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La Generación de Los 50

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Universidad Pedagógica Nacional

“Francisco Morazán”

Espacio Pedagógico:
Literatura Hondureña

Licenciada
Kenia Melissa Martínez

Estudiante
Ceydy Raquel Reyes Membreño
Dania Joselyn Sagastume
Mayra Rosibel Mejia
Jorleny Gloribeth Alcántara
Andrés Octavio Pineda
Jesús Paulino Sánchez

P. en la enseñanza del Español


CUED
Gracias, Lempira.
Introducción.

La literatura hondureña ha sido muy rica a lo largo de la historia pues esta inicia en
el siglo XVII, con Antonio de Paz y Salgado, nacido en Tegucigalpa, provincia de
Honduras cuando esta pertenecía a la jurisdicción de la Real Audiencia de
Guatemala, debió considerarse a sí mismo guatemalteco, pero es tenido por el
primer autor literario conocido de Honduras, es por ello que en este apartada
conoceremos la época de los nuevos y novísimos, la cual se destacó por dos
grandes corrientes.

Es claro que la literatura es un arte que muchos han sabido impulsar y en el caso
de honduras no ha sido la excepción, puesto que en cada uno de los movimientos
que se han dado durante la historia y evolución de la literatura, hemos podido ver
como nuestro país ha destacado fabulosamente en este arte, un arte que
conoceremos a través de la década de las 50, donde se reflejan las obras y
autores que destacaron en este época.

Objetivos

-Identificar el contexto, estética y temas que destacaron durante la etapa de los


Nuevos y Novísimos.

-Conocer los autores y obras que destacaron durante la época de los 50.
Nuevos y Novísimos.

La generación de los 50

Se caracterizó por dos corrientes literarias irrumpió a finales de los años 60

-La voz convocada: Se dio en la ciudad de la ceiba

-Y tauanka: en la capital Tegucigalpa

Se produce una estrecha relación entre ambos movimientos sin importar la


distancia geográfica y las diferencias cronológicas entre muchos de sus
integrantes. Las publicaciones periódicas de la revista “presente” que dirige sosa
desde 1968 y la revista “coloquio” de la universidad nacional, los volúmenes
antológicos como la “antología del cuento hondureño” (1968) de sosa y la poesía
hondureña de hoy (1971)

Esta generación que es la que está en pleno dominio en el seno de la literatura


nacional, tuvo sus nombres en otros países. En México se le llamó Generación de
la Espiga Amotinada. En Argentina Generación de los Parricidas, en Chile
Generación del Medio Siglo.

Con los poetas de la generación del cincuenta, la poesía hondureña, vista no a


través de poemas aislados, sino en sentido global, rompe viejos moldes, da un
viraje completo y se pone al día con el pulso americano. Además de la importante
labor desarrollada por Clementina Suarez, los nombres que hicieron posible tal
hecho son: Antonio José Rivas (1924); Pompeyo del Valle (1929); Roberto Sosa
(1930); Nelson Merren (1931) y Oscar Acosta (1933)

De cara a esa realidad, algunos miembros de la generación del cincuenta


(concretamente Pompeyo del Valle en el campo de la poesía y Ramón Amaya
Amador en el de la narrativa) asumen una actitud de involucramiento directo en las
luchas políticas e ideológicas que literalmente estremecen la vida nacional.
Pompeyo del Valle, inclusive conoce la cárcel y las novelas de Amaya Amador se
leen en forma subterránea en los campos bananeros. Todavía hay ancianos que
guardan la novela en Prisión Verde (1950) consentido de ocultamiento, cercano
recuerdo del terror que tuvieron que afrontar por guardar dicha obra en sus
modestas viviendas de las zonas controladas por la compañía extranjera

Las expectativas políticas y culturales que suscitarán algunos procesos de


transformación social (la Revolución cubana y los proyectos reformistas) en toda
América Latina, aunadas al espléndido repunte de la literatura latinoamericana a
nivel mundial, principalmente por el "boom de la nueva novela, se traducen
también, en cierto modo, en una voluntad de comunicación de nuestros creadores
con el mundo exterior.

La realidad centroamericana empieza a seducir a la opinión internacional por una


serie de acontecimientos que fracturan, de modo irreversible, el modelo
hegemónico de

Estados Unidos en la región: la guerra entre Honduras y El Salvador, en 1969,


"cuyas causas se localizan más en las dificultades de la integración
centroamericana.

El otro libro publicado es "Cinco poetas hondureños" escrito por Hernán Antonio
Bermúdez en el año de 1981 publicado por editorial Guaymuras.

En este libro escritor muestra la expresión poética de mayor interés y calidad


desarrollada Durante los últimos años. Los poetas José Luis Quezada, Rigoberto
Paredes, Alexis Ramírez, Ricardo Maldonado y Horacio Castellanos Moya, explica
el poeta Bermúdez que, estos poetas hondureños vienen a afirmar que la
estructura de signos y relaciones en qué consiste el poema se elabora en base a
un riguroso trabajo con el lenguaje.

