Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Legislatura de La Ciudad de Buenos Aires Juicio Político Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra Jorge Telerman Futboleras

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

TRAGEDIA:

Esta tragedia causó, además, importantes cambios políticos y culturales. Los familiares de
los jóvenes fallecidos y los sobrevivientes del incendio conformaron un gran colectivo de
movilización pública y demanda de justicia, por las muertes y los daños sufridos. [5] En lo
político, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires inició un juicio político para destituir al
entonces jefe de Gobierno Aníbal Ibarra por considerarlo responsable político de la
tragedia. El enjuiciamiento terminó con su destitución, y fue reemplazado por el vicejefe de
Gobierno, Jorge Telerman. En cuanto a lo cultural, la tragedia concientizó a la sociedad
sobre el estado de las discotecas y locales destinados a espectáculos musicales, además de
que provocó fuertes replanteos acerca de prácticas habituales y símil futboleras, como el
uso de bengalas y la búsqueda de juntar el máximo posible de público. El Gobierno revisó
el estado de las discotecas y otros locales de baile, lo que resultó en la clausura de una
gran cantidad de ellos. La tragedia de Cromañón fue un evento altamente impactante en la
historia del rock argentino; cerró una etapa y dio paso a la era post-Cromañón del rock
argentino, donde las tendencias de géneros musicales, espacios de recitales, organización
e infraestructura reflejaron los cambios surgidos a raíz del siniestro.

LOCAL:

República Cromañón, también conocida como República Cromagnón, [6] fue un


establecimiento donde se realizaban conciertos y eventos. Se encontraba ubicado
en la calle Bartolomé Mitre 3060/3066/3070, en el barrio de Balvanera de la Ciudad
de Buenos Aires. El lugar era administrado por Omar Chabán, y había sido
inaugurado el 12 de abril de 2004[7] con un recital de la misma banda que tocaría el
día del incendio: Callejeros. Chabán fue una figura muy importante para el
desarrollo del rock argentino de finales del siglo XX, ya que dos lugares
emblemáticos[8] del under de la época, Café Einstein (que funcionó durante la
primera mitad de los años ochenta) y Cemento, eran de su propiedad.
En todas estas semanas de autocríticas más o menos reflexivas, el mundo del rock se olvidó de
mencionar que los antros de Chabán representaban, en efecto, una especie de alternativa al circuito
de espacios civilizados que creció en los últimos tres o cuatro años: Obras concesionado por Pop
Art, El Teatro, La Trastienda, etcétera. Esa falta de control que prevalecía en Cromañón y Cemento,
de algún modo, les permitía a los artistas imponer sus reglas: por ejemplo, la contratación de
patovicas[9] que no maltrataran a la gente. "Las bandas nos sentíamos cómodas en Cemento y en
Cromañón. No reparábamos en otras cosas", dice Toti, de Jóvenes Pordioseros. "Antes había que
pasar por Cemento para ser alguien en el under. Y ahora tenías que hacerte fuerte en Cromañón, es
la verdad. ¿Por qué no lo dice nadie? Porque nadie quiere quedar pegado".
Pablo Plotkin, revista Rolling Stone[10]

La propiedad donde se encontraba República Cromañón no pertenecía a Chabán,


sino a una empresa llamada Nueva Zarelux S. A., radicada en la
ciudad uruguaya de Montevideo.[11]Debido a una investigación de la Inspección
General de Justicia a pedido de la jueza a cargo de la causa, se descubrió que esta
empresa había comprado este predio, y del Central Park Hotel ubicado en Jean
Jaurés 51, y a cuyo estacionamiento conducían dos de las salidas del local, en 1998
por 708 000 dólares a la empresa National Uranums Corp.[11]Esta última, radicada
en las Islas Vírgenes, lo había comprado en 1994 por 2,2 millones de dólares.[11]
Nueva Zarelux SRL fue creada el 4 de junio de 1984, y los socios fundadores son
Herry Luis Vivas San Martín y María Dora Velázquez. Una investigación del
diario Brecha de Uruguay entrevistó a Vivas, quien declaró que el Estudio
Cukier & Cukier, radicado en Montevideo, le pagó para aparecer como socio en el
estatuto.[11]Vivas era un jubilado uruguayo que realiza trabajos de pintura y
mantenimiento, mientras que Velázquez era una ama de casa.[11]
La empresa Lagarto SA era la locataria del lugar, y cedía la explotación a diferentes
personas.[12]De esta forma funcionaron República Cromañón y, anteriormente, otro
local de baile: El Reventón. Según la declaración de Rafael Levy, Chabán tenía un
contrato de locación.[13] Un testigo señaló a Levy como el verdadero propietario
del lugar, por lo que fue citado a declarar[14] y luego procesado por el delito
de estrago doloso seguido de muerte,[15] juicio que se realizaría en 2010.[16]

INCENDIO:

El 30 de diciembre de 2004 se presentaba en República Cromañón el grupo


Callejeros, que ya había tocado en el local meses antes en la inauguración del
mismo.[7] El incendio comenzó aproximadamente a las 22 horas con 50 minutos,
mientras la banda tocaba el tema musical Distinto, después de que uno de los
asistentes del espectáculo encendiera un elemento de pirotecnia, cuyos proyectiles
incandescentes impactaron en una media sombra ubicada en el techo —una especie
de tela de plástico inflamable—, a su vez apoyada sobre guata recubierta por
planchas de poliuretano.[3]
Al notar el incendio, los espectadores comenzaron a evacuar el lugar. Sin embargo,
esta evacuación no se realizó en forma normal por varios motivos: una de las
salidas se encontraba cerrada con un candado y alambres, los gases tóxicos
producto de los materiales inflamables asfixiaron rápidamente a muchas personas
y el corte de luz producido al comenzar el incendio.[17]
Víctimas fatales y víctimas supervivientesEditar
Véase también: Fallecidos en la Tragedia de Cromañón
Casi todas las muertes se produjeron por la inhalación de diferentes gases
(principalmente monóxido de carbono y ácido cianhídrico), excepto uno producido por
una compresión torácico-abdominal.[3]
Muchos de los que lograron salir del lugar volvieron a ingresar para rescatar a las
personas que todavía se encontraban en el interior del edificio. [7] Pese a sus
esfuerzos, en el incendio y en los días subsiguientes murieron 194 personas y al
menos 1432 resultaron heridas;[3] incluso familiares de integrantes de la banda.
Fallecieron varios niños, y varios medios de información declararon que había una
guardería en el baño de damas,[18] lo que fue desmentido por testigos. [19] Los
mismos informaron que el día de la tragedia solo se encontraba habilitado el baño
de damas, y que sus pequeñas dimensiones imposibilitaban que allí funcionara la
supuesta guardería.[19]
Durante el operativo de socorro participaron 46 ambulancias, encargadas de
trasladar a las víctimas hacia alguno de los 24 hospitales públicos u 11 clínicas
privadas.[7] Las personas contratadas por los organizadores para brindar primeros
auxilios no contaban con la preparación requerida, ya que no fueron contratados
profesionales para disminuir los costos.[20]
A raíz de la tragedia se sucedieron fallecimientos de sobrevivientes por parte de
graves secuelas físicas y psicológicas.

