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INACTIVOS

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INACTIVOS

Conmemoración y discurso especial 25:15


15. Cada año, antes del discurso especial y de la Conmemoración, se hará un esfuerzo
especial para comunicarse con todos los inactivos que viven en el territorio de la
congregación. Si los superintendentes de grupo y sus auxiliares necesitan ayuda, el comité
de servicio podrá solicitar la colaboración de otros ancianos y siervos ministeriales
capacitados. Los hermanos que realicen estas visitas han de ser cariñosos e infundir ánimo;
además de invitar al publicador inactivo al discurso especial y a la Conmemoración, deben
asegurarse de que tenga un ejemplar del folleto Jehová desea que vuelva. Si las
circunstancias lo permiten, se puede utilizar la Biblia para darle el estímulo que le haga
falta.
Si un inactivo ha dejado claro que no quiere que la congregación se comunique con él,
deben respetarse sus deseos.

Pastoreo 25:13-18
AYUDA A LOS INACTIVOS
13. Jehová jamás olvida a los siervos suyos que se han apartado delrebaño (Ezeq. 34:11).
Los ancianos tienen el deber de buscar con empeño a las ovejas que se han descarriado
(Mat. 18:12-14; 1 Tes. 5:14; rj págs. 4, 5). Ayudar a un cristiano inactivo exige oración y
confianza en Dios, la guía de su espíritu y el uso hábil de su Palabra. Los ancianos pueden,
entre otras cosas, leerle pasajes bíblicos, analizar juntos un artículo, comentar puntos
destacados de la reunión, orar con él, etc. (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15).
EL PASTOREO
CAPÍTULO 25 “PASTOREEN EL REBAÑO DE DIOS”
Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden lograr mucho (w08 15/11 págs. 8-16;
rj págs. 12-15; cl págs. 240-249).
14. Para asegurarse de no pasar por alto a los inactivos, el Comité de Servicio de la
Congregación debe asignar a cada uno de ellos a un grupo de predicación. Aunque sus
nombres no deben figurar en ninguna lista que se ponga en el tablero de anuncios, el
superintendente de grupo y su auxiliar deben estar informados de las circunstancias de la
persona y tener sus datos de contacto.
15. Cada año, antes del discurso especial y de la Conmemoración, se hará un esfuerzo
especial para comunicarse con todos los inactivos que viven en el territorio de la
congregación. Si los superintendentes de grupo y sus auxiliares necesitan ayuda, el comité
de servicio podrá solicitar la colaboración de otros ancianos y siervos ministeriales
capacitados. Los hermanos que realicen estas visitas han de ser cariñosos e infundir ánimo;
además de invitar al publicador inactivo al discurso especial y a la Conmemoración, deben
asegurarse de que tenga un ejemplar del folleto Jehová desea que vuelva. Si las
circunstancias lo permiten, se puede utilizar la Biblia para darle el estímulo que le haga
falta.
Si un inactivo ha dejado claro que no quiere que la congregación se comunique con él,
deben respetarse sus deseos.
16. Si el inactivo expresa el deseo de reanudar su actividad con la congregación, se le
pueden ofrecer clases bíblicas. En caso de que acepte, el comité de servicio decidirá quién
dará las clases y por cuánto tiempo, así como la publicación que se estudiará.
17. Si alguien ha estado inactivo poco tiempo, quizás el ánimo y la ayuda práctica de un
publicador con experiencia sea todo lo que necesite para reactivarse; mientras que si lleva
inactivo mucho tiempo, dos ancianos deben reunirse con él para ver si cumple los requisitos
básicos antes de invitarlo al ministerio.
El procedimiento es similar al que se sigue para aprobar a nuevos publicadores, el cual se
describe en el capítulo 8 del libro Organizados.
EL PASTOREO
“PASTOREEN EL REBAÑO DE DIOS” CAPÍTULO 25
18. Puede que un inactivo que haya cometido un pecado serio y quiera volver a la
congregación crea que si lo confiesa a los ancianos será expulsado. Pero no se le expulsará
de la congregación si ha abandonado la práctica contraria a la Biblia y está arrepentido de
verdad (Is. 1:18; 55:7; 2 Cor. 7:10, 11; Sant. 5:13-16; w08
15/11 pág. 14 párrs. 12, 13; rj págs. 10-14).

