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Ética Profesional
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Innmaculada Viedma
Licenciada en Ciencias Biológicas. Profesora de Bioética de la Universidad
Católica de San Antonio, Murcia, España. E-mail:iviedma@pdi.ucam.edu
RESUMEN
En este artículo se considera tan solo el desarrollo histórico del Proyecto Genoma
Humano y su situación actual. Tras una breve presentación inicial, se tratan algunas de
las muchas controversias éticas que surgen de las posibles aplicaciones del proyecto.
Principalmente, se toman en consideración las posibilidades de manipulación del
genoma humano y los problemas causados a consecuencia de las enormes inversiones
que ha requerido la realización de este proyecto. Al mismo tiempo, se intenta evaluar las
consecuencias que provienen de la aplicación del conocimiento obtenido por medio de
la secuenciación del genoma, en campos tan concretos como la terapia génica o la
manipulación genética y eugenésica. El punto de vista de la autora está basado en el
respeto a la dignidad de la persona humana.
ABSTRACT
This paper examines historical development of the Human Genome Project and its
current situation. After a brief initial presentation, outlines some of the many ethical
controversies arising from possible applications of the Project.
Work takes into account the possibilities of manipulating the human genome and the
problems caused by the huge investments that have been required to carry on Project.
Likewise, paper intends to assess the consequences of applying the knowledge obtained
by means of sequencing genome, to such concrete fields as genics therapy and eugenic
manipulation. Point of view of author is based on a deep respect for dignity of the human
being.
INTRODUCCIÓN
¿Por qué este proyecto se ha considerado como la panacea que dará solución a todos
los problemas que se le plantean al hombre actual?
Frente a esta oscura realidad, a la que se podrían añadir más datos, surge la nueva
genética como la panacea para resolver los grandes problemas del mundo actual:
• Se crean bacterias capaces de digerir el petróleo de las mareas negras.
La difícil situación por la que atraviesa nuestro mundo, no cabe duda que ha sido un
campo abonado para la biotecnología, para que la genética aparezca como la solución
mágica de nuestros problemas. Pero no es solo el mundo el que está en crisis. Esta
situación de desequilibrios y desigualdades está llevando al propio hombre hacia una
situación de desorientación, en la que también él busca su propia identidad, dar un
sentido a su vida. Y también aquí estamos ante un terreno abonado para considerar
el Proyecto Genoma Humano como camino para empezar a construir el “hombre
perfecto”. Se trata no solo de curar al hombre de sus enfermedades, sino de que un día
él pueda ser diseñado y construido por el mismo hombre.
“El hombre del futuro ya no sería aquella arcilla sobre la que Dios sopló el aliento de vida;
la arcilla sería ahora el ADN y el soplo vital sería la manipulación genética, capaz de
poder diseñar el ADN del ser humano del futuro” (2).
HISTORIA DE LA GENÉTICA
Sin embargo, sus trabajos no tuvieron ninguna repercusión científica hasta 1900, cuando
el botánico holandés Hugo de Vries los descubrió accidentalmente haciendo un estudio
bibliográfico.
Mendel demostró que la transmisión de los caracteres hereditarios estaba regulada por
un factor o unidad orgánica residente en los seres vivos, que se mantiene, sin mezclarse,
de generación en generación, aunque no se manifieste exteriormente.
En 1906, el biólogo inglés William Bateson utilizó por primera vez el nombre
de genética para denominar la ciencia que estudia la herencia y la variabilidad dentro de
las especies.
Los ácidos nucleicos, ADN (ácido desoxirribonucleico) y ARN (ácido ribonucleico), son
moléculas de gran tamaño, formadas por un gran número de componentes
llamados nucleótidos. Cada nucleótido se compone de un azúcar, un ácido fosfórico y
una base nitrogenada. El azúcar en el ADN es la 2-desoxi-D-ribosa, en el ARN es la D-
ribosa. Las bases nitrogenadas son cuatro: adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina
(T), aunque en el ARN, la timina es sustituida por el uracilo (U).
En este período nace lo que ha venido a llamarse, a propuesta del propio Crick (1970), el
dogma central de la biología molecular.
La información genética contenida en el ADN y “escrita” en un alfabeto de cuatro letras
tiene capacidad de replicación, es decir, de copiarse a sí misma. En el proceso que
acontece en cada división celular, el ADN se desespiraliza y cada uno de los filamentos
hace de matriz para que se desarrolle un filamento complementario.
