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Arquitectura y Filosofía - Enseñanza Del Diseño Arquitectónico

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ARQUITECTURA Y FILOSOFÍA: ENSEÑANZA DEL DISEÑO ARQUITECTÓNICO

López Terrazas, Javier Adolfo


Contacto: jadlope@gmail.com
Universidad Mayor de San Simón
Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat
Resumen
El proceso de enseñanza-aprendizaje del diseño arquitectónico en la carrera de Arquitectura de la
Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat (FACH), Universidad Mayor de San Simón
(UMSS), está alejado de la definición propuesta por Aristóteles y Platón, el primero, por la relación
con la Filosofía (teoría) y, el segundo, por la relación con la Ética. El objetivo de este artículo de
revisión es establecer las bases históricas en la conceptualización y la práctica arquitectónica tanto
de filósofos como de arquitectos, mostrando la relación intrínseca y dialéctica entre la arquitectura
y la filosofía (incluido la ética), por tanto, la necesaria revaloración e incorporación en la actual
formación académica del arquitecto boliviano en su proyección de diseñar con identidad y
significado.
Palabras clave: Arquitectura, filosofía, diseño arquitectónico e identidad.

Abstrac
The teaching-learning process of architectural design in degree architecture of the Faculty of
Architecture and Habitat Sciences (FACH), Universidad Mayor de San Simón (UMSS), is far from
the definition proposed by Aristoteles and Platon, the first, by the relationship with Philosophy
(theory) and, the second, by the relationship with Ethics. The objective of this review article is to
establish the historical bases in the architectural conceptualization and practice of philosophers and
architects, showing the intrinsic and dialectical relationship between architecture and philosophy
(including ethics), therefore, the necessary reassessment and incorporation into the current
academic training of the bolivian architect in his projection of designing with identity and meaning.
Keywords: Architecture, philosophy, architectural design and identity.

INTRODUCCIÓN
El tema del presente artículo discurre sobre el caso de la carrera de Arquitectura (FACH-
UMSS), centro de educación superior ubicado en la ciudad de Cochabamba (Bolivia). “Es una
institución pública de prestigio nacional e internacional por la integración y calidad de sus procesos
de docencia, investigación e interacción y por su compromiso con el desarrollo social, económico,
ambiental y cultural de la sociedad” (Misión). La facultad oferta a los bachilleres del país la
posibilidad de profesionalizarse en cinco carreras a nivel licenciatura: Arquitectura, Diseño Gráfico
y Comunicación Visual, Turismo, Diseño de Interiores y Planificación del Territorio y el Medio
ambiente. La carrera de Arquitectura es la unidad académica que concentra el mayor porcentaje de
estudiantes y cada año titula aproximadamente a 150 profesionales.

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El proceso de enseñanza-aprendizaje del diseño arquitectónico en los talleres, utiliza una
metodología lineal casi intuitiva, hace falta acceder a procesos formativos más productivos a partir
de un sustento teórico y filosófico como soporte de la metodología de enseñanza. Es necesario
promover la innovación y la creatividad en los estudiantes, especialmente de los que están en etapa
de titulación en 5º año o proyecto de grado; asimismo, fortalecer la formación académica de
“calidad educativa” en el diseño arquitectónico, y con esto, desarrollar el sentido crítico en el
análisis del contexto y proyectar una arquitectura con identidad. Los criterios esenciales que
sustenta el diseño arquitectónico: concepto+contexto+contenido, deben ser rearticulados y
considerados en la importancia que tiene cada componente en su relación dialéctica y trialéctica
compleja.
Finalmente, en el documento de “Innovación Curricular” a nivel de rediseño de la carrera de
Arquitectura presentado en junio del año 2019, la propuesta de estructura curricular excluye las
siguientes condiciones referidas al diseño arquitectónico: a) Falta contenido filosófico o
epistemológico que fundamente la práctica profesional y la enseñanza académica del diseño en un
escenario complejo contemporáneo; b) No considera al diseño arquitectónico como eje
estructurante de la carrera, por lo que, se omite los componentes teórico y metodológico para su
enseñanza y; c) Solo enfatiza el concepto de espacio arquitectónico considerándolo como sistema
complejo articulado a la naturaleza, el medio transformado, los procesos sociales y los imaginarios;
no obstante, se prescinde la operacionalización de este criterio en términos metodológicos en el
diseño arquitectónico.

