Manual y Oraciones 2020
Manual y Oraciones 2020
Manual y Oraciones 2020
de los
Tres Sagrados Corazones Unidos
Edson Glauber Coutinho
OBRA
de los
Tres Sagrados Corazones Unidos
MANUAL Y ORACIONES
Cubierta: Pintura realizada por Pija Lorvin que retrata la
aparición de los tres Sagrados Corazones Unidos a Edson Glauber,
acontecida el día 25 de diciembre de 1996, en Manaus /Am, en el barrio
Dom Pedro I.
INFORMACIÓN:
Rua Padre José de Anchieta, 301 – Bairro Dom Pedro I
CEP: 69.040-150 Manaus – AM – BRASIL
Tel. (092)3238-8173/8134-2707/9324-5792.
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Carillo Gritti
POR LA GRACIA DE DIOS Y
DESIGNACIÓN DE LA SEDE
APOSTÓLICA
OBISPO DE ITACOATIARA
DECRETO DE CULTO
Desde 1994, muchos católicos
hacen peregrinaciones a Itapiranga, a un
lugar llamado “Santuario” para venerar a
la Virgen María. Estas peregrinaciones y
romerías han dado y están dando muchos
frutos de gracia. Sin caer en la tentación
de sensacionalismo y de fanatismo, están
desenvolviendo en medio del pueblo de
Dios un espíritu de oración y renovando
la fe de los peregrinos.
Después de haber estudiado con
atención los acontecimientos, autorizo
estas peregrinaciones y el culto público,
celebrado en la capilla o en el lugar de la cruz para invocar a Nuestra Señora bajo el
título de Reina del Rosario y de la Paz. Toda manifestación de culto público, como la
Santa Misa, y las Confesiones, estarán bajo responsabilidad pastoral del sacerdote para
ello indicado.
Este Decreto de Culto, tiene como objetivo favorecer la vida espiritual del
pueblo de Dios que aquí viene para honrar las apariciones de Nuestra Señora que
dieron origen a esta devoción en este lugar.
Finalmente, después de un primer discernimiento hecho por un grupo de
personas elegidas por mí, a partir de este año, una Comisión escogida e instituida por
mí, va a continuar acompañando y analizando los hechos y sucesos que aquí han
sucedido y todavía suceden, recogiendo toda la información médica y teológica
necesarias, además de los testimonios y elementos objetivos finales para un justo y
recto juicio sobre los eventos ocurridos en Itapiranga y así ofrecer una base segura y
creíble a la Iglesia.
Itacoatiara, 31 de enero de 2010
Don Carillo Gritti
Obispo Prelado
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Carillo Gritti
OBISPO DE ITACOATIARA
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Farina Luigi
Vialle Lario, 8
I-20833 GIUSSANO-MB-
Paina, 14 de enero de 1999
Revmo. Pe. Aldo Rottini
Misionario Severiano
Brescia, Italia
Te envió la carta del 25 de noviembre de 1998, con la cual me enviaba
el fascículo, que contienen explicaciones y cartas del joven Edson Glauber de
Brasil, para ser dirigidas a Su Santidad, el Papa, Juan Pablo II.
Mi intermediación hace algunos años atrás sobre los acontecimientos
en Medjugorje, me permitieron usar el mismo canal de comunicación para
dirigir el fascículo. En estos días, recibí la noticia de que el contenido de los
mensajes del joven, Edson Glauber, llegó a manos de Su Santidad, Juan Pablo
II, en forma privada (no en forma oficial, pues exigía innumerables
dificultades).
La persona encargada me informó que el Santo Padre se interesó por
el asunto, afirmando que todo corresponde a las necesidades actuales en
relación con la familia, sobre todo respecto a la figura del “Padre”, que viene
siendo subestimada y marginalizada, no solamente a nivel biológico, sino
también en lo que dice respecto a la responsabilidad educativa y espiritual.
Por tanto, su Santidad, Juan Pablo II, considera conveniente resaltar la
misión de la paternidad de San José y continuar discretamente en este asunto
que le fue propuesto.
De mi parte, comunico mi humana satisfacción en haber podido
realizar la tarea que me fue confiada, y pongo en las manos de la Sagrada
Familia de Nazaret la esperanza de que se realicen los deseos del Santo Padre,
en la sublime misión del Vicario de Cristo, bajo la paternal protección de San
José, Patrón de la Iglesia Universal.
Presidente ARPA - Asociación Reina de la Paz
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¡Es la hora de que el mundo conozca las verdades sobre San
José, Padre Adoptivo de Jesús y Esposo de la Bienaventurada Virgen
María, así como sus glorias, como Dios desea!
(Edson Glauber)
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La fe de María se encuentra con la fe de José.
(Redemptoris Custos, Juan Pablo II)
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SOBRE EL AUTOR
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INTRODUCCIÓN
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nos dijo Jesús una vez. Él mismo nos dio ejemplo de cómo debemos orar
e interceder en favor del mundo y de los pecadores, como está escrito en
los Evangelios:
Les contó una parábola para inculcarles que era preciso orar
siempre sin desfallecer. (Lc 28,1)
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¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
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JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR
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En Jesús, “el Reino de Dios está cerca” (Mc 1,15) y llama a la
conversión y a la fe, como también a la vigilancia. En la oración, el
discípulo vigila atento a Aquel que Es y que Viene en la memoria de su
primera Venida en la humildad de la carne y en la esperanza de su segunda
Venida en la Gloria. En comunión con el Maestro, la oración de los
discípulos es un combate, y es vigilando en la plegaria que no se cae en
la tentación.
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JESÚS ESCUCHA LA ORACIÓN
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El evangelio nos revela como María ora e intercede en la fe: en
Caná, la Madre de Jesús pide a su Hijo por las necesidades de un banquete
de bodas, señal de otro Banquete, el de las bodas del Cordero, que da su
Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa. Y es en la hora de
la nueva Alianza, al pie de la Cruz, que María es escuchada como la
Mujer, la nueva Eva, la verdadera “Madre de los vivos”.
Por eso el cántico de María (el Magnificat latino o el Megalynário
bizantino) es al mismo tiempo el cántico de la Madre de Dios y de la
Iglesia, cántico de la Hija de Sión y del Pueblo de Dios, cántico de acción
de gracias por la plenitud de gracias distribuidas en la Economía de
salvación, cántico de los “pobres”, cuya esperanza es satisfecha por la
realización de las promesas hechas a nuestros padres “en favor de
Abraham y de su descendencia por siempre”.
Acoge el llamamiento de Nuestra Señora y entra en el Espíritu de
oración: la oración de corazón, la oración espontánea y de entrega
profunda a los brazos amorosos y misericordiosos de nuestro querido
Padre del Cielo, que desea enriquecernos con su gracia y con su infinito
Amor. Seleccionamos algunas partes de los mensajes de Nuestra Señora,
que nos habla sobre sus llamadas a la oración, para que auxilie e ilumine
nuestros pasos hacia la verdadera oración de corazón, que Ella tanto desea
e implora: oración poderosa y eficaz que renueva y transforma los
corazones y el mundo. He aquí algunas partes de los mensajes:
Queridos hijos, vengo del Cielo para pediros oraciones por mis
intenciones y por la realización de mis planes maternos. Rezad siempre
más para que el bien siempre triunfe sobre el mal. (9.01.2010)
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Rezad, hijos míos, rezad para que el demonio no os venza con las
cosas del mundo. Sed fuertes. ¡Luchad contra él! Rezad el rosario. Rezad
el rosario. ¿Todavía vosotros no comprendéis que el rosario es el arma
que os doy para vencer el demonio y todo mal? Rezad, rezad, rezad.
(11.09.2010)
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Hijitos, creed en el poder de la oración, que por medio de ella el
Señor Dios puede concederos muchas gracias. (16.09.03)
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Hijitos míos, rezad por la paz, por el mundo y por la Iglesia. Con
sus oraciones formad una barrera que pueda impedir todo el mal que
desea aproximarse a vosotros y a vuestras familias.
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Rezad y por medio de la oración vuestros corazones serán curados
y la paz de Dios reinará en vuestras vidas y en vuestras familias.
(22.11.04)
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Pentecostés, en medio de los Apóstoles, se convirtió en la Madre de la
Iglesia”
(Don Carillo Gritti, Homilía, 2.03.2014)
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ORACIONES DEL CRISTIANO
ENSEÑADAS POR LA IGLESIA
CREDO DE NICENA-CONSTANINOPLA
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Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso
que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA
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LA SALVE
AL ÁNGEL DE LA GUARDIA
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ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
ACTO DE FE
ACTO DE ESPERANZA
Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos
de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y la gracia necesaria para
merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, que pueda
gozarte siempre. Amén.
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ACTO DE CARIDAD
Dios mío, te amo con todo el corazón sobre todas las cosas, porque
eres infinitamente amable y bueno, y quisiera perder todo antes que
ofenderte. Por amor a Ti amo a mi prójimo como a mí mismo, y perdono
las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada vez más.
ETERNO DESCANSO
(Por las ánimas del purgatorio)
ALMA DE CRISTO
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ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO
ORACIÓN DE LA NOCHE
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VEN ESPÍRITU CREADOR
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SÚPLICAS AL ESPÍRITU SANTO
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INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
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OBRA DE LOS
TRES SAGRADOS CORAZONES UNIDOS
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atribuido a San José. El termino tradicional es “castísimo” y nos hace
pensar en un hombre perfectamente castigado en sus sentimientos íntimos
en la convivencia con la Virgen Esposa. Es por eso que la iconografía
clásica lo representa con una edad avanzada en la cual los impulsos de la
carne son más fácilmente dominados. Pues no se entiende entonces
porque se tiene que colocar al lado de la Madre de Jesús, de dieciséis años,
un esposo de sesenta. Si Dios lo escogió para ser esposo de la Virgen,
Madre de su Hijo, convenía que le diera todas las gracias necesarias para
esa misión (San Bernardino de Sena, Sermón I de S. José).
El término “virginal” sugiere precisamente eso: por gracia San José
estuvo exento de cualquier sentimiento libidinoso que hubiera sido
humillante para la Virgen Esposa y vejatorio para él mismo. Vale la pena
recordar, a causa de las dificultades del tiempo presente, la Encíclica del
Papa León XIII Quanquam Pluries, sobre el Patrocinio de San José:
“Ciertamente la dignidad de la Madre de Dios es tan alta que nada se ha
podido crear por encima de ella”.
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LA UNIÓN DE LOS TRES CORAZONES
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se refiere a la Encarnación. Ese decreto implica por sí mismo la
predestinación de María a la Maternidad Divina y la de José a ser Padre
y Protector del Hijo de Dios hecho hombre. Así como la predestinación
de Cristo a la filiación divina y natural es superior a su predestinación a
la gloria y la precede, como admiten los tomistas (in lllam, q.1 e 2); y
como la predestinación de María a la maternidad divina precede su
predestinación a la gloria, así la predestinación de José a ser Padre
adoptivo del Verbo hecho carne precede para él a la predestinación de la
gloria y la gracia.
En otros términos, José fue predestinado al más alto grado de gloria
después de María, y seguidamente, al más alto grado de gracia y de
caridad, porque sería llamado a ser digno Padre adoptivo y Protector del
Hombre Dios. Se entiende así la grandeza de su misión, única en el
mundo, ya que su predestinación primera pertenece al propio decreto de
la Encarnación. Es lo que se dice correctamente cuando se afirma que
José fue criado y puesto en el mundo para ser el Padre adoptivo del Verbo
hecho carne, y, para que fuese Padre digno, Dios quiso para él un altísimo
grado de gloria y gracia. Primeramente, él acreditó efectivamente, y en
santidad superó a todos los santos que lo habían precedido. Tuvo más fe
y fue más obediente que Abrahán; mayor paciencia en los trabajos que
Jacob, fue más casto que el primer José; con respecto a Moisés, gozo de
mayor familiaridad con Dios, tuvo más amor por su pueblo que Samuel,
más humildad y mansedumbre que David.
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Como se deduce de los textos evangélicos, el matrimonio de María
es el fundamento jurídico de la paternidad de José. Fue para garantizar la
protección paterna a Jesús que Dios escogió a José como esposo de María.
Por consiguiente, la paternidad de José, una relación que lo coloca lo más
cerca posible de Cristo, fin de toda y cualquier elección y predestinación
(Cf. Rom 8, 28-29), pasa a través del matrimonio con María, o sea, a
través de la familia.
