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El Lugar de La Gramática en Los Estudios Del Lenguaje y en La Enseñanza de La Lengua

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El lugar de la gramática en los estudios del lenguaje

y en la enseñanza de la lengua

En las últimas décadas se han producido cambios muy importantes en la educación


lingüística. Muchos se dirigieron contra la gramática y su lugar privilegiado en la
escuela tradicional. Se le criticaron sus definiciones nocionales, la mezcla de criterios,
la circularidad y algunas inconsecuencias; también se le negó toda eficacia en las
actividades de producción y comprensión de textos. Ya es hora de evaluar esos
cambios, que tienen que ver con los paradigmas que se introdujeron. La razón de ser
de la gramática escolar es enseñar a reflexionar sobre la lengua del modo más eficaz.
La gramática es una disciplina que formó parte del currículum es colar desde la
Antigüedad; sin embargo, ha sido entendida de maneras muy diferentes. La llamada
gramática tradicional, concebida como una gramática pedagógica, contenía un
componente descriptivo y otro normativo.
Por eso, era una gramática prescriptiva.
En el siglo XX nace la lingüística, que es el estudio científico del lenguaje humano. Se
inicia así una nueva manera de estudiar los fenómenos lingüísticos en la que se
privilegian la lengua hablada sobre la escrita y la descripción sobre la prescripción, que
se reinterpreta como valoración positiva o negativa de ciertas formas basada en
criterios fundamentalmente sociales. El objetivo de la gramática pasa a ser la
descripción rigurosa de una lengua a través de un refinado mecanismo de análisis. Así,
el estructuralismo concibió la lengua como un sistema -o, mejor dicho, como un
sistema de sistemas en el que cada elemento se definía por sus relaciones
sintagmáticas y paradigmáticas con los otros elementos. El objeto del gramático será
estudiar el conocimiento - intuitivo, inconsciente, innato- que todo hablante tiene de
su lengua.
En este giro cognitivo, la gramática contribuye a hacer reflexivo ese conocimiento,
adquirido espontáneamente. Para ello es importan te desarrollar la capacidad de
observación, de análisis, de reflexión y de generalización a partir de sencillos
«experimentos sobre el lenguaje.
En esta aproximación al trabajo del científico, el estudiante recoge datos que le
permiten llegar a ciertas generalizaciones que puede poner a prueba y que le
muestran que la lengua está organizada sistemática y no arbitrariamente. Además, así
entendida, la gramática puede resultar útil para el control o monitoreo de las
actividades de producción y comprensión, tanto en la lengua oral como en la escrita.
Para que la gramática cumpla con esa función formativa, es funda mental que se
enseñe de manera sistemática y coherente.
La gramática organiza, entonces, los elementos significativos al combinarlos de
acuerdo con pautas o esquemas. Por eso, la gramática es el componente creativo de la
lengua.
En el terreno pedagógico esta centralidad se pone de manifiesto en la relación de la
gramática con diferentes aspectos vinculados a la enseñanza de la lengua, desde la
ortografía hasta la organización textual. Así, en los siguientes pares de secuencias los
estudiantes deben re poner el verbo que falta ser o hacer y ver o haber.
En cuanto a la organización textual, tanto en la lengua escrita como en la hablada,
interesan diferentes aspectos de la sintaxis de la oración, como el orden de palabras, la
entonación o la presencia de elementos que indican que la información de un cierto
segmento se interpreta como conocida o accesible para el interlocutor. Por ejemplo,
en relación con el objeto directo los recursos disponibles para interpretar la
información como conocida o accesible son el artículo definido y el pronombre
personal átono que lo duplica.
Este mínimo ejemplo nos muestra cómo un tema de gramática pue de abrirse en
diferentes direcciones - textuales, discursivas, socio lingüísticas- que ganarán en
profundidad y solidez si se las enfoca a partir de un acercamiento gramatical previo.
Así, los factores que inciden en la presencia de la preposición a con el objeto directo
conciernen a diferentes zonas de la lengua:
la gramática: el orden de las palabras, la presencia del pronombre átono y el valor del
artículo definido la pragmática: las gramáticas escolares identificaban el sujeto con la
noción de tema oracional, es decir, de aquello de lo que la oración trata; sin embargo,
como hemos visto, puede ser también un objeto directo; la variación: algunas reglas
presentan variación en dialectos, sociolectos o registros. Para conocer nuestra
modalidad dialectal, debemos compararla con las otras, todas igualmente legítimas.
Evidentemente, los estudiantes ya saben construir los objetos di rectos correctamente
