1 Parte: Luis Eduardo Wiesner Gracia Ángela Parra Amaya Sitio Histórico Campo de Batalla de Boyacá, Se
1 Parte: Luis Eduardo Wiesner Gracia Ángela Parra Amaya Sitio Histórico Campo de Batalla de Boyacá, Se
1 Parte: Luis Eduardo Wiesner Gracia Ángela Parra Amaya Sitio Histórico Campo de Batalla de Boyacá, Se
BATALLA DE BOYACÁ*1
* Este aparte es producto del desarrollo del trabajo realizado por el componente Histórico
equipo por la UPTC para la formulación del Plan Especial de Manejo y Protección del Sitio
Histórico del Campo de Batalla de Boyacá PEMP, en convenio con el Ministerio de Cultura
y la participación de otras Instituciones en el año 2017. Componente Histórico conformado
por: Luis Wiesner Gracia, Coordinador e investigador; Javier Guerrero Barón, supervisor
e investigador; Ángela Parra, investigadora. Colaboradores: José Vicente Rodríguez,
investigador; Andrés Otálora Cascante, investigador; Daniel Borrero F., investigador;
Andrés Salamanca Oscaritas, investigador; Juan David Meléndez, investigador.
** Doctor en Historia Iberoamericana, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla España.
Magíster en Historia y Antropólogo, cofundador del Proyecto Ruta del Bicentenario de
la Universidad Pedagógica de Colombia de la cual también hacía parte como docente
de planta. Coordinador del equipo componente Histórico para la formulación del Plan
Especial de Manejo y Protección del Sitio Histórico del Campo de Batalla de Boyacá.
*** Estudiante Doctorado en Historia Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Magíster en Historia - Universidad de los Andes, Licenciada en Ciencias Sociales – UPTC.
Integrante del equipo componente Histórico para la formulación del Plan Especial de
Manejo y Protección del Sitio Histórico del Campo de Batalla de Boyacá.
37
evidenciando la presencia de pobladores indígenas en la época prehis-
pánica, más exactamente en el periodo Herrera (210+60 a. C.), según los
estudios hechos por el doctor Virgilio Becerra a los vestigios de cerámica
y pictografías. Asimismo, fue necesario entender la adhesión del lugar
con la organización político-administrativa colonial y en el proceso de
consolidación de la república, para entender su importancia como terri-
torio en sí mismo y, desde una perspectiva más amplia, su papel en la
Campaña Libertadora de 1819.
38
EL TERRITORIO: OCUPACIÓN Y USO
El pasado prehispánico
1 Punto donde fue capturado por las fuerzas patriotas el comandante de la Tercera División
del ejército realista Brigadier José María Barreiro. Conocidas también como “piedras
pintadas” por la presencia de pictografías indígenas, y “piedras de Pascasio Martínez”, en
memoria del soldado que capturó a dicho Brigadier.
2 Tomadas como prototipo de los abrigos rocosos existentes en el territorio Campo de la
Batalla de Boyacá y fuera de él. BECERRA, José Vicente, “El Campo de la Batalla de
Boyacá, desde su Arqueología y su Pasado Remoto: Presencia Humana Milenaria”, en: La
Segunda Batalla de Boyacá: entre la Identidad Nacional y la Destrucción de la Memoria,
Vol: I, (2015): p. 215.
3 Esta es la única investigación arqueológica que se ha efectuado en el sitio. Con motivo de
la construcción de la doble calzada de la carretera Bogotá-Tunja se hizo una prospección
restringida al área de afectación del Parque Histórico contratada por la empresa encargada
de hacer la obra en el año 2004: “En el sector comprendido entre las Piedras de Barreiro
y el predio ubicado entre la Carretera Central del norte, la desviación hacia Samacá y el
“Camino Real”, se realizaron cuatro pozos de sondeo y tres recolecciones superficiales en
terrenos de cultivo de estas, solamente la última, permitió recuperar abundante material
cerámico perteneciente a los períodos colonial y republicano; en este lote se encuentran
los vestigios de la antigua casa de postas”. Durante la construcción de la vía, el Plan de
Manejo Arqueológico exigido se limitó a un programa de “monitoreo” contratado por la
misma empresa cuyos resultados no se conocen. La remodelación del sitio histórico como
monumento nacional en 1919, 1940 y 1969, y el nuevo trazado de la carretera central del
norte en 1954 y 2015, sumado a su utilización durante un tiempo como zona de cultivo y la
arborización del lugar, desaparecieron los vestigios arqueológicos factiblemente existentes
y afectaron la topografía, principalmente donde fueron emplazados los monumentos, o se
hicieron otras construcciones y vías de acceso.
39
la presencia de grupos agro-alfareros del período Herrera4 quienes las
utilizaron como abrigos rocosos con evidencias culturales que se remon-
tan al 210±60 a. C5. En el estrato III excavado en el talud de los bloques
erráticos, se encontró en un piso de “habitación” fragmentos cerámica
asociados con un fogón que contenía restos de madera carbonizada de
encenillo, que permitió su datación. Los fragmentos de cerámica corres-
ponden a tres tipos del complejo Herrera: Mosquera Roca Triturada,
Zipaquirá Rojo sobre Crema y Zipaquirá Desgrasante de Tiestos. El tipo
cerámico Mosquera Roca Triturada es, al parecer, el más difundido en
el Altiplano Cundiboyacense, habiéndose reportado para la fecha de la
excavación en más de 20 municipios, entre ellos en el área circunvecina
al Campo de Batalla de Boyacá, en los municipios de Samacá, Tunja (un
tipo similar) y Tibaná. El tipo Zipaquirá Rojo sobre Crema es decorado
y tenía una función posiblemente ceremonial, mientras el tipo Zipaquirá
Desgrasante de Tiestos está asociado con el procesamiento de aguasal6.
En el nivel III de la excavación, también se encontraron áreas de desecho
de instrumentos líticos tallados, restos de huesos de varios animales y
huellas de postes de alguna estructura posiblemente de protección. Los
instrumentos líticos se tallaron en lidita, limonita, porcelanita, pedernal
y arenisca, todos materiales locales, entre los que se encuentran raspa-
dores, perforadores, raederas, cuchillos, buriles, cuchillas, martillos y
núcleos, fragmentos tabulares y cantos rodados7.