Los evangelistas, aunque afirmen claramente que Jesús fue
concebido por obra del Espíritu Santo y que de aquel matrimonio la
virginidad fue preservada, llaman a José esposo de María y a María
esposa de José. El Hijo de María es también hijo de José, en virtud del
vínculo matrimonial que los une: “Debido a aquel matrimonio fiel, ambos
merecieron ser padres de Cristo, no solo la Madre, sino también aquel que
era su padre, del mismo modo que era cónyuge de la Madre, una y otra
cosa por medio de la mente y no de la carne.”
Analizando la naturaleza del matrimonio, ya San Agustín, ya Santo
Tomás de Aquino, la sitúan constantemente en la unión indivisible de las
almas, en la unión de los corazones y en el consenso; elementos éstos,
que en aquel matrimonio se verificaron de manera ejemplar… el
casamiento de José y María constituyó el vértice, del cual se esparce por
toda la tierra la santidad. El Salvador dio inicio a la obra de salvación con
esta unión virginal y santa, en la cual se manifiesta su voluntad
omnipotente de purificar y santificar la familia, que es el santuario del
amor humano y cuna de la vida.
En Itapiranga, Jesús, María y José hablaron muchas veces sobre la
devoción a sus tres Corazones Unidos en el Amor. Esta unión de sus
Santísimos Corazones puede ser entendida en la conclusión hecha por San
Juan Eudes, formulada en el siglo XVII: “María y Jesús forman un solo
corazón, verdad válida por el hecho de que todo el ser físico de Jesús fue
formado en María y, por otro lado, la pureza del amor de ellos es sin
igual. Pero María y José forman en sí mismos un solo corazón, porque,
siendo así, dos seres de excepcional pureza, coraje, profundidad, están
unidos por el lazo conyugal del matrimonio, cuyo sentido profundo inicial
es la unidad de una comunión. Se verifica así, la doble obra-primera del
Espíritu Santo, en efecto, perfectamente simple, armoniosa y unificada:
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Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído (Salmo 62,12): nosotros
percibimos dos obras allí donde existe una solamente. La consecuencia
primera, en el corazón de este episodio en el Templo es, en el Corazón
de la Virgen, la perfecta unión de los Corazones de Jesús y José.
Sin embargo, como José fue unido a la bien aventurada Virgen por
el lazo conyugal, no se puede dudar que él se haya aproximado, más que
nadie, a esa dignidad supereminente por la cual la Madre de Dios
sobrepasa tanto todas las naturalezas creadas. La unión conyugal es, en
efecto, la mayor de todas, en razón de su propia naturaleza, ella se
acompaña de la comunicación recíproca de los bienes de los dos esposos.
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él, también nuestro corazón debe aprender a dar espacio a Jesús y a María.
Amar a Dios y a su Santísima Madre, con la misma pasión y la misma
dedicación de San José sin clamar, con humildad, silencio, fuerza y coraje
es el camino seguro que nos conduce hasta el Cielo. La obra está dedicada
a los tres Sagrados Corazones unidos de Jesús, María y José, no es nada
más que una verdadera alabanza y gloria a la Santísima Trinidad, que es
el misterio de un único Dios en tres Personas distintas.
El P. Emmanuel-André, gran espiritualista del siglo XIX, que
restauró la fe en su pequeña parroquia de Mesnil de Saint Loup, en
Francia, habiendo fundado luego un monasterio benedictino, del cual fue
el primer abad, escribía “en Dios hay tres personas distintas y una sola
naturaleza. La distinción entre las personas no viene de la naturaleza que
es única para las tres, mas del hecho de que la naturaleza divina mantiene
en cada persona relaciones diferentes. El Padre tiene para con el Hijo una
relación de Paternidad. El Hijo tiene con el Padre una relación de
Filiación. El Espíritu Santo tiene con el Padre y con el Hijo una relación
de procedencia. La naturaleza divina es Padre en la Persona del Padre,
pero no es padre en la Persona del Hijo; esa misma naturaleza es Hijo en
la Persona del Hijo, pero no es Hijo en la persona del Padre; finalmente,
esta misma naturaleza es Espíritu Santo en la tercera Persona, pero no es
Espíritu Santo ni en el Padre ni en el Hijo. Luego el Padre no es la misma
persona que el Hijo, el Hijo no es la misma persona que el Padre, el
Espíritu Santo no es la misma persona que el Padre ni que el Hijo. Leemos
en el Símbolo de Santo Atanasio: El padre no procede de nadie, Él, no es
hecho, ni creado ni engendrado; El Hijo procede solo del Padre, Él no
es hecho, ni creado, mas engendrado; el Espíritu Santo procede del
Padre y del Hijo, Él no es hecho, ni creado, ni engendrado, pero
procede… Así, las tres personas divinas tienen eso en común, ellas no son
hechas ni creadas. Y ellas tienen en común y como propio que el Padre
no es del nadie; que el Hijo es del Padre únicamente, por generación; que
el Espíritu Santo es del Padre y del Hijo por procesión. Uno es el Padre,
otro el Hijo, otro el Espíritu Santo, más por la unidad de naturaleza, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo y mismo Dios, visto que en
Dios no puede haber nada más allá de Dios”
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Por tanto, en la devoción a los tres Sagrados Corazones unidos de
Jesús, María y José vemos acontecer la unión indivisible: la unión de tres
Corazones distintos en un solo Corazón puro y santo, que piensan, actúan
y sienten, llenos de amor y de paz, que arden en un único deseo por la
gloria de Dios y por la salvación de las almas.
Así, en la Sagrada Familia hay un misterio de amor, que por
muchos no es comprendido, el misterio de la unión de los Corazones
Santísimos de José y de María, con el Corazón de Jesucristo. En la vida
de las tres personas de la Sagrada Familia está la acción continua de la
Santísima Trinidad que se hace presente. ¿Cómo comprender esta unión
y relación entre estos Corazones Santísimos?
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una única persona moral, pues el vínculo que los une es el más íntimo y
sólido que jamás se puede hallar. (DOCETE, Euntes. Instrucciones
Marianas, 1969, San Pablo, p.23 y 51).
Esto vale también para la unión de amor de Jesús con San José; de
San José con Nuestra Señora y Jesús. Escribía San Bruno de Asti:
“Preguntarás tal vez qué Madre fue María. Pregunta primero qué Hijo fue
Jesús. El Hijo no tiene igual entre los hombres, su Madre no tiene igual
entre las mujeres. El Hijo es el más bello de todos los hijos de los
hombres; la Madre es bella como la aurora que surge”. Concluimos
también diciendo que no existió un padre tan bello y amable, solícito y
diligente a las necesidades de Cristo, como José.
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Euntes, escribe “la Virgen Santísima es proclamada, en efecto, por
varios teólogos un complemento, en cierto sentido, de la Santísima
Trinidad. ¿En qué sentido? Se puede responder con dos palabras: María
es complemento de la Trinidad, no propiamente substancial e intrínseco,
sino solamente accidental y extrínseco. Por tanto, todo lo que la Trinidad
adquiere por causa de María no es intrínseco a Dios, sino simplemente
extrínseco. Dios es infinitamente perfecto en sí mismo y no puede
adquirir con el tiempo perfección alguna; de lo contrario no sería Dios.
Todo lo que María da a Dios no es otra cosa que un aumento de aquella
gloria que las criaturas deben al Creador. Pero es innegable que María,
con la divina maternidad, presenta a cada una de las divinas Personas tales
elementos de gloria, que se buscarían en vano en las obras de cualquier
otra criatura. Siendo así, ¿cuáles son esos elementos singulares de
perfección extrínseca, o sea, de gloria, que María trae a la Santísima
Trinidad?
María Santísima fue el complemento extrínseco de la Trinidad, en
este sentido de que aumentó la gloria del Padre, porque se volvió grato y
dependiente de Él el Hijo. Fue un añadido notable de honra y grandeza
para el Padre, si su Hijo Divino, permaneciendo siempre, es decir, en la
plena posesión de su majestad infinita, le fuera sumiso, obediente,
obligado a rendirle homenajes profundos como hombre... ¿Qué gloria
mayor para el Eterno Padre que verse adorado por un Dios en todo igual
a Él?
Aumentó la gloria del Hijo, porque le dio la naturaleza humana,
que fue, seguidamente, coronada con un triunfo singular. Y así, para
resumir todo, María completa la Trinidad en el Hijo, por dar a Éste la
humanidad que lo pone a nuestro nivel, volviéndose visible y palpable a
nosotros y porque de Él se sirve para hacer prodigios de poder y bondad,
con los que recoge una gloria maravillosa.
Aumentó la gloria del Espíritu Santo, porque le hizo adquirir
fecundidad ad extra y autoridad sobre el Hijo. Consintiendo que el
Espíritu Santo sobreviniera sobre Ella y la cubriese con su sombra, la
Virgen María le proporcionó una fecundidad en su seno virginal, que no
tenía, ni podía tener ad intra, esto es, en el seno de la Trinidad adorable.
Y juntamente con la fecundidad ad extra, el Espíritu Santo adquiere, por
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medio de María, cierta autoridad sobre el Hijo en cuanto hombre,
autoridad que no puede tener sobre Él en cuanto Dios, “autoridad, observa
Nicolás, manifestada visiblemente en el bautismo de Jesús, cuando los
Cielos se abrieron y el Espíritu de Dios descendió en forma de paloma y
vino a posarse sobre Él” (Mt 3, 16).
“Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre
toda familia en el Cielo y en la tierra […] para que os vayáis llenando
hasta la total Plenitud de Dios.” (Ef. 3, 14.19)
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camino de aquella «peregrinación de fe», en la cual María, sobre todo en la altura
del Calvario y de Pentecostés, irá adelante, de manera perfecta. (Juan Pablo II,
REDEMPTORIS CUSTOS, 1989)
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una multitud de santos para representar a Jesucristo; en efecto, toda la
Iglesia se esfuerza únicamente para manifestar externamente las virtudes
y las perfecciones de su adorable jefe, y solamente San José representa al
Padre Eterno”. (DOZE, André, Sao Paulo, 2011, p.86)
46
En una cierta mitología cristiana que nos es familiar, el Padre es
representado como un viejo colérico. Se trataría de un Dios celoso del Antiguo
Testamento, que “que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos
de los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Ex 34,7). Se asemeja más al
dios Júpiter de los paganos que al Dios “tardo a la cólera y rico en amor y
fidelidad” (Ex 34,6; cf. Sal 103,8). Esta iconografía nos hace contemplar un viejo
enfurecido, frustrado de nuestro amor. Pero ¿cuál es la edad de José? Podremos
responder que él es eternamente joven y que no tiene edad. Si, sin embargo,
hacemos referencia a la paternidad humana, debemos constatar que es un padre
muy joven, entre los veinticinco y los treinta años. ¿Cómo podremos imaginar el
matrimonio entre la Virgen, que debería entonces tener dieciséis años, y un
anciano que ya sobrepasaba los cincuenta? Según la ley hebraica es una
vergüenza para un muchacho de diecinueve años no estar todavía casado. El
Talmud (libro sagrado en el judaísmo que relata la Ley oral y comenta la Ley
escrita hebrea), además de eso, afirma que un hombre sin mujer no es más que la
mitad de un hombre. (EPHRAIM, frère. Giuseppe di Nazaret, Ancora, p. 105)
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San José me reveló que él tenía catorce años más que la Virgen
Inmaculada. Eso no significa que el número catorce fuera un número
preciso y exacto, sino catorce años y algunos meses. Y fue a la edad de
catorce años que la Virgen Inmaculada le fue prometida como Esposa.
Podemos entonces comprender que San José era un hombre joven
y no viejo, como lo representan en varias pinturas e imágenes, como
también era un hombre de buen porte y guapo, mucho más que su
antecesor. José de Egipto se puso al servicio del faraón, rey de Egipto, a
la edad de treinta años y San José se puso a servicio del Rey de los Cielos,
también próximo a esa edad.
Otro episodio que debemos meditar es la fuga que la Sagrada
Familia hizo hacia Egipto, donde vivió el antiguo José. Siguiendo las
órdenes del Ángel, José, se levantó durante la noche, tomó al niño y a su
madre y partió para Egipto (Mt 2, 14). Todos nosotros sabemos que ellos
permanecieron allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo
que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo…Pero,
el Niño Dios, ¿no nos quería con eso mostrar una relación entre José de
Egipto y José de Nazaret?