sin conocer ninguna regla ni haber reflexionado sobre la cuestión. Incluso puede
pensarse que este tipo de reflexión no tiene una directa incidencia en la comprensión
lectora o en la producción de textos coherentes o cohesivos. Es cierto, aunque solo
parcialmente. La conciencia lingüística no asegura un excelente desempeño; sin
embargo, permite llevar a cabo tareas más modestas pero indispensables, como las
operaciones de con trol sobre la lectura o las de corrección en la escritura. Confiar para
ello únicamente en la propia intuición puede resultar más costoso en tiempo y más
pobre en resultados.
La gramática no basta, por supuesto. La escritura requiere de un ejercicio sostenido y
controlado. Para que este control pueda ejercerlo el estudiante sobre su propio
trabajo, debe haber sido ejercitado y controlado por alguien que esté familiarizado con
la escritura. Del mismo modo, la gramática será útil para que los estudiantes
reflexionen sobre la lengua, solo si quien la enseña practica la reflexión sobre la
lengua. Y así con cualquier otro aspecto que concierna a la enseñanza de la lengua. Lo
específico de esta labor es que no es un mero conjunto de contenidos sino de prácticas
asociadas a tales contenidos.
La gramática, componente central de la lengua
Una manera ingenua de concebir la lengua es entenderla como un conjunto de
unidades que unen una cierta secuencia de sonidos con un significado. Esta visión no
da cuenta de la característica más notable del lenguaje humano: su creatividad, es
decir, la posibilidad de formar secuencias cada vez más complejas a partir de unidades
imples. Esto ocurre en la formación de palabras: así, idea es una palabra y también la
base de otras, como ideal, idear, ideario, ideología, ideologizar. Asimismo, las palabras
se combinan para formar nuevas unidades de mayor complejidad: los sintagmas, como
su magnífica idea o la idea de verla, y las oraciones, como lo acosaba la idea de volver
a verla.
Las palabras, los sintagmas y las oraciones están bien formadas cuando se construyen
de acuerdo con las reglas gramaticales del español. Estas reglas indican qué clases de
unidades pueden combinarse, en qué orden deben disponerse y qué relaciones se
establecen entre tales elementos.
La gramática que construye el lingüista pretende reflejar ese cono cimiento, que
presenta variaciones según la lengua y la variedad de la lengua que hablemos: el
dialecto en el terreno geográfico, el sociolecto de los varios grupos sociales, los
cronolectos correspondientes a las edades de los hablantes y los registros que se usen
en las diferentes situaciones de acuerdo con el grado de formalidad.
La gramática escolar no puede ser una transposición o vulgarización de las teorías
lingüísticas, porque los objetivos son diferentes. No se trata de formular una teoría
novedosa sobre la oración o sobre el texto, sino de aprovechar el conocimiento que los
alumnos ya poseen de su lengua materna para convertirla en objeto de reflexión sobre
su estructura, su uso y su variación.
La gramática: morfología y sintaxis; descripción y norma
La gramática es una disciplina combinatoria, que estudia los elementos significativos,
las combinaciones que estos forman y los significados que se les asocian.
La sintaxis, cuyo punto de partida son las palabras: las ordena en clases, distingue los
sintagmas en los que cada una de estas se expanden y la combinación de los sintagmas
en la oración, así como sus respectivos significados.
La morfología y la sintaxis, entonces, comparten la palabra como unidad de análisis:
para la morfología es la unidad máxima; para la sintaxis, la mínima. Por otra parte,
ambas contribuyen a la distinción de las clases de palabras: la morfología, básicamente
por las variaciones flexivas características de algunas clases, pero también por las
respectivas posibilidades derivativas; la sintaxis, por la estructura de los sintagmas que
las expanden y por las funciones que pueden desempeñar.
La gramática descriptiva es la que se ocupa de descubrir y describir las reglas que
operan en esa combinatoria morfológica y sintáctica. Informa acerca de cómo se
forman efectivamente las palabras complejas y compuestas en español, los sintagmas
y las oraciones. En cambio, la gramática normativa se ocupa de recomendar ciertos
usos en desmedro de otros; por ejemplo, se promueven como correctos y se
desaconsejan como incorrectos, respectivamente, los siguientes usos:
• formas: el presente de subjuntivo del verbo haber, haya, frente a haiga;
variaciones morfológicas, como el género de algunos sustantivos: el calor frente a la
calor;
combinaciones: detrás de mí frente a detrás mío:
relaciones, como la concordancia: Había muchas personas frente a Habían muchas
personas o el régimen del verbo: Dijo que no iba frente a dijo de que no iba.

