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Naturaleza Humana y Actos Humanos - UNIDAD I

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Naturaleza Humana y Actos Humanos.

UNIDAD I

Licda. Karen Polio | Ciclo X | 2020


I. DEFINICIÓN DEL ACTO HUMANO

Los actos humanos1 son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del
hombre, es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad (cfr. S.Th., I-II,
q.1, a.1, c.). En ellos, interviene primero el entendimiento o sea la inteligencia,
porque no se puede querer o desear lo que no se conoce: con el entendimiento el
hombre advierte el objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no. Una vez
conocido el objeto, la voluntad se inclina hacia él porque lo desea, o se aparta de él,
rechazándolo. Sólo en este caso cuando intervienen inteligencia y voluntad el
hombre es dueño de sus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo
en los actos humanos puede darse valoración moral. No todos los actos que realiza
el hombre son propiamente humanos, ya que como hemos señalado antes, pueden
ser también:

 Meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y


sensitivas, sobre las que el hombre no tiene control voluntario alguno, y son
comunes con los animales: por ejemplo, la nutrición, circulación de la
sangre, respiración, la percepción visual o auditiva, el sentir dolor o placer,
etc.

1
Apunte sobre los Actos Humanos. Universidad Fasta - departamento de Formación Humanística 1 Ética y Bioética (dhm34).
Ética, Bioética y Ética Profesional (DHM35, DHM36), pág. 1-10
https://www.ufasta.edu.ar/carteleravirtual/files/2016/03/Apunte-sobre-los-actos-humanos.pdf

PÁGINA 1
 Actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la
advertencia (niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por
coacción física, por ejemplo), ya ambas (por ejemplo, en el que duerme).
II. DIFERENCIA ENTRE ACTOS HUMANOS Y ACTOS DEL HOMBRE.

 Los Actos Humanos: Son ejecutados consciente y libremente, es decir, en


un nivel racional. Son originados en la parte típicamente humana del
hombre, es decir, en sus facultades específicas, como son la inteligencia y la
voluntad. Estos son el objeto material de la Ética y son los que pueden ser
juzgados como buenos o malos desde el punto de vista de la Moral.

 Los Actos del Hombre: Carecen de conciencia o de libertad o de ambas


cosas, un ejemplo claro es por ejemplo la digestión, la respiración, etc. Los
actos del hombre sólo pertenecen al hombre porque él los ha ejecutado,
pero no son propiamente humanos porque su origen no está en el hombre
en cuanto a hombre, sino en cuanto a animal. Estos actos carecen de moral
(son amorales) por lo tanto no pueden juzgarse desde el punto de vista
moral como buenos o malos, si pueden juzgarse como buenos o malos pero
desde otro punto de vista, como por ejemplo el fisiológico.

A continuación, se presente un esquema entre estos dos actos, ambos son


ejecutados por el hombre, pero poseen ciertas diferencias. 2

2
Los actos humanos y los actos del hombre. noviembre 25. 2017. http://programacionneurol.blogspot.com/2017/11/los-
actos-humanos.html. Fuente. http://valoresmorales.galeon.com/aficiones1812654.html

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Diferencias entre actos humanos y actos del hombre.
Concepto Ejemplo

Los actos humanos son ejecutados consiente y Estudiar


libremente, es decir, e un nivel regional2. Son Mentir
originados en la parte típicamente humana del Robar
hombre, es decir en sus facultades específicas como lo Hacer ejercicio
son, la inteligencia y la voluntad. Estos son el objeto Limpiar
fundamental dela ética, y son los que pueden ser Ayudar a alguien que lo necesita-
juzgados como buenos o malos, desde el punto de Conversar con alguien
vista de la moral Leer un libro
1. Carecen de conciencia o de libertad, o de ambas Volcar una mesa
cosas. Romper un plato
2. Los actos del hombre solo pertenecen al hombre Contagiarse de gripe
porque él que los ha ejecutado, pero no son Caerse de la bicicleta
propiamente humanos porque su origen no está en el Morderse la lengua
hombre, en cuanto a hombre sino-Volcar una mesa-
Romper un plato-Contagiarse de gripe-Caerse de la
bicicleta-Morderse la lengua en cuanto al animal.
3. Estos actos carecen de moral, por tanto, no pueden
juzgarse desde el punto de vista moral como bueno o
malo, si pueden juzgarse así, pero desde otro punto de
vista como el fisiológico.