Con respecto a San José, Juan Pablo II nos decía “la justicia de José
aquí es sinónimo de obediencia y de fe, a través de la cual fue
descubriendo cada vez más ampliamente el don inefable de su paternidad.
También su trabajo, la simple carpintería manual, se convirtió en obra
santificada; medio de sustento de la Sagrada Familia, instrumento de
unidad de Jesús junto a su cuidador […] La Iglesia que transforma sus
exigencias históricas en oración vio en José un patrono ideal: padre,
esposo y hombre, unido y contemplados en la fe.”
San Juan Damasceno escribía que “Dios dio a San José, en su
relación con Jesús, el amor, la vigilancia, la autoridad propia de un padre,
para que pudiese cumplir adecuadamente su misión: el afecto de un padre,
para que José protegiese a Jesús con la más grande ternura; la solicitud de
un padre, para que José circundara a Jesús de todas las atenciones
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posibles; en fin, la autoridad de un padre, para que el santo Patriarca
tuviese la certeza de ser obedecido en todo aquello que él ordeno sobre la
persona del Salvador”.
Jesús creció en la casa de José, siendo alimentado no solamente por
el pan de los hombres, obtenido por la providencia y el sudor de su trabajo
de carpintero, sino también por el pan de la Palabra de Dios, siendo
educado por José, en las enseñanzas y obligaciones de las leyes de Dios.
Él mismo nos habla en el Evangelio, expulsando al tentador: “Está
escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios.” (Mt 4,4)
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la fe propia del pueblo al que pertenecían, el pueblo escogido, el pueblo
de Israel.
Vamos a intentar todavía imaginar un poco más: el pequeño Jesús
comienza a crecer y José iba enseñando el credo propio de los israelitas,
junto a los mandamientos, junto con las promesas que Dios había hecho
a Israel: ¡Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, uno que será el salvador
del mundo! Imaginen al pequeño Jesús, creciendo, diciéndole a José:
¿Padre, quién es el renuevo que saldrá del tronco de Jesé? y San José poco
a poco, así como todo padre hace, y que todos deberían hacer mientras
sus hijos van creciendo, va abriendo el sentido de la propia vida. Entonces
José ayudó a Jesús a tomar conciencia de aquello que Él era. También
Jesús nació bebé y se usa una expresión típica en la Iglesia, que la
divinidad estaba en él escondida. Vamos ahora a usar una palabra fuera
de moda: por la catequesis de Josefina de San José Él fue tomando poco
a poco hasta que “el Espíritu del Señor estuvo sobre mí me mando
anunciar la buena nueva a los pobres” … Los pobres son aquellos que
están con el corazón abierto, no tiene que ver con tener pocas cosas ahora,
José fue aquel que inició, fue el rector del Seminario. Él fue el rector del
seminario donde Jesús creció. Jesús, durante la vida, sin ninguna duda,
esclareciéndose en su propia vocación era dependiente de la catequesis de
San José. ¡Mira!... Entonces esto da entender el porqué de los tres
Sagrados Corazones: ¡Jesús, María y José! Los tres andan juntos. La cosa
quedó un poco escondida. Es una devoción antigua. Bien, yo quiero
concluir aquí, habiendo dicho lo que acabo de hablar, para mostrar y para
que entendamos que la devoción de San José no es una manía de hoy, o
una manía de Itapiranga. ¡No!... Lanza sus raíces en los Evangelios: María
fue anunciada, ¡José fue anunciado!... Entonces pues, profundicemos en
esta devoción: Jesús, María y José. Y ¿por qué la devoción a José es tan
querida? Es un seguro. ¿Cuál es el seguro que nos da José? Un día, yo
creo, ¡todos vamos a morir! ¿es o no es? ¡alguien piensa que va a vivir
para siempre! Yo no conozco a nadie ¿la devoción de San José para qué
es? Para que, en el momento del peligro, porque la muerte es un peligro,
él esté a nuestro lado. Es José quien paga el seguro de viaje para el Cielo.
Es ponerse a prueba no tener un seguro de coche si sucede un accidente.
Mas San José es el Patrón de aquellos que están para devolver la propia
vida a Aquél que primero la dio. ¿Por qué San José es el Padrón de
aquellos que están muriendo? Él fue asistido por el Hijo, porque Jesús era
el Hijo dado por Dios, entonces él fue asistido por Jesús y por María su
esposa (Dom Carillo Gritti, homilía, 02.01.2014)
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San José y el Espíritu Santo
Por tus ordenanzas cobró inteligencia, por eso odió toda senda de
mentira. (Salmo 119, 104)
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la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a
cetros y tronos. San José conocía las escrituras mejor que todos los de su
tiempo, porque las meditaba en su corazón, así como María Santísima. Él
era aquél escogido por Dios para ser el Esposo de la Madre del Salvador
y como tal se debía a asemejar en todo a su Esposa, pues unido por el
Sacramento del Matrimonio con la Virgen Santísima, su convirtió en uno
solo con Ella, recibió méritos y gracias tan altos por esta unión de amor,
que ningún otro hombre de la tierra tuvo y jamás tendrá. María es llamada
Sede de la Sabiduría y San José, Luz de los Patriarcas, a causa de la unión
de amor con el Corazón Inmaculado y, así, en consecuencia, de su unión
de amor al Sagrado Corazón de Jesús. Él obtuvo tanta luz y bendiciones
de estos dos Corazones Santísimos con la efusión de gracias y dones tan
altos en su vida, desde su concepción en el vientre de su madre, para
cumplir perfectamente la misión que el Señor le tenía reservado; gracia
infundida y dada tanto para cumplir su misión al lado de Jesús y María,
como para realizar las órdenes divinas pedidas por el Señor.
Como nos dicen las escrituras en el libro de la Sabiduría 8, 7-8:
¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños, pues ella enseña la
templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza: lo más provechoso
para el hombre en la vida. ¿Deseas además gran experiencia? Ella
conoce el pasado y conjetura el porvenir, sabe interpretar las máximas y
resolver los enigmas, conoce de antemano las señales y los prodigios, así
como la sucesión de épocas y tiempos.
San José, siendo justo, porque amó y practicó la justicia en máximo
grado, todos los días de su vida, entendía, por la luz de Dios, las señales
del Altísimo y su acción en la Santísima Virgen, así como los
acontecimientos y las circunstancias, comprendiendo que los tiempos
nuevos habían llegado para su pueblo. Por haber amado, deseado y
buscado mucho antes la sabiduría y el conocimiento de las Leyes Divinas,
le fue dado a conocer muy bien los textos Sagrados como leemos en Sb
8,2: Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla
esposa mía y llegué a ser un apasionado de su belleza.
Siendo justo, no quiso denunciar a María públicamente, más pensó
en repudiarla en secreto. Pero el Ángel del Señor, por orden divina, le
aparece en sueños y le revela la buena nueva, mostrando que él fue
52
también escogido por el Altísimo, para darle a conocer tan noble y santa
misión al lado de la Virgen Madre y de su Hijo Divino. Así San José se
dedicó totalmente, dándose sin reservas al servicio de Dios, entregando
todo su ser y su vida a sus manos Santísimas.
53
verdadero Esposo, por tanto, Esposo de la Virgen Inmaculada, Esposo de
aquella que fue concebida sin pecado original. “Por eso deja el hombre a
su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”
(Gen 2, 24)
San José se volvió una sola carne con Nuestra Señora. Aquella que
es concebida sin pecado se unió profundamente con él, ¿Cómo podría San
José ser el mismo después de esta unión tan santa y profunda? Si en I Cor
7,14, Paulo nos dice que “el marido no cristiano queda santificado por su
mujer cristiana”, San José sobrepasó los grados de santidad de todos los
santos y de todos los esposos, a causa de su unión con la Virgen
Inmaculada, pues se unió perfectamente con la Madre de Dios Altísimo y
después de ella, ningún santo es tan grande y tan lleno de gloria como él.
54
Ave José, hijo de David, hombre justo y virginal, la Sabiduría está
contigo, bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el
fruto de María, tu fiel esposa. San José, digno Padre, Protector de
Jesucristo y de la Santa Iglesia, ruega por nosotros pecadores y
obtennos de Dios la Divina Sabiduría, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Con este mensaje Jesús nos desea mostrar tres cosas, con las
palabras incrementadas en la oración del Ave José: el término “hijo de
David” (tribu de Israel a la cual José pertenecía y, desde la cual, él reina
como Patriarca, más allá de la descendencia davídica que debía ser dada
a Jesús), el término “virginal” (mostrando a la Iglesia y al mundo la
55
virginidad de San José). De ahí comprendemos que si San José tiene un
Corazón Casto entonces él es Puro y Virgen en todo su ser: de mente,
cuerpo, corazón y alma. Como Jesús nos dice en las bienaventuranzas:
“Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5, 8).
San José no solo vio, más tocó, abrazó y besó a Aquél que el Cielo y la
tierra no pueden contener, cubriéndolo con su manto protector y
defendiéndolo contra todo mal y peligro), Protector de la Santa Iglesia
(San José fue declarado por el Papa Pio IX, el día 8 e diciembre de 1870,
Patrón y Protector Universal de la Iglesia Católica). Jesús recordó este
acontecimiento en el mismo mensaje del día 7.01.08:
56
SAN JOSÉ, SU ASUNCIÓN Y GLORIFICACIÓN EN EL CIELO
57
Sb 8,13: Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo
eterno a los que después de mí vengan.
Sb 9,7: Tú me elegiste como rey de tu pueblo, como juez de tus
hijos y tus hijas.
Mt 27, 51-53: En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de
arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo
de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad
Santa y se aparecieron a muchos.
Esta es una gran gloria y poder que la Santísima Trinidad dio a San
José en el Cielo, coronado por los méritos de su amor, virtudes, humildad
y obediencia a la voluntad de Dios. Así como su Esposa Santísima, ocurre
también con él. Pues la gloria de la Esposa es también la gloria del
Esposo. Todo eso fue decretado por Dios, para la plena realización del
misterio salvífico de Cristo en el mundo.
58
Y dijo Faraón a José: «Después de haberte dado a conocer Dios
todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás al frente de mi
casa, y de tu boca dependerá todo mi pueblo. Tan sólo el trono dejaré por
encima de ti. “Dijo Faraón a José: «Mira: te he puesto al frente de todo
el país de Egipto.»” Y el Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso
en la mano de José, le hizo vestir ropas de lino fino y le puso el collar de
oro al cuello, luego le hizo montar en su segunda carroza, e iban gritando
delante de él: «¡Abrek!» Así le puso al frente de todo el país de Egipto.
Dijo Faraón a José: «Yo, Faraón: sin tu licencia no levantará nadie mano
ni pie en todo Egipto.»
Si el Faraón de Egipto hizo todo eso por José, hijo de Jacob, cuanto
más Jesús, el Hijo de Dios, concedió a San José, una gran gloria en el
Cielo. San José estuvo unido estrechamente a Jesús, el Rey de los Cielos
y a Nuestra Señora, la Reina del Cielo y, Jesús desea ver a todos los
hombres arrodillados, ante su Madre Inmaculada y ante su Padre Justo y
Castísimo, pidiéndole sus bendiciones, gracias y favores.
Dios me pidió que revelase esto a la Iglesia y al mundo y tengo que
hacerlo. Dios desea que la Iglesia proclame esto. Esta es la gran gracia
para los tiempos difíciles, de este nuestro siglo.
59
MENSAJES DE LA VIRGEN SOBRE LA OBRA
60
“El mal del mundo hoy en día es la falta de amor a Dios y al
prójimo, por eso faltan santos en el mundo. Si comenzáis a vivir este
mandamiento de Dios, ¡cuánta santidad y cuántos santos serán formados
para su gloria!”
Sueño
Hijo mío, en las
tempestades de la vida,
cuando estés en la barca y
sea agitada por las aguas
violentamente, reza el
rosario y todo se calmará y
terminará.
