciones del Sagrado Manto de San José por treinta días
consecutivos, en memoria de los treinta años de vida vividos por San
José con Jesús Cristo, Hijo de Dios, confesarse y participar de la Santa
Misa. La Celebración de la Imposición del Escapulario se hace en la
fiesta de San José el día 19 de marzo o en la fiesta de su Corazón
Castísimo, el miércoles después de la fiesta de los Corazones de Jesús
y María, o en cada primer miércoles de mes.

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ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL
ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ

El ministro con los brazos alargados pronuncia esta oración de


bendición:

Oh Dios, Autor y Fuente de toda Santidad, que llamas a la


plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad a aquellos
que hicisteis nacer del agua y del Espíritu Santo. Mira con
benevolencia a aquellos que están para recibir devotamente el
Escapulario de San José, que lo llevarán diligentemente como señal
de su ofrecimiento al Corazón Castísimo y Virginal de San José. Haz
que ellos, dejándose amar y guiar por San José e, imitando sus
virtudes y perfecciones, sean protegidos contra los asaltos del
demonio, sean fervorosos en la fe y en amor al Corazón Divino de
Jesús y al Corazón Inmaculado de María y obtengan la gracia de
llegar a la perfección del amor y a la perfecta santidad como él vivió,
para gloria de la Santísima Trinidad. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

A continuación, las aspersiones con agua bendecida.

FORMULA DE IMPOSICIÓN

El sacerdote impone entonces el escapulario en cada uno de los


fieles que lo pida y dice:

Recibe este escapulario, señal del Manto protector e San José:


su Corazón Castísimo y Virginal te proteja contra todo mal y peligro;
te proteja en la santa pureza del alma y del cuerpo y te conceda toda
Gracia Divina en el tiempo y en la eternidad. Amén.

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Sacerdote: ¡Corazón Castísimo de San José!
Fiel: ¡Sé el guardián el guardián de nuestra familia!
Sacerdote: ¡Jesús, María y José, yo os amo!
Fiel: ¡Salvad almas!

Si fuera necesario, el sacerdote puede decir una sola vez para


todos, en voz alta, la fórmula de imposición del Escapulario. Todos
responden juntos: Amén. Y luego se aproximan al ministro para recibir
el Escapulario.

CARISMA

Nuestro carisma dentro de esta obra tiene como objetivos:

1) TESTIMONIO DE VIDA

Nuestra vida debe ser un reflejo de los tres Sagrados


Corazones.

- Testimoniar el gran amor de Dios, glorificando la Santísima


Trinidad que prodiga sabiduría, poder y gracia de los tres Sagrados
Corazones Unidos de Jesús, María y José, teniendo por estos
Santísimos Corazones, una devoción fiel, verdadera y constante;

- Revelar a nuestros hermanos el rostro misericordioso de Dios,


por medio de los tres Sagrados Corazones, que lleno de amor y de
ardiente deseo de salvación de las almas, renueva el corazón del
hombre, curándolo y salvándolo, por medio del arrepentimiento y el
perdón de los pecados;

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-Ser promotores del amor y de la paz de Dios en las familias y
en medio de los jóvenes, evangelizándolos, por medio de los tres
Sagrados Corazones unidos;

-Llevar el auxilio a quien más lo necesita, principalmente, a los


marginalizados, despedazados y olvidados;

- Comportarnos como siervos fieles de estos tres Corazones


unidos, llevando también a otros, la fidelidad y la plena confianza a
ellos.

2) VIVIR LAS VIRTUDES DE LOS TRES SAGRADOS


CORAZONES

Nuestro Corazón debe ser un vaso lleno de virtudes y de las


gracias del Cielo.

- Nuestra vocación, teniendo como base las enseñanzas de la


Iglesia y las orientaciones dadas por el Cielo, es imitar las virtudes y
el amor de la Sagrada Familia, viviendo el llamamiento de Jesús en el
Evangelio, siendo la sal de la tierra y la luz del mundo a nuestros
hermanos, tanto en el ámbito familiar, como en el social y eclesial;

- Ser silenciosos, pequeños, humildes y obedientes, no


anhelando las cosas grandes, más contentándose con las pequeñas
cosas que Dios nos da, para evitar el orgullo, la soberbia y el apego
exagerado a las personas, a las cosas, causa de muchas caídas y
destrucción de muchos jóvenes, que, en nuestros días, están siendo
muy influenciados por las modas, por tener y por la búsqueda del
placer exagerado.

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-Ser puros en el hablar, en el actuar y en el vestir, viviendo con
recato y modestia; sencillos en el mirar, caritativo en el escuchar, para
alegrar a los tres Sagrados Corazones que son puros, castos y santos.

-Ser mansos, humildes y misericordiosos de Corazón como


Jesús; obedientes y tiernos como María; santos y atentos a las ordenes
divinas como José;

-Ser luz, fuerza y esperanza para los desesperados y afligidos,


mostrándoles la gran misericordia de Dios, la amorosa mediación
materna de Nuestra Señora y la protección paternal de San José;

- Ser las manos extendidas y misericordiosas de María y los


brazos acogedores de José, a aquellos que se encuentran distantes de
Dios en una vida impura, en las tinieblas espirituales, en las drogas, en
el ateísmo, en la incredulidad y en la falta de fe, conduciéndolos al
Corazón de Cristo, Fuente de toda Vida y Amor;

3) ESPIRÍTU DE ORACIÓN Y REPARACIÓN

Debemos ser una oración viva y un sacrificio perfecto para


Dios, por medio de los tres Sagrados Corazones.

-Ser reparación perenne y perfecta de los Santísimos Corazones


unidos de Jesús, María y José, testimoniando con la vida y el amor la
fidelidad a ellos, conduciendo a nuestros hermanos heridos y
destrozados; a los que se encuentran destruidos moralmente y
psicológicamente, hacia el fuego ardiente de estos Corazones llenos de
amor por ellos, a fin de que sean restaurados, transfigurados y curados
en el amor de la Santísima Trinidad;

86
- No medir los esfuerzos para salvar las almas de las tentaciones
de Satanás, ofreciendo diariamente nuestras oraciones, penitencias y
sacrificios para que el amor de Dios triunfe sobre todo mal y en la vida
de muchos que se encuentran casi perdidos. De entre estas peticiones
de la Santísima Virgen está el ayuno, los viernes, a pan y agua y en las
vigilias de oración:

Cuando ayunes no pienses en el tiempo que llevas sin comer,


más piensa en el tiempo y en las horas, días y meses que los
hambrientos están sin un pedazo de pan para alimentarse. Ayune por
los pobres y olvidados y todo tendrá sentido en sus acciones de
caridad.

- Rezar diariamente el rosario completo (Misterios Gozosos,


Misterios Luminosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos) y
meditar la Palabra de Dios. Cuando vayamos a leer los versículos de
la Biblia, meditemos con fe y amor, para que podamos extraer algo
más de aquellos para nuestro día a día. La Virgen nos pide, al inicio,
al menos 10 minutos de silencio y meditación. Que cada día podamos
aprender este camino espiritual, dando un poco más de espacio a Dios.

“Fije el horario de su meditación sobre la Palabra de Dios,


marque la duración de su meditación, y no salga del lugar hasta
terminarla” (Santo padre Pio de Pietrelcina).

Cuando vayas a rezar: reza con calma, con amor y bien


despacio porque nuestras oraciones son como rosas ofrecidas a María,
si rezamos rápido los pétalos se deshacen.

- La mejor reparación es el amor, amor a Dios y al prójimo:


saber perdonar y ser en todo momento señal de esta misericordia
divina; que el odio, el rencor y la angustia no existan en nuestros
corazones, ni que el sol, cada día, se oculte en ellos;

87
- La frecuencia de los Sacramentos: confesión y Santa Misa
diaria, especialmente, los domingos, día del Señor; además de las
visitas constantes al santísimo Sacramento, para que lo adoremos y le
agradezcamos al Señor, su inmenso amor, y por todos los beneficios y
las gracias recibidos de su Divina Providencia;

Cuando vayas a Misa, concéntrate y ponte en oración por tus


familiares y por toda la Iglesia. Cuando vayas a confesar no tengas
miedo. Habla de todo al sacerdote, él es la vestidura de Jesús en ese
instante. Cuenta sin miedo, porque Dios te va a perdonar y tu alma
quedara limpia.
Cuando vayas a adorar a Jesús reflexiona sobre este
pensamiento de Santa Clara de Asís: “Aplica tu mente al espejo de la
eternidad, y pon tu alma en el esplendor de la gloria, y tu corazón en
la figura de la divina sustancia, y transfórmate totalmente por la
contemplación en la imagen de su divinidad. Y así podrás
experimentar la dulzura escondida que Dios tiene reservada para sus
amadores. Al estar frente a Jesús no quería nada más a no ser que su
presencia en su ser. Solamente el corazón entiende sus razones. La
pobreza es la esencia de Dios… En el espejo que es Jesús podemos ver
que la Gloria que emana es humilde.” (Santa Clara de Asís)

4) CONFIANZA FIRME EN LA ACCIÓN Y PROVIDENCIA DE


DIOS.

Nuestro coraje en defender y proclamar la verdad, debe ser


fruto de nuestra fe y confianza en Dios.

Tener una fe fuerte y una confianza ilimitada en las


intercesiones de estos Santísimos Corazones, que todo provee y
auxilia, cuando nos dedicamos al Reino de Dios, a la salvación de las
almas y a la santificación de las familias y de los jóvenes;

88
-Creer en el llamamiento que Dios nos hace, dentro de esta hora,
por medio de los tres Sagrados Corazones, con adhesión en la fe,
creyendo en sus promesas hechas a cada uno de nosotros y con nuestras
adhesiones en el amor, que nos impulsa a buscar a Dios como Padre y
a ver en cada hombre, mujer, joven y niño, un hermano amado, don de
su gracia. No dudemos de su acción divina, que nos santifica y auxilia
con su gracia, más creamos que Dios, nuestro Padre, está al frente
nuestro, protegiéndonos con su brazo fuerte, derribando las barreras y
haciendo milagros; primero, en nuestras vidas y en nuestras familias
y, segundo, en la vida de las familias y de los jóvenes por los cuales
estamos intercediendo y auxiliando con el testimonio, con la palabra y
con la vida;

-No tener miedo de nada, de ningún obstáculo, dificultad o


prueba, mas creer que ningún mal nos alcanzará ni nos derrumbará, si
permanecemos fieles en los caminos de Dios, si somos obedientes a la
voz de nuestra Santa Madre y si nos colocamos diariamente sobre la
protección de San José, para que ellos velen por nosotros y por su obra
de amor;

- Siendo así, conociendo todo este proyecto santo y divino que


viene de la Santísima Trinidad, que desea su difusión lo más rápido
posible en medio de las familias y en la vida de muchos jóvenes,
acojamos a todos aquellos que deseen vivir hoy esta llamada y camino
espiritual, que Dios nos hace, por medio de los tres Sagrados
Corazones unidos de Jesús, María y José, porque “la santidad es para
todos, mas no todos son para la santidad, porque no la buscan con amor
y fe”, como nos dijo un día Nuestra Santa Madre en Itapiranga.

Nuestros objetivos e intenciones tienen como base aquello que


María santísima nos pidió y nos enseñó, de un modo particular, en
Itapiranga. Queremos caminar rumbo a esta santidad a fin de que
nuestra vida sea conforme a aquello que Dios proyecto, desde el inicio,

89
para cada uno de nosotros: ser los santos de su Reino ya aquí en la
tierra, para estar un día siempre en el Cielo.