Pecado cometido por 12:44-46


PERSONAS ALEJADAS DE LA CONGREGACIÓN
POR MUCHOS AÑOS
44. Al decidir si se ha de manejar judicialmente un caso, el cuerpo de ancianos analizará lo
siguiente:
1) ¿Sigue la persona declarándose Testigo?
2) ¿Se la reconoce como Testigo en la congregación o en la comunidad?
3) ¿Hasta qué punto ha afectado o perjudicado la vida de otras personas su pecado? Por
ejemplo, ¿cometió abuso de menores o adulterio?
4) ¿Mantiene alguna relación o contacto con la congregación, de modo que suponga una
influencia corruptora?
5) ¿Está dispuesta a reunirse con un comité, admitiendo así su responsabilidad ante la
congregación cristiana?
45. Dependiendo de cuánto tiempo lleve inactiva la persona y de los factores antes
mencionados, los ancianos pudieran optar por dejar el asunto pendiente. Cuando esta quiera
volver, entonces podrán aclarar las cosas (w08 15/11 pág. 14 párrs. 12, 13).
46. Si la congregación no ha tomado medidas y los familiares creyentes son los únicos que
conocen la mala conducta, es probable que estos decidan limitar drásticamente el trato con
su pariente por considerarlo una mala compañía (1 Cor. 15:33; w85 15/7 pág. 19 párr. 14).
Pecador arrepentido 25:18
18. Puede que un inactivo que haya cometido un pecado serio y quiera volver a la
congregación crea que si lo confiesa a los ancianos será expulsado. Pero no se le expulsará
de la congregación si ha abandonado la práctica contraria a la Biblia y está arrepentido de
verdad (Is. 1:18; 55:7; 2 Cor. 7:10, 11; Sant. 5:13-16; w08
15/11 pág. 14 párrs. 12, 13; rj págs. 10-14).

Registros de predicación 22:12


12. Registros de predicación. Los formularios Registro de publicado de la congregación
(S-21) son propiedad de la congregación local. Cada sucursal indicará a los cuerpos de
ancianos si deben conservarlas en formato electrónico o impreso. Si se almacenan
electrónicamente, el cuerpo de ancianos decidirá si emplea el formulario provisto por la
sucursal u otro método que muestre la misma información en el mismo formato. El archivo
se divide en dos secciones: “Activos” e “Inactivos”. La de los publicadores activos se
ordena alfabéticamente en dos subsecciones: 1) los precursores regulares y especiales y los
misioneros que sirven en el campo, y 2) todos los demás publicadores. Esta última se
ordena por grupo para el servicio del campo. Además, se deben llenar otros tres formularios
Registro de publicador de la congregación con los totales mensuales de 1) los precursores
regulares y especiales y los misioneros que sirven en el campo; 2) los precursores auxiliares
y 3) todos los demás publicadores

REFERENCIAS

Ayudemos a quienes se han apartado del rebaño


PARRAFO 13

“Regocíjense conmigo, porque he hallado mi oveja que estaba perdida.” (LUC. 15:6.)