ACLARANDO TÉRMINOS: “FILOSOFÍA Y ARQUITECTURA” O “FILOSOFÍA DE LA


ARQUITECTURA”
Tanto en el ámbito académico como en el profesional, existe confusión en el uso de los
términos de “filosofía” y “arquitectura”. Según el filósofo español Gustavo Bueno (2003), a la
referencia de “Filosofía de la Arquitectura”, aclara lo siguiente: cuando utilizamos la expresión
genitiva filosofía-de, concerniente a asuntos concretos, se refiere al sentido objetivo de la expresión
“filosofía sobre” o bien “ideas filosóficas sobre la Arquitectura”, aunque también puede referirse
al sentido subjetivo de “ideas filosóficas inmersas en la misma Arquitectura”. Pero, cuando se
referencia a “Filosofía y Arquitectura”, el autor expresa lo siguiente: cuando interponemos la
conjunción “y” entre los términos “Arquitectura”, “Filosofía”, es porque la maquinaria lógica del

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lenguaje está atribuyendo a estos términos el formato lógico de las clases, la conjunción “y” se
interpreta no como un conjuntor proposicional, puesto que ni “Arquitectura” ni “Filosofía” son
proposiciones, sino como un conjuntor objetivo, como intersección o producto de clases (A\F).
Entonces, cuando se habla de “Filosofía” y “Arquitectura”, como términos singulares, no puede
excluirse la interpretación de ellos como si fuesen nombres de dos disciplinas bien delimitadas.
Esto supone, que un tema en particular pueda ser entendido como un contenido “interdisciplinar”
(o transdisciplinar), propio para que algunos especialistas de Arquitectura intercambien puntos de
vista con algunos especialistas de Filosofía.
Entonces y considerando lo indicado por Gustavo Bueno, si se habla de “Arquitectura y Filosofía”,
desde la perspectiva de una “Filosofía en la Arquitectura” que tenga un mínimo de entidad propia,
se presupone que, entre las “ideas” (o conceptos en términos de los filósofos Gilles Deleuze y Félix
Guattari, 2001), cuyo uso o análisis constituye el ejercicio tradicional de la filosofía, se encuentran
algunas ideas que tienen que ver, de algún modo característico, con la arquitectura, o bien porque
en la arquitectura cabe determinar algunos constituyentes que tienen que ver con la filosofía.
Según lo anterior, el autor define ambas disciplinas de la siguiente manera: primero, la “Filosofía”
son las “ideas” (la idea de filosofía, entre ellas), al menos las ideas ya institucionalizadas o
“tematizadas”. Ideas que se debe entender como puntos de confluencia o de enfrentamiento entre
“conceptos” filosóficos o científicos. La expectación de la idea de filosofía queda formulada por la
funcionalidad a los conceptos previamente establecidos. Su extensión es indefinida, porque
indefinidos son estos puntos de confluencia o de oposición entre conceptos; segundo, la
“Arquitectura” como una clase es el conjunto de obras como las casa y los edificios públicos en
una ciudad (palacios, templos, plazas, etc.). Pero, ¿Cómo expresar su intensión? ¿Acaso esta
intensión puede ser formulada en el terreno de los conceptos? ¿Acaso no requiere precisamente la
delimitación de la idea misma de Arquitectura y, por tanto, de la Filosofía? Sin perjuicio de que
ello fuera así, sería sin embargo necesario relacionarlo por lo menos con algún concepto intensional
operatorio-fenoménico de la “clase de las cosas arquitectónicas”.