GRUPO REINA DE LOS JÓVENES


Orientaciones

El día 19.10.1997, la Virgen me dijo en un mensaje:

Deseo que se forme un grupo de jóvenes. Yo misma cuidaré y


conduciré este grupo. A los que deseen participar en este grupo yo los
ayudaré a vivir la palabra de Dios y los formaré en el camino de la
santidad, ensenándoles a conocer mejor el amor de Dios. Todos los
jóvenes que se dejen guiar y formar por mí, los llevaré conmigo para
el Paraíso. A través de estos grupos que serán formados, muchos
jóvenes encontrarán el camino de la santidad, se santificarán y vivirán
en profundidad el amor de Dios.

Nuestra Señora prometió conducir estos grupos. Ellos son parte


preciosa suya. Ella nos indica que lectura debemos leer y meditar y nos
ayuda a conocernos mejor, ayudándonos a superar las dificultades que
encontramos en nuestro camino espiritual. Jesús desea del grupo de
jóvenes:
Amor;
Fidelidad;
Oración;
Vivencia de la Palabra de Dios;
Obediencia y humildad;
(Entendí que una no puede estar separada de la otra)
Santidad;
Pureza;

90
Jesús me explicó que en la Sagrada Familia se encuentran los
tres estilos de vida que una persona puede seguir; vida familiar
(familias santas), vida consagrada (sacerdotes/religiosos) y vida de
servicio (jóvenes y laicos misionarios) Así, por medio de sus
apariciones y de las apariciones de su Madre Santísima, Nuestro Señor
me pidió tres obras que están inseridas en una sola:
Grupo Reina de los Jóvenes;
Familias Santas;
Comunidad del Corazón Castísimo de José;

JESÚS
AMOR=>JÓVENES

MARÍA JOSÉ
OBEDIENCIA=>FAMÍLIAS SANTIDAD=>CONSAGRADOS

Para lo que trata en la obra, la Virgen nos dio directrices para


aquellos que se sienten llamados a cada vocación, para que podamos
cumplir con fidelidad, en la paz y en la alegría, la voluntad del Señor,
testimoniando con nuestra vida su amor y su presencia a todos los
jóvenes del mundo entero, pues no podemos pensar que su obra será
solamente entre nosotros, más será difundida en todo lugar del mundo
como el Señor desea.

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LAS TRES OBRAS DE LOS
TRES SAGRADOS CORAZONES

La primera obra es el grupo de María, Reina de los Jóvenes.


Jóvenes que siguen las orientaciones de Jesús y de la Virgen y buscan
en su día a día dar su testimonio de vida a otros jóvenes, para que así,
en medio de la juventud, nuevos grupos sean formados y difundidos
en varios lugares. En estos grupos, la Virgen promete su auxilio y
gracias maternales, a fin de que todos puedan vivir dignamente una
vida de oración, de conversión y de santidad como Dios desea.

La segunda obra es el grupo Familia de los Tres Sagrados


Corazones, que se forman por medio de estos grupos de jóvenes y de
las familias que deseen acoger este camino espiritual. Jesús y Nuestra
Señora primeramente preparan a los jóvenes en la oración, en la
entrega, iluminándolos. De estos jóvenes muchos sentirán la llamada
a la vida matrimonial y, con la preparación que recibirán en estos
grupos, podrán formar con la ayuda de Jesús y de la Virgen, familias
santas, donde vivirán su matrimonio santamente, siguiendo el ejemplo
de la Sagrada Familia. Otros, que no forman parte de estos grupos
sentirán la llamada de Dios, para entrar en esta obra y formarán grupos
familiares de oración y de reparación por la santificación de las
familias.
Hoy estos grupos de familias toman cuerpo y comienzan a
actuar, evangelizando a otras familias con el amor de los Sagrados
Corazones. Ellos son conocidos como “grupo Familia de los Tres
Sagrados Corazones” y procuran vivir día a día en su vida familiar sus
compromisos bautismales y de apostolado en medio de otras familias.
El deber de santificación de la familia cristiana tiene su primera
raíz en el bautismo y su expresión máxima en la Eucaristía, a la que
está íntimamente unido el matrimonio cristiano. El Concilio Vaticano
II ha querido poner de relieve la especial relación existente entre la
Eucaristía y el matrimonio, pidiendo que habitualmente éste se celebre
«dentro de la Misa». Volver a encontrar y profundizar tal relación es

92
del todo necesario, si se quiere comprender y vivir con mayor
intensidad la gracia y las responsabilidades del matrimonio y de la
familia cristiana. (Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 57, 2 de
noviembre de 1981)

Vivir en profundidad el Bautismo - he aquí la segunda


invitación - significa también no acostumbrarnos a las situaciones de
degradación y de miseria que encontramos caminando por las calles
de nuestras ciudades y de nuestros países. Existe el riesgo de aceptar
pasivamente ciertos comportamientos y no asombrarnos ante las tristes
realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como si
fuese una noticia cotidiana descontada; nos acostumbramos a los
hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo
para cobijarse. Nos acostumbramos a los refugiados en busca de
libertad y dignidad, que no son acogidos como se debiera. Nos
acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende dejar de lado a
Dios, donde los padres ya no enseñan a los hijos a rezar ni a
santiguarse. Yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben
hacer la señal de la cruz? Pensadlo. Vuestros nietos, ¿saben hacer la
señal de la cruz? ¿Se lo habéis enseñado? Pensad y responded en
vuestro corazón. ¿Saben rezar el Padrenuestro? ¿Saben rezar a la
Virgen con el Ave María? Pensad y respondeos. Este habituarse a
comportamientos no cristianos y de comodidad nos narcotiza el
corazón. (Papa Francisco, Audiencia General, 5 de marzo de 2014)

Con respecto a la misión de las familias nos enseña que


“También a los esposos y a los padres cristianos es pedida la
obediencia a la fe: son llamados a acoger la Palabra del Señor, que a
ellos revela la extraordinaria novedad - la buena nueva - de su vida
conyugal y familiar, hecha por Jesucristo santa y santificante. De
hecho, solamente en la fe ellos pueden descubrir y admirar con jubilosa
gratitud la dignidad a la que Dios quiso elevar el matrimonio y la
familia, constituyéndolos señal y lugar de la alianza de amor entre Dios
y los hombres, entre Jesucristo y la Iglesia su esposa […] Esta
profesión de fe exige su prolongamiento en el curso de la vida de los
esposos y de la familia: Dios que, de hecho, llamo a los esposos “al”
matrimonio, continua a llamarlos “en el” matrimonio. Dentro y a

93
través de los hechos, los problemas, las dificultades, los
acontecimientos de la existencia de todos los días, Dios les va
revelando y proponiendo las “exigencias” concretas de su
participación en el amor de Cristo por la Iglesia en relación con la
situación particular - familiar, social y eclesial - en la que se encuentran
[…] Animada ya interiormente por el espíritu misionario, la Iglesia
doméstica y llamada a ser una señal luminosa de la presencia de Cristo
y de su amor mismo para los «alejados», para las familias que todavía
no creen y para aquellas que ya no viven en coherencia con la fe
recibida: es llamada con su ejemplo y con su testimonio a iluminar a
aquellos que buscan la verdad”. Con ese propósito y meta, el grupo
“Fraternidad Familia”, siguiendo las orientaciones de la Iglesia y de la
Virgen María, desea acoger más perfectamente el llamamiento que
Cristo les hace, siendo la sal de la tierra y la luz del mundo a otras
familias, a fin de que sean restablecidas y curadas en su amor divino.
Vivir el amor del Corazón de Cristo, en la familia, y estar inserida
dentro de este Divino Corazón, de las manos de Nuestra Señora y de
San José, siendo calentada por la llama del amor que se irradia de él y
de la Gracias que Dios concede familia que no mide esfuerzos en su
trabajo evangelizador; además de eso, el crecimiento abundante de la
gracia de Dios en la vida de los hijos, que se tornan propiedad de los
tres Sagrados Corazones unidos es el fruto de la buena educación
cristiana del empeño de los padres en hacer conocer el amor de Dios y
el respeto por sus Leyes a todos ellos.

Las familias cristianas dan una contribución particular a la


causa misionera de la Iglesia, cultivando la vocación misionera en sus
propios hijos e hijas y, de manera más general, con una obra educadora
que prepare a sus hijos, desde la juventud «para conocer el amor de
Dios hacia todos los hombres»
También la familia cristiana está insertada en la Iglesia, pueblo
sacerdotal, mediante el sacramento del matrimonio, en el cual está
enraizada y de la que se alimenta, es vivificada continuamente por el
Señor y es llamada e invitada al diálogo con Dios mediante la vida
sacramental, el ofrecimiento de la propia vida y oración.

94
Éste es el cometido sacerdotal que la familia cristiana puede y
debe ejercer en íntima comunión con toda la Iglesia, a través de las
realidades cotidianas de la vida conyugal y familiar. De esta manera la
familia cristiana es llamada a santificarse y a santificar a la comunidad
eclesial y al mundo. (Juan Pablo II, Familiaris Consortis, 54, 55, 1981)

La tercera obra es la Comunidad religiosa que surgirá en honor


al Castísimo Corazón Castísimo de José. Jesús y la Virgen desean una
comunidad de hombres y mujeres. Esta comunidad es la tercera obra
que ellos me comunican. Esta comunidad será formada de acuerdo con
llamamiento que los jóvenes sentirán hacia la vida consagrada y
religiosa. Esta tercera obra es muy importante y se une a las otras dos
primeras en una sola cosa, pues nacerá de estos grupos y de las familias
formadas por Jesús y por la Virgen. Las tres obras forman parte de una
única obra, dividida en tres estilos de vida: Laica misionaria, familiar
y consagrada. De acuerdo con el llamamiento divino que los jóvenes
sentirán en sus corazones estas tres obras serán concretizadas y vividas
en sus vidas.
En cuanto a los fundamentos doctrinales se parte del principio
de que el Corazón de Jesús es digno de adoración como todo aquello
que se refiere a su persona. Se adora el Corazón en cuanto unido a la
Persona Divina del Verbo Encarnado. Por tanto, la devoción al
Corazón es devoción al amor divino, del cual el Corazón es el símbolo.
La comunidad será en honor al Corazón Castísimo de José, es
decir, los tres Sagrados Corazones unidos serán honrados, recordados
y amados en su amor, en la unión indivisible de las almas, en la unión
de los corazones, más tendrán el Corazón de San José como un punto
de referencia nuevo, en el sentido de que Dios desea que este Corazón
sea más conocido y amado en nuestro tiempo, porque es este Corazón
Castísimo el que nos llevará a amar perfectamente a Jesús y a Nuestra
Señora.
Y, por eso, los consagrados y religiosos serán llamados y
conocidos como Apóstoles del Corazón Castísimo de José, como
también Apóstoles de los Tres Sagrados Corazones. En esta
comunidad se vivirá la vida consagrada y religiosa, siguiendo el

95
ejemplo y las virtudes del Esposo de la Santísima Virgen y Padre y
Protector de Jesús. En esta comunidad se respirará el espíritu josefino.
Todos, por medio de San José, caminarán en la entrega total de su ser
y en la vida santa unida a Dios. La revelación del Corazón Castísimo
de José está enteramente unida a los Corazones de Jesús y María. En
la aparición del 25.12.1996, los tres estaban juntos, unidos en un solo
amor. No fue una aparición de una única persona, más de los tres:
Jesús, María y José. Entonces, podemos concluir que honrando al
Corazón de José nos estamos uniendo a los Corazones de Jesús y
María, porque fueron ellos dos los que nos revelaron el Corazón de
José a la Iglesia y al mundo en esta aparición. Así es la comunidad
pedida por los tres Sagrados Corazones:
En esta comunidad se buscará la vida de perfección y de
santidad a través del ejemplo, de las virtudes de San José y por las
gracias que Dios concederá, por medio de su Corazón Castísimo, a
todos los que recurrieren a Él por medio de este grande santo.
La Iglesia nos enseña que a Dios que nos revela todas las cosas
es debida la “obediencia de la fe”; por la fe, el hombre se entrega
totalmente y libremente a Dios, prestándole el obsequio pleno de la
inteligencia y de la voluntad y dando un voluntario asentimiento a su
revelación. La frase que se acaba de citar, que habla de la propia
esencia de la fe, se aplica perfectamente a José de Nazaret.

Mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera


en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención (cf.
Redemptoris Custos, 8). y es verdaderamente «ministro de la
salvación». Su paternidad se ha expresado concretamente «al haber
hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la
encarnación y a la misión redentora que está unida a él; al haber hecho
uso de la autoridad legal, que le correspondía sobre la Sagrada Familia,
para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber
convertido su vocación humana al amor doméstico con la oblación
sobrehumana de sí, de su corazón y de toda capacidad, en el amor
puesto al servicio del Mesías, que crece en su casa» «La paternidad se
expresó concretamente en haber hecho de su vida un servicio, al
misterio de la Encarnación y la misión redentora con la misma»(ibíd.),

96
Para esto, Dios participó a José en su propio amor paterno, aquel amor
«de quien toma nombre toda familia en el Cielo y en la tierra» (Ef. 3,
15).
Como todo niño, Jesús aprendió de sus padres las nociones
fundaméntales del vivir y el estilo de comportamiento. Y como no
pensar, con intima maravilla, en Su perfecta obediencia a la voluntad
de Dios maduró en Él bajo el perfil humano, sobre todo siguiendo el
ejemplo del padre José, «hombre justo» (cf. Mt 1, 19)

Siendo así, teniendo como base estas enseñanzas, esta


comunidad tendrá estas directrices, procurando vivir esta vida de
servicio, de oblación de sí misma, del corazón y de las capacidades en
el amor, para que Dios sea glorificado, adorado y amado por todos los
hombres:

1. Los jóvenes, hombres y mujeres, consagrarán sus vidas a Dios


a través del Corazón de San José, y por medio de él, los corazones de
Jesús y María, es decir, entregando todo su ser y sus vidas a Dios por
medio de este Corazón Puro y Santo, que los unirá al Corazón de Cristo
y al de la Virgen Madre. La consagración es debida a Jesucristo por
derecho y por naturaleza, porque Él es Rey y Señor de todas las cosas
y, consiguientemente, después a María Santísima y a San José, porque
son participantes de la “unión indivisible de los corazones y de los
ánimos, junto al Corazón de Cristo”.

2. Los hombres y las mujeres harán la consagración de sus vidas


a Dios prometiendo seguir las virtudes de San José que fue: justísimo,
castísimo, prudentísimo, fortísimo, obedientísimo, fidelísimo y
pacientísimo. Mas esta congregación estará en plena unión con los
Santísimos Corazones de Jesús y María. Así, los tres Sagrados
Corazones serán honrados y amados como la Santísima Trinidad
desea.
Además de estas virtudes San José poseía la templanza, y fue
humildísimo y estaba lleno de Sabiduría de Dios. El Espíritu Santo

97
actuaba en él con todas sus gracias y dones, haciendo que en San José
se halle el amor considerado como mas más santo, puro y virginal para
con Jesús y María. Si deseamos ser agradables a los Corazones de
Jesús y de María nos debemos santificar, y vivir esta pureza y santidad
que transfiguraron todo el ser de San José, que quedó abrasado por las
llamas de amor de estos Santísimos Corazones.

3. Además de consagrar sus vidas, siguiendo este grande


propósito no podrán jamás dejar de seguir las orientaciones que Jesús
dio al grupo y que desea que se vivan profundamente, como un estilo
de vida que sirve también para los consagrados: amor, fidelidad,
oración, vivencia de la Palabra de Dios, obediencia y humildad,
silencio, santidad y pureza.

4. En esta comunidad se recordarán y se vivirán profundamente


todas las nueve de la noche (21.00h) de cada día, pues ésta es la
hora de San José, la hora de las gracias santísimas de su Corazón
Castísimo para las familias, para la Iglesia y para el mundo, pues es la
hora de su tránsito glorioso, la hora en que su Corazón Castísimo fue
revelado al mundo y la hora en que Él reveló las grandes promesas de
su Corazón. Por tanto, es la hora de la intimidad con este Corazón santo
y virginal que tanto amó Jesús y María, rico por las bendiciones que el
Señor preparó como un nuevo vaso de gracias para la humanidad.
5. En esta comunidad los jóvenes y las familias se reunirán
algunas veces, para, junto con los consagrados, suplicar la misericordia
del Señor para el mundo, por medio del Corazón de José. Será así que
la obra de la Virgen será concretizada como Dios desea y, en medio de
muchos jóvenes y de muchas familias, surgirá en el mundo y para la
Iglesia nuevas vocaciones santas al sacerdocio y a la vida religiosa,
“no obstante, para sumergirse en el misterio del padre nutricio del
Redentor se hace necesaria una profunda contemplación de su silencio,
que de algún modo nos conduce a la vida interior de San José, por
medio de la cual él escucha a Dios y le obedece. Esta misma vida

98
interior es para la Iglesia camino de Santificación para la Iglesia en
nuestros tiempos.”

GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE SANTIDAD

Hablando en relación a la vida consagrada y su misión en la


Iglesia, el Papa Juan Pablo II, nos dio directrices a ese respecto, en la
Exhortación Apostólica “Vita Consacrata”.

Existencia «transfigurada»: llamada a la santidad

35. «Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de
miedo» (Mt 17, 6). Los sinópticos ponen de relieve en el episodio de
la Transfiguración, con matices diversos, el temor de los discípulos. El
atractivo del rostro transfigurado de Cristo no impide que se sientan
atemorizados ante la Majestad divina que los envuelve. Siempre que
el hombre experimenta la gloria de Dios se da cuenta también de su
pequeñez y de aquí surge una sensación de miedo. Este temor es
saludable. Recuerda al hombre la perfección divina, y al mismo tiempo
lo empuja con una llamada urgente a la «santidad».
Todos los hijos de la Iglesia, llamados por el Padre a
«escuchar» a Cristo, deben sentir una profunda exigencia de
conversión y de santidad. Pero, como se ha puesto de relieve en el
Sínodo, esta exigencia se refiere en primer lugar a la vida consagrada.
En efecto, la vocación de las personas consagradas a buscar ante todo
el Reino de Dios es, principalmente, una llamada a la plena conversión,
en la renuncia de sí mismo para vivir totalmente en el Señor, para que
Dios sea todo en todos. Los consagrados, llamados a contemplar y
testimoniar el rostro «transfigurado» de Cristo, son llamados también
a una existencia transfigurada. A este respecto, es significativo lo
expresado en la Relación final de la II Asamblea extraordinaria del
Sínodo: «Los santos y santas han sido siempre fuente y origen de
renovación en las circunstancias más difíciles a lo largo de toda la
historia de la Iglesia. Hoy necesitamos fuertemente pedir con

99
asiduidad a Dios santos. Los Institutos de vida consagrada, por la
profesión de los consejos evangélicos, sean conscientes de su misión
especial en la Iglesia de hoy, y nosotros debemos animarlos en esa
misión» [74]. De estas consideraciones se han hecho eco los Padres
de la IX Asamblea sinodal, afirmando: «La vida consagrada ha sido a
través de la historia de la Iglesia una presencia viva de esta acción del
Espíritu, como un espacio privilegiado de amor absoluto a Dios y al
prójimo, testimonio del proyecto divino de hacer de toda la
humanidad, dentro de la civilización del amor, la gran familia de los
hijos de Dios» [75].
La Iglesia ha visto siempre en la profesión de los consejos
evangélicos un camino privilegiado hacia la santidad. Las mismas
expresiones con las que la define —escuela del servicio del Señor,
escuela de amor y santidad, camino o estado de perfección— indican
tanto la eficacia y riqueza de los medios propios de esta forma de vida
evangélica, como el empeño particular de quienes la abrazan [76]. No
es casual que a lo largo de los siglos tantos consagrados hayan dejado
testimonios elocuentes de santidad y hayan realizado empresas de
evangelización y de servicio particularmente generosas y arduas.

Fidelidad al carisma

36. En el seguimiento de Cristo y en el amor hacia su persona


hay algunos puntos sobre el crecimiento de la santidad en la vida
consagrada que merecen ser hoy especialmente evidenciados.
Ante todo, se pide la fidelidad al carisma fundacional y al
consiguiente patrimonio espiritual de cada Instituto. Precisamente en
esta fidelidad a la inspiración de los fundadores y fundadoras, don del
Espíritu Santo, se descubren más fácilmente y se reviven con más
fervor los elementos esenciales de la vida consagrada.
En efecto, cada carisma tiene, en su origen, una triple
orientación: hacia el Padre, sobre todo en el deseo de buscar
filialmente su voluntad mediante un proceso de conversión continua,
en el que la obediencia es fuente de verdadera libertad, la castidad

100
manifiesta la tensión de un corazón insatisfecho de cualquier amor
finito, la pobreza alimenta el hambre y la sed de justicia que Dios
prometió saciar (cf. Mt 5, 6). En esta perspectiva el carisma de cada
Instituto animará a la persona consagrada a ser toda de Dios, a hablar
con Dios o de Dios, como se dice de santo Domingo [77], para gustar
qué bueno es el Señor (cf. Sal 3334, 9) en todas las situaciones.
Los carismas de vida consagrada implican también una
orientación hacia el Hijo, llevando a cultivar con Él una comunión de
vida íntima y gozosa, en la escuela de su servicio generoso de Dios y
de los hermanos. De este modo, «la mirada progresivamente
cristificada, aprende a alejarse de lo exterior, del torbellino de los
sentidos, es decir, de cuanto impide al hombre la levedad que le
permitiría dejarse conquistar por el Espíritu» [78], y posibilita así ir a
la misión con Cristo, trabajando y sufriendo con Él en la difusión de
su Reino.
Por último, cada carisma comporta una orientación hacia el
Espíritu Santo, ya que dispone la persona a dejarse conducir y sostener
por Él, tanto en el propio camino espiritual como en la vida de
comunión y en la acción apostólica, para vivir en aquella actitud de
servicio que debe inspirar toda decisión del cristiano auténtico.
En efecto, esta triple relación emerge siempre, a pesar de las
características específicas de los diversos modelos de vida, en cada
carisma de fundación, por el hecho mismo de que en ellos domina «una
profunda preocupación por configurarse con Cristo testimoniando
alguno de los aspectos de su misterio» [79], aspecto específico llamado
a encarnarse y desarrollarse en la tradición más genuina de cada
Instituto, según las Reglas, Constituciones o Estatutos [80].

Fidelidad creativa

37. Se invita pues a los Institutos a reproducir con valor la


audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras
como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de
hoy [81]. Esta invitación es sobre todo una llamada a perseverar en el

101
camino de santidad a través de las dificultades materiales y espirituales
que marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar la
competencia en el propio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a
la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las
nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a
la inspiración divina y al discernimiento eclesial. Debe permanecer
viva, pues, la convicción de que la garantía de toda renovación que
pretenda ser fiel a la inspiración originaria está en la búsqueda de la
conformación cada vez más plena con el Señor [82].
En este espíritu, vuelve a ser hoy urgente para cada Instituto la
necesidad de una referencia renovada a la Regla, porque en ella y en
las Constituciones se contiene un itinerario de seguimiento,
caracterizado por un carisma específico reconocido por la Iglesia. Una
creciente atención a la Regla ofrecerá a las personas consagradas un
criterio seguro para buscar las formas adecuadas de testimonio capaces
de responder a las exigencias del momento sin alejarse de la
inspiración inicial.

