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Tema 1
Tema 1
Tema 1
A mediados del siglo XX, la filósofa existencialista Simone de Beauvoir afirmó: “No se nace mujer, se
llega a serlo”, revelando así que son las civilizaciones, y no la naturaleza, las que elaboran el papel y la
posición que tienen las mujeres o los hombres en las sociedades.
Se preguntará entonces por qué si desde hace tantos años se tiene evidencia de que las
características que asociamos regularmente a las mujeres y a los hombres son producto del
aprendizaje social, más que de un determinismo biológico, se sigue tratando a las personas de manera
diferente y esperando cosas distintas de ellas en función de su sexo.
La dificultad radica en que cuesta separar el cuerpo biológico del deber ser masculino o femenino que
nos mandata la sociedad. Por ello, es muy importante comenzar por aclarar la diferencia entre los
conceptos sexo y género.
Cuando una persona nace una de las primeras cosas que se determina es su sexo, es decir, si se trata
de un niño o una niña. Esta definición se deriva básicamente de la apreciación de sus características
físicas observables, o sea, si posee pene y el escroto o vulva /clítoris y labios mayores y menores; pero
el sexo es mucho más que eso. De acuerdo con organismos internacionales de salud y sexología, el
sexo es el “conjunto de las características biológicas que definen como hembras y machos al espectro
de los seres humanos” (OPS, 2000, p. 7).
Cabe mencionar que la conformación de cada uno de estos niveles que integran el sexo se define en
un proceso complejo durante el desarrollo intrauterino que puede verse afectado por diversos factores,
por lo que existen casos en los que alguno de ellos se ve modificado. De ahí que la categorización
sexual humana binaria, tal como la conocemos, mujer vs. hombre, no representa fielmente la realidad
de las combinaciones de niveles sexuales existentes en la naturaleza y que se conocen como estados
intersexuales.
Dado el origen biológico del sexo, hasta hace pocos años se pensaba que estas características no
podían cambiar. Sin embargo, las ciencias biomédicas han confirmado que lo único que no se puede
modificar en un cuerpo humano es el sexo cromosómico, mientras que todos los demás elementos son
transformables mediante intervenciones quirúrgicas y tratamientos hormonales, lo cual permite que
haya personas transexuales, es decir, que cambiaron de sexo.
También se creía que las características sexuales determinaban las cualidades y conducta de mujeres
y de hombres, es decir, se pensaba que las prácticas, ideas y discursos considerados “femeninos” que
se asocian directamente con las mujeres, así como aquellos considerados “masculinos” y asignados a
los hombres, eran realidades esenciales e inmutables determinadas por la biología. No obstante, los
aportes de las ciencias sociales enfatizan la influencia de la educación y la cultura en la construcción
de la subjetividad y la conducta de las personas a partir de la designación social del sexo.
Una vez que alguien es categorizado como mujer u hombre, comienza un proceso complejo que da
lugar a la construcción de la identidad femenina o masculina. La sociedad espera ciertos
comportamientos de unas y de otros, como si estos derivaran de forma inherente de las características
sexuales. Sin embargo, las personas desarrollan dicha identidad dependiendo de las cualidades y
tareas que les son impuestos en la cultura a la que pertenecen.
Por ejemplo, en nuestra cultura aún se espera que las mujeres sean sensibles, dependientes,
serviciales y que se dediquen a tareas relacionadas con el cuidado de integrantes de la familia o de la
sociedad. En contraste, se espera que los hombres sean fuertes, propositivos, con capacidad para la
toma de decisiones y que se enfoquen en tareas económico-productivas o políticas.
Pareciera que las potencialidades humanas tales como la inteligencia, la capacidad de resolver
problemas, la empatía o el cuidado de personas estuvieran limitadas por el hecho de pertenecer a un
sexo en particular.
Para reflexionar…
Instrucciones:
Antes de continuar, le invitamos a pensar en todas las veces que ha deseado expresar o hacer algo y
se ha limitado porque considera que no es propio de su sexo.
Por ejemplo, si es hombre, tal vez cree que no puede abrazar a un compañero cuando se siente triste,
o llorar para expresar su impotencia cuando se siente rebasado ante una situación; si es mujer, limita la
expresión de su enojo ante algo que le enfurece, o la manifestación de su deseo de acercarse a
alguien que le atrae.
Asimismo, en su labor docente, repase cuántas veces ha impuesto límites a las y los estudiantes a
partir de las mismas creencias.