A JESUCRISTO, el Hijo primogénito de Jehová, se le llama el “gran pastor de las ovejas” (Heb.
13:20). Como predijeron las Escrituras, vino a la Tierra y fue un Pastor excepcional que se esforzó
por encontrar a “las ovejas perdidas” de Israel (Mat. 2:1-6; 15:24). Lo que es más, tal como los
pastores estaban dispuestos a dar la vida para proteger a sus ovejas, Jesús sacrificó su vida para
rescatar a las personas mansas como ovejas que quisieran aprovechar ese sacrificio (Juan
10:11, 15; 1 Juan 2:1, 2).
2
Lamentablemente, algunas personas que llegaron a valorar el sacrificio de Jesús y se
dedicaron a Dios ya no son ahora miembros activos de la congregación cristiana. Es probable que
el desánimo, los problemas de salud u otros factores hayan apagado su entusiasmo y por eso se
hayan alejado. No obstante, hay que recordar que solo quienes forman parte del rebaño de Dios
pueden tener la paz y felicidad de las que habló David en el Salmo 23. Allí, David cantó lo
siguiente: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará” (Sal. 23:1). En efecto, a los miembros del rebaño
de Dios no les falta nada en sentido espiritual, pero, lamentablemente, no puede decirse lo mismo
de las ovejas que se han extraviado. ¿Quién puede ayudarlas? ¿Qué tipo de ayuda necesitan?
¿Qué puede hacerse para que regresen al rebaño?
¿Quién puede ayudarlos?
3
Exige mucho esfuerzo recuperar a las ovejas del rebaño de Dios que se han descarriado (Sal.
100:3). Jesús lo ilustró de esta forma: “Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se
descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la
que anda descarriada? Y si sucede que la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que
por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así mismo, no es cosa deseable a mi Padre
que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca” (Mat. 18:12-14). ¿Quién puede ayudar
a quienes se han alejado del rebaño?
4
Sin duda, los superintendentes cristianos pueden ayudar a las ovejas perdidas. Pero para ello
deben recordar que el rebaño está compuesto por personas dedicadas a Jehová. Así es, se trata
del valiosísimo rebaño que Dios apacienta, o pastorea (Sal. 79:13). Esas queridas ovejas necesitan
tiernos cuidados, de modo que los pastores deben tratarlas con afecto y preocuparse por ellas. Las
visitas de pastoreo cordiales les serán de gran ayuda, pues el estímulo que reciban puede
fortalecerlas espiritualmente y animarlas a regresar al rebaño (1 Cor. 8:1).
5
Los pastores del rebaño de Dios tienen la obligación de buscar a las ovejas perdidas y tratar
de ayudarlas. El apóstol Pablo les recordó a los ancianos de la antigua Éfeso cuáles eran sus
deberes como pastores: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu
santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró
con la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). De igual manera, el apóstol Pedro exhortó así a los
ancianos ungidos: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de
buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como
enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño” (1 Ped.
5:1-3).
6
Los pastores cristianos deben imitar al “pastor excelente”, Jesús (Juan 10:11). Él se interesaba
profundamente en las ovejas de Dios. Y destacó la importancia de cuidarlas cuando le dijo a Simón
Pedro: “Pastorea mis ovejitas” (léase Juan 21:15-17). Las ovejitas necesitan aún más cuidados hoy
día, pues el Diablo está más empeñado que nunca en quebrantar su lealtad a Dios. Él se
aprovecha de las debilidades humanas y utiliza el mundo para tratar de hacer que pequen (1 Juan
2:15-17; 5:19). Quienes están inactivos son particularmente vulnerables; por eso necesitan que se
les ayude a seguir el consejo de andar “por espíritu” (Gál. 5:16-21, 25). ¿Y qué deben hacer los
ancianos para poder ayudarlos? Pedir la guía y el espíritu santo de Dios, y usar las Escrituras
hábilmente (Pro. 3:5, 6; Luc. 11:13; Heb. 4:12).
7
Los pastores del antiguo Israel guiaban al rebaño usando una vara larga y curva llamada
cayado. Cuando metían o sacaban a las ovejas del corral, las hacían pasar “bajo el cayado” para
poder contarlas y asegurarse de que ninguna faltara (Lev. 27:32; Miq. 2:12; 7:14). De igual forma,
los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar
pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). De ahí que a los cuerpos de
ancianos les importe tanto la labor de pastoreo y tomen las medidas para ayudar a quienes se han
alejado. Jehová mismo aseguró que él buscaría a sus ovejas y les daría el cuidado que
necesitaban (Eze. 34:11). Por eso le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas
descarriadas a regresar al rebaño.
8
Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y
fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención
personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un
artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían
decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant.
5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el
hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.
Un trabajo de equipo
9
Los tiempos en que vivimos son muy difíciles y todos estamos muy ocupados, por lo que quizá
no nos demos cuenta de que algún hermano se está alejando de la congregación (Heb. 2:1).
No obstante, Jehová sí lo ve, pues valora mucho a sus ovejas. Cada una de ellas es tan valiosa
para él como lo es para nosotros cada parte de nuestro cuerpo. Por eso, todos debemos