Según un relevamiento realizado en un universo delimitado de familiares y


sobrevivientes en el año 2008, un 31% aún continuaba bajo tratamiento
psicológico cuatro años después del hecho. [21] Hacia 2009, alrededor del 30% de
los sobrevivientes del incendio sigue bajo tratamiento ya
sea médico, psiquiátrico o psicológico.[22] Uno de cada cuatro de los pacientes bajo
tratamiento estuvo medicado fundamentalmente con antidepresivos y
antirrecurrenciales (estabilizadores de los estados anímicos). De acuerdo a cifras
oficiales de 2009, en los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires había 565
sobrevivientes bajo tratamiento estable. Según un estudio, practicado en 800
sobrevivientes y familiares de las víctimas, presentado por especialistas del Hospital
Alvear en el IV Congreso Mundial de Estrés Postraumático, reveló que la mayoría
de los sobrevivientes del incendio sufrió de graves cuadros de estrés
postraumático con síntomas que van desde taquicardias, náuseas, vómitos,
sensación de mareo, y trastornos del sueño. [23] Desde el colectivo de demanda de
justicia y movilización pública que conformaron, los familiares de los fallecidos y los
sobrevivientes del incendio denunciaron reiteradamente esta situación, recibiendo
el apoyo de especialistas en el tema.[24
Se han reportado también varios intentos de suicidios. Entre 2005 y 2007 se reportaron
tres suicidios por parte de sobrevivientes en su mayoría jóvenes de entre 21 y 24 años.
IRREGULARIDADES:

La espuma de poliuretano, al entrar en combustión, genera cianuro de hidrógeno


(ácido cianhídrico), dióxido y monóxido de carbono, mientras que el aislamiento de
celulosa produce dióxido y monóxido de carbono.[28] La media sombra originó
dióxido y monóxido de carbono y acroleína,[28] aumentando la cantidad de humo y
goteando sobre los asistentes ocasionándoles quemaduras. [3] Según un informe
del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), el volumen de ácido
cianhídrico, con el local lleno, alcanzaba las 255 ppm, siendo el nivel letal para ratas
de laboratorio de 150 a 220 ppm.[28]
El foco de incendio comenzó en una superficie de unos 20 o 30 centímetros, pero
comenzó a expandirse rápidamente debido a la presencia de la guata. [3]El material
del techo comenzó a quemarse y a liberar gases tóxicos, la temperatura alcanzó los
400 °C y la combustión terminó una vez que se había consumido todo el material.
[3]Al disminuir la temperatura, el humo tóxico comenzó a descender y comenzó a
ser aspirado por las personas que se encontraban en el lugar. [3]El humo a altas
temperaturas produce edema pulmonar y tapiza las mucosas formando una capa
impermeable al oxígeno, algo que afectó a muchas de las víctimas del incendio. [3]
Una persona al inhalar este humo al 20% presenta dolor de cabeza y debilidad
muscular, cuando llega al 30% no logra mantenerse en pie y comienza a tener
síntomas de mareo, y al entrar en el porcentaje de 50% la persona entra en coma y
puede ocasionarle la muerte.
Capacidad del local y salida de emergenciaEditar
El local se encontraba habilitado para dichos espectáculos con una capacidad de
hasta 1031 personas; sin embargo, el recuento del público era bastante mayor a
dicha cifra.[17] En la causa judicial se asegura que ingresaron al menos
4500 personas, ya que se habían vendido las 3500 entradas disponibles y se calculó
la existencia de 1000 personas que ingresaron sin la misma.[17]Según el fallo:
En suma, es evidente pues que esta cantidad abrumadora de concurrentes acreditada, tuvo una
influencia decisiva en la configuración concreta del supuesto de hecho analizado, dado que atentó
contra la evacuación del local y permitió que los asistentes se vieran expuestos a los gases nocivos
producto de la combustión, es decir, al peligro común que comporta un incendio típico. [17]

Para agravar la situación, las salidas presentaban irregularidades, lo que dificultó la


evacuación. El local contaba con una entrada principal compuesta por dos
portones y una salida de emergencia ubicada a la derecha de la entrada principal.
Ambas daban a un hall donde se encontraban las boleterías, y desde allí se accedía
al salón principal, donde se encontraba el escenario, a través de seis puertas tipo
cine. Hacia el lado izquierdo del escenario se encontraba una salida alternativa que
comunicaba el salón con la salida del estacionamiento de un hotel vecino, el cual
pertenecía a los mismos dueños de Cromañón. [17]
La salida de emergencia se encontraba obstaculizada por la presencia de vallas,
algo que dificultó la evacuación. La entrada principal también dificultó la salida,
debido a su propia estructura:

En consecuencia, es dable concluir que fue la propia estructura de las puertas cine, es decir, la
circunstancia de que ese corredor de salida se encontrara dividido por seis puertas con sus
respectivos marcos y hojas lo que dificultó la salida de una cantidad de personas considerable que
pretendían con desesperación hacerlo simultáneamente, más allá de si estuvieran cerradas o
abiertas.[17]