Por ejemplo, pudo haber excluido a las niñas de tareas que implican el uso de fuerza física, como
cargar cosas; mientras que ha evitado que los niños participen en tareas asociadas a lo doméstico,
como servir las bebidas en un convivio.
Como podrá observar, las personas no somos ajenas a las construcciones de género y las
reproducimos en todos los espacios en que participamos a diario. De ahí la importancia de identificar
qué ideas, creencias y valores tenemos en torno a lo que significa ser mujer y ser hombre, y desechar
todas aquellas que limiten el propio desarrollo integral y el de niñas y niños con quienes trabajamos y,
con mayor razón, cuando la labor que se realiza tiene un efecto tan determinante en el desarrollo de las
personas y la sociedad.
A este sistema o red de creencias, actitudes, valores, formas de comportamiento y manera de ver el
mundo que se aprenden desde el nacimiento y que son diferentes dependiendo de la etiqueta que se le
ponga, de mujer u hombre, se le conoce como género (OPS, 2000). Por ello, se puede afirmar que el
género es el resultado de una construcción social e histórica que toma como base algunos aspectos
del sexo para clasificar a los seres humanos en dos grupos: masculino y femenino.
Sin embargo, existe la posibilidad de una categoría intermedia entre lo masculino y lo femenino, que los
vincula dinámicamente a través de un continuum transgenérico (Barrios y García, 2008). Es decir, hay
mujeres y hombres que tienen la convicción personal y subjetiva de pertenecer al género masculino, al
femenino, o a ninguno de ellos. A esta auto-asignación se le conoce como identidad de género y
depende de qué tan identificada se siente una persona con las prácticas, valores, características y
tareas que le han sido asignados; esto puede o no corresponder con su sexo biológico.
De ahí que el género pueda utilizarse como una herramienta de análisis para explicar cómo se
construyen las experiencias de las mujeres respecto a las de los hombres y por qué estas se
caracterizan por establecer opuestos
(femenino/masculino, racional/intuitivo, político/doméstico, público/privado) y una distribución desigual
de bienes, recursos, derechos y poder. Esto tiene una importancia considerable, ya que a pesar de que
las normas, prácticas y valores que rigen el género deberían adaptarse a las características y
necesidades de cada sociedad, aún persisten representaciones de lo femenino y masculino en nuestra
cultura que no reflejan las particularidades y tareas que realizan las mujeres y los hombres en el
contexto actual.
Por ejemplo, se defiende la idea de que las mujeres, dada su capacidad de embarazarse y parir, son
las únicas responsables de las tareas de cuidado, lo que se traduce en situaciones de desigualdad que
les impiden tener el tiempo y las condiciones necesarias para desarrollarse en otros ámbitos de su vida
y acceder a mejores oportunidades y recursos, con miras a favorecer el pleno ejercicio de sus
derechos.
Sabía que…
Datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (Endireh,
2016), con información de mujeres de 15 años de edad o más que viven en el país, muestran cómo
algunas creencias refuerzan el orden de género:
6% está de acuerdo con que las mujeres deben ser igual de responsables que los hombres de
traer dinero a casa y de cuidar a niñas, niños y personas ancianas o enfermas; mientras que
47.6% opina que las mujeres que trabajan descuidan a sus hijas e hijos.
47% considera que las mujeres no deben tener derecho a salir solas en la noche a divertirse, y
32.2% opina que las mujeres deben vestir sin escotes para no ser molestadas por los hombres.
3% está de acuerdo con que los hombres deben ganar más salario que las mujeres.
7% no está de acuerdo con que los hombres deben encargarse, al igual que las mujeres, de las
tareas de la casa, así como de cuidar a niñas, niños y personas enfermas o ancianas.
4% considera que los hombres deben tener mejores puestos que las mujeres en los trabajos.
8% señaló que las mujeres casadas deben tener relaciones sexuales con su esposo cuando él
quiera.
La distinción entre sexo y género es necesaria para reconocer que, entre mujeres y hombres, hay
diferencias anatómicas, fisiológicas y sexuales evidentes; pero también hay diferencias en los roles,
atributos y relaciones que construye y determina la cultura. Por ejemplo, a las mujeres se les considera
emocionales, mientras que a los hombres se les atribuye la inteligencia o la fuerza física.
Para reflexionar…
Antes de revisar este contenido le invitamos a elaborar una lista de todos aquellos mensajes que
recibió durante la infancia, la adolescencia, la juventud y la adultez, sobre lo que significa ser mujer o
ser hombre, según sea su caso. Incluye tanto las características o los comportamientos, como las
tareas que le tocaba hacer.