interesarnos sinceramente en nuestros hermanos y cuidarnos unos a otros (1 Cor. 12:25). ¿Ve
usted así a sus hermanos?
10
Aunque los ancianos son los primeros en buscar y ayudar a quienes se han apartado,
no deben ser los únicos en preocuparse por ellos. Todos podemos y debemos cooperar con los
ancianos animando y fortaleciendo espiritualmente a los hermanos a fin de que regresen al rebaño.
¿Cómo podemos hacerlo?
11
Si un hermano inactivo desea recibir ayuda, los ancianos tal vez vean conveniente pedir a un
publicador con experiencia que lo visite para que estudien juntos alguna publicación. Lo que se
busca con esto es reavivar en la persona “el amor que [tenía] al principio” (Rev. 2:1, 4). Algo que
resultará muy fortalecedor es estudiar la información que el hermano se perdió mientras estaba
alejado de la congregación.
12
Si los ancianos le solicitan que visite a uno de estos hermanos, pídale a Jehová que lo dirija y
que bendiga sus esfuerzos. “[Haga] rodar sobre Jehová mismo [sus] obras, y [sus] planes serán
firmemente establecidos.” (Pro. 16:3.) Piense en pasajes bíblicos y puntos estimulantes que pueda
usar para fortalecer la fe de su hermano. Reflexione en el excelente ejemplo del apóstol Pablo
(léase Romanos 1:11, 12). Él anhelaba ver a los cristianos de Roma y darles dones espirituales a
fin de fortalecerlos. También confiaba en que el estímulo sería mutuo. ¿No deberíamos nosotros
tener esa misma actitud cuando intentamos ayudar a quienes se han alejado del rebaño?
13
Durante el estudio podría preguntarle al hermano cómo conoció la verdad. Hablen de los
viejos tiempos, de los buenos ratos que pasaron juntos en el servicio a Dios, y anímelo a recordar
lo agradable que era estar en las reuniones, las asambleas y la predicación. Mencione lo feliz que
usted se siente de estar cerca de Jehová (Sant. 4:8). Dígale lo agradecido que está por todo lo que
Jehová le da a su pueblo, en especial por la esperanza y el consuelo que nos brinda cuando
atravesamos problemas (Rom. 15:4; 2 Cor. 1:3, 4).
14
Algo que puede ser útil es recordarle al hermano algunas de las bendiciones que tenía
cuando estaba cerca de la congregación. Una de ellas era la oportunidad de conocer cada día
mejor la Palabra y los propósitos de Dios (Pro. 4:18). Seguro que, como andaba por espíritu, le era
más fácil resistir las tentaciones (Gál. 5:22-26). Gracias a ello podía orar a Dios con una conciencia
limpia y tener “la paz de Dios que supera a todo pensamiento” y que guarda nuestros “corazones
y [...] facultades mentales” (Fili. 4:6, 7). Cuando hable con el hermano, tenga presentes esas ideas,
muestre verdadero interés por él y, sobre todo, anímelo con bondad a regresar al rebaño (léase
Filipenses 2:4).
15
Supongamos que usted es anciano y que está visitando a un matrimonio que se ha vuelto
inactivo. Quizá pueda animarlos a recordar cómo se sintieron cuando conocieron la verdad de la
Palabra de Dios. ¡Qué maravillosa y lógica era esa verdad! ¡Cómo llenó sus vidas y los liberó
espiritualmente! (Juan 8:32.) De seguro su corazón rebosaba de gratitud por lo que estaban
aprendiendo sobre Jehová, su amor y sus extraordinarios propósitos (compárese con Lucas 24:32).
Recuérdeles el privilegio que tenemos los cristianos dedicados de orar a Dios y de tener una
relación estrecha con él. Invítelos a responder de nuevo a “las gloriosas buenas nuevas del Dios
feliz”, Jehová (1 Tim. 1:11).
Siga demostrándoles que los ama
16
¿Realmente surten efecto estas sugerencias? ¡Claro que sí! Un muchacho que empezó a
predicar a los 12 años se hizo inactivo a los 15. Sin embargo, con el tiempo regresó a la
congregación y ya lleva más de treinta años como ministro de tiempo completo. Su recuperación
espiritual se debió en muy buena parte a la ayuda que le prestó un superintendente. ¡Y cómo
agradece este hermano dicha ayuda!
17
El amor es lo que nos impulsa a ayudar a los inactivos a regresar a la congregación. Jesús
les dijo a sus discípulos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo
los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que
ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:34, 35). Así es, el amor es la cualidad
que caracteriza a los verdaderos cristianos. ¿No deberíamos mostrarles ese amor a los hermanos
que se han hecho inactivos? ¡Por supuesto que sí! Claro, para ayudarlos debemos demostrar
también otras cualidades cristianas.
18
¿De qué cualidades estamos hablando? Además del amor, quizás se requieran compasión,
bondad, apacibilidad y gran paciencia. En algunos casos incluso es probable que haga falta ser
perdonador. Pablo escribió: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la
humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y
perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová
los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas
cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión” (Col. 3:12-14).
19
El siguiente artículo analizará las razones por las que algunos se alejan y mostrará que estos
hermanos pueden confiar en que serán bienvenidos cuando regresen al rebaño. Como evidencian
este artículo y el siguiente, merece la pena esforzarse por ayudar a una ovejita perdida. En este
sistema, muchas personas dedican toda su existencia a hacerse ricos, pero una sola vida vale
mucho más que todo el oro del mundo. Así lo recalcó Jesús en la parábola sobre la oveja perdida
(Mat. 18:12-14). Nunca olvide este punto y siga esforzándose con toda urgencia por ayudar a las
queridas ovejas de Jehová que se han descarriado.