Oración y ascesis: el combate espiritual

38. La llamada a la santidad es acogida y puede ser cultivada


sólo en el silencio de la adoración ante la infinita trascendencia de
Dios: «Debemos confesar que todos tenemos necesidad de este
silencio cargado de presencia adorada: la teología, para poder valorizar
plenamente su propia alma sapiencial y espiritual; la oración, para que
no se olvide nunca de que ver a Dios significa bajar del monte con un
rostro tan radiante que obligue a cubrirlo con un velo (cf. Ex 34, 33)
[...]; el compromiso, para renunciar a encerrarse en una lucha sin amor
y perdón [...]. Todos, tanto creyentes como no creyentes, necesitan
aprender un silencio que permita al Otro hablar, cuando quiera y como
quiera, y a nosotros comprender esa palabra» [83]. Esto comporta en
concreto una gran fidelidad a la oración litúrgica y personal, a los
tiempos dedicados a la oración mental y a la contemplación, a la

102
adoración eucarística, los retiros mensuales y los ejercicios
espirituales.
Es necesario también tener presentes los medios ascéticos
típicos de la tradición espiritual de la Iglesia y del propio Instituto.
Ellos han sido y son aún una ayuda poderosa para un auténtico camino
de santidad. La ascesis, ayudando a dominar y corregir las tendencias
de la naturaleza humana herida por el pecado, es verdaderamente
indispensable a la persona consagrada para permanecer fiel a la propia
vocación y seguir a Jesús por el camino de la Cruz. Es necesario
también reconocer y superar algunas tentaciones que a veces, por
insidia del Diablo, se presentan bajo la apariencia de bien. Así, por
ejemplo, la legítima exigencia de conocer la sociedad moderna para
responder a sus desafíos puede inducir a ceder a las modas del
momento, con disminución del fervor espiritual o con actitudes de
desánimo. La posibilidad de una formación espiritual más elevada
podría empujar a las personas consagradas a un cierto sentimiento de
superioridad respecto a los demás fieles, mientras que la urgencia de
una cualificación legítima y necesaria puede transformarse en una
búsqueda excesiva de eficacia, como si el servicio apostólico
dependiera prevalentemente de los medios humanos, más que de Dios.
El deseo loable de acercarse a los hombres y mujeres de nuestro
tiempo, creyentes y no creyentes, pobres y ricos, puede llevar a la
adopción de un estilo de vida secularizado o a una promoción de los
valores humanos en sentido puramente horizontal. El compartir las
aspiraciones legítimas de la propia nación o cultura podría llevar a
abrazar formas de nacionalismo o a asumir prácticas que tienen, por el
contrario, necesidad de ser purificadas y elevadas a la luz del
Evangelio.
El camino que conduce a la santidad conlleva, pues, la
aceptación del combate espiritual. Se trata de un dato exigente al que
hoy no siempre se dedica la atención necesaria. La tradición ha visto
con frecuencia representado el combate espiritual en la lucha de Jacob
con el misterio de Dios, que él afronta para acceder a su bendición y a
su visión (cf. Gen 32, 23-31). En esta narración de los principios de la
historia bíblica las personas consagradas pueden ver el símbolo del

103
empeño ascético necesario para dilatar el corazón y abrirlo a la acogida
del Señor y de los hermanos.

Promover la santidad

39. Hoy más que nunca es necesario un renovado compromiso


de santidad por parte de las personas consagradas para favorecer y
sostener el esfuerzo de todo cristiano por la perfección. «Es necesario
suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo
de conversión y de renovación personal en un clima de oración siempre
más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más
necesitado» [84].
Las personas consagradas, en la medida en que profundizan su
propia amistad con Dios, se hacen capaces de ayudar a los hermanos y
hermanas mediante iniciativas espirituales válidas, como escuelas de
oración, ejercicios y retiros espirituales, jornadas de soledad, escucha
y dirección espiritual. De este modo se favorece el progreso en la
oración de personas que podrán después realizar un mejor
discernimiento de la voluntad de Dios sobre ellas y emprender
opciones valientes, a veces heroicas, exigidas por la fe. En efecto, las
personas consagradas «a través de su ser más íntimo, se sitúan dentro
del dinamismo de la Iglesia, sedienta de lo Absoluto de Dios, llamada
a la santidad. Es de esta santidad de la que dan testimonio» [85]. El
hecho de que todos sean llamados a la santidad debe animar más aún
a quienes, por su misma opción de vida, tienen la misión de recordarlo
a los demás.

«Levantaos, no tengáis miedo»: una confianza renovada

40. «Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: "Levantaos, no


tengáis miedo'"» (Mt 17, 7). Como los tres apóstoles en el episodio de
la Transfiguración, las personas consagradas saben por experiencia
que no siempre su vida es iluminada por aquel fervor sensible que hace

104
exclamar: «Bueno es estarnos aquí» (Mt 17, 4). Sin embargo, es
siempre una vida «tocada» por la mano de Cristo, conducida por su
voz y sostenida por su gracia.
«Levantaos, no tengáis miedo». Esta invitación del Maestro se
dirige obviamente a cada cristiano. Pero con mayor motivo a quien ha
sido llamado a «dejarlo todo» y, por consiguiente, a «arriesgarlo todo»
por Cristo. De modo especial es válida siempre que, con el Maestro,
se baja del «monte» para tomar el camino que lleva del Tabor al
Calvario.
Al decir que Moisés y Elías hablaban con Cristo sobre su
misterio pascual, Lucas emplea significativamente el término
«partida» (éxodos): «Hablaban de su partida, que iba a cumplir en
Jerusalén» (Lc 9, 31). «Éxodo»: término fundamental de la revelación,
al que se refiere toda la historia de la salvación, y que expresa el
sentido profundo del misterio pascual. Tema particularmente
vinculado a la espiritualidad de la vida consagrada y que manifiesta
bien su significado. En él se contiene inevitablemente lo que pertenece
al mysterium Crucis. Sin embargo, este comprometido «camino de
éxodo», visto desde la perspectiva del Tabor, aparece como un camino
entre dos luces: la luz anticipadora de la Transfiguración y la definitiva
de la Resurrección.
La vocación a la vida consagrada —en el horizonte de toda la
vida cristiana—, a pesar de sus renuncias y sus pruebas, y más aún
gracias a ellas, es camino «de luz», sobre el que vela la mirada del
Redentor: «Levantaos, no tengáis miedo».

105
Pintura de los tres Sagrados Corazones unidos de Jesús, María y José
Obra de Chiara Uccelli

CÓMO PARTICIPAR EN ESTA OBRA

La obra de los Tres Sagrados Corazones está dirigida a las


familias y a los jóvenes, así como a todos aquellos que desean seguir
este camino de fe, siguiendo la llamada de Dios, por medio de las
enseñanzas que Jesús, María y José nos transmitieron a lo largo de
estos años. Este camino espiritual nos ayudará a madurar en la fe y en
el amor.

Por medio de los tres Sagrados Corazones Unidos de Jesús,


María y José, el Cielo está tocando la tierra, ¡un tiempo de gracia!,
Dios es Amor y Él espera el mío, el tuyo, nuestro amor, Él espera eso,
con nuestra entrega y consagración a Él, por medio de los tres
Sagrados Corazones. Este es nuestro mayor don, consagrarse
espontáneamente a Dios por amor, pues ésta debe ser nuestra respuesta
a Él. La misión con los tres Sagrados Corazones es una misión santa,
pues nos conduce a la santidad. La perfecta realización de la voluntad
de Dios que transforma nuestra vida y nuestro ser, bendiciéndolo y

106
renovándolo en el sacrificio de Cristo realizado en cada celebración de
la Santa Misa. (Padre Leopold Grcar, franciscano, Eslovenia 2013)

Éste es el espíritu que debe motivarnos a vivir esta obra. Dios


nos llama a la santidad, a luchar cada día por nuestra propia
santificación y por la santificación de nuestros hermanos. Para vivir
esta vocación nuestra de santidad que el Señor nos propone seguiremos
las siguientes metas:

1) Tener propósito de seguir la llamada de Dios, formando parte


sea del grupo de jóvenes sea del grupo Familia;
2) ¿Cómo se hace esto? Haciendo su preparación, por medio de
la catequesis, la oración, la frecuencia de los sacramentos,
particularmente de los sacramentos de la confesión y de la comunión;
3) En el primer momento, para participar en esta obra se
comienza haciendo los nueve primeros viernes, primeros sábado y
primeros miércoles de mes. Esta será nuestra señal para entrar en esta
obra;
4) Para dar vigor a este llamamiento, comienza con tus amigos,
familiares o con quien lo desees, a reunirse para rezar el santo rosario,
perseverando en la oración. Escoged el día adecuado y mejor para que
todos puedan participar más asiduamente.
5) Tened un propósito en común, puede ser mensual o anual, y
procurad cumplirlo fielmente, a fin de que el grupo pueda aprender a
caminar y a realizar las peticiones de los tres Sagrados Corazones;
6) Cada miembro de estos grupos debe comprender que está allí
para ser la consolación y la reparación de estos Santísimos Corazones
unidos. El espíritu que nosotros vivimos en esta obra es: “¡Santificarse
y santificar al prójimo en el amor hasta el fin!” Este es nuestro lema,
nuestra aspiración, que nos impulsa a unirnos cada vez más a los
Corazones de Jesús, María y José, para que ellos sean más conocidos,
amados e invocados, a fin de que puedan dispensar con prodigalidad
la efusión de gracias, de bendiciones y de virtudes sobre todas las
almas;

107
7) La imposición del escapulario de San José será hecha,
después de los nueve meses de preparación. Esta imposición que se
hace durante una celebración de la Eucaristía, en la presencia del
sacerdote, que representa la Iglesia y la persona de Cristo, es el gran
paso que damos al Señor, donde le decimos que queremos permanecer
para siempre en este camino espiritual mientras vivamos en este
mundo, haciendo parte de esa gran familia, que tiene como modelo el
ejemplo de amor a la Sagrada Familia;
8) Estos nueve meses serán divididos en partes: los tres primeros
meses (1, 2 y 3) serán dedicados a la persona de San José; los meses
siguientes (4, 5 y 6) serán dedicados a la persona de María Santísima
y los tres últimos meses a Jesucristo (7, 8 y 9). Comenzamos por José
y María porque son ellos quienes nos llevaran al Corazón de Cristo,
Luz del Mundo. Los tres meses finales serán los meses de nuestra
decisión para consagrar nuestra vida a los tres Sagrados Corazones
unidos para siempre, siendo fieles a los deseos Santísimos de su
Corazones amadísimos.
9) La presencia del sacerdote es muy importante. Cada grupo
debe tener el padre espiritual que lo guíe y que sea un punto de
referencia en la fe. Si en el primer momento fuera difícil tener uno que
auxilie al grupo, los miembros deben comprender que deben rezar y
suplicar al Señor, pidiendo esta gracia para el grupo formado;
10) Todos los grupos formados tienen como Santos Protectores:
Santa Gemma Galgani, San Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores,
Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Juana de Arco, San Juan
Evangelista. Estos santos velan por el camino espiritual de sus
miembros e interceden delante de los tres Sagrados Corazones
constantemente, por sus necesidades espirituales y corporales.

