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La Mitad Del Mundo Que Fue de España

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DISEÑO 01/03/2021 Daniel Amorín


(Viene de la primera solapa) En otro tiempo España estuvo al frente de naciones, con
Ramón Tamames es Cátedra Jean Mon-
títulos de posesión y conquista, de lo que geográficamente EDICIÓN
net de la Unión Europea desde 1993, fue medio mundo. Algo que no sucedió por casualidad: al

L A MITAD DEL MUNDO QUE FUE DE ESPAÑA


Premio Rey Jaime I de Economía de término de ocho siglos de reconquista en la Península, los
1997 y Premio Nacional de Economía españoles llegaron al Nuevo Mundo (1492), cuya ulterior
y Medio Ambiente en 2003. Entre 1977 dominación no fue ningún milagro, sino un hecho histó- SELLO ESPASA
y 1981 fue miembro del Congreso de los rico bien conocido, pero no suficientemente valorado por
COLECCIÓN
Diputados y es firmante de la Consti- FORMATO 15 X 23mm
tución española de 1978. Ingeniero (ad
propios y ajenos.
RUSTICA SOLAPAS
honorem) de Montes (1998) y Agrónomo
(2009) por la Universidad Politécnica
Los gestores de esa gran expansión eran, en su mayoría, gente Océano Pacífico SERVICIO

R AMÓN TAMAMES
de Madrid, desde 2013 es miembro de del pueblo que, más allá del oro y la gloria, buscaban emular «The Spanish Lake»
la Real Academia de Ciencias Morales a sus héroes de libros de caballería, dejando sus nombres
y Políticas. para la Historia; generaciones asombrosas de navegantes, Ramón Tamames (Madrid, 1933) es CARACTERÍSTICAS
conquistadores, cristianizadores… que además no opera- conocido sobre todo como economista,
Autor de varios libros de historia (La pero también ha trabajado en las áreas de
República, La era de Franco, Una idea
ron con «pólvora del rey», sino con su propia financiación IMPRESIÓN 4/0 tintas
convenida en capitulaciones muy precisas. la historia, la política y la ecología, entre CMYK
de España, Hernán Cortés, gigante de la otras. Es doctor en Derecho y en Ciencias
Historia, etc.), Ramón Tamames es un Económicas por la Universidad de Ma-
viajero asiduo de las Américas y el Pací- España tuvo un proyecto de globalización histórica entre
drid, ha cursado estudios adicionales en
los siglos XVI y XVIII que alcanzó sus puntos álgidos en las
RAMÓN TA MA ME S
fico. Ha dictado conferencias en Nueva el Instituto de Estudios Políticos y en la PAPEL -
York, Saint Louis, La Habana, Santo Américas, así como en todo el inmenso océano Pacífico London School of Economics. Técnico
Domingo, México, toda Centroamérica (Molucas, Filipinas, Carolinas, Marianas, archipiélagos del Comercial del Estado (1957), desde 1968 PLASTIFÍCADO BRILLO
y Panamá y en todas las capitales de Sur), que, durante muchas décadas, configuraron el llamado es catedrático de Estructura Económica
Sudamérica, así como en Sídney, Can-
Spanish Lake. El mismo Pacífico que hoy está en disputa en la Universidad Autónoma de Madrid. UVI -

L A MITAD
berra, y la Polinesia Francesa (Tahití). Autor de libros y artículos sobre econo-
Ha trabajado en instituciones iberoame- más que nunca, entre las dos superpotencias de China y
mía española e internacional, ecología, RELIEVE -
ricanas como INTAL, ALALC, y Pacto EE. UU., que un día tendrán que ponerse de acuerdo —es
historia y cuestiones políticas. Ha sido
la idea de muchos politólogos—, con un nuevo tratado al

DEL MUNDO
Andino, y es doctor honoris causa de las consultor económico de las Naciones BAJORRELIEVE -
Universidades de Buenos Aires y Lima. modo del de Tordesillas. Ciertamente, no para dar paso Unidas (PNUD) y también del Banco
a una nueva hegemonía, sino a un mundo multipolar en Interamericano de Desarrollo (BID).
STAMPING -

QUE FUE
busca de la paz perpetua.
(Continúa en la segunda solapa)
FORRO TAPA -

DE ESPAÑA GUARDAS -

Una historia verdadera, casi increíble INSTRUCCIONES ESPECIALES


-
PVP 22,90 € 10274355

Diseño de la cubierta: Planeta Arte & Diseño


Imagen de la cubierta: © Nicolás Aznárez
9 788467 062205 Fotografía del autor: cortesía del autor

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Ramón Tamames

LA MITAD DEL MUNDO


QUE FUE DE ESPAÑA
Una historia verdadera, casi increíble

T_10274355_LaMItadDelMundo.indd 5 4/3/21 12:44


© Ramón Tamames / Edimadoz, 94, S. L., 2021
© Editorial Planeta, S. A., 2021
Espasa, un sello editorial de Editorial Planeta, S. A.
Avda. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España)
www.planetadelibros.com
www.espasa.es

Diseño de cubierta: Planeta Arte & Diseño


Imagen de cubierta: Nicolás Aznárez
Fotografía del autor (solapa): cortesía del autor
Imágenes y mapas de interior: Archivo del autor, salvo indicación en el pie de la
imagen

Preimpresión: Safekat, S. L.

El editor hace constar que se han realizado todos los esfuerzos para localizar y re-
cabar las autorizaciones de los propietarios del copyright de las imágenes que ilus-
tran esta obra, manifiesta la reserva de derechos de la misma y expresa su disposi-
ción a rectificar cualquier error u omisión en futuras ediciones.

ISBN: 978-84-670-6220-5
Depósito legal: B. 4.349-2021

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema


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co, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por
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Impresión y encuadernación: Huertas, S. A.


Impreso en España - Printed in Spain

El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecoló-
gico y procede de bosques gestionados de manera sostenible.

