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Mas Allatildeiexcl de Los Lenguajes Jacobo Grinberg Zylberbaum 5

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Jocobo Grinberg Zylİaerboum

UØS ØlIØ
oe los
lenguojes

Ë0lTI9nłflFİ0S

Editorial Trilla
Mexico ) 97ğ
Primera edición, noviembre de 1976
La presentación y disposición en coni unto de
MAS ALLA DE LOS L.ENGUA j'ES
son pro piedad del editor. Pro hibida ía re produc ció n
parci‹rf o total de esta o bra, por cualquier me dio o método
sin autorización p or esc vito del editor.
Dere c hos reservados con form e a la le y.
QC 1976 Edit ovial 7'rillas, 5. A.
Av. 5 de Mayo 43-105 México 1 D.F.
Miembro de la Cómara Nacional de la
In dustria Editorial. Re g. num. 158
Im preso en Méxic o
La gran paradoja surge al darse cuenta que algunos caminos que se
consideraban infinitos llegan al mismo punto de partida; seguramente
que volviéndolos a recorrer sucedería lo mismo. No me refiero a ese
infinito circular cuando hab›1o de infinito; ya desde aquí es posible
entrever el contenido de este libro: el infinito circular y el infinito de los
lenguajes. Sería demasiado ambicioso querer reducir el significado de
los lenguajes a palabras introductorias.
Por ello, solamente enfatizaré un punto. Este libro está escrito en
diferentes lenguajes. Cuando el lector se envuelva en su significado
sabrá lo que quiero decir. Cuando planeaba su contenido, me enfrenté
con varias posibilidades. La primera la pude descartar después de 24 ho-
ras; consistía en una especie de diccionario en el cual una frase, un
gesto o un pensamiento eran traducidos de uno a otro lenguaje. Más
adelante llegó la segunda posibilidad ; recreaba un salón de clases en
el cual se enseñaban los lenguajes, el maestro llegaba sin apuntes y sin
programa y les decía a sus alumnos que lo que sucedería sert’a. Con-
fieso que es una idea interesante, pero al recorrerla me enfrenté con un
problema insalvable: tendría que usar un solo lenguaje y además, la
totalidad del libro atentaría en contra de la idea. Quiero decir que pro-
vendría de lo imaginado.
Después de tres horas apareció el planteamiento que me decidió a
empezar a escribir.

5
Capítulo I 9 Capítulo XIV 75
Capítulo II 15 Capítulo XV 77
Capítulo III 19 Capítulo XVI 83
C.apítulo IV 25 Capítulo XVII 89
Capítulo V 29 Capítulo XVIII 97
Capítulo VI 33 Capítulo XIX 101
Capítulo VII 37 Capítulo XX 105
Capítulo VIII 43 Capítulo XXI 115
Capítulo IX 49 Capítulo XXII 119
Capítulo X 53 Capítulo XXIII 127
Capítulo XI 63 Capítulo XXIV 133
Capítulo XII 67 Capítulo XXV 139
Capítulo XIII 71 Capítulo XXVI 145
1. Después de luchar toda la tarde en contra de la sensación de satu-
ración, decidí que eran las cinco de la tarde. Había leído a Koestler,
que me sorprendió con datos estadísticos y validaciones de autoridades;
al final, dejé de tenerle confianza y salí de mi casa. Encontré a Det
en la suya, la misma que una noche anterior consideré envidiable por su
pobreza. Le costó trabajo despertar y yo volví a sentirme en presencia
de un hombre acabado; simplemente él había visto demasiado y ahora
ya nada tenía sentido. Recordé la imagen de un hombre barbado re-
cogiendo basura de las calles para limpiar el planeta y la emoción
al darme cuenta que aun a él lo había predicho; pero después pensé
que era todo menos una hazaña.
Miles de Dets se vieron en los sesentas ante la misma alternativa
que a mí me pareció fantástica cuando la escribí. Por supuesto que
ine voy dando cuenta que lo fantástico es considerarlo así.
Me ofreció una taza de té y al entregármela hirviente, si tiempo,
entendí que mucho era preparado de antemano. Me desilusioné a me-
dias y recordé que también la noche anterior me había confesado su
soledad. Decidí que no dejaría entrar su mundo, era demasiado triste
y pesimista. En cambio, asentaría el mío y, aunque ya sabía de la im-
posibilidad de transmitirlo, conocía la maniobra para no caer. Creo
que mi gesto lo asustó o por lo menos le asombró. Aquí debo explicar
una circunstancia que proyectada de mí es inocua, pero que recibida
de otro es terrible; consiste en hojear una revista.
Gasi demasiado tarde me di cuenta que Det era el receptor, así
que intenté disminuir la sensación en él, sin dejar, al mismo tiempo de
defenderme; le dije que las fotografías que veía eran muy bellas y se las
mostré. Creo que me rebajé a utilizar el primer lenguaje y para colmo
mencioné mi entusiasmo ante la perspectiva de visitar a Noj.
Definitivamente, Det no se enojó y eso confirmó mi sospecha: Ha-
bía descubierto que no era capaz de descubrirme. Me dije a mÍ mismo
que todo se ocultaba detrás de un cuerpo y que era lógico en al-
guien que, como Det, había escogido a la naturaleza y no al hombre.
DÍAS ALLÁ DE LOS LENGUAJES

Frente a mí había una pintura a medio terminar. Un camino de rocas


que aquí y allá dejaban nacer unas plantitas —como siempre— y que
terminaban en unas nubes, las que a su vez intentaban convertirse en
cielo. Se lo pregunté y él añadió, sin emoción : —El camino de rocas
se convierte en nubes.
Después supe que el cuadro estaba inmerso en el segundo lenguaje.
Por fin salimos y a la mitad del camino una nube nos escupió unas
gotas que sólo estaban dirigidas a nosotros. Yo ya había comenzado
a entender y deduje que el fenómeno dependía de un mal entendido.
Det se acercó a una pared de rocas y me dijo que su forma era común.
Yo traté de abstraer alguna figura geométrica que se repitiera y no la
encontré. Se lo dije y él se escandalizó. Permanecimos en silencio mien-
tras la nube nos mojaba y después entendí.
Las nubes, las montaíías y las rocas tenían la misma forma. La
geometría era el primer lenguaje y los cambios de densidad, volumen
y textura el segundo. —¿Y las plantas? —le pregunté volviendo a respe-
tarlo. —Una no, —me contestó. Yo volteé a ver los árboles y la forma
común estaba también ahí. Se lo dije y dejó de llover.
Recordé que alguna vez me había dicho que era posible ver cómo
todo se alejaba de la tierra y fue la misma emoción que me hizo excla
mar, ahora eso significaba que en una piedra está contenido todo y que
nada es azaroso. Cómo no pensarlo cuando tantas veces ocurre que todo
se une en un patrón común; otra vez, como extraer de miles de univer-
sos lo que los une. ¿Sabes? —le dije— ahora entiendo tu cuadro, está
escrito en el segundo lenguaje y en él las rocas se convierten en nubes
y después en cielo porque lo son de antemano. Me miró regocijado y
asintió.
Pero la misma duda de siempre se apoderó de mí: o era una ex-
pansión de conciencia o un retorno a los insectos. Como un historiador
que viendo una civilización analiza todo su contenido con una frase.
—El segundo lenguaje —me dije tranquilizado. Una y otra vez el
segundo lenguaje.
Pasamos junto a una barda de piedras volcánicas que una fuerza
descomunal había destruido. Me paré a observarla sintiendo que estaba
frente a un milagro. Det se había dado cuenta y juntos buscamos la
razón. Pensé que la casa cerrada por aquella barda era la culpable.
Con temor nos alejarnos de ahí y yo recordé lo que nos había contado
Yteb. Su abuelo la había llevado cuando niña a un campo donde
crecía maíz; colocándola en el ccntro de las pequeñas matas, le había
dicho que oyera su crecimiento. El recuerdo me hizo voltear a la dere-
cha y yo también traté de escuchar. No oí nada; creo que era más
interesante entender al abuelo. Él, como Det, había logrado ver lo que
10
CAPíwco I
unía al maíz en medio de su azaroso desarrollo; lo común era este úl-
timo. Segundo lenguaje puro. —Intuí.—
Det me había contado su aprendizaje. Su maestro había vivido
diez años en los Himalaya y le había transmitido el conocimiento de
la forma universal. Yo lo había entendido en el primer lenguaje hasta
que —ese día— aun un montón de arena se me mostró en esa forma.
No pude dejar de pensar que meses antes se me había mostrado
el lenguaje como sistema de inclusión, y los procesos perceptuales como
ascendiendo en convergencia. En verdad que todo es lo mismo...
El pensamiento se interrumpió al llegar a la casa de Noj ; lo único
que me la recordó fue un cúmulo rocoso frente a una montaiía uni-
versal. Cierto que estábamos en Morelos, pero también lo es que la mis-
ma montaña la había descubierto en la portada de las Das Lied non
der Erde, de Mahler, en un cuadro de Kuo Hsi: Clearing Autumn
3kies Omer Mountains and Valle ya. Por lo demás, la casa de Noj era
una construcción apacible, cuidada por tres perros de Pekín y aten-
dida por un mozo tepozteco. De este último yo ya había oído hablar,
Noj lo adoptó cuando niño; su fortaleza me hizo recordar la silla
de ruedas que conducía.
Pero Olbap no apareció sino después de una hora. Det se acercó
a una ventana y con suma cautela me dijo que Noj dormía. Lo espe-
ramos en el jardín en medio de ladridos de perros y observando una
pintura que Det deseaba mostrar a Noj.
En el terreno vecino un campesino de blanco araba la tierra.
Los perros de Pekín le ladraban y con espanto vi cómo Det le arrojó
una piedra. —¡ Es un hombre! —le dije alarmado. Después me di
cuenta que era otro perro. En ese momento apareció Olbap y nos dijo
que Noj estaba cansado y se sentía mal, por lo que no nos recibiría.
Entendí que todo había sido una prueba y me confirmó lo que sospe-
chaba. Det, al arrojar la piedra, había actuado en su propio interés y
yo no había respetado a un perro.
Era una verdadera lástima. Decidí visitar a Noj yo solo y en el
camino de regreso me despedí de Det.

2. Las emociones son pensamientos que no se pueden o quieren en-


tender; siempre aparecen cuando hay un contacto con la máxima com-
plicación. Son nelatinos cuando no se pueden entender; positivas cuan-
do no se quieren comprender. Cuando dejé a Det, recordé a Atir. Ella
no se quería entender, sólo dejaba salir su esencia. Yo tampoco quería
entenderla, sólo la amaba. Algunas veces había dudado. La última
ocurrió al leer a Ron. Yo lo respeto mucho y una frase en la que decía
que el optar por dejar salir, sin entender, era aberrante, me había

11
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

sumidos en la desconfianza. Pero después entendí que era yo y no Attr;


a veces pienso que eso es lo que diferencia al primero del segundo
lenguaje, pero de eso hablaré después.
Me dirigí hacia unas nubes que marcaban el límite del valle.
Era el único lugar que no estaba ocupado por montañas. De pronto,
vi un pájaro de corona roja. Me miró atentamente y después de
volar en redondo se lanzó contra una montaíía inmensa, a mi iz-
quierda. Antes de llegar a ella se posó en un poste. Como tantas otras
veces me asombró de ver la inmensidad desde cualquier punto del
espacio, como si aquella se concentrara. Recordé la holografía y me
imaginé un pequeíío orificio delante de un ojo. No importa donde se
encuentre el orificio, la inmensidad se ve a través de él.
Mueller creía que la imagen se proyecta desde el ojo; por ello
su experimento en el que a un sujeto se le provocaban fosfenos en la
más absoluta oscuridad, mientras unos testigos trataban de ver si aque-
llos iluminaban un objeto. Pensaba que todo se concentraba en un
punto, porque provenía de éste.
Al ver el pájaro en aquel poste, seguí su trayectoria. Esperé un
tiempo y lo que sucedió fue una música que ensuciaba la montaña.
Me alejé de ahí sintiendo que los pájaros no eran confiables. Sin em-
bargo, debo admitir que si no hubiera sido por ello, la montaña no se
me hubiera aparecido como ser. Ahí estaba una mole gigantesca en
cuyo interior ocurrían los más complejos procesos. Su tamaíio era tal,
que penetrar en su interior me fue imposible. Sabía que de poder
hacerlo, la entendería; pero no pude. Pienso que porque no era nada,
quiero decir no poseía conciencia. Pero al otro día lo pensé mejor, quizá
la había querido introducir a mi realidad sin darme cuenta que era mía.
Es difícil no dejar de hacerlo ; sobre todo porque se piensa que es la
más profunda y al mismo tiempo se sabe que lo es para uno mismo.
Aceptar la de otros a estos niveles es realmente peligroso. En fin, el
hecho es que me alejé de la montaña y vine a dar a un camino ondu-
lante, entre veq•etación selvática.
Pero pronto el camino se convirtió en fortaleza. Paredes de piedra
volcánica lo limitaron y angostaron a ojos vistas. La emoción fue te-
rrible y eso sólo significa que no entendía. Si acaso, pensé que el lugar
tenía una historia de rivalidades y que al lado de las piedras dos terre-
nos en disputa habían acumulado en piedras y tierra una energía
negativa que ahora se me transmitía. Por supuesto, el pensamiento
me agradó y después fue corroborado en parte por la visión de un
tronco quemado, que me produjo una emoción intensa. Cuando me
di cuenta que un rayo lo había descubierto consideré que también ahí se
había acumulado una energía gigantesca.
12
GAPízuco I
Pero hoy pienso distinto, la emoción es externa y no auténtica. Si
caigo en ella es simplemente por volverme un pensamiento confuso.
Si logro entender, la emoción desaparece. Por tanto, ni era la rivalidad
entre terrenos, ni la energía del rayo. más bien era yo.

3. Olvidé relatar un incidente muy significativo Unos bueyes de cuer-


nos gigantescos, acompañados de un caballo que cargaba madera, y del
dueño, montado en una mula, se cruzaron en el camino de Det y mío.
Aquel caballero de la mula vivía en otro universo. La lentitud e iso-
cronía de la marcha, la percepción continua de un universo ilimitado;
esto último se hizo muy patente cuando vi a un campesino arando la
tierra. Yo había intentado hablarle a una montaña y él era uno con
la Tierra.
La diferencia era astronómica. Decidí regresar en ese instante. Me
había introducido en el no sentido, y eso es algo que temo profunda-
mente. Creo que comienzo a descubrir el porqué; pero de ello hablaré
en el próximo capítuIo.
El camino de regreso fue un diálogo con la sensación de manifesta-
ción; más bien, una pregunta acerca de conexiones. Era obvio que el
éxtasis aparecía cuando se daba un manejo puro y libre de pensamien-
tos. También lo era el que en ocasiones éstos desaparecían dando lugar
a la emoción.
La duda era acerca de cuál manifestación preservaba el éxtasis.
En ese momento pensé que el transmitir el camino ; en realidad, es lo
que venía haciendo desde hace mucho tiempo, con resultados impre-
visibles. Había vivido, con su uso, momentos extraordinariamente be-
llos, pero también monstruosamente angustiantes. La angustia provenía
de la última respuesta; en otras palabras, la última conclusión había
sido la consideración de realidades diferentes, tanto que ni aun la abs-
tracción de ellas era semejante. Por tanto, el único camino con cierta
perspectiva, era el de aceptación total y eso ponía en entredicho la
transmisión, a menos... ¡sí!, a menos de aceptarla. Pero me parece
un juego de palabras, y a tales juegos no hay que darles importancia;
es decir, hay que rechazarlos por inútiles.
La verdad es que el punto de aceptación-transmisión está envuelto
en la bruma y creo que conozco la razón. Proviene de cuando intro-
duzco la transmisión en el contexto de los invisibles otros. En otras
palabras, los que esto estén leyendo.
Y aquí debo pedirte disculpas por mi desconfianza.
Se hacía de noche y cuando llegué al pueblo, las nubes más lejanas
estaban teñidas de un rojo flotando entre un azul oscurecido.
13
Mxs DE LOS LE NGUA J ES

Volvía al mundo de los hombres y atento recorrí las calles hasta


encontrarme en la plaza del mercado. Sentí que pertenecía a un pue-
blo de pescadores. Los camiones estaban estacionados como barcazas
después de regresar del mar, y los hombres platicaban, viendo a las
mujeres perfumadas. El ruido de las risas de los niños, y la noche ape-
nas comenzando, me llenaron de una alegría que no quise entender. ..
Pero fue inútil y la duda se apoderó de mí. ¿Hablaban en el primero
o en el segundo lenguaje?

4. Al llegar a mi casa me detuvo una anciana, en la que yo no con-


fiaba por razones poderosas e incontrovertibles; recién nacido su nieto,
había expresado ella el deseo de mantenerlo oculto por varios años,
puesto que era bastardo. A menos que quisiera protegerlo de un peligro
para mí inentendible, su deseo era siniestro en grado sumo. Así es que
ni siquiera la oí. Esa noche me enfrenté con la posibilidad de seguir o
transcribir. Decidí seguir y al poco rato me dormí.

14
1. —¡ Extraordinario descubrimiento! —me dije al otro día, y empecé
a escribir. Cuando estaba a punto de relatar mi viaje solitario, llegó Det.
La conversación fue en segundo lenguaje y terminó abruptamente.
Sentí que era demasiado pronto como para plantear la posibilidad
de ser. Det se asustó y yo comprendí demasiado tarde mi error.
Debo incluir aquí algo que no puedo dejar pasar. Dos días antes
habíamos escuchado a Bach, a instancia mía, cuando recordé que la úl-
tima vez me había dejado ir y que en medio de secuencias tonales
y contrapuntísticas, las cosas aparecían. Esta vez me dispuse a enten-
der y también apareció la duda. Cuando Bach moría, ¿dictó a uno de
sus hijos la transcripción musical de la muerte o simplemente continuó
defendiendo una estructura musical? Si era lo segundo, yo estaba du-
dando de la capacidad de Bach para hablar en segundo lenguaje. Det
me dijo que Bach había nacido escribiendo música y que al igual que
en Shakespeare, la conexión era directa.
A mí me intrigaba sobremanera el que uno o dos minutos antes de
morir Bach había cambiado de estilo para después retornar al otro ...
al suyo. Por supuesto —me dijo Det— fue la validación de toda su
vida. Como el amor a la muerte en el segundo lenguaje; es decir,
cuando se sabe que en ese momento el camino recorrido se aclara en
el carácter de ta1 instante. Debe ser así y por ello, vale la pena oírlo.

2. Entrar en el segundo lenguaje es como salir de una telaraña —sin


ánimo de ofender a los arácnidos. Ellos están en equilibrio, flotan entre
el Sol y la Tierra, construyendo la estructura perfecta. Los divierte,
ocupa y nutre, además de permitirles volar.
Cuando me preguntaba de la gran diversidad, me dije que un
mosquito detectaba una línea energética; un ave, un patrón simple y
el hombre, en un límite de capacidad perceptual, había decidido uti-
lizar un instrumento de velocidad y alcance infinitos. Pero que todos
en este planeta intentábamos hacer lo mismo. Por lo menos eso pensé
durante la visita de Det.
15
LAS ALLÁ DE LOS LENGUA J ES

3. Le ofrecí una taza de té y platicamos acerca de la experiencia en


casa de Noj.
—Para mí fue mágica —le dije con estusiasmo y en primer len-
guaje—, creo que todo fue una prueba cuando tú arrojaste la piedra
y yo no respeté al perro.

—Noj sabía que tú actuaste para no despertarlo y que yo sólo me


asusté cuando creí que era un hombre. Por tanto, decidió no hablar
con nosotros.
—No lo creo así —dijo Det. Él tomaba su siesta y se sentía mal.
Simplemente eso.
—Me gustaría preguntárselo —dudé yo.
—Él te aceptaría en tu realidad.
Esto último me produjo una confusión terrible. Quería decir que
sólo era mi mundo y que las ocasiones en las que alguien lo había
aceptado era por saber que los mundos son infinitos.
—No quiero entrar en eso —dije asustado , me lleva hacia el no
sentido.
A Det, como a cualquiera persona en sus condiciones, se le trans-
formaba la cara al sentir la creación. Eso es lo que sucedió cuando
me dijo: —Busco el mundo impersonal y un equilibrio en su majes-
tuosidad. Eso coincidía con su interpretación de Noj y su casa. Saber
de la existencia de realidades personales, una de tantas la suya propia.
—Difícil —pensé—, sumamente difícil vivir así.

4. O escribir así.
Se aprende cuando se sabe cómo aprender, antes no.
¡ Se imaginan, nacer en una sociedad en la que eso sea lo primero
que se enseñe! Por lo visto, Det no nació en una sociedad así, ni yo. Se
acuerda que a los seis años lo obligaron a repetir un año de escuela sin
habérselo explicado. Yo estoy peor, ni siquiera me puedo acordar. Lo
cierto es que decidimos averiguar qué es lo que sucedía después.
Era más que claro. Un terrible odio contra la autoridad, basado en
la desconfianza. Después una validación de aquella al atacarla y por
último, un deseo de convertirse en ella. En verdad que existen externos,
todos los anteriores lo son en el segundo lenguaje.
Emoción, deseo, lucha, odio y desconfianza. Me pregunto si no se-
rán diferentes nombres para una misma cosa: lo externo. Pero enton-
ces surge de nuevo la duda... ¿la duda? es también lo mismo quizá.
El caso es que si el deseo aparece es necesario considerarlo parte
del ser, cuando no se le comprende. En el instante en el que es enten-
dido desaparece.

16
CAPITULO II

Su desaparición lleva a fenómenos como Bach, Shakespeare o Picasso.


Bella perspectiva que depende de introducirse en lo externo. Introdu-
cirse para destruirlo, por supuesto.
En este punto, Det no estuvo de acuerdo. —Más bien realizarlo,
dijo.

5. El árbol es hojas, ramas, verde, forma universal y todo junto. Así


lo ve un pintor que escoge el camino impersonal.
Por último, decidimos vúitar a Noj al día siguiente.

17
1. Es posible verlo todo como impersonal, siempre y cuando enseñe.
Posiblemente las dos condiciones sean sinónimas y el no ver algo o no
aceptarlo indique un temor a perderse. En cambio, cuando se acepta la
existencia de realidades en número infinito, su observación invita al
aprendizaje; sin embargo, existe una excepción, la cual se subordina a
la existencia de una realidad que pretenda ser la única verdadera. Por
supuesto que aun de ella se puede aprender, siempre y cuando no se
valore; como los estudiosos del cerebro, que por su actividad llegan a
pensar que están frente a la única realidad. Entenderlos significaría
aceptar que dentro de su estructura tienen la razón ... pero nada más.
Lo que sucede es que se teme, en todos los niveles. Primero puede
ser a perder comodidades y después ideas. Más adelante, el yo. ¿Lo
ven?, es el mismo terrior.
En el caso de lo impersonal, es obvio el temor a perder un orden
explicativo y caer así en confusión. Simplemente basta pensar que se
dejará de ser. Lo difícil de explicar es que el ser que se piensa es sólo
un externo... explicaciones. Es como escoger atendiendo a lo que ha
demostrado ser satisfactorio. Puesto que ya se sabe que los cambios
implican la posibilidad de perder (por un tiempo al menos) lo que en
anterior vivencia probó su excelsitud, se intenta permanecer en ella.
Algunos escogen para siempre. En el primer lenguaje es de jar la
busqueda. En el se gundo, encontrar lo buscado. En estos términos me
preparé antes de visitar a Noj.
La presencia de otro universo personal es necesaria para saber lo
que de personal tiene el nuestro. Así lo comprendió Det cuando al ha-
blar de un deseo suyo se dio cuenta de que yo no lo compartía y, por
tanto, sólo era suyo... —Entonces, ¿eso también es sólo mío? —me dijo
brillándole los ojos.
Pero también puede transformarse de éxtasis en angustia. Como
una vez que platicando con Imara dije que el hombre buscaba el do-
minio; ella creyó que yo me refería al sexo masculino y en una explo-
sión de feminismo rríe consideró explotador. Cuando supo que yo me
19
US ALLA DE LOS LENGUAJ ES

refería al ser humano, se volvió más impersonal ... —Soy yo la que


tiene el problema —me dijo, mientras bailaba en su delicioso cuerpo.
Después intentó suicidarse.
Supongo que si esa fue la razón, continuó volviéndose impersonal
hasta que sintió que se quedaba sin nada. Pero ello también fue su
mundo. Quiero decir que lo vivió en suicidio cuando confundió lo im-
personal con la muerte.
Para mí puede ser la vida, siempre y cuando siga aprendiendo de
ello. Este es un punto interesante, porque aprender de ello implica
expandirse, es decir, convertirse en buscador de universales. Así, la for-
ma común de una piedra, una nube y un árbol es acercarse a lo
impersonal verdadero. Lo mismo podría decirse de aquel que viendo
dar a luz a una mujer, la considerara pariendo; o de quien pudiera
abstraer el significado de la expresión facial; es decir, segundo lenguaje
en su máxima pureza.
Lo mismo sucede con la física. El poder vivir la velocidad de la
luz como constante, independientemente del observador, eS lo imper-
sonal en su grado personal más elevado. Y esto es lo que intento decir;
cuando lo impersonal se vive, se convierte en personal y el ser se con-
sidera como infinito... el ser. Y esto a su vez es la expansión que
conserva la vida. Así, el suicidio es una decisión valiente, pero inne-
cesaria.

2. Egroj dijo una vez que el encuentro con uno mismo transforma
un cordero en león; segundo lenguaje, por supuesto. O sea, transfor-
marse de asombro de contacto a personal-impersonal. En el caso del
editor que se niega a publicar un libro sólo entendible para el autor.
O quizá es el caso del autor. O e1 de los dos. Pero no hablemos del
primer lenguaje ; en é1 todo es posible. En cambio, en el segundo len-
guaje sólo hay certeza.
Bueno, conocí por fin a Noj y salí de ahí sintiéndome revivido.
Al principio no lo entendí y después la sensación de vida comenzó a
explicarse. En parte, me dijo que yo era ambicioso y que siempre lo
lograría. ¿Gómo lo supo si ni aun yo lo sabía de mí? Después com-
prendí que lo era y me gustó. Por lo pronto quiero saber todo lo que
él sabe. Sé que esa es la forma de lograrlo... lo sé.
Además, vi en él la llegada a lo obvio. Eso me gustó mucho;
como la aceptación total. ¡ Bello camino! Por supuesto que ya no me
convertiré en é1; he tenido suficientes experiencias de ese tipo y sé
que son desastrosas. Me imaginé diciéndole que reconocía su sabiduría
y anunciándole que mi ambición era saberlo todo de é1. —¿Qué es un
saberlo? Por ello ... lo sé.
20
ÜAPITULO III

Después me imaginé compitiendo con él; hablándole desde mí mis-


mo sin compasión. En ese momento un mosquito entró en mi ojo y
comprendí que era un rollo. Bella palabra: rollo. Algo enredado, un
camino cerrado de laberinto. Los mosquitos comprenden los rollos igual
que las plantas. Y si no, ¿cómo explicar el movimiento horizontal de
una planta en casa de Noj?
También habló de naves extraterrestres. Debo confesar que me decep-
cionó un poco. No quiero decir que no existan; más bien, su manejo
conceptual fue simplista. Eso es lo que vi y ahora dudo si yo lo creía
hablando en primer lenguaje, cuando en realidad habló en segundo.
No lo sé, lo único que voy a impedir es convertirme en él. Después
mencionó su enfermedad y recordó que en el norte de Africa había
estado en contacto con una planta venenosa. Un brujo de por aquí le
dijo que esa era la razón.
Me pregunto por qué no le dije si había una decisión. Pues si eso
fue, é1 lo debe saber o lo sabía cuando ocurrió el contacto ; en fin,
ojalá me acuerde la próxima vez.
Lo que fue significativo (y que me indica que sabe) ocurrió a la
mitad de su plática acerca de la planta venenosa. Volteó a ver a Atir
y le mencionó que eso ya se lo había contado a ella. La personalidad
de Atir es extraña; en ocasiones parece que en realidad la tuviese y en
otras sólo existe ella, Atir. Creo que uno de sus egos es la inseguridad
y Noj no lo dejó salir... bello gesto.
Por lo demás, la cara de Noj es la de un mandarín chino y sus
ojos, idénticos a los de Gurdjieff. Todavía no sé qué significa eso.

3. Bien, los números significan pensamientos ; mis números desde lue-


go. Después fui a casa de Det; me acompañó en el camino aunque ya
estaba ahí cuando llegué.
Fantásticos pensamientos después de lo de Noj. El problema es
que fueron tantos que no creo ser capaz de transcribirlos. En primer
lugar, el pensamiento y lo que sucede cuando se mira son las conexio-
nes en el momento en el que ocurren.
Aquí los mundos son infinitos, como cuando Det platicó con un
pelo que había caído en medio de la pintura. El platicó y yo lo vi, y
de ello deduzco que son infinitos. Es como el dos; saber que existe es
aceptar que el infinito existe. Yo hablo conmigo y Det a través de un pelo
o de un cuadro. Por supuesto que algo común es el pensamiento. El reto
es introducirse en él y ver las conexiones; son el segundo lenguaje. Pero
eso lo pienso en este momento, cosa que me agrada sobre- manera. En
realidad, siempre tuve el deseo de trabajar con pensamien-
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

tos en este momento. Si es un camino lo veo desde siempre y como


fundamento de una búsqueda. Antes tenía a mi espalda toda una cono
trucción conceptual que conectaba mi esencia con mi conciencia; por
supuesto que con desastrosas consecuencias. Era demasiado apagado.
No importa que la construcción sea cognoscitiva o manual, teórica o
de laboratorio, siempre distorsiona y frena. Después fue con relaciones.
Pero ello es doloroso y sólo recomendable a un espíritu más fuerte que
el mío; sin embargo, en ocasiones estuve a punto de abandonar otra
técnica que no fuera esa. Creo que esto sucedió con Retash. Era asom-
brosa la conexión directa al hablar, tanto que pensé mucho antes de
destruirla. Simplemente no dependía de mí por completo. La prueba
era Retash, por supuesto.
Entonces ocurrió que supe que la única forma era hablándome; eso
requirió un adiestramiento gigantesco. Pero ahora me da risa... es
tan obvio.
El hecho de escoger pensamientos debía ser universal. Eso lo pensé
antes. Ahora sé que es personal, en aras de convertirse en personal-
impersonal; es decir, también segundo lenguaje. Pero esto es primer
lenguaje y debo tener cuidado.
El adiestramiento también fue interesante. Primero preferí hablar
de imágenes. Si acaso, las conectaba sin atreverme mucho. Después
comenzaba una descripción y todo iba solo. Una cosa se conectaba
con la otra y el final era también el principio. Más adelante, vivencias.
Esa fue una etapa muy cercana pero tenía un defecto, el mismo que
con Retash.
Claro que también habían meditaciones, pero todas ellas en primer
lenguaje. El cambio sobrevino cuando me atreví; simplemente lo hice,
simplemente en segundo lenguaje por supuesto. Es decir, cuando sólo
me escuché a mí mismo.

4. En casa de Noj también se habló de sincronicidad y esto es lo que


sucedió después de escucharme.
Parecía que todo contestaba. El mosquito es un buen ejemplo en
el ojo, claro está. Pero no sólo el mosquito, también la mariposa o la
planta —¿recuerdan la de Noj?
El mundo y yo sincronizados. ¿Quién podría negarse a estar en buen
camino? Así, salí de casa de Det y llegué a la mía. Habíamos discu-
tido la pintura de una piedra maravillosa. Todas sus aristas eran tiempo
y contenido; por ello traté de convencer a Det para que pintara en
cuatro dimensiones. —Como los cubistas — dijo él, dejándose asom-
brado.
CArízuro III
Creo que fue mucho atrevimiento pero eso hizo que me interesara
en Picasso. Utilizaba sus dibujos como leña para calentarse; en el libro
decía que cada dibujo era para él un problema que en su fuego crea-
tivo resolvía. Esa me pareció maravillosa descripción y creo que es ver-
dad... los retos.
Antes dije que una emoción negativa es un pensamiento que no
se puede entender. Cuando un reto no se enfrenta sucede lo mismo;
no se le puede vencer, puesto que no se enfrenta, y el pensamiento
que iba a aclarar no lo hace. Son las senales.
Así me sucede con Picasso, no lo puedo entender y por ello me pro-
voca emociones. O con Idries Shali cuando habla de los iu/íi; no pue-
do entender cómo al referirse a ellos hace comparaciones. Me parece
indigno que se dirija al lector en primer lenguaje.
Es como decir que no se debe medir y al mismo tiempo medir el
alcance conceptual de la frase “no se debe medir” ; simplemente me-
diocre, otra vez, primer lenguaje. Por eso no lo puedo entender.