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III. DIVISIÓN DEL ACTO HUMANO.

Por su relación con la moralidad, el acto humano puede ser:

• Bueno o lícito, si está conforme con la ley moral (por ejemplo, el dar limosna).
• Malo o ilícito, si le es contrario (por ejemplo, mentir). • Indiferente, cuando
ni le es contrario ni conforme a la moral (por ejemplo, el caminar)

Aunque ésta es la división más importante, interesa señalar también que, en


razón de las facultades que lo perfeccionan, el acto puede ser:

• Interno: el realizado a través de las facultades internas del hombre,


inteligencia, memoria, imaginación, por ejemplo, el recuerdo de una acción
pasada, o el deseo de algo futuro. • Externo: cuando intervienen también los
órganos y sentidos del cuerpo (por ejemplo, comer o leer).

IV. ELEMENTOS DEL ACTO HUMANO: LA ADVERTENCIA Y EL


CONSENTIMIENTO.

El acto humano exige la intervención de las potencias racionales, inteligencia y


voluntad, que determinan sus elementos constitutivos: la advertencia en la
inteligencia y el consentimiento en la voluntad.

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La advertencia

Por la advertencia, el hombre percibe la acción que va a realizar, o que ya está


realizando. Esta advertencia puede ser plena o semiplena, según se advierta la
acción con toda perfección o sólo imperfectamente (por ejemplo, estando semi-
dormido). Obviamente, todo acto humano requiere necesariamente de esa
advertencia, de tal modo que un hombre que actúa a tal punto distraído que no
advierte de ninguna manera lo que hace, no realizaría un acto humano. No basta,
sin embargo, que el acto sea advertido para que pueda ser imputado moralmente:
en este caso es necesaria, además, la advertencia de la relación que tiene el acto
con la moralidad (por ejemplo, el que advierte que está conduciendo un automóvil,
pero no se da cuenta que tomo un carril no permitido, realiza un acto humano que,
sin embargo, no es imputable moralmente).

La advertencia, pues, ha de ser doble:

• advertencia del acto en sí y

• advertencia de la moralidad del acto.

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El consentimiento

Lleva al hombre a querer realizar ese acto previamente conocido, buscando con
ello un fin. Como señala Santo Tomás (S. Th, I-II, q. 6, a. 1), acto voluntario o
consentido es “el que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”.

Ese acto voluntario consentido puede ser:

• perfecto o imperfecto: según se realice con pleno o semipleno consentimiento;


• directo o indirecto: por la importancia que tiene en la práctica, estudiaremos con
más detenimiento lo que se entiende por acto voluntario indirecto y directo.

EL ACTO VOLUNTARIO INDIRECTO

El acto voluntario indirecto se da cuando al realizar una acción, además del efecto
que se persigue de modo directo con ella, se sigue otro efecto adicional, que no se
pretende sino sólo se tolera por venir unido al primero (por ejemplo, el militar que
bombardea una ciudad enemiga, a sabiendas de que morirán muchos inocentes:

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quiere directamente destruir al enemigo -voluntario directo-, y tolera la muerte de
inocentes -voluntario indirecto-). Es un acto, por tanto, del que se sigue un efecto
bueno y otro malo, y por eso se le llama también voluntario de doble efecto.

Es importante percatarse de que no es un acto hecho con doble fin (por ejemplo,
robar al rico para darle al pobre), sino un acto del que se siguen dos efectos: doble
efecto, no doble fin. Por ejemplo, Robin Hood realiza acciones con doble fin: el fin
inmediato es robar al rico, el fin mediato es darles ese dinero a los pobres. No es
una acción de doble efecto, sino una acción con un fin propio y un fin ulterior.

