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Ministerio de Mujer..... Mensajes

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Vestida para triunfar

Tema: Permitir que Dios nos transforme y nos ayude a ser de


bendición.

Objetivo: Que la mujer cristiana fortalezca su espíritu y reciba la


transformación que viene de Dios. Que se proponga impactar su
entorno positivamente para la gloria de Dios.

Texto bíblico: Proverbios 31:25-26

Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir. Cuando


habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.
(Proverbios 31:25-26)

Otros versículos que pueden servir de apoyo: 1 Pedro 3:3-4;


Efesios 6:10-18

Introducción

La sociedad de hoy pone mucho énfasis en nuestro aspecto exterior:


la ropa, el cabello, el maquillaje... Se valora excesivamente cómo nos
vemos, lo que llevamos puesto, las marcas que usamos. ¡Qué bueno
saber que Dios no se fija en eso! Sí, él desea que nos cuidemos, que
nos alimentemos bien y vigilemos nuestra salud. Pero a nuestro
Padre celestial le interesa aun más nuestro crecimiento espiritual.

Dios anhela que cada una de nosotras reciba su amor. Su amor nos
llena, nos transforma y nos capacita para bendecir a los demás en su
nombre. No hacemos esto por nuestras propias fuerzas. Necesitamos
cultivar una comunión diaria con Dios y permitir que su Espíritu Santo
nos llene. Cuando abrimos nuestro corazón a su mover, él comienza
a limar las asperezas de nuestra vida y a capacitarnos para que
seamos de bendición a otros. Puede que sea un proceso largo y
hasta doloroso, pero vale la pena.

Desarrollo del tema

En la Biblia hay unos versículos muy conocidos que nos hablan sobre
la mujer que teme al Señor. Se encuentran en Proverbios 31:10-31. A
muchas mujeres nos intimida ese capítulo, porque lo vemos como
una lista inacabable de deberes por hacer... Sin embargo, ese
capítulo contiene en realidad las enseñanzas de una madre para su
hijo "el rey Lemuel". En los versículos 1-9 ella le advierte sobre la
inmoralidad sexual. El resto del capítulo habla sobre la mujer virtuosa
que teme al Señor, esa que sería buena como esposa para el rey
Lemuel.

Prestemos atención porque aquí encontramos una vestimenta que


nos hará brillar y triunfar de verdad. Junto con la armadura de Dios en
Efesios 6:10-18, estos dos versículos de Proverbios nos hablan de la
mejor vestimenta que podemos llevar. Aquí en Proverbios 31:25 se
nos habla de fuerza, de dignidad y de una gran seguridad. Luego, en
el versículo 26, leemos sobre la sabiduría y la instrucción amorosa.
Veamos cada una de las frases en detalle.

Se reviste de fuerza y dignidad

La mujer que teme al Señor está vestida de fuerza y de dignidad.


¡Qué vestidos más maravillosos! ¿Cuántas veces vamos por la vida
cargadas de problemas, pensando que no podremos salir adelante?
Los afanes del hogar y del trabajo, los problemas sociales que nos
rodean... Necesitamos detenernos a orar y pedir al Señor que nos dé
su fuerza, esa que nos ayuda a fijar nuestros ojos en Dios y no en los
problemas o dificultades de la vida.
Es al detenernos en su presencia que logramos sentir el abrazo del
Señor llenándonos de fuerza y de ánimo. Nuestra confianza en él
crece y vemos las cosas de otra manera. Sabemos que Dios puede
obrar y que lo hará a su debido momento. Mientras esperamos,
recibimos el ánimo y la fuerza necesarios para seguir adelante con la
frente alta, con dignidad, confiadas en nuestro Papá. Porque
sabemos que en él estamos completas (Colosenses 2:9-10).