4 El período Herrera se extiende desde I milenio a. C. hasta el siglo VIII d. C. caracterizado por
grandes convulsiones atmosféricas acompañadas de erupciones volcánicas desde el Nevado
del Ruiz en el departamento de Caldas que afectaron también al altiplano cundiboyacense.
Se construyeron sistemas hidráulicos para el manejo de las inundaciones del río Bogotá y
observatorios astronómicos en tierra (Madrid) o mediante estructuras líticas en Villa de Leiva,
además de templos dedicados al astro solar en Sogamoso. RODRÍGUEZ, J. V. “Arqueología
de la guerra de la Batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819”, trabajo que forma parte de este
libro.
5 Obtenida por el método de datación de carbono 14 en el Laboratorio Beta Analitic 11133-
2± 60 a. P.
6 LLERAS PÉREZ, R. “Arqueología del Alto Valle de Tenza”. Boletín de Arqueología
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (1989): p. 33.
7 LLERAS PÉREZ, Op.cit., p. 33; p. 215.
40
indica una particular dinámica de expansión e integración sociocultural
en el Altiplano Central, que involucra al territorio del Campo de la Bata-
lla de Boyacá. Los pobladores del período Herrera se establecieron tran-
sitoriamente en los abrigos rocosos y en pequeños poblados construidos
sobre terrazas fluviales, explotaron las fuentes de aguasal, tenían redes
de circulación económica, y utilizaban el oro y el cobre mediante el de-
sarrollo de técnicas de orfebrería.
Becerra sostiene que las pinturas rupestres están asociadas con po-
bladores del período Herrera “gracias al hallazgo diferencial de vestigios
de pigmento de ocre en los estratos de la excavación”11; sin embargo, este
es un tema en el que aún los especialistas no están de acuerdo, debi-
do a que las pictografías también se han encontrado en las paredes de
abrigos rocosos del período pre cerámico y es usual encontrar en estos
sitios largas secuencias que cubren los períodos Herrera y Muisca12. El
41
significado de las pictografías se desconoce, por lo que al respecto se han
propuesto algunas interpretaciones sin certeza, cuyas explicaciones no
son satisfactorias13, aunque “lo esencial reside en el hecho social en que
se insertó el gesto de representar algunos motivos”14.
42
cicazgo de Boyacá; al suroeste, con el cacicazgo de Turmequé y al oeste
con el cacicazgo de Samacá, sujetos al cacicazgo de Tunja. Los cacicazgos
de Boyacá y Turmequé se ubicaban geográficamente en el Alto Valle de
Tenza (que se conoce actualmente como la Provincia de Márquez), que
comprende la parte superior de la hoya del río Garagoa y sus afluentes,
en la vertiente de la Cordillera Oriental que tributa hacia los Llanos del
Meta18. El cacicazgo de Samacá se ubicaba en el altiplano de Tunja (hoy
Provincia Centro), poblado en la zona conocida como El Valle o El Valle
de la Laguna, desde donde se accede por el páramo de Peña Negra y la
Cumbre hasta el Puente de Boyacá, Tunja y el Alto Valle de Tenza19.
43
Organización político – administrativa
44
de los pueblos de indios mediante el nombramiento por la Corona de los
corregidores de naturales encargados de cumplir esta misión25.
45
Audiencia de Quito. El Virreinato fue establecido en 1719 y disuelto en
1723 por problemas financieros, restablecido en 1739 hasta 1810 cuando
lo disuelve el movimiento independentista, y restaurado en 1816 por la
reconquista española hasta 1819, cuando el ejército libertador logró la
independencia definitiva del Nuevo Reino de Granada en la Batalla del
[sitio conocido como] Puente de Boyacá, [actualmente sitio histórico del
campo de batalla de Boyacá].
46
cualquiera otra nación”, suscrita en Acta por los representantes de las
Provincia Unidades de la Nueva Granada33. En 1814 la Provincia de Tunja
se organizó en cinco Departamentos: Oriental, Occidental, del Norte,
del Noreste y del Sur. Por su ubicación, el Campo de la Batalla de Boyacá
hizo parte del Departamento Occidental34 (actualmente provincias de
Centro y Márquez). Después del triunfo de la Batalla de Boyacá, con la
creación de la República de Colombia por la Constitución de Cúcuta de
1821, el territorio de la Nueva Granada se dividió en departamentos, los
departamentos en provincias, las provincias en cantones y los cantones
en parroquias; entonces se creó el departamento de Boyacá en lo que era
la provincia de Tunja.
Territorio y caminos
47
Al sur, unas cuchillas que vienen del páramo de Gachaneca limitan
el terreno por el occidente, que forman en sus estribaciones la loma de
Palo Blanco, y al suroriente la de la Caballería. Las orillas del río Teatinos
por este costado son mucho más altas y escarpadas que las del norte don-
de el río, aunque angosto, no da paso sino en pocos sitios, debido a que
en sus orillas el terreno se inclina notoriamente. El entorno del Campo
de Boyacá está irrigado por fuentes de agua menores que van a dar al
curso del río Teatinos: al noroccidente la quebrada de Pantano Verde
que desemboca en el río antes de que este llegue al campo de Boyacá, y
al norte la quebrada Las Perdices, que en la misma dirección desemboca
un poco más adelante en el río cuando este entra en el campo de Boyacá;
al sur, la quebrada Panamá que entra por el borde sur oriental del campo
de Boyacá y desemboca dentro de él en el río.
48
al percatarse de ello, el ejército realista lo hace por el “camino principal
de Paipa”35.
49
El camino de Toca40 era más largo y menos importante que el de
Paipa que era camino real41, pero aun así sería totalmente imprescindible
y tácticamente decisivo para que el ejército patriota al momento de salir
a Tunja llegara primero que el ejército del rey y tomara la ciudad42. Así
mismo, este hecho definirá las rutas que a partir de allí seguirán los dos
ejércitos hacia el campo de batalla de Boyacá, lugar de encuentro de ca-
minos y único paso hacia Santafé. Por otra parte, en Tunja se invertirá la
ruta de desplazamiento del ejército, el patriota avanzará hasta el puente
de Boyacá, situado a unos 14 kilómetros por el camino real a Santafé,
mientras el ejército realista lo hará por un camino secundario a partir
del pueblo de Motavita43, situado a legua y media al norte de Tunja44,
donde se desvió del camino real de Paipa al constatar que la ciudad ya
estaba ocupada por el ejército patriota45.
