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La Mujer de Samaria
La Mujer de Samaria
La Mujer de Samaria
JUAN 4,5-12
Hagamos esta Lectio teniendo en cuenta 7 momentos y siete grupos de palabras que aparecen en el texto.
Iniciemos situando los distintos momentos del pasaje: encontramos una introducción, que nos ubica en el
espacio y el tiempo, una conclusión final y entre estos dos hallamos 5 diálogos.
5
Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí
estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor
de la hora sexta.
7. CONCLUSION
39
Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha
dicho todo lo que he hecho.»
40
Cuando llegaron donde él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. 41 Y
fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, 42 y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras;
que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
Sin duda la gran protagonista es la mujer de Samaria que aparece 14 veces. El evangelista pretende darle
relevancia. Ella en su número supera al pueblo de Israel cuya cifra es 12. Por ello la samaritana no representa
solo una mujer que encuentra a Jesús, ella es la representante de un pueblo: Samaria que busca al Mesías.
El pozo: es el lugar amoroso por excelencia en la Biblia, el lugar de los grandes encuentros que marcaron la
historia de los patriarcas y sus esposas. El encuentro de Jesús y el pueblo de Samaria se lleva a cabo en un
diálogo amoroso que avanza cada vez más en profundidad.
El agua signo de vida y renacimiento es el tema central del 1er diálogo. Es una necesidad en los dos
enamorados, ambos quieren beber y ambos quieren ofrece agua. El diálogo avanza en profundidad. Empieza a
tocar lo secreto del corazón…
Así se llega al 2º diálogo. Un tema fuerte en las relaciones amorosas, la infidelidad. Los maridos significan los
ídolos y Samaria sabe bien que ella ha tenido más de cinco Baales (2Re 17,24-41). Pero tiene como merito
que es una mujer en búsqueda del Mesías, quien espera encontrar su verdadero y definitivo marido y señor.
Y seguimos avanzando en profundidad. De los maridos vamos al culto, hay mucha relación en la secuencia.
La palabra adorar que aparece 10 veces. Está ubicada en el eje del texto, en la sección central. Nos indica que
algo hay que profundizar a nivel del culto. Y nos brinda una frase de Jesús justo en el corazón del pasaje:
porque la salvación viene de los judíos.
De nuevo la búsqueda de Samaria: encontrar al Mesías, esperarlo... Mesías en hebreo y Cristo en griego
hacen referencia a la misma esperanza. Samaria lo reconoce y así lo anuncia a sus hermanos
Mientras los propios discípulos hasta ahora solo lo reconocen como Rabbí, es decir maestro, pero aun no han
avanzado en profundidad.
Parece que cuando algo no entiende los discípulos se quedan en temas de comida, recordemos a Marcos 8,13-
21. Pero Jesús busca como llevarlos más lejos de la simple comida material.
La conclusión es maravillosa, el pueblo de Samaria acoge a Jesús dos días entre ellos, lo reconocen y le dan el
gran título que Él ya porta en su nombre Jesús es decir el Salvador del mundo.
El pueblo de Samaria acoge al salvador pues está atento a su Palabras y cree en Él.
Para terminar valdría la pena preguntarnos, por nuestro propio itinerario de fe. ¿Avanzamos en
profundidad? ¿Reconocemos verdaderamente en Jesús de Nazaret al Salvador del mundo, al Mesías?
DEJA TU CÁNTARO
Hace un momento en la profecía el Señor dijo que cuando viene una lluvia tú debes de salir y empaparte de esa lluvia,
porque muchas veces te quedas dentro de tu casa y dentro de tu casa no alcanzas ni siquiera a mojarte un poco. Y
dijo: sal y empápate de esa lluvia. Y yo creo que muchos de los que estamos aquí nos hace falta tener una llenura de
parte e Dios. Nos hace falta sumergirnos en la profundidad de esas aguas, nos hace falta beber de esas aguas que
Dos tiene para nosotros, para que de nuestro interior broten esos ríos de agua viva de los que habla la Escritura, que
saltan para vida eterna.
Es importante que cada uno de nosotros reflexionemos hoy en día de dónde estamos viviendo, qué es lo que estamos
haciendo cada día. Y el Señor dice: bebe de esas aguas, sumérgete en ellas, llénate de ellas. Y yo quiero hacerte una
pregunta en esta hora: ¿cuánta sed tienes de Jesús? ¿Realmente tu boca se ha secado y tienes sed de Jesús? Y si
tienes sed pues bebe de esta agua de Jesús.