Hay casos en que es lícito realizar acciones en que, junto a un efecto bueno se
seguirá otro malo. Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos
efectos: bueno uno (voluntario directo) y malo el otro (voluntario indirecto), es
necesario que se reúnan determinadas condiciones:

1. Que la acción sea buena en sí misma, o al menos indiferente: Así, nunca es lícito
realizar acciones malas (por ejemplo, mentir, jurar en falso, etc.), aunque con ellas
se alcanzaran óptimos efectos, ya que el fin nunca justifica los medios, y por tanto
no se puede hacer el mal para obtener un bien. Para saber si la acción es buena o
indiferente habrá que atender, como se verá más adelante, a su objeto, fin y
circunstancias.

2. Que el efecto inmediato o primero que se produce sea el bueno, y el malo sea
sólo su consecuencia necesaria: Es un principio que se deriva del anterior. Es
necesario que el buen efecto derive directamente de la acción, y no del efecto malo
(por ejemplo, no sería lícito que por salvar la fama de una muchacha se procurara
el aborto, pues el efecto primero es el aborto; no sería lícito matar a un inocente
para después llegar hasta donde está el culpable, porque el efecto primero es la
muerte del inocente).

3. Que uno se proponga el fin bueno, es decir, el resultado del efecto bueno, y no
el malo, que solamente se tolera: Si se intentara el fin malo, aunque fuera a través
del bueno, la acción sería inmoral, por la perversidad de la intención. El fin malo sólo
se tolera por ser imposible separarlo del bueno, con disgusto o desagrado. Ni

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siquiera es lícito intentar los dos efectos, sino únicamente el bueno, permitiendo el
malo solamente por su absoluta inseparabilidad del primero (por ejemplo, el
empleado que amenazado de muerte da el dinero a los asaltantes, ha de tener
como fin salvar su vida, y no que le roben al patrón). Aun teniendo los dos fines a la
vez, el acto sería inmoral.

4. Que haya un motivo proporcionado para permitir el efecto malo: Porque el


efecto malo, aunque vaya junto con el bueno y se le permita sólo de modo
indirecto, es siempre materialmente malo, por eso, no se puede permitir sin causa
proporcionada. No sería lícito, por ejemplo, que para conseguir un pequeño arsenal
de municiones del ejército enemigo haya que arrasar a todo un pueblo: el motivo
no es proporcionado al efecto malo.

V. OBSTÁCULOS DEL ACTO HUMANO

Se trata ahora de analizar algunos factores que afectan a los actos humanos, ya
impidiendo el debido conocimiento de la acción, ya la libre elección de la voluntad;
es decir, las causas que de alguna manera pueden modificar el acto humano en
cuanto a su voluntariedad o a su advertencia y, por tanto, en relación con su
moralidad. Algunas de esas causas afectan al elemento cognoscitivo del acto
humano (la advertencia), y otras al elemento volitivo (el consentimiento). Estos
obstáculos pueden incluso llegar a hacer que un “acto humano” pase a ser tan sólo
“acto del hombre”3-

Por ignorancia, se entiende falta de conocimiento de una obligación.

3
Apunte sobre los Actos Humanos. Universidad Fasta - departamento de Formación Humanística 1 Ética y Bioética (dhm34).
Ética, Bioética y Ética Profesional (DHM35, DHM36), pág. 1-10
https://www.ufasta.edu.ar/carteleravirtual/files/2016/03/Apunte-sobre-los-actos-humanos.pdf

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En Ética, definirse como la falta de la debida ciencia moral en un sujeto capaz; es
decir, la ausencia de un conocimiento moral que se podría y debería tener. De este
modo, podemos distinguirla de:

• La nesciencia, o falta de conocimientos no obligatorios (por ejemplo, de la


medicina en quienes no son médicos).

• La inadvertencia, o falta de atención actual a una cosa que se conoce


habitualmente.

• El olvido o privación –actual o habitual- de un conocimiento que se tuvo


anteriormente.