61
EL PRIMER LLAMAMIENTO
62
Pasados algunos meses, volví a soñar, pero esta vez con Jesús. De
todos los sueños que ya tuve éste fue el más bonito de todos y el que más
me tocó. Yo estaba en un lugar muy bello y me preguntaba a mí mismo:
¿A quién debo seguir? Cerca de mí había un hombre con barba y con
vestidura y túnica blancas. Aparentaba tener unos 50 o 60 años. Sabía,
dentro de mí, que este hombre era San Pedro. Él me dijo: Ve por esta vía,
caminando siempre derecho, y más adelante, verás dos caminos, uno a la
derecha y otro a la izquierda. Vuélvete hacia la derecha y verás a quien
debes seguir. Hice como San Pedro me ordenó y más adelante vi los dos
caminos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Al doblar por el camino
de la derecha vi a quien debía seguir, vi quien me estaba esperando allí:
un hombre muy alto, de cabellos castaños, largos y ondulados, que vestía
una vestidura verde clara y que estaba de pie en una larga vía. Sabía que
este hombre era Jesús. Él me estaba esperando y deseaba que yo lo
siguiese por aquella vía, pero yo no tenía coraje de caminar hacia su
dirección y de seguirlo.
Sentía dentro de mí el llamamiento de Dios muy fuerte, mi corazón
batía descontrolado, por la emoción, parecía que se iba a salir por la boca.
Sentía que resonaba dentro de mí su voz que me llamaba: Edson, ¡ven y
sígueme!... Yo pensaba conmigo mismo: Es Jesús y Él desea que yo lo
siga, pero tengo miedo. ¡No voy! ... No sabía qué hacer, pero Jesús estaba
allí esperándome a mí. Pensé: No, Él desea que yo lo siga. Yo debo
seguirlo. ¡No debo tener miedo! ... Y comencé a caminar por aquel
camino, pero tuve miedo y paré. Pensaba: No, no voy. ¡Tengo miedo! …
Y Jesús paró de caminar, esperándome a mí. Me dije nuevamente a mí
mismo: No, yo debo proseguir, porque Él me espera. ¡Yo no voy a tener
miedo! Y continúe a caminar detrás de Jesús por la segunda vez, pero
paré por no tener el coraje de continuar, pero Jesús se detenía y se quedaba
siempre esperando. Yo pensé: ¡Es Jesús! Yo no tengo que tener miedo de
seguirlo. Caminé de nuevo en su dirección, pero por la tercera vez me
quedé con miedo y no fui. Después de vencer mis miedos y tomar la
decisión de seguirlo, apresuré mis pasos y quedé bien cerca, detrás de Él.
Quería ver su rostro, pero no podía. Yo sabía que no era digno de verlo y
pensaba conmigo mismo: está bien verlo solamente de espaldas. ¡Yo me
contento solo con eso! Comprendí que no era todavía el momento y que
por ahora debía solamente seguirlo.
63
Él me condujo por este camino que llevaba hasta una ciudad muy
pobre y sencilla. Andaba con Jesús por las calles de esta ciudad. Jesús me
decía: Mira bien lo que te estoy mostrando, estas calles y lugares. Mira
bien para que te acuerdes después. ¡Esto es muy importante!... Comprendí
más tarde que esta ciudad era Itapiranga. Jesús me condujo hasta el rio,
que queda en frente de mi casa, donde tenía una gran barca, en forma de
balsa, llena de innumerables jóvenes. Muchachos y muchachas vestidos
con túnicas blancas con capucha: igual que la vestidura de los hermanos
franciscanos, solo que de color blanca.
Jesús entró en esta barca y se giró, mirando en mi dirección. En ese
momento vi cuanto era hermoso y su mirada penetraba en mi alma y en
mi corazón. Quedé contemplándolo tan majestuoso, en medio de estos
jóvenes y entendí que la barca era grande, vista desde donde me
encontraba. Jesús con su mano derecha me llamaba para entrar en su
barca. Le dije con la cabeza que no quería entrar. Tuve nuevamente
miedo, porque no sabía el motivo. Jesús me llamó por la segunda vez y
después por la tercera vez. No resistí a su llamamiento y a su preciosa
sonrisa. Fue cuando tuve el coraje de entrar en la barca. Cuando entré en
ellas mis vestiduras cambiaron y quedé como aquellos jóvenes, que
llevaban aquella túnica blanca con capucha. Yo entendí que esta barca era
inmensa y no tenía fin, con capacidad para una multitud de miles y miles
de jóvenes. Yo quede al lado derecho de Jesús y todos aquellos jóvenes
se quedaron a nuestro alrededor haciendo un gran círculo. Yo, muy feliz,
por estar al lado de Jesús, agradecía a Dios por aquel momento.
Improvisamente, aquellos jóvenes comenzaron a pelearse, a darse
puñetazos los unos los otros y a decir palabras injuriosas y blasfemias
contra Dios, ofendiendo a Jesús: todos ellos estaban cambiados y
rebeldes. No entendía por qué ellos estaban así y me giré para preguntarle
a Jesús, pero Jesús ya no estaba más a mi lado. Había desaparecido. Yo
buscaba a Jesús en medio de aquellos jóvenes, pero no lo encontraba. Los
jóvenes estaban peores, como si estuviesen llenos de odio y sus caras
habían cambiado. Me decía a mí mismo: Pero, ¿por qué estos jóvenes
están así? ¿Dónde está Jesús? ¡Jesús! ¿Dónde está el Señor? … ¡Jesús!
¡Jesús!
64
No encontraba a Jesús en medio de aquellos jóvenes. Comencé a
afligirme y cuando pasaba en medio de aquellos jóvenes rebeldes, que
parecían destruirse con aquel odio y confusión, escuché una voz que me
decía: ¡Reza por los jóvenes!... Yo vi brillar ante mí, en el aire, un lindo
Rosario. Aquella visión me hizo recordar cuando yo era niño, cuando mi
madre nos estaba enseñando a mí y a mis hermanos el rosario para la
Virgen Santísima. Dije: ¡yo sé rezar el rosario porque mi madre me
enseñó a rezarlo cuando yo era pequeño!... Tomé aquel rosario, me puse
de rodillas y comencé a rezarlo. De repente aquella escena terrible
cambio: aquellos jóvenes rebeldes que estaban peleándose y
machacándose comenzaron a ponerse de rodillas y a rezar el rosario
conmigo. Uno a uno se ponían de rodillas y rezaban. Al final, todos
estaban de rodillas y rezando a Nuestra Señora, y estaban hermosos con
los rostros serenos, alegres y llenos de paz. Yo dije: Jesús, mira, los
jóvenes ya están rezando, ¡más yo no quiero ver a los jóvenes! ¡quiero ver
al Señor! ¿Dónde está el Señor? … Escuché la voz de Jesús que me decía:
¡Mira hacia arriba, hacia el Cielo! … Levanté la mirada y vi a Jesús
subiendo al Cielo. Él brillaba más que el sol y su vestidura era toda de
luz. Jesús se quedó en medio de aquel Cielo azul y abrió los brazos en
forma de cruz. Cuando Él hizo eso aquel Cielo azul se rasgó en dos partes
y se fue abriendo, dando paso a otro Cielo, más precioso. Alrededor de
Jesús rayos de luz en forma de círculos brillaban y giraban
armoniosamente y tenían así como estrellas. Un sol celestial, que no sé
explicar, aparecía, mientras aquel Cielo se abría por detrás de Jesús.
Una luz descendió del Cielo sobre mí y sobre estos jóvenes que se
encontraban en esta barca. Jesús dijo: ¡Suban!... Y la barca comenzó a
moverse y a elevarse en el aire, como si Jesús fuese un imán que lo
atrajera hacia sí. Sentía y oía el rumor de un viento fuerte que soplaba,
que elevaba esta barca, agitando mis cabellos y mi ropa. Todo esto era
muy real. Mi corazón palpitaba fuerte con todo eso que yo estaba viendo
y sintiendo. Cuando ya estábamos a una altura bien elevada de la tierra,
llegando cerca de Jesús, casi para entrar en aquel otro Cielo dije: ¡Jesús,
todavía no me lleve ahora, porque todavía quiero hacer alguna cosa para
el Señor! Y Jesús, sonriendo, mirándome a los ojos dijo: Pues ve a
hacerla. Vuelve ...
65
De repente, me desperté. Corrí a contar este sueño a mi madre y
ella me dijo: ¿Qué es lo que Jesús desea? – Y yo le respondí que no lo
sabía. Le dije eso porque todavía no entendía nada de lo que estaba
ocurriendo. Mi madre me dijo: ¡Cuando vayas a dormir reza y pídele a
Jesús que te diga lo que Él desea de Ti! – Dije a mi madre que haría eso:
que rezaría y le pediría a Dios que me mostrase más claramente su
voluntad.
Más tarde entendí que mi misión era con los jóvenes, que debo
rezar por ellos y que todos aquellos jóvenes que veía en aquella barca eran
los jóvenes que Jesús deseaba salvar y llevar para el Cielo, los jóvenes
que escucharán su llamamiento, por medio de las apariciones de Nuestra
Señora.
Después de este sueño, creció dentro de mí un gran espíritu de
oración y de sacrificio, de ofrecerme todo a Dios para salvar muchos
jóvenes para Jesús. Todo lo que yo hacía procuraba hacerlo unido a Dios.
Comencé a confesarme regularmente y a ir a la Santa Misa diariamente.
Sabía que el Espíritu Santo me estaba concediendo una gracia de renovar
mi vida en su amor y en su gracia y sentía su presencia muy fuerte, cerca
de mí.
Yo comencé a comprender muchas cosas, que antes para mi eran
incompresibles. Todo eso fue gracia de Dios y que yo agradezco hasta
hoy al Señor, por haberme guiado y haber sido mi Maestro hasta ahora en
mi crecimiento espiritual.
66
SUEÑO CON LA VIRGEN QUE ME CONDUCE A JESÚS
67
Llegamos a un lugar muy bonito y verde, un monte, donde se
encontraba Jesús, de pie, que me miraba. Nuestra Señora, indicando con
su mano izquierda a su Hijo Jesús, me dijo sonriendo: Mira, allí está mi
Hijo Jesús. Yo decía la Virgen: ¡qué guapo está tu Hijo! … Ella
sonriéndome me dijo: Yo te colocaré al lado derecho de mi Hijo Jesús. …
Y yo sorprendido le respondí: No, yo te lo suplico, no me coloques,
porque soy muy pecador … Nuestra Señora me volvió a decir: Yo te voy
a colocar al lado derecho de mi Hijo Jesús … ¡Mas yo no quiero! – yo le
decía: soy un pecador. Estoy lleno de pecados. ¡Yo no merezco! … Y la
Virgen me dijo con tono majestuoso, con énfasis: Mas, yo te voy a colocar
al lado derecho de mi Hijo Jesús. Y una vez más le dije que no quería, por
causa de mis pecados. De repente, en un abrir y cerrar de ojos ya no me
encontraba más con la Virgen, mas estaba al lado derecho de su Hijo
Jesús, así como me había dicho. Jesús me miraba sonriendo y yo,
avergonzado por mis pecados y con miedo de ser reprendido por Él le
decía: “Jesús, no mire para mí, porque soy un pecador y estoy lleno de
pecados.” Decía esto volviendo mi rostro para que Jesús no me viera,
cubriéndolo con mis dos manos. Sentía que Jesús se reía de mí,
cariñosamente, encontrándolo gracioso, y su sonrisa era todavía más
hermosa y amable.
Aquel miedo y vergüenza que yo estaba sintiendo antes
desapareció y tuve el coraje de mirar para Él sin ningún recelo. Él me
miraba de una manera que no sé explicar, que me sentía todo envuelto por
su amor solamente viendo sus ojos. Yo decía a Jesús: ¡Qué guapo es el
Señor! – No sé cuánto tiempo me quedé contemplando su cara. Parecía
que no tenía más fin aquel precioso momento entre Él y yo. Quería que
durase para siempre, porque no me cansaba de mirarlo. Fue entonces
cuando vi descender del Cielo una corona de espinas que penetró en la
cabeza de Jesús. Que dolor sentí. No quería que Él se quedara con aquella
corona en su cabeza. Aquellas espinas comenzaron a perforar su cabeza
y su frente. Comenzaron a aparecer en su cara heridas horribles, en su
frente, en su rostro y nariz, que le hacían sangrar mucho. Yo muy triste
dije: “¡con qué mal aspecto has quedado así, lleno de heridas! ¿Por qué
has quedado así? ¿Por qué?
68
… Y escuché una voz, la voz de la Virgen Santísima que me
respondió: “Es por causa de los pecados del mundo. ¡Reza por los
jóvenes!” … Luego me desperté.
