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Lafon - Guber

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Ciro René Lafón and his Little History Ciro René Lafón y su Rosana Guber*

of the Ethnographic Museum and the


Anthropology of Buenos Aires Pequeña Historia del Museo Etnográfico
y la antropología de Buenos Aires

Abstract Resumen
Here I present an unpublished document where Ciro René Lafón, a doctor El registro que aquí se presenta corresponde a la historia inédita del doctor en antropología, arqueólogo y
in Anthropology, archaeologist and professor of Archaeology of the profesor de arqueología de la Licenciatura de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de
Bachelor (licenciatura) of Anthropology at the School of Philosophy and la Universidad de Buenos Aires entre 1950 y 1974, Ciro René Lafón, sobre su paso por el Museo Etnográfico de
Letters of the University of Buenos Aires between 1950 and 1974, tells Buenos Aires y su desempeño docente. En ésta que él llama “Pequeña Historia”, Lafón narra su experiencia
about his passage through the Ethnographic Museum of Buenos Aires as y los esfuerzos de la comunidad académica de entonces hacia la profesionalización de la disciplina. Presenta
a student, a teacher and a researcher. In this so-called “Little History”, así las gestiones, los logros, y también los obstáculos internos y externos. Y lo hace desde una perspectiva
Lafón refers to his own experience and the efforts faced by the academic que torna único a este testimonio: su continuidad a través de épocas signadas por la ruptura, la intervención
community towards the professionalization of the anthropological y la polarización política.
discipline. He thus refers to the faculty success facing internal and
external obstacles. In so doing his testimony adopts a unique perspective:
his continuity throughout eras marked by ruptures, interventions and Palabras clave: historia de la antropología – Argentina – Museo Etnográfico – Arqueología porteña – Ciro
political polarization. René Lafón

Keywords: history of anthropology – Argentina – Museo Etnográfico/ Fecha de recepción del original: 11/10/2011 - Fecha de aceptación para publicación: 16/12/2011
Ethnographic Museum of Buenos Aires – Porteño/ Buenos Aires Archaeology
– Ciro René Lafón

Una tarde soleada del 9 de setiembre de 2003 me fui a la casa ubicada en Peña 884 (y Palacios) en Banfield,
partido Lomas de Zamora, en el Gran Buenos Aires. Allí vivía hacía décadas Ciro René Lafón, un profesor
de arqueología a quien no había conocido porque cuando ingresé a la carrera de Ciencias Antropológicas en
1975, él ya estaba fuera de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se había formado en los ‘40, y había
trabajado, enseñado e investigado desde 1947.

Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 1, N°2, 2do. semestre 2011, *IDES-CONICET. Correo electrónico: guber@arnet.com.ar
ISSN 1853-8037, URL: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus
El motivo de mi visita era conocer la época previa a Pero esa cesantía no le fue notificada formalmente, sino transmitir las causas que lo habían llevado a lo que él
la constitución de la Licenciatura en Ciencias Antrop- que se infería por su ausencia de la lista de profesores concebía como su injusto ostracismo de la antropología
ológicas de 1958. Estaba tratando de reconstruir el clima que acababan de ser confirmados en sus cargos. Cuando argentina. Quedará a juicio del lector la apreciación de la
en que Lafón, Horacio Difrieri, Elena Chiozza, Roberto fue al Museo a buscar sus efectos personales recordó profunda brecha que separó dos épocas, antes y después
Fraboschi, Zunilda Van Domselaar y mi maestra María haber sido sacado del hall de entrada de Moreno 350 a de 1974, para el autor de este documento y para quienes
Esther Alvarez de Hermitte, entre otros, se habían acer- punta de pistola, aunque después se corrigió y limitó el participaron del devenir de la antropología porteña.
cado a la antropología mientras cursaban las asignatur- hecho a que el hermano de Sánchez Abelenda le había Poco sabía yo de Lafón, comparado con figuras que
as antropológicas y geográficas del Profesorado de His- dejado ver el arma que llevaba en el cinto. Lo cierto es circulaban de manera prominente en las historias de la
toria de la UBA en el Museo Etnográfico (Guber 2006). que allí en el Museo quedaron sus libros, diapositivas y antropología argentina: José Imbelloni, Oswald Menghin
materiales de investigación, lo que para un arqueólogo y Marcelo Bormida, que generalmente ofician de antago-
Conversamos durante unas tres horas y cuando es- es mucho más que lo que es hoy el disco rígido de cual-
taba por irme me entregó un manojo de hojas mecano- nistas; mucho menos Enrique Palavecino, el etnógrafo y
quier computadora: carece de copia. el “progre” de los primeros profesores de la licenciatura
grafiadas a espacio y medio (un auténtico “original”), y
un diskette con el mismo contenido. La versión impresa El escrito que Lafón me dio en 2003 debió haber sido (Lischetti 1989, p.11); Salvador Canals Frau al frente de
tenía, además, una hoja manuscrita en doble faz y tinta redactado en aquel interregno de dos meses en que na- la primera etapa del Instituto Étnico Nacional, y Augus-
azul que no estaba digitalizada. Lafón me dijo que éste die sabía aunque muchos suponían cómo sería la nueva to Raúl Cortazar en las historias del Folklore académico.
era su testimonio y que esperaba que se publicara algún universidad. Su redacción original no parece haber sido Lafón, en cambio, quedaba un tanto desleído, mencio-
día. Creo que él sabía que esto podría ocurrir después de modificada y sólo agregó la brevísima sección manuscri- nado aquí y allá como miembro del cuerpo de profesores
su muerte; tenía ya 80 años. ta que, creo, estaba destinada a mí, una colega menor de la primera licenciatura o como parte de las huestes
en edad y trayectoria, y a la que él no conocía hasta en- de arqueólogos de los ’60 (Garbulsky 2000). Incluso
Las 50 páginas mecanografiadas en papel—que en la podía ser completamente ignorado en la trayectoria de
tonces. Como apreciará el lector de este documento, el
versión digital se reducen a 28—fueron concluidas en la especialidad y erradicado del listado de notables de la
Post-scriptum difiere de la Breve Historia en su tono des-
noviembre de 1974, dos meses después de que inter- antropología argentina (CAEA 1985). Académicamente,
garrador, y en la cita denunciante de los nombres de
viniera la Universidad de Buenos Aires Alberto Ottala- se lo citaba como arqueólogo histórico-cultural debido,
aquéllos que lo alejaron definitivamente de la vida aca-
gano, delegado rector del ministro de educación Oscar en buena medida, a un párrafo de un artículo de su au-
démica. Quizás al leer estas dos carillas manuscritas se
Ivanissevich bajo la gestión de Isabel Martínez, viuda de toría publicado en los Anales de Arqueología y Etnología de
comprenda por qué las escribió y me las dio junto a las
Juan D. Perón. En diciembre las facultades abrieron nue- Mendoza, en 1960; allí ponderaba a la corriente “verdad-
hojas mecanografiadas con algunas correcciones en la
vamente sus puertas por un brevísimo lapso. La Facultad eramente constructiva” de la arqueología cuyo “prototi-
misma tinta que la hoja final. Infiero por eso que cuando
de Filosofía y Letras fue relocalizada del viejo Hospital po” eran los trabajos del prehistoriador austríaco Meng-
Lafón me concedió la entrevista buscó ese escrito entre
de Clínicas (hoy Plaza Bernardo Houssay) a la Aveni- hin (Politis 1992, p.77). Esta afirmación se reforzaba en la
sus papeles, volvió a leerlo, introdujo unas pocas cor-
da Independencia al 3100, sin la carrera de Psicología, dedicatoria de su Nociones de introducción a la antropología
recciones de redacción, hizo el Post-scriptum que agregó
que se transformó en una carrera con edificio propio, (1972) a quien aún en 2003 ponderaba como su maestro,
al final, puso todo en un folio transparente y lo preparó
ni la de Sociología, que pasó a depender de la Facultad José Imbelloni, al que recordaba tocando el clavicordio
para dármelo en mano al finalizar nuestro encuentro.
de Derecho. Fue en ese breve interregno de diciembre en una casa de tono solemne que más bien se parecía
que Lafón se enteró, como muchos otros, que no podría Toda esta reconstrucción de los contornos del escri- a un museo y a una iglesia. Tal sesgo le valdría su eti-
volver a franquear la puerta “del Etnográfico”. Esa tarde to que aquí presento no es una caída en el narcisismo quetamiento teórico, independientemente de sus poste-
del 2003 me contó que fue dejado cesante por el nuevo postmoderno, sino una aproximación relevantísima a riores desarrollos manifiestos en sus extensos trabajos
decano de la Facultad, el Presbítero Sánchez Abelenda. un largo y denodado esfuerzo de explicar/denunciar/ sobre Humahuaca y Huichairas publicados por Runa. Al

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entender de Lafón, dichos artículos “Responden todos de la relación entre profesores y alumnos alojados en el Sin embargo, el punteo habitual que marca la tempo-
ellos a la necesidad de completar el conocimiento sobre Museo debía desenvolverse de cara a la práctica, al de- ralidad académica y que encontramos en otros escritos
el desarrollo cultural de esa región de nuestro país, que bate en seminarios y no a las clases magistrales, promo- de historia de la antropología argentina, no está ausente
parece cada día más haber sido sede de grupos humanos viendo el crecimiento conjunto con miras a la formación aquí, aunque se vierta más concentrado en sus efectos
con una continuidad cultural no sospechada, y también, sistemática de los jóvenes profesionales, a la vez docen- concretos en el Museo de la Facultad. Lafón distinguía
de poner en evidencia la necesidad impostergable de tes e investigadores. una etapa introductoria con su propia formación y sus
estudios de carácter integrativo con miras a incorporar Este texto que aquí presento debía contribuir a ello. comienzos como técnico y asistente desde 1948, la trun-
definitivamente a la vida nacional a estas comunidades Lafón lo consideraba “un documento espontáneo y per- ca creación de la licenciatura en Americanística de Im-
de cultura tradicional, antes de su total desintegración” sonal, casi diríamos con mayor precisión, un testimonio belloni, hasta el ‘55 con la “jubilación” de Imbelloni y
(Lafón 1969-70, p.275). del autor sobre la enseñanza y la investigación de la el retiro de Casanova; la subsiguiente renovación de la
especialidad en esa Casa de Estudios”, el Museo (p.1). Universidad y la creación de la licenciatura en Ciencias
Más que a la torre de marfil habitual de la concepción Antropológicas del ‘58; la fase del ‘59 al ‘66, con el pri-
monástica y jerárquica de los histórico-culturales, y pese Pero su propósito era “hacer una evaluación objetiva de
la tarea de los años mencionados y la hace pública como mado arqueológico de Menghin, y del ‘66 al ‘72 con la
a que quienes ocuparon la licenciatura antropológica a propia participación de Lafón en la docencia y la promo-
partir de la intervención del ’74 enarbolaron los ciclos testimonio personal de un proceso en el que ha tomado
parte y en el que ha intervenido” (p.1). Trataba así de ción de la investigación; el ‘73 como “año de ajuste”, y
culturales y la Nueva Escuela de Imbelloni como su cre- el ‘74 como inicio del nuevo plan hasta la intervención.
do fundacional, la justificación de Lafón por el desarro- esclarecer al público y a la nueva conducción universita-
ria acerca de las verdaderas actividades que se llevaban Finaliza el escrito con el mencionado Post-scriptum don-
llo cultural argentino lo aproxima a cierto giro aplicado de explica qué le sucedió tras la intervención peronista
de la antropología, que puede haber nacido en él de su a cabo en su interior. Valía la aclaración porque aque-
llas tres décadas habían transcurrido en “contextos no del ‘74.
opción peronista, según Hugo Ratier (1988) por su ori-
gen forjista, y seguramente por su concepción de la la- siempre académicos sino vehementes, cuando no áspe- A lo largo de sus páginas, sin embargo, Lafón hace un
bor académica como un “acto de servicio” basado en el ros” (p.1), que acabarían por costarle su vocación y su denodado esfuerzo por establecer continuidades, des-
trabajo, la humildad y la perseverancia. Así, pese a sus entrega. tacando el restablecimiento, la normalización, el ajuste,
vaivenes, la especialidad arqueológica, rama destacada Pasaba entonces revista a las múltiples actividades y la existencia a veces tácita, a veces explícita de cier-
y con cierta trayectoria ya en la antropología argentina, que había desempeñado— aprendizaje y entrenamiento tas concepciones de trabajo en la investigación y sobre
estaba orientada, decía Lafón, a comprender la realidad de campo, docencia, investigación y organización insti- todo en la docencia arqueológica. Con estilo mesurado y
nacional y a mejorar las condiciones del subdesarrollo tucional—y a las instancias nacionales que lo afectaron siempre en tercera persona del singular, Lafón se presen-
de vastas zonas del país. Para ello era imprescindible su llegando a exponerlo a él y a sus tareas peligrosamente. ta como símbolo de una línea continua que atraviesa las
modernización y autonomía, o lo que él llamaba “pro- Con estilo cuidado y formal, Lafón iniciaba sus tres dé- rupturas que vivió en carne propia—el ‘43, el ‘47, el ‘55,
fesionalización”. Este camino debía hacer a un lado a cadas en el Museo, al que llamaba “Institución Madre de el ‘66, el ‘73 hasta 1974—iniciándose “desde abajo” como
los diletantes y amateurs. Pero, conforme se politizaban la arqueología argentina”, con una breve introducción, técnico, doctorándose después, y emprendiendo la ca-
los claustros hacia 1973, Lafón arremetía también contra y luego con “tres partes” la primera de las cuales se ti- rrera docente y de investigación desde diversos cargos,
quienes sin trabajo ni estudio ni experiencia, escudaban tulaba “Pequeña Historia”. Le seguía el Post-scriptum de algunos de conducción (cátedras, Departamento, Comi-
su meteórico ascenso político-académico en reivindica- 2003. Así, pese al anuncio tripartito, no hay en el cuerpo sión de Reforma del Plan de Estudios) que acometió por
ciones rimbombantes pero de nulo valor científico. Los principal del texto otras partes o secciones. Parece, más propia voluntad, por desempeño, por fallecimiento o
agentes de este proceso de profesionalización debían ser bien, una redacción inconclusa cuyas razones probable- por retiro y exoneración de sus superiores. Profesor que
los colegas reunidos en una “comunidad” de pares don- mente se encuentren en su agregado final. no se apartó en 1947, ni renunció en 1966, ni tampoco en

