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El Nacimiento de La Republica - Pivel Devoto

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F U T R I*

100 T I M A S BASICOS . EDITORIAL MEDINA

NACIMIENTO
DE LA REPUBLICA

ju.n: £ Pire/ Derolo Alara Ranitri Je Pire) Deroto


HISTORIA DOS LA REPUBLICA
ORIENTAL DEL URUGUAY

C u 8 'C « T * MARCOS k. A R G H C f t
JUAN E. PIVEL DEVOTO
Adaptado de la 3a. edición de
ALCIRA RANIERI DE PIVEL DEVOTO
HISTORIA DE LA REPUBLICA
ORIENTAL DEL URUGUAY
EL N ACIM IEN TO
DE LA REPUBLICA
Plan de la obra en esta colección:

ó . — EL N A C IM IE N TO DE LA REPUBLICA.

1 2 . — RIVERA, ORIBE Y LOS ORIGENES DE LA GUE­


RRA GRANDE.

1 7 . — LA GUERRA GRANDE (1839-1851).

2 0 . — URUGUAY A M EDIADO S DEL SIGLO XIX.

24. — INTENTOS DE C O N S O LID A C IO N N A C IO N A L


(1* parte: 1852-1860).

2 8 . — INTENTOS DE C O N S O LID A C IO N N A C IO N A L
(2? parte: 1860-1875).

3 2 . — MILITARISMO, CIVILISMO Y ESTATISMO.


(1875-1930).

3 6 . — URUGUAY A FINES DEL SIGLO XIX.

4 0 . — EL URUGUAY Y EL M U N D O CO NTEM PORANEO.


Colección Cien Temas Básicos
EDITORIAL MEDINA
Plan de este volumen
Capítulo I

i. — EL REC ONOCIM IENTO IN TER N AC IO N AL DE NUES­ l'L RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL


TRA SOBERANIA (1828-1830). DE NUESTRA SOBERANIA. (1 8 2 8 -1 8 3 0 )