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Índice

Proemio del autor  17

Nota preliminar del autor  26


Dieciocho protagonistas de la mitad del mundo que fue de
España  37

Capítulo 1. Los tratados oceánicos y la Especiería  45


El inmenso espacio marítimo  45
El Tratado de Alcaçovas: lusos y castellanos  46
La importancia mundial de las especias  49
Excelsas propiedades  49
Mercaderes y mercados  50
Interés por las especias en España  51
Consecuencias del primer viaje de Colón  53
Las bulas Inter caetera, 1493: la gran donación papal  55
El Tratado de Tordesillas  58
Líneas de demarcación  63
Cuestiones de límites  64
Dos claves de la conquista  67
Colofón del capítulo 1  68

Capítulo 2. La dura vida de los navegantes  71


Las naves  71
Cartografía e instrumentos  78
¿Cómo era la alimentación?  80
Vida a bordo  83
Enfermedades: el escorbuto  85
Religiosidad  87
La nao Victoria  88
La marinería  91
Colofón del capítulo 2  92

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Capítulo 3. La Mar del Sur, 1513  96
El rey Fernando y la Tierra Firme  96
La gran descubierta de Balboa  99
Un extremeño en las Indias  100
En Santa María la Antigua del Darién  102
La Mar del Sur  105
Pedrarias, un conquistador implacable  108
Acoso y proceso de Balboa  110
Final de un sueño  111
Colofón del capítulo 3  113
Capítulo 4. El designio del Maluco  116
El espejismo de las especias  116
El designio de Hernando de Magallanes  119
Viajes y vicisitudes entre Oriente y Occidente  119
Vida sevillana del navegante  122
Las cartas geográficas  123
Las Capitulaciones de Valladolid  126
El papel de Cristóbal de Haro  128
El rey de Portugal contra Magallanes  131
Preparativos de la expedición  132
Los casos de Faleiro y Cartagena  132
Aprovisionamiento  134
La intrépida marinería  135
La figura de Juan Sebastián Elcano  139
Salida para la Especiería  141
Colofón del capítulo 4  142
Capítulo 5. La ruta Magallanes  146
De Sanlúcar de Barrameda al Estrecho  146
Sierra Leona y Brasil  147
Rebelión a bordo  152
La nao Santiago en el Puerto de Santa Cruz  155
En el Estrecho  156
La deserción de la nao San Antonio  158
Un recuerdo en el estrecho de Magallanes, quinientos años
después  161
Del Estrecho a Cebú  162
Muerte de Magallanes en Mactán  168
Colofón del capítulo 5  172

10

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Capítulo 6. Odisea Elcano: Primus circumdedisti me  176
Introducción  176
Brunei, un paraíso. Pirateando  177
Gómez de Espinosa y Elcano, al mando  178
Arribada a las Molucas  180
La gran decisión: dar la vuelta al mundo  184
La única escala: Cabo Verde  187
Arribada a Sanlúcar de Barrameda y Sevilla  192
Cinco naves y un destino  195
Colofón del capítulo 6  196

Capítulo 7. Resonancias del «más largo viaje»  199


El nuevo mapa del mundo  199
Encuentro en Valladolid entre Carlos V y Elcano  200
Costes de la expedición  203
Crónicas del periplo  203
El libro de Transilvano  203
Informe de Francisco Albo  204
Martín Méndez: cinco tratados  205
Diario de Pigafetta  205
Relato del grumete Luis Peres  207
Manuscrito de Leiden  207
Diario de León Pancaldo  208
Libro de Mafra  208
Otros libros marineros de la época  209
¿La circunnavegación en la Unesco?  210
Conmemoraciones, en 2019, del «más largo viaje»  213
Colofón del capítulo 7  217

Capítulo 8. El sueño de las Molucas y el despertar


de Zaragoza  221
Introducción  221
Consecuencias de la primera vuelta al mundo  222
El largo retorno de Gómez de Espinosa  225
Primer intento de tornaviaje  226
Vicisitudes al volver a España  227
La relación de Ginés de Mafra  229
La pugna por las Molucas  231
El encuentro de Vitoria  232

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Las Juntas de Elvas-Badajoz de 1524  233
El dramático segundo viaje Loaysa-Elcano  235
El Tratado de Zaragoza de 1529  239
Las cláusulas  241
La ganancia de Carlos V  244
El pretendido «cierre» del estrecho de Magallanes  245
Sarmiento de Gamboa, fortificador del Estrecho  245
Los hermanos Nodal  250
Dos archipiélagos en la memoria  252
Las Molucas de 1580 a 1640  252
El devenir de las Marianas  254
Colofón del capítulo 8  255

Capítulo 9. Ingleses, portugueses y holandeses en las


Indias orientales y el Pacífico  260
Introducción  260
Los ingleses en el Lago español  260
Corsarios en el Pacífico  261
La Compañía Británica de las Indias  262
Los portugueses en su otra mitad del mundo  264
Cronología de 1336 a 1638  264
Casa da Índia  271
Cinco grandes navegantes portugueses hacia la India  272
Los holandeses en las Indias orientales  281
La Compañía Neerlandesa  282
La guerra de Holanda contra España y Portugal  284
Australia y Nueva Zelanda  287
Colofón del capítulo 9  290

Capítulo 10. El Pacífico norte y Filipinas: la ensoña-


ción de China  295
Navegaciones cortesianas  295
Expedición Saavedra  296
Periplo de Diego Hurtado de Mendoza  297
Becerra y Grijalva: islas de Revillagigedo  298
Cortés y Tapia en el golfo de California  299
Francisco Ulloa en California  300
El primer naviero del Pacífico  301
Cortés, un enamorado de la Mar del Sur  301

12

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Las expediciones del virrey Mendoza  302
Bolaños y Alvarado  302
Ruy López de Villalobos  304
Juan Rodríguez Cabrillo  306
Tomás de Berlanga: las islas Galápagos y el Canal  307
Legazpi, Urdaneta y las Filipinas  309
Preparando la expedición  310
El tornaviaje  312
Los portugueses reivindican Filipinas  316
La Nao de la China  318
Las mercancías  318
Los galeones  320
La ruta de la seda marítima  322
La plata española en China: moneda mundial y origen del
dólar  323
Real Compañía de Filipinas  327
La ensoñación de la conquista de China  327
Las embajadas de Felipe II  328
Primera embajada (Martín de Rada)  328
El intento de segunda misión (González de Mendoza)  329
El gran libro de Mendoza sobre China  332
Primeras propuestas de conquista  334
Las peticiones del Cabildo de Manila  335
Españoles en Formosa  338
Diego de Pantoja y la cristianización de China  343
Colofón del capítulo 10  344

Capítulo 11. Navegaciones del Pacífico sur  348


Dilación del Perú  348
Exploraciones de Álvaro de Mendaña  348
Primer periplo: islas Salomón  349
Segundo viaje: islas de Santa María  350
Adelantada de la Mar Océana  352
Juan Fernández y Robinson  353
Quirós y Austrialia  355
La Nueva Jerusalén  356
El don Quijote del Pacífico  358
Luis Váez de Torres, avistador de la tierra Austral  358
El marqués de la Ensenada y la Marina española  360