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1973, fue dejado cesante sin justificación a fines de 1974 Plan de Estudios de la carrera, antes y después del año Y buscamos una organización en forma de grupos de
para no regresar jamás al Museo, ni aún después de 1984 ’73. Sin embargo, tengo que hacer un par de aclaraciones trabajo, de discusión de los temas. Resultado del cual, yo
cuando le quedaban todavía 20 años de vida. En el escri- significativas. sentí una profunda compasión por los alumnos; porque
to y en nuestro encuentro atribuía esta desvinculación a La materia Arqueología Americana, dictada por el trabajaron mucho más, tuvieron que leer y estudiar mu-
“dos pecados capitales” y a una postura estrictamente Dr. Ciro René Lafón, desde la creación de la carrera, no cho más que lo que habían leído, estudiado y trabajado
académica planteada como decisión moral, que sostuvo participaba en la orientación de la Escuela Histórico- cuando la materia se dictada de la manera tradicional.
pese a los embates externos y a las presiones internas. Cultural. Era culturalista, indiscutiblemente, como eran Sin embargo, los resultados fueron muy buenos y yo
En este sentido, Ciro René Lafón es un personaje di- culturalistas todos los antropólogos del mundo en esos quedé muy satisfecho del éxito que tuvo ese primer cua-
fícil de encuadrar para la perspectiva dualista que aún momentos. No había una forma de dar una materia con trimestre.
domina las historias de la antropología argentina des- un criterio materialista. Pero no era el culturalismo his-
Al año siguiente, sin embargo, la materia no se dictó;
de aquel magnífico estudio retrospectivo de Guillermo tórico, alemán, austríaco, europeo, que imperaba sin
se dictó sólo un seminario de Arqueología (a cargo de
Madrazo escrito en 1982 y publicado tres años después. ningún tipo de tapujos y salvedades en el campo de la
Lafón) en el cual se aplicaron las pautas que siempre se
A diferencia de la temporalidad cíclica de sucesión ca- Etnología y otras materias afines. Era una orientación
habrían debido aplicar en el Seminario: las de discusión
tastrófica en que a un período progresista (en lo acadé- culturalista americana con raigambre que se podría re-
libre y participación intensiva por parte de los alumnos
mico y teórico) y democrático (en lo político nacional) le montar, en lo más lejos, hasta Boas o hasta Linton. No
(1988, p.60, mis corchetes).
sucede otro persecutorio y reaccionario (en lo académi- hay que olvida que Lafón fue quien incorporó al estudio
co, teórico y nacional) (Guber 2009), Lafón apela a una de la Arqueología Americana, en nuestro país, las obras Por su parte, Hugo Ratier lo reconocía como uno de
continuidad de treinta arduos años bregando ‘desde de Willey y Phillips, que son culturalistas, indiscutible- los “arqueólogos que dio apoyo a los jóvenes egresados
adentro’ de la institución antropológica por la profe- mente, no son materialistas pero tampoco histórico-cul- y alumnos que se resistían al modelo elitista de investi-
sionalización de la arqueología. Sin abundar en detalles turales (1988, p.59). gador que se pretendía formar desde las cátedras” antes
conflictivos, ni en sus posicionamientos ante los sucesi- del breve intento transformador de 1973:
Refería entonces a tres corrientes en el dictado de las
vos cambios de mando, sin proceder a la denuncia lisa asignaturas arqueológicas: la histórico-cultural, “un En Buenos Aires, desempeñó un importante papel
y llana, en su escrito prefiere hacer pie en ‘lo que pudo fuerte, MUY FUERTE, componente evolucionista, a tra- Ciro René Lafón, de filiación histórico-cultural pero sen-
hacerSE’, sin personalizar demasiado, y haciendo hinca- vés de la importancia que se le reconocía a Childe. Y ha- sible a los nuevos tiempos y preocupado por ‘la cuestión
pié en la formación de los jóvenes: entrenamiento en el bía también un tercer componente secuencial tipológico, nacional’. No hesitó en recorrer un periplo poco frecuen-
campo y campañas con estudiantes, análisis conjunto de de Bordes, …” (1988, p.59, énfasis original), y luego re- te y en encabezar equipos de alumnos que, en la quebra-
los materiales por profesores y alumnos, apertura de los cordaba que con el nuevo programa del 73-4: da de Humahuaca, iniciaron una indagación diferente
cenáculos exclusivos de los viejos sabios y sus contados de la realidad local” (1986/2000, p.33).
preferidos, exploración de áreas de estudio (Noroeste, El primer curso estuvo destinado a una revisión críti-
Nordeste y Sierras Centrales) fuera de las dominantes en ca de la problemática arqueológica, de acuerdo con las Habida cuenta de estos importantes aunque infrecuen-
la arqueología de la Facultad (Pampa y Patagonia). instrucciones y los lineamientos que dio el Departamen- tes atisbos por matizar el pasado disciplinar y compleji-
to [ya encabezado por el Lic. Hugo Ratier]. Yo allí era zar las figuras que delinearon su trayectoria, el texto que
En su intervención para la celebración de los 30 años Jefe de Trabajos Prácticos, el titular de la cátedra era Ciro aquí presento contribuye a revisar nuestra persistente y
de la Licenciatura de Ciencias Antropológicas, el ar- René Lafón y aceptamos—no tuvimos ningún tipo de dicotómica concepción acerca de la etapa formativa de
queólogo Luis A. Orquera afirmaba lo siguiente: inconveniente—en reconocer que una estructura acadé- la institucionalización de la antropología … de Buenos
Se ha hablado mucho, se habla mucho, constantemen- mica paternalista y autoritaria, no podía ser mantenida, Aires. “Antropología porteña” porque en las encruci-
te, de la influencia de la Escuela Histórico Cultural en el que debía ser cambiada, que era necesario que cambiara. jadas institucionales se dieron cita y conflicto persona-

4 Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 1, N° 2, 2do. semestre 2011, ISSN 1853-8037
lidades relevantes que decidieron, por ser “de Buenos de la antropología argentina, Cuadernos del IDES n.16. LA ARQUEOLOGIA Y EL MUSEO ETNO-
Aires”, la conformación, con vicios y aciertos, de uno http://www.ides.org.ar/shared/doc/pdf/cuadernos/cuader16.pdf GRAFICO DE LA FACULTAD DE FILOSO-
de los polos antropológicos de la Argentina. De la mano Lafón, C. R. (1960). Reflexiones sobre la arqueología del FIA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE
de su autor, acaso sirva también para comprender cómo presente, Anales de Arqueología y Etnología. Mendoza,
quiso ser recordado Ciro Lafón, el entrañable profesor BUENOS AIRES
Tomos XIV/XV.
que participó de una historia improbablemente “peque- por: Ciro R. Lafon
Lafón, C. R. (1967). Fiesta y religión en Punta Corral (Pv-
ña”, no como la diatriba contra el nazi-fascismo entre cia. De Jujuy), RUNA, Archivo para las Ciencias del Hom-
otros obstáculos, que ciertamente existieron, sino como bre X (1-2): 256-287. El texto se mantiene tal como se hallaba en el diskette entregado por C.Lafon
la ponderación de un esfuerzo conjunto por conocer los
confines comunes de la Nación, la cultura y la sociedad Lafón, C. R. (1969-70). Notas de Etnografía Huichaireña. INTRODUCCION
Runa, Archivo para las ciencias del hombre XII (1-2): 273-
argentina.
328. Las páginas que siguen no aspiran a ser una historia
Referencias Lafón, C. R. (1972). Nociones de introducción a la antropolo- menuda de la importancia del Museo Etnográfico en el
gía. Buenos Aires: Editorial Glauco. devenir de la Arqueología Argentina, porque eso haría
Centro Argentino de Etnología Americana CAEA (1985). Lischetti, M. (1989). Intervención en las Jornadas de An- necesario un frondoso apara­to erudito y documental que
Evolución de las ciencias en la República Argentina 1872- tropología: 30 años de la carrera en Buenos Aires (1958- por su mismo carácter desvirtuaría la finalidad con la
1972. Antropología. Buenos Aires: Sociedad Científica 1988). Colegio de Graduados en Ciencias Antropoló- que ha sido concebido. Por el contrario, sólo pre­tenden
Argentina, Tomo X. gicas, Buenos Aires: Ed. Mimeo:10-13. convertirse en un documento espontáneo y personal,
CGJA (Colegio de Graduados en Ciencias Antropológi- casi di­ríamos con mayor precisión, en un testimonio del
Madrazo, G. B. (1985). Determinantes y orientaciones en
cas) (1988). Jornadas de Antropología: 30 años de la carrera autor sobre la enseñanza y la investigación de la especia-
la Antropología Argentina, Boletín del Instituto Inter-
en Buenos Aires (1958-1988). Buenos Aires: CGJA, Ed. lidad en esa Casa de Estudios, a la que se halla vinculado
disciplinario de Tilcara 1: 13-56.
Mimeo., Talleres de la Facultad de Filosofía y Letras, íntimamente desde principios de la década del 40 y a la
Orquera, L. A. (1989). Intervención en las Jornadas de An- que sirve desde el mes de febrero de 1948.
Universidad de Buenos Aires. tropología: 30 años de la carrera en Buenos Aires (1958-
Garbulsky, E. (2000). Historia de la antropología en la 1988) (pp.58-66). Colegio de Graduados en Ciencias Esta circunstancia presta un matiz particular a todo
Argentina. en Mirtha Taborda (comp.) Problemáticas Antropológicas, Buenos Aires: Ed. Mimeo. lo que se dirá más adelante, que lo convierte así en las
antropológicas. Rosario: Laborde editor. Memorias de al­guien que ha vivido tres décadas en una
Politis, L. (1992). Política nacional, arqueología y univer-
Institución, por lo menos en su primera parte, que ha
Guber, R. (2006). Linajes ocultos en los orígenes de la an- sidad en Argentina. Arqueología en América Latina Hoy
sido denominada Pequeña Historia. Pero, en su segunda
tropología social de Buenos Aires” en Avá. Revista del (pp.58-70) Bogotá: Biblioteca Banco Popular, Colec-
parte, ese sello personal con algo de autobiografía, que
Postgrado en Antropología Social de la Universidad ción Textos Universitarios.
tan ajeno parece a los escritos científicos, supuestamente
Nacional de Misiones, Argentina 8: 26-56. Ratier, H. (1988). Intervención en las Jornadas de Antro- a­sépticos y objetivos, entra en otro cauce más peligroso y
pología: 30 años de la carrera en Buenos Aires (1958-1988) poco fre­cuentado, que puede resultar insólito sino criti-
Guber, R. (2006). Obituario “Ciro René Lafón 1923-2006”.
Colegio de Graduados en Ciencias Antropológicas, cable en grado su­mo: el autor hablará de su propio papel
En: Anuario de Estudios en Antropología Social 2005
Buenos Aires: Ed. Mimeo. y de quienes han colabora­do con él en la orientación de
(pp.287-289), Buenos Aires: CAS-IDES.
Ratier, H. (1986/2000). La antropología social argentina: la docencia y la investigación de buena parte de los tra-
Guber, R. (2009). Política nacional, institucionalidad estatal su desarrollo, Publicar en Antropología y Ciencias Socia- bajos que se cumplen en la Casa en Arqueología. Habla-
y hegemonía socio-antropológica en las periodizaciones les VIII (IX): 17-48. rá de él lo menos posible, sin falsa modestia, y mucho,

5 Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 1, N° 2, 2do. semestre 2011, ISSN 1853-8037
de sus colaboradores, porque sin ellos no podría haber en la medida de nuestro esfuerzo y con el esfuerzo co- signo positivo. Los jóvenes que han elegido un camino
hecho gran cosa. Asunto riesgoso y difícil hacer historia mún con egresados y estudiantes. largo, duro, aspérrimo cuando no ríspido, cumpliendo
contemporánea cuando quien escribe está haciendo esa Ya dijimos que era un testimonio personal. Que no un noviciado cuyas reglas no son demasiado ascéticas,
historia, tan difícil como ser su­jeto y objeto de la Antro- es un frío informe científico. Y menos, una Probanza de pero implican un aprendizaje constante. Lo que antes
pologia de nuestro país, que es lo que todos queremos, Méritos y Servicios. Es, si, un documento vivo, producto llamábamos “vida de Instituto”. Contacto diario con la
pero que no se hace por temor de equivocaciones y por- de la lucha diaria, que en manos de buenos exégetas pue- gente, con sus camaradas, con sus profesores, con sus
que es más fácil mirar hacia afuera. En esta ocasión el de servir de mucho. Y para los estu­dian tes que quieran ayudantes. Contacto con materiales y con la biblioteca.
autor ha mirado hacia adentro, de espaldas a la reja que informarse, también. Como queremos que sirva a todos Diálo­go ininterrumpido sobre todo tema que tenga algo
da a la calle: Moreno 350, para hacer una evaluación ob- aquellos que de una manera u otra quieran saber qué que ver no sola­mente con la especialidad, sino con la
jetiva de la tarea de los años mencionados y la hace pú- hace el Museo Etnográfico en arqusología. La vieja caso- Universidad, con e1 país, con el mundo, que no desde-
blica como testimonio personal de un proceso en el que na de la calle Moreno está indisolublemente ligada a la ña nï el comentario sobre cine o teatro, ni ese “deporte
ha tomado parte y en el que ha intervenido. Y ha mirado institución a la que servimos, sin la cual no existiríamos. nacional” de los antropólogos que consiste en ha­blar de
también hacia afuera, por eso es que ha traspasado la El Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras los otros antropólogos.
reja y sale a decir qué es lo que se hace, cómo se hace y de la Universidad de Buenos Aires, que a partir de 1904 Así se forma la gente en una casa de Estudios, por
para qué se hace. representó a la Antropología y en especial a la Arqueolo- la Casa y para la Casa porque esa “formación” alcanza
Ha estimado conveniente romper con un estilo de tra- gía es la Institución Madre. De él salie­ron Institutos, De- por igual a los jóve­nes, a los no tan jóvenes y a quienes
bajo silen­cioso, tenaz, constructivo, llevado por voca- partamentos, Centros y toda una Carrera especia­lizada. como en este caso, el autor, aprendió junto a sus alum-
ción de servicio, como deben ser el trabajo científico y Pasaron hombres. Ocurrieron muchos cambios. Muchas nos y colaboradores, a vivir la Universi­dad masificada,
la labor docente, para que se aepa con seguridad, por rees­tructuraciones. Inclusive pasó a segundo o tercer a dialogar con ellos y a convivir con ellos.
boca de uno de sus responsables, cuál es el camino que plano. Hasta pareció que iba a cmorirse por inanición o No creemos en uno de los tantos mitos propios de
hemos elegido y estamos transitando. Muchas razones desamparo o, simplemente por dejadez. la tecnocra­cia que también invade a la Antropología,
había para tomar esta actitud, y existen tadavía, que no Pero ahí está. Vive. Lucha. Y alberga en su interior a que es la “formación de discípulos” como prueba de
es del caso analizar, porque podría ser interpre tado su un pu­ñado de personas jóvenes y no tan jóvenes, que la capacidad de determinada persona. Está demasiado
tratamiento como una justificación y sabemos que no viven y luchan por él. cerca del “culto de la personalidad”, del “continuismo”
es necesario. Solo queremos ter­minar con el estereotipo de la concesión personal de favores o de la cesión de
Los no tan jóvenes, que aprendimos un estilo de vida
del Museo Etnográfico, asociado como está desde hace cierta cantidad de “mana” para que el beneficiario haga
y crecimos en sus pasillos y depósitos y en ellos alcan-
mucho tiempo a personas e ideas que nada tienen que lo propio con otro. En la Casa de la Calle Moreno, el
zamos ya la madurez de la cincuentena, manteniendo
ver con lo que nosotros hacemos. Sean estas personas profesor de arqueología no va detrás de sus alumnos
encendido el fuego en el hogar paterno, con penurias y
e ideas las vie­jas, o las más recientes, que sin solución ni tampoco por delante. Marcha con ellos. Trabaja con
estrechez, es verdad, pero con la se­guridad y el aplomo
de continuidad han suce­dido a las otras, con resultados ellos. Aprende con ellos, les enseña, los provee y 1os
de quien sabe qué es lo que está haciendo: pre­parando
igualmente negativos para la ima­gen externa. prepara, todos al servicio de la Casa, de la Universidad,
a quienes se han acercado para “cuando estén dadas las
Finalmente, la tercera parte, será poco menos que un condiciones”, sin prisa, sin pausa, con intensidad, con del país, de la ciencía que hemos elegido para cultivar.
apéndice, en cuanto documentará fehacientemente, con- pasión, con vehemencia. Así entonces no ocurrirá mu- Las reglas del juego no están escritas, pero no por ello
textos no siempre académicos sino vehementes, cuando cho de lo que estamos pade­ciendo: inoperancia, impro- de­jan de tener vigencia. Todo un sistema de lealtades
no ásperos, la lucha por consolidar prácticamente en la visación, falta de disciplina, de espi­ritu crítico, que echa- ha ido con­fïgurándose en la tarea común de poner el
Facultad lo que íbamos conatruyendo —y segui­mos— ron a perder un momento que pudo ser decisivo, con hombro para la Arqueología, que está por sobre las dis-

