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Eclampsia

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Eclampsia

La eclampsia es una enfermedad que aparece en el embarazo y que se caracteriza por la aparición
de una o más convulsiones generalizadas que no pueden ser atribuidas a otra causa y/o la
aparición de un coma en el contexto de una preeclampsia.

La eclampsia puede aparecer en cualquier momento, desde el segundo trimestre de la gestación


hasta el puerperio. Hace tiempo se pensaba que era el resultado final de la preeclampsia (de ahí su
nombre), sin embargo, en la actualidad se considera que las convulsiones son una manifestación
de una preeclampsia grave, más que una enfermedad diferente. La eclampsia continúa siendo una
causa frecuente de mortalidad materna. Aparece en 1 de cada 1000 embarazos y en 2 de cada 100
preeclampsias graves si la mujer no recibe profilaxis anticonvulsivante (tratamiento preventivo
para evitar las convulsiones). La incidencia de eclampsia en las preeclampsias moderadas es del
0,5%.

Es raro que la eclampsia se presente antes de las 20 semanas de gestación. Un 50 % de los casos se
produce entre las semanas 20 y 37, un tercio después de la semana 37, durante el parto y en las
primeras 48 horas tras el parto y el resto de los casos a partir de transcurridas 48 horas del parto.
Aunque no se conoce el mecanismo último de las convulsiones, se piensa que son una respuesta
del cerebro (por falta de riego y por hinchazón) al aumento de la tensión arterial de la madre.

Los factores de riesgo de la eclampsia son similares a los de la preeclampsia:

 Primer embarazo (excluyendo abortos).


 Historia de preeclampsia previa.
 Mujeres mayores de 35-40 años o menores de 18 años.
 Historia familiar de preeclampsia (madre, hermana, abuela).
 Insuficiencia renal crónica.
 Síndrome antifosfolípido o trombofilias hereditarias.
 Diabetes mellitus (gestacional y pregestacional).
 Enfermedades del tejido conectivo (conectivopatías).
 Embarazos múltiples (gemelos, trillizos).
 Obesidad.
 Raza negra.
 Pareja masculina cuya madre o cuya pareja anterior hubiera tenido preeclampsia.
 Hydrops fetalis (acumulación anormal de líquido en dos o más regiones del cuerpo de un
feto o de un recién nacido).
 Retraso del crecimiento intrauterino de causa no explicada.
 Que la propia embarazada naciera pequeña para la edad gestacional.
 Historia de retraso del crecimiento intrauterino, desprendimiento prematuro de placenta
o muerte fetal en embarazos previos.
 Mola hidatidiforme.
 Causas genéticas.
En la madre produce:Convulsiones tónico-clónicas (pérdida de conocimiento, caída al suelo y
movimientos de las extremidades) indistinguibles de las convulsiones tónico-clónicas por otras
causas. Suelen ser auto-limitadas y no durar más de 3-4 minutos (suelen durar entre 60 y 75
segundos).

Los síntomas previos a la convulsión pueden ser:

Dolor de cabeza persistente, generalmente en la frente o en la nuca.

Alteraciones visuales.

Dolor abdominal.

Estado confusional.

En un tercio de los casos, las convulsiones se producen sin que se haya detectado una
preeclampsia previa debido a que el aumento de la tensión arterial no llegó a superar los 140/90
mmHg y no se encontraron proteínas en orina.

Durante la convulsión se produce una pérdida de conocimiento y, en los primeros 15-30 segundos,
el cuerpo se pone rígido, arqueando la espalda y el cuello, pudiéndose emitir un grito. Durante los
siguientes 35-40 segundos, el cuerpo sufre sacudidas rítmicas; en este momento se puede morder
la lengua o perder el control de la vejiga o del intestino. Una convulsión puede llegar a durar algo
más de 2 minutos. Tras la misma, la conciencia se recupera gradualmente durante 10-15 minutos y
la mujer puede sentirse somnolienta, aturdida, confusa o débil y puede tener dolores de cabeza o
musculares durante las 24 horas siguientes.