5. Lo de conexión directa tiene una importancia fundamental. Otra


vez Picasso. Tuvo una infancia sin invalidaciones; por ello no las co-
nocía. Por ello se atrevió a ser cada vez más él mismo. Si tomamos a
Einstein llegamos al dos y, por tanto, al infinito; en otras palabras,
no es que pertenecieran a otra especie, simplemente se atrevieron a ser.
Es probable que la conexión sea también con la época. Quiero de- cir,
con la capacidad para ser el próximo paso de conciencia. Eso mismo
dijo Noj al hablar de los niííos dorados, los hijos de Atir, por ejemplo.
Intuición en el sentido más agudo y en ella, lo que de otra forma no se
puede desarrollar. Porque la intuición, al igual que la emo- ción, es un
pensamiento de tal complejidad que lo único consciente
es la certeza.
Eso llevaría a establecer el contacto. Para Noj, con seres extraterres-
tres, para mí, con el conocimiento universal. Quizá sea lo mismo hablar
COn alguien; se requiere para conocer. Por tanto, puede ser lo mismo
o mejor una cadena de lo mismo.
El conocimiento (lo único que veo) al final, pero la técnica para
conseguirlo, ellos. Así lo entiendo claramente; es decir, en el segundo
lenguaje. Los niííos dorados serían los aceptores. Tendrían la certeza
al recibir el mensaje. Confieso que la idea es muy atractiva pero soy
muy ambicioso, y según Noj sucederá dentro de tres años, tiempo su-
ficiente par t mí.
Ahora bien, el paso de conciencia o, si se quiere, su expansión,
¿ocurre cuando un número suficiente de conciencias se unen o cuando

23
LAS ALLA DE LOS LENOUAJ ES

una de ellas las contiene? La pregunta me la he hecho docenas de


veces y su contestación la he apalzado. De ser lo primero, nadie se
daría cuenta, como nadie lo ha hecho. Sucederán fenómenos extraños
pero pronto se introducirán en un esquema. De ser lo segundo, alguien
lo anunciará. Prefiero esto último y prefiero ser yo. A este grado llega
mi ambición. Por tanto, la pregunta es falsa para mí.

24
1. Atir estaba ahí y yo no me asombró; era natural que estuviese.
Tampoco me paralicé demasiado; era más importante conocer a Noj.
Su descripción del Tarot fue extraordinaria. Le fue dictada por una
tabla ouija. Es decir, por él mismo a través de esa manifestación. Pero
¿se imaginan?; colores, formas y secuencias:
Después de muchos años comenzó a entender lo que había pintado
con esas instrucciones.
En verdad que somos Dioses.

2. Se anunció una reunión en casa de Yteb.


Mientras tanto, las moscas vuelan. Según un amigo de Atir, son im-
portantes en tanto que estuvieron en contacto con filósofos. Su vuelo
es de una precisión y rapidez extraordinaria. Aunque esto seguramente
depende de una diferente duración de presentes, es decir, para ellas
dura menos. Y de esto s.e sigue que una piedra es piedra porque en nues-
tra duración del presente observamos la huella volumétrica de movi-
mientos moleculares, o aun atómicos. Los electrones pueden ser puntos
alojados en la nada, huellas lineales de trayectorias o esferas compactas.
Todo depende de la duración del presente. Para nosotros son esferas
compactas, puesto que millones de trayectorias lineales las forman; por
supuesto, es así como lo vernos. Si nuestro presente fuera como el de una
mosca, quizá veríamos una red esférica, y si fuese e1 de un virus, tal vez
veríamos puntos estáticos mantenidos en flotación espacial por soles
tan lejanos que sus influencias remotas nos parecerían mágicas.
La reunión fue un éxito, sobre todo porque Ergoj y Ocaj no juga-
ron; fueron simplemente ellos y eso siempre es sofocante. Atir también
estuvo ahí y nos tocamos; realmente fue un roce tembloroso. Nos man-
daron un embajador de las fuerzas todopoderosas y nos ofreció ayuda
para una exposición. En el fondo, todos nos reímos, pero en la periferia
accedimos. Antes lo hubiera considerado un juego odioso, pero ahora
me divertí; en verdad que lo único que existe somos nosotros.
25
Más ArzÁ DE LOS LE NGUAJ ES

3. Me cuesta trabajo relatar lo que sucedió después y por ello no lo


haré. Solamente sé que pasé un día atroz en el que retornó la vieja y
olvidada sensación de muerte. Me dormí dando gracias por la existen-
cia de tal estado. Deduzco que mis sueííos fueron una mezcla de con-
versaciones inconclusas con Det y otras circunstancias que más adelante
se aclararán.
La antigua alternativa entre hombre y naturaleza se planteó en un
salón de clases en el que yo ocupaba el papel de maestro. Alguien pre-
guntó si la naturaleza era autorreflexiva y después de un instante de
duda apareció la cognición; su simpleza fue dramática. La naturaleza
no eran flores, hojas, árboles y montañas, sino un principio de organi-
zación y complejidad ascendente que termina en el ser humano. Por
tanto, la naturaleza es autorreflexiva y la alternativa hombre-naturaleza
se diluye a favor de la segunda como inclusión del todo.
Debo confesar que fue delicioso, sobre todo por la segunda pregun-
ta: “¿Si el principio de organización y complejidad es común y ascen-
dente, por qué el hombre puede planear?” Al principio no entendí, me
pareció un invento o una farsa. Después lo vi como proyección mía,
es decir, yo era el que la consideraba farsa. Por último, entendí que la
capacidad de planear desafiaba la organización universal: la cadena
de acontecimientos Esa era, al menos, la pregunta y por supuesto que
había una contestación. Los planes son vislumbrados como contradic-
ción de un orden fundamental cuando se les ve alejados o separados
de este último; en realidad, surgen de lo mismo. Alguien planea una
acción sólo cuando es el integrador de cientos de acontecimientos que
no se pueden manifestar en otra forma; en otras palabras, segundo
lenguaje.
Lo iba a explicar y alguien me despertó. Si hubiera sucedido en el
ayer atroz me alegraría, pero hoy sólo fue una interrupción.

4. Me gustaría decirle a Noj que la mesa es sólida por la duración de


nuestro presente; sin embargo, eso me recuerda una frase que me im-
presionó. Decía más o menos así:
“No es que existan verdades; más bien, se pueden convertir en
tales.”
Aplicado a conceptos explicativos, su profundidad es incontroverti-
ble; aun a teorías y decididamente a hechos. Introduzco un cigarro en
mi boca. ¿Por qué no decir... mi boca se introduce en el cigarro? ...
¿lo ven? Consideramos una boca como espacio y un cigarro como ob-
jeto. Jamás el cigarro como espacio y la boca como objeto, cuando
podía ser así... ¡ rollos conceptuales!
26
CAPÍTULO IV

En ocasiones recuerdo luchas y siento que son valiosas. Existe gente


que todavía no entiende que la realidad es una decisión o que el tiem-
po no existe o que la educación es un enseñar a depender y a usar.
Antes podía dedicarme a aclarar elementales, ahora me cuesta un tra-
bajo endemoniado; por ejemplo, quiero escribir un cuento de un esclavo
romano y la forma en la que ve el mundo, y a la mitad aparece la
tentación de analizar mi época desde un salón de clase; en el primer
caso utilizaría segundo lenguaje y en el segundo caso, el primero. Al
final, ni resisto la tentación ni me doy por vencido y la hoja se queda
en blanco.
Lo peor son los recuerdos. Ayer me asaltaron miles y abracé mi
cojín recordando el amor de una mujer... es una desgracia. Encerrado
en un cuarto podría ver estrellas si mi presente durara menos. Posible-
mente el sistema solar piensa lo mismo de una galaxia y ésta, del
Universo. En mi caso, las paredes desaparecerían para dar lugar a cons-
telaciones. Quizá para una de mis células soy una galaxia; tal vez un
glóbulo rojo enseñe a otro mi astronomía. Quizá una galaxia piensa
lo mismo de cada uno de nosotros.
1. Intentemos otra cosa: Comer tort’dlas calientes es como un orgas-
mo; así se explica su popularidad en el segundo lenguaje. La alegria
ie fue al tratar de recordar, esto último sería algo así como /ao me
respe!é!
Me pregunto si eso también es un rollo. Pero no lo es por el mo-
mento. Es respeto de no seguir todos los pensamientos uno por uno;
como ven, el experimento falló ; por ahora continuemos y después ya
se verá si retorna o no. El retorno es lo que discutimos hoy; empezó
con la consabida consideración acerca de la realidad; terminó acep-
tando un término sustituto para aquellas terribles palabras: universo
personal.
Pero antes de llegar al tal universo sucedieron miles de realidades;
por ejemplo, la posibilidad de pintar lo que se ha comprendido del
segundo lenguaje de la ciencia. La cuestión de la no autenticidad surgió
precisamente de ello.
Ocurrió que era difícil el manejo de espacios tridimensionales en un
plano. Pensé que el manejo sería simbólico y no pictórico. De esto se
pasó a establecer lo que es la realidad. En un momento hablé de reali-
dades y eso me dio sentido. Por lo menos eso es lo que yo creí al princi-
pio; sin embargo, después se cuestionó. Definitivamente, eso es primer
lenguaje.
Desconcertado por esa intromisión, expliqué también en primer len-
guaje. Dije que la mesa es sólida, pero que si la viéramos en diferente
nivel veríamos una galaxia. Nivel en el que los electrones estarían es-
táticos. Y también la podríamos ver como redes esféricas, etcétera.
Gpeo que debí haber dicho: “Las realidades dependen de la dura-
ción del presente.” Pero aunque lo hubiese dicho, no era lo que quiero
decir: La realidad es todo el con junto de realidades, que es lo mismo
que antes pero, si se ha atendido, se darán cuenta que esto último, la
realidad, es impersonal en segundo lenguaje.
El caso es que aceptamos lo de universo personal y todo acabó. Fue
una lástima, y la causa: confusión. Y esto refuerza una conclusión
29
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

vieja: todo es inclusión. Todas las palabras del segundo lenguaje lo son
a1 menos, es decir, descubren la existencia de realidades; en otras pa-
labras, se refieren a la realidad. Es lo que la ciencia ha intentado hacer,
con tan pésimas consecuencias. La razón : el método. Esto último se
entiende en primer lenguaje como sigue: El método es una de las rea-
lidades, su uso determina ser una de tantas realidades, y no 1a realidad
como conjunto de realidades.
El segundo lenguaje, en cambio, es un vislumbrar las realidades
considerándolas como tales y, por tanto, desde un plano superior.
2. Tuve visitas que se prepararon su propia comida y en caída. Fue
terrible, sobre todo por la competencia, sin aceptación. Sé que ya no
puedo volver a su mundo. Ni siquiera aceptaron la discusión. Co-
bardes. . .
3. Va a llover y escribo porque respeto al hombre que hay en mí; en
segundo lenguaje, por supuesto. Es decir, aparecieron caras en los cie-
los y las primeras dos fueron las de las visitas. Él, un viejo hablando,
y ella... una cabeza de muerto sin sexo. Sin embargo, todavía viva...
esperando. Y él descubrió algo que debiera haber comprendido 50 años
atrás, y ella (al principio creí que moría) adquirió rostro y se expan-
dió. Pero después él se desdijo y ella volvió a ser calavera, hasta que
murió.
Entonces las nubes dieron lugar a dos ninos, me alegré mucho y
los vi crecer. Eran el cielo y uno de ellos... yo. Pensé entonces que
nada era comparable y soñé con levantar a alguien de su silla de ruedas;
entonces aparecieron monstruos en nubes negras, anunciando tormenta.
Por eso sé que va a llover.
Más adelante eso no tuvo importancia y un pajarillo cantó y era,
con todo, yo.
Y busca las razones que me hacen escribir y es porque respeto al
hombre que hay en mí.
Pero ello me sonroja, y además me impide hacerlo. Sin embargo,
creo que ya lo dije antes: en segundo lenguaje, por supuesto.
En fin, creo que eso no es así, pues si lo fuera dejaría de escribir,
y no quiero comprender la emoción que me da.
4. Cuando alguien habla de tridimensionalidad, se puede referir a la
experiencia perceptual como tal o a sus bases. Cuando se re(iere a esto
último, penetra a su propio mundo; es decir, a la tridimensionalidad en
segundo lenguaje.
Puede encontrar que la lógica retiniana asociada con la proyección
binocular es la responsable del fenómeno o puede considerarlo física-
PIT ULO V

mente codificado en términos de diferencias de iluminación y fase de


ondas luminosas. En ambos casos, abstrae un componente fundamental
de su percepción de objetos tridimensionales. Su realidad puede ser el
ver solamente o ver y entender simultáneamente; o puede serlo todo.
En este caso, es la realidad; sin embargo, la realidad en estos térmi-
nos puede englobarse aún dentro de un manejo más universal.

5. Lo mismo ha sucedido en el arte. Los pintores encuentran las bases


perceptuales de lo tridimensional y lo manifiestan. ¿Nace así la época
abstracta en pintura?
Sea como sea, después de entender y recorrer lo entendido deciden
modificar la base; ¿época cubista? Algunos dicen que ésta fue sólo un
experimento para tratar de manifestar varios elementos tridimensionales
en un objeto, consiguiendo de tal manera presentarlo desde todos los
ánguIos.
Yo pienso que ambas explicaciones son correctas... modificar las
bases. Por último, descubren que el proceso es más complejo de lo que
se imaginaban y se vuelven libres. Pintan lo que piensan sin pregun-
tarse nada.
Lo mismo sucede con la música, la escultura y la literatura, por no
decir el ballet y la filosofía. Algún día comprenderemos que es el único
camino y aun la ciencia cambiará... Respeto lo que cada uno...
sabe.
' Al oír música pensé que la libertad puede ser tal que cada nota
representa un pensamiento completo, y un acorde, una secuencia de los
mismos. El músico creando de sí mismo ... tal es la imagen. O un
pintor pintando la secuencia de sus imágenes ... también pensamien-
tos son.

6. En la noche, Det y yo fuimos a casa de Har. Hablamos del fuego


y de la salida de una araña de su huevo. Hubo momentos difíciles, so-
bre todo cuando no se dieron cuenta de que lo que llamaban eventos
también eran construidos.
Existe una posibilidad más allá del segundo lenguaje, la cual se es-
table entre tres conciencias, pero sin método o terminología puesta de
acuerdo previamente. Esto indica que existen puntos comunes entre va-
rios caminos y verdades generalizadas a todos ellos; como una obra
clásica.
No sé si llamarlo tercer lenguaje.
Sea lo que sea, en el próximo capítulo hay ejemplos de lo anterior.
Fue con Det y Har.

31
1. Aun lo que yo creía ver no veía. Aun eso.

2. Hay muchas pero ninguna elección.

3. Para quitar de afuera se destruye adentro. Por ello se comen es-


meraldas.

4. Ni aun los más íntimos pensamientos están ocultos. Son los que to-
dos poseemos.

5. Los gestos son un engaño para el pensamiento; compiten con él.


Aun cierta risa lo es.

6. La verdadera obra de arte es la que nunca se termina.

7. La orquesta fue el resultado de un intercambio entre creación total


y recepción del mensaje.

8. Debo aceptar que fue delicioso pero lento. Regresemos, pues, al se-
gundo lenguaje; sin embargo, ¿lo ven?, esto último fue tercer lenguaje
también.
Por supuesto que dentro de este contexto, el último lenguaje es el
de la ciencia. El problema es cuándo se parte de ahí. Siempre se retorna.

9. Hay muchas formas de aprender porque cada una abarca más que
las otras. Eso es lo que se dijo en aparente tercer lenguaje, en casa de
Atir, y me parece sospechoso de serlo. Se los dije y me remataron con la
frase de que era mi sospecha. Me parece que tres veces repetí:
“Es mi sospecha, por supuesto, pero me parece sospechoso.”
Al final entendieron que era algo de suma gravedad, y yo callé
asustado. No les dije que lo de mi sospecha era rollo mío pero que su
remate era rollo suyo; pura paranoia en segundo lenguaje.
33
MÁs ALLÁ DE LOS LENGUA J ES

10. Atir estaba magnífica pero a tal grado mujer...


Cierta risa también es un aviso de que se habla en tercer lenguaje.
Siempre es un reto y con ella se manifiesta (en segundo lenguaje) , el
deseo de aprender. Con esto se establece un acuerdo; quizá el único
aceptable. Aunque no, no es verdad ... es sólo miedo.

11. El tercer lenguaje es la vida, mientras que el segundo es un

12. El primer lenguaje se confunde con el tercero: ambos son el mundo.

13. La naturaleza, a diferencia del hombre, no habla primero o se-


gundo lenguaje, pero puede ser escuchada en ambos.

14. Fuimos al mar, Ivete y yo. Cuatro horas fueron 10 minutos y por
primera vez me atreví a decir que lo único que había aceptado del
mundo era el pensar. Después, todo fue delicioso. Me olvidé de mi nom-
bre y sólo le veía los ojos y olía su cuerpo. Lo de los fundamentales se
comprobó en el cielo. Ella lo veía rosa y yo entendí que era como la
forma universal de Det o como la velocidad de la luz. Esta última per-
manece constante, independientemente de la velocidad de la fuente
lumínica. Penetra y viaja en un espacio que no la afecta. Su velocidad
es la misma y por ello constituye una fundamental. Por supuesto que en
el cerebro de quien lo conceptúe así. Desde un avión, la tierra se nos ofre-
ció plena y planetaria de verdor, vida y nubes. En un momento me pa-
reció que mi modo de percibir un espacio gigantesco introduce un nuevo
elemento de interacción. Todo activa mi cerebro y por ello se conecta
e interactúa a través de él. La velocidad o el tiempo no cuentan. En
otras palabras, veo una montana y simultáneamente la luna. Algo en el
espacio viaja entre esos dos lugares a velocidad infinita... yo.

15. También conocimos un mundo de ideas que me aclaró el propio.


Discutimos con él (un francés) la evolución de la filosofía. De un pen-
sador a otro sucede una detección de un problema moral. Alguien
avanza hasta que introduce un rollo conceptual y el siguiente cerebro
lo descubre y vuelve a comenzar desde ahí. Las contradicciones a ese
nivel son de tal sutileza que sólo alguien muy honesto las detecta. Du-
rante la plática ocurrió varias veces. Se trataba de la diferencia entre
mundo perceptual y mundo conceptual... perceptos versus conceptos.
Para mí no había diferencia de esencia; es decir, es el mismo proceso
lógico a dos niveles de inclusión o expansión. Lo dije pero introduje
la palabra cuantitativo.
CAPITULO VI

En verdad que en ocasiones vislumbro mi falsedad: primero digo


que nada es comparable y después hablo de diferencias cuantitativas.
¡ Es una vergüenza! Mi interlocutor me lo hizo ver y eso me planteó
el problema de validar el mundo conceptual. El mundo sensorial es el
producto de lo biológico, como especies en continua interacción, con sus
procesos más elementales. Por ello es difícilmente alterable y, sobre todo,
discutible. El mundo conceptual, en cambio, se aparta de tal apren-
dizaje y por ello puede llevarnos a la falsedad. Yo pensé que era lógico
pero algo en mi interior me puso alerta. Había algo que no encajaba
y era el considerar como validor absoluto al mundo sensorial. Es ver-
dad que nuestros pensamientos nos llevan a universos infinitos en nú-
mero y características; pero también lo es que de esos universos se de-
tectan las fundamentales.
Estas úldmas son tan válidas como el aprendizaje de lo sensorial.
También lo opuesto es cierto; es decir, ninguna de las dos tiene verdad,
ni el mundo sensorial ni el conceptual. Sucede que estamos inmersos
dentro de una sopa energética de la que extraemos experiencias sensi-
bles y después olvidamos su procedencia. Así, la luz o el sonido nos
parecen datos cuando en realidad son invenciones. Para mí, ese es el
verdadero problema.

16. Esto último me encantaría desarrollarlo en extenso ... de la mis-


ma manera en que de todo un universo es posible extraer una forma
común y fundamental o una constante inalterable, también lo es de la
experiencia. Así, independientemente de la sensación cualitativamente
diferente que se crea en nosotros al ponernos en contacto con el uni-
verso sensible o conceptual (luz, sonido, calor, tristeza, gozo, etc. ) , algo
común persiste y esto es la experiencia subjetiva.
La pregunta entonces no es si podemos estar en contacto con la
realidad sino, más bien, cómo la creamos. Con respecto a esta creación,
podemos postular los siguientes axiomas:

a) Cada cerebro transforma en un tipo energético común (actividad


neuronal) todo lo que lo rodea, incluyéndose a sí mismo.
b) La transformación es restringida en el sentido selectivo. Existen
cambios energéticos “externos” que no son transformados.
c) Dependiendo del canal sensorial activado y de los procesos a los
que es sometida tal activación, son construidas diferentes organi-
zaciones energéticas espaciotemporales.
d) Cada una de ellas da lugar a diferentes cualidades de la expe-
riencia. Así, la sensación de luz se diferencia de la de sonido o de
cualquier otra por las particulares configuraciones de actividad
neuronal que ocurren en el espacio intracerebral.

35
LAS AI,LA DE LOS LENOUA J ES

c) No sólo la configuración energética sino su posición espacial y sus


caractersticas tetradimensionales, explican por qué similares activa-
ciones neuronales dan lugar a diferentes cualidades de la expe-
riencia.
La experiencia sensorial pura (sin autorreflexión) requiere un nú-
mero finito de interacciones neuronales, asociado a las cuales hay
un tiempo.
g) El tiempo mínimo necesario para que ocurra es el presente.
h) Durante el presente todo ocurre de manera simultánea, siendo el
devenir un conjunto entrelazado de presentes. Esto explica el mo-
vimiento, la solidez y demás características de los objetos.
i) Durante el presente, los movimientos moleculares y subatómicos
ocurren en tan grande número que los integramos en un todo
interactuante, el cual percibimos.
j) Así, una roca es un volumen sólido, no porque lo sea en realidad,
sino por nuestra duración del presente.
k) La selectividad sensorial da lugar a ilusiones; la más común es la
percepción de espacio. Puesto que somos incapaces de ver todos
los patrones energéticos que se dan entre nosotros y los objetos,
nos sentimos separados de los mismos. Si no fuésemos selectivos, lo
que nos rodea sería percibido en forma tan sólida como nosotro6
mismos.
1) La separación sujeto-objeto depende de un proceso neuronal apren-
dido; el mismo que produce la ilusión de externo-interno.
m) Los “objetos” interactúan a través de nuestro cerebro; por tanto,
forman parte del mismo.
n) Todos los cerebros con los que interactuamos están unidos en una
red semejante a la neuronal. La existencia de un cerebro cuyos
elementos sean los “objetos” y otros cerebros, tiene la misma posi-
bilidad y realidad que un cerebro cuyos elementos sean neuronas.
Un cerebro con la suficiente sensibilidad como para internalizar
a otros, se convierte en parte primigenia del cerebro cuyos ele-
mentos son otros cerebros.
p) La autorreflexión es un proceso de inclusión en el cual una con-
figuración energética neuronal es manejada en su totalidad como
elemento de análisis.

36
1. La filosofía es extraordinariamente honesta, pues su estudio es el
de pensadores... y lo sabe. Antes dije que la evolución de la filosofía
es un detectar laberintos o “rollos” conceptuales. Véamoslo con mayor
detenimiento; un filósofo desarrolla un pensamiento original solamente
cuando es capaz de vivirlo y después verlo en perspectiva. La capacidad
de vivirlo está en relación directa con su sensibilidad y la de verlo en
perspectiva con su libertad, es decir, con su no miedo para cambiar.
Guando se pierde la sensibilidad se cae en la redundancia. Guando se
pierde la libertad se cae en el fanatismo; esto último por una razón
sencilla. En ocasiones parecería que el final del camino se ha alcanzado
y no es posible un desarrollo mayor o distinto.
Esto sucede cuando un falso elemento conceptual experimentado
como certeza es forzado a penetrar en un argumento como axioma fun-
“damental. El ejemplo más claro lo constituye Berkeley. Como evolución
de Locke, Berkeley abandona la consideración de objetos externos de-
jando solamente las ideas y la mente.
Lo que conocemos es en nosotros y, por tanto, somos los creadores
de los objetos; sin embargo, su pensamiento se vuelve ad hoc cuando
habla de lo imaginado. Si los objetos existen por la mente, ¿qué pasa
con ellos cuando no se les piensa? La contestación de Berkeley es que
subsisten en la mente de Dios.
Hume evita la redundancia abandonando o destruyendo la existen-
cia de lo externo (objetos externos) y de la mente como conocedora,
dejando solamente, como realidad, un munde de ideas... indudable-
mente, segundo lenguaje. Me siento tentado a pensar que el final de
una filosofía cualquiera llega de la misfna forma en la que principia:
emociones. Desde luego que en segundo lenguaje; es decir, pensamien-
tos que no se quieren entender. O en tercer lenguaje...

2. Me senté en una roca y observé el mar. Sentíame como otra roca


a la que en momentos acariciaban las olas y en otros querían descubrir.
Más adelante, a1 leer a Joad, la imagen vino con tal fuerza y claridad
37
Más wnA DE LOS LENGUA) ES

que no puedo evitar decir que las olas, el mar y la roca eran, para mí,
olas, mar y roca. El hecho de su existencia fuera de mi percepción es
indudable pero no tienen existencia semejante para mí, en tanto no las
perciba, recuerde o imagine. En sí mismas pueden ser lo que sean :
patrones energéticos, porciones de un todo inconmensurable.
Yo las construyo en cuanto olas, mar y roca. Es decir, soy un idea-
lista realista; idealista, porque sé que son en mí (o en cualquier otro cere-
bro que tenga mi misma duración del presente e iguales circuitos) crea-
ciones absolutas; realista, porque acepto ser selectivo de una totalidad
independiente de mí mismo. La diferencia entre ver las olas e imaginarlas
no es tanto que en un caso me mojen y en el otro no, sino la dirección
del flujo energético que las hace aparecer en mi interior. En el primer
caso se construyen de mi retina hacia mis circuitos de alta inclusión
y en el otro, en dirección opuesta. Puesto que existe en mí un detector
de flujos, sé cuando percibo y cuando imagino. Esto último es irrele-
vante para el objeto o para mí mismo mientras no viva la diferencia
como última pregunta. El caso es que alguna vez lo fue, pero ahora
ya no. Creo que sucedió cuando descubrí la existencia del segundo
lenguaje.

3. Lo mismo sucede con otros universos. Siempre es necesnio recordar


que son o pueden volverse centros... pero solamente ellos mismos. Con
esto quiero decir que mi realidad y la tuya son, independientemente
de su posible semejanza, sólo mía y sólo tuya. Esto adquirió carácter de
certeza con Ivette; tanto, que la acepté por completo.

4. El solopsismo de Berkeley afirma que lo único que puedo conocer


son mis estados mentales. Por tanto, no tengo razón alguna para su-
poner que fuera de estos exista algo en el universo. Esto podría ser parte
de un idealismo realista si y sólo si se definiera el estado mental. Si éste
es considerado sólo en términos de conciencia y no de proceso, Berkeley
tiene razón. Pero si estado mental incluye a los procesos, debo afirmar
que la posibilidad de conocer aun a estos es restringida. Esa es la belleza
de la filosofía; en términos más claros y en segundo lenguaje, sería
algo así como: “Un filósofo afirma que es posible conocer los estados
mentales y después dice que lo que se percibe es lo que se ve y también
la sensación de hacerlo.” Alguien que sólo se ha preocupado por ver
y no por ver qué ve, al leer lo anterior puede cambiar de estado:
expansión de conciencia. Así, después de ver qué ve, conoce como des-
cubrimiento interno maravilloso otra existencia que engloba la anterior
y que el filósofo (sólo él) consideraba universalmente conocida. En tér-
minos de expansión de conciencia, la filosofía es de un pragmatismO
38
inflamable. Lo interesante en grado sumo es preguntarse cuándo y cómo
debería transmitirse. Dos elementos aparecen claros y son:
aj Cuando se inicia la búsqueda.
b) Guando el despertar ha madurado.
... tercer lenguaje, por supuesto.

5. Todo es cuestión de matar personajes y egos. Ahí es donde se ini-


cia la búsqueda... antes sólo eran los prolegómenos.
En términos de realidades, es bellísimo pensar que cuando apoyo mi
dedo en una mesa, lo que percibo es la sensación en mi dedo y no la
mesa. Esta última la infiero y es en sí misma diferente de mi sensa-
ción o de mis procesos. Digo “en sí misma” porque, si nuestro presente
se expandiese, veríamos el árbol de donde surgió la mesa, el carpintero
que la hizo y el trayecto de la mesa a mi casa. Eso podría ser “en sí
misma” ; pero también podría ser un conjunto de estrellas electrónicas,
flotando dentro de otro espacio de estrellas; también sería “en sí misma”.
El “en sí misma” es pues todas las posibilidades de la mesa; sus vetas,
por ejemplo. Si yo supiera ver, me mostrarían toda la historia de una
región del planeta, lo que a su vez me daría información acer- ca de la
evolución del Sol y del sistema solar; de ahí podría ir al infi- nito. Esto
también sería “en sí misma” ; por tanto, su realidad es todo el conjunto
de realidades. Sucede que por mi historia y por pertene- cer a la
especie humana, tengo acceso solamente a unas de ellas. Las demás —
mientras no las vea— son irrelevantes para mí, pero no inexis- tentes.
Aun desde el punto de vista idealista, es posible estar de acuer- do,
porque puedo pensar en realidades que en este instante no percibo.
Decía antes que sentir la superficie de la mesa como contacto en
mi dedo es bellísimo, pero vivirlo debe ser orgásmico. Mi dedo se ac-
tiva y los receptores táctiles mandan señales eléctricas que activan un
espacio intracerebral. En éste aparecen patrones energéticos de una com-
plejidad aterradora y de ahí... siento la presión; de ahí infiero la exis-
tencia de algo externo a mí.
Sólo recuerdo que está en mí cuando tengo acceso a mis procesos;
por ahora, acceso conceptual. Si pudiera sentir los impulsos que viajan
a través de mi sistema nervioso y fuera capaz de reconocer su procesa-
miento y lógica, nada de mi interior me estaría vedado. La mesa “en
SÍ lTliSma”, también sería su procesamiento y eso —intuyo— sería la sa-
biduría total; esto último se entiende si recuerdo que yo soy el creador,
el creador viendo el proceso de creación.
6. La filosofía está limitada por la capacidad vivencial del filósofo.
Por ejemplo, Joad dice que ver una mesa es el producto de dos pro-

39
Más ArnÁ DE LOS LENGUA J ES

cesos; en primer lugar, la percepción restringida de la misma —la veo


desde un ángulo y sólo percibo dos de sus patas y una superficie incom-
pleta; en segundo, los recuerdos de diferentes mesas en distintos án-
gulos. Mi visión de la mesa como completa no es lo que —perceptual o
sensorialmente hablando se me brinda, sino un compromiso. Hasta
aquí muy bien, pero después afirma que no es posible separar los dos
procesos. Eso no es posible para Joad y lleva esa imposibilidad a la
generalización absoluta; en última instancia olvida que está hablando
de un procesamiento personal. La evolución o desarrollo de lo anterior
depende de otro filósofo que sí perciba y viva los dos procesos por se-
parado y que, por tanto, se dé cuenta de que la afirmación “¡ no se
puede separar!” es solamente un rollo personal.

7. Al igual que Spinoza, pienso que el universo en su totalidad es una


unidad y que ésta es Dios; pero no por las mismas razones que él. No
es una sustancia común en la que pienso, sino más bien en su resultante.
La unidad de algo está dada por la aparición de una resultante que,
siendo distinta de los demás elementos que la forman, los contiene.
La emergencia de cualquier propiedad nueva le da un carácter
unitario a1 todo del cual surge. El mejor ejemplo somos nosotros mis-
mos; nuestro cerebro posee como elementos átomos dispersos que al
organizarse dan lugar a moléculas. Basta con que una de ellas mani-
fieste una propiedad no contenida en la constitución atómica, para ha-
blar de unidad de los átomos.
Pero las moléculas, en sí mismas, están dispersas hasta que al or-
ganizarse, digamos en una proteína, adquieren unidad como conjunto
del que surgen nuevas propiedades. Así, de nivel en nivel, llegamos a
nuestra conciencia del yo, es decir, la unidad total. Lo mismo debe
ocurrir con todo el universo; no lo vemos porque somos un elemento
que en nuestro nivel permanece —para nosotros— disperso pero que
en otro (con un presente expandido) se vislumbraría como unitario.
Que el universo como unidad total manifieste una conciencia semejante
a la nuestra, es asunto difícil de determinar. Lo que sí es posible ase-
gurar es que nuevas propiedades (emergentes) deben asociarse con or-
ganizaciones estelares; en ello reside su unidad. La unidad del universo
es entonces un proceso en marcha, es decir, dirigido hacia la emergen-
cia de nuevos niveles de organización.

8. La diferencia entre niveles no consiste sólo en el número o la com-


plejidad de los elementos que los constituyen, sino en las propiedades
a las que dan lugar. Vislumbrarlas es aceptar la existencia de diferentes
tiempos (por lo menos eso) ; más bien, de diferentes duraciones del
40
CAPízuzo VII
tiempo. Lo dije antes, pero no resisto la tentación de volver a pensarlo.
Tengo la sensación de que lo del tiempo es sólo un rollo. Si yo digo
que el tiempo transcurre en forma diferente para un electrón, una mos-
ca, un hombre y una galaxia, estoy asignando el mismo término con-
ceptual a algo que no es igual y eso es sospechoso. Quizá si hablara de
ciclos de vida se aclararía.
Así, el ciclo de vida de un electrón es un orbital. El de una célula,
desde su nacimiento hasta su muerte. El de un hombre, el día y la no-
che; y el de un planeta, un giro completo alrededor de un sol. O qui-
zá el ciclo de vida de un hombre sea la duración de su presente:
cincuenta milisegundos; lo importante es que cada uno necesita más
tiempo. Si el giro de un planeta fuera percibido por mí como el de un
electrón, una galaxia se me mostraría como un cuerpo compacto. En
esas circunstancias podría darme cuenta de su unidad por cuanto que
vislumbraría sus propiedades emergentes. Estas últimas dependen de mi
percepción. La mesa y el cuaderno en el que escribo se me dan como
sólidos por la misma razón. No es entonces intrínseco del objeto el ser
nuevo o el dar lugar a una nueva propiedad sino, más bien, de mi ca-
pacidad para verlo como unitario; por lo menos cuando en sí mismo
no es capaz de verse así.