El poeta Bermúdez segura que en la producción de estos poetas subyace una vía
de acceso, una mirada de sesgo, a la conjunción culturales que nos deparó la
década de los años 70.

Bermúdez en beneficio de la objetividad agregar a lista jóvenes poetas, ellos son:


- Livio Ramírez.

- Galel Cárdenas.

- Efraín López.

- Rafael Rivera.

El relativo esplendor que experimentó la literatura hondureña últimos poetas


jóvenes también deparará cierta euforia a una actividad de rara ascendencia y
nuestro proceso literario.

Cabe destacar el aporte de Hernán Bermúdez con su obra "Retahíla" en 1981, de


Juan Medina Durón con su obra "Guerra de guerra" en el mismo año y Helen
Umaña, desde su revista "Tragaluz", en la elucidación critica de más reciente
producción literaria de Honduras.

-El poeta José González por su poesía de lúcida integridad en sus registros vitales
expresivos, en el año 1985 ganó el premio latinoamericano de poesía "Plural", en
México, por su excelente poema "Monólogo de Roque Dalton".

Oviedo, por su parte entró de lleno al oficio, por la doble vía del verso y la prosa,
en el año de 1982 premios de poesía y cuento en la universidad de Panamá con
sus dos primeros libros "Aproximaciones" y "La muerte más aplaudida".

Roberto Sosa en 1980 publica un estudio interesante sobre "la novísima poesía
hondureña", por esa publicación Sosa destacará por los rasgos distintivos, la
incorporación de giros convencionales, la tesitura anti solemne, destreza
experimental y un uso concomitante de conceptos universales sobre el amor y el
odio, la inteligencia y la estupidez, lucha por la vida que viven y la lucha por la vida
que sueñan. También localizar al. de flujos principales en Vallejo, Neruda, Pound,
Eliot y en las conquistas verbales del grupo de poetas hondureños de los años 50.
Roberto Castillo en 1980 publica su primer libro "Subida al cielo y otros cuentos", y
fue saludado por Hernán A. Bermúdez como el volumen de cuentos más
significativos de los últimos años de Honduras, bermudas resalta que este es un
libro repleto de imaginación que encara el mundo y lo cuestiona.

El más reciente libro de Roberto Castillo "Figuras de agradable demencia" incluye


el texto "La laguna" qué fue premiado en México por el premio plural del cuento en
1984.

En 1981 el editorial Guaymuras publica 4 obras de especial significación el último


lustro de la historia de la literatura hondureña. Entre ellas figuran dos novelas "El
corneta" de Roberto castillo y "Una función con móbiles tententiesos" de Marcos
Farías, que está sumadas a la nueva novela de Julio Escoto, "Días de ventisca y
noches de huracán", sal mezcla insinúa el florecimiento prometedor de este
género en Honduras.

En Honduras, merced a esa convergencia de esfuerzos entre los escritores y a


lazos comunicantes con experiencias literarias foráneas, sobrevendrá, 1970, un
período de inusitada agitación cultural. El reconocimiento internacional la obra de
algunos de nuestros escritores (Sosa, Rivas, Bähr, Escoto) se revierte, a nivel
nacional, en un notable incremento del parvo caudal bibliográfico y, por supuesto,
un ensanchamiento del público lector. De la estimable cantidad de libros de poesía
y narrativa que verán la luz pública la década del 70, sobresaldrán: "Un mundo
para todos dividido", de Roberto

Sosa; "El cuento de la guerra", de Eduardo Bähr; "Color de exilio", de Nelson


Merren; "Las razones", de Tulio Galeas; "El árbol de los pañuelos", de Julio
Escoto; "La memoria y sus consecuencias", de Marcos Carías"; "Entretanto", de
José Adán Castelar. Con estas obras, la literatura hondureña equipara de manera
apreciable su estado de madurez lingüístico-formal.

El surgimiento de la revista “Tragaluz” (julio 1985), en san Pedro Sula, señala, por
un lado, el ensanchamiento del espacio cultural hondureño y, de otro, la feliz
incorporación de nuevas voces de jóvenes valores que, merced a la virtud de
convocatoria de Helen Umaña, han logrado configurar una especie de movimiento
literario, como muy pocas veces se ha visto en nuestro país. Entre aquellos cabe
mencionar a Juan Ramón Saravia, así como a David Díaz Acosta.

Aunque de exaltada recordación para sus miembros fundadores, el efímero taller


literario, “Roberto Sosa”, de Tegucigalpa, sirvió para que dos jóvenes escritores,
Roberto Quezada y Rafael Rivera ordenaran sus papeles y decidieran publicar su
primer libro el desertor.

El panorama que la literatura hondureña ha logrado configurar entre 1935 y 1985


muestra ya ciertos signos de consistencia y madurez en su proceso formativo
general una creciente prestancia en editoriales, revistas y certámenes literarios, lo
que podría considerarse como más significativo,

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