No teme al futuro

Esta mujer no teme al futuro, más bien lo afronta con seguridad


porque sabe quién tiene el control: su Padre celestial. Como un bebé
que duerme en los brazos protectores de su papá, nosotras podemos
descansar confiadas sabiendo que Dios tiene nuestro futuro en sus
manos. Sabemos que él obrará en medio de cualquier situación que
tengamos que afrontar. Nuestro Padre nos ayudará venga lo que
venga. ¡Preciosa certeza!

En la sociedad de hoy nos enteramos de los problemas del otro lado


del mundo casi tan rápido como si ocurrieran en nuestro propio
barrio. Esto nos puede causar ansiedad: las enfermedades, las
guerras, los conflictos, el desempleo... Puede ser una carga
demasiado pesada para nosotras. Entreguemos todas nuestras
preocupaciones al Señor. El futuro está en sus manos. No nos
afanemos por lo que no podemos controlar o ni siquiera sabemos si
sucederá. Confiemos en nuestro Señor y descansemos en él.

Habla con sabiduría

¿Cómo son las palabras que salen de nuestra boca? ¿Son palabras
de ansiedad? ¿Son palabras hirientes? ¿Son chismes? ¡Evaluemos
nuestras palabras! Busquemos la sabiduría que viene de Dios y
hablemos cosas que reflejen su corazón (Santiago 3:17). Nuestras
palabras muestran nuestro nivel de madurez en el Señor. Según
crecemos en nuestro andar con Dios nuestras palabras tenderán más
a edificar y bendecir.

La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo


12:34-35). Por esta razón, si deseamos hablar con sabiduría
necesitamos llenar nuestra mente y nuestro corazón con la sabiduría
que se encuentra en la Palabra de Dios. ¿Cuánto tiempo pasamos al
día leyendo cosas que no edifican o viendo series que no nos aportan
gran cosa? Sí, está bien tener algo de tiempo de ocio, pero no
bajemos la guardia. Vigilemos lo que dejamos entrar en nuestra
mente y en nuestro corazón.

Busquemos cosas que nos edifican. Crezcamos en el Señor y en su


sabiduría. ¡Leamos su Palabra!

Crece en la sabiduría que viene de Dios

Enseña con amor y con bondad

Por último, la mujer que teme al Señor no solo crece en fuerza, en


dignidad, en seguridad y en sabiduría, sino que aporta a la vida de
otros enseñándoles con amor y con bondad. ¡Recibimos para dar!
Podemos enseñar con nuestras palabras y con nuestras acciones.
Podemos ser ejemplo de bondad y de amor a los que nos rodean.
¡Podemos marcar la diferencia en este mundo!

Comenzamos con los más cercanos: nuestra familia, nuestros


vecinos, los hermanos de la iglesia. De ahí, nuestra influencia se
extiende a la gente con la que trabajamos y al vecindario en general.

Qué enseñamos a los demás? ¿Enseñamos a decir gracias y buenas


tardes? ¿Honramos a los demás en nuestro trato diario? ¿Hablamos
bendición sobre los demás? Hay muchas maneras de enseñar,
probablemente la mejor es con nuestras acciones. Seamos
bondadosas y demos amor. Podemos impactar a los demás con solo
sonreír y tratarlos con dignidad. No seamos perezosas en dar lo que
nos gustaría recibir de parte de los demás.

Conclusión

Son muchas las cosas buenas que podemos aportar a esta sociedad.
¡Hagámoslas! Bendigamos a los que nos rodean, movámonos en
amor. Es verdad que no lo lograremos solas. Lo haremos con las
fuerzas que el Señor nos da. Que nuestro deseo sea de vestirnos
cada día más de él, que su corazón y sus actitudes vengan a ser
nuestra norma. Pidamos al Espíritu Santo que nos llene y nos
capacite para impactar a nuestras familias y a la sociedad que nos
rodea en el nombre de Jesús, con su amor y su poder.
2. Mujer: ¡usa tus dones!
Tema: Todos tenemos por lo menos un don dado por Dios y él desea
que lo usemos para el bien de los demás.