Posteriormente, identifique quién le dio ese mandato: si alguien de su familia, su grupo de amigas o
amigos, algún profesor o profesora, una autoridad religiosa o los medios de comunicación mediante
anuncios, imágenes, canciones, películas, etc.
Cuando tenga la lista, compare si hay diferencias entre los mensajes que recibió en cada etapa o por
parte de quien se los dio.
Reflexione qué tanto su identidad como mujer u hombre concuerda o difiere de los mandatos recibidos
y, en su caso, qué le llevó a rechazarlos.
Como podrá observar, las ideas sobre el significado de ser mujer u hombre no son estáticas a lo largo
de su propio desarrollo; incluso, compárelas con las que crecieron sus abuelas, abuelos, padre o
madre, o con las que viven sus alumnas y alumnos y notará diferencias importantes.
Tomado de: https://cutt.ly/HcAjPbz
El proceso de la socialización del género inicia en la familia, con las expectativas que tienen madres,
padres y demás personas responsables de la crianza sobre lo que se espera de ese bebé y la forma de
educarlo, dependiendo de si es niño o niña, y que, en su mayoría, se basan en esquemas que
responden a la cultura en la que se desarrolla esa persona.
Tomado de: https://cutt.ly/gcAjpN2
En las familias, la niña o el niño encuentra los primeros modelos de feminidad y masculinidad y puede
percibir cómo se relacionan. Por ejemplo, quién se hace cargo del cuidado de las hijas y los hijos,
realiza trabajo fuera de casa, administra los diferentes recursos de los que dispone el grupo familiar,
toma las decisiones, quién tiene el poder, etc.
Para reflexionar…
Instrucciones:
Observe las siguientes imágenes de búsquedas realizadas y revise el tipo de juguetes que se producen
para niñas y niños.
¿Para quiénes están dirigidos los juguetes asociados con la maternidad, labores domésticas o los que
resaltan características de belleza asociadas a lo femenino?
¿Para quiénes están dirigidos los juguetes asociados con superhéroes, artículos bélicos o que implican
la puesta en marcha de destrezas físicas, como es el caso de los deportes?
Es importante mencionar que dicha socialización del género incluye diferentes mecanismos, entre los
cuales se destacan los estereotipos y roles de género.
Estereotipos de género
A través de estos mecanismos se busca que el rol perdure, es decir, que se mantengan las
responsabilidades asignadas socialmente a las personas según su sexo, así como las relaciones entre
mujeres y hombres en una determinada organización social en la que a ellos se les asigna el espacio
público, mientras que a ellas se les ubica en el espacio doméstico o privado.
Se puede decir que estos mecanismos funcionan como los “guardianes del orden” de género y limitan
las aspiraciones, capacidades y anhelos que unas y otros puedan desarrollar.
Los estereotipos y roles de género más comunes que en nuestra cultura son los siguientes:
Mujeres Hombres
Estereotipos Coqueta Conquistador
Subordinada Poderoso
Dependiente Independiente
Sumisa Dominador
Obediente Rebelde
Torpe Inteligente
Emocional Racional
Roles Administrar la riqueza Generar la riqueza
Ser madres, esposas, amas de casa Ser proveedores, jefes de familia, políticos, líderes
Además, estos mecanismos son la base del sexismo, es decir, prácticas y actitudes que promueven el
trato diferenciado de las personas en razón de su sexo y que, debido a la jerarquización, validan una
serie de creencias infundadas sobre la superioridad de los hombres, Las cuales generan privilegios
hacia ellos en tanto favorecen la discriminación de las mujeres.
Existen dos formas de naturalizar la discriminación contra las mujeres: primero, manifestar como un
hecho “natural” que ellas ocupen un lugar subordinado porque son “naturalmente” inferiores, y,
segundo, aludir a discursos que manifiestan abiertamente que la discriminación ya no existe
(Fernández, 1994).
Tomado de: https://cutt.ly/icGTFb6
De la misma manera, la perspectiva de género posibilita mirar la realidad desde
otro punto de vista, pues proporciona herramientas (teóricas y metodológicas)
para cuestionar lo aprendido a través del tiempo y asumido como algo natural,
por ejemplo, la forma en que se relacionan mujeres y hombres. En este curso le
invitamos a reaprender a observar el mundo para identificar las desigualdades
que afectan a las personas, en específico en el ámbito escolar y principalmente
a las mujeres y niñas.
Por lo anterior, es importante que como docente pueda incorporar esta forma de
aproximación al mundo con la finalidad de cuestionar todas aquellas creencias,
valores y prácticas que limitan el desarrollo integral y el pleno ejercicio de los
derechos de las y los estudiantes debido a su sexo.
