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Autonomía y Heteronomía

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2.1 CONTEXTO INDIVIDUAL DE LA ÉTICA.

Libertad y responsabilidad

La moral sólo es posible si consideramos que las personas son libres de decidir. Sin libertad para
elegir entre distintas opciones no hay ética posible; si los hombres no actuaran con libertad, su
conducta sería uniforme, el comportamiento moral estaría apegado a normas, sin cuestionamiento
alguno. Por lo mismo, los animales no tienen una conducta moral.

El animal reacciona ante la situación que tiene presente. En cambio, el ser humano gracias a su
racionalidad puede modificar su mundo exterior, pero también crear un mundo interior. Los
adjetivos de tipo moral sólo pueden ser aplicados al ser humano.

Podemos definir la libertad como la facultad racional de las personas, que permite elegir entre
distintas opciones aquellas que consideramos la mejor o más adecuada para nosotros y para los
demás.

El filósofo español Fernando Savater define la libertad así:

“La libertad es el asunto de que se ocupa la ética. Libertad es poder decir sí o no lo hago o no lo
hago; digan lo que digan mis jefes o los demás; esto me conviene y lo quiero; aquello no me
conviene y por tanto no lo quiero. La libertad es decidir, pero también, no olvides, darte cuenta que
estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar, como podrás comprender. Y para no dejarte
llevar no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer” (Gómez,
2010).

El juicio moral implica varios componentes, su carácter voluntario, de hecho, por el cual se le con-
sidera un acto dotado de libertad. Sólo un acto libre puede ser moralmente bueno o moralmente
malo. Si el hombre carece de libertad, no puede ser moralmente responsable de sus actos.

En un sentido amplio la libertad se ha entendido como mera “libertad de acción”, es decir, como la
facultad de moverse de acuerdo con las propias fuerzas y posibilidades. Sin embargo, a la Ética le
interesa una libertad en sentido más estricto y que sólo se da en el ámbito humano, nos referimos en
la libertad de actuar que implica un espacio de alternativas y una capacidad de elegir. Por medio de
la libertad, en sentido estricto y humano, el hombre se traza metas en su vida y pone en juego
esfuerzos para alcanzarlos. La importancia que reviste la libertad para la Ética en cuanto que ga-
rantiza la existencia de sujetos libres y conscientes para actuar bien o mal.

En Ética han surgido teorías que niegan la libertad, pero también hay otra que la afirma; la teoría
determinista, afirma todos y cada uno de los acontecimientos del hombre está rígidamente someti-
do a las leyes naturales, y por lo tanto no pueden ser modificadas por la acción del hombre.

El determinismo niega que pueda tener lugar una acción libre o por azar en la naturaleza, es decir,
una acción que no pueda ser explicada recurriendo a causas eficientes.

En el polo opuesto están los indeterministas, en el sentido moral se afirma que el hombre puede
actuar con una libertad sin límites, capaz de hacer todo lo que se quiere. Esta libertad está rela-
cionada con el concepto de autodeterminación que afirma la existencia de una libertad absoluta
afirmando la individualidad y la autonomía para actuar de acuerdo a la voluntad individual, sin ne-
cesidad de restringirnos a lo que dicta el entorno social. A esta libertad también se le llama libertad
positiva.
No podemos hablar de libertad sin tomar en cuenta la responsabilidad. El hombre libre es aquel que
se responsabiliza de sus actos, la responsabilidad es condición inherente a la libertad, ya que
sabemos y respondemos por nosotros mismos, por nuestros actos, elegimos entre varias opciones y
nos responsabilizamos de las consecuencias.

En el momento en que elegimos entre varias opciones, como por ejemplo decidir entre decir la
verdad o mentiras, hacer la tarea o no hacerla, debemos también hacernos responsables de las
consecuencias de nuestros actos. Toda elección lleva implícita una responsabilidad.

Autonomía y heteronomía

La libertad y la responsabilidad están íntimamente ligadas en las acciones del ser humano, ya que
sólo los seres humanos somos capaces de elegir entre varias opciones, esto implica que se con-
temple a sí mismo no sólo como un ser individual; sino también como parte de una colectividad. Es
necesario revisar dos conceptos que tienen que ver con la toma de decisiones: la autonomía y la
heteronomía.

Cuando somos pequeños, nuestros padres nos dan las primeras normas de comportamiento. Éstas se
refuerzan más tarde en la escuela, la Iglesia y otras instituciones que están dentro de nuestro medio
social. La etapa inicial de nuestra vida moral es heterónoma, pues nos comportamos de acuerdo a
las normas o lineamientos ajenos a nosotros.

Según el filósofo Kant, la autonomía y la heteronomía, son dos conceptos básicos que delimitan el
actuar del ser humano.

La palabra heterónoma está formada por los vocablos heteros, que significa ajeno, externo y nomos,
que significa ley o norma. La heteronomía se da al reconocer y aceptar la influencia de razones
externas para actuar, de este modo, la heteronomía es la condición de posibilidad de regir los actos
de la voluntad por algo ajena a ella misma, como son las normas sociales, la ideología dominante,
los valores o cualquier otro aspecto que no es la conciencia misma.

La moral heterónoma, la cual postula un fundamento ajeno a la voluntad. Un efecto heterónomo es


aquel en el cual la obligatoriedad que lo rige obedece a un principio extraño, ajeno a la voluntad:
una autoridad religiosa o civil, una moda, una costumbre, etc. Para Kant toda moral es heterónoma
cuando depende de otra cosa que no sea la voluntad misma que nos legisla y que, por tanto, está
limitada por hechos o ideas exteriores a la voluntad.

Al madurar obtenemos independencia y experiencia, por lo que nuestro comportamiento moral va


haciéndose autónomo que viene de los vocablos auto propio y nomos norma. Así pues, actúa de
manera autónoma aquella persona que se comporta según las normas que voluntaria, consciente y
reflexivamente se impone como pauta de conducta.

Moral autónoma Moral heterónoma


Las fuentes de la moral autónoma son: Las fuentes de la moral heterónoma son:

• La propia conciencia • Las tradiciones y costumbres


• El remordimiento • La religión
• La dignidad • El Estado
• El razonamiento personal • La ideología política dominante • Los valores sociales

La libertad para Kant es la capacidad que se tiene para autolegislarse para actuar de acuerdo los
dictados de nuestra voluntad y con apego a la ley universal. Por tanto, libertad descansa en un
principio autónomo. Para Kant la autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes
morales y de los deberes conforme a ella.

En nuestras vidas nos vemos inmersos en situaciones de conflictos y tendremos que afrontarlas
buscando siempre la mejor manera de resolverlos. Cuando se trata de decisiones morales, an- tes de
tomar cualquier decisión debemos realizar un proceso de reflexión evaluando todos los elementos
que afectan al problema moral para poder hacer una buena elección ya seremos los responsables de
sus consecuencias.

Lo primero que se nos ocurre al enfrentarnos a determinado problema es que lo analizamos, lo


pensamos detenidamente y buscamos la forma de solucionarlo. Una vez que hemos estudiado el
problema, tomamos una decisión respecto de las acciones que vamos a llevar a cabo y luego
actuamos (Gómez, 2010).

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