Ayúdelos para que regresen lo antes posible


“¿A quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna.” (JUAN 6:68.)

EN CIERTA ocasión, un gran número de discípulos de Jesús se negaron a aceptar una de sus
enseñanzas y lo abandonaron. Cuando él les dijo a sus apóstoles: “Ustedes no quieren irse
también, ¿verdad?”, Pedro contestó: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna”
(Juan 6:51-69). En efecto, no había ningún otro lugar adonde acudir, pues el judaísmo ya no tenía
“dichos de vida eterna”. Y desde luego que hoy día no los tiene Babilonia la Grande, el imperio
mundial de la religión falsa. Así pues, para los que se han alejado del rebaño de Dios pero todavía
quieren agradar a Jehová, “ya es hora de que despierten del sueño” y regresen a la congregación
(Rom. 13:11).
2
Jehová se interesó por las ovejas perdidas de Israel (léase Ezequiel 34:15, 16). De igual
modo, los superintendentes cristianos quieren y deben ayudar a las ovejas que se han alejado del
rebaño. Por eso, a veces le piden a un publicador que visite a un hermano inactivo que ha pedido
ayuda para que estudien juntos alguna publicación. Ahora bien, ¿qué debe hacer el publicador si
se entera de que ese hermano ha cometido un pecado grave? En vez de tratar de ayudarlo por su
cuenta, el publicador debe animarlo a hablar con los ancianos. Si ve que no lo hace, entonces él
mismo informará a los ancianos, pues son ellos quienes se encargan de los asuntos judiciales
(Lev. 5:1; Gál. 6:1).
3
En el artículo anterior hablamos de la parábola que contó Jesús sobre el hombre que tenía
100 ovejas. Cuando se dio cuenta de que faltaba una, dejó a las 99 y se fue en su busca. ¡Qué
alegría sintió al encontrarla! (Luc. 15:4-7.) La misma alegría sentimos hoy cuando una oveja de
Dios vuelve al rebaño. Es probable que haya regresado gracias a las visitas de los ancianos y otros
hermanos, quienes deseaban que volviera a disfrutar del apoyo, la protección y la bendición de
Dios (Deu. 33:27; Sal. 91:14; Pro. 10:22). ¿Qué pudiera hacer usted si se le presentara la
oportunidad de ayudar a alguien a regresar?
4
Una manera de animar a alguien a regresar a la congregación es recordándole
bondadosamente que Jehová ama a sus ovejas y que no nos pide nada que no podamos hacer.
Lo que nos pide es que estudiemos las Escrituras, asistamos a las reuniones y prediquemos las
buenas nuevas del Reino, entre otras cosas. Tal vez sea conveniente leerle Gálatas 6:2, 5 y decirle
que los cristianos podemos ayudarnos con nuestras cargas, pero que, claro está, “cada uno llevará
su propia carga de responsabilidad” ante Jehová, pues nadie puede servir a Dios por nosotros.
¿Se sintieron agobiados por “las inquietudes de la vida”?
5
Si el hermano inactivo desea abrir su corazón, el anciano o el publicador que lo visita debe
escucharlo atentamente, pues solo así sabrá cómo ayudarlo. Supongamos que usted es un
anciano y visita a un matrimonio que lleva tiempo sin asistir a las reuniones a causa de “las
inquietudes de la vida” (Luc. 21:34). Tal vez los problemas económicos o las obligaciones
familiares los llevaron poco a poco a hacerse inactivos. Si le dicen que necesitan un respiro, tal vez
podría mencionarles que la solución no está en aislarse (léase Proverbios 18:1). Podría
preguntarles con tacto: “¿Son más felices desde que dejaron de asistir a las reuniones? ¿Ha
mejorado su vida familiar? ¿Sienten todavía el gozo que tienen las personas que confían en
Jehová?” (Neh. 8:10).
6
Este tipo de preguntas puede ayudar a los inactivos a comprender que desde que se alejaron
de la congregación su espiritualidad se ha debilitado y ya no son tan felices (Mat. 5:3; Heb.
10:24, 25). Y quizá se den cuenta de que ya no sienten el gozo que sentían antes, cuando
predicaban las buenas nuevas (Mat. 28:19, 20). ¿Qué deberían hacer entonces?
7
Jesús dijo: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar
cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida [...].
Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas
estas cosas que están destinadas a suceder” (Luc. 21:34-36). A quienes se han alejado pero
quieren volver a sentir la felicidad de antes les podemos aconsejar que oren a Jehová pidiéndole
su espíritu santo y ayuda, y animarlos a actuar en conformidad con sus oraciones (Luc. 11:13).
¿Los hizo tropezar alguien?
8
Como todos somos imperfectos, de vez en cuando se producen choques de personalidad en
la congregación, lo cual puede hacer que algún hermano se sienta dolido y se aleje del pueblo de
Dios. Hay quienes tropiezan cuando un miembro respetado de la congregación actúa en contra de
los principios bíblicos. Si un anciano visita a un hermano que se alejó por este motivo, tal vez
puede hacerle ver que no tiene ningún sentido cortar la relación con Dios y con su pueblo, puesto
que Jehová no tiene la culpa de que alguien tropiece. ¿No sería mejor seguir sirviéndole con la
confianza de que él, “el Juez de toda la tierra”, sabe lo que ha ocurrido y se encargará del asunto
de la mejor manera? (Gén. 18:25; Col. 3:23-25.) Si alguien tropezara literalmente y se cayera,
no se quedaría en el suelo; trataría de levantarse enseguida, ¿no es cierto?
9
El anciano podría mencionarle que, con el tiempo, algunos cristianos se han dado cuenta de
que el asunto por el que tropezaron en realidad no era tan grave. Es posible incluso que la piedra
de tropiezo ya haya desaparecido. Por otro lado, hay personas que se ofenden cuando les aplican
alguna medida disciplinaria. En esos casos, la oración y la meditación pueden ayudarles a
reconocer que en realidad merecían algún tipo de disciplina y que no debían haberse resentido
(Sal. 119:165; Heb. 12:5-13).
¿Les costó aceptar alguna enseñanza?
10
Hay quienes han dejado el rebaño de Dios porque no estaban de acuerdo con alguna
enseñanza bíblica. En la antigüedad, los israelitas que fueron liberados del cautiverio egipcio
olvidaron lo que Dios había hecho por ellos y “no esperaron su consejo” (Sal. 106:13). Tal vez sería
útil recordarle al hermano que “el esclavo fiel y discreto” suministra excelente alimento espiritual
(Mat. 24:45). De hecho, fue gracias a ese alimento que llegó a conocer la verdad. ¿No sería mejor
que regresara a la senda de la verdad? (2 Juan 4.)
11
El anciano que está tratando de ayudar a un hermano inactivo podría hablarle de los