MOTIVOS DE ESTA CONSAGRACIÓN

La consagración es debida a Jesucristo, por derecho de


naturaleza, como Rey y Señor de todas las cosas. Este universal y
solemne testimonio, de honra y piedad, es plenamente debido a

108
Jesucristo propio, porque Él es Rey y Señor de todas las cosas,
conforme escribió el Papa León XIII (1878.1903), en la carta encíclica
Annum Sacrum, de 25 de agosto de 1899, declarando que la
consagración de la humanidad al Corazón de Jesús es plenamente
necesaria y por eso después, en el año Santo de 1900, la humanidad
entera fue consagrada al Sagradísimo Corazón de Jesús. El 21 de julio
de 1899, con la Carta de la Congragación de los Ritos, aprobaba la
letanía en honor al Sagrado Corazón de Jesús y exhortaba a cumplir
las pías prácticas de los primeros viernes del mes y a dedicar el mes de
junio al Corazón de Jesús.
El culto al Sagrado Corazón es más que una devoción; es lo que
en toda la religión más nos toca, lo más eficaz, lo más alto. Para
acogerla en nuestra vida, es necesario nuestra adhesión por la fe, en el
amor, el amor hasta el final, que ama sin medida, a fin de que nuestra
respuesta más auténtica a Jesucristo sea nuestra consagración a su
Divino Corazón, un ofrecimiento de sí mismo, de aquellos que somos
y de aquello que tenemos, consolidando nuestro empeño de ser todo
de Dios, volviéndonos uno con Él.
Comprender el amor de Jesús por nosotros es aprender a reparar
por uno mismo y por los otros, amando a Dios y al prójimo. Para que
esta oferta sea perfecta y plena, el mismo Jesús desea que sea a través
de los Corazones Santísimos de María y José.

109
INTENCIONES DE ORACIÓN

La Virgen Santísima recomendó la participación en la Eucaristía


(si es posible diariamente) y la meditación de la Palabra de Dios del
día.

Lunes
Dedicado al Espíritu Santo;
A nuestro Santo Protector y Santos de Dios;
Por las Almas del Purgatorio.

Martes
Dedicado al Sagrado Rostro;
San Miguel, San Gabriel y San Rafael;
Ángel de la Guarda;
Por la santificación de las familias;
Por el Papa y por la Iglesia.

Miércoles
Dedicado a San José y a su Corazón Castísimo;
Por los jóvenes y por las vocaciones sacerdotales;
Por los enfermos y moribundos;
Recitar el rosario de San José. Si es el primer miércoles del mes
recitar el rosario entero de los sietes dolores y gozos con 1
Padrenuestro, 10 Ave José y 1 Gloria. En los demás miércoles rezar
los siete dolores y gozos con 1 Padre Nuestro, 1 Ave José y 1 Gloria;
Letanías de San José y oración de Consagración a su Castísimo
Corazón Castísimo.

110
Jueves
Día dedicado a la Eucaristía
Adoración a Jesús Eucarístico;
Hacer reparación y suplicar la misericordia de Dios para
nosotros y para los pecadores del mundo entero;
Vigilia en familia y/o hora santa desde las 11 a las 12 de la
noche.

Viernes
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y día de ayuno a pan y
agua;
Meditar la Pasión de Jesús;
Honrar su Preciosísima Sangre y sus Santas Llagas;
Si es posible hacer la Vía Sacra;
Letanía del de la Preciosísima Sangre de Jesús.

Sábado

Dedicado a Nuestra Señora y a su Corazón Inmaculado;


Hacer 20 minutos de compañía a Nuestra Señora meditando los
20 misterios del Rosario en el primer sábado de cada mes y hacer la
comunión reparadora;
Rezar la letanía y renovar la Consagración a la Madre de Dios.

Domingo

Dedicado a Dios Padre

111
TIEMPO DE DEDICACIÓN DURANTE EL DÍA

Hora Matutina
6.00: Ángelus y oración a San Miguel Arcángel;
Ofrecimiento del día y Consagración al Sagrado Corazón de
Jesús
9.00: hora del Espíritu Santo (Himnos y oraciones al Espíritu
Santo); Rosario;
Meditación de la Palabra de Dios;
Rosario de la Sagrada Familia;
Consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;

Medio día
12.00: Ángelus y oración a San Miguel Arcángel;
Rosario;
Siete Credos por los ateos, por los incrédulos y para fortificar
nuestra fe;
Consagración al Corazón Inmaculado de María;
15.00: Hora de la misericordia (recitar el rosario de la Divina
Misericordia y hacer meditación de la pasión de Jesús con lecturas y/u
oraciones);

Vísperas
Meditación de un mensaje de Nuestra Señora;
Rosario y consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;
Consagración al Corazón Castísimo de San José;
18.00: Ángelus

112
Completas
Rosario;
Cinco Salves por la apertura de los corazones endurecidos;
Recitación del rosario del Perdón
21h: hora de San José (recitar los sietes dolores y gozos de San
José con 1 Padre Nuestro, 1 Ave María y un Gloria);
Consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;
Oración al Ángel de la Guardia y a San Miguel Arcángel.

Edson conversando con la Virgen Santísima

113
ORACIONES
ENSEÑADAS POR JESÚS Y NUESTRA SEÑORA

1. Señor Jesús, creo en Ti. Pienso en Ti.


Te doy las gracias. Te glorifico. Te alabo. Te amo y te adoro.
Lávame con tu preciosísima Sangre y purifícame de todo mi pecado.
(30.07.95)

Última aparición (periodo inicial) ocurrida en Itapiranga el día 02.05.1998

2. Señor, abre mi corazón, para que pueda comprender tu


Palabra como Nuestra Señora. Amén.
(San Miguel el 25.12.95)

114
3. Gloria a Dios y bendito sea Nuestro Señor y la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María. Amén.
(San Miguel el 25.12.95)

4. Jesús, te amo. Jesús, te adoro. Jesús, quiero que vivas dentro


de mi corazón.
(13.12.95)

115
5. Mi glorioso San José, acuérdate y ayuda a mi familia: hoy,
mañana y siempre. Amén. (3 veces)

6. Oh Jesús, sé nuestra luz, nuestra fuerza y nuestra vida. Jesús,


sálvanos de todo mal y de todo peligro. Jesús confiamos en Ti.
Creemos que nuestros problemas más urgentes se están resolviendo.
Salva nuestras familias. Salva nuestros hermanos alejados, incrédulos
y ateos. Salva el mundo entero y las familias que no viven la paz y el
amor. Amén.

116
7. Oh Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, en este
momento nosotros nos consagramos a vosotros verdaderamente, con
todo nuestro corazón. Protegednos y defendednos contra los males de
este mundo, para que nuestros hogares sean consolidados siempre en
el amor infinito de Dios.
Jesús, María y José, nosotros os amamos con todo nuestro
corazón. Queremos ser totalmente vuestros. Ayudadnos a hacer la
voluntad del Señor, verdaderamente. Guiadnos siempre a la Gloria
del Cielo, ahora y siempre.
(3.03.97)

117
“Todos aquellos que te honren y recurran a ti serán conducidos a la
gloria de mi Reino”

8. Señor Jesús, aumenta mi fe, renovándola con tu Amor Divino


y tu Santa Luz, para que yo pueda servirte y seguirte verdaderamente.
Jesús, confío en Ti. Amén.
(15.02.97)

118
9. ROSARIO DE LA SAGRADA FAMILIA

Inicio
Oración: Mi Sagrada Familia del Cielo, guíame por el camino
recto, cubridme con vuestros mantos sagrados y protegedme de todo
mal, durante mi vida aquí en la tierra y siempre. Amén.
(Padrenuestro, Ave María, Gloria)
Sagrada Familia y ángel mío de la guardia, rogad por mí.
Amén.

Credo…

En las cuentas grandes:

Dulce Corazón de Jesús, sé nuestro amor.


Dulce Corazón de María, sé nuestra salvación.
Dulce Corazón de José, sé el guardián de nuestra familia.

En las cuentas pequeñas:

Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas.

Al final:

Sagrados Corazones unidos de Jesús, María y José, haced que


os ame cada vez más.
(7.01.97)

119
10. ROSARIO DE LAS LLAGAS DEL CORAZÓN DE
MARÍA.

Este Rosario para Nuestra Señora me lo enseñó ella, en su


aparición del día 11.04.95, para que fuera rezado por todos sus hijos,
en reparación a Dios por los pecados cometidos por el mundo entero
y para la salvación eterna de las almas.

OFRECIMIENTO: Oh Corazón Doloroso y Llagado de María,


os ofrezco este rosario que voy a rezar meditando los grandes dolores
y tristezas que te causan a Ti la pérdida de innumerables almas, que
cada día se precipitan eternamente en el fuego del infierno. Lo ofrezco
en reparación a Dios, por tantos pecados y blasfemias, que son la
causa de la pérdida de estas almas, para que así, estas mismas almas
encuentren en tu Corazón dolorido y llagado gracia y alimento,

120
obteniendo de Dios, a través de tu poderosa intercesión, la Salvación
Eterna. Amén.

En las cuentas del Padrenuestro:


Jesús Inmaculado, ten piedad de nosotros, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno. Por la intercesión de la Bien
Aventurada Virgen María y de Sus Lágrimas de Sangre.

En las cuentas del Ave María:


Oh Corazón de María, llagado de dolor por la pérdida de
muchos pecadores, salva las almas de tus hijos queridos, del peligro
de caer en el fuego del infierno.

Al final:
Padre Amado, te amo. Madre Amada, te amo. Padre Amado y
Madre Amada, os amo, os amo, os amo. (3 veces)

CONSAGRACIÓN AL DOLOROSO E INMACULADO


CORAZÓN DE MARÍA
(Enseñada por Nuestra Señora)

Oh Corazón Doloroso e Inmaculado de María, profundamente


herido por una llaga ardiente y viva, causada, principalmente, por la
pérdida de muchas almas. Yo, tu hijo/a querido/a, vengo en este
momento a consagrarme a tu tan Doloroso e Inmaculado Corazón
prometiéndote ser fiel a las enseñanzas de tu Hijo Jesús, especialmente
en aquel gran Mandamiento Nuevo, enseñado por Jesús en la última
cena: Amaos unos a otros como Yo os amo.
Oh María, Virgen Dolorosa, ten compasión de nosotros e
intercede ante tu Hijo Jesús por nuestra eterna salvación.

121
Consagramos toda nuestra vida, nuestra alma y nuestro cuerpo,
así como toda nuestra familia a tu Doloroso e Inmaculado Corazón.
Guíanos y protégenos de todo peligro, principalmente de
nuestro gran enemigo, aléjalo de nosotros y danos fuerzas para vencer
sus seducciones y sus ataques contra nosotros.
Oh Virgen Purísima, cúbrenos con tu Pureza y ayúdanos a vivir
totalmente puros para tu Hijo Jesús, para que, como Tú, podamos
brillar en santidad y así poder conquistar el poder mirar a tu Hijo
Jesús por toda la eternidad. Amén.

