(96 Págs.) El Agora de La Neuroeducacion
(96 Págs.) El Agora de La Neuroeducacion
(96 Págs.) El Agora de La Neuroeducacion
(coords.)
El ágora de la
neuroeducación
La neuroeducación explicada y
aplicada
ice
Institut de Desenvolupament
Professional
Título: El ágora de la neuroeducación. La neuroeducación explicada y aplicada
© De esta edición:
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Diseño y producción: Servicios Gráficos Octaedro
Compaginación: José Carlos Ángel Castel
SUMARIO
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
— Iolanda Nieves de la Vega, Laia Lluch
Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
PRÓLOGO
PRÓLOGO z 11
alternativas de pensar y de hacer, y de experiencias llevadas a cabo
en el marco de la educación.
En este escenario educativo actual, donde la neurociencia de-
muestra que se produce aprendizaje a lo largo de la vida, y teniendo
muy presente que vivimos en la era de la inmediatez y la precisión
de la información, se trata de responder desde la educación al mun-
do dinámico e imprevisible y de preguntarnos por qué y para qué
estamos preparando a nuestros alumnos y a nosotros mismos. El
mundo es complejo y diverso y nos exige en todos los ámbitos flexi-
bilidad, creatividad y pensamiento crítico a fin de adaptarnos a un
entorno profundamente cambiante; por ello, resulta indispensable
que nos comprometamos con la tarea de repensar el sentido y la
función de la educación en la época actual. Vivimos en el momento
en que saber conocer, saber ser, saber hacer y saber convivir, además
de adaptarse y crear sociedades futuras, resulta esencial, y los pro-
fesionales de la educación tenemos mucho por aportar. Cada vez es
más necesario partir del autoconocimiento, acompañar el camino
del yo al nosotros y visualizar otras perspectivas, entender diferen-
tes formas de relacionarnos e inventar nuevas formas de incluir a
toda la comunidad educativa, sabiendo tomar decisiones más in-
formadas, aprendiendo de forma colaborativa para co-construir y
compartir conocimiento, potenciando determinadas competencias
y desarrollando nuevas habilidades.
En este marco en constante ebullición, movidos por la identifi-
cación y búsqueda de descubrimiento, en conversaciones formales
e informales dentro y fuera de la Universidad de Barcelona, surgió
la necesidad de crear un espacio de intercambio y reflexión a la
manera del ágora griega, a modo de plaza pública.
Así nace, con vocación de ágora, el I Congreso Internacional
de Neuroeducación: «Dialogando y compartiendo miradas para
mejorar la educación», en el cual destaca el placer de dialogar, de
conversar, de aprender haciendo, de establecer vínculos y lazos de
comunicación que, como dice David Bueno, «modifiquen nues-
tro cableado neuronal», con mentalidad de crecimiento…, porque
12 z el ágor a de l a neuroeducación
el cerebro humano es un cerebro social en continua acción. Una
ágora, lugar de asamblea, de reunión y de discusión, que se ha
visto consolidada con la reciente creación de la Cátedra de Neu-
roeducación de la Universidad de Barcelona y Education 1st (UB-
EDU1ST), primera en el mundo dedicada exclusivamente a esta
temática.
Y así, recogiendo la etimología de la palabra diálogo, remontán-
donos a sus raíces griegas: logos (‘palabra’, ‘expresión’) y el prefijo dia
(‘a través de’), entenderemos por diálogo el descubrimiento compar-
tido del conocimiento a través del significado de las palabras. La
imagen que nos proporciona el origen etimológico de este término
sugiere la existencia de una corriente de significado que fluye entre,
dentro y a través de las personas implicadas.
Es gracias a ese diálogo entre personas de diferentes ámbitos
y experiencias, y a través de las evidencias de conocimiento com-
partido y de reflexión, como a continuación podemos presentaros
capítulos y experiencias que fueron posibles a partir de ponencias,
pósteres, mesas redondas, debates, reflexiones y talleres llevados a
cabo por parte de profesionales de toda la comunidad educativa.
Es momento, también, de agradecer a los más de 450 profe-
sionales que se reunieron el mes de mayo de 2018 en el I Con-
greso Internacional de Neuroeducación, con la participación de
ponentes de prestigio internacional implicados en el campo de la
neurociencia y la educación. Así como también a todo el comité
organizador, entre los cuales está el Institut de Desenvolupament
Professional-Institut de Ciències de l’Educació (IDP-ICE) de la
Universitat de Barcelona, y el grupo de investigación Entorns i
Materials per a l’Aprenentatge (GR-EMA). Gracias a todos y cada
uno de vosotros por vuestro tiempo y dedicación para dialogar y
dar a conocer nuevas miradas con vistas a mejorar la educación, y
especialmente a quienes habéis colaborado para que esta publica-
ción sea posible, por vuestra generosidad y voluntad de compartir.
PRÓLOGO z 13
PRESENTACIÓN: EL ÁGORA DE LA
NEUROEDUCACIÓN
Este libro nace con la voluntad de ofrecer una perspectiva que nos
acerque a conocer y reflexionar sobre la neurociencia y cómo está
emergiendo en el ámbito educativo. Somos conscientes del momen-
to de reflexión pedagógica en el cual estamos inmersos, pues se es-
tán produciendo grandes transformaciones a nivel social, cultural,
económico y, más concretamente, en el ámbito de la educación en
el sentido más amplio, con las cuales se está imprimiendo un nuevo
rumbo a la práctica docente.
A partir del I Congreso Internacional de Neuroeducación, cele-
brado en Barcelona en mayo de 2018, con más de 450 profesionales
que dialogaron y compartieron miradas para mejorar la educación,
nos planteamos cómo está contribuyendo la neuroeducación a la
mejora de las políticas y las prácticas educativas; cómo mejorar
esas prácticas sustentadas por la neuroeducación; cuál es el estado
actual de la investigación acerca de la neurociencia, tanto en lo
relativo a su difusión y a la transferencia de resultados como a qué
innovaciones se están realizando apoyadas desde la neurociencia en
la neuroeducación. Algunas de las respuestas a estas cuestiones son
el fruto que nos permite presentaros esta significativa publicación.
Este es un libro coral, atendiendo al hecho de que nos hemos
propuesto recoger los trabajos, las investigaciones y las prácticas a
través de las voces de profesionales y expertos vinculados al campo
de la neuroeducación. No consiste, pues, en un libro que exija una
15
lectura secuencial predefinida, aunque guarda una cierta lógica de
coherencia interna.