50
el servicio de postas y venta en que se atendía a los viajeros47, ubicada
en el cruce del camino de Samacá con el camino real de Tunja a Santafé,
el cual desembocaba por la parte baja de la vertiente oriental del cerro
del Tobal, por donde se desplazó el ejército patriota desde Tunja para
impedir el paso del ejército realista en el paso del puente de Boyacá sobre
el río Teatinos. En el período colonial el río era conocido como río Boyacá
y por lo tanto el puente recibía el mismo nombre. Desde muy temprano
el puente de Boyacá era el paso obligado más importante para ir de Tunja
a Santafé.
47 Su existencia era antigua. En la Ley I del 13 de mayo de 1538 del rey Carlos I, recogida
en el Libro IV, Título XVIII de la Recopilación de Leyes de indias de 1680, se dispuso
que las justicias hicieran dar a los caminantes “los bastimentos y recaudos necesarios”,
y que hubieran aranceles “para que en las posadas, mesones y ventas se den a los
caminantes bastimentos y recaudo necesario, pagándolo por su justo precio, y que no se
les hagan extorciones ni malos tratamientos, y todos tengan arancel de los precios justos,
acomodados al trajín y comercio”. En 1564 el Cabildo de Tunja ordenó que: “por el bien
común” hubiera “aposentos” en todos los caminos “pasajero y reales” de la comarca, que
debían hacerse conforme era la costumbre, y poniendo de presente que fueran como los
que había en los caminos que iban a Santafé, Vélez y Pamplona. Así mismo, se mandó
“a los indios de los repartimientos de “tales aposentos” que llevaran de ordinario leña y
yerba y comida para venderlos a “los caminantes poniéndoles apremio para ello, para que
los caminos estuvieran provistos y cada caminante hallara por sus dineros lo que hubiera
menester.
51
los lados por otras sendas aunque vaya por las carreras48 el camino
real para los españoles49.
La relación del sitio del Puente de Boyacá con los indios del reparti-
miento de Boyacá se mantuvo en el siglo XVI a través de la jurisdicción
que tenía el Cabildo de Tunja sobre su territorio y la provincia para or-
denar la construcción y el mantenimiento de los caminos y puentes. El
26 de marzo de 1547 proveyó que se notificara a los responsables de los
repartimientos de indios que les tocaba por su vecindad, que en veinti-
dós días arreglaran los “puentes de los caminos de esta ciudad a Santafé”
porque estaban “desbaratados y perdidos”, y “los caminos y los dichos
puentes” que había alrededor de 10 leguas de la ciudad, bajo la amenaza
48 Medrano vio la otra “carrera” en Bogotá: “que tendrá legua y medio de larga y menos de
un tiro de piedra de ancha tan pareja y derecha como si se hubiere hecho a cordel”, y afirma
que “destas ay muchas más en la provincia de Sogamoso”.
49 FRANCIS, J. M. Documento. “Descripción del Nuevo Reino de Granada (1598).
(Introducción y transcripción)”, en; Anuario Colombiano de Historia Social y de la
Cultura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2003, p. 347.
50 PÉREZ GONZÁLEZ, Op.cit., pp. 49-50, 52.
51 ARB. Cabildo de la Ciudad de Tunja. Libro Segundo. Acta del cabildo celebrado el 22 de
agosto de 1544, f.
28r Archivos Volumen 1 Número 1. Academia Colombiana de Historia, Bogotá Enero-
junio 1967, pp. 68-69.
52
de incurrir en el pago de 20 pesos de multa en caso de desacato52. Con
esta disposición del Cabildo se inicia la reconstrucción y el mejoramien-
to de los caminos indígenas y los puentes de paso a la manera de los
españoles.
52 ARB. FLC. Acta del Cabildo de Tunja del 26 de marzo de 1547, f. 121r, 122r.
53 ARB. FLC. Acta del Cabildo de Tunja de 8 de julio de 1551, f. 172 r.
54 AVELLANEDA NAVAS, J. I. La jornada de Jerónimo Lebrón al Nuevo reino de Granada
(Bogotá: Banco de la República, 1993), pp. 183-184.
55 Diego de Partearroyo era vecino de Tunja, llegó al Nuevo Reino de Granada con la
expedición de Jerónimo Lebrón en 1540. Fue Alcalde Ordinario de la ciudad en 1555 y
1573. Recibió en 1543 del Gobernador de Santa Marta Alonso Luis de Lugo en encomienda
del repartimiento de indios de Boyacá, que antes había sido del conquistador Domingo de
Aguirre soldado de la expedición de Jiménez de Quesada, la encomienda le fue ratificada
en 1547 por el gobernador Miguel Diez de Armendáriz. Boyacá era una encomienda
grande pues en 1562 tenía 650 indios. Hizo testamento en 1583. Su hijo mestizo Miguel
López de Partearroyo nacido en Tunja le sucedió en la encomienda.
56 ROJAS, Op.cit.,; COLMENARES, Op.cit., p. 173 y Corradine, M. Fundadores de Tunja
(Tunja: Academia Boyacense de Historia, 2008), p. 105.
57 Hernán Suárez de Villalobos entró al Nuevo Reino de Granada con la expedición del
gobernador de Santa Marta Alonso Luis de Lugo en 1542. Magdalena Corradine dice que
llegó con la expedición de Lebrón en 1540, pero en el estudio biográfico de José Ignacio
Avellaneda, de los conquistadores de la Jornada no figura. Entre 1544 y 1546 fue Tesorero
del Nuevo Reino. En 1545 obtuvo el título de Regidor perpetuo del Cabildo de Tunja. En
1571 se desempeñó como Visitador General de la Provincia de Tunja. De fines de 1569
hasta agosto de 1572 fue Corregidor y Justicia Mayor de las ciudades de Tunja y Vélez, y la
provincia de Río de Oro. El 12 de junio de 1572 fundo La Villa de Leiva, comisionado por
el presidente Venero de Leiva, junto con Miguel Sánchez Alcalde Ordinario de Tunja, y los
regidores perpetuos Francisco Rodríguez y Diego Montañez. En 1574 ejerció nuevamente
el cargo de Corregidor por cinco meses, con el título de Teniente de Gobernador, Capitán y
Justicia Mayor de las ciudades de Tunja y Vélez, y de Río de Oro y la Provincia de Guane
y minas y rancherías de ellas y sus términos y jurisdicciones. Falleció en 1578. ARB. FLC.