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crepancias personales, en tanto no es propiedad exclusi- B. Ambrosetti, al servicio de la Cátedra, para que los especialidad ni tampoco los especialistas. El acceso no
va de ninguno, como está más allá de las comodidades alumnos tuvieran oportunidad de manejar, ver y tocar era tampoco nada fácil ni ordenado. Se basaba en una
o de la ambïción individual, en cuanto trabajamos para los restos materiales de las culturas extinguidas que es- relación que podríamos llamar, para evïtar otros ca-
la Institución. Humildad, honradez, humanidad son sus tudiaban. Complementa­riamente, inició la serie de cam- lificativos, de “maestro a discípulo”. No existía lo que
pilares. Sus columnas son disciplina, voluntad, iniciati- pañas del Museo Etnográfico, en las que tomaban parte hoy llamamos “carrera docente”, ni tampoco investiga-
va. Ha sido descartado e1 egoismo y la ambición perso- los alumnos interesados, que reconocían y parti­cipaban ción planificada como hoy la concebimos, ni demasiada
nal no cuenta. Además la experiencia demuestra que la de los trabajos de sus profesores en el campo, tal como preocupación por aspectos teóricos o metodológicos o
gratificación está en proporción directa, pero al cuadra- puede leerse en los informes del Director o en las publi- programáticos. El comienzo de la década del cuarenta
do de lo que pone cada uno. Son quizás estas las razones caciones de la Sección Antropológica, que daban a cono- marca una época en la que empiezan a darse peque-
para que seamos pocos, para que nuestra imagen resulte cer los resultados. ños cambios que anuncian ya los cambios posteriores.
difícil de apre­hender, para que aquellos que no resistie- Eran otros los tiempos. Otras las inquietudes. Otras No son muy intensos, ni muy nítidos a veces, pero son.
ron el sistema justifiquen su salida no siempre con hon- las aspiraciones. Otra la Universidad y otras las gentes. Son, todavía, indepen­dientes de la situación político so-
radez, y para que aquellos que no lo conocen prejuzguen Como era otro nuestro país. Eran pocos las alumnos, po- cial del pais. Decimos todavía porque ahí empiezan a
y califiquen. cos los especialistas, si es que podemos llamarlos así, y mezclarse. “La ciencia debe ser pura y aséptica. ¿Cómo
no demasiado el interés y el cono­cimiento de la impor- puede mezclarse Antropología con Política?” En cuanto
Esta es la manera de trabajar que aspiramos a
tancia de nuestra ciencia entre la gente culta de la época. a la Arqueología, nï soñarlo. Esa era la posición. Era la
institucionali­zar. Así empezamos a hacerlo. Así estamos
Se estudiaba como una asignatura más entre los estudios tradicional. Era la científica. Era la que nos enseñaban.
haciéndolo. Y como se ve­rá más adelante no es nada fá-
históricos, en tanto que la investigación corría por cuen- Era la europea. Era la Ciencia. Miraba a Europa. Euro-
cil, porque en los tiempos que corren esto de hacer algo
ta de los profesores que vivían en el Museo Etnográfico, pocéntrica. Aprendíamos sobre América. También sobre
en serio, que requiere tiempo, que supone ma­durez y
adonde solían agre­garse otras personas ïnteresadas y co- Argentina. Usos, costumbres, restos de los indios, del
juicio analítico, dedicación, trabajo y cierta cuota de sa-
laboradores espontáneos. El lugar físico eran los sótanos hombre americano. Otro hombre. Era la cultura oficial
crificio “por nada” durante mucho tiempo, parece cosa
de la casona de la Facultad, en la calle Viamonte 430. De que se transmitía. Nadie o muy pocos, hubieran dudado
de oligo­frénicos. Pero no es así: sólo hace falta cumplir
allí fue trasladado en 1927, al edificio de ella ni hubiesen asumido una posición crítica. Pero
con las reglas del juego, que no son tan duras. Aunque
volvamos a nuestro asunto para aquilatar esos cambios
no siempre, cuando de tra­bajo de campo se trata, resulta que ocupa hoy, que permanece tal cual, gracias a mi- arriba mencionados.
agradable para algunos su cumpli­miento. Pero se trata lagros de mante­nimiento. Ello no absta para que sea in-
de un juego muy serio y debemos ser implacables. adecuado, estrecho, incómodo e indecoroso para lo que Para 1941 y 1942 el número de estudiantes de la Sec-
alberga, Pero es nuestra casa. Hace poco hemos lavado ción His­toria había aumentado hasta sobrepasar los 15
Y esto es todo, amigo lector. Lo que sigue explicará
su cara, reacondicionando sus ambientes y comenzando alumnos por promoción. En algún año llegó a sobrepa-
mucho de lo que aquí se dice y mucho de lo que se calla.
una nueva época de trabajo, mirando hacia adelante. Por sar el número de 20 y por rara coinci­dencia, un número
l. Pequeña historia esa razón, la historia será breve. Se referirá sólo a aquello grande de ellos —teniendo en cuenta las magnitudes de
que sea ïmprescindible para nuestros fines: ubicar con la época— se interesó por la Arqueología y la Antropo-
La enseñanza de la arqueología y la investigación ar- logía. Tanto que el número de “discípulos” aumentó a
queológica en la Universidad de Buenos Aires están li- cla­ridad la arqueología que se hace en el Museo.
dos o tres, y alguno más que, en segundo o tercer plano,
gadas ïndisolublemente a nuestra Casa, al viejo Museo Las tres primeras décadas del siglo transcurrieron sin aspiraba a entrar en el círcu­lo de los iniciados. Contem-
Etnográfico de la Facultad de Filo­sofía y Letras, que fue- que el ritmo de enseñanza o de investigación se altera- poránneamente, buen número de estos jóve­nes ingresan
ra fundado a comienzos del siglo, a inspira­ción de Juan ra en demasía. No eran muchos los estudïantes de la a la Sociedad Argentina de Antropología, que funciona-

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ba en el Museo, aunque no era institución oficial. Algu- campo en sentido estricto, planificado, como se entiende otros profesores, como lo fueron Palavecino o Imbelloni,
nos de ellos hacen sus primeras armas en ese campo y en nuestra jerga habitual. Esta advertencia no empaña que con otra formación y otra amplitud, contribuyeron
se agrupan finalmente en un Centro de Estudiantes de una acción, sino la ajusta a la realidad para que sea aqui- a su manera en este proceso. No son ajenos a este nuevo
Historia denominado AKIDA (una flexión de AKIS —en latada. Cola­boraban con él, como profesores adjuntos, espíritu la profundización en los estudïos de la antigüe-
griego: estímulo y punta de proyectil o acicate—), con Fernando Márquez Miranda y Eduardo Casanova, cada dad clásica que hacíamos en otras asignaturas, la visita
metas y propósitos únicamente científicos. Sin serlo en la uno de los cuales dictaba un acápite del programa, da de Jorge Basadre, que dic­tara cursos sobre Fuentes para
práctica, era como un satélite de la Sociedad Argentina acuerdo con la orientación indicada. Enseñanza magis­ la historia del Perú, o la visita de Julïán Steward, que
de Antropología y como una suerte de lugar de “entre- tral, oral, al servicio de la información erudita y formal. nos ilustrara acerca de la arqueología del Sud­oeste de
namiento” para la lid. Pero el Destino le tenía reservada La investigación se movía a un ritmo parecido y con los Estados Unidos en esos momentos, sumados a la f re-
poca vida. Quien escribe creó el nombre con las inicia- la misma orientación. La frecuentación de las fuentes cuentación de la Biblioteca. del Museo, que entonces se
les de los profesores de segundo año en 1942: Ardisone, históricas, la exége­sis menuda, la búsqueda del docu- mantenía al día: era el comienzo. No era nada planifica-
Constanzó, Imbelloni, Daus, Aparicio, combinados. La mento impensado que arrojara luz sobre los aborígenes do, ni o rdenado, ni encauzado. Pero algo que anunciaba
enseñanza discurría por los cauces tradicionales, al ser- que vieron los españoles del siglo XVI consu­mían buena el futuro.
vicio de la carrera de Historia. Se enseñaba la Prehistoria parte de los esfuerzos, en desmedro de la arqueología
Europea la mitad del curso de manera discursiva y na- Las transformaciones político sociales que conmovie-
propiamente dicha y de las técnicas y metodología de
rrativa, como algo que estaba antes de la grande Historia ron a nuestro país a partir de 1943 alteraron sïngularmen-
la investiga­ción arqueológica. Interesaba sólo el último
que se aprendería después. La arqueología americana y te la vida, casi rutinaria, de la poca gente qus trabajaba
momento de las cultu­ras aborígenes y, a veces, el penúl-
argentina era expuesta y estudiada tam­bién en esa fun- en ella, aunque ya otras alteraciones la habían afectado
timo, ïnterpretados ambos a la luz del documento. No
ción. Se veía a la luz de la documentación histórica, casi como repercusión de la Segunda Guerra Mundial, divi-
había una delimitación clara con la etnogra­fía o con la
sin profundidad temporal y con poca información para diendo en bandos irreductibles a quienes integrábamos
etnografia histórica.
Amé­rica en general, salvo México o Perú.. Veíamos ma- el claustro estudiantil y a quienes estába­mos en la lista
Recién en el último tercio de la década se podrán leer de aspirantes a estudiar arqueología y antropo­logía y
teriales, ilustra­ciones, oíamos comunicaciones y confe-
los trabajos en los que se comprueba que el cambio em- golpeabamos a la puerta de la Casona del Museo, úni-
rencias, pero no había una metodología de la enseñanza
pieza a concretar­se. Uno, ya clásico, lleva la firma de co lugar donde podíamos satisfacer nuestras apetencias,
ni del aprendizaje, ni estaba institucionalizada la posibi-
Enrique Palavecino, uno de los viejos maestros (Pala- que empe­zábamos a acrecentar dia por día. Para 1947 la
lidad de acceder a ellas. No por retaceo ni exclusividad,
vecino, 1948). Otros, son los primeros trabajos de la en- normalización es­taba encauzada. José Imbelloni, como
sïno porque las condiciones no estaban dadas, ni entre
tonces “nueva generación”. Alberto Mario Salas (1945) Director del Instituto de Antropología, de reciente crea-
docentes ni entre alumnos.
que comienza a remontar raudo vuelo con su tesis de ción, y Director del Museo Etnográ­fico, reestructura el
Francisco de Aparicio, profesor de la especialidad y docto­rado sobre “El antigal de Ciénaga Grande” y Ho- viejo organismo. Su figura y su prestigio condicionarán
Director del Museo, fue el centro de la activídad docen- racio Difrieri (1948) que hace estratigrafía por primera la nueva época para la antropología de nuestra casa. Po-
te y el inspirador de un grupo de alumnos —muchos vez en el noroeste argentino. Por desgracia ambos aban- demos decir que a partir de 1948, la normalidad está en
de ellos más tarde profesores— intere­sados no sólo en donaron el campo. Ambos ejemplifican el cam­bio que marcha.
Arqueología, sino también en la Geografia. Fue él quien empezó a darse, ambos estuvieron en el Museo y ambos
reinició los “viajes de estudio” con alumnos a la manera fue­ron colaboradores de Aparicio. Había empezado a Veamos pues qué ocurre con la Arqueología. La cáte-
del viejo maestro Ambrosetti. En el transcurso de uno concretarse uns renovación cuyo origen real estaba en dra regular queda en manos del Dr. Eduardo Casanova,
de ellos, fueron redescubiertas las ruinas de Tolombón. las inquietudes de los estu­diantes que tuvieron la posibi- que a partir de ese año dicta normalmente sus cursos. La
Debemos expresar, para cla­ridad de nuestra explicación, lidad de acceso a la frecuentación de la Casa, al contacto orientación de la enseñanza no varía. El programa servía
que se trataba de “viaje de estudios” y no trabajo de con los materiales y la bibliografía, como así también con a la Sección Historia de la Facultad. Se informaba acerca

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de la prehistoria europea, de la arqueología americana y queología, publicados a partir de 1954. Es que la concen- va época en la investigación arqueológica. Pero en cír-
de la arqueología argentina, a lo largo de un curso anual tración mayor de Casanova fue puesta al servicio de la culo cerrado. A la vieja usanza. Primero uno, luego dos.
ordenado, sistemáti­co y no del todo actualizado, pero Restauración del Pucará de Tilcara, a partir de 1948, y Algún amanuen­se. Nada más. Nadie tuvo posiblidades,
que cumplía sus funciones. Los escasos interesados — atrajeron toda su dedicación y esfuerzos de ahí en ade- sino excepcionalmente, de “formarse”, como se dice
un poco más numerosos como ya dijimos— ­debían vin- lante. Pero, el Instituto de Antropología, contemporá- ahora, a su vera. Ni sus conocímientos ni su experien-
cularse como pudieran a la. Institución e iniciar allí su neamente, contrató los servicios del profesor Osvaldo cia se tranamitieron a sus herederos directos incuestio-
formación y completar su información. No existía nin- Menghin, como investigador y profesor Extraordinario, nables. Renovó la arqueolo­gía de Patagonia, sintetizó la
guna plani­ficación oficial y todo era un poco de azar. por iniciativa de su director José Imbelloni. La incorpo- prehistaria americana, honró a nuestra casa y a nuestra
Dependía del interés y la voluntad del aspirante, de ración del famoso prehistoriador estaba des­tinada a te- Universidad. Dejó continuadores, no discípulos. Sus tra-
su iniciativa, del eco que encon­trara y luego del apoyo ner gran trascendencia en la Casa y fuera de ella. Sólo bajos serán mucho tiempo venero inagotable de sugeren­
con que contara cuando se había encarri­lado. Hasta ese trataremos aquí de la primera. De la segunda ya nos he- cias y replanteos. Muchos medraron a su sombra. Pero
momento solo había una vía directa de acceso: la po- mos ocupado otra vez (Lafón, 1972, Lección X). se extinguieron con él las posibilidades de transmitir ex-
síbilidad de hacer el doctorado en vigencia en alguna La presencia de Menghin en el Museo no alteró en periencia y conoci­mientos a muchos que esperaban, que
de las dos especialidades que se cursaban en el Museo, los comien­zos el ritmo de trabajo, pero quienes gozába- tenían sus derechos. Pudo ha­ber brindado sus frutos a
Arqueología o Antropología, bajo la supervisión de un mos del privilegio —que lo era— de pasar siete horas muchos, pero no fue así. Con todo, su pa­so por la pre-
profesor. Otra posibili­dad, más difícil, era lograr un car- diarias en un Instituto, en depósitos, en gabinetes o en historia del país, dejó huellas imperecederas.
go técnico y empezar el noviciado en ese nivel, huérfano las aulas, en contacto con las perso­nas, los problemas y Al promediar la década del cincuenta funcionaba un
también de orientación directa y de conducción intelec- los materiales, en un noviciado prolongado y duro, que Instituto de Arqueologia que dirigía Casanova, que ini-
tual. El autor, con Hado favorable, optó pri­mero al car- implicaba hacer de todo, desde limpiar materiales has- ció en 1954 sus publicaciones con trabajos originales de
go técnico —ya egresado como profesor— y trabajó en ta acarrearlos, en aprendizaje y observación constante, tres integrantes de su perso­nal. Una tesis de Doctorado
su tesis de doctorado en Arqueología. A comienzos de bien pronto advertimos los nuevos vientos. Un mundo (Lafón,1954) y dos de Licenciatura (Marengo, l954. Kra-
la década del cincuenta, funcionó una Licenciatura, en nuevo para nosotros se a­brió en los cursillos anuales de povickas, l954). No teníamos un plan de trabajo diseña-
la Carrera de His­toria, con especialidad en Arqueología diez clases para el personal téc­nico a que lo obligaba su do como unidad de investigación, aunque gozábamos
o Antropología o Etnogra­fia, que implicó un comienzo contrato. Las dificultades con el idio­ma no fueron barre- de liber­tad de elección. La orientación inicial siguió la
de intensificación de la enseñanza. Había que cursar un ra suficiente para impedirnos el acceso. Empeza­mos a del Director: Quebrada de Huamahuaca y Puna. Los tra-
par de materias complementarias y trabajar en una tesis mirar las cosas de otro modo. Con otra dimensión. Con bajos de campaña tampoco respondieron a determinada
de licenciatura que debía defenderse públicamente. En otra perspectiva. Se amplió nuestro panorama. Pero la técnica ni éramos entrenados para ello. Dependíamos de
Arqueología hubo dos casos, pero nada más. Un intento comunicación se interrumpió en esa frecuencia, y con- nuestras lecturas, de nuestra iniciativa. No se brin­daba
de Im­belloni para lograr la creación de una licenciatura tinuó por otros canales. El profesor Menghin centró su por aquel entonces ninguna enseñanza de indole técni-
regular, con cinco años de estudio, como los ya existen- atención en la Patagonia y en la Pam­pa. Esta porción ca o meto­dológica. Se dictaba un curso de Técnica de la
tes, en Americanística, no tuvo éxito. En ella la Arqueo- de nuestro país como campo ds estudios arqueológicos Investigación en la Carrera de Técnicas para el Servicio
logía y su enseñanza tomaban cuerpo notorio. pasó a ser exclusiva —o poco menos— del Instituto de de Museo, que era demasiado generalizado, con otros
La investigación arqueológica canalizada a través de Antro­pología, sin comunicación interna con el Instituto fines y que no se adecuaba para nada ni a América ni al
la cá­tedra que dictaba Casanova, la Sección. de Arqueo- de Arqueología, que junto con el Museo Etnográfico, in- pais, ni tenia en cuenta la problemática particular de la
logía y luego el Instituto que él dirigió, continua por los tegraban un Departamento de Ciencias del Hombre que Arquealogía Argentina. La mayor parte de la tarea del
cauces tradicionales, sin mayores cambios. Así puede tenía existencia sólo en los papeles. Se inició el grande y Instituto estaba encaminada ha­cia las tareas de restaura-
verse en las publicaciones (I-II-III) del Instituto de Ar- nuevo capítulo de la Arqueología Patagónica y una nue- ción del Pucara de Tilcara (Casanova, l950). El Instituto