Por un lado, encontramos relevante mostrar capítulos de la
mano de David Bueno; Gilberto Pinzón y Ana María Fernández;
Marta Ligioiz; Ana Victoria Poenitz; Rosa Casafont; Fabián Ro-
mán; y Jesús C. Guillén, referentes en el ámbito educativo acerca
de tendencias en la neuroeducación, quienes analizan desde distin-
tos contextos sus contribuciones neuroeducativas. En esta línea, la
primera parte de esta publicación recoge un contenido de carácter
teórico e investigador.
Todos estos contenidos, en formato de capítulo, se complemen-
tan con propuestas en acción que han sido recogidas gracias a las
contribuciones, asociadas a la neuroeducación, de Sandra Torresi,
José Luis Redondo, Iolanda Nieves de la Vega y Noemí Royes. Esta
segunda parte combina aspectos teóricos con propuestas de acción
en el ámbito educativo.
Asimismo, se muestran experiencias prácticas e investigaciones
llevadas a cabo directamente en una diversidad y pluralidad de
contextos educativos, las cuales han sido recopiladas gracias a las
contribuciones, en torno a la neuroeducación, realizadas por Elisa-
bet Carbonell y Anna Carballo; María José Codina; Montserrat
L. Mozo; Desiré García, Raquel Garrido, Miguel Ángel Marcos,
Marta Gómez; Marc Guillem y David Bueno; Anna Torras, Silvia
Lope, Mar Carrió; Àngels Gaya y Estel Salomó; Jolié Mc Guire;
Gabriel Díaz, Àngels García, Anna López y Joan Aureli; y Salvador
Oriola y Josep Gustems.
Para acabar se ofrece, gracias a la contribución de Carme Trini-
dad, Teresa Hernández y Anna Forés, un capítulo final con algunos
retos de futuro y preguntas abiertas acerca de la neuroeducación.
En su conjunto, por la voluntad de representar un ágora pública,
por ser el resultado de la co-construcción a partir de la vocación
educativa de un considerable número de profesionales, y por su
carácter novedoso, reflexivo y práctico, esta obra pretende ampliar
y ensanchar los caminos en la forma de entender la educación.
16 z el ágor a de l a neuroeducación
1. GENES Y PLASTICIDAD NEURAL:
EDUCANDO EL FUTURO
Resumen
18 z el ágor a de l a neuroeducación
1. Introducción
2. El genoma humano
El genoma humano está formado por unos 20.300 genes, cuya fun-
ción es determinar o influir en las características biológicas de cada
individuo, incluidas las facultades mentales y capacidades cogniti-
vas. Todos los genes pueden presentar distintas variantes genéticas
(o alelos, en terminología científica), lo que se traduce en pequeñas
diferencias en su funcionamiento que pueden quedar reflejadas en
la característica biológica que controlan. Todas las personas presen-
tan estos genes por duplicado, la mitad heredada por vía materna
y la otra mitad por vía paterna, y las variantes génicas de cada par
de genes pueden iguales o diferentes.
Toda esta combinatoria es la base de la gran diversidad humana,
que hace que virtualmente no pueda haber dos personas genética-
mente idénticas (a excepción de los gemelos). Así, de la misma ma-
nera que algunas personas tienen los ojos verdes y otras los tienen
marrones o azules, las variaciones individuales debidas a influencias
genéticas también influyen en los rasgos psicológicos y las capaci-
dades cognitivas. En este contexto, se han identificado más de 850
genes asociados a las funciones cognitivas generales y más de 730
genes que se asocian a distintos aspectos del temperamento (véase
Bueno, 2019b, para una revisión general).
Por citar uno de los muchos ejemplos disponibles, se conoce un
gen denominado COMT, que codifica la enzima responsable del
reciclaje de neurotransmisores como la dopamina, cuyas distintas
variantes génicas influyen en aspectos centrales de los aprendizajes
como la motivación, la sensación de recompensa y la memoria de
trabajo. Se conoce un sistema alélico del gen COMT, conocido
20 z el ágor a de l a neuroeducación
como Val158Met, que afecta a la actividad de los lóbulos prefron-
tales del cerebro. Esto hace que las personas con dos variantes Met
tengan más predisposición a tener una mayor memoria de trabajo
que las personas con dos variantes Val.
Sin embargo, a pesar de la existencia de influencias genéticas
en todas las habilidades cognitivas asociadas con la capacidad de
aprendizaje, resulta imposible hacer predicciones de forma indi-
vidual. Hay tres motivos para ello: 1) la gran cantidad de genes
involucrados, que interaccionan entre sí de forma compleja; 2) el
hecho de que un mismo gen puede influir en diferentes dominios
psicológicos, los cuales afectan también de forma diferencial las ca-
pacidades de aprendizaje según cada situación, y 3) la gran influen-
cia que ejercen los factores ambientales sobre todas las funciones
mentales, incluido el entorno social, cultural, familiar y educativo,
que condicionan en gran medida la plasticidad sináptica, que a su
vez es la base de la construcción de los circuitos neurales. Por ejem-
plo, se han identificado docenas de genes diferentes que influyen
en la inteligencia, pero ninguno de ellos contribuye a más del 1 %
del total de esta característica.
22 z el ágor a de l a neuroeducación
Tabla 1. Heredabilidad de algunas características mentales relacionadas con los
procesos de aprendizaje.
Característica Heredabilidad (%)
Inteligencia de 20 a 88, según la edad
Superdotación 33
Creatividad de 8 a 62, según el test
Memoria de trabajo de 39 a 72, según el test
Pensamiento experimental 44
Pensamiento racional 34
Resiliencia (adaptación positiva ante la adversidad) 52 (hombres)
38 (mujeres)
Afrontamiento orientado a la emoción (como estrategia para superar
la adversidad) 14
Afrontamiento orientado hacia tareas (como estrategia para superar
la adversidad) 11
Atención 28
Funciones ejecutivas: control atencional, inhibición cognitiva, control de 29 a 72, según el proceso
inhibitorio, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva mental analizado
Control cognitivo 49
Coraje 37
Planificación 53
Cooperatividad 13
Procesamiento relacional 67
Literatura y aritmética 68
Musicalidad de 21 a 51, según el test
Habilidad artística 29
Confianza 30
Fuente: Bueno, 2019a.