Esta salida alternativa se componía de un portón que poseía dos hojas con un
tamaño de 2,5 metros de ancho por 3,6 metros de alto. La misma al momento del
incendio se encontraba cerrada con un candado y ataduras de alambre, a pesar de
que contaba en su parte superior con un cartel que indicaba que se trataba de una
salida habilitada. La puerta fue abierta por los bomberos una vez que llegaron al
lugar, minutos después de iniciado el incendio.[17]Según la habilitación esa puerta
no debía estar clausurada:
Conforme se desprende de la plancheta de habilitación del local –ver fs. 350 del legajo de la Pericia
de Arquitectura-, ...el local posee una salida alternativa, la que se activa exclusivamente en caso de
producirse un siniestro, permitiendo la evacuación del público concurrente por un corredor que
sirve en casos normales para la entrada y salida de vehículos... [29]

HabilitaciónEditar
El establecimiento se encontraba habilitado como local de baile clase C en forma
autónoma, no como anexo de otro establecimiento. Según el inciso "d" del artículo
10.2.3 del Código de Habilitaciones y Verificaciones [30] de la ciudad, se prohíbe a
este tipo de locales la comunicación con otros establecimientos, lo que no sucedía
ya que la puerta que se encontraba detrás del escenario y la puerta alternativa
daban al estacionamiento de un hotel.
Además, la Certificación de Bomberos de República Cromañón se encontraba
vencida.[31] La Superintendencia de Bomberos es la encargada de expedir la
habilitación del sistema contra incendios del local, algo que se había hecho por
última vez en noviembre de 2003 y por un período de un año. Por lo tanto, dicha
habilitación había caducado y el local debió haber sido clausurado. Asimismo, de
los quince matafuegos existentes en el lugar diez se encontraban despresurizados.
[28]
Existía además el pago de soborno a un oficial de la Policía Federal Argentina para
que brindaran seguridad en la puerta del lugar y para que no se realizaran
contravenciones debido a las irregularidades existentes en el local. [32] Entre las
contravenciones existentes se incluía la superación de la capacidad habilitada, la
venta de alcohol, la obstrucción de las salidas y la omisión de recaudos durante la
organización y seguridad (que permitió el ingreso de pirotecnia). [32]Durante los
recitales que brindó Callejeros Raúl Villarreal, por orden de Chabán, le pagó al
subcomisario Carlos Rubén Díaz 300 pesos argentinos por jornada.[32]
PirotecniaEditar
La utilización de bengalas y otro tipo de pirotecnia, tanto en espacios abiertos como
(peligrosamente) en espacios cerrados, era común en los recitales del llamado rock
barrial o rock chabón.[33] La pirotecnia llegó a convertirse en parte del folclore y de
la estética de esa música, un ritual dentro del propio recital. [33] Estas prácticas
fueron completamente alentadas por los artistas. En la edición de noviembre de
2005 de la revista Rolling Stone Argentina, en una entrevista al Indio Solari, uno de
los principales referentes del rock argentino, este comentaba declarando
explícitamente su deleite por ver bengalas encendidas en los recitales:
En referencia a las bengalas y demás, digamos que la cultura rock tiene eso, también: no es una
cultura progresista, de todo prolijito. Ahora les recomendamos a los chicos que no vayan con
pirotecnia al show (...) Pero, en definitiva, a mí me cuesta mucho renegar del folklore de las
bengalas y las banderas del rock. Creo que el rock es eso. Yo tengo la imagen de «Juguetes
perdidos»[34] en River, entrando a cantar con todo eso y… ¡Guau! No es sopa. Yo no quiero renegar
definitivamente de todo eso. Aunque, desde ya, en este momento tiene que primar el respeto y el
cuidado. (...) [La pirotecnia] Dejó un acento, una marca estética en casi todo lo que llamamos rock
nacional, que por algo es diferente del rock belga, del rock japonés o de cualquier otro.
Indio Solari.[35]

Los miembros de Callejeros también se deleitaban por las bengalas en los recitales,
y han quedado como testimonios dos entrevistas de estos en la radio Rock&Pop en
los meses previos a la tragedia:
— Juan di Natale: hay un rumor parece, que no se van a dejar pasar las bengalas y que si pasa
alguna, le pondrían una multa a la banda. Esto tiene que ver igual con las condiciones de seguridad
de Obras, y no es nada contra Callejeros ni contra este show.

— Patricio Fontanet: no, no, es así en todos los shows.


— Juan di Natale: bueno, ¿y qué hacemos con las bengalas, Pato?
— Patricio Fontanet: el problema con las bengalas es que te las saca la seguridad de Obras. Cuando
nosotros tocamos, tratamos que puedan pasar las bengalas.
Entrevista en la radio Rock&Pop, agosto de 2004.[36]
— Eduardo Vázquez: vivo acá, después de tres shows intensísimos acá en Cromañón. Fueron tres
días... ayer tocamos con 4000 personas.

— Juan di Natale: ¡guau!, muchísima bengala, ¿no?

— Eduardo Vázquez: muchísima bengala, fue la frutilla de la torta.


Entrevista en la radio Rock&Pop, 10 de diciembre de 2004.[36]
A causa de esto, en el fallo del juicio oral se expresó:

Sí hemos podido extraer una conclusión: que la banda toleraba el uso de pirotecnia. Ello así, pues su
empleo en los recitales fue siempre una constante y nada serio se hizo para evitar que esa práctica
cesara definitivamente.[37]

Sin embargo, antes de que comience el recital del 30 de diciembre, Chaban advirtió
al público que no encendieran bengalas,[37] ya que se había usado pirotecnia
durante la presentación del grupo soporte, Ojos Locos. [17] Según testigos,[38]
Chabán declaró:
No sean pelotudos. No tiren bengalas. Acá hay 6000 personas y no quiero que pase lo de Paraguay.
[39] Si alguien prende algo nos morimos todos.