41
1. Me sigo asombrando por la diferencia entre un conocimiento vivido
en primer lenguaje y el mismo vivido en segundo. La solución para
todos los problemas educacionales sería el manejo permanente del se-
gundo lenguaje. Mi asombro me indica que todavía no comprendo cómo
lograrlo, y en verdad me gustaria.
Recuerdo que Iram me dijo alguna vez que un problema grave
era confiar en alguien y después verse defraudado. En aquel momento
asentí, dándome cuenta solamente de que las mentiras son desagra-
dables.
Tiempo después comprendí que quizá era una falta de confianza
del que confiaba hacia el “defraudador”. Es —pensé— un olvidarse de
que las personas cambian porque aprenden. Hace unos minutos por fin
lo entendí, en segundo lenguaje.
Me imaginé a mí mismo en el proceso de confiar desde mí mismo,
es decir, sin aprendizaje previo. Mi confianza consistiría en pensar que el
mismo deseo de comprender se manifiesta en alguien. Me vería de-
fraudado si la otra persona se estancara en algún rollo cultural artificial.
Pero no, no es exactamente lo que quiero decir... de nuevo no lo pue-
do comprender.

2. Si no confiara en mí mismo, insistiría; pero como sí confío, lo de-


jaré para más adelante... cuando venga.

3. Alguien se siente cohibido al recibir una adulación cuando to-


davía no se ha encontrado; es decir, cuando sigue rodeado e impreg-
nado de conductas y manifestaciones postizas. La razón es obvia, lo
que se adula son éstas y no el ser. La reacción es sana y su ocurrencia,
aprendizaje.

4. Existen muchas formas de ser, pero más de sentirse; un ejemplo es


mi real profesor... era un niño pequeño en medio de un gigantesco
cerebro. Dando vueltas en su interior, viendo a veces las paredes y en

43
LAS ALLA DE LOS LE NGUA J ES

otras chocando con ellas. Cuando no tenía otro recurso para convencer
decía algo así como “¡ vamos!”, con una risa que indicaba que veía
tan lejos como era posible, y se le aparecía un camino cuyo final
estaba cerrado. Decíalo con tanta sinceridad que yo no tenía más remedio
que aceptar.
El gesto traiciona a1 pensamiento. Se preocupaba por mantener viva
la creatividad de los que lo rodeaban ... pero el gesto lo traicionaba.
Al final recibía dos contestaciones: o la furia o la dependencia abso-
luta. Se preguntaba por qué y no sabía lo del gesto.
Sólo en los que lo comprendían no había furia ni dependencia; eran
los que él amaba. Quizá alguno de ellos le explique lo del gesto. El lo
sabe sin saberlo, o ta1 vez ya no le importe. En este último caso deja
de ser un niño viajando en el interior de un gran cerebro. Este último
sigue estando ahí... es el niño quien desaparece, al creer que lo otro
es lo que muere.

5. Esa eterna lucha por saber si existen universales ha retornado. Es-


tando solo debo ocultarme algo para que tan repentinamente aparezca
en presencia de otro. Lo último que pensé antes de empezar a sen-
tirlo es que quería decir que en ocasiones me introduzco en caminos
que me hacen interrogar algo cuya contestación todavía no conozco.
Me pregunté cuál es la diferencia entre viaje y rollo, y Det me hizo
dudar. Comenzamos diciendo que un viaje era una experiencia fuera
de lo ordinario y en eso no hay diferencia con rollo. Luego viaje se
convirtió en experiencia simple, llana y cualquiera; aquí la diferencia
con rollo es clara. El viaje es más universal que el rollo, es decir, más
impersonal, no juzga. Por tanto, roIlo es primer lenguaje, sin lugar
a dudas.

6. Ya no se usará aquí en segundo lenguaje.

7. Cualquier experiencia es un viaje; enseíía las contestaciones que ,


todavía no conocemos. Iba a escribir que ¡ para los que pudiesen ver!,
pero creo que es tan obvio que siempre lo vemos; es lo primero que
aparece; sin embargo, no lo mantenemos. Vemos hacia otro rumbo ;
lo curioso es que éste es solamente una forma diferente de ver el uni-
verso... Eso es lo que mi profesor veía; pero consideraba algunos ca-
minos cerrados y daba la voz de alarma. Después aprendió a esperar
que alguien los recorriera como é1 mismo. Sabe que al recorrerlos apa-
recen nuevas cosas. Por eso calla cuando habIa de sí mismo, pero habla
cuando se trata de ciencia.
44
ÜAPÍT ULO VI I I

¡ Pero es que sus experiencias, lo que verdaderamente ha aprendido,


las muestra en sus gestos! Cuando se olvida de que son sus decisiones
se ofrece como egoísta. Grita que son suyas y nadie le hace caso; es el
niño que choca contra una de las paredes del gigantesco cerebro como
para pedir atención a lo que sea que se encuentre en el exterior.
Me pregunto si aun esto lo sabe. Si es así y sabiéndolo lo vive, no
fui capaz de aprender de él lo suficiente.

8. Aprendió a dejar que alguien los recorriera porque sabía que no


hay otra forma de enseííar. No me refiero a la ciencia, por supuesto,
sino a lo que encontraba en cada uno de los caminos cerrados. Cada
uno de esos encuentros es el crecimiento sin límite.

9. ilusco las verdades que lo son a todos los niveles. Algunas veces
he creído encontrar algunas, como: la peligrosidad y la nociuidad de
correr detrás de los acuerdos. Ahora lo trato de aceptar puesto que, a
pesar de todo, persiste su necesidad. Cuando uno encuentra una verdad
universal, la trata de convertir en eso. Pero al final se da uno cuenta
de que era universo en tercer lenguaje; es decir, uno mismo.
Creo que eso le pasaba a Picasso ; una lucha titánica entre la posi-
bilidad de estar representando ideas universales y la duda de su carác-
ter unirrriaf. Pero oairBrinf parecióle ser un rollo: todos los hombres.
Al final parece abandonarse en definitiva y entonces surge. Pero hay
retornos, ahora no dolorosos y en retirada, sino para obtener más ideas.
Picasso sabía que era él pero al mismo tiempo él era la posibilidad de
existencia compartida con cualquier otro. La lucha cesa y viene la cal-
ma. Y siempre después el descubrimiento recomienza la búsqueda.
Pero en estos niveles ya no es búsqueda sino continuo encuentro.
Él mismo lo dice: “¡ Ya no busco, más bien encuentro!”
Han pasado los minotauros y las muertes.

10. Decía que todavía persiste la necesidad de lograr acuerdos. ¿Signi-


nica una lucha en comienzo o en término? Me gustaría que fuese la
terminación y eso sólo lo puedo hacer aceptando que el acuerdo con-
ceptual es fructífero; es decir, se aproxima a una uerdad universal.
Pero creo que lo de “verdad” también es un rollo. Por tanto, la expresión
: “Ir en busca de acuerdos es peligroso y daííino”, es una ver-
dad universal.
Lo extraordinario es que a cierta distancia y con una particular
perspectiva, aun eso es irrelevante. Importa más quién es el que lo
piensa... él mismo.
45
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

11. Segundo lenguaje es libertad interna; eso es todo.

12. Soñé con un diálogo que no puedo reproducir. Sé, sin embargo,
que en él se manejaron universales.
Después lo viví en una noche de bautizo. Fue mi castigo por no
recordar mi sueño. Supe entonces que no quería saber que algún día
terminaría. De nuevo tuve que defender el pensamiento. En esta oca-
sión lo dije bien claro, pero tampoco se entendió; mi paciencia casi
termina en un desprecio hacia el hombre.
Simplemente siendo me acusaban; simplemente viviendo me decían.
Y yo sé que mi ser y mi vivir son buscar respuestas. Pero sólo yo lo sé.
Los otros lo introducen en su concepto de nulidad. ¡ Maldita sea!

13. Pero ahora que hablo conmigo debo confesar que casi no pude
resistir perder a Ivette. Entró a la casa y miró a Det; después éste me
buscó para preguntarme si éramos amantes. Al final fue maravilloso,
entendí la hone,stidad de su mirada.

14. La única forma de llegar es entender. Esto es así porque el úl-


timo punto del procesamiento en un programa es irreductible a otro;
lo que acontece cuando se alcanza el final es el gozo. Cuando del mun-
do se trata, transforma la percepción del mismo en gozo puro. Pero
es un ir y venir del gozo al mundo, hasta que por fin éste se entiende.
Hay un cambio total sin camino intermedio. El mundo es el camino
intermedio puesto› que al entenderlo desaparece; lo mismo sucede con
otros niveles. El mundo en fundamentos es un electrón que pasa de
un orbital al otro sin un camino intermedio ... reaparece simplemente.
Cada brinco de orbital se acompaña de un cambio energético con la
captación o desprendimiento de energía. Cuando ocurre el desprendi-
miento, el átomo se comunica con el exterior, la luz. Con ello gana
consistencia hasta que sólo queda lo central, el núcleo. Pero después
éste puede reproducirse en sus elementos, los que pasan a ser parte
de los otros. Esto acontece con el ser humano también y se aprende de
un río, una nube, Ivette... , es decir, de nosotros mismos.

15. El azar es el grado de irreductibilidad de un proceso. A4ientras


más irreductible, más azaroso. Con nuestra percepción ocurre lo mismo ;
vemos un mundo que ha sido aprendido. Este aprendizaje implica trans-
formar nuestra primera imagen del mundo, es decir, desde un plano
manchado de colores y sombras hasta objetos diferenciados, localizados
en un espacio tridimensional.
46
CA ízuio VIII
Englobamos en una codificación majestuosa y unitaria miles de ele-
mentos sensoriales y continuamos el proceso pasando por lo verbal y
lo abstracto. Cuando lo abstracto se convierte en real el mundo desapa-
rece, dando lugar al entendimiento.

16. Lo que verdaderamente puede enseñar es aquello que no tiene


asignado un significado. Esto lo sabían los que escribieron el I Ching
y se bajaron en la consistencia de una nube, el paso de un río o los cam-
bios de iluminación del día.
1. Después de volverme casi loco pensando si debía seguir, supuse que
una pintura podría ser más clara que esto. Me imaginé pintando pen-
samientos y luego me di cuenta de que cada uno de ellos tendría que
representarlo y eso me impediría ir a mi paso. Más adelante recordé
un consejo de Det en el sentido de pintar con palabras, y lo transfor-
mó en pintar con pensamientos de nuevo y otra vez me encontré con la
misma dificultad. Decidí simplemente pensar y demasiadas cosas ocu-
rrieron. Quería volar; por tanto, considei é el hacerlo y sentí que una
fuerza me halaba. Dudé y pregunté el porqué. Supe que una imagen
de mí, volando en medio del cuarto, me asustaría.
Entendí que no confiaba y luchando me sumergí en un cuarto y
apagué las luces. La única forma de volar era utilizando al mundo y no
solamente dejándome halar. Esto último era demasiado externo y con
pocas posibilidades de ser repetido. No vi ningún patrón energético que
me ayudara. Creo que decidí que con pensar bastaba. Recorrí una par-
te de mi historia y me vi oyendo a Norma hablar de Moisés como en-
cargado del templo de Ra en una provincia egipcia.
Al final decidí que en vez de pintar con pensamientos escribiría con
ellos. Lo que me llevó a continuar fue una frase que apareció repenti-
namente... Ivette vino un día a verme porque ya no entendía lo que
sucedía en una casa que fue a visitar con su padre ...
Necesito a Ivette y eso es irremediable. No puedo hacer nada, pues
eso sería incluir un elemento artificial a3 orden del devenir. Por tanto,
trataré de avanzar solo mientras eso no ocurra.
Se me ocurre la siguiente posibilidad: Un círculo transparente, o
mejor una esfera, conteniendo un punto iridiscente en su centro. La
esfera flota en medio del espacio y de pronto comienza a respirar rít-
micamente. Avanza de expiración en inspiración, cambiando al mismo
tiempo su volumen. El centro irisdiscente se mantiene constante pero,
por una extraña razón, sólo alcanza a alumbrar las membranas de la
esfera. Puesto que éstas se alejan y acercan del centro, la luz se ex-
pande y constriñe a pesar de que el centro permanece sin cambios.
49
LAS ALLA DE LOS LEN GUA J ES

Otra esfera se acerca lentamente y a punto de chocar con la pri-


mera se desintegra. Sólo su centro iridiscente permanece alumbrando la
membrana externa de la primera esfera. El efecto de iluminarlas desde
afuera y también desde adentro, hace que la luz externa pueda atravesar
la pared. Cuando esto sucede, el centro de la primera esfera sufre una
alteración. Ya no es constante, sino que pulsa siguiendo el ritmo de
sus respiraciones. Los cambios de volumen y posición de la membrana
se hacen más pronunciados, hasta que amenazan englobar el origen de
la luz externa. Esta última se aleja rápidamente y la esfera vuelve a ser
iluminada sólo desde su interior... Ivette.
La luz se ha alejado y el exterior de la esfera es de una negrura
impenetrable. El interior reposa manteniendo encendida sólo una leve
luz violeta. Súbitamente, la luz violeta se convierte en chispa amari-
llenta y al final sólo persiste un leve fulgor. Las membranas de la esfera
se retraen y pronto un pequeño grano blanquecino es todo lo que queda.

2. Mientras tanto, un mosquito pasa un segundo volando y otro en


tierra... inmóvil. Un gigantesco hombre a su lado orina. El día del
pequeño mosquito es volar y su noche, en tierra, inmóvil. Ha pasado
un mes y el hombre no ha dejado de orinar. Materia hirviente cae del
cielo sin descanso y el mosquito comienza a pensar que para toda la
eternidad. Pasa otro mes y un viento terrible comienza a soplar. Al
mismo tiempo, ruidos terribles hacen pensar que una gran montana
se ha puesto en movimiento lentísimo.

3. Otra esfera se aproxima. Como la primera, brilla. El grano blan-


quecino se infla y la luz amarillenta ocupa el lugar del leve fulgor.
Una llama aparece en el interior y toda la esfera se mueve buscando
intersecar la trayectoria de la que se aproxima; lo consigue pero no
ocurre ninguna desintegración. Dos esferas flotan en el espacio alum-
bradas desde su interior.

4. Un sol aparece y hace brillar las superficies de ambas esferas. Alum-


bradas desde el exterior y dcsde el interior las paredes de las esferas se
dejan penetrar. Comienzan a expandirse y su luz interna también. Las
membranas se rozan y la luz del sol oscila entre la unión.

5. El mosquito percibe un cambio durante uno de sus días. Busca con


la mirada y admira una montaña resplandeciente.

6. Egroj quemó todos sus cuadros y se fue de aquí. Días antes había
anunciado que intentaría transitar por el camino de la muerte; trata-
50
ÜAPIT ULO IX

mos de entenderlo. Det dice que es una catarsis y que regresará. Nomar
afirma que lo que va a buscar fue descubierto ya hace 5 000 años en
China durante una batalla entre los señores del Sol y los de la Luna.
Al final uno de los generales llora por la muerte de tantos inocentes y
otro le reclama diciendo que los dirigentes de tales batallas no se pueden
dar el lujo de falsos sentimentalismos. Después de decirlo se separan y el
segundo general muere después de encontrar la solución; lo lunar y lo so-
lar son una unidad. Según Nomar, Egroj comete un error por igno-
rancia; yo sólo digo que Egroj no sabe. Nomar me mira y se pregunta
cómo transmitírselo.

51
1. Cada ser humano es un universo infinito. Contiene al mundo ex-
terno y al interno, incluyendo en éste último las células de su cuerpo,
sus sistemas de irrigación sanguínea, sus órganos, etc. Sin embargo, se
ve y es visto como una unidad, suma de todos los elementos: su con-
ciencia. Esta no tiene cuerpo ni requiere en sí misma de sostén mate-
rial; es decir, opera como propiedad emergente, resultado de las altera-
ciones entre todos los elementos, pero su vivencia se aleja de éstos.

2. Así, independiente, puede hacer preguntas; aun de su misma exis-


tencia y por supuesto, de la existencia del mundo. Tarde o temprano, se
plantea la última y en ella está contenida la razón de ser de todo.
Cuando esto sucede, se inicia una búsqueda frenética.

3. Debe haber una razón última y por tanto su respuesta... se piensa.


Todavía no se ha comprendido que es necesario decidir; más bien, que
es posible hacerlo.

4. Las decisiones son infinitas en posibilidades; de hecho, cualquier


consideración puede ser alterada y nu .vos puntos de referencia escogi-
dos; tiempo, espacio, cuerpo, conciencia, egos. ..

5. La última respuesta es cuestión personal. Si al plantearla se es ca-


paz de incorporar en ella el ciclo natural del universo, se tendrá la po-
sesión más equilibrada y por tanto estable.

6. Este contexto, ciclo natural, es una secuencia de acontecimientos


que ocurren como fundamento de cualquier cambio —la noche y el día,
la posición de las estrellas, el crecimiento y muerte de una flor, los mo-
vimientos repetitivos de las nubes, etc.

7. El agua es un compuesto interesante; permite las más variadas ob-


servaciones.
53
MSs A , A DE LOS LENGUA] ES 1

En un pequeño estanque, debajo de una cascada, las gotas trazan


ondulaciones que interactúan formando las más fantásticas imágenes.
Son diferentes en alcance, magnitud y características espacio tempora-
les y sin embargo, son iguales por estar sostenidas por el mismo com-
puesto. Más aún, el agua está sometida a las fuerzas más elementales
del planeta manifestándolas por sus movimientos, su evaporación y su
densidad. Vientos, gravedad, pendientes, sol y frío se manifiestan en ella
y pueden, a través de ella, mostrarse para el ojo avisor y la conciencia
tranquila. Las mismas propiedades y ciclos de acción que se dan a ni-
veles tan alejados como lo son la materia inorgánica, la vida y la con-
ciencia, pueden ser detectados en el agua. Las mismas influencias ex-
ternas son manifestadas y las mismas alteraciones puestas a la luz.
Es por ello que observar un estanque en una montaña constituye
una de las experiencias más agradables.

8. Las alas de las mariposas tienen pequeñas ranuras a través de las


cuales el aire puede pasar cuando vuelan. La forma de sus alas, los di-
seños geométricos que albergan colores en círculos y curvas maravillosas
son para permitirle un tipo específico de vuelo. Cada mariposa posee uno
y es la naturaleza que se da el gusto de experimentarse en nuevos se-
res con nuevas experiencias. La renovación continua del mundo animal
y vegetal, nos da, a todo un planeta, la oportunidad de cambiar. Cada
flor está enfocada en cierta dirección, posee un tamaño específico y
probablemente intercambie energía en forma también específica. Nin-
guna flor es igual a otra, y así ella también contribuye a crear una
experiencia totalizadora en el planeta. La flor y la mariposa viven en
diferentes días y lugares pero cada una posee una diferente extensión
de vida. Su participación en la experiencia total será más o menos
constante durante ese lapso. Después un nuevo experimento nacerá y
sólo su crecimiento aportará algo nuevo. Durante éste cambiará su con-
ciencia pero menos su estructura; será un punto de referencia relativa-
mente constante para la conciencia de la cual somos elementos. La
posibilidad de cambiar la conciencia planetaria está, en cada uno de
nosotros, esperando los instante de cambio, ya que somos una copia
reducida de lo otro ; reducida y restringida a la imposibilidad de ver
todo el planeta. La única posibilidad es que el todo sea susceptible de
conocerse a través de cualquiera de sus partes.
Erik demostró que cada neurona del cerebro codificada la expe-
riencia total y a través de ella (la neurona en su actividad) se podía sa-
ber qué decisión tomaría un gato al enfrentarlo a una situación con-
flictiva.
54
CAPÍTULO X

Si es cierto para el cerebro, lo debe ser también para todo el pla-


neta y su conciencia. Por tanto, la posibilidad de conocer el todo a través
de una de sus partes, se nos ofrece como camino para llegar a ser la
conciencia planetaria; es por lo menos, una alternativa para lograr el
conocimiento que al convertirse en total se transforma en parte de otra
totalidad. De nuevo aquí el concepto de inclusión, como ciclo básico
del funcionamiento de la conciencia; es decir la expansión de la con-
ciencia en su capacidad de abarcar más y más.

9. Si una conciencia existe como nosotros, pero teniéndonos de ele-


mentos constitutivos junto a los otros animales, plantas, rocas y monta-
ñas del planeta, es algo que debe todavía demostrarse. He hallado
ciertas evidencias al respecto en forma de seííales, experiencias con el
mundo que así me lo hacen saber.
Mas para poder evaluar estas experiencias será necesario describir-
las sin dejar antes de plantear una formalización.
Así como existen primero, segundo y tercer lenguajes entre los hom-
bres, también el mundo los posee. Experimentar ese lenguaje se llama
“estado de sincronicidad”. Existen cuatro diferentes estados de sincro-
nicidad. El primero A consiste en escsoger sólo algunos de todos los
cambios energéticos que nos rodean. De esta forma estamos constituidos
y nuestros órganos sensoriales son muestra patente de las elecciones que
hacemos como formas orgánicas.
' El segundo estado de sincronicidad B difiere del primero en varios
aspectos, mientras que en A lo que nos sincroniza es lo que llevamos
dentro puesto que así estamos constituidos genéticamente y así apren-
demos, lo que sincroniza en B es un detalle de la información que
previamente seleccionaron nuestros órganos sensoriales y que los meca-
nismos de selección interna no pudieron o quisieron bloquear. Es de-
cir, B es un progreso sobre A en el sentido de las primeras acciones de
un respeto renaciente o, si se prefiere, lo que los verdaderos religiosos
llaman fe.
En la sincronicidad tipo B comienza un reconocimiento de la posi-
ble existencia de una conciencia planetaria. El mundo muestra senales
para aprender de ellas. El tercer estado de sincronicidad C ocurre
cuando, como resultado de la falta de bloqueos sobre la información, las
seííales comienzan a adquirir un sentido personal pero al mismo tiempo
universal. Se confía en ellas y se descubre que al seguirlas se adelanta.
Es decir, llevan al enfrentamiento con aspectos desconocidos del mundo
y, cuando estos se conocen, al reconocimientos de pautas, ciclos o pla-
nes de la conciencia planetaria. Por tanto, en la sincronicidad C apa-
rece un nuevo nivel de funcionamiento que hace que lo interno escoja

55
MJs AcN DE LOS LENGUAJ ES

parecerse cada vez más a lo externo hasta que un hombre se convierta


en la copia o duplicado reducido pero exacto de la estructura funda-
mental de la conciencia planetaria y, por tanto, en ella misma.
Como demostración de un real cambio de estado, durante la sincro-
nicidad C ocurren eventos que antes se consideraban imposibles. Pero
ahora no se juzgan y se esperan las siguientes señales que llevarán —se
sabe con certeza— a entenderlos y así poder manejarlos.
En otras palabras, se conocen algunas de las mejorías que como
entidad en un siguiente paso de la evolución contiene la conciencia que
surge de todos nosotros en el lugar que habitamos.
Y se empiezan a entender los Iímites de esta nueva conciencia. Por
ejemplo, la incapacidad del planeta de saber que gira y que la influen-
cia de otros planetas, estrellas, constelaciones, galaxias y universos lo
hacen moverse en ciertas direcciones pertenecientes a dimensiones que
no están contenidas en su espacio vivencial. Y al saber de estas limita-
ciones, el ser humano despierta, de nuevo, a su cualidad de entidad
con capacidad de expansión infinita.
Un posible cuarto estado de sincronicidad D, podría surgir aquí,
pero de este no tengo por ahora información suficiente.

10. Por tanto, y reteniendo la consideración de la existencia de los es-


tados de sincronicidad A, B, C y en raras ocasiones D, haré la siguiente
descripción :
Primero, debo decir que las ciudades grandes son los lugares más
aburridos sobre la superficie de este planeta, porque suceden demasia-
das cosas que no se podrían entender desde la perspectiva de una gente
del campo. Me he dado cuenta que soy un hombre sencillo que se viste
antes de ir a comer a la plaza de un pequeíio pueblo y que sabe que
debe estar atento para entender lo que sucederá a su alrededor. A tal
grado será de simple y por tanto representante de lo fundamental y
común a toda existencia.
Descubrí además que algunas cosas que yo considero sencillas otros
las consideran complicadas y que a pesar de ello las sigo considerando
simples.
Aprendí que bajar de una montaña puede ser muy divertido sólo
si se encuentra uno en el proceso de aprender a correr en ella; es de-
cir, si se confía en ella.
Entendí por qué amo a Ivette. Supe que en realidad nunca había
cedido ante nada hasta el grado de hacerlo verdaderamente mío y
que por ello sigo buscando. Sé que tengo una responsabilidad tan gigan-
tesca que para mantenerme en ella debo vencer la inercia que en oca-
siones se apodera de mí.

56 •
PITULO X

Primero fuimos al mar. Durante el viaje recordé la primera ex-


periencia que me hizo olvidar mis aprendizajes y egos. Sucedió en el
interior de una casa localizada frente a Manhattan. Aquel sábado dis-
cutí con una tormenta y me di cuenta que existía una sincronicidad
tipo B. Los rayos me hablaban y los pájaros me contestaron.
Divisé la existencia de la sincronicidad C cuando comprendí que
las señales guardaban una lógica que no era azarosa. Los truenos apa-
recían cuando era necesario y los pájaros cantaban cuando volvía a ser
yo mismo. Por supuesto que durante la sincronicidad C los eventos ex-
ternos pueden ser compartidos; eso es lo que ocurrió en aquella casa.
En aquella ocasión mi acompañante oía el diálogo y lo entendía. Pero
la duda me asaltó y me olvidé que todo ello era la manifestación de
una conciencia planetaria. Llegué a la conclusión de que necesitaba
tiempo para aceptarlo con todas sus consecuencias aunque a partir de
ese momento viví en sincronización B. Por ello considero que fue ne-
cesario.
En ocasiones los edificios adquirían significado y en otras las per-
sonas contestaban preguntas haciéndome ver al mismo tiempo que las
estaba planteando. La idea o el pensamiento acerca de la existencia
de la existencia de un universo pensante, fue al principio un teorizar
y determinar sus posibles atributos y condiciones. Así comencé consi-
derando al cerebro como un modelo y encontré que la existencia de
elementos estelares en interacción cambiante no era muy diferente de la
de neuronas en interacción ; sin embargo, nunca consideré que para ello
debía primero demostrar que el conjunto de hombres, plantas y pla-
neta todo, también poseía existencia en sí mismo. Es decir, di un salto
sin resolver una condición intermedia... quise aceptar el universo sin
antes pasar por la naturaleza planetaria; por tanto me quedé varado.
Decidí regresar a México y después de vivir unos meses en Tepoztlán
consideré la posibilidad de regresar de donde me encontraba y comencé
a ver al hombre . .. y me pareció magnífico. También me sentí un hom-
bre y entendí que todo lo que hago tiene un significado y me lancé
en busca de éste.
Primero viajé a Puerto Escondido con Ivette. Encontré una com-
panera que me enseñó a amar y a confiar en ella y juntos jugamos a
aceptar nuestros mundos. Encontramos una playa en medio de incrus-
taciones rocosas. Desde su pequeñez nos imaginamos viviendo hace un
millón de años y al intentar resolver el problema de la alimentación
nos envenenamos con un fruto prohibido. Antes de alejarnos de ahí,
dolidos y con una sensación de náuseas, una roca en medio de las olas
nos mostró una señal. El mar la había dividido en cuatro porciones
57
LAS ALLA DE LOS LE NGUAJ ES

trazando dos Iíneas perpendiculares en una de sus paredes Ivette reco-


noció una coloración rosada en el cielo y formas vivas en las nubes.
Debo confesar que sucedieron muchas más cosas; como la cons-
trucción de un volcán de mi niñez y el descubrimiento de una Ivette
que en momentos se convertía en mujer. Sin embargo, de ellas no he
recibido contestación clara y por tanto, no las describiré.
Al llegar a la ciudad y pasar la noche en ella, Ivette me ensenó a
oír música y disfrutar del fuego de una chimenea. Traté entonces de
conocerla en sus fundamentos y me encontré con un grado de pureza
apenas oscurecido por temores infantiles. Vi que debía acompañarla
en su búsqueda y reconocí como deliciosa la perspectiva de que ella
decidiera hacer lo mismo con la mía.

11. Lo único que no requiere de senales externas para avisar su lle-


gada es un ser humano. Basta lo que se siente y esa es la única señal.

12. En ocasiones me pregunto por el sentido que tiene dar a conocer


todo esto; en otras no dudo pues lo considero simplemente como un me-
dio para lograr verdaderos amigos, aquellos con los que se puede
aprender.

13. En fin, después de regresar de Puerto Escondido, recuerdo que


Ivette y yo nos encontramos en Tepoztlán y no nos separamos durante
la semana más extraordinaria que me ha tocado vivir. En el mismo Te-
poztlán rechacé como explicación mi pasado y comencé a pensar en
términos de mi propia vida. Puede vencer mi sensación de muerte y de
pronto la perspectiva de vivir en continuo aprendizaje y por tanto,
amor, me llenó con tal fuerza que decidí ir más allá de mi usual ho-
nestidad y le planteé a un ser humano mis más olvidados y por tanto
poderosos temores.
Su respuesta me hizo amar todavía más, y en ese estado fuimos a
la sierra de Oaxaca. Después de un viaje cansado y lleno de nubes,
valles, montanas y cascadas, llegamos a nuestro destino.
La noche fue eterna y llena de sensaciones de desprendimiento cor-
poral y aún desintegración orgánica con conciencia persistente. Jugué
con la luz de la luna que atravesando ranuras verticales de una choza
iluminaba en líneas plateadas mis manos. Reconstruí mi cuerpo y apren-
dí a manejarlo con ayuda de esa luz. La visión de una existencia con
cuerpo se me mostró como requisito para permanecer en este mundo
y sin siquiera decidirlo me vi en una realidad que todavía no había
alcanzado a descubrir y entender; sin embargo, las señales aparecieron.
De pronto el mugido de una vaca, el lamento de un puerco, el canto de
58
CAPITULO X

un gallo o aun la respiración de mis compañeros empezaron a hablarme


e indicarme cuál era el verdadero carácter de mi mundo. Al final
deseaba ver el sol y junto a Ivette esperé durante siglos su aparición.
Cuando la luz de las ranuras se abrillantó y adquirió un color dorado,
me atreví a salir y vi lo que ya desde mi infancia reconocía como de-
leite, un nuevo amanecer. Una perra vino a alimentar a sus cachorros
y observé su alegría por el nuevo día.
Cuando Ivette y nuestros dos compañeros se levantaron, nos dimos
cuenta con sorpresa que el joven barbado y de pelo largo que nos había
invitado a dormir en la choza, había desaparecido ; después de pasarse
la noche recitando una oración hindú que en mí había estado sincro-
nizada (posiblemente C) con experiencias de goce conceptual absoluto.
Yo le había dicho que rezara hacia adentro, pues el sonido que hacía
interfería con la noche. Ivette parecía a punto de nacer en mil soles
y yo me di cuenta de su increíble sabiduría.
Regresamos a Tepoztlán y juntos, Ivette y yo nos internamos en lo
que considero la experiencia más bella que he conocido. En realidad
fue una continuación de la anterior pero a un nivel vivencial total. Se
me presentó la oportunidad de visitar universos que yo no conocía; sin
embargo, acepté. Sentí que no era yo el que decidiría sino una tecno-
logía en manos desconocidas. En realidad fue la visión de una tec-
nología como fuente de aprendizaje la que me espantó. Ya había
experimentado la desconfianza hacia lo que no fuese natural y consideré
óe nuevo que mi lugar era en mí mismo.
Por tanto, regresé a un cuerpo que ahora sí decidí aceptar y a un
mundo que se me presentó mucho más estimulante que otro.
Estaba pues en mi cuarto, viendo la luz y oyendo el sonido cuando
me levanté a caminar. Si la ocasión anterior había aprendido a mover
mis manos, en esta caminé por primera vez en mi vida. Agradecí el
portento y traté de reconstruirlo en mi infancia. No pude pero entendí
que con mis primeros pasos, ya desde esa época tan remota y olvidada,
había aceptado el mundo.
Volví a acostarme y unos perros ladraron. Pensé la forma de ca-
llarlos y en ese momento la lluvia limpió todo. Los ruidos cesaron y lo
único que permaneció fueron millones de gotas entremezcladas en un
murmullo plácido y tranquilizador. juntos, Ivette y yo tentamos al mun-
do y lo hicimos responder a preguntas, estados de ánimo y pensamien-
tos. La lluvia renacía de vez en vez y siempre en momentos de amor.
Así supimos lo que el amor significa para el mundo.
Antes de ese día, a los truenos los consideraba como senales de pe-
ligro. En ese momento los entendí como caricias y besos. Supe así la
magnitud de mi responsabilidad y me prometí tener cuidado. Me
59
Más ALLÁ DE LOS LE N GUAJ ES

abandoné recorriendo todo mi interior y me sorprendí por su riqueza.