Tomado de: https://cutt.ly/HcGSMTg
Cabe señalar que este cambio de mirada es un proceso gradual y debe ser
permanente, pues implica deconstruir muchas de las cosas aprendidas a lo
largo de la vida, por lo que puede ser un desafío. Sin embargo, es una gran
oportunidad para contribuir a la construcción de una sociedad en la que todas
las personas sean valoradas y se respeten sus derechos para el logro de su
máximo potencial. Por consiguiente, el primer paso es hacer una reflexión
honesta y profunda sobre la concepción de mujer y hombre que se tiene para
identificar todos aquellos mandatos de género que se han internalizado a lo
largo de la vida, para evitar dejarse llevar por ellos o reproducirlos en el trato
con las y los estudiantes.
Instrucciones:
Además, se requiere hacer notar que no hay una sola forma de actuar en
masculino o en femenino y que estas no son inseparables de hombres o
mujeres, sino construcciones socioculturales en permanente transformación que
se pueden expresar de formas infinitamente diversas, dependiendo de múltiples
variables como el tiempo, la cultura, la clase social, la edad, la raza, el ámbito
de actividad y la orientación sexual, entre otras.
Expresión Alternativa
Los profesores han puesto muchos El profesorado ha puesto muchos deberes a las alumnas y los
deberes a los alumnos. alumnos.
Los trabajadores de esa empresa… La plantilla de esa empresa…
Los políticos se preparan para la La clase política se prepara para la campaña electoral.
campaña electoral.
Los expertos recomiendan… El personal experto recomienda…
Los usuarios… Quienes utilizan este servicio…
Si todos ponemos de nuestra Si cada cual pone algo de su parte…
parte…
Nosotros dijimos lo que estábamos Dijimos lo que estábamos pensando…
pensando…
Tomado de: https://cutt.ly/JcGJTdR
Todas las personas son titulares de todos los derechos humanos. Dicho
principio se encuentra estrechamente relacionado con la igualdad y no
discriminación; para lograr la igualdad efectiva, es necesario no perder de vista
las circunstancias o necesidades específicas de las personas.
Interdependencia:
Cada uno de los derechos humanos se encuentra ligado a los otros. Es decir, el
reconocimiento de uno de ellos, así como su ejercicio, implica necesariamente
que los demás derechos también sean protegidos y respetados.
Indivisibilidad:
Implica que los derechos humanos no pueden ser fragmentados, cualquiera sea
su naturaleza. Cada uno de ellos conforma una totalidad, ya sean civiles,
políticos, económicos, sociales, culturales o ambientales. Puesto que están
interrelacionados, el avance en alguno de los derechos le da posibilidad a otro
de avanzar, así como la negación de uno afecta a los demás (ACNUDH, s/f).
Progresividad
Es obligación de los Estados asegurar el progreso en el desarrollo de los
derechos humanos, además de que existe una prohibición para que cualquier
Estado realice acciones que busquen el retroceso de los derechos
garantizados. Se deben proporcionar las condiciones óptimas de disfrute de los
derechos y no disminuir ese nivel logrado. Este principio se ha relacionado
particularmente con los derechos económicos, sociales, y culturales y
ambientales (DESCA), aunque no debemos olvidar los civiles y políticos. El
Estado debe poner en marcha todos los recursos que tenga a su alcance para
su cumplimiento (CNDH, 2017).
Un ejemplo es la obligación que asumió el Estado mexicano respecto a la
educación. La que este imparta será obligatoria, universal, inclusiva, pública,
gratuita y laica, como lo establece el artículo tercero constitucional. Es por eso
que no debe eliminarse u omitirse ninguno de estos criterios dentro de la
obligatoriedad estatal.
Para reflexionar…
Instrucciones:
Para tener una mirada más amplia sobre la infancia, es importante considerar lo
siguiente:
Las niñas y los niños son personas: no son propiedad de su madre o padre ni
del Estado, y tampoco son personas adultas que se encuentran en proceso de
formación; es importante subrayar que tienen el mismo estatus del resto de los
integrantes de su familia.
A pesar de que nuestro país reconoce que hombres y mujeres somos iguales,
las mujeres han enfrentado por largo tiempo, situaciones históricas y
estructurales que, como revisamos en el módulo anterior, se basan en
diferencias biológicas que obstaculizan el ejercicio pleno de sus derechos.
Los derechos de las mujeres comprenden todos los aspectos de sus vidas,
tales como salud, incluyendo la sexual y reproductiva, educación, participación
política, bienestar económico, así como vivir libres de violencia, por citar
algunos.