11- Oh María, Virgen Santísima e Inmaculada, bendícenos y


protégenos contra todo mal. En este momento nos entregamos,
verdaderamente, a Ti, de corazón, de alma y de cuerpo. Oh Madre de

122
Dios, sé nuestra salvación ahora y en el último momento de nuestra
vida. Llévanos a Jesús y pide por nosotros al Señor, para que Él nos
dé su Paz y su Amor. Amén.
(14.04.97- San Miguel)

12. Hijo, cuando veo tantas perversidades en el mundo mi


Corazón se parte en varias partes y duele mucho. Dadme cariño ante
el Santísimo Sacramento del Altar. Decid así:
Padre del Cielo, os amo. Échate aquí en mi hombro. Te quiero
hacer una caricia y pedirte perdón por todas las personas que no te
saben acariciar y pedir tu perdón. Perdóname Señor. Amén.
(3.04.97)

123
13. De hoy en adelante, durante tu vida aquí en la tierra, cuando
entres en una Iglesia, busca primero el Santísimo Sacramento del
Altar. Ora un poco, después busca un lugar para sentarte.
Esta oración es para que se haga ante el Santísimo Sacramento
del Altar:
Oh Mi Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, estoy aquí
ante Ti, para pedirte lo que sea necesario para mi familia y para
todas las personas del mundo entero y te doy las gracias por todo lo
que Tú ya hiciste por ellas, por mis familiares hasta la cuarta
generación, por los familiares de mi esposo/a hasta la cuarta
generación y por la humanidad entera.
Te doy las gracias Señor, por todas las personas que no saben
darte las gracias. Amén.
Desde donde estés, de rodillas, de pie o sentado continua a
orar:
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mi familia, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mis familiares hasta la cuarta generación, perdona sus pecados y
dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
los familiares de mi esposo/a, hasta la cuarta generación, perdona
sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mis vecinos, de mis amigos, de mis enemigos, de los agonizantes, de
las almas del purgatorio, de los encarcelados, de los perversos, de los
malhechores, de los criminales, perdona sus pecados y dales la
salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
los ateos, de las personas que te aman, de las personas que nos
persiguen, de las personas que nos critican, de las personas que no
saben amar a Dios sobre todas las cosas y a sus hermanos como a sí
mismos, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.

124
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
las madres que abortaron a sus hijos, de las madres que
abandonaron a sus hijos, de las personas que abandonaron a su
padre y a su madre en los asilos, de las personas que cometieron
adulterio, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
todos tus hijos, de los buenos y de los malos, muchos de ellos no
saben lo que hacen. Amén

Gracias por atenderme. Yo y Mi Madre te bendecimos: en


nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
(2.04.97 - Jesús)

Rezad por la Iglesia y por los sacerdotes, ¡Misericordia Señor!

125
14. Oh Jesús, nosotros te amamos de todo corazón. Sálvanos de
todos los males y peligros. Sé para todos nosotros nuestra eterna
salvación. Oh Jesús, queremos ser totalmente tuyos, danos tu gracia
para que podamos, verdaderamente, vivir tu Palabra.
Jesús, que nuestras vidas estén empeñadas en el amor, en el
servicio, en las buenas obras para con quien necesita de tus
bendiciones. Envíanos el Espíritu Santo de donación para que estemos
enteramente dispuestos a vivenciar el evangelio, renovando todo y
todas las cosas. Nosotros te amamos y nos entregamos a Ti verdadera
y profundamente ahora y siempre. Amén.
(28.04.97 – que los sacerdotes recen diariamente pidiendo la
gracia y la santidad de Dios)

15. Señor Jesús, os pido que en este momento tu Santísima


Voluntad se cumpla en mi vida, para que, sirviéndote, pueda vivir en
paz, llevar la paz, transmitiéndola a todos mis hermanos que no la
poseen.
Oh Jesús Amado, mi corazón está herido a causa de los pecados
cometidos y de las repetidas caídas. Ven a ayudarme con tus Santas
Manos, cura mi corazón que tanto precisa de tu Amor.
Transforma mi corazón de piedra en un corazón de carne,
renovándolo totalmente en el amor y por el amor. Te amo, Jesús mío,
y que mi amor pueda consolar tu Sagrado Corazón y el Corazón
Inmaculado de la Santísima Virgen, así como también el Corazón
Castísimo de San José. Deseo pertenecer totalmente a Ti y que en la
hora de mi muerte Tú seas mi Jesús, mi eterna felicidad y la paz de mi
corazón. Amén.
(11.07.97)

16. Señor, santifica todos los sacerdotes, por los méritos de Tu


Santa Pasión, para que ellos puedan ser tu verdadera Imagen, pura y
santa, en el mundo. Amén.

126
17. Señor, por la amargura que sentisteis por el beso traidor de
Judas, haz volver a la gracia santificante a todos los sacerdotes que
fueran infieles a su vocación y que continúan obstinados en los
pecados del mundo. Te lo pedimos por la intercesión del Corazón
Inmaculado de María y del Corazón Castísimo de San José.
(20.10.97)

18. Mi Jesús Misericordioso, deseo ser uno de aquellos que


venga a consolar tu Santísimo Corazón. Fórmame en la vivencia del
amor, de la paz y de la unión.
Jesús, cada día que pasa mi amor por Ti necesita crecer en
fervor. Ayúdame a amarte más y más, pues mi vida sólo depende de la
Tuya, porque el Señor es el dueño de mi vida.
Gracias Jesús por todas las gracias recibidas. Que mi corazón
te ame, te adore y te glorifique en cada momento. Amén.
(24.10.97)

19. Señor, yo creo, mas aumenta mi fe, por intercesión del


Inmaculado Corazón de María y del Corazón Castísimo de San José.
(3 veces)
(20.11.97)

20. Señor, salva las familias de la perdición y de la condenación


eterna. Que la Virgen María, Reina de la familia, sea nuestra
protectora e intercesora junto a Ti, para que recibamos de tu Sagrado
Corazón las gracias necesarias que nos conducirán a la Gloria del
Paraíso. Amén.

21. Mi Glorioso San José, por las gracias de tu Castísimo


Corazón, salva a la Santa Iglesia de los ataques de satanás y defiende
con tu intercesión y poder la devoción a los Corazones de Jesús y
María. Dios te otorgue un gran poder y gloria.

127
Quiero ser para toda la vida vuestro siervo y amarte con el
mismo amor de Jesús y María. Amén.
(23.11.97- Jesús)

22. Consagración a María, Reina de los Jóvenes.

Oh María, Reina de los jóvenes, a tu Corazón Inmaculado nos


consagramos en este momento. Deseamos ser para Ti tus siervos
fieles. Madre querida, salva a todos los jóvenes del camino de la
perdición.
Prometemos testimoniar a Jesucristo a todos los jóvenes que no
conocen su amor y tu amor de Madre. Madre de Dios, sé nuestra guía.
Somos tus hijos tan frágiles y pequeños que todavía no saben cómo
caminar y vivir el verdadero Amor.
Sé nuestra guía hasta Jesús, nosotros te amamos y te damos las
gracias por ser nuestra Madre y la Reina de todos los jóvenes. Reina
del mundo con tu Hijo y entre todos los jóvenes. Amén.
(24.11.98)

23. Padre, hágase tu Voluntad y que tu Nombre sea siempre


glorificado. Padre, te agradezco todo aquello que Tú, Señor, continuas

128
realizando en mi vida, por mi salvación. Quiero ser tuyo y amarte con
un amor sin medida. Toma mi corazón, porque es tuyo. Padre, te amo,
te amo, te amo. Amén.
(1.04.99)

24. Oh Jesús amado, nosotros deseamos hacer tu Voluntad.


Quédate siempre con nosotros y defiéndenos contra todo mal. Oh
Jesús, nosotros te amamos, te adoramos y glorificamos. Sé nuestra
fuerza y nuestra luz. Que tu paz esté siempre en mi corazón. Sálvame,
sálvame, sálvame, como también a toda mi familia. Mi corazón es
tuyo, ahora y siempre. Amén.
(26.04.00)

129
25. María, Reina de la Paz, concédenos por tu intercesión la
curación de nuestros cuerpos y de nuestra alma. Pide a Dios por
nosotros, porque somos tus hijos que precisan de tu Auxilio Materno.
Tú eres nuestra maternal Madre que nunca desampara a sus hijos en
sus aflicciones. Gracias María Santísima, mi Madre querida, por tu
Amor y porque pides por nosotros a Jesús, tu Adorable y Divino Hijo.
Nosotros te amamos y te damos las gracias por todo lo que haces por
nosotros. Gracias, gracias, gracias. Amén.
(5.06.00)

26. Ven Espíritu Santo y renueva toda la humanidad con tu


Divino Amor. Transforma nuestros corazones endurecidos y sin amor
en un horno vivo de amor ardiente. Oh Espíritu Santo, realiza tus
maravillas en nuestras vidas y permite que tu Inmenso Amor pueda ser
llevado a todos los hombres, para que conozcan siempre tu Santa
Presencia. Oh Espíritu Santo, la Iglesia precisa ser renovada y
transformada por tu Luz. Que Ella pueda volver a ser reanimada y
viva en la fe, para que aún los milagros de vuestro Amor sean
realizados. Ayúdanos a ser fieles a nuestros compromisos para con la
Iglesia, para que ningún obstáculo o barrera nos aleje de la fidelidad
a Ella. Te consagramos nuestra vida, nuestra alma, nuestro corazón a
Ti. Gracias porque eres nuestro Dios y nuestro Soberano Señor.
Ilumínanos, guíanos y protégenos. Amén.
(11.06.00)

130
27. ¡Misericordia Jesús! Misericordia para todos los
pecadores. Misericordia para toda la humanidad. (3 veces)
(10.07.03)

28. Oh Jesús, queremos entregarte nuestros corazones a Ti,


para que cada día sean iluminados por tu Gracia Divina. Oh Jesús,
acepta todo aquello que yo te ofrezco en reparación por tantos
ultrajes, blasfemias y sacrilegios que son cometidos por todos los
hombres, en muchos lugares del mundo. Acoge mi ofrecimiento que te
hago a Ti, y que mi amor, que es tan poco, pueda al menos consolarte
y alegrarte. Realiza tu Voluntad en mi Vida, y en mi nada haz tu obra
de amor, porque soy tuyo. Jesús, yo te amo, te amo, te amo. Amén
(9.10.03)

29. Oh Jesús, yo te amo y te ofrezco mi corazón para que lo


transformes en tu morada. Oh Jesús, deseo vivir unido a Ti dando
testimonio a todos mis hermanos de tu Amor Misericordioso. Jesús,
sálvame, sálvame, sálvame. Amén
(25.12.04)

30. Oh Señor, bendice el mundo entero y las familias. Ayúdanos


a vivir el amor, la paz y la unión constantemente, para que tu Gracia
renueve toda la faz de la tierra. Señor, ten misericordia de aquellos
que todavía no se deciden a seguir tu llamada. Ayúdanos a encontrar
tu Luz que ilumina y salva, y así todos los corazones se abrirán a Ti.
Señor, misericordia. Amén
(28.11.04)

131
Mi alma esta triste hasta la muerte

31. Oh Jesús, ten misericordia de todos nosotros, pobres


pecadores. Lávanos con tu Preciosísima Sangre y conviértenos. Jesús,
creo en Ti. Jesús, confío en Ti. Sálvanos, Señor. Salva el mundo y la
Iglesia. Amén.
(23.10.05)
32. Jesús, dame tu Luz, tu Gracia y tu Amor. Jesús, cura mi alma
de todo mal, libérame de toda flaqueza y de todas las cosas negativas
de mi pasado. Yo quiero ser tuyo y hacer tu Voluntad. Amén.

