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La Vida Cotidiana en El Japon Posguerra David Ramirez.

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Universidad Autónoma de Nuevo León.

Facultad de Filosofía y Letras.


Historia de Asia Contemporánea.

“La vida cotidiana en los primeros años del Japón de la posguerra


(1945-1952)”

David Alberto Ramírez Gómez.


4° Semestre.
Matricula: 1928297.
Prof.: Juan Jacobo Castillo Olivares.
Introducción.

“Como el ave fénix, los hijos del sol renacen de sus cenizas”.

Como sabemos ya muy bien, tras el final de la Segunda Guerra Mundial,


El glorioso Imperio de Japón y compañía terminaron en una situación un
tanto “desfavorable” por decirlo así.

Durante el verano del año de 1945 (agosto-septiembre) Japón pasó una


de sus peores rachas, sino es que la peor, desde que comenzó la guerra.
Tras haber perdido a más de dos millones de soldados y unos 700.000
civiles durante la guerra, y luego del estallido de las bombas en Hiroshima
y Nagasaki, Japón firmó la rendición incondicional el 2 de septiembre del
mismo año.

El país había perdido al finalizar la guerra el 42% de la riqueza nacional y


el 44% de la capacidad industrial (energía, instalaciones, maquinaria). Sin
embargo, el pueblo japonés no se daría por vencido ante la adversidad y
durante los primeros años que siguieron a la derrota, emprendió la meta
de reconstruir su economía acabada por la guerra, y la ocupación
norteamericana se encargó solo de desmilitarizar y democratizar la
sociedad. Dicha acción consiguió que de 1945 a los años 60, lograse
recuperar su economía no tan solo lo necesario y tampoco como estaban
antes, volviéndose uno de los países industrializados más importantes del
mundo y un importante aliado de los Estados Unidos durante la Guerra
Fría.
En el presente trabajo, mi objetivo es destacar algunos aspectos
importantes de la vida cotidiana durante los años en los que Japón estuvo
bajo la ocupación militar norteamericana (y después de eso sí en
necesario) y comprender como los cambios hicieron que una nación
devastada por la guerra se levantase cual ave fénix de sus cenizas y se
convirtiese en una de las principales potencias mundiales hasta nuestros
días.

La ocupación norteamericana de Japón.

“El fin de una Era y el comienzo de otra”.

Tras aceptarse el tratado de Potsdam y la firma de la rendición a bordo del


Missouri, se da inicio a una ocupación militar que tendría como
protagonista a Estados Unidos. A pesar de una teórica división de trabajo
entre los países aliados, en la práctica fue el gobierno norteamericano
quien dirigió casi exclusivamente la política de ocupación de Japón,
promoviendo las reformas orientadas a la democratización, estabilización
política y la desmilitarización del país, con el fin de asegurar de este modo
que éste no volviera a ser una amenaza militar importante. Aunque el
gobierno militar estadounidense utilizó la burocracia japonesa para
implementar sus políticas, la decisión final incluyendo el contenido de la
nueva Constitución, estaba en manos de los estadounidenses. La
recuperación de la soberanía era otra vez la meta nacional de Japón de la
posguerra.
Recuperación de la Economía.

“¿Cómo pasó de ser una nación devastada a formar parte de las


grandes ligas?”

Aunque al inicio de la ocupación los EE.UU. no tenían plan alguno de


reforzar a Japón industrialmente, dos hechos históricos cambiarían el
rumbo de la historia en Asia y pondría de nueva cuenta a Japón en la
antesala de la reactivación y del desarrollo económico: la guerra en la
península de Corea y el triunfo de la revolución en China en 1948.

Por lo tanto, el gobierno estadounidense cambió sus planes y trató de


fortalecer la economía japonesa lo más pronto posible. Con este propósito
las fuerzas estadounidenses que combatían en la península de Corea
decidieron proveerse de materiales en Japón. La demanda de insumos
japoneses en la contienda bélica reactivó su devastada base económica.
Ante el avance militar de los coreanos del norte (comunistas) hacia el sur
de la peninsular de Corea, el gobierno de los Estados Unidos,
preocupados por la posibilidad de la expansión del comunismo en Asia,
replanteó su relación con Japón.

Toda esta necesidad de fortalecer la economía de la nación nipona llevaría


finalmente a un crecimiento acelerado de la misma; el llamado “Milagro
Japonés” a partir de los años 60.

En palabras simples, aquellas dos naciones en pocos años pasaron de ser


enemigos mortales a volverse importantes socios.
Reformando la Educación.