1.5 ¿Cuáles son los derechos de las mujeres?
siguientes derechos:
Instrucciones: dé clic en los botones para descubrir la información.
1. Derecho a la igualdad sustantiva
Reconoce la contribución de las mujeres al desarrollo de la ciudad, para que exista igualdad de
derechos entre mujeres y hombres y para que se haga realidad la participación de las mujeres en todos
los aspectos de la vida social, política, económica y cultural en las mismas condiciones que los
hombres, sin discriminación ni trato desigual.
2. Derecho a la integridad y al acceso a una vida libre de violencia
Todas las mujeres tienen derecho a ser respetadas en su integridad física y psicológica, así como a
una vida libre de violencia.
3. Derecho a la ciudad
Garantizar el derecho a la ciudad consiste en el uso pleno y equitativo de la ciudad, aplicando
principios de justicia social, democracia, participación, igualdad, sustentabilidad, de respeto a la
diversidad cultural, a la naturaleza y al medio ambiente.
4. Derecho a la seguridad ciudadana
Toda persona tiene derecho a la convivencia pacífica y solidaria; a la seguridad ciudadana y a una vida
libre de amenazas generadas por la violencia y los delitos.
5. Derecho a la autodeterminación personal
Toda persona tiene derecho a decidir sobre su vida y al libre desarrollo de una personalidad.
6. Derechos sexuales
Todas las mujeres tienen derecho a la sexualidad y a decidir con quién quieren compartirla; a ejercerla
de forma libre, responsable e informada, sin discriminación y con respeto a la preferencia y orientación
sexual, la identidad de género, la expresión de género y las características sexuales sin coerción ni
violencia; así como una educación en sexualidad y servicios de salud sexual y reproductiva científica y
laica, respetando la autonomía progresiva de niñas, niños y adolescentes.
7. Derechos reproductivos
Todas las mujeres tienen derecho a decidir de manera libre, voluntaria e informada a tener hijos o no
tenerlos, con quién, en qué número y tiempo de forma segura, sin presión ni violencia, así como a
recibir servicios integrales de salud reproductiva.
8. Derecho de las personas LGBTTTI
Se reconocen y protegen los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero,
travesti, transexuales e intersexuales, para tener una vida libre de violencia y libre de discriminación,
con igualdad a familias formadas por parejas de personas pertenecientes a esta comunidad.
9. Derecho al cuidado
Todas las personas tienen derecho al cuidado, el cual será proporcionado por un sistema de cuidados
para atender prioritariamente a personas en situación de dependencia por enfermedad, discapacidad,
ciclo vital, y a quienes estén a cargo de su cuidado.
10. Derecho al tiempo libre
Todas las mujeres tienen derecho al tiempo libre para la convivencia, el esparcimiento, el cuidado
personal, el descanso, el disfrute del ocio y a una duración razonable de su jornada de trabajo.
11. Derecho al acceso a la justicia
Todas las mujeres tienen derecho a denunciar la violación de sus derechos para hacerlos exigibles y
acceder a la justicia, a la protección efectiva y al debido proceso, así como a la defensa y asistencia
jurídica de calidad (Secretaría de las Mujeres, s/f).
[1]
Se considera importante incluir algunos derechos que estipula la Constitución Política de la Ciudad
de México, puesto que es la legislación que protege de manera más amplia los derechos de las
mujeres.
Tema 2. El derecho a la igualdad y a la no
discriminación
El derecho a la igualdad y a la no discriminación es la base del Sistema Universal de Protección de los
Derechos Humanos y es un principio establecido en varios instrumentos internacionales.
En el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas (1945) se reafirma “la fe en los derechos
fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres
y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”, y en el artículo 1 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos (1948) se establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos (ONU MUJERES, s/f).
La igualdad y la no discriminación entre las personas son pilares fundamentales para la construcción
de sociedades modernas. A pesar de encontrarse reconocidos en un sinnúmero de instrumentos
jurídicos tanto a nivel internacional como nacional, aún nos queda mucho camino por recorrer para que
sean una realidad.
Las diferencias entre las personas son innegables, pero particularmente en el caso de hombres y
mujeres, estas diferencias han sido discriminatorias para ellas, lo cual viola los principios de la igualdad
de derechos y el respeto a la dignidad humana.
Es importante tener muy clara la diferencia entre estos dos conceptos, ya que es muy importante
tenerlos en cuenta en nuestro trabajo como docentes.