13

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Expediciones del virrey Amat: Tahití e Isla de Pascua  363
La llegada a la Antártida: Gabriel de Castilla  367
Colofón del capítulo 11  368

Capítulo 12. Territorios de Canadá, Alaska y EE. UU.  371


Una realidad histórica única  371
Navegaciones boreales  374
Viajes promovidos por el virrey Bucareli  375
El inmenso territorio de Nutka  376
Las distintas Cordovas en Alaska y algunos nombres en Ca-
nadá  377
Negociaciones hispano-inglesas  378
La Luisiana española  381
Contribución española a la independencia de EE. UU.  384
Cronología de la Luisiana española y cuestiones colatera-
les  386
Bernardo de Gálvez y Diego de Gardoqui, por tierra  387
Luis de Córdova, por mar  389
Tratado Adams-Onís: la grande Nueva España, 1819  390
Colofón del capítulo 12  394

Capítulo 13. Conquista: conquistadores y conquista-


dos, emancipación de la América  397
Introducción  397
Primero, las Antillas  399
Virreinato de la Nueva España  400
Virreinato del Perú  403
Virreinato de Nueva Granada  405
Virreinato del Río de la Plata  407
Los conquistados: una selección insuficiente  410
La emancipación de la América española  413
Orígenes de la independencia  414
Los «contraconquistadores»: Bolívar y los demás liberta-
dores  416
La España de los dos hemisferios no fue posible  419
Dos propuestas antes de independizarse América  419
La cuestión americana en la Constitución de 1812  420
Las ideas de Flórez Estrada  421
Colofón del capítulo 13  424

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Capítulo 14. Ciencia y cultura en el Imperio  429
Introducción  429
En tiempos de Felipe V: un arco de meridiano y algo más  432
Con Fernando VI, un discípulo de Linneo en América  434
Las tres exploraciones botánicas de Carlos III  435
Nordenflycht, los Delhuyar y Azara en América del Sur  437
La expedición Malaspina-Bustamante  438
Gran recorrido del Imperio  440
El avieso Godoy  442
El viaje de Alexander von Humboldt  443
La expedición Balmis de la vacuna  445
La controvertida demografía  445
No hubo genocidio  446
Sobre el esclavismo  449
La llegada de la vacuna a las Américas  450
Los virreinatos en la realidad cultural y educativa  452
Colofón del capítulo 14  456

Capítulo 15. Gobernanza de la Monarquía Hispánica  459


La formación histórica de España hasta 1517  459
El avance hacia el sur  459
La emergencia de Castilla  461
Corona de Aragón. Vasconia y Navarra  462
Portugal  463
Unión personal de los Reyes Católicos  465
El sistema confederal (1517-1714): la Monarquía Hispá­
nica  466
Los Consejos  469
Consejos territoriales  469
El Consejo de Indias  470
Consejos temáticos  473
Los gestores políticos  476
Secretarios reales de Carlos I y Felipe II  476
Validos de los Austrias menores  478
La administración con los primeros Borbones  481
Ministros universales o principales con Felipe V y Fer-
nando VI  482
Carlos III y los ilustrados  484
Carlos IV y Godoy  487

15

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Las reinas que más reinaron  488
La cuestión dinastías/pueblo  490
Los Austrias  491
Los Borbones  493
El pueblo  494
Colofón del capítulo 15  494

Epílogo. The Spanish Lake  499


Fin del Imperio  500
El Pacífico, clave estratégica hoy  501
Enfrentamiento de EE. UU. y China en el Pacífico  503
Del Memorándum Crowe al Memorándum Kissinger  504
Al final, otra vez Tordesillas  505
Gran colofón del epílogo. El sentido de la historia  506

Anexo 1. Ruta seguida en la expedición Magallanes-


Elcano: 16 escalas y duración de cada una de ellas,
con tiempo acumulado en cada uno de los puer -
tos al salir de ellos  519

Anexo 2. Otras navegaciones, otros viajeros  521


Bibliografía  523
Índice de imágenes y tablas  545
Índice onomástico  553

16

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caPÍtulo 1
los trataDos oceánicos
y la esPecierÍa

el inmenso esPacio marÍtimo

La escena en que discurre este libro es el Atlántico y las Indias


—o Américas—, amén del Pacífico, todo ello incluido en el «hemis-
ferio español» asignado a Castilla en el Tratado de Tordesillas
(1494). Y el tiempo histórico de estas páginas va del siglo xv al xvI,
cuando el Mediterráneo, que por un milenio había visto el tráfico
de las especias, comienza su declive por la pérdida de Constantino-
pla a manos de los turcos (1453), con las nuevas rutas marítimas ya

Doble excelente o doble ducado de oro, moneda de oro acuñada por los Reyes Católi-
cos en Toledo en 1497, testimonio de la unión de las Coronas de Castilla y Aragón.

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bordeando África en busca de la India por mar, a la que llegaron los
lusos en 1504.
El relato tiene sus máximos protagonistas iniciales en los dos
países ibéricos y oceánicos de entonces (España y Portugal), lo
que se tradujo en negociaciones para consensuar y evitar enfren-
tamientos mayores en su expansión por el mundo. Ese fue el
caso de los tratados que pasamos a ver, de Alcaçovas y de Tor-
desillas.
Portugal, de la mano del infante Enrique el Navegante (1394-
1460), emprendió su aventura atlántica por las costas africanas y
lanzó a sus hombres y navíos al mar, con los conocimientos de la
Escuela de Sagres, fundada en la primera mitad del siglo xv 1. Fuese
real o mítica la referida escuela, lo cierto es que ya se sabe de gran-
des navegantes lusos en 1434, cuando Gil Eanes en una expedición
que partió del Algarve, logró doblar el cabo Bojador. Diez años des-
pués se alcanzaron las islas de Cabo Verde y, en 1487, Bartolomé
Diaz rodeó Buena Esperanza, abriendo así la ruta a India y las es­­
pecias 2.

El Tratado de Alcaçovas: lusos y castellanos

Al comenzar el siglo xv, Portugal era toda una potencia maríti-


ma, mientras que Castilla sólo disponía en el Atlántico de las islas
Canarias, y ni siquiera aún todas ellas: Lanzarote, Fuerteventura y
Hierro fueron conquistadas por caballeros normandos para los re-
yes castellanos entre 1402 y 1405, pero los navegantes portugueses
no dejaron de recalar en ellas, e incluso se dedicaron a capturar na-
tivos guanches para esclavizarlos. De manera que, para resolver tales
conflictos, Juan I de Portugal y Juan II de Castilla firmaron un pri-
mer arreglo bilateral en 1431, a pesar del cual continuó la disputa.