DEFINICIÓN DE ARQUITECTURA
Etimológicamente, la palabra arquitectura procede de la conjunción de dos vocablos griegos:
arch o arjé, que significa el principal, el que manda, el principio; y tekton, construir, edificar. El
arquitecto es el primero de entre aquellos que realizan la tarea de construir. Por un lado, es el que

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define las bases, los principios (teoría y diseño); y, por otro lado, es el que dirige, el que manda en
la actividad constructiva (edificaciones y ciudad). Según el arquitecto español Ignasi Sola-Morales
(2000), la arquitectura, como actividad y como oficio, es el conocimiento y la práctica que permite
llevar a término estas acciones y funciones en la ciudad: determinar aquello que es necesario para
diseñar y construir un edificio y también tener la responsabilidad social a través de lo simbólico y
la identidad de las obras.
Complementando a esta definición, el crítico de arte y activista social inglés William Morris en
The Prospects of Architecture in Civilization (1880), considera que el concepto de arquitectura
reside en la unión y colaboración de todas las artes. Para él, “es una concepción amplia porque
abraza todo el ambiente de la vida humana”. El arquitecto Louis Sullivan en Kindergarten Chats
and Other Writings (1947), dice: “Cada edificio que ves es la imagen de un hombre a quien no ves
[...]. Si queremos saber por qué ciertas cosas son como son en nuestra arquitectura, debemos mirar
a la gente; porque nuestros edificios son como una enorme pantalla tras la que está nuestro pueblo
[...]”. Así, bajo estas definiciones, el estudio crítico e integral de la arquitectura no es simplemente
el estudio directo de un arte, sino que se convierte en un estudio de las condiciones socio-
económicas, físico-ambientales e histórico-culturales que la produjeron.
Marco Vitrubio Polión, arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a.C., autor del
primer tratado Sobre la arquitectura, dividido en diez libros, estableció dos elementos básicos para
hacer arquitectura: significado y significante. Significado es la cosa propuesta a tratarse y
significante es la demostración de la cosa con razones científicas. Por lo que, un arquitecto debe
ser ingenioso y aplicado; pues ni el talento sin el estudio, ni este sin aquel, pueden formar un
arquitecto perfecto. Dice, “será instruido en las Buenas Letras, diestro en el Dibujo, hábil en la
Geometría, inteligente en la Óptica, instruido en la Aritmética, versado en la Historia, Filósofo,
Médico, Jurisconsulto y Astrólogo”. Sin embargo, esta visión interdisciplinaria se disipa en el
tiempo y solo se retoma su punto de vista de que los edificios deben construirse en atención a la:
“firmeza, comodidad y hermosura”. La concepción vitruviana de la arquitectura reaparece en el
siglo XV en la obra de León Battista Alberti (1404-1472), autor de Los diez libros de arquitectura
(1452), primer tratado sobre arquitectura del renacimiento. Según Alberti, los tres principios
básicos, que son indisociables y además están jerarquizados, son: necesidad, comodidad y, la más
importante, belleza. Los sucesores de Alberti privilegiaron el placer visual frente al equilibrio entre

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necesidad, comodidad y belleza; el espacio construido deja así de adaptarse a las necesidades y
deseos cambiantes de la sociedad.