Objetivo: Animar a las mujeres a descubrir y a usar sus dones para


la edificación de la iglesia.

Texto bíblico: 1 Corintios 12:4-11

Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de
servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que
hace todas las cosas en todos.
A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás.
A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo
Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros,
y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a
otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y
a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien
reparte a cada uno según él lo determina.
(1 Corintios 12:4-11)

Otros versículos que pueden servir de apoyo: Romanos 12:6-8;


Efesios 4:7-13; Proverbios 31:16, 19-20

Introducción

Dios nos ha dado a todos los seres humanos un potencial que


debemos usar para ayudar y edificar a los demás. Es muy triste ver a
una persona desperdiciar sus dones porque se deja vencer por las
dificultades de la vida o por adicciones. Cada una de nosotras, cada
hija de Dios, tiene algo precioso que contribuir a esta sociedad en
este momento. No estamos aquí por azar: Dios nos ha puesto donde
estamos con un propósito. ¿Permitiremos que este se cumpla?

Desarrollo del tema

A menudo, cuando hablamos sobre los dones y los talentos,


pensamos en gente muy exitosa: predicadores y evangelistas
famosos, cantantes que han grabado muchos discos... Sin embargo,
la palabra «don» significa dádiva o regalo. Un don es una habilidad
que Dios nos ha dado, algo que hemos recibido de él y que podemos
regalar a los demás espontáneamente. Cuando usamos nuestros
dones no solo nos sentimos felices sino que contribuimos al bienestar
de los demás y de la iglesia en general.

Piensa, por ejemplo, en una ocasión en la que estabas muy triste.


Estabas pasando por una temporada muy dura y ya casi ni te
quedaban fuerzas emocionales para continuar. Recibiste una llamada
de una amiga. Ella te escuchó, te consoló, oró contigo y cuando
terminaste de hablar con ella descubriste que te sentías mucho más
animada y tranquila. ¡Felicidades! Fuiste la receptora del don de
animar o exhortar (Romanos 12:8).

O quizás recuerdas una vez en la que estuviste enferma por varios


días y ya no te quedaba compra en la alacena. Una hermana de la
iglesia se enteró de que llevabas varios días sintiéndote mal y llegó
una tarde con una bolsa llena de comida y un envase con sopa de
pollo calentita, lista para comer. ¡El maravilloso don del servicio
puesto en acción!

¿Conoces tus dones? ¿Podrías enumerar las cosas que haces que te
hacen sentir feliz y realizada? Algo se renueva dentro de nuestro ser
cuando usamos los dones que Dios nos ha dado. Hemos sido
diseñadas para usarlos, para compartirlos. Para ser más efectivas
debemos conocer los dones que Dios nos dio.

En la Biblia encontramos varias listas de dones. Las principales se


encuentran en los libros de Romanos, Efesios y 1 Corintios. Algunos
de los dones que menciona la Biblia son los siguientes:

 Sabiduría: ser capaz de decir y hacer lo correcto, lo que está de


acuerdo con la voluntad de Dios, en una situación específica. (1
Corintios 12:8; Santiago 3:13-18; Efesios 1:17; Salmo 111:10)
 Conocimiento: Recibir de forma sobrenatural revelación sobre una
situación o una persona. (1 Corintios 12:8; Proverbios 2:6; Salmo
119:66; Proverbios 15:14)
 Fe: Tener absoluta confianza de que Dios cumplirá lo que ha
prometido y actuar conforme a esa confianza. (1 Corintios 12:9; 1
Juan 5:4; Hebreos 11)
 Dones de sanidad: Orar por las personas enfermas física o
emocionalmente en el nombre de Jesús y ver cómo recuperan la
salud. (1 Corintios 12:9; 1 Corintios 12:28; Mateo 10:7-8; Marcos
16:17-18)
 Milagros: Traer la manifestación sobrenatural del poder y la
presencia del Señor a una situación específica. (1 Corintios 12:10; 1
Corintios 12:28; Mateo 17:20; Hebreos 11:29-30)
 Profecía: Dar una palabra de parte de Dios que aplica a una
situación específica, con el propósito de exhortar. (1 Corintios 12:10;
1 Corintios 12:28; Romanos 12:6; Hechos 19:5-6; 2 Pedro 1:21)
 Discernimiento de espíritus: Lograr percibir o distinguir el tipo de
espíritu que actúa en una persona o situación, si viene de Dios o no.
(1 Corintios 12:10; Hechos 5:3; Hechos 16:18; Mateo 16:17)
 Hablar en diversas lenguas: Comunicar el mensaje del evangelio en
un idioma sin haberlo estudiado. También hay lenguas angélicas, que
solo entiende Dios y que sirven como ofrenda de adoración de la
persona que las habla hacia Dios. (1 Corintios 12:10; 1 Corintios
12:28; Hechos 19:1-7; Hechos 2:4; 1 Corintios 14:27-28)
 Interpretar lenguas: Lograr decir en el idioma que entienden las
personas reunidas un mensaje que se ha dado en lenguas. (1
Corintios 12:10; 1 Corintios 14:13; 1 Corintios 14:27-28)
 Ayudar a otros, servir: Capacidad para percibir las necesidades
reales de una persona junto con el empuje para ponerse en acción y
aliviar esa necesidad. (Romanos 12:7; 1 Corintios 12:28; Marcos
9:35; Juan 13:14)
 Enseñanza: Habilidad para transmitir con claridad las verdades del
evangelio de salvación. (Romanos 12:7; 1 Corintios 12:28;
Deuteronomio 11:18-19; Tito 1:9; Mateo 28:19-20)
 Generosidad, socorrer a los necesitados: Un gran anhelo de
compartir lo que uno tiene con los más necesitados y con los que
llevan la Palabra de Dios a otras personas y naciones. (Romanos
12:8; Proverbios 11:25; 2 Corintios 9:7; 2 Corintios 9:11)
 Liderazgo y/o administración: Disposición para ayudar, cuidar y
guiar a otros en su andar con el Señor. También la capacidad de
organizar las tareas necesarias para el buen desarrollo de la iglesia.
(Romanos 12:8; 1 Corintios 12:28; Hebreos 13:7; Marcos 10:43;
Hebreos 13:17; Tito 3:12-14)
 Mostrar compasión: Identificación y afecto especial hacia los
necesitados y las personas que sufren. No se queda en el
sentimiento sino que se pone en acción. (Romanos 12:8; Efesios
4:32; 1 Pedro 3:8; 2 Corintios 1:3-4)
 Dar palabras de ánimo: La facilidad de aliviar el dolor o la
preocupación de otra persona a través de palabras llenas de fe,
inspiradas por el Espíritu Santo. (Romanos 12:8; 1 Timoteo 6:12;
Deuteronomio 31:8; 1 Tesalonicenses 5:11-14)

Los dones del Espíritu Santo: cuáles son, significado y cómo usarlos

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Cuál de esos dones piensas que tienes? ¿Cómo lo usas o cómo


podrías usarlo?
2. ¿Cuál de esos dones te han dicho que tienes? ¿Has hablado sobre
tus dones con otras hermanas de la iglesia o con tu pastor?
3. ¿Le has preguntado a Dios cuál don o dones te ha concedido? Pide
al Espíritu Santo que te ayude a identificar tu don (o tus dones) y que
te llene de valor para comenzar a usarlos.
Conclusión

Dios anhela que usemos nuestros dones no solo por nuestro


bienestar espiritual, sino por el bien de la Iglesia en general.
Descubramos y usemos nuestros dones para la gloria de Dios.
Seamos mujeres de acción, participemos activamente en la
edificación de la iglesia. Veremos a Dios obrar en nuestra vida y a
través de nosotras. No hay mayor satisfacción que la de saber que
estamos viviendo la vida como Dios desea, usando nuestros dones y
los recursos que él nos da para impactar a otros en su nombre.
3. Tu identidad en Cristo
Tema: Nuestra identidad no viene de nuestro aspecto físico o de
nuestro éxito financiero. Tampoco viene de nuestro pasado sin Cristo
o de lo que digan otras personas sobre nosotras. Nuestra identidad
viene de Dios, de quiénes somos en él y gracias a él.

