1. Tres testimonios de diferentes épocas y lugares mencionan prácticas nocturnas como beber vino y cabalgar barricas.
2. Textos canónicos desde el siglo X describen a mujeres que siguen a Diana en cabalgatas nocturnas con características similares.
3. Estos textos pueden estar relacionados con creencias posteriores sobre aquelarres, aunque su interpretación es problemática dado el contexto e intenciones de los clérigos que los describen.
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1. Tres testimonios de diferentes épocas y lugares mencionan prácticas nocturnas como beber vino y cabalgar barricas.
2. Textos canónicos desde el siglo X describen a mujeres que siguen a Diana en cabalgatas nocturnas con características similares.
3. Estos textos pueden estar relacionados con creencias posteriores sobre aquelarres, aunque su interpretación es problemática dado el contexto e intenciones de los clérigos que los describen.
1. Tres testimonios de diferentes épocas y lugares mencionan prácticas nocturnas como beber vino y cabalgar barricas.
2. Textos canónicos desde el siglo X describen a mujeres que siguen a Diana en cabalgatas nocturnas con características similares.
3. Estos textos pueden estar relacionados con creencias posteriores sobre aquelarres, aunque su interpretación es problemática dado el contexto e intenciones de los clérigos que los describen.
1. Tres testimonios de diferentes épocas y lugares mencionan prácticas nocturnas como beber vino y cabalgar barricas.
2. Textos canónicos desde el siglo X describen a mujeres que siguen a Diana en cabalgatas nocturnas con características similares.
3. Estos textos pueden estar relacionados con creencias posteriores sobre aquelarres, aunque su interpretación es problemática dado el contexto e intenciones de los clérigos que los describen.
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“Historia Nocturna”
Carlo Guinzburg1
Tras la diosa
1. ≪Al volver de las reuniones nocturnas —contaron los montaneses
de Valais procesados por brujeria en 1428— nos encerrabamos en la bodega para beber el mejor vino; despues cabalgabamos sobre las barricas.≫. Ciento cincuenta años mas tarde, en 1575, en el extremo opuesto del arco alpino, el noble de Friuli Troiano de Attimis contó al inquisidor fray Giulio d’Assisi y al vicario general Jacopo Maracco que habia oido decir al pregonero municipal Battista Moduco, en la plaza de Cividale, ≪que era benandante y que por la noche, sobre todo los jueves, va con los demas y se reunen en ciertos lugares a celebrar bodas, danzar, comer y beber; y que cuando vuelven los malí andanti van a ias bodegas y beben y despues orinan en las barricas, y que si no fueran detras los benandanti el vino se estropearia, y otras chanzas...≫.2 Volvamos doscientos cincuenta anos atras. En 1319 un sacristan de un pequeno lugar de los Pirineos, Arnaud Geiis, llamado Botheler, conto a Jacques Fournier, obispo e inquisidor de Pamiers, que era armier. uno que tenia la virtud de ver a las animas y de hablar con ellas. ≪Aunque las animas de los difuntos no comen —habia explicado—, si beben buen vino y se calientan al fuego cuando encuentran una casa con mucha lena; pero cuando los difuntos lo beben, ei vino no mengua.≫3 Tres testimonios dispersos en el tiempo y en el espacio. .Hay algo que ios une? 2. Para responder partiremos de un texto muy conocido, incluido hacia el ano 906 por Reginone di Prum en una coleccion de instrucciones destinadas a los obispos y a sus representantes (De synodalibus causis et disciplinis ecclesiasticis libri dúo). En medio de una lista de creencias y practicas supersticiosas que debian haber sido erradicadas de las parroquias, hay un pasaje derivado probablemente de un capitular franco mas antiguo: ≪No hay que callar que ciertas mujeres malvadas, convertidas en seguidoras de Satanas (I Tim. 5, 15), seducidas por las fantasticas ilusiones del demonio, sostienen que por la noche cabalgan sobre cierta bestia junto a Diana, diosa de los paganos, y a una gran multitud de mujeres; que recorren grandes distancias en el silencio de las noches profundas; que obedecen las ordenes de la diosa como si fuese su senora; que son llamadas en determinadas noches para que le sirvan≫).4 Cien anos mas tarde, en su Decretum, Burcardo, obispo de Worms, recoge este canon con minimas