ARQUITECTURA Y FILOSOFÍA: DOS DISCIPLINAS RELACIONADAS


Arquitectura es un término que fue, al parecer, empleado por vez primera por Demócrito en
el siglo V a.C., pero, fueron Platón (427-347 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.) que solían utilizarlo
frecuentemente a través de conceptos filosóficos: el primero, desde la “estética” y; el segundo,
desde la “política”.
Platón es considerado como el fundador de la “estética o belleza”. Algunos de los planteamientos
modernos sobre las dimensiones ética, social y política del arte tienen su fundamento en los
principios platónicos sobre la belleza y, más concretamente, en el concepto de “armonía”. Esta
noción, fecunda en el pensamiento presocrático, consagrada por Pitágoras, y núcleo de la teoría
medieval de la ornamentación, la constituyó Platón en principio universal de valor absoluto y
trascendente, ha tenido una aplicación muy directa en la creación y en la crítica a lo largo de toda
la tradición occidental y, aún hoy día, sigue influyendo en muchos juicios valorativos. Según el
filósofo, la belleza se identifica con la bondad y con el bien, y la armonía es una ley ontológica que
abarca la praxis humana en todos sus aspectos.
Según Platón la “arquitectura no es una apariencia de las cosas, sino es la cosa misma”. Esto es
consecuencia de su teoría de la imitación, según la cual todas las artes son imitativas, salvo la
arquitectura. Postula que la arquitectura procede con gran exactitud y precisión técnica, constituye
un arte pedagógico, y que este arte pertenece a las artes de la vista. A través de esta disciplina, los
arquitectos expresan los preceptos estéticos y técnicos a los cuales quieren llegar en su
construcción. Se entiende que dentro el contexto de la arquitectura debe existir una relación
equilibrada entre la necesidad propia del ser humano de un espacio funcional, la superficie
necesaria para hacerlo (terreno) y la técnica empleada para poder obtener el mejor resultado tanto
estético como económico, además, tener en cuenta las reglas y normas necesarias para una buena
construcción y las tradiciones en las cuales se basa.
Aristóteles propone que la arquitectura es el arte de mostrar lo que se encuentra en el espacio.
Espacios habitables, lugares que el arquitecto acaba por conformar. Las casas no se idean y se
construyen fuera de un lugar, no se conciben en abstracto y se emplazan a continuación, sino que,
las casas son la forma habitable que un lugar ya posee (genius loci o espíritu del lugar). El arquitecto

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solo acaba por conformar lo que el lugar ya ofrece: un espacio donde asentarse y vivir individual
o comunitariamente. La arquitectura consiste en una reorganización de los elementos no físicos y
una reordenación de los materiales físicos propios de un sitio, de modo que, la casa, el hábitat que
quizá aún no se perciba, sea la protección y la acogida inherentes a un lugar y se hagan patentes.
Cuando Aristóteles puso un ejemplo de teoría y práctica, citó al arch-tekton, la “arquitectónica”
que era definida como un arte de sistemas, idóneo para la organización racional de las ramas del
saber en su integridad. Según el filósofo, la arquitectura es: a) un arte al cual están subordinadas
otras artes; b) un saber organizado (conocimiento científico); c) un saber vinculado a la ciudad en
cuanto es capaz de desempeñar un papel directivo de acción y; d) una identificación entre filosofía
y espacio. Para él, la “arquitectura” y la “política” eran dos aspectos de un mismo problema que
involucraba a la totalidad de la ciudad. Por este motivo, la arquitectura no tenía que ver tanto con
una “casa” sino como parte de un conjunto urbano; no solamente con la construcción (edificio o
vivienda) sino como parte del conjunto de los bienes que el legislador ha de procurar para la ciudad
(y por extensión, para cada individuo). Se trata, pues, de una visión abarcadora que incluye en la
arquitectura todo aquello que facilite la convivencia, la vida citadina como forma de su existencia
(Derrida, 1986).
La arquitectura da una forma visible y definitiva a lo que el espacio en todas sus dimensiones
encierra. Ayuda a que el espacio se ponga al servicio de las personas y la sociedad, y que éste
reconozca el lugar que la arquitectura designa y conforma sea el lugar apropiado para él, sea su
casa. La arquitectura aparece así, no como un medio para generar formas sino para desvelarlas. Del
mismo modo que Miguel Ángel, dos mil años más tarde, sostendrá que el trabajo del escultor
consiste en desenterrar formas o seres encerrados en la materia hasta liberarlos y descubrirlos.
Plotino (203-270 d.C.), filósofo griego neoplatónico, identifica lo bello con el bien y con el ser, y
juzga que la belleza inmaterial o no física posee superioridad sobre la material. Considera que la
belleza reside en la unidad de la forma que impone la armonía a la variedad de los elementos, y
que la variedad armoniosa constituye el orden. Igualmente, concibe que los objetos son bellos por
su analogía con las cualidades del alma. Plotino se pregunta cómo lo que es corporal puede tener
relación con el alma y cómo puede el arquitecto juzgar bello un edificio comparándolo con la idea
que tiene de el: “Esto no es porque el objeto exterior, abstracción hecha de las piedras, no sea otra
cosa que la forma interior, dividida sin duda en la extensión de la materia, pero siempre una,
manifestándose múltiple”. De este modo, confirma la estética de contenido, debido a que la “forma