Objetivo: Animar a cada mujer a fijar sus ojos en Dios. Así logrará
entender que su identidad y su valor vienen de Jesús, de la obra
redentora que él hizo en la cruz por ella.

Texto bíblico: Efesios 2:1-10

En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los


cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que
gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en
la desobediencia. En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos,
impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y
nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida
con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido
salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en
las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable
riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de
ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque
somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.
(Efesios 2:1-10)

Otros versículos que pueden servir de apoyo: Efesios 4:22-24; 2


Corintios 5:17; Gálatas 3:28; Romanos 6:3-4; Romanos 8

Introducción

Nuestra identidad, quiénes somos, qué nos hace valiosas... ¿Te has
preguntado alguna vez qué es lo que te caracteriza frente a los
demás? ¿Tus posesiones o estatus social? ¿Tu éxito laboral?
Algunas personas se escudan tras esas cosas pensando que su
verdadero valor procede de ellas. Otras se sienten marcadas por su
pasado, por acciones cometidas por ellas o contra ellas. Esto las lleva
a esconderse o a andar siempre a la defensiva.
La realidad es que nuestra verdadera identidad está en Dios. Cuando
buscamos a Dios de todo corazón y le permitimos que transforme
nuestra vida, descubrimos quiénes somos en realidad.

¿Qué dice la Biblia sobre nuestra identidad? ¿Habla la Biblia sobre


esto? ¡Sí! Hay pasajes muy claros en los que podemos ver cómo
éramos sin Cristo y cómo somos ahora que le hemos permitido ser el
dueño y Rey de nuestra vida. Uno de esos pasajes es el que usamos
como base de este estudio: Efesios 2:1-10. Pero nuestra identidad en
Cristo abarca mucho más que las 4 cosas que veremos hoy. Pídele a
Dios que te ayude a entender la plenitud de tu nueva identidad en él.

Desarrollo del tema

Vivas en Cristo

Nuestra vida antes de aceptar a Jesús como nuestro Salvador no era


una vida plena porque estábamos muertas espiritualmente (Efesios
2:1-3). El pecado y sus consecuencias nos dominaban, nos afligían.
La culpabilidad por cosas que habíamos hecho, o cosas malas que
otros nos habían hecho, marcaba la forma en la que nos veíamos.
Pero, ¡qué dicha más grande! ¡Dios nos alcanzó con su amor y ya no
somos así! Su perdón nos limpió y nos dio vida.

¿Qué es el pecado y que dice la Biblia sobre él?

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida
con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido
salvados!
(Efesios 2:4-5)

«Pero Dios»... Esta es una de las frases más poderosas de la Biblia.


¡Dios intervino! ¡Dios se acercó a nosotras cuando aun estábamos
muertas en pecados! Dios vio nuestra condición y no nos dio la
espalda sino que llegó, nos extendió su mano y nos aceptó tal como
éramos. ¡Maravillosa gracia del Señor!

Hijas amadas de Dios

La vida abundante y plena es nuestra porque somos hijas amadas de


Dios. Romanos 8:17 dice «Y, si somos hijos, somos herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo...» Y esa es nuestra
nueva identidad. Somos herederas de Dios y coherederas con Cristo.
Qué honor más grande. Dios, el creador y dueño de todo, es nuestro
Papá y nos hace partícipes de su herencia eterna.