29
Juan 4:28-29 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que
me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Esta es parte de la historia de aquella mujer samaritana que tuvo un encuentro con Jesús. Dice la Escritura que Jesús
iba rumbo hacia Galilea con un propósito, pero tenía necesariamente que pasar por Samaria. Samaria era una ciudad
que estaba en la parte media, aproximadamente entre Judea y Galilea. Bien pudo haber solicitado Jesús agua a sus
discípulos, porque dice la Escritura que él había pedido agua a esa mujer, le dijo: dame de beber.
Y bien había podido haber dicho Jesús a aquellos discípulos que habían ido por comida: traigan agua. Porque yo creo
que cuando tú vas a traer comida, también piensas en la bebida ¿no? Y bien, Jesús pasa por ese lugar y se detiene un
momento y dice la Escritura que él le dice a esta mujer: dame de beber. Realmente creo que no era una casualidad
que Jesús estuviera en ese pozo, ni tampoco era una casualidad que esa mujer llegara a ese lugar a tomar agua de
ese pozo. Como tampoco es una casualidad que tú estés leyendo este mensaje, porque Jesús te está diciendo algo en
esta hora: Dame de beber.
Y cuando Jesús te dice: dame de beber, él te está diciendo: ¿qué tienes que darme tú en esta hora a mí? Y yo te
pregunto: ¿qué tienes que darle a Jesús en esta hora? Pero realmente nosotros no tenemos nada que darle a Jesús
cuando estamos secos. Pero Jesús te dice en esta hora: Yo conozco tu condición y yo sé cómo estás en esta hora.
Pero si tú crees que yo soy el Cristo, y si tú crees que yo estoy aquí, ven y bebe de estas aguas. ¿Cuántos desean
esas aguas?
Yo no sé cómo te presentes tú delante de Dios; si te estás presentando como un manantial de ríos de agua viva, o te
estás presentando como esa samaritana que tenía necesidad de saciar su sed. Lo que sí es, es que Jesús en esta
hora ha salido a tu encuentro. Él conoce tu necesidad.
Dice la Biblia que esta mujer dejo su cántaro, ya no le sirvió lo que ella bebía, necesitaba algo especial. Y así le
llamaremos a este mensaje: Deja tu cántaro. Deja tus recursos, deja tus estrategias y bebamos de Jesús. Vamos a
analizar algunos aspectos importantes de esta enseñanza, de esta historia de esa mujer samaritana. Ésta comienza
así:
Juan 4:3-6 Salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4Y le era necesario pasar por Samaria. 5Vino, pues, a una
ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Y estaba allí el pozo de Jacob.
Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
Algunos de los aspectos importantes en esta parte, es que dice la Escritura le era necesario pasar por Samaria. Le era
necesario pasar por ese lugar. Y yo quiero que sepas una cosa: que donde hay una necesidad, Jesús pasa en ese
momento. Cuántas veces tú has escuchado de personas que dicen: yo tengo una necesidad. Y tú le manifiestas que
Jesús puede suplir toda necesidad. Pero hay quien no hace caso de ello. Aquí había una necesidad en esa mujer,
Jesús iba pasando por ese lugar. Siempre que nosotros tengamos una necesidad, yo quiero que tú sepas algo: que
Jesús en ese momento está pasando a tu lado, cuando tú padeces y tienes alguna necesidad.
Otro de los aspectos importantes es que, dice la Escritura que estaba allí el pozo de Jacob. Y el pozo de Jacob
representa una historia de un pasado. ¿Qué era el pozo de Jacob? Era un pozo que había construido Jacob para que
se alimentaran de ahí sus hijos y sus animales. Y de ahí se alimentó su descendencia. Y tú y yo muchas veces, vamos
a esa parte del pasado, muchas veces vamos a tomar los recursos que nos enseñaron nuestros padres para saciar
nuestra sed. Esa mujer tenía sed indudablemente. Esa mujer venía con su cántaro y venía a sacar aguas de ese pozo.
Y Jesús le dijo: dame de beber. Y esa mujer le dijo: ¿me pides tú a mí que yo te dé de beber a ti, cuando entre
samaritanos y judíos ni siquiera nos llevamos entre sí? Dice: mira, yo tengo este pozo, y este pozo pertenece a Jacob y
su descendencia, y de aquí siempre hemos bebido. Te suena familiar el hecho de que te digan: ¿sabes? Yo tengo un
problema matrimonial. Y el consejo muchas veces es: deja a tu marido. Deja a tu mujer. Deja a tus hijos. Y vamos a
otros recursos como del consejo de la abuela, o del consejo de los padres que no son creyentes y el consejo está
totalmente equivocado.
Esta mujer dijo: Pues yo he bebido siempre de aquí. Por so Jesús le dijo: está bien, siempre has bebido pero cuantas
veces bebas, siempre vas a tener sed. Porque el recurso que estás usando no te está funcionando, ese recurso no te
funciona. Tú necesitas conocer quién es el que te está diciendo: dame e beber.