II. — LA C O N STITU C IO N DE 1830. Las últim as luchas

III. — FACTORES QUE DIFICULTARON LA O R G A N IZ A ­ El 18 de Julio de 1830 fue solemnemente jurada la


C IO N N A C IO N A L . prim era carta constitucional que debía reg ir el nuevo
n ta d o independiente. Para lle g a r a ese resultado, gran­
NOTAS. des y arduas hablan sido las fatigas.
Ya se han distinguido varios períodos de este proceso
NOMBRES CITADOS. preconstitucional. I 9) La Patria V ieja, 2?) La dom inación
luso-brasileña. 3 9) La revolución de los Patrias.
Durante el período de la Patria Vieja, A rtigas estruc­
INDICE.
turó la organización provincial, im plantando en ella la
necesidad de la autonom ía, los hábitos de gobierno pro­
pio, el sistema general de organización p o r pactos. En
11320 el program a de unión fed eral había cristalizado en
la l form a, que en todas las provincias del Río de la
l'la ta comenzó el m ovim iento de organización interna.
Siempre se habla de la anarquía del año 1820; pero la
verdad es que este período significó para las pro vin­
cias, ya plenam ente conscientes de sí mismas, el co­
mienzo de su estructuración interna. N o se quería enten-
dor que la organización no podía p a rtir de un impulso
r.ontral único, mediante la aplicación sistemática g lo b a l
© by Editorial M edina do un m olde constitucional incrustado de golpe, de ela­
M ontevideo, Uruguay, 1985. boración a p rio ri. Ella debía realizarse paulatinam ente
Hecho el depósito que marca la ley. y sobre la base previa de la organización parcial de
cada provincia.
Esa fue precisamente la o b ra de la etapa 1820- 1825, vit>|o ideal fed erativo artiguista. (2) La in corporación
semilla artiguista, sin perjuicio de que se realizaran i|o Chiquitos a Bolivia (1825), extendía sobre el Im perio
actos parciales de acuerdos interprovinciales. Id sombra te rrib le de Bolívar. Brasil, además, quiso
Entre tan to en la Provincia O rie n ta l se cum plía el Inlorosar a Paraguay en la contienda, pero las ges­
período de dom inación luso-brasileña, durante el cual tiones de Correa da Cám ara lo convencieron de que
se intentó a h og ar la voluntad legítim a del pueblo orien­ 11rincia sólo deseaba mantener a su p a tria en estado
ta l. Los actos de som etim iento no habían im pedido que ili' absoluto aislam iento. (3) Sin em bargo la guerra se
la provincia — ahora llam ada C isplatina— al p ro piciar loi ulizó. Durante el año 1825 los orientales lucharon so­
los pactos de incorporación reivindicase lo esencial de los; y al mismo tiem po que vencían por las armas al
su autonom ía ad m inistrativa, su in te gridad te rrito ria l, sus usurpador, afirm aban en actos sucesivos de o rg a n iz a ­
garantías de derecho privad o. (Petitorio de Bianchi y ción política e institucional, su d e cid id o intento de in-
Larrañaga a D. Juan VI en 1817, bases de incorporación rinpondencia orgánica. En 1826, aceptada la incorpora-
del Congreso C isplatino de 1821. (1) i iún decretada por la Asam blea de la Florida, vino la
En 1822 el am biente de la provincia vo lvió a agitarse cooperación de las Provincias Unidas; ella tra jo como
incluso en M ontevideo. Sujeta p o r la fuerza a Portugal, insultado la guerra con el Brasil, "ta n doloroso a l im-
no se resignaba a pasar a po de r de su heredero directo, p n iia l cora zón ".
Brasil. N o todos los orientales acom pañaron la empresa.
El C a b ild o de M ontevideo tom ó la dirección del Algunos po r interés y cálculo, otros po r sincero con­
m ovim iento revolucionario que no alcanzó las proyec­ vencimiento, secundaron al Barón de la Laguna. A tra-
ciones que se esperaban. El lito ra l estaba dispuesto a ven do ellos tenemos las noticias de la expedición
prestar ayuda. Pero Buenos Aires p re firió seguir la vía linioica. Una carta de N icolás Herrera a Lucas Obes,
de las negociaciones diplom áticas, contando con la libe­ do 23 de m ayo de 1825 revela el carácter de la em-
ral política de D. Pedro I. La misión de Valentín G ó ­ I)i osa, vista naturalm ente p o r un m ontevideano escép-
mez no sólo fracasó sino que los orientales y argentinos li i o que sólo consideraba en ella un p e lig ro para su
fueron puestos en presencia de los hechos consumados: lorluna " y sus vaquitas" ... "una cosa tan despreciable
el 4 de m arzo de 1824 las tropas im periales entraron un su princip io , va tom ando un cuerpo que va a costar
en M ontevideo. d t ilr u lr lo " . . . (4)
La reacción no podía esperar mucho tiem po. Vino la Corte del Brasil recibía noticias alentadoras.
la m agnífica cruzada de 1825 y con ella, la conmoción Im o r y el C a b ild o de M on te vid eo llegaron a asegurar
to ta l que habría de culm inar con la independencia de­ no sólo la incorporación d e fin itiva de la C isplatina, sino
fin itiva . Pudo a d q u irir proyecciones continentales. Por­ nuil la de Entre Ríos, disgustada con Buenos Aires. Sin
tugal prim ero, Brasil después, no solamente proyectaban em bargo no fa ltó quien pintara en sus verdaderos tér­
ata car la Provincia O rie n ta l, sino tam bién lle v a r el minos la m agnitud de la empresa. “ Este nu blado se
desquiciam iento a las provincias de! lito ra l. Lavalleja, dnjó ver poco há en lo in te rio r de la Cam paña, y
a su vez, pensaba en a g ita r el espíritu de los riogran- aunque en los principios tod o hombre sensato lo g ra ­
denses, sobre los cuales continuaba proyectándose el duó por su a rro jo, pre cip itado , el resultado es que con
la desgraciada ¡ornada del Sarandí en el 12 de octubre de b a ta lla ; conocemos la firm eza de su carácter; y
últim o han conseguido d a r m ayor im pulso a la o p i­ por ésto estamos convencidos que pelearán hasta m orir,
nión que antes no tenían y hoy se ve d ifu n d id a en dejando a sus hijos, y amigos, como el le ga do más
todos los habitantes de la cam paña engrosando pro g re ­ im portante, el od io a la dom inación Portuguesa".
sivamente sus fuerzas según las noticias que diariam ente En el Brasil, la guerra no contaba con la adhesión
se reciben, y siendo dueños de tod o el te rrito rio a del pueblo. El liberalism o brasileño sentía y aplaudía
excepción de la Plaza de C olonia y de la de M ontevideo el va lo r de los Treinta y Tres. Aun para los no liberales,
que permanecen ocupadas p o r las tropas de Vuestra la guerra era a lg o injusto y evitable. “ A cam panha
M agestad Im perial". do Prata nao fa la va a alm a p o p u la r". (6)
“ En pos de esto han conseguido tam bién alarm ar Se la consideraba un le ga do incóm odo de Portugal,
a los gobiernos lim ítrofes y muy particularm ente al de que el brasileño quería sacudir. La guerra no fue
Buenos Aires que ya está d e cid id o po r la guerra contra feliz para el Im perio, grande de apariencia pero ca­
el Im perio com o se ad vie rte p o r los papeles públicos. rente de fuerzas efectivas. La leva forzosa de soldados
La chispa ha corrido hasta el in te rio r del A lto Perú y traía un gran malestar. Internacionalm ente provocaba
el general Bolívar se m anifiesta deseoso de concurrir conflictos con los neutrales; y, además, la presión cre­
con sus tropas al mismo objeto, expresando sus senti­ ciente de Inglaterra, que, según su tra d icio n a l política
mientos a los Enviados del go bierno de Buenos Aires contrariaba el avance platino.
en las entrevistas que tuvieron en el Potosí, sin des­ Sin em bargo, vino la Convención G arcía por la cual,
cuidar los insurgentes de esta Provincia en la misión si bien no se consagraba una incorporación real de la
de un C om isionado (el Coronel Dorrego) cerca del mismo Cisplatina al Im perio, se establecía la sujeción de la
Bolívar para que se recabe todos los auxilios precisos en Provincia a la a u to rid a d personal del Emperador quien
la lucha que sostienen" (5) La revolución — en efecto— se com prom etía a darle un régim en ad m in istra tivo espe­
se propaga entre todos los orientales. Aun aquellos cial y a tra ta rla m ejor que a las demás provincias
que se habían vinculado a la causa brasileña con sin­ del Im perio, ya que ella había hecho el sacrificio de
cera convicción, acom pañaron a los patrias cuando su independencia.
vieron que la C isplatina no recibía del Im perio el ré­ Con la serenidad de la distancia ino podemos com­
gim en constitucional que le correspondía, sino que fue p a rtir el juicio condenatorio de la época, excesivamente
sometida a un régimen de ocupación m ilitar, existente incom prensivo para el d ip lo m á tico que firm ó este tra ­
desde 1817. tado, o lv id a n d o las circunstancias en que se hizo el
La lucha era a muerte. En la contestación que Sarra- convenio.
tea dio al M anifiesto Im perial de D. Pedro I, publicada La paz, no daba al Emperador, “ más que pa la bras".
en Londres el 8 de m ayo d e 1826 con el títu lo “ G olpe Además, en las instrucciones que se dieron a G arcía,
de vista sobre la guerra entre el Brasil y las Provincias se ve bien hasta que punto se había urg id o a l p le n ip o ­
Unidas del Río de la Plata", dice, h a bland o de los tenciario para que hiciera una paz salvadora. Así, libre
orientales que habían pasado po r las prisiones brasile­ de com plicaciones externas, el país podría entregarse al
ñas: “ Estos mismos son los que ahora están en el campo program a rivadaviano, es decir “ a la civiliza ció n ".
Entre tanto la Provincia O rie n ta l org an izab a sus sen desde la fecha en que fuera puesta en vigencia,
instituciones y form alizab a un régimen in te rio r estruc­ la tra n q u ilid a d y seguridad de la República resultaban
turando los lineamientos preconstitucionales. perturbadas por la guerra civil, las partes contratantes
Al fin se lle g ó a la paz, intrínsecamente conseguida prestarían a l gobierno civil el a u xilio necesario para
p o r voluntad indom able de los orientales, (agosto 27 la conservación y restablecim iento del orden, exclusi­
de 1828). Ella consagraba la independencia oriental, vamente. “ Pasado el plazo expresado — de cinco a ñ o s -
aunque lim itada po r garantías de orden interno y de cesará tod a la protección que por este artículo se
orden internacional. Habremos de ver oportunam ente promete al g o bierno legal de la Provincia de M on te vi­
la intención de los contratantes de esa Convención. deo; y ¡a misma quedará considerada en estado de
perfecta y absoluta independencia” .
La Convención Prelim inar de Paz El T ratado D efinitivo de Paz, por el cual se perfec­
cionaría el instrumento pre lim ina r de 1828, debía cele­
En los artículos prim ero y segundo de la Convención, brarse de acuerdo con el artículo 17, entre los países
el Im perio del Brasil y las Provincias Unidas del Río signatarios del mismo y según se deduce del artículo 18,
de la Plata, cada una p o r su parte, “ d e cla ra b a n " y sería ajustado antes de que transcurrieran los cinco
"concordaban en de cla rar” separadam ente la indepen­ años de “ protección" a contarse desde la fecha en que
dencia de la Provincia C isplatina, o de M ontevideo. fuera puesto en vigencia el cód ig o político.
Se om itía consignar en esos artículos iniciales que En el T ratado D e finitivo de Paz se estipularía el
la independencia no era más que el reconocim iento de m odo y tiem p o en que los vecinos quedaban ob lig ad os
los hechos impuestos por la volun ta d del pueblo oriental. a defender nuestra independencia y la navegación del
Q uien examinase la Convención Preliminar de Paz de Río de la Plata y de todos los otros ríos que desaguan
1828, creería que la independencia de la Provincia O rie n ­ en él. Sin em bargo de que se resolverían a llí cues­
tal era el fru to de una concesión gra cia ble y generosa tiones tan fundam entales para la existencia de la Re­
del Em perador Pedro I y del G ob erna do r D. M anuel pública no se expresa en la Convención Preliminar
Dorrego. La omisión en consignar que ella ra tific a b a la de 1828, que el Estado cuya independencia reconocía
voluntad librem ente expresada del pueblo orien ta l, fue­ dicho docum ento, tendría derecho a intervenir en la
ra de ser hum illante, entrañaba un peligro. negociación y firm a del T ratado D e finitivo de Paz.
Por los artículos 3, 10 y 11 los países signatarios de La paz de 1828 consigna en sus artículos 4, 5, 6 y 7
la paz de 1828 se reservaron ejercer una tutela sobre una serie de disposiciones relativas a la organización
el nuevo Estado, m ediante la declaración de l propósito de las autoridades políticas en la Provincia O rie n ta l.
que les anim aba de protegerlo. En efecto, se establece El G o b iern o de la misma en aquellos momentos, una
a llí que ambas partes contratantes se o b lig a b a n a de­ vez que la Convención fuera ra tifica d a y el G obierno
fender la independencia e in te gridad del nuevo Estado de M on te vid eo, convocarían a los representantes de los
p o r el tiem po y form a que se ajustaría en el T ratado territorios que cada uno tuviese bajo su jurisdicción,
d e fin itiv o de Paz. En consecuencia, si antes de jurada los que serían nombrados de acuerdo al reglam ento
la Constitución y durante los cinco años que transcurrie­ vigente al elegirse la últim a Legislatura Provincial. La
tino de 1821, que desconocían los de 1819 y hacían
elección de los representantes de M ontevideo se efec­ una salvedad sobre los derechos de la Provincia a los
tuaría extra-muros, lib re de la influencia de las fuerzas límites del tra ta d o de 1777, como ya lo había hecho
arm adas y a distancia que quedase fuera del alcance también el congreso a rtig uista de a b ril de 1813 en las
de la a rtille ría de aq ue lla plaza. Las mismas circuns­ Instrucciones, respecto de los pueblos de las Misiones?
tancias debían observarse en la instalación de la Asam­ D ifícil era resolver el problem a en sus detalles en
blea de representantes, que una vez congregada, pro­ aquellos momentos; pero la Convención Prelim inar pudo
cedería de inm ediato a o rg a n iza r un g o b ie rn o p ro vi­ y de bió consignar al respecto una declaración en líneas
sorio a cuya instalación cesarían los dos existentes en generales.
aquel momento: el de Luis Eduardo Pérez y el de Tomás Los artículos 8, 9, 12, 13, 14, 15 y 16 se referían
G arcía de Zúñiga; y a red actar la constitución po lítica al cese de las hostilidades impuesto po r la Convención
del Estado. y a la situación de los habitantes de la Provincia a l
Esta — decía el art. 7—• antes de ser ju rad a será entrar aquélla en vigencia. Sería p e rm itido a to d o ha b i­
exam inada por Comisarios de los gobiernos contra­ tante de la Provincia salir de su te rrito rio lle va n d o con­
tantes, para el único fin de ver si en ella se contiene sigo sus bienes, sin perjuicio de terceros, hasta el jura­
algún artículo o artículos que se opongan a la seguri­ mento de la Constitución; habría com pleto o lv id o de to ­
dad de sus respectivos Estados. Si aconteciere este caso do hecho u op in ión po lítica que hubiesen practicado
será e xp lica do pública y categóricam ente por los mis­ o profesado los habitantes de la Provincia antes de
mos Comisarios, y en fa lta de común acuerdo de éstos, ratificarse la Convención; las tropas de las Provincias
será de cid ida p o r am bos gobiernos contratantes". Unidas y las del Im perio del Brasil debían salir del
¿Qué artículos de la Constitución oriental podrían te rrito rio del nuevo Estado en el térm ino de dos meses
ata ca r la seguridad de los vecinos? desde la fecha en que fueran canjeadas las ra tific a ­
¿En previsión de qué disposiciones los signatarios se ciones. A solicitud del G o b ie rn o podrían permanecer en
reservaron el derecho de exam inar la Constitución? el te rrito rio orien ta l tropas brasileñas y argentinas en
Seguramente lo hicieron teniendo en cuenta que en ella número de 1.500 soldados respectivamente, con el carác­
podía form ularse alguna declaración sobre límites, co­ ter de fuerzas pasivas y de observación, para proteger
mo efectivam ente se propuso, sin éxito, en la Asam­ a! gobierno hasta que fuese instalada la adm inistración
blea Constituyente. La Convención Prelim inar om itió provisoria. Los prisioneros hechos por una y otra parte
tam bién consignar disposiciones al respecto. serían puestos en libertad.
¿Cuáles eran los límites del Estado cuya indepen­ Por el artículo adicional de la Convención los países
dencia se reconocía? contratantes se com prom etían a em plear los medios a
¿Los de la Banda O rie n ta l a l entrar en la revolución su alcance a fin de que la navegación del Río de la
de 1811, a que se hace referencia en el T ra ta d o Ra- Plata y sus afluentes se conservase libre para los súb­
dem aker-Herrera de mayo de 1812 ¿Los acordados ditos de una y otra inación po r espacio de quince años,
entre el C a bildo de M ontevideo y el Capitán G eneral “ en la fo rm a que se ajustare en el T ra ta d o D e finitivo
Don Carlos Federico Lecor, en el seudo convenio de de Paz".
1819? ¿Los fija do s en las bases del Congreso Cispla-
Demasiadas omisiones tenía la Convención Prelimi­ en el Durazno, se hizo con grandes dificultades; pero
nar de Paz — cuyas ratificaciones se canjearon en M on­ en el in te rvalo se canjearon las ratificaciones de la Con­
tevideo el 4 de octubre de 1828— , para asegurar la vención Prelim inar de Paz; se aceleró entonces la insta­
independencia que tardía e im perfectam ente venía a lación de aquella asam blea, encargada ahora de come­
reconocer, no p o r espontánea voluntad de quienes la tidos fundam entales y congregada ya no p o r in icia tiva
firm aban, sino por el insistente reclam o del p u eb lo orien­ de Lavalleja sino por disposición expresa de la pa z
tal y la influencia del m ed ia dor inglés que había defen­ de 1828, lo cual disipaba tod a presunción legitim ista.
d id o sus derechos, coincidentes en este caso con los El 22 de noviem bre de 1828 se instaló en San José
intereses británicos. Debemos hacer notar, además, que la cuarta legislatura de la Provincia, transform ada p o r
el cum plim iento d e la Convención quedaba lib ra d o a las circunstancias en Asam blea Constituyente y Legisla­
la buena fe de los firmantes, da do que Inglaterra no tiva del Estado.
había a d m itid o ga ra n tiza r su estricta observancia, lim i­ Entre los integrantes de la Asam blea Constituyente
tándose a actuar, tan sólo como potencia m ediadora. y entre los hombres que respaldaban su la bo r, fig u ra ­
ron quienes podían ser tachados de Cisplati¡nos abrasi-
lerados o de unitarios aporteñados, desde que a mu­
La Asam blea C o nstituyente y Legislativa chos el reconocim iento de la independencia los había
sorprendido m ilitand o en uno y otro campo. A ctua­
De acuerdo con la Convención Prelim inar de Paz, ron a llí artiguistas y quienes no lo habían sido ni lo
debía reunirse en el nuevo estado una asamblea encar­ eran en aquel momento; pa rtid a rio s d e Lavalleja y de
g a da de designar al gobierno provisorio y de sancionar Rivera, junto a los que rechazaron sin reservas toda
la constitución.
preponderancia del caudillism o, que era el signo de la
Ya se había a n ticip a d o a esa reunión el G ra l. Lava- hora; liberales avanzados junto a espíritus definidam ente
Ileja, desde el l 9 de ju lio de 1828, anim ado del pro p ó ­ conservadores o reaccionarios; no obstante lo hetero­
sito de constituir un organism o legislativo encargado de géneo del conjunto, un anhelo de concordia y de unidad
designarle sucesor, al term inarse los tres años legales nacional es el sello que caracteriza las actitudes in d i­
de su m andato. Además, se lo creía necesario para ra ti­ viduales de aquellos hombres y las deliberaciones de
fica r la paz con el Brasil, que no podía tarda r. la Asam blea Constituyente. De ésta form aro n parte, en­
Luis Eduardo Pérez, g o b e rnad or delegado, el 26 tre los más notables, M iguel Barreiro, secretario de
de ju lio de 1828 exp id ió el decreto de convocatoria A rtigas en el período in icia l de la revolución durante
a elecciones. Con algunas correcciones, se mantenía en el cual había da do form a al pensamiento político del
v ig o r el Reglamento electoral de 17 de junio de 1825; caudillo, co la b o ra d o r en los primeros ensayos de o rg a ­
el número de diputados debía ser de 40. nización institucional de 1813, representaba en la Asam ­
Las elecciones ocasionaron algún disturbio, pues va­ blea de 1830 la tradició n de la "p a tria v ie ja ", junto
rios diputados electos,, que habían form ado p a rte de la a'l Dr. Julián A lva rez ex director de "La G aceta de
legislatura disuelta p o r Lavalleja en 1827, se rehusaron Buenos A ire s" que encarnaba el dogm a de M ayo. Sil­
a aceptar sus cargos. La reunión de la Asam blea, citada vestre Blanco, presidente de la Asam blea, había ten ido
el p riv ile g io de ejercer ya esas mismas funciones en la
orientales ni fuerza política que la llevaran a ocupar
constituyente argentina d e 1826, mientras que Santiago
un puesto semejante.
Vázquez había fig u ra d o entre los redactores del código
El nom bram iento de Rondeau, según ya lo expre­
riva da vian o que nuestros legisladores tom aron po r mo­
samos, fue un hecho poco fe liz de la Asam blea, que
delo. José Ellauri que recién entonces, y ya maduro,
quiso e vita r la riva lid a d entre Rivera y Lavalleja, me­
iniciaba su vid a pública.
diante la exclusión de ambos. El G o b ie rn o provisorio
G a b rie l A. Pereira uno de los firm antes de la decla­
de Rondeau se v io envuelto en serias dificultades. El
ración de la Independencia N a cion al de 1825. Cristó­
lavallejism o fue haciendo una oposición creciente al
bal Echeverriarza que en 1822 había fo rm u la d o el pro­
gobierno, que se ¡inclinó paulatinam ente a l círculo de
gram a revolucionario in spira do r de la acción de los
Rivera y sus am igos; hasta ta l punto que éstos llegaron
Caballeros O rientales. El Dr. Jaime Zudáñez, natural
a dom inar la situación desde los puestos más im p ortan­
del A lto Perú y Solano G arcía, chileno, lig a d o , el p ri­
tes, así com o en 'las gestiones internacionales. Llegó
mero, a los esfuerzos que dieron origen a la consti­
un momento en que Rivera era m inistro universal, Lucas
tución chilena de 1813 y a la argentina d e 1819, revo­
J. Obes, Fiscal, y Santiago Vázquez y N icolá s Herrera,
lucionario lib e ra l y artiguista, com pañero de José M i­
Agentes D iplom áticos ante el Brasil y e l g o bierno de
guel Carrera, el segundo, ap o rta ro n a la constituyente
Buenos Aires. Lavalleja ocupaba la jefatura del Estado
de 1830 la experiencia de la revolución am ericana de
M ayo r G eneral.
la que Zudáñez era síntesis. Lázaro G ad ea y M anuel
El 18 de enero de 1830, Rivera fue designado Co­
A. Barreiro representaron a l clero p a trio ta cuya fig u ra
mandante G eneral de Cam paña; pero dejó en la ciudad
más venerable, el Padre Dámaso A. Larrañaga, ausente
elementos adictos, ligados a Rondeau.
en la Asam blea, redactó según veremos un p ro yecto de
El m alentendido entre éste y la Asam blea, — eri­
Constitución; otros como Luis Lamas y Juan M a ría Pérez,
gida en cuerpo censor de los actos de l go bierno—
personificaban el sentido p rá ctico con versación enton­
estalló cuando Rondeau, obedeciendo a l requerim iento
ces no común en los problem as adm inistrativos. A le ja n­
de Rivera, que veía am enazada su famosa C olonia del
d ro Chucarro, Lorenzo Justiniano Pérez y Francisco A.
Cuareim (en la Asamblea se había hablado de disol­
V id a l habían actuado ya en las legislaturas provinciales
verla) ordenó la salida a cam paña del Batallón de Ca­
de 1826 y 1827 que an ticip aron la la b o r constructiva
zadores, com andado po r Eugenio G arzón. En la Asam­
c!e 1830.
blea, la noticia de la salida de las tropas provocó
gran- excitación y se vo tó una resolución para suspender
G obiernos Provisorios do Rondeau y Laval leja la orden. Rondeau consideró que se le cercenaban fa ­
cultades inherentes al Poder Ejecutivo, m anifestando que
La Asam blea estaba encargada — como ya se ha d i­
"antes de pe rm itir que con su aquiescencia sea de gra­
cho— de designar go b e rn a d o r provisorio. El problem a
dada la a u to rid a d con que fue investido, la devolverá
fue mal resuelto. V acilante entre los caudillos de más
íntegra, como para tal caso debe considerarse devuelta
prestigio, Rivera y Lavalleja, se de cid ió p o r fin por
por m edio de la presente nota a la misma H onorable
Rondeau, que no tenía méritos a la consideración de los
Asamblea de quien la re c ib ió ".
La Asamblea^ frente a esta semi-renuncia, ad optó leyes se dictaron al solo efecto de declarar en vigencia
una actitud enérgica: aceptó la renuncia de Rondeau disposiciones de las anteriores asambleas provinciales,
y encargó del G ob iern o a D. Juan A nto nio Lavalleja. en general no ap lica da s hasta aquel momento. Esa la ­
Rivera se colocó ert una actitud francam ente revo­ bor legislativa de la Asam blea de 1828-30, aun cuando
lucionaria, pero las gestiones de varios interm ediarios bien intencionada, era in oportuna en circunstancias en
llevaron a una conciliación el 18 de junio de 1830, el que el mismo cuerpo discutía la Constitución o que ésta
prim er pacto po lítico celeb rado por los caudillos. El se hallaba som etida a la aprobación de los signatarios
convenio fue suscrito en M o n te vid e o p o r Lavalleja, de la paz. La a ctivida d le gislativa de un organism o
Luis E: Pérez, Dámaso Larrañaga y José M aría Reyes que de bió lógicam ente ser sólo constituyente, dio con
y ra tific a d o por Rivera en el M iguelete. Fue' la “ tra n ­ frecuencia origen a debates políticos entre los núcleos
sacción de los genérales". Por ella Lavalleja conservaba en que se divid ía la opinión. Se creía entonces en e!
el depósito legal del Poder E jecutivo;" los ministros no poder m ágico 'de la ley, en su eficacia poco menos
podrían pe rtu rba r los actos de Rivera, que continuaría que m ilagrosa aun cuando el país no saliera de su
al frente do sus tropas en la Com andancia G eneral de paupérrim a existencia. La desheredada campaña hacía
la Cam paña hasta la jura de la Constitución; el gobierno ya sentir sus reclamos. Los hacendados y Vecinos del de­
solicitaría de la Asam blea la conservación del sueldo partam ento d e San José, el 30 de a b ril d e 1830, form u­
de Rondeau; cesaría to d a m edida de hostilidad por laron una representación en la que solicitaban la fo r­
ambas partes y habría perpetuo o lv id o de todo lo mación de un Senado pro viso rio capaz de conjurar la
ocurrido. crisis que se avecinaba. “ El habitante de la ca p ita l a
El 1? de agosto de 1830 se realizaron los primeros estas horas puede ser que apenas sufra los presenti­
córnicios generóles. En ellos obtuvo m ayoría el grupo de mientos de una gran catástrofe, — decían— pero el
adictos a Rivera y en consecuencia, dueño de la volun­ de la cam paña ya comienza a lam entar sus terribles
tad de la Asam blea G eneral fue electo Presidente el efectos. La propiedad, a cada instante requerida y g ra ­
24 de octubre y prestó juram entó el 6 de noviembre vada con auxilios, que son otras tantas contribuciones
extraordinarias, empieza a disminuirse po r un sacrificio
de 1830.
tanto más sensible, cuanto es más difícil de designarle
un ob je to o justificar su causa” .
Legislación de! período pre-constitucionai "...L o s propietarios, vecinos, y habitantes de la
campaña — agregaban— esperamos que V. E. circule
Durante el período pre-constitucional en que ejercie­ esta nuestra respetuosa petición a los Departamentos,
ron el go bierno del “ Estado de M o n te vid e o ", as! deno­ y la haga va le r como corresponde, antes que los suce­
m inado en los documentos oficiales de la época, los sos se precipiten de manera que inutilicen el puro deseo
Grales. Rondeau y Lavalleja, tan to la Asam blea como que nos anim a, y hagan pasar a los orientales p o r un
el Poder Ejecutivo exte rioriza ron una gran inquietud nuevo testim onio de la incapacidad que se reprocha a
por d icta r disposiciones, decretos, leyes, reglamentos los americanos para constituirse y gobernarse sin la
tendientes todos éstos a org a n iza r el Estado. Muchas tutela de los extraños” . . . (7)
Del conjunto de disposiciones dictadas durante este Juez Letrado del Crimen, conocía como juez priva ­
período, las más im portantes y con un sentido d e mayor tivo del crimen en to d o el país y sus sentencias eran
perm anencia, fueron relativas a la AD M IN ISTR AC IO N públicas, debía fo rm a r tribu na l con cuatro hombres
DE JUSTICIA, por las que se tra tó de un iform a r los buenos, sacados a la suerte de una lista de 60 vecinos,
procedim ientos existentes en el país desde que simul­ form ada todos los años po r el gobierno y rem itida al
táneam ente se habían observado en los últim as años, Tribunal. Los jurados conocían del hecho, el juez del
las normas impuestas en M ontevideo p o r la dom inación derecho.
luso-brasileña, y el régimen de adm inistración de jus­ Conocía tam bién de causas de contrabando.
ticia creado después de 1825 por las autoridades
Tribunal de Apelaciones. Formado po r tres jueces le­
patrias.
trados elegidos por la Asam blea G eneral, a propuesta
El gobierno provisorio d irig ió una nota a la Asam­
del G obierno. Conocía en los recursos de apelación
blea Constituyente acom pañando un Reglamento Pro­
y súplica interpuestos en las causas que se decidieran
visorio sobre Adm inistración de Justicia, con fecha 8
ante los jueces inferiores de lo C ivil y C rim inal. Cono­
de a b ril de 1829.
cían en ap elació n en todas las causas civiles y en las
La Asam blea desestimó, e l 6 de julio, el Proyecto
criminales en que no se hubiese impuesto pena capital,
del G ob iern o y empezó a discutir uno presentado por
deportación perpetua o más de seis años de presidio.
una Comisión especial de su seno.
En el g ra d o de súplica conocían los mismos jueces
Este proyecto, ta l como fue sancionado, establecía:
en las causas civiles con 4 hombres buenos sacados a
Jueces de Paz, para entender en demandas inferiores a
sorteo.
$ 200. Alcaldes O rdinarios, en cada pueblo, cabeza
de departam ento. Para las causas criminales que traían ap are jad a pena
Debían conocer en causas procedentes de jueces de muerte, deportación perpetua o más de seis años
de paz po r vía de apelación; y en 1* instancia, en de prisión, habría un trib u n a l de jurados de nueve
asuntos com prendidos entre $ 200 y 3.000. Tenían que individuos.
juzgar en un jurad o civil sacado po r sorteo en la lista El Reglamento consigna una serie de disposiciones
form ad a por los concejos o cabildos. generales. As! se establece que desde la publicación de!
Jueces Letrados de lo C ivil y de! Crimen. El Regla­ mismo quedaban suprimidos los Cabildos (disueltos ya
mento establecía en la ca p ita l un Juez Letrado de lo en 1827, excepto los de M on te vid eo y Colonia) y Con­
C ivil y o tro del Crimen. cejos de A dm inistración, siendo reem plazados en la parte
Juez Letrado de lo C ivil, conocía en prim era instan­ m unicipal po r Juntas Económ ico-Administrativas.
cia de asuntos que no pasasen de $ 3.000; y tam bién Se decla raba a b o lid o el juram ento de los acusados
de causas fiscales. En segunda instancia: apelaciones en causas criminales, la pena del torm ento y la confis­
interpuestas ante sentencias de alcaldes ordinarios. cación de bienes. Se establecía que en los delitos en
En tercera instancia: apelaciones contra sentencias que no hubiese de recaer pena corporal serían puestos
de alcaldes ordinarios, revocatorias en to d o o en parte, los acusados en libertad, en cualquier estado de la cau­
de las sentencias de los jueces d e paz. sa, dand o fian za legal.