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de Antropología, por su parte, contaba con la labor de sus adjun­tos, que fueron respetados, Marcelo Bórmida y Cabe agregar que el autor fue el primer secretario de esa
Menghin, que con el colaborador de turno, cumplía su el suscripto, res­pectivamente, hasta el próximo llamado unidad docente q
­ ue incluía a Geografía.
tarea pro­gramada. La participación estudiantil, acorde a concurso. Este último, reemplazó interinamente, en la
Dirección del Instituto de Arqueología, al renunciante, La investigación también acusó cambios, no todos los
con la época, no con­taba. Los interesados, que los ha-
Eduardo Casanova. El funcionamiento y la estructura que hu­bieran sido indispensables. La creación del lns-
bía, tampoco contaban, como no ha­bíamos contado no-
general de la Casa, no f ueron demasiado alterados ni tituto de Arqueolo­gía en su momento fue cuasi ad per-
sotros, con igualdad de oportunidades para acce­der a
fueron demasia­das las arbitrariedades, si las hubo. Casi sonam. Nunca tuvo ni instalacio­nes ni dotación de per-
esa suerte de “círculo” que permitía la posibilidad de
podría decirse que la Arqueología hasta fue favorecida. sonal ni presupuesto particular. Las posibi­lidades de
entrar en la especialidad. Hubo sí, otra vez, encamina-
Al César, lo que es del César. El Interventor conocía la fondos y/o de publicaciones dependían de la “fuerza”
do por Casanova, via­je de estudios con alumnos de la
Casa, la especialidad y cómo trabajábamos. Era Alberto del solicitante o del “favor” de la autoridad de turno.
Carrera de Historia a visitar el Pucará y lugares de la
Mario Salas. Así como no había —según dijimos— un plan de tareas
Quebrada de Humahuaca que dejaron su recuer­do en
concreto, con objetivos de corto, mediano y largo plazo,
una placa colocada en e1 Salón de la Bandera, en la Casa A partir de 1956, regularizados los cursos, la enseñan- tampoco había —no lo hay hoy tam­poco— un presu-
de Gobierno de Jujuy. Y uno que realizó el suscripto, za de la Arqueología sufrió algunos cambios, no mu- puesto adecuado ni los medios materiales provistos que
con dos alumnas, de recorrida y reconocimiento de ya- chos, ni tampoco definiti­vos pero que fueron facilitando se hubieran necesitado para cumplirlo. Pero, dentro de
cimientos clásicos, desde La Rio­ja hasta la Quiaca, a lo las cosas. Se renovó un poco el es­píritu de la materia, se las po­sibilidades, se tomó contacto con el campo en dis-
largo de los valles Calchaquíes, como in­formación pre- actualizaron los conocimientos y se fueron incluyendo tintos lugares, con su director a la cabeza, para ir plan-
via para trabajos posteriores allá por el verano de 1955. nociones teóricas y metodológicas que abrieron el cam- teando una nueva proble­mática (Tolombón, Alfarcito,
De los dos alumnos participantes, uno era integrante del po para los interesados y completaron el panorama de Yakoraite, largas y menudas prospec­ciones entre Volcán
personal del Instituto y colaborador de la Cátedra. Pro- la especialidad, sobre todo en la arqueología argentina. y La Huerta, valle de Lerma, La Rioja, borde oriental de
mediaba el año 1955 cuando la situación político social Los trabajos prác­ticos semanales, con clases organizadas 1a Puna, etc.) a la luz de los nuevos conocimientos. Tra-
del país entró en una nueva crisis de poder hasta que en y contacto con los materiales permitieron mayor espa- bajos de gabinete complementaron estos comienzos con
setiembre , quebrado el orden institucional, se instauró cio de maniobra y manejo de la bibliografía. La Cátedra entusiasmo.
un nuevo gobierno. Como no podía ser de otro modo funcionó armónicamente, con su profesor titular, su ad­
la repercusión en la Universidad de Buenos Aires fue junto y los primeros auxiliares docentes, al servicio de la La participación de estudiantes también acusó un
notoria. No es la oportunidad de analizar el fenóme­no Carre­ra de Historia, con una dimensión más amplia, en cambio. Para el verano de 1958, siempre con alumnos
en toda su amplitud pero sí de informar e interpretar un marco antropo­lógico y no rutinario y sólo informati- de Historia, la Cátedra cum­plió un viaje de estudios
el eco particular que tuvo en nuestra especialidad y en vo. El titular, Márquez Mi­randa, de la vieja generación a Jujuy, con destino a la Quebrada de Humahuaca. El
nuestra casa. Imbello­ni, a quién se permitió “por gracia” de maestros de los Difrieri y Salas, que dejaron el campo, viaje se hizo con el prof esos Titular, que siguió a Ecua-
renunciar y acogerse a los beneficios de la jubilación, fue 1o suficientemente amplio y consciente para dejar- dor, quedando el contigente a cargo del suscripto en su
dejó de orientar Museo e Instituto de Antropología, nos en lïbertad de acción e iniciativa a quienes éramos calidad de profesor adjunto. Durante diez días fueron
“sacrifié a la politique toute-puissante” dicho así, para “los jóvenes” de hace veinte años. Una vez más, repeti- recorridos, explica­dos y valorados sobre el terreno, los
glosar algunos de sus juicios antropológicos. Casanova, mos: al César lo que es del César. La Facultad se dividió yacimientos más sígnificati­vos: Pucará, El Alfarcito,
en si­tuación bastante semejante, debió dejar el Institu- en una serie de unida­des docentes, una de las cuales fue Huichairas, La Huerta, La Isla, Humahua­ ca, Coctaca
to de Arqueología y su cargo de Asesor del Decanato, el Departamento de Ciencias Antropológicas. Junto con hasta Inca Cueva. En otro nivel, el de interesados es­
en lo vinculado con el Pucará de Tilcara. Ambos deja- el Instituto de Antropología y el Instituto de Arqueolo- pecialmente en Arqueología, trabajaron con el suscrito
ron sus cátedras. Sus lugares fueron cubiertos por Sal- gía, vivían en el Museo. Y sin él, no hubieran existido, otros alumnos: T. Suzeck, Guillermo Madrazo, Amalia.
vador Canals Frau y Fernando Márquez Miranda, con aunque su importancia fuera obscurecida por aquellos. Sanguinetti y algunos egre­sados ya, como Pedro Krapo-

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vickas, que luego tomaron su grado correspondiente y guros —esto es idea del que escribe, que algo tuvo que imprescindiblemente, la función tiempo. Nuestro análi-
hoy trabajan independientemente. ver en el asunto— que el profesor Mario Bunge, que fue sis de contenido debe ser hecho en dos períodos: antes
el padrino de la Carre­ra, no había tomado razón de ello. de 1966 y después de 1966. El primero cubre 1959-1966
La publicación de los resultados sufrió mengua en su
Pero ciñámonos a nuestro propó­sito y analicemos cómo (primer cuatrimestre). El segundo, 1966 (segundo cuatri-
posibili­dad. Cesaron las Publicaciones del Instituto de
repercute la Carrera de Antropología en la enseñanza mestre) 1972. El año 1973 es una especie de reajuste. El
Arqueología, un po­co antes de su desaparición. RUNA
de la arqueología, en cuanto es una de las tres especia­ año 1974 es un año de Nuevo Plan. No trataremos de él,
absorbió algunas y otros órganos de expresión externos
lidades que la integraban. sino que además de informar sobre lo anterior, explica-
también. La falta de regularidad en la publicación se
De acuerdo con el plan de esstudios, el estudiante de remos el por qué de algunos cambios. Ahora analizamos
acentuó a partir de 1955 y es un lastre todavía hoy. En
Antropología que quería especializarse en arqueología el primer período. Para que el lector tome sus prevencio-
cuanto a la desaparición del Instituto de Arqueología,
debía cursar un cier­to grupo de materias introducto- nes y recaudos, dejamos expresa constancia que quien
ocurrida a comienzos de la década del 60, no afectó mu-
rias, otro grupo de materias básicas y un tercer grupo va a cumplir con esta tarea tuvo a su cargo el curso de
cho la situación. Exis­tía sólo en los papeles, como diji-
de materias optativas que variaban, según la orientación Introducción a las Ciencias Antropológicas entre 1959
mos más arriba, a manera de “gra­do honorífico” como
elegida, para obtener el título de Licenciado en Cien­cias y l969; compartió con el profesor Márquez Miranda el
fue creado. Desapareció por razones “de pala­cio” hasta
Antropológicas. La especialidad estaba dada por la ma- curso de Prehistoria y Arqueología Americana hasta su
de los papeles, cuando potencialmente pudo haberse
teria final: Cursillo de Especialización en Arqueología, muerte y luego, hasta hoy, lo tiene a su cargo como Prof.
con­vertido en una unidad significativa y amenazar así
que duraba un cuatrimestre, exigía Trabajo de Campo, Ordinario Asociado, desde 1961; ha dictado el seminario
el “orden esta­blecido”.
sin especificar 1as condi­ciones en que debía realizarlo, y de Arqueología, de la carrera en 1961, 1963, 1965, 1967,
Al finalizar la década del cincuenta, en menos de un 1968, 1969, 1971, 1972 y 1973; y ha dictado los Cursillos
necesitaba de una adscripción a la cátedra respectiva, de
lustro, algo habían cambiado las cosas. Tanto que se dan de especialización en 1966, 1970, l972 y 1973. Además, en
una duración de dos cuatrimestres, que tampoco estaba
las condiciones para que se cree una carrera de Antro- calidad de decano de los profesores de la especialidad en
demasiado clara ni bien reglamentada. Específicamen­te
pología. Una licenciatura en Ciencias Antropológicas, la casa, es responsable en buena parte de la ense­ñanz de
arqueológicas, en más de veinte materias de curriculum,
que empezó a funcionar en 1959. Entramos así en otra ella, en lo que se refería, en e1 primer periodo, a Prehis­
sólo con­taban: Técnica de la Investigación (Arqueológi-
etapa que influiría en la especialidad que nos ocupa. toria y Arqueología Americana y Argentina, que aumen-
ca), Prehistoria y Arqueología Americana, Prehistoria
Sólo trataremos de ella en esta ocasión. En otra dimen- tó en el segun­do período.
del Viejo Mundo, Seminario de Arqueología y Cursillo
sión lo he­mos hecho ya (Lafon, 1972). Y lo haremos en
de Especialización, amén de la información previa gene- En el curso introductorio, el estudiante recibía un
otra oportunidad con mayor detenimiento. Contempo-
ral que podía tomar en Introducción a las Ciencias An- panorama total e integrativo de la Antropología. La
ráneamente se crearon otras carreras, como Psicología o
tropológicas. Decimos “podía” tomar porque según se arqueología ocupaba su papel en el marco de la teoría
Sociología, para no citar sino dos. Ambas respondiendo
tratara de cursos dictados antes de 1970/71 podía con- antropológica y se daba especial tra­tamiento a su rango
a. expectativas, deseos y anhelos de los estu­diantes o in-
tarse con tal posibilidad. Después, no. en los estudios históricos, culturales y sociales. Era in-
teresados. No ocurrió lo mismo con Antropología. Esta
Interesa conocer el contenido de cada asignatura y su formado sobre su problemática general y sus principios
nació”de arriba para abajo”. Fue elaborada y armada,
desarro­llo a través del tiempo, para entresacar la idea metodológicos fundamentales, como así también de los
propuesta y sostenida por profesores e interesados, pero
aproximada de la enseñanza que recibía e1 aspirante y elementos básicos de la técnica de la investigación.
no respondió a ini­ciativa estudiantil ni al servicio de ne-
cesidades vigentes. No porque no existieran, sino por- de sus posibilidades de apren­dizaje y formación pos- En el curso de Técnica de la Investigación era iniciado
que se canalizó a través de perso­nas que salvo escasísi- terior. No es nuestra intención ir más allá de los lími- en la investigación teórica, podíamos decirlo así, al más
mas excepciones, se movían en un plano erudito,­teórico tes que nos impusimos al titular a este acápite Pequeña puro estilo europeo. En la clase y en los libros. Desde
e intelectualmente europeizado y selectivo. Estamos se­ Historia, pero nos vemos obligados a tener en cuenta cómo debe prepararse una expedición hasta la publica-

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ción, pasando por una tipología de yacimientos y no- desde los comienzos de la humanidad hasta los comien- precisas, diacronización y contacto hispano indígena
ciones de tipología, clasificación, faseología, corología y zos de la historia por una sola corriente de pensamiento se trataban en clase y se completaba con bibliografía.
cronología. y con una orientación clara y precisa por su propio crea- Guías analíticias con bibliografía especial se facilitaban
Dictada hasta casi finalizar el período por Menghin. dor: Menghin. El signaba con caracteres indelebles nues- a los alumnos. Los trabajos prácticos ponían en contacto
Divorciada de la realidad, sin práctica, sin experiencia tra Prehistoria del Viejo Mundo. Y podría haber ocurri- con materia­les, material ilustrativo y lectura y comen-
concreta, sin referencia salvo excepciones, a la proble- do lo mismo en la Arqueología America­na luego de su tario de textos. El curso era formativo y crítico. Se abría
mática del país y a lo que alguna vez hemos llamado obra fundamental (Menghin, l957) pero no fue así. Su un panorama en abanico. Daba el esqueleto que el es-
“Fenomenología” de nuestros yacimientos. Una orienta- curso era uno de los pilares formativos, general, erudito, tudiante llenaba. Visión abierta y clara, no unilaterali-
ción clara por sobre todo: histórica. Más claro: histórico macizo, a veces pesado por una falencia de nuestros es- zada en ningún sentido. La evaluación y el desarrollo
cultural. Véase en nuestras observaciones un análisis ob- tudiantes: leer casi siempre sólo en castellano. Daba un era —y es— controlada y supervisada por el profesor a
jetivo que no ,juzga contenidos sino funcionalidad para “sello” coherente con la etnología europea, que también cargo. Exámenes parciales de concepto y no de detalle.
quien aspiraba a ser ar­queólogo. Análisis que confirma predominaba en la Casa, en desmedro de mucha infor- Exámenes finales exhaustivos, de evaluación y medida
algo que dijimos más arriba acerca del nacimiento de mación que pudo haberse dado: su prehistoria ecuméni- de aprovechamiento. Diálogo y tratamiento de biblio-
la Carrera. Se trataba de una materia f undamental en ca, su modelo, había incorporado al hombre americano grafía de lectura obligatoria. Los resultados, alentadores
cualquier plan de estudios de arqueología, dictada con al esquema mundial. Sus trabajos, como la bula del siglo y luego buenos. El curso empezaba a ser funcional para
solvencia, capacidad y dignidad. Pero su finalidad es- XVI, hicieron al aborigen ame­ricano prehistórico, hom- una Carrera de Antropología y chocaba con la Carrera
pecífica no se cumplía. El alumno terminaba este curso, bre prehistórico. Era una nueva concepción amplia, tota- de Historia porque no estaba a su servicio ni coincidía
lo aprobaba medianamente o brillantemente, sin pisar y lizadora, generosa, que daba unidad total y permitía ver con la orientación tradicional. Tanto es así que más de
sin ver un yacimiento y sïn conocer las reglas elementa- claro. Pero no todo era tan simple como veremos en oo- una vez tuvimos discrepancias con alumnos de la Ca-
les para recoger restos materiales allí y entonces. Sí, en tro acápite, cuando tratemos de metas, objetivos y fun- rrera de Historia que ya habían asimilado una especial
el papel o en los libros. Y nosotros necesitábamos otra damentación. Era la “Pre­historia” por antonomasia, que, forma mental en la que no entraba nuestra Arqueología
cosa. Al finalizar el período, durante la gestión como aunque en la carrera de Antropología, constituía el com- Americana. Como prueba de este estado de cosas puede
Director del Departa­mento de Ciencias Antropológicas plemento —no la base— de la historia que se estudia­ba verse el plan de estudios de la Carrera de Historia, refor-
del suscrito, tomó a su cargo el curso de técnica de la tradicionalmente en nuestra Facultad. mado y vigente hasta 1973: Prehistoria del Viejo Mun-
Investigación el Lic. Antonio Gerónimo Austral, luego En Prehistoria y Arqueología Americana después del do y Prehistoria y Arqueología Americana estaban de
de una estancia de perfeccionamiento en España. Eran cambio al que nos referimos más arriba el curso se esta- “complemento” y se podía optar entre una u otra. Es casi
sus primeras armas, pero sabíamos lo que queríamos. bilizó en contenido y nivel de exigencia. El estudiante inverosímil, pero así era.
Su curso afinó la puntería hacia la meta. Teoría, prácti- era iniciado en la problemática del hombre americano, El Seminario de Arqueología, concebido no como un
ca con materiales, tipolo­gía con artefactos, práctica de y en las grandes síntesis de la prehistoria americana. El curso más, si­no en su debida dimensión, fue dedicado
carmpo, un poco “a ponchazos”, pero era lo que buscá- modelo Menghin. El modelo Willey y Phillips. El mo- tradicionalmente a profundi­zar temas de Arqueología
bamos, lo que queríamos hacer bien. Fue la concre­ción delo Willey. Se estudiaban en particular las industrias Argentina, que no contaba con un curso es­pecial. Ver-
inicial de muchos anhelos, que desgraciadamente se vió precerámicas más importantes. Se alternaban algunos saron sobre temas específicos precerámicos que dictaron
inte­rrumpida apenas comenzada. temas como S.O. de Estados Unidos con el S.E. o la la Sra. Amalia S. de Bórmida, o el prof. Dr. Bórmida o
En Prehistoria del Viejo Mundo, dictada también por costa N.O., Mesoamérica y Perú. Según las épocas, Co- alfareros, dictados por el autor. En todos ellos se traba-
el prof. Menghin, que para esos años había superado lombia, Ecuador, Chile o Brasil. La mitad del curso era jaba con series materiales: lecturas obligatorias, crítica,
bastante la barrera idiomática, el estudiante absorbía para Arqueología Argentina, que no tenía curso espe- etc. No hubo nunca en los seminarios de curriculum de
información, era iniciado y conduci­do por su profesor cial. Conocimientos ac­tualizados, unidades geográficas la Carrera unidad de criterio para su desarrollo y eva-