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interior” es la idea arquitectónica, de la cual el exterior no es más que la expresión sensible. “Lo
bello no reposa en la materia sino en la idea según la cual está formada”. Propone también una
división especial relativa a la estética de la arquitectura en la cual establece seis categorías: la
ordenación, la disposición, la euritmia, la simetría, el decoro y la distribución. Con estas categorías
representa toda su estética.
Ludwig Wittgenstein (1889-1951), filósofo austriaco, alega que “ética y estética son lo mismo”, o
literalmente “son uno”. Lo dice en el contexto en que afirma que “la ética es trascendental”. Y esa
trascendentalidad de la ética (y de la estética), que también se enuncia de la lógica, remite a un
“sujeto” que, sin embargo, no está más allá de los límites del mundo, sino que se determina como
“un límite del mundo”. Lo trascendental es el límite (y el sujeto como “sujeto” de ese límite o
“sujetado” ha dicho límite).
Paul Valery (1871-1945), escritor y filósofo francés, en Eupalinos o el arquitecto (1924), considera
el arte de construir tan valioso como la música, para él, existe una arquitectura que es muda, otra
que habla y, la más prodigiosa, la que canta. La perspectiva anterior coincide con la posición del
arquitecto vienés Adolf Loos (1870-1933), reconocido por su profunda reacción frente al
desbarajuste decorativo de la arquitectura de su tiempo, a lo cual, propone buscar lo “esencial de
la arquitectura”. En concreto, para Loos, “la arquitectura sólo se produce cuando es capaz de
despertar estados anímicos, experiencias precisas del espíritu. En el momento en que ponemos en
relación lo que la obra arquitectónica expresa ―pequeña o grande, doméstica o monumental― con
los valores que soporta nuestra conducta, entonces estamos frente a un hecho realmente
arquitectónico”.
A finales del siglo XX, Jaques Derrida (1930-2004), filósofo postmoderno francés, estableció que
el problema de la arquitectura en las últimas décadas del siglo XX, es una evidente separación entre
“teoría y práctica”, entre “pensamiento y arquitectura”. Dice Derrida, “en el momento en que se
diferencia entre theoría y praxis, la arquitectura comenzó a percibirse solamente como una simple
técnica apartada del pensamiento”. “Consideremos el problema del pensamiento arquitectónico.
Con ello no pretendo plantear la arquitectura como una técnica extraña al pensamiento y apta quizá,
entonces, para representarlo en el espacio, para constituir casi su materialización, sino que intento
exponer el problema arquitectónico como una posibilidad del pensamiento mismo. Ya que aludo a
una separación entre teoría y práctica podemos comenzar preguntándonos cuándo comenzó esta
división del trabajo”. Jacques Derrida tuvo el acierto de recuperar el sentido griego de la palabra.

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A final, son varios los académicos contemporáneos sostienen que la separación llevada a cabo por
el modernismo entre la teoría y la práctica, lo estético y lo social, lo político y lo moral es
insatisfactoria e incluso irresponsable. La tradición griega de unión de lo ético y lo estético
tematizada en ese concepto tan difícil de manejar en el discurso contemporáneo, ha permanecido
actuante hasta la actualidad.