24 z el ágor a de l a neuroeducación
heredabilidad del coeficiente de inteligencia sea significativamente
menor durante la infancia implica que el cerebro es mucho más
maleable por el entorno a esa edad. Es decir, que las prácticas edu-
cativas y todos los condicionantes ambientales familiares, sociales
y culturales ejercen un efecto mucho mayor sobre la plasticidad
sináptica durante la infancia que durante la edad adulta. Es, por
lo tanto, la época de mayor influencia de las prácticas educativas.
26 z el ágor a de l a neuroeducación
Sin embargo, recientemente se ha visto que existe otra relación
crucial entre el ambiente y el genoma, además de su concurrencia
en la plasticidad neural. Se trata de las modificaciones epigenéticas,
que contribuyen a regular la función del genoma. Así, la neuroepi-
genética se ha convertido en un importante punto de encuentro en-
tre la neurociencia y la genética, que influye significativamente en
las capacidades cognitivas y en los aprendizajes. Y, por extensión,
en la educación. La epigenética consiste en la regulación reversi-
ble de la función de los genes a través de la adición de moléculas
concretas al ADN o a las proteínas que lo acompañan, sin alterar
el mensaje genético. Únicamente influyen en cómo funcionan los
genes, no en el mensaje que contienen, modulando su expresión
(para una revisión, véase Bueno, 2018a). A pesar de la complejidad
bioquímica de estos procesos, lo relevante para este capítulo es que
la epigenética permite vincular las particularidades del entorno con
la función de los genes a fin de adaptar la fisiología y el comporta-
miento de los organismos.
Por ejemplo, se ha demostrado que la metilación de algunos
genes (es un tipo de modificación epigenética) contribuye a la for-
mación y al almacenamiento de la memoria y, en consecuencia, a
los procesos de aprendizaje. También se ha demostrado que de-
terminadas diferencias en el nivel de metilación influyen en las
funciones ejecutivas y que la desnutrición infantil está asociada con
modificaciones epigenéticas que afectan negativamente a la aten-
ción y la cognición. Aunque la neuroepigenética es un campo de
investigación relativamente reciente, hay un conjunto de evidencias
en rápido crecimiento que revelan su importancia en la regulación
de las funciones cognitivas.
De especial interés son los efectos de los traumas acaecidos du-
rante la primera infancia y de los entornos educativos en el desa-
rrollo cognitivo. Por ejemplo, se ha descrito que el abuso infantil se
correlaciona con la regulación epigenética del receptor de glucocor-
ticoides en el cerebro, lo cual favorece la manifestación de conduc-
tas depresivas más tarde durante la adolescencia y la edad adulta.
5. Conclusiones
28 z el ágor a de l a neuroeducación
del entorno familiar, social, cultural y, por supuesto, también el
educativo. Estas experiencias y aprendizajes quedan plasmados en
la potenciación o disminución de la plasticidad sináptica y en redes
neurales concretas, así como en el funcionamiento de los genes a
través de las modificaciones epigenéticas, por lo que condicionan
significativamente el desarrollo de las potencialidades de cada per-
sona (Bueno, 2018b).
Dicho de otra manera, una persona puede poseer, por ejemplo,
una alta predisposición genética a manifestar un buen control de
las funciones ejecutivas, que incluyen, entre otras características, la
memoria de trabajo y el control inhibidor de los impulsos y que,
por tanto, facilitan la toma de decisiones razonadas, pero el am-
biente donde se desarrolla puede disminuir esta capacidad. O, alter-
nativamente, una persona con una predisposición genética menor
sobre el control de las funciones ejecutivas puede verlas potenciadas
a través de la educación que recibe. Este es el papel insustituible
de la educación. Los datos genéticos y epigenéticos enfatizan los
roles cruciales que deben desempeñar los profesionales de la edu-
cación, las familias y la sociedad para contribuir a formar personas
transformadoras que puedan y quieran aprovechar al máximo sus
capacidades.
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30 z el ágor a de l a neuroeducación
2. EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO
CRÍTICO Y LAS FUNCIONES EJECUTIVAS
— Gilberto Pinzón
— Ana María Fernández
Resumen
32 z el ágor a de l a neuroeducación
Este proceso «lento» de pensamiento que conocemos como
pensamiento crítico requiere, pues, de lo que investigadores y es-
tudiosos del cerebro, la mente y el comportamiento humano han
denominado funciones ejecutivas, ese conjunto de habilidades para
el control mental, la autorregulación, la organización y la planifica-
ción de eventos y circunstancias que afrontamos diariamente. Las
funciones ejecutivas actúan de forma simultánea y coordinada y
nos permiten, entre otras cosas, trazar un objetivo o meta, priorizar
y trabajar ordenadamente en el logro del objetivo propuesto.
Diferentes investigadores y profesionales han propuesto listas de
funciones ejecutivas, aunque el concepto general entre dichas listas
es básicamente el mismo. Después de analizar varias propuestas,
decidimos usar la lista propuesta por los doctores Gerard A. Gioia,
Peter K. Isquith, Steven C. Guy y Lauren Kenworthy. Estos psi-
cólogos desarrollaron su comprensión de las funciones ejecutivas
a través de una investigación sólida y crearon una escala de califi-
cación que ayuda a padres, maestros y profesionales a entender a
un niño en particular y a pensar más específicamente sobre cómo
ayudar en el desarrollo y construcción de estas habilidades menta-
les fundamentales para la vida de todo individuo.
Su propuesta presenta las siguientes funciones ejecutivas:
2. Marco teórico
34 z el ágor a de l a neuroeducación
y estamos perdiendo nuestra capacidad de encontrar nuestro propio
camino.
3. Propuesta práctica
Hace unos cinco años atrás fui citado a comparecer como parte
del jurado en un caso criminal en la corte de Fort Lauderdale, en
el condado de Broward, en el estado de Florida.
La experiencia arranca con la selección de los 14 miembros del
jurado por parte de los dos abogados y el juez que preside el caso.
36 z el ágor a de l a neuroeducación
Una vez el jurado ha sido elegido, se inicia un proceso que comien-
za con la explicación de las normas, leyes, compromisos y tarea de
los jurados, así como de los procedimientos del juicio y de la toma
de la decisión final por parte de los miembros del jurado. Es aquí
donde se requiere la participación de una de las funciones ejecuti-
vas: la memoria de trabajo; como parte de la importante tarea que
tenemos delante, está la de tener muy presente todo el tiempo los
lineamientos explicados y con la claridad del objetivo de nuestra
función, de modo que la memoria de trabajo será constantemente
puesta a trabajar en la medida en que surjan nuevos elementos de
juicio y análisis.