Legajo 2, 3. Revista Archivos. Cabildos de la Ciudad de Tunja. Academia Colombiana de
Historia, Bogotá, Libro Segundo. Volumen 1, año 1967, Números 1 y 2. Volumen 2, año
1968 – 1970, Número 3. Año 1972, Número 5.
53
longitud que tenía el camino real. Los arreglos consistían principalmen-
te en construir un puente permanente y suficiente sobre el río y reparar
el camino en los arroyos y los malos pasos.
un puente por donde se pueda pasar gente y caballos que sea
buena y duradera y desde el dicho río hasta esta ciudad en todos
los ar(ro)yos y malos pasos aderecen el dicho camino haciendo
puentes, en los ar(r)oyos que fuere menester. Y aderezando los
dichos pasos, haciendo principalmente el puente del dicho río, por
la necesidad que de ella lo hagan dentro de quince días primeros
siguientes, so pena de veinte castellanos a cada uno aplicados a la
manera susodicha, y con cargo a su costa se mandará hacer y corre
los dichos quince días, desde el día que se notificare este auto58.
54
Paredes Calderón, Paredes Calbo, Miguel Sánchez, Jun de
Quincoces, Andrés Ayala, con los indos de repartimiento: desde
la casa de Pedro Corredor (…) hasta el serrallo que está antes de
asomar el río de Boyacá donde está un pantano (…) los puentes que
fueren menester, adobar los pantanos y echar agua por donde quede
el camino enjuto (…),; desde allí ha de comenzar el repartimiento
de Boyacá y hacer el camino hasta donde el negro Salazar el cual
dicho repartimiento de Diego de Partearroyo y desde allí (…) los
indios del capitán Suárez y de Hernando de Rojas regidores hasta
el puente junto a las ventas de Turmequé (…)61.
55
A comienzos del siglo XVI hay un puente de Boyacá terminado y he-
cho de materiales más durables como era el deseo del Cabildo, que será
el puente en el que se libraría una parte de los combates que culminaron
con la victoria del ejército patriota y la derrota del ejército realista en la
Batalla de Boyacá. En la descripción de Tunja de 1610, el corregidor de la
ciudad informa al rey Felipe III el Piadoso, que existe “un río que llaman
de Boyacá, por pasar por un pueblo de este nombre” a la parte del ponien-
te de la ciudad, de muy buena agua, por el cual se pasa para ir de Tunja a
la de Santafé, que “tienen una buena puente de pontones de cal y piedra,
y encima vigas grandes, y sobre ella está echada tierra y empedrada”65.
56
fuerte y la inconformidad con el dominio español estaba en crecimiento;
tanto la ola de ejecuciones como el alza de impuestos fueron dos de las
principales medidas para el descontento popular67. Con el importante
apoyo de Santander, Bolívar planeó y ejecutó una campaña que proba-
blemente fue su mayor logro militar; a la cabeza de un ejército mixto de
neogranadinos, venezolanos y un grupo de voluntarios europeos, cruzó
los llanos en épocas de lluvia y escaló los Andes por caminos que alcan-
zaban hasta 4.000 metros de altura68.
57
Recuento histórico
69 O´LEARY, Daniel Florencio, Cartas del Libertador. Memorias del general O´Leary
(Caracas: Impr. y litografía del Gobierno Nacional, 1888), pp. 200-233.
70 GROOT, J. M. Historia Eclesiástica y civil de Nueva Granada, Tomo, IV (Bogotá: Casa
Editorial de m. Rivas y compañía, 1893), p. 6.
71 OCAMPO, La Campaña Libertadora de 1819 y las Batallas del Pantano de Vargas y
Boyacá, Op.cit., p. 16.
58
La marcha republicana desde los llanos hacia las montañas de los
Andes puso a las tropas de Bolívar en una situación extrema, pues debie-
ron asumir incontables sufrimientos, pasando del calor de los llanos, que
estaban inundados, al frío del páramo. Entre el 2 y el 6 de julio atravesaron
el páramo de Pisba, ruta que, como parte de su estrategia militar, trajo
enfermedades a la tropa y la muerte a algunos de los soldados y caballos,
siendo esta la parte más difícil de la marcha, lo que hacía que avanzar
fuera un proceso lento y desagradable. No obstante, Bolívar consiguió
que unos 2.000 hombres atravesaran las montañas. En la medida que este
ejército avanzaba, las noticias se difundieron entre las guerrillas repu-
blicanas a lo largo de las provincias de El Socorro, Pamplona y Tunja72.
Finalmente, llegaron a Socha por provisiones.
59
Pantano de Vargas considerada como la más sangrienta de la Campaña73
y la que facilitó el triunfo definitivo del ejército patriota, en la Batalla de
Boyacá el 7 de agosto, la cual terminó por consolidar la confianza de los
patriotas a pesar de los álgidos momentos sufridos por las tropas.
73 En los diferentes combates, especialmente en la Batalla del Pantano de Vargas, una de las
mayores fortalezas del ejército patriota fue su caballería, porque mientras que la infantería
debía equiparse en el extranjero a causa de la fabricación de buenos fusiles, la caballería
podría armarse en el país sin necesidad más que el vestuario, lo que conllevó a consolidarse
de manera autónoma.
74 RIAÑO, C. La Campaña libertadora de 1819 (Bogotá: Editorial Andes, 1969), p. 52.
75 José María Barreiro se dirigió a Juan Sámano el 6 de abril de 1819, reportándole la
deserción de la mayoría de los indios, y al poco tiempo los demás siguieron su ejemplo,
generándose una disminución de las fuerzas realistas, a tal punto que tuvo que dirigirse
hacia Santafé.