1
  Enriqueta Vila Vilar, «España en los albores del siglo xvi», en El viaje más
largo. La primera vuelta al mundo, Acción Cultural Española, Madrid, 2019,
pág. 21.
2
  Un clásico para este tema es el artículo de A. Fontoura da Costa, Descobri-
mentos marítimos africanos dos portugueses com dom Henrique, Alfonso V y
D. Joao II, Lisboa, 1938. El capítulo 8 de este libro incluye el detalle de las nave-
gaciones portuguesas hacia la India, así como sus descubrimientos en las Indias
orientales.

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Los repartos: Tratados de Alcaçovas y Tordesillas. Pueden verse las líneas de demarca­
ción del Tratado de Alcaçovas, la bula papal de 1493 y las líneas del Tratado de Tordesi-
llas. Fuente: Fernando García de Cortázar, Atlas de Historia de España, Planeta, Barce-
lona, 2005, pág. 264.

Hasta el punto de que en 1449, el rey Alfonso V de Portugal llegó a


arrogarse el monopolio del comercio con Canarias 3.
Sin embargo, el propio Alfonso V acabó reconociendo la sobera-
nía de Castilla sobre las Islas Afortunadas, a cambio de que los cas-
tellanos aceptaran la portuguesa de Madeira y las Azores, junto con
el respeto por el monopolio luso del comercio africano, según lo

3
  En el capítulo 9 de este libro hay un cuadro de los reyes de Portugal.

47

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establecido por una bula del papa Nicolás V, en 1455 4. Pero aun con
esa bula —Romanus pontifex—, los problemas continuaron, sobre
todo con ocasión de la guerra de sucesión de Castilla, cuando Isabel
(luego la Católica) se autoproclamó reina en 1474, reclamando, en-
tonces, que «las partes de África y Guinea pertenecen a Castilla por
derecho», incitando así a sus comerciantes a navegar por esa área sin
necesidad alguna de previa autorización portuguesa.
Durante la guerra de sucesión de Castilla, el mentado rey de Por-
tugal, Alfonso V, y el de Francia, Luis XI, apoyaron a Juana la Bel-
traneja (dudosa hija de Enrique IV) contra Isabel y su esposo Fer-
nando, acabándose la guerra, en el verano de 1479, tras arduas
negociaciones entre los dos reinos peninsulares. Siendo en septiem-
bre de ese año cuando se firmó un convenio de paz y primer tratado
oceánico entre Castilla y Portugal, el de Alcaçovas, en el que, ade-
más de confirmarse el arreglo bilateral de 1431 entre Juan I de Por-
tugal y Juan II de Castilla y la bula papal de 1455, se estableció que
los territorios reconocidos a Portugal eran los siguientes:

— Guinea, con sus minas de oro, lo que comportaba el quinto


real, que era un impuesto percibido por la Corona portuguesa
sobre las mercancías traídas por barco a la Península desde los
territorios del Atlántico denominados «Guinea» y «Mina de
Oro». En el Tratado de Alcaçovas, los reyes de Castilla y León
aceptaron que este impuesto fuese percibido por Portugal en
los puertos castellanos, incluyendo a los barcos que hubiesen
zarpado hacia la Mina antes de la firma del propio tratado.
— Madeira.
— Azores.
— Islas de Cabo Verde.
— Todas las islas descubiertas o cualesquiera otras que se con-
quistaran por debajo de las Islas de la Canaria. Lo cual equi-
valía a que Castilla no podría conquistar nada por debajo,
aproximadamente, del paralelo 26, que atraviesa México por
la mitad de Baja California, la península de la Florida y el sur
de Canarias.

4
  Christian Duverger, Hernán Cortés. Más allá de la leyenda, Taurus, Madrid,
2013, «Infancia (1485-1499)», pág. 51.

48

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La prohibición para Castilla de no pasar más al sur de Canarias
fue la clave del acuerdo, y para que las cosas quedaran consolidadas,
Portugal consiguió que el papa Sixto IV convalidara el Tratado de
Alcaçovas, el 21 de junio de 1481, con la bula Aeterna regis 5.

La importancia mundial de las especias

Portugal inició su expansión marítima desde el reinado de Juan I


(1383-1433) de la mano de su hijo, ya se sabe, don Enrique el Nave-
gante, de quien ya vimos fue fundador, en la punta de Sagres (cabo
San Vicente), de una escuela para instruir, coordinar y almacenar
todos los conocimientos necesarios sobre la mar y su navegación.
Con esa escuela se tenía el triple propósito de continuar la Re-
conquista al otro lado del estrecho de Gibraltar, conseguir esclavos,
marfil y oro en las costas africanas, pensando en llegar al fastuoso
Oriente contorneando el continente africano, para alcanzar la India,
y conseguir así el monopolio de las valiosas especias 6.

Excelsas propiedades

Las especias son sustancias vegetales que se obtienen de partes


diversas de ciertas plantas: raíz, tallo, fruto o semilla. Sus caracterís-
ticas principales derivan de sus singulares aceites, que determinan su
sabor y aroma para la condimentación, preparaciones medicinales,
así como aplicación para preservar alimentos 7. El itinerario corriente
para su llegada a Europa, desde los tiempos del Imperio romano, era
por la costa meridional de Arabia (actual Yemen), para transpor-
tarla por el mar Rojo y llegar luego, en caravanas, hasta Alejandría 8.
5
  Véase mapa anterior ad hoc, para concreciones de Alcaçovas, la segunda bula
papal de 1493 y Tordesillas.
6
  Agustín Ramón Rodríguez González, «El papel de Portugal», en V Centena-
rio de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, Revista General de Mari-
na, tomo 277, agosto-septiembre de 2019, pág. 268.
7
  Pedro Contreras Fernández, «El protagonismo de las especias en el largo
camino hacia la globalización», en V Centenario de la primera vuelta al mundo de
Magallanes y Elcano, Revista General de Marina, tomo 277, agosto-septiembre de
2019, págs. 264 y sigs.
8
  José Luis Martínez, Hernán Cortés, Fondo de Cultura Económica, México,
D. F., 1990, pág. 59.