discípulos de Jesús que lo abandonaron porque no estuvieron dispuestos a aceptar una de sus
enseñanzas (Juan 6:53, 66). Al cortar la relación que tenían con Cristo y con los discípulos fieles,
su espiritualidad y su gozo se vinieron abajo. ¿Y hoy día? ¿Acaso han encontrado los que se
apartaron de la congregación otro lugar con alimento espiritual de calidad? No, porque no existe tal
lugar.
¿Cometieron un pecado?
12
Algunos cristianos dejaron de predicar y de asistir a las reuniones porque cometieron un
pecado grave. Y temen que si vuelven a la congregación y se lo confiesan a los ancianos, serán
expulsados. Pero si ya no están practicando ningún pecado y están sinceramente arrepentidos,
no serán expulsados (2 Cor. 7:10, 11). Al contrario, recibirán una cordial bienvenida, y los ancianos
les darán la asistencia espiritual que necesiten.
13
Supongamos que se le ha pedido que visite a un hermano inactivo. ¿Qué debe hacer si este
le confiesa que ha cometido un pecado grave? Como dijimos antes, es mejor que no trate de
ayudarlo por su cuenta. Sugiérale que hable con los ancianos. Si el hermano no quiere hacerlo,
usted tendría que seguir las instrucciones bíblicas para estos casos (léase Levítico 5:1). Así estaría
mostrando que para usted son muy importantes tanto el nombre de Jehová como el bienestar
espiritual de la congregación. Los ancianos sabrán cómo ayudar a quienes quieren regresar a la
congregación y hacer la voluntad de Dios. Claro, quizá se necesite aplicar alguna medida
disciplinaria, pero siempre se hará con amor (Heb. 12:7-11). Si el hermano reconoce que ha
pecado contra Dios, deja de cometer el pecado y está sinceramente arrepentido, puede estar
seguro de que recibirá la ayuda de los ancianos y el perdón de Jehová (Isa. 1:18; 55:7; Sant. 5:13-
16).
El feliz regreso del hijo pródigo
14
Al ayudar a una oveja extraviada, se puede usar la parábola del hijo pródigo, que se
encuentra en Lucas 15:11-24. En ella, Jesús nos habla de un joven que derrocha su herencia
viviendo de manera inmoral. Pero con el tiempo llega a aborrecer su estilo de vida. Abatido por la
nostalgia y con el estómago vacío, decide regresar a casa. Cuando su padre lo ve venir a lo lejos,
siente una enorme alegría; sale corriendo a su encuentro y lo abraza y besa con ternura. Esta
parábola podría motivar al cristiano que se ha alejado a regresar al rebaño. Puesto que este
sistema de cosas pronto será destruido, debería volver a “casa” lo antes posible.
15
La mayoría de los que se alejan de la congregación no lo hacen exactamente como el hijo
pródigo; más bien, se apartan poco a poco, como un bote a la deriva que va alejándose de la orilla.
Como hemos visto, algunos están tan agobiados por las inquietudes de la vida que descuidan su
relación con Jehová. Por otra parte, hay quienes tropiezan por la conducta de algún hermano o se
van porque no están de acuerdo con cierta enseñanza bíblica. Y otros dejan la congregación
porque han cometido algún pecado grave. Si ponemos en práctica las sugerencias de este artículo,
podremos ayudar a quienes se han alejado por estas u otras razones a regresar antes de que sea
demasiado tarde.
“¡Bienvenido a casa, hijo!”
16
Un superintendente comenta: “Nuestro cuerpo de ancianos trata de visitar a todos los
inactivos. Recuerdo el caso de un hermano al que le había enseñado la verdad y que llevaba
veinticinco años inactivo. Él estaba pasando por graves problemas, así que le expliqué cómo
podrían ayudarle los principios bíblicos. Al cabo de un tiempo, empezó a asistir al Salón del Reino y
aceptó un estudio bíblico, pues quería fortalecer su determinación de regresar a la verdad”.
17
¿Por qué se había hecho inactivo aquel hermano? Él confiesa: “Me fui concentrando cada vez
más en las cosas del mundo y descuidé mi relación con Jehová. Con el tiempo, dejé de estudiar,
de predicar y de ir a las reuniones. Cuando vine a darme cuenta, ya no formaba parte de la
congregación. Pero el interés sincero que me mostró el anciano me impulsó a volver”. Los
problemas de este hermano empezaron a disminuir cuando aceptó el estudio. “Me di cuenta —
admite— de que en mi vida había un vacío: me faltaban el amor y la guía de Jehová y de su
organización.”
18
¿Cómo lo recibió la congregación? “Me sentí como el hijo pródigo de la parábola de Jesús.
De hecho, una hermana mayor que estaba en esa congregación hace treinta años y que todavía
sigue allí sirviendo fielmente a Jehová me dijo: ‘¡Bienvenido a casa, hijo!’. Esas palabras me
llegaron a lo más profundo del corazón. En efecto, aquella era mi verdadera casa. No tengo
palabras para expresar lo agradecido que estoy por el cariño, la paciencia y el interés que me
mostraron aquel anciano y toda la congregación. Su amor por Jehová y por los demás me ayudó a
regresar al rebaño.”
Anímelos a actuar de inmediato
19
Vivimos en los últimos días; el fin de este sistema de cosas es inminente. Por eso, anime a
los inactivos a que comiencen ya mismo a asistir a las reuniones. Dígales que Satanás está
tratando de arruinar su relación con Dios y de hacerles creer que tendrán menos presiones si
abandonan la adoración pura. Recuérdeles que la única manera de sentir verdadero alivio de las
presiones es siendo un discípulo fiel de Jesús (léase Mateo 11:28-30).
20
Ayúdeles a entender que Dios no nos pide nada que no podamos dar. Poco antes de la
muerte de Jesús, María, la hermana de Lázaro, derramó sobre él un aceite perfumado muy
costoso. Cuando algunas personas la criticaron, Jesús les dijo: “Déjenla [...]. Hizo lo que pudo”
(Mar. 14:6-8). En otra ocasión alabó a la viuda pobre que hizo una pequeña contribución en el
templo, pues ella también hizo lo que pudo (Luc. 21:1-4). La mayoría de nosotros podemos asistir a
las reuniones y participar en la predicación del Reino. Y con la ayuda de Jehová, muchos que hoy
son inactivos también podrán hacerlo.
21
Si el hermano que se ha alejado siente temor de volver a ver a sus hermanos, usted podría
recordarle que cuando el hijo pródigo regresó a casa, fue recibido con gran alegría. Y lo mismo
sucede hoy cuando alguien regresa al rebaño. Anímelo a oponerse al Diablo y acercarse a Dios
(Sant. 4:7, 8).
22
A los que quieren regresar a Jehová les aguarda una cálida bienvenida (Lam. 3:40). Cuando
servían a Dios, sin duda eran muy felices. Y si deciden volver a servirle, pueden estar seguros de
que recibirán incontables bendiciones.