Dice la Escritura que también cuando esta mujer se acercó, venía con un pasado. Tenía un pasado esta mujer. Un
pasado el cual no podía fácilmente confiar a cualquiera. Mira, dice la Escritura que cinco maridos tenía esta mujer y
ninguno había sido su marido. Había un pasado que difícilmente ella podía confiar y mucho menos en un judío.
Imagínate tú si al primer encuentro alguien llega y te platica todos tus problemas sin conocerte. Y esta mujer estaba en
esa condición, un pasado que difícilmente podía confiar a una persona.
Y aquí es donde Jesús puede ver en lo profundo del corazón de esta mujer, la necesidad que había en ella. Por eso le
dice: dame de beber y ahorita vamos a ver por qué. Y vamos a ver por qué Jesús te dice en esta hora: dame de beber
tú. Sé que conoces la historia, pero me gustaría hablar un poquito a cerca de esta historia.
Juan 4:3-15 Salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4Y le era necesario pasar por Samaria. 5Vino, pues, a una
ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Y estaba allí el pozo de Jacob.
Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7Vino una mujer de Samaria a
sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer
samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y
samaritanos no se tratan entre sí. 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice:
Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
11
La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus
ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte
para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Y estamos viendo el encuentro de esta mujer con Jesús. Y analizando los versículos 7 al 9, donde dice: Vino una
mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Jesús le estaba diciendo: Dime qué te pasa, yo
conozco lo que tú tienes, dame de eso que tú tienes. Yo quiero analizar eso que tú tienes en tu interior, porque en nada
te está funcionando. Hay personas que tú ves con tristeza y que te acercas a decirle: ¿Qué te pasa hermano? O ves a
alguien en la calle y le dices ¿qué le pasa? Dígame. Y esa persona te dice: no tengo nada, estoy bien. Aunque su
semblante realmente es preocupante, y aunque su semblante realmente ves que tiene un conflicto.
Y tú le dices ¿qué te pasa? No, no me pasa nada, no tengo nada. A veces ni siquiera entablan una conversación, se
dan la vuelta y se van. Qué hubiera pasado con esta mujer, si en el momento en que Jesús le dice: dame de beber. Y
ella sabe que no puede tener ningún tipo de relación con los judíos, ella se da la vuelta y se va. O saca el agua con su
cántaro y se va de ese lugar. No hubiera sufrido al transformación que tuvo esa mujer, pero se dio la oportunidad.
Y a veces actuamos de esa manera. Tienes un problema y no somos capaces de venir con un ministro y decirle: oye,
tengo una necesidad. Yo necesito saciar mi sed. Por dentro estoy tan seco que mi campo se ha vuelto estéril, que mi
tierra se ha vuelto estéril. No puedo producir un fruto porque lo que está dentro de mí está tan seco que ya no me sacio
ni a mí mismo, ni a mí misma.
Dice la Escritura que desde los tiempos del cautiverio llegaron a Samaria por orden del rey de Asiria diversas personas
a habitar en ese lugar. Eran reconocidos porque eran idólatras, por esa razón no había una relación entre los
samaritanos y los judíos. Los judíos conocían a Dios, los samaritanos no. Los samaritanos tenían otros dioses, había
idolatría en ellos, por eso es que no había una buena relación entre ellos. Y muchas veces nosotros hacemos acepción
de personas. Cuando alguien tiene una necesidad dices: éste es del mundo, éste no se quiere convertir, que se muera.
Éste no se quiere convertir, se va a ir al infierno.
Pero Jesús miró más allá de todo eso, miró más allá de lo que la misma gente decía: que no podía haber una relación.
Por supuesto que no podía haber una relación en el mundo, pero por supuesto que Jesús fue el instrumento de la
transformación de una persona, así como tú y yo. Somos instrumentos de transformación de una persona. Y esa mujer
tenía una necesidad y Jesús le dio no lo que ella necesitaba, no lo que ella quería, le dio lo que le produciría un
cambio.
Juan 4:10-11 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde,
pues, tienes el agua viva?
Yendo un poquito a la historia de los pozos de cómo los construían. Era cavar en lo profundo hasta encontrar un
manto acuífero, hasta encontrar una raíz de agua donde por ahí pudiera brotar y ese pozo era llenado. Y ahí la gente
iba y tomaba de esas aguas. Esa era una manera en como ellos construían sus pozos. La mujer miró a Jesús y cuando
lo vio no vio que Jesús tuviera un cántaro; porque el instrumento para sacar el agua era en un cántaro. Y si eran muy
profundas; también los estudiosos en esto dice que a ello le llamaban agua viva. A cuando iban más a lo profundo
podían brotar de ahí aguas vivas, así lo llamaban.