132
(15.01.07)
33. Oh María Reina del Mundo, ruega por el mundo entero y
especialmente por Brasil.
(11.04.95)

34. Ven Espíritu Santo, y renueva nuestros corazones, nuestras


almas, nuestras familias y toda la faz de la tierra con tus cálidos rayos
de Amor y de Luz.
Ven Espíritu Santo, dador de todas las gracias y dones,
abrásanos con tu Luz abriéndonos a la Gracia Divina y santifícanos
con tu Santa Presencia.
Ven Espíritu Santo, bendice a toda la humanidad, a toda la
Santa Iglesia, iluminándola con tu Luz, revistiéndola con tu poder y
renovándola con el Fuego Purísimo venido del Corazón del Padre, del
Hijo y de Ti, Luz Pura y Santa, ¡oh Soberano Señor y Santificador de
nuestras almas!
Ven Espíritu Santo, y hazte cargo de todo mi ser. Ven a ser el
Dueño de mi corazón y de toda mi vida. Soy enteramente tuyo. Haz de
mi lo que Tú apruebes. Estoy aquí para hacer tu Voluntad y para que
tu Palabra Viva: Palabra de Vida y de Verdad, sea la Fuerza y la
Fuente que haga brotar de mi corazón ríos de Agua Viva. Amén.
(2.01.97)

133
“«Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate
allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a
Egipto”
(Mt 2, 13-14)

35. ROSARIO DEL PERDÓN

Inicio: Credo
En las cuentas del Padrenuestro: mi Jesús Crucificado, por tu
sangre derramada perdona nuestros pecados, Señor. Perdón,
perdón, perdón.
En las cuentas del Ave María: Perdón, perdón Señor, perdona
nuestros pecados Señor.
Al final: Salve

Jesús y Nuestra Señora me enseñaron este rosario a mí y a mi


madre para que todos lo puedan recitar siempre pidiendo perdón de
sus pecados. Por medio de este rosario Jesús nos concede la gracia de
saber perdonar a quien nos ofendió y de saber pedir perdón nuestros

134
pecados y faltas, librándonos de la soberbia, del orgullo y de una vida
de falsa humildad.
36. ¡Oh Madre mía, María Santísima y Padre Virginal mío, San
José, dadme vuestros Corazones Santísimos para que yo pueda recibir
dignamente, a nuestro Señor Jesús Cristo, como Él mismo merece! (3
veces)
Nuestra Señora me enseñó esta oración para rezarla antes de
recibir la Santa Comunión. Esta oración prepara nuestros corazones
para Jesús. En este momento, Ella y San José unen sus Corazones
Santísimos con los nuestros, santificándonos y volviéndonos dignos de
recibir a Jesús en la Eucaristía.

135
37. Hoy, domingo, 29.12.96, fiesta de la Sagrada Familia,
Nuestra Señora me enseñó una consagración para rezarla a los tres
Corazones Unidos en un solo Amor:
Enseñe esta consagración a todos tus hermanos. Es la
consagración a los tres Corazones. Esta consagración será hecha a
nuestros tres Corazones unidos en un solo amor. Haced la señal de la
cruz al decir las palabras y consagren todo vuestro ser a nuestros
Santísimos Corazones que tanto os aman.
Sagrado Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María y
Corazón Castísimo de San José, yo os consagro en este día mi mente
(+), mis palabras (+), mi cuerpo (+), mi corazón (+), mi alma (+),
para que vuestra Voluntad sea haga a través de mí, en este día.
Amén.
Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Esta consagración debe ser hecha tres veces al día: por la
mañana, por la tarde y por la noche. Es importante hacer la señal de
la Santa Cruz en el momento en que se dicen las palabras.

“Como estás viendo, manda pintar


un cuadro. Son nuestros tres Corazones
unidos en un solo Amor. Este cuadro será la
protección de la Sagrada Familia para todas
las familias del mundo entero” (N. Sra. el
25.12.96)

136
38. Oh Jesús, ten misericordia de todos nosotros, pobres
pecadores. Lávanos con tu Preciosísima Sangre y conviértenos. Jesús,
creo en Ti. Jesús, confío en Ti. Sálvanos, Señor. Salva el mundo entero
y la Iglesia. Amén.
(23.10.05)

39. Oh Señor, ayúdanos a comprender que la vida es un gran


don dado por Ti, para que podamos vivir este amor unidos a Ti y a
todos nuestros hermanos. Señor, transforma todos los jóvenes en
verdaderos apóstoles de tu Hijo Jesús Cristo. Que cada joven sea un
fiel testimonio del amor de Cristo y de su resurrección en el mundo.
Por medio de los merecimientos de Jesús, concede a todos los jóvenes,
Señor, tu Infinita Misericordia, para que vivan libres de todo mal y
glorifiquen sin cesar tu Nombre por los siglos de los siglos. Amén.

137
40. Oh Sagrado Corazón de Jesús, sé mi única Luz y Fuente de
Eterna Salvación. Que Tú estés siempre conmigo todos los días y con
tu Bendición, tu Paz y tu Amor, transformes mi corazón endurecido en
un verdadero ramillete de flores del Paraíso. Yo te amo, te adoro, te
glorifico ahora y siempre. Amén.

41. Jesús, María y José, bendecid nuestra familia. Jesús, María


y José, protege nuestra familia. Jesús, María y José, yo os amo con
todo mi corazón, con toda mi mente y con toda mi vida. Amén.

42. Piedad Señor, para los Obispos desobedientes. Piedad


Señor, para los sacerdotes rebeldes. Piedad Señor, para los
consagrados que viven como verdaderos paganos. (3 veces)

138
43. Jesús, ten misericordia de todas las familias. Ten
misericordia de los esposos y de las esposas infieles que comenten
terribles pecados. (3 veces)

44. Oh María santísima, Madre de la Divina Eucaristía,


intercede por nosotros ante tu Hijo Divino, pidiéndole perdón de todas
nuestras faltas y ofensas cometidas contra Él en todos los
tabernáculos del mundo. Amén.

45. María Santísima, Madre de Gracia Divina, cúbrenos con tu


Manto Inmaculado y concédenos la gracia de la Salvación Eterna por
tu intercesión ante tu Divino Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

139
46. Mi Señor y Mi Dios, te amo y te adoro. Ayúdame a ser un
nuevo Cristo, para que pueda llevar tu Palabras a mis hermanos.
Ayúdame a hacer tu Voluntad y a que, con el ejemplo de María
Santísima, tu Madre, pueda en todo ser humilde, simple y pequeño.
Señor Jesús, deseo ser totalmente tuyo y te pido, en este momento, que
me bendigas a mí y bendigas mi vocación. Señor, yo estoy aquí para
servirte. Que tu espíritu Santo se derrame poderosamente sobre mí
con todos sus dones. Ilumíname, guíame y condúceme siempre. Amén.

47. Mi Glorioso San José, por las gracias de tu Corazón


Castísimo, salva a las Santa Iglesia de los ataques de satanás y
defiende con tu Intercesión y Poder la devoción a los Corazones de
Jesús y María. Dios te otorgó un gran puesto en el Cielo y un gran
poder y gloria. Quiero ser para toda la vida tu siervo y amarte con el
mismo amor de Jesús y María. Amén.

140
48. Corazón Castísimo de San José, protege y defiende a mi
familia contra todo mal y peligro. Corazón Castísimo de San José,
derrama sobre la humanidad entera las gracias y las virtudes de tu
Corazón Castísimo.
San José, me entrego realmente a Ti. Te consagro mi alma y mi
cuerpo, y mi corazón y toda mi vida. San José, defiende la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón Inmaculado de
María. Con las gracias de tu Corazón Castísimo destruye los planes
de satanás. Bendice a toda la Santa Iglesia, al Papa, a los Obispos y
a los sacerdotes de todo el mundo. Nosotros nos entregamos a Ti con
amor y con confianza, ahora y siempre. Amén.

A ti te revelo las maravillas y las gracias de mi Corazón


porque tu corazón debe ser unido al Mío por el Amor

141
49. Oh Madre Santísima, que vuestra Mirada maternal y llena
de Amor esté siempre velando por mí y por mi salvación. Que mi
familia pertenezca totalmente a tu Hijo Jesús, a través de tu Corazón
Inmaculado. Reina del Rosario de la Paz, inflama nuestros corazones
con la Paz de Dios, para que podamos testimoniarla todos los que
necesitan bendiciones y gracias del Cielo. Sé nuestro refugio de
protección, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

142
50. A tu Corazón Castísimo nos consagramos, en este día, oh
Glorioso San José. Consagramos nuestras familias y todo lo que
tenemos. Así como tú protegiste a Jesús y a María, protege también,
oh mi amado Protector, mi alma y mi vida contra los peligros que me
cercan y atentan contra mí. Oh Glorioso San José, enséñame a amar
profundamente los Corazones Santísimos de Jesús y de María, a fin de
que llegue a amar, profundamente como ellos, tu Castísimo Corazón,
honrándolo y haciéndolo conocido, porque Tú mereces y debes ser
honrado y amado por toda la humanidad. Amén.

51. Oh San José, colocamos en tus manos nuestra vida, nuestra


familia. Tú sabes lo que más aflige nuestro corazón. Tú conoces
nuestras angustias y penas. Que tu manto protector, manto de Paz y
de Amor se extienda sobre toda la Iglesia y sobre el mundo entero.
Defiende a los oprimidos; levanta a los caídos; intercede por la

143
curación de aquellos que se encuentran ciegos espiritualmente,
porque el orgullo y la soberbia se hicieron con ellos. Haznos dóciles,
obedientes y humildes ante la llamada de Dios y que nuestro sí,
resuene siempre en nuestros labios, así como hizo tu Esposa
Inmaculada. Llévanos a Jesús, verdadera Luz y Vida para nuestras
vidas. Amén.

Mi Hijo Jesús ya no soporta tantos pecados en el mundo.

52. Oh Jesús, Verdadero Cordero de Dios, ten piedad de


nosotros. Ten piedad de los pobres pecadores. Ten piedad de aquellos
que no saben lo que hacen, para que aprendan a hacer la Voluntad
del Padre así en la tierra como en el Cielo. Danos tu Amor y tu Perdón.
Haz resplandecer tu Mirada Misericordiosa sobre nosotros y tu Santo
Rostro, y seremos salvados. Amén.

144
53. Novena a la Reina del Rosario y de la Paz de Itapiranga
(enseñada por Nuestra Señora a Edson Glauber)

Oh María, Virgen Inmaculada, nosotros somos tus hijos que


venimos hasta tus pies para suplicar las gracias que sean provechosas
para nuestro propio bien y para el mundo. Por tu maternal intercesión
ayúdanos a hacer la Voluntad de Dios y sé aquella que nos conduzca
por el camino del Amor y de la Paz. Tú eres la toda Pura, la Perfecta
y Bendita entre todas las mujeres, por tu Pureza Virginal líbranos de
las tentaciones y de los males actuales que el demonio nos lanza en
cada momento. Oh Madre Inmaculada, Reina del Cielo y de la Tierra,
queremos que nuestra alma resplandezca por las gracias que te
embellecen y así como venciste los ataques del maligno y tuviste una
fe inquebrantable, obtennos el poder perseverar en todas las pruebas
de la vida y salir siempre victoriosos en cada batalla librada. Reina
del Rosario y de la Paz, ruega por nosotros y danos la Paz.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Oh María, temible como un ejército en orden de batalla, se


nuestra fiel Compañera y Comandante en esta vida y en esta gran
batalla espiritual. Tú eres la Aurora que resplandece en Gracia,
Santidad y Virtudes, hermosa como la Luna y Aquella que es revestida
por los rayos luminosos el Sol Divino, el Dios Altísimo. Mira con tus
ojos misericordiosos a todos tus hijos terriblemente atacados por el
enemigo de la salvación: cuántos son aquellos que son tentados y
corren el peligro de perder la pureza del corazón, del alma y del
cuerpo. Sé, oh María, el refugio seguro para todas las almas afligidas
y frágiles que recurren a tu amorosa Protección. Por medio de tu
Concepción Inmaculada da fuerza a los débiles, consuelo a los
afligidos, pureza a los que se sienten turbados en lo más íntimo de su
ser. Eres la Abogada de los pecadores y el Asilo seguro de todos
aquellos que desean el Auxilio y la Luz del Omnipotente. Tú eres la
Mística Luna que Ilumina a los hombres que se encuentran en la más