La equidad tiene como propósito último contribuir a lograr la igualdad, por encima de las diferencias
que puedan existir, cualquiera que sea la naturaleza de esas diferencias que puedan crear desventajas
para unas personas frente a otras. La equidad se hace presente en el trato que se brinda las
necesidades e intereses de las personas que son diversas o diferentes. La equidad se hace posible
cuando el trato concreto, práctico, que se da a las personas está basado en la consideración justa de
las necesidades e intereses impuestos por la diferencia, de manera que ese trato justo permita lograr
que la igualdad de derecho o de jure (la que está en la ley, en la norma) se haga real, se exprese en
los hechos, aun cuando las personas presenten diferencias.
La equidad es lo que va a permitir dar trato diferente a quienes están en desventaja, para que tengan la
posibilidad de lograr sus objetivos comunes en condiciones de igualdad frente a las otras personas. Por
eso la equidad supone trato diferencial a favor de quienes están en desventaja (…) (García, s/f).
El derecho a la no discriminación se desprende del principio de igualdad, reconocido en el artículo 1º, párrafo
quinto, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en distintos tratados e
instrumentos internacionales en materia de derechos humanos. En México, el derecho a la no discriminación
también se enuncia en el artículo 4 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, como
mencionamos en el primer tema.
Pero, que exista una amplia legislación en materia de igualdad y no discriminación y un sinnúmero de
instrumentos jurídicos no es suficiente para lograr la prevención y eliminación, tanto de hecho como de derecho,
de la discriminación en nuestro país.
Como docentes, es importante actuar para que todas las niñas, niños y adolescentes de su comunidad escolar
en general, y en particular de sus grupos, logren los aprendizajes esperados, sin importar su sexo, su origen, sus
características físicas, emocionales, sociales o culturales, incluidos aquellos que se alejan de los modelos
tradicionales de sexo y género o presentan problemas de aprendizaje y/o, en su caso, discapacidad.
La palabra diversidad proviene del latín diversitas, que quiere decir variedad, diferencias, cosas distintas.
Cuando hablamos de diversidad, e incluimos la idea de diferencia, pensemos que en sí mismas, no conllevan de
manera inherente, un juicio moral, una función o ventajas/desventajas. Podemos pensar, por lo tanto, que la
diversidad se construye (Ramos, 2012).
La diversidad sexual se refiere a diferentes formas de expresar el afecto, erotismo, deseo, las prácticas
amorosas y sexuales entre las personas, las cuales no se limitan a la relación entre un hombre y una mujer
(heterosexual); también incluye las relaciones entre personas del mismo sexo (homosexualidad) o entre quienes
sostienen relaciones erótico-afectivas con hombres y mujeres (bisexualidad).
El término diversidad sexual pone sobre la mesa la necesidad de cuestionar la idea de que solo existe una forma
de ejercer la sexualidad y los afectos. A partir de los lentes de la diversidad, visibilizamos otras formas de
expresiones erótico-afectivas, además de la heterosexual. Incluye también la idea de que la identidad de género
de una persona puede ser independiente del sexo con el que nació y su orientación sexual.
Tomada de: https://bit.ly/3tb352K
Las personas lesbianas, gay, bisexuales, transexuales, transgénero, travesti, e intersex[2] (LGBTTTI) enfrentan
obstáculos sustantivos en el ejercicio de sus derechos. Podemos citar como ejemplos el acceso a la educación,
al empleo o a la salud, e incluso, en el mismo proceso de desarrollo de su identidad, las personas que tienen una
orientación sexual, identidad o expresión de género, o características sexuales diversas, ven negados sus
derechos por prejuicios sociales o sesgos en las diversas legislaciones, esto pese a que se cuenta con
instrumentos internacionales que brindan las bases para el respeto de las personas LGBTTTI.
Por lo general, dichos prejuicios resultan de reconocer solamente la heterosexualidad, así como la idea de que
debe haber una congruencia entre la identidad de género de una persona y el sexo que le fue asignado al nacer,
o bien, a las características corporales que se consideran “normales”. En ocasiones, esto contribuye a que se
presenten casos de violencia que pueden terminar con la vida de las personas (Conapred, s/f).
Sabía que…
Además de expresarnos y asumir roles, las personas tenemos un sexo y nos percibimos e identificamos con un
género determinado. La identidad sexual es la conciencia de pertenecer a un sexo, mientras que la identidad de
género hace referencia a la experiencia de género que una persona siente, interna e individualmente, que puede
coincidir o no con su sexo.