Lengua hablada y lengua escrita


En toda lengua los conceptos se expresan a través de una señal sensible: la más básica
es el sonido, pero en algunos sistemas también se realiza a través de los gestos –en la
lengua de señas usada por los sordos, o de distintos sistemas de escritura, como el
alfabeto. No todas las lenguas naturales - es decir, las que los hablantes nativos
adquieren de manera espontánea en una comunidad lingüística- cuentan con un
sistema de escritura; la mayor parte son lenguas ágrafas. Esto no significa que sean
lenguas más simples en su gramática, sino solo que no han sido estandarizadas, es
decir, no se han codificado a través de una ortografía, un diccionario y una gramática.
Las lenguas viven en un constante cambio: se forman nuevas palabras o surgen nuevos
significados en las viejas palabras, y se incorporan otras por préstamos de lenguas
extranjeras. También se modifican los sonidos y, más lentamente, las reglas de la
gramática. Por eso, a veces cuesta entender una obra literaria del siglo XIX y mucho
más de siglos anteriores.
La lengua escrita no es una mera trasposición de la lengua hablada. Como es sabido,
difieren en su manera de producción y de recepción: mientras que la lengua hablada
es efímera y no planificada, la lengua escrita puede planificarse, corregirse y difundirse
a destinatarios ausentes en la situación comunicativa. Además, durante siglos solo
usaba la lengua escrita un sector minoritario de la sociedad: los alfabetizados, que
tenían acceso a una cultura transmitida a través de los libros, que conservan la
memoria y la tradición literaria.
Este mayor alcance de la escritura es una gran ventaja, pero al mismo tiempo la
distancia de la lengua hablada, en permanente cambio en el tiempo y en el espacio. De
hecho, en el español escrito se suelen evitar los regionalismos, que pueden llegar a
dificultar la intercomprensión en el mundo hispanohablante. A estas condiciones
contribuyen las gramáticas normativas, que suelen ser muy conservadoras: por lo
general desaprueban las formas novedosas que se difunden en la lengua hablada y
aconsejan, en cambio, las propias de la escritura. Esta selección de una forma correcta
—y la correspondiente sanción de las incorrectas- se llama estandarización. En el
español esta tarea le ha competido tradicionalmente a una institución llamada Real
Academia Española.

Gramática y léxico
Léxico y gramática son los componentes necesarios de toda lengua: el léxico
proporciona el contenido del mensaje, que puede ser más o menos informativo; la
gramática, el esqueleto que lo estructura y completa con información obligatoria.
Como hablantes nativos de una lengua, no solo conocemos una gran cantidad de
palabras, sino que también sabemos combinarlas mediante un conjunto de reglas. Así,
si bien todas las palabras de la secuencia de (a. amigo volvió fiesta contento día)
pertenecen al español, esta no constituye una construcción bien formada, como lo es,
en cambio, la frase (b. Mi amigo ayer volvió contento de la fiesta). Lo que las diferencia
es que la segunda también contiene elementos que vinculan unas palabras con otras,
para establecer relaciones, como de, o que permitan saber de quién se está hablando,
como la o mí, o que aportan la información necesaria para la ubicar la acción en un
cierto momento anterior, simultaneo o posterior al momento del habla.
Los elementos gramaticales no siempre son palabras; también son gramaticales
elementos menores que las palabras: así, la forma verbal volvió consta de un formante
léxico, la raíz volv-, y de uno gramatical, la desinencia -ió, que indica que el sujeto es
una tercera persona del singular y que la acción designada ocurrió en un momento
anterior al del habla, pero también que el hablante presenta como real -y no como
hipotético o irreal- el contenido de su enunciado.
Mientras que con los elementos léxicos se puede dar una información precisa,
desvinculada de la situación comunicativa, con los gramaticales la información
requiere una contextualización, o bien en relación con la situación en que se produce
el acto de habla, o bien con el discurso en el que se inserta.
A pesar de estas diferencias entre el léxico y la gramática, ambos componentes no son
independientes; por un lado, muchos elementos léxicos pierden su significado
inherente y adquieren uno más abstracto, propio de los elementos gramaticales, como
ocurre con algunos verbos de movimiento que han pasado a tener significados
temporales.

Esta gramática
Durante muchos siglos la gramática tradicional gozó de la confianza de los educadores
y las instituciones por su eficacia pedagógica Más recientemente, en cambio, las
deficiencias de la enseñanza de la lengua fueron atribuidas a la inutilidad de la
gramática. Este cambio de actitud depende de que se espera y, más aún, de qué cabe
esperar de la gramática. Por cierto, no cualquier manera de hacer gramática
contribuye a la formación lingüística, del mismo modo que ocurre con el valor
formativo intrínseco de cualquier otro con tenido o metodología. En todos los casos,
los contenidos y las metodologías son eficaces en la medida en que activen la reflexión
del que aprende; por el contrario, toda actividad repetitiva o mecánica, basada en
criterios confusos o arbitrarios, resultará inútil -e incluso nociva, desde el punto de
vista de los objetivos de la asigna tura. Así, si se trata de que los estudiantes aprendan
definiciones o clasificaciones, o que analicen rutinariamente textos – por más «reales»
que estos sean-, la gramática solo será, en el mejor de los casos, una información
sobre cómo algunos gramáticos definieron, clasificaron o analizaron. Se habrá
desperdiciado el valor formativo de esta disciplina, que consiste en realizar de manera
reflexiva un conjunto de operaciones, como la observación de los datos, su
clasificación, el análisis y la inferencia de las regularidades. De esta manera se ejercita
el pensamiento abstracto, se hace uso de una argumentación rigurosa y se favorece la
resolución de problemas.

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