60
de comunicaciones con la capital del virreinato, mientras que el ejército
patriota ocupó alrededor de las 11 de la mañana la ciudad de Tunja e hizo
prisioneros a los pocos soldados de la guarnición, pues el gobernador de
Tunja había salido para el cuartel general de Barreiro con el 3er. Batallón
de Numancia y una brigada de artillería. Ante la ocupación de Tunja, el
coronel patriota Manuel Antonio López sostuvo que:
La ocupación de Tunja nos puso en posesión de 600 fusiles, un
almacén de vestuarios con que se vistieron los soldados más
desnudos, paño para construir otros, los hospitales, botiquines,
maestranza y cuanto poseía el enemigo. Sus habitantes, llenos de
entusiasmo por la libertad, no sabían cómo manifestar su gratitud
al ejército; todo lo facilitaban con la mayor presteza y actividad, y
varios se enrolaron en sus filas76.
76 LÓPEZ, M. A. Recuerdos históricos del coronel ayudante del estadio mayor del general
libertador. Colombia y Perú 1819 – 1826 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1955), pp. 14-17.
77 PRIETO, E. Apuntamientos sobre la Campaña de 1819. Repertorio Boyacense, 633-670,
p. 77.
78 Al citar a Friede implícitamente se está referenciando las versiones de los realistas Juan
Loño y Sebastián Díaz. FRIEDE, J. La Batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819, a través
de los archivos españoles (Bogotá: Banco de la República – Talleres gráficos, 1969), pp.
115-122, 158-169.
79 Ibíd, pp. 115-122, 158-169.
61
bían seguido el movimiento del enemigo, provocando a la retaguardia y
logrando hacer prisioneros a los rezagados80.
LA BATALLA DE BOYACÁ
62
lista estuvo establecida, en parte, teniendo en cuenta la ubicación de los
caminos y la toma de los mismos.
Los realistas querían evitar ser vistos por el enemigo, siendo esta la
misma intención de los patriotas, pero con la diferencia que los segundos
buscaban el factor sorpresa para el momento del ataque. Geográficamen-
te el cerro El Tobal al encontrarse en el camino real le permitió a la tropa
patriota, por un lado, no ser visible ante el contrincante y estar también
cubierto por la serranía que los separaba y, por otro, le permitió tener la
posición adecuada para observar y atacar a los realistas.
63
contaba con gran precisión, y sus métodos de tiro no permitían batir
ángulos muertos83.
64
La imprecisión y los constantes fallos del armamento, así como la
mora en recargar el arma, en segundo término, el rápido y desordenado
desplazamiento en guerrilla del ejército libertador que, alejándose de la
táctica normal de combate, no presentó una batalla frontal en columna
cerrada, propia de las técnicas de combate imperantes en los ejércitos
europeos, generando como consecuencia, que los individuos de la tropa
de infantería presentaran un blanco pequeño móvil y escurridizo.
65
mientras que el ejército patriota, al ser recibido en Tunja con gran júbilo
por los habitantes de la ciudad89 y por las batallas ya libradas y ganadas,
tenían la moral en alto y gran convicción en su accionar.
Relatos de la Batalla
66
La vanguardia realista oyó algunos tiros a su izquierda, situación
que dio a entender que había presencia patriota en el cerro El Tobal95,
razón por la cual, la vanguardia enemiga envió a un grupo de cazadores
en persecución a la descubierta, donde se presentó la infantería patriota
formada en columna y una compañía de tiradores comandados por el
coronel Joaquín París. Una vez descubiertos por los cazadores realistas,
París se enfrentó a ellos obligándolos a retirarse precipitadamente hasta
el paredón de la Casa de Teja donde los acribilló, mientras que el resto de
la infantería atacaba la vanguardia realista96.
67
cometido, decidieron retomar su posición en una pequeña altura99. Entre
esta altura y El Tobal los batallones primero de Barcelona y Bravos de
Páez junto con el escuadrón de caballería de Llano Arriba atacaron por el
centro; el batallón de línea de Nueva Granada y los guías de retaguardia
se unieron al batallón Cazadores atacando por la izquierda de la línea de
batalla, quedando en reserva las unidades de Tunja y El Socorro100.
68
Barreiro, manteniéndose en la zona norte, envió al batallón del
Rey para responder al ataque patriota, pero al ver el número de bajas,
envío la segunda de Numancia la cual fue atacada por la derecha con
dos escuadrones de la caballería patriota en fuerza de 300 hombres, y
por el centro con una columna de 600 infantes. Dicha caballería luego
atacó a la 3ra. y 5ta. compañía del escuadrón de Dragones de Granada y
a la artillería, los cuales llegaron por izquierda y por derecha de la 2da.
columna de Numancia, enviados a resistir por Barreiro, intentando así,
poner en fuga a los patriotas101, Anzoátegui se enfrentó con la infantería
española, a quienes envolvió con sus lanceros su ala derecha y les tomó
la artillería que el batallón Rifles había atacado de frente, por lo cual
se desordenaron las columnas y cedió la infantería enemiga102, situación
que algunos oficiales realistas no pudieron manejar, surgiendo así una
dispersión de la tropa y la fuga de una fracción de la caballería realista
que, acuchillada, ejecutó principalmente a los combatientes que alcan-
zaban. Que perseguida por la caballería de los patriotas, era acuchillada
o lanceada, siendo alcanzados algunos de sus oficiales103.
69
La caballería acabó de poner en desorden al enemigo, a tal suerte
que Barreiro, aunque hizo el esfuerzo, no logró restablecer el combate y
perdió su posición. Todo el ejército después de sufrir una gran mortan-
dad rindió sus armas, se dividió en pelotones y se entregó prisionero107.
A su vez Jiménez, quien estaba en combate con la división de Santander,
al observar el desconcierto del mando del general español retrocedió y
la derrota se hizo general108, quedando el ejército realista en poder del
ejército libertador. La batalla finalizó alrededor de las cuatro de la tar-
de. Casi todos los comandantes y mayores de los cuerpos, multitud de
subalternos y más de 1600 soldados, armamento, municiones, banderas,
artillería, caballería, cajas y bagaje quedaron en poder del vencedor109.
70
Consecuencias de la Batalla
71
debilitando cada vez más el poder español en las diferentes provincias.
A su vez, nombró al general Santander “El hombre de las leyes”, su mano
derecha en todo este proceso emancipador como vicepresidente, quien
organizó el gobierno republicano, independiente y democrático. Pa-
ralelamente, a medida que el ejército patriota avanzaba iba liberando
provincias, con la excepción del sur de Colombia donde sus pobladores
sentían un espíritu realista, obligando a Bolívar a realizar la campaña
del Sur.