Omar Chabán.[38]

El uso de pirotecnia ya había causado focos de incendio en el local. El 1 de mayo


de 2004, durante un recital de Jóvenes Pordioseros, un principio de incendio causó la
evacuación de todos los espectadores y debió ser extinguido por el personal de
seguridad.[10]El 25 de diciembre, pocos días antes de la tragedia, se produjo otro
foco durante un recital de La 25, que también logró ser sofocado.[
El uso de bengalas en los recitales de rock en Argentina no estaba únicamente
limitado a bandas argentinas, también se hacía en visitas de bandas
internacionales: el 8 de mayo de 2004 en la visita de Motörhead al boliche Hangar
sucedió algo ominosamente profetizador. Una horda de violentos ingresó
golpeando a los patovicas y luego, ya en el recital, uno prendió una bengala, lo que
quitó el oxígeno dentro del boliche y provocó que los miembros de la banda
empezaran a sentirse mal y decidieran dar por terminado el recital tras solo 50
minutos. Esto encendió la ira del público, que destrozó el boliche y los equipos de
la banda

Etapa de instrucciónEditar
Tras la tragedia, la Justicia dictó la orden de captura nacional e internacional
de Omar Chabán, gerente de República Cromañón. Tras varios allanamientos,
Chabán fue arrestado en una casa del barrio porteño de Monserrat.[41] Durante los
primeros días, la banda Callejeros declaró a los medios, a través de su abogado,
que ellos no habían firmado ningún contrato con Chabán, y que el único
organizador del recital fue el empresario.[42]
Tras interrogar a varios testigos, la jueza de instrucción María Angélica Crotto dictó
el procesamiento de Omar Chabán acusándolo de homicidio simple con dolo
eventual de 192 personas (eran las víctimas fatales hasta ese momento). Además,
resolvió el embargo de bienes por 57,6 millones de pesos.[43] Por problemas de
salud, la jueza decidió tomarse una licencia, siendo reemplazada por el juez de
Instrucción n.º 8 de Julio Lucini.[44]
A finales del mes de febrero de 2005 fueron detenidos Diego Argañaraz, mánager
de Callejeros, Lorenzo Bussi, encargado de la seguridad, y Raúl Villarreal,
mencionado como coordinador general del local.[45] Argañaraz y Bussi fueron
liberados, ya que fueron procesados por homicidio culposo, un delito excarcelable.
A Villarreal en cambio, se le dictó la prisión preventiva ya que fue acusado de
homicidio con dolo eventual. En el caso de Villarreal el juez destacó que «lejos de
asumir el rol de simple empleado o colaborador, tenía una activa participación en
el "negocio", a punto de haberse convertido en la verdadera "mano derecha" de
Chabán», del mánager de la banda expresó que «actuó en forma imprudente y
negligente, lo cual facilitó la producción del siniestro que terminó con la vida de
193 personas y produjo centenares de heridos» y en el caso de Bussi estableció
que «si hubiera actuado en forma correcta, extremando el cacheo de los asistentes
y verificando que ninguno de ellos ingrese al lugar sin antes ser exhaustivamente
revisado, el incendio no se hubiera producido y las muertes se hubiesen evitado».
[45]Los tres sufrieron un embargo de bienes, Villarreal de 57 millones de pesos,
mientras que Argañaraz y Bussi de 20 millones.[45]
En el mes de marzo fueron procesados cinco integrantes de la Policía Federal
Argentina.[46] Los comisarios Miguel Ángel Belay y Gabriel Sevald, y el subcomisario
Carlos Díaz fueron procesados por el delito de cohecho pasivo, [47] y fueron
embargados por la suma de 500 mil pesos. Además se procesó a los agentes Oscar
Sosa y Cristian Villegas por incumplimiento de los deberes de funcionario
público[48] y fueron embargados por 100 mil pesos. Los imputados expresaron que
eran inocentes, mientras que Chabán se negó a declarar por el presunto pago de
sobornos.
En el mes de mayo, los abogados de Omar Chabán solicitaron al juez Lucini la
excarcelación. Lucini la negó, por lo que fue apelada ante la Cámara del Crimen de
la Ciudad de Buenos Aires. Allí, la Sala Quinta (integrada por Gustavo Bruzzone,
María Laura Garrigós de Rébori y Rodolfo Pociello Argerich) decidió excarcelar al
empresario mediante el pago de una fianza de 500 mil pesos. Chabán fue
trasladado a la prisión de Marcos Paz, y luego de que fuera pagada la fianza fue
liberado el 14 de junio.[49]
La excarcelación desató una nueva polémica, no solo en lo referente a la causa sino
en lo referente a todo el sistema judicial. Se discutía la existencia de un excesivo
"garantismo", una corriente del Derecho penal que pretende una minimalización
del sistema penal, la humanización de las penas y el respeto irrestricto de los
Derechos Humanos fundamentales en el proceso. Como símbolo de los
"garantistas" se encontraba el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Argentina, Eugenio Raúl Zaffaroni, mientras que los opositores eran varios políticos
de la derecha argentina y el Sr. Juan Carlos Blumberg. El Presidente de la
Nación Néstor Kirchner manifestó su rechazo por la excarcelación, lo que derivó en
varias disputas[50] con miembros del Poder Judicial, quienes calificaron las palabras
del primer mandatario como una injerencia de un Poder de la República en otro. A
los dos jueces que votaron a favor de la excarcelación de Chabán, tildados de
"garantistas" por diferentes medios de comunicación, [51] se les intentó iniciar un
juicio político, pero el Consejo de la Magistratura rechazó, meses después, ese
pedido.[52] También fue excarcelado Raúl Villereal.[53]
Tras su liberación, Chabán decidió recluirse en la casa de su madre, ubicada en el
Partido de General San Martín, en la Provincia de Buenos Aires. Familiares de las
víctimas se trasladaron hasta el lugar para manifestar su repudio, lo que produjo
quejas de vecinos y comerciantes del lugar. Las diferentes manifestaciones en
contra de la excarcelación del empresario afectaban la tranquilidad de la zona. Es
por esto que el gobierno provincial reclamó al juez el traslado de Chabán,
basándose en la gran cantidad de recursos que eran necesarios para mantener la
custodia policial en el lugar.[54] Finalmente el empresario se trasladó a una casa
ubicada en el delta del Tigre, que había alquilado uno de sus amigos, en donde
decidió entrevistarse con algunos familiares de las víctimas. [55] Sin embargo,
