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El Pobre Gato Ñaragato

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Autor: Jean Helmuth.

Personajes

EL GATO
LA RANA
PAR DE CONEJOS
EL PERRO
EL HIPOPÓTAMO
EL COCHINO
UN PAR DE PINGÜINOS
UN MONO

La acción transcurre en el bosque. Se escuchan en off los maullidos del gato adolorido. Entra el Conejo un
poco alarmado por el quejido incesante.

CONEJO: Estaba yo durmiendo la siesta después de comerme una rica ensalada de zanahorias, pero no he
podido, los maullidos del gato no me han dejado…

(Al publico) ¿Ustedes sabrán que le ocurre al pobre gato?

(Espera respuesta del público, luego vuelve a preguntar) ¿y qué creen ustedes que le puede ocurrir a un
gato a estas horas en el bosque? A ver díganme (invita al público a que contesten lo que posiblemente le
ocurre al gato, no le convence ninguna respuesta y retoma) Mejor salgo de dudas y le pregunto yo mismo…
(En dirección de donde proviene el maullido) ¡Oiga señor gato! ¿Por qué maúlla tanto?, ¿Tiene usted…?
(pregunta algunas de las respuestas más descabelladas que posiblemente le haya contestado el público,
después de la última pregunta, el maullido del gato cesa con una pausa, el Conejo retoma sorprendido)

Ha parado de maullar, ¿Lo escucharon?, Bueno ya no lo escuchan porque a parado… (Aparece el gato sin
bigotes en su hocico).

GATO: Si me he callado es para contestarle.

CONEJO 1: Pues todos se lo agradecemos.

GATO: ¿Todos quienes?

CONEJO: Los niños, ¿no los ve?

GATO: (Entra en pánico) ¡Ay no qué vergüenza!

CONEJO 1: No se avergüence ellos están aquí para vernos.


GATO: ¡Si, pero no así!

CONEJO 2: ¿Así como señor Gato?

GATO: (Desesperado) ¿Es que no lo ve? (Al público) ¿Es que no lo ven?

CONEJO 2 : (Al público) Por favor repitan conmigo; ¿Qué es lo que no vemos señor gato?

GATO: ¡Mis bigotes!

CONEJO 1: ¿pero qué pasa con sus bigotes?

GATO: Que no los tengo.

CONEJO 2: Pero… (Percatándose que el gato no tiene bigotes)

GATO: ¿Pero qué?

CONEJO 1: Pero que ni se notan, es que si no me dice ni cuenta me doy.

GATO: Pues yo sí. Los bigotes para un gato son muy importantes.

CONEJO 1: Puedo imaginarlo.

GATO: No, no se imagina lo que esto significa para un gato como yo.

CONEJO 2: ¿Qué significa?

GATO: ¿¡Se burla usted de mí!?

CONEJO 2: Yo soy incapaz señor Gato.

GATO: Le noto un tono de burla.

CONEJO2: Más bien de preocupación, (Al público de nuevo) ¿verdad que estábamos muy preocupados?
(Suponiendo que el público responda, retoma) Ahí lo tiene ellos y yo estábamos realmente preocupados,
tanto que ni la siesta me dejaron hacer sus maullidos.

GATO: (Sollozando) Lo siento mucho.

CONEJO 1 : Tranquilo, no es para menos ahora que sabemos el porqué de sus maullidos.

GATO: Es una cosa muy seria este asunto de haber perdido mis bigotes.

CONEJO 1: ¿Pero cuándo fue la última vez que los vio?

GATO: ¡Se burla usted de nuevo!

CONEJO 1: Es la pregunta que le haría cualquier investigador de bigotes perdidos.

GATO: ¿hay investigadores de bigotes?

CONEJOS: Los hay de todo tipo.

GATO: Ah pues yo necesito los servicios de uno.


CONEJO2 2: Pero tienen honorarios muy altos.

GATO: ¿Qué tan altos?

CONEJO 2: Tan altos como los cuellos de seis jirafas queriendo alcanzar la luna.

GATO: En este bosque no hay jirafas y tampoco es de noche, no ha salido la luna.

