Jaid Black - La Elegida
Jaid Black - La Elegida
Jaid Black - La Elegida
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Prólogo
No era la primera vez que había tenido esa visión. Lo que era
más, había despertado abruptamente de un sueño con el
hombre que la había perseguido durante más de una noche por
los últimos veintiséis años de su vida.
Jack Elliot.
Una parte de ella deseaba que Jack fuera algo más que un
espejismo en una noche fría y solitaria. Todos estos años
soñando con él y sabía tan poco, aunque lo que sí sabía acerca
de su amante mítico alcanzaba y sobraba.
*****
semilla.
Dulce Jesús.
Silencio.
criatura a…
Capítulo uno
Así era ella, terca hasta la médula. Una vez que se imponía una
meta, se rompía el trasero para obtenerla. Fue lo mismo cuando
a los dieciocho años, una edad vulnerable, había tomado la
decisión de mudarse de Nueva Zelanda.
Mudarse a los Estados Unidos sola había sido difícil visto con
humor, y terriblemente aterrador visto sin humor, pero lo había
hecho, y había prosperado. Los neozelandeses hablaban el
inglés de la Reina, así que el lenguaje no había sido un
obstáculo en principio, pero la cultura sí. Podía hablar inglés,
Mierda.
El clima era irreal. Nunca antes había visto caer la lluvia con
tanta fuerza desde el cielo como ocurría en los campos de Ohio.
Lo último que necesitaba era quedar atrapada en una
inundación. Le haría caso al consejo del oficial y felizmente
estacionaría su trasero en el motel con las sábanas limpias y la
comida caliente.
*****
*****
“Jack…”
siempre, pero tendían a aparecer cada vez que Wai tenía una
oportunidad de conocer a alguien.
Capítulo dos
pero Jack…
“¿Entonces…?”
*****
“Gracias, Julie” La voz de Wai sonó ronca aún para sus oídos,
así que se aclaró la garganta. “Me pondré en camino, entonces”
Wai alzó la mirada. Con una sencilla camisa blanca bajo una
sofisticada chaqueta negra de la época, el canoso misionero
habría lucido muy austero si no fuera por la bondad de sus
ojos. Tenía los mismos ojos que su nieto. “Así que usted es el
antepasado del Sr. Zeisberger”, murmuró.
Con los orificios de la nariz dilatados, Wai aspiró una vez más
con fuerza, y luego abrió las puertas.
Capítulo tres
Dejó escapar el aire con una risita. Las puertas se cerraron con
fuerza.
¿Qué diablos…?
En el medio de un cementerio.
Capítulo cuatro
“¿Está herida?”
¿Dónde estoy?
¿Mi idioma?
“¡No!”
*****
Otro movimiento.
Ella.
Y luego descubriría, de una vez por todas, quién era ella y qué
diablos estaba ocurriendo.
Capítulo cinco
“Sabes que me llamo Puawai, pero prefiero Wai” Ella sonrió. “Oh
Jack…”. Ella se estiró para alcanzar el rostro de él y deslizar una
mano sobre la barba en su mandíbula. “¿Eres real?”, preguntó
ella con la voz velada.
Silencio.
¿Viajar a través del tiempo? ¿Era posible eso? ¿O ella tan solo
mascullaba tonterías incoherentes?
Decidió averiguarlo.
Con la verga tan dura que dolía, Jack apretó los dientes
mientras deslizaba la fragante barra de jabón silvestre sobre los
pechos y el vientre de Wai. Después de generar espuma, arrojó
el jabón por sobre su hombro y masajeó el área de los pechos.
Con los brazos alrededor del cuello de él, colgando de él, ella
dio dos pasos vacilantes. “Rechacé a todos los otros hombres.
No quise estar con otros hombres, salvo contigo”
Dios santísimo.
“Jack”
“Wai”
“Tu concha se siente tan bien”, dijo él con voz ronca. “Me
perteneces, Wai”
Limpio y vestido, Jack observó como Wai, desnuda, salía del río
y se dirigía a buscar su mínimo vestido; el que tenía todos esos
colores complicadamente tejidos en la tela. Ella no lo miró, ni
siquiera una vez, y a él le dolía más de lo que podía decir con
palabras.
*****
Despreciada.
“Jack…”
Capítulo seis
Silencio.
“Mi hijo pródigo”, susurró David de una manera tal que las
lágrimas brotaron de los ojos de Jack. “Estoy muy feliz de que
hayas vuelto al hogar”
*****
Wai cerró los ojos al oír sus palabras. No, Samuel no viviría
mucho tiempo más. Recordaba esa lápida con terrible claridad.
en qué pensar”
*****
Wai sonrió con suavidad. “¿Le gustó el cuadro que Hans pintó
especialmente para él?”
Wai cerró los ojos al oír las palabras de Elizabeth. Y así, otro
destino que se cumplía.
Capítulo siete
“Sí”
“Muy sensual”
Wai no dijo las palabras, sólo las pensó, las sintió con cada
onza de su cuerpo. El tiempo no estaba de su lado. Por eso,
necesitaban sacarle el mayor provecho.
“La única razón por la que te tomo así”, susurró con la voz
“Ay, Dios.Wai”
“Creo que hemos establecido el record del mejor sexo”, dijo ella
entre risas.
*****
Epílogo
La actualidad
FIN
Nota de la autora