Entonces tenían que ellos meter una soga hasta alcanzar esas aguas y poderlas sacar. Y cuando Jesús le dice: si tú
supieras quién es el que te pide dame agua. Tú le pedirías, y él te daría agua viva. Y ella lo mira y le dice: Señor, yo no
veo que tú tengas un cántaro. Esta mujer estaba mirando físicamente a Jesús, y decía: ¿de dónde tú puedes sacar
esas aguas si no tienes el instrumento para hacerlo?
Tú vienes a las personas y le dices: Cristo tiene un plan de salvación para tu vida. Y él se te queda viendo y dice: éste
me está cuenteando, éste me está diciendo algo medio raro, ¿no? Y no alcanzan a creer. De esa manera estaba esta
mujer samaritana. ¿De dónde tú puedes sacar esas aguas para dármelas a mí? Y luego agrega la mujer, Versículo 12
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Te vuelvo a repetir: los recursos de la samaritana eran los que le habían dejado sus padres. De ese pozo que bebieran;
y de ese pozo ella bebía. Lo que significaba que muchas veces seguía usando los mismos recursos y no se saciaba.
A veces vemos el actuar de nuestra familia. A veces vemos como los consejos del abuelo, los consejos del padre, el
consejo de la madre que van fuera de la voluntad de Dios, creemos que nos va a servir pero no es así. Cuando antes
de que conociéramos a Cristo teníamos una religión que nos habían inculcado nuestros padres, pero eso no era la
solución, pero sin embargo íbamos cada 8 días a misa. Íbamos cada día a obtener de ahí un recurso para saciar
nuestra sed, mas sin embargo, seguíamos pecando.
Y esto mismo veía esta mujer; de este pozo yo he tomado. Por ahí decía una historia: a veces no entendemos ni
siquiera por qué se originaron las cosas, mas sin embargo seguimos tomando de ellas. Me platicaban una historia de
una mujer, que en una celebración lleva un pavo, y el pavo era exquisito, era muy rico. Peo a ese pavo le faltaba un
ala. Entonces la persona que lo prueba le dice: oye, qué delicioso está este pavo, dime ¿cuál es el secreto? Y entonces
esta mujer le dice: la verdad no lo sé, se lo voy preguntar a mi madre.
Y va y le pregunta a su madre, y le dice: oye mamá, ¿por qué razón tú le quitas un ala al pavo? Porque sabe delicioso.
Y le dijo: la verdad no lo sé, le voy a preguntar a tu abuela. Y van con la abuela y le pregunta: oye mamá, este pavo tan
delicioso que tú preparas, ¿por qué razón le quitas un ala? ¿Ahí está el secreto en realidad? Y la abuela le dice: no
hija, lo que pasa es que en mis tiempos no había hornos tan grandes, no cabía el pavo y tuve que cortarle un ala para
meterlo.
El recurso de la abuela era cortar un ala para poderlo meter porque en sus tiempos era necesario. Y la mujer más
adelante seguía haciendo lo mismo sin saber por qué razón lo hacía, aunque el horno ya era más grande, y ya estaba
sobrepasado, el pavo cabía perfectamente bien. Le mochaban el ala porque era una tradición de muchos años. Y lo
mismo sucede con la religión, ¿por qué vas a esa religión? No lo sé, es lo que mi abuela me dijo. Oye pero ¿por qué te
persignas de esa forma? No lo sé, a mí así mi abuela me enseñó. Oye, y ¿por qué tú tienes que ir tales días, y por qué
tiene que hacer tal o cual cosas? No lo sé, así me lo inculcaron. Esos recursos, amado, no te sirven de nada.
Y así estaba eta mujer samaritana. Pues aquí hay un pozo, yo vengo y tomo agua. Y de esa misma agua tomaban los
animales y pues de ahí bebíamos todos. Hoy creo que hoy en día, por lo menos si le vas a dar de beber a tus animales,
pues tomas de la llave; y si vas a beber tú, pues compras una embotellada. Pero en ese entonces no era así, en ese
entonces del mismo pozo bebían ellos, sus familias, sus animales. Pero Jesús dijo: ya deja eso, no te va a funcionar de
nada.
Juan 4:13-14 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua
que salte para vida eterna.
Estas son palabras que Jesús pronunció y que impactaron el corazón de la mujer samaritana, y convencida pide que
se le den esas aguas. Versículo 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí
a sacarla. ¿Estaba convencida o no la mujer? Y hasta ahí podemos pensar que la vida de un cristiano es: yo no
conozco a Cristo, bebo de esas aguas y se acabó.