PARRAFO 17
*** od cap. 8 págs. 73-75 Ministros de las buenas noticias ***
LOS REQUISITOS PARA LOS NUEVOS PUBLICADORES
6
Antes de invitar a una persona a ir de casa en casa por primera vez, debemos asegurarnos de
que llene ciertos requisitos. La gente identifica como testigo de Jehová a cualquiera que sale a
predicar con nosotros. Por lo tanto, es lógico que solo quien viva de acuerdo con las normas justas
de Dios pueda ser publicador no bautizado.
7
Cuando un publicador enseña la Biblia a una persona y analiza con ella los principios bíblicos,
es probable que llegue a conocer sus circunstancias personales. Quizás vea que está poniendo en
práctica lo que aprende. Aun así, los ancianos se reunirán con el estudiante y con el publicador
para conversar sobre algunos aspectos de su vida.
8
El coordinador encargará a dos ancianos (uno de ellos del comité de servicio) que hablen con
el publicador y su estudiante. En las congregaciones con pocos ancianos, podrá encargarles esta
tarea a un anciano y a un siervo ministerial capaz. Estos procurarán atenderla lo antes posible. Por
ejemplo, si el coordinador les informa en una reunión de congregación, tal vez podrían reunirse con
el publicador y su estudiante al finalizar esta. El ambiente de la conversación debe ser agradable y
cordial. Antes de aprobar que el estudiante sea publicador no bautizado, se asegurarán de lo
siguiente:
1) El estudiante cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios (2 Tim. 3:16).
2) Conoce y acepta las enseñanzas básicas de la Biblia. Basa sus respuestas en las Escrituras y
no en enseñanzas religiosas falsas ni en ideas personales (Mat. 7:21-23; 2 Tim. 2:15).
3) Obedece el mandato bíblico de asistir a las reuniones con el pueblo de Jehová si le resulta
posible hacerlo (Sal. 122:1; Heb. 10:24, 25).
4) Conoce y obedece lo que la Biblia enseña sobre el adulterio, la poligamia, la homosexualidad y
otras formas de inmoralidad sexual. Si vive con una persona del sexo opuesto con la que
mantiene relaciones sexuales, debe estar legalmente casado (Mat. 19:9; 1 Cor. 6:9, 10; 1 Tim.
3:2, 12; Heb. 13:4).
5) Obedece el mandato bíblico sobre la borrachera. No consume sin razones médicas sustancias
naturales o sintéticas que sean adictivas o que alteren la mente (2 Cor. 7:1; Efes. 5:18; 1 Ped.
4:3, 4).
6) Comprende lo importante que es no tener malas compañías (1 Cor. 15:33).
7) Ha cortado toda relación con cualquier organización religiosa falsa a la que haya pertenecido.
Ya no asiste a sus servicios religiosos ni apoya sus actividades (2 Cor. 6:14-18; Apoc. 18:4).
8) No se mete en política (Juan 6:15; 15:19; Sant. 1:27).
9) Mantiene la neutralidad en los conflictos entre las naciones (Is. 2:4).
10) Desea de verdad ser testigo de Jehová (Sal. 110:3).
9
Si los ancianos no están seguros de la opinión del estudiante sobre alguno de estos puntos,
deben preguntarle lo que piensa. Podrían hacerlo analizando con él los textos citados.
Es importante que comprenda que la vida de quienes predican con los testigos de Jehová debe
regirse por las normas bíblicas. Sus comentarios permitirán a los ancianos determinar si
comprende qué se espera de él y si llena los requisitos a un grado razonable.
PARRAFO 18
12
Si los ancianos le solicitan que visite a uno de estos hermanos, pídale a Jehová que lo dirija y
que bendiga sus esfuerzos. “[Haga] rodar sobre Jehová mismo [sus] obras, y [sus] planes serán
firmemente establecidos.” (Pro. 16:3.) Piense en pasajes bíblicos y puntos estimulantes que pueda
usar para fortalecer la fe de su hermano. Reflexione en el excelente ejemplo del apóstol Pablo
(léase Romanos 1:11, 12). Él anhelaba ver a los cristianos de Roma y darles dones espirituales a
fin de fortalecerlos. También confiaba en que el estímulo sería mutuo. ¿No deberíamos nosotros
tener esa misma actitud cuando intentamos ayudar a quienes se han alejado del rebaño?
13
Durante el estudio podría preguntarle al hermano cómo conoció la verdad. Hablen de los
viejos tiempos, de los buenos ratos que pasaron juntos en el servicio a Dios, y anímelo a recordar
lo agradable que era estar en las reuniones, las asambleas y la predicación. Mencione lo feliz que
usted se siente de estar cerca de Jehová (Sant. 4:8). Dígale lo agradecido que está por todo lo que
Jehová le da a su pueblo, en especial por la esperanza y el consuelo que nos brinda cuando
atravesamos problemas (Rom. 15:4; 2 Cor. 1:3, 4).