Este sueño me llamó mucho la atención porque la Virgen me dijo:
¡te colocaré al lado derecho de Jesús! - ¿Qué significa ser colocado al
dado derecho de Jesús? Es por lo que Ella me reveló: el sufrimiento de
Jesús, sus lágrimas, heridas y dolores se deben a los pecados cometidos
en el mundo entero, particularmente a los pecados de los jóvenes. Los
jóvenes están ofendiendo mucho a Jesús en los tiempos actuales y si ellos
no se convierten no encontrarán la salvación al final de sus vidas. Jesús y
María me están pidiendo ayudar a los jóvenes con mis oraciones, para
interceder y sacrificarme por la conversión y la salvación de ellos.
“Es Dios quien llama y coloca a las personas para realizar ciertos
designios que otros no comprenden. Bastaría eso para que aceptáramos
sus elecciones! […] hagamos en primer lugar la voluntad de Dios. Es Él
quien escoge los que deben estar a la derecha o a la izquierda de Jesús.
¡Es Él quien decide todo!”
69
Pasados algunos días, nuevamente volví a soñar con el Papa. Él me
veía y sonreía. Con sus manos me llamaba para que yo me aproximase a
él y al llegar cerca, a donde estaba él, me habló de muchas cosas de
Nuestra Señora. Él me bendijo, tocando con su mano derecha mi cabeza
y me preguntó: ¿Dónde está tu madre? - Yo le respondí: - Voy a llamarla!
– Corrí y fui a llamar a mi madre, conduciéndola hasta donde Él estaba.
Él le sonrió y la bendijo también. … Después de eso, me desperté. Este
sueño fue muy bonito.
70
comprometió a cuidar de la Iglesia como un servidor: “Hoy, juntamente
con la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo
Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que incluye también un poder. Es
cierto que Jesucristo dio un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata?
(…) No olvidemos jamás que el verdadero poder es el servicio, y que el
propio Papa, para ejercer el poder, debe entrar siempre más en aquel
servicio, y que el propio Papa, que tiene su vértice luminoso en la Cruz;
debe mirar para el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y,
como Él, abrir los brazos para guardar todo el pueblo de Dios y acoger,
con afecto y ternura, la humanidad entera, especialmente los más pobres,
los más débiles, los más pequeños.”
Después, él decreta que el nombre de San José sea introducido en
los Cánones II, III y IV.
71
DECRETO con el que se añade el nombre de San José
en las Plegarias eucarísticas II, III y IV del Misal Romano
En el paterno cuidado de Jesús, que San José de Nazaret desempeñó, colocado como
cabeza de la Familia del Señor, respondió generosamente a la gracia, cumpliendo la misión
recibida en la economía de la salvación y, uniéndose plenamente a los comienzos de los misterios
de la salvación humana, se ha convertido en modelo ejemplar de la entrega humilde llevada a la
perfección en la vida cristiana, y testimonio de las virtudes corrientes, sencillas y humanas,
necesarias para que los hombres sean honestos y verdaderos seguidores de Cristo. Este hombre
Justo, que ha cuidado amorosamente de la Madre de Dios y se ha dedicado con alegría a la
educación de Jesucristo, se ha convertido en el custodio del tesoro más precioso de Dios Padre,
y ha sido constantemente venerado por el pueblo de Dios, a lo largo de los siglos, como protector
del cuerpo místico, que es la Iglesia.
En la Iglesia católica, los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida
hacia San José y han honrado de manera constante y solemne la memoria del castísimo Esposo
de la Madre de Dios, Patrono celestial de toda la Iglesia, hasta tal punto que el ya Beato Juan
XXIII, durante el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, decretó que se añadiera su nombre
en el antiquísimo Canon Romano. El Sumo Pontífice Benedicto XVI ha querido acoger y aprobar
benévolamente los piadosos deseos que han llegado desde muchos lugares y que ahora, el Sumo
Pontífice Francisco ha confirmado, considerando la plenitud de la comunión de los santos que,
habiendo peregrinado un tiempo a nuestro lado, en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen
a Él.
Por lo tanto, teniendo en cuenta todo esto, la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, en virtud de las facultades concedidas por el Sumo Pontífice
Francisco, gustosamente decreta que el nombre de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen
María, se añada de ahora en adelante en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV de la tercera edición
típica del Misal Romano, colocándose después del nombre de la Bienaventurada Virgen María,
como sigue: en la Plegaria eucarística II: «ut cum beáta Dei Genetríce Vírgine María, beáto
Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»; en la Plegaria eucarística III: «cum beatíssima
Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»; en la
Plegaria eucarística IV: «cum beáta Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius
Sponso, cum Apóstolis».
Por lo que se refiere a los textos redactados en lengua latina, se deben utilizar las
fórmulas que ahora se declaran típicas. La misma Congregación se ocupará de proveer, a
continuación, la traducción en las lenguas occidentales de mayor difusión; la redacción en otras
lenguas deberá ser preparada, conforme a las normas del derecho, por la correspondiente
Conferencia de Obispos y confirmada por la Sede Apostólica, a través de este Dicasterio.
No obstante cualquier cosa en contrario.
Dado en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el día
1 de mayo del 2013, memoria de San José Obrero.
Antonio, Card. Cañizares Llovera
Prefecto
+ Arturo Roche
Arzobispo Secretario
72
Más adelante, el día 5 de julio de 2013, consagra el Vaticano a
la protección de San José y de San Miguel Arcángel. Con todos esos
acontecimientos, no podemos quedarnos insensibles a los
llamamientos que el Cielo nos hizo, en suelo amazónico en estos
últimos años.
La devoción al Corazón de San José salvará a la Iglesia de
grandes peligros, de la cual él es su Protector; La Iglesia fue confiada
a él, Jesús se confió a él. ¿Y nosotros? ¿Queremos realmente
confiarnos a su protección, así como nuestras familias? ¡Quien sea
devoto de san José no se perderá jamás!
La devoción a los tres Sagrados Corazones Unidos de Jesús,
María y José es este socorro de Dios para nuestros tiempos actuales,
tan difíciles.
LOS MEDIOS
PARA PONER EN PRÁCTICA ESTA DEVOCIÓN
73
oración sea conocida por todos. Que ella llegue a todos los lugares,
para que todos sean beneficiados por Dios, por medio de ella. Esta es
su santísima voluntad y yo te la revelo, es este momento…”.
74
Iglesia, ruega por nosotros pecadores y obtennos de Dios la Divina
Sabiduría, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Compuesta
por San Luis María Grignon de Monfort, esta oración fue pedida por
San José en la aparición del día 29.03.2002 y reformulada por Nuestro
Señor Jesucristo en la aparición del día 07.01.2008, para que podamos
honrar a San José más todavía, glorificando y exaltando su nombre,
como él merece y ser beneficiados por su intercesión, invocando su
nombre santísimo y poderoso, que hace estremecer todo el infierno y
pone en fuga todos los demonios, conforme fue revelado por Jesús en
una aparición.
75
5) Propagación de la devoción al Corazón de San José
acompañado de buenas obras de caridad y asistencia a las personas
necesitadas, de un modo especial a los enfermos y a los moribundos,
conforme las peticiones de San José y sus promesas reveladas en
marzo de 1998.
76
fecunda, singular. ¡Oh Madre benigna, sin conocer varón, a los
Carmelitas da privilegio, Estrella del Mar!”. Terminada esta
súplica, levantó los ojos derramando lágrimas, vio la celda encenderse,
súbitamente, de luz. Rodeada de ángeles, en grande cortejo, se le
apareció la Virgen Santísima, revestida de esplendor, trayendo en las
manos el Escapulario y diciendo a San Simón Stock, con inexpresable
ternura maternal: “Recibe, dilectísimo hijo, este Escapulario de tu
Orden como señal distintiva y una marca de privilegio que yo
obtuve para ti y para todos los hijos del Carmelo; es una señal se
salvación, una salvaguardia de los peligros, alianza de paz y de
protección sempiterna. Quien muera revestido de él será
preservado del fuego eterno”.
77
El día 14 de julio de 2000, visité Aylesford con una amiga,
Marina Hodking, que vive en Sao Paulo. Esto aconteció cuando mi
amiga fue a visitar Italia durante el mes de Julio. Yo me encontraba en
ese periodo en Brescia, en la casa de sus amigos. Marina antes de ir a
Inglaterra me invitó a ir junto con ella. Ella permaneció dos semanas
en Inglaterra y, así, pude visitar el Santuario de Nuestra Señora del
Monte Carmelo.
En Inglaterra, yo tuve algunas apariciones de Nuestra Señora,
de Jesús y de San José, que me hablaban sobre la devoción de los tres
Corazones y sobre acontecimientos futuros, muy tristes, que deberían
ocurrir en este país.
78
En Aylesford, cuando me encontraba en el Santuario de Nuestra
Señora del Carmen, visité la capilla de San José con mi amiga. En esta
capilla, yo tuve una aparición de la Sagrada Familia. Esta aparición me
llamó la atención: Nuestra Señora, acompañada del Niño Jesús y de
San José, aseguraba en sus manos, un escapulario, pero no el
escapulario de la orden del Carmelo, y sí un escapulario diferente, de
color blanco, donde yo pude distinguir bien los tres Corazones.
Terminada la aparición, mencioné lo ocurrido y lo que vi, a mi amiga
Marina, quedándome muy pensativo por esta visión, porque todavía no
comprendía por completo la petición de los tres Corazones.
Solamente más tarde, en el momento establecido por el Señor,
comprendí la voluntad del Cielo, por los mensajes que Jesús y Nuestra
Señora me transmitían y por las peticiones que ellos hacían, para que
fuesen comunicadas a la Iglesia y al pueblo, como nunca ocurrió en la
historia de la humanidad. El Amazonas fue señalado y escogido por
Dios para este grande acontecimiento.
79
visión se repitió tres veces, para que quedara impresa en mi mente y
no me olvidara de ella, no teniendo la menor sombra de dudas en
cuanto a la unidad indivisible de los Corazones de Jesús, María y José.
“Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto san Agustín
como santo Tomás la ponen siempre en la «indivisible unión
espiritual», en la «unión de los corazones», en el «consentimiento»
[15], elementos que en aquel matrimonio se han manifestado de modo
ejemplar. En el momento culminante de la historia de la salvación,
cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del
Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza
en plena «libertad» el «don esponsal de sí» al acoger y expresar tal
amor” (Juan Pablo II- Encíclica Redemptoris Custos, 15.08.1989)
80
En esta aparición, Nuestra Señora me dio un mensaje y después
dijo:
“Presta bastante atención a lo que voy a mostrarte. Como
veas manda hacer un escapulario. Este será el escapulario de San
José. Mi hijo Jesús y yo deseamos que todos lo usen con fe y amor,
honrando profundamente a mi Esposo José como él se merece.
Quien lo lleve consigo recibirá la protección de Dios por medio de
su Corazón Castísimo y de su manto protector, así como muchas
gracias del Cielo necesarias para la salvación y la santificación”.
Vi aparecer por encima de la Sagrada Familia la inscripción, en colores
dorados: “Corazón Castísimo de José”, y debajo: ¡Sé el guardián de
nuestra familia!
Luego en seguida la visión desapareció dando lugar a los tres
Corazones iluminados y radiantes. Del Corazón de Jesús salían dos
rayos que se dirigían al Corazón Inmaculado de María y al Corazón
Castísimo de San José y, de ellos, dos rayos que se dirigían al mundo.
Encima de los corazones apareció escrito en colores dorados “Jesús,
81
María, José” y debajo de ellos: “¡Yo os amo, salvad almas!”. Luego,
después de esta visión, Nuestra Señora volvió a aparecer con el Niño
Jesús y San José. Los tres bendijeron a las personas presentes, y
desaparecieron en la claridad de la hermosa luz que los envolvían. Yo
no sabía que en el día en que esta aparición ocurrió se conmemoraba
en la orden del Carmelo y en la Iglesia en todo el mundo los 750 años
de la entrega del Escapulario por Nuestra Señora a San Simón Stock.
Era un día muy especial para los Carmelitas, un acontecimiento
grandioso en la Orden del Carmelo y el día en que Jesús y Nuestra
Señora revelaron el escapulario de San José a la Iglesia y al mundo,
como protección especial para todas las familias del mundo entero.
82
ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL
ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ
FORMULA DE IMPOSICIÓN
83
Sacerdote: ¡Corazón Castísimo de San José!
Fiel: ¡Sé el guardián el guardián de nuestra familia!
Sacerdote: ¡Jesús, María y José, yo os amo!
Fiel: ¡Salvad almas!