Esa mujer hizo esto: está bien Señor, ya entendí que de este pozo no puedo beber. Ya entendí que de este pozo es de
mi pasado, ahora ya no quiero beber más de esto porque en realidad yo tengo sed. Pero yo quiero lo que tú me estás
prometiendo, dame de esas aguas. ¿Qué hubieras hecho tú como cristiano? Sí toma aquí están, velas, tómatelas.
Bueno gracias, muy amable, Dios te bendice y hasta luego. ¿Qué hizo Jesús ene se momento? Dijo: no, momento,
espérame. No es sí nada más: dame esas aguas.
¿Qué necesitamos para que de nuestro interior broten ríos de agua viva? Analiza tu corazón, ¿qué necesitamos para
que de tu interior broten ríos de agua viva? Si les comenté hace un momento que para sacar las aguas vivas era
necesario excavar hasta lo profundo de la tierra y poder sacar esas aguas. ¿Qué hizo Jesús? En este momento yo voy
a sacar las aguas de tu corazón. Y entonces Jesús metió la mano en lo profundo del corazón y le dijo: ve y llama a tu
marido. Ah caray, Señor espérame. Yo te estoy pidiendo agua para mí, ¿por qué tienes que sacarme mi pasado
Jesús? Espérame, yo quiero esas aguas, sólo dámelas. No, espérame. Yo no puedo poner en ti esas aguas porque tu
pozo está lleno, pero lleno de un pasado. Tu pozo está lleno de aguas contaminadas, tu pozo no puede estar
esperando que yo te de esas aguas. Yo necesito primero sacar toda esa suciedad, yo necesito sacar todo ese pasado.
Por eso te pregunté ¿qué tienes que darle a Jesús esta mañana? Ahora mete tu mano en lo profundo de tu corazón y
comienza a rascar porque seguramente hay un pasado que no te está permitiendo que broten los ríos de agua viva.
Porque oye, dijo el Señor algo: el que tenga sed, que venga y beba. Y a esta mujer le dijo: si tú tuvieras sed y vinieras y
bebieres de mí, no tendrías sed jamás.
Yo dije hace un momento: hermanos ¿cuántos tienen sed de Jesús? Y dijeron: ¡amén! ¿No se supone que en tu
interior deben de estar brotando en este momento los ríos de agua viva? ¿Por qué tienes sed? Porque has dejado de
beber de ese manantial de agua viva, por esa razón tienes sed. Por esa razón no te has saciado, porque aun has
venido y has tomado un poco de Jesús, y después te has ido has tomado un tanto del mundo. Y entonces tu pozo, tu
interior no se ha saciado. Jesús le dijo a la mujer samaritana: ve, y llama a tu marido. Y ella dijo: no entiendo. Pero está
bien Jesús, dice la mujer cuando Jesús le dice: ve y llama a tu marido. No tengo marido.
Dice la Escritura en Juan 4:16-19 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer y dijo: No tengo
marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es
tu marido; esto has dicho con verdad. 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Me parece que tú has dado en el clavo de mi vida. Me parece que tú has revelado a mi vida lo que me está faltando.
Es cierto, he tenido con maridos y ninguno es mi marido, ni el que está en este momento en mi casa. Y aquí tenemos
una reflexión muy importante. Muchas veces hay mujeres, hay hombres que no han alcanzado la felicidad con su
cónyuge, y entonces se han dicho: no es para mí esta mujer, o no es para mí este hombre y va, y busca otra opción en
otra mujer o en otro hombre. Y nuevamente vuelve a decir: no es esto lo que yo esperaba. Y así están constantemente,
por el vacío de su corazón. Tal vez están buscando una alegría, tal vez están buscando felicidad a través de un hombre
o de una mujer.
Y ahorita vamos a entender por qué ella dejó su cántaro; algo que tenemos que hacer esta mañana. Pero entonces
esa mujer le dice: es cierto Señor, te voy a hablar con la verdad, ésta es mi realidad. Y cuando tú vienes a Jesús y le
dices delante de Dios: Señor ya no quiero seguir ocultando este pasado en mi vida, esta es mi realidad. Soy esta
persona. Esta clase de persona soy Señor, y yo no me he podido saciar.
En ese momento vemos con claridad los fracasos que esta mujer tuvo en sus relaciones. Los recursos a los que ella
había recurrido, habían sido para saciar su soledad. El vacío de tu vida no lo puedes sustituir con otras cosas. Déjame
decirte algo que es muy importante. Hoy en día la gente vive tan aprisa, que no se ha dado ni siquiera un momento
para poder entrar en la presencia de Dios y saciar su vida. Hoy es tan sencillo que la mayoría de las personas quieran
saciarse con lo externo, y voy a esto hermano; por ahí hay un argumento o unas palabras que la mayoría de las
personas lo dicen, y yo lo llegué a decir: Si no fuera por estos días y los días de quincena, estaríamos mal. ¿Cuántos
han dicho eso alguna vez en su vida?