debido a que las protestan se trasladaron al lugar y a que los dueños de la casa
querían desalojarlo,[56] decidió mudarse a otra casa, también ubicada en el Delta
pero más alejada.[57] Sin embargo eso no detuvo a los familiares, quienes lograron
apedrear la nueva casa.[58] En medio de estos sucesos hubo un cambio de carátula
que benefició a Chabán, ya que los jueces se inclinaron por la figura de estrago
doloso seguido de muerte (penado con ocho a veinte años de prisión) en lugar de
la de homicidio simple (penado con ocho a veinticinco años de prisión). [59]
Finalmente la Cámara de Casación hizo lugar al pedido de anular la excarcelación
de Chabán. Debido a esta decisión, el juez Lucini ordenó la detención del
empresario y su traslado al penal de Marcos Paz el 24 de noviembre.[60]
En medio de la polémica que involucraba al gerente del local, el 3 de junio la banda
fue procesada por homicidio culposo agravado,[61] y se trabó un embargo de 10
millones de pesos a cada integrante.[62]
Además, tres exfuncionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fueron
procesados: el exsecretario de Seguridad porteño Juan Carlos López fue procesado
por homicidio culposo agravado, mientras que el ex subsecretario de Seguridad del
gobierno comunal Enrique Careli y el exdirector general de Servicios de Seguridad
Privada Vicente Rizzo fueron procesados por incumplimiento de los deberes de
funcionario público.[63] También fueron procesados por homicidio culposo
agravado Fabiana Fiszbin, exsubsecretaria de Control Comunal, Ana María
Fernández, exdirectora general adjunta del organismo de control porteño, Gustavo
Torres, exdirector general de Fiscalización, Rodrigo Cozzani, excoordinador
operativo del mismo organismo y Alfredo Ucar, asesor de Fiszbin; y a Víctor Telias,
coordinador operativo del área de control, por incumplimiento de los deberes de
funcionario público.[64] En octubre, también fue procesado el exfuncionario
Roberto Calderini, responsable del área de Habilitaciones, por el delito de
negociaciones incompatibles con la función pública.[65]
Sin embargo, para fines del 2005 solo Juan Carlos López permanecía acusado de
homicidio culposo agravado.[66] Fiszbin, Fernández y Torres fueron sobreseídos por
ese cargo, mientras que a Ucar y Cozzani se les dictó la falta de mérito para
procesar o sobreseer.
El 27 de septiembre la Sala V de la Cámara del crimen cambió la carátula a
estrago culposo,[67][68] y, finalmente, el 16 de diciembre, el juez Lucini imputó al
grupo Callejeros por estrago doloso seguido de muerte.[69] El cambio de carátula
responde a que el juez consideró que irregularidades en ciertas tareas que se
encontraban a cargo del grupo (como la seguridad del local y la cantidad de
entradas vendidas) influyeron en gran medida para que se produjera el incendio. [69]
Durante el 2006 la causa volvió a manos de la jueza Crotto,[70] y la Cámara del
Crimen negó el pedido de cambio de carátula de estrago doloso a homicidio
culposo, pedido por el grupo musical. Sin embargo, la justicia los autorizó a realizar
presentaciones,[71] lo que finalmente sucedería el 6 de julio.[72]
En cuanto al exjefe de Gobierno, la jueza de la causa se había negado a llamar a
Ibarra a declarar, lo que había motivado el enojo de los familiares, algunos de los
cuales están denunciados por amenazar a la jueza.[73] Finalmente, Ibarra fue
sobreseído de la causa en la que había sido denunciado por homicidio doloso e
incumplimiento de los deberes de funcionario público. [74] Además, en el mes de
julio la justicia civil había revocado la inhibición de bienes que pesaba sobre el
exmandatario[75] y en noviembre la Cámara de Casación rechazó un pedido de
familiares de las víctimas para revertir el sobreseimiento.[76]
En el mes de abril, la Sala V de la Cámara del Crimen desprocesó al exfuncionario,
Juan Carlos López, quien estaba imputado por homicidio doloso. [77] Los jueces
determinaron que «con sólo mirar la diversidad de funciones de la Secretaría a
cargo de López, se puede advertir lo dificultoso que resulta para quien se encargue
de ella, poseer un conocimiento profundo de todos los problemas que existen en
la Ciudad de Buenos Aires vinculados a su competencia». En el mismo fallo fueron
sobreseídos Enrique Carelli y Vicente Rizzo, quienes se encontraban imputados por
incumplimiento de los deberes de funcionario público. En el mes de septiembre,
otros tres funcionarios serían sobreseídos: Juan Carlos Loupías, Juan Carlos
Sánchez, Alfredo Ucar también se encontraban imputados por el mismo cargo que
los dos anteriores.[78]
En agosto de 2006, la jueza María Angélica Crotto elevó a juicio oral las actuaciones
de Omar Chabán, Raúl Villarreal, cinco policías y el grupo Callejeros (junto a su
mánager y el escenógrafo).[79][80]
El 10 de octubre de 2006, los exfuncionarios Fiszbin, Fernández y Torres fueron
acusados por incumplimiento de los deberes de funcionario público y su causa fue
elevada a juicio oral.[81] En el mes de septiembre, los integrantes de Callejeros, su
mánager y el escenógrafo fueron procesados por cohecho activo como partícipes
secundarios, lo que se suma a la acusación por estrago doloso. [82]
En agosto de 2007 la Sala III de la Cámara de Casación Penal confirmó el
sobreseimiento de Ibarra, pero revocó el sobreseimiento de Juan Carlos López,
quien volvió a quedar procesado en la causa. [83]Desde fines de ese mes, la causa
pasó a manos del juez Alberto Baños, luego de que María Angélica Crotto
decidiera pedir una licencia médica por enfermedad.[84]
El 22 de noviembre el Tribunal Oral n.º 24 prorrogó la prisión preventiva de Omar
Chabán.[85] Sin embargo, a fines de ese mes la Sala III de la Cámara de Casación
Penal dispuso que el empresario debía recuperar la libertad. [86] Finalmente, el 7 de
diciembre Chabán abandonó el penal de Marcos Paz.[87] En mayo de 2008, Rafael
Levy, sospechado de ser el dueño del local, fue procesado bajo los mismos cargos
que Chabán.[15]
En diciembre de 2009 el juez ordenó que se comparara el identikit de la persona
que supuestamente había tirado la pirotecnia que inició el incendio con las fotos
de los integrantes de un grupo de fanáticos identificados como El Fondo No Fisura.
[88]