• El error, o juicio equivocado sobre la verdad de una cosa.

La ignorancia puede ser vencible o invencible:

1. Ignorancia vencible: es aquella que se podría y debería superar, si se pusiera


un esfuerzo razonable (por ejemplo, consultando, estudiando, pensando,
etc.). Se subdivide en: - Simplemente vencible: si se puso algún esfuerzo
para vencerla, pero insuficiente e incompleto. - Crasa o supina: si no se hizo
nada o casi nada por salir de ella y, por tanto, nace de un grave descuido en
aprender las principales verdades la moral, o los deberes propios del estado
y oficio. - Afectada: cuando no se quiere hacer nada para superarla con
objeto de pecar con mayor libertad; es, pues, una ignorancia plenamente
voluntaria.
2. Ignorancia invencible: es aquella que no puede ser superada por el sujeto
que la padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte (por ejemplo,
las personas que no advierte la ilicitud de la venganza), o bien porque ha
intentado en vano de salir de ella (preguntando o estudiando).

En ocasiones puede equipararse a la ignorancia invencible el olvido o la


inadvertencia (por ejemplo, el que obliga a otro a hacer algo sin saber que este está
imposibilitado, cosa que si hubiera sabido no lo exigiría). Los principios morales
sobre la ignorancia son los siguientes:

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• La ignorancia invencible quita toda responsabilidad ya que es involuntaria y
por tanto inculpable (por ejemplo, no es inmoral el niño pequeño que sin
saber hace una cosa mala). Es fácil entender este principio moral si se
considera “nada es deseado si antes no es conocido”
• La ignorancia vencible es siempre culpable, en mayor o menor grado según la
negligencia en averiguar la verdad. Así, es mayor la responsabilidad de una
mala acción realizada con ignorancia por negligencia, que con simplemente
vencible. Consecuentemente, puede ser considerarse ilícito un acto que nace
de descuidos graves.
• La ignorancia afectada, lejos de disminuir la responsabilidad, la aumenta, por
la mayor malicia que supone.

El deber de conocer la Ley Moral. Como ya quedó señalado, la ignorancia puede a


veces eximir de culpa y, en consecuencia, de responsabilidad moral. Sin embargo,
es conveniente añadir que existe el deber de conocer la ley moral, para ir
adecuando a ella nuestras acciones. Ese conocimiento no debe limitarse a una
determinada época de la vida, la niñez o la juventud, sino que ha de desarrollarse a
lo largo de toda la existencia humana, haciendo una especial referencia al trabajo
que cada uno desarrolla en la sociedad. De aquí se deriva el concepto de moral
profesional, como una aplicación de los principios morales generales a las
circunstancias concretas de un ambiente determinado. Por lo tanto, el deber de
salir de la ignorancia adquiere especial obligatoriedad en todo lo que se refiere al
campo profesional y a los deberes de estado de cada persona.

Obstáculos por parte de la voluntad

Los obstáculos que dificultan la libre elección de la voluntad son: el miedo, las
pasiones, la violencia y los hábitos.

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El miedo.

Es una vacilación del ánimo ante un mal presente o futuro que nos amenaza, y que
influye en la voluntad del que actúa. En general, el miedo -aunque sea grande- no
destruye el acto voluntario, a menos que su intensidad haga perder el uso de razón.
El miedo no es razón suficiente para cometer un acto malo, aunque el motivo sea
considerable: salvar la propia vida, o la fama, etc. Sería ilícito, por ejemplo, renegar
de la honestidad por miedo a perder el empleo. Por el contrario, si a pesar del miedo
el sujeto realiza la acción buena, es mayor el valor moral de esa acción. A veces, sin
embargo, el miedo puede excusar del cumplimiento de leyes positivas que mandan
practicar un acto bueno, si causan gran incomodidad, porque en estos casos se
sobreentiende que el legislador no tiene intención de obligar. Sería el caso, por
ejemplo, de la persona que para evitar un grave conflicto familiar guarda una
verdad que podría revelar. Es una aplicación del principio que dice que las leyes
positivas no obligan con grave incomodidad.