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luación. Con el andar del tiempo, en muchos casos, se ocurría con el Trabajo de Campo. Aparte de la falta de to con la realidad, tema en el que no insistiremos, como
convirtieron en una materia más o en el rito formal de fondos, se llegó a una desnaturalización tal en el cumpli- dijimos más arriba.
aprobar una monografía. El Seminario ds Arqueología miento de esta exigencia, que no es del caso insis­tir. Esta
fue estabilizán­dose con ritmo y exigencias varias. Enfa- aparente disgresión era necesaria también para entender La investigación arqueológica no fue sensiblemente
tizamos en la lectura crítica, en la exposición verbal y es- cómo funcionaba el curso final de especialización para modificada con la institucionalización de la enseñanza,
crita, en el trabajo de grupo y en temas de monografía de un licencia­do en Antropología. Así se explica cómo An- porque corrían por vías separadas, aunque esta situación
utilidad general. Para 1965, los resultados fueron alen- tropólogos Culturales (o Sociales, como gustan llamarse) pueda parecer curiosa o paradójica. En efecto, si funcio-
tadores y el aprovechamiento, equivalente. Partímos de tomaron su cursillo de Especia­lización en Arqueología naba una orientación específica en Arqueología, con una
la convicción de que quien llegaba a nivel de Semina- para recibirse lo antes posible. asignatura especial: Técnica de Investigación, Seminario
rio, debía probar su vocación, su fuerza y su capacidad. y Cursillo de Especialización con vigencia de Trabajo de
Los Cursillos de Arqueología dictados escaparon por Campo, parece lógico pensar en una institucionalización
Hubo no poca resistencia en algunas ocasiones, pero lo general a este panorama. Para 1966, se habían dictado
bien pronto se admitieron y se respeta­ron las reglas del equivalen­te en la investigación, no sólo en función pro-
uno, a cargo de1 Prof. Bórmida; otro, a cargo del Prof. pia, sino en función de la docencia, tanto de la docencia
juego implantadas. Así llegamos a 1966. Menghin y el tercero, dictado por el autor. En este hubo antropológica oomo de la enseñanza de la investigación
El cursillo de especialización era la culminación. Fue trabajo de campo previo y posterior a su desarrollo. Los y de la. preparación de los futuros inves­tigadores. Y no
concebido al redactar el Plan de estudios con una ampli- alumnos que lo cursaron, salvo uno, dedicaron su es- ocurrió así. Por circunstancias no del todo claras, el Ins-
tud que luego se tergiversó y se trastrocó, por cuanto el fuerzo profesional a la arqueología, con fortuna diver- tituto de Arqueología que existía, como ya dijimos, ape-
“espíritu” con el que se concibió no fue vertido por es- sa. Cuatro de ellos integraron con el autor un grupo de nas más allá de los papeles, desapareció. La iniciativa de
crito en la reglamentación. El tema respondería a las in- traba­jo de Arqueología que cumplió intensa labor en el la investi­gación quedó a cargo del profesor que fuera su
quietudes de los alumnos interesados en la espe­cialidad período siguien­te. Los dos cursillos citados en primer director, que canali­zó así la apetencia de algunos alum-
que fuera, que se pondrían de acuerdo con un profesor término respondieron clara­mente a la misma orienta- nos y algún egresado que se vincularon directamente con
—no tal profesor— dispuesto a dictarlo. Así se explica ción que regía el Instituto de Antropología y las cátedras él, a los que se sumaron otros alumnos interesados en la
que el primer cursillo de Especialización en Folklore lo a cargo del Profesor Menghin, como asimismo la orien­ experiencia de campo, en los primeros años de la década
dictara el autor en 1963. Además, se había pensado en la tación no arqueológica de la Carrera, especialmente, la del sesenta. Fueron años duros, de aprendizaje militan-
promoción a manera de Seminario, o sea conceptoy asis- Etnología. te, en los que el suscrito —porque de él se trata— hizo de
tencia y monografia. No en examen. También se pen­ Hasta aquí el estado de la enseñanza de la arqueolo- agente cataliza­dor para concretar no mucho por cierto,
saba en el Trabajo de Campo, previo o simultáneo, diri- gía en el período 1959~1966 (primer cuatrimestre). Esti- el interés en la. práctica de campo, no sólo en el campo
gido por su profesor. Nada de eso fue en el texto. Nada mamos que la informa­ción no era deficiente. Quizás el arqueológico, sino también en la antropología Cultural
de eso se hizo, salvo en ciertos casos. Cuando se planteó niveldocente no era uniforme.Podemos compartir o no y Social y el Folklore. Lo que se hizo, bien o mal, sólo
la consulta de Bedelía para sa­ber qué días había examen la prevalencia de determinada corriente de pensamien- fue posible mediante 1a buena voluntad, el entusiasmo
de Cursillo la primera vez que se dictó, el Prof. a cargo to que limitó, cercenó o castró muchas vocaciones en y el prorrateo de gastos entre ambas partes. La Facultad
respondió por su cuenta “tal dia”. Así quedó impues to algunas especialidades, pero la orientación cumplía su propiamente dicha, siempre apoyó y financió —en parte
el examen de cursillo. Más adelante, se planificaba la ac- cometido. Había una grave falencia: la práctica de cam- al menos— todos los trabajos. Una situación muy par-
tividad docente y se ofrecía “Cursillo A” y la gente lo po, que se suplía por la buena voluntad y trabajo extra ticular, que hizo que estudiantes de inclinaciones, ape-
tomaba. No pedía ni exigía. Cursaba el que venía. Por cátedras. La falta de reglamentación adecuada, más la tencias y aspiraciones muy dispares, convergieran en un
supuesto, que con excepciones. inconsciencia de algunos estudiantes y la debili­dad de centro, sobre la base de relaciones personales y profesio-
No pocas de las frustraciones estudiantiles que cono- algunos responsables de curso, permitió muchos abusos nales, alrededar de una Cátedra. No compete al autor la
cemos los viejos profesores nacen de ahí. Cosa semejante y con­tribuyó a la existencia de antropólogos sin contac- función de juzgar, puesto que él formaba parte de esa

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“situación”. Prueba de esas ac­tividades y de su peculiar se habla de 1a “Escuela de Buenos Aires” con relación a ceso a la investigación quedaba reducido a mucho me-
funcionamiento, puede ver el lector en Antropológica, la Arqueología de la Casa, como de algo concreto, real, nos porque no se pensaba en ello. La relación profesor
Nº 1 y 2; Lafón (Punta Corral; Huichairas y otros). Esta existente, funcionante, institucionalizado y admitido alumno era puramente formal y académica. La trans-
“situación” entra de lleno en el tema de la participación por la generalidad. La realidad no era, ni lo es, para ser formación en algo vivo e interrelacionado, estaba en sus
de los alumnos que trataremos más adelante. entendida así. Dista­ba —y dista mucho de serlo—. Fue, comienzos, como indicamos un par de páginas atrás a
El Instituto fue tomando posiciones cada vez más de- sin duda, una afirmación vehemente y acrítica sobre un propósito de la investigación. Las posibilidades de vin-
finidas en su campo de investigación. La arqueología momento en el devenir de la arqueología argenti­na. Es cularse a una cátedra, a algún trabajo, o a unidades de
de Patagonia fue uno de sus centros de actividad. La la- también una afirmación de presencia, consecuencia de investigación mayo­ res, como Institutos, por ejemplo,
bor de Menghin se va concretando en sus trabajos y a la nece­sidad de respaldar con una Institución el acceso a descansaban nada más que en el interés del alumno y
su vera, Bórmida, primero y la Sra. Sanguinetti de Bór- revistas especia­lizadas del Viejo Mundo, fruto de la la- su iniciativa o en la “invitación” por parte del profesor.
mida después, hacen sus primeras armas y siguen las bor de Menghin, para esta lejana Prehistoria del Cono Como se entiende, un sistema no del todo adecuado a
rutas por él trazadas. Prevalece una orientación única y Sur. Hemos oido de boca del mismísimo profesor Martin las necesidades. Condicionado por la apertura del pro-
un liderazgo único. Es la concepción de la Prehistoria Almagro decir: “Si tal artículo no hubiera traído la fir- fesor, la falta de contacto con sus alumnos y el espíritu
Menghiniana que se complementa con una Etnografía ma de Menghin, hubiera ido directamente al canasto, no predominante —toda­rvía hoy— proclive al elitismo, o la
y una Etnología del mismo cuño. La producción escrita lo hubiéramos leido”. Versión no demasiado lejana del no exclaustración del conoci­miento, al alejamiento de la
es la mejor prueba de esta aseveración: basta con leer “Hispanica non legumtur” que presta singular prestigio realidad y a la no frecuente sensibili­dad para los proble-
los autores mencionados. Tampoco aquí es la oportuni- a los artículos publicados en el extranjero y en lengua ex- mas nacionales. La inquietud estudiantil por modifïcar
dad de ser jueces. Pero sí de hacer notar que en el pri- tranjera. No existe tal Escuela de Buenos Aires. Estamos este estado de cosas se concretó rápidamente y culminó
mer lustro de la década en cues­tión los comienzos de la queriendo hacerla. Pero no de Buenos Aires, sino Argen- en un Anteproyecto de Reforma del Plan de Estudios,
masificación y las condiciones político­sociales del país, tina, del país y para el país. No existía una ïnvestigación canalizado a través de ásperas tratativas en la Junta De-
más las expectativas estudiantiles (Lafón, 1972, lecc.l0) planificada al servicio de intereses colectivos ni tampoco partamental, y llevado final­mente al Decanato, durante
empezaban a cuestionar los contenidos y la orientación estaba organizada la capacitación técnica de los futuros la gestión como Director del Departamen­to del autor de
de la carrera y a exigir información actualizada sobre investigadores. Había investigadores con su meta indi- este trabajo. Los carnbios institucionales de 1966 dejaron
el pais y su problemática. También en ese momento to- vidual y sus intereses personales, que no trascendían sin efecto el proceso, en vísperas ds su aprobación por el
mamos posiciones, como lo hicimos más tarde. No de más allá de un reducido núcleo de “iniciados” o colabo- Concejo Directivo de la Facultad.
negación ni de repudio, sino de respeto pero exigiendo radores directos y de un cierto número de amanuenses Este tema, la participación estudiantil, que motiva
el tratamiento de temas concretos, reales, naciona­les. A al servicio de aquellos. No era lo que se cono­ce como “la discrepan­cias y resistencias en nuestro medio, tanto en
menos ds diez años de funcionamiento, mejor dicho, a vida de Instituto” ni la identificación con la Institución niveles docentes co­mo en la investigación, nos permite
seis años de creada la licenciatura, fue cuestionada..Re- de la que se forma parte. Era la identificación con la per- referirnos a dos acontecimientos de gran significado que
sulta fácil explicarse la situación. Nació “de arriba para sona o las personas, no con la comunidad universitaria. tuvieron lugar en el período que estamos tratando, cuyo
abajo” y las expectati­vas de los interesados empezaban La participación de los alumnos en la actividad do- denominador común estuvo dado por la repercusión, la
a frustrarse, apenas con media docena de egresados, que cente y/o de investigación no estaba institucionalizada. presencia y la participación de gran número de estudian-
tomaban razón de sus falencias. Había una de las categorías de personal docente auxiliar, tes. Uno de ellos fue la Primera Convención Nacional
La investigación arqueológica del Instituto de Antro- ayudante de segunda, a la que tenían acceso por con- de Antropología, que sesio­nó la primera parte en Car-
pología puede leerse y es de fácil acceso. Fué acogida curso estudiantes con más del cincuenta por ciento de los Paz (Córdoba ) en 1963 y la segunda en Resistencia
ampliamente en el país y en el exterior, en Italia y Espa- las materias aprobadas, y tenían su representante en la (Chaco) en 1965, esta última con la Vice Presidencia del
ña. En alguno de los trabajos que integran esa nómina Junta Departamental,. pero eso no era suficiente. El ac- autor. El otro fue el XXXVII Congreso Interna­cional de

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Americanistas, que sesionó en Mar del Plata en 1966. En Universidad de Buenos Aires, así como la jerarquización Durante el segundo término lectivo de ese año 1966,
ambas el sello distintivo f’ue la participación estudiantil, de sus autores deben ser a expenssas de su alma mater se dictó el Cursillo de Especialización en Arqueología,
que en ese nivel, no sólo no fue resistida sïno encomiada y no juzgadas, calificadas y mantenidas por otras insti- mencionado páginas atrás, que marcó un hito decisivo
por las mismas per­sonas que a nivel académico, si no se tuciones, hasta tanto no exista un organismo que ejecute en la enseñanza y en la investigación arqueológica de
oponían directamente, por lo menos no facilitaban las una Política Nacional de Investigación Antropológica de la Casa, sobre cuyos resultados discurriremos más ade­
cosas. En ambas estuvo representada la Arqueología del jerarquía Nacional, en función de una Política Educacio­ lante, pero que es útil poner en evidencia. En las clases
Museo con sus dos corrientes, si es lícito denominarlas nal Nacional que planifique la Política Universitaria en teóricas el profesor a cargo (el autor), como resultado
así. De la lectura atenta de los documentos publicados ese aspecto, con la autonomía del caso. La centralización de su anterior experiencia en los Seminarios, reempla-
surgen con claridad observaciones que no escaparán al de este tipo de or­denamiento, calificación y financiación zó definitivamente la exposición magistral por sesiones
agudo juicio del lector, en las que no insistiremos. En cuando no existe una Política Nacional del Ramo y cuan- de lectura crítica de la bibliografía sobre el tema central,
ambas, la intervvención activa estuvo dividida. En las do las personas responsables de la adju­dicación de los exposisiones de los alumnos, diálogo profundo y sínte-
reuniones del ámbito nacional, los investiga­dores res- aportes y de los grados y/o cargos están sujetas a las sis conceptuales elaboradas en conjunto, no sólo como
ponsables y principales de la línea mantenida por el variaciones de la otra Política o son designadas por el exposición sino como práctica y adquisición de habili-
Ins­tituto de Antropología, no intervinieron, ni siquiera cargo que ocupan o integran cuerpos de especialidades dad de exposición, de manejo claro de oonceptos claros,
asistieron. En e1 de participación internacional, no sólo que no dominan exacta­mente o le alcanzan las generales con resultado completamente satisfactorio. En el trabajo
asistieron sino que intervinieron activamente, mientras de la ley, hace que muchas veces su acción se tergiverse. de campo, procedió de igual modo; inició allí la aplica-
que los investigadores responsables de la Arqueología a Esta argumentación va referida especialmente al ámbito ción de la técnica de excavación, explicada y aplicada
través de la cátedra, asistieron, como asistieron también de la Antropología, Arqueología incluida, donde toda- sobre el terreno, de aouerdo con las exigencias metodo-
alumnos que se iniciaban, contribuyendo con una co- vía la prafesionalización no ha tomado cuerpo, donde el lógicamente imprescindibles para rodear de1 mínimo de
municación sobre industrias líticas de Sierras Centrales, amateurismo de­be ser desterrado y donde todavía me- garantías necesarias a la recolección de los materiales,
que fue leída por ellos mismos. dran los audaces e irresponsa­bles, a la sombra de ciertas como así también la documentación complementaria y
La creación del Consejo Nacional de Investigaciones figuras o gracias a la complacencia de otras, cuando no la redacción ordenada y sistemática de los protocolos.
Científicas y Técnicas, cuyo primer presidente fuera el gracias a notoria obsecuencia. Los alumnos que tomaron ese Cursillo de Especiali-
desaparecido Dr. Bernar­do Houssay, contó entre sus Al finalizar el primer período que hemos propuesto zación cumplie­ron todos y cada uno de los requisitos
Comisiones Asesoras, una para Antropolo­ gía y para para hacer el análisis de contenido se advierte que exis- impuestos con entusiasmo y dedicación, contribuyendo
Historia. Dentro de la primera cae de lleno nuestra es- te una toma de conciencia concreta de la necesidad de con su buena voluntad e interés al mejor cumplimiento
pecialidad y es oportunidad de poner de manifiesto que cambiar la situación existente como oondición indispen- de las metas propuestas por el profesor. Fue un esfuer-
resultó favore­cida la arqueología institucionalizada, no sable para mejorar y adecuar la antropología de nuestra zo común en el que ambas partes se complementaron
sólo con subsidios sino con cargos en la Carrera del In- Licenciatura —incluida la arqueología— a nuestro país y el suceso logra­do f ue de todos. Unos más que otros,
vestigador. Esta aseveración no debe ser entendida como y a nuestras necesidades. La nueva ruptura del orden seguramente, pero en conjunto, fue posible gracias al
un comentario reticente y suspicaz, sino que responde a institucional en junio de 1966, repercute, como es lógi- trabajo en común. La convivencia, el contac­to, el diá-
una posición absolutamente personal —compartida por co, en el funcionamiento de nuestros cursos, con efectos logo y la aparente identidad de metas y objetivos trajo
muchos de sus colaboradores— del responsable de la dispares, que tipifican el segundo período propuesto, como corolario 1a constitución de un grupo de trabajo
Arqueología a través de la Cátedra, que entendía y en- desde el segundo cuatrimestre de 1966, hasta el segundo de Arqueolo­gía, del que formaron parte los alumnos que
tiende que las condiciones imprescindibles y la financia- cuatrimestre de 1972, inclusive, que tratamos inmedia- cursaron, excepto dos de ellos, que inició inmediatamen-
ción necesaria para la investigación arqueológica de la tamente. te sus tareas, a partir de 1967, eligiendo como centro de