El juicio comienza con la explicación de los cargos al acusado
en un caso de fraude a lo que se conoce como el seguro médico
que provee el Gobierno de los Estados Unidos. A continuación, se
sigue con la presentación de cada uno de los abogados de su parte.
El primero en presentar es el abogado acusador o fiscal. Durante
su presentación y conforme avanza en ella, el fiscal nos va comuni-
cando el conjunto de elementos que traen al acusado al juicio. Mis
primeras conjeturas al escuchar al abogado con su forma enfática
y convincente son: «Este juicio no durará nada, esta persona es cul-
pable». Posteriormente, viene el turno del abogado defensor, quien
de la misma manera creíble presenta el caso, y en ese momento mi
apreciación cambia radicalmente y me digo: «Pobre hombre, lo han
involucrado en un caso en el cual nunca tuvo participación». Como
parte de mi propio proceso de reflexión, me doy cuenta de cómo
entre la presentación de un abogado y la del otro mis impresiones
sobre el caso cambian diametralmente en cuestión de minutos.
Esto me lleva a entender que necesito generar un autocontrol men-
tal, una de las funciones ejecutivas que nos hace monitorizar nues-
tros pensamientos y acciones mentales para ser conscientes de que
requerimos tiempo y espacio antes de hacer conjeturas o de juzgar.
El caso continúa y constantemente el juez interviene para en-
causar a las partes y recordar al jurado las normas y las reglas para
no desviar la aclaración de los hechos que lleven a aclarar las evi-
38 z el ágor a de l a neuroeducación
Como miembros del jurado se nos prohíbe comentar o hablar
del caso antes del momento de la deliberación. Durante los cinco
días del juicio, nunca hablamos entre nosotros en relación con el
caso, únicamente al final, al deliberar, momento en el cual cada
miembro del jurado expone ante sus compañeros su perspectiva,
decisión y razones. Estas son escuchadas por los demás miembros
del jurado sin interrumpir y solo al final de su exposición se permi-
ten preguntas aclaratorias y opiniones. Es un proceso que requiere
y demanda la presencia constante y sincrónica de cada una de las
funciones ejecutivas. Una vez completada la ronda de exposiciones,
se hace una votación, que, de no ser unánime, exigirá otra ronda de
deliberación, y esto se dará cuantas veces sea necesario hasta que
el jurado llega a un acuerdo unánime o se determine que no hay
posibilidad de unanimidad, lo cual se comunicará al juez. En este
caso en particular, la deliberación no llevó tanto tiempo: hicieron
falta un par de rondas, pues dos de los miembros no estaban segu-
ros de la culpabilidad del acusado, el cual fue finalmente hallado
culpable por el jurado y sentenciado por el juez a 17 años de cárcel.
5. Conclusiones
40 z el ágor a de l a neuroeducación
uso de estrategias como la presentada en este artículo, así como la
presentación y el análisis de casos, ha de permitir al estudiante la
comprensión de los conceptos de pensamiento crítico y ético, así
como asumir la importancia del desarrollo de las funciones ejecu-
tivas para la vida.
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Resumen
44 z el ágor a de l a neuroeducación
1. Introducción
46 z el ágor a de l a neuroeducación
llevando a cabo estudios sobre dichos efectos cerebrales. Han com-
probado también cómo, incluso en casos de autismo, tanto infantil
como en adultos, la oxitocina inhalada ha provocado la elevación
de la mirada (mirar a los ojos) y una mayor comprensión emocional
en los rostros, todo ello mejoras sociales.
La oxitocina no solo disminuye la reactividad de las amígdalas,
sino que mejora nuestra capacidad en la toma de decisiones, hacién-
donos más audaces y decididos. Al mismo tiempo, nuestra atención
y memoria mejoran hacia la información positivo-constructiva, re-
lacionada tanto con las personas como con situaciones que se nos
presenten, lo que aporta mayor capacidad de aprendizaje, actitudes
constructivas y habilidad en la resolución de conflictos. Se generan
estados de seguridad y equilibrio.
El vínculo, con la oxitocina, van de la mano de relaciones huma-
nas de confianza. Markus Heinrichs, de la Universidad de Zúrich,
investigador en este campo, la considera el elixir de la unión y de la
amistad, donde la generosidad, la empatía y la entrega hacen acto
de presencia. Se han comprobado los efectos terapéuticos que ejerce
en casos de depresión, fobias y enfermedades sociales.
Cuando la oxitocina baja, nuestras habilidades sociales dismi-
nuyen, nos aislamos más, tememos más a los demás y entramos en
un círculo vicioso de miedo, rechazo y estrés. En estas condiciones
nuestro cerebro no está en condiciones de aprender en clase, pues
las prioridades son otras, más reactivas.
Instaurar un potente vínculo en el aula desde el primer momen-
to asegura unos niveles de oxitocina muy saludables que preparan
a nuestro cerebro y a todo nuestro cuerpo para desear aprender,
compartir, cooperar y generar auténticos trabajos de equipo. Esta-
remos en estado de equilibrio neurobiológico, no de estrés, cosa que
mejora la salud, la calidad de vida y los recursos cerebrales.
El cerebro funciona en red, cooperando y haciendo sinergia en-
tre áreas diferentes. El vínculo también provoca el aumento de
determinados neurotransmisores como la serotonina, la dopamina
y las endorfinas, que regulan el estado anímico, la motivación y
48 z el ágor a de l a neuroeducación
Las profesiones del futuro y que el alumnado vivirá, en su ma-
yoría, aún no existen o se están creando. Su mundo no será como
el nuestro vivido anteriormente, luego ¿para qué los preparamos?
¿Para tener unas raíces poderosas de modo que, venga lo que venga,
dispongan de recursos propios para aprender y desarrollarse?
Esta metáfora nos puede ayudar para reflexionar. Cada día las
empresas que emergen buscan sobre todo a personas que sepan
trabajar en equipo, que no tengan miedo a innovar, que tengan
habilidades emocionales y sociales. Esas son raíces clave que se han
de contemplar.
Para saber cooperar y trabajar realmente en equipo, serán nece-
sarios cambios cerebrales importantes que lo posibiliten. El vínculo
es savia que lo alimentará y que permitirá su crecimiento.