Las pasiones.

Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o no


obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de

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paso entre la vida sensible y la vida del espíritu. Ejemplos de pasiones son el amor y
el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. Las pasiones son en sí
mismas indiferentes, pero se convierten en buenas o malas según el objeto al que
tiendan. Por eso, deben ser dirigidas por la razón y regidas por la voluntad, para
que no conduzcan al mal. Por ejemplo, la ira es buena cuando nos lleva a defender
los derechos de las familias, el placer es bueno si está regido por la recta razón. Si
los objetos a que tienden las pasiones son malos, nos apartan del fin último: odio al
prójimo, ira por motivos egoístas, placer desordenado, etc.

Si las pasiones se producen antes de que se realice la acción e influyen en ella,


disminuyen la libertad por el ofuscamiento que suponen para la razón; incluso en
arrebatos muy violentos, pueden llegar a destruir esa libertad (por ejemplo, el
padre que llevado por la ira golpea mortalmente a su hijo pequeño). Si se producen
como consecuencia de la acción y son directamente provocadas, aumentan la
voluntariedad (por ejemplo, el que recuerda las ofensas recibidas para aumentar la
ira y el deseo de venganza). Cuando surge un movimiento pasional que nos inclina
al mal, la voluntad puede actuar de dos formas:

• Negativamente, no aceptándolo ni rechazándolo.

• Positivamente, aceptándolo o rechazándolo con un acto formal.

Para luchar eficazmente contra las pasiones desordenadas no basta una resistencia
negativa, puesto que supone quedar expuesto al peligro de consentir en ellas. Es

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necesario rechazarlas formalmente llevando el ánimo a otra cosa: es el medio más
fácil y seguro, sobre todo para combatir los movimientos de ira.

El naturalismo es la falsa doctrina que invita a no poner ninguna traba a las pasiones
humanas, bajo pretextos pseudo-psicológicos (dar origen a traumas, por ejemplo).
Cae en el error base de olvidar que el hombre tiene las pasiones desordenadas y
proclives al mal moral. La recta razón, como potencia superior, iluminada y
fortalecida por la gracia, ha de someter y regir esos movimientos en el hombre.

La violencia. Es el impulso de un factor exterior que nos lleva a actuar en contra de


nuestra voluntad. Ese factor exterior puede ser físico (golpes, etc.) o moral
(promesas, halagos, ruegos insistentes e inoportunos, etc.), que da lugar a la
violencia física o moral. La violencia física absoluta -que se da cuando la persona
violentada ha opuesto toda la resistencia posible, sin poder vencerla- destruye la
voluntariedad, con tal de que se resista interiormente para no consentir el mal. La
violencia moral nunca destruye la voluntariedad pues bajo ella el hombre
permanece en todo momento dueño de su libertad. La violencia física relativa
disminuye la voluntariedad, en proporción a la resistencia que se opuso.

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Los hábitos. Muy relacionados con el consentimiento están los hábitos o
costumbres contraídas por la repetición de actos, y que se definen como firme y
constante tendencia a actuar de una determinada forma. Esos hábitos pueden ser
buenos y en ese caso los llamamos virtudes, o malos, estos últimos constituyen los
vicios. El hábito de tener un vicio arraigado disminuye la responsabilidad si hay
esfuerzo por combatirlo, pero no de otra manera, ya que quien no lucha por
desarraigar un hábito malo contraído voluntariamente se hace responsable no sólo
de los actos que comete con advertencia, sino también de los inadvertidos: cuando
no se combate la causa, al querer la causa se quiere el efecto. Por el contrario, quien
lucha contra sus vicios es responsable de los actos que comete con advertencia,
pero no de los que comete inadvertidamente, porque ya no hay voluntario en
causa.

VI. LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO

El acto humano no es una estructura simple, sino integrada por elementos


diversos. ¿En cuáles de ellos estriba la moralidad de la acción? La pregunta
anterior, clave para el estudio de la ciencia moral, se responde diciendo que, en
el juicio sobre la bondad o