IDENTIDAD EN LA ARQUITECTURA
Según el reconocido arquitecto español Santiago Calatrava, la arquitectura es el arte que
determina la identidad de un tiempo determinado, “en el siglo XXI la arquitectura seguirá como en
tiempos de las pirámides siendo un arte fundamental para mejorar la vida de las personas, para
definir la identidad del tiempo en que vivimos”. La arquitectura, al ubicarse en el campo del arte y
en el universo simbólico que da cuenta sobre el mundo, habla sobre los recorridos y vivencias
colectivas, de las ideologías transitadas y los imaginarios urbanos, genera pertenencia y denota
identidad. La identidad de diversas facetas de la sociedad y de diferentes planos de una época en
particular, se ven también plasmadas e identificadas en la arquitectura. Bruno Zevi afirma que “la
arquitectura es el aspecto visual de la historia” o “la arquitectura es la autobiografía del sistema
económico y de las instituciones sociales”.
Sin embargo, son varios los académicos y profesionales que cuestionan la producción actual de los
arquitectos en desmedro de la identidad, afirman que “la producción mediocre de una arquitectura
sin carácter que conforma los actuales ámbitos de vida, hace perder al hombre la identidad con su
propio medio, a la vez que lo va vaciando de estímulos culturales” (Gutiérrez, 1982). Con respecto
al patrimonio histórico como expresión de la identidad, otros indican que “la revaloración del
patrimonio no tiene como simple finalidad el recuperar las expresiones emergentes de los
‘monumentos’ sino rescatar la ‘memoria histórica’ de la comunidad y recuperar valores de relación
social y cultural que son esenciales para la personalización de las ciudades o los territorios”. El
arquitecto que ha renunciado voluntariamente a su cultura, que rechaza un pasado que le incomoda
y pretende proyectarse permanentemente al futuro, está en realidad definiendo un presente
abrumadoramente incoherente que a la vez hipoteca las potencialidades del futuro que cree estar
prediciendo.
Para Ramón Gutiérrez “la crisis de los rígidos valores del movimiento contemporáneo ha afectado
en un postmodernismo coyunturalista y efímero, un relativismo cultural absoluto, donde vale todo

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y que parece solazarse en una arquitectura exótica y caprichosa o en la grandilocuencia
historicista”. El retorno al formalismo del objeto de arte arquitectónico indica el vaciamiento del
contenido y la angustia del anonimato que invade al arquitecto contemporáneo que no se prestigia
en su arquitectura.
Helio Piñón (2005) menciona que, el problema actual de la identidad de la arquitectura, ligado a
su consistencia formal, ha perdido relevancia en favor de la preocupación por el modo en que la
obra afecta a un espectador ávido de novedad y proclive a celebrar la sorpresa. Lo formal, ámbito
específico de la concepción moderna del espacio, aparece eclipsado por lo estilístico, criterio
determinante de la arquitectura como reproducción de arquitectura, que a su vez reproduce
arquitectura, y así sucesivamente. Tal reducción estilística instituye un nuevo marco, tanto para los
criterios de proyecto como para las categorías del juicio, anidado por lo noción de lo vistoso como
sucedáneo perverso de lo visual. La falsedad, la explotación sistemática de lo inauténtico, es el
atributo esencial de los nuevos estilistas.
El criterio referido por Piñón sobre la identidad de la arquitectura en el contexto global, es
semejante en el contexto local, Cochabamba es una ciudad de contrastes en su arquitectura y con
una identidad en permanente cambio. En la ciudad coexisten antiguas casonas con construcciones
modernas y rascacielos. Pero, poco a poco, la imagen de casonas es reducida frente a la gran
cantidad de edificios, que además buscan sobresalir con características propias. Al respecto, el
expresidente del Colegio de Arquitectos de Cochabamba, Rafael Sainz, mencionó que “en el
municipio hay distintos estilos de arquitectura como el clásico, republicano y ecléctico, sobre todo,
en el centro de la ciudad”. Así también, “predomina un estilo arquitectónico moderno en los barrios
residenciales que son imitaciones de estilos traídos de otros países. En Cochabamba no hay una
identidad bien definida”. “Como Colegio de Arquitectos nosotros queremos preservar todo el
patrimonio, pero, lamentablemente no existen políticas de incentivo a las familias dueñas de las
viviendas tradicionales. Las personas en el centro de la ciudad prefieren tener una vivienda con
varios pisos que preservar una casa con arquitectura antigua porque esto les representa un gasto y
no es factible” (Los Tiempos, 8 de septiembre de 2013).
En último lugar, en el libro “Arquitecturas, hoy en Bolivia. Prácticas y estéticas urbanas” de la
Fundación Simón I. Patiño (2004), en el acápite sobre Cochabamba, advierte la necesidad de “unir
la arquitectura contemporánea con los valores históricos bolivianos y la herencia cultural es un
importante punto pendiente en la labor profesional de los arquitectos”.