Huy, si no fuera por estos momento y los días de quincena. ¿Qué quiere decir? ¿Que solamente los días de quincena
eres feliz? Te suena familiar el: ay manita figúrate que estoy un poco triste porque me siento aburrida. Vámonos de
choping. O vámonos de compras. ¿Y qué pasa en el corazón de esa persona? Uh, se alegra y dice: Wow, qué padre,
qué feliz soy. Han visto ustedes la felicidad que se nota por ahí de las fechas de diciembre, entre los día que se da el
aguinaldo y la quincena, y los demás días, ¿las tiendas cómo están? Llenas de alegría, bien felices todos. Todo
mundo se ama.
Por eso la gente dice: qué padres son estas fiestas navideñas, es tan padrísimo que de veras te voy a regalar un osito
de peluche. Y compras el osito, y compras el pantalón, y compras la camisa, y compras el suéter, y compras el carro, y
compras con tu aguinaldo hasta lo que no te hace falta y eres el hombre y la mujer más feliz del mundo. Y al día
siguiente: oh vida miserable. Ya te pusiste el pantalón y dices: ya no me gusta, mira nada más cómo se me ve. Y te
pusiste el suéter, y dices: mira nada más, no era lo que esperaba. Decepción total y dices: ¡qué infeliz soy! Cómo
recuerdo esos días que estábamos en la plaza, en el Centro comercial y era tan feliz, y ahora soy tan infeliz.
¿Qué pasó, cómo estás, es viernes, vámonos de parranda, no? Yo tengo un día en la semana por lo menos para
darme un tiempo para mí. Qué feliz soy. Entonces los hombres y las mujeres se internan por ahí en los antros, en las
discotecas, en los centros nocturnos, ahí se internan. Qué felices son gastándose su dinero. Cuando salen de ese
lugar: ya me acabé lo de la quincena, y quince días de infelicidad, de desgracia. Con pleitos familiares, con la esposa,
sin comer, mal vestidos, zapatos rotos. Porque han querido saciar su felicidad con las cosas externas.
¿Sabes a qué llamo esto hermano? ¿Sabes a qué llamo todo esto? Yo lo pudiera llamar droga, así como lo oyes. Un
drogadicto mientras está bajo el influjo de la droga, está viajando en algo que no es real. Está en una droga, está
metido por ahí en algo irreal, es el hombre más feliz. Y va por ahí caminando y se siente astronauta, flota y navega y no
sé qué tanto, es súperman, batichica, batman, no sé, ese hombre es un súper héroe en ese momento. Pero en el
momento que se le pase el efecto de la droga es el hombre más infeliz de la tierra, y tiene un conflicto grande en su
vida.
¿Sabes qué provoca la droga? Va secando totalmente tu cerebro, va secando totalmente el alma, la vida de esa
persona. Al final termina muriendo esa persona. Lo mismo sucede si tú has querido alcanzar tu felicidad a través de
cosas externas, lo único que estás haciendo es darte un pasón de droga. Porque en cuanto pasa vuelves a tu realidad
y dices: Dios mío, mira nada más, pero me estoy secando cada día más por dentro. Y una tierra infértil, una tierra seca,
un desierto no puede producir sino mas que espinos. Un desierto no puede dar un buen fruto, un buen árbol.
Solamente las tierras fructíferas, las tierras que son preparadas, las tierras que son humedecidas todos los días.
Esa mujer samaritana estaba en esa situación, droga nada más, necesito un hombre a mi vida, que venga y sacie mi
ser, droga, droga, droga. Se aventó como 5, y luego el sexto. Y dijo ya no. Yo creo que conoció de todas. Y entonces
vino y dijo: voy a tomar agua, ¿no? Tengo tanta sed que voy a tomar agua; ¿a quién no le da sed? A todos nos da sed,
¿si o no? Pues ella vino. Dice que era la hora sexta, y esto es por ahí de las 12 si no me equivoco. En ese momento
ella tenía sed, y dijo: bueno pues vengo y bebo de ahí. Tengo sed, ahí tengo un marido, no me sirve de nada, sigo
teniendo sed. Yo necesito algo que cambie mi vida. ¿Cuántos necesitan algo que cambie su vida? Se llama Jesús.