La eclampsia se considera grave si aparecen 1 o más de los siguientes signos:

Coma de más de 6 horas de duración.

Fiebre mayor de 39°C.

Pulsaciones mayores de 120/minuto.

Tensión arterial sistólica (la alta) superior a 200 mmHg.

Frecuencia respiratoria mayor de 40/minuto.

Más de 10 convulsiones.

En el feto produce: Durante la convulsión e inmediatamente después de la misma se suele


producir un enlentecimiento de la frecuencia cardiaca del feto de 2 a 5 minutos de duración. En
estos casos, la estabilización de la madre suele ser suficiente para que el feto se recupere. Tras la
convulsión materna, la frecuencia cardiaca del feto suele aumentar (taquicardia compensatoria),
asociándose a veces con disminuciones transitorias de la frecuencia cardiaca. Si la frecuencia
cardiaca fetal no se recupera en 10-15 minutos, está indicada la inducción del parto.

En general, las mujeres con convulsiones típicas de eclampsia sin déficits neurológicos ni coma, no
precisan pruebas de imagen ni electroencefalograma para el diagnóstico. Si hubiera que realizar
alguna prueba de imagen, la más indicada es la resonancia magnética. La magnitud de la elevación
de la tensión arterial no es un signo predictivo para el desarrollo de la eclampsia.
Algunas mujeres con eclampsia tienen signos premonitorios (dolor de cabeza, dolor abdominal,
alteraciones visuales) en las horas previas a la convulsión. Así, las embarazadas deben estar
informadas de esta posible complicación del embarazo y contactar con su ginecólogo ante la
aparición de cualquiera de los signos anteriormente mencionados. Sin embargo, en otras
ocasiones, las convulsiones no están precedidas por síntomas premonitorios, y son la primera
manifestación de la enfermedad.

Entre las causas identificadas como parcialmente responsables de fallo en la prevención de la


eclampsia se encuentran:

Error médico.

Falta de cuidados prenatales.

Falta de eficacia del magnesio.

Desarrollo en el postaparto tardío.

Desarrollo antes de la semana 21 de la gestación.

A pesar de todo, muchos casos de eclampsia no pueden prevenirse, incluso en mujeres con
atención prenatal correcta u hospitalizadas.

El tratamiento definitivo de la eclampsia es el parto, independientemente de la edad gestacional,


para reducir los riesgos para la madre.

Los objetivos del tratamiento son:

Estabilizar a la madre.

Prevenir nuevas convulsiones. En general la primera convulsión se suele producir en situaciones en


las que no existe un fácil acceso a recibir medicación. Por ello, el tratamiento se dirige más hacia la
prevención de nuevas convulsiones (suelen recurrir en el 10 % de los casos) que a tratar la
convulsión inicial. El fármaco de elección es el sulfato de magnesio. Su administración intravenosa
es más rápida y menos dolorosa que la intramuscular. El sulfato de magnesio es más eficaz, más
barato, más fácil de administrar y produce menos somnolencia que otros fármacos
anticonvulsivantes tradicionales como el diazepam o la fenitoína. El sulfato de magnesio está
contraindicado en mujeres con miastenia gravis porque puede desencadenar una crisis miasténica.
Si a pesar del tratamiento con sulfato de magnesio se volviera a convulsionar, se puede intentar
administrar más sulfato de magnesio controlando los signos de toxicidad. Si las convulsiones
persistieran se suelen utilizar diazepam o lorazepam.

Tratar la hipertensión grave. Un 10-20% de las muertes maternas por eclampsia se deben a que
padecen una hemorragia cerebral. Los expertos recomiendan tratar la hipertensión de forma
agresiva si las tensiones diastólicas se mantienen por encima de 105-110 mmHg o las tensiones
sistólicas por encima de 160 mmHg. Se debe llevar la tensión hasta alcanzar valores de 100-105
mmHg de diastólica y de 140-145 mmHg de sistólica. En hipertensiones arteriales moderadamente
elevadas no se ha demostrado una mejora del curso de la eclampsia ni una disminución de la
morbimortalidad perinatal con el tratamiento antihipertensivo. Así, este tratamiento no se
recomienda en elevaciones moderadas de la tensión arterial.
Iniciar el parto. La eclampsia es una contraindicación absoluta de permanecer a la espera. Su
tratamiento definitivo es el parto, lo que no quiere decir que no se pueda intentar su inducción vía
vaginal. Para decidir el tipo de parto a realizar tras estabilizar a la madre, hay que tener en cuenta:

la edad gestacional, es decir, las semanas de embarazo.