variantes, atribuyendolo por error al concilio de Ancira (314) y anadiendo ai nombre de Diana el de Herodiades Llamado generalmente Canon episcopi, por el titulo que lo precedia (Ut episcopi de parocbiis suis sortílegos ei maléficos expellanat: ≪A fin de que los obispos expulsen de sus parroquias a brujos y encantadores ≫), el texto circulo ampliamente en la literatura canonica.5 No se trata de un texto aislado. En el decimonoveno libro del ≪Decretum 1 Historiador italiano. Esta obra de 1986 se trata de "Un desciframiento del aquelarre", presenta una reinterpretación amplia y dramática de la imagen central de la persecuci6ón de la bujería europea. Lejos de ser una simple invenci6n imbuida de fobia por los perseguidores, confeccionada con estereotipos acartonados de la brujería herética y con falsos trozos de magia rural, el aquelarre de las brujas reflejaba las más profundas estructuras mitológicas que la cultura popular de la época toda una red de creencias y practicas enraizadas en el chamanismo euroasiatico que se extiende desde Irlanda hasta el estrecho de Bering, atraviesa milenios del pasado del mundo antiguo, hasta llegar al oscurantismo de origen indoeuropeo y uraloaltaico. ≫, titulado Corrector —una especie de manual para confesores derivado de una compilacion independiente— hallamos una serie de pasajes que remiten explicita o implicitamente a aquellos pasajes sobre las seguidoras de Diana de la version de Reginone, o que estan relacionados con las mismas creencias.6 Algunas mujeres afirmaban que habian sido obligadas, en determinadas noches, a acompanar a una turba de demonios transformados en mujeres, a lo que el vulgo estulto llama Holda (XIX, 60). Otras decian que salian a traves de la puerta cerrada en el silencio de la noche, dejando dentro a sus maridos dormidos; tras haber recorrido distancias indeterminadas con otras mujeres victimas del mismo error, mataban, cocinaban y devoraban hombres bautizados, a quienes restituian una apariencia de vida rellenandolos de paja o madera (XIX, 158). Otras sostenian que volaban, tras haber atravesado la puerta cerrada, junto con otras seguidoras de! diablo, combatiendo entre las nubes, recibiendo e infligiendo heridas (XIX, 159).7 A estos pasajes del Corrector se anade un canon que Burcardo referia erroneamente al concilio de Agde (508): los participantes en la imaginaria cabalgata nocturna afirmaban que sabian preparar encantamientos capaces de hacer pasar a la gente del odio al amor y viceversa.8 Todos estos textos se refieren a mujeres, en ocasiones senaladas como ≪malvadas≫. En todos reaparecen, de forma identica o con variaciones minimas, expresiones utilizadas en el Canon episcopi: «retro post Satanam conversae» (XIX, 158), ≪certis noctibus equitare super quasdam bestias» (X, 29; XIX, 60); «.terrarum spatia... pertransire≫ (XIX, 159), ≪noctis silentio≫ (XIX, 159). Estos paralelismos formales subrayan una indudable unidad de contenido. El blanco no esta constitudio por supersticiones aisladas, sino por una sociedad imaginaria de la que se considera participes a los seguidores de la diosa («et in eorum consortio [credidisti] annoveratam esse», XIX, 60) y a los que intentan ganar adeptos. Por medio de esta obra de proselitismo diurno una multitud de mujeres de carne y hueso ha terminado compartiendo ia misma ilusion (X, 29). Ellas dicen que no van por voluntad propia, sino obligadas ( necessario et ex praecepto, XIX, 60). Vuelos, batallas, homicidios seguidos por actos de canibalismo y por la resurreccion de las victimas: tales son los ritos imaginarios que en determinadas noches impone la diosa a sus seguidores. A ojos de Reginone, del compilador del Corrector, de Burcardo, todo esto eran fantasias diabolicas. Los castigos previstos para las mujeres que compartian tales ilusiones eran relativamente blandos: cuarenta dias, un ano, dos anos de penitencia. La mayor severidad (la expulsion de la parroquia), reservada a quienes se jactaban de procurar el amor o el odio, era debida seguramente a la presencia en este caso de rituales, aunque fueran ineficaces, meras creencias. Pero en los primeros decenios del siglo XV teologos e inquisidores adoptaron, ante las confesiones de los seguidores de la secta brujesca, una actitud completamente distinta: el aquelarre era un acontecimiento real, un crimen punible