LL
Este reglam ento de 12 de agosto de 1829, fue com­
pletad o y reform ado por leyes adicionales posteriores:
ley de 22 de setiembre de 1829 que instituyó requisi­
tos para ser electo A lca ld e O rd in a rio ; ley de 24 de octubre
de 1829 que estableció que en las causas p o r delitos
Capítulo II
en que hubiera de recaer pena correccional, el Juez del
Crimen debía proceder breve y sumariamente, y ley
LA CONSTITUCION DE 1830
de 3 de a b ril de 1830, que aum entó hasta cinco el número
de M iem bros del Tribunal de Apelaciones.
Quiénes la redactaron

La la b o r constituyente de la Asam blea, que debió


ser su com etido esencial, se desarrolló oscuramente en
medio de las preocupaciones políticas que dom inaron
el escenario del país durante los gobiernos de Rondeau
y Lavalleja, estudiados en el capítulo anterior.
A l instalarse la Asam blea, según ya lo referimos,
en noviem bre de 1825 se desi_gnó una Comisión Legis­
lativa y Constitucional integrada por José j j fla u ri, Jaime
Zudáñez, Juan F. G iró, Cristóbal Echeverriarza, José A .,
Z ubilla ga , LUTs~~B7 Cavia y el presbítero Solano G arcía.
El 7 de m arzo di? 1829 la Comisión de Legislación
presentóle! proyecto a la Asam blea. El 6 de m ayo -ésta,
ya instalada en M ontevideo, comenzó la discusión del
proyecto constitucional. Siguieron las discusioñesHhasta
el 30 de m ayo, en que se interrum pieron para dedicar
la atención a las cuestiones financieras. Continuó la
obra constitucional el 11 de julio.
El 10 de setiembre de 1829, después de un nuevo
pase a comisión para correcciones generales, f ue d e fj-
nitivam ente sancjonada.
El Presidente de la Comisión de Constitución era
Jairne Zudáñez y su secretario, José Ellauri, designado
luego M iem bro Inform ante de la misma.
jj, ELLAURI I pertenecía a una distinguida fa m ilia de
M ontevideo, en donde había nacido el 14 de marzo
de 1789. Recibió su educación en e! Convento de San bajó luego como a b o g a d o y fue electo m iem bro de la
Francisco de esta ciudad; luego en el C olegio C arolino Constituyente. (9)
de Buenos Aires, en donde siguió cursos de teología. O tro de los personajes destacados de la Asam blea,
En 1806 y 1807 interrum pió sus estudios que reanudó aunque no form aba parte de la Comisión de Consti­
en Chuquisaca. A llí rin d ió sus últimos exámenes de tución, fue i Saatia a o V A Z Q U E Z ,/ que había sido inte­
teología y cánones. V ue lto a su pa tria, interrum pida grante del Congreso que redactó la Constitución Riva-
ya su carrera eclesiástica, sirvió por un tiem p o la daviana de 1826 y tenía com pleta inform ación sobre
causa realista en el Cuerpo d e Voluntarios del Comercio. la m ateria. Su intervención en la Asamblea Constitu­
Fue designado en 1810 (octubre) asesor del T ribunal de yente fue eficaz, em itiendo opiniones de un liberalism o
V ig ila n cia y Seguridad Pública. m oderado y de un verdadero sentido jurídico.
A m ediados de 1811 se trasla dó a Río de Janeiro
donde com prendió la im portancia del m ovim iento re vo ­
lucionario; su casa fue fo co de conspiración y po r tal Las fuentes
m otivo, a rro ja d o de los dom inios portugueses.
Varias son las fuentes en que se considera inspirada
De M ontevideo pasó a Buenos Aires donde se empleó la Constitución de 1830: la C onstitucjón chilena de 1828
en la Secretaría de Hacienda y contrajo enlace con y el proyecto que le sirvió de base, la argentina de
Da. Francisca Obes. Entre 1812 y 1823 su vid a es más 1826, la_española de 1812, la brflsileña_j3e_J.824, el
difícil de precisar. Sabemos sin em bargo que entre 1816 Estatuto Provisional de las Provincias Unidas de 1815:
y 1817 estuvo en M ontevideo. En ella se rad icó d e fin i­ el Reglamento de 1817, la Constitución argentina de
tivam ente desde 1824, obteniendo del Barón de la La­ 1819, la de la República de C olom bia de 1821, la de
guna el título de A b o g a d o en m érito a los estudios y Bolivia de 1826; las constituciones francesas de 1791 y-
práctica forense que certificó haber realizado. Juró la 1793 y la Constitución de los Estados Unidos de 1787.
Constitución Brasileña de 9 de m arzo de 1824 y ab rió N o debemos o lv id a r de m encionar entre estas fuentes
estudio de ab og ad o. El 13 de agosto fue designado los propios ANTECEDENTES PROVINCIALES. Las d iv e r­
Asesor del Crimen. Cuando el país fue reconocido inde­ sas legislaturas, a p a rtir d e la de 1825, habían dictado
pendiente, se le e lig ió representante de M on te vid eo en una serie de disposiciones que configuraban un ver­
la Asamblea G eneral Constituyente. (8) dadero cuadro constitucional. Esas disposiciones se re fe ­
Jaime jZ U D A Ñ E Z j era, oriundo de Charcas; y ha­ rían, fundam entalm ente a los siguientes aspectos:
biendo torfnído p a rte en la revolución de 1809, fue O rgan iza ción del Poder Ejecutivo. — Se establece
llevad o preso a Lima. Escapó a Chile y se vinculó a la duración de 3 años para el g o b e rnad or y capitón
su revolución hasta la caída de Rancagua; fue miem bro general: sobre su reelección resolvería la legislatura
del Congreso de Tucumán cuando éste se trasla dó a a la term inación del m andato; se le señala su sueldo
Buenos Aires. La anarquía de 1820 provocó su em igra­ (ley 25 de agosto de 1825). Se establece que en to d o
ción a M ontevideo. Fue asesor de l C a b ild o p a trio ta de pacto o a lia n za en que resulten com prom etidos los in­
1823 y destituido po r Lecor po r tai circunstancia. Tra­ tereses o créditos de la provincia, el C apitán G eneral
ob ra rá de acuerdo con la Comisión Permanente de la en adelante. Se prohíbe el trá fic o de esclavos de país
Sala (ley agosto 31 de 1825). O b lig a ció n para el Ca­ extranjero (ley de setiembre 5 de 1825). El recluta­
pitán G eneral de delegar el poder en su m inistro secre­ miento para el ejército p a trio debe hacerse en hombres
ta rio cuando tuviera necesidad de ausentarse a más de solteros, vagos y mal entretenidos o casados sin ocu­
8 leguas de la Sala (ley enero 5 de 1826). O b lig a ció n pación. Los artesanos y trabajadores deben ser reser­
de presentar anualm ente el presupuesto G eneral de vados para el cuerpo de m ilicia provincial, de m odo
Gastos, (ley feb re ro 6 de 1826). que la labranza no fuera perjudicada. (Ley de setiem­
Ministros. — Se establecen 3 ministerios: G obierno, bre 5 de 1825).
G uerra y M arina, y Hacienda (ley setiembre 5 de 1825). N a d ie puede ser detenido sino para ser juzgado por
Se establece la responsabilidad por su gestión (ley de la au to rid a d respectiva en el más breve tiem po posible.
feb re ro 6 de 1826). Se establece la necesidad de la Las manifestaciones de o p in ión — salvo el caso de in­
firm a del m inistro para las órdenes del G ob iern o, (ley juria— no requieren censura previa, (ley sobre ga ran­
de m arzo 21 d e 1827). tías individuales de ju lio 8 de 1826).
Poder Legislativo. — Se establece la Comisión Per­
Adm inistración de Justicia. — Se establece la ju­
manente mientras la Sala estuviera en receso, (ley de
risdicción de Alcaldes de b a rrio y de jueces ordinarios
agosto 31 de 1825). Se determ inan sus atribuciones,
¡ley de setiembre 5 de 1825). Se acepta el proyecto del
especialmente la vig ila ncia de los derechos individuales,
Poder Ejecutivo suprim iendo los C abildos, creando Jue­
haciendo ante la Sola las reclamaciones y protestas que
ces de prim era instancia para juicios de menor cuantía,
estimase convenientes, (ley de setiembre 5 de 1825).
y un tribu na l de apelaciones (ley de octubre 7 de 1826).
Se declara incom patible el ejercicio de la función de
Se establece el Tribunal de Apelaciones (ley de 18
representante con el de cualquier otro em pleo civil o
de a b ril de 1827). (10)
m ilita r (ley de enero 20 de 1826). Sólo la Sala de
Representantes de la provincia podrá establecer con­ O tro aspecto a considerar son las OBRAS que pu­
tribuciones, impuestos, pena pecuniaria. N ingu na otra dieron haber in flu id o sobre los constituyentes. En aque­
au to rid a d , sin ap rob ació n de la Sala, po d rá ordenar llos principios de l Siglo XIX la ciencia constitucional,
sueldo, pensión, ni gasto a lgu no (ley de fe b re ro 6 apenas salida de la conmoción revolucionaria, no había
de 1826). Se establece la irresponsabilidad de las repre­ concretado aún conclusiones generales.
sentantes por sus opiniones, discursos o debates. Se esta­ Sabemos que entre los constituyentes in flu yó Ben­
blece, asimismo, la inm unidad personal durante todo jamín Constant, Jeremías Bentham y Jefferson. Consta
el tiem p o que permanezcan en sus cargos, con excep­ que D. S antiago Vázquez poseía la "C o ile ctio n des
ción de in fra ga nti de lito en crimen que merezca pena Constitutions, Chartes et lois fondam entales des peu-
a flictiva . También se establece la atribución de la Sala ples de l'Europe et des Deux A m eriques" po r M. M.
para corregir a sus miembros o removerlos en casos P. A. Dufau; J. B. D uvergier et J. G uadet. De Am érica
determ inados (ley de 21 de m arzo de 1827). del Sur se incluyen en dicha colección: la constitución
Derechos individuales. — Ley de liberta d de vientres. de las Provinias Unidas de la Am érica del Sur, la
Son libres sin excepción de origen todos los que nazcan federal venezolana de 1811 y la de C olom bia de 1821.
Antes de entrar al análisis directo de la constitución, mismas establecidas en la Constitución de 1830; pero la
conviene recordar, sin em bargo, que en la época, al iniciativa legislativa queda reservada para el Congreso,
margen de la la b o r de la Asam blea, fueron redactados los ministros no son designados po r el Presidente, sino
dos PROYECTOS; uno po r M anuel Errazquin, Secretario por el Congreso y ante él son responsables.
de la Constituyente, y o tro por el pa dre Larrañaga Se establece además un Consejo de G ob iern o com­
(este últim o llam ad o Diarquía). puesto po r los ministros secretarios de Estado, el Pre-
Por el proyecto de Errazquin el Estado es denom i­ ••idente del Tribunal Superior de Justicia, actuando como
nado "Estado de Solís” y se define como " la reunión Secretario el M in istro de G obierno. Se reúne p o r con­
de todos los habitantes de la provincia que era una vocatoria del Presidente cuando éste desea oír su dic­
de las de la Unión Argentina, llam ada Provincia O rie n ­ tamen sobre asuntos de im p ortan cia; pero sólo en carác­
tal del Río de Ja Plata” . Sus límites son los que tenía ter consultivo. Además puede hacer propuestas al
la provincia hacia 1801. La división adm inistrativa se Congreso.
hace en 9 departam entos. La form a de gobierno es la En cada departam ento se establece un Jefe de
republicana po p u la r representativa, con la clásica d iv i­ Policía y cuatro Alcaldes principales. Se im pone el
sión de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. El servicio m ilita r o b lig a to rio p a ra todos los soliseños.
Poder Legislativo reside en el Congreso G eneral, cons­ Se establece com pleta lib e rta d de cultos, sin reli­
titu id o por la Sala de Representantes y el Consejo gión o ficial.
Legislativo. El Ejecutivo con un Presidente de Estado Se decretan emblemas nacionales. (11)
asistido de 4 ministros y el Poder Judicial con un T ri­
bunal Superior de Justicia, con Cámara de Apelaciones
y Tribunales inferiores. Su discusión en la Asamblea
La Cám ara de Representantes se com pondría de 36
miembros y el Consejo Legislativo de 9, a razón de 1 Vamos a exam inar ahora el trám ite del proyecto de
por cada departam ento. La elección sería indirecta para la Comisión. Hemos dicho ya que comenzó a examinarse
ambas cámaras, con condiciones más severas para in­ en la sesión del 6 de mayo de 1829. El m iem bro in fo r­
teg ra r el Consejo. Durante el receso de las Cámaras se mante de la Comisión fue el Dr. Ellauri. Explicó en
instituye una “ Comisión Permanente de O bservación". primer térm ino la situación de in fe rio rid a d en que se
El proyecto establece una institución especial: ia de encontraba la Comisión para redactar la Constitución
los “ Comisionados del Congreso" que funcionarían en por la carencia de libros, de ilustración, de com odidades.
cada departam ento. Estarían encargados de v ig ila r el Además, añadía, sus miembros no habían aspirado a
cum plim iento de la constitución y de las leyes, y de hacer nada o rig in a l, porque en m ateria de constitucio­
fiscalizar las elecciones. nes, tod o estaba de finitivam ente resuelto.
El Presidente del Estado debía ser designado po r el Luego exp licó que el proyecto contenía lo esencial
Congreso G eneral. Para ser electo se exigía ciudadanía de una constitución: 1) d eclaración de derechos in d iv i­
natural y demás condiciones requeridas para ser sena­ duales; 2) f orm a de G obierno; 3) distribución de poderes.
dor. En general, las atribuciones y facultades son las Éñ cuanto a los derechos individuales, dijo, están espar-
ciclos en tod o el proyecto. La form a de go b ie rn o no Tratado D e fin itivo de Paz, y no podían establecerse
qfreció dudas a la Comisión, ella se dejó arra stra r por por el momento.
el torrente de la opinión que exigía la f orm a rep ub li­ En el artículo 2?: "é l es y será siempre libre e
cana representativa. independiente de to d o po de r extran je ro", un d ip u ta d o
M a vo r tra b a jo ' d io el problem a de la d iv is ión y propuso la supresión del térm ino libre, p o r considerarlo
separación dé. poderes, en lo referente a la fija ción reduntante. Ellauri contestó: independiente con relación
de atribuciones y m odo de desempeñarlos. a los extranjeros; lib re en relación a su lib e rta d civil.
En cuanto a la integración del Senado, la Comisión Q uedó el artículo tal com o lo proponía la Comisión.
de jó de la do otros modelos constitucionales de tinte., Un a s p e c to : im portante que prom ovió debates en la
aristocrático; exigió cualidades más severas' p a ra sena­ Constituyente, fue1 el relativo a la religión. La Comisión
dor que para representante, pero sin p riva r a la cá­ de Constitución propuso una fórm ula: “ La Religión del
m ara a lta de su necesaria p o pu larida d. A l Poder Eje­ Estado es la religión Santa y pura de Jesucristo” . En
cutivo se le pusieron las lim itaciones necesarias p a r a j la Comisión, Jaime Zudáñez había propuesto un proyec­
g a ra n tir el derecho de los ciudadanos, pero dejándole to de tres artículos, concebido en los siguientes términos:
im portantes atribuciones: nom bram iento de empleados, 1?) La Religión del Estado es la C atólica, Apostólica,
recaudación de rentas, m ando de fuerza arm ada, in i­ Romana. 2°) Com o su D ivino A utor, es toda C aridad y
ciativa legislativa, facultad de hacer observaciones a detesta la persecución. 3?) La N ación le prestará la
proyectos de ley, etc. El Poder Judicial quedó consti­ más decidida protección, y sus habitantes el m ayor res­
tuid o con entera independencia. peto, sean cuales fuesen sus opiniones religiosas. El
N o disponemos de las actas de la Comisión redac­ proyecto de Zudáñez no fue aceptado por la Comisión.
tó la ; conocemos en cam bio las de la Asam blea en pleno, Ellauri explicó: en el seno de la Constituyente que era
que consignan las breves discusiones prom ovidas en innecesario especificar que la religión aceptada era la
torno al proyecto constitucional. (12) Católica. Sin em bargo la Constituyente p re firió hacer la
Hubo discusiones en lo que respecta al nombre especificación expresa de la misma, es decir, señalar
del Estado. La Comisión proponía el de Estado de M on­ que la re lig ió n aceptada era la Católica. Pero no fue
tevideo. En la Asam blea surgieron otros: Estado O rien­ aceptada ninguna otra fórm ula am p lia to ria : ni la de
tal del caudaloso Plata. Estado del N o rd A rgentino. Al Jaime Zudáñez, ni la de A le ja n d ro Chucarro, ni la de
fin se decidió ponerle Estado O rie n ta l del Uruguay. Manuel Barreiro.
Un constituyente, el P. Lázaro G adea, observó la Ya hemos dicho en qué consistía la prim era.
redacción del a rtícu lo 1?, que decía, refiriéndose al nue­ En cuanto a Chucarro, proponía lo siguiente: "La
vo estado: "asociación po lítica de todos los ciudadanos Religión del Estado es la C atólica, Apostólica, Romana,
com prendidos en los 9 departam entos actuales de su a la que prestará siempre la más eficaz y decidida
te rrito rio ” . D ijo que eso era vago, que los 9 de p a rta ­ protección; y sus habitantes el m ayor respeto sean cuales
mentos no estaban demarcados. Ellauri contestó que los fueren sus opiniones religiosas". El segundo período fue
departam entos estaban dem arcados p o r decretos ante­ im pugnado p o r Ellauri en la siguiente form a: "El pe­
riores, pero que los límites en general dependían del ríodo en discusión lo considero redundante y a n ti-lib era l.
Redundante porque como ha dicho el m iem bro in fo r­ más bien restrictivas. En 1817, la misión Larrañaga y
mante de la Comisión que me ha p re ced ido en la Bianchi, que fue a solicitar del rey Juan VI la incorpo­
pa la bra, una vez sancionada constitucionalm ente la Re­ ración de la Provincia O rie n ta l al Reino Unido, pre­
ligión de l Estado, queda por el mismo hecho sancionado sentó un conjunto de peticiones tendientes a salvaguar­
que debe protegerse. Es a n ti-lib e ra l porque envuelve y dar la autonom ía de la provincia y las libertades de
autoriza a proscribir y perseguir toda o p in ión privada los habitantes. Se pedía la supresión de la inquisición,
y a las personas que la profesan, cuestión en que no pero nada se hablaba sobre lib e rta d religiosa.
debemos entrar; y así op in o que no debe añadirse ni En 1823 (9 de mayo) fue ju rad a en M ontevideo la
una p a la b ra más a lo sancionado ya sobre Religión". constitución brasileña. Pero el 31 de m ayo el C a bildo
El proyecto de M anuel Barreiro era restrictivo de elevó una petición al Emperador pidie nd o d e ja ra sin
la lib e rta d de cultos. Establecía la Religión del Estado, efecto el artículo constitucional que perm itía la liberta d
que era la católica, apostólica, romana; establecía asi­ de cultos.
mismo que ad m itiría y protegería las determinaciones “ ...C o n fu n d id o s estos pueblos en la bondad de alm a
de sus concilios y del Papa; y que no a d m itiría ni tole­ y demás brillantes y sublimes calidades físicas y morales
raría el ejercicio de secta alguna. do su Em perador graduarían por m ejor tener en su
De todos estos antecedentes se deduce que la Cons­ Augusta Persona un Soberano A bsoluto que un M onarca
tituyente no quiso resolver en form a expresa el p ro ble­ Constitucional rodeado de todos los cultos de la supers­
ma do la lib e rta d de culto que quedó lib ra d o a l cri­ tición y expuestos a padecer los continuos vaibenes de
terio de los tiem pos futuros. que son inseparables las convulsivas teorías de los sis­
Ya en pleno período constitucional, el problem a re li­ temas políticos modernos, desconocidos hasta ahora del
gioso tuvo una solución libera l. El 6 de agosto de 1842 común de los hombres” .
se celebró un tra ta d o de am istad, com ercio y nave­ “ Señor, con el más sumiso acatam iento pretende ya
gación entre la República O rie n ta l d e l Uruguay y Vuestro C a b ild o decirlo abiertam ente. La permisión de
G ran Bretaña, cuyo a rtícu lo 12 establecía el permiso todas las Religiones en esta Provincia es muy d ifícil se
para los súbditos de ambos países de ejercer lib re ­ atempere con sus hábitos y sus usos y c o s tu m b re s ..."
mente la religión en el o tro estado contratante, levan­ “ Estos pueblos, Señor, no han pensado en renunciar
tando templos, consagrando cementerios; etc. En v ir­ a que en su seno sea única y exclusiva la Religión
tud de esta concesión, el 1? enero de 1844 se puso Católica, Apostólica, Romana, así como no han renun­
la piedra fundam ental del tem plo inglés, contra la ciado tam poco al natural uso de sus costumbres y de su
oposición del V ica rio Apostólico, Dámaso A. Larrañaga, idiom a, y Vuestro C a b ild o ha creído que su inacción y
que consideró que esa erección, además de innecesaria silencio sobre un punto tan esencial lo haría culpable
e inoportuna, atentaba contra ¡a constitución. ante Dios y los Hom bres". (13)
En el país, los antecedentes en m ateria religiosa eran En m ateria de ciudadanía, Zudáñez, presentó una
variados. El program a artiguista había expuesto la nece­ moción (que luego retiró), po r la que se daba la ciuda­
sidad de la liberta d civil y religiosa en tod a su exten­ danía natural a todos los que hasta ese momento habían
sión im aginable. Sin em bargo, las tendencias locales eran nacido en las Provincias Argentinas. Se d ijo en contra,
El te x to aprobado
Entre las facultades de! Poder Ejecutivo, la Comisión
proponía la provisión de empleos civiles, m ilitares y ecle­ Veamos ahora los lineamientos esenciales de la Cons­
siásticos. Pero en cuanto a los eclesiásticos, se producía titución de 1830.
la com plicación del Patronato. Vázquez exp licó que, con Establece que el Estado O rie n ta l de l Uruguay es la
respecto a estos cargos, había que distinguir: 1) El ejer­ asociación p o lítica de todos los ciudadanos com prendi­
cicio del Patronato por la presentación. 2) La institución dos en sus nueve Departam entos. Es Jibre e indepen­
o facultades espirituales que corresponden al po de r espi­ diente. La soberanía rad ica en la nación.
ritual. 3) Luego, la posesión, el honor y el provecho o La re lig ió n es la C atólica, Apostólica, Romana.
dig n id a d tem poral, que provee exclusivamente el Poder La ciudadanía es n a tu ra T y le ga l.” La prim era, la de
Ejecutivo. los hombres libres nacidos en cua lq u ie r punto del te rri­
torio del estado.
Por eso proponía que la provisión de los empleos ecle­
La legal, es la de los extranjeros, ba jo ciertas
siásticos se pusiera aparte, ya que no era igual que la condiciones,
designación de cargos para los empleos civiles o militares. La constitución es muy severa en cuanto a las gausales.
M anuel Barreiro propuso sustituir la pa la b ra proveer ele suspensión de la ciudadanía, entre las que se encuen­
tran la condición de sirviente a sueldo, peón jornalero,
por la de presentar. A l fin, la provisión de cargos eclesiás­
analfabeto, de ud or moroso del fisco.
ticos no fue m encionada entre las atribuciones del Poder
La f orma de gobierno es la Representativa Republi­
Ejecutivo.
cana, basada en la clásica sep a ra ció n de p o d eres."
Entre éstas se incluía tam bién la de in icia r tratados de Poder Legisla tivo . — Está in te gra do por una Cámara
paz, am istad, alianza, federación, com ercio y cuales­ de Representantes y otra de Senadores. La prim era~3e
quiera otros. Las palabras alia n za y federación fueron elección directa, en proporción a la población; la segunda
ob je to de discusiones y aclaraciones. de elección indirecta, representando un senador a cada
departam ento. Son más severas_las^ exigencias para, se/
La fundam ental fue la opinión de Vázquez. La palabra
senador que para ser representante. Pertenece al Poder
federación debía suprimirse — d ijo — porque después de
Legislativo la elaboración de leyes y códigos, la a p ro­
haber sancionado que el Estado es lib re e independiente,
bación del Presyspuesío, el voto de contribuciones, el de­
no puede ya hablarse de federación, a menos de com ­ cretar la guerra, y la aprobación de tratados, la creación
prom eter la independencia. Ambos térm inos fueron y supresión de empleos, la concesión de indultos o am ­
suprimidos. nistías, el nom bram iento de Presidente de la República
En cuanto a las Juntas E. Adm inistrativas, la Comisión y de los M inistros de la A lta Corte de Justicia.
proponía que sus reuniones fueran presididas po r el Se establecen severas in com p atibilid ad es e in e le g ib ili-
Jefe Político. Vázquez observó que era más adecuado a dades. Se consagran las inm unidades parlam entarias. Se
crea una Comisión Permanente, para el receso de las
los principios liberales que ellas fueran presididas por
Cámaras.
un m iem bro de su seno. Así se resolvió.
Poder Ejecutivo. — Está in te gra do por un presidente G obierno y Adm inistración de los Departam entos. —
de la República a quien se exige ciudadanía natural7 En cada departam ento se establece un jefe político,
33 años de edad y las demás condiciones impuestas a agente de confianza del Poder Ejecutivo. Tam bién Jun­
los senadores. tas Económ ico-Administrativas, form adas de 5 a 9 miem­
-Está encargado de la conservación del o rd e r\_ del bros electos por la población, que duran tres años en
m ando superior de las fuerzas, d e la provisión d e em-.„ sus funciones, reuniéndose dos veces po r año. Son en­
pleos, destitución de em pleados con ciertas limitaciones, cargadas de v e la r por la educación, los derechos in d i­
la iniciación de tratados con c onocim iento d e l Senado viduales y prom over las mejoras en el departam ento.
y su conclusión (necesitando la ratificación de la Asam- Derechos individuales. — Están consagrados los si­
blea); la declaración de guerra, previa resolución de " guientes derechos: Libertad personal (libertad de hijos de
IqU Asom bleo-G eneraI; la "celebración de concordatos; Ja esclavos que nacieren), igjJHHaHIZEul; a bo lición d e mayo-
aclopclón_de medidas prontas de seguridad, en caso de razgos, títulos de nobleza y distinciones hereditarias; m-
peligroex{.Sjlor-o.-.coamQ-aLQ.n interior; expedición de_rg- vToIdHljdad de dom icilio; prohibición de castigar siri
glam entos g a ra ejecución de leyes; la recaudación de proceso y sentencia legal; juicios por jurados en m ateria
renfas;.,_el in d u lto d e la pena ca p ita l; la in icia tiva legisla­ crim inal; lib e rta d condicional de presos en ciertas cir­
tiva y el derecho a oponer objeciones, o hacer observa- cunstancias; lib e rta d de pensamiento; derecho de petición;
cíones a ios proyectos de ley. derecho de pro pieda d; lib e rta d de tra b a jo ; libertad de
Los M inistros. — Sé establecen secretarios de estado, locomoción; límites Impuestos a la suspensión de derechos.
que no podrán pasar de tres, siendo responsables de ios Reforma. — Se exigen tres legislaturas para reform qr
decretos y órdenes que firm en. la constitución: la prim era declara de interés la refornip;
Poder Judicial. '— Se establece la A lta C orte de Jus- . la segunda propone esas reformas; la tercera las aprue­
ticia, cuyos miembros son designados por el Parlamento; ba o rechaza. Para va ria r la form a constitucional se
encargada de la superintendencia general sobre los ó r­ requiere una^ d o b le Asam blea, con poderes especiales,
ganos judiciales; y dotada, además, de atribuciones p ri­ qUe decide las_ reformas con 2 /3 de votos.
