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Leyendas para Niños

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MISS JESSY

“Leyendas
para niños”
Leyenda del conejo grabado en la luna
Cuenta la leyenda que el dios azteca Quetzalcóatl se encontraba
paseando por los cielos cuando decidió bajar a visitar la Tierra. Antes
de descender evaluó su aspecto y pensó que lo mejor sería tomar el
aspecto de un ser humano, ya que su apariencia de serpiente
emplumada podría asustar a los humanos y a otras especies.

Así que decidió convertirse en un simple mortal, en un ser humano y


así descendió a la Tierra.

Estuvo varios días conociendo, paseando y disfrutando de los


paisajes, admirando animales, ríos, mares, montañas, etc hasta que,
agotado se sentó en un roca. Allí se dio cuenta que se encontraba
verdaderamente exhausto, hambriento y sediento. Pronto, se
acercó al Dios un conejito blanco:

 ¿Qué estás comiendo? – le preguntó el Dios


 Una zanahoria. Si quieres te convido un poco – respondió el
conejito
 ¡Oh no! Muchas gracias pero no puedo quitarle la comida a
ningún ser vivo. Debo soportar el hambre y la sed – respondió
Quetzalcóatl
 Respeto tu parecer, pero no veo ningún impedimento ya
que soy yo quien te convida y tengo suficiente zanahoria
para compartir contigo ¿Por qué has de pasar hambre
entonces?
El Dios se emocionó por la actitud del conejito y, con lágrimas de amor
y emoción en sus ojos alzó al conejito tan alto como sus brazos
pudieron hacerlo.

Así llegó a acariciar la luna y quedó en ella dibujada la silueta del


conejito. Luego bajó sus brazos cargando al conejito y lo dejó donde
antes se encontraba sin dejar de mirarlo con un profundo amor por su
actitud.

Luego el Dios ascendió nuevamente hasta los cielos y el conejito


se quedó observando asombrado como su silueta se dibujaba en
la Luna en honor a aquel acto de generosidad y amor que había
tenido.

Moraleja: Todos los actos de generosidad tienen finalmente su


recompensa.
Leyenda De Tepoztécatl

Tepoztécatl nació de una princesa cuyo embarazo fue producto del


amor de un pajarillo. El pequeño, fue nombrado por su madre como
Tepoztécatl. Ella era inmensamente feliz con su niño, sin embargo,
cuando los padres de la princesa se enteraron de aquel bebé, se
molestaron mucho con ella, ya que no estaba casada, por lo que la
obligaron a abandonar al niño lejos de su hogar.

Al abandonarlo, la princesa lo dejó cerca de un hormiguero, fue


entonces cuando las hormiguitas lo alimentaron con gotas de miel
que obtenían de un panal de abejas. Poco después de alimentarlo,
las hormigas dejaron al bebé cerca de un maguey. Al tenerlo entre sus
pencas, el maguey lo cobijó y alimentó con el aguamiel que llevaba
en su interior. Tiempo después el maguey lo colocó en una caja y lo
puso sobre las aguas del río Atongo, hasta que una pareja de
ancianos que vivían en Tepoztlán lo encontraron y criaron como si
fuera su hijo.

El pequeño Tepoztécatl creció hasta convertirse en un fuerte y hábil


guerrero. Un día una malvada serpiente llamada Mazacóatl apareció
por Xochicalco amenazando a los habitantes de aquel pueblo.
El padre adoptivo de Tepoztécatl fue elegido para acabar con
aquella espantosa criatura, pero el hombre se encontraba muy viejo
y cansado, por lo que Tepoztécatl decidió tomar su lugar y luchar
contra la serpiente. Para ello el joven tomó muchos trozos de
obsidiana y al estar luchando contra la criatura le cortó las entrañas
con los cristales, terminando así con su vida.

Cuando regresó a su pueblo Tepoztécatl se convirtió en su


héroe, todos celebraron su victoria y lo nombraron Señor de
Tepoztlán y sacerdote del Dios Ometochtli. Años después Tepoztécatl
desapareció y se fue a vivir para siempre a la pirámide que se
encuentra en la cima del cerro del Tepozteco.
La leyenda de la llorona
Cuenta la historia de la Llorona que, hace mucho vivía una Mujer junto a sus
tres hijos, ellos vivían bien y eran felices, hasta que en una noche de invierno,
ocurrió algo terrible. El padre de los niños, regresó después de muchos años
de haberlos abandonado.

Ellos habían vivido muy feliz sin él sin este mal hombre, siempre paraba
gritando y en borracheras, sin olvidar que siempre los castigaba sin sentido,
así como también se metía con la Madre. La Mujer siempre rezaba para que
este hombre no regrese, pero lastimosamente regresó.
Cuando llegó este hombre, de una patada tiró la puerta y gritó por qué no lo
habían recibido. Los niños muy espantados se escondieron. La Madre se enfrentó
a su Esposo con tal de defender a sus hijos pero lamentablemente, ella fue
golpeada y se desmayó por varias horas. Cuando ella despertó, lo primero que
hizo fue buscar a sus hijos, pero al buscarlos por toda la casa, no los encontró ni a
su Esposo. Muy desesperada, salió fuera de la casa y corrió bajo la tormenta
llorando y gritando el nombre de sus hijos por varios días, meses, años, pero nunca
los encontró.