Bueno pues en Juan 4:25-29 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos
declarará todas las cosas. 26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27En esto vinieron sus discípulos, y se
maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho
todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Juan 4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba
testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
Y aquí podemos ver entonces sí, la transformación y el cambio. Y de acuerdo a la historia vemos que primero una
mujer con una necesidad viene a sacar aguas de un pozo. Tiene un encuentro con Jesús, mas sin embargo no era
suficiente, era necesario que ella sacara su pasado. Una vez sacando su pasado vino algo importante. Dice la Biblia:
Es necesario que venga el Mesías, y él le dijo: Yo soy, el que habla contigo. Ella le dijo: Maestro, si eres tú, dame
entonces de beber. Si eres tú ese anunciado, yo quiero de ti. ¿Qué vino en este momento? El reconocimiento del Hijo
de Dios, y ahí fue cuando Jesús al decirle: Yo soy, Y ella aceptarlo; fue el momento en que Jesús le dio de esas aguas.
Y en el capítulo 17 del mismo libro de Juan, veamos lo que dice, porque por esa razón le dijo: Si supieras quién es el
que te dice a ti: dame de beber, tú le pedirías, y de tu interior brotaría. ¿Por qué razón? Veámoslo en Juan 17:3 Y esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Reconociendo a Jesús, de tu interior brotarán esos ríos de agua viva. Por eso el Señor Jesús cuando oraba por sus
discípulos al Padre, le decía: Señor que te conozcan ti, esta es la vida eterna. Y que me conozcan a mí, que yo soy
Jesucristo a quien tú has enviado. ¿Qué estaba haciendo esa mujer? Reconociendo a Jesucristo. Y al reconocer a
Jesucristo, cuando le dijo: Yo Soy, en ese momento su corazón se abrió de esa mujer, y entró en lo profundo y empezó
a fluir un manantial de agua viva que salta para vida eterna.
La mujer dejó su cántaro, dejó sus recursos y ella corrió y les fue a decir… Yo les pregunto una cosa, ¿dónde está el
marido de esa mujer? Se olvidó de él. Como lo haya dejado. Ahorita vengo mi amor, no te me nuevas, regreso, voy por
agua. Y el hombre yo creo que le dio la hora novena, y ha de haber dicho: ésta no viene, dónde anda. Pero cuando
regrese, esa mujer ya no regresó para ser lo mismo. Esa mujer de ahí agarró y se fue para un lugar a anunciar las
buenas nuevas que Jesús estaba en esa ciudad. Que Jesús es el manantial de agua de vida.
Cuando tú salgas de este lugar, tú no puedes regresar a tu casa para decir: ¿cómo está mi marido? Aquí le traigo,
mire esto es lo que me enseñaron en la iglesia. No vas a decirle: mira, ahora lo voy a dejar, y me vuelvo a someter al
pasado, a lo que yo venía aprendiendo. Tú ya no puedes hacer eso porque entonces volverás a ser una cisterna seca
totalmente. Cando tú salgas de aquí has lo que hizo la mujer samaritana: vas a dejar tu cántaro, tus recursos, tus
medios, tu droga la vas a dejar de una vez por todas, y vas a decir: ahora sí Jesús aquí está mi corazón, aquí está este
odre, llénala por favor de esa agua de vida.
Sal de aquí y entonces ve y diles: Eh, yo he sabido que Jesús está en este lugar, yo he sabido que Jesús vive. Yo he
sabido que el Espíritu de Dios está con nosotros. Eso lo he sabido porque él me ha revelado todas las cosas en mi
pasado, en mi vida, y hoy de mi interior brotan ríos de agua viva.
Juan 7:37b-38 Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva.
En la historia de esta mujer, no dice la Biblia que Jesús le haya dado una agua física. Sino que al vaciar ella su
corazón delante de Jesús, reconocer que él era el Cristo, fue llena de su interior, dejó su cántaro que tiene que ver con
su manera vieja de vivir. Y fue a llevar esas mismas aguas en otros, ríos de agua viva comenzaron a brotar en ella. Yo
te quiero hacer dos preguntas: la primera es ¿cuáles son los recursos que tú estás usando hoy en día para saciar tu
sed? ¿Ir de compras en la quincena? Una droga. El carro último modelo, la casa de tus sueños, tus mejores amigos,
tus días de fiesta, tus adulterios, tus robos, tus difamaciones, ¿qué estás haciendo para saciarte por dentro? ¿Los
reconoces?
La segunda pregunta es: ¿cuáles son los caminos que tú eliges cada día de tu vida? No todos son los correctos.
Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.
Hay caminos que tú has tomado la decisión de seguir, pero no son los caminos correctos, porque esos conducen a
muerte. ¿Cuál es el verdadero camino que debemos tomar? Jesús dijo: Porque yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Él es el camino, no hay otro más. No hay otros recursos más que Jesús. En Jesús no hay drogas, en Jesús hay
realidad. En Jesús hay plenitud. En Jesús hay esperanza. En Jesús hay gozo. Y cuando conocemos a Jesús y nos
profundizamos en esos ríos que brotan de su interior, y en nuestro interior, déjame decirte que no importa la
circunstancia que tú vivas, el conflicto que tú vivas, el problema, la aflicción, la tribulación, no importa cuánto vivas, no
va a quitar tu gozo. Porque el manantial que hay dentro de ti es más poderoso, es más fuerte. Y va a saciar más tu
interior que cualquier otro recurso.