La noche siguiente fue día y el amanecer apareció demasiado pronto.
La razón fue doble, pudimos conocernos en nuestra historia y ese cono-
cimiento distrajo al tiempo.
La tarde siguiente me encontré con la maravillosa sorpresa de Nu-
riem y Gerilo. Me relataron una vivencia que me hizo comprender la
existencia de un estado de sincronicidad tipo D. Mientras yo me encon-
traba en la sierra de Oaxaca jugando con la luz, ellos en México
quedaron paralizados al ver que en la recámara de su cuarto una luz
brillante aparecía. La descripción del cuarto coincidía punto a punto
con una de mis visiones; el cuarto, el que Nuriem y Gerilo estuviesen
acostados en cierta posición, etc.
En la manana decidimos excursionar por las montañas. Llegamos
a una cascada y nos regocijamos con su frescura y humedad. Después
de bañarse en ella, Nuriem y Gerilo me siguieron a través de un camino
que estaba señalado por grandes piedras, árboles rosas de raíces carbo-
nizadas, caras gigantescas labradas en rocas y hongos. Llegamos a un
paraje que me hizo sentir en la época de los grandes reptiles y después,
tras pasar por en medio de una roca gigantesca, en la edad de las ca-
vernas. De pronto todo se enverdeció y rodeados por una vegetación
selvática nos paramos enmedio de árboles quemados y tierra mezclada
con carbón que parecía aún estar caliente; al centro, la escultura inmen-
sa de una calavera. Nos aproximamos a ella y reconocimos su cons-
trucción humanoide.
Cada vez que decidíamos parar a descansar, coincidía con otra es-
cultura rodeada de hongos, árboles quemados y otros color de rosa. Pen-
samos que esos lugares habían sido atractivos o lo eran para los rayos
de las tormentas y que eso explicaba la cantidad de vegetación seca y
carbonizada que los rodeaba. La existencia de esculturas que represen-
taban caras parecía indicar que recorríamos un gran cementerio de
gigantes que habían luchado contra la tormenta y sucumbido a sus gol-
pes. El camino o vereda que recorríamos no era pues azaroso, llevaba
hacia algún lugar, y proseguimos.
De nuevo vimos una cabeza de roca viendo hacia una pirámide,
que se elevaba sobre un cerro cercano. La abracé y sentí una tranqui-
lidad tal que me hubiera quedado dormido si no fuera porque Gerilo
deseaba continuar.
Por fin llegamos a un círculo de cinco o seis metros de diámetro,
excavado en la tierra y rodeado de árboles carbonizados. Uno de ellos
estaba realmente destruido por una llama de una energía inimagina-
ble. La superficie del espacio circular era negra, como si el fuego tam-
bién la hubiese alcanzado. Me senté en su centro y un ruido profundo
y vibrante comenzó a oírse. Permanecí solo durante una hora mientras
Nuriem y Gerilo recorrían los alrededores.
Atardecía y deseábamos regresar al valle. Con temor nos dimos
cuenta de que estábamos perdidos. El círculo de tierra era, de acuerdo a
todas las apariencias, un punto meta de por lo menos siete caminos
diferentes. Decidimos seguir uno de ellos y al poco rato nos encontra-
mos bajando la montaña en medio de desfiladeros majestuosos. Lle-
gamos así a la punta de una inmensa roca y Nuriem nos seííaló cinco
figuras humanas que, empequeñecidas por la distancia, reposaban en
la punta de otra inmensa roca frente a la nuestra. Los llamamos para
preguntarles por un camino que nos llevara al valle y a los pocos mi-
nutos los vimos llegar. Era imposible que en tan poco tiempo pudieran
haber recorrido la enorme distancia que nos separaba, pero así fue.
Cuando llegaron nos preguntaron con gran alarma cómo habíamos lle-
gado al lugar en donde estábamos y después nos guiaron al valle. Des-
cendieron corriendo y yo aprendí a confiar en mis pasos. Cuando se
fueron Nuriem y Gerilo, me di cuenta que con esta en tres oportuni-
dades había hablado en tercer lenguaje con cinco personas. La primera
fue con Det y Atir, la segunda con Det y Nomar y ahora con Nuriem
y Gerilo.

61
1. Recuerdo que Vanesa me advirtió en una ocasión acerca de la
existencia de laberintos. Presumo que con el que acabo de relatar, ha
penetrado ya en dos de ellos.
El primero lo he relatado en otras ocasiones, por lo que ahora sola-
mente describiré algunos de sus detalles. En la descripción me convierto
en un ser imaginario y traslado la experiencia a otras geografías y
personajes.

2. Alfarón de Roma

La angustia, al contrario de la soledad, se soporta mejor en la vejez.


—¿Qué otra cosa puedo decir yo, Alfarón del Nilo y ahora de Roma?
Doce columnas y tres habitaciones forman mi encierro forzado. Y las doce
me hacen recordar mis tribus.
Vivía en aquel entonces en la pradera y gustaba de recorrer la are-
na en busca de serpientes. Cuando regresaba a mi tienda me esperaban
mis mujeres quienes siendo encantadas escuchaban mis pensamientos...
y no eran vanos, por cierto. Recuerdo cuando juntos destruimos el tiem-
po y en un girar interminable hablaron nuestras esencias. Después en la
mañana descubrimos la luz y abrazados saludamos al sol.
Sabíamos del ser y del amor.
Dicen que fue Rómulo quien inició el cambio. Yo no lo creo, los
cambios se inician por algo más que la voluntad de un hombre. Dicen
también que recordar es inútil y además falso.
En este punto debo confesar una debilidad que el lector segura-
mente ya ha notado. Me gusta recordar, sobre todo en las tardes esté-
riles y ociosas en las que Ipsión, hijo de Rómulo, descansa en los baños
públicos. De estos ya habíamos oído hablar en Africa y nos asombraba
su necesidad. Cualquier romano que lea esto me considerará loco. Sin
embargo, no escribo para ellos.
63
Mxs AnnÁ DE LOS LENGUAJ ES

Pues bien, Ipsión acostumbra pasar los día9 nones recibiendo ma-
sajes dados por esclavas negras de la región etíope. Dicen que le aclaran
el pensamiento y lo tranquilizan. ¡ “Tranquilizas” !, me río de tal su-
tileza. Si Ipsión hubiera conocido mi linaje y reino también se reiría.
Cuando vimos las columnas de humo y oímos los toques de batalla
era demasiado tarde. Días antes, unos vigías me habían anunciado la
marcha que Rómulo efectuaba en dirección a nuestro campamento ;
mas no les hice caso. Ningún hombre se atrevería a pelear en contra
nuestra, sabiendo de nuestra conciencia. Al contrario seguramente ve-
nían a nosotros para aprender.
Ese fue mi error y ahora me arrepiento. ¡ Mas, qué importa ya ! Me
trajeron encerrado en un cajón y amarrado a sus paredes, a mí ¡ Alfa-
rón del Nilo ! ... Después me hicieron comparecer ante el Senado.
Unas caras sonrientes me avergonzaron y yo sólo escupí hacia aden-
tro... ¿qué otra cosa podía hacer? No me trataron mal y de ello no
tengo quejas. Lo que me hizo enloquecer es que simplemente no me
trataron. En la humillación me cambiaron el nombre: Alfarón de Roma.
Después me encerraron en esta odiosa casa y pusieron a mi disposi- ción
servidores, amantes y uno que otro músico. Yo no necesitaba nada de
eso. Me hubieran bastado unos ojos verdes reflejando las montañas y
los valles. El hombre se adapta me dijo Rómulo y después Ipsión. Yo
los escuché temblando. Pero sigo recordando... siempre recordan-
do. . .
Después de banarnos en el río, recorríamos los dorados cañaverales.
El agua sonaba alegre mientras bañaba los tobillos bronceados de las
mujeres y los exquisitos muslos de los niños. Bastaba que alguien viese
una flor extraída para llamarnos a disfrutarla. Así, todos juntos reía-
mos, embelesados por los colores y perfumes. Cada vez que se nos ocu-
rría visitar un poblado pasaban cosas maravillosas. .. nuevas concien-
cias a las que escuchar y nuevos niños a los que ver.
Entre todos los recuerdos, uno resalta como estampado con hie-
rros al rojo. Sucedió después de visitar al más anciano de todo mi reino.
En la puerta de su casa y mientras nos despedíamos, una fuerza extraña
empezó a guiar mis pasos. Entendí que no debía resistir y al poco tiem-
po me encontré frente a una montaña gigantesca. Pero la montaiía
fue menos importante que el terreno plano, una extensión café parda
entre vegetación reptante. La fuerza continuaba y me hizo dar una
vuelta completa alrededor del centro del terreno. Más adelante, me im-
pulsó hacia aquél. Parado ahí, comencé a dudar: ¿Qué estaba hacien-
do tan lejos de mi campamento? En ese instante vi una mariposa. En
su vuelo se alejaba de la montaña y, al seguirla, adiviné su meta, un
cúmulo rocoso. A un metro de distancia sentí la presencia de una ser-
64
PITULO XI

piente y mi muerte; sin embargo, me acerqué y la vi salir... negra y


reptando entre las piedras. En el centro del terreno yo había dudado
y la contestación fue la muerte.
Por ello, decidí no volver a dudar y en ese instante vi otra mari-
posa. Esta se alejó volando y se posó en una piedra lejana. Al llegar
allí me quedé mudo de asombro. Se trataba de una piedra doble...
más bien partida a la mitad. Muchos días después regresé al mismo
lugar y vi que la piedra ya no estaba partida. ¡ No lo entiendo! En fin,
cuando la doble piedra sentí que ya no era necesario seguir mariposas.
El viento podía ser la señal. Esperé inmóvil y pronto comenzó a soplar;
entendiéndolo me puse en marcha.
Atravesé el estiércol y un pájaro se convirtió en mi guía. Me llevó
a una depresión frondosa y oscura y me incitó a penetrarla. Me ate-
rroricé sintiendo que moriría de nuevo. Pedí una nueva señal y el viento
me contestó soplando en la dirección contraria. Casi demasiado tar-
de me di cuenta que estaba, otra vez, junto a la serpiente.
Es difícil describir lo que sentí; simplemente supe que había du-
dado de nuevo y corriendo regresé a la depresión. Me introduje en
ella luchando contra el miedo y me encontré con un río cristalino que
dejando atrás una cascada, rodeaba tres árboles repletos de hojas. As-
piré el perfume de la tierra húmeda y di gracias a todos los dioses por
haberme mostrado ese lugar.
, Fue entonces cuando sucedió lo maravilloso. Cinco rayos luminosos
senalaban otros tantos espacios plateados. La tierra negra desaparecía
en ellos y yo supe que debía recorrerlos todos; en el primero me en-
contré a mí mismo; en el segundo vi luz; el tercero y el cuarto me die-
ron el mundo, y el quinto la sabiduría.
Regresé al campamento envuelto en estrellas y me recosté a dor-
mir. Ningún romano lo entendería y por ello ni siquiera he intentado
relatárselos.
A la mañana siguiente, me gocé en mi jardín. Ordené que nadie
me molestara y vi una lluvia de plata cayendo desde el cielo. No era
agua ni polvo y estaba ahí mojándome de plateado. Después vi volar
un mosquito. Se introdujo entre los trazos dejados por las gotas, en un
zigzag recurrente. Eso me hizo recordar la depresión lrondosa y las cinco
huellas de luz. Decidí volver a ella y cuando lo hice me quedé mudo
de asombro.
Las gotas plateadas no caían como en el jardín, más bien tiraban
en remolinos tempestuosos dejando huellas iridiscentes en el espacio. El
río había desaparecido y los troncos de los tres árboles murmuraban
roncamente. Abracé uno de ellos y sentí que un flujo energético viajaba
65
MÁS ALLA DE LOS LENCrUA T ES

hacia la raíz... No puedo seguir el consejo de Rómulo y de Ipsión.


No lo puedo hacer porque en Roma no cae lluvia plateada del cielo.

3. En realidad, pienso que con lo qu : me sucedió cuando fui a visitar


a Noj son tres laberintos ya; lo que me asombra son las piedras parti-
das, señaladas por mariposas o penetradas para divisar un paraje neo-
lítico.
1. Inquietos por averiguar el significado de las sincronicidades, Ivette
y yo nos dispusimos a duplicar el recorrido por la montaña. Había
algo en las rocas, árboles carbonizados y hongos, que indicaba la exis-
tencia de una explicación. En el camino nos cruzamos con Det y, ol-
vidándonos de la excursión, fuimos a visitar a Atir.
La existencia de estados de sincronicidad salió a relucir y Atir con-
firmó la realidad de la sincronicidad tipo D. Es suficiente —dijo—
visualizar o recrear la imagen de un objeto para que éste aparezca
materializado. ..

2. En la sierra mazateca —continuó Atir— existe una selva inexpug-


nable. Se encuentra en lo alto de una montana de paredes verticales
y la única forma de llegar a ella es sobrevolándola en avioneta. Se
dice que en ella viven gigantes y un templo aguarda, virgen, la llegada
de exploradores. Los pilotos y los aviones que han intentado conquis-
tarla han perecido a pesar de que los primeros usan nombres que
como “Libertad”, “Pureza”, “Fuerza”, etc., desafían los poderes es-
condidos en la selva.

3. Hablar de sincronicidad requiere hacer un análisis profundo del


término. Desde el punto de vista de sus manifestaciones, la sincroni-
cidad en una secuencia ordenada de eventos, que son susceptibles de
ser detectados en predicción ; implica también una conexión directa
entre esos eventos y los cerebros que los detectan.
Desde el punto de vista de su origen, la sincronicidad representa
la existencia de patrones que son vistos, desde el interior, como suce-
sos que debieran estar aislados, pero que no lo están. El hecho de que
estos patrones se perciban en directa conexión con procesos cerebrales,
indica que estos últimos forman un todo indivúible con aquéllos; en
otras palabras, que los procesos cerebrales forman parte del patrón. Des-
de luego, es necesario analizar esto último en detalle y con suma pre-
caución. Tal vez no sea la existencia de un patrón gigantesco inclusivo
6'7
MES ALLA DE LOS LEN GUAJ ES

del mundo y de nosotros mismos lo que explica la sincronicidad, sino,


más bien, la existencia paralela de un mismo ciclo natural en diferentes
entidades. En este sentido, sería el mundo una proyección de procesos
internos cuya secuencia en mi cerebro duplicaría la existencia de un
ciclo natural en el mundo, lo que explicaría el que ciertos eventos ex-
ternos contesten preguntas o señalen circunstancias.
Aunque lo anterior es verosímil y lógico, no se antoja como expli-
cación final. Quizá porque esta última no existe o porque existen otras
formas de explicar los fenómenos “sincronizados”.

4. Busquemos, pues, otra explicación. Alguien en la sierra de Oaxaca


evoca la imagen de un cuarto y una extraída luz brillante aparece en
éste. Alguien es capaz de imaginarse con todo detalle una hamaca y a
los pocos minutos ésta aparece en su jardín. ¿Simples coincidencias?
¿Patrones secuenciales paralelos? Por supuesto que alguien podría afir-
mar lo siguiente:

“La existencia de un yo que se experimente como separado de


mundo físico externo, es una ilusión. No existe lo interno ni lo ex-
terno, y un cerebro es todos sus circuitos neuronales, más el mundo
que éstos crean o perciben. Si un pensamiento o una emoción es la
puesta en marcha de cierto patrón energético cerebral, la mate-
rialización de un objeto imaginado es la puesta en marcha de un
patrón energético del mismo cerebro expandido.”

Suena muy interesante y profundo, pero solamente suena... no ex-


plica. Supongamos por un momento, sin embargo, que sea absoluta-
mente cierto. Implicaría, en primer lugar, que lo mismo que ocurre en
la masa cerebral sucede en el mundo, como resultado de la actividad
de aquélla. Si un perro ladra, establece una conexión conmigo al des-
atar en mi cerebro una explosión de actividad neuronal; si mis intes-
tinos se sobreactivan, también provocan un cambio en mi actividad
cerebral; si pienso, sucede lo mismo. Desde esta perspectiva, tanto el
perro, como mis intestinos y mis pensamientos forman parte de mi
cerebro expandido. En otras palabras, soy el todo cuando de estimulación
hacia mí se trata.
Si me siento a escribir, mi cerebro activa mis músculos y el lápiz
(extensión mía) deja un trazo en el papel. Las palabras que escribo
son una expansión de mi cerebro. Si grito y alguien me escucha, mi
cerebro establece un puente de unión con otro cerebro y los dos nos
convertimos en uno solo, en el mismo sentido que mi retina al acti-
varse, establece un puente de unión con el resto de mi cerebro. Pero
68
CAríruro XII
si imagino una hamaca y ésta se materializa, ¿cómo explicar el puente
de unión?
Se podría pensar que mi cerebro al activarse, crea una serie de pa-
trones energéticos que no tienen como limitación mi cráneo y, por
tanto, se difunden en el espacio, y que al interaccionar con otros pa-
trones energéticos, ¿materializan objetos?
Si esto fuese cierto, explicaría la sincronicidad tipo D; sin embargo,
por el momento, todo es especulación. Lo cierto es que para llegar a la
sincronicidad D, es necesario pasar por la A, B y C, entendiéndolas en
su más pudo sentido.
1. “El amor es la capacidad de reconocer la belleza” —dijo Atir hoy
en la noche.
Hablamos de lo que sucede durante la lucha y lo que pasa des-
pués... la tormenta. Dijimos que vivimos la transferencia de conoci-
mientos de nuestra generación a la que nos sigue, que esta transferen-
cia no lleva consigo todos los pasos que dieron lugar al conocimiento
original y, por tanto, se automatiza; que eso mismo sucedió con nosotros
al recibir las enseñanzas de nuestros padres y abuelos.
Recordamos lo que sucedió hace 150 anos y reconstruimos su deve-
nir hasta el presente. Llegamos a 1s conclusión de que existe una con-
ciencia planetaria que, en una crisis de crecimiento, empezó a luchar
en su interior: técnica versus conciencia; los defensores de la primera,
suponiendo que el desarrollo genético del hombre es tan lento que la
única opción es adelantarlo. Si no hemos aprendido a volar con nos-
otros mismos, entonces ¡ construyamos aviones! ; si no podemos comu-
nicar pensamientos a distancia, ¡ inventemos la radiote1efonía¡ ; etc.
Los otros, los de la conciencia, suponiendo que la evolución es más
rápida cuando el mundo material es dejado a un lado y se desarrolla
la conciencia ... Volar sería posible, lo mismo que comunicar direc-
tamente pensamientos.
Esto último nos dio mucho en qué pensar. Llegamos a la conclusión
de que un ciego podría reconocer, por ejemplo una cara, por el eco.
Uno mismo podría reconstruir las posiciones y cambios de las llamas
de una hoguera, sintiendo su calor y oyendo su desprendimiento ener-
gético. Así también podría ser la comunicación directa de pensamien-
tos. Dos historias tienen puntos en común que, secuenciados en cierta
forma, activan cogniciones. Una de las conciencias hace un gesto que
sólo puede significar una cognición y el otro la reconoce y a su vez
suspira y el otro lo reconoce y así en adelante.
Atir aceptó como experiencia real la de reconocer dentro de una
cabaña absolutamente silente y oscura la transmisión directa de pensa-
mientos entre dos personas. La forma de aceptarlo sería suponiendo que
71
MÁs ALLÁ DE LOS L8NGUA y ES

un intercambio sensorial hasta ahora desconocido, sirvió de Penales algo-


rítmicas para la activación de pensamientos comunes.
El algoritmo debiera ser de un poder tan inclusivo que active pen-
samientos complejos. La pregunta entonces es cómo se transmite el al-
goritmo y cuáles son sus características. Posiblemente Ía respuesta a
ambas cuestiones nos diría cuáles son las bases del fenómeno. Debo con-
fesar que no he pensado mucho al respecto y que por ello podría o
no manejarlo después, pero seguramente no ahora.

2. Volviendo al tema del legado de conocimientos de una generación


a la siguiente, parece que en esta sociedad, el nivel de automatismo es
siempre el primero en aparecer y que es más tarde cuando se le co-
mienza a entender. Desde luego, existen excepciones, son los grandes
hombres.

3. La única razón válida para matar una conciencia, es saber que ella
es capaz de transmitir dolor, angustia y pesar.
La única razón válida para aislarse del resto del mundo es haber
llegado a la conclusión de que los sentimientos se transmiten, aceptar
luego la responsabilidad de su uso y, por ultimo, no poder hacerlo;
como el que decide sólo transmitir felicidad, porque es lo que recibirá a
cambio, y se da cuenta que no posee el método o la técnica para ha-
cerlo. Por tanto, no la transmite y no la recibe; su dolor es tal que
se aísla.

4. En un camino aislado y al anochecer, me crucé con una Atir pen-


sativa. Después, en su casa, y en medio de un vino con sabor a tierra
húmeda, hablamos de lo que no habíamos habIado. Le pregunté si
transmitía pensamientos y emociones y me contestó afirmativamente y
sin dejo de duda. Su aislamiento sostenido le había enseñado a adi-
vinar cuándo vendría alguien a verla; su continua exploración del mun-
do le permitía saber qué Sucedía a su alrededor, sin necesidad de verlo
o preguntarlo. Recordé el momento en que yo había aceptado la exis-
tencia de otros seres y el pavor que tuve al reconocer la necesidad que
tenía de ellos. Atir tuvo la misma experiencia y nos regocijamos re-
creando sus etapas; el miedo a la pérdida de la independencia, la so-
ledad insoportable y después el gozo al intuir que el contacto con otro
ser humano es la forma más consumada de aprender.

5. Hablé de Teilhard de Chardin y su concepción del planeta como


entretejido dentro de una red consciente. De ahí partimos en un aná-
lisis de nuestra época, Atir, Nomar y yo.
72
GAPírcro XIII
Consideramos que la lucha entre tecnología y conciencia había dado
lugar a las ciudades gigantescas; cánceres metastásicos de una concien-
cia planetaria. Después hablamos de las guerras, como heridas terribles
de un bebé majestuoso que empezaba a darse cuenta de su propia exis-
tencia. Por último, lanzamos una predicción acerca de la infancia del
bebé y su próximo estado de madurez planetaria.
Cuando llegué a mi casa, me di cuenta que cualquiera de nosotros
puede convertirse en la conciencia del planeta y que esa transforma-
ción explica la existencia del cuarto tipo de sincronicidad.

6. En medio de la conversación sentí un malestar súbito que inmedia-


tamente atribuí a Normar; no soportando la duda, pregunté por su ori-
gen. Atir confirmó mi sospecha: las emociones se transmiten en forma
directa, lo mismo que los pensamientos. Les platiqué una experiencia
en la que estando sentado en la planta baja de una casa, sentí una
serie de golpes en mi cara, que provenían de una chica que hablando
por teléfono y desesperada, se golpeaba la sien izquierda con su puno
cerrado, en un piso superior.
Todo confirma la existencia de una sincronicidad interhumana en
la que todo es posible. Recordé un caso de tal sincronicidad. Sucedió
en la sierra de Oaxaca, la noche en que aprendí a manejar mi cuer-
po; yo pensaba algo y Beroto, un amigo, me contestaba.

7. Attr y yo estamos de acuerdo en considerar a cada ser humano


como completamente diferente. Nomar en cambio, piensa que todos
somos iguales; tenemos la vida. Sin embargo, nuestra vida es la con-
ciencia y ésta, aunque generalizada, a todos nos es particular y propia.

8. Al día siguiente fui a visitar a Det, me lo encontré con Nomar y


juntos analizamos nuestro interior. Nomar afirmó tener acceso directo
a las edades del mundo. Consideró que todo lo que ha sucedido se
encuentra en el cerebro y, por tanto, lo único que se requiere para
saber es introducirse en él mismo. Un viaje a la época de los dinosaurios
fue —según Nomar— una experiencia que le enseñó a aceptarse como
infinito en posibilidades.

9. La obra pictórica de Det podría denominarse “extraccionalismo”;


la razón de tal nombre es lo que Det intenta. Extraer de la naturaleza
patrones fundamentales o algoritmos irreducibles con los cuales repro-
ducir información. Si el realismo dio lugar a1 impresionismo y éste al
abstraccionismo, el extraccionalúmo es una evolución inclusiva de los
anteriores en el sentido de definir una serie de eIementos secuenciados,
73
LAS ALLÁ DE LOS LEN GUAU ES

que forman la base de lo que perceptualmente nos ofrece el mundo.


Ya lo dije antes, Det trata de representar la forma común en una roca,
una nube, una hoja o un árbol. Es lo mismo que los teóricos de la
matemática intentan hacer con sus algoritmos; en otras palabras, redu-
cir una complejidad astronómica a un conjunto de instrucciones o re-
glas inclusivas que, entendiéndolas, permiten la recuperación y recons-
trucción de la información original.
La negativa del impresionista a reproducir una escena con todos
sus detalles y en cambio, mostrar las impresiones personales que ésta
le deja, es similar a la negativa del extraccionista a abstraer al azar
algún componente perceptual y con él trabajar más o menos fortuita-
mente. ¡ No!, lo que Det quiere en pintura es lo mismo que lo que la
ciencia persigue y es lo mismo que lo que los creadores de1 I Ching
lograron : la extracción de los ciclos o patrones fundamentales en la
naturaleza.

74
1. Estamos genéticamente construidos para vivir en sincronicidad A.
De todos los patrones energéticos que nos rodean, nuestros órganos sen-
soriales seleccionan sólo algunos, mismos que se transmiten a las es-
tructuras cerebrales centrales ; de esta forma vemos luz, oímos sonido
y aprendemos a reconocer formas, texturas y colores. Establecemos así
una comunicación directa con el mundo, comunicación que nos sincro-
niza con sus cambios.

2. También aprendemos a rechazar información asociada con la sin-


cronicidad A, rechazo que es una selección dirigida a impedir el paso
de información que no se ajuste a estructuras conceptuales preconce-
bidas.
Pero también sucede lo contrario, el mismo mecanismo cerebral en-
'cargado del rechazo, puede funcionar aceptando; es así porque el me-
canismo dedicidor de la selección sabe. Su sabiduría, sin embargo, está
inhibida por una historia a la que pretende sobrepasar. El resultado
de la actividad del mecanismo seleccionador es la sincronicidad tipo B;
en ésta, un suceso externo puede anunciarse como seííal o como res-
puesta; por ejemplo, el ladrido de un perro, la caída de un rayo, el
paso de una nube. Es necesario recalcar que aunque son eventos ex-
ternos, han sido previamente seleccionados, por lo que la sincronicidad
tipo B es un manejo cerebral. Su valor reside en el hecho de quien la
ejecuta; es decir, está controlada por la porción más pura y sabia de
nuestro interior... aquello que sabe, independientemente de nuestra
historia.

3. Cuando se logra confiar en las decisiones del sistema seleccionador


y sobre todo, cuando se desinhibe su funcionamiento, hay enseñanza.
Esta consiste en la continua y cada vez más amplia aceptación de uno
mismo en esencia; lo cual significa la confianza en la capacidad de
cambiar consideraciones y puntos de referencia en lo que se refiere a
la realidad.
75
Más wná DE LOS LENGUAS ES

En la sincronicidad tipo C se detectan los ciclos naturales y se co-


mienzan a entender. Aquí no es el cerebro el seleccionador de informa-
ción, sino que el mundo se da como conjunto sincronizado en sí mismo.
La ciencia en general es el intento por manejar la sincronicidad C; lo
que sucede en un átomo, una molécula o una tempestad aparece ba-
sado y secuenciado de acuerdo a reglas fundamentales que pueden ser
detectadas a cualquier nivel. Por otro lado, puesto que somos parte
del orden natural y nuestras acciones (cuando somos libres) y pensa-
mientos son manifestación de ese orden, nos sincronizamos con él o
mejor dicho, detectamos una sincronicidad que siempre ha estado pre-
sente. Así, lo que pasa en el mundo nos contesta preguntas y nos señala
aciertos y errores no porque los seleccionamos arbitrariamente sino por-
que somos el mundo.

4. En el estado de sincronicidad D se advierte la capacidad de modifi-


car y controlar. Aquí suceden eventos que han sido considerados o
catalogados como imposibles. Comunicación extrasensorial, fenómenos
psíquicos como la telekinesis, precognición, etc., y aun el poder o la
capacidad de manejar a la naturaleza.
Ejemplos de la sincronicidad D ya se han dado aquí; recordemos
la capacidad de hacer llover (Ivette) , la transmisión directa de pensa-
mientos y emociones (Atir y Beroto) , la aparición de una luz, sincro-
nizada con una visión (yo) , el movimiento de una planta (Noj ) , la
conversación con una tormenta (yo) , etc.
En la sincronicidad D el mundo se convierte en un juguete que
puede ser dirigido en la dirección que se quiera; pero esto no es magia
u ocultismo, depende de una comprensión de los algoritmos o patro-
nes fundamentales, de acuerdo con los cuales la naturaleza y uno mis-
mo funciona. Digo uno mismo porque la sincronicidad D no sólo es
comunicación con el exterior, sino acceso directo a nuestro interior. En
este punto, vale la pena atender a una consideración de Atir acerca
de los así llamados curanderos.
Según Atir, ellos curan al reconstruir cuerpos. Recuerdo que en la
sierra de Oaxaca mi cuerpo desapareció dejando libre mi conciencia.
Después y con la ayuda de Ivette, reconstruí todo mi cuerpo. Según
Atir, esa reconstrucción fue una oportunidad para modificar cualquier
error orgánico, oportunidad que los curanderos aprovechan. Esto es
tarrtbién sincronicidad tipo D.

76
1. Dios sólo mío: permíteme obrar sólo cuando pueda y no sentir
cuando no pueda.

2. Dios sólo mío: no permitas que no te vea y calla a quien trate de


interrumpirlo.

3. El amor entre dos personas es más enriquecedor que el amor en-


tre una sola.

4. Dios sólo tuyo: no dejes que los otros se olviden que tú también
existes y me dejen de amar por lo que soy.

5. Dios sólo mío: no permitas que las emociones de los otros te ha-
gan callar.

6. Dios sólo mío: recuerda que ambos, tú y yo, queremos lo mismo.

7. Dios, haz lo mismo.

8. Si es que puedo verte, por supuesto.

9. O entender, que es lo mismo.

10. De la conciencia planetaria a la conciencia universal, sabiendo que


todas ellas están apenas naciendo.

11. Dándome cuenta que no es sf camino sino va camino.

12. Aun eso.

13. Es la influencia del Dios de Chardin.

14. La mía es entenderme.


MSs A»A DE LOS LEN GUA J ES

15. Dios sólo mío: no dejes que las autocomplacencias te avergüencen.


No calles por eso.
16. Dios sólo mío: haz que todos mis actos sean sagrados.

17. Que representen por ello toda mi conciencia.

18. Sagrados quiere decir eso.

19. Lleno de pensamientos regresé la noche siguiente después de vi-


sitar a Attr. Sobre todo, algo resonaba en mi interior una y otra vez:
“jamás te engañes... jamás te engañes”. Me pregunto, ¿cómo es po-
sible que la conexión directa conmigo mismo se bloquée en ocasiones
y en otras no?

20. Dios sólo mío: jamás permitas que sienta cuando no pueda pe-
netrar a otro universo. Más bien ayúdame a hacerlo.

21. También Det estaba con Atir.Les dije que los estaba describiendo
pero con otro nombre. Les gustó y se regocijaron cuando lo oyeron.
Atir y Det son buenas personas que se aceptan y al mismo tiempo
—pensé— necesitan de aprobación externa. Pero luego les leí algo que
había escrito con la intención de describirlos en esencia, sin alabanzas
ni exageraciones, sólo una descripción, y les gustó todavía más.

22. Eso me hace quererlos mucho.

23. Atir es muy inteligente e intuitiva; en el momento en que escu-


chó la palabra “extraccionalismo” apuntó hacia Det diciendo que eso
era lo que Det hacía. Me pareció increíble el que Atir identificara con
tal facilidad algo que a mí me había costado tres meses averiguar. La
explicación de Atir fue concisa; en cuatro meses de hablar continua-
mente de nuestra otra pictórica, le dijo a Det con seriedad: me doy
cuenta que ese término pone en su lugar a todos los conceptos que ha-
bían permanecido dispersos y sin conexión.

24. Dios sólo mío; no permitas que autoinvalide mi propia realidad.

25. La explicación de Attr fue extraordinariamente directa, aunque


escondida dentro de un camuflaje de inseguridad: “El término pone
en su lugar...”.

26. Det no lo entendió así y siguió preguntando algo que Atir ya


había contestado.
78
PITULO XV

27. Dios sólo tuyo: no permitas que los otros se escondan de mí ni


yo de ellos.

28. Hubo un periodo de combinaciones rosa y negro, y rosa y gris


por el que todos pasamos. En verdad, entraría conciencia era esa.