Dios nos amó y nos recibió como hijas porque quiso. Él nos dio vida
con Cristo porque así le plació. No es por nuestros méritos, no es
porque lo hemos ganado. ¡No! Fue por su amor. Él te amó a ti y él me
amó a mí. Vivimos rodeadas de su amor. Solo necesitamos tener un
corazón receptivo para sentirlo.

Una vez recibimos ese amor paternal de Dios, somos transformadas.


Saber que podemos acudir a nuestro Padre en cualquier momento
para recibir su abrazo trae paz y sosiego a nuestro corazón. No
importa la situación por la que estemos pasando, Papá está a nuestro
lado. Nos podemos apoyar en él para recibir su amor, su consuelo, su
aceptación. ¡Así de maravilloso es nuestro Dios!

Tenemos valor

Pero no termina ahí: para Dios también somos valiosas. Dios hasta
sabe el número de cabellos que hay en nuestra cabeza (Lucas 12:6-
7). Una vez más, no es por nuestros méritos sino porque él así lo
desea. Nuestro valor viene de él. Él nos creó, él nos salvó, en él
estamos completas (Colosenses 2:9-10).

Pero cuidado: es cierto que no valemos menos que los demás, pero
tampoco somos más importantes que ellos. Dios nos ama a todos y
desea transformarnos porque para él todos somos valiosos. Por lo
tanto, debemos agradecer la obra de Dios en nosotras, el valor que
tenemos en él y también necesitamos apreciar su obra en los demás.

Lo que sí debemos hacer es dejar de compararnos con los demás.


Fijemos nuestra mirada en Jesús, recibamos la afirmación del Padre
y llenémonos del Espíritu Santo. Estemos atentas a las oportunidades
que se presentan para impactar a otros compartiendo con ellos la
sanidad del alma que nosotras hemos disfrutado. Apreciemos a los
demás y busquemos también su bienestar espiritual.
Somos vencedoras

Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el


Espíritu...
(Romanos 8:9a)

En Cristo hemos vencido el poder del pecado y el Espíritu Santo


mora ahora en nosotras. ¡Vivimos para Cristo, con Cristo y en Cristo!
(Hechos 17:28) El Espíritu Santo nos capacita para vencer ante las
tentaciones y los problemas de la vida. Es cierto que todavía
enfrentamos problemas y dificultades. Pero ahora los vemos desde la
perspectiva divina.

En Cristo somos más que vencedoras (Romanos 8:37) porque


sabemos que Dios obrará conforme a su voluntad. Si permanecemos
aferradas a él, nuestra confianza crecerá y nos fortaleceremos en su
amor.

La vida está llena de contratiempos, pero no los enfrentamos solas.


¡Dios está con nosotras! Ese debe ser nuestro pensamiento y nuestra
convicción ya que esa es nuestra realidad. El Rey de Reyes, el Dios
todopoderoso no nos abandona. Y es por esto que tenemos la
seguridad de que venceremos con la fuerza que él nos da y para su
gloria.

Una forma de vencer es enfocarnos en hacer las buenas obras que


Dios dispuso de antemano para que nosotras las llevemos a cabo
(Efesios 2:10). Nuestra vida tiene que marcar una diferencia, y lo hará
si nos proponemos permitir que se cumpla en nosotras el propósito
para el cuál Dios nos creó (Salmo 138:8). Enfoquémonos en lo que
Dios dice sobre nosotras y permitamos que él obre a través de
nosotras.
Conclusión

¿Tienes a Cristo en tu vida? Pídele que te muestre cómo él te ve y


quién eres en él. Fija tus ojos en Cristo y en lo que él dice de ti. ¡Esa
es tu identidad! No permitas que las críticas de las personas o el
recuerdo de cosas del pasado te impidan andar en tu nueva realidad.

Pídele al Espíritu Santo que te llene cada día y te permita entender su


perspectiva en medio de cualquier situación. Que puedas ver a las
personas y a las situaciones como él las ve. No te dejes intimidar
porque Dios está contigo siempre y él es más poderoso que cualquier
dificultad

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