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Sociologia de La Educación Actividad N 2 - 22 de Abril 2021
Sociologia de La Educación Actividad N 2 - 22 de Abril 2021
Sociologia de La Educación Actividad N 2 - 22 de Abril 2021
Trabajo: Actividad 2
Para comenzar a transitar este camino por la sociología de la educación, trabajaremos con
el libro de Emilio Tenti Fanfani y otros artículos.
Para reproducirse en el tiempo, todas las sociedades necesitan y han necesitado siempre
cultivar en sus miembros las disposiciones y habilidades físicas e intelectuales
indispensables para cooperar eficazmente. Todas las sociedades desarrollan dispositivos
especializados que aseguran que todos sus miembros tengan la oportunidad de cultivar
las habilidades críticas para la supervivencia del conjunto social y eviten desarrollar las
disposiciones contrarias a esa supervivencia. Lo que distingue a la formalización de la
educación moderna es que se ha desarrollado a través de la constitución de un sistema
que articula a todas las instituciones especializadas en la educación, que cuentan con
materias/asignaturas, ciclos, medidas de rendimiento y aprendizaje, credenciales y títulos,
etc., promoviendo la universalidad de la educación. Finalmente, lo que distingue a la
temporalidad de la educación moderna es que el ingreso en instituciones especializadas
en la formación de sujetos es relativamente temprano y uniforme para todos los
miembros de la comunidad.
En sus orígenes, en Europa Occidental, los Estados debieron disputar con otros institutos
el monopolio de la coacción física legítima. Dentro de los territorios que hoy ocupan los
Estados europeos, diversos nobles locales desafiaban la autoridad de los monarcas.
Atravesando las fronteras políticas, la autoridad de la jerarquía y las leyes de la Iglesia
Católica se superponían, y muchas veces entraban en contradicción y conflicto, con las de
los gobernantes seculares. El poder de los Estados creció en proporción a la erosión de los
poderes feudales. Los Estados apuntaron a la territorialización y la concentración del
poder político, y, con ellas, la victoria sobre los poderes locales y el poder eclesiástico,
fueron favorecidas por tres grandes transformaciones sociales: la urbanización, el
desarrollo de la economía de intercambio y la Reforma protestante. Para consolidar su
hegemonía sobre los poderes regionales y sobre las autoridades eclesiásticas, los
Estados nacionales desarrollaron diversas estrategias. Una de ellas fue la concentración
del poder de reconocimiento de los saberes socialmente relevantes a través de la
articulación de las prácticas educativas en sistemas de alcance nacional. El ejercicio del
poder político como soberanía en la modernidad es una consecuencia de la consolidación
de la autoridad de los Estados
La noción de Estado (formulada por el sociólogo alemán Max Weber) dice que un Estado
es “un instituto político de actividad continuada […cuyo…] cuadro administrativo
[mantiene] con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para el
mantenimiento del orden vigente.”
4) ¿Qué son los estados modernos? Emile Durkheim, como padre de la sociología
moderna, ¿que nos aporta?
Los Estados modernos son el poder político como ejercicio de soberanía. Es decir, que
hay una instancia última de poder público que tiene capacidad de decidir en forma
inapelable sobre todos los conflictos.
Estoy de acuerdo con la posición, pero solo de forma parcial. Me explico. Es un hecho
cotidiano comprobado, en las sociedades modernas, que el obtener estudios y grados
académicos certificados, deriva en una mayor probabilidad y posibilidad de conseguir
ascenso social, poder y honor. Por tanto, la universalización de la educación, y la
promoción de un variado abanico educativo para la mayor cantidad de personas
posibles, es una política que evidentemente ha traído progreso social e individual, en
las sociedades occidentales. Ahora bien, esta lógica no puede seguirse hasta sus
últimas consecuencias, ya que tanto la teoría (de la inflación de credenciales, por
ejemplo) como la experiencia nos demuestra que el ascenso social y el progreso en
diferentes áreas no depende sencilla ni exclusivamente del grado de estudios
académicos que una persona posea. Aún más, el escenario posmoderno evidencia que
las personas que experimentan un ascenso social meteórico y sostenido, no suelen ser
aquellas con más estudios, sino aquellas que, providencialmente, aprovechan su
“tiempo y ocasión” (claro está, si es que estos se presentan). Ergo, es falsa la
afirmación (keynesiana, de origen) de que “toda oferta genera su propia demanda”;
esto implica que, la adquisición de grados académicos por gran parte de la sociedad,
no asegura su ascenso social ni el mejoramiento de la calidad de vida. Por tanto,
puedo expresar sintéticamente que, aunque el grado académico social es una
condición necesaria para el progreso social y el ascenso individual, no es una condición
suficiente para estos propósitos, sino que requiere de otros factores, que
corresponden a las ciencias relacionadas a la economía y la política.
4. Pensando en los problemas de eficiencia y equidad que tienen tanto los sistemas de
educación básicamente estatales y centralizados como las iniciativas
descentralizadoras y privatizadoras, póngase usted un momento en la piel de un
ministro de Educación. Si tuviera que decidir por un sistema en el cual el principal
incentivo para las escuelas fuera satisfacer las demandas de las autoridades del
sistema, y otro en el cual el principal incentivo fuera satisfacer las preferencias de los
usuarios de los servicios de educación, ¿por cuál se inclinaría? ¿Cómo justificaría esta
decisión frente al Presidente? ¿Cómo la justificaría frente a la opinión pública?
Sin duda alguna, me inclinaría hacia un sistema que satisfaga las preferencias de los
usuarios de los servicios de la educación. Me parece una noción absolutamente perversa
aquella que quiere “satisfacer al Estado y al gobierno, solo por satisfacerlos”; esta idea es
absurda, ya que se desconecta de la realidad (está en una burbuja ficticia burocrática), y
ya no busca ayudar a los ciudadanos de la nación, sino incrementar el poder del Estado, y
cumplir los objetivos del Estado, por amor al Estado mismo, y no por satisfacer
necesidades de la nación, la cual se conforma de individuos. Si, como afirma la
Constitución Nacional, las autoridades del Estado están para servir a la ciudadanía, sería
una evidente antinomia pensar en un sistema que quiera satisfacer a las autoridades
mismas, y no a las personas a las que ellas representan.
Mi decisión sería justificada ante el Presidente con la sencilla causal de que un funcionario
público (como el ministro de educación) debe cumplir con la función que la sociedad le ha
confiado, para el bien de la nación, por medio del poder estatal, a través de los mejores
medios a disposición. No hacer tal cosa, incurriría en una violación de múltiples normas
que regulan el Estado de Derecho, y me transformaría en culpable del delito de
“incumplimiento de los deberes del funcionario público”.