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¿Qué Es El Bautismo Del Espíritu Santo?

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Posiblemente, ninguna otra enseñanza acerca de la Tercera Persona ha creado más

confusión que el bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que este
bautismo comenzó al mismo tiempo que ocurrían otras grandes obras del Espíritu, tales
como la regeneración, la morada y el sello. Además, en algunas ocasiones el bautismo y
la llenura del Espíritu ocurren al mismo tiempo. Esto ha guiado a algunos a conclusiones
apresuradas tales como afirmar que el bautismo y la llenura son la misma cosa. Pero, el
conflicto en la interpretación se resuelve si analizamos esa docena de pasajes que hablan
sobre el bautismo del Espíritu Santo.

Uno de los textos más relevantes es el de 1 Corintios 12:13. En este pasaje el apóstol
Pablo les dijo a los corintios que, aunque algunos eran judíos y otros gentiles, algunos
esclavos y otros libres, todos habían sido bautizados por el mismo Espíritu. Y lo que más
hace relevante estas palabras es el contexto en el que se encuentran. De hecho, unos
versículos antes (12:8-11) Pablo les había hablado de los diversos dones espirituales,
entre los cuales figura el hablar en lenguas, y unos versículos más adelante nos
proporciona la verdad objetiva sobre este tema al decir que en la iglesia algunos eran
apóstoles, otros profetas, otros maestros y otros hablaban en idiomas desconocidos; y
luego aclara que no todos somos apóstoles, profetas, maestros «ni todos tenemos la
capacidad de hablar en idiomas desconocidos», o, lo que es lo mismo, de hablar en
lenguas (12:28-30). De esta manera queda claro que, aunque no todos hablamos en
lenguas, como dice el versículo 30, todos hemos sido bautizados por el Espíritu, como lo
afirma el versículo 13.

Otra evidencia de esta verdad la encontramos en Efesios 4:5, donde Pablo habla de un
Señor, una fe y un «bautismo». Aquí algunos objetan que en este texto de Efesios no está
claro a qué bautismo se refiere, pero si lo pensamos nos damos cuenta de que los rituales
del bautismo por agua varían; esto nos lleva a la conclusión razonable de que el bautismo
que aquí tenía en mente Pablo era el del Espíritu Santo, dado que este es uno igual para
todos. De hecho, la Escritura nunca nos exhorta a que seamos bautizados por o en[1] el
Espíritu o a que busquemos su bautismo, sino solo a ser llenos de él.

También en Gálatas 3:26-29 se nos dice que somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús
y que esta fe nos unió a Cristo por medio del «bautismo», por lo que ya no hay judío ni
gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos los que hemos puesto nuestra fe
en él somos uno en él.

Todo esto significa que en el momento en que recibimos la salvación somos bautizados
por el Espíritu Santo.

Ahora bien, este es el cuándo, pero ¿qué es el bautismo del Espíritu Santo? Ser bautizado
por el Espíritu significa ser ubicado e iniciado en la iglesia, y que nos ha sido dada una
relación nueva y permanente tanto con Dios como con la iglesia. Esta es la explicación
que nos dan los mismos tres pasajes de 1 Corintios, Gálatas y Efesios que ya hemos
mencionado. Es gracias a esto que la unidad de la iglesia es segura, sin distinción de etnia,
cultura o fondo social, además de ser seguro también que cada creyente tiene su lugar y
función particular, y la oportunidad de servir a Dios. Todo esto no sería posible sin el
bautismo del Espíritu.

Y ¿cómo ocurre? No podemos darte todos los detalles de esto porque no se registran en
la Biblia, pero lo que sí podemos decirte es que es una obra de Dios; y por ser algo que él
hace sin pedir nada a cambio, nosotros solamente debemos comprenderla, aceptarla y
recibirla por la fe. Aunque la experiencia espiritual siguiente de la llenura puede
confirmar el bautismo del Espíritu, el bautismo en sí no es una experiencia, sino una obra
instantánea de Dios ejecutada en la salvación, y por su naturaleza no puede ser buscada
ni repetida después de haber nacido de nuevo.

En las primeras conversiones registradas en Hechos el hablar en lenguas fue algo


excepcional que tuvo la finalidad de mostrar a los primeros creyentes que, en primer
lugar, la Buena Noticia era para todas las personas y, en segundo lugar, proporcionar la
evidencia de quién realmente había creído y quién no, dado que Dios todavía no había
terminado de dar toda la revelación necesaria bajo el régimen de la fe, revelación que
nosotros sí tenemos en la Biblia y gracias a la cual tenemos un conocimiento que en aquel
momento los apóstoles todavía no tenían. De hecho, en otros pasajes del mismo libro de
Hechos donde figura la salvación no hay mención del hablar en lenguas como algo que
acompañó al bautismo del Espíritu.

Por lo tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como el medio de una obra
excepcional de Dios en la vida del cristiano no tiene ningún fundamento bíblico. Incluso
la llenura del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino en el fruto del Espíritu,
como se menciona en Gálatas 5:22-23. Otras veces, en cambio, se alega un error similar
que sostiene que hay dos bautismos del Espíritu: uno en Hechos 2 y otro en 1 Corintios
12; no obstante, al analizar todos los pasajes inherentes al bautismo del Espíritu la única
conclusión razonable que produce armonía bíblica es que no hay ningún doble bautismo,
sino solo uno.

Por lo tanto, el bautismo del Espíritu Santo es la divina operación que introduce a los
creyentes en la iglesia y que les proporciona una relación con Dios. No es lo mismo que
el bautismo con agua ni es una obra de la gracia posterior a la salvación por medio de la
cual los creyentes sean “más espirituales” ni tampoco es cierto que hablar en lenguas es
la señal invariable del bautismo del Espíritu: todos los corintios habían sido bautizados,
pero no todos hablaron en lenguas, y, aunque todos habían sido bautizados en el Espíritu,
Pablo los reprendió por ser carnales o no espirituales (1 Corintios 3:1; 12:29-30). Junto a
la regeneración, la morada y el sello, es la base para la justificación y para toda la obra de
Dios, la cual presenta al creyente perfecto en gloria.

[1] Las partículas «por» y «en» quieren decir la misma cosa y se usan como sinónimos. Esto
significa que el bautismo «por» y «en» el Espíritu no son dos hechos diferentes, sino el mismo.

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