CONEJO 2: Eso es cierto, el sol está muy radiante.

GATO: (Se queja) pero cuando caiga la noche no podre andar.

CONEJO 2: ¿y por qué no?

GATO: Necesito mis bigotes para andar en la oscuridad.

CONEJO 2: Eso es un gran problema.

GATO: Sí que lo es, me iré a maullar de nuevo detrás de ese árbol. (Sale maullando desconsoladamente)

CONEJO: ¡Pobre gato! No ha de ser fácil vivir sin bigotes.

Entra el HIPOPÓTAMO sorprendiendo.

HIPOPÓTAMO: Señor conejo.

CONEJOS: (Asustado) ¡Ay mi madre, válgame!

HIPOPÓTAMO: ¿Lo asusté?

CONEJO 1: Solo un poco, disculpe es que no la esperaba.

HIPOPÓTAMO: ¿No se asuste que no muerdo?

CONEJO 1: No si yo se que los hipopótamos no muerden.

HIPOPÓTAMO: Solo si nos provocan.

CONEJO 2: Pues que el cielo me asista.

HIPOPÓTAMO: No se preocupe no vengo aplastar a conejos indefensos, estoy aquí por los maullidos de
ese gato que llegan hasta el zoológico de donde me escapé.

CONEJOS: ¡Ah el gato!

HIPOPÓTAMO: ¿Y qué es lo que le ocurre, usted lo sabe?

CONEJO 1: Lo sabe todo el bosque.

HIPOPÓTAMO: ¿Y los niños también?

CONEJO 2: Los niños también.

HIPOPÓTAMO: (Al público) ¿Ustedes me pueden contar que le ocurre al gato? (Suponiendo que el publico
conteste, retoma) ¡Pobre gatito! Pero habrá que hacer algo.
CONEJO 2: ¿Qué se le ocurre?

HIPOPÓTAMO: Buscar ayuda.

CONEJO 1: Yo le proponía contratar un investigador privado pero sus honorarios son muy altos.

HIPOPÓTAMO: Tan altos como los cuellos de seis jirafas queriendo alcanzar la luna.

CONEJO 1: Eso mismo le decía.

HIPOPÓTAMO: Pobre gato me parte el corazón escucharlo maullar así por sus bigotes.

Entra la Rana.

RANA: Buenas, buena dice la rana.

HIPOPÓTAMO: Buenas señorito Rana. (Al público) Niños cuando alguien dice buenas tardes hay que
responderle, vamos devuélvanle el saludo (Los invita a saludar a la rana y retoman)

RANA: Gracias, y no soy señorito, llámenme por favor, Príncipe Arturo de Reino de ciudad Pancilda…

HIPOPÓTAMO y CONEJO: ¿¡Príncipe Arturo del reino de ciudad Pancilda!?

RANA: Sí, así como lo repiten, es que soy una rana encantada.

HIPOPÓTAMO: ¡Ah! Por eso la corona.

RANA: Si, así es. Una bruja me embrujó.

HIPOPÓTAMO: ¡Ay que bruja tan malvada! ¿Y por qué lo embrujó señorito príncipe?

RANA: Pues como no me quise casar con ella, me hechizó convirtiéndome en rana.

HIPOPÓTAMO: Pensé que esas cosas solo pasaban en los cuentos de hadas.

RANA: Pues fíjese cómo están las cosas hoy en día.

CONEJO 2: La realidad supera la ficción.

HIPOPÓTAMO: Pues ya veo.

RANA: Es por ello que iba camino a casa de una bruja buena que prometió desencantarme, cuando
escuche los maullidos de un gato.

CONEJOS: ¡Ah, sí, pobre gato!

HIPOPÓTAMO: ¡Pobre gato!

RANA: ¿Y qué es lo que le ocurre, ustedes lo saben?

CONEJO 2: Lo sabe todo el bosque y los niños también.

RANA: (Al publico) A ver ¿y me lo pueden contar? (Suponiendo que el público conteste, retoma) ¡Qué
tragedia la de ese pobre gato!

HIPOPÓTAMO: Lo mismo le decía al señor conejo.