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A MODO DE CONCLUSIÓN
Las consideraciones expuestas establecen las bases históricas desde el punto de vista de
filósofos y de arquitectos en la conceptualización y la experiencia de hacer arquitectura, esta
revisión muestra la relación intrínseca y dialéctica entre la arquitectura y la filosofía, además, entre
la enseñanza del diseño arquitectónico y la identidad de la arquitectura. Por lo que, a partir de este
contenido surgen las siguientes interrogantes para su verificación: ¿Es la filosofía (incluido la
transdisciplina) el soporte conceptual del contenido y el concepto en la actual enseñanza del diseño
arquitectónico en los talleres de arquitectura? ¿Cuáles son los fundamentos que relacionan la
arquitectura con la filosofía como soporte conceptual del contenido y el contexto para innovar la
enseñanza del diseño arquitectónico? ¿Qué aspectos se debe considerar para formular un modelo
complejo de diseño arquitectónico (modelo teórico y modelo pedagógico) hacia una educación de
calidad en la enseñanza de la arquitectura?

Referencias

Aristóteles (2015). Política. Alianza Editorial


Bueno, G. (2003). “Arquitectura y Filosofía”. Conferencia de clausura del Congreso Filosofía y
Cuerpo (Murcia, 12 de septiembre de 2003)
Deleuze, G. y Guattari, F. (2001). ¿Qué es la filosofía? Barcelona: Editorial Anagrama (edición
original en francés, 1980)
Derrida, J. (1986). “La metáfora arquitectónica”. Entrevista de Eva Meyer en febrero de 1986,
Domus, 671, abril 1986. En Derrida, J., No escribo sin luz artificial. Valladolid: Cuatro
Ediciones, (1999)
FACH-UMSS (2020). “Proyecto de Innovación Curricular a nivel de Rediseño”. Facultad de
Arquitectura y Ciencias del Hábitat, Universidad Mayor de San Simón. Cochabamba
Fundación Simón I. Patiño (2004). Arquitecturas, hoy en Bolivia. Prácticas y estéticas urbanas.
La Paz: Artes Gráficas Sagitario, SRL
Gutiérrez, R. (1982). “Arquitectura e identidad”. Ponencia presentada en el Seminario
Arquitectura e identidad realizado en el Centro de Arte y Comunicación de la Escuela de
Altos Estudios en julio de 1982. Buenos Aires
Piñón, H. (2005). La forma y la mirada. Buenos Aires: Editorial Nobuco
Platón (1977). Fedro, o de la belleza. Traducción María Araujo. En Obras completas. Madrid:
Editorial Aguilar
Plotino (1998). Enéadas: Libros V y VI. Madrid: Editorial Gredos
Solà-Morales, I.; Llorente, M; Montaner, J.; Ramón, A. y Oliveras, J. (2000). Introducción a la
arquitectura. Conceptos fundamentales. Barcelona: Edicions UPC ARQUITEXT
Wittgenstein, L. (2000). Tractatus Logico-Philosophicus. Traducción J. Muñoz e I. Reguera.
Madrid: Editorial Alianza
Zevi, B. (1951). Saber ver la arquitectura. Ensayo sobre la interpretación espacial de la
arquitectura. Buenos Aires: Poseidón

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