A su vez, la cooperación per se provocará un aumento cerebral de
dopamina, lo cual incrementará la motivación, el deseo de supera-
ción de retos, la capacidad para retrasar una satisfacción inmediata
en pos de un buen proceso de aprendizaje, mejoras y compañeris-
mo. Favorecerá la maduración y la autogestión. El vínculo abrirá la
puerta al acercamiento, al respeto y a la generosidad, al tiempo que
desarrollará recursos internos como la creatividad, la innovación y
el pensamiento divergente.
John Hattie, profesor de la Universidad de Auckland, y su equi-
po de investigación, llevaron a cabo diversos metaanálisis. Ana-
lizaron durante quince años más de 50 000 estudios en los que
participaron más de 240 millones de estudiantes de todo el mundo.
El objetivo era detectar qué factores influyen más directamente en
el rendimiento académico del alumnado. Fueron identificadas 150
influencias y se clasificaron según una medida estadística conocida
como tamaño de efecto. Veamos, según sus estudios, algunas de las
más destacadas:
50 z el ágor a de l a neuroeducación
4. ¿Cómo potenciamos el vínculo en el aula?
5. Conclusiones
52 z el ágor a de l a neuroeducación
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Resumen
¿Pueden los bebés distinguir entre el bien y el mal? ¿Cuáles son los
orígenes de la empatía y el desarrollo moral? ¿Es la sociedad, y los
padres en particular, quienes convierten a los niños en criaturas
sociales que sienten empatía y solidaridad? ¿Venimos «cableados»
para que, desde pequeños, se neurodesarrollen incipientemente
nuestras emociones morales? Ralph Adolphs dijo que el ser huma-
no ha generado un cerebro que le permite actuar de manera flexible
en entornos cambiantes, basándose en hacer predicciones, para así
garantizar su adaptación al medio, su supervivencia y la calidad de
su supervivencia…
56 z el ágor a de l a neuroeducación
orientados hacia el mundo social, sin que medien en estos primeros
meses estructuras de pensamiento superior.
En la década de los ochenta, los psicólogos comenzaron a in-
teresarse por el desarrollo de estos aspectos en los bebés, a partir
del estudio del movimiento de sus ojos. Al igual que los adultos,
los bebés comienzan a mirar algo y mantienen la mirada durante
más tiempo cuando ese algo les resulta interesante o sorprendente.
Sin embargo, cuando el estímulo se transforma en algo aburrido
e inesperado, disminuye el seguimiento ocular hacia este. Puede
considerarse, entonces, la técnica de eyes tracking como un recurso
rudimentario pero fidedigno de lo que captura la atención de los
bebés, de lo que les sorprende o les gusta.
Varios estudios nos reportan que interpretar de forma fiable las
expresiones faciales parece ser una habilidad que se desarrolla con
la experiencia (Gao y Maurer, 2009; Herba, Landau, Russell, Ec-
ker y Phillips, 2006), pero es todavía más trascendente resignificar
que las emociones de valencia positiva son reconocidas antes y con
mayor precisión que las de valencia negativa (Boyatzis, Chazan y
Ting 1993; Camras y Allison, 1985; Golan, Sinai-Gavrilov y Ba-
ron-Cohen, 2015; Widen y Rusell, 2003, entre otros). Es sabido,
además, que a los pocos meses nos orientamos primariamente a
otros seres humanos, pero ¿es posible pensar en la existencia de un
sentido moral desde el inicio de nuestras vidas?
Los desarrollos producidos a partir de las experiencias en el La-
boratorio de Investigación de Cognición Infantil de la Universidad
de Yale, dirigidos por Paul Bloom, Karen Wynn y Kiley Hamlin,
evidencian que parece haber algo evolutivamente antiguo en nues-
tras muestras de empatía, que serían las bases de nuestras cogni-
ciones morales. Para que exista un sistema moral genuino, primero
tienen que importarnos algunas cosas, por lo cual se avanzó en la
investigación de cómo reaccionaban los bebés ante dos acciones en
particular: ayudar e impedir.
En uno de los primeros estudios de evaluación moral se utili-
zaron objetos geométricos reales con caras de personas, manipu-
58 z el ágor a de l a neuroeducación
identificar la necesidad de ayuda de un adulto. El equipo de in-
vestigadores desarrolló varios escenarios en los que un adulto se
enfrentaba a algún problema cuya solución requería ayuda. En uno
de estos escenarios, dejaban caer objetos al suelo y se mostraban
incapaces de recogerlos. En todos los casos, niños de 18 meses de
edad ayudaron espontáneamente en las tareas, y el 84 % de las
veces lo hicieron en los primeros 10 segundos. Eso no es todo…
Además, los investigadores hicieron la prueba de dejar caer objetos
que no eran relevantes para la tarea que se encontraban realizando,
y se constató que los niños solo ayudaban cuando veían que la pin-
za o cualquiera de los demás objetos de las pruebas eran necesarios
para que el adulto pudiera finalizar su tarea. Estos niños mostra-
ron comportamientos altruistas a edad muy temprana, lo que nos
haría pensar en algo que es innato, inherente a la especie, como se
ha identificado en nuestros ancestros genéticos más próximos, los
chimpancés.
Estos estudios podrían hacernos pensar en una capacidad inna-
ta para distinguir entre buenas y malas acciones, una moralidad in-
cipiente, que nos permita sentir un esbozo de empatía y compasión,
sintiendo algo de la pena de los que nos rodean, haciendo acciones
para que esa pena desaparezca. Así como un sentido rudimentario
de la imparcialidad y la igualdad, una tendencia a reconocer la im-
portancia del reparto equitativo de los recursos. Podríamos pensar,
por último, que estas investigaciones nos sitúan ante la posibilidad
de pensar en un temprano y apenas esbozado sentido de la justicia,
un deseo de que se recompensen las buenas acciones y de que se
castiguen las malas.
Sabemos, entonces, que existe una distinción desde los primeros
meses entre el mundo social y el físico. Esto supone la existencia
de dos sistemas cognitivos separados. La interpretación de los com-
portamientos del otro, objetivos, metas y deseos, con atribuciones
inherentemente mentales, aparece ya a partir de los seis meses, y
también surge muy tempranamente la interpretación de las accio-
nes e interacciones en un sistema de valencias en función del im-
3. Conclusiones
60 z el ágor a de l a neuroeducación
estos niños afronten las diferencias y aprendan habilidades sociales
adecuadas y adaptativas.