JUICIO ORAL:

De todas las personas que fueron procesadas durante la instrucción, fueron en


principio llevados a juicio, imputados por varios delitos, solo 15 personas. [89] Omar
Chabán y Raúl Villareal fueron acusados de estrago doloso seguido de muerte y
cohecho activo. La misma acusación recayó sobre los integrantes de Callejeros
(Patricio Fontanet, Elio Delgado, Maximiliano Djerfy, Eduardo Vázquez, Christián
Torrejón y Juan Alberto Carbone), Daniel Cardell, el escenógrafo, y su mánager,
Diego Argañaraz. Tres funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
fueron acusados por incumplimiento de los deberes de funcionario público:
Fabiana Gabriela Fiszbin, Gustavo Juan Torres y Ana María Fernández. Y dos
oficiales de la Policía Federal Argentina fueron acusados, Carlos Rubén Díaz de
estrago doloso seguido de muerte y cohecho pasivo, y Miguel Ángel Belay, por
incumplimiento de los deberes de funcionario público y cohecho pasivo.
El juicio comenzó el 19 de agosto de 2008, y se realizó en una de las salas
del Palacio de Justicia de la Nación, ubicado en Buenos Aires, la misma en la que se
realizó en 1985 el llamado Juicio a las Juntas.[90] Luego de un año, el 19 de agosto
de 2009, el Tribunal Oral en lo Criminal N.º 24 de la Ciudad de Buenos Aires
dictaminó por fallo unánime condenar a Omar Chabán a 20 años de prisión por los
delitos de incendio doloso calificado y cohecho activo, a Diego Argañaraz a 18
años de prisión por los delitos de incendio doloso calificado y cohecho activo, al
subcomisario Carlos Díaz a 18 años de prisión por los delitos de incendio doloso
calificado y cohecho pasivo, a Raúl Villarreal a 1 año de prisión en suspenso por
considerarlo partícipe secundario del delito de cohecho activo, a Fabiana Fiszbin y
Ana María Fernández a 2 años por incumplimiento de los deberes de funcionario
público. Tanto los integrantes de Callejeros como el comisario Miguel Belay y el
funcionario Gustavo Torres fueron absueltos.[91]
El tribunal determinó que tanto Chabán como Argañaraz se encontraban a cargo
de la organización del recital, y por lo tanto eran los únicos sobre los que podía
caer la pena de incendio doloso calificado:

La valoración conjunta de las pruebas reseñadas, de conformidad con las pautas de la sana crítica
racional, nos llevan a concluir, fundadamente, que las únicas personas que se abocaron
concretamente a la organización del recital del 30 de diciembre de 2004, fueron Diego Marcelo
Argañaraz y Emir Omar Chabán.[20]
Sí reiteramos que sólo los organizadores asumen el deber de custodia de la fuente de peligro que
comporta un espectáculo y porque así la ley lo dispone. Esas personas son quienes detentan una
posición de garantía desde un punto de vista material-formal conforme lo propone la doctrina
dominante, no los empleados del lugar donde se realiza el evento, por más jerarquizados o
independientes que puedan mostrarse en la estructura de trabajo. [92]

Según el fallo, ni los músicos ni el escenógrafo participaban en la organización:

En suma, de los testimonios de la totalidad de las personas que depusieron en el juicio, sólo cabe
concluir ante la inexistencia de prueba que acredite lo contrario que, en lo que atañe a la concreta
organización del recital que se efectuó el día 30 de diciembre de 2004, ninguno de los músicos de la
banda ni el escenógrafo realizaron alguna actividad puntual. [93]

Tampoco consideraron que los músicos incentivaban el uso de bengalas, sino que
simplemente toleraban su uso:

Sin embargo, esa tolerancia no implica ni fomento ni incentivo como lo han propuesto algunos
acusadores.[37]

Tampoco se incluyó a Raúl Villarreal en la organización del evento:

Es que ha quedado fuera de toda duda que Villarreal no se encargó de decidir el número de entradas
ni de su comercialización o distribución, no contrató al sonido, ni a la iluminación, ni a la
seguridad, ni a los socorristas, ni a la publicidad. Ello lo hicieron el mánager del grupo «Callejeros»
Diego Argañaraz y el explotador del local Omar Chabán. [92]
En cuanto al pago de sobornos, se demostró que tanto Chabán, Argañaraz y
Villarreal se encontraban involucrados en el mismo. [32] En la documentación
suministrada al juzgado, los pagos se encontraban incluidos en la liquidación de
gastos que llevaban informalmente los involucrados. [32]
El acuerdo espurio al que aludimos tuvo por objeto la omisión funcional por parte de Carlos Rubén
Díaz, a cambio del dinero pactado, de brindar seguridad y permitir la existencia de numerosas
contravenciones en que incurría el local emplazado en la jurisdicción de la seccional 7.ª de esta
ciudad.[32]

Esta «protección» que Díaz otorgaba, permitió que se dieran las condiciones que
desataron este hecho.[94]
Entonces en el contexto de la situación afirmamos que la remoción de obstáculos a la acción de
Omar Emir Chabán y Diego Marcelo Argañaraz en la apertura y desarrollo del recital del grupo
Callejeros la noche del día 30 de diciembre del año 2004 […] contribuyó a aumentar el peligro de la
realización de la lesión al bien jurídico protegido por la figura del art. 186 inciso 5.º y se traduce en
un aporte necesario al hecho principal.[94]

En cuanto a los funcionarios del Gobierno de la Ciudad, se determinó que no


cumplieron con sus obligaciones.[95] La Defensoría del Pueblo de la Ciudad de
Buenos Aires había emitido una resolución en la que recomendaba la inmediata
clausura de los locales que no se encontraran correctamente habilitados. [95] Los
funcionarios limitaron su accionar a la simple intimación de los locales, sin tomar
medidas contra quienes no respondían a las mismas o presentaban documentación
claramente no justificaba el desarrollo de la actividad habilitada.[95]
las imputadas Fiszbin y Fernández, con aptitud funcional y medios materiales y humanos -que aún
sin ser óptimos hubieran permitido encarar en plazo razonable la actividad debida- eludieron
grosera y, por ello, conscientemente, el cumplimiento de obligaciones esenciales inherentes a sus
cargos y ello les acarreará responsabilidad penal. [95]

La sentencia no se encontraba firme, por lo que ninguno de los condenados


permanacía en prisión.[96] Se estima que la Cámara de Casación se pronunciaría
durante el 2010 y que ese año comenzará el juicio oral contra Juan Carlos López y
Rafael Levy.[96]
Ratificación de las condenasEditar
La Cámara Federal de Casación Penal confirmó en septiembre del 2015, las
condenas contra exfuncionarios, miembros de la banda Callejeros y demás
imputados al rechazar sus recursos de apelación. A pesar de esto, los procesados
mantuvieron la libertad hasta que dichas condenas quedaran en firme.