RANA: Habrá que ayudarlo.

CONEJO 2: Lo mismo me decía el Hipopótamo.

RANA: ¡Tengo una idea!

HIPOPÓTAMO: ¿Cuál?

RANA: Quizás la Bruja buena además de ayudarme con el encantamiento pueda devolverle los bigotes al
gato.

CONEJOS: ¡Me parece fantástico!

HIPOPÓTAMO: ¡Extraordinario!

HIPOPÓTAMO: (Al público) ¿Y a ustedes qué les parece que el Príncipe Arturo del reino de ciudad Pancilda,
más conocido como la; rana encantada, vaya hasta donde la bruja buena para ayudar al gato a recuperar
sus bigotes? (Esperando que el público responda y si no se le motiva a contestar, con sinónimos de las
palabras; “Maravilloso y extraordinario”, luego de este juego retoman)

RANA: Entonces, voy a la casa de la bruja, ustedes espérenme acá.

CONEJO 2: ¿Y no necesita la compañía de este conejo, su alteza?

RANA: Claro que sí señor Conejo sería un honor su compañía.

CONEJO 1: El honor es todo mío, su alteza.

RANA: Hasta ahorita Hipopótamo, (Hacia el lugar donde se supone se escondió a maullar el gato) y usted
señor gato, no se preocupe, lo ayudaremos a recuperar sus bigotes. (Al público) Y ustedes niños también
permanezcan acá, capaz cuando regrese ya seré de nuevo un príncipe.

CONEJO 1: ¡A por los Bigotes del Gato!

Antes de salir de la escena cantan una canción:

Ha perdido sus bigotes,

El pobre gato, El pobre gato,

Ha perdido sus bigotes,

El pobre gato el pobre gato,

El pobre gato Ñaragato ñaragato,

Sin bigotes, pobre gato

(Entra el Perro)

HIPOPÓTAMO: (sorprendido) ¡Ay señor perro me asustó!

PERRO: Asustado voy a dejar yo a ese gato.

HIPOPÓTAMO: ¿Y qué le hizo ese pobre gato?


PERRO: ¿No escucha cómo ha maullado todo el rato?

HIPOPÓTAMO: Pobrecito, es que le ha ocurrido una cosa terrible.

PERRO: ¿Qué es eso tan terrible que le ha ocurrido?

HIPOPÓTAMO: Que le digan los niños, yo ya no puedo se me arruga el corazón. (Invita al público a contarle
la tragedia del Gato al Perro, después de esto retoman)

PERRO: ¡Ay pero que cosas, alguien se me adelantó!

HIPOPÓTAMO: ¡Señor Perro modérese, lo están escuchando los niños!

PERRO: Para nadie es un secreto que los perros y los gatos no nos llevamos para nada bien.

HIPOPÓTAMO: Los niños no tienen por qué enterarse de sus líos.

PERRO: Vamos a acabar con esto, voy a dejar sin pelaje a ese gato.

HIPOPÓTAMO: ¡Señor perro basta ya! (Al público) ¿Niños ustedes quieren que el perro deje sin pelos al
gato, al pobre gato que se ha quedado sin bigotes? (Suponiendo que el publico conteste algo afirmativo
o si en el caso no es como se espera, retomar nuevamente al dialogo entre los animales). Bueno ya oyó a
los niños, es mejor que se vaya por donde llegó.

PERRO: De mejores lugares me han echado.

HIPOPÓTAMO: Aquí solo son bienvenidos los que aportan soluciones a los problemas, no necesitamos
otro más.

PERRO: (Al público) Mejor me largo, este Hipopótamo no tiene sentido del humor. (Sale el perro y del otro
lado llegan los pingüinos, son gemelos y se comunican en su propio idioma inentendible para el público).

HIPOPÓTAMO: ¡Buenos días jóvenes pingüinos! (Al público) Niños saluden a los jóvenes pingüinos. (Espera
el momento a que el público responda y luego retoma el dialogo con los jóvenes Pingüinos)

PINGÜINOS: (Contestando el saludo)

HIPOPÓTAMO: No les preguntaré el porqué han venido, imagino fueron atraídos por los maullidos del
gato.