29. Les platiqué a Det y Atir lo que me sucedió un día con Kire. Me
mostró su casa y me dijo que me tenía preparado un mensaje musical.
Antes, el mismo Kire me había confesado estar en búsqueda del prin-
cipio fundamental con que el cerebro trabaja, para así aplicarlo a la
construcción de una máquina superconciente que acelerara el camino
de la evolución. Primero me presentó una composición musical, resul-
tado del trabajo de un astrofísico que había hecho una grabación de
los cambios del campo magnetico terrestre, durante un año, después la
había reducido a 10 o IS minutos de grabación y por último, la había
transformado (mediante una computadora) en sonidos musicales.
Me pareció oír en ocasiones a Bach y en otras a Debussy. Era
—le dije a Atir— como si ellos hubieran tenido acceso a la conciencia
planetaria. Poco después reconocí Las estaciones de Vivaldi, y cambié
con ellas. Antes me parecía natural el haberlas detectado, pero recuer-
do que la mirada de Kire indicaba asombro.
Ahora considero que eso significó una prueba que Kire me planteó
para ver si yo también tenía acceso. Después oímos una música muy
moderna; era la segunda parte del mensaje musical y confieso que no
me gustó. Cuando se lo dije, Kire accedió a comunicarme la tercera
parte del mensaje. Era la Misa Pane Lin qua, de Josquin Des Prez.
Esta música hizo que apareciera la imagen de un campo y una ca-
rretera de tierra por la cual transitaba un anciano en una carreta ti-
rada por bueyes. Extrañamente, era la misma imagen que meses des-
pués vería con Det, camino a casa de Noj. Después me introduje en los
ojos del anciano y descubrí un mundo de gremios viviendo en un pe-
queíío pueblo medieval. Entonces recordé que la Mia se había escrito
en el siglo xili o xrv y que su título significaba, “para todas las len-
guas”. Es decir, que Josquin Des Prez, en ese tiempo ya tan remoto,
había encontrado la forma de transmitir las características de su mundo
utilizando la música; en otras palabras, su música era el medio por el
cual comunicaba su época. En mí, la comunicación era a través de imá-
genes y emociones. El anciano pertenecía al gremio de herreros. Actual-
mente vivo en un pequeno pueblo lleno de gremios. Pero no de herre-
ros, sino de artistas, lo que en última instancia significa lo mismo.
Kire sabía lo que hacía y eso me hace recordarlo con mucha sim-
patía. Sin embargo, después ocurrieron ciertas circunstancias que me
‘79
LAS ALLA DE LOS LEN GUAJ ES

hacen recordar con desagrado el incidente. Me comencé a sentir en un


remolino que giraba cada vez a mayor velocidad. En cierto momento
tuve miedo y, sin lograrlo, intenté salir de los giros. Abrí los ojos y me
sostuve firmemente de la silla reclinable en la que me encontraba. Kire
no estaba en el cuarto y los giros continuaron. Después regresó y al
verlo yo, todo volvió a la normalidad. Invité a Atir a oír la Misa y acce-
dió. Comienzo a creer que ese remolino significa un viaje a través del
tiempo, aunque no me es posible asegurarlo con certeza.

30. Atir contó una experiencia extraordinaria. En una ocasión, es-


tando en su estudio con sus hijos, notó que dos grandes objetos habían
caído en el bosque que rodea su casa, y simultáneamente tuvo la sen-
sación de que un objeto gigantesco flotaba encima de ésta, emitiendo
un ruido grave, ronco y continuo. Al poco tiempo, un hombre de esta-
tura gigantesca entró al estudio, se recargó en la chimenea y habló lo
necesario para mostrarle a Atir los errores que estaba cometiendo ; y
después se fue. Como consecuencia, otro objeto cayó en el bosque y des-
pués desapareció el ruido, como si lo que flotaba encima de la casa
también hubiese desaparecido.

31. A Kire le agradezco el haberme ensenado a oír. Fue cuando me


hizo entender que todas las palabras encierran un significado profun-
dísimo; simplemente porque sus palabras eran las que encerraban ese
grado de significado.
Kire había trabajado durante ocho años en física nuclear, tratando
de averiguar el algoritmo fundamental que contestara los misterios del
Universo, hasta que se dio cuenta que el máximo misterio es el hombre.
Desde ese momento intentó descubrir las bases del funcionamiento ce-
rebral y ahora, creyendo haberlas hallado, se encamina a la construc-
ción de su máquina superconsciente. No cabe duda que algunos de
nosotros siempre andamos en búsqueda del amo más poderoso, como
Josef Knecht, el Magúter Ludi del “Juego de Abalorios”, de Hess.
Supongo que lo importante es darnos cuenta de lo que estamos ha-
ciendo y eso solamente se logra cuando entendemos que algunos seres
humanos deben redcscubrir todo con sus propias manos o mente, como
se prefiera. En cambio, otros aceptan lo dado como un hecho sin dis-
cusión; a esta última categoría pertenecen Nomar y Det. En cambio,
Atir, Ivette y yo somos buenos ejemplos de los buscadores.
Esto me recuerda que Attr está pintando una estrella de David
para un mazateco de la sierra de Oaxaca; él se lo pidió, seguramente
por alguna razón extraordinariamente interesante. El hecho es que
PITULO XV

Atir tenía una estrella de David colgada de una de las paredes de su


casa y otra de su cuello, pero ahora sólo carga una cruz en un collar
mientras que su amigo mazateco está interesado en una estrella de
David.

32. Símbolos, símbolos que siempre significan lo último que alguien


creyó, pero que son en cada uno distintos; tanto que su comprensión
en otro roza los inimaginables.
Somos pues un punto que flota en el espacio, nadie, por más que
se aproxime, sabrá lo que otro punto piensa y siente como contacto,
como emoción, como palabara o aun como acto.

33. La experiencia de Atir con el hombre gigantesco me recuerda


dos circunstancias con un significado similar. La primera me sucedió
a mí y la segunda a una persona extraordinaria que conocí en casa
de Ivette, Sania. Primero relataré la mía y después la de ella.
Un día, al cerrar los ojos me encontré con la visión espectacular-
mente compleja de una nave espacial. Inmediatamente pensé que mi
cerebro la estaba creando; sin embargo, la sensación era de tal reali-
dad y los detalles tan claros y en número tan grande, que consideré con
toda seriedad la posibilidad de que fuera algo externo. Floté a través
de corredores repletos de instrumentos electrónicos que jamás había co-
nocido y me asombró con la visión de seres humanoides vestidos con
extraños trajes. Me pregunté el por qué de tan raras vestimentas, sobre
todo cuando comprendí que yo mismo no llevaba puesta ninguna. Al
final, me senté en un asiento de respaldo gigantesco, al lado de otros
seres que como yo, esperaban un próximo despegue y después de varios
minutos analicé mi situación. Estaba ahí sin saber lo que sucedería,
a dónde nos dirigíamos y confiando ciegamente en una tecnología avan-
zadísima. Inmediatamente una terrible duda me invadió. Aparte de su
excelencia y exactitud, los instrumentos que veía no eran más que eso,
instrumentos. Por alguna razón, los seres que manejaban lo que yo
consideraba una nave, habían escogido la tecnología como herramienta
para lograr sus fines y no a sí mismos. Puesto que mi camino está
localizado en mí mismo y todos mis logros los he hecho depender tam-
bién de mí, decidí regresar a mi planeta y cuerpo de origen.
A Sania le ocurrió en su casa cuando arrullaba a su bebé. De pron-
to un hombre barbado le habló solicitando permiso para ocupar su
cuerpo. Le decía algo asi como “¿puedo ocupar tu cuerpo?, ¿puedo
ocupar tu cuerpo?” Sania lo consideró limpio y buen mozo y accedió
al pedido.
81
34. Tales experiencias indican que Attr, Sania y yo recibimos seme-
jantes invitaciones.
Cuando Atir me contó su experiencia traté de imaginar qué deseos
o planes misteriosos estaban involucrados detrás de tan extranas visitas.
Debo decir que no veo ninguna intención desviada o siquiera desagra-
dable, aunque todavía dudo acerca de su realidad.

82
1. Cuando la palabra
es el acto, amor
significa todo.

2. En el atardecer, cuando el cielo se pinta de gris y un viento húme-


do empieza a soplar, la recuerdo. Y le vuelvo a pedir al Dios sólo mío
que no olvide lo que prometió: no me dejes sentir cuando no pueda
verla.

3. ¿Cómo se puede vivir solo después de haberla conocido? ... Ivette.

4. Un día muy de mañana, me dijo que era delicioso sentir el sol y el


amanecer como uno mismo.

5. Los habitantes del siglo xii, como lo reflejan los manuscritos del
monasterio de Benediktbeuren vivían en relación lirecta con sus emo-
ciones, trasladando su significado y acaecer a fuerzas del mundo; su
amor era buen destino y, su dolor, tormenta. Las estaciones eran vistas
como seres humanos que se enfriaban con la nieve recién caída o se
vestían de flores y colores cálidos cuando las abejas buscaban miel.

6. Así yo, cuando pienso en mi amada y recuerdo sus ojos, vestimenta


de un mundo lleno de flores. Por ello hacerla feliz es la llegada de la
primavera.

7. Así también cuando reconozco que la fortuna me alumbra... tal


es mi amor. Sus pasos son dulzura y su voz siempre tranquiliza. Pero
su visión es lo más preciado. Siempre sabiendo que es cuando ama...

8. Alguien me enseñó a buscar respuestas, pero al no hallarlas en mi


propia vida, me dispuse a encontrarlas en otros. A final me di cuenta
que quien busca respuestas no las encuentra.
83
MES ALLA DE LOS LE NGUAJ ES

9. Pequeñas estrellas doradas en gotas de hiedra de la cascada.

10. Un perro disfrutando de la frescura de la tierra húmeda.

11. Ninos tristes saboreando ternuras.

12 Existe una ley en química que dice... “a mayor reactividad, me-


nor selectividad”. Si reactividad se sustituye por amor, la ley es apli-
cable a la conciencia. Si selectividad se sustituye por discriminación sen-
sorial, es falsa.

13. Leyendo un reporte que hace un invidente acerca del uso de un


equipo de sustitución sensorial, que permite transformar impresiones
luminosas en táctiles, me encontré con la siguiente descripción:

Al principio del entrenamiento, reconocer un objeto requería barrer


(con el sistema óptico utilizado) , todos los detalles del mismo.
Después era suficiente detectar alyún atributo importante. Por úl-
timo, el objeto se reconocía por su totalidad.

De alguna manera, el conjunto de partes o detalles del objeto se


convertía, como totalidad, en una unidad gnóstica.
Esto indica que la corteza somatosensorial se rige por la ley de inclu-
sión. Puesto que la corteza visual hace lo mismo, es posible postular
que una de las bases del funcionamiento cerebral es la asignación de
un patrón unitario a organizaciones dispersas de estímulos a través de
la activación de circuitos de convergencia. Lo cual es tanto más impor-
tante para entender al cerebro, si se considera que las operaciones de
inclusión determinan o señalan un patrón fundamental en el funciona-
miento de la naturaleza a todos sus niveles; por ejemplo, el astronó-
mico: una constelación formada por miles de estrellas ejerce —como
tOtalidad— una influencia gravitatoria sobre un planeta lejano. Esta
influencia depende, más que de la acción de las estrellas aisladas (en
la constelación) , de la complejísima interacción de todas ellas, la cual
es a su vez un vector gravitacional producto de la totalidad. Lo mismo
podría decirse en relación a las condiciones atmosféricas del planeta,
las tormentas, vientos, etc., o a los efectos que un hormiguero, como
totalidad, ejerce sobre el equilibrio ecológico de una región geográfica
determinada. Todo esto señala la existencia de patrones o leyes que
en esencia son las mismas, a muy diferentes niveles.
En el mundo microscópico y aun subatómico suceden cosas seme-
jantes. Una estructura molecular particular reacciona al entrar en con-
84
CAPízuro XVI
tacto con un compuesto químico, dependiendo de su constitución global.
La combinación de un par de elementos químicos da como resultado la
aparición de un compuesto que en sí mismo posee caracterí5ticas nue-
vas supeditadas a su totalidad interactuante (hidrógeno y oxígeno for-
man agua) . La conducta global de un organismo depende de la in-
teracción de todos sus elementos constitutivos y, como tal, funciona
bajo un régimen de inclusión. El lenguaje incluye en una palabra una
cantidad astronómica de información. La palabra así, independiente,
funciona de Ía misma forma que la estructura molecular global, una
tormenta, los efectos gravitacionales, los compuestos químicos, la per-
cepción, etc.

14. Tanto la autocomplacencia como la modestia son grandes peli-


gros; impiden reconocer realidades. La primera provoca la expansión
exagerada de un punto de referencia que en general no es más amplio
que el propio. La segunda impide reconocer el efecto objetivo que en
los otros provoca nuestro particular y personal niuel uiuencial.
Nivel vivencial quiere decir la forma específica en que cada ser hu-
mano percibe y considera la realidad. Puesto que cada uno de nosotros
posee uno, siente que una particular explicación, teoría, lógica o mo-
delo tienen mayor poder que otras, es decir, que una forma de ver el
mundo es más profunda y por tanto más auténtica que otras. Reconocer
ç1 propio nivel vivencial es uno de los más difíciles retos puesto que
requiere de la capacidad de exteriorización, es decir, del talento para
verse a uno mismo desde el exterior, lo que a su vez se logra cuando
se acepta con plenitud la existencia de diferentes realidades.
Los niveles vivenciales difieren en su grado de generalización. Uno
puede únicamente explicar una vida mientras que otro, al hombre.
El grado de generalización, a su vez, guarda una relación directa con
la mayor o menor conexión directa entre conciencia y esencia; en otras
palabras, con el mayor o menor acceso a nuestra estructura genética.
Precisamente cuando este acceso es directo, da por resultado cono-
cimiento y creatividad. Generalmente sólo somos conscientes de nuestro
funcionamienteo global; así, podemos considerar “irreductibles” nues-
tros pensamientos o nuestro yo...
Difícilmente nos percatamos de las operaciones lógicas que nuestro
cerebro realiza o de las secuencias detalladas por las que pasan tales
operaciones. Cuando, en cambio, logramos hacerlo, nos ponemos en
contacto con una sabiduría que hemos heredado como estructura ge-
nética, después de millones de anos de experiencias filogenéticas. El
acceso a estas estructuras se manifiesta en cada uno de nosotros en for-
ma diferente; en algunos —como Atir— aparecen imágenes; en otros,
85
MSs LA DE LOS LENGUA J ES

emociones. Puesto que cada uno de los componentes de nuestro cuerpo


posee una determinada estructura molecular y bioquímica resultante
del proceso evolutivo, el acceso a la misma representa un recorrido a
través de la evolución. Así, el acceso a un circuito neuronal puede
informar (a través de manifestaciones conscientes diversas) de nuestra
historia como especie biológica hija de otras especies.

15. La idea anterior surgió en una conversación con Noj en la que


la relaté la imagen del viejo que guiaba una carreta tirada por bueyes.
Esta imagen ya la describí y en ella vi al viejo desde las alturas atrave-
sando una vereda polvorienta por un campo lleno de vegetación.
Cuando decidí acercarme al viejo, vi una cara barbada y canosa
que servía de marco a dos ojos gigantescos. Más adelante me introduje
a través de uno de ellos; lo que vi fue un pueblo medieval lleno de
gremios; el viejo pertenecía al gremio de herreros. En este punto Noj
me dijo que probablemente la imagen del gremio estaba guardada
en uno de los ojos, es decir, en su estructura a la que yo había tenido
acceso.

16. También hablamos de sincronicidad. Noj me contó una expe-


riencia que podría ser considerada como sincronicidad tipo C. Le su-
cedió en el norte de África, cuando uno de sus maestros lo entrenaba
a dejar su mente en blanco. En esta circunstancia Noj supo a dónde
dirigirse y al llegar a su destino se encontró con que tanto a él como a
su maestro los esperaban como si hubieran sabido de su inminente
llegada.

17. Se vuelve cada vez más clara la existencia de una relación entre
sincronicidad, expansión del tiempo y surgimiento de la experiencia sub-
jetiva, como resultado de la activación de patrones neuronales. Todo
parece indicar que la base de estos fenómenos radica en la existencia
de patrones energéticos hipercomplejos.

18. Lo que en cierto nivel es intuición, en otro se convierte en com-


prensión, porque la intuición tiene como correlativo básico un proceso
lógico de alta complejidad. Todo es cuestión de que el proceso lóg•ico
se vuelva accesible a un escrutinio consciente; en ese momento salen a
relucir las bases racionales del proceso intuitivo.
Por ahora, la relación entre experiencia, sincronicidad y tiempo es
más intuitiva que racional, a pesar de que es clara su asociación con
patrones energéticos. Las bases de esta intuición son, por un lado, la
evidencia de que la representación cortical del mundo visual consiste
86
C ízuro XVI
en patrones neuronales parecidos a los que se observan en los objetos
del mundo. Esto significa que de alguna manera la experiencia visual
tiene su contraparte neuronal en la construcción o modificación de los
patrones; por tanto, la experiencia debe surgir como transformación
de éstos.
Por otro lado, algunas instancias de sincronicidad deben relacio-
narse con las interacciones de los campos energéticos de varias entida-
des. La llamada cero kirliana podría ser el registro de tales campos,
tanto en el ser humano como en el mundo vegetal.
Los eventos naturales que generalmente conceptuamos como aisla-
dos o al menos independientes de los demás, podrían formar parte de
un patrón complejo al que generalmente no tenemos acceso, pero que
existe en el mundo. La sincronicidad con el mundo podría ser el acceso
a uno de estos patrones de la naturaleza.
La relación con el tiempo es más difícil de entrever. Se podría
suponer que lo que llamamos tiempo es más que nada una repetición
de eventos que desde nuestra perspectiva forman ciclos que al repetirse
nos hacen pensar en duraciones. Es absolutamente cierto que el tiempo
varía según el observador, y que por tanto la vivencia del tiempo es un
ajuste, asociación o modificación de nuestros patrones neuronales.

19. La evidencia de la variabilidad del tiempo es clara e incontrover-


tible. Basta recordar las ocasiones en que una hora se experimenta
como si fueran segundos o viceversa. La evidencia más clara consiste
en la experiencia de parar el movimiento del segundero de un reloj o
al menos retardarlo, experiencia que ocurre bajo el efecto de ciertas
drogas, como la marihuana.
En condiciones de laboratorio, se ha demostrado que la duración
del presente guarda una relación con la frecuencia de electroencefalo-
grama, lo cual indica que el tiempo es una construcción neurofisioló-
gica que varía de acuerdo con el estado subjetivo y fisiológico.

20. Lenguaje extraordinariamente interesante es la danza; la secuen-


cia y patrones de movimientos que en ella se ejecutan pueden llegar
a ser de tal complejidad que en determinado momento reconstruyen un
algoritmo fundamental. Si es así, la danza se convierte en ensenanza
profundísima que concentra información gigantesca acerca de los pa-
trones de la naturaleza o del mismo funcionamiento cerebral. De esta
forma, la danza representaría lo mismo que una ecuación matemática.

21. Las interpretaciones que hacemos en relación con un evento cual-


quiera son tan variadas, que sobrepasan al mismo evento, porque de-
87
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

trás de cada interpretación hay una historia que determina un nivel


vivencial y un punto de referencia específico. De esta forma, cualquier
circunstancia externa puede ser vista en formas muy diferentes. Guando
esto se vuelve perfectamente consciente, se deja de intrepretar o al
menos se percibe la relatividad absoluta de dicha conducta.

88
1. Preocupado por hallar una solución a la relación entre el tiempo,
la experiencia y la .incronicidad, tuve el siguiente bueno:

Vivía en una ciudad gigantesca con dos amigos y supe que cada uno
de nosotros experimentaba una diferente duración del tiempo. La si-
tuación de superestimulación de la ciudad provocaba tales problemas
entre sus habitantes, que el gobierno de aquella había establecido lu-
gares especiales edificios gigantescos) en los cuales ocurrían escapes
en el tiempo. Decididos a resolver nuestros problemas penetramos en
uno de los edificios; tenía la forma de un cine con butacas y pan-
talla gigantesca.
Al sentarnos en las butacas, mis amigos y yo comenzamos a sen-
tir un giro de centrífuga; más bien, nos experimentamos dentro de
una centrífuga que giraba a una velocidad gigantesca. En ese instante
nos dimos cuenta que los giros significan un medio para trasladarnos
en el tiempo ; entonces desperté.

2. El sueno me hizo recordar una serie de vivencias que ya he relatado


pero que repetiré aquí, puesto que siento que en ellas podría encontrar
la relación buscada.
En primer lugar, el experimento de actividad EEG y duración del
presente, en el que descubrimos que la vivencia del tiempo en su dura-
ción es variable, dependiendo de la frecuencia de la actividad electro-
encefalográfica. La segunda vivencia también ya la he relatado ; es la
experiencia de parar el tiempo haciendo uso (como parámetro) de un
reloj con segundero. Es necesario aclarar que lo que se detenía era el
tiempo interno y no el movimiento del reloj. Lo sé puesto que la expe-
riencia no era compartida, en el mismo momento, por varios observa-
dores.
En otras palabras, lo que sucedía es que un reloj colocado a la vista
de varios sujetos se paraba, para cada uno de ellos, en diferentes mo-
mentos. Si la detención del movimiento hubiera coincidido para todos,
se podría pensar que el efecto era sobre la maquinaria de relojería.

89
US ALLA DE LOS LENGUAJ ES

Puesto que no coincidía, lo que sucedió fue una detención del tiempo
interno para cada uno de los participantes. Uri Geller reporta una
experiencia semejante, pero con un efecto claro —ahora sí— sobre la
maquinaria; nuestra experiencia, en cambio, hace pensar que el cere-
bro puede desconectarse de la dimensión temporal. Lo más interesante
es que durante la desconexión, la actividad cognoscitiva persiste y la
impresión subjetiva es que en lugar de retardarse se acelera. La tercera
vivencia está asociada con las imágenes que ya he descrito en otros
capítulos.
Estas —novísimas, complejísimas y originales— aparecen durante
un retardo de la frecuencia electroencelafográfica; es decir, durante una
situación de presente alterado, como si lo que sucediera fuera un ac-
ceso a procesos internos que en situaciones diferentes están vedados al
escrutinio consciente. En otras palabras, las imágenes podrían ser la trans-
formación de patrones estructurales (de estructura cerebral, lógica
neuronal o aun estructura química de los componentes del cerebro) a
imágenes visuales, que sucede sólo cuando el cerebro es capaz de fun-
cionar con un detalle magnificado; es decir, cuando lo que en condicio-
nes normales constituye un pensamiento unitario es transformado, en
la situación de presente alterado, a un acceso de la secuencia del proceso
cognoscitivo.
Por último, en la vivencia de girar en centrífuga y transformarla
a visiones fantásticas (también ya relatada en capítulos anteriores) una
súbita sensación de giro se transforma en experiencias visuales que siem-
pre hacen pensar en otras épocas.
Un ejemplo claro de esta vivencia fue la visión de un viejo en su
carreta durante la Mira Pane Lingua. Es posible suponer que el giro
(también experimentado durante el sueño) no sea más que una ex-
pansión del presente y por tanto, un acceso a los detalles del proce-
samiento cognoscitivo; por supuesto, del procesamiento aquí transfor-
mado en visiones. Esta interpretación se asocia con las observaciones de
Noj según las cuales el acceso es a instancias del pasado grabadas en la
estructura genética. Independientemente de la mayor o menor veraci-
dad de tal interpretación, lo que se puede afirmar con certeza es que
la experiencia no es la de un viaje externo sino interno.

3. De lo anterior es posible sacar varias conclusiones: en primer lu-


gar, que la vivencia del tiempo es variable en grado sumo; en segundo
lugar, que es posible expandir el tiempo y aun independizarse de él;
en tercero, que esta expansión se acompaíía de un acceso a procesos
internos el que en otras condiciones permanece vedado; en cuarto
GAPÍzUno XVII

lugar, que asociada con todas estas experiencias está la variación en la


frecuencia de patrones energéticos.

4. Es posible pensar que la capacidad introspectiva y aun analítica


dependa en forma directa del modo particular en que el tiempo trans-
curre en cada ser humano. Aun lo que llamamos inteligencia podría
depender del funcionamiento temporal; asimismo, la sensibilidad artís-
tica y la discriminación y capacidad perceptual y motora.

5. En una cena a la que asistió Atir, tuvimos la oportunidad de dis-


cutir experiencias de exteriorízación. Atir nos relató varias vivencias
que ella interpreta como “viajes astrales”. En una, la sensación de
desprendimiento corporal y de viajar a través del espacio fue tan clara,
que aun visitó la casa de un amigo. De acuerdo a la descripción, la
experiencia resultó de un relajamiento corporal que probablemente se
acompanó de una expansión del presente. Discutimos largamente acer-
ca de la posibilidad de que tal experiencia fuese un viaje interno y no
externo.
Recuerdo la descripción de una experiencia similar. Una mujer
reposaba en la cama con dos de sus hijos cuando súbitamente los tres
se encontraron flotando en el espacio estelar. La visión fue tan clara, lo
mismo que los detalles compartidos, que la posibilidad de un viaje ex-
terno es difícil de controvertir; sin embargo, otra posibilidad es que
una sincronicidad perceptual se transmitiera de uno a otro de los par-
ticipantes. Las bases objetivas de tales experiencias son difíciles de entre-
ver por el momento.

6. Existe una posibilidad clara de explicar algunas instancias de sin-


cronicidad, desde el punto de vista de variación temporal.
Es bien sabido que cada cerebro humano posee semejante estruc-
tura genética. Por lo menos la morfología macro y microscópica de sus
estructuras y probablemente circuitos es similar. Si el acceso a la estruc-
tura significa el acceso a la información filogenética de la especie, la
posibilidad de que dos cerebros analicen tal estructura similar depen-
derá, en un grado muy elevado, de su funcionamiento temporal. En
otras palabras, si la información está en la estructura y ésta es similar,
su acceso dará como resultado una aparente sincronicidad; para que
ésta suceda se requiere únicamente un funcionamiento temporal tam-
bién similar, porque de él depende el acceso a la información grabada
en la estructura.

91
LAS ALLA DE LOS LE NGUAJ ES

7. A medida que escribo, no puedo dejar de pensar en la posibilidad


de que un funcionamiento cerebral cualquiera no sea susceptible de
transmitirse. Negar esta posibilidad es negar la existencia de ciertos
fenómenos de sincronicidad que no podrían ser explicados de otra for-
ma. Supongamos que cada cerebro crea un campo energético hiper-
complejo externo y que varios campos de varios cerebros estén en cons-
tante interacción. Supongamos además que la interferencia o la interac-
ción de un campo con otro altere las condiciones de los dos. Pensemos
que estas alteraciones se transformen en experiencias emocionales o cog-
noscitivas. ¿Cuáles serían las condiciones necesarias de funcionamiento
para que esto ocurriera? La respuesta requiere de la solución previa de
uno de los problemas más fundamentales del funcionamiento psicofisio-
lógico, a saber: ¿Cuál es la localización espacial de la experiencia
subjetiva y de la conciencia de la misma?
En otras palabras; si hacemos la distinción entre cuerpo y am-
biente y adjudicamos el término “interno” a todo lo que ocurra en el
primero y “externo” a lo que ocurra en el segundo ; lo que sentimos,
pensamos y reflexionamos, ¿está localizado en el interior o en el ex-
terior? La contestación parece obvia: ¡ en el interior, por supuesto ! Pero
veámoslo en mayor detalle. El análisis siguiente nos llevará a entender
algunos fenómenos de sincronicidad.
Pensemos lo que ocurre en el cerebro cuando sentimos una emo-
ción o cuando percibimos una luz. En ambos casos, hay una activación
extraordinariamente compleja de la maquinaria cerebral, activación que
está determinada por la puesta en marcha de neuronas y circuitos
localizados en un espacio tridimensional (el interior de la masa ce-
rebral) ,
La activación neuronal consiste en cambios de potencial electroquí-
mico localizado en las membranas celulares y transmitido de un punto
a otro de su superficie. Tanto la activación localizada como su trans-
misión, puede considerarse desde la perspectiva de varios niveles, cada
uno más global que el otro. En un nivel instantáneo, lo que ocurre
es una activación puntual. Si pudiésemos observar este nivel tendría-
mos una visión semejante a la de un cielo estrellado en el que cada una
de las neuronas es un elemento estelar. Si incluimos una dimensión
temporal, el nivel puntual se transformaría en lineal; ya no veríamos
estrellas aisladas y separadas por espacios vacíos, sino líneas energeti-
zadas cambiantes. Nuestra visión sería la misma que la recogida por
una cámara fotográfica, en larga exposición. Si dirigimos la cámara al
cielo, en la placa sensible aparecen líneas luminosas dadas por la tra-
yectoria de las estrellas en sus movimientos relativos, trayectorias que
92
CAPITULO XVII

dependen del tiempo de exposición y de la velocidad de los movimientos


de la tierra.
En el caso del cerebro, suponiendo una velocidad promedio del im-
pulso nervioso, de 10 metros por segundo, en un intervalo de un mili-
segundo las trayectorias ocuparían un centímetro.
En 50 milésimas de segundo (lo que dura el presente y el tiempo
necesario para el surgimiento de un percepto) , el conjunto de trayec-
torias se transformaría en un cuerpo “sólido” o en volúmenes tridimen-
sionales de superficies complejísimas. Estos volúmenes serían vistos como
tales pero en sí mismos son patrones energéticos tetradimensionales (el
tiempo en ellos sería los cambios en su disposición espacial y por tanto
una cuarta dimensión espacial) . ¿La experiencia subjetiva depende di-
rectamente de las características de estos campos o es en sí misma estos
campos? En otras palabras, si una emoción o un percepto tienen como
bases funcionales la formación de estos campos, ¿la experiencia es ellos
mismos? Puesto que el tiempo necesario para que surja una experien-
cia es el necesario para la formación de estos campos tetradimensiona-
les (alrededor de 50 mseg) la contestación podía ser afirmativa. Siendo
así, es decir, estando localizada la experiencia en estos campos energéti-
cos, la pregunta acerca de la localización vivencial puede ser con-
testada. Esta última debe poseer una localización cambiante dependiente
de la expansión de estos campos.
Puesto que no hay ninguna razón para pensar que ta1 expansión
esté limitada al cuerpo, la experiencia misma puede tener una localiza-
ción interna o externa. De esta forma, nuestra conciencia o al menos
nuestra experiencia, podría trasmitirse a través del espacio, lo que sería
la base de muchos fenómenos que hemos denominado “de sincro-
nicidad”.
Eventos que comúnmente han sido catalogados como místicos o
mágicos podrían ser analizados con una perspectiva más objetiva si pu-
diera ser demostrada la identidad entre la experiencia y los campos
energéticos tetradimensionales; para mencionar sólo algunos de éstos,
la exteriorización corporal, los llamados viajes astrales, las influencias
“extrasensoriales” y el “carisma”.
Antes de continuar es pertinente proponer algunos experimentos
necesarios para demostrar tal identidad. Si artificialmente fuera crea-
do un campo energético con una complejidad similar al creado por un
cerebro sano, podría intentarse estimular un cerebro con él. Si al es-
timularlo se recreara la misma experiencia se tendría evidencia de que
la información está contenida en los campos.
En la actualidad, una técnica que se acercaría a tal posibilidad es
la del registro EEG poligráfico. Bastaría registrar mediante 20 a 30 ca-
93
LA S ALLA DE LOS LENGUAJ ES

nales independientes el EEG de un sujeto durante una experiencia espe-


cífica, grabar magnéticamente el registro y después reproducirlo para
ver si la experiencia específica puede ser recreada; la reproducción
podría lograrse mediante la estimulación con campos magnéticos. El
mismo diseíío podría ser aplicado a animales, con la ventaja del regis-
tro y estimulación con electrodos profundos. En este caso sería necesario
el uso de técnicas de condicionamiento conductual.
Suponiendo que los resultados fueran positivos, lo que se tendría
que demostrar a continuación sería la expansión intra y extracorporal
de los campos. En varios experimentos realizados por Bob Thatcher
(comunicación personal) se demostró la expansión intracorporal (intra-
cerebral) . La extracerebral requerirá la utilización de un sistema de re-
gistro adecuado, que tendría que ser desarrollado (probablemente la
electrofotografía de alta frecuencia) hasta lograr una sensibilidad ade-
cuada.
Aunque las demostraciones acerca de la identidad y la expansión
deberán esperar la prueba experimental, resulta altamente estimulante
analizar a §r/ort sus repercusiones. En primer lugar, habría una demos-
tración objetiva de la inexistencia de la diferencia entre el mundo ex-
terno y el mundo interno. En lugar de tal distinción se manejaría el
concepto de expansión.
En segundo lugar, se explicarían todas las instancias de sincronici-
dad entre seres humanos. Fenómenos como la telepatía aparecerían
deslig‘ados de su sabor ocultista. En tercero, se podría desarrollar toda
una técnica y una metodología de exteriorización extracorpórea. Por
último, sería posible analizar, por primera vez desde un punto de vista
científico, la existencia o inexistencia de lo que las tradiciones religiosas
denominan espíritu. La vieja pregunta acerca de lo que sucede des-
pués de la muerte corporal podría ser contestada.
En conclusión, la idea de que la experiencia esté contenida en un
campo energético tetradimensional y no en los elementos neuronales
que dan como resultado la aparición de aquél, se basa en las siguientes
premisas:

a) La aparición de una experiencia subjetiva (un percepto por


ejemplo) no es instantánea; por tanto, no es la activación
puntual de una población neuronal la responsable de su sur-
gimiento.
Los responsables de la experiencia son más bien los cambios de
ílCtiVaCión y las interacciones neuronales que ocurren en un
lapso aproximado de 50 mseg.
94
CAPITULO XVII

c) Puesto que en ese lapso y como resultado de la actividad neu-


ronal se forman campos energéticos hipercomplejos, son estos
los asociados con la experiencia.
d) Estos campos presumiblemente se transmiten al exterior del or-
ganismo.
e} Esta transmisión y la idea de que éstos los contienen o son la
experiencia, permite explicar fenómenos que hasta ahora han
permanecido oscuros e inciertos.
Tanto la existencia de la identidad campo-experimental como su
expansión, pueden ser sometidos a prueba experimental.

8. Lo que antes era sólo intuición, ahora aparece más claro. Existe
una relación entre sincronicidad, tiempo y experiencia, que se basa en
la existencia de campos y patrones energéticos.