La Sala IV de la Cámara, tras atender el pedido de La Corte Suprema de Justicia de


revisar el fallo, dejó en firme la condena.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, a principios del mes de marzo del 2016,
catalogó como “inadmisibles” los recursos extraordinarios que 11 imputados
interpusieron ante las sentencias; por lo que los acusados debían regresar a
cumplir sus penas en prisión.

Las condenas varían de 3 a 7 años, teniendo Patricio Fontanet (líder de la banda) la


mayor de ellas. Los demás músicos (Maximiliano Djerfy, Elio Delgado, Cristian
Torrejón y Juan Carbone) recibieron 5 años. Al baterista Eduardo Vásquez se le
suman 6 años a la condena de cadena perpetua obtenida por el asesinato de su
esposa. A la medida de prisión se suman además el escenógrafo Daniel Cardell con
tres años y el asistente de Omar Chabán, Raúl Villarreal, con seis.

La exfuncionaria de Control Comunal, Fabiana Fiszbin y el exdirector de


Fiscalización, Gustavo Torres también están incluidos entre los once implicados. [97]
[98]
Causa por los certificados irregularesEditar
De la investigación principal se desprendió una causa relacionada con un circuito
ilegal de certificados de habilitación. En septiembre de 2006, tres bomberos, por
cohecho pasivo, y dos empresarios, por cohecho activo [99] también fueron enviados
a juicio oral y público.[100] Los bomberos acusados eran Alberto Corbellini, el exjefe
de la División Prevención de la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal,
Marcelo Nodar y Marcelo Esnok; mientras que los dos empresarios, Rubén Fuertes
y Luis Perucca, fueron acusados por "coautores". El juicio por este hecho comenzó
en noviembre de 2007,[101] y los cinco fueron encontrados culpables. Rubén Fuerte,
Marcelo Nodar y Alberto Corbellini fueron condenados a 4 años de prisión,
mientras que las penas fueron menores para Luis Perucca (2 años y 9 meses en
suspenso) y Marcelo Esnok (2 años y 6 meses en suspenso). [102]
Causa SAMEEditar
También se inició una causa debido a una supuesta mala actuación durante la
organización y desarrollo de las tareas de auxilio durante el incendio. [103] En la
misma fueron investigados Aníbal Ibarra, Jorge Telerman y varios funcionarios del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.[103] En diciembre de 2008, tanto Ibarra,
Telerman como la mayoría de los funcionarios fueron sobreseídos. [103] Los únicos
que quedaron imputados por incumplimiento de los deberes de funcionario
público fueron Alejandro Cano y Martín Galmarini, Director General de
Operaciones de la Policía Federal y médico regulador de turno del SAME (Sistema
de Atención Médica de Emergencia), respectivamente. [103] Sin embargo, en marzo
de 2009 ambos fueron sobreseídos.[104] y en junio de 2010 el sobreseimiento fue
confirmado por la Sala Tercera de la Cámara de Casación Penal. [105
IIMPORTANCIA DEL ROCK ARGENTINO:

Cromañón fue un evento altamente significativo en la historia del rock argentino, fue


del tipo de eventos que marcaron un antes y un después en la evolución del
mismo. Tras el incendio, se dio paso a la era post-Cromañón del rock argentino, en la
que el peso de la tragedia influyó en las nuevas medidas, tendencias y evolución
musical de la escena.
Se llamó "efecto Cromañón" a la clausura masiva de discotecas [143] y espacios
culturales,[144] en forma posterior al incendio, que incumplían normas de seguridad.
Esta clausura masiva no se produjo solamente en la Ciudad de Buenos Aires, sino
también en diversas partes del país.[145][146] Tras Cromañón se establecieron nuevos
estándares de infraestructura, seguridad, control y capacidad que en un primer
momento, al no haber casi ningún espacio que lograra calificar en esos standards,
provocaron los cierres masivos. Inclusive, la onda expansiva de Cromañón se
trasladó al ámbito de los actos masivos políticos, y por eso durante los primeros
años post-Cromañón hubo controles para que no asistieran más manifestantes que
el espacio permitido,[147].
Sin embargo, la intención de las autoridades de mejorar la seguridad de los
espectadores afectó los circuitos artísticos independientes. Esto produjo el reclamo
de diversas asociaciones de artistas, que incluían desde la apertura de nuevos
lugares para trabajar[148] hasta la elaboración de una nueva normativa por
considerar obsoleta la actual.[149]
El cierre masivo de bares y discotecas en la ciudad de Buenos Aires fue una
tendencia que tardó literalmente años en revertirse: recién en 2007 se promulgó
una nueva ley que establecía nuevas normas para la actividad de locales con
presentaciones de bandas, bajo la figura legal de "club de cultura".[150]
Años más tarde, el cantante Walas de Massacre opinó sus quejas hacia la forma en
que se manejaron los cierres masivos post-Cromañón, y el estado en que quedó la
escena:
Tiempo antes de Cromañón, el rock era un espacio de arte y de cultura, patrimonio de los propios
artistas y su gente. Al día siguiente de la tragedia, el rock argentino se convirtió en un mero
entretenimiento para la clase media, en un negocio hiperreglamentado, controlado y monopolizado
por empresarios y funcionarios de turno. Una doble tragedia.
Walas, 12 de mayo de 2011.[141]