Ambas identidades pueden o no corresponder con el sexo o el género de una persona. Existen personas que no
se identifican con el sexo/género con el que fueron asignadas al nacer. A dichas identidades las denominamos
trans: transexuales, transgénero o personas no binarias.
Trans es un término paraguas que abarca a diferentes identidades y expresiones de género. En general, se
aplica a las personas cuya identidad sexual o de género no coincide con la asignada en el momento del
nacimiento. (…) Algunas personas trans se identifican como hombres o mujeres, mientras que otras lo hacen
con categorías de género no-binarias (Solá, 2020).
Algunas personas trans optan por hacer cambios en su cuerpo (con hormonas o, en su caso, cirugías) para que
su aspecto corresponda con lo que socialmente hemos aprendido que es un hombre o una mujer; otras deciden
expresar su género a través de la elección de ropa, la alimentación, el ejercicio físico u otros elementos y
manifestaciones.
Desde el ámbito de la medicina, se denomina transexual a la persona que, se identifica con el sexo opuesto a su
sexo biológico.
El término transgénero es una palabra que viene del ámbito social. A pesar de que su identidad no se
corresponde con la asignada al nacer, algunas personas transgénero, deciden no adoptar del todo las formas
socialmente aceptadas de ser hombre o mujer.
Finalmente, hay personas de género no binario, cuya identidad no corresponde a la de hombre ni a la de mujer;
se identifican con rasgos masculinos o femeninos y, a la vez, no se reconocen ni como hombres ni como
mujeres de forma absoluta.
Para los docentes, es importante conocer todo el espectro de la diversidad posible en los estudiantes y favorecer
su integración respetuosa a la comunidad escolar, sin que sufran discriminación por este motivo.
Para reflexionar…
Instrucciones:
Cuando nos relacionamos con personas trans es importante respetar el género, así como su nombre y el sexo
con el que se autodefinen. Para ello, en la gran mayoría de los casos, basta con observar su apariencia e
identificar el nombre con el cual se presentan para que sean reconocidas y tratadas de acuerdo con su identidad
sexual y de género.
Fuente: Solá García, M. (2020). Guía básica sobre diversidad sexual y de género. Disponible
en: https://bit.ly/3bQMH1n
Es importante tener claro que la identidad de género no es lo mismo que la orientación sexual, por ejemplo, las
personas trans se pueden identificar como heterosexuales, bisexuales u homosexuales.
3.3 Diversidad de modelos de familia
Los cambios socioculturales de las últimas décadas han materializado transformaciones al interior de lo que
conocíamos tradicionalmente como familia. Cada vez son más los modelos familiares que han logrado un
reconocimiento social e institucional y poco a poco se van alcanzando acuerdos sobre su reconocimiento legal
que han facilitado la vida cotidiana de estas familias.
Existen distintas estructuras familiares, entre las cuales podemos mencionar las siguientes (Familias en Positivo,
s/f):
Familias nucleares: son conocidas también como biparentales y por lo regular están compuestas por un
hombre y una mujer, con o sin hijos e hijas.
Familias extensas: son las familias compuestas por el papá, la mamá, los hijos y algún otro miembro no-
nuclear, en ocasiones de otra generación. Estas familias se conforman, por ejemplo, cuando el abuelo, la
abuela, o los dos, habitan con la familia nuclear. Sin embargo, en los últimos años han crecido las
familias extensas en las cuales la tercera generación se forma con la llegada de las nietas y los nietos.
Familias monoparentales: están constituidas por un padre o una madre, pueden proceder de una
separación, divorcio, viudez o de la opción de crianza individual que eligen algunas personas. Suelen
estar compuestas por al menos un hijo o hija menor de 18 años y pueden contar con otros miembros,
como abuelas, abuelos o, hermanas o hermanos.
Familias reconstituidas: están formadas por personas que han tenido una relación de convivencia familiar
previa y que se unen a una nueva pareja, aportando o no hijos e hijas por una o ambas partes.
Familias adoptivas y familias que acogen de forma temporal: con hijos e hijas naturales, o no, amplían su
hogar con más niños y niñas que no son su descendencia biológica.
Familias homoparentales: parejas del mismo sexo que pueden convivir solas o con hijos e hijas propios.
Familias multiculturales: núcleos familiares entre personas que proceden de entornos culturales o étnicos
diferentes y que forman la familia en el país de acogida.
La diversidad es una característica intrínseca de los sujetos, por lo tanto, no debe ser vista como un problema u
obstáculo que hay que enfrentar, sino como una experiencia enriquecedora (Conapred, 2013).