vativas en asuntos graves, por ejem plo, juicio de infrac­
tores de la constitu c ión, causas de a lm iran ta zgo , etc.;
Tribunales de Apelaciones, Jueces Letrados, Jueces de Juicio sobre ¡a C o nstitución de 1830
Paz, etc.
En la Sección destinada al Poder Judicial están con­ El país contaba, pues, con una constitución. N o era
sagradas las garantías de la seguridad personal, p ro hi­ la prim era en el tiem po. La época revolucionaria había
bición de juicios p o r comisión, prohibición de juramen­ presenciado el desfile de varias cartas constitucionales
tos de acusados sobre hechos propios; prohibición de en la provincia: la constitución española de 1812 que se
juicio crim inal en rebeldía, a b olició n de pesquisas secre­ juró en M on te vid eo en ese año; el proyecto de Consti­
tas; condiciones de infra ga nti d e lito o semi-plena prueba tución A rtlgu ista inspirada en la de Massachussets de
para el arresto; ob lig a ció n de comenzar el sumario a ¡as 1779; la portuguesa de 1820 y la brasileña de 1824,
48 horas, etc.; defensa letrada del acusado. juradas en M ontevideo y en la provincia en 1821 y 1824;
la unitaria de las Provincias Unidas de 1826, aceptada Es bueno recordar al respecto, las palabras pronun­
p o r la Provincia en 1827. (14) ciadas por José E. Rodó en la Cám ara de Representantes,
Habían sido todas constituciones extranjeras, que se sesión de 23 de diciem bre de 1904, al tratarse el problem a
im ponían al país por circunstancias excepcionales, (a de la reform a constitucional: " . . . c a b e afirm a r que no
excepción del p ro yecto artiguista, entonces o lv id a d o o es justo que se exima a nuestros constituyentes de tod a
ig n o ra d o por la m ayoría). La de 1830, en cam bio, era responsabilidad en los antecedentes de las primeras gue­
una constitución ela b o ra d a por orientales, para em plear­ rras civiles que asolaron el país, y que depositaron el
se en el estado independizado. ¿En qué m edida respon­ germen d e los odios que luego fueron triste herencia de
día a las necesidades del m edio? las generaciones orientales y se m ultiplicaro n en cala­
Indudablem ente, legislar en Am érica era empresa d i­ mitosa cosecha de guerras fratricid as. Como lo decía
fícil; para nuestro país, particularm ente d ifíc il, ya que nuestro disting uid o colega el Dr. Areco, la obra de los
salía de una te rrib le crisis provocada no sólo por la constituyentes se verificó b a jo el in flujo de una cons­
revolución, sino p o r las dominaciones extranjeras. Esto, tante prevención contra la influencia pe rturbadora del
sin a ñ a d ir el carácter individualista, rebelde p o r instinto, caudillaje; pero no tuvo ni pudo tener la experiencia
de nuestro pueblo, que en 1811 Juan José Paso había política que le hubiera inspirado los medios de lim itar
llam ad o "desatinadam ente lib re ” . eficazmente la influencia de los caudillos, atem perándola
a las necesidades de la vid a o rg a n iza d a ".
Sus im perfecciones “ Los prohom bres de la Asam blea Constituyente, obe­
deciendo a ese sentimiento de prevención y quizás im ­
Sin llega r a culpar a la constitución de las guerras presionados por las turbulencias m ilitares que habían
civiles y perturbaciones políticas, es indudable que la dificu lta d o sus primeras deliberaciones, votaron el pre­
obra de los constituyentes tenía defectos teóricos e cepto constitucional que im p idió a los miembros del
injusticias. ejército la entrada al Poder Legislativo".
N o estableció un régimen fe liz para la elección del "C ontra la opinión del hom bre más eminente, quizás,
prim er m agistrado. A l conferir esa elección al Cuerpo entre los que se sentaban en aquellas bancas, del que
Legislativo, subordinó las funciones legislativas de éste a fue tal vez el prim ero de nuestros estadistas, contra la
las electorales y contribuyó a p riva rlo de la a lta jerar­ opinión y la previsión cla rovid en te de don Santiago
quía que debía revestir como creador de la ley. Vázquez, la Asamblea Constituyente sancionó esa ex­
N o evidenció c la rid a d de ¡deas en lo que se clusión insensata que a p artó a los m ilitares de la escuela
refiere al problem a de la lib e rta d religiosa. cívica de l Parlamento y que tra zó la prim era línea d iv i­
La Constitución de 1830 fue injusta a l p riv a r de la soria entre la fuerza m oral de la opinión y la fuerza
ciudadanía a los sirvientes a sueldo, peones jornaleros m aterial de las armas, d ivo rcio que debía ser una de
y anafabetos, que tanto habían contribuido a la inde­ las calam idades de nuestra turbulenta historia, porque
pendencia del país. d iv id ió en campos opuestos y alejados por desconfian­
Fue igualm ente injusta a l excluir a los m ilitares del zas recíprocas, elementos que siempre debieron marchar
Parlamento. unidos, vinculándose el derecho del ciudadano con la
determ inante del hecho, la representación de los m ilita ­
De acuerdo con su criterio realista, orien ta do hacia
res en el parlam ento. Las guerras civiles tendrían su raíz
preocupaciones de índole m aterial y progreso económico,
en otros problem as que estudiamos más adelante.
A iberdi, sin d e ja r de reconocer algunos aspectos buenos
La Constitución de 1830 no org an izó debidam ente
de ¡a constitución de 1830, señala sus defectos, y fun­
los gobiernos locales. Las Juntas Económ ico-Adm inistra­
dam entalm ente, su carácter inhóspito para el traba jo .
tivas, a pesar de su carácter colectivo, carecían de vida
“ Es d ifícil y em barazosa para a d q u irir ciudadanos
propia.
y pró diga para enajenarlos". Da fácilm ente la ciu da da­
N o previo el problem a de la coparticipación de los
nía a! que com bate por el país; al extranjero que trae
partidos.
industrias, tra b a jo , le exige residencia. Expulsa de su
N o precisó suficientem ente las facultades e xtra o rd i­
reducida fa m ilia política al que acepta empleos o dis­
narias del Poder Ejecutivo.
tinciones de otros gobiernos.
En 1873 se dictó una ley interpretativa, que aclaró
Carece de garantías para el progreso m aterial e
bien el alcance de las medidas de seguridad. Se aclaró
intelectual. N o consagra la educación pública; no da
que el art. 81, que las establecía, quedaba lim ita d o por
estímulos al desarrollo com ercial y agrícola. (17)
los artículos 83, 136 y 143 del C ó dig o Constitucional.
V ale decir, que en casos graves de conmoción inte­
Sus aciertos
rior, o ataques exteriores, el Poder Ejecutivo podía tom ar
propiedades, buques, tom ar en préstamo (todo con suje­
Aun así, con estas imperfecciones, la Constitución fus
ción a u lte rio r aprobación de la Asamblea); pero con
un dogma.
respecto a las personas, la única extralim ifación en cuanto
Para los patriotas que la vieron nacer ¡unto con la
al régimen o rd in a rio estaba en lo referente al arresto,
independencia del estado; para las generaciones poste­
en que se puede prescindir de la circunstancia del infra-
riores perturbadas por las conmociones internas, ella
ganti, o en su defecto, de la semi-plena prueba consta­
significó en los momentos de crisis, una esperanza de
tada por el Juez. El Poder Ejecutivo, frente a un peligro
concordia, un llam am iento a la paz.
inminente, podía proceder po r sí al arresto, pero a las
La Constitución de 1830 po drá no haber refle ja do
24 horas regían ¡as garantios normales del proceso, y
enteramente nuestra rea lid ad , pero sin duda — y esto
desde luego, e¡ sometimiento a la au to rid a d judicial.
es fundam ental— revistió para los orientales los caracte­
Se reprim ían así uno serie de abusos cometidos por
res de un sím bolo. Los constituyentes supieron rod ea r a
el Poder Ejecutivo en el ejercicio de sus facultades ex­
la obra de 1830 de un sentim iento casi místico que
traordinarias, consignadas en el m encionado art. 81, por
convirtió a q ue lla carta en a lg o sagrado a los ojos de
el que se creía au toriza do a d e po rta r sin proceso, a
los pueblos: “ el cód ig o fie l" coloca do siempre po r encima
a b o lir fueros parlam entarios, etc.
de los partidos en la intención de los hombres; exaltado
O m itió los derechos de reunión y asociación.
en la lite ratura política de la época como el mayor
Fue excesivamente rígida. El trám ite de tres legis­
legado de nuestros proceres, in voca do por los caudillos
laturas concordes para lle va r a cabo las reformas, era
y por los hombres de principios, po r el gobierno y el
la d ificu lta d insuperable de las mismas.
pueblo, cada vez que llega ba el momento de deponer
las armas tras la revolución que había coloca do al país lineam ientos ultra conservadores de la carta de 1814;
al margen de sus disposiciones. Se rem itía siempre la en 1831 comenzaría a form ular sus ardientes reivind ica­
solución de los problem as nacionales, al espíritu de con­ ciones el Risorgimento ita lia n o ; en 1832 Inglaterra m odi­
cordia del código de 1830. ficaría p o r una ley electoral su entonces anacrónica
Los hombre que lo redactaron, encontraron una pa­ estructura parlam entaria. Todavía en 1833 la alianza
tria ya conseguida por el esfuerzo de los caudillos de absolutista, aunque restringida, habría de intentar el úl­
la revolución y casi totalm ente estructurada por las asam­ tim o colapso para reorganizar a Europa b a jo el férreo
bleas de 1826 y 1827; realizaron, pues, solam ente la sistema del orden. En Am érica las perspectivas de la
obra de form ulism o ju ríd ico necesaria para que el país hora señalaban asimismo una declinación de los princi­
actuara en la esfera internacional e interna, con los pios liberales sustentados desde 1810; y un fracaso en
órganos de go bierno adecuados y ba jo el precepto todos los intentos de organización constitucional. Tras la
severo e indestructible de la ley. A l cum plir esta labor crisis de la Convención de O caña, se -disgregaba enton­
sin pretensiones de o rig in a lid a d , según la reiterada de­ ces ¡a G ran C olom bia; Perú y Bollvia no habían sabido
claración de los constituyentes, tuvieron tam bién sus ha lla r una solución para sus problem as en los principios
aciertos. Es justicia señalarlo luego de haber puntuali­ bolivarianos de 1826; Chile, después de renovados inten­
zado ios errores. Actuaron en general en un p la n o liberal tos para darse una organización jurídica se encam inaba
y avanzado, refle jo de las ¡deas revolucionarias, con hacia el régim en que habría de culm inar en la dictadura
sagrando la ig ua lda d y seguridad personal, la in viola­ de Diego Portales; las Provincias Unidas del Río de la
b ilid a d de las propiedades, el derecho de petición, el Plata, fracasadas la Constitución de 1826 y la Conven­
lib re ejercicio de toda clase de industria, ag ricu ltura y ción de 1828, vivían una hora incierta sin haber lo gra do
comercio, la liberta d de prensa, la in v io la b ilid a d de la tam poco la unidad política que debía preceder al orden
correspondencia y del do m icilio , en el orden de los jurídico; el Im perio del Brasil se debatía en la lucha
derechos individuales; y en la distribución de los pode­ interna que o rig in ó la abdicación de Don Pedro Primero,
res, creando un verdadero poder parlam entario, m edian­ Así pues, en m edio a'e estas crisis del pensamiento y de
te la organización de un legislativo con atribuciones la acción, los hombres de 1830 nos aparecen llenos de fe,
am plias, con inmunidades que asegurasen su indepen­ dom inando el escepticismo de la hora con aquel fervor
dencia funcional y una estructura adecuada para evitar de principios y la confianza en el poder del derecho
influencias nocivas. Algunas de estas últim as garantías que habían sido el signo distintivo del id e a rio po lítico
ya habían estado organizadas en la provincia, pero en del siglo XVIII y que ya habían trasuntado en el mo­
la Constitución ellas se relacionan con el conjunto de mento in icia l de la revolución. Acaso sea este e! rasgo
medidas tendientes a asegurar un funcionam iento regular más digno de ser destacado porque no fue solamente
y pleno del parlam ento. Todos estos principios que hoy p rivile g io de quienes redactaron el código p o lítico ; pa r­
nos parecen una sim ple deducción lógica, eran en cierto ticiparon de él todos los hombres de la época, civiles y
m odo una experiencia a tre vid a de a q ue lla hora de reac­ militares, doctores y caudillos. Estos últimos, que pre pa­
ción antl-revolucionaria, o rg an izad a por la cuádruple raron el ad venim iento de la Asam blea e hicieron posible
alianza. Recién en 1830 se rectificarían en Francia los su labor, supieron aceptar en actitud respetuosa y ejem-
13 de octubre fue aceptada la renuncia de Santiago
pia r la disposición que les excluía del parlam ento. Los Vázquez como m iem bro de la Asam blea, a fin de que
nombres de Lavalleja, O rib e y Rivera, que personifican pudiera hacerse carg o de su misión diplo m ática . Sus
las influencias más prestigiosas 'de la hora, están id en ti­ instrucciones lo encargaban fundam entalm ente de reca­
ficados con el pensamiento p o lítico de 1830 tradu cid o bar la designación de un Com isario que debía exam inar
po r las figuras que redactaron la Constitución. Junto, la constitución po lítica oriental, previéndose el caso de
pues, a la la b o r m aterial rea liza da por los legisladores que el G o b ie rn o d e Buenos Aires no quisiera to m a r sobre
de 1830, hay que reverenciar la abnegación del pueblo sí el ejercicio de la prim era a u to rid a d de la República,
heroico que desde el éxodo había p e rfila d o la com unidad caso en el cual debía dirigirse a todos los gobiernos
política, y la de sus conductores que la habían hecho existentes en ella.
respetar y que acataron su elim inación de las institu­ El 25 de octubre de 1829 Vázquez lle g ó a Buenos
ciones para que la obra cívica pudiera realizarse Aires y el 4 d e noviem bre fue reconocido como agenta
plenamente. de negocios. De inm ediato fue planteada la cuestión de
competencia para efectuar la designación indicada, ha­
biendo m anifestado el M inistro que el G ob iern o de Bue­
G estiones ante Brasil y ías Provincias Unidas
nos Aires debía mostrarse muy circunspecto, d a d o el es­
tad o de anarquía en que se encontraba el país.
El nuevo código p o lítico , según el artículo 7 de la
Por el artículo 16 del tra ta d o de 18 de agosto de
Convención Preliminar de Paz, debía ser exam inado por
1829 entre Santa Fe y Buenos Aires, se había d a do a
ios gobiernos de las Provincias Unidas y del Brasil, a
ésta la facu ltad de d irig ir las relaciones exteriores; Cór­
fin de ver si contenía alguna cláusula in com p atible con
doba tam bién había asentido a que la designación de
su seguridad. El 29 de setiembre de 1829 fueron desig­
comisario la hiciera el G o b iern o de Buenos Aires (tra­
nados agentes de negocios N icolás Herrera y Santiago
tado de 17 de diciem bre de 1829). Vázquez se d irig ió a d i­
Vázquez, después de alguna resistencia por parte de la
chos gobiernos dándose p o r n o tifica d o de esta de le ga­
Asam blea, que podía con razón discutirle al Poder Eje­
ción y solicitan do interpusieran su influencia para que
cutivo la fa cu lta d de designar los cargos diplom áticos.
los otros gobiernos, a los que tam bién se d irig ió , hicieran
Frente al Brasil, la designación de un m inistro no
lo mismo.
tenía dificultades. En cuanto a las Provincias Unidas, el
Conseguida la adhesión de la m ayor parte de las
problem a era de más d ifícil solución, por el estado de
provincias, el 9 de m arzo de 1830 el gobierno de Buenos
desorganización interna en que se encontraba el país.
Aires designó a l G eneral Tomás G u id o com isario para
M iguel Barreiro d ijo que desde el 1? de diciem bre de 1828
el examen de la constitución; el 30 de enero Brasil
no existía la República A rgentina. El M inistro de Hacienda
había designado a M iguel Calm on Du Pin y A lm eida.
contestó que la República A rgentina existía de hecho y
Dijimos ya que además de la designación de comisa­
que había que aceptar esa situación de hecho. Y se rio, Vázquez tenía otros com etidos, entre ellos, conseguir
resolvió que el M in istro fuera acre dita do ante el G o ­ para el U ruguay la representación en el T ratad o D efini­
bierno de Buenos Aires; sin em bargo, en el decreto tivo de Paz, con la solución del problem a de los límites.
respectivo, se le destina a la República A rgentina. El
Pero Vázquez pudo darse cuenta que la C ancillería El Provisor establecido en esa ciudad se manifestó
de Buenos Aires no estaba dispuesta a la firm a del conforme con extender las facultades del cura vicario
tra ta d o de finitivo. Dámaso A. Larrañaga; esto no era sino una aspiración
Entretanto, las perturbaciones internas d e la nueva mínima del Estado O rien ta l, que, como ya dijim os, aspi­
república habían hecho pensar en la p o sib ilid a d de raba a la independencia absoluta.
una intervención a fa v o r del gobierno legal, en circuns­ O tras diligencias activas fueron las tendientes a pro­
tancias en que se discutía la le g a lid a d del g o b ie rn o de teger a los ciudadanos uruguayos, librándoles del servi­
Lavalleja. Pero el G o b ie rn o de Buenos Aires no se cio en la m ilicia activa.
quiso pronunciar sobre el asunto sin pre vio acuerdo con La circunstancia de haber in te gra do la Provincia O rie n ­
el gabinete de Río de Janeiro. tal las Provincias Unidas, hacía que los ciudadanos uru­
guayos residentes en la A rgentina continuaran siendo
Por su parte N icolás Herrera procuró un pronuncia­
considerados como ciudadanos argentinos; para que se
miento del go bierno im perial; pero el M inistro Calmon
les considerara orientales tenían que despojarse de la
Du Pin manifestó que no había llega do la o p ortun ida d
nacionalidad argentina por un acto solemne y expreso.
de ejercer las facultades del a rtícu lo 10 de la Conven­
ción Preliminar de Paz. Vázquez consiguió que se estableciese la excepción
del servicio para los orientales inscriptos en el Re­
Felizmente el 18 de junio fue ra tific a d o el pacto
gistro. (18)
a co rda do entre los generales Lavalleja y Rivera, el mismo
Veamos ahora el desarrollo d e la misión ante el
día que llegó la nota de N icolás Herrera anunciando
Brasil confiada, según dijimos, a N icolás HERRERA. Era
la aprobación de la constitución, llevada a cabo por los
éste uno de los personajes más inquietos de nuestra
comisarios Tomás G u id o y M iguel Calm on Du Pin y
historia. N a c id o en M ontevideo, estudiante en Chuqui-
A lm eida en la ciudad de Río de Janeiro el 26 de mayo
saca, gra d u a d o de a b og ad o en España, v o lv ió a M o n ­
de 1830.
tevideo donde ejerció su profesión. En 1806 el C a bildo
Vázquez continuó entretanto en Buenos Aires en el le encargó una misión especial: poner en conocim iento
desempeño de las otras tareas que se le habían con­ del go bierno español la noticia de la conquista de Bue­
fia d o (reclam ación de facultades espirituales al obispado nos Aires, y pe dir socorros para la seguridad de la plaza.
de Buenos Aires, pago de gastos de servicio de luces Residente en España, fue nom brado d ipu ta do para las
en Isla de Flores y el Cerro d e M ontevideo; estableci­ Cortes de Bayona; firm ó la constitución y reconoció como
m iento de balizas y pilotos, etc.) rey a Bonaparte. V uelto al Río de la Plata, y después
En estos últimos no consiguió nada. M a y o r im portan­ de algunas incidencias, pasó a Buenos Aires en donde
cia tenía la obtención de la independencia eclesiástica, ocupó altos cargos. Fue d ip u ta d o de la Asam blea Cons­
que había ya preocupado a la Asam blea. El 27 de tituyente de 1813 y miem bro de la Comisión redactora
ju lio ésta había sancionado una ley en la cual se del proyecto de constitución. Se le encargó una misión
establecía que el Poder Ejecutivo solicitaría de la Silla de acercam iento al Paraguay que cum plió sin éxito.
A postólica la separación de este Estado de la diócesis M inistro de Posadas y de A lve ar, tuvo que refugiarse
de Buenos Aires. en Río de Janeiro, cuando se produjo la caída del se­
gundo D irectorio. Entonces sus escasos sentimientos de­
mocráticos se d e bilitaro n. Se mostró p a rtid a rio del pro­
oponía observaciones a la supresión de los Cabildos.
tectora do britá n ico y colab oró con la invasión portu­
Herrera señaló con acierto que el examen de la cons­
guesa a la Provincia O rie n ta l. Asi vo lvió a su pa tria
titución sólo tenía po r ob je to ver si ella contenía alguna
y form ó parte del círculo de Lecor. Favorecido prim ero
disposición peligrosa para la seguridad de los Estados
po r los portugueses, luego por los im periales, consideró
contratantes.
como una perturbación de sus intereses privados la
El go bierno im perial se rin d ió a estas razones; y
heroica revolución de 1825. Fue Senador de la Provincia
habiendo lle g a d o el comisario argentino el 14 de mayo
C isplatina en la Asam blea -de Río de Janeiro. Cuando
ele 1830 a Río de Janeiro, fue d icta d o el auto de a p ro ­
vo lvió a su p a tria en 1828 traía el propósito de con­
bación el 26 del mismo mes, según ya lo expresamos.
v ertirla en un Ducado. La Convención Prelim inar de Paz,
También a l Brasil llegó el eco de las inquietudes po ­
frustró sus proyectos.
líticas del Estado O rie n ta l. Rondeau p id ió el pronun­
Este fue el hom bre a quien se le con fió la consolida­
ciamiento y la intervención del Brasil en fa v o r de lo que
ción in te rna cion al de nuestra prim era constitución.
él consideraba su a u torid ad desconocida por la Asam blea
En las instrucciones que le fueron conferidas para esa
después del nom bram iento de Lavalleja; Brasil contestó
misión, se expresaba a Herrera que debía recabar del
que no había llega do tod avía el casus foederis y que
Im perio la intervención de la República en el Tratado
además el m ejor m edio de conjurar la crisis era poner en
D e finitivo de Paz; que en e l caso de no conseguirlo obtu­
ejecución inm ediatam ente el cód ig o constitucional.
viese que los límites de la República no se fijasen sin
En cuanto a la pq rticip ació n de la República en
su cooperación; se le au to riza b a para oír proposiciones
el Tratado D e fin itivo de Paz, Herrera obtuvo una de cla­
sobre un tra ta d o de com ercio y para hacer insinuaciones
ración form al de aquiescencia pero subordinada a la
respecto de un tra ta d o secreto o p ú blico de alian za
aprobación del gobierno de Buenos Aires.
ofensiva y defensiva que colocase al país a cubierto
En las Provincias Argentinas no era posible pensar
de cualquier agresión extranjera. Herrera debía solicitar,
en aquel m omento en el tra ta d o d e fin itivo porque el
además, la devolución de los fondos del Consulado de
país estaba disgregado.
Com ercio de M ontevideo extraídos de sus cajas en 1823
También tra b a jó Herrera po r la independencia ecle­
po r D. Tomás G arcía de Z úñiga, últim o Presidente de
siástica uruguaya ante el N uncio residente en Río de
la Provincia Cisplatina. (19)
Janeiro, obteniendo una promesa favo ra ble. N o pudo
Herrera lle g ó a Río de Janeiro el l 9 de diciem bre de
en cam bio lo g ra r la devolución de los fondos sustraídos
1829 e inició inm ediatam ente sus gestiones ante el M i­
cil Consulado de Com ercio en 1828. (20)
nistro de Asuntos Extranjeros, M iguel Calm an Du Pin
y A lm eida. El enviado oriental deseaba que el gobierno
del Brasil accediera a la ap rob ació n por sí, sin esperar
la del com isario argentino. Pero el G o b iern o del Brasil
no era de esa opinión. Además, excediendo las facul­
tades acordadas p o r la Convención Prelim inar de Paz,
Esa etapa fue extraordinariam ente difícil para los pue­
blos de Am érica. La doctrina de la revolución — gene­
rosa, ig u a lita ria , lib e ra l— tenía que abrirse cam ino a
través de un m undo étnico heterogéneo, com plejo e inex-
periente. N o es posible decir cuánto realizó, ni siquiera
Capítulo III si realizó algo . Pero un m ovim iento em prendido en nom­
bre de la lib e rta d y de la ig u a ld a d tenía en sí los
FACTORES QUE DIFICULTARON LA graves compromisos que aun sin lle g a r a su etapa de
ORGANIZACION NACIONAL cum plim iento — debían provocar y provocaron— una in­
quietud pertu rba do ra que p ro lo n g ó su estremecimiento
La visión de los contem poráneos durante to d o el siglo.
Y así, mientras los americanos del norte consolidaban
La evolución de nuestro país desde sus comienzos sus instituciones cimentándolas en un fe liz y creciente
independientes hasta nuestros días, pa rticularm ente en el desenvolvimiento económico, los americanos hispanos veían
siglo XIX, ofrece a la perspectiva histórica una línea de sucederse luchas, motines, conspiraciones, revueltas so­
progreso, en sectores diversos, en lo económ ico, lo social, ciales y políticas, tod o decorado bajo una artificiosa
lo institucional. serie de constituciones, leyes, decretos, tratados, im po­
Pero este proceso se ha re a liza do esforzadam ente, con tentes para consolidar los m ovimientos de organización.
largos años de aprendizaje, sacudimientos internos, gue­ En medio de este caos se buscaron los posibles métodos
rras externas, intervenciones extranjeras. de estabilidad; y pareció, en muchos momentos, que
ellos eran prácticam ente im posibles y que Am érica es­
¿Por qué la experiencia ha sido tan lenta?, ¿por qué
taba definitivam ente condenada a la im potencia polí­
nuestro cam ino institucional ha exigid o tantos años?
tica. Así se produjeron en todas partes de Am érica
Recordemos en prim er térm ino que no fuimos un caso
verdaderas crisis de confianza nacional en que las más
aislado en la Am érica Hispánica. Al experim entar la
desalentadoras soluciones aparecían como medios sal­
pro fu nd a sacudida de la revolución, se resquebrajaron los
vadores para conjurar el caos total.
moldes, buenos o malos, que mantenían la cohesión ad­
m inistrativa y la jerarquía social. Según la fe liz com pa­ ¿Por qué este retraso en el camino hacia la etapa
ración de Bolívar, el mundo am ericano después de la constructiva? N o han fa lta d o explicaciones: fa lta de
revolución podía compararse al mundo europeo después experiencia política, derivada de la form a en que se
de la caída de Roma. A aquél como a éste, rota la unidad había re a liza d o la colonización española; com plejidad
que los incorporaba en un conjunto único, tocó em pren­ racial; ausencia de desarrollo económico; fa lta de clase
der el proceso de org an ización diferenciada, en que media; etc. Pero nos interesa conocer más p a rticu la r­
cada pueblo, doloroso pero firmemente, fue a d qu irie nd o mente las opiniones relativas al Río de la Plata, cuyas
la fisonom ía p e cu lia r que habría de encam inarlo a la condiciones sociológicas son y han sido relativam ente