CARISMA
1) TESTIMONIO DE VIDA
84
-Ser promotores del amor y de la paz de Dios en las familias y
en medio de los jóvenes, evangelizándolos, por medio de los tres
Sagrados Corazones unidos;
85
-Ser puros en el hablar, en el actuar y en el vestir, viviendo con
recato y modestia; sencillos en el mirar, caritativo en el escuchar, para
alegrar a los tres Sagrados Corazones que son puros, castos y santos.
86
- No medir los esfuerzos para salvar las almas de las tentaciones
de Satanás, ofreciendo diariamente nuestras oraciones, penitencias y
sacrificios para que el amor de Dios triunfe sobre todo mal y en la vida
de muchos que se encuentran casi perdidos. De entre estas peticiones
de la Santísima Virgen está el ayuno, los viernes, a pan y agua y en las
vigilias de oración:
87
- La frecuencia de los Sacramentos: confesión y Santa Misa
diaria, especialmente, los domingos, día del Señor; además de las
visitas constantes al santísimo Sacramento, para que lo adoremos y le
agradezcamos al Señor, su inmenso amor, y por todos los beneficios y
las gracias recibidos de su Divina Providencia;
88
-Creer en el llamamiento que Dios nos hace, dentro de esta hora,
por medio de los tres Sagrados Corazones, con adhesión en la fe,
creyendo en sus promesas hechas a cada uno de nosotros y con nuestras
adhesiones en el amor, que nos impulsa a buscar a Dios como Padre y
a ver en cada hombre, mujer, joven y niño, un hermano amado, don de
su gracia. No dudemos de su acción divina, que nos santifica y auxilia
con su gracia, más creamos que Dios, nuestro Padre, está al frente
nuestro, protegiéndonos con su brazo fuerte, derribando las barreras y
haciendo milagros; primero, en nuestras vidas y en nuestras familias
y, segundo, en la vida de las familias y de los jóvenes por los cuales
estamos intercediendo y auxiliando con el testimonio, con la palabra y
con la vida;
89
para cada uno de nosotros: ser los santos de su Reino ya aquí en la
tierra, para estar un día siempre en el Cielo.
90
Jesús me explicó que en la Sagrada Familia se encuentran los
tres estilos de vida que una persona puede seguir; vida familiar
(familias santas), vida consagrada (sacerdotes/religiosos) y vida de
servicio (jóvenes y laicos misionarios) Así, por medio de sus
apariciones y de las apariciones de su Madre Santísima, Nuestro Señor
me pidió tres obras que están inseridas en una sola:
Grupo Reina de los Jóvenes;
Familias Santas;
Comunidad del Corazón Castísimo de José;
JESÚS
AMOR=>JÓVENES
MARÍA JOSÉ
OBEDIENCIA=>FAMÍLIAS SANTIDAD=>CONSAGRADOS
91
LAS TRES OBRAS DE LOS
TRES SAGRADOS CORAZONES
92
del todo necesario, si se quiere comprender y vivir con mayor
intensidad la gracia y las responsabilidades del matrimonio y de la
familia cristiana. (Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 57, 2 de
noviembre de 1981)
93
través de los hechos, los problemas, las dificultades, los
acontecimientos de la existencia de todos los días, Dios les va
revelando y proponiendo las “exigencias” concretas de su
participación en el amor de Cristo por la Iglesia en relación con la
situación particular - familiar, social y eclesial - en la que se encuentran
[…] Animada ya interiormente por el espíritu misionario, la Iglesia
doméstica y llamada a ser una señal luminosa de la presencia de Cristo
y de su amor mismo para los «alejados», para las familias que todavía
no creen y para aquellas que ya no viven en coherencia con la fe
recibida: es llamada con su ejemplo y con su testimonio a iluminar a
aquellos que buscan la verdad”. Con ese propósito y meta, el grupo
“Fraternidad Familia”, siguiendo las orientaciones de la Iglesia y de la
Virgen María, desea acoger más perfectamente el llamamiento que
Cristo les hace, siendo la sal de la tierra y la luz del mundo a otras
familias, a fin de que sean restablecidas y curadas en su amor divino.
Vivir el amor del Corazón de Cristo, en la familia, y estar inserida
dentro de este Divino Corazón, de las manos de Nuestra Señora y de
San José, siendo calentada por la llama del amor que se irradia de él y
de la Gracias que Dios concede familia que no mide esfuerzos en su
trabajo evangelizador; además de eso, el crecimiento abundante de la
gracia de Dios en la vida de los hijos, que se tornan propiedad de los
tres Sagrados Corazones unidos es el fruto de la buena educación
cristiana del empeño de los padres en hacer conocer el amor de Dios y
el respeto por sus Leyes a todos ellos.
94
Éste es el cometido sacerdotal que la familia cristiana puede y
debe ejercer en íntima comunión con toda la Iglesia, a través de las
realidades cotidianas de la vida conyugal y familiar. De esta manera la
familia cristiana es llamada a santificarse y a santificar a la comunidad
eclesial y al mundo. (Juan Pablo II, Familiaris Consortis, 54, 55, 1981)
95
ejemplo y las virtudes del Esposo de la Santísima Virgen y Padre y
Protector de Jesús. En esta comunidad se respirará el espíritu josefino.
Todos, por medio de San José, caminarán en la entrega total de su ser
y en la vida santa unida a Dios. La revelación del Corazón Castísimo
de José está enteramente unida a los Corazones de Jesús y María. En
la aparición del 25.12.1996, los tres estaban juntos, unidos en un solo
amor. No fue una aparición de una única persona, más de los tres:
Jesús, María y José. Entonces, podemos concluir que honrando al
Corazón de José nos estamos uniendo a los Corazones de Jesús y
María, porque fueron ellos dos los que nos revelaron el Corazón de
José a la Iglesia y al mundo en esta aparición. Así es la comunidad
pedida por los tres Sagrados Corazones:
En esta comunidad se buscará la vida de perfección y de
santidad a través del ejemplo, de las virtudes de San José y por las
gracias que Dios concederá, por medio de su Corazón Castísimo, a
todos los que recurrieren a Él por medio de este grande santo.
La Iglesia nos enseña que a Dios que nos revela todas las cosas
es debida la “obediencia de la fe”; por la fe, el hombre se entrega
totalmente y libremente a Dios, prestándole el obsequio pleno de la
inteligencia y de la voluntad y dando un voluntario asentimiento a su
revelación. La frase que se acaba de citar, que habla de la propia
esencia de la fe, se aplica perfectamente a José de Nazaret.
96
Para esto, Dios participó a José en su propio amor paterno, aquel amor
«de quien toma nombre toda familia en el Cielo y en la tierra» (Ef. 3,
15).
Como todo niño, Jesús aprendió de sus padres las nociones
fundaméntales del vivir y el estilo de comportamiento. Y como no
pensar, con intima maravilla, en Su perfecta obediencia a la voluntad
de Dios maduró en Él bajo el perfil humano, sobre todo siguiendo el
ejemplo del padre José, «hombre justo» (cf. Mt 1, 19)
97
actuaba en él con todas sus gracias y dones, haciendo que en San José
se halle el amor considerado como mas más santo, puro y virginal para
con Jesús y María. Si deseamos ser agradables a los Corazones de
Jesús y de María nos debemos santificar, y vivir esta pureza y santidad
que transfiguraron todo el ser de San José, que quedó abrasado por las
llamas de amor de estos Santísimos Corazones.
98
interior es para la Iglesia camino de Santificación para la Iglesia en
nuestros tiempos.”
35. «Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de
miedo» (Mt 17, 6). Los sinópticos ponen de relieve en el episodio de
la Transfiguración, con matices diversos, el temor de los discípulos. El
atractivo del rostro transfigurado de Cristo no impide que se sientan
atemorizados ante la Majestad divina que los envuelve. Siempre que
el hombre experimenta la gloria de Dios se da cuenta también de su
pequeñez y de aquí surge una sensación de miedo. Este temor es
saludable. Recuerda al hombre la perfección divina, y al mismo tiempo
lo empuja con una llamada urgente a la «santidad».
Todos los hijos de la Iglesia, llamados por el Padre a
«escuchar» a Cristo, deben sentir una profunda exigencia de
conversión y de santidad. Pero, como se ha puesto de relieve en el
Sínodo, esta exigencia se refiere en primer lugar a la vida consagrada.
En efecto, la vocación de las personas consagradas a buscar ante todo
el Reino de Dios es, principalmente, una llamada a la plena conversión,
en la renuncia de sí mismo para vivir totalmente en el Señor, para que
Dios sea todo en todos. Los consagrados, llamados a contemplar y
testimoniar el rostro «transfigurado» de Cristo, son llamados también
a una existencia transfigurada. A este respecto, es significativo lo
expresado en la Relación final de la II Asamblea extraordinaria del
Sínodo: «Los santos y santas han sido siempre fuente y origen de
renovación en las circunstancias más difíciles a lo largo de toda la
historia de la Iglesia. Hoy necesitamos fuertemente pedir con
99
asiduidad a Dios santos. Los Institutos de vida consagrada, por la
profesión de los consejos evangélicos, sean conscientes de su misión
especial en la Iglesia de hoy, y nosotros debemos animarlos en esa
misión» [74]. De estas consideraciones se han hecho eco los Padres
de la IX Asamblea sinodal, afirmando: «La vida consagrada ha sido a
través de la historia de la Iglesia una presencia viva de esta acción del
Espíritu, como un espacio privilegiado de amor absoluto a Dios y al
prójimo, testimonio del proyecto divino de hacer de toda la
humanidad, dentro de la civilización del amor, la gran familia de los
hijos de Dios» [75].
La Iglesia ha visto siempre en la profesión de los consejos
evangélicos un camino privilegiado hacia la santidad. Las mismas
expresiones con las que la define —escuela del servicio del Señor,
escuela de amor y santidad, camino o estado de perfección— indican
tanto la eficacia y riqueza de los medios propios de esta forma de vida
evangélica, como el empeño particular de quienes la abrazan [76]. No
es casual que a lo largo de los siglos tantos consagrados hayan dejado
testimonios elocuentes de santidad y hayan realizado empresas de
evangelización y de servicio particularmente generosas y arduas.
Fidelidad al carisma
100
manifiesta la tensión de un corazón insatisfecho de cualquier amor
finito, la pobreza alimenta el hambre y la sed de justicia que Dios
prometió saciar (cf. Mt 5, 6). En esta perspectiva el carisma de cada
Instituto animará a la persona consagrada a ser toda de Dios, a hablar
con Dios o de Dios, como se dice de santo Domingo [77], para gustar
qué bueno es el Señor (cf. Sal 3334, 9) en todas las situaciones.
Los carismas de vida consagrada implican también una
orientación hacia el Hijo, llevando a cultivar con Él una comunión de
vida íntima y gozosa, en la escuela de su servicio generoso de Dios y
de los hermanos. De este modo, «la mirada progresivamente
cristificada, aprende a alejarse de lo exterior, del torbellino de los
sentidos, es decir, de cuanto impide al hombre la levedad que le
permitiría dejarse conquistar por el Espíritu» [78], y posibilita así ir a
la misión con Cristo, trabajando y sufriendo con Él en la difusión de
su Reino.
Por último, cada carisma comporta una orientación hacia el
Espíritu Santo, ya que dispone la persona a dejarse conducir y sostener
por Él, tanto en el propio camino espiritual como en la vida de
comunión y en la acción apostólica, para vivir en aquella actitud de
servicio que debe inspirar toda decisión del cristiano auténtico.
En efecto, esta triple relación emerge siempre, a pesar de las
características específicas de los diversos modelos de vida, en cada
carisma de fundación, por el hecho mismo de que en ellos domina «una
profunda preocupación por configurarse con Cristo testimoniando
alguno de los aspectos de su misterio» [79], aspecto específico llamado
a encarnarse y desarrollarse en la tradición más genuina de cada
Instituto, según las Reglas, Constituciones o Estatutos [80].
Fidelidad creativa
101
camino de santidad a través de las dificultades materiales y espirituales
que marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar la
competencia en el propio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a
la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las
nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a
la inspiración divina y al discernimiento eclesial. Debe permanecer
viva, pues, la convicción de que la garantía de toda renovación que
pretenda ser fiel a la inspiración originaria está en la búsqueda de la
conformación cada vez más plena con el Señor [82].
En este espíritu, vuelve a ser hoy urgente para cada Instituto la
necesidad de una referencia renovada a la Regla, porque en ella y en
las Constituciones se contiene un itinerario de seguimiento,
caracterizado por un carisma específico reconocido por la Iglesia. Una
creciente atención a la Regla ofrecerá a las personas consagradas un
criterio seguro para buscar las formas adecuadas de testimonio capaces
de responder a las exigencias del momento sin alejarse de la
inspiración inicial.