72
Para establecer la consolidación del campo de batalla como un sitio
histórico, es necesario entrelazar su reconocimiento como un lugar de la
memoria nacional y de fundación de la República, la construcción de mo-
numentos conmemorativos y las ideas políticas del Estado colombiano,
que en su proceso de formación sirve como marco general para periodizar
el proceso. La consolidación del sitio histórico se desenvuelve mediante
disposiciones legales y proyectos, avances materiales visibles y silencios
(que igualmente deben ser leídos), la necesidad de construcción de la
memoria colectiva e interpretaciones político-sociales de sus gestores.
Las fases o etapas de consolidación son las siguientes:
73
La República de la Nueva Granada: las primeras
representaciones del paisaje, 1831-1877
74
interesantes, y, por decirlo así (dice Ancízar), santificada desde el 7 de
agosto de 1819”. Así mismo, valora el sitio del antiguo puente de Boyacá
ya desaparecido y el nuevo puente, que se construye para sustituir al
anterior, que está aun “razo y sin concluir”, pero que se concibe con el
mismo significado conmemorativo que el puente original, ya que en sus
“pilastras se tenía la idea de inscribir los nombres de los libertadores”125.
125 ANCÍZAR, M. Peregrinación de Alpha. Por las provincias del Norte de la Nueva Granada,
en 1850-51 (Bogotá: Biblioteca de la Presidencia de Colombia, 1956).
126 Slom hizo el grabado a partir de un dibujo inédito de Agustín Codazzi, prestado por José
María Vergara, cuñado de Ancízar. Fue publicado en 1895 por Jacques Elisèe Reclus, en
su Nouvelle Geographie Universelle: la terre et les hommes, Volumen XVIII, editada en
París por Hachette. Al parecer Fernández utilizó el grabado de Slom como modelo, dada
la coincidencia de los diferentes elementos y el mayor detalle y la nitidez cartográfica del
dibujo.
127 MARTÍNEZ, Abel., CASCANTE, Andrés. “La memoria de tanto inmortal. El campo de
Boyacá 1819-2015”, en: La segunda Batalla de Boyacá. Entre la identidad Nacional y la
destrucción de la memoria, comp. GUERRERO, Javier., WIESNER, Luis (Tunja: UPTC,
2015).
128 El paisaje natural podría ser el mismo que en 1819. En 1907, todavía se divisaba un
panorama similar al de las ilustraciones de 1851, en el suroeste del campo, de acuerdo con
la fotografía tomada por el arqueólogo y viajero estadounidense Hiran Bingham.
75
De los Estados Soberanos a la integración Nacional:
la “monumentalización” del sitio histórico
129 Período 1863-1886, en el cual la República se organizó en nueve Estados Soberanos con
el nombre de Estado Unidos de Colombia. Los Estados Soberanos tenían una amplia
autonomía y una legislación propia, cada Estado estaba gobernado por un presidente y se
elegía un presidente central de los Estados de la Unión, con un poder débil y un periodo de
dos años sin posibilidad de reelección.
130 VANEGAS CARRASCO, C., “Mario Lombardi: una alternativa escultórica italiana en
la cantera colombiana de Balsillas”, en: Tránsitos, apropiaciones y marginalidades del
arte público de América Latina (Santiago de Chile: III Seminario Internacional sobre Arte
Público en Latinoamérica, 2013), p. 130.
131 Esta guerra se inicia en 1884 por los liberales radicales de los Estados Soberanos
inconformes con la política del presidente Rafael Núñez (1880-1882, 1884-1886) en contra
de las medidas adoptadas desde 1878 como: la prohibición de la masonería, la restricción
de libertades de asociación y opinión y el control de la enseñanza por la iglesia.
132 Centralista y pro hispanista, y se sella en 1887 con la firma del Concordato con el Vaticano.
133 Las décadas entre 1860 y 1920. Aquí se trata de la periodización adoptada por la historiadora
Carolina Vanegas Carrasco (2011), de José Emilio Burucúa y Fabián Alejandro Campagne
para el Cono Sur, “para pensar los procesos desarrollados en la mayor parte de países
de Latinoamérica, y particularmente en Colombia, respecto a los conjuntos simbólicos
asociados al surgimiento y consolidación de las naciones americanas”.
76
monumentalización, separadas por la guerra de los Mil Días (1899-
1902)134, conectadas por el discurso de unidad nacional, paz, reconci-
liación nacional, orden y progreso, a fin de superar la destrucción y el
atraso que dejan las guerras civiles y particularmente la última, con la
cual se inaugura el siglo XX.
134 Iniciada por la negativa del gobierno conservador de reformar la Constitución de 1886.
135 Considerando que era conveniente rememorar la conquista de la Independencia como un
bien inapreciable, de la fundación de nacionalidades republicanas de América Latina, la
formación de una identidad social, el conocimiento de la historia patria y el avivamiento de
su “recuerdo” entre la población, con el propósito de conservar el recuerdo como un hecho
notable en los anales de nuestra historia, perpetuarlo en la memoria de las generaciones,
estimular el sentimiento social y transmitir la memoria de los que han sido sus autores. Al
respecto véase el Considerando del Decreto 313 de 1878.
136 Particularmente el Decreto Ordinario Nº 454 de 1886, por el cual el presidente Rafael
Núñez declara el 7 de agosto como fiesta nacional.
137 En el cual se suprime la estatua de la Libertad que coronaba el diseño original y se remata
con una pequeña pirámide. Otros elementos dispuestos en el Decreto que igualmente no se
construyen son la reja para encerrar el obelisco ni los cuatro bustos de los patriotas, pero sí
se agrega una pequeña escalinata central que no se menciona en el Decreto.
77
la base y los dos primeros cuerpos138, se suspende durante 15 años, cuan-
do se termina por decisión del gobernador del Departamento de Boyacá
Salvador Franco.