con la hoguera. Se experimento la necesidad de reconsiderar el Canon episcopi, que desde mediados del siglo Xil habia confluido en la gran sistematizacion canonica de Graciano. Alguno nego la identidad entre los seguidores de Diana y las brujas modernas; otros sostuvieron, recurriendo a la autoridad del canon, que el aquelarre era mera ilusion, eventualmente inspirada por el diablo.9 3. Dejemos de lado por el momento esta discusion (pues sobre el problema de la realidad del aquelarre tendremos, en fin, que volver). Limitemonos a observar que la referencia al Canon episcopi sugerida por los demonologos no parece para nada absurda. Las creencias descritas en el texto (y en los demas unidos a este) presentan, de hecho, analogias circunscritas, pero evidentes, con la imagen del aquelarre que cristalizo muchos siglos despues; basta con pensar en el vuelo nocturno o en el canibalismo ritual. Pero considerar estas analogias como pruebas de una continuidad de creencias seria, obviamente, prematuro. Las colecciones canonicas nos ofrecen descripciones estereotipadas, condicionadas por las miradas externas. Distinguir las actitudes de aquellas mujeres anonimas de las posibles deformaciones introducidas por los clerigos no es facil. Aparecen muchos elementos enigmaticos; el nombre de la diosa que conducia a la bandada de mujeres ≪malvadas≫ es inseguro. En las actas de un concilio diocesano celebrado en el ano 1280 en Conserans, Ariege, es llamada Bensozia (probable corrupcion de Bona Socia).w Mientras que el concilio de Treveris del ano 1310 prefirio Herodiana a Diana.11 En otros casos encontramos figuras pertenecientes a la cultura folklorica (Bensozia, Perchta o Holda, termino este ultimo referido en el Corrector a todo el cortejo de mujeres);12 a la mitologia pagana (Diana); a la tradicion escritural (Herodiades).13 La presencia de estas variantes indica que tradiciones similares, o al menos percibidas como tales, dejaron huellas en tiempos y lugares diferentes. Esto podria confirmar la difusion de esas creencias; sigue en pie todavia la duda de si canonistas y obispos (como mas tarde los inquisidores) forzaron a las creencias que combatian a entrar en moldes preestablecidos. La referencia a Diana ≪diosa de los paganos≫, por ejemplo, hace sospechar de inmediato la presencia de una ínterpretatio romana, de una lente deformadora derivada de la religion antigua.14 4. La duda es mas que legitima. En 1390 el inquisidor milanes fray Beltramino da Cernuscullo registro en sus actas que una mujer llamada Sibillia (quizas fuera un sobrenombre)15 habia confesado a su predecesor que se dedicaba periodicamente al ≪juego de Diana que llaman (quam appellant) Herodiades≫. Tambien en 1390 fray Beltramino incluyo, en la sentencia que cerraba el proceso contra otra mujer, Pierina, rea confesa de los mismos crimenes, una referencia al ≪juego de Diana, que llama ( quam appellatis) Herodiades≫,16 En realidad, en las actas de ios procesos que han llegado hasta nosotros, Sibillia y Pierina hablan solamente de ≪Madona Horiente≫; su identificacion con Diana habia sido seguramente sugerida a Sibillia por el primer inquisidor, y posteriormente atribuida sin mas a Pierina por el segundo, junto con la glosa («quam appellant Herodíadem ») que remitia al texto del Canon episcopi. Pero las propias actas de los dos procesos, o lo que de ellas queda, hacen surgir un cuadro mas complejo. Sibillia, mujer de Lombardo di Vicomercato, y Pierina, mujer de Pietro de Bripio, comparecieron el ano 1384, por separado, ante el dominico fray Ruggero da Casale, inquisidor de la Lombardia superior. No sabemos si las dos mujeres se conocian. Fray Ruggero, tras haberlas interrogado, ante los ≪enormes delitos≫ confesados, especialmente por Sibillia, solicito la asistencia del arzobispo de Milan, Antonio da Saluzzo, y de otros dos inquisidores. A continuacion ambas fueron condenadas a varias penitencias como herejes (Sibillia como ≪hereje manifiesta≫). En 1390 el nuevo inquisidor, fray Beltramino da Cernuscullo, tambien dominico, las proceso de nuevo, condenandolas a muerte por reincidencia (relapsae). De estos dos procesos solo se han conservado las dos sentencias de 1390: una contra Sibillia, que sin embargo recoge la pronunciada hacia seis anos, y otra contra Pierina, que se limita a citar algunos pormenores