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Somos Las Nietas de Sycorax

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Somos las nietas de Sycorax, la vieja bruja de Shakespeare, progenitora de Calibán…

somos las hijas del monstruo, hijas de padres violadores. Queremos mantener nuestra
herencia precolombina, la del linaje materno y rescatar nuestra cultura dándole valor a
las historias que las abuelas nos han contado. De cómo nacieron en sus casas, en sus
chozas ayudadas de parteras o bien solas apoyadas en el árbol de la vida como único
sustento. La abuelas americanas tienen mucha sabiduría, de las hierbas y de los
preparados para ayudar con inflamaciones y todo tipo de dolores y sarpullidos que
afectan al cuerpo y se extienden por la piel… las abuelas saben de recetas y pócimas, de
comidas ricas y muy variadas de sabores. Saben como regirse por las estaciones, cuando
se planta y cuando se cortan las matas. Tienen el conocimiento de sus propias abuelas que
las enseñaban a vivir de acuerdo al clima, y a los tránsitos del sol y de la luna. Es una
herencia muy hermosa y necesaria y también tienen conocimiento de cómo llegaron
otras mujeres abuelas, madres y niñas, traídas al continente desde las Europas, unas
obligadas, otras engañadas y otras por propia voluntad… buscando algo … buscando una
nueva vida. Esta tierra no es una tierra americana… aquí antes ya estaban las familias de
gentes antiguas y ya ha visto correr mucha sangre, esta cansada de las heridas de las
mujeres, las que son mágicas y las que no.
Una abuela sabe cosas no por haber estudiado tanto, pero si por haber caminado
bastante.
Yo creo que las arrugas son lo mejor, por que enseñan a tener respeto… son como
caminos y zurcos que se van apoderando del rostro de mujeres hermosas … pero eso no
las hace ver menos bellas. Son mas lindas las manos que han estado en la tierra que las
que han ido al salón de belleza… Yo le rindo honores a usted señora por acompañarnos en
esta junta, por sentarse aquí un rato y compartir con nosotros este humilde caldo de
verduras. Le quiero dar las gracias por haber vivido y por haber visto tantas cosas cambiar
frente a sus ojos… usted señora es digna de cariño y de cuidados… se merece todo lo
bueno y se merece el calor del sol y la brisa de la tarde. Yo a usted abuela la admiro
mucho y quiero que me cuente lo que sabe, que haga memoria y comparta con nosotros
el recuerdo que quiera usted contarnos, hábleme de su abuela o de su madre o de cómo
nacieron sus hijos… quiero saber que cosas le resultan importantes y que me de consejos
… los que usted me quiera dar. Por que yo ando en busca de consejo … andamos un poco
extraviadas del corazón….y nos vendría bien escuchar las palabras que usted quiera
darnos.
Mercedes se llamaba la abuela mia que no era mi abuela … ella fue la que me enseño de
las plantas sus saberes… sacaba empacho, curaba alergias y preparaba pastas, cocimientos
y pócimas… sabía de todo y no se creía… cuando la conocí ya era vieja… y tenía los dedos
todos chuecos, miraban para todos lados las puntas de sus dedos… y con esas manos
cocía, cocinaba, hacia el aseo y me rascaba la espalda…
Ella era mi abuela americana… la de la tierra humeda del sur y de los bosques…

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