102
adoración eucarística, los retiros mensuales y los ejercicios
espirituales.
Es necesario también tener presentes los medios ascéticos
típicos de la tradición espiritual de la Iglesia y del propio Instituto.
Ellos han sido y son aún una ayuda poderosa para un auténtico camino
de santidad. La ascesis, ayudando a dominar y corregir las tendencias
de la naturaleza humana herida por el pecado, es verdaderamente
indispensable a la persona consagrada para permanecer fiel a la propia
vocación y seguir a Jesús por el camino de la Cruz. Es necesario
también reconocer y superar algunas tentaciones que a veces, por
insidia del Diablo, se presentan bajo la apariencia de bien. Así, por
ejemplo, la legítima exigencia de conocer la sociedad moderna para
responder a sus desafíos puede inducir a ceder a las modas del
momento, con disminución del fervor espiritual o con actitudes de
desánimo. La posibilidad de una formación espiritual más elevada
podría empujar a las personas consagradas a un cierto sentimiento de
superioridad respecto a los demás fieles, mientras que la urgencia de
una cualificación legítima y necesaria puede transformarse en una
búsqueda excesiva de eficacia, como si el servicio apostólico
dependiera prevalentemente de los medios humanos, más que de Dios.
El deseo loable de acercarse a los hombres y mujeres de nuestro
tiempo, creyentes y no creyentes, pobres y ricos, puede llevar a la
adopción de un estilo de vida secularizado o a una promoción de los
valores humanos en sentido puramente horizontal. El compartir las
aspiraciones legítimas de la propia nación o cultura podría llevar a
abrazar formas de nacionalismo o a asumir prácticas que tienen, por el
contrario, necesidad de ser purificadas y elevadas a la luz del
Evangelio.
El camino que conduce a la santidad conlleva, pues, la
aceptación del combate espiritual. Se trata de un dato exigente al que
hoy no siempre se dedica la atención necesaria. La tradición ha visto
con frecuencia representado el combate espiritual en la lucha de Jacob
con el misterio de Dios, que él afronta para acceder a su bendición y a
su visión (cf. Gen 32, 23-31). En esta narración de los principios de la
historia bíblica las personas consagradas pueden ver el símbolo del
103
empeño ascético necesario para dilatar el corazón y abrirlo a la acogida
del Señor y de los hermanos.
Promover la santidad
104
exclamar: «Bueno es estarnos aquí» (Mt 17, 4). Sin embargo, es
siempre una vida «tocada» por la mano de Cristo, conducida por su
voz y sostenida por su gracia.
«Levantaos, no tengáis miedo». Esta invitación del Maestro se
dirige obviamente a cada cristiano. Pero con mayor motivo a quien ha
sido llamado a «dejarlo todo» y, por consiguiente, a «arriesgarlo todo»
por Cristo. De modo especial es válida siempre que, con el Maestro,
se baja del «monte» para tomar el camino que lleva del Tabor al
Calvario.
Al decir que Moisés y Elías hablaban con Cristo sobre su
misterio pascual, Lucas emplea significativamente el término
«partida» (éxodos): «Hablaban de su partida, que iba a cumplir en
Jerusalén» (Lc 9, 31). «Éxodo»: término fundamental de la revelación,
al que se refiere toda la historia de la salvación, y que expresa el
sentido profundo del misterio pascual. Tema particularmente
vinculado a la espiritualidad de la vida consagrada y que manifiesta
bien su significado. En él se contiene inevitablemente lo que pertenece
al mysterium Crucis. Sin embargo, este comprometido «camino de
éxodo», visto desde la perspectiva del Tabor, aparece como un camino
entre dos luces: la luz anticipadora de la Transfiguración y la definitiva
de la Resurrección.
La vocación a la vida consagrada —en el horizonte de toda la
vida cristiana—, a pesar de sus renuncias y sus pruebas, y más aún
gracias a ellas, es camino «de luz», sobre el que vela la mirada del
Redentor: «Levantaos, no tengáis miedo».
105
Pintura de los tres Sagrados Corazones unidos de Jesús, María y José
Obra de Chiara Uccelli
106
renovándolo en el sacrificio de Cristo realizado en cada celebración de
la Santa Misa. (Padre Leopold Grcar, franciscano, Eslovenia 2013)
107
7) La imposición del escapulario de San José será hecha,
después de los nueve meses de preparación. Esta imposición que se
hace durante una celebración de la Eucaristía, en la presencia del
sacerdote, que representa la Iglesia y la persona de Cristo, es el gran
paso que damos al Señor, donde le decimos que queremos permanecer
para siempre en este camino espiritual mientras vivamos en este
mundo, haciendo parte de esa gran familia, que tiene como modelo el
ejemplo de amor a la Sagrada Familia;
8) Estos nueve meses serán divididos en partes: los tres primeros
meses (1, 2 y 3) serán dedicados a la persona de San José; los meses
siguientes (4, 5 y 6) serán dedicados a la persona de María Santísima
y los tres últimos meses a Jesucristo (7, 8 y 9). Comenzamos por José
y María porque son ellos quienes nos llevaran al Corazón de Cristo,
Luz del Mundo. Los tres meses finales serán los meses de nuestra
decisión para consagrar nuestra vida a los tres Sagrados Corazones
unidos para siempre, siendo fieles a los deseos Santísimos de su
Corazones amadísimos.
9) La presencia del sacerdote es muy importante. Cada grupo
debe tener el padre espiritual que lo guíe y que sea un punto de
referencia en la fe. Si en el primer momento fuera difícil tener uno que
auxilie al grupo, los miembros deben comprender que deben rezar y
suplicar al Señor, pidiendo esta gracia para el grupo formado;
10) Todos los grupos formados tienen como Santos Protectores:
Santa Gemma Galgani, San Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores,
Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Juana de Arco, San Juan
Evangelista. Estos santos velan por el camino espiritual de sus
miembros e interceden delante de los tres Sagrados Corazones
constantemente, por sus necesidades espirituales y corporales.
108
Jesucristo propio, porque Él es Rey y Señor de todas las cosas,
conforme escribió el Papa León XIII (1878.1903), en la carta encíclica
Annum Sacrum, de 25 de agosto de 1899, declarando que la
consagración de la humanidad al Corazón de Jesús es plenamente
necesaria y por eso después, en el año Santo de 1900, la humanidad
entera fue consagrada al Sagradísimo Corazón de Jesús. El 21 de julio
de 1899, con la Carta de la Congragación de los Ritos, aprobaba la
letanía en honor al Sagrado Corazón de Jesús y exhortaba a cumplir
las pías prácticas de los primeros viernes del mes y a dedicar el mes de
junio al Corazón de Jesús.
El culto al Sagrado Corazón es más que una devoción; es lo que
en toda la religión más nos toca, lo más eficaz, lo más alto. Para
acogerla en nuestra vida, es necesario nuestra adhesión por la fe, en el
amor, el amor hasta el final, que ama sin medida, a fin de que nuestra
respuesta más auténtica a Jesucristo sea nuestra consagración a su
Divino Corazón, un ofrecimiento de sí mismo, de aquellos que somos
y de aquello que tenemos, consolidando nuestro empeño de ser todo
de Dios, volviéndonos uno con Él.
Comprender el amor de Jesús por nosotros es aprender a reparar
por uno mismo y por los otros, amando a Dios y al prójimo. Para que
esta oferta sea perfecta y plena, el mismo Jesús desea que sea a través
de los Corazones Santísimos de María y José.
109
INTENCIONES DE ORACIÓN
Lunes
Dedicado al Espíritu Santo;
A nuestro Santo Protector y Santos de Dios;
Por las Almas del Purgatorio.
Martes
Dedicado al Sagrado Rostro;
San Miguel, San Gabriel y San Rafael;
Ángel de la Guarda;
Por la santificación de las familias;
Por el Papa y por la Iglesia.
Miércoles
Dedicado a San José y a su Corazón Castísimo;
Por los jóvenes y por las vocaciones sacerdotales;
Por los enfermos y moribundos;
Recitar el rosario de San José. Si es el primer miércoles del mes
recitar el rosario entero de los sietes dolores y gozos con 1
Padrenuestro, 10 Ave José y 1 Gloria. En los demás miércoles rezar
los siete dolores y gozos con 1 Padre Nuestro, 1 Ave José y 1 Gloria;
Letanías de San José y oración de Consagración a su Castísimo
Corazón Castísimo.
110
Jueves
Día dedicado a la Eucaristía
Adoración a Jesús Eucarístico;
Hacer reparación y suplicar la misericordia de Dios para
nosotros y para los pecadores del mundo entero;
Vigilia en familia y/o hora santa desde las 11 a las 12 de la
noche.
Viernes
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y día de ayuno a pan y
agua;
Meditar la Pasión de Jesús;
Honrar su Preciosísima Sangre y sus Santas Llagas;
Si es posible hacer la Vía Sacra;
Letanía del de la Preciosísima Sangre de Jesús.
Sábado
Domingo
111
TIEMPO DE DEDICACIÓN DURANTE EL DÍA
Hora Matutina
6.00: Ángelus y oración a San Miguel Arcángel;
Ofrecimiento del día y Consagración al Sagrado Corazón de
Jesús
9.00: hora del Espíritu Santo (Himnos y oraciones al Espíritu
Santo); Rosario;
Meditación de la Palabra de Dios;
Rosario de la Sagrada Familia;
Consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;
Medio día
12.00: Ángelus y oración a San Miguel Arcángel;
Rosario;
Siete Credos por los ateos, por los incrédulos y para fortificar
nuestra fe;
Consagración al Corazón Inmaculado de María;
15.00: Hora de la misericordia (recitar el rosario de la Divina
Misericordia y hacer meditación de la pasión de Jesús con lecturas y/u
oraciones);
Vísperas
Meditación de un mensaje de Nuestra Señora;
Rosario y consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;
Consagración al Corazón Castísimo de San José;
18.00: Ángelus
112
Completas
Rosario;
Cinco Salves por la apertura de los corazones endurecidos;
Recitación del rosario del Perdón
21h: hora de San José (recitar los sietes dolores y gozos de San
José con 1 Padre Nuestro, 1 Ave María y un Gloria);
Consagración a los tres Sagrados Corazones unidos;
Oración al Ángel de la Guardia y a San Miguel Arcángel.
113
ORACIONES
ENSEÑADAS POR JESÚS Y NUESTRA SEÑORA
114
3. Gloria a Dios y bendito sea Nuestro Señor y la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María. Amén.
(San Miguel el 25.12.95)
115
5. Mi glorioso San José, acuérdate y ayuda a mi familia: hoy,
mañana y siempre. Amén. (3 veces)
116
7. Oh Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, en este
momento nosotros nos consagramos a vosotros verdaderamente, con
todo nuestro corazón. Protegednos y defendednos contra los males de
este mundo, para que nuestros hogares sean consolidados siempre en
el amor infinito de Dios.
Jesús, María y José, nosotros os amamos con todo nuestro
corazón. Queremos ser totalmente vuestros. Ayudadnos a hacer la
voluntad del Señor, verdaderamente. Guiadnos siempre a la Gloria
del Cielo, ahora y siempre.
(3.03.97)
117
“Todos aquellos que te honren y recurran a ti serán conducidos a la
gloria de mi Reino”
118
9. ROSARIO DE LA SAGRADA FAMILIA
Inicio
Oración: Mi Sagrada Familia del Cielo, guíame por el camino
recto, cubridme con vuestros mantos sagrados y protegedme de todo
mal, durante mi vida aquí en la tierra y siempre. Amén.
(Padrenuestro, Ave María, Gloria)
Sagrada Familia y ángel mío de la guardia, rogad por mí.
Amén.
Credo…
Al final:
119
10. ROSARIO DE LAS LLAGAS DEL CORAZÓN DE
MARÍA.
120
obteniendo de Dios, a través de tu poderosa intercesión, la Salvación
Eterna. Amén.
Al final:
Padre Amado, te amo. Madre Amada, te amo. Padre Amado y
Madre Amada, os amo, os amo, os amo. (3 veces)
121
Consagramos toda nuestra vida, nuestra alma y nuestro cuerpo,
así como toda nuestra familia a tu Doloroso e Inmaculado Corazón.