Así mismo, aparece el tema del puente sobre el río Boyacá que va
a convertirse en centro de atención monumental, cuyas transformacio-
nes aun no son claras, pero que con su pequeño tamaño simboliza en
el campo de batalla las estrategias exitosas de la Campaña Libertadora
en el camino obligado de Tunja a Santafé. El puente que había el 7 de
agosto de 1919 se reconstruye y se modifica ese mismo día por soldados
del batallón Guardia Presidencial en presencia del primer mandatario
Marco Fidel Suárez. Se sustituyen los durmientes de madera atravesados
sobre el río, soportados en los extremos por muros o bases de piedra, y se
agregan unas barandas o pasamanos a los lados140.
138 CAICEDO, J., “Monumento del Puente de Boyacá”, Anales de Ingeniería XII. (enero-
febrero, 1899).
139 Agregando a los nombres inscritos en él, junto con el de los jefes de los batallones, el de los
cuerpos de infantería y caballería, y el de otros personajes incluyendo significativamente el
de los benefactores del obelisco.
140 16 de agosto de 1819, El Gráfico, p. 280.
78
sencia de un área descubierta de vegetación al frente del obelisco, y de
unos bohíos de madera y paja, en donde se ubica una buena parte de los
asistentes y los cuerpos militares, y se escenifican los actos de la conme-
moración. Finalmente, la consolidación del sitio histórico repercute en
el sector de la educación local. La Asamblea del Departamento de Boyacá
aprueba una Ordenanza el 5 de junio de 1918, por el cual destina una
suma de dinero para la construcción de un local para una escuela en el
campo de la Batalla de Boyacá141.
141 Registro Oficial del Departamento. El Boyacense, IX, (5 de junio de 1918), p. 299.
79
El sitio histórico gira fundamentalmente entorno a las figuras de
Bolívar como Libertador de cinco Repúblicas del continente americano
y Padre de la Patria, y Santander el Hombre de las Leyes, fundador de la
República y héroe nacional, como aparece referido en los textos escolares
de la época142. El proceso se inicia en 1931 con la instalación en el campo
de batalla de la estatua pedestre del Libertador que estaba en la Plaza
Mayor de Tunja, que luego se desplaza en 1940143, para dar relevancia a la
histórica batalla, mediante la erección de otro monumento al Libertador
compuesto por 11 estatuas144, por decisión del Congreso de Colombia en
1937 en el gobierno del presidente López Pumarejo145, del escultor Fer-
dinand Von Miller, que desde 1931 era propiedad de la nación. Con rela-
ción al general Santander se erige una estatua en tamaño heroico (una y
media la escala del natural), con motivo del centenario de su muerte, en
el sitio de enfrentamiento de las vanguardias de los ejércitos patriota y
realista donde Santander cumplió un papel decisivo. Posteriormente, en
una fecha aún no determinada, el presidente Eduardo Santos financia la
construcción de “la escalinata de piedra que arrancaba de la carretera
hasta el monumento de Von Miller y el muro que circundaba todo el
parque donde está el obelisco”146. Estos dos monumentos, pero princi-
palmente el de Von Miller, por sus dimensiones materiales y la alegoría
continental, amplían aún más el espacio de conmemoración de la batalla
y consolidan su relevancia como sitio histórico.
80
En este contexto, la Ley 210 de 1938 expedida en el gobierno del pre-
sidente Santos contribuye particularmente a organizar y determinar el
sitio histórico. Provee que se construya un gran parque nacional median-
te la adquisición del “sitio donde se desarrolla y termina la Batalla de
Boyacá”, en una extensión aproximada de 100 hectáreas y de otras obras
de infraestructura y servicios a cargo del Ministerio de Obras Públicas.
El parque se materializa en 1940 con la compra inicial de 11 fanegadas de
tierra alrededor del obelisco y a uno y otro lado de la carretera central;
una vez se termine el parque se dispone que el departamento de Boyacá
lo administre y la conservación la haga la Nación, con una apropiación
anual en el presupuesto de las partidas necesarias al efecto.
147 En homenaje a todos los oficiales y soldados que participaron en la Campaña Libertadora,
la integración socio-racial y la narración épica del Himno Nacional.
81
margen izquierda de la carretera, con una Llama de la Libertad en el área
central del arco. La gobernación de Boyacá, mediante el Decreto 99 de
1954, con consulta al presidente Rojas, aprobó mantener la llama ardien-
do en lo sucesivo y que las Fuerzas Armadas la custodiaran y montaran
guardia permanente ante el Monumento de los Libertadores. Aparente-
mente remedial al trazado de la carretera, la localización del arco hace
evidente por primera vez el fraccionamiento del campo de batalla por las
obras de ingeniería vial. En 1960 se compran nuevos predios con motivo
de la conmemoración del sesquicentenario de la Independencia.
82
ley 53 de 1968. El gobierno nacional crea una Comisión General encarga-
da de colaborar con el estudio y ejecución de las obras y adquisición de
predios150, la preparación y realización de los actos, y el desarrollo de un
programa amplio que incluye encuentro de juventudes, edición de obras,
concursos, eventos, entre otros.
83
Otros monumentos que ya existían fueron retirados del campo des-
pués de la remodelación de 1969: los bustos de los patriotas Soublette,
Anzoátegui, James Rooke, Fray Ignacio Mariño, y Fray Miguel Ignacio
Díaz (capellán de la vanguardia). En el cerro del obelisco hacia la parte
media se encuentra el busto del coronel venezolano Cruz Carrillo quien
comandó el Batallón Bravos de Páez, donado por su familia en fecha no
establecida y en la parte baja un atril de piedra con una placa, instalado
por la Academia Boyacense de Historia en el lugar donde se dice, por
tradición, que el general Bolívar dirigió la batalla152.
Después del fin del Frente Nacional, durante más de una década no
hay mayores novedades en el campo de batalla y se puede decir que hasta
el inicio de las obras de la segunda intervención vial de la carretera cen-
tral, se consolida la tercera imagen del sitio histórico adquirida en 1969.
El campo continúa atrayendo a turistas, estudiantes y viajeros, e igual-
mente por su enlucimiento es escenario de reuniones oficiales y paradas
militares; sin embargo, la terminación del ciclorama sigue pendiente y
no se desarrolla el proyecto pictórico original, aunque el Congreso Na-
cional decreta en el centésimo sexagésimo aniversario de la Campaña
Libertadora en 1983 “la determinación del ciclorama y demás obras in-
conclusas del Puente de Boyacá153. En 1984 el Decreto 1803 del presidente
Belisario Betancur que reduce el presupuesto de gastos de la vigencia
84
del fisco nacional, afectando al ciclorama en cinco millones de pesos154.