¿Cuánta de esa cognición moral incipiente de los primeros mo-
mentos de vida podremos rescatar con un trabajo de prevención
temprana, abordajes necesarios y más significativos que aquellos
meramente basados en la emocionalidad y el bienestar personal?
¿Cuán necesario será trabajar con los padres para fomentar acti-
tudes proactivas en sus hijos, en contraposición a las ególatras y
narcisísticas tan frecuentes en estos tiempos?
Un programa de intervención en las aulas debería incluir la ca-
pacidad para la identificación de problemas interpersonales, la bús-
queda de soluciones posibles, la anticipación de la consecuencias, la
toma de decisiones y la evaluación de resultados.
Nos hallamos en tiempos de interpelación de nuestras propias
prácticas y, una vez más, la neurociencia cognitiva, a partir del
trabajo empírico y validado, nos sirve de sostén para intervenciones
más eficaces y oportunas.
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62 z el ágor a de l a neuroeducación
5. EL AUTOCONOCIMIENTO NOS PROYECTA A
LA ACCIÓN SALUDABLE
Resumen
64 z el ágor a de l a neuroeducación
1. Introducción
3. El cambio es constante
66 z el ágor a de l a neuroeducación
complicado. Ahora bien, ¿realmente este cambio es posible? Y, de
serlo, ¿es posible durante toda la vida? La respuesta es que no solo
es posible el cambio, sino que es inevitable.
Podríamos deducir que la capacidad de cambio lleva aparejada
una oportunidad para nosotros, pero ¡no siempre! Solo estamos
ante una oportunidad si realizamos cambios dirigidos. Cuando
nos encontremos ante un entorno favorable, su influencia la reci-
biremos satisfactoriamente, pero si la situación o entorno en el que
estamos inmersos en un determinado momento es desfavorable,
nos amargaremos la existencia. Nuestro bienestar no depende úni-
camente de la «valencia» del entorno al que estamos expuestos, sino
también de nuestro conocimiento, habilidad, capacidad y actitud
para afrontarlo.
Además, existe añadida una capacidad de cambio a nivel de
cada núcleo celular, de cambios químicos que modifican la fun-
ción de nuestro genoma sin que se modifique su estructura. Estos
cambios en la regulación de nuestros genes se denominan cambios
epigenéticos. De tal forma que, si bien la genética determina en
parte nuestra salud o enfermedad, la influencia del entorno cobra
también un claro protagonismo en estas.
68 z el ágor a de l a neuroeducación
a conocer resultados en humanos que cambiaban las expectati-
vas y centraban la posibilidad de generar nuevas neuronas tan-
to en hipocampo como en la zona ventricular, solo en periodo
pre- y neonatal, aunque su maduración progresa hasta aproxi-
madamente los 7 años. Posteriormente, en marzo de este 20191
se reiteró que generamos neuronas nuevas en el hipocampo hasta
nuestra vejez, y se han justificado los resultados, que la desestima-
ban en 2018, sobre la base de un problema técnico de fijación del
tejido de la muestra, que alteró los resultados. Por lo tanto, pode-
mos seguir afirmando que la neurogénesis es una capacidad de la
cual disponemos durante toda la vida y que podemos fomentarla
mediante la práctica de ejercicio, el trabajo cognitivo y una vida
social gratificante.
Tenemos, por otra parte, la capacidad plástica de las redes neu-
ronales. Si bien es cierto que las neuronas cambian poco, las redes
que crean entre ellas poseen una gran capacidad de cambio. En se-
gundos podemos ver cómo se forman nuevas sinapsis de conexión
entre las neuronas, según comenta un prestigioso referente en este
campo, como es el neurólogo Alvaro Pascual-Leone.
En nuestro cerebro existen unas estructuras más plásticas que
otras. Una de las que más lo es es el hipocampo. Lo denomino «el
creador dinámico» en el Método Thabit, porque posee, entre sus
funciones, la capacidad de generar nuevas neuronas. Es protagonis-
ta en diferentes tipos de memoria, tiene gran capacidad plástica y
está implicado en el aprendizaje. También existe capacidad plástica
en la corteza cerebral. Según manifiesta el Dr. Joaquín M. Fuster
(2014), la corteza cerebral llega al mundo con un potencial ilimi-
tado de cambio. La amígdala tiene una cierta capacidad plástica y
memoria emocional y, además, es capaz de percibir estímulos de
1. En marzo de 2019 se publicó en Nature Medicine que el giro dentado del hipocampo
adulto humano genera neuronas hasta la vejez. El estudio se realizó con una amplia colabora-
ción: María Llorens-Martín, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, y colaborado-
res del Centro de Investigación Biomédica y Enfermedades Neurodegenerativas, la Fundación
CENT y la Universidad Europea de Madrid.
70 z el ágor a de l a neuroeducación
sector más racional, la corteza prefrontal dorsolateral, responsable
de la planificación y de la memoria de trabajo. La corteza prefrontal
no acaba su maduración hasta los 24-27 años de edad.
Desde nuestra llegada al mundo se dan tres fases importantes
de cambios programados genéticamente en nuestro árbol de cir-
cuitado cerebral. Entre los 2 y los 4 años tiene lugar la primera fase
de poda programada. En la preadolescencia, entre los 7-11 años,
la segunda, y en la adolescencia, la tercera. Esas fases son influen-
ciables por las condiciones del entorno, de tal forma que, como
afirma Álvaro Pascual-Leone, la responsabilidad del educador es
guiar la poda, no estimular la plasticidad, porque la plasticidad es
una capacidad que tenemos todos.
En los cerebros adolescentes se produce una gran revolución: la
integración de procesos cognitivos y emocionales en sus cortezas
frontales y temporales se enfrenta a estructuras que aún no han
concluido su maduración y, además, en función del sexo, debido a
las diferencias existentes por influencias hormonales entre chicos
y chicas, existen estructuras en distinta fase de maduración, como
el hipocampo, la amígdala, la ínsula (implicada en el autocono-
cimiento y la capacidad empática) o la corteza cingulada anterior
(responsable de emociones complejas, un sector relacionado con
nuestra atención y en la cual se encuentran también neuronas in-
volucradas en la capacidad empática). Estos cambios en los adoles-
centes se traducen en una gran necesidad de ser reconocidos, en
una susceptibilidad al abandono y a la frustración, y en una mayor
tendencia a buscar y valorar las recompensas inmediatas, sin valo-
rar los posibles riesgos que puedan entrañar a medio o largo plazo.