na cionalización de finitiva. homogéneas.
Recordemos la explicación de SARMIENTO. La re­ al fin, cam ino p o r donde abrirse paso y salir a la
volución tuvo que imponerse •— dice— como una lucha luz, ostentarse y d e s e n v o lv e rs e "...
entre la ciudad, que re a liza ba un program a civiliza do r Describe el levantam iento caudillista, el de A rtigas
y la cam paña que era la barbarie. C ivilizació n y b a r­ en prim er térm ino y añade: “ Este era el elem ento que
barie. Facundo resume en su bá rba ra persona la rebe­ el célebre A rtigas ponía en movim iento; instrumento
lión de los instintos contra los program as de c u ltu r a ... suyo, pero lleno de vida, de instintos hostiles a la
“ La revolución, excepto en su símbolo exterior, inde­ civilización europea y a tod a organización regular,-
pendencia del rey, era sólo interesante e in te lig ib le adverso a la monarquía como a la república, porque
para las ciudades argentinas, extraña y sin prestigio ambas venían de la ciudad y traían ap a re ja d a un
para las campañas. En las ciudades había libros, ¡deas, orden y la consagración de la au torid ad.
espíritu m unicipal, juzgados, derechos, leyes, educación, "D e este instrumento se sirvieron los partidos d ive r­
tcdos los puntos de contacto y m ancom unidad que tene­ sos de las ciudades cultas, y principalm ente el menos
mos con los europeos; había una base de organización revolucionario, hasta que, an da nd o el tiem po, los mis­
incom pleta, atrasada si se quiere, pero precisamente mos que lo llam aron en su a u x ilio sucumbieron, y con
porque era incom pleta, porque no estaba a la altura ellos la ciudad, sus ¡deas, su literatura, sus colegios,
de lo que ya se sabía que podía lle g a r a ser se a d op­ sus tribunales, su civilización.
taba la revolución con entusiasmo. Para las campañas, “ Este m ovim iento espontáneo de las campañas pas­
la revolución era un problem a; sustraerse a la a u torid ad toriles fue tan ingenuo en sus prim itivas manifestaciones,
del rey, era a g rad able, por cuanto era sustraerse a la tan genial y ten expresivo de su espíritu y tendencias,
au toridad. que abisma hoy el candor de los partidos de las ciu­
“ La cam paña pastora no podía m ira r la cuestión dades que lo asim ilaron a su causa y lo bautizaron
ba jo o tro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, con los nombres políticos que a ellos los dividía.
todas las cuestiones que la revolución se proponía "La fuerza que sostenía a A rtigas en Entre Ríos
resolver eran extrañas a su manera de vivir, a sus era la rnisma que en Santa Fe a López, en Santiago a
necesidades. Pero la revolución le era útil en este Ibarra, en los llanos a Facundo. El in dividualism o cons­
sentido: iba a d a r ob je to y ocupación a ese exceso tituía su esencia, el ca b a llo su arm a exclusiva, la pam pa
de vida que hemos indicado, e ib a a a ñ a d ir un nuevo inmensa su teatro. Las hordas beduinos que hoy im por­
centro de reunión, m ayor que el tan circunscripto a tunan con su a lga zara y depredaciones la frontera de
que ccudían diariam ente los varones en toda la exten­ la A rgelia, dan una ¡dea exacta de la m ontonera a r­
sión de las campañas. Aquellas constituciones espartanas, gentina, de que se han servido hombres sagaces o m al­
aquellas fuerzas físicas tan desenvueltas, aquellas dis­ vados insignes. La misma lucha de civiliza ción y ba rb a ­
posiciones guerreras que se m alba ra taba n en puñaladas rie de la ciudad y el desierto existe hoy en A frica,
y tajos entre unos y otros; aquella desocupación rom a­ los mismos personajes, el mismo espíritu, la misma es­
na a que sólo fa lta b a un Cam po de M arte para ponerse trategia indisciplinada, entre la horda y la montonera.
en ejercicio activo; aquella an tipa tía con la a u torid ad Masas inmensas de jinetes vag an do por el desierto,
con quien vivían en continua lucha, tod o encontraba, ofreciendo el com bate a las fuerzas disciplinadas de las
ciudades, si se sienten superiores en fuerza; disipándose por divergencias de d e ta lle ". "En la Colonia no había
como nubes de cosacos, en todas direcciones, si el vida pública — libertad de pensam iento— lib e rta d de
com bate es igual siquiera, para reunirse de nuevo, caer examen — lib e rta d de industria— liberta d de acción.
de im proviso sobre los que duermen, arrebatarles los Eran sus dogmas obediencia pasiva, sin razón, obedien­
caballos, m atar a los rezagados y las partidas avanza­ cia habitual y de rutina, a dos potestades superiores
das; presentes siempre, intangibles por su fa lta de cohe­ a todo, que se refundían en una misma: a l depositario
sión, débiles en el com bate, pero fuertes e invencibles de la au to rid a d real, única fuente de los bienes terre­
en una larga campaña, en que, al fin, la fuerza o rg a ­ nos, al sacerdote, depositario de la a u torid ad religiosa,
nizada, el ejército sucumbe diezm ado po r los encuen­ única fuente de los goces celestiales, a ambas a u to ri­
tros parciales, las sorpresas, la fatig a, la extenua­ dades, íntim am ente ligadas por su título divino y por
ció n". (21) las leyes humanas, que tenían en su mano y dispensa­
¿Qué valor histórico, qué pro fu nd ida d psicológica ban a su g ra do , la fe licid a d o el info rtu nio en esta
tiene esta intensa y evocativa explicación? Sarmiento vida transitoria, las recompensas o los castigos, a la
fue casi contem poráneo de los sucesos que describe y vida eterna que dom inaban de consuno el cuerpo y el
por lo tanto no tenía, ni p o r la época en que escribió alma, el espíritu y la m a t e r ia " ...
ni por tem peram ento, el horizonte am plio, la sereni­ As!, pues, he aquí la explicación: lucha de la super­
d a d de visión que dan un excepcional e q u ilib rio de vivencia colon ial con las ¡deas de renovación revolu­
espíritu, o la perspectiva del tiem po. Fuera de sus cionaria. Reconocía, además, que éstas fueron respon­
errores especiales o particulares, por ejem plo, la apre­ sables del retraso en la organización, porque quisieron
ciación de la fig u ra de A rtigas, quedaría siempre como imponerse en form a absoluta y sin hacer concesiones al
error de conjunto, el simplismo del esquema: ciudad civi­ tiempo.
lizada , cam paña bárbara. ' La tendencia dem ocrática — p o r un achaque común
O tra explicación de las luchas internas fue dada por a todas las innovaciones, quiso, en algunos períodos,
Andrés LAMAS en la obra que escribió sobre las agre­ escalar com o los gigantes de la fá b u la , p o r esfuerzos
siones de Rosas a nuestro país, y en la que expuso sobrenaturales, el cielo de la civilización; y d o ta r a nues­
una interpretación sociológica de la tiranía, la prim era tros pueblos de libertades más latas que las que su
en el tiem po. Dice Andrés Lamas en su obra "A g re sio ­ estado soportaba, o de creaciones que irrealizadas, se
nes de Rosas", hablando de las guerras civiles: "En convertían en su daño. Sus reform as chocaron algunos
estas guerras han intervenido las tendencias enemigas intereses y preocupaciones aum entando así con au xi­
que coexistían en el seno de nuestras sociedades: la liares eventuales, la resistencia de la tendencia abso­
tendencia absolutista y retrógrada, em anación de las lutista. Errores generosos, de cuyos autores d irá el fu ­
tradiciones seculares de la Colonia y la tendencia de­ turo histo ria dor de nuestros días: "¡q u ié n no querría
m ocrática y progresiva de la revolución. En una de haber com etido sus fa lta s!".
estas dos grandes divisiones históricas se han a filia d o , Veamos entonces, cómo, a la explicación anterior
algunas veces sin conocerlo, las diversas bandas que — lucha entre la tendencia retróg rad a hispánica y la
se han disputado el poder bajo enseñas personales o innovante de la revolución— , Lamas añade el escaso
las Provincias Unidas y el Brasil, firm antes de la Con­
vención Prelim inar de Paz. Formalmente, ante el De­
sentido de la re a lid a d del p a rtido unitario. Ya lo había
recho Público Internacional, nuestra independencia a p a ­
dicho igualm ente Sarmiento, en su m agnífica descrip­
recía como un hecho concedido, com o el resultado de un
ción del unitario. Pero quien v io quizás con más hon­
beneplácito común de dos naciones que convenían en
dura, con más grave sentido del análisis, la fa lla de
ella, para poner térm ino a la lucha en que estaban
ambos partidos — el federal y el unitario— fue Esteban
empeñadas. La Convención, además, com o lo expre­
ECHEVERRIA.
samos, no tenía determ inación de límites. Nacíamos,
En varias producciones lo anota, pero concreta los
pues, con una frontera incierta y litigiosa, sobre la cual
errores del unitarismo en una carta d irig id a a D. Pedro
se cernían, como un pe lig ro latente, reivindicaciones b ra ­
de Angelis, en contestación a la censura que éste había
sileñas que estaban am paradas por seudos tratad os o
hecho al dogm a de M ayo. El desacierto de los unita­
por hechos consumados.
rios según él, habría consistido en “ v io la r la ley del
Además el convenio de paz de 1828 establecía una
tiem po en m ateria del progreso social, fu n dan do esta­
doble protección p a ra el nuevo Estado: garantía de su
blecim ientos y proyectando mejoras irralizables, que
go bierno legal, hasta 5 años después de jurada la cons­
el buen sentido del país no com prendía y rechaza­
titución; ga ran tía de su independencia, en el tiem p o y
b a " . . . (22)
modo que se conviniese en el T ratado D e fin itivo de
Paz. Así, pues, in de finid o en cuanto a fronteras, inde­
Los factore s de perturbación fin id o en cuanto a posición internacional, el país pare­
cía justificar el a p e la tivo de semi-soberano y m ediati­
Dentro de este marco general, debemos considerar
zado, con que fue designado despectiva e injustamente
ahora los factores que han in flu id o de m odo particular
por algún m inistro argentino. (23)
en nuestra form ación institucional.
Ciertam ente algunos de estos factores han sido fa ­
2. — La acción perturbadora de los Estados vecinos
vorables: hom ogeneidad racial, hom ogeneidad te rrito ­
ria l, dos bases esenciales para la constitución de la na­
Estos hechos, puramente objetivos, nada habrían sig­
cio na lid ad . Pero mayores eran las causas de pertur­
nificado, si la intención d e los contratantes de la Con
baciones. Analicémoslas.
vención Prelim inar de Paz hubiera sido sincera. Pero
tanto en las Provincias Unidas com o en el Brasil exis­
1. — Is form a en que fue reconocida nuestra indepen­ tía el pro pó sito de reconstruir la unidad rioplatense
dencia
y la unidad im perial, respectivamente, a expensas de
la Cisplatina. Los historiadores, a p a rtir d e la pro p a ­
Sabemos bien que la voluntad del p u eb lo oriental
ganda unitaria de la época, suelen m encionar los planes
contribuyó a conseguir una independencia que estaba
anexionistas de Rosas, ya m anifestados en 1832 duran­
en sus planes y en sus más vehementes deseos. Sin
te el go b ie rn o de Balcarce, del cual Rosas era la em i­
em bargo, esa voluntad del pueblo oriental, cap ta d a por
nencia gris, y que, según Rondeau, se negaba a desig­
observadores extranjeros, no fue el elem ento conside­
rado, como habría correspondido, por los gobiernos de
nar un plen ipo te nciario para el tra ta d o d e fin itivo de N o debe asombrarnos esta ingerencia rosista cuando
paz, a fin de no dar ningún paso d ip lo m á tico que equi­ sabemos que hasta bien entrado el siglo XIX los go b e r­
valiera a un reconocim iento internacional. Todos los nantes de Buenos Aires persistieron en los propósitos
actos del G o b iern o de Rosas, con relación a nuestro de reconstrucción del virre ina to . En su obra "A rg iró -
país, han sido considerados impulsados p o r una fin a ­ polis" pu blicad a en 1850, Sarmiento propuso la confe­
lidad anexionista. Poseemos al efecto la opinión de los deración de los Estados del Río de la Plata. En
unitarios V arela, Alsina, G orostiaga, Pórtela. Particular­ 1857, hallándose la provincia de Buenos Aires segre­
mente, los artículos de Andrés Lamas que reunidos en un gada de la C onfederación, sus dirigentes im pulsaron
volumen, form an “ Las agresiones de Rosas a la Repú­ la idea de la unión con el Uruguay, de cuyo destino
blica O rie n ta l del U ru gu ay", ya citado. se consideraban árbitros. Andrés Lamas que tenía
razones para considerarse bien enterado en los porm e­
Es in du dab le que la pa la b ra de los unitarios es
nores de la po lítica porteño, escribía a Juan José de
demasiado apasionada e insuficiente para asentar so­
Herrera en 1863 refiriéndose a la vinculación de Ve­
bre ella un d e fin itivo juicio histórico. En cuanto a A n­
nancio Flores, sublevado contra el gobierno de Berro,
drés Lamas, reconoció él mismo, más adelante, que el
con los conservadores que hablaban de la reconstruc­
suyo había sido un lib ro de combate, justificado p o r la
ción de los Estados Unidos del Plata; y del a p o yo que
pasión política. (24) Pero, dejando de lado estas acusa­
la revolución y esos planes encontraban en Buenos
ciones, que llevan el sello indudable de una gran lucha
Aires. (25)
enconada, hay en la po lítica rosista, no sólo un d e fi­
En cuanto al Brasil, menos aún que las Provincias
nido propósito intervencionista en 'nuestro país, sino que
Unidas, estaba dispuesto a d a rle a la Convención Pre­
en un segundo plano borroso se perfila un plan que
lim inar de Paz, el alcance de una renuncia absoluta
proyecta la idea virre ina l que pro lo ngó hasta el
al Estado O rie n ta l. La Convención Preliminar de Paz
Paraguay.
provocó resistencias serias de opinión. Livio Coutinho,
Los términos de la Convención M ackau, que en 1840 la consideraba una paz hecha a costa de la honra y
hizo cesar la lucha entre Buenos Aires y Francia, a la de la d ig n id a d de la N ación. Se le censuraban cues­
que nos referiremos más adelante, son bastante oscuros tiones secundarias (no legislar sobre M artín G arcía,
en lo que se refiere a la independencia de nuestro país. no indem nización por perjuicios de guerra) y se le cen­
Drce así el artículo A°: “ Es entendido que el G obierno suraba fundam entalm ente, la pé rdida del te rrito rio orien­
de Buenos Aires seguirá considerando en estado de tal. En cuanto al Emperador, no había accedido al tra ­
perfecta y absoluta independencia a la República O rie n ­ tado con pleno convencimiento interior; lo había empu­
tal del Uruguay, en la form a en que lo ha estipulado jado la presión inglesa, hostil a la política p latin a de
por la Convención Prelim inar de Paz de 27 de agosto Juan VI; y además, la necesidad de detener los planes
de 1828 con el Im perio del Brasil, sin pe rju icio de sus subversivos que se a g itab an en Río G rande. Pero en
derechos naturales siempre que lo dem andaran la jus­ su ánimo, así como en el de los consejeros im periales
ticia, el honor y la seguridad de la Confederación más influyentes, no estaba la renuncia absoluta. Un
A rge ntin a". historiador brasileño da la fórm ula exacta: "C eder, en-
fretanto, sin perder de vista eventualidades supervinien-
tes. Reservar el futuro, po r lo ta n to ". (26) cías llevaron al Uruguay a firm a r con Brasil un tra ­
La ocasión de cam biar ese estado de cosas se p re ­ tado por el cual se daba a éste ingerencia en nuestros
sentó pronto. En a b ril de 1830, con la fin a lid a d de solu­ asuntos internos, a u torizá ndo lo a entrar con un ejército
cionar el asunto de la herencia de la princesa M aría regular, en caso de perturbación del orden legal.
de la G lo ria de Portugal, fue enviado a Europa, en Hubo momentos en que, salvo una pequeña fra c­
misión especial, uno de los grandes hombres del Impe­ ción, todos los partidos políticos orientales deseaban la
rio, el marqués de Santo A m aro. intervención brasileña — desde luego—- cada uno a su
Además del asunto fundam ental llevaba instrucciones favor. Y un hom bre ilustrado, considerado como figura
para otros que se relacionaban con los problem as am e­ central de nuestra política, Andrés Lamas, en su famoso
ricanos. Se le especificaba que debía llam ar la atención M anifiesto de 1855, afirm a ba que uno de los factores
de los gobiernos europeos sobre el estado de anarquía que podrían co la b o ra r en nuestra estabilidad política,
en que vivían los pueblos am ericanos, y del cual podrían debía ser la a lia n za brasileña, "d ig n a y benéficamente
ssr sacados con monarquías constitucionales. "En cuanto i'nten dida ". Transcurrieron diez años; y después de una
al nuevo Estado O rie n ta l o a la Provincia Cisplatina, serle de reclam aciones injustas, Brasil no sólo intervino
que no form a parte del te rrito rio argentino, que ya es­ <¡n una revolución interna de nuestro país, ayu da nd o a
tuvo incorporada a! Brasil y que no puede existir inde­ derrocar al gobierno legal de Berro, sino que impuso
pendiente de o tro Estado, V. Exa. tra ta rá oportunam ente a Flores, el revolucionario vencedor, su colaboración,
de in corp orarla otra vez al Im perio. Es el único lado l>ara la guerra que em prendió contra Paraguay. Se ve
vulnerable del Brasil. Es d ifícil, si no im posible, reprim ir liien entonces, cómo aunque abandonase sus planes
las hostilidades recíprocas, y obstaculizar la mutua im ­ anexionistas, Brasil persistía en la política de interven­
punidad de los habitantes malhechores de una y otra ciones que im plicaban un verd ad ero cercenamiento de
frontera. Es el lím ite natural del Im perio. Es, en fin, el nuestra soberanía, una disminución de personería 'inter­
medio eficaz de rem over y prevenir ulteriores motivos nacional y, en lo interno, trastornos y desórdenes p o li­
de discordia entre el Brasil y los Estados del Sur” . Así llo s que obstaculizaban la esta bilida d institucional.
reza el artículo 7° de las instrucciones dadas a l M arqués
de Santo Am aro. Y en el caso de que las cortes euro­ ,1. — La conexión de los partidos orien ta les con ios par­
peas se opusieran a la reunión de la C isplatina y el tidos argentinos y brasileños
Brasil, p o r lo menos debía impedirse su incorporación
al estado argentino. La M isión Santo A m aro, no tuvo Ya en la etapa pre-constitucional se había señalado
éxito; ella puso — no obstante— de m anifiesto, y de i-,a tendencia a la recíproca vinculación. Basta recordar
una manera terminante, las intenciones del Im perio con lu afinidad cls la legislatura pro vin cial de 1826 y 1827
relación a la independencia oriental. (27) ■un el unitarismo rivadavino. Pero es necesario fija r
Los actos de intervención del Brasil en nuestra p o lí­ pioponderantem ente la atención en dos aproxim aciones
tica interna no cesaron hasta la segunda m itad del siglo liilarnacionales que constituyen factores esencialíslmos
XIX. Hemos de ver oportunam ente cóm o las circunstan- c u nuestro proceso interno; la colaboración con los rio-
timridenses y la colaboración con los partidos políticos
argentinos, durante la dictadura de Rosas. La g ra vi­ de ¡deas liberales, capellán del ejército republicano,
tación de Río grande en nuestros asuntos internos tiene más tarde rad ica do en Cerro Largo, fue el agente de
explicación lógica. Río G rande geográfica, social, huma­ Lavalleja en la colaboración oriental-riograndense par­
namente, tenía grandes afinidades con las regiones pla- ticularm ente con el caudillo lib e ra l Bentos G onjalves.
tenses, en p a rticular con nuestro país. La colaboración se intensificó al estallar en 1835 la
El Uruguay, Paraná y Paraguay, form an una red flu ­ revolución de los farrapos. Entonces la aproxim ación se
v ia l sobre la cual se asientan cinco países, Bolivia, llevó a cabo con Rivera. La a lian za Rivera - Río G rande,
A rgentina, Paraguay, Brasil y Uruguay; y de ahí nacen se hizo estrecha en 1838, firm ándose entre el cau dillo
serias i; íerdependencias políticas que vinculan a las na­ oriental y los jefes riograndenses un tra ta d o que revela
ciones por la sim ilitud y com unidad de sus problemas. el concepto pa trim on ial del poder que tenía el prim e­
Además, como lo ha hecho notar un histo ria dor bra­ ro. (30). Insistiremos particularm ente sobre este punto al
sileño, R.’o G rande tenía grandes afinidades con nuestro hablar de los primeros períodos constitucionales. Brasil
país desde el punto de vista humano. "H om bres y mé­ con su in estab ilida d política, con su enorme masa desar­
todos, así como las costumbres, hasta cierto punto, que ticulada y heterogénea, pesaba como un problem a sobre
caracterizan la pam pa argentina, la planicie uruguaya, el nuevo estado, frá g il y pequeño. Además no debemos
la meseta riograndense. Los desórdenes nunca subieron hacernos una idea falsa — en perspectivas— de las fro n ­
las líneas de las vertientes: los Andes, al oeste, la teras. Nuestro crite rio sobre ellas tiene hoy la in m ovili­
región de la cima de la Sierra, al este, tales los límites dad que le han d a do los acontecim ientos posteriores y
geográficos de la g u e rrilla permanente que hasta 1852 la fe que le hemos añadido. Entonces, en los albores
ensangrentó el suelo am ericano. Zona de vida a caballo, de la form ación política de estos pueblos, eran líneas
de entrevero m ontado de lanza y espada. Región de indecisas y temblorosas en que jugaban pasos de aje­
llanuras suavemente onduladas. Factores an tro po ge ográ - drez las combinaciones diplom áticas.
ficos inconfundibles". (23) O tro aspecto que conviene recordar es la vinculación
Por otra parte, la vinculación con Río G rande había de Ios partidos rioplatenses durante la G uerra G rande.
tenido lugar de una manera permanente durante la época El tema será a n a liza d o con m inuciosidad cuando entre­
colonial en que las fronteras no estaban bien delim ita­ mos en ese período. Pero de esta interferencia, nos
das. Durante el período revolucionario de la Patria Vie­ interesa ahora la rea liza da entre los hombres de la
ja, la conmoción había alcanzado tam bién a aquella Defensa y el p a rtid o unitario, en lo referente a los
provincia. Y el mismo A rtigas, en momentos graves de planes secesionistas.
lucha con la tendencia política bonaerense, había rea­ Dice el G ra l. Paz en sus "M e m oria s” que cuando
liza d o gestiones de acercam iento con el g o bierno de Florencio V arela p a rtió para desempeñar una misión
Río G rande. (29) confidencial en Inglaterra (1843) le preguntó si quería
La invasión del ejército republicano en 1826 — so­ la separación de Entre Ríos y Corrientes para que fo r­
bre tod o en la época en que fue d irig id o po r Lava- masen un estado independiente. La contestación de Paz
neja— produjo una gran difusión de ideas liberales fue negativa y sospechó que el fin de la M isión Varela,
en Río G rande. El padre Caldas, brasileño em igrado era precisamente la desintegración de ja s Provincias Uni­
das, con la form ación de un estado independiente en el rea liza r esa expansión, tra tó por lo menos de p a ralizar
lito ra l al que tal vez podía unirse la República O rien ta l. la posible cooperación de los gobiernos del lito ra l a la
revolución de la Cisplatina; cooperación que pudo ha­
Entonces Paz, opositor enérgico a este plan, le hizo
berse efectuado en 1822 y 1823 si las gestiones del
saber al com odoro Purvis y al C apitán Hothan, que las
gobierno de Buenos Aires no la hubieran obstaculizado.
negociaciones debían hacerse siempre sobre estas bases:
La aproxim ación con Entre Ríos fue, en la época de la
1°) Independencia de la República O rie n ta l. 2 5) Integri­
Defensa, una de las piedras angulares en la inteligente
dad de las Provincias Unidas. Parece que un em igrado
política del canciller D. M anuel Herrera y Obes, recién
argentino, cuyo nombre no se cita, le presentó el pro­
se consiguió en 1851. En cam bio la unión O rie n ta l con
yecto de V arela a C asan jao de Sinimbú, ag en te del
Corrientes se intentó desde 1831, se rea lizó en 1838,
Brasil en M ontevideo, como solución útilísima para su
ratificándose en 1842, con la incorporación de Santa
patria.
Fe, alian za en la que tam bién hubo de tom ar parte
Paz consideraba esa tentativa como un gravísim o Beníos G oncalves, el ca u d illo riograndense. N o fueron
error. El sentimiento de nacionalidad argentina era fuer­ sólo los em igrantes argentinos los que se manifestaron
te en entrerrianos y correntinos. Menos fa c tib le aun aquiescentes a estos planes. En carta d irig id a a Fran­
era la unión de la República O rie n ta l a quien su posición
cisco M agariños el 25 de setiembre de 1843, Santiago
g e og ráfica daba perfecía autonom ía, ap arte de las dis­
Vázquez habla de que Sinimbú le comunicó el proyecto:
cusiones y resentimientos — ya irresistibles— que habían
la reunión, confederación o federación de Entre Ríos,
provocado su alejam iento. El M inistro Sinimbú temía
Corrientes y la República O rie n ta l. Vázquez contestó
tam bién la separación de Río G rande en este plan de
que él no era de opinión de que la República aumen­
segregación; y se opuso a ello, declarando que el Im­
tase su te rrito rio ; le parecía top ográficam ente más fa c­
perio prefería la ruina a la m utilación. (31)
tible la reunión de Corrientes al Paraguay; pero tam ­
N o hay que a trib u ir tam poco esta vinculación entre la poco se oponía al proyecto: las circunstancias deci­
provincia O rie n ta l y el lito ra l, a la crisis de naciona­ dirían. (32)
lismo que significó la G uerra G rande. Ella tenía
O tro antecedente disgregacionista aunque de distinto
antecedentes lejanos y circunstancias de índole social
carácter se encuentra en la época riva da vian a. En mo­
que la explican. Fuera de la sim ilitud del elem ento hu­
mentos en que Rivadavia fracasaba en el intento de
mano, la vinculación id eo lóg ica creada por la penetra­
im poner su po lítica civiliza d o ra por la resistencia de
ción del ideal artiguista había suscitado honda a p ro­
las provincias, se form uló un proyecto p o r el cual ¡a
xim ación entre el lito ra l y la Provincia O rie n ta l. Este
provincia de Buenos Aires quedaría segregada del res­
fenómeno no escapó al o jo sagaz de N icolás Herrera,
to, uniéndose en cam bio a la Provincia O rie n ta l en
que en 1816 tra tó de im pulsar la penetración portugue­
cuya legislatura tenían ecos fervientes las audaces
sa hasta la zona del lito ra l. Por sus gestiones, Lecor había
reformas del unitarismo.
lle g a d o al convencim iento de que la pacificación o rie n ­
tal sólo podía realizarse si la ocupación se prolongaba Los doctores Andrés Ferrara y G ab riel O cam po fue­
más a llá del río Uruguay. Y si bien Lecor no llegó a ron los propulsores de este plan que fracasó. (33)