Este proceso viene seguido por el de traducción. El ARNm sale del núcleo y en los
ribosomas del citoplasma se va a dar la síntesis de las proteínas. El mensaje genético
escrito con cuatro dígitos se pasa a otro código escrito con 20, que son
los aminoácidos que formarán las proteínas.
Cada uno de los 20 aminoácidos está codificado por una secuencia de 3 bases
nitrogenadas, que se llaman tripletes o codones (por ejemplo, la secuencia AGU se
traduce en el aminoácido serina, la CCG en prolina, la GAT en leucina, etc.).
No todo el ADN presente en los cromosomas es funcional. Hay mucho que no forma
genes y cuya función hoy se desconoce; se le llama “ADN-basura”.
Por genoma entendemos “el conjunto de genes que especifican todos los caracteres
potencialmente expresables de un organismo”. Pero esta definición plantearía
interrogantes al aplicarla a organismos eucariotas (4), en los cuales una parte de su ADN
aparentemente no codifica para ningún gen y además su significado genético en muchos
casos es desconocido (5). Por esto, en sentido más amplio, el concepto genoma haría
referencia a “toda la información genética contenida en el ADN del organismo,
considerada en forma de secuencia de bases, independientemente de que corresponda
o no a genes que codifiquen para moléculas funcionales, ya sean de naturaleza
polipeptídica o ARNs” (6).
“Hace años que se conoce la individualidad de cada una de las neuronas del ganglio
gástrico de la langosta [un haz nervioso que va al sistema digestivo del animal], cuáles
son las conexiones sinápticas y cuáles los neurotransmisores. Puede que haya entre 13
y 20 neuronas en un ganglio, pero todavía no se ha podido descifrar su comportamiento.
Ningún matemático pensaría nunca que comprender un sistema que tenga 23 variables
vaya a ser tarea fácil. Y ahora, con el genoma humano, queremos hacerlo con 30.000
variables. Si suponemos dos posibilidades para un gen activo-inactivo (cosa que no es
correcta ya que hay niveles graduados de actividad), el gen 1 tendría dos posibilidades,
el 2 otras dos, así sucesivamente, de modo que tendríamos 2 30.000 posibilidades, lo que
equivale aproximadamente a 109.000 posibles estados. Es impresionante, porque el
número de partículas en el universo conocido es de 1080” (8).
Antes solía decirse que un gen equivale a un ARNm y a una proteína, pero la realidad
es mucho más complicada. Ahora se sabe que los genes pueden leerse por partes, que
se unen y se cortan para generar diversos ARNm y que el procesamiento subsiguiente
de las proteínas recién formadas, para las que codifican esos transcritos, pueden alterar
su función.
Casi todos los gobiernos y las organizaciones de investigación han visto la necesidad de
evaluar las implicaciones éticas de este proyecto y su influencia en la cultura y en la
sociedad. De esta forma se trata de prevenir posibles distorsiones y efectos negativos
asociados a la información de dicho proyecto.
En general se opina que el hecho del PGH en sí no comporta una problemática ética
cuantitativamente nueva, pero replantea, amplifica y concreta los problemas ya
propuestos por la genética humana.
En este sentido, el PGH no atenta contra la ética, menos aún si se tiene en cuenta que,
en biología, el todo no es igual a la suma de las partes. Un conocimiento completo de la
genética humana no deja de ser un conocimiento de una de las partes que integran al
ser humano; por lo tanto, no podemos otorgarle un valor absoluto (16).
Pero sabemos que no todo lo que se “puede” se “debe” hacer. Por eso hemos de apelar
a la ética de la responsabilidad. La técnica y la ciencia posibilitan el progreso, pero no lo
garantizan. Lo que hacen es ampliar el campo de la responsabilidad humana, y
corresponde a esta, con la ayuda de la reflexión ética, determinar, más allá de los
conocimientos adquiridos, cuál es el uso verdaderamente humanizante de las nuevas
posibilidades que surgen en el campo de la genética y, más concretamente, en la
investigación sobre el genoma humano.
“Lo que me resulta evidente es que la carga del sufrimiento humano en nuestra
comunidad mundial no se debe fundamentalmente a las diferencias genéticas humanas,
ni siquiera a enfermedades genéticas... Es posible que las enfermedades genéticas sean
la principal causa de mortalidad infantil en el Reino Unido, pero no son la causa principal
de las muertes de niños a escala mundial. El ‘mapa’ que necesitamos para luchar contra
la carga de sufrimientos humanos del planeta no tiene nada que ver con un mapa
genético. Si nuestro objetivo consiste en encontrar una respuesta eficaz a la carga
mundial que representa el sufrimiento humano, la búsqueda de un mejor ‘mapa’ genético
debe ser considerada como una distracción, un lujo o, a lo sumo, una búsqueda noble,
pero sin duda nada esencial. Si tomamos una amplia visión mundial, a escala de la
comunidad humana, veremos el espectro de una aplastante carga de miseria humana,
hambre, desamparo y privaciones que caracterizan la vida de la gran mayoría de los que
componen la comunidad planetaria. ¿Nos ayudará el presente proyecto a encontrar la
fórmula para hacer frente a dichas necesidades básicas de la humanidad?”(17).