95
1. Si realmente existe la propuesta identidad entre experiencia y cam-
pos energéticos, debe ser posible analizar sus características y sobre todo
postular la forma en que ocurre la transformación de un campo ener-
gético en experiencia.
En este capítulo se postula la forma en que se realiza dicha trans-
formación, considerando solamente el sistema visual y el producto de
su actividad: los perceptos; sin embargo, la postulación puede ser apli-
cada a otros sistemas. Por último, intentaré introducirse a lo que po-
dría ser denominado “conciencia perceptual”.

2. Podemos iniciar la discusión imaginándonos los receptores retinia-


nos como puntos que flotan en el espacio, cada uno de los cuales está
normalmente bombardeado por cambios energéticos que en sí mismos
no son más que oscilaciones energéticas a diferentes frecuencias, y
partículas elementales... fotones.
Cada vez que dos o más de estas oscilaciones energéticas llegan a
un receptor retiniano en cierta fase, o guardando una particular rela-
ción de interferencia, lo activan. De todas las activaciones retinianas,
el cerebro debe construir un mundo visual, un precepto. La trans-
formación retiniana de las oscilaciones energéticas que la bombardean
tiene, al menos, dos características: ad los receptores, como ya se dijo,
se activan cuando ocurre una particular interferencia ondulatoria; b) las
posibilidades de que dos receptores se activen de la misma forma, son
despreciables; más bien, cada uno de ellos es estimulado en diferentes
tiempos y con diferentes intensidades.
Después de pasar por las capas retinianas, las fibras del nervio
óptico transmiten señales digitalizadas con diferente frecuencia, ritmo
y tiempo. La actividad ondulatoria externa se transforma así en una
serie de códigos digitalizados que representan (codificados en lenguaje
neuronal) las características de fase e intensidad de ondas lumínicas
y/o fotones que a su vez son una representación energética de objetos
iluminados.
LAS ALLA DE LOS LENGUA) ES

A pesar de su gran complejidad y variabilidad, las señales trans-


mitidas a través del nervio óptico deben poseer características comu-
nes que dependen del tipo promedio de estimulación. Así, objetos sin
mucho detalle y relativamente homogéneos, deben dar lugar a menos
diferencias de tiempo, entre trenes de potenciales de acción en diferen-
tes fibras, que los objetos con mucha variación en detalle. De la misma
forma, los objetos en movimiento deben producir menos diferencias en
codificación que los objetos estáticos. Sería suficiente que algunas fibras
manifestaran tales diferencias promedio para que una estructura como
el colículo superior “supiera” de aspectos fundamentales de la infor-
mación (movimiento y posición espacial) sin necesidad de recibir toda
la codificación retiniana.
Cuando las señales llegan al cuerpo geniculado lateral, éste las du-
plica haciendo que las fibras genículo-corticales aumenten la redun-
dancia de la información. Hasta aquí, el mundo externo es sólo un
conjunto de señales eléctricas que en sí mismas constituyen una especie
de universo estrellado.
Cuando estas señales llegan a la corteza cerebral y son capaces de
activar células neuronales flotando en un mundo tridimensional, el uni-
verso estrellado se curva en sí mismo y adquiere un carácter volumé-
trico. En el tiempo necesario para que aparezca un percepto (algunas
decenas de milisegundos) , el universo volumétrico repleto de neuronas
activadas se transforma en campos energéticos tetradimensionales de su-
perficies hipercomplejas.
Las caracterúticas de forma, detalle y comple jidad de estos campas
son la forma, detalle y compie jidad del mundo uisual. En otras pala-
bras, loc campos energéticos son en fi mimos los peaceptos y sus detalles,
los detalles de los ob jefes.
Es necesario enfatizar un punto. No se pretende aquí postular una
teoría isomórfica ni defender el isomorfismo clásico. Decir que las for-
mas de los campos son las de los objetos no implica suponer que el
cerebro copie o reproduzca las mismas formas de los objetos; más bien
los crea. La forma de los objetos no existe como tal en el exterior, el
cerebro es el que se encarga de construirla.
Lo que se implica al decir que las características de los campos son
las de los objetos es que aquellos no se transforman en perceptos vi-
suales, más bien lo son de moto proprio.
El carácter tridimensional del mundo visual se construye mediante
un proceso similar al que crea la forma y detalles de los objetos. Sólo
basta admitir que los campos se expanden y pensar que su carácter
expansivo nos rodea; en otras palabras, que somos el centro de nuestro
98
Clnrízuro XVIII
perceptos puesto que somos los originadores de los campos energéticos
que nos incluyen en su interior.
Por supuesto que decir tomos requiere de una explicación. En rea-
lidad y desde el punto de vista expresado aquí, somos tanto los per-
ceptos como los descriptos, tanto eI mundo externo como el interno.
El término se refiere a nuestra conciencia como observadores de per-
ceptos. Conciencia que es, en cierto sentido independiente de los percep-
tos mismos; para entender lo anterior basta considerar la posibilidad
de que perceptos totales sean transformados a códigos hipercomplejos,
que los representen ya no como campos sino como codificación lógica
digitalizada. La transformación la realizarían los circuitos de convergen-
cia, y las estructuras que la recibieran (de alta convergencia y polisen-
soriales) serían el asiento de nuestra conciencia perceptual.
En conclusión, la transformación campos energéticos-experiencia per-
ceptual no existe como tal; más bien las características de los perceptos
y los perceptos mismos son las características de los campos energé-
ticos hipercomplejos que surgen de la actividad neuronal en el ser
humano.
Observamos un mundo tridimensional al hallamos colocados en el
interior de campos tridimensionales de expansión. Esta postulación ex-
plica la emergencia de la forma, el detalle y la tridimensionalidad del
mundo visual.
1. Recuerdo que Nomar nos relató la historia de un paraje inglés en
el que habitantes de épocas remotas colocaron piedras que guardan
relaciones matemáticas complejas. A mí me llevó a considerar, de nue-
vo, la existencia de algoritmos naturales que pueden ser manifestados
en diferentes formas.

2. De aquí pasamos a la danza. El cuerpo, en sus movimientos, pue-


de manifestar secuencias de patrones fundamentales, que en su lógica
activan procesos de pensamiento. Algunas tradiciones orientales han
desarrollado danzas que activan estos procesos.

3. La palabra, la música y en general cualquier actividad humana


pueden tener el mismo carácter o si se quiere el mismo poder de acti-
vación. Desde un punto de vista fisiológico, la activación se refiere a
patrones neuronales que normalmente son altamente inclusivos.

4. Se podría postular que tal activación desencadena un flujo o pro-


cesamiento de la información en el sentido inverso al inclusivo. Así, un
estímulo visual cualquiera (por ejemplo un triángulo) desencadena la
aparición de un patrón energético que después (como ya vimos en capí-
tulos anteriores) se transforma en un código que lo incluye dentro de
una lógica digitalizada. Cuando un movimiento, secuencia musical o
palabra logra reproducir el código inclusivo, ocurre la activación. Los
mantras que se utilizan en meditación trascendental no son sino estos
patrones.

5. El ser humano es extraordinariamente difícil de comprender. Se


rodea de artificios que no conoce. Se asocia a pensamientos que no son
suyos, y todo ello, inconscientemente. Decírselos es responsabilidad ma-
yúscula, sobre todo porque hay todavía quienes no han comprendido
la existencia de un número infinito de mundos y realidades distintos.
Esto sucedió hoy una y otra vez. Alguien habló acerca de la posi-
bilidad de realizar viajes al futuro, sin darse cuenta que revelaba no
101
MÁs A DE LOS LENGUAJ ES

haber tenido tal experiencia. Llevarlo a aceptar que su deseo era mo-
tivado por consideraciones puramente personales y que por ellas se ol-
vidaba y generalizaba, requirió un esfuerzo gigantesco. Por último,
aceptó la posibilidad de viajar al futuro, pero sólo conceptualmente;
el verdadero viaje siempre es conceptual y en el caso del futuro sólo es
posible a nivel predictivo. Cuando, en cambio, va acompañado de ac-
tos, su realidad se incrementa.

6. Hablamos de las emociones, especialmente de las que pueden ser


transmitidas, y llegamos a la conclusión de que las únicas con esa posi-
bilidad son las que se constituyen en algoritmos; en otras palabras, las
que incorporan un nivel de verdad accesible o posible para varias rea-
lidades. El mejor ejemplo lo constituyen Hitler y la Alemania nazi. El
dictador transmitía emociones al conectar niveles que para esa cultura
eran verdades incuestionables en muy diferentes niveles, es decir, mun-
dos personales. Una emoción no es transmisible cuando carece de ca-
rácter algorítmico fundamental.

7. Partiendo de una duda, discutimos la emergencia de la experiencia


subjetiva, en términos de campos energéticos. Si la construcción y sub-
secuente expansión de un campo energético hipercomplejo contiene la
experiencia visual en cuanto formas y tridimensionalidad, ¿cómo sur-
gen los colores y las emociones? La pregunta podría ser planteada en
forma ligeramente diferente; la forma de los objetos surge por combi-
nación de elementos. Entre una forma y otra no hay las diferencias
experienciales que existen entre una modalidad sensorial y otra (luz
ui. sonido) o entre diferentes colores en la misma modalidad (azul vs.
rojo en objetos iluminados) . Lo mismo pasa con las emociones, cada
una de las cuales difiere de otra mucho más que las diferencias de
forma geométrica de dos objetos. Las características directas (me atre-
vería a decir: fenomenológicas) de los campos energéticos, explican y
son en sí mismas la forma de los objetos y el carácter tridimensional
del mundo perceptual (estamos en el interior de los campos volumé-
tricos) pero no explican las diferencias entre cualidades o modalidades
sensoriales, colores y emociones. ¿Cómo explicar la experiencia de azul
y la de rojo, cómo la de sonido y luz y cómo la de placer y dolor?

8. Una posibilidad es considerar que lo que difiere en ellas es su loca-


lización espacial dentro del campo; bien sabido es que los perceptos
visuales se construyen en la corteza occipital mientras que los sonidos
en la temporal, los olores en el bulbo olfatorio y el dolor en el tálamo.
Puesto que cada estructura cerebral (en su forma global, circuitos y
102
PITULO XIX

neuronas características, velocidad de transmisión, etc.) incorpora una


característica de complejidad y localización específica dentro del campo
global, deben ser estas variaciones las responsables de las diferencias.

9. Otra posibilidad es que las experiencias emocionales estén asocia-


das a la actividad corporal de tal forma que la actividad glandular,
intestinal, hepática, etc. contribuya como totalidad a un efecto que
no puede ser producido en el cerebro aislado. Por supuesto que la dis-
posición espacial de nervios del sistema periférico contribuiría a la crea-
ción de totalidades a las que llamamos emociones, pero también en
referencia a la activación de estructuras centrales.
De todas formas, lo que haría diferente una experiencia emocional
de una puramente perceptual sería la localización compleja de un cam-
po global.

10. Existe una asociación entre colores y emociones. Es fácil que un


color determinado active una emoción y que una emoción recuerde a
un color; todo buen pintor conoce esta relación. Existe una técnica para
averiguar estados emocionales de acuerdo a preferencias pancromáticas.
Esta relación hace pensar que la representación funcional de la percep-
ción de colores y la de la actividad emocional sean semejantes.

11. Imaginémonos un cerebro vivo flotando en el espacio, con todas


sus estructuras visibles. Supongamos que somos capaces de observar los
campos energéticos que cada estructura produce; veremos la expansión
de esos campos y sus mutuas interacciones. En cierto nivel de expan-
sión éstas serán tan complejas que aparecerán objetos y formas. Puesto
que el campo así creado se expandirá en el espacio, estos objetos serán tri-
dimensionales, lo mismo que el espacio que los contiene. En el centro
del campo seguirá existiendo un observador que creerá que es posible
diferenciar un mundo externo de uno interno cuando en realidad él
será los dos mundos.

12. Puesto que somos el “exterior” y el “interior” simultáneamente, el


mundo está dentro de nosotros y todo nos afecta. La población plane-
taria es en sí misma una totalidad con una conciencia diferente de la
de cada quien. A pesar de ello, nuestra capacidad expansiva es tal que
podríamos incluir en nosotros mismos esa totalidad si fuésemos capaces
de aceptarla, es decir, de abrirnos a ella.

13. E1 Viryo Testamento constituye la reseña del desarrollo consciente


de un ser gigantesco; sus historias son metáforas y sus ejemplos simbo-
103
MSs A DE LOS LENGUA J ES

lismos. El despertar de este nuevo ser empieza con la historia de Job.


Este personaje se encuentra en las condiciones más desagradables cuan-
do dos amigos llegan a visitarlo. Observando sus desgracias y pesares,
le dicen que la única posibilidad de explicar su estado es considerar
que cometió un pecado. Job sabe que no ha cometido pecado alguno y
así se los trata de hacer ver. Después de muchas discusiones, el nuevo
ser se da cuenta que nadie puede definirlo ni limitarlo y a partir de ese
momento comienza un camino expansivo, repleto de desarrollos y nue-
vos procesos conscientes. Un ejemplo lo constituye la etapa profética. La
capacidad de predecir el futuro ha despIazado al antiguo y reverente
temor de Dios.
Por ííltimo, el nuevo ser se acepta como Dios. La historia de J esús
es ese nuevo desarrollo. La cóbala judía debe ser ese nivel mantenido
hasta lograr su control; lo mismo podría decirse de algunas prácticas
que usualmente se denominan esotéricas.

104
1. Toda actividad cuya única finalidad sea mostrarse al exterior está
destinada al fracaso. La danza es un buen ejemplo, al principio dirigida
a lograr una comunicación con patrones fundamentales (conciencia) se
convirtió en entretenimiento o en demostración externa de una habili-
dad. Su carácter esencial se abandonó por artificios automatizados.
Enseñar sólo es posible cuando no se pretende ensenar. La danza es
auténtica únicamente cuando se aprende de ella, y esto sucede cuando
se es capaz de no predecir el aprendizaje. Los ritos serán nefastos en
tanto no se extiendan como lenguaje totalizador o no lo sean de matu
proprio. La imitación sin conciencia sólo conduce a la imitación sin con-
ciencia, jamás al verdadero aprendizaje.

2. Cada quien escoge un mundo; sin embargo, todos ellos son simi-
lares en cuanto escogidos y mundos.

3. Los animales son, en su conducta, clara demostración de la exis-


tencia de campos energéticos externos. Una formación compacta de mos-
quitos manifiesta en su vuelo tal existencia.

4. Una enseñanza que pretenda ser profunda, transformará la vida


de un ser humano hasta el grado de la perfección. Cuando existen
contradicciones internas, la enseñanza que pretende ser totalizadora
es sólo un fraude mayúsculo.

5. Es posible adquirir la sabiduría, observando cualquier fenómeno,


porque a todos los niveles se repiten las mismas secuencias de patrones
fundamentales. Alguien puede adquirir el concepto de interacción vien-
do el agua. Otro puede conocer de los cambios de coloración de las
flores, las leyes que explican la construcción molecular.
Todo está incluido en todo. El verlo es sólo confiar en verlo.

6. Esto lo demuestra el conocimiento científico. Á pesar de que las le-


yes que explican un evento sociológico ocupan un nivel diferente de las
105
LAS ALLÁ DE LOS LENGUAS ES

que explican las fuerzas nucleares, ambas duplican secuencias genera-


lizadas, aunque a distinto grado de inclusión, es decir, lenguaje. Puesto
que el cerebro contiene las mismas secuencias funcionales, podemos co-
nocernos a nosotros a partir de la naturaleza y a ésta a partir de
nosotros.

7. Para un óptimo desarrollo, el niño requiere la libertad conceptual.


Cuando alguien le impone una estructura racional, este la desarrolla y
muchas veces es incapaz de salirse de la misma. Las estructuras im-
puestas pueden ser tan sutiles que tener acceso consciente a ellas es, si
no imposible, sí sumamente difícil.

8. Hoy conocimos a Francis, de pequeño incluido dentro de un orden


familiar en el que, por un lado se manifestaban tendencias religiosas
(su madre) y por el otro científicas y ateas (su padre) . Su padre es
puente de unión entre científicos y tecnócratas. Los primeros, manteni-
dos por un gobierno que es consciente de su incapacidad para solu-
cionar los problemas cotidianos de sus existencias fantásticas y alejadas
de todo orden impuesto; los segundos, aplicadores de principios abs-
tractos y concepciones libres.
Amigo de Chardin, el padre de Francis impuso en su hijo la con-
cepción totalizadora o de unión de conciencias. La evolución como
dirigida hacia la emergencia de la supraconciencia y la necesidad de uni-
ficación sociológica. En reuniones informales, el pequeño niño acom-
pañaba a su padre a oír cómo Einstein y Oppenheimer extraían de un
grupo de pensadores, integraciones conceptuales utilizables en proyec-
tos majestuosos. Habituado a estar en relación con gente capaz de mo-
dificar la conciencia planetaria, Francis sólo requirió de una vida
monástica para que desde sus primeros años se considerara a sí mismo
como posible puntal de toda una civilización. La vida monástica íue
el resultado de la inquietud religiosa de su madre quien, deseando con-
vertirlo en sacerdote, lo inscribió en una escuela dirigida por la orden
de los franciscanos, los cuales detectaron un cerebro ambicioso y des-
pierto, y fomentaron en el muchacho de siete años una conciencia de
destino y vocación directriz que ya nunca se alejaría de él.
Intuyendo al futuro líder religioso, lo rodearon de desacostum-
brada atención y prerrogativas. Una monja anciana que durante 50
años había permanecido en encierro y aislamiento total, pidió verlo.
La reunión del joven con la monja se realizó en una celda monástica
en la que no se dijo una sola palabra. Sólo un tímido contacto de las
manos bastó para que Francis absorbiera conocimientos experienciales
que permanecieron activos, pero alejados de su escrutinio consciente.
106
CAPITULO

A los trece años, Francis se alejó del colegio religioso y se integró


al movimiento psicodélico. Los sesentas y el empleo de drogas lo pu-
sieron en contacto con realidades que asentaron su decisión de con-
vertirse en guía y agente integrador de conciencias. Pero esto no lo sabía,
es más, creía que con su alejamiento del régimen monástico y de su
destino prefabricado, resolvía la estructura racional de controlador. Esto
último se manifiesta en todos sus pensamientos, ideales y planes. Según
Francis, la independencia ganada a la religión y la vivencia de otras
realidades había acabado con su destino infantil, pero esto sólo era
apariencia.
Le gustaba Hitler y sus sistemas de control personificado. Hablaba
del ideal de unificación consciente, tomando como punto de partida
y de referencia su propia conciencia. No era capaz de darse cuenta
que todos somos diferentes. Hablaba de competencia externa en el sen-
tido de detectar que todos a su alrededor intentaban imponerles reali-
dades cuando él era el único que tal hacía.
El rechazo o aceptación verbal de cualquier instancia implica la
existencia interna de tal instancia. Francis se rechazaba como compe-
titivo y como guía, cuando lo era en el sentido más real.
9. No es posible la trasmisión directa de certezas; tampoco la de ex-
periencias de maduración. Cuando alguien no se ha experimentado
desde el exterior y no ha detectado las estructuras conceptuales y de
necesidad que se han anidado en su nivel de realidad, lo único que
cabe hacer es esperar que los cambios ocurran; pero la paciencia tiene
un límite, sobre todo cuando se ha olvidado lo que a uno le costó
superar ciertas realidades.
10. Hace tiempo escribí acerca del proceso creativo. En esta obra las
referencias a instancias de creatividad han sido continuas pero no
desarrolladas en detalle. A pesar de que ya he relatado algunas cir-
cunstancias, considero interesante incluir aquí, sin modificación alguna,
el escrito antes referido. Lo llamé “el proceso creativo” y en él relato
mi primer contacto con Atir. Aquí, Atir (como el lector se dará cuen-
ta) se llama Rumi. Los diálogos son en cierto grado, invenciones y en
cierto grado realidades. Las circunstancias, en cambio, son auténticas
en grado sumo.

El proceso creativo
La noche anterior había llovido. En la mañana los camp›os despe-
dian un vapor húmedo y las piedras de las calles amanecieron cubiertas
107
MES ALLA DE LOS LE NGUA J ES

por una suave capa de rocío. El pueblo se llenó de voces de niños y


mugidos de vacas y yo, como de costumbre, me recosté para hacer
aparecer las imágenes. Después de tantos meses de entrenamiento ya no
desconfié de la silueta sombreada que apareció dentro de mí; reco-
rriendo su contorno me encontré con un área iluminada. Decidí pe-
netrar en ella y me deleité con la visión de una hoja de naranjo.
Sabía que me estaba vedada la predicción o el control, así que me
abandoné a su verdor y a su estructura interna; perfectas y detalladas
venas de savia aparecieron, convergentes en un extremo y exquisita-
mente finas y expandidas en el otro.
Tampoco me asombré cuando el verdor se transformó en valle.
Riachuelos sinuosos lo recorrían dejando un trazo lumínico que en oca-
siones se confundía con alas de mariposas trémulas y frágiles. En una
de ellas fijé mi atención ; sabía que estaba permitido pues en otras oca-
siones no había destruido la imagen.
Círculos de color violeta rodeados de franjas amarillas fueron la
recompensa. Aquí y allá, pequeíías esferas cristalinas que jugaban fran-
jas de un dorado sucio y, en medio de todo, una pupila oscilante;
en el centro de su negrura divisé una puerta y a través de ella me
introduje...
Pero no alcancé a abrirla; mi nombre era pronunciado y me levanté
a saludar a la visita. María acompañada de dos amigos. Reconocí auto-
complacencia en la mirada y sin querer averiguar su procedencia los
despedí. María se quedó. Hablamos del sol y de las nubes, de drogas
y de vidas y al final me invitó a conocer a Rumi.
Atravesamos tres calles asoleadas y pcnetramos a una casa de ven-
tanas empapeladas, después de cruzar un riachuelo. En medio de un
cuarto estudio, Rumi reposaba en una cama; en las paredes y colgados
cual cuadros, sus vestidos, blusas y pijamas. Sobre un gigantesco tabu-
rete descansaba una tela circular de dimensiones grandiosas.
Una lengua de fuego quemaba un águila gigantesca cuyo pico se
dirigía hacia nosotros después de dejar atrás un planeta rojizo e incan-
descente. El períil egipcio de Rumi y su cabellera dorada fueron dema-
siado y yo salí a recorrer el bosque que rodeaba la casa. Regresé cuando
todos se habían ido y me encontré con la mirada primorosa de la artista.
—¿Es fuego aquella flama que pintaste? —le preqqunté.
—Todavía no lo sé, nunca planeo mis cuadros, contestó con una
sonrisa.
—¿ GÓmO?
Me miró, dubitativa, y con una seriedad absoluta, afirmó: —-¡ To-
dos son retratos de gente!
108
CAPITULO XX

-Coloco en mi paleta los colores y, pensando en alguien, pinto.


Al principio —continuó nunca sé qué aparecerá. Poco a poco surge
una imagen y la termino cuando así lo siento.
—¿Sin ideas preconcebidas?
—¡ No !
—¡Vamos Rumi! —me atreví a decir. Algo en ti lo sabe y poco
a poco lo deja manifestar.
—Es posible —accedió.
—Interesante —pensé— interesante en grado sumo. Un universo li-
bre dejando emerger lo que de esencia posee otro. Miré su cara, dese
pués el cuadro y por fin le pregunté:
—¿Cómo llegaste? —se sorprendió de mis palabras y tras un inter-
valo en el que brillaron sus ojos me contestó:
—Al principio eran imágenes; cerraba los ojos y aparecían; mági-
cas, increíblemente originales y en secuencias complejas. Aprendí a de-
tener una de ellas, la más interesante, y después la trasladaba al lienzo . ..
Sentí un calor intenso y sin poder inhibir mi emoción le pregunté:
—¿Como si vinieran del exterior?
—¡ Ciertamente!
Se hizo un breve silencio, yo sentía estar en presencia de la magia
y la Anterioridad.
¿Y luego?
_ —Se volvió muy aburrido —dijo ella— sabía que las imágenes siem-
pre estaban ahí y que yo las veía cuando atendía su devenir. Pero sentía
que el camino no era ese.
Mi interior era un volcán a punto de estallar; comprendí que lo
mismo me había acontecido. Mis primeros cuentos eran siempre des-
cripciones de esas imágenes. Sentía que poseían un significado extraor-
dinario, aunque oculto. Sabía que eran producto de la actividad de un
centro primigenio que contenía mi esencia y que se me manifestaba en
esa forma; sin embargo eran tan extrañas, tan alejadas de toda expe-
riencia previa, que empecé a sospechar un origen externo. Después de-
cidí dejarme libre.
Iniciaba una historia sin saber su desarrollo ni imaginarme su desen-
lace. Guando era capaz de ser honesto todo coincidía. Las primeras
frases contenían el subsecuente desarrollo. Lo más maravilloso eran las
enseñanzas. Si debía interrumpir un diálogo por no saber qué decir, al
día siguiente me encontraba con el personaje real y éste me instruía.
Aún ahora, esta plática era la contestación a mi última pregunta...
Pero nada de esto le dije. Permanecí observando su belleza y profun-
didad y le conté una experiencia reciente:
109
US ALLA DE LOS LENGUAJ ES

—Sabes —le dije— hace algún tiempo tuve oportunidad de cono-


cer un doctor hindú quien ha desarrollado una técnica psicológica que
denomina “terapia eidética”. En ella, enseña a pacientes a visualizar imá-
genes parecidas a las tuyas y ha encontrado en cientos de casos que
algunas de ellas se repiten, lo cual le ha llevado a pensar que la emer-
gencia de las mismas es un acceso visual al registro akáshico.
—¿Regútro akóshico?
—¡ Sí! De acuerdo a la filosofía oriental, todo lo que decimos, pen-
samos y actuamos se registra en forma indeleble y tiene acceso al regútro.
—¿Fuera de mí?
—No lo sé —contesté. Es posible que el registro esté contenido en
la estructura cerebral, la que a su vez es el producto de millones de
años de evolución. Si es así, tu contacto es con la historia del Universo,
puesto que eres una copia reducida del mismo.
Noté un cambio en su frecuencia respiratoria y una suave pero cla-
ra dilatación pupilar. Se acercó a mí y me dijo en un susurro: Yo creo
que provienen de lo que soy. Reflejan mi yo más recóndito.
—Es lo mismo, —la interrumpí.
—Tienes razón, —recapacitó; es lo mismo.
En la noche, recostado en mi cama, reproduje la conversación. Todo
era claro, excepto las razones que habían determinado acabar con la
fijación de las imágenes. Ella había dicho que era aburrido y que
sentía no estar en el camino correcto. ¿La razón —me pregunté— era
como la mía?
Posiblemente ella también las había considerado externas, no pro-
venientes de sí misma y por ello... —¡ Dioses! —exclamó— sintiendo
que lo imposible me había ocurrido; quizá, por fin la había encontrado.
A los dos días volví a verla, nos sentamos frente a frente y yo,
sin poder contenerme, le hice la pregunta.
—No —me dijo con seguridad— no fue así. Más bien sentí que
interfería con un proceso que se daba en mi profundidad y decidí dejarlo
libre. Cuando pintaba una imagen que había fijado, otras aparecían a
continuación y yo sentía que desechándolas cometía un grave error
conmigo misma. Mi problema consistía en trasladarlas al lienzo sin in-
terrumpir su secuencia.
—¿Cómo lo hiciste? —le pregunté—. Me miró a los ojos y después
fue en busca de un libro de pastas negras.
—Toma —me dijo— es mi diario.
Al hojearlo, quedé pasmado por su contenido. Docenas y docenas
de dibujos exquisitos lo llenaban ; algunos de ellos verdaderamente com-
plejos. Insectos de los que surgían flores llenas de hombres, esferas que
contenían universos conceptuales, sostenidas por garras en contracción
isométrica. Un ojo me produjo una emoción desconocida; en su pequeña
pupila se alcanzaba a ver una ventana y un hombre.
—¿Los ojos te aparecen de continuo?
Rió y me contestó afirmativamente.
—¿Penetras sus pupilas?
—¡ Claro!
Eso era señal inequívoca de una capacidad casi extinguida —pen-
sé para mí—, un retorno a la capacidad de ver lo que no se muestra.
Volteé a verla y sentí que adivinaba mis pensamientos. No sé por qué
se lo dije, creo que dejé de entenderla y eso hizo que me asustara su
proximidad. Me preciaba de mi capacidad para penetrar en otros uni-
versos y ahora me encontraba con uno verdaderamente enigmático,
tanto que hizo renacer en mí una confianza casi olvidada.
Una voz me decía que posiblemente los presos del instituto de Mar-
vino del primer círculo tenían razón : “La experiencia determina la
conciencia.” ¿Pero qué conciencia era ésta?, tan cercana y al mismo
tiempo tan lejana. De pronto me encontré con una frase: “Ciega, bus-
cando el autoconocimiento.”
No pude dejar de exclamar: —¡ Eso eres!
Ella se rió con una expresión cristalina y asintió.
Mi cerebro era un torbellino de ideas. Una de ellas retornaba insis-
tentemente y yo la rechazaba con enojo: “Sus procesos son de extremo
acceso a su esencia; tanto que no existe observador de los mismos.”
• Me parecía un pensamiento extravagante y, lo peor, fácil. No podía
ser así, por más diferencias, compartíamos una estructura cerebral se-
mejante. Traté de frenar el análisis y medité. Debía encontrar una clave.
Viendo otro cuaderno parecido al primero lo empecé a revisar.
—Es otro diario —me dijo ella.
—¿Posterior?
—Sí, un año.
Definitivamente había un cambio; más método, menos libertad, más
preciosismo. Intuyendo una clave me arriesgué a decírselo:
—¡ Son menos libres!
No me contestó y yo no la respeté... insistí:
—¿Qué sucedió entre uno y otro?
De nuevo calló y me llenó una súbita impresión de inaccesibilidad
premeditada y voluntaria.
Esperé unos minutos y al fin oí su voz:
—Vine a vivir a México, no conocía el idioma y fue difícil.
juro que si me hubiese sentido más libre la habría tomado en mis
brazos. En lugar de ello me despedí. El camino a mi casa fue largo y
penoso y una sensación de muerte empezó a envolverme.
111
Más wzA DE LOS LENGUAJ ES

—¡ Maldita sea mi historia que me sigue a dondequiera!


La noche, sin embargo, fue preciosa.
Me planteé el viejo problema de la percepción de objetos como
unidades gestólticas y lo resolví con satisfacción. Dependía no tanto de
las leyes configuracionales, sino de la duración del presente.
Al día siguiente asistí a una reunión de pintores. Lo que aprendí
de ella es tan difícil de explicar que me contentaré con resumir mis
impresiones en una frase que después describiré: “Cada quien es un
universo total.”
Alrededor de una mesa colocada en un balcón me encontré con
Rumi y seis caras desconocidas. Invadido por una emoción que nada
tenía que ver con el espectáculo me aparté a un rincón. Me propuse
escuchar como si nunca hubiese visto a un ser humano; al principio
la intención era clara y consciente pero pronto se convirtió en absoluta.
Uno de ellos hablaba de sus experiencias en una cantina llena de ca-
bezas de serpientes. Otro acerca del peyote y la costumbre de los indios
de un poblado, cuyo nombre no recuerdo, de discutir con iglesias. Otro
más de la cría de conejos. Al final aquello eran voces que se mezclaban
dando lugar a palabras enigmáticas en un idioma que era la resultante
de todos.
Me sentí mareado y volteé a ver a Rumi.
Hojeaba un libro de biología y lanzaba expresiones de entusiasmo
al reconocer en una célula en mitosis uno de los signos del Tarot. Por
fin pude hablar con alguien. Deseaba preguntarle lo que días más
tarde me preguntó mi amigo Juan, pero sólo le dije que la tarde estaba
muy soleada. Al anochecer nos despedimos. Miré a Rumi compren-
diendo que sería la última vez que la veía.
Tres días después me encontré con Juan, completa y absolutamente
borracho. Vino hacia mí hecho una tromba y me sacudió enérgica-
mente:
—¿Quién eres? —me gritó.
Comprendí que era la misma pregunta y en un susurro le contesté
que debía estar loco si quería averiguarlo.
Eso lo calmó y nos sentamos a platicar.
Confieso que sólo entendí la cuarta parte de sus palabras. Hablaba
de los labradores que en medio del campo ven el cielo.
—¿Se preguntarán quiénes son? —me interrogó inquisitivamente.
Yo sabía que la respuesta la daría él. Dejé que sus ojos hemorrági-
cos vagaran por el cuarto. Por fin oí su respuesta:
¡ No puedo creer que no lo hagan !
Sabía que estaba mintiendo. Lo que Juan quería es que no lo
hicieran y, sin embargo, afirmarlo hubiera sido despreciable.
112
CAPÍTULO XX

En ese momento comprendí que no debía confiar en él. Me fui


a mi casa y al empezar a escribir esto me dije que debía ser caute-
loso y hacer un análisis lógico. Las primeras líneas decían algo así como:

el proceso creativo es el contacto con el ser. Su ocurrencia está


determinada por un proceso cuyo fundamento es la destrucción de la
historia personal y de los egos...

Rompí la hoja y simplemente lo dejé salir.

113
1. Toda fantasía es realidad desde el momento en que ocurre, no
importa que sea interna o externa. Ya analizamos esta dicotomía fan-
tástica en términos de expansión y por tanto, descartamos la aparente
diferencia que contenía. Por tanto, toda fantasía es real.