,68 69
4. — El fa cto r social 49) Y no fa ltó ocasión en que los caudillos manifes­
taron sus deseos pacifistas, obstaculizados precisamente
Se ha buscado otra causa de perturbación en el por el elemento intelectual. Basta recordar p o r ejem plo
fa cto r social. El elem ento gaucho, base de nuestro los intentos de Rivera, en 1838, para sustraerse a las
m edio humano, es por esencia individualista, caudillista com plicaciones argentinas; sus gestiones de acercam ien­
de instinto, pronto para el desorden y la anarquía. Esta to con O rib e , en 1847, que le valieron el destierro, y
responsabilidad debe sin em bargo, ser atenuada. Es el Pacto de la Unión en que dos caudillos, Flores y O ribe ,
verdad que la m entalidad gaucha tiene una gran aptitud renunciaron en 1855 a legítim as ambiciones de mando
para las formas simples, prim itivas, personales, de la para asegurar al país la tra n q u ilid a d que los doctores
au torid ad, no ciñéndose sino con esfuerzo a las formas le habían robado.
disciplinadas de la vida orgánica. Pero no debemos
o lv id a r tam poco que la ciudad civiliza da cum plía tarde
5. — La con stitució n de 1830
y mal el rol civiliza d o r que le incumbía. Casi a fines del
siglo, José P. Varela, a l fun dar su plan de difusión de Se señala como otra causa de inestabilidad, la cons­
cultura, había de evidenciar con cifras y con datos muy titución de 1830. A l estudiarla, hemos an a liza d o sus
concretos, el abandono hegem ónico de M ontevideo, en errores y sus aciertos. Dijim os entonces que no era
lo que se refiere al impulso espiritual e intelectual del obra perfecta ni adecuada totalm ente a nuestra re a li­
país. dad. Pero no podemos hacerla íntegram ente responsa­
Carlos M a ría Ramírez en varios artículos publicados ble dé nuestros males.
en “ El S ig lo " en 1868 recordaba tam bién esta omisión, Es artificioso responsabilizar a los principios del de­
en térm inos que nada tenían de exagerados. (34) recho de los desaciertos de! hecho. Sin incurrir en las
Pero es que además, el hecho de la influencia de la exageraciones de l historicismo jurídico que considera
campaña y del elemento campesino en las luchas inter­ el mundo del derecho como una flora ció n espontánea,
nas ha sido exagerado. Basta, para com probarlo, recor­ es posible a firm a r que puede formarse en torno a las
d a r estos antecedentes: leyes una jurisprudencia vivifica d o ra que las haga fle ­
xibles, adecuándolas a la rea lid ad . Así pudo haber ocu­
I 9) La revolución de 1825 fue campesina; sin em­
rrid o con nuestra constitución si los hábitos políticos lo
bargo, además de su carácter heroico fue perfectamente
hubiesen perm itido. La im paciencia de nuestros d irige n­
orgánica.
tes por impulsos revolucionarios y hasta po r razo­
2?) Hubo revoluciones en que entró como único fac­ nes de idiosincracia persona!, cada vez que se produ­
to r el elemento d o cto ra l; por ejem plo, las del partida cía una conm oción (a veces sin ella) reclam aba la sub­
conservador; que no fueron escasas ni poco desqui- versión total: reform a, cam bio de constitución, como si^
ciadoras. en ese cam bio residiera la panacea de todos los males.
39) Muchas veces el elem ento doctoral se a lió a! Alguna vez, una palabra prudente se hizo o ír para
caudillesco para esclarecerlo, para d irig irlo intelectual- disolver este espejismo. En 1854 producida ya la caída
mente. de G iró, la ¡dea de reform ar la constitución po r medio
de la doble Asam blea, había ga na do todos los ánimos. N i en los ministerios, ni en las cámaras, ni en las
Y bien: entonces d ijo M anuel Herrera y Obes, en una jefaturas de policía, en ninguna institución colectiva, se
memoria notable por muchos conceptos: “ El mal de nues­ daba entrada a las minorías, por importantes que ellas
tra constitución actual está en que no se cumple: en que fueran. N o debe extrañarnos el hecho si se tiene en
es una mentira en la práctica; en que ella es im potente cuenta que la experiencia electoral se postergó en medios
para luchar con nuestras tendencias indom ables a la más civilizados que el nuestro, hasta los primeros años
desorganización; en que nadie la acepta sino para co­ del siglo XX y su fórm ula d e fin itiva no se ha cum plido
b ija r sus malas pasiones; en que los hábitos de nuestra aún. Pero las leyes electorales pudieron haber d u lc ifi­
tradició n revolucionaria son más fuertes que los más cado la exclusión sistemática de la constitución y haber
sanos preceptos de orden y de disciplina: en que las creado condiciones favorables para la convivencia po­
preocupaciones y las pasiones selváticas hacen la base lítica.
de nuestras costumbres: en una pa la bra, en que no esta­ En cierto m odo esta se rea lizó con la paz de a b ril
mos preparados para la coexistencia política que nos he­ de 1872, que reconoció al Partido Blanco el derecho a
mos d a d o " . . . tener varias jefaturas políticas; con la paz de setiembre
“ N o son las instituciones políticas la prim era nece­ de 1897, se ob tuvo la promesa de la reform a electoral,
sidad de un país nuevo, despoblado, ignorante al últim o ba jo el sistema de voto incom pleto. Estos pactos no
grado, sin costumbres, sin creencias, sin capitales: en fueron sino un rudim ento de coparticipación; y costaron
una pa la bra, en las condiciones del nuestro, que son las al país varios y cruentos levantamientos.
de todos los estados de nuestro continente, con rara
excepción. Todo lo contrario, y de ahí sus desgracias.
6. — ES escepticism o po iítico
Por haber in vertid o el orden natural: p o r haber empe­
zad o por donde debió acabarse: p o r haber persistido O tro fa cto r que pudo haber in fluid o es el escepti­
en el error, muy disculpable, de nuestros padres: por el cismo político. Mucha gente, alguna de tale nto y sin­
empeño de tener, antes de to d o constituciones escritas, ceridad, no cre'a en la cap acidad del país para la exis­
fabricadas en una o dos noches de v ig ilia sin conoci­ tencia libre. Esa desconfianza llevó al desfallecim iento
miento de la fisonom ía característica de los Pueblos para en la C is p la tira a hombres tan bien intencionados como
quienes se daban, constituciones que eren el fruto sólo Dámaso A. Lcrrañaga y Tomás G arcía de Zúñiga; inspiró
del o rg u llo y la vanidad pro pia de las civilizaciones el proyecto del Ducado de N icolás Herrera y de protec­
postizas, es que los estados de la Am érica Española torad o de Francisco Llambí; justificó el tra ta d o de
se encuentran en la m iserable condición en que viven alianza de 1851 con el Brasil, que autorizaba a éste
y que los tiene botados a la risa y al sarcasmo de los para ingerirse en nuestros asuntos internos; provocó adhe­
pueblos verdaderam ente civiliza d o s". (35) siones a los principios enunciados po r Lamas en su m ani­
Reconocemos no obstante que entre los defectos de fiesto de 1C55, que proclam aban la fundam ental nece­
nuestro prim er C ódigo político, hubo uno ya señalado sidad de la a lian za brasileña; m ovió la prédica de Juan
capaz de in flu ir com o fa cto r de desequilibrio: la ausen­ Carlos G óm ez que se orientaba hacia la reconstrucción
cia de coparticipación po lítica . del V irre ina to del Río de la Plata, inspiró p o r fin, en
1859, ei famoso tra ta d o de neutralización que Lamas sus­ taria y libre, e impuso a las demás naciones el respeto
crib ió con Brasil y A rgentina y que C ándido Juanicó a su soberanía interna e internacional. En todos los he­
iba a tra ta r de extender en 1865 incluyendo a los go ­ chos de ese a d m irab le proceso de afirm ación nacional
biernos de Inglaterra, Francia, España e Italia. (36) que estudiaremos en los capítulos siguientes, el Uruguay
ratificó su volun ta d expresada con arrogancia desde
1811, para constituirse en un Estado libre e indepen­
7. — La fa lta de desarrollo económ ico
diente.