“Una importante tarea: educar a los nipones del mañana”.

En 1945, el sistema educativo japonés quedó devastado y, tras la derrota,


vino el desprestigio de gran parte del pensamiento anterior a la guerra.
Una nueva ola de ideas extranjeras se introdujo durante el período de
posguerra de ocupación militar.

Cuando la guerra terminó, la preocupación principal del cuartel general de


las potencias aliadas era la abolición inmediata de la educación militarista
y la ideología ultranacionalista que tanto había fomentado el
expansionismo del Imperio de Japón. El cambio en el sistema educativo
japonés fue el tema de una directiva emitida por el cuartel al gobierno
japonés a finales de 1945. A principios de 1946, el cuartel general aliado
invitó a la Misión de Educación de los Estados Unidos a Japón, y jugó un
papel decisivo en la creación de un nuevo sistema educativo.

La Ley Fundamental de Educación y la Ley de Educación Escolar,


promulgadas en 1947, y la Ley de Juntas de Educación de 1948
establecieron las líneas generales de la nueva educación. Con la abolición
del sistema de educación superior elitista y un aumento en el número de
instituciones de educación superior, las oportunidades de educación
superior crecieron.
La reforma del contenido de la educación procedió a reducir el fuerte
control estatal del gobierno anterior y estimuló la iniciativa de los docentes.
Se hizo una abolición de los libros de texto estatales, y las escuelas fueron
controladas por juntas electivas locales de educación.

La reforma educativa también alteró el carácter de las universidades, que


ofrecían acceso a todos los ciudadanos. Las instituciones anteriores:
universidades, colegios y las escuelas normales se reorganizaron en
universidades y colegios de cuatro años.

La formación de los docentes se ubicó dentro del sistema universitario y


cualquier persona que completara la formación profesional era elegible
para obtener la certificación de profesor.

El tratado de paz de 1952 no solo liberó a Japón de las restricciones de la


ocupación, sino que también permitió que la educación allí se ajustara a
las orientaciones culturales y políticas internas. La centralización del
control aumentó con respecto a la administración, el plan de estudios, los
libros de texto y el desempeño de los maestros a través de una serie de
medidas legislativas y administrativas en la década de 1950.

Japón inmediatamente comenzó a modificar algunos de los cambios en la


educación para reflejar las ideas japonesas sobre la educación y la
administración educativa. El Ministerio de Educación de la posguerra
recuperó mucho poder. Se revisaron los planes de estudio, se abolió el
curso de moral nacionalista y se reemplazó por estudios sociales. A la
nación del sol le aguardaba un futuro prometedor (o más o menos
prometedor) (véase el Hikikomori)
La formación del nuevo sistema político.

“El emperador se salva de la horca, ¿Pero a qué costo?”.

El proceso de democratización se basó en una serie de importantes


reformas y la promulgación de una nueva Constitución, con el fin de que
Japón se convirtiera en una verdadera democracia y dejase de lado el
viejo sistema imperial. El primer paso del proceso de democratización fue
implantar o devolver las libertades democráticas.

Por presión del gobierno de ocupación, el Emperador renunció a su


carácter de divinidad y se adoptó una nueva constitución la cual
renunciaba a la guerra como forma de resolver conflictos. De igual
manera, el país se democratizó con un sistema de partidos, en donde la
soberanía recaía en el pueblo. El sufragio universal ahora cubría no solo a
los hombres sino también a las mujeres, también fue garantizado todo tipo
de libertades políticas. La nueva Constitución entró en funcionamiento a
principios de 1947.

Entre los artículos más importantes, destacan los siguientes:

ARTÍCULO 1. El Emperador es el símbolo del Estado y de la unidad del


pueblo, derivando su posición de la voluntad del pueblo en quien reside el
poder soberano.
ARTÍCULO 3. Se requerirá el consejo y la aprobación del Gabinete en
todos los actos del Emperador vinculados con el Estado, y el Gabinete
será responsable de los mismos.

ARTÍCULO 9. Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en


la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra
como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza
como medio de solución en disputas internacionales.

ARTÍCULO 12. La libertad y los derechos garantizados al pueblo por la


Constitución serán mantenidos con el constante empeño del mismo, quien
a su vez evitará todo abuso de estas libertades y derechos y será
responsable de su utilización en favor del bienestar público.