Es cierto que al final este proyecto puede brindar resultados muy positivos para la
humanidad, pero siempre queda la duda de qué es más urgente para el hombre. Aunque
también es cierto que si aquel se frenara por motivos económicos, los presupuestos
destinados a él no pasarían directamente a paliar las necesidades más urgentes de la
humanidad. Lo que sí debe exigir la ética es que nadie quede excluido del PGH y
que los datos obtenidos sean accesibles a todos.
En este sentido, se hizo un llamamiento a la Unesco para que realizase los esfuerzos
necesarios que facilitaran la entrada de los países en vías de desarrollo a él.
También nos preguntamos: ¿Quién se beneficiará de los conocimientos que surjan ahora
que el proyecto ha terminado? Aquí sí que la ética ha de realizar sus esfuerzos para
garantizar que la información sea igualmente accesible a todos los países, de modo que
toda la humanidad pueda beneficiarse.
TERAPIA GÉNICA
Con estas palabras, Juan Pablo II, que se dirigía a la Asociación Médica Mundial, trataba
de conciliar la manipulación genética con la concepción que reconoce al hombre una
dignidad innata.
El conocimiento de todo el genoma humano va a ser un avance importantísimo en el
campo de la terapia génica, ya que se obtendrá un mayor conocimiento del origen de
muchas enfermedades genómicas y nos aproximará a la posibilidad de poder intervenir
para paliarlas. Pero esta misma posibilidad de intervención es lo que ha suscitado
mayores interrogantes éticos porque, una vez que se comienza esta terapia, ¿qué puede
impedir que se continúe adelante para paliar ciertos “desórdenes”, como la estatura, el
ser zurdo, etc.? Y más aún, ¿qué puede impedir a una sociedad el decidir que un cierto
color de la piel sea un “desorden”...? (21).
Es claro que, técnicamente, la terapia génica en la línea germinal está todavía lejos de
poder ser realizada en condiciones de seguridad y probabilidad de éxito, lo que acarrea
graves interrogantes éticos.
Esta manipulación es claramente distinta de las dos anteriores, ya que no se trata de una
terapia para curar una enfermedad, sino de la inserción de un gen normal, adicional, para
producir un cambio en una característica concreta del individuo (por ejemplo, el gen para
la hormona del crecimiento).
Esto tropieza con grandes dificultades, incluso técnicas. No es lo mismo reparar la acción
de un gen defectuoso que tratar de mejorar un sistema que funciona adecuadamente.
Existe el peligro de que el gen desequilibre el funcionamiento celular o del organismo.
Pero aun si llegasen a superarse estas dificultades técnicas, no sería ético realizar este
tipo de manipulación, porque ¿qué criterios se seguirían para elegir a los individuos sobre
los cuales insertar el gen? Cuando se trata de una terapia génica, los criterios son más
claros: son aquellas personas que presentan la enfermedad; pero en la genética de
mejora o perfectiva, esta decisión se hace difícil y sería una nueva forma de
discriminación.
“La manipulación genética es arbitraria e injusta si reduce la vida a un objeto y olvida que
tiene delante de sí un ser humano, siempre respetable, al margen de sus limitaciones, y
si ‘expones al hombre al capricho de otro, despojándole de su autonomía’ ” (23).
Se piensa que los hombres de ciencia pueden llegar a remodelar al ser humano y las
sociedades enteras; hacer realidad el Mundo feliz de Aldous Huxley.
Ni siquiera la total realización del PGH ha aportado los conocimientos suficientes para
que una manipulación genética de este tipo sea factible, ya que aún se tardará muchos
años en conocer todas las interacciones genéticas que modelan un carácter complejo
como la personalidad, y además, aunque se actúe a nivel de genes, el desarrollo estará
influenciado, también, por el componente ambiental.
De hecho, hemos de partir de la idea de que no existe un genotipo ideal humano. Nadie
tiene autoridad para establecer qué cualidades deben prevalecer en el “hombre
perfecto”. Ni la inteligencia es más noble que el amor o la libertad, ni la sensibilidad
artística y el afecto son menos humanos que la razón.