la puntuación de Bishop. Se trata de una puntuación para valorar la seguridad de inducir o no un


parto. Tiene en consideración el grado de borramiento y de dilatación del cuello del útero, su
consistencia y posición y la altura del bebé.

si ha comenzado el parto.

el estado y posición del feto.

En embarazos de más de 32-34 semanas, con cuello del útero favorable, se puede inducir el parto
vía vaginal, evitando siempre inducciones largas (mayores de 24 horas).

En embarazos de menos de 32-34 semanas con cuellos uterinos desfavorables se recomienda


realizar el parto por cesárea.

Los signos vitales maternos deben monitorizarse cuidadosamente tras el parto para detectar
cambios en la tensión arterial.

Las convulsiones debidas a la eclampsia suelen desaparecer tras el parto en horas o pocos días. El
mejor indicador de la evolución de la preeclampsia/eclampsia es la cantidad de orina que se
produce, aunque nunca garantiza que no pueda producirse una convulsión.

Los fármacos anticonvulsivantes se suelen seguir administrando 24-48 horas tras el parto, cuando
el riesgo de reaparición de convulsiones es bajo. La duración del tratamiento anticonvulsivante a
partir de ese momento depende del estado de la paciente. Así, se mantiene en las mujeres que no
mejoran en el postparto y se retira en aquellas que muestran una clara mejoría.

Las complicaciones de la eclampsia en la madre ocurren hasta en un 70% de los casos e incluyen:

Desprendimiento prematuro de la placenta.

Coagulación intravascular diseminada.

Insuficiencia renal aguda.

Daño hepático.

Rotura hepática.

Hemorragia cerebral.

Ceguera transitoria.

Parada cardiorrespiratoria.

Neumonía por aspiración.

Edema agudo de pulmón.


Hemorragia postparto.

El daño hepático, la disfunción renal, las alteraciones de la coagulación, la hipertensión arterial y


las alteraciones neurológicas suelen desaparecer tras el parto. Sin embargo, las alteraciones
cerebrales debidas a hemorragia o a falta de riego pueden producir secuelas permanentes y son la
principal causa de muerte materna por eclampsia. Un 10-20% de mujeres con
preeclampsia/eclampsia desarrollan el síndrome HELLP.

La mortalidad y los daños graves a la madre son más bajos en las mujeres que son seguidas en
Atención Prenatal y tratadas en centros especializados, mientras que son más elevadas en países
menos desarrollados que carecen de recursos para la atención prenatal, del parto y del
posparto.El riesgo de que vuelva a producirse una eclampsia en otros embarazos es del 2%.

Los embarazos posteriores de mujeres con historia de preeclampsia/eclampsia tienen mayor


riesgo para desarrollar complicaciones (desprendimiento prematuro de placenta, parto
prematuro, retraso del crecimiento intrauterino, mortalidad perinatal, preeclampsia de
repetición) que los de mujeres sin antecedentes. El mayor incremento del riesgo se produce en los
casos en los que la preeclampsia/eclampsia se produjo antes de la semana 28 de la gestación.

Un 24% de mujeres con historia de preeclampsia/eclampsia desarrollará hipertensión arterial


crónica con el tiempo.

La mortalidad perinatal está muy relacionada con la edad gestacional. Además, el riesgo de que
nazcan niños con bajo peso para la edad gestacional es 2-3 veces superior en embarazos con
preeclampsia/eclampsia.

Las causas principales de mortalidad fetal en la eclampsia son:

Parto prematuro.

Desprendimiento prematuro de placenta.

Asfixia intrauterina.

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