ARTÍCULO 98. Esta Constitución será la Ley Suprema de la Nación, y


ninguna ley, ordenanza, decreto imperial u otro acto de gobierno, en forma
total o parcial, contrario a lo que en ella se establece, tendrá fuerza legal o
validez. Los tratados concluidos por Japón y el derecho internacional
establecido serán fielmente observados.

ARTÍCULO 99. El Emperador o el Regente, así como los Ministros de


Estado, los miembros de la Dieta, los jueces y todas las demás
autoridades públicas, tienen la obligación de respetar y defender esta
Constitución.
La Religión tras el final de la guerra.

“Japón dice adiós al estatus divino del emperador”.

Durante siglos, el sintoísmo había sido la religión por excelencia en el


Japón. Centrada en prácticas rituales, para esta religión no existía como
tal una deidad única, sino que adoran a una serie de divinidades (llamados
kami) que son desde fuerzas de la naturaleza hasta personas
sobresalientes del pasado.

Al comienzo de la era Meiji, el gobierno japonés promovió la práctica


sostenida del sintoísmo como parte de una ideología de carácter
nacionalista que contrastaba con las religiones extranjeras tales como el
budismo, el confucianismo y el cristianismo. La creencia en la divinidad del
Emperador japonés formaba parte de este sintoísmo estatal.

Las fuerzas de ocupación estadounidenses consideraban que el


sintoísmo, tal como fue planteado por el gobierno japonés, era propaganda
social usada como herramienta de promoción del ultranacionalismo y
militarismo del Imperio. Si bien el gobierno japonés no había promulgado
formalmente una política de sintoísmo estatal, las fuerzas de ocupación
entendieron que era necesario abolir el sintoísmo estatal de forma oficial.
Por ello, la promulgación de la Directiva Sintoísta ordenó privar al
sintoísmo estatal de apoyo público y sus sesgos ultranacionalistas y
militaristas.

Así, el sintoísmo estatal debía ser asimilado al sintoísmo de secta, sin


ningún privilegio sobre otras religiones, o al sintoísmo de santuario,
dependiente de donaciones privadas voluntarias.  El sintoísmo había
dejado de ser una religión de Estado para dar paso a otras religiones
como el budismo, el cristianismo, o el confucianismo.

El emperador perdió su carácter divino y se convirtió en "símbolo del


Estado y de la nación", ni siquiera era un jefe del Estado propiamente
dicho.

El fin de la ocupación.

“El Estado de Japón: el nuevo imperio del sol”.

Finalmente, tras ocho años de ocupación militar, el tratado de paz a


principios de 1952 ponía fin a la ocupación norteamericana y Japón
recuperaba su soberanía. Era una paz sin reparaciones ni restricciones
económicas, que permitía a Japón regresar al sistema internacional. No
obstante, cabe destacar que el deseo de esta paz no era otro que
asegurar una paz parcial que permitiera la participación de Japón en el
bloque capitalista.
En virtud de este tratado, se optó por el establecimiento de bases
americanas para la defensa externa del país y por la transformación de la
Policía Nacional de Reserva en las denominadas Fuerzas de Autodefensa
japonesas para la defensa interior, con capacidad en tierra, mar y aire.
Pese a que el gobierno japonés se opuso al rearme, finalmente consintió
con el fin de conseguir la paz y la independencia, pasando de ser un
antiguo enemigo de Estados Unidos a convertirse en un aliado confiable.

Y en poco tiempo, la nación nipona pasó de estar en ruinas a convertirse


en una importante potencia mundial que prevalece hasta nuestros días.

Bibliografía.

Laborde Carranco, Adolfo A.. (2011). Japón: una revisión histórica de su


origen para comprender sus retos actuales en el contexto
internacional. En-claves del pensamiento, 5(9), 111-130. Recuperado en
21 de mayo de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1870-879X2011000100007&lng=es&tlng=es.

Briceño, A. (2013). Desarrollo en Japón: Revolución Meiji y Postguerra,


enseñanzas para Colombia, Tesis de grado de economía, Universidad
Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Económicas.

Nishijima, S. (2009). Desarrollo económico de Japón y política industrial de


Japón: implicaciones para países en desarrollo, RIBE Discussion Paper
Series No. 246, Instituto de Investigación para Economía y Administración
(RIEB).

William G. BEASLEY: Historia contemporánea de Japón, Madrid, Alianza


D.L., 1995.

Universidad Zaragoza., & Varas Cruzado, M. (2018). Resurgiendo de las


cenizas: Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Universidad Zaragoza.
https://zaguan.unizar.es/record/75161/files/TAZ-TFG-2018-1823.pdf

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