PINGÜINOS: (Contestándole)

HIPOPÓTAMO: El pobre esta desconsolado…

PINGÜINOS: (Contestándole para que le conteste el porqué del desconsuelo del gato)

HIPOPÓTAMO: Que los niños les cuenten que lo saben mejor que yo.

PINGÜINOS: (Los pingüinos le hablan al público en su idioma, para que los niños le cuenten lo ocurrido
que el hipopótamo no les quiere contar).

HIPOPÓTAMO: (Al público) Niños, los jóvenes pingüinos no pueden hablarnos como nosotros en español,
ellos tienen su propio idioma pingüinoide, pero pueden entendernos, así que cuéntenle ustedes lo que le
ocurrió al pobre gato porque yo no puedo, se me arruga el corazón. (El Hipopótamo los conduce a decirle
lo ocurrido a los jóvenes pingüinos, luego retoma el dialogo con los pingüinos) Eso es lo que ocurre por
aquí…

PINGÜINOS: (Contestándole)

HIPOPÓTAMO: Claro que debemos ayudarlo, un pobre gato no puede estar sin sus bigotes.

PINGÜINOS: (Contestándole)

HIPOPÓTAMO: No, no creo que un poco de hielo lo solucione. (Al público aparte) Los jóvenes pingüinos
vienen de la Antártida. ¿Ustedes saben dónde queda la Antártida? (Espera la respuesta y retoma) Un poco
lejos sí que esta, pero ellos son mis compañeros en el zoológico, son tan tiernos, quieren ayudar al pobre
gato y dicen que si colocándole en el hocico un poco de hielo el gato se soluciona el problema.

PINGÜINOS: (Insistentes le hablan al Hipopótamo)

HIPOPÓTAMO: Bueno pero si insisten ustedes en este asunto con el hielo, nada se los puede impedir, son
bienvenidos quienes aporten soluciones a los problemas.

PINGÜINOS: (Salen por donde entraron no sin antes despedirse de los niños)

HIPOPÓTAMO: Niños despídanse de los jóvenes pingüinos (espera que los niños respondan, luego retoma
cuando los pingüinos salen tempestuosamente) Los jóvenes pingüinos insisten en que el hielo es la
solución a todo, yo espero que no se les derrita…

Entra el Mono saludando.

MONO: ¡Buenas buenas!

HIPOPÓTAMO: Buenas señor Mono.

MONO: (molesto) No soy un mono, soy un oso.

HIPOPÓTAMO: ¡Vaya!, disculpe usted señor Oso.

MONO: Tranquila es algo que me ocurre a diario, la gente se deja llevar por las apariencias.

HIPOPÓTAMO: (Al público) Niños por favor saluden al señor Oso. (Espera que el público responda y luego
retoman)

MONO: ¿Que es lo que ocurre aquí hoy?

HIPOPÓTAMO: ¡Ay señor Mono!

MONO: (Se aclara la garganta porque lo ha confundido de nuevo)

HIPOPÓTAMO: Señor oso, perdón. Le decía que lo que ocurre aquí es un caso de salir en la noticias.

MONO: ¿Tan grave es?

HIPOPÓTAMO: Mucho.

MONO: ¿Qué es eso tan terrible que ha ocurrido?

HIPOPÓTAMO: Yo no puedo contárselo…


MONO: ¿y por qué?

HIPOPÓTAMO: Porque se me arruga el corazón.

MONO: ¡Ah caramba! No se nos vaya a infartar, Mejor que me lo cuenten los niños.

HIPOPÓTAMO: Sí, mejor, ellos lo hacen muy bien.

El Mono se prepara para preguntarles a los niños, y es interrumpido por la entrada del Cochino.

COCHINO: Oing oing y buenos días dice el cochino.

MONO: Buenos días señor Cochino.

COCHINO: Buenos días señor oso.

MONO: (Alegre) Hasta que al fin alguien no me confunde con un mono.

COCHINO: Aunque viéndolo bien, podría pasar por un mono.