del proceso precedente. Se trata, por lo tanto, de fragmentos documentales que formaban parte de legajos mas amplios. Los crimenes confesados por Sibillia eran los siguientes: desde que era joven habia ido cada semana, en la noche del jueves, con Oriente y su ≪sociedad≫. Habia rendido homenaje a Oriente no creyendo que fuera pecado. En el proceso que se le siguio preciso que inclinaba la cabeza en senal de reverencia, diciendo ≪Que estes bien, Madona Horiente ≫; Oriente respondia: ≪Bienvenidas, hijas mias (Bene veniatis¡ filie mee)». Sibillia creia que a la sociedad acudian todo tipo de animales, a excepcion del asno, portador de la cruz; de haber faltado alguno, el mundo entero hubiese sido destruido. Oriente respondia a las preguntas de los miembros de la sociedad prediciendo cosas futuras y ocultas. A ella, Sibillia, siempre le habia dicho la verdad, lo cual le habia permitido a su vez responder a muchas personas que le preguntaban, dandoles informaciones y ensenanzas. No habia dicho nada de esto a su confesor. Durante el proceso de 1390 preciso que en los ultimos seis anos habia ido a ia sociedad solamente dos veces; la segunda vez habia arrojado una piedra a cierta agua de la que estaba alejandose, y por eso no habia podido acudir mas. En respuesta a una pregunta del inquisidor, dijo que en presencia de Oriente nunca se nombraba a Dios. Los fragmentos de las confesiones de Pierina que han llegado hasta nosotros concuerdan sustancialmente con las de Sibiliia, si bien anaden nuevos detalles. Pierina acudia a la sociedad, desde que tenia dieciseis anos, todos los jueves por la noche. Oriente respondia a su saludo diciendo: ≪Que estes bien, buena gente (Bene stetis, bona gens)». Ademas de los asnos, tambien los zorros estaban excluidos de la sociedad; a ella acudian los ahorcados y los decapitados, pero de modo vergonzante, sin atreverse a levantar la cabeza. ≪Oriente —conto Pierina— va de visita con la sociedad por las casas, sobre todo las de los ricos.≫17 Alli comen y beben: cuando encuentran casas amplias y bien abastecidas se regocijan, y Oriente las bendice. Oriente ensena a los miembros de la sociedad las virtudes de las hierbas (•virtutes herbarum), remedios para curar las enfermedades, el modo de encontrar las cosas robadas y de deshacer los maleficios. Pero, sobre todo, deben observar el secreto. Pierina pensaba que Oriente era la ≪senora ≫ de ia sociedad, asi como Cristo es senor del mundo. Tambien Oriente, por otra parte, tenia capacidad para devolver la vida a las criaturas muertas (aunque no a los seres humanos). Las dos seguidoras, de hecho, a veces mataban bueyes y se comian su carne; a continuacion recogian los huesos y ios ponian dentro de la piel de los animales muertos. Entonces Oriente golpeaba la piel con el pomo de su varilla y al instante resucitaban los bueyes; pero ya no podian volver a trabajar. 5. Para el Canon episcopi, como ya hemos dicho, las seguidoras de Diana eran victimas de suenos e ilusiones diabolicas. Guiado por este texto, el inquisidor fray Ruggero da Casale condeno a Sibiliia por haber creido que habia ido (credidisti... quod... ivisü) »al juego de Diana que llaman Herodíades≫, esto es, a la sociedad de Oriente. Su sucesor, el inquisidor fray Beltramino da Cernuscullo, escribio que Pierina, como se colegia del proceso celebrado hacia seis anos, habia estado (fuiste) ≪en el juego de Diana, que llaman Herodiades≫. Este abandono implicito de la postura del Canon episcopi por parte del juez coincidia con una transformacion de las confesiones de las acusadas. En estas, junto a la imagen de la sociedad de Oriente, afloraba la del aquelarre, que habia empezado a cristalizarse algunos decenios antes y no lejos de alli, en la diocesis de Como.18 Pierina —quizas sometida a tortura— confeso haberse entregado a un espiritu llamado Lucifer, haberle dado un poco de su propia sangre para que redactase un pacto de entrega, y haber permitido que la llevara al ≪juego≫. Primero habia afirmado, como Sibiliia, que formar parte de la sociedad de Oriente no era pecado, ahora imploraba al inquisidor que salvara su alma. 6. Mujeres (1) que creen y dicen (2) que van por la noche (3) tras de Diana (4) en la grupa de animales (5) recorriendo grandes distancias (6) obedeciendo las ordenes de la diosa como si fuera duena y senora (7) sirviendola en noches determinadas (8): todos estos elementos se repiten en las confesiones de Sibillia y de Pierina, excepto dos (4 y 5). El nombre de la diosa es distinto y los animales, al estar presentes (casi todos acuden a la sociedad de Oriente) no eran usados como cabalgadura. Pero la desviacion parcial que separa los relatos de las dos mujeres del texto del Canon episcopi es, desde el punto de vista interpretativo, mucho mas preciosa que una coincidencia absoluta, pues excluye la eventualidad de una adecuacion coaccionada a un esquema preexistente. Asi pues, tenia razon el padre Giovanne de Matociis, capellan de la iglesia de Verona, al afirmar, en un pasaje de sus Historiae Imperiales (1313), que ≪muchos laicos≫ creian en una sociedad nocturna dirigida por una reina: Diana o Herodiades.19 En la Italia septentrional ias creencias registradas esquematicamente por Regi no ne di Prum estaban, cuatrocientos anos mas tarde, todavia bien vivas. Tambien en este aspecto los intentos de sacerdotes, canonistas e inquisidores de traducir los multiples nombres de la diosa nocturna se nos muestran bajo distintas luces. El forzar y el esfuerzo interpretativo eran dos caras de la misma moneda. Diana y Herodiades proporcionaban a los clerigos un hilo para orientarse en el laberinto de Jas creencias locales. De este modo ha llegado hasta nosotros un eco debil y alterado de las voces de aquellas mujeres. 7. Probablemente en ningun caso fue tan grande la distancia entre acusados y jueces como en un proceso celebrado en Bressanone en 1457. El proceso se ha perdido, pero podemos reconstruirlo parcialmente gracias a la version latina de un sermon pronunciado por el obispo, Niccolo Cusano, durante la cuaresma de dicho ano.20 El tema del sermon (por cierto, reelaborado por su autor mientras lo traducia) eran las palabras dirigidas por Satanas a Cristo para tentarlo: ≪Si te postrares ante mi, todo esto sera tuyo≫ (de san Lucas, 4, 7). Cusano ilustro el tema a los fieles con un caso reciente. Le habian sido presentadas tres ancianas del valle de Fassa, dos de las cuales habian confesado pertenecer a la ≪sociedad de Diana ≫. Ahora bien, se trataba de una interpretacion de Cusano. Las dos ancianas habian hablado simplemente de una ≪buena senora (bona dominaj≫. Pero su identificacion ofrecia a Cusano el punto de partida para una serie de referencias que permiten reconstruir el complejo filtro cultural a traves del cual habian sido percibidos los discursos de las dos mujeres. La referencia a Diana —ia divinidad adorada en Efeso, de la que hablan los Hechos de los Apóstoles (19, 27, 22)— venia sugerida, naturalmente, por el Canon episcopi, citado en una version de la cual se desprendia que los seguidores de ia diosa ≪la veneraban como si fuese la Fortuna (quasi Fortunam)≫ y son llamados, en lengua vulgar Hulden, (de Huida).21 Seguia una cita del texto compuesto sobre la base de las informaciones de Pedro de Berna (se trata del Vormicarius de Nider), en el que se habla de un ≪pequeno maestro≫ que no es otro que Satanas; y, finalmente, un pasaje de la vida de san German (probablemente leido en la Leyenda áurea de Jaropo da Varazze) sobre ciertos espiritus llamados ≪buenas mujeres que vagan por la noche ≫, cuya naturaleza diabolica ei santo habia desenmascarado. En un rapido inciso Cusano pronuncio el nombre que habia adquirido el demonio en el valle de Fassa. ≪Aquella Diana que dicen que es la Fortuna ≫ era llamada por las dos viejas en lengua italiana Richella, esto es, ia madre de 1a riqueza y de la buena suerte. Y Richella, seguia con inagotable erudicion, no era sino una traduccion de Abundia o Satia (una figura mencionada por Guglielmo d’Alvernia y Vicente de Beauvais). ≪Del homenaje que se le presta y de las necias ceremonias de esta secta ≫ Cusano preferia no hablar. Pero al final del sermon no se privo de hacerlo. Conto que habia interrogado a las dos ancianas y que habia llegado a la conclusion de que estaban medio locas (semideliras) ; no sabian ni siquiera el Credo. Habian dicho que la ≪buena senora≫, esto es, Richeila, habia acudido a ellas de noche y en un carro. Tenia el aspecto de una mujer bien vestida, pero no le habian visto la cara (mas adelante diremos por que). Las habia tocado, y desde aquel momento se habian visto obligadas a seguirla. Tras haberle