*** rj parte 5 pág. 14 Regresen al “pastor y superintendente de sus almas” ***


Preguntas que tal vez se esté haciendo
¿POR DÓNDE EMPIEZO?
Después de una enfermedad, una persona necesita tiempo para recuperar las fuerzas y reanudar
poco a poco sus actividades diarias. Del mismo modo, para fortalecerse espiritualmente, no tiene
que hacer todo de golpe. Más bien, trate de tomar pequeñas porciones de alimento espiritual todos
los días. Comience dedicando unos minutos a leer o a escuchar algunos capítulos de la Biblia, a
estudiar una de nuestras publicaciones, a familiarizarse con nuestro sitio de internet, jw.org, o a ver
uno de los programas que encontrará en jw.org. Además, trate de ir a una reunión tan pronto como
pueda. Pero, sobre todo, órele a Jehová y pídale su ayuda. La Biblia dice: “Mientras echan todas
sus inquietudes sobre él, porque él se preocupa por ustedes” (1 Pedro 5:7).
“Después de dejar la verdad, me daba vergüenza hasta orar. Finalmente tuve el valor de hacerlo.
Poco después, un anciano habló conmigo y me ayudó a ver que para Jehová no era un caso
perdido. Me recomendó que leyera la Biblia cada día. Le hice caso, y eso me dio las fuerzas para
asistir de nuevo a las reuniones. Con el tiempo, volví a predicar. Estoy muy feliz de que Jehová me
diera otra oportunidad” (Eeva).
¿CÓMO ME RECIBIRÁN EN LA CONGREGACIÓN?
Tenga la seguridad de que los hermanos estarán encantados de volverlo a ver. No lo van a criticar.
Le dirán cuánto lo aprecian y harán todo lo posible por animarlo (Hebreos 10:24, 25).
“Me daba vergüenza volver al Salón del Reino. Me preocupaba cómo reaccionarían al verme. Pero
una de las hermanas mayores, que no había visto en treinta años, me dijo: ‘¡Bienvenido a casa,
hijo!’. Me llegó al corazón. De veras sentí que había regresado a casa” (Javier).
“Fui al Salón del Reino y me senté en la última fila para pasar desapercibido. Sin embargo, muchos
me reconocieron de cuando asistía de niño. Me dieron la bienvenida y me abrazaron con tanto
cariño que sentí una paz enorme. Era como si hubiera vuelto a casa” (Marco).
¿CÓMO ME TRATARÁN LOS ANCIANOS?
Los ancianos serán muy amables con usted. Sin duda lo felicitarán por querer reavivar el amor que
sentía al principio por la verdad (Apocalipsis 2:4). Serán comprensivos y le ayudarán “con espíritu
apacible” a corregir los errores que haya cometido (Gálatas 6:1; Proverbios 28:13). Tal vez hagan
planes para que algún hermano y usted estudien juntos la Biblia con ayuda de libros como Disfrute
de la vida o Acerquémonos a Jehová. Los ancianos lo apoyarán en cada paso que dé (Isaías
32:1, 2).
“Durante los ocho años que estuve inactivo, los ancianos siguieron tratando de ayudarme. Cierto
anciano me visitó y me enseñó algunas fotografías que nos habíamos hecho juntos. Me trajeron
tantos buenos recuerdos que empecé a extrañar la felicidad que sentía cuando servía a Jehová.
Los ancianos fueron muy bondadosos y me ayudaron a retomar mis actividades espirituales”
(Victor).

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