MONO: Ya decía yo que todo no podía ser tan bueno…

HIPOPÓTAMO: Buenos días señor cochino. (Al público) Niños saluden al señor Cochino. (Esperando que
el público responda, luego retoman)

HIPOPÓTAMO: ¿A qué se debe su visita, en esta tarde tan calurosa? ¡Ah! No me diga, ya lo sé, ha venido
por lo que todos los demás…

COCHINO: He venido…

MONO: ¡Por los maullidos del gato!

COCHINO: Oing, ¿y por la misma razón han venido los demás?

HIPOPÓTAMO: La misma.

COCHINO: Es que los maullidos llegan hasta la porqueriza.

HIPOPÓTAMO: ¡Ay pobre gato!

COCHINO: ¿Y qué es lo que le ocurre a ese gato?

MONO: Señor Cochino espere su turno porque yo estaba a punto de saber el porqué de los maullidos del
gato.

COCHINO: No pretendía colarme.

MONO: Bueno por si a las moscas.

HIPOPÓTAMO: Los niños estaban a punto de contarle al señor Mono, (Se corrige) perdón, al señor Oso, el
porqué de los maullidos del gato. (Al público) Vamos niños cuéntenle (Espera a que el público responda y
luego retoman).

COCHINO: Oing, oing ¿Y qué se puede hacer?


HIPOPÓTAMO: Pero que bueno es saber que todos quieren ayudar al pobre gato, (al público) ayudar a los
demás en un sentimiento que debemos aprender a cultivar y mantener dentro de nosotros.

MONO: Yo propongo, hacerle unos bigotes nuevos y pegárselos al hocico mientras duerma, y cuando
despierte se encuentre con que ya tiene bigotes de nuevo.

COCHINO: ¿Ah sí? Pero antes hay que logar que se duerma.

MONO: Le cantamos una canción de cuna, siempre funciona (Al público) ¿verdad niños?

HIPOPÓTAMO: Sería muy lindo, pero ¿usted sabe cantar?

MONO: No.

HIPOPÓTAMO: Yo sí. Y lo hago muy bien.

MONO: Tampoco es que se necesite cantar muy bien para entonar una canción de cuna.

COCHINO: ¿Ah no?

MONO: No, cualquiera lo puede hacer.

COCHINO: Ah, pues hágalo.

HIPOPÓTAMO: Sometámoslo a votación del público. (Pregunta al público) ¿Niños quieren escuchar al
Mono, (Se corrige) perdón al Oso cantar una canción de cuna para que el gato la escuche y se duerma o
prefieren que lo haga yo? (En este juego deben llevar al publico a que se decida por algunos de los dos,
pero por otro lado, el Cochino a escondidas de el Hipopótamo y el Mono, perdón, el Oso, conducirá al
público para que finalmente no voten por ninguno de los dos y luego retoman).

MONO: Bueno, ya los escucho ni usted ni yo.

HIPOPÓTAMO: Sí, y he quedado estupefacta.

MONO: No les diga a los niños esas palabrotas.

HIPOPÓTAMO: No es una palabrota, es una expresión de asombro.

MONO: Asombro sí que sí.

COCHINO: Bueno está visto que no solucionaremos nada.

MONO: Y los demás pudieron aportar algún otra solución.

HIPOPÓTAMO: La Rana encantada Príncipe Arturo del reino de Ciudad Pancilda y el Conejo fueron a donde
la bruja buena a que lo desencantara y les diera una solución mágica al problema, deben estar por
regresar, al menos eso espero.

COCHINO: Justo eso es lo que necesitamos una solución mágica. Yo me regreso a mi porqueriza. Adiós y
oing oing dice el cochino (Aparte, al público) Y gracias a ustedes que este par no cantó la canción de cuna
porque esta obra hubiese llegado hasta ahí. (Sale el Cochino).

HIPOPÓTAMO: Otro que se va.


MONO: ¿Qué paso con los otros?

HIPOPÓTAMO: Al perro lo echamos, tras que el pobre gato andaba sin bigotes también lo quería dejar sin
pelaje.

MONO: Los perros y los gatos no se llevan nada bien.

HIPOPÓTAMO: Yo tenía mis esperanzas de que se resolvieran las diferencias entre ambos.