La fa lta de desarrollo económico fue la otra causa


de perturbación, y, como consecuencia, fa lta de una
dase media estable y estabilizadora, capaz de procurar
la consolidación social. Recién en la segunda m itad del
siglo, de 1875 en adelante, comienza a preocupar el pro­
blem a de la campaña, la explotación científica de su
riqueza ganadera y a producirse las corrientes in m igra­
torias laboriosas y la colocación de capitales, muchos
extranjeros.

La independencia, un largo proceso

Hemos reconocido y a q u ila ta d o , pues, con prudencia,


los factores diversos que han retardado nuestra o rg a­
nización. Y al exam inarlos en conjunto, vemos entonces
cuán a rtific ia l es señalar una fecha concreta de inde­
pendencia. Para el símbolo histórico ese señalam iento
es una necesidad; para el historiador, un a rtific io de
inm ovilización. Nuestra independencia ha sido, no un
acto, sino un la rg o proceso, en que después de la época
heroica de la guerra, hubo que cum plir otra, ta l vez
más penosa, en que el país debatiéndose con vecinos
poderosos que lo codiciaban, conteniendo la trabazón
de sus propios partidos con los partidos ajenos, refor­
m ando dolorosam ente sus instituciones, asentando las
bases de su organización económica y hasta venciendo,
en algunos casos, las desconfianzas de sus propios hijos,
fijó al fin sus fronteras de una manera consciente, volun­
(10) R egistro O ficial de ia Provincia O riental, 1827.
A ctas de la H. Junta de Representantes de !a Provincia
O riental, 1825-1827.

(11) Hom ero M artínez M ontero, Un antecedente


constitucional desconocido, en “ Revista H istó rica ", tom o
NOT A S XIII, núm. 37, M ontevideo, 1941.