prometido obediencia, habian renunciado a la fe cristiana. Despues habian llegado a un lugar lleno de gente que bailaba y celebraba una fiesta: algunos hombres cubiertos de pieles habian devorado hombres y ninos que no habian sido bautizados segun las reglas. A este lugar acudieron durante algunos anos, en las cuatro temporas, hasta que por su bien habian hecho el signo de la cruz; entonces habian dejado de ir. Para Cusano todo esto eran necedades, locuras, fantasias inspiradas por el demonio. Intento convencer a las dos mujeres de que habian sonado, pero fue inutil. Entonces las condeno a penitencia publica y a la carcel. A continuacion debio decidirse sobre el modo de comportarse con gentes como aquellas, En el sermon explico los motivos de su actitud tolerante. Quien crea en ia eficacia de los maleficios alimenta la idea de que el diablo es mas poderoso que Dios; ia persecucion se extiende y el diablo consigue su objetivo, porque se corre el riesgo de matar a dos viejas trastornadas totalmente inocentes. Por ello es preciso proceder con cautela, mas que con la fuerza, para no acrecentar el mal en ei intento de erradicarlo. Esta exhortacion a la tolerancia era introducida por medio de una amarga pregunta retorica. .No habian sido quizas venerados y festejados Cristo y ios santos en aquellas montanas (dijo Cusano a los fieles reunidos para escucharle) casi solamente para tener mas bienes materiales, mas cosechas, mas ganado? Pues con el mismo animo —daba a entender— las dos ancianas del valle de Fassa se habian dirigido, en vez de a Cristo y a los santos, a Richella. Para Cusano, rezar a Dios con el corazon impuro significaba ya sacrificar al demonio. Pero la erudicion, la voluntad de comprender, la misericordia cristiana de Cusano no podian abarcar el abismo que lo separaba de las dos ancianas. Su oscura religion estaba destinada a permanecer, en el fondo, incomprensible para el. 8. El caso que acabamos de presentar nos pone ante una dificultad recurrente en estas investigaciones. A pesar de la solidaridad emocional que experimentamos por las victimas, tendemos a identificarnos, desde un punto de vista intelectual, con los inquisidores y los obispos, aun cuando no se trate de Niccolo Cusano. El fin que nos mueve es en parte diferente, pero nuestras preguntas coinciden en gran medida con las que tambien ellos se planteaban. A diferencia de ellos, no estamos en condiciones de formularselas directamente a los acusados. Y por ello consideramos la documentacion, cuando la encontramos, como un dato. Nos vemos obligados a trabajar sobre libretas de apuntes que registran las investigaciones de campo llevadas a cabo por etnografos muertos hace siglos.22 Naturalmente, la comparacion no hay que tomarla al pie de la letra. Muy a menudo los acusados, oportunamente guiados por las sugestiones o por la tortura, confesaban una verdad que los jueces no se preocupaban por buscar, pues ya la teman. La convergencia forzada entre las respuestas de unos y las preguntas o las expectativas de los otros hace que gran parte de estos documentos sea monotona y predecible. Solo en casos excepcionales encontramos una separacion entre preguntas y respuestas que hace brotar un estrato cultural sustancialmente no contaminado por los estereotipos del juez. La falta de comunicacion entre los interlocutores subraya entonces (en una paradoja solo aparente) el caracter dialogico de los documentos, si no su riqueza etnografica.25 Los procesos contra los seguidores de la diosa nocturna se configuran como un caso intermedio entre estas dos posibilidades extremas. La embarazosa contiguidad entre el interprete de hoy y los artifices de la represion revela entonces sus implicaciones contradictorias. Las categorias cognitivas de los jueces han contaminado sutilmente la documentacion; pero no podemos dejar de prestar atencion a dichas categorias. Intentamos distinguir a Oriente o a Richella de las traducciones, mas o menos prevaricantes, sugeridas por los inquisidores milaneses o por Cusano; pero al igual que ellos (y tambien gracias a ellos) creemos que el confrontamiento con Diana o Habonde esta basado en una analogia iluminadora. Nuestras interpretaciones son en parte resultado de la ciencia y de la experiencia de aquellos hombres. Ni la una ni la otra, como ya sabemos, eran inocentes.