La perfección está en ser aquello que como personas humanas estamos llamadas a ser.
Respeto a la intimidad
Como consecuencia de la realización del PGH, el ser humano puede quedar expuesto
en su intimidad biológica más profunda. Se ha hablado del “hombre de cristal”, en el
que todo quedará al descubierto.
Con estos conocimientos será posible saber que una persona, actualmente sana, está
destinada a padecer una enfermedad tan grave como el síndrome de Alzheimer, por
ejemplo. Las consecuencias que este hecho comporta tendrán repercusiones en el
campo laboral y de concertación de seguros.
CONCLUSIONES
La ciencia acaba de revelar la más íntima constitución biológica del ser humano; está
llegando al desnudo “hombre de cristal”.
Esta actuación del hombre de ciencia sobre el genoma humano no tiene por qué significar
una pretensión de arrebatar el puesto a Dios. “Nuestro Dios no es aquel que se reserva
celosamente ámbitos de poder en el universo y en el mundo en los que los hombres no
pueden entrar”. Muy al contrario, Dios da al hombre la posibilidad de colaborar en su
acción creadora de un mundo que no salió acabado de sus manos. Y esta posibilidad de
colaborar en la acción creadora de Dios está, además, inmersa en la libertad que Él
concede al hombre. Es por esto, precisamente, por lo que es necesario hacer un llamado
a la responsabilidad, que no puede estar sujeta únicamente a las posibilidades
científicas, sino que debe estar conducida por unos criterios éticos capaces de valorar a
la persona humana con la dignidad que le da el ser imagen de Dios.
Está claro que la obtención del mapa y la secuenciación de todo el genoma humano no
nos dará el conocimiento pleno del hombre. La persona humana es “algo más que un
puñado de genes”. Aún ignoramos mucho de lo que hace al hombre ser realmente
hombre. La persona humana es mucho más compleja que la interacción de los factores
genéticos que pudieran descubrirse.
Por esto, el fin del PGH y las posibles aplicaciones de este deben empeñarse en
aumentar todo lo que signifique una mayor humanización de las relaciones personales,
una mayor vivencia de los valores éticos, todo encaminado a salvaguardar la dignidad
del ser humano, su integridad y su identidad. Este es el camino para que el hombre del
futuro sea mejor, aunque no sea el “hombre perfecto”.
3 Lacadena, J. R. “El Proyecto Genoma Humano”, Labor Hospitalaria, 41: 280, 1989.
4 Los organismos eucariotas son aquellos que presentan un espacio genético definido –
núcleo– dentro de la célula. Organismos como las bacterias, que no tienen núcleo, se
denominan procariotas.
5 Este ADN que no codifica es el que habíamos llamado anteriormente “ADN-basura”.
9 ADNc: (ADN copia), hebra de ADN que constituye una secuencia complementaria de
un ARN mensajero, que participa en la codificación de una proteína.
16 “No se puede pensar que conociendo el genoma humano ya sabremos todo lo que
se puede saber sobre los seres humanos. Tampoco el conocimiento de las secuencias
del genoma dará una solución a los problemas que con tanta frecuencia se originan en
las relaciones entre individuos y naciones”. McKusick, V. A. “Construcción del mapa
genético humano y su secuenciación”, Labor Hospitalaria, 41: 286, 1989.
18 “La mayoría de los científicos están de acuerdo en que es muy deseable que el PGH
sea una empresa auténticamente mundial, abierta a la participación de todos los
científicos de todas las naciones, incluidos los países en vías de desarrollo. También
parece lógico que la Unesco, a la que la comunidad mundial ha confiado la tarea de
promocionar la cooperación internacional en la ciencia, la educación, la cultura, haga
esfuerzos para facilitar la participación de los países en vías de desarrollo en este
programa. La cuestión es cómo” (J. E. Allende). Rosenfeld, Claude. ¿Por qué aislar al
Tercer Mundo? ¿Qué papel tiene que desempeñar la Unesco?, Bilbao, Fundación BBV,
p. 117.
19 “De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas” (Is. 2, 4).
20 Juan Pablo II. Alocución a la Asociación Médica Mundial (29 de octubre de 1983).
Ecclesia 2150 (19 de noviembre de 1983).
22 Archer, L. " Terapia génica humana". Ética y biotecnologia, Murcia, España UPCM, p.
133.
23 Juan Pablo II. Alocución a la Asociación Médica Mundial (29 de octubre de 1983).