Desde hace varias décadas, hemos visto entornos mucho más diversos de los que conocíamos antes. En el
ámbito escolar, es importante que, como docentes, fortalezcamos la idea de que la diversidad aporta beneficios
como son el crecimiento intelectual y el desarrollo de valores para la convivencia armónica en las y los
estudiantes.
Si hablamos de diversidad, es ineludible poner sobre la mesa la importancia de incorporar en la ecuación el tema
de la inclusión, es decir, en nuestro caso en particular, debemos hacer referencia a la educación
incluyente o inclusiva, que valora y respeta la diversidad de los integrantes de la comunidad escolar.
Cuando hablamos de educación incluyente o inclusiva, cabe considerar que, si bien esta debe contemplar a
todas las personas sin discriminación, es necesario que preste mayor atención en particular, a quienes puedan
encontrarse en algún tipo de riesgo de marginación o discriminación, de manera que se les aseguren las mismas
oportunidades de aprendizaje que al resto.
Sabía que…
La Declaración de Salamanca de 1994 establece las características de la educación inclusiva en cinco principios:
1) Todas las niñas y los niños tienen derecho a la educación y deben tener la posibilidad de ejercerlo para lograr
un nivel aceptable de conocimientos.
2) Cada persona tiene necesidades de aprendizaje propias.
3) El sistema educativo debe cubrir toda la gama de diferencias y necesidades de las y los estudiantes.
4) Las personas que tienen necesidades educativas especiales no deben ser segregadas de la escuela
ordinaria, dentro de la cual se deberán cubrir sus necesidades educativas por medio de una pedagogía centrada
en las y los estudiantes.
5) Las escuelas con un enfoque inclusivo/integrador son una medida eficaz para combatir la discriminación en la
sociedad, además de garantizar una educación de calidad con costos razonables para los sistemas educativos.
Como se mencionó en el primer módulo, la forma en que nos comunicamos es un reflejo de nuestras
sociedades. Es a través del lenguaje que transmitimos ideología, modos, costumbres y valores. No debemos
olvidar que se circunscribe a un espacio y tiempo específicos. Nuestros idiomas son dinámicos y cambiantes, y
así como se puede construir un lenguaje excluyente que refuerza discriminación y estereotipos, también se
puede contribuir a lograr la igualdad. Esa es una muestra de su potencialidad para transformarse y evolucionar
(Guichard, 2015).
Podemos decir que el lenguaje o, mejor dicho, los lenguajes pueden definirse como sistemas de comunicación
que cuentan con una serie de códigos, símbolos y signos que solamente tendrán significado en un contexto en
particular, es decir, dependerá de la sociedad que los ocupa.
El lenguaje a través del cual nos comunicamos es uno de los rasgos más importantes de nuestra evolución. Es a
través de este, ya sea oral o escrito, que las personas logran compartir ideas, sentimientos, modos de pensar y
esquemas de percepción y valoración que logran tener un significado, dependiendo de la cultura a la cual
pertenecemos.
El sexismo y la exclusión en el lenguaje se han constituido a partir de convenciones sociales, construidas desde
las experiencias, mensajes y discursos que nacen a partir de una sociedad que estigmatiza las formas de ser y
actuar de mujeres y hombres y desconoce el carácter social e histórico de las identidades.
Estas referencias comienzan a repetirse en la comunicación diaria de las personas y no se logra hacer
consciente este tipo de expresiones. Es así como nuestra labor como docentes es lograr que las y los
estudiantes cobren conciencia de la importancia de revertir el lenguaje sexista y excluyente para transitar a
formas alternativas de expresión y comunicación (Conapred, 2015).
Para lograr un uso no sexista del lenguaje, necesitamos tomar conciencia de la utilidad que implica emplear las
distintas alternativas con las que contamos para mencionar a hombres y mujeres cuando sea necesario. De esta
forma estaremos evitando reforzar los estereotipos de género que son tan perjudiciales.
Al erradicar el uso sexista del lenguaje podemos alcanzar dos objetivos: visibilizar a las mujeres para equilibrar
las asimetrías de género y valorar la diversidad que compone nuestra sociedad. Lo primero significa que
eliminemos expresiones sexistas que muestran desprecio, subordinación o ridiculización de las mujeres y, al
contrario, se promueva una mirada de personas activas e, independientes, que deben ser respetadas y merecen
reconocimiento por sus aportes a la sociedad.
El segundo se refiere a la función modeladora del lenguaje, que incide en los esquemas de percepción de la
realidad para que, a partir de esto, puede contribuir al desarrollo de una sociedad que reconozca e integre la
diversidad y la igualdad de trato.