2. Conceptualmente, la transformación cualitativa asociada a la crea-


ción de la experiencia perceptual a partir de campos energéticos es se-
mejante a la transformación de un campo magnético en corriente eléc-
trica; en otras palabras, la aparición de una corriente eléctrica como
resultado de manipulaciones sobre campos magnéticos, tiene el mismo
carácter emergente que la creación de un percepto a partir de un cam-
po neuronal hipercomplejo.

fl. Para que un campo magnético se transforme en corriente eléctrica


es necesario que ocurran, al menos, dos maniobras; en primer lugar,
que el campo magnético sea variable (en movimiento) y en segun-
do, que actúe sobre un metal. Es precisamente la existencia de dos enti-
dades añadidas (la variación y la direccionalidad) la base del fenómeno.

4. De la misma forma, la creación de la experiencia requiere por lo


menos dos aííadidos a1 campo neuronal; curiosamente, ambos son los
mismos que en la transformación campo magnético-corriente eléctrica,
es decir, variación de los campos e interacción con objetos externos.

5. Si en lugar de objetos externos pensamos en densidades atómicas


y moleculares, la similitud se hace más evidente. Un objeto es una agru-
pación de elementos atómicos más densa que un espacio vacío. Si un
campo neuronal en proceso de expansión interactúa con diferentes den-
sidades atómicas, es posible suponer que de esta interacción surjan va-
riaciones complejas en las características del campo; la aparición de un
objeto experimentado perceptualmente, debe depender de las caracte-
rísticas de esta interacción. En otras palabras, la forma de un objeto
115
MSs ALLÁ DE LOS LE NGUA J ES

no sólo depende de las características intrínsecas de los campos neuro-


nales en expansión, sino de su interacción con variadas densidades ató-
micas (los objetos) localizadas en el espacio.

6. Si lo anterior es cierto, debe suponerse una cierta velocidad para


la expansión de los campos neuronales. Aunque no hay evidencias al
respecto, es posible suponer que esta velocidad sea astronómicamente
elevada, lo cual podría explicar la capacidad del cerebro humano para
percibir una constelación como un todo, aun cuando la distancia que
separa las estrellas que la constituyen sea del orden de años luz. Esta
percepción en conjunto es la percepción simultánea de la constelación. Si
los experimentos de transmisión telepática se visualizan como
resultantes de interacciones directas entre dos o más campos neurona-
les en expansión, se podría pensar que la velocidad de esta expansión
es prácticamente infinita. Esto quiere decir que el concepto de veloci-
dad aplicado a esta expansión es insostenible y que no es distancia
sobre tiempo lo que se maneja en la expansión, sino quizá penetración
en una dimensión alejada de cualquier evento temporal.

7. Puesto que el universo formado por cuerpos estelares posee carac-


terísticas semejantes al universo cerebral formado por neuronas, se po-
dría postular que semejantes fenómenos ocurren en los dos niveles; en
otras palabras, una estrella es una densidad atómica energéticamente
activa, que difunde esta energía en forma de campos gravitacionaJes
en interacción, etc. Por supuesto, esto nos lleva a la noción de cerebro
cósmico y a la de conciencia universal.
La única posibilidad de comprobar estas ideas sería duplicar los
campos energéticos formados por elementos semejantes a los neurona-
les y/o estelares e inventar una técnica que permita detectar en forma
directa, experiencias. Pero de esto estamos todavía muy lejos.

8. El mundo puede ser percibido a diferentes niveles de inclusión.


En el más diferenciado, cada objeto es diferente de los demás y cada
ser una totalidad individualizada. En un nivel menos diferenciado,
aspectos comunes y generales se detectan como elementos comunes en
objetos y perceptos. Ejemplo de estos dos niveles sería la visión de una
flor como diferente de una roca (nivel de alta diferenciación) o la
conceptualización de ambos objetos como constituidos de moléculas o
átomos
A un nivel aún más elemental el manejo conceptual podría ser el
de campos energéticos en interacción. Aquí la capacidad de generaliza-
ción llega a un máximo en el que se incluye a los objetos y a los pro-
116
CAPITULO XXI

cesos cerebrales necesarios para el surgimiento de experiencias (cam-


pos hipercomplejos en expansión interactuante).
El funcionamiento a nivel de generalización universal ( alto nivel de
inclusión) permite conocer lo que nos estimula como surgiendo de lo
mismo. El mundo se vuelve explicable o basado en los mismos prin-
cipios; sin embargo, a este nivel debe sobrepasarlo otro. No puede ser
un punto final sino al contrario, un principio que implica la profun-
dización en los fenómenos de totalidades complejas. En otras palabras,
a la explicación de la forma y la tridimensionalidad del mundo como
resultante de la interacción expansiva de campos energéticos neuronales
y densidades atómicas (los objetos) debe suceder el análisis de la apa-
rición de características más concretas de los objetos; por ejemplo,
debe ser posible entender el carácter translúcido del cristal o la colora-
ción de una flor en base a las características detalladas de los procesos
de interacción; esto implica el conocimiento de las leyes fundamenta-
les que le dan carácter emergente a cualquier propiedad. La visión del
universo desde la perspectiva de inclusividad tiene tantos niveles como
historias personales. De esta manera, un físico podría ser perceptual-
mente consciente de que lo que ve y oye es, más que diversidad, ele-
mentos universales ( átomos y partículas elementales) . Un pintor podría
abstraer de su mundo conceptual la forma tridimensional e hipercom-
pleja que es común a varios objetos; un neurofisiólogo, la conside-
ración del lenguaje cerebral y cambios electrofisiológicos como trans-
*formación común del mundo perceptual, emotivo y cognoscitivo. Un
filósofo la de luz y sonido, independientemente de detalles y formas,
etcétera.
Esto indica que el nivel de fundamentales generalizados (elementos
comunes) asociado a un pensamiento inclusivo no es en realidad sólo
uno. Depende del nivel de abstracción al que se ha llegado, de detec-
tar variadas profundidades de inclusión; lo que los orientales denominan
unidad tras la diversidad. La meditación transcendental aplica este
conocimiento con la finalidad de incrementar el grado de conciencia
de sus practicantes. Definitivamente funciona al evitar una pérdida de
centralización ante la enorme diversidad perceptual y cognoscitiva.
Alguien que sepa la unidad detrás de la diversidad funcionará en forma
más balanceada y creativa que quien se pierda en la diversidad. Una
terapia de inclusión o de convergencia se podría desarrollar con base
en estos principios.

117
1. Hoy experimentó la sensación de presente sin expectancias a un ni-
vel que nunca había conocido. Simplemente estuve aquí, y ahora sin
suponerme en camino de un conocimiento futuro y sin ideas preconce-
bidas. Llegué a pensar que la vida es larga y mi cuerpo la maquinaria
que sostiene mi conciencia, conciencia que se recreará cada vez que
alguien lea esto.

2. Simplemente porque tú duplicarás mi realidad.

3. Cualquier objeto dice tanto de mí mismo como de sí mismo. En-


tender el surgimiento de su forma, textura y color es comprender el
universo todo a partir de cada uno de sus componentes. El reto es saber
si ese conocimiento puede obtenerse con un arma: el acceso a nuestro
interior.

4. El futuro se presenta optimista a mi percepción, porque reconozco


la existencia de enseñanzas que todavía no logro hacer mías. El pesi-
mismo proviene de la ilusión de conocimiento absoluto. El optimismo,
de la aceptación de la existencia de otras realidades; pero solamente
cuando se es capaz de no perderse en ellas.

5. Existe un centro que se conserva a lo largo de toda la vida; desde


él se vislumbra la existencia cuando ésta se vislumbra a sí misma.

6. El planeta nos sostiene porque somos una extensión natural suya.


Nuestro organismo participa de un orden natural que constituye nues-
tra infraestructura. Pero somos provenientes de esta infraestructura como
el movimiento es proveniente de una fuerza o energía que lo provoca.
Nuestra conciencia es y no es nuestro cuerpo. Lo es en cuanto resul-
tante, no en cuanto existencia independiente. La conciencia de do9
seres también es y no es la misma; lo es en tanto que percibe y siente,
no es en tanto que contiene un procesamiento diferente de una infor-
119
Más wnA DE LOS LENOUAJ ES

mación diferente. La conciencia surge de una estructura dada y este


surgimiento la hace responsable de sí misma. Estamos aquí para ser
pero este ser difiere en cada uno de nosotros como las flores difieren
en coloración, forma y tamaño. Todos vamos hacia lo mismo a través
de la creación de diferentes caminos. Pero sólo somos en tanto que cree-
mos en nosotros mismO3; puesto que la creación es infinita, así somos.

7. Entender requiere descubrir principios generales que centren la


diversidad; principios generales en cada uno de nosotros y que en el ver-
dadero y final entendimiento son los mismos.

8. Ejemplo de lo anterior es la comprensión de los símbolos. El hom-


bre que ha encontrado principios generales y que vive en ellos tiene la
necesidad de manifestarlos y transmitirlos. Opina que permiten llegar
a la felicidad y por ello desea compartirlos. Dependerá de la profun-
didad de estos principios, de su veracidad y del mayor o menor carácter
directo de su manifestación, el que puedan ser recreados. Si el símbolo
contiene ensenanza universal, estimulará la misma enseñanza en quien
sea capaz de profundizar en su esencia; de esto último dependerán su
aceptación y su permanencia. El símbolo más cercano a una esencia
es aquel que reproduce un patrón fundamental y que por tanto tiene un
carácter algorítmico. La simpleza de la manifestación simbólica es pará-
metro de su universalidad y capacidad de transmisión.

9. Un símbolo que reúne tales caracteristicas es la cruz. Su perma-


nencia a través del tiempo es entendible por cuanto incluye en su con-
formación una ensenanza esencial, la cual lo es en tanto que permite
un desarrollo conceptual creativo; es decir, manifiesta la existencia de un
método que permite entender y desarrollar nuevas dimensiones.
En sus orígenes, en el primer pensamiento que le dio lugar y que se
manifiesta en ella, la cruz debió postular una verdad fundamental: la
existencia de interacciones, interacciones que demuestran, en sí mismas,
el surgimiento de nuevas propiedades. Desde el punto de vista de di-
mensiones espaciales, la interacción de dos elementos lineales que sena-
lan y dan lugar a una propiedad no contenida en el carácter unidi-
mensional de sus elementos, la superficie bidimensional. La cruz señala
un espacio bidimensional localizado en una tridimensionalidad. Este
señalamiento surge de la interacción de dos elementos simples. Ya desde
aquí se patentiza el señalamiento de un método para hacer accesible
el conocimiento ; en otras palahras, señala la dirección de un desarrollo
del entendimiento, al postular que este surge de una interacción. Al
mismo tiempo, determina la aparición de una entidad de menor nú-

120
Crízuno XXII
mero de dimensiones, haciendo clara la noción de centralización, el
punto.
Expandida en el mundo geométrico, la cruz seííala la existencia de
un principio generatriz, el punto, como origen del mundo lineal, y
de dos líneas, como el principio de una nueva dimensión espacial. Como
postulación de principios fundamentales, la cruz también indica la for-
ma en que la energía crea realidades. Si cada línea que la constituye se
conceptúa como fuerza energética, su conformación geométrica indica
que dos campos energéticos en interacción no sólo suman sus poderes
sino que dan nacimiento a uno nuevo.
Puesto que la cruz es un método para entender las bases del mun-
do, también puede ser vislumbrada su enseñanza desde una perspectiva
más global. En otras palabras, es la presentación de un camino mo-
ral ... el buen camino es la simpleza interactuante que señala y permite
un camino ilimitado e infinito en posibilidades.
El hecho de que la interacción de los elementos que la forman se-
ñala dos direcciones de un mismo desarrollo (hacia arriba, la super-
ficie bidimensional y hacia bajo el punto unidimensional) quiere decir
que todo auténtico avance conceptual no debe restringirse en cuanto
a posibilidades; en otras palabras, cuando cada nivel de desarrollo con-
ceptual sea capaz de contener los previos y además señale varias direc-
ciones posibles, habrá la seguridad de que se transita por buen camino,
es decir se es libre. En cambio, cuando sólo senale en una dirección se
'irá en mal camino, habrá falta de libertad y dogmatismo.
Si se quiere, pone sobreaviso en contra del dogmatismo conceptual.
Puesto que no es azarosa la creación de un símbolo que como la cruz
se ha mantenido en el tiempo, permite conocer el nivel de pensamiento
y la capacidad de abstracción de quienes la crearon; lo que quiere de-
cir que la visión de un símbolo como la cruz, es la de un algoritmo que
descifrado, permite conocer las bases fundamentales de los hombres y
la civilización que la creó y la usa. Además, indica o demuestra un
principio básico en el desarrollo y existencia del Universo, al señalar
las características de éste.

10. La svástica hindú es un desarrollo de la misma dirección. Además


de mantener las consideraciones y principios anteriores, incorpora una
nueva dimensión no contenida en aquellos: el movimiento. Señala la ne-
cesidad de actuar e indica la forma en que un conjunto de elementos
en interacción puede ser activado como un todo. Por supuesto, la intro-
ducción del movimiento hace ver la existencia de niveles energéticos
pertenecientes a dimensiones no contenidas en la interacción o al menos
no asociadas con ella. En otras palabras, la svástica se mueve en un es-
121
MSs ALLÁ DE LOS LE NGUAJ ES

pacto que no le pertenece y está sujeta a fuerzas que se alejan de sí


misma.

11. La estrella de David, al igual que la svástica incorpora nuevas


dimensiones. Aquí, una intersección de tres elementos lineales forma un
triángulo, y dos triángulos en superposición una estrella.
La noción clara y objetiva del mundo bidimensional se logra utili-
zando el mínimo posible de elementos (tres líneas que forman una su-
perficie triangular) ; ya desde aquí hay una enseñanza. La elegancia y
economía conceptual da lugar a una totalidad no contenida en las par-
tes que la forman, señalando la emergencia de un nuevo mundo o
realidad dimensional. En este sentido, es semejante al señalamiento bidi-
mensional de la cruz, aunque más claro y preciso. Un mundo unidimen-
sional convertido en bidimensional; al mismo tiempo, postula la filosofía
de inclusión :

Tomad varios elementos independientes; hacedlos interactuar y obten-


dréis un todo emergente. Utilizad esta totalidad como elemento de una
nueva interacción y así hasta el infinito, la conciencia.

La superposición de dos triángulos, además de dar lugar a una nue-


va totalidad, incorpora una nueva dimensión espacial y convierte a la
estrella de David en tridimensional; así postula y determina un nuevo
universo.
Además, la interacción de los dos triángulos da lugar a nuevas
formas geométricas que reproducen la original (nuevos triángulos) y for-
man figuras complejas; de aquí la noción de patrones base de las cien-
cias y de la emergencia de la vida. Los creadores de este símbolo y de
todos los otros, nos hablan acerca de su desarrollo cognoscitivo y de los
principios básicos de pensamientos que usaron para manifestarla. La be-
lleza de un símbolo depende en gran parte de que contenga en sí
mismo las instrucciones para entenderlo. La cruz, la svástica y la estrella
de David contienen esta belleza.
Estos principios pueden ser aplicados a otra categoría simbólica;
por ejemplo, las letras. En hebreo, las letras están construidas usando
elementos lineales simples (una línea recta y una curva unidas) que
cambian su significado al rotarse en el espacio.
Los creadores de tales letras manifiestan en ellas principios de uti-
lización y compensación espaciales, diferentes a los utilizados en otros
lenguajes. Los códices maya podrían ser descifrados utilizando seme-
jante enfoque. De hecho, cualquier seííal desconocida (símbolo nuevo)
122
podría ser descifrada así: principio de toda una nueva ciencia, la crip-
tografía inclusiva o convergente. La única condición es la del desci-
lrador; su nivel de desarrollo cognoscitivo debe ser igual o superior
al contenido simbólico, lo que sólo será posible cuando sus experiencias
resulten semejantes y tan ricas como las de la gente que se manifiesta
a través de los símbolos. Un artista que utiliza estas concepciones y se
desarrolla a través de ellas es el grabador holandés M. C. Escher.

12. Los llamados mandalas pertenecen a la misma categoría simbó-


lica, aunque estén determinados por una concepción absolutamente di-
ferente del universo. En su circularidad señalan que el principio y fin
de cualquier proceso están en el mismo punto y son lo mismo. La uti-
lización de símbolos en la danza es la introducción de la dimensión
secuencial y de movimiento.

13. La zona retiniana que con mayor claridad capta el mundo es la


fóvea, aproximadamente de un milímetro cuadrado de superficie bidi-
mensional; el mundo que vemos es reducido hasta ocupar este tamaño.
Cualquier punto del espacio contiene información astronómica puesto
que desde cualquier lugar en el cual se coloque este milímetro cua-
drado de tejido es posible percibir una cantidad inmensa de elementos.
Esto sólo es posible si se piensa que 1os objetos iluminados pueden
recrearse o reproducirse usando elementos algorítmicos o más bien lo
Son de por sí. En la luz, basta la magnitud de las ondas lumínicas y sus
diferencias de fase, para reconstruir una imagen; se demuestra cabal-
mente en la holograíía.
En nuestra retina, los dos elementos algorítmicos se transforman en
una lógica digitalizada y ésta a su vez, en un espacio neuronal tridi-
. mensionalmente activado, el cual, con la añadidura de la dimensión
temporal y la expansión de campos energéticos, se convierte en un cam-
po energético hipercomplejo del que surgen los perceptos, propiedades
emergentes siempre basadas en interacciones. En cada nivel una dimen-
sión añadida. Al igual que símbolos como la cruz y la estrella de Da-
vid, funcionamos. Los símbolos, por tanto, hablan de nuestra fisio-
logía cerebral en cuanto constructora de la realidad.

14. La realidad es el conjunto de todas las realidades a cualquier ni-


vel. Construimos una de tantas y somos una de tantas. El mundo es una
creación total; nosotros percibimos objetos y espacio en una forma que
no es la del espacio mismo. Gada punto del espacio contiene todos los
posibles espacios; somos una sección restringida de uno de ellos; inca-
paces de verlos todos pero capaces de pensarlos.
123
Más wnÁ DE LOS LENOUA J ES

15. Una experiencia de distorsión del mundo perceptual bien enten-


dida es un aprendizaje genial. Se duda hasta de lo más fijo ; pero es
peligrosa, precisamente por lo mismo.

16. Antes de que el fuego aparezca la savia húmeda del tronco hierve.
Espuma verdosa se vislumbra y despues se piensa en la vida. Los tron-
cos se mueven y ennegrecen; cambios nuevos y sorprendentes aguardan
la oportunidad de aparecer, como la vida; nuevas propiedades resul-
tado de aceleración energética. De pronto, la luz rojiza transforma la
negrura de un tronco. De las ramas salen a presión gruesas columnas
de vapor espeso que se elevan. El momento ha llegado, en un cambio
cuántico y cualitativo increíble las llamas se elevan por entre los car-
bones encendidos y las maderas. Se vuelve a pensar en la aparición
de la vida y asombra la semejanza.
Después alguien pregunta cómo se supo el instante preciso y uno
contesta con una descripción. Al relatar la experiencia nos damos cuen-
ta que el antecedente inmediato a una nueva propiedad emergente es la
aceleración de procesos energéticos. El resultado puede ser la muerte
o la vida, todo depende de un ajuste en la dimensión temporal. Estoy
hablando en forma clásica, por tanto, pido que no tomes las palabras
a la ligera.
Nueva dimensión, la plática contigo; modo de funcionamiento que
de obvio se convierte en fantástico y delicioso. Es más, yo siempre dialogo
con alguien que está adentro. En ocasiones me contesta y en una de
ellas me asombró de mi propio diálogo. Pero ahora es la forma de ma-
nifestarme también y eso me acerca a mi esencia; bellísimo descubri-
miento que como siempre me lleva del entender al poderlo ver y des-
pués a sentirlo, nuevo entenderlo que se transforma en certeza. Y
aquí, sin embargo, surge la pregunta: ¿confundo una emoción con
la verdad que yo llamo certeza o es que la certeza se acompaña natu-
ralmente de emoción?
Otra vez quiero que lo entiendas y no dudes de haberlo visto y sen-
tido, por lo menos así funciono yo. Se termina cuando dudo y dudo
porque paso del sentirlo al verlo y de nuevo a intentar entenderlo. Así,
de círculo en círculo, vivo. Pero la sensación es “de espiral de diámetro
expandido”, es decir, el entender no permanece en el mismo plano sino
que se transforma, transformando cada vez más mi vida. Al final siem-
pre encuentro que el pensar puede llegar a ser aburrido y busco...
sentir. Y en el nuevo sentir hay otro universo; de retorno de ahí paso
a ver en mí mismo y después a entenderme.
Espirales en expansión con vueltas nuevas y sorprendentes; en oca-
siones me pierdo y la búsqueda se acompaña de desagrado. Es cuando
124
Cufruio XXII
espero que dependo de alguien; corto mi espiral yo mismo, sabiendo
y no queriendo saber lo que ocurre. Es sólo cuando me respeto, o por
lo menos lo era, porque ahora empiezo a sentir mi cuerpo sabiendo
que me sostiene. Confieso que alguna vez traté de entenderlo, en otra
casi lo ví y ahora empiezo a sentirlo.

17. El fuego se parece a la vida en otro aspecto. Tiene un nacimien-


to, desarrolIo y crecimiento, un clímax, una madurez, envejecimiento
y muerte. Pero no puede pensar, le falta organización. Si se fuera me-
nos estricto se podría decir que es la última manifestación similar a la
vida, pero que no es ella misma; sin embargo, las analogías siguen.
El campo energético cuya manifestación visible son las llamas, debe ser
semejante al campo energético hipercomplejo creado por nuestro ce-
rebro. Las llamas no pueden pensar ni sentir, sin embargo es posible
que en sí mismas sean una experiencia aislada sin infraestructura ni
organización.

18. Cuando un tronco se coloca encima de una brasa encendida, ¿qué


ocurre? El tronco alcanza la temperatura de la brasa sin sobrepasarla
y lanzando llamas en el proceso, o bien, iguala su temperatura a la de
las brasas y después la sobrepasa lanzando como consecuencia última las

El segundo caso es el más probable y la estructura química de la


rríadera puede ser la responsable del incremento en temperatura, al di-
siparse la energía contenida en las cadenas de carbono e hidrógeno que
la forman. En este caso todo el fenómeno es autorregencrativo; de nue-
vo al igual que la vida. Una propiedad emergente es entonces el resul-
tado de una aceleración autorregenerativa de procesos energéticos. La
experiencia, al menos, debe serlo y con ella la conciencia.

19. Sin embargo, no deja de ser una analogía o si se quiere, de nue-


vo, una descripción. La experiencia no es eso mismo; puede sostenerse
o describirse en términos de sí misma, pero nada más.

20. No importa la actividad específica que se realice, sino la forma


y la actitud que la sostienen. Así, el leer puede ser un escape o un
encuentro con otras realidades y experiencias.

125
1. A las personas hay que aceptarías con sus máscaras; es la única
‹forma de quitárselas.

2. Equilibrio no es permanecer a la mitad de cualquier proceso; ni


siquiera supone un balance entre opuestos. Más bien es la integración
vivida a través de un extremo, en el sentido de involucración total en
cualquier actividad. Esa es la manera de entender la actividad y des-
pués incluirla dentro de un todo más generalizado o fundamental; es
decir, de encontrar que ella fue sólo el medio. El equilibrio es el si-
guiente paso, cuando el todo comienza a ser desmembrado de sus rela-
ciones y a través de sus relaciones con la actividad.

3. La acción es el resultado de considerar la posibilidad que los con-


ceptos puedan ser revertidos, es decir, de hacerlos nuestros.

4. En mi historia y sólo desde la mía el terror aparece cuando la in-


formación sobrepasa mi entendimiento. Como hoy, cuando comprendí
que no comprendía que el hablar mío era diferente de los que utilizan
los demás, cuando al entrar en su hablar sus mundos aparecieron en
plenitud, recordé una experiencia con un amigo. Los dos empezamos a
ver nuestras palabras y movimientos como provenientes de una ense-
ñanza y de una herencia. Al hablar, un gesto también se veía y se
empezó a comprender que a1 final de lo que se entendía, no había
razón suficiente. Era resultado de un acto inconsciente o consciente-
mente mediocre. Puesto que eso veíamos, el gesto y el no gesto, la palabra
y el silencio, el movimiento y la inmovilidad significaban lo mismo.
Al principio fue divertido, pero después, en plenitud de conciencia, se
convirtió en aterrorizante.
Dejamos de sentirnos y yo decidí permanecer alerta para no penetrar
nunca más en ese universo sin sentido. Ahora pienso un tanto diferente;
el terror aparece cuando no entiendo. La misma conciencia de verme
añadido a un sentido expansivo ya la he tratado aquí; el descubri-
127
US ALLÁ DE LOS LEN GUAJ ES

miento y vivencia de un fundamental que empieza a ser el p›unto de


arranque para el entendimiento total.

5. Lo mismo que ocurre en un átomo ocurre como patrón secuencial


de acontecimientos en una molécula. La diferencia entre ambos es que
la molécula, además de relacionarse y estar basada en el patrón atómico
fundamental, maneja propiedades nuevas dependientes de las transfor-
maciones del patrón fundamental. De esta forma se mantienen ciclos
energéticos, lo mismo que propiedades de interacción. Por otro lado,
aparece una nueva complejidad de interacciones, haciendo que emer-
jan nuevas propiedades, ahora pertenecientes al universo molecular.
Cualquier compuesto superior manifestará esas mismas propiedades, jun-
to a las que pertenecen a su nivel de complejidad. Una proteína, por
ejemplo, posee propiedades moleculares y atómicas además de las propias.
El organismo todo está sometido a la misma regla; aun la conciencia.
De esta manera, se puede partir de cualquier nivel y al desarrollarlo se
comprenderá el todo.
Por todo, la conciencia total puede articularse en el sentido siem-
pre y cuando dé lugar a un todo integrado, es decir, a un conjunto
de relaciones que se extienden en un infinito conceptual. Queda re-
suelta la pregunta acerca de la igualdad de posibilidades de aparición
del sentido y de la falta del mismo en ese nivel de conciencia. El sen-
tido aparece cuando se comprende, y la falta de sentido cuando se deja
de comprender.

6. Las fallas en la comunicación aparecen cuando los que se comuni-


can no permanecen en el mismo nivel de descubrimiento conceptual.
Basta que una frase sea entendida en dos niveles diferentes, para que
aparezca la posibilidad de bloqueo en la comunicación. Un ejemplo
concreto podría ser el siguiente: Supongamos que alguien manifiesta
temor de comunicar una experiencia al considerar de antemano que
no será comprendida tal como se vivió. Puede decir: —¡ Hay cosas
que no se deben decir! Supongamos que quien oyó tal aseveración es
consciente de que su origen está contenido en algunas experiencias par-
ticulares en las cuales el haber comunicado algo fue castigado o utili-
zado en contra de quien lo comunicó.
Entendiendo esto puede llegarse a la conclusión de que quien dijo:
“¡ Hay cosas que no se deben decir!” está incluyendo al otro dentro
de una categoría cuya realidad no es la del momento, sino la de expe-
riencias concretas del pasado. Queriendo éste transmitir tal conclusión
contesta: —¡ Es necesario vivir en el presente! La otra persona puede
entender o no lo respuesta; en el primer caso intentará comunicarse
128
al detectar un contacto directo; en el segundo, aumentará su bloqueo.
Cuando se entiende, la comunicación fluye a una velocidad y creativi-
dad asombrosa; cuando no se entiende surge una parálisis conceptual.

7. Cada ser humano es diferente en experiencias y por tanto en capa-


cidad de entender las de los otros. Sólo cuando extrae lo que es común
a ellas puede establecer contacto directo con esencias. Esto sucede
cuando se es capaz de transformar los términos lingüísticos de otro uni-
verso a los propios. No deja de tener peligro, pero en eso está la clave
de la aceptación.

8. Cuando no se incluye en categorías simplistas a un ser humano se


le puede entender y aceptar; sin embargo, el entendimiento es tan va-
riado como el lenguaje. Para algunos significa sentir emociones, para
otros, tener imágenes, para otros más incluir en estructuras conceptua-
les, etc. La conciencia surge sólo cuando el entender es captar patrones
comunes.
9. El arte es la manifestación de la auténtica esencia, del yo sin más-
caras, justificaciones, estructuras o juicios. En este sentido, todo puede
ser arte, aun la realización de un experimento científico, siempre que
posea la cualidad de lo auténtico. Auténtico en este contexto es la com-
plejidad suficiente.

lÓ. El artista que se expresa a sí mismo a través de cualquier mani-


festación, extrae de su interior toda una serie de contenidos que así
exteriorizados lo dejan en capacidad de apertura. Su interior se limpia
en su obra y esa limpieza lo hace sensible y puro. En tales condiciones,
queda preparado para la recepción e integración de información, fuera
de todo contexto preestablecido.

11. La comunicación simbólica es la manifestación directa de un ni-


vel de conciencia determinado y, por tanto, de la posibilidad de des-
arrollarlo La capacidad de expresar un gran contenido conceptual por
medio de un símbolo es el camino de toda una expansión consciente;
la cruz en la espiral es un magnífico ejemplo ; en ella se manifiesta un
proceso natural común a toda emergencia de propiedades nuevas. La
cruz significa aquí la conjunción del espacio y del tiempo en un punto
material que genera un campo energético en expansión en el espacio.
Como una carga eléctrica puntual que en movimiento crea un campo
electromagnético, así cualquier interacción entre dos dimensiones (los dos
brazos de la cruz) genera forzosamente una alteración energética que
afecta el espacio. En términos conceptuales, este símbolo incorpora la
J29
LAS ALLÁ DE LOS LENCÍ UAJES

dimensión energética a un patrón fundamental de interacción; es por


ello que su valor y profundidad son tan poderosos.

12. Existen cuatro posibilidades para explicar la aparición de imáge-


nes de contenido original y nuevo. La primera supone un acceso directo
al procesamiento cerebral de información. Algunos de los procesos fisio-
lógicos que normalmente permanecen ocultos a la conciencia (la lógica
que precede la emisión lingüística, las transformaciones entre modali-
dades perceptuales, etc. ) serían revelados en forma de imágenes visuales.
Puesto que estos procesos son extraídos a los que normalmente se expe-
rimentan como vivencias, su aparición en forma de imágenes instala
un contenido original. Por supuesto que, de ser cierto lo anterior, ten-
dría que buscarse un mecanismo responsable de la transformación. Una
de las probables causas o al menos contribuyentes en este sentido pu-
diera ser una desinhibición interna. Puesto que las imágenes aparecen
cuando no existe pensamiento dirigido ni control consciente, la hipótesis
de desinhibición no es muy improbable (recordemos los sueños) .
La aparición, entonces, de un patrón neuronal asociado al procesa-
miento inconsciente de la información podría actuar como algoritmo
que activa libremente circuitos de divergencia, dando lugar a una
imagen.
La segunda posibilidad supone una transformación controlada. Sa-
bemos que un concepto o pensamiento es capaz de transformar un
percepto; de hecho, una palabra que se escuche puede dar lugar a una
imagen (por ejemplo la palabra flor a la imagen flor) . De la misma
manera, el pensamiento asociado con un lugar geográfico puede trans-
formarse internamente en imagen del mismo. La diferencia entre esta
posibilidad y la primera es el control, lo cual, introspectiva y fenome-
nológicamente contradice la vivencia de imágenes originales que apa-
rezcan alejadas de todo control cognoscitivo. Lógicamente, sin embar-
go, se podría suponer que existe un control que escapa al escrutinio
consciente.
La tercera posibilidad es una combinación de las dos anteriores.
Las imágenes podrían aparecer durante un acceso azaroso al procesa-
miento lógico neuronal y a partir de ahí someterse a un manejo contro-
lado. Apoya a la hipótesis de “combinación” el hecho de que la visión
interna de una persona desconocida, un ojo, un lugar geográfico o
cualesquiera otra pueda manejarse en el sentido de acercamiento o ale-
jamiento de ella, punto de referencia espacial desde el cual es vislum-
brada, etc.
La cuarta posibilidad es que el cerebro pueda actuar como antena
supersensible capaz de ser estimulada desde el exterior a través de la
130
CAPITULO XXIII

interacción de los campos energéticos que viajan en el espacio, con el


campo energético formado por la misma actividad neuronal. Esta cuar-
ta posibilidad puede ser vislumbrada desde dos referencias: una de
ellas es que la estimulación provenga de otros cerebros; la segunda,
de objetos. En el caso de cerebros se trataría de una interacción entre
dos o más campos neuronales; en el caso de objetos, se tendría que
postular la posibilidad de un conocimiento y percepción de los mismos,
que emplee avenidas no sensoriales.
Toda Ía evidencia acerca de los llamados nia jes astrales serviría
aquí de apoyo. La forma de entender estos viajes sería postularlos como
extensiones de un mecanismo perceptual normal; ya hemos menciona-
do que la percepción de objetos es una expansión de un campo neu-
ronal hipercomplejo, con diferentes densidades atómicas. Los llamados
uiayei astrales pudieran ser esta misma interacción sin su contraparte
sensorial física (activación de receptores retinianos o cualesquiera otros) .

13. Ciertas experiencias tempranas de Atir están asociadas con la úl-


tima posibilidad; cuando era niña, podía cerrar los ojos y seguir perci-
biendo lo que sucedía en su casa. La posibilidad de interacción entre
cerebros a través de sus campos neuronales se aplica en la llamada frre-
;0ia eidética,- un sujeto es entrenado a hacer aparecer imágenes como
las descritas, mientras otros sujetos relatan su propio contenido interno.
Las coincidencias son notables y repetidas, lo que apoya la posibilidad
descrita.