En 1986, la Ley 50 del 9 de octubre, por la cual la Nación se asocia a la
conmemoración de los 450 años de la fundación de Tunja, incluye entre
las actividades y obras que integran el Plan de Desarrollo Económico y
Social de Tunja 450 años; la construcción del “Templo de la Libertad o
Monumento Histórico Religioso” en el Puente de Boyacá, que fue eva-
luado por el Departamento Nacional de Planeación sin determinarse en
qué consiste este proyecto155. En 1989 con ocasión del 170º aniversario
de la Campaña Libertadora, el presidente Virgilio Barco ordenó hacer
un levantamiento de los terrenos que adquirió el Ministerio de Obras
Públicas hasta esa fecha156.
85
instrumentos de que dispone esta ley y las normas que la reformen o
sustituyan el Campo de la Batalla de Boyacá requiere adaptarse si espera
sobrevivir a los nuevos desarrollos.
86
particular, convirtiéndose en un obstáculo para el adecuado manejo del
sitio, no obstante, el diseño del Plan de Manejo y Protección PEMP no
contempla su adquisición.
87
Hoy, quienes quieran hacer una reconstrucción o representación, así
sea mental, en el campo histórico de la Batalla de Boyacá, tienen grandes
dificultades porque este importante lugar de la memoria de los latinoa-
mericanos está totalmente desvirtuado de manera irreversible.
158 ANCÍZAR, Manuel. Peregrinación de Alpha. Por las provincias del norte de la Nueva
Granada en 1850-51 (Bogotá: Arboleda y Valencia Editores, 1914), pp. 322-323.
88
Imagen 7. El Campo de la Batalla de Boyacá.
Fuente: Grabado realizado por A. Solm, a partir de un dibujo inédito de Agustín
Codazzi prestado por M. Vergara. Publicado en Jacques Élisée Reclus, Nouvelle
Géographie Universelle: la terre et les hommes. Vol. XVIII (París, Ed. Hachette. 1895), p. 339.
89
Imagen 8. “Puente de Boyacá – Misa campal, 7 de agosto de 1919”.
Fuente: El Gráfico, Bogotá: agosto 16 de 1919. Nros. 485-486, p. 278
90
Dentro del proceso de consolidación del sitio histórico un aspecto
fundamental es pensar el lugar como espacio público, pues allí convergen
diferentes sectores e instituciones: el gobierno, la educación, el turismo,
la iglesia, la comunidad, los medios de comunicación, las fuerzas milita-
res, las academias, entre otros. Es así como en cada periodo histórico se
ha elaborado una representación mediante la nominación y simbología,
y al mismo tiempo, se han generado criterios de valoración e instru-
mentos de apropiación de dichos sectores. Es por ello que, el campo de
batalla por su relevancia histórica para el país es un lugar portador de
valores estéticos y sentimiento patrio, que gracias a las representaciones
socio-culturales y políticas al materializarse inciden directa o indirec-
tamente en la transformación del lugar.
91
Imagen 11. Presencia civil, militar, religiosa y política en la celebración
del centenario de la Batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1919.
Fuente: El Gráfico, Bogotá, agosto 16 de 1919 Nros. 485-486; p. 279.
92
Imagen 12. Puentes en el campo de Batalla de Boyacá en los años 30.
Fuente: Revista Cromos, Siervo Tulio Molano, archivo privado.
93
En torno a 1940 se plantaron los jardines alrededor del puente his-
tórico, del obelisco y del recién instalado monumento a Bolívar de Von
Miller, además de la erección de Santander, los bustos de los generales
Anzoátegui y James Rooke. Se construyó el restaurante-casino se re-
construyó el puente histórico al estilo español y se instaló iluminación
eléctrica en el parque, obras que fueron posibles debido a la compra de
predios, respondiendo a la necesidad de embellecer el lugar con el fin de
enaltecer su legado histórico, con motivo del centenario de la muerte del
general Santander y ser un lugar de agradable acogida para los visitantes.
94
Para la década del cincuenta se instala el arco del triunfo y el busto
de Pedro Pascasio, se amplia y pavimenta la carretera central, al igual
que se construye el puente vehicular de la misma. Ya en los años sesenta
se compran más predios y se destinan fondos para el proyecto de moder-
nización del parque para la conmemoración, para ello se trasladan los
monumentos: a Bolívar de Von Miller y el obelisco, se construye el ciclo-
rama, el restaurante, un café, parqueaderos, vías de circulación interna,
senderos peatonales y para la construcción de la plazoleta de armas se
demuelen las construcciones aledañas. Desaparecen rejas y muros. Al-
gunos bustos son trasladados y otros desaparecen, como el de Bolívar,
O’Leary, Soublette, Anzóategui, Rooke, Fray Mariño y Pedro Pascasio,
al igual que la estatua de Fray Miguel Díaz.
95
Imagen 16. Fraccionamiento del Campo de Batalla de Boyacá.
Fuente: Fotografía de Ángela Parra, 2017.
Bibliografía
Acta del Cabildo de Tunja del 8 de julio de 1551. (1551). Archivo Regio-
nal de Boyacá , 172.
96
AVELLANEDA NAVAS, J. I. La jornada de Jerónimo Lebrón al Nuevo Reino
de Granada. Bogotá: Banco de la República, 1993.
97
CORREA, R. C. Monografías de los pueblos de Boyacá. Tunja: Academia
Boyacense de Historia, 1987.
98
IBÁÑEZ, J. R. La Campaña Libertadora de la Nueva Granada de 1819. Bogo-
tá: Editorial Panamericana, 1998.
99
O´LEARY, Daniel Florencio. Cartas del Libertador. Memorias del
general O´Leary. Caracas: Impr. y litografía del Gobierno Nacional, 1888.
100
RODRÍGUEZ C, J. V. Los primeros pobladores de Boyacá: entre
golpes, templos y observatorios astronómicos. Bogotá: Reporte publica-
do en este libro resultado de investigación para la formulación del Plan
Especial de Manejo y Protección PEMP del sitio histórico del campo de
la batalla de Boyacá, 2017.
101