Curiosamente hay cristianos también que se apartan de esas aguas, que tal vez han bebido esas aguas, y han saciado
su sed, pero piensan que esas aguas no se pueden terminar. Se terminan cuando tú dejas de estar frente a las aguas.
Un árbol que se desarraiga del torrente de ríos de agua viva y se planta en otro lado, se seca. Tú y yo debemos ser
árboles plantados junto a corrientes de agua de vida. Dice la Biblia que, dan su fruto a su tiempo y su hoja no cae.
¿Qué es lo que mantiene vivo a ese árbol y a ese fruto? Es el agua que está pasando por esas orillas, es esa agua que
nosotros todos los días de nuestra vida debemos de vivir, debemos de beber, debemos de tomar cada día, son esas
aguas.
Pero aun así por eso el Señor dice a través del profeta Jeremías 2:13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me
dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Dice el Señor: dos cosas han hecho. Hermanos dos cosas han hecho hijos míos: se han apartado de mí que soy
fuente de vida eterna, y han ido ustedes a cavar cisternas.
Las consecuencias que vivas por causa de no estar bebiendo del agua del manantial de vida, van a estar muy fuertes.
Si tú cavas tu propia cisterna, tus propios recursos y vas, y estás bebiendo de esa agua vas a tener consecuencias
muy fuertes y muy graves. Yo no sé cómo vengas esta mañana, yo no sé si vengas en tu interior con la necesidad de
llenarte de Jesús. Con la necesidad que de tu interior brotes esos ríos de agua viva. O no sé si tu corazón venga tan
endurecido que digas: yo prefiero tener mi propia cisterna y beber de esa agua, aunque me sienta mal. Yo no sé cómo
vengas. Pero yo quiero invitarte a hacer algo en esta hora.
¿Puedes reconocer dentro de tu corazón las causas, las razones por las cuales tú aun sigues teniendo sed? ¿Puedes
reconocer todavía que tus recursos no te han funcionado de nada? Jesús dijo: el que crea en mí, venga y beba.
Realmente creo que las circunstancias nos han llevado a cavar nuestras propias cisternas y beber de un agua
confundida. Pero en esta hora Jesús te dice: mira, aun con todo tu pasado deja meter mi mano en tu corazón y excavar
en lo profundo, porque seguramente ahí hay algo que aun no has querido confesar. Aquel pasado o aquella situación
que te ha secado. Tal vez alguna preocupación, un conflicto, un problema, una necesidad, tus hijos, tu esposo, tu
esposa, no lo sé. Pero con nada se va a saciar.
Ahora si tú dependes de tu esposo, de tu esposa o de tus hijos para ser feliz, déjame decirte que estás equivocado. No
podemos depender del amor de una persona para ser felices, ni del dinero. Cuando tú dependas totalmente y
absolutamente de Jesús, vas a poderte dar cuenta de algo: que no vas a tener necesidad jamás de nada. Permíteme
hacer una oración en esta hora:
Señor, yo dirijo esta oración a ti, y te ruego que en esta hora tú vengas y te sientes aquí con nosotros. Sabemos que
estás aquí pero queremos hacer algo. Tú conoces el corazón de cada uno de nosotros, así como conociste el corazón
de la mujer samaritana, y cuando esa mujer reconoció en ese momento tú le diste de esa agua que no es un agua
física sino es un agua que proviene del Espíritu.
Señor por favor yo te ruego que en esta hora comiencen a correr ríos de agua viva, ríos que se desborden oh Dios en
esta hora, y que nuestros hermanos al escuchar el llamado, dejen a un lado su cántaro Señor, olviden su pasado y
vengan y beban de esas aguas. Yo te ruego Padre que te hagas manifiesto en el poder de tu Espíritu, y que cuando
ellos se acerquen a tu altar, ellos puedan sentir el torrente de esa agua de vida que salta para vida eterna en u interior,
y puedan sentir el gozo Señor. Yo sé que tú has escuchado nuestra oración, y yo sé que tú lo haces. Y que hoy no
somos uno sino muchos que como la samaritana necesitamos esa agua tú das.
Apocalipsis 22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
¿Has escavado en lo profundo de tu corazón? Hermano, hermana yo quiero invitarte a que si tú estás cansado de
beber de las aguas que bebías, dejes a un lado tu cántaro y tengas un encuentro con Jesús y bebas de esas aguas
que él te da gratuitamente. Deja tu cántaro y bebe de esas aguas y que desborde de tu interior esos ríos que tú