Un día, tras buscarlos por mucho tiempo, la Madre murió de tristeza.


Tampoco se supo nada de los niños, ni mucho menos de aquel hombre que
se los llevó. Desde ese entonces, el espíritu de esta Madre no descansa y
todas las noches se le oye llorar y lamentar por los alrededores de los pueblos
buscando a sus hijos.

Las mujeres que logran oír los lamentos y gritos de la Llorona, corren
asustadas rápidamente tras sus hijos para esconderlos de ella, por qué si los
encuentra, se los puede llevar para siempre.
La leyenda de los volcanes
El Rey tenía una hija muy hermosa llamada Iztlacíhuatl.

La princesa y el guerrero Popocatépetl estaban enamorados. Era época de


grandes batallas entre los diferentes pueblos que luchaban por tener el
control del Valle de México, así como buen guerrero, Popocatépetl tuvo que
cumplir su misión en la guerra.

Antes de partir, la princesa le prometió que lo esperaría por siempre jamás. Él,
que partía muy preocupado, pidió al rey que le concediera la mano en
matrimonio de la princesa si volvía vencedor, a lo que el Rey accedió
diciéndole que si a su regreso traía en la punta de su lanza la cabeza del
cacique enemigo, Popocatépetl, sería premiado como héroe y su lecho de
amor estaría preparado. Así Popocatépetl partió determinado en cumplir su
encargo la más pronto posible y regresar a desposar a la bella Iztlacíhuatl,
quien paciente esperaba la hora de que su amado llegara victorioso. Pasó
mucho tiempo, el noble Guerrero enfrentó incontables batallas en toda la
tierra, en la lluvia, en el frío y en el calor, pero pasaban los meses y no
encontraba al cacique enemigo. Pasaron los años y Popocatépetl no volvía,
la princesa, fiel a su promesa seguía esperándolo.

En fin, un consejero malvado al Rey mintió diciéndole a la princesa que su


amado había muerto en la batalla. Lleno de tristeza y desesperación,
Iztlacíhuatl se falleció para qué estuviera con su amado. Popocatépetl
regresó victorioso un poco después la muerte de Iztla con la cabeza del
cacique en la punta de su lanza y sus esperanzas puestas en su corazón se
acercaba al palacio del Gran Rey, quien salió a su encuentro lloroso y muy
triste, solo para anunciarle que la joven y bella princesa había fallecido.
Popocatépetl, envuelto el llanto y desesperación corrió hacía su amado, solo
para encontrar donde yacía dormida bajo el sol. Entonces el noble Guerrero
postrado ante el cuerpo de su amada, se inclinó y sintió en sus labios la boca
que nunca en vida pudo besar.
Quebrado en sus rodillas, Popocatépetl profundamente triste y desilusionado
porque comprendía que de nada le serviría la gloria, el poder y la riqueza,
sin el amor de Iztlacíhuatl. El Guerrero tomó entre sus brazos el cuerpo de su
amada, caminó hacia las montañas y la colocó en la cima de la montaña
más alta, encendió una fogata y se arrodilló a sus pies velando eternamente
su sueño eterno. Pasaron los años, sus cuerpos permanecieron inmóviles y
después de varios siglos, cubiertos por las nieves eternas, formaron los dos
volcanes que ahora llevan su nombre y vigilan por siempre el Valle de
Anahuac. Hasta hoy se puede oír al Popo llorando por su amada cuando el
volcán arroja.
Leyenda de
Cempasúchil
Esta leyenda cuenta la historia de amor de dos jóvenes
Aztecas,; Xóchitl y Huitzilin así como la leyenda sobre la flor de Cempasúchil.

El romance de estos dos jóvenes comenzó cuando aun eran pequeños.


Siendo niños se divertían jugando juntos y disfrutando de los alrededores de
su pueblo. Con el tiempo, fue natural que entre ellos un gran amor floreciera.

Cuentan que todas las tardes subían a lo alto de la montaña a llevarle flores
a Tonatiuh, el dios sol, él parecía sonreírles desde las alturas ante la ofrenda
de los enamorados, y ellos juraron amarse por siempre, incluso más allá de la
muerte.

Un día llegó la guerra y los amantes tuvieron que separarse ya que el


joven Huitzilin tuvo que marcharse a luchar.

Tristemente al poco tiempo llegaron noticias de que Huitzilin había sido


herido y finalmente muerto. La bella Xóchitl sintió que su corazón se
quebraba de dolor.
Decidió subir por última vez a la montaña para implorarle a Tonatiuh, el Dios
Sol, que la uniera por siempre con su amor. El Sol conmovido lanzo uno de sus
rayos y al tocar a la joven la convirtió en una hermosa flor, de colores tan
intensos como los mismos rayos del sol.

Es así como nació la flor de cempasúchil, la flor de


muertos.

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