Guíanos y protégenos de todo peligro, principalmente de
nuestro gran enemigo, aléjalo de nosotros y danos fuerzas para vencer
sus seducciones y sus ataques contra nosotros.
Oh Virgen Purísima, cúbrenos con tu Pureza y ayúdanos a vivir
totalmente puros para tu Hijo Jesús, para que, como Tú, podamos
brillar en santidad y así poder conquistar el poder mirar a tu Hijo
Jesús por toda la eternidad. Amén.
122
Dios, sé nuestra salvación ahora y en el último momento de nuestra
vida. Llévanos a Jesús y pide por nosotros al Señor, para que Él nos
dé su Paz y su Amor. Amén.
(14.04.97- San Miguel)
123
13. De hoy en adelante, durante tu vida aquí en la tierra, cuando
entres en una Iglesia, busca primero el Santísimo Sacramento del
Altar. Ora un poco, después busca un lugar para sentarte.
Esta oración es para que se haga ante el Santísimo Sacramento
del Altar:
Oh Mi Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, estoy aquí
ante Ti, para pedirte lo que sea necesario para mi familia y para
todas las personas del mundo entero y te doy las gracias por todo lo
que Tú ya hiciste por ellas, por mis familiares hasta la cuarta
generación, por los familiares de mi esposo/a hasta la cuarta
generación y por la humanidad entera.
Te doy las gracias Señor, por todas las personas que no saben
darte las gracias. Amén.
Desde donde estés, de rodillas, de pie o sentado continua a
orar:
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mi familia, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mis familiares hasta la cuarta generación, perdona sus pecados y
dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
los familiares de mi esposo/a, hasta la cuarta generación, perdona
sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
mis vecinos, de mis amigos, de mis enemigos, de los agonizantes, de
las almas del purgatorio, de los encarcelados, de los perversos, de los
malhechores, de los criminales, perdona sus pecados y dales la
salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
los ateos, de las personas que te aman, de las personas que nos
persiguen, de las personas que nos critican, de las personas que no
saben amar a Dios sobre todas las cosas y a sus hermanos como a sí
mismos, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.
124
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
las madres que abortaron a sus hijos, de las madres que
abandonaron a sus hijos, de las personas que abandonaron a su
padre y a su madre en los asilos, de las personas que cometieron
adulterio, perdona sus pecados y dales la salvación eterna.
Oh Mi Jesús Sacramentado, ten misericordia de las almas de
todos tus hijos, de los buenos y de los malos, muchos de ellos no
saben lo que hacen. Amén
125
14. Oh Jesús, nosotros te amamos de todo corazón. Sálvanos de
todos los males y peligros. Sé para todos nosotros nuestra eterna
salvación. Oh Jesús, queremos ser totalmente tuyos, danos tu gracia
para que podamos, verdaderamente, vivir tu Palabra.
Jesús, que nuestras vidas estén empeñadas en el amor, en el
servicio, en las buenas obras para con quien necesita de tus
bendiciones. Envíanos el Espíritu Santo de donación para que estemos
enteramente dispuestos a vivenciar el evangelio, renovando todo y
todas las cosas. Nosotros te amamos y nos entregamos a Ti verdadera
y profundamente ahora y siempre. Amén.
(28.04.97 – que los sacerdotes recen diariamente pidiendo la
gracia y la santidad de Dios)
126
17. Señor, por la amargura que sentisteis por el beso traidor de
Judas, haz volver a la gracia santificante a todos los sacerdotes que
fueran infieles a su vocación y que continúan obstinados en los
pecados del mundo. Te lo pedimos por la intercesión del Corazón
Inmaculado de María y del Corazón Castísimo de San José.
(20.10.97)
127
Quiero ser para toda la vida vuestro siervo y amarte con el
mismo amor de Jesús y María. Amén.
(23.11.97- Jesús)
128
realizando en mi vida, por mi salvación. Quiero ser tuyo y amarte con
un amor sin medida. Toma mi corazón, porque es tuyo. Padre, te amo,
te amo, te amo. Amén.
(1.04.99)
129
25. María, Reina de la Paz, concédenos por tu intercesión la
curación de nuestros cuerpos y de nuestra alma. Pide a Dios por
nosotros, porque somos tus hijos que precisan de tu Auxilio Materno.
Tú eres nuestra maternal Madre que nunca desampara a sus hijos en
sus aflicciones. Gracias María Santísima, mi Madre querida, por tu
Amor y porque pides por nosotros a Jesús, tu Adorable y Divino Hijo.
Nosotros te amamos y te damos las gracias por todo lo que haces por
nosotros. Gracias, gracias, gracias. Amén.
(5.06.00)
130
27. ¡Misericordia Jesús! Misericordia para todos los
pecadores. Misericordia para toda la humanidad. (3 veces)
(10.07.03)
131
Mi alma esta triste hasta la muerte
132
(15.01.07)
33. Oh María Reina del Mundo, ruega por el mundo entero y
especialmente por Brasil.
(11.04.95)
133
“«Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate
allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a
Egipto”
(Mt 2, 13-14)
Inicio: Credo
En las cuentas del Padrenuestro: mi Jesús Crucificado, por tu
sangre derramada perdona nuestros pecados, Señor. Perdón,
perdón, perdón.
En las cuentas del Ave María: Perdón, perdón Señor, perdona
nuestros pecados Señor.
Al final: Salve
134
pecados y faltas, librándonos de la soberbia, del orgullo y de una vida
de falsa humildad.
36. ¡Oh Madre mía, María Santísima y Padre Virginal mío, San
José, dadme vuestros Corazones Santísimos para que yo pueda recibir
dignamente, a nuestro Señor Jesús Cristo, como Él mismo merece! (3
veces)
Nuestra Señora me enseñó esta oración para rezarla antes de
recibir la Santa Comunión. Esta oración prepara nuestros corazones
para Jesús. En este momento, Ella y San José unen sus Corazones
Santísimos con los nuestros, santificándonos y volviéndonos dignos de
recibir a Jesús en la Eucaristía.
135
37. Hoy, domingo, 29.12.96, fiesta de la Sagrada Familia,
Nuestra Señora me enseñó una consagración para rezarla a los tres
Corazones Unidos en un solo Amor:
Enseñe esta consagración a todos tus hermanos. Es la
consagración a los tres Corazones. Esta consagración será hecha a
nuestros tres Corazones unidos en un solo amor. Haced la señal de la
cruz al decir las palabras y consagren todo vuestro ser a nuestros
Santísimos Corazones que tanto os aman.
Sagrado Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María y
Corazón Castísimo de San José, yo os consagro en este día mi mente
(+), mis palabras (+), mi cuerpo (+), mi corazón (+), mi alma (+),
para que vuestra Voluntad sea haga a través de mí, en este día.
Amén.
Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Esta consagración debe ser hecha tres veces al día: por la
mañana, por la tarde y por la noche. Es importante hacer la señal de
la Santa Cruz en el momento en que se dicen las palabras.
136
38. Oh Jesús, ten misericordia de todos nosotros, pobres
pecadores. Lávanos con tu Preciosísima Sangre y conviértenos. Jesús,
creo en Ti. Jesús, confío en Ti. Sálvanos, Señor. Salva el mundo entero
y la Iglesia. Amén.
(23.10.05)
137
40. Oh Sagrado Corazón de Jesús, sé mi única Luz y Fuente de
Eterna Salvación. Que Tú estés siempre conmigo todos los días y con
tu Bendición, tu Paz y tu Amor, transformes mi corazón endurecido en
un verdadero ramillete de flores del Paraíso. Yo te amo, te adoro, te
glorifico ahora y siempre. Amén.
138
43. Jesús, ten misericordia de todas las familias. Ten
misericordia de los esposos y de las esposas infieles que comenten
terribles pecados. (3 veces)
139
46. Mi Señor y Mi Dios, te amo y te adoro. Ayúdame a ser un
nuevo Cristo, para que pueda llevar tu Palabras a mis hermanos.
Ayúdame a hacer tu Voluntad y a que, con el ejemplo de María
Santísima, tu Madre, pueda en todo ser humilde, simple y pequeño.
Señor Jesús, deseo ser totalmente tuyo y te pido, en este momento, que
me bendigas a mí y bendigas mi vocación. Señor, yo estoy aquí para
servirte. Que tu espíritu Santo se derrame poderosamente sobre mí
con todos sus dones. Ilumíname, guíame y condúceme siempre. Amén.
140
48. Corazón Castísimo de San José, protege y defiende a mi
familia contra todo mal y peligro. Corazón Castísimo de San José,
derrama sobre la humanidad entera las gracias y las virtudes de tu
Corazón Castísimo.
San José, me entrego realmente a Ti. Te consagro mi alma y mi
cuerpo, y mi corazón y toda mi vida. San José, defiende la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón Inmaculado de
María. Con las gracias de tu Corazón Castísimo destruye los planes
de satanás. Bendice a toda la Santa Iglesia, al Papa, a los Obispos y
a los sacerdotes de todo el mundo. Nosotros nos entregamos a Ti con
amor y con confianza, ahora y siempre. Amén.
141
49. Oh Madre Santísima, que vuestra Mirada maternal y llena
de Amor esté siempre velando por mí y por mi salvación. Que mi
familia pertenezca totalmente a tu Hijo Jesús, a través de tu Corazón
Inmaculado. Reina del Rosario de la Paz, inflama nuestros corazones
con la Paz de Dios, para que podamos testimoniarla todos los que
necesitan bendiciones y gracias del Cielo. Sé nuestro refugio de
protección, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
142
50. A tu Corazón Castísimo nos consagramos, en este día, oh
Glorioso San José. Consagramos nuestras familias y todo lo que
tenemos. Así como tú protegiste a Jesús y a María, protege también,
oh mi amado Protector, mi alma y mi vida contra los peligros que me
cercan y atentan contra mí. Oh Glorioso San José, enséñame a amar
profundamente los Corazones Santísimos de Jesús y de María, a fin de
que llegue a amar, profundamente como ellos, tu Castísimo Corazón,
honrándolo y haciéndolo conocido, porque Tú mereces y debes ser
honrado y amado por toda la humanidad. Amén.
143
curación de aquellos que se encuentran ciegos espiritualmente,
porque el orgullo y la soberbia se hicieron con ellos. Haznos dóciles,
obedientes y humildes ante la llamada de Dios y que nuestro sí,
resuene siempre en nuestros labios, así como hizo tu Esposa
Inmaculada. Llévanos a Jesús, verdadera Luz y Vida para nuestras
vidas. Amén.
144
53. Novena a la Reina del Rosario y de la Paz de Itapiranga
(enseñada por Nuestra Señora a Edson Glauber)
145
densa tiniebla del pecado, indicando a todos el camino seguro que
lleva a la gracia, al arrepentimiento y a la Salvación Eterna. Reina
del rosario y de la Paz, ruega por nosotros y danos la Paz.
146
54. ROSARIO DE LOS SIETE DOLORES Y GOZOS DE SAN
JOSÉ
INICIO
CREDO
Padrenuestro
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1er Dolor y Gozo de San José
LA DIVINA MATERNIDAD DE LA VIRGEN MARÍA
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2ᵒ Dolor y Gozo de San José
EL NACIMIENTO DE JESÚS
149
3ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR
150
4ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA PROFECÍA DE SIMEÓN
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Pide por nosotros, en memoria de este dolor y de este gozo, para
que seamos del número de aquellos que, por los méritos de Jesucristo
y la intercesión de la Virgen María, resucitarán para la gloria.
152
5ᵒ Dolor y Gozo de San José
LA FUGA A EGIPTO
153
6ᵒ Dolor y Gozo de San José
EL RETORNO DE EGITO
154
7ᵒ Dolor y Gozo de San José
JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO
155
poder luego gozar de él en el Cielo y bendecir contigo sus infinitas
misericordias durante toda la eternidad.
156
ORACION FINAL
157
158
FOTOS DE ITAPIRANGA
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Más información: (092) 3238-8173/9198-8503
Información: www.santuariodeitapiranga.com.br
BLOG: www.itapiranga0205.blogspot.com
Facebook: EG Coutinho
Peregrinaciones: Normalmente, los días 1 y 2 de cada mes.
161
Donaciones para la construcción del Santuario de Nuestra
Señora:
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Asociación Reina del Rosario y de la Paz de Itapiranga
YO NUNCA ME CANSARÉ DE VOSOTROS
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¡Que el Señor sea siempre
glorificado, adorado y amado!
JESÚS, MARÍA, JOSÉ