(12) Véase A ctas de la H. Asamblea C onstituyente


(1) Véase p e tito rio de incorporación de la Provincia y Legislativa del Estado, tre s vols., M ontevideo 1896-99
O riental a Portugal form ulado a Juan VI en 1817 por y Carlos M. Nava, Discusión de la C onstitución, M onte­
los com isionados Larrañaga y Bianchi y las bases de video, 1870, en que se extraen del Diario de Sesiones
incorporación del Congreso C isplatino de 1821 en La antes mencionado los pasajes relativos a la cuestión pro­
piam ente constitucional, y Juan E. Pivel Devoto, Las
Diplom acia de !a Patria Vieja, A rchivo H istó rico Diplo­
ideas constitucionales dei Dr. José Eüauri, M ontevideo,
m ático del Uruguay, torno III, 1943 y Juan E. Pivel De­
1955.
voto, Ei Congreso C isplatino, M ontevideo, 1937.
(2) A ure lio Porto, Influencia do cau dillism o uru­ (13) Exposición elevada por el Cabildo de M onte­
video ante S. M. el Emperador Don Pedro I. O riginal
guayo no Río Grande do Sul, en “ Revista do Instituto
en ia Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
H istórico e Geographico do Río Grande do S ul” , Año
IX, III trim e stre , pág. 423, Porto Alegre, 1929. (14) A rio s ío D. González, Las prim eras fórm ulas
(3) Annaes do Itam araty, Tomo III, Río de Janeiro, C onstitucionales dei Río do la Plata, M ontevideo, 1941;
M anifestó ou Expcsicao fundada e ju s tific a tiv a do pro­
1929. cedim iento da c o rte do Brasil a respeto do goberno das
(4) Documentos para se rvir al estudio de la Inde­ Provincias Unidas do Río da Prata, Río de Janeiro, 1825
pendencia Nacional, publicados por el In s titu to Histó­ (Bib. Nai. de M ontevideo); Gustavo G allinal, La Jura
rico y G eográfico del Uruguay, tom o II, pág. 183, Mon­ da ia C o nstitución Española en M ontevideo en 1812,
tevideo, 1933. en “ Hum anidades” , Tomo XXV, 1936; y A ctas de la
Junta de Representantes de la P. O rienta!, citadas.
(5) Tomás García de Zúñiga a D. Pedro I en Docu­
m entos para s e rv ir al estudio, citados, tom o II, pág. 239. (15) José E. Rodó, Hom bres de Am érica, Discursos
Parlamentarios, Pág. 205 y sgts., Barcelona, 1920.
(6) Joao Pandiá Calogeras, A Política E xterior do
Im perio, tom o II, Río de Janeiro, 1928. (16) Representación a la H. A. del Estado O riental
(7) La Gaceta M erca ntil, M ontevideo, mayo 24 de por ios Jefes M ilita re s, etc., M ontevideo, 1830. Francisco
Bauzá, Estudios C onstitucionales, M ontevideo, 1887.
1830.
(8) Dardo Estrada, Estudio Biográfico del Dr. José (17) Juan Bautista A lb srd i, Bases y Puntos de Par­
Ellauri que precede la Correspondencia D iplom ática, 1839- tida, etc.
1844, publicada por el In s titu to H istórico y Geográfico (18) A rio sío D. González, La M isión de Santiago
del Uruguay, M ontevideo, 1919. Vázquez a Sueños A ires, M ontevideo, 1930.
(9) Felipe Ferreiro, Inform e publicado en extracto (19) M in iste rio de Relaciones Exteriores, A rchivo
por Vicente T. C aputti, Rememoraciones Centenarias, H istórico D iplom ático de! Uruguay, Tomo I, Págs. 12-14,
M ontevideo, 1930. Montevideo, 1939.
(20) Juan E. Pivel Devoto, La M isión de Nicolás tin a " aparezca hoy como el nuevo órgano oficia! de la
H errera a Río de Janeiro en “ Revista del In s titu to H istó­ nueva dirección dada a la revolución me inspira gran­
rico y G. de! Uruguay” , Tomo VIII, M ontevideo, 1931. des tem ores respecto a la u lte rio r política de este
Gobierno".
(21) Sarm iento, Facundo o C ivilización y Barbaria
en Sas Pampas Argentinas, págs. 36-39, París, 1874. “ Llamo la atención de Vd. sobre eso. Entramos, in­
dudablem ente en una nueva faz. Desde que toman la
(22) E. Echeverría, Cartas a Pedro de A ngeiis, re­ dirección de la revolución los hombres que públicam en­
producidas últim am ente en “ Antecedentes de la Asocia­ te, profesan la idea de c o n s titu ir una grande nacionali­
ción de M ayo” , 1837-1937, págs. 215 a 294, Buenos
dad con todo el Río de la Plata, desde que se reservan
A ires, 1937.
en un docum ento de esa clase la libertad de co n stitu irse
(23) Véase Andrés Lamas, Agresionés de Rosas, pág. como entienden — desde que están en el gobierno argen­
80, M ontevideo, 1849.’ tino ¡as personas que públicam ente han profesado la m is­
ma idea— y desde que el periódico que vive en la in ti­
(24) Véase carta de Andrés Lamas al Gral. Enrique
M artínez, de agosto 6 de 1845, publicada por el P. Gui­ midad del gobierno argentino se presenta como órgano
llerm o Furlong (S.J.) en Estudios, núm. 266, pág. 120, de ¡a revolución oriental bajo el aspecto que hoy toma,
Buenos A ire s, 1933. ¿no cree Vd. que debe ocuparse diplom áticam ente de
las eventualidades que se preparan, a! menos con ¡a
(25) “ La novedad del día es la publicación hecha Legación B rasilera ?” .
por “ La Nación A rge ntin a” (y precedida del correspon­
diente resumen) de un pretendido m anifiesto de Flores. “ Tanto respecto a esto, como respecto a las expedi­
ciones que salen de te rrito rio argentino para robustecer
“ Este docum ento revela que Flores ha aceptado la la invasión que de ese te rrito rio nos vino, me persuado
dirección conservadora la que a pesar de sus victorias que nuestras reclamaciones no tendrán aquí ningún buen
le ha im puesto una penitencia pública por su alianza resultado, si e¡ Brasil, ya que no otras potencias, no se
con O ribe y la abdicación de sus pretensiones presi­ coloca a nuestro lado para de cir firm em ente a estos
denciales” . Señores que tale s cosas no pueden hacerse ni tolerarse
"Adem ás de eso, parece que tam bién le han exigido aquí sin v io la r el derecho de gentes y el derecho pú­
la promesa de que les dejará la libertad de realizar los blico convencional de estos países, y sin m ostrarse el
proclamados Estados Unidos del Plata, pues no de otro Brasil como nosotros resuelto a oponerse a esas viola­
modo puede entenderse tratándose de un país constituido ciones” .
y de hombres que profesan alguna idea, lo de que
“ Nuestras reclamaciones aisladas solo nos llevarán a
quedaréis libres de co n stitu iro s como convenga a los
un c o n flicto que tal vez se desea ahora” .
intereses y a ¡a gloria de ¡a Patria.
“ Se desea, y quizá se buscará, si no ofrecem os la oca­
“ Para que ningún color fa lte a la bandera de los sió n” . (Borrador original de D. Andrés Lamas — A r­
llamados conservadores, tam bién viene aquello de que
chivo G. de la Nación, fondo ex A rchivo y M useo H istó­
si alguna vez fueron vencidos, se debió a la intervención
rico Nacional, Caja 149, M ontevideo).
extranjera, esto es, al B ra sil” .
“ Como alguno de los Sres. del Gobierno Argentino (26) J. P. Calogeras A Política Exterior do im pe­
profesaban tam bién la ¡dea de la reconstrucción del an­ rio, Tomo II, Río de Janeiro, 1928.
tiguo V irreinato, y por ella trabajaban de acuerdo con (27) J. P. Calogeras, Obra citada.
los que hoy asumen la dirección de la revolución enca­
bezada por Flores, el hecho de que la “ Nación Argen­ (23) J. P. Calogeras, Obra citada.
campaña no tie n e : garantías para la vida, el honor, la
(29) A u re lio Porto, in flue ncia do C audillism o Uru­ propiedad, de sus h a b ita n te s "...
guayo no Río Grande do Su!, en “ Revista do In stitu to
H istó rico e Geographico do Río Grande do S ui” . Anno (35) Memorándum de Manuel Herrera y Obes acer­
ca de la reunión de la doble Asam blea de 1854 publicado
IX, III trim e stre , pág. 423, Porto Alegre, 1929.
en Revista de la Asociación de Estudiantes de Abogacía,
(30) A lfre d o Varela, H isto ria da Grande Revolucao, año III, núm. 5, marzo de 1934, págs. 200 a 212, Mon­
Porto A legre, 1933. tevideo.
(31) Véase el capítulo relativo a la Guerra Gran­ (36) Sobre los proyectos de Nicolás Herrera de
de (volumen 12 en esta colección). 1828 y de Francisco Llambí de 1837, véase Correspon­
dencia de G abriel A. Pereira, tom o I, pág, 88 y Felipe
(32) Carta de Santiago Vázquez a Francisco Maga- Ferreiro, Docum entos refere ntes a la guerra c iv il 1836-
rifios — Setiem bre 25 de 1843, original en el archivo 1838, en “ Revista del In stitu to H istórico y Geográfico
de D. M ateo Magariños de M ello. del Uruguay” , Tomo II, N9 2, M ontevideo, 1922 y To­
mo III, N? 2, M ontevideo, 1924.
(33) Ver los docum entos relativos al proyecto de
los Dres. Ferrara y Ocampo, publicados en Crónica
Política y Literaria de Buenos A ire s, de 11 y 12 de
Setiem bre de 1827.
(34) Carlos Ma. Ramírez, Escritos publicados por
e! In stitu to H istó rico y G eográfico del Uruguay, con
advertencia de Raúl M ontero Bustamante, M ontevideo,
1S23.
El 24 de abril de 1863 escribía Carlos Ma. Ramírez
en Icf Siglo con el títu lo La C uestión V i t a l : . . . “ La
ciudad quiere absorver a la campana sin com unicarle
su civilización y su vida; la campaña quiere absorver a
la ciudad im poniéndole su form a de independencia sal­
vaje y su gobierno p e rs o n a l... Los constituyentes, injus­
tos con la masa campesina que acababa de dar libertad
a la patria, despojaron del derecho de ciudadanía al
peón, al jornalero, al analfabeto, la mayoría. Y esos
desheredados políticos son los que han dispuesto más de
una vez del gobierno. Ese es el mal y el peligro; el
predom inio de la campaña sobre la ciudad. La obra
de la civilización interrum pida; el progreso Im posible;
la autonomía salvaje trib a l en lugar de ¡a democracia
culta y orgánica. Hay que civiliza r la campaña; sino
¡a invasión de los bárbaros va a sorprender a los partidos,
absortos en la discusión Bizantina” .
Y el 26 de abril del m ism o año al re fe rirse a lo que
debía hacerse en la campaña expresa; “ . . . Pero, como
piedra fundam ental, empezar por algo básico que la
G LAMAS, Luis. 16.
LARRAÑAGA, Dámaso A.
GADEA, Lázaro. 16, 30, 34. 6, 16, 18, 28, 32, 51, 73.
GARCIA, Solano. 16, 23, 34. LAVALLEJA, Juan Antonio.
GARCIA, José Manuel. 9. 6, 14, 15, 16, 17, 18, 48,
NOMBRES CITADOS GARCIA DE ZUÑIGA, To­ 50, 53, 66, 67.
más. 12, 52, 73. LECOR, Carlos Federico (Ba­
GARZON, Eugenio. 17. rón de la Laguna). 7,
A CHUCARRO, Alejandro. 16, GIRO, Juan F. 23, 71. 12, 52, 68.
31. GOMEZ, Juan Carlos. 73. LENGUAS, Pedro. 43.
ALBERDI, Juan Bautista. 45. CONSTANT, Benjamín. 27. GOMEZ, Valentín. 6. LOPEZ, Estanislao. 57.
ALSINA, Valentín. 62. 43. GONQALVES, Bentos 67, 69.
ALVAREZ, Julián, 15 CORREA DA CAMARA, GOROSTIAGA, José B. 62.
LL
ALVEAR, Carlos M ! de. 51. Manuel. 7. GUIDO, Tomás. 49, 50.
ARECO, Dr. Ricardo J. 41. COSTA, A ntonio D. 35.
LLAMBI, Francisco. 73.
ARTIGAS, José. 15,57,66. COUTINHO, Lívio. 63.
H
M
B D
HERRERA, Juan José de. 63.
HERRERA, Nicolás, 7, 12, MACKAU, Barón de. 62.
BALCARCE, Juan Ramón. DE ANGELIS, Pedro. 60.
17, 48, 50, 51, 52, 53, 68, MAGARIÑOS, Francisco. 69.
61. DIAZ, Antonio. 43.
73. MARQUES DE SANTO
BARREIRO, M iguel. 15, 48. DORREGO, M anuel, 8, 10. AMARO. 64.
HERRERA Y OBES, Manuel.
BARREIRO, Manuel. 16, 31, DUFAU, P. A .; DOUVER-
69, 72. MASINI, Ramón. 35.
32, 36. GIER, J. B.; y GAUDET,
HOTHAN, Capitán. 68.
BAUZA, Francisco. 43. J. 27.
BENTHAM, Jeremías. 27. O
BERRO, Bernardo P. 63, 65. E I
BIANCHI, Jerónim o Pío. 6. OBES, Francisca. 24.
BLANCO, S ilvestre. 15. OBES, Lucas J. 7, 17.
ECHEVERRIA, Esteban. 60. IBARRA, Felipe (Goberna­
BOLIVAR, Simón. 7, 8, 54. OCAMPO, G abriel. 69.
ECHEVERRIARZA, Cristóbal. dor de Santiago del E.) 57.
BONAPARTE, José. 51. ORIBE, Manuel. 48, 71.
16, 23.
BRITO DEL PINO, José. 43. ELLAURI, José. 16, 23, J
OQ TI VA QC P
ERRÁZQUIN, M anuel. 28. JEFFERSON, Thomas. 27.
C PASO, Juan José. 40.
JUAN Vi, Rey de Portugal,
PAZ, José M ’ . 67, 68.
CALDAS, Padre José A nto­ F Brasil y Algarves, 6, 33,
PEDRO I, Emperador del
nio. 66. 63.
Brasil. 6, 8, 10, 33.
CALMON DU PIN y AL- FERRARA,Andrés. 69. JUANICO, Cándido. 74.
PEREIRA, G abriel A. 16.
MEIDA. M iguel. 49, 50, FLORES, Venancio. 63, 65, PEREZ, Juan María. 16.
52. 71. L PEREZ, Lorenzo Justiniano,
CARRERA, José M iguel. 16. FRANCIA, José Gaspar Ro­ 16.
CAVIA, Luis B. 23. dríguez. 7. LAMAS, Andrés. 58, 62, 63, PEREZ, Luis Eduardo. 12,
65, 73. 14, 18.
PORTALES, Diego. 47. S
PORTELA, Ireneo. 62. I NDI C E
POSADAS, Gervasio A. 51. SARMIENTO, Domingo
PRINCESA M ARIA DE LA Faustino. 56, 58, 60. I . — EL REC ONOCIM IENTO INTERNAC IO NAL DE
GLORIA, de Portugal. 64. SARRATEA, M anuel de. 8. NUESTRA SOBERANIA (1828-1830)
PURVIS, Comodoro. 68. SINIMBU, Casanpao de. 68.
69. Pág.
Las últim as luchas ..................................................... 5
Q
La Convención Prelim inar de Paz .................... 10
V La Asam blea Constituyente y Legislativa . . . . 14
QUIROGA, Facundo. 57.
VARELA, Florencio. 62, 67, G obiernos Provisorios de Rondeau y Lavalleja 16
R 68. Legislación de l Período pre-constitucional . . . 18
VARELA, José Pedro. 70.
VAZQUEZ, Santiago. 16, 17, I I . — LA C O N STITU C IO N DE 1830
RADEMAKER, Juan, 12.
RAMIREZ, Carlos M !. 70. 25, 27, 34, 35, 36, 41, 48, Quiénes la redactaron ......................................... 23
REYES, José M 5. 18, 43. 49, 50, 51, 69. Las fuentes ......................................................................25
RIVADAVIA, Bernardino. 69. VIDAL, Francisco A. 16. Su discusión en la Asam blea .............................. 29
RIVERA, Fructuoso. 15, 16.
El texto a p ro b a d o ................................. ................. 37
17, 18, 48, 67, 71.
RODO, José E. 41. Z Juicio sobre la Constitución de 1830 ............... 39
RONDEAU, José. 17, 18, Sus imperfecciones ............................................ 40
53, 61. ZUBILLAGA, José A. 23. Sus aciertos ......................................................... 45
ROSAS, Juan Manuel. 56, ZUDAÑEZ, Jaime. 16, 23,
24, 31, 33. Gestiones ante Brasil y las Provincias Unidas 48
58, 62.
I I I . — FACTORES QUE DIFICULTARON LA O R G A ­
N IZ A C IO N N A C IO N A L
La visión de los contemporáneos ...................... 54
Los factores de perturbación ............................... 60
1. — La form a en que fue reconocida nues­
tra independencia ................................. 60
2 . — La acción pertu rba do ra de los Es­
tados vecinos 61
3. — La conexión de los partidos orientales
con los partidos argentinos y brasileños 65
4 . — El factor social ....................................... 70
5 . — La Constitución de 1830 ...................... 71
6 . — El escepticismo po lítico ........................ 73
7 ..— La fa lta de desarrollo económico . . . . 74
La independencia, un la rg o proceso ............... 74
NOTAS 76
20. — Pivel — URUGUAY A M EDIADOS DEL SIGLO XIX.

2 1 . — E. Bonilla — PREHISTORIA DE LA H U M A N ID A D .

2 4 . — Pivel — INTENTOS DE C O N S O LID A C IO N N A ­


COLECCION CIEN TEMAS BASICOS CIO N AL. Primera parte: 1852- 1860.

2 5 . — E. Bonilla — PROTOHISTORIA DEL ORIENTE CER­


CANO.
1 . — E. Bonilla — GRECIA PRIMITIVA.
2 8 . — Pivel — INTENTOS DE C O N S O LID A C IO N N A ­
2 . — E. Bonilla — LA EXPANSION GRIEGA. C IO N AL. Segunda parte: 1860- 1875.

3 . — C. Scaffo — HOMBRE Y LENGUAJE. 31. — E. Bonilla — EGIPTO A N T IG U O .

4 . — C. Estable — EL REINO DE LAS VO CACIO NES. 3 2 . — Pivel — MILITARISMO. CIVILISMO. ESTATISMO


(1875- 1930).
5. — R. Lagarm illa — MUSICOS URUGUAYOS.
3 6 . — Pivel — EL URUGUAY A FINES DEL SIGLO XIX.
6 . — Pivel — EL N A C IM IE N T O DE LA REPUBLICA.
37. — E. Bonilla — M A C E D O N IA Y PERSIA.
7 . — E. Bonilla — ATENAS.
40. — Pivel — EL URUGUAY EN EL M U N D O CO NTEM ­
8. — R. Yáñez — CULTURA Y LIBERACION. PORANEO.

9 . — A. Castellanos — LA PATRIA VIEJA. 43. — E. Bonilla — FENICIOS Y HEBREOS.

10. — E. Bonilla — ESPARTA, TEBAS Y M A C E D O N IA

1 1 . — C. Scaffo — PERMANENCIA Y PROCESO EN EL


LENGUAJE.

12. — Pivel — RIVERA, ORIBE Y LOS ORIGENES DE LA


GUERRA GRANDE.

13. — E. Bonilla — LA C IVILIZAC IO N GRIEGA CLASICA.

1 4 . — R. Lagarm illa — EDUARDO FABINI.

1 6 . — E. Bonilla — LA C IV ILIZA C IO N HELENISTICA.

1 7 . — Pivel — LA GUERRA GRANDE.

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