145
densa tiniebla del pecado, indicando a todos el camino seguro que
lleva a la gracia, al arrepentimiento y a la Salvación Eterna. Reina
del rosario y de la Paz, ruega por nosotros y danos la Paz.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Santísima Virgen María, Reina Inmaculada, por los méritos y


gracias con que Dios embelleció tu alma, Pura y sin mancha, te
pedimos que nos socorras en nuestras más apremiantes necesidades y
aflicciones y que nos concedas las gracias que nos sean provechosas
para nuestra santificación y salvación eternas. Oh María, socorre a
las familias, a los padres, a las madres, a los hijos. Salva a la Santa
Iglesia y conduce a los ministros de Dios por el camino de la renuncia
y de la abnegación de sí mismos, para que la Luz de Cristo brille como
Fuente de Salvación y Gracia a todos los hombres y a todos los
pueblos.
Virgen Pura, salva a todos los jóvenes de las tentaciones y de
las celadas contra la pureza e infunde en sus corazones las gracias
que brotan de tu Corazón Puro e Inmaculado. Sabemos que si
recurrimos a Ti la Gracia del Señor será abundante en nuestra vida y
su Luz Divina iluminará nuestro camino, porque por una petición
vuestra, el Rey del Cielo y de la Tierra estará dispuesto a derramar su
misericordia sobre todos aquellos que honren y alaben tu Santa e
Inmaculada Concepción. Por tu Santa e Inmaculada Concepción, oh
María, vuelve puro mi corazón y santa mi alma. Reina del Rosario y
de la Paz, ruega por nosotros y danos la Paz.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

146
54. ROSARIO DE LOS SIETE DOLORES Y GOZOS DE SAN
JOSÉ

“Cualquier gracia que pidas a San José, Él ciertamente la


concederá”
(Santa Teresa de Ávila)

INICIO

CREDO
Padrenuestro

Nosotros, San José, honramos tu Corazón Castísimo, te


honramos a ti, que fuiste escogido por Dios Padre, para ser el padre
adoptivo de Jesús y el Protector de la Santa Iglesia.
Ave José, hijo de David, …
Nosotros, San José, honramos tu Corazón Castísimo, te
honramos a ti, que fuiste escogido y amado por Dios Hijo, para ser su
Padre Virginal, a quien Él obedeció y respeto en su vida terrena.
Ave José, hijo de David, …
Nosotros, San José, honramos tu Corazón Castísimo, te
honramos a ti, que fuiste escogido por el Espíritu Santo para ser el
Esposo Justo, Casto y Santo de la Bienaventurada Virgen María.
Ave José, hijo de David, …
Gloria al Padre…

¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad, almas!


Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

147
1er Dolor y Gozo de San José
LA DIVINA MATERNIDAD DE LA VIRGEN MARÍA

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre,


María, estaba desposada con José y, antes de empezar a vivir juntos,
se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como
era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en
secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció
en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a
María tu mujer porque lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará
a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese
el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la Virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel,
que traducido significa: «Dios con nosotros.» Despertado José del
sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó
consigo a su mujer. (Mt 1, 18-24)

¡Oh castísimo Esposo de María, glorioso San José! Tanto como


fueron terribles los dolores y las angustias de tu corazón, cuando
creíste deber separarte de tu Inmaculada Esposa, tanto fue vivo el
gozo que experimentaste cuando el ángel te reveló el misterio de la
Encarnación.
Te suplicamos, por este dolor y este gozo, que te dignes consolar
nuestras almas ahora y en nuestros postreros momentos,
alcanzándonos la gracia de llevar una vida santa y tener una muerte
semejante a la tuya, en los brazos de Jesús y de María. Amén.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

148
2ᵒ Dolor y Gozo de San José
EL NACIMIENTO DE JESÚS

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto


ordenando que se empadronase todo el mundo. Éste primer
empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban
todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde
Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para
empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que,
mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en
pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento. (Lc 2, 1-7)

¡Oh dichosísimo Patriarca, glorioso San José, que has sido


elevado de padre nutricio del Verbo hecho hombre! El dolor que
sentiste al ver nacer al Niño Jesús en tanta pobreza, se te trocó bien
pronto en un gozo celestial cuando oíste los armoniosos conciertos de
aquella memorable y resplandeciente noche.
Te suplicamos, por este dolor y este gozo, que nos alcances, al
terminar esta vida, la gracia de ser admitidos a oír los santos cánticos
de los ángeles, y gozar del resplandor de la gloria celestial.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

149
3ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio


el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el
seno. (Lc 2, 21)

¡Oh modelo perfecto de sumisión a las leyes divinas, glorioso


San José! La vista de la sangre preciosa que el redentor Niño derramó
en su circuncisión, traspasó tu corazón de dolor; pero la imposición
del nombre Jesús lo reanimó, llenándote de consuelo.
Alcánzanos, por este dolor y este gozo que, alejados de todos
los vicios durante la vida podamos morir con gozo y alegría,
invocando de corazón y de boca el santísimo nombre de Jesús.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

150
4ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA PROFECÍA DE SIMEÓN

Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según


la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al
Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito
será consagrado al Señor (Ex 13,2); y para ofrecer en sacrificio un
par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del
Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón;
este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel;
y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu
Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres
introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre
él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque
han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de
todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo
Israel.» Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de
él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para
caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin
de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
(Lc 2, 22-35)

¡Oh Santo fidelísimo, a quien fueron comunicados los misterios


de nuestra redención, glorioso San José! Si la profecía de Simeón te
causó un dolor mortal, haciéndote saber que Jesús y María debían
sufrir, te llenó al mismo tiempo de satisfacción, al anunciarte que sus
padecimientos serían seguidos de la salvación de multitud
innumerable de almas, que resucitarían a la vida.

151
Pide por nosotros, en memoria de este dolor y de este gozo, para
que seamos del número de aquellos que, por los méritos de Jesucristo
y la intercesión de la Virgen María, resucitarán para la gloria.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

152
5ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA FUGA A EGIPTO

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció


en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su
madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque
Herodes va a buscar al niño para matarle.». Él se levantó, tomó de
noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la
muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por
medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo (Os 11,1). Entonces
Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció
terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su
comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado
por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que
llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen. (Jr
31,15) (Mt 2, 13-18)
¡Oh Vigilantísimo guardián del Hijo de Dios hecho hombre,
glorioso San José! ¡Cuánto has sufrido por servir al Hijo del Altísimo
y proveer a su subsistencia, particularmente durante la huida a
Egipto! Pero también ¡cuánto debiste gozar en tener siempre a tu lado
al Hijo de Dios, y en ver caer los ídolos de los egipcios!
Alcánzanos, por este dolor y este gozo que, teniendo siempre al
tirano infernal alejado de nosotros, sobre todo con la pronta huida de
las ocasiones peligrosas, merezcamos que caigan de nuestros
corazones todos los ídolos de las afecciones terrenas, y que
enteramente consagrados al servicio de Jesús y de María, no vivamos
sino para ellos y les ofrezcamos nuestro último suspiro.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

153
6ᵒ Dolor y Gozo de San José
EL RETORNO DE EGITO

Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a


José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre,
y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que
buscaban la vida del niño.» Él se levantó, tomó consigo al niño y a su
madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao
reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y
avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una
ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los
profetas: Será llamado Nazareno. (Mt 2, 19-23)

¡Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que viste con


admiración al Rey del Cielo sometido a tus órdenes! Si el consuelo que
experimentaste, al conducir de Egipto a tu querido Jesús, fue turbado
por el temor de Arquelao, a su vez tranquilizado por el ángel,
permaneciste gozoso en Nazaret con Jesús y María.
Obtennos, por este dolor y este gozo que, libres de todos los
temores que puedan sernos nocivos, gocemos de la paz de una buena
conciencia, vivamos tranquilos en unión con Jesús y María y en sus
manos entreguemos nuestra alma en el momento de la muerte.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

154
7ᵒ Dolor y Gozo de San José
JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO

Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la


Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a
la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la
caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes
y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su
busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo
sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus
respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le
dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando.» Él les dijo: «Y ¿por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos
y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en
sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. (Lc 2,
41-52)

¡Oh modelo de santidad, glorioso san José, que, habiendo


perdido al Niño Jesús, sin que hubiese culpa por tu parte, lo buscaste
durante tres días con inmenso dolor, hasta el momento en que
experimentaste un gozo indecible, el más grande de tu vida, al
encontrarlo en el templo en medio de los doctores!
Te suplicamos desde lo íntimo de nuestro corazón, por este
gozo, que te dignes emplear tu valimiento cerca de Dios, a fin de que
nunca nos suceda perder a Jesús por el pecado mortal; y si
desgraciadamente nos acaeciera este grande infortunio, haz que lo
busquemos de nuevo con el más profundo dolor, hasta que lo
encontremos favorable, sobre todo en el momento de la muerte, para

155
poder luego gozar de él en el Cielo y bendecir contigo sus infinitas
misericordias durante toda la eternidad.

Padrenuestro, 10 Ave José y Gloria


¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia.

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ORACION FINAL

A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación,


y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa solicitamos
también confiados tu patrocinio. Por aquella caridad que, con la
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el
paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te
suplicamos mires benigno la herencia que con su Sangre adquirió
Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la
escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha
de error y corrupción; asístenos propicio, desde el Cielo, fortísimo
libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas: y, como
en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida,
así ahora, defiende a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus
enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos
con el perpetuo patrocinio, para que, con tu ejemplo y sostenidos por
tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar
en el Cielo la eterna felicidad. Amén.
Acuérdate, Oh Castísimo Esposo de la Virgen María, querido
protector mío San José, que jamás se ha oído decir de nadie, que
habiendo invocado tu protección e implorado tu auxilio, no fuera por
Ti consolado. Con esta confianza, vengo a Ti y encarecidamente me
recomiendo a tu bondad. Oh San José, escucha mis súplicas, acógelas
piadosamente y atiéndelas. Amén.
.

157
158
FOTOS DE ITAPIRANGA

159
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Más información: (092) 3238-8173/9198-8503
Información: www.santuariodeitapiranga.com.br
BLOG: www.itapiranga0205.blogspot.com
Facebook: EG Coutinho
Peregrinaciones: Normalmente, los días 1 y 2 de cada mes.

161
Donaciones para la construcción del Santuario de Nuestra
Señora:

CAIXA ECONÔMICA FEDERAL OU LOTERIAS


NÚMERO: 104 Operação: 003
AGÊNCIA: 3205
CONTA: 415-1
BANCO BRADESCO
AGÊNCIA: 3704-4
CONTA: 532900-0
BANCO ITAÚ
AGÊNCIA: 1557
CONTA: 07193-1

162
Asociación Reina del Rosario y de la Paz de Itapiranga
YO NUNCA ME CANSARÉ DE VOSOTROS

Asóciate y ayuda a la obra de Nuestra Señora


Avenida Dom Pedro, N. 10.ì, Edifício Yuri Center, Bairro Dom
Pedro I. Manaus. Amazonas. Brasil
Horario de atención: de 9:00 a 12:00 y de 13:00 a 18:00.

163
¡Que el Señor sea siempre
glorificado, adorado y amado!
JESÚS, MARÍA, JOSÉ

YO OS AMO, ¡SALVAD ALMAS!

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