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interés al Nordeste Argentino, según un plan de trabajo, El Curso de Técnica de la Investigación del año lectivo Fe) a casi mil kms. de Buenos Aires, abierta a todos los
con objetivos mediatos e inmediatos. de 1970 fue encargado por las autoridades del Departa- que cursaron ese cuatrimestre, dirigida por el Profesor
mento al profesor de Prehistoria y Arqueología Ameri- a cargo y sus colaboradores. Convivencia de un grupo
El curso de Prehistoria y Arqueología, continuó dic-
canas, con los mismos colaboradores que lo secundaron de profesores y alumnos, en un campamento de trabajo,
tándose normalmente según las directivas de su profe-
ya desde 1968, uno de ellos, el licenciado Chiri, como en un yacimiento virgen, con participación activa de los
sor, ya enunciadas, mante­niendo al dia la información
profesor adjunto, y el otro, el licenciado Orquera, como estudiantes en un trabajo de investigación. La financia-
y conservando el nivel de exigencias imprescindible,
jefe de Trabajos Prácticos, a los que se agregó un nuevo ción fue prorrateada en­tre la Facultad, que facilitó fon-
como así también enfatizando los principios teóricos y
colaborador, como auxiliar docente, el alumno Ernesto dos para mantenimiento y viáticos, y los alumnos que
su integración de servicio de la Antropología. La ausen-
Piana. El curso fue planteado como teórico-práctico des- pagaron sus gastos de viaje. Demostramos que se po­día
cia voluntaria del profesor Austral impidió la afirmación
de el principio. Además de las clases magistrales y traba- hacer, que la enseñanza era activa, y e1 aprovechamien-
de la orientación iniciada en la Cátedra de Técnica de la
jos prácticos, se impuso la práctica de terreno o­bligatoria to mucho mayor. No fue un “viaje de estudios” a la ma-
Investigación, porque el curso no se dictó. Finalmente
una vez por semana. La planificación implantada em- nera tradicional, sino una campaña de trabajo colectivo.
por presión del alumnado en condiciones de tomarlo,
pezó el primer curso, por la información previa sobre Retomábamos así la vieja tradición de las campañas de
volvió a dictarse con resultados no del todo capitali-
conocimientos fundamentales de geología y geomor- Kipon o Pampa Grande en dimensión acorde con las ne-
zables y sin una planificación de objetivos. El curso de
fología, utilización de cartas geográ­ficas y mapas geo- cesidades y expectativas estudiantiles. Concretamos es-
Prehistoria del Viejo Mundo quedó a cargo de la Sra.de
lógicos, manejo de instrumental para planimetría y ex- pecíficamete una línea de trabajo basada en el trabajo en
Bórmida, que siguió el camino ya fijado por su antecesor
cavaciones con práctica directa. A ello se agregaron el común, un orden es­tablecido, la experiencia planificada
en términos generales, sin mayores innovaciones, pero
conoci­miento de la técnica de las industrias humanas y, por sobre todas las cosas, el respeto por el estudiante
con apertura a otras concepciones, como Childe, por no
primitivas, metodolo­gía del tabajo de gabinete y normas y sus derechos, que no produjo sino los resultados es-
citas sino una representativa.
para la elaboración de los in­formes. Además de las sa- perados: el respeto mutuo, la camaradería y, en muchos
El Seminario de Arqueología dictado en 1968 afirmó lidas semanales, se hicieron algunas más lar­gas, de tres casos, la amistad. Iniciábamos un estilo de vida no tradi-
la orienta­ción docente y práctica de los anteriores, me- a cinco días, como para ir creando las condiciones pa­ra cional en la enseñanza y práctica de la arqueología.
jorada en el Cursillo de 1966. El profesor a cargo, secun- campañas futuras y el hábito de la vida en común, con la
dado por el personal docente au­xiliar de su Cátedra, in- mira de ir seleccionando de entre todos los participantes, Los cursos da Técnica siguientes, en 1971 y 1972, nos
tegrantes a su vez del grupo de Trabajo re­cientemente a los arqueólogos en potencia. permitie­ron perfeccionar el sistema. Los alumnos del
oonstituido, sacó a los estudiantes al.campo una vez por curso de 1970 que se distinguieron y demostraron su in-
Fue lo que bien podría llamarse un Curso Piloto, que clinación por la disciplina, se convirtieron en nuestros
semana obligatoriamente, no sólo para cubrir las falen-
motivó cu­riosidad en algunos, atención y atracción en colaboradores en el más amplio sentido, tanto en las
cias del cur­so de Técnica, sino en función de completar
los estudiantes que vieron en él una manera de ir ha- prácticas iniciales, de cartas y planimetría, como en la
la formación del alumna­do. Fueron ejercitados en mane-
ciendo lo que muchos deseaban o te­nían como expecta- excavación propiamente dicha, vigilando, ayudando y
jo de cartas, en levantamientos expe­ditivos y en la exca-
tiva; preguntas en otros, que no se explicaban por ­qué enseñando ellos también a sus compañeros, no sólo en
vación de yacimientos modelo como Túmulos de Pilar,
eso se hacía en cierta Cátedra y en otras no; suspicacias el Curso de Técnica, sino en los Cursillos y Seminarios,
Campana, Guazunambí y otros semejantes. Esta nueva
en otros que no se explicaban por qué hacíamos eso, si aumentando al mismo tiempo su experiencia. Empezaba
manera de encarar la enseñanza, continuó ejercitándose
no era por demagogia o muchachismo. Sin que faltara el así a tomar cuerpo una de nuestras metas más lejanas y
en los años posteriores, lo que permitió que más de un
comentario malévolo del. propio claustro, que comenta- difíciles: el semillero para nuestras necesidades futuras
alumno verificara o descubriera su verdadera posición
ra despectivamente esta “arqueología de f’in de sema­ y para la futura ar­queología. El curso de Técnica de 1971,
respecto de la disciplina, única que hasta el momento
na”. La culminación del Curso fue una campaña de tres previo un ensayo de diez días de trabajo a orillas del rio
era asi encarada, con participación activa de los pro­pios
semanas de excavaciones en Florencia (Pcia. de Santa Luján en Escobar, cumplió su campaña de tres semanas
interesados.

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en Florencia, como el curso precedente. A ellos se sumó La línea de trabajo de la Cátedra sigue careciendo de rados. El Instituto, a través del profesor Bórmida y de su
un grupo del curso anterior, seleccionado por su dedica- órgano propio, aunque sus posibilidades trascienden ya esposa, la Sra. Sanguinetti de Bórmida, tomaron a su car-
ción y desempeño. los límites de lo que la unidad Cátedra permite hacer. El go la tarea. La orientación general es poco menos la mis-
grupo de Trabajo de Arqueo­logía, independiente de la ma pero completa y modifica el panorama de Menghin.
La experiencia acumulada en cursos y seminarios hizo Cátedra, pero con la dirección del profesor, concreta un Calaboran con ellos miembros del personal del Instituto,
que el profesor a cargo, en oportunidad de dictar el cur- proyecto de trabajo de gran envergadura (Ver Actua­lidad egresados de Antropología, que hacen sus primeras ar-
so en el año lectivo de 1972, iniciara una nueva etapa. Antropológica, suplemento de Etnia, julio-diciembre) mas, como así también gente del Consejo Nacional de
Los aspectos técnicos propiamen­te dichos eran ya con- que tiene como meta el estudio del Nordeste Argentino, Investigaciones Científicas y Técnicas que tiene allí su
trolados, no mecánicamente, sino adecuados a las carac- cuyos primeros aportes se publicaron en 1970 (Lafón, trabajo. En ocasión de1 Congreso de Cipolletti, la Sra.
terísticas y problemática de nuestros yacimientos, tanto l970) y en 1972 (Lafón, l972) y notas complementarias. de Bórmida expuso la orientación precisa que sigue y su
que habíamos conseguido ya la técnica adecuada. Así Ese Plan fue aprobado por la Universidad de Buenos Ai- propuesta de integración. Se tra­ta también de una tarea
es que para el curso a dictarse prestó especial atención res y subvencionado por ella a través del Fondo Especial lenta y no muy gratificante. Quizás es, por sus propias
a los aspectos teóricos y metodológicos, con la mira de para la investigación. De la lectura del plan citado y de características, un sector en el que se nota más una de
adecuarlos a nuestra problemática y necesidades y no de los trabajos pu­blicados puede extraerse una información nuestras falencias: la falta de profesionalización, que
traspasar acríticamente un modelo extraño a ellas. enfa- clara sobre la orientación de estos trabajos, sus metas de deberá ser superada en todos nuestros campos. No so-
tizando los aspectos sociales, la elaboración de modelos largo plazo y la participación que en ellas han tenido y mos jueces ni queremos ser­lo. La separación interna y
y el método histórico. La práctica de campo siguió con tienen los alumnos. Los aspectos no arqueoló­gicos que la falta de coherencia entre ambas lí­neas no es casual.
la misma in­tensidad, mientras que el número de clases allí se contemplan pueden leerse en otras publicaciones Es un producto de mucho de lo que llevamos consig-
teóricas, aumentó de cua­tro a seis horas semanales. La del autor (Lafón, 1969; Lafón, 1974). La posición de los nado hasta ahora. A nosotros nos toca superarlo. Y eso
campaña de trabajo final, esta vez con más de treinta últimos diez años también está explícita en el libro No- requiere diálogo. Y para que haya diálogo deben darse
participantes, se cumplió en Escobar (Pcia. de Buenos ciones de Introducción a la Antropología (Lafón, 1972). las condiciones y exis­tir la ïniciativa. Las condiciones es-
Aires) porque las grandes inundaciones del Nordeste La línea de investigación arqueoló­gica de la Cátedra, se tán dadas. La iniciativa ha sido tomada, pero todavía e1
habían cubierto Florencia y sus vecindades. Los resulta- ubica en perfecta coherencia con la orientación y prácti- diálogo constructivo no existe. Apenas si está por empe-
dos continuaron siendo cada vez más apreciables. Para ca de la Arqueología que se enseña. Crítica, autocritíca, zar. No será nada fácil la unificación, porque las causas
fines del año 1972, la enseñanza de la arqueología estaba lenta, fundamentada y no competitiva. Al servicio del están más allá de la ciencia. La divergencia —que no es
encaminada y orientada en el nuevo estilo a través de país y con sentido antropológico. Fruto de una experien- tal— se ahondó como consecuencia de los cambios polí-
la unidad de criterio y de fines compartidos en Cursos, cia concreta y probada, que ha elegido el camino más tico institucionales de 1973, consecuencia también de la
Seminarios y Cursillos con diferentes niveles de exigen- largo y más duro, no siempre fácil de comprender, que falta de diálogo.
cia y madurez, a lo que se agregaba la respuesta y re- se propone no repetir viejos errores y al mismo tiempo, Al finalizar el segundo período de nuestro análisis de
percusión entre el alumnado. Alrededor de esta unidad mirando al futuro para cuando se den las condiciones contenido, desde 1966 a 1972, resulta evidente que han
docente, había ya una docena o más de estu­diantes en- a las que aspiramos. Así fue puesta en conocimiento de cambiado mucho las cosas, pero que falta mucho toda-
trenados que constituían un grupo estable. Esta era, y es, colegas y de alumnos en el Segundo Congreso Argenti- via. El cambio ha sido favorable tanto en la enseñanza
la arqueología que responde a la Cátedra de Arqueolo- no de Arqueología, en Cipoletti, en mayo de 1972. como en la investigación, pero se nota más en la primera.
gía Americana, a cargo del autor, con sus colaboradores La línea de investigación institucionalizada a través La segunda padece de un mal que parece incurable: las
directos ya mencionados, y la de Seminarios y Cursillos del Ins­tituto de Antropología, cobró nueva aceleración, posibilidades de publicación. Pero hay algo más toda-
por él dictados. Veamos ahora qué ocurría en el campo vinculada con la operación de rescate de los terrenos que vía: falta en la investigación la planificación adecuada y
de la investigación. serían inundados por las obras de Chocón Cerros Colo- está casi ausente la formación de personal docente y de