MONO: Usted siempre procurando el bien para los demás

HIPOPÓTAMO: Los pingüinos querían ayudar con hielo

MONO: Creo que es mejor esperar la solución mágica… ¿usted se queda?

HIPOPÓTAMO: Alguien tiene que esperar al Príncipe Arturo la Rana encantada y al Conejo y además el
pobre gato no debe quedarse solo

MONO: Yo ya aporté una solución, que pasen buenas. (Sale)

HIPOPÓTAMO: (Al público) Ya que todos se han ido, faltan ustedes por aportar una solución para que el
pobre gato recupere de nuevo sus bigotes. ¿Qué se les ocurre que podemos hacer? (Conduce al público
para que aporte una solución al conflicto del pobre gato que ha perdido sus bigotes, después de escuchar
las posibles soluciones, interrumpen entrando de nuevo la Rana y el Conejo

CONEJOS: ¡Ya estamos de vuelta!

HIPOPÓTAMO: ¡Menos mal ya están aquí! Los niños nos estaban dando unas ideas para recuperar los
bigotes del gato

CONEJO 2: ¿Y cuáles fueron?

HIPOPÓTAMO: (Enumera algunas respuestas, las más importantes y descabelladas que pueda haber
aportado el público).

CONEJO 1: Eso todo está muy bien, pero ya tenemos la solución.

Sale el gato detrás del árbol al escuchar esto.

GATO: ¿He escuchado bien?

RANA: Sí, la bruja buscó en su teléfono celular y encontró la solución.

HIPOPÓTAMO: Pero, príncipe usted sigue siendo Rana, la Bruja no pudo desencantarlo.

RANA: Descuide, no pudo desencantarme inmediatamente, me dio a comer una dona, y a la media noche
seria príncipe de nuevo.

HIPOPÓTAMO: ¡Increíble!

GATO: ¿Pero entonces cuando volveré a tener los bigotes de nuevo?

RANA: Más rápido de lo que piensa.

GATO: Pues los quiero ya, que me duelen las cuerdas vocales de tanto maullar.
HIPOPÓTAMO: ¿¡Nos lo cuentan ya!?

RANA: Debajo de cada niño un secreto se esconde.

HIPOPÓTAMO: ¿Qué está diciendo?

CONEJO 2: ¡Que algún niño se ha llevado los bigotes del gato!

GATO: ¿Los niños me arrancaron mis bigotes?

HIPOPÓTAMO: Pero si los niños aman a los animales, nos dan de comer, nos cuidan, nos dan cariño y
ternura…

RANA: Y también les gusta jugar. (Al público) ¿Verdad niños? (Espera que el público responda y luego
retoma) Si buscan debajo de su asiento los bigotes del gato encontraran.

HIPOPÓTAMO: A ver niños todos a buscar bajo sus asientos los bigotes del gato. (Se conduce el juego para
que los niños busquen debajo de sus asientos, o se podría antes de empezar la obra entregarle unos
bigotes a un niño y que este los guarde en secreto para que cuando inicie este juego, junto con la maestra
pueda gritar ¡aquí están! suponiendo que el juego final se de cómo se plantea, se retoma nuevamente).

(El Hipopótamo continúa)

HIPOPÓTAMO: Por favor sube hasta acá y colócale tu mismo los bigotes al gato.

GATO: Por favor, por favorcito ponme mis bigotes de nuevo.

(Se conduce el juego a que el niño entregue los bigotes se los coloca el gato y continua la acción para
llegar al final de la obra)

GATO: (Emocionado) Ya tengo bigotes de nuevo. ¡Gracias!, (Abraza a los demás animales a medida que
los nombra) Gracias señor, Conejo, Gracia hipopótamo que se preocupo tanto por mí, y gracias a usted su
Alteza. (Dirigiéndose a la rana)

RANA: No hay de qué, estamos para ayudar.

HIPOPÓTAMO: Si tú estás feliz nosotros también lo estamos.

CONEJO: Ahora podemos volver todos a estar tranquilos, el gato ha recuperado sus bigotes.

EL FIN

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