Existe una gran oportunidad en esta fase evolutiva, dado que los
adolescentes poseen valores como la creatividad y una alta capaci-
dad de entrega si les motiva la situación en la que están implicados.
La corteza prefrontal es la sede del cerebro ejecutivo, donde se
generan pensamientos y sentimientos y gracias a la cual anticipa-
mos y prevemos el futuro, generamos nuestras emociones sociales,
morales y nuestros juicios. Allí es donde inhibimos conductas y
72 z el ágor a de l a neuroeducación
fastos para nuestro sano equilibrio y se traducen en una depresión
del sistema inmunitario, alteraciones en la atención, la memoria y
el aprendizaje, e incluso la muerte neuronal, trastornos del estado
de ánimo y enfermedades orgánicas a largo plazo.
Podemos automatizar tanto una forma de pensar saludable y
adaptativa como una desadaptativa. Nos entrenamos para ello sin
ser conscientes de estar haciéndolo. La oportunidad pasa por iden-
tificarlo y aprender a dirigir el cambio. Pero, por si esto fuera poco,
debemos apuntar que, además, somos absolutamente responsables
de la influencia que ejercemos en los demás, porque tenemos una
exquisita habilidad para aprender por imitación ya desde los pri-
meros meses de nuestra vida, e influimos en uno u otro sentido en
función de nuestro «valor individual».
Con tan solo unos pocos meses de vida, somos capaces de de-
tectar el estado de ánimo de nuestra madre o padre cuando entran
en la misma habitación en la que nos hallamos. Nuestra amígdala
es la que iniciará la orden de que nuestra mirada se dirija y oriente
para detectar la expresión de sus caras y sus cuerpos.
Aprendemos por imitación, por atención compartida y por em-
patía. Comunicamos de forma holística con la cara, el cuerpo, y en
esa comunicación intervienen de forma magistral, primero, nuestra
amígdala, que tan solo necesita un impacto de milisegundos para
reaccionar, y después, las neuronas espejo, responsables de nuestra
capacidad empática a través de imprimir en nosotros un conoci-
miento cognitivo (interpretamos lo que piensan los demás), emo-
cional (sentimos lo que sienten) y somático (percibimos en nuestro
cuerpo las sensaciones que perciben).
Como podemos confirmar, todo nuestro cerebro y cuerpo inter-
vienen en nuestro aprendizaje, en nuestra vivencia (pensar, sentir y
comportarnos). A esta habilidad se le añaden los efectos epigenéti-
cos, modificaciones en la expresión de los genes, sin modificación
de su estructura. Una de las fuentes que produce más modifica-
ciones epigenéticas es el factor ambiental. Los cambios químicos
epigenéticos unidos al ADN o a las histonas, proteínas que lo
74 z el ágor a de l a neuroeducación
buena hidratación, así como evitar carne roja, harinas refinadas y
azúcares añadidos.
Se ha de practicar ejercicio de forma habitual. El ejercicio, sobre
todo el aeróbico, provoca cambios positivos en moléculas, células,
estructuras, funciones y capacidades. Mejora la memoria a corto,
medio y largo plazo; favorece la neurogénesis, la creación de nuevas
sinapsis y nuevos vasos; tiene efectos antiinflamatorios y antiálgi-
cos y potencia el sistema inmune; mejora la tolerancia al estrés y
la reserva cognitiva en el adulto que practicó ejercicio durante la
infancia; protege contra trastornos alimentarios y del estado de áni-
mo; potencia las habilidades cognitivas y las funciones ejecutivas, y
facilita la capacidad resiliente a corto, medio y largo plazo.
También es fundamental el sueño reparador. El cuidado del
cuerpo y el cerebro requiere hábitos regulares y nuestra mente quie-
re diversidad. Es importante preservar los horarios y prepararse
para poder descansar durante el sueño. Proteger el sueño noREM
mejora nuestro sistema inmune y regenera el cuerpo. Proteger el
sueño REM mejora la memoria, regenera el cerebro y elimina cir-
cuitos que podrían ser negativos, mientras consolidamos en la me-
moria aquellos que nos ayudan a promover la buena calidad de
vida mental.
Incorporar herramientas rápidas (del método Thabit) como,
la risa, el humor, el juego, la visualización saludable, la rela-
jación, practicar de forma continuada, el mindfulness u otros
tipos de meditación, hacer uso del «KIT de emergencia»2 ,
escuchar música, bailar, mimar los sentidos, practicar artes plás-
ticas, dar lugar al afecto, las caricias, los abrazos, etc.: todas estas
prácticas han demostrado beneficios a todos los niveles. Debemos
adaptar estrategias para cuidar nuestra mente, educar el afecto y
identificar, conocer, regular y adquirir competencias emocionales.
2. En el método Thabit, definido como una triple herramienta: técnica de respiración sua-
ve, postura corporal correcta y salivación.
5. Conclusiones
76 z el ágor a de l a neuroeducación
Si contar con conocimientos y adquirir habilidades es importan-
te, nuestra actitud para afrontar la vida es también trascendente,
por lo que hemos de esforzarnos para adquirir herramientas per-
sonales e interpersonales a fin de crear, primero, coherencia entre
pensar, sentir y comportarnos, y más adelante, coherencia entre
nuestro comportamiento y los valores fundamentales. Esto nos
predispone a fomentar una comunicación afectiva y efectiva. Este
proceso marca nuestra capacidad para crear bienestar personal y
social. Por tanto, partir del autoconocimiento nos proyecta y faci-
lita una acción saludable.
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— Fabián Román
Resumen
80 z el ágor a de l a neuroeducación
• Recibir un feedback adecuado para incluirnos en grupos socia-
les, lo cual facilita la adaptación y, por ende, la supervivencia.
En cambio, en la vida adulta, nuestras relaciones sociales (la-
borales, de pareja, de padres e hijos) son una fuente para nuestra
propia gestión emocional. Finalmente, el adulto mayor se centra
en buscar y valorar el significado y la trascendencia de cada una
de las relaciones sociales que le permitan privilegiar las emociones
funcionales e inhibir aquellas que no lo son.
Sin duda, además de la familia, el aula es el ámbito en el cual
basamos gran parte de nuestro aprendizaje social. La escuela, los
docentes, los compañeros, el mismo sistema educativo, pueden
ser un escenario maravilloso para estimular nuestras habilidades
sociales; pero también puede representar un escenario de riesgo
en el cual se faciliten habilidades disfuncionales y la aparición de
trastornos con graves consecuencias para la vida de los estudiantes.