La escena se adaptó de diferentes maneras para sortear el obstáculo de no poder


tocar en la capital. Algunos recurrieron a tocar en las localidades cercanas, donde
las normativas legales eran distintas que en capital; ejemplo fue el caso de
la Fundación Konex, que en febrero de 2005 trasladó sus habituales recitales
veraniegos al pueblo de Carlos Keen, del partido de Luján.[150] La mayoría de las
bandas chicas y emergentes también usaron recursos de este tipo, tocando en el
circuito de locales del conurbano bonaerense.[151]
Frente al cierre de los pequeños locales, se fortaleció el recurso de los festivales al
aire libre, una tendencia que ya venía creciendo desde el primer Cosquín Rock de
2001 y que se aceleró aún más tras Cromañón. En los años siguientes se asentó en
la escena argentina una programación de festivales a lo largo del año: Cosquín
Rock, Quilmes Rock, Pepsi Music y Personal Fest.
En cuanto a la evolución musical del rock argentino, tras Cromañón se produjo un
retroceso en el apoyo al género del rock barrial,[33][152][153][154] que comenzó a sufrir
una demonización en los medios, deslegitimación de sus causas, y cierto rechazo en
parte de la sociedad. Según el diario Página 12 sobre el estado del rock barrial a
fines de los años 2000:
Cromañón le arrancó la inocencia y expuso todo su potencial peligroso. Lo convirtió en un factor
maléfico, en un profanador de cunas sobre las que lloran aquellos padres dueños de un dolor en
eterna procesión.
Página 12, 31 de diciembre de 2009[155]

No obstante, la caída del rock barrial no fue abrupta sino que fue lenta y paulatina
en los años siguientes a Cromañón. Tal vez por la inercia con que las bandas de
rock barrial venían grabando y tocando desde años anteriores, tal vez por
compromisos previos del mercado discográfico, tal vez por la fidelidad y pasión
símil-futbolera de los seguidores de las bandas de rock barrial, tal vez por la lentitud
en cambiar hábitos pre-existentes que ya existían en la sociedad desde larga data,
lo cierto es que en los primeros años luego de Cromañón las bandas de rock barrial
continuaron teniendo buena actividad, participando en festivales, lanzando
álbumes, contando con buena adhesión de público y buen respaldo del mercado
discográfico.[156] Hacia fines de la década de 2000 las bandas del rock barrial aún
continuaban siendo partícipes relevantes en la escena, el diario Página 12 decía: "un
rock barrial que sigue vigente pese a los embates del tiempo, aunque bajo condiciones
cada vez más severas y excluyentes".[155]
De hecho, Callejeros tuvo un aumento en su difusión en las radios tras la tragedia
(sus canciones «Una nueva noche fría» y «Prohibido» rotaron fuertemente en los
meses siguientes), continuaron haciendo shows (aunque cada vez con más
obstáculos) e incluso el 11 de mayo de 2006 lanzaron su álbum Señales a un precio
equivalente a 15 dólares, un 29% más caro que lo entonces habitual, y sin embargo
el álbum se agotó rápidamente.[157][158]
Así pues, la caída del rock barrial se fue dando lentamente, con distintos eventos
que fueron sucediéndose en los años siguientes a Cromañón, especialmente las
separaciones de fines de los 2000 y principios de los 2010 (Jóvenes Pordioseros en
2008, Los Piojos y Bersuit Vergarabat en 2009, Callejeros en 2010, Ratones
Paranoicos en 2011).
Como contrapartida a la baja del rock barrial, se revitalizaron los otros géneros en
la escena argentina: el pop rock (con bandas
como Babasónicos, Miranda!, Airbag, Nermkids, Azafata y Los Látigos, más solistas
como Gustavo Cerati, Fito Páez y Coti), el rock alternativo (con bandas como Catupecu
Machu, Árbol, Massacre, El Otro Yo, y Él Mató a un Policía Motorizado),
el reggae y ska (con bandas como Los Pericos, Los Cafres, Nonpalidece, Karamelo
Santo y Los Caligaris más solistas como Fidel Nadal y Dread Mar-I), el punk (con
bandas como Attaque 77, Dos Minutos, Expulsados, Cadena Perpetua y Smitten), y
el heavy metal (con bandas como Rata Blanca, Almafuerte, D-mente y Carajo).
Influyó en la revitalización de dichos géneros que se intensificaran las visitas de
artistas internacionales, una tendencia que en realidad era previa a Cromañón. Por
ejemplo, ya en enero de 2004 habían sido retomadas, cuando en la cancha
de Vélez tocó Iron Maiden con Horcas y O'Connor como teloneros.[159] Las visitas
internacionales siempre fueron un factor de peso para el crecimiento del rock
argentino, desde sus inicios en los años '50, cuando Bill Haley & His Comets tocó en
el Teatro Metropolitan el 7 de mayo de 1958,[160] ya que aparte de la oportunidad de
ver a artistas internacionales, les daban a las bandas locales la oportunidad de
difundirse a través de ser teloneras: por ejemplo, en el mencionado recital de Bill
Haley, tocó de telonera la banda de Eddie Pequenino, Mr. Roll y sus Rockers.[161]
Tanto el aumento de popularidad de los géneros como el aumento de las visitas de
artistas internacionales influyó para que, en los años siguientes a Cromañón, en el
ámbito de las tribus urbanas aumentaran en popularidad otras tribus aparte de
los rolingas, como
los floggers, metaleros, punks, skinheads, rastafaris, emos, darks, rockabillies, reguetoneros
, chetos y cumbieros.
Las bandas de rock barrial que sobrevivieron a la baja del género lo hicieron
manteniéndose unidas, continuando con las giras y grabaciones, y apelando a los
mensajes políticos, sociales y contraculturales que encontraron buena respuesta en
los simpatizantes del kirchnerismo. Así fue como en la era post
Cromañón sobrevivieron bandas del rock barrial como La Renga, La Mancha de
Rolando, Las Pastillas del Abuelo, Los Gardelitos, La 25, El Bordo, Salta La Banca y La
Beriso, además tuvieron buena respuesta los proyectos solistas del Indio
Solari, Gustavo Cordera, Ciro Martínez y Juanse.

También podría gustarte