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Señor y Virgen Del Milagro

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HISTORIA DEL SEÑOR Y DE LA VIRGEN DEL MILAGRO

En 1592, el obispo Don Francisco de Victoria, mandó al


Virreinato, como un recuerdo de sus fundaciones, dos imágenes religiosas.
Una imagen de Cristo crucificado, destinada para Salta y una imagen de la
Virgen del Rosario para Córdoba.

Estas imágenes salieron desde España. Vinieron a bordo de un


navío que naufragó y éstas llegaron al Puerto del Callao en Perú. Los
peruanos, al leer los destinos marcados con fuego, en una caravana,
emprendieron la marcha hacia esos lugares. Al llegar a la ciudad de Salta,
todos los habitantes de ésta salieron a recibirla.

Los primeros años que el Cristo crucificado estuvo en la ciudad,


todos en ella lo veneraron con gran alegría; pero con el paso del tiempo, lo
dejaron olvidado… por un siglo entero.

En uno de estos años, una familia acomodada donó una imagen


de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María a la Iglesia
Catedral, la cual colocaron en la parte superior del retablo del altar principal.

El 13 de septiembre de 1692, a las 10 de la mañana, el suelo


comenzó a sacudirse inesperada y bruscamente, aterrorizando a todos. Esto
fue un llamado de atención de Dios por la mala vida que la gente llevaba y
haber olvidado a Dios y a la bendita imagen. En la catedral, la imagen de la
Purísima Virgen María, hecha de porcelana, cayó al suelo sin romperse a los
pies de Su Hijo como suplicando y diciendo (como dice en la novena):

PERDONA MI DIOS, A ESTE PUEBLO;

SINO LA CORONA DE REINA AQUÍ OS DEJO.

Los terremotos siguieron, pero el padre Carrión (virtuoso religioso) oyó


una voz que le dijo:
NO CESARÁN LOS TEMBLORES

HASTA QUE SEA SACADO EL SOBERANO SEÑOR

QUE TIENEN OLVIDADO

PARA DARLE CULTO

Y VENERACIÓN PUBLICAMENTE.

Fue sacado entonces el Santo Cristo del Altar de las Ánimas y


colocado en el atrio junto a su Santísima Madre; allí el padre Carrión, fue a
contarle al pueblo lo sucedido. La gente fue entonces a pedirle al Santo Cristo
misericordia y clemencia. A medida que iban más habitantes, los terremotos
iban desapareciendo. Luego de confesarse y recibir la Sagrada Forma, los
ciudadanos y curas, comenzaron la procesión con verdadero arrepentimiento y
con muchísima penitencia.

Al cesar los temblores, en memoria de gratitud y penitencia, las


autoridades religiosas resolvieron crear la novena de penitencia y acompañarla
con la procesión del 15 de septiembre, y jurar cada año, el pacto de amor y
fidelidad al Señor y a la Virgen del Milagro, sus Protectores.

“SEÑOR DEL MILAGRO,

TÚ ERES NUESTRO Y NOSOTROS SOMOS TUYOS”

María Catalina
Nisiche

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