14. La aparición de ciertas emociones parece relacionarse con la cuar-


ta posibilidad. Si una imagen puede surgir como resultado de la interac-
ción externa de campos neuronales, de la misma manera pudiera acon-
tecer con las emociones. Alguien muy querido se deprime o angustia
y su compaíiero puede empezar a sentir una emoción incontrolada y de
origen desconocido.
Por supuesto que la forma más ortodoxa de entender la transmi-
sión emocional es suponer que se realiza a través de la detección sutil
de algún gesto, expresión o vocalización ; sin embaTgo, en ocasiones no
acontece la manifestación motora externa y se transmite la emoción.
Si realmente es así, la responsabilidad entre los miembros de una rela-
ción humana alcanza niveles de extraordinaria intensidad y alcance.

131
1. En el principio sólo existía vivencia;

2. Pero ésta fue valorada.

3. De ahí en adelante sólo el juego;

4. Mas un día una vivencia nueva apareció;

5. Y el juego se hizo personal;

6. La oportunidad de crear se creó;

7. Y se vivió.

8. Ahora sólo existe el ahora,

9. Excepto cuando se valora.

10. De ahí en adelante sólo el juego;

11. Pero como ya se vivió y ya se creó, el retorno es la muerte.

12. El aprendizaje por contacto con nuevas realidades se desarrolla


de la siguiente forma: un estímulo suficientemente intenso (léase pla-
centero, interesante, etc.) logra introducirse a través de barreras. Al
hacerlo desencadena una reacción, a partir de la cual se aprende al
reconocer su existencia, puesto que proviene de niveles hasta ese mo-
mento desconocidos en uno mismo. En otras palabras, el aprendizaje
real siempre es “interno” y consiste en el descubrimiento de algo que ya
existía pero que nunca se había manifestado; en este sentido la acción
conlleva sabiduría. El sacar a nuestra luz cualquier manifestación de
lo que previamente no se exteriorizaba permite el conocimiento de la
135
MÍs A»Á DE LOS LENGUAJ ES

manifestación misma y de sus precedentes. Así, ese conocimiento es un


verdadero acceso a los procesos que normalmente permanecen fuera
del escrutinio consciente. Es un acceso al interior.
De nuevo la “navaja de Ocam” demuestra su falsedad; según ella
un sistema no se puede conocer a sí mismo. Ya vimos que puesto que
la naturaleza sigue patrones similares a los que ocurren en nuestro
cerebro, este último puede conocerse a sí mismo a través del entendi-
miento y observación de los patrones naturales; ahora queda demos-
trado que es posible manifestar lo que normalmente está oculto. Este
estar oculto es nuestros procesos y es a través de la manifestación de los
mismos como un sistúema se puede conocer a sí mismo.

13. El conocimiento obtenido a través de la acción y el que se inte-


rioriza a partir de la observación de patrones naturales son los mismos,
y juntos nos hablan acerca de la forma en la que percibimos.

14. Somos un corte en el tiempo. En nosotros el tiempo es sólo un


número suficiente de interacciones neuronales. Ya hemos hablado antes
de la duración del presente; eso es nuestro corte o sección. Desde esta
perspectiva vemos el mundo. La variación de velocidad de las interac-
ciones se manifiesta en diferentes duraciones del presente; sin embargo,
existe también un tiempo externo. Un cambio gravitacional afecta el
espacio y el tiempo sin nuestra participación; ese espacio, ese tiempo
y ese campo gravitacional existe, independientemente de nosotros. Nos
afectan cambiando nuestro tiempo pero también el tiempo externo. La
identidad entre espacio y tiempo es la única forma de entender cómo
el efecto en uno altera al otro. Desde luego que la alteración podría
ser analizada desde un punto de vista operacional; el tiempo se mide
a través de un instrumento que vibra con cierta frecuencia. El cambio
en el tiempo, asociado con la existencia de un campo gravitacional, una
velocidad o alteración en el espacio, podrían ser solamente un cambio
en la frecuencia de los relojes que se usan para detectarlo. Sin em-
bargo, asociada con tal variación en frecuencia, debe existir una varia-
ción en tiempo.
Reducir el tiempo a la frecuencia de un instrumento resuelve el
problema de la existencia de un tiempo externo, negando ésta; solu-
ción fácil que prometería ser fructífera si fuera posible explicar por qué
existe una variación en frecuencia. En ausencia de un cambio gravi-
tacional y fuera de la dimensión velocidad, la frecuencia con que fun-
ciona un reloj debe ser idéntica en cualquier porción del espacio. La
introducción de cualquiera de estas variables provoca una alteración
en frecuencia, que a su vez se asocia con la dimensión tiempo. Un claro
134
CArITULO XXIV

ejemplo es la alteración del espacio y del “tiempo” en las cercanías


de los así llamados agujeros negros (masas estelares de densidad in-
creíble y por tanto productoras de un campo gravitacional inmenso) .
Una alteración en el espacio alrededor de un agujero negro altera
la frecuencia de un instrumento que vibra. ¿Por qué?

15. Es posible conocer el grado o nivel de sabiduría de alguien. Este


reconocimiento ocurre en forma fluida y automática cuando ese alguien
verbaliza un pensamiento que se refiere a nosotros mismos.

16. Existen tres términos que requieren explicación : nivel, interacción


y dimensión; son interdependientes y surgen uno del otro. (Nivel siem-
pre se refiere a procesos lógicos de inclusión.) Lo que desde cierta
perspectiva es difuso y azaroso, en otra se convierte en elemento inte-
grado de una totalidad que en sí misma también es difusa y desorga-
nizada, hasta que toda ella se integra convirtiéndose en elemento de
una totalidad mayor. Cada uno de los pasos de inclusión son niveles.
Nivel, por tanto, es grado de inclusión.
La interacción es siempre resultado de un balance instantáneo de
fuerza; en el tiempo todos los balances instantáneos varían, por lo que,
desde una perspectiva temporal, una interacción no es estática sino un
balance de fuerzas. Así, si yo empujo un carro, mi fuerza y la fricción
de éste se oponen, interactuando en un balance que cambia con el
tiempo. De la misma forma, dos ondas que viajan a través del espacio
y se encuentran en un punto del mismo en un instante cualquiera inter-
actúan balanceándose sus niveles energéticos. Cada una de las fuerzas
en interacción sufre un cambio que no existiría si se manifestaran aisla-
damente. Por ello, una interacción siempre da por resultado la emer-
gencia de una propiedad que no se daría de otra forma. El cambio
mutuo es, en su totalidad, un nuevo fenómeno. La frase de Gorostiza:
“tú, yo, nosotros tres” es verdadera también para casos de interacción
energética de nivel elemental, como lo es para interacciones entre con-
ciencias; probablemente porque una conciencia es también una dimen-
sión energética... hipercomplejo. Por tanto, el concepto de interacción
está íntimamente ligado al de propiedad emergente y en cierto sentido
al de nivel; en este último caso, un nivel sería el de fuerzas o energías
aisladas, otro el de balance instantáneo y temporal de las mismas, otro
más, el de existencia de una propiedad emergente.
Dimensión es un concepto relacionado, aunque más global. Ejem-
plo de dimensión y de cambio dimensional es la geometría; un punto
o una línea pertenecen a un espacio de una dimensión. Un plano o
superficie añade una nueva dimensión espacial creando un espacio bidi-
135
MÁ S ALLÁ DE LOS LENGUAJ ES

mensional a partir de otro unidimensional. La nueva dimensión es per-


pendicular con respecto a la anterior y por tanto no está contenida en
ella. La asociación con propiedad emergente es clara. Si a1 plano se le
añade una dimensión espacial perpendicular, surge el volumen y con
él, el espacio tridimensional. En un espacio tridimensional el tiempo
forma la sucesión de volúmenes, añadiendo así una dimensión nueva.
Fuera del mundo geométrico, los conceptos de dimensión y cambio di-
mensional mantienen su significado. Así, la reflexión o la conciencia
son una dimensión añadida a la puramente perceptual o sensorial; el
espacio, el tiempo, la conciencia son dimensiones cada una con carác-
ter propio.
La definición de dimensión queda entonces ligada a la de propiedad
emergente y ambas a la de interacción y nivel.

17. Es interesante reflexionar acerca de la cadena de eventos que dan


lugar a la aparición de una nueva dimensión. Por lo menos en el caso
de la experiencia perceptual, estos eventos son claros. Consisten en la
existencia de elementos activos que al interactuar dan lugar a un ba-
lance y alteración en los mismos; para la visión, significaría la activa-
ción de elementos neuronales aislados, la formación de campos energé-
ticos individuales, la expansión de cada uno de ellos y por último, su
mutua interacción. Podríamos decir que todos estos cambios lo son
de nivel. Más adelante la formación de un campo energético volumé-
trico e hipercomplejo (nuevo nivel que da lugar a propiedades emer-
gentes) . Por último, la expansión de este campo en el espacio, interac-
ciona con diferentes constituciones y densidades atómicas y molecu-
lares hasta dar lugar a la aparición de la forma de los objetos y la
experiencia perceptual al respecto. La aparición de la forma y de la ex-
periencia perceptual ya no son la de un cambio de nivel, sino la de un
cambio dimensional total. En este sentido, un cambio de nivel parece
implicar una variación “cuantitativa” mientras que la aparición de una
dimensión nueva, una “cuantitativa”.

18. Puesto que el espacio, el tiempo, la experiencia perceptual, la


reflexión y la conciencia son entes dimensionales, probablemente todos
ellos se ajusten, en mayor o menor grado, a la descripción precedente
(en términos muy globales... no de detalle o contenido cualitativo) .
Saber la forma y el proceso que dan lugar a la aparición de una nueva
dimensión implica conocer el fundamento de lo que se denomina trans-
formación. Puesto que transformación es el evento más generalizado en
el universo, el intento vale la pena.
136
19. Es probable que las mismas emociones surjan en distintos seres
humanos y lo que varíe sea su contenido y la posibilidad de acceso a
los procesos que les dan lugar. Alguien puede no entender el surgi-
miento de una de sus emociones y apasionarse incontroladamente, mien-
tras que otro puede saber de la lógica asociada con la aparición de las
mismas.

137
1. El efecto de un campo gravitacional es similar al de una acelera-
ción, tanto a nivel de experiencia subjetiva como con respecto al espacio
y al tiempo. Un ser humano sometido a una aceleración muy grande
envejece más lentamente que el que permanece estático. Lo mismo su-
cede con un campo gravitacional. La identidad entre campo gravita-
cional y aceleración y su contacto conceptual con la noción de espacio
son aparentes. Es más difícil entrever cómo se establece la relación con
el tiempo, a menos que, como dijimos antes, el tiempo en sí no exista
sino como cambio en la organización energética del espacio.

2. La noción de campo energético está íntimamente ligada a la de


espacio. Tan imposible es concebir la expansión de un campo fuera
del espacio como difícil concebir la idea de espacio vacío ; probable-
mente los dos conceptos son idénticos.

3. De esta forma, siendo el espacio el resultado de la existencia de


campos energéticos o más aún, siendo un campo energético de expan-
sión, es comprensible su alteración por un campo gravitacional.

4. En forma enteramente similar, siendo el tiempo un cambio en la


organización del espacio, resulta perfectamente clara su asociación con
las características de un espacio como campo energético alterado por
campos gravitacionales.

5. La relación entre tiempo, espacio y campo gravitacional es enton-


ces clara, como lo es la asociación entre los mismos fenómenos y los
procesos de aceleración.

6. Puesto que somos un campo energético en expansión (al menos


desde un punto de vista perceptual y de contenido de experiencia subje-
tiva) también resulta clara nuestra relación con el espacio como campo
139
MAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

energético y nuestra dependencia con respecto a campos gravitacionales,


aceleración y tiempo.

7. Puesto que nuestra experiencia del tiempo no es más que la velo-


cidad con que en nuestro interior se da un número suficiente de inter-
acciones neuronales (podríamos consideramos como un campo energé-
tico que vibra a cierta frecuencia) , existen bases fisiológicas para expli-
car cómo este tiempo nuestro varía con una aceleración, con un campo
gravitacional o con una alteración en el espacio.

8. Las nociones conceptuales referentes a las características visuales


de objetos inmersos en un espacio tridimensional (perspectiva, superpo-
sición, tamaño relativo, detalle, etc. ) se conocieron a través de la pin-
tura, de la acción. El mundo perceptual en sí no fue suficiente; de nue-
vo, tenemos un ejemplo de la validez de la acción como medio para
aprender. En este caso, la necesidad de resolver el problema de trasla-
dar un mundo tridimensional a otro bidimensional es responsable del
análisis del primero.

9. Llegó con Egroj un ser extraordinario; cráneo rapado, mirada ultra-


penetrante y boca rígida grabada en granito.. Venían a conocerme y
discutir conmigo pensamientos. Les expliqué la hipótesis de expansión
del campo neuronal y les manifesté mis dudas respecto a la experien-
cia del color. Estuvieron de acuerdo en la necesidad de resolver el pro-
blema de la transformación del campo energético en experiencia. El ser
rapado me invitó a estudiar filosofía matemática y física relativista como
una posible solución. Indicó que quizá sería la puerta de entrada para
la postulación de la tan esperada teoría del campo unificado. De esa
plática surgieron el espacio y el tiempo como identidades conceptuales
y la idea de espacio como sinónimo de campo energético.

10. Al día siguiente, Ivette propuso la misma idea y de nuevo me asom-


bró de su increíble capacidad intuitiva.

11. Una experiencia que me enseííó a considerar el espacio como lleno


sucedió dos días después. En un silencio absoluto pude oír lo que po-
dría ser mi propia circulación o quizá el movimiento brouiniano,- me
asombró, pero no tuve ningún medio para llegar a una conclusión
acerca de cuál de las dos opciones era la verdadera.

12. A la semana siguiente, a las 12 de la noche, Ivette y yo nos cru-


zamos en el camino con Det. Nos acompañó a la casa y conversamos;
140
ÜAPITULD XXV

supe entonces que un centro decidía. Las decisiones eran varias; pero
la más fundamental consistía en escoger un punto de referencia. En-
tonces el yo era incambiable y al mismo tiempo cambiante... el centro
y el yo respectivamente.
Me entretuve en averiguar cuál era mi punto de referencia y me
encontré con que podía ser cualquiera. Después jugué a reconocerme
y entendí la ocasión en que me sentí transparente y sólo naturaleza.

13. Somos, en nuestra conciencia, fenómenos todo o nada. Me refiero


a un particular estado de conciencia. También somos elementos energe-
tizados. Cada vez que una conciencia cambia, se crea un patrón cam-
biante entre ella y todas las demás. Puesto que funcionan a niveles bina-
rios, los elementos del patrón son puntos digitales que cambian en su
descarga de frecuencia. Con Det me di cuenta que la concepción ante-
rior era sóIo un punto de referencia. Otro, más amable y profundo,
sería considerar cada uno de nuestros actos como sagrado todo el
tiempo; claro que al final de cuentas, los dos puntos de referencia se
unen en un todo equilibrado.
Por lo menos en lo que se refiere a mis vivencias, soy y dejo de ser,
vivo y juego, despierto y sueño, camino y descanso, exhalo, inhalo.
En mí, es creo y no creo ... , creación. Los dos son uno porque la
visión de puntos digitalizados formando patrones es creación mientras
que el ser es vivencia interna del mismo en mí. Con Det entendí que
el mismo candado no puede ser abierto dos veces. So y en todo siempre
y cuando acepte serlo a cada momento. Gada elemento de la comple-
jidad perceptual, cada piedra, hoja, rama, ventana, lo es; pero yo
decido y en ello reside mi flaqueza.
Según Det, a cierto nivel de conciencia la responsabilidad que im-
plica tomar tales decisiones desaparece dejando solamente la vivencia.
El sentirme transparente me hizo aceptar la sugerencia.

14. Explicaré lo anterior con más detalle. Caminábamos Ivette y yo


por un valle rodeado de montaíías e iluminado por estrellas y constela-
ciones cuando sucedió lo de sentirme transparente; desde luego, trans-
parente es un intento verbal de describir la experiencia de desaparecer
en cuerpo, quedando en pura experiencia. No era yo quien veía la no-
che y las estrellas sino más bien eran la noche y las estrellas sin mí. El
aire pasaba a través mío y los sonidos me penetraban como si me hubiese
convertido en espacio abierto. Esta experiencia me enseñó a sentirme
en vivencia absoluta.
Después, cuando conversé con Det le rcferí la vivenvia y entendió
su significado. Me confesó haber descubierto un mantra interesante y
141
LAS ALLA DE LOS LE NGUAJ ES

productivo en grado sumo. Cantó repetidas veces la frase di/r ir nos


indicándome al mismo tiempo su poder existencial absoluto. Existe
—me dije a mí mismo un estado de ter en continuo presente. En esta
situación, todo se convierte en sagrado, desapareciendo el vestigio del
pasado y la expectancia del futuro. Lo que pudo haber sentido un gene-
ral de Napoleón durante una batalla en la que se decidía el futuro
de Europa o un asistente al templo de Jerusalem al ver entrar al re-
cinto sagrado a uno de los grandes profetas, así yo debería vivir mi
vida. Life is Ttoui es una bellísima forma de describirlo.

15. Por supuesto, que inmediatamente aparece la duda: ¿cómo lograr


el tan esperado cambio de conciencia? ¿Cómo mantener una vida de
continuo y sagrado presente? Una de las condiciones necesarias es la
de ner. No existe duda al respecto. Alguien que vea cada uno de sus
actos en plenitud, podrá vivirse sin reininiscencias o expectancias.
Para ello, sin embargo, se requiere haber abandonado todo intento de
competencia, toda emoción ciega y todo remordimiento.
Parecería que ta1 estado vivencial conlleva la aparición de una
grave y pesada responsabilidad; parecería, digo, pero no es tal. En el
momento en que se vive cualquier acto, pensamiento o sensación como
presente y sagrado, desaparece la carga de la responsabilidad; es única-
mente la vivencia la que existe y en ella la solución a cualesquier duda.
Todo lo que se hace tiene una razón y significado, que puede ser clara-
mente vislumbrado o permanecer inconsciente. No importa y al mismo
tiempo es importante; no importa en tanto que independientemente
de la conciencia significa acción. Es importante en tanto que sólo a
través del entendimiento y la conciencia se puede dar un paso adelante
en el desarrollo interno.

16. De nuevo debo mencionar la existencia de niveles de conciencia


que ocurren, como ya se dijo, en pasos cualitativos, bruscos y cuánticos;
es un proceso discreto y digitalizado.
Es posible ver estos cambios desde por lo menos dos puntos de refe-
rencia. En uno de ellos, lo que interesa es el mecanismo, la maquinaria
y la función; el proceso se desarma en sus partes constituyentes y cada
una de ellas es ensamblada para dar lugar al estado.
En el otro nivel, el mismo proceso es visto desde una perspectiva
global y predictiva; en otras palabras, se le ve a partir de un nivel
superior y más inclusivo.
Ambos puntos de referencia son tanto posibles como intercambia-
bles; es un problema de decisión. De esta forma, existe un ser que pue-
142
de decidir sus cambios; cambia sus puntos de referencia y al mismo
tiempo se mantiene estable en aquello que decide.

17. También hablamos de la mística y de lo esotérico. Para Det, re-


presentan niveles de conciencia bañados de misterio y complejidad. Para
mí son situaciones naturales y cuasifísicas vistas desde una referencia
personal.

18. Una de las menores aventuras del pensamiento es la que implica


la reflexión en sí misma; ocurre siempre con ayuda de un espejo...
otro pensamiento. La autorreflexión se estimula sólo en el contraste o la
comparación. Después de ser estimulada, la superficie reflectora puede
ser abandonada; antes es casi imposible. Lo que resulta de este proceso
es la realización de la tremenda originalidad del propio nivel cognos-
citivo.

19. Preocupado por las caídas, por las propias decepciones, caí en el
pesimismo más frío. Consideré que mi capacidad de desarrollo se había
detenido y aun revertido hacia niveles más primitivos. Det me hizo ver
la ineficacia y falsedad de tales pensamientos. Dijo que el pensamiento
y la propia identidad y cambios se ven, cuando hay caídas; he aquí la
función e importancia de los mismos. Uno puede estar viviendo cada
instante como sagrado y de pronto caer en el aburrimiento. Es el abu-
rrimiento el espejo que permite reconocer el éxtasis.

20. En ocasiones se supera un problema resolviéndolo en profundi-


dad; se abre un candado que había permanecido cerrado o bloqueado.
Después, se cree que el mismo candado se cierra de nuevo y se intenta
volver a abrirlo. Esto es falso y es exactamente a lo que me refería cuan-
do dije que un candado no puede ser abierto dos veces. Lo que se
considera retorno no es tal. Nunca hay retorno. Hay avance o cambio.
Lo que se piensa que es caída no lo es; el único que cae o que cree
caer es el pensamiento de caer, nunca el ser.

143
1. Existen hombres que creen poseer el conocimiento acerca de otros.
Crean instituciones que establecen reglas y procedimientos de control
sobre otras conciencias; se revisten de leyes y se rodean de autoridad;
decretar la muerte, el cambio o la cárcel.
Una de esas instituciones es la psiquiatría ortodoxa; sus miembros
se creen facultados para diagnosticar la enfermedad o salud mental de
seres humanos a los que en realidad sólo entienden dentro de sus reglas,
pero jamás en sí mismos. Las personas revestidas de tal autoridad son
las más dormidas al creer ser las más despiertas. Pueden sufrir en sí
mismas de dudas y depresiones y al mismo tiempo tratar las de sus
contemporáneos cuando en realidad funcionan de acuerdo a esquemas
y reglas automatizados y preestablecidos.

2. Sus mayores errores y crímenes ocurren cuando se topan con al-


guien más consciente que ellos y confunden su despertar con enfermedad.
Eso le sucedió a Nomar. Habiendo entendido su esencia y su pro- fundidad
consciente, Nomar cometió el error de manifestar abiertamen- te su
estado de liberación y libertad. Se le consideró extraño, después
esquizofrénico. En fin, fue obligado a internarse en un manicomio. Du-
rante 30 días fue sometido a tratamientos espantosos que lo único que
hicieron fue enseííarle a permanecer en silencio; ahora no habla de sus
descubrimientos ni transmite su estado de conciencia... es una desgracia
y lástima infinitas.

3. El gong que los orientales hacen resonar, posee una frecuencia ca-
racterística; esa es su finalidad real, resonar a una cierta frecuencia.
Por supuesto, la importancia de esto está en quién recibe las vibra-
ciones; pueden actuar como un mantra... hacen vibrar.

4. Hoy al llegar a una tienda supe que veía con otros ojos. Una rea-
lidad distinta a la mía se apoderó de mí y por un instante apenas sopor-
table penetré a otro cerebro.
145
MxS ALLÍ e LOS LRNGUAJ ES

5. Sin embargo, todavía dudo, creo que los gestos o las palabras fue-
ron las responsables y no un contacto directo. La existencia de campos
en expansión, la invención de términos como vibraciones, ondas, etc.,
dicen que las mismas experiencias han tenido otros seres además de mí.
Esto haría posible la conclusión de que a cierto nivel de funcionamiento
es la estructura misma del cerebro (común a la especie) la que se ac-
tiva determinando niveles vivenciales idénticos; más bien, pasos de
desarrollo similares. Me refiero al hecho de transmisión directa (telepá-
tica, si se quiere) de emociones, modos de percibir y aún experiencias.

6. Para comprobar lo anterior no hay instrumentos electrónicos ni ta-


blas estadísticas de probabilidades; eso es sólo un viaje de poder. Más
bien es uno mismo, nuestro cerebro, el único detector y herramienta-
instrumento para comprobarlo. Por tanto, una experiencia es suficiente
evidencia, por lo menos para quien la vive.
Lo común, lo establecido por varios, sólo indica que otros han tenido
la misma experiencia. No le da más o menos valor, es sólo otra pieza del
rompecabezas.

7. Según el I Cáicg la unión entre dos seres se produce cuando am-


bos tienen algo que contemplar el uno del otro.

8. La unión de los opuestos es el balance, sobre todo cuando éstos


son la claridad y la emoción; se unen por lo más fuerte... provocan
lo mismo. Otros opuestos funcionan igual; la tranquilidad y la excita-
ción; la duda y la certeza. En este último caso es fácil saber el punto
de unión: el conocimiento; la duda es un grandioso conocimiento
cuando no se acompaña de angustia.

9. La sensibilidad se pierde cuando hay indignación.

10. La condescendencia lleva a la debilidad, cuando no se apoya en la


firmeza.

11. La complacencia no necesariamente lleva a la debilidad.

12. La vida es ahora. Nunca antes fue más claro. Cada acto es sa-
grado, cada gesto, error, palabra y pensamiento forman parte de una
historia y dentro de ella significan.
Ninguna acción está de5ligada de la que le antecede y de la que
le sigue. Podrán parecer aberrantes para un observador externo, pero
no para quien las vive. De nuevo es la existencia de una experiencia lo
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ÜAPÍT ULO XXVI

que garantiza su realidad, puesto que son sinónimos existencia y rea-


lidad. El criterio estadístico es válido por cuanto se apoya en un fin muy
concreto; fuera del cual no tiene valor alguno.

13. No se pretende aquí negar la existencia ni importancia de comu-


nidades, civilizaciones o acuerdos. Lo único que se dice es que su ausen-
cia no es prueba de falta de realidad.
Probablemente lo contrario, la falta de acuerdo a cierto nivel, se-
ííala un desarrollo no compartido y nada más. Un mundo puede estar
equivocado al juzgar puesto que juzga en base a cantidad de acuerdos.
El juicio es adecuado, sólo en términos del acuerdo ; fuera de él es
inválido. Por tanto, un acuerdo no puede utilizarse como prueba de rea-
lidad a menos que todos los partícipes del mismo estén de acuerdo en
considerarlo asÍ; quisiera aclararlo. Vamos a suponer que alguien tiene
una experiencia visual en la que aparecen seres extraños, la comunica
a sus contemporáneos y no encuentra uno solo que manifieste la misma
experiencia; por ello no desmerece la realidad de la experiencia, única-
mente se afecta o invalida la hipótesis que podría considerar a los seres
como “externos”.
Un ejemplo más drástico sería el de alguien que tiene su pensamien-
to original no compartido experiencialmente con nadie. Aquí tampoco
pierde realidad por esa causa. Pero el criterio de externo ui. interno
tampoco entra en juego. En este caso no hay diferencia alguna en tér-
minos de realidad absoluta, excepto dentro del acuerdo de considerar
real aquello en lo que varios cerebros estén de acuerdo. Repito, sólo en
este último caso el desacuerdo es importante; en sí mismo el pensa-
miento no se ve afectado.
Esto pone en duda toda ciencia del diagnóstico psiquiátrico o psi-
cológico fuera del acuerdo. Dentro de él y para las personas que acep-
tan que alguien puede diagnosticar, no la pone en duda ... ¡pero vaya
criterio!

14. La falta de amor proviene siempre de la incapacidad de ver.

15. Prr detrás de los propios pensamientos.

16. Vrr lo que no se puede ver con los ojos.

17. No existen decisiones sino decisión.

18. Cada acto no es un escoger de entre muchos posibles. Cada pen-


samiento no arriba por azar. Cada palabra es la palabra.
147
LAS ALLA DE LOS LENGUAJ ES

19. A ese ner me refiero, al que permite adinirarlo todo.

20. Sin prejuicios, vanidades y egoísmos. Sólo ver sin historia, pasado
o futuro. Ver que la vida es ahora, que el momento es éste, que cada
acto es el más valioso. Ver todo nuevo, todo puro y limpio de impu-
rezas. Ver el conocimiento y regocijarse en él. Saber de dónde procede
y saberlo nuevo ... ambas cosas.

21. El ver del segundo y tercer lenguaje ... la creación continua.

22. Convirtiendo las malas emociones en imágenes se entiende su pro-


cedencia, relaciones mutuas y se les comprende ... acabando así con
aquéllas.

23. El proceso se acelera vertiginosamente dejando apenas tiempo para


escribir; por ello, a partir de este instante sólo transcribiré las resultantes
finales de cada pensamiento.

24. El que haya leído esto con precaución y responsabilidad, enten-


derá que es lo más que alguien puede ofrecer.

25. Entender el surgimiento de tales imágenes a partir de una activa-


ción emocional es sólo posible si previamente se acepta la especificidad
emocional. Existe una historia particular asociada con cada emoción,
lo cual permite que ésta se transforme en un código que activa las
estructuras cerebrales encargadas de la recuperación de la información
visual.

26. Lo que alguien llama estado de gozo puede provenir o transfor-


marse en entendimiento total, imágenes o aun emociones. En el fondo
es lo mismo, sólo varía la manifestación.

27. Puesto que la emoción es específica, también lo es el patrón y la


imagen resultante. La transformación emoción-imagen tiene la ventaja
de permitir la conciencia.
Presenta el mismo contenido que puede transformarse en emoción,
en imagen visual. Es más que nada una transformación absoluta y des-
pués un entendimiento; pero este último ya no es necesario; es sólo
accesorio que puede o no producir gozo, siendo el gozo ... entendi-
miento. Por ello es mejor dejar que el proceso siga su propio cauce sin
desviarlo pretendiendo entenderlo antes de tiempo.
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ÜAPIT ULO XXVI

28. ¡ Porque ri entendimiento lo que acompaña al gozo ! Sin aquél,


este último no se presenta y si no se presenta no existe entendimiento.

29. Ahora, el entendimiento ocurre más rápido en cierto momento sin


imágenes, y en otro, como éstas; varía con la edad, estado físico, etc.

30. Los anti¡fuos uei’an imógenes puesto que no inter pretaban.

31. Cuando surgió la interpretación, una realidad se consagró.

32. A esta realidad la llamamos nuestros perceptos.

33. Sin embargo, ellos son variables; por tanto también lo son las inter-
pretaciones. Pero ¡ cuidado !, esto es tercer lenguaje y significa que la
realidad es transformable aun a nivel de perceptos.

34. En el fondo, y quitando todo lo demás, permanecería el estado de


gozo. Probablemente eso es lo que viva después de la muerte.

35. Pero también puede ser antes. Una posibilidad interesante es ace-
lerar el proceso transformando las emociones en imágenes y dejando
que con el gozo resultante aumente el entendimiento; aun el gozo se
subordina al entendimiento y eso sólo se da en seres orgánicamente
vivos.

36. Al menos podría ser una profunda razón para vivir.

37. ¿Por qué el entendimiento? Su función es la de prolongar el estado


de gozo siempre y cuando el entendimiento sea de tipo muy especial ...
es cuestión de experimentarlo.

38. Es despreciable aquel que no quiere aprender.

39. Tratar de hacer coincidir dos interpretaciones es absurdo.

40. J ung contesta la pregunta de “¿para qué el entendimiento?”, di-


ciendo que evita el caos; provoca la integración de todo el contenido
interno sin dejar áreas oscuras.

41. Existen, además de otros, dos puntos de vista referentes a la con-


dición humana. En uno de ellos se defiende la integración total, en el
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LAS ALLA DE LOS LEY GUA J ES

otro el multifacetismo. El primero considera que todo lo que hace al hom-


bre ideal debe estar falto de contradicción; no acepta la existencia de
un área de funcionamiento interno independiente de otras. El hombre
es un ser integral en el que cada componente se conecta lógica y fir-
memente con los otros.
Cualquier ambigüedad, duda o contradicción significa que el hom-
bre que tal posee no es un verdadero hombre. El punto de vista multi-
facético sostiene, en cambio, que dentro de cada hombre anidan mul-
titud de seres. Que cada uno de ellos funciona en diferentes áreas; más
aún, que éstas son independientes entre sí. Según esto, un gran cien-
tífico y a1 mismo tiempo angustiado y competidor personaje es un ver-
dadero hombre.

42. El punto de vista integral es más puro en esencia y filosofía. No


acepta la incongruencia y solamente ve la unidad. Acepta la existencia
de muchas realidades pero quiere que cada una de ellas viva inte-
grada en cada ser humano.
El punto de vista multifacético, en cambio, no es más que una ma-
nifestación de inmadurez; por supuesto, es más fácil y permite apren-
der, pero a costa de terribles golpes. El punto de vista integral es más
exigente y por tanto, difícilmente accesible. Además trae aparejado un
gran peligro: el rechazo.
El equilibrio es sólo un punto de referencia integrado con acepta-
ción de un multifacetismo no contradictorio.

43. Es posible considerar que cada uno de los componentes del mun-
do material estén conectados en forma invisible, pero altamente inter-
activa, con los otros.

44. Esto podría explicar por qué una carga eléctrica en movimiento
crea una alteración energética (campo magnético) perpendicular al
plano de su movimiento. Si consideramos que la carga en movimiento
hace oscilar estas conexiones, el campo magnético resultante sería la ma-
nifestación de la alteración de éstas.

45. Por supuesto, lo anterior no explica la transformación de un cam-


po eléctrico variable en uno magnético, pero 5í establece una referencia
física de tal transformación.

46. Los estados de sincronicidad (como los llamaba Jung) podrían


ser manifestación de las mutuas y complejas interacciones entre campos
energéticos asociados con la actividad de cada organismo.
47. Existe una relación intuitivamente posible entre las características
y mutuas relaciones de los campos energéticos descritos por la física y
los que aun quedan por demostrarse en el ser humano.

48. Sobre todo con respecto a la pregunta de cómo surge la experien-


cia subjetiva a partir de la actividad neuronal; esta relación con la
física de los campos parece prometer grandes revelaciones.
Por el momento, estas preguntas deberán aguardar nuevas cognicio-
nes y el desarrollo de técnicas que permitan manejarlas a voluntad.

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