Huergo Teologc3ada de La Liberacic3b3n
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latinoamericana y la educación
“Dos maneras generales y principales han tenido (los que) llaman cristianos en
estirpar y raer de la haz de la tierra a aquellas miserandas naciones. La una, por
injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto
todos los que podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de los
tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los hombres
varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino los mozos y
mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que ja-
más hombres ni bestias pudieron ser puestas. (...)
“La causa (...) ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de
riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos (...) por su insaciable
codicia e ambición”.
El contexto de los 60
Fue recién en la década del 60 del siglo XX, cuando la Teología de la Liberación
adquiere la forma que conocemos. Los acontecimientos históricos que tuvieron
que ver con su origen son variados y contribuyeron a un importante
desplazamiento político en la Iglesia latinoamericana. Ya en la década de 1950
América Latina estaba convulsionada y surgían diferentes formas de expresión
de los sentimientos, los deseos y las luchas de los sectores populares. Desde
1947 proliferaban las radios comunitarias populares (muchas de ellas
cristianas), que acompañaron movimientos insurgentes, guerrilleros,
campesinos, obreros, etc., sobre todo en Colombia, y en Bolivia las radios de los
mineros que actuaron decisivamente en la Revolución de 1952.
La mujer, especialmente a partir de la lucha de Eva Perón en Argentina (entre
1945 y 1952), comienza a adquirir importancia como protagonista de la vida
social y política. En 1954 la CIA interviene en el golpe de Estado de Guatemala
contra el Presidente Jacobo Arbenz, por su reforma agraria y sus políticas
anticoloniales. Uno de los testigos de esos hechos fue Ernesto “Che” Guevara. Es
una época de gobiernos populares o revolucionarios en diversos países:
Argentina entre 1946 y 1955, Bolivia en 1952, Brasil en 1961, más tarde Perú en
1968 y Chile en 1970.
Pero sobre todo, la convulsión social y el movimiento popular llega a su punto
más alto con la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro y el “Che”
Guevara, en 1959. Una cercana amenaza para los EE. UU. y los países
poderosos. Y el peligro de que la revolución se extienda a todo el continente.
“La situación del hombre latinoamericano está atravesada por la miseria que
margina a grandes grupos colectivos. Esa miseria, como hecho colectivo, es una
injusticia que clama al cielo.
“Creemos que el amor a Cristo y a nuestros hermanos será no solo la gran fuerza
liberadora de la injusticia y la opresión, sino la inspiradora de la justicia social.
“La cristalización del pecado aparece evidente en las estructuras injustas que
caracterizan la situación de América Latina. Estructuras opresoras, que provienen
del abuso del tener y del abuso del poder, de las explotaciones de los trabajadores o
de la injusticia en las transacciones. (…) No tendremos un continente nuevo sin
nuevas y renovadas estructuras; sobre todo, no habrá continente nuevo sin
hombres nuevos”.
La educación liberadora
El capítulo IV de los Documentos de Medellín (1968) está dedicado a la
Educación. Como en los demás capítulos, se parte de la situación y las
características de la educación en América Latina. Se habla de deficiencias e
inadecuaciones, de sectores marginados de la cultura, de los que están fuera de
los sistemas educativos, de la orientación de esos sistemas al mantenimiento de
las estructuras injustas, de la pasividad y uniformidad de la educación, del
acento en el “tener más”, el pragmatismo y el inmediatismo.
Luego Medellín apuesta a la democratización de la educación y afirma la
necesidad de un tipo de educación acorde con el desarrollo integral.