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investigadores institucionalizada y obligatoria. No hay ponde. Hemos probado que hay que terminar con la im- injustas, según el leal saber y entender de mucha gen­
semillero estable. Y en nuestros tiempos no se admite provisación y la charlatanería. ¿Es posi­ble entonces que te, el autor incluído: se aprueba un curso reducido a la
la improvisación. Algo estamos haciendo. Algo hemos egresados de esta Casa, sin estar ni siquiera mediana- mitad, casi un curso acelerado, en menos de dos meses
hecho. Pero falta mucho. No se improvisa un estilo de mente preparados y otros sin la menor experiencia seria, de clase, con seis horas semanales, de las que hay que
vida, así co­mo no se improvisa una clase o una investi- estén con­trïbuyendo a engañar a gente ingenuamente in- descontar paros sorpresivos, clases levantadas, etc. etc.,
gación, so pena de seguir subdesarrollados. La primera teresada, dando cursos de Arqueología o de Técnicas de cuando en situación normal (?) ese curso está concebido
fase es la profesionalización, que ter­minará con trepado- la Investigación Arqueológica en Ins­tituciones que bajo para ser dictado en cuatro meses. Así que hay cursos con
res, colados, improvisados y charlatanes. La segunda, pretexto de popularizar conocimientos esconden sólo un cuarenta clases útiles de dos horas y otras, con la tercera
es terminar con la competición por el descubrimiento más desmedido afán de lucro? ¿No es eso una estafa? ¿No es parte. La materia aprobada vale igual, lo que no es justo.
antiguo o más insólito, o por el cargo honorífico. La ter- una falta de ética profesional? Tienen un título, es ver-
cera., es la humildad, la más difícil, quizás, de todas las dad. Peor sería que no lo tuvieran. Pero deben tener una En el caso particular de Prehistoria y Arqueología
que hay que lograr. conciencia. Si esta se ca­lla, un dia hablará el Colegio de Americana, que se dictó el primer cuatrimestre, otra vez
Graduados. Porque en rigor de ver­dad, son más peligro- las “razones de se­guridad” esgrimidas en el ámbito del
Un paso importantísimo para lograr la profesionali- Museo Etnográfico por sus autoridades, convalidadas
sos los que esconden su ilustre medianía o su ambición
zación ha sido la creación del Colegio de Graduados en por la superioridad, hicieron que debiéra­mos trasladar
desmedida detrás de un título universitario, que todavía
Antropología, que cuen­ta ya con su personería jurídica las clases al edificio del viejo Hospital de Clínicas. No es
es una llave maestra, que aquellos que honradamente
oficial. Y no es casualidad que buena parte de sus ini- del caso poner en evidencia los inconvenientes que tal
creen estar ca­pacitados para hacerlo.
ciadores y de su primera Comisión Directiva sean ar- situación acarreó, teniendo en cuenta el sentido de los
queólogos. Esta es la concreción de un viejo anhelo que El año 1973 fue un año signado por el acontecer po-
cursos que desarrollábamos, ni las incomodidades para
ya estuvo presente en la Segunda Parte de la Primera lítico que había llegado ya a uno de sus “picos” en esta
trabajar en situación medianamente decorosa con que
Convención de Antropología reunida en Resistencia enorme caja de reso­nancia, no siempre affiatada, que es
tropezamos, sino destacar que las condiciones imperan-
(Chaco) en 1965, en cuyo transcurso una Mesa Redon- la Universidad y en especial nuestra Facultad de Filoso-
tes afectaban ya en su propia base, la tarea do­cente. De
da se pronunció por una asociación de carácter gremial fía y Letras, para fines del año ante­rior. También e1 dete-
esto trataremos en la parte tercera, documentalmente.
y profesional en contra de Academias y Sociedades de rioro material y el deterioro funcional eran visibles ya no
Antro­pología, como las ya existentes, que van perdien- sólo de puertas adentro, sino visible —y magnificado— El deterioro lento e inexorable avanzaba por corredo-
do actualidad cada dia que pasa. El arqueólogo es un desde el exterior. El desgaste inútil de la autoridad, o la res y escaleras. Quienes levantamos las voces de pro-
profesional, como lo es el antropólogo. La era del afi- falta de ejercicio de la misma, cuando no la demagogia testa y de reclamo, debíamos hacerlo ante personal no
cionado, del diletante, ha terminado. Los que todavía embozada, sumada a la falta de representatividad de las docente, no calificado o sin poder de decisión. Las au-
quedan, deberían probar que sirven. Si no, deberán ser autoridades, al reemplazo del diálogo por lo monólogos, toridades, moraban en otro edificio. Y así cumplía­mos
exterminados como rémora si queremos salir adelante. nos llevaba a un callejón sin salida, en el que habíamos nuestra labor. Las razones de “seguridad” mencionadas
Así las cosas, y antes de añalizar el año 1973 es opor- desembocado al comienzo del año lectivo de 1973. más arri­ba con relación al ámbito del Museo Etnográfi-
tuna una reflexión más y un anatema más fuerte aún. Por de pronto, la demora en la iniciación de los cursos, co, llegaron a extre­mos como el de cerrar con candado
Hemos discurrido acerca de la enseñanza y de la inves- no justificada por ninguna razón valedera, convirtió el los depósitos de Arqueología a los propios profesores de
tigación arqueológicas en nuestra Casa. Hemos visto las cuatrimestre en un bimestre escaso, con la repercusión la especialidad, que trabajábamos en la Casa, y a dispo-
exigencias mínimas de aprendizaje y de experiencia que que es de imaginar para la regularidad de las asignatu- ner por la via jerárquica que a los estudiantes sólo se les
son necesarias. Hemos planteado que sólo la profesio- ras a dictarse y para la preparación de los estudiantes. mostrara material duplicado o deleznable, fundándose
nalización hará posible ocupar el lugar que nos corres- Sin contar con el planteo de situaciones irri­tantes, si no en la “seguridad” de las colecciones.

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Ese primer cuatrimestre se dictó también Prehistoria Guillermo Gutiérrez. Este último, licenciado en Ciencias que tuvo su importancia: una reforma del Plan de Estu­
del Vie­jo Mundo, que discurrió normalmente, en cuanto Antropológicas, tuvo en sus manos al Departamento de dios de la licenciatura en Ciencias Antropológicas.
el Profesor a Cargo dictaba regularmente sus clases en Ciencias Antropológicas, al Instituto de Antro­pología Avanzado ya el año 1971 empezó a tomar cuerpo la
el enunciado edificio de la ca­lle Córdoba. Y fue dictado, y al Museo Etnográfico. Daba comienzo así una nueva idea de una Reforma de Planes a nivel de la autoridad
por el autor, el Cursillo de Especialización en Arqueolo- época para la Casa, de la que trataremos un poco más departamental que inte­graban los profesores Bórmida,
gía, que tuvo como tema central el estudio del Noroes- adelante, en cuanto fue útil y en cuanto no lo fue. Cortazar y Difrieri, como una manera de acceder y cana-
te argentino antes del siglo XVI y énfasis especial en la lizar las inquietudes estudiantiles de una nue­va apertu-
La pequeña historia que estamos desarrollando, no
si­tuación de contacto entre europeos e indígenas. Este ra, en la especialidad, que se vió frustrada en 1966 según
sólo por lo que hemos dicho en la Introducción sino tam-
cursillo se desarrolló sujeto a las mismas condiciones hemos consignado ya, y que empezaba a tomar fuerzas
bién por la complejidad y lo intrincado de los no muchos
que el curso de Prehis­toria y Arqueología Americanas, otra vez. El procedimiento utilizado para concretar la re-
hechos consignados, hace que la exposición se aparte un
pero como el régimen de trabajo no es equivalente —se- forma no reunió ninguna de las condiciones elementa-
poco de los cauces tradicionales, en cuanto los personajes
gún ya hemos explicado — pudo cumplirse dentro de lo les ni de forma ni de participación imprescindibles para
se mueven en el espacio (Museo, Facultad, Universidad,
previsto. que contara con el aval de los interesados: profesores y
Hospital del Clínicas y lugares accesorios) y en el tiem-
Contemporáneamente al desarrollo del cuatrimes- po (desde antes de 1966 hasta después de 1966; antes de estudiantes. Elaboraron las autoridades un anteproyecto
tre, la situación política del pais aceleraba su curso, en marzo de 1973 y después de marzo de 1973; durante el inconsulto, que luego de integrado formalmente fue gi-
tanto que en nuestra Facultad proliferaban cabildeos y último tiempo del gobierno militar y después del gobier- rado individualmente a cada profesor para que este hiciera
reuniones para capear las situaciones futuras. Interesa no militar; los días previos a la intervención y los días su comentario, crítica o agregado, o enmienda, a título
destacar en el ámbito de nuestra carrera, el traslado del inmediatamente posteriores a ella) condicionados no ya personal, sin reunión ni diálogo y sin la menor garantía
Instituto de Antropología al edificio de la calle Córdoba por el Fatum o la Moira, sino en función de la situación de que su opinión sería respetada, total o parcialmente.
y la acefalía del Museo Etnográfico por renuncia de su po­lítica, presente o futura y en función del aprovecha- En este caso el autor respondió por escrito fijando su po-
director, cargo que no fue cubierto hasta muy avanzado miento individual que de ella pudiera extraerse. Esta ca- sición contraria al procedimiento y a la concepción del
el proceso, pocos dias antes de la intervención de la Uni- lificación de individual, es un poco inexacta, porque casi plan en sí; pero la gestión de reforma seguía su cur­so via
versidad y de la Facultad y sus institutos. También hubo nunca los personajes actuaban (actúan) a ese nivel, sino Consejo Académico y así, a fines de 1972, casi en receso,
insinuaciones y presiones para trasladar la Cátedra de en nivel de grupos de dimensión variada, que a su vez se fue aprobada y entró en vigencia a partir de 1973, por
Prehistoria y Arqueología Americana y el lugar de tra- insertan en movimientos, partidos, tendencias, agrupa- de pronto, con el cambio de nombre en las asignaturas
bajo del profesor a cargo —el autor— al edificio de la ca- ciones, o entidades semejantes. La politización, que no para la Inscripaión y las instrucciones para registrar los
lle Córdoba, a las cuales se negó sistemáticamente. Este era nueva en los claustros ni se inventó hace dos años, programas a dictarse, de modo de ir gradualmente hacia
primer cuatrimestre “reducido” terminó más o menos se sobrepuso primero, contaminó luego e inficcionó des- la vigencia total. No escapará al avisado lector que actos
regularmente en el plazo previsto por el Calendario Es- pués, la cátedra y la en­señanza. Siempre sostuvo el autor como este y procedimientos tales, en los últimos días de
colar, que no sufrió mayor alteración bajo las nuevas au- (puede leerse en su manual de In­troducción a la Antro- 1972, no están, precisamente, al servicio de la Antropo-
toridades. En los prime­ros dias de junio de 1973 se hizo pología) que esa problemática debía tratarse seriamente, logía ni de su mejoramiento. Casi es innecesario anotar
cargo e1 Interventor de la Uni­versidad de Buenos Aires, a nivel de Cátedra, en la Universidad, que debía solu- que entre las primeras medidas de la intervención, es-
que designó sus delegados en las distintas Facultades y cionarlos y producir sus líderes. Claro que en cátedras tuvo la de declarar caduco dicho plan, en junio de l973.
estas a su vez, en los distintos departamentos, institutos con nivel. Pero el fenómeno no se dió así. Esta aparen- Producido el acto eleccionario de Marzo de 1973, se
y centros de investigación. Esto es historia tan recien­ te disgresión, que no es tal como en seguida se verá, es inició con retardo el cuatrimestre y la politización estu-
te que puede parecer obvio mencionarlos, pero lo hare- para que el lector no se sienta per­turbado porque ahora diantil iba in crescendo, aparentemente ahora todos bajo
mos en su orden: Rodolfo Puiggrós, Justino O’Farrel y volvamos atrás en el tiempo para referirnos a otro hecho el mismo signo. Empezarton a funcionar Mesas de Re-

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construcción que iban “calentando” y preparando el am- la profesora a cargo, originándose por ello situaciones profesores o ayudantes, que aspiraban a conseguir fines
biente para después del 25 de Mayo, dia de la asunción enojosas, irritantes y arbitrarias que culminaron con el semejantes a los que habían logrado con Prehistoria del
del mando del Gobierno Constitucional y su posterior alejamiento del profesor y su reemplazo. De este modo, Viejo Mundo al finalizar el período lectivo anterior. Estos
implementación en la Universidad. No es intención del el curso se transformó totalmente en contenido y signi­ movimientos —para llamarlos de algún modo— aflora-
autor emitir juicios sobre tales mesas, porque no partici- ficación, tergiversando por completo su finalidad y des- ron en el Semi­nario de Arqueología, con procedimientos
pó de ellas y porque su quehacer específico no es la po- virtuando su validez y ubicación en el plan de estudios tan bajos y argumentos tan infantiles —mucho para leer,
lítica, lo que no significa que no haya tenido desde hace vigente, según pudo verse durante el segundo cuatri- exigencias de disciplina, llamadas al orden— que moti-
mucho tiempo su posición tomada, que es conocida, no mestre de 1973. varon para las autoridades una posición tan de­sairada
de ahora. Lo que no significa tampoco que sea ajeno y y poco respetable, que la cosa no pasó de ahí. La men-
Este cuatrimestre (segundo de 1973} fue definido por
se desentienda de ella. Pero en su actuación profesional ción de asunto tan desagradable no tiene otra finalidad
las auto­ridades como “un cuatrimestre de transición”
ha tenido un solo compromiso: con la docencia, con la que la de poner de manifiesto cómo las ansias de cambio
hacia una modificación gradual de forma tradicional de
Universidad, con la Nación, con la vocación de servicio y renovación eran aprovechadas por “los desconocidos
encarar la enseñanza, tendiente a una mayor participa-
propia de su especialidad, no de servicio a la facción de (¿o conocidos?) de siempre” en su propio beneficio o al
ción activa da los estudiantes. Por esa razón, el autor, a
turno o de su mayordomo. Pero la mención de las Mesas servicio de la facción a la que “sirven”, no al servicio de
cargo del Curso de Prehistoria y Arqueología America-
de Reconstrucción, en lo que a Antropología se refiere, sir- la Universidad o de la especialidad en la que quieren
na, propuso un programa y una serie de renovaciones
ve simplemente para explicar acontecimientos, no expli- instruirse.
que ya habían sido probadas en Seminarios y Cursillos
cados si no es por lo que en ellas se trató, que precedió De un modo o de otro, la enseñanza se vió afectada
por él dictados. La asignatura fue dictada del modo pro-
y condicionó el desarrollo del segundo cuatrimestre. En por las condiciones que imperaban. Pero mantuvimos
puesto, con resultados harto favorables, pero como nun-
esas reuniones se juzgó, se criticó, se condenó la conduc- incólume el nivel de exigencia, de trabajo, de lecturas,
ca hubo ni un reconocimiento ni la aprobación oficial del
ta y la actuación profesional o personal, o se absolvió y con resultado f’avorable, tanto que demostró que el sis-
sistema propuesto, no pasó de ser una experiencia útil
se encumbró, según los casos, a cuanta persona fue nom- tema que propusimos puede funcionar. Trabajo con toda
para los que en ella participaron, por cuanto hubo que
brada en ellas. Por lo general se juzgó in absentia y sin la cátedra, profesores, jefes y ayudantes, bajo la respon-
tomar exámenes y promover a la manera tradicional. El
defensor, aunque fuera de oficio. El proceso en sñí no es sabilidad y supervisión del profesor a cargo, que asistió
Seminario de Arqueología, también a cargo del autor,
ni nuevo, ni original, ni nos asombra. Tampoco somos a todas las clases que se dictaron y estuvo al tanto de
se dictó regularmente según el régimen utilizado desde
tribunal para pronunciarnos sobre la licitud del procedi- todo lo que se trató, sin excluir la actualidad que nos ro-
años atrás, que ya hemos glosado más arriba.
miento ni sobre los cambios ideológicos producidos en- deaba y el papel de la arqueología en la cultura y en el
tre el 9 y el 15 de marzo de 1973 en muchas, muchísimas También el curso de Técnica de la Investigación sufrió
futuro modo de plantear esos estudios. Las clases de los
personas, con las que hemos estado en contacto desde cambios, porque fue encargado a otros colegas, debió
jueves, con grupos de estudios fijados por el profesar,
hace largos años, porque humanos somos... Sólo nos li- dictarse fuera del Museo y no se dieron todas las con-
que eran tratados en “mesa redonda” con su actua­ción
mitamos a consignar un hecho que tuvo consecuencias diciones necesarias, lo que no afectó ni su significado ni
como director de debate, lograron eco notable entre el
en la labor docente, según vamos a demostrar a conti- su contenido, que siguieron por los cauces ya marcados,
alumna­do consciente. Los resultados de los exámenes
nuación, limitándonos mientras sea posible, a nuestra con excepción de la práctica de campo intensiva y la ela-
reflejan con claridad esta apreciación. Pero también po-
especialidad. Pero no podemos dejar de señalar la arbi- boración teórica.
nen en evidencia, compa­rando con el número de inscrip-
trariedad y la injusticia con la que se procedió en todos Contemporáneamente con el desarrollo del cuatri- tos inicialmente, que mucha gente e­quivocó o creyó que
los casos. mestre hubo cuestionamientos de la especialidad entre el “cambio” o “renovación” y la “reconstrucción” era ha-
Para ello, empezaremos con el curso de Prehistoria ciertos grupos, no demasiado numerosos ni pertrecha- blar de política, de economía y de otras cosas, en lugar
del Viejo Mundo, que fue cuestionado como así también dos, de estudiantes y egresados, sin que faltaran algunos de estudiar arqueología.

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La investigación también fue afectada, aunque pueda dor de la Cátedra, se volcaron hacia la realización del colaboradores voluntarios salidos de entre los estudian-
parecer que, como tarea especialísima qus es, está más Inventa­rio de las Colecciones del Museo, tarea que quien tes, que cumplieron una tarea encomiable. Tal como el
allá del diario acontecer y de los avatares políticos, se- escribe estas pá­ginas aceptó con cabal conciencia de su autor prefi­rió y prefiere denominarla, fue una verdadera
gún el modelo que mucha gente estima como verdadero, magnitud y de la responsabilidad que ello significa. Es Restauración que abarcó desde los techos hasta carpinte-
pero no es así. Por lo menos en nues­tro caso. La figura que nunca se había hecho un inventario de las existen- ría y pintura, incluida limpieza y desinfección, que no
mítica del investigador, divorciado de la rea­lidad, inma- cias reales, tal como lo exigen las leyes Contables de la es fácil valorarla a quien no vió como se desarrolló. Es
culado y puro, no vale para nosotros. No es la primera Nación y las más elementales normas de la Museología. que el deterioro que páginas atrás dijimos que avan­zaba
vez que decimos —y por escrito— ni que explicamos En eso estamos todavía, y salvo cambios no pensados, por pasillos y escaleras, estaba muy avanzado en el Mu-
nuestra posición. Las circunstancias que se fueron acu- seguiremos mucho tiem­po. Hacemos notar que la pa- seo. El planteo y realización de una nueva exposición se
mulando a partir de la Intervención motivaron una ten- labra en sí, Inventario, no sugiere to­do lo que hubo que incluye también dentro de esta Reconstrucción y de ello
sión y una intranquilidad que perturbaron las condicio- hacer y estamos haciendo, desde limpiar estante­rías, la- trataremos en el parágra­­fo siguiente
nes de trabajo, en cuanto las marchas y contramarchas, var materiales, identificarlos, restaurarlos cuando hubo Así como no se trata ni de buscar culpables ni chivos
deci­siones o indecisiones, medidas generales y medidas necesidad, ubicarlos, catalogarlos, ficharlos, moverlos, emisa­rios para el deterioro, sino que hay que salir de él,
ad personam, no hasta tras­ladarlos y ordenarlos topográficamente. Ello como salimos en el Museo, no se trata tampoco de con-
Favorecen precisamente una tarea de investigación or- fue posible gracias a la colaboración espontánea de la signar de quién fue tal i­dea, quién propuso tal cosa, quién
denada y planificada como la que teníamos en marcha. gente, que de un modo u otro estaba, y está vinculada le dio forma o quién hizo posi­ble tal otra, para la exposi-
Hablamos de la línea de investigación centrada alrede- con la Cátedra de Arqueología. Mencionamos sólo esta ción de Patagonia. Todos sabemos bien lo que hizo cada
dor de la Cátedra de Prehistoria y Arqueología America- sección porque de ella estamos tratando en especial. No cual. Los que lo hacían pensando en la Casa y los que lo
na, con sede en el Museo. No se trata de la investigación es omisión ni menoscabo de las otras especialidades, que hicieron con finalidades diversas. Lo que importa es que
personal del profesor X, que trabaja por sí y para sí, con están es­perando su cronista particular. se hïzo. Pero esta reflexión que puede parecer reticente o
los medios que tiene a su disposición, o que escribe tra- Esta tarea de Inventario se vincula con algo que no con aire de resentimiento no es tal. Simplemente anun-
bajo tras tra­bajo, independientemente de su tarea docen- podemoe dejar de mencionar, que se cumplió simultá- cia que pasado el pri­mer momento de entusiasmo y de
te y de lo que pasa a su alrededor. Posición que respeta- neamente, pero que no es exactamente la misma cosa. espontaneidad, aparecieron tímida­mente primero y con
mos pero no compartimos porque enten­demos que debe Aunque fueron barajadas juntas y sirvie­ron para recupe- virulencia después, el estadio oompetitivo, los persona-
darse por superada esa suerte de egoismo porque lo es, rar un poco la diluida imagen del Museo, la denominada lismos, las suspicacias y la clasificación de matices polí-
que caracteriza el estadio competitivo, tan caro a muchas Reconstrucción del Museo tiene otro origen. El inventario ticos, sin que faltaran los celos profesionales y ensayos
ge­neraciones y muchos contemporáneos y favorecen fue la primera disposición tomada por el interventor, para capitalizar una gran tarea. Es ïlustrativo al respec-
además el culto de la personalidad, con grave mengua respondiendo a razones administrativas y técnicas, que to el folleto impreso, en el que con ropaje democrático,
para la tarea específica. Características que hablan bien debió estar en manos de una persona idónea y capacita- igualitario, provisto por el orden alfabético, se uniformi-
a las claras de lo que alguna vez llamamos “subdesarro- da para ello, para regularizar una situación que venía de za totalmente la tarea cumpli­da. Pero no fue tanto para
llo” de la antropología y verdadera sumisión intelectual origen, y de realización impostergable no sólo por esas dar a conocer una tarea comunitaria cuanto para evitar
al servicio de los modelos alóctonos. razones básicas, sino como ordenamiento de un repo- que fulano o zutano sobresaliera un poco más que
Sí, en efecto, la investigación fue alterada en su ritmo. sitorio científico de primer orden para que pudiera ser los otros. El germen de la división interna existía y cre-
Pero debemos declarar en descargo que todos nuestros utilizado en toda su capacidad. La resolución de 18 de ció rápi­damente porque se alimentó con falacias e inter-
esfuerzos se concentraron en sacar adelante el Museo. junio de 1973 así lo ordenó. La Reconstrucción fue obra pretaciones secta­rias algo muy simple y concreto: nadie
Los esfuerzos del autor, de sus colaboradores inmedia- de las autoridades regularizadas del Museo, Sres. Sala, nace sabiendo, hay que es­tudiar, leer y preguntar al que
tos y del grupo de alumnos que se nuclean en derre- Depersia y Palermo, del personal estable de la Casa y de sabe para manejarse en el depósi­to de un Museo tan rico

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como el nuestro. Y hay gente que está muy apurada, que petit comité no era tan petit, en cuanto a esas reuniones o tudios que venía siendo cuestionado desde una década
olvida la humildad y quiere ascender con aceleración y deliberaciones, sean lo que hayan sido, concurría la gen- atrás, inclusive por el autor, que lideró uno de los pri-
sin preparación, no importa si sobre los cadáveres de sus te más dispar, con sólo un denomi­nador común: la gran meros ensayos de cam­bio, como hemos señalado pági-
compañeros y maestros. Y eso no condice con el estilo mayoría no conocía demasiado bien de qué se trataba. nas atrás. La necesidad de la reforma se impuso, máxime
de vida que estamos integrando en nuestra especialidad. Claro que hubo excepciones. Y algunas personas fue- que los reparos argumentados estaban fuera de la esfera
Nada de lo dicho en los últimos párrafos desmerece la ron realmente honestas en su proceder. La sección de1 de decisión de los allí presentes. Pero esto motivó que
tarea cumplida ni el éxito que la acompañó. Precisamen- anteproyecto re­ferida a nuestra especialidad fue “nego- se retiraran de la reunión algunos profesores, viéndonos
te esta repercu­sión fue lo que hizo surgïr los apetitos ciada” en cuanto alguno de los participantes en el que así privados de su valiosa opinión. Pero el proceso si-
internos y externos para darle contenido y significación hemos denominado “petit comité” estaba haciendo su guió adelante.
parcializada a algo que era sólo cumplir con el deber y noviciado en la especialidad, además de manejar infor­ Justo es aclarar que en esas reuniones de claustro ha-
las obligaciones para la Casa que nos vió nacer. Valores mación y conocimiento como para que quienes tenían en bía más de un asistente cuyo derecho a integrarlo era
que en opinión de muchas personas son perimidos, pero sus manos el poder de decisión —llamémoslo así— no más que discutible; que el nivel de información distaba
que no vacilan en vestirse con ellos cuando pueden ser- se desbocaran y aome­tieran despropósitos tales como al- mucho de ser equivalente; que más de una intervención
les de algu­na utilidad para hacerse notar entre sus admi- gunos que se mencionaron. Tal el caso de la supresión olía a obsecuencia y servilismo; que más de uno de los
radores y/o seguidores o cuando quieren demostrar a directa de la especialidad por su “falta de vinculación argumentos expuestos estaba viciado de origen al ser­
sus amos que hacen cosas, o por simple espíritu egoista con la realidad nacional y escapismo”, o directamente, vicio de tal sistema o tal ideología. Pero también es jus-
y competitivo. Claro que estas actitudes están siempre dejar que la Carrera toda fuera absorbida por Sociología to decla­rar que desde mucho atrás —para ser exactos,
escudadas en palabras y frases hechas: pueblo, cultura y afines. Afortunadamente o primó la cordura o cuestio- desde principios de junio de 1966— que no había una
po­pular, masa, revolución cultural, antiacadémico, etc. nes tácticas y/o estra­tégicas del momento hicieron que, reunión abierta sobre el Plan de Estudios de Antropolo-
etc. Es que el tejido maligno hace complicadas metás- al fin, tomara forma un Antepro­yecto. gía y que todos pudimos expresar nuestras ideas y fijar
tasis que pueden resultar fa­tales si no hay un diagnós- E1 propósito de las autoridades de la Intervención era nuestra posición. Claro, todos los que asumimos una po-
tico adecuado. El autor en este caso da su diagnóstico. proce­der directamente a ponerlo en vigencia, tal cual es- sición frente a la necesidad de reformar los planes. No es
Se trabajó honradamente. El trabajo produjo réditos. La taba. Esta vez sí, primó la cordura, gracias a la iniciativa tam­poco casualidad que a propuesta del autor, se cons-
enfermedad terrible se declaró cuando los réditos que de uno de los pocos profesionales conscientes que inter- tituyeran Comisiones por especialidad para estudiar y
enrique­cieron a la Casa, empezaron a querer ser capita- vinieron en las tramitaciones, el Lic. Hugo Ratier, a car- pronunciarse sobre el antepro­yecto, sugiriendo mejoras,
lizados personalmen­te, desde adentro y/o desde afuera. go del Departamento de Ciencias Antropológicas. Así enmiendas y/o agregados. De este modo, el estudio del
Los acontecimientos de los últimos tiempos así lo de- tuvimos oportunidad la mayor parte de los profesores área arqueológica del anteproyecto quedó en manos de
muestran de la Casa, de conocer el anteproyecto, y fuimos invita- quienes —por lo menos— hacía largos años que transitá-
Y en ese año 1973 empezó a tomar cuerpo otra vez la dos a reunión de claustro para su comentario y estudio, bamos el camino: Lic. Osvaldo Chiri, Lic. Luis Orquera,
reforma del Plan de Estudios de nuestra carrera. El Inter- invitación que aceptamos los docentes de disciplinas ar- Prof. Juan M. Sueta y el autor, al que se sumó el Lic. Ar-
ventor y sus co­laboradores se encargaron de ello, previa queológicas, con alguna excepción. turo Sala, recientemente incorporado al cuerpo docente.
la resolución que dejó sin efecto la vigencia del Plan que En la primera de las reuniones se plantearon algunas Los cambios, enmiendas o mejoras, son las que están.
mencionamos más arriba. El procedimiento puesto en cuestio­nes formales, respecto de la oportunidad y/o li- vigentes hasta el momento en que se escriben estas líneas
práctica para la elaboración del nuevo plan no fue, pre- citud del cambio de planes, de la capacidad de iniciativa (octubre de 1974). Puede observarse a través de la nómi-
cisamente, ni democrático ni ortodoxo. El anteproyecto de la intervención para cam­biar planes y otros aspectos na de asignaturas que integran la especialidad y su du-
original fue elaborado en petit comité, a puertas cerradas, que no iban precisamente al fondo de la cuestión, que ración, que la especialización en Arqueolo­gía responde a
sin consultar a los profesores de la Casa. Además, ese era la necesidad y urgencia de modificar un Plan de Es- una línea clara y precisa: la profesionalización. También

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es la que mayor número de ellas tiene y con exigencias tes, egresados y profesores vinculados a la Sección de Ar- la Universidad de Buenos Aires. La repercusión de esta
acor­des con las necesidades que nos acosan. Una de las queología del Museo Et­nográfico. Como ampliación del exposición no pasó más allá de un re­ducido ámbito de
reformas aproba­das fue a nivel de Seminarios. El Ante- Plan de Investigaciones en desarrollo y cumpliendo con especialistas y de las autoridades máximas de la Univer-
proyecto preveía dos anuales, de los cuales el alumno la necesidad de verificar las vinculaciones del Nordeste sidad que encabezadas por el Rector Normalizador visi-
elegía uno. Nosotros propusimos tres, cua­trimestrales, con la porción oriental del Noroeste, se inició una nue- taron el Museo Etnográfico para observar las colecciones
de los cuales el alumno debía elegir dos. Así introduji- va excavación en las Sierras Centrales, en un yacimien- y el proyecto de diagramación, explicado por el autor.
mos un Seminario de Conquista y Conflicto, destinado to estu­diado años atrás por dos de los integrantes de la Muy otra fue la repercu­sión en el lugar de destino. El
a tratar la situación de contacto entre europeos e indí- institución, los licenciados Luis Orquera y Arturo Sala. lector encontrará en el apéndice la documentación ex-
genas mediante la utilización y aprovechamiento del Esta primera temporada no­viembre-diciembre de 1973 presa: primero, un texto explicativo de la muestra, con
método etnohistórico, llenando de ese modo un hiatus fue seguida por otra en marzo de 1974 y una tercera en las iniciales del autor, que lo redactara; segundo, copia
notorio, comprobable también en la Carrera de Historia, agosto de este mismo año, con resultados harto favora­ del informe elevado oportunamente a la Decana de la
que atenta contra el conocimiento de una verdad fun­ bles. Pero ya estamos en 1974 y según manifestamos, no Facultad de Filoso­fía y Letras a los pocos días de nuestro
damental para entender el proceso desde el siglo XVI en íbamos a tratar en especial de él. Están demasiado cerca regreso.
adelante, como es la de la oontinuidad histórica. Así fue los acontecimien­tos como para tratarlos con objetividad, Finaliza aquí la primera parte de este trabajo cuyo
aprobado. más si se ha tomado parte activa en ellos, aunque como contenido y exposición sirven, en la opinión del autor,
Tampoco fue obra de la casualidad, que a propuesta declaramos en la Introducción, esta pequeña historia no para captar el devenir de la enseñanza y la investigación
del autor, una vez terminado el estudio del anteproyecto sigue demasiado los cánones tradicionales. de la Arqueología en el Museo Etnográfico, que explica
y con su forma final, se trataran en reunión especial con- Por esto es que finalizaremos con un acontecimiento a su vez, las particularísimas circunstancias en las que
vocada al efecto, y se aproba­ran, una serie de normas ge- trascendental para la vida del Museo Etnográfico, que se ha ido cumpliendo, y ayuda a ubicarlas en un con-
nerales que fijaban el contenido de cada asignatura, para no otra cosa fue la Exposición de Culturas Regionales texto más amplio y preciso, permitiendo a la vez aqui-
evitar desbordes, parcializaciones o lateraliza­ciones, que Argentinas, organizada con colecciones arqueológicas, latar la situación presente. La documentación anexa en
surgen luego, como bien lo sabemos todos, por causas etnográficas y criollas de nuestros depósitos que acom- el apéndice, en especial el informe pedido al autor por
diversas, que no es del caso analizar aquí pero que, de pañó la Exposición Industrial Argentina, en La Habana el Interventor en el área antropolo­gía, son testimonio de
un modo u otro, podían adivinarse por abajo del entu- (Cuba) en julio del corriente año (1974). La idea se ori- primer agua, no sólo para apreciar a nivel institucional
siasmo, las buenas in­tenciones y el amor por la Antro- ginó allá por el mes de febrero en las autoridades de la y personal cuáles fueron los procedimientos utiliza­dos a
pología. Y el tiempo ¡menos de un año! no hizo más que institución y fue acogida con beneplácito en el ámbito nivel académico y administrativo en todo lo referente a
confirmar que pese a todas las normas y pre­venciones, de Relaciones Exteriores y por el empresariado argenti- la especialidad, sino también para calibrar en dimensión
no sólo hubo parcializaciones y lateralizaciones, sino no, que entendieron que una exposición cultural de ni- adecuada cual es el espíritu de la Arqueología que se en-
también desbordes y aun desviaciones. Pero cronistas vel universitario era digno complemento de la otra que seña y se investiga en esta Casa, por lo menos en la que
somos y no jueces, en este momento. Nuestra opinión, exhi­bía el potencial técnico de la nación. La organización está bajo la responsabilidad del autor desde 1961, cana-
escrita y publicada, pue­de verse en la respuesta del au- de una em­presa semejante sólo fue posible gracias a la lizada a través de la Cátedra de Prehistoria y Arqueolo-
tor a una encuesta sobre la Antro­ pología tradicional colaboración sin re­taceos de todo el personal del Museo gía Americana, la Cátedra de Técnica de la Investigación
planteada por una publicación estudiantil en el mes de que contribuyó a la elección de materiales y a la prepa- que dictara entre 1970 y 1972, más los seminarios y cur-
julio de este año (1974) después de un cuatrimestre de ración de los elementos que acompañaron la muestra, sillos que dictara desde la creación de la Carrera en 1959.
vigencia del nuevo plan. como mapas, croquis y material fotográifico con sus co-
Dos palabras más para terminar con este año de 1973 y rrespondientes carteles. Por primera vez se proyectaba
se re­fieren al trabajo de campo cumplido por los estudian- al exterior la Institución Madre de la Antropología de

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