49

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La primera especia conocida en Europa fue la pimienta, originaria
de la costa malabar, suroccidente de la India, allí conocida por pippali,
voz que los soldados de Alejandro Magno transformaron en peperi.
En cuanto a la canela, ya figuraba en la Biblia, por sus propieda-
des medicinales, si bien se consumía sobre todo por su agradable
sabor, refrescante. Los romanos la creían originaria de Arabia, y has-
ta el siglo xvi no se comprobó que principalmente provenía de Cei-
lán. En cuanto al jengibre, oloroso y fuerte, chinos e indios lo co-
merciaban en abundancia, y en Europa, durante la Edad Media,
alcanzó precios muy altos, comparables a los de la pimienta.
El azafrán, que se extrae de los estigmas de un lirio asiático, era por
entonces una especia típica de países islámicos (Cachemira, Persia,
Asia Menor), empleándose como condimento, tinte y medicamento.
Su introducción como cultivo en España fue un verdadero éxito.
La nuez moscada, que se conoció más tarde, se usó primero como
desodorante, y en Europa para especiar la cerveza. Se pensó que
provenía de la India, hasta que los portugueses la encontraron en las
Molucas. Entró en Europa en el siglo xvi, al mismo tiempo que la
vainilla, que consumieron los españoles en México, donde Cortés
la había probado dentro del chocolatl de los aztecas.
El clavo fue una de las principales especias por sus grandes pro-
piedades conservantes. Originariamente procedió también de las
lejanas Molucas. Precisamente la nao Victoria de Elcano volvió a
España cargada de clavo.

Mercaderes y mercados

En la Edad Media, Bizancio mantuvo el monopolio del tráfico de


las especias, hasta el siglo ix, cuando los árabes irrumpieron en el
Mediterráneo oriental. Los cruzados activaron el comercio con los
puertos del reino cristiano de Jerusalén y más tarde desde Alejan-
dría. Se abrió así un comercio muy importante para venecianos, ge-
noveses y catalanes; aunque, gradualmente, Venecia acaparó el tráfi-
co y se convirtió durante el siglo xiv en la gran distribuidora.
Precisamente, el deseo de escapar al monopolio veneciano y de
los intermediarios árabes es lo que promovió los primeros viajes
portugueses por la costa africana, que ya vimos condujeron al dise-
ño de la ruta de la India. Y, precisamente, la búsqueda de las espe-
cias por un camino más corto, navegando hacia poniente en vez de

50

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hacia levante, fue el principal motivo de la gran hazaña de Cristóbal
Colón en 1492 y de su hallazgo «fortuito» del Nuevo Mundo 9.
Como lo fue también, posteriormente, del «más largo viaje» de Ma-
gallanes-Elcano 10.
Lejanía, elevados costos y prometedoras perspectivas de sanea-
dos beneficios explican el interés suscitado por el comercio de las
especias, cuyo transporte desde los lejanos países asiáticos produc-
tores hasta los consumidores europeos era largo y azaroso para na-
ves y caravanas 11.

Interés por las especias en España

Las noticias que llegaban a España sobre la expansión oriental de


los portugueses destacaban, sobre todo, las grandes ganancias obte-
nidas en la ruta africana por el cabo de Buena Esperanza hacia In-
dia. Y por eso mismo, desde muy pronto, por lo menos desde 1506,
se detectan indicios de que los círculos políticos y económicos espa-
ñoles miraban con progresivo interés hacia las Indias orientales, que
en el marco del Tratado de Tordesillas se suponía estaban en el he-
misferio español. No es extraño, pues, que una de las primeras in-
formaciones sobre la expansión ultramarina de los portugueses, La
conquista de las Indias de Persia e Arabia que fizo la armada del rey
don Manuel de Portugal, fuera publicada en Salamanca en 1512. El
autor, Martín Fernández de Figueroa, había vivido en Oriente du-
rante cinco años, donde posiblemente se cruzó varias veces con Fer-
nando de Magallanes, uno de los protagonistas de este libro 12.

  José Luis Martínez, Hernán Cortés, ob. cit., pág. 480


9

10
  Al día de hoy, los principales centros comerciales de especias se ubican en
Rotterdam, Hamburgo, Bombay, Singapur y Yakarta. El comercio continúa siendo
importante, si bien es cierto que la racionalización de los transportes y la aplica-
ción de las economías de escala, hacen que los precios sean mucho menores. La
demanda de especias sigue siendo notable hoy día, e Indonesia es el país de mayor
producción primaria, con las Molucas como centro aún más renombrado.
11
  Enrique Martínez Ruiz, «Las especias en la Europa de los descubrimien-
tos», en Fuimos los primeros. Magallanes, Elcano y la vuelta al mundo, Ministerio
de Defensa, Madrid, 2019, págs. 74 y sigs.
12
  Rui Manuel Loureiro, «El malogrado viaje de la Trinidad y la expedición al
Maluco de Antonio de Brito», en La primera vuelta al mundo, Taberna Libraria,
Madrid, 2019, pág. 98.

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Principales plantas asiáticas productoras
de especias

Canela de Ceilán (Cinnamomun verum J. Presl) (= C. zeylandi-


cum Blume) – Lauráceas. Sri Lan-ka.
Cardamomo (Amomum nerum Blackw.) – Zingiberáceas. Pe-
nínsula de Indochina y China.
Cardamomo del Nepal (Amommum subulatum Roxb.) – Zingi-
beráceas. Desde Nepal hasta el Centro de China.
Cardamomo verde (Elettaria cardamomum (L.) Mantón) – Zin-
giberáceas Sri Lanka (Ceilán) y SO de Asia.
Clavo (Syzygium aromaticum (L.) Merr. & L. M. Perry) (= Eu-
genia caryophyllata Thunb.) – Mir-táceas. Islas Molucas.
Cúrcuma o azafrán indio (Curcuma tonga L.) – Zingiberáceas.
SE asiático.
Galanga (Alpinia galanga (L.) Willd.) – Mirtáceas. S. de Asia,
particularmente Indonesia.
Jengibre (Zingiber ogfficina Roscoe) – Zingiberáceas. India y
China.
Nuez moscada (y macis) (Myristica fragans Houtt.) – Miristicá-
ceas. Islas Molucas.
Pimienta japonesa o p. de Setchouan (Zanthoxylum piperitum
(L.) DC.) – Rutáceas. China y Japón.
Pimienta negra y p. blanca (Piper nigum L.) – Piperáceas. Cos-
tas occidentales de la India.
Pimienta de Java o p. cubera (Piper cubera L. f.) – Piperáceas
Isla de Java.
Pimienta larga (Piper longun L.) – Piperáceas. Región indo-
malaya.
Pimienta larga (Piper retrofractum Vahl) – Piperáceas. Islas de
Java y de la Sonda.

Fuente: Benito Valdés Castrillón (ed.), Primera circunnavegación del globo, Instituto de
Academias de Andalucía, Málaga, 2019.

Resultó evidente que por un tiempo los Reyes Católicos otorga-


ron a la nueva ruta hacia las Indias abierta por Cristóbal Colón me-
nos importancia que a otras empresas, en especial las norteafricanas

52

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e italianas, en parte por la falta de resultados de los viajes de Co-
lón 13. Pero el interés por las Indias se recuperó hacia 1499, con las
expediciones de Nicolás de Ovando y la ulterior creación de la Casa
de la Contratación de Sevilla en 1503.
Fernando el Católico empleó importantes recursos en financiar
expediciones, cuyo principal objetivo era buscar el paso más allá de
las Indias descubiertas por Colón, empezando —muerta ya Isabel
en 1504— en 1505, cuando hizo un primer intento, contando con el
consejo de Vicente Yáñez Pinzón, Juan de la Cosa y Américo Vespu-
cio, para organizar una expedición e «yr a descobrir el nacimiento
de la especiería». Felipe I también se interesó por el asunto durante
su breve reinado (con Juana), de sólo unos meses en 1506.
Posteriormente, Fernando encargó a Juan Díaz de Solís la nueva
empresa, con una expedición que no tuvo mayor éxito, pero que fue
la que más cerca estuvo de llegar al luego llamado estrecho de Maga-
llanes. Díaz de Solís alcanzó en 1515 el Río de la Plata, el gran estua-
rio donde hoy está Buenos Aires. Pero allí murió a manos de los in-
dígenas y la expedición regresó a su punto de partida.

Consecuencias del primer viaje de Colón

Debemos recordar que, en 1485, seis años después de firmarse el


Tratado de Alcaçovas, Cristóbal Colón abandonó Portugal, donde
había concebido sus proyectos marinos y los había planteado en vano
a la monarquía lusa (Juan II). Pasó por ello a Castilla, para visitar a los
Reyes Católicos. Mientras, su hermano Bartolomé se dedicó a visitar
—sin resultados efectivos— a los reyes de Inglaterra y de Francia.
Así las cosas, Colón obtuvo una primera entrevista con los Reyes
Católicos en Alcalá de Henares el 20 de enero de 1486, en la que
don Cristóbal «sedujo» a la reina Isabel con sus ideas de encontrar
una ruta a las Indias más corta que por África y el Índico, adelantan-
do así a los portugueses. Previsión que tenía su base en presunciones
del cosmólogo italiano Pablo Toscanelli, quien en 1474 envió a su

  Miguel Ángel Ladero Quesada, «La Política marítima de los Reyes Católicos
13

y de Carlos I. La situación geopolítica en 1519», en V Centenario de la primera


vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, Revista General de Marina, tomo 277,
agosto-septiembre de 2019, págs. 215 y sigs.

53

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Mapa de Toscanelli, 1457, Biblioteca Nacional, Florencia. Se ve la escasa amplitud del
Atlántico, la inexistencia de las Américas y la consiguiente cercanía de Europa a las
Indias viajando hacia el oeste. Fuente: Exposición del Instituto Geográfico Nacional,
Madrid, 2020.

amigo portugués Fernando Martin de Reis un mapa que conoció


Colón, creyendo plenamente en sus errados parámetros.
En esa carta marina de Toscanelli, la Tierra tenía una circunfe-
rencia, en medidas actuales, de 29.000 kilómetros, en lugar de los
efectivos 40.000. Toscanelli se basó en las presunciones de Ptolo-
meo, quien pensaba que el mundo era más pequeño de lo que es en
realidad. Por eso, para Colón estaba claro que navegando hacia el
oeste se encontraría con la mítica Antilla (las islas antes de la Espe-
ciería), para navegar después a la India, Catay (China) y Cipango
(Japón).
La reina Isabel pensionó a Colón a partir de 1489 para que estu-
viera a su lado en la corte, ocupando una posición oficial que no le
correspondía en realidad: la de testigo cotidiano de la guerra contra
el reino moro de Granada. De modo que, acabada esa contienda el
2 de enero de 1492, el 17 de abril Isabel junto con Fernando ratifi-
caron las famosas Capitulaciones de Santa Fe, en las que se acordó
otorgar a Colón el título de Gran Almirante de la Mar Océana, para
realizar sus viajes a través del Atlántico 14.

14
  Christian Duverger, Hernán Cortés. Más allá de la leyenda, Taurus, Madrid,
2005, págs. 64 y sigs.

54

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Colón aceptó entregar el 90 por cien de los beneficios de tal em-
presa a los Reyes Católicos, pero lo más inquietante fue la suposi-
ción de que las tierras a descubrir estuvieran al sur del paralelo 26
norte, de referencia para marcar el tope de las navegaciones castella-
nas según el Tratado de Alcaçovas. Se dibujó así un potencial con-
flicto entre Castilla y Portugal a propósito de los hallazgos de Colón,
que se resolvería definitivamente dos años después del descubri-
miento, en 1494, con el Tratado de Tordesillas, según pasamos a
explicar, empezando por las previas bulas papales de 1493.

Las bulas Inter caetera, 1493: la gran donación papal

Los viajeros de la primera expedición de Colón emprendieron el


regreso desde La Española el 16 de enero de 1493, y en su curso,
una tormenta separó las dos naves. De modo que la Pinta, al mando
de Martín Alonso Pinzón, llegó a Bayona de Galicia a finales de fe-
brero de 1493, e inmediatamente se anunció a los Reyes Católicos el
descubrimiento del Nuevo Mundo.
En cambio, la carabela La Niña, en la que viajaba Colón, hizo
escala (deseándolo o no, se discute) el 17 de febrero en la isla portu-
guesa de Santa María, en las Azores. Y el 4 de marzo, el almirante
recaló en Lisboa 15, donde se entrevistó con el rey Juan II, en conver-
saciones que en cierto modo fueron el primer antecedente de lo que
luego sería el Tratado de Tordesillas.
En su entrevista con su antiguo conocido el rey Juan II, Colón le
puso al corriente de sus descubrimientos. De manera que el monar-
ca luso, de inmediato, pensó en reclamar para sí las nuevas tierras
descubiertas, alegando los derechos que creía tener según el Tratado
de Alcaçovas: estaban al sur del paralelo 26. Reclamación que, desde
luego, los Reyes Católicos ya tenían prevista, si bien con una inter-
pretación muy distinta de Alcaçovas, más favorable a Castilla: el cé-
lebre 26º N solo se refería al «mar litoral de África», es decir, la
parte del océano adyacente al continente negro, por entonces nave-
gada por Portugal en la senda buscada a India 16.

  Santiago Muñoz Machado, Hablamos la misma lengua, Crítica, Barcelona,


15

2017, págs. 80, 100, 139.


16
  Tesis de Juan Manzano, autor del libro Colón y su secreto: el predescubri-
miento, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1982.

55

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Precisamente esa tesis castellana podría ser la explicación de que
Isabel y Fernando tardaran tanto tiempo (de 1486 a 1492) en autorizar
la expedición de Colón 17. Dicho de otra forma, la demora de las Capi-
tulaciones de Santa Fe se debió a la inseguridad jurídica sobre lo que
podía descubrirse, no a razones de la guerra de Granada ni por moti-
vos náuticos o económicos. Isabel y Fernando eran bien conscientes
de que las tierras que Colón quería descubrir para Castilla podrían
«pertenecer», en estricto derecho, a Portugal por lo acordado en Al-
caçovas. Por eso, enseguida se aseguraron de que el recién elegido
Papa, español, de la familia Borgia (Borja), Alejandro VI, favoreciera
a Castilla en la disputa que inevitablemente iba a surgir con los lusos.
En cualquier caso, lo cierto es que, tras recibir en su corte a Co-
lón, Juan II escribió, a principios de marzo de 1493, a Fernando de
Aragón (no a Isabel de Castilla) en los términos siguientes: «Nosso
muyto alto excelente e poderoso principe Rey de Castilla, de Aragón
de Seçilia de Granada e nosso muy amado e preçiado irmao». Carta
con la que criticó al monarca español el hecho de que el almirante
había regresado de una expedición de la que no se le había dicho
nada, con enojo por haber financiado Castilla una empresa de ex-
ploración más al sur del paralelo 26 18.
En la carta de respuesta de los Reyes Católicos, escrita en Barce-
lona el 30 de marzo, se advirtió, entre líneas, que la queja lusa se
consideraba una amenaza a los Reyes Católicos, que por eso mismo
decidieron acelerar el envío de una segunda expedición al mando de
Colón, incitando al descubridor a que tomara en Sevilla cuantas me-
didas considerara oportunas.
A mediados de abril de 1493, Colón hizo su entrada en Barcelo-
na, sede temporal de la corte, cuando la situación con Portugal se
hacía tensa, hasta el punto de que su rey pensó en ir a la guerra. Pero
su consejero, Enrique de Guzmán, envió una carta a los Reyes Cató-
licos (segunda quincena de abril de 1493), que fue contestada por

17
  Sobre el tema, son interesantes tres libros: Luisa Isabel Álvarez de Toledo,
África versus América: la fuerza del paradigma, Fundación Casa Medina-Sidonia,
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 2006; John V. Blake, Europeans in West Africa
(1450-1560), The Hakluyt Society, Londres, 1941, y Juan Manzano, Colón y su se-
creto, ob. cit.
18
  La carta fue descubierta en el fondo del Archivo (español) Histórico de la
Nobleza. J. Ors, «Descubren la carta que informa de la vuelta de Colón de Améri-
ca», La Razón,14 de junio de 2019.

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En busca de las especias: de Colón a Magallanes. Primer viaje de Colón (A); el de
Vasco de Gama (B) y el de Magallanes-Elcano (C). Fuente: Benito Valdés (ed.), Prime-
ra circunnavegación del globo, Instituto de Academias de Andalucía, Málaga, 2019.

los monarcas hispanos el 2 de mayo, dos días antes de que el Papa


publicase su primera bula del 4 de mayo sobre pertenencia de los
nuevos territorios descubiertos y por descubrir a favor de Castilla;
prestándose así el apoyo a los Reyes Católicos con su bula Inter cae-
tera («entre otros»), y al final no hubo guerra, siendo lo mejor la
negociación diplomática 19, con la que hizo donación a los Reyes Ca-
tólicos de todas las tierras descubiertas y por descubrir: el Papa re-
galó de iure las Indias a los monarcas de Castilla para que éstos ad-
ministraran directamente los negocios de la Iglesia en el Nuevo
Mundo al otro lado del Atlántico. Les donó el «señorío de todas las
dichas islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir», y les man-
dó que enviaran «a las dichas islas y tierras varones buenos, temero-
sos de Dios, doctos, sabios y experimentados, para enseñar y ins-
truir a los moradores de ellas en las cosas de nuestra Santa Fe
Católica, y en buenas costumbres» 20.

19
  El Tratado de Tordesillas ¿Un error de Castilla?, Archivos de la Historia,
www.archivoshistoria.com.
20
  Fray Gerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana, edición de Joa-
quín García Icazbalceta, Antigua Librería, México, D. F., 1870. Edición más re-
ciente de Francisco Solano en Biblioteca de Autores Españoles, vol. 260-261, Ma-
drid, 1973.

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Sin embargo, el Papa 21, tras las quejas portuguesas que llegaron
a Roma, apreció que, efectivamente, su decisión inicial de «todo
para Castilla» podría vulnerar el Tratado de Alcaçovas, revalida-
do por Roma. De modo que, sin menospreciar a su predecesor,
Sixto IV —que había sancionado Alcaçovas—, el Papa revisó su
actitud y en poco tiempo, junio de 1493, volvió a redactar su bula
Inter caetera, para que se diera a conocer con el mismo nombre y
la misma fecha (4 de mayo de 1493) un trato diferente del tema,
con la demarcación de una línea norte-sur «la cual diste de cual-
quiera de las islas que se llaman vulgarmente de Cabo Verde, cien
leguas hacia occidente», a fin de dar participación a Portugal al este
de la tal línea.
La segunda bula Inter caetera instauró, pues, un verdadero repar-
to del mundo entre portugueses y españoles por, aproximadamente,
el meridiano, actualizado, de 36º de longitud oeste. Todo al oeste de
esa línea fue otorgado a España, de modo que el Papa le atribuyó
casi toda la América y el Pacífico, excepto una porción del actual
Brasil, demarcable por una línea aproximada ahora desde Marcelo
San Benito de Norte/Salvador de Bahía. Pero lo previsto por el Papa
en 1493 fue revisado en el Tratado de Tordesillas, en cuyo examen
entramos seguidamente.

El Tratado de Tordesillas

La segunda bula papal tampoco gustó a los portugueses, que ya


por entonces debían conocer el perfil real de Sudamérica. Y por ello

21
  Las poblaciones de Xátiva y Canals son la cuna de los Borja, en Italia, Bor-
gia. En Canals se conserva la Torre de los Borja, lugar donde nació en 1378 el que
luego sería papa Calixto III, y justo enfrente se sitúa el oratorio que formaba parte
del conjunto palaciego. En Xátiva está la iglesia de San Francisco y de San Pedro,
donde fue bautizado quien sería Alejandro VI. Por otra parte, en Gandía se sitúa
el Palacio Ducal, un admirable complejo de arquitectura de los duques de Borja,
donde en 1510 nació el que sería san Francisco de Borja, que fue duque de Gan-
día, marqués de Lombay y virrey de Cataluña. El mismo día de la muerte de la
reina-emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, decidió tomar los hábitos
en la Compañía de Jesús, llegando a ser su tercer Padre general (Papa negro). Co-
munitat Valenciana, «Siguiendo la Ruta de los Borgia», ABC, 14 de agosto de
2020.

58

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mismo se negoció el Tratado de Tordesillas 22, que, tras arduas con-
troversias, se firmó el 7 de junio de 1494, por los representantes de
Isabel y Fernando, por una parte, y los de Juan II de Portugal, por
la otra, en la citada ciudad castellana. De manera que, en su virtud,
se estableció un reparto de las zonas de navegación y conquista del
océano Atlántico y del Nuevo Mundo, con la referida línea de de-
marcación situada 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde 23.
Esa línea la negociaron los dos países ibéricos con el asesora-
miento de sus respectivos cosmógrafos: Duarte Pereira Pacheco,
portugués, y Luis de Torres, por Castilla, un judío converso. Esti-
mándose por algunos que Pereira ya conocía la existencia de lo que
después se llamaría Brasil gracias a un previo viaje secreto de los
portugueses.
En la primera parte del Tratado de Tordesillas se regularon algu-
nas cuestiones sobre África: portugueses y castellanos se dividieron
el reino de Fez —en el actual Marruecos— para la futura conquista
de ese espacio; regulándose, además, los derechos de pesca y nave-
gación en la costa africana. Concretamente, los castellanos asegura-
ron su soberanía de la plaza de Melilla, así como su pesca hasta el
cabo Bojador.
Aunque los acuerdos firmados en Tordesillas el 7 de junio de
1494 eran firmes, ambas partes decidieron darse un plazo pruden-
cial para su ratificación: cincuenta días para lo referente al tema afri-
cano y cien para el tratado propiamente oceánico. Espera que se
introdujo para saber de cierto lo que pudiera haberse descubierto
por los navíos castellanos en el segundo viaje de Colón. Los Reyes
Católicos ratificaron el Tratado en Arévalo, y Juan II en Setúbal.
En la práctica, con el texto de Tordesillas se garantizaba a los
lusos que los castellanos no interferirían con Portugal en su ruta
africana del cabo de Buena Esperanza y el océano Índico. Y vicever-
sa, los portugueses aceptaron los derechos de Castilla a las tierras
recientemente descubiertas Antillas y lo demás que hubiera al oeste
de la línea de demarcación: las Américas y el océano Pacífico, toda-
22
  Aunque por Tratado de Tordesillas se conoce al convenio de límites en el
océano Atlántico, ese día se firmó, también en Tordesillas, otro tratado por el cual
se delimitaron las pesquerías del mar entre cabo Bojador y Río de Oro, y los límites
del reino de Fez, al norte.
23
  El texto del Tratado, que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, es
accesible por Internet.

59

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vía ignorado 24. Cada una de las partes se comprometió a no enviar
expediciones a la jurisdicción de la otra, y a los barcos españoles se
les reconoció la libre navegación por las aguas del lado portugués
del Atlántico, pero no para dirigirse al Índico.
En su monumental Historia de España 25, Ramón Menéndez Pidal
calificó el Tratado de Tordesillas como el «primer acuerdo moderno
de la historia europea»: por primera vez, al lado de los diplomáticos
que llevaban las conversaciones había dos grupos de expertos (espa-
ñoles y portugueses) que asesoraban técnicamente, los dos cosmó-
grafos antes mencionados.
La donación papal acordada, primero mediante las bulas Inter
caetera de 1493, y luego en la ratificación papal del Tratado de Tor-
desillas (1506, por Julio II), se hizo por parte de Roma con una fina-
lidad principal: la difusión del cristianismo en las nuevas tierras des-
cubiertas o por descubrir. De manera que los religiosos serían los
verdaderos titulares de la cesión, y no los soldados. No deberían ir
por delante las armas, sino la palabra del Evangelio, religiosa aspira-
ción que fue imposible de cumplir, por la sencilla razón de que los
naturales se resistirían al vasallaje, inevitablemente necesario antes
de ser cristianizados.
Sorprendentemente, según las bulas papales, Castilla adquirió, de
una sola vez, medio mundo. No porque las tierras descubiertas o por
descubrir fueran res nullius, sobre las que podrían tenerse derechos
derivados del descubrimiento, sino por un título que solamente po-
día expedir, por entonces, el Papa en su condición de Dominus orbis.
Cuando esa donación se consolidó con el Tratado de Tordesillas,
hubo dudas en gran parte de la Europa cristiana, que se negó a acep-
tar la legitimidad de la donación. Así sucedió con Francisco I, el
poderoso rey de Francia, que se dio cuenta de lo decisivo de Tor-
desillas, cuando comentó sarcásticamente: «El sol luce para mí como
para otros. Quisiera ver el testamento de Adán que excluye a Fran-
cia de la división del mundo» 26.

24
  La Unesco otorgó al Tratado la distinción de Patrimonio de la Humanidad
en 2007 dentro de su categoría «Memoria del Mundo». http://www.unesco-.org/
new/es/communication-and-information/flagship-project-activities-/memory-of-
the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-8/.
25
  Historia publicada por Espasa a lo largo de numerosos años y con la colabo-
ración de muchos autores convocados a ese empeño.
26
  A. Thomazi, Les flottes de l’or. Histoire des galions, Broché, París, 1956.

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