Con el impulso de las investigaciones desde las neurociencias
cognitivas se comenzó a identificar los procesos de neurodesarro-
llo y los neurocircuitos relacionados con la cognición social. La
esquizofrenia, el autismo, el síndrome de Asperger o las demencias
son solo algunos de los trastornos que se han relacionado con al-
teraciones en los distintos subcomponentes de la cognición social.
Nos orientamos a la búsqueda de evidencia sobre la relación entre
la cognición social y el aprendizaje, su valor en el neurodesarrollo,
las formas de evaluarla, sus implicaciones en los contextos ecoló-
gicos del aula y sus relaciones con nuestro funcionamiento social
cotidiano.
Somos seres sociales y, sin duda, necesitamos del otro para nuestro
desarrollo. Nuestras relaciones sociales están íntimamente ligadas
a nuestro mundo emocional, con lo cual reconocer las emociones
en el otro nos da una información clave para relacionarnos con él.
82 z el ágor a de l a neuroeducación
Algunas investigaciones (Roseth et al., 2008) muestran incluso
cómo cuando los adolescentes cooperan y aumentan sus interac-
ciones sociales satisfactorias, se eleva su rendimiento académico.
Los docentes debemos entender que los procesos de cooperación
facilitan el aprendizaje no solo de contenido específico, sino tam-
bién de conductas sociales y estrategias para la gestión emocional.
En el aprendizaje cooperativo se establecen objetivos comunes, se
comparten estrategias, se estimula la participación e inclusión y,
por último, todos son responsables del resultado final. Para que los
estudiantes puedan cooperar deben haber adquirido buenas com-
petencias basadas en una adecuada cognición social.
Procesamiento emocional
84 z el ágor a de l a neuroeducación
dinámica social y de una evaluación previa a su manifestación. Este
es el caso de las emociones morales, cuya experiencia subjetiva y
expresión motriz se originan en función de las reglas consensuadas
por el grupo social. El procesamiento de la expresión emocional del
otro es la primera etapa para el desarrollo de la ToM.
86 z el ágor a de l a neuroeducación
serva otro estilo en individuos que llegan a conclusiones de forma
precipitada, sin buscar o evaluar las evidencias para corroborarlas,
cosa que pasa en algunos pacientes esquizofrénicos (Penn, Jones y
Munt, 2005).
Empatía
88 z el ágor a de l a neuroeducación
Una característica del neurodesarrollo es que las distintas áreas
cerebrales involucradas en la cognición social tienen su propio
ritmo de madurativo, que no se dan de manera simultánea. Un
funcionamiento inadecuado de los lóbulos prefrontales repercute
en algunas de las funciones de los sistemas de memoria, sistemas
atencionales, funciones ejecutivas, etc., que dependen de ellos; por
lo tanto, la cognición social puede verse afectada. Por otro lado,
estudios realizados con resonancia magnética funcional llevados
a cabo por Baron-Cohen mostraron correlatos neurobiológicos en
el procesamiento de los estímulos relacionados con la teoría de
la mente, y se identificó la integración de redes neurales entre la
corteza prefrontal medial, el cíngulo anterior, la circunvolución
temporal superior y los lóbulos temporales y la amígdala.
Algunos autores han sugerido que la arquitectura modular
del cerebro adulto no se consigue solo por la maduración o por el
aprendizaje, sino por una vía intermedia, denominada «especiali-
zación interactiva», que conduce a una actividad cerebral cada vez
más específica y focalizada. Esto ocurre por los cambios estructu-
rales y neurofisiológicos del cerebro asociados con el desarrollo de
la experiencia; grandes regiones de la corteza prefrontal se ponen
en marcha en las etapas de aprendizaje temprano, y luego se de-
sarrollan regiones más focales que se asocian al desempeño y la
competencia (Sakai, Ramnani y Passingham, 2002). Este patrón
de actividad cerebral cada vez más específica y focal, acompañado
por la edad, se ha demostrado en varias regiones involucradas en
la cognición social (Gweon, Dodell-Feder, Bedni y Saxe, 2012).
Este conocimiento construye un puente entre el neurodesarrollo
y el aula que nos muestra una nueva manera de comprender la con-
ducta social, al permitirnos diseñar nuevas estrategias didácticas
basadas en la cognición social, así como pensar tempranamente
cómo estimular esas habilidades sociales que nos permitan alcanzar
una sociedad más tolerante, solidaria e inclusiva.
90 z el ágor a de l a neuroeducación
7. EL CEREBRO EJECUTIVO EN EL AULA: DE LA
TEORÍA A LA PRÁCTICA
— Jesús C. Guillén
Resumen
92 z el ágor a de l a neuroeducación
1. Introducción
94 z el ágor a de l a neuroeducación
Control inhibitorio
Memoria de trabajo
Flexibilidad cognitiva
96 z el ágor a de l a neuroeducación
por ello que el desarrollo de la flexibilidad cognitiva se puede fa-
cilitar si utilizamos analogías y metáforas, planteamos problemas
abiertos, permitimos diferentes opciones para la toma de decisiones
o asumimos con naturalidad el error en el proceso de aprendizaje.
Tareas como llevar una cometa, jugar a fútbol o caminar por un
entorno natural conllevan un uso adecuado de flexibilidad mental,
porque se han de ir ajustando las decisiones a las circunstancias que
se van dando.
3. En la práctica
Programas informáticos
98 z el ágor a de l a neuroeducación
Enseñanza bilingüe
4. Conclusiones
Como hemos comentado, existen diferentes formas de entrenar
directamente las funciones ejecutivas. Sin embargo, algunos in-
vestigadores sugieren que las intervenciones más beneficiosas son
aquellas que trabajan las funciones ejecutivas de forma indirecta,
incidiendo en lo que las perjudica —como el estrés, la soledad o
una mala salud— y provocando mayor felicidad, vitalidad física
y un sentido de pertenencia al grupo (Diamond y Ling, 2016). ¿Y
cuáles son estas estrategias? Pues todas aquellas que están en con-
sonancia con lo que proponemos desde la neuroeducación. Si para
un buen funcionamiento ejecutivo lo más importante es fomentar
el bienestar emocional, social o físico, el aprendizaje del niño tiene
que estar vinculado al movimiento, el entretenimiento, las artes o
la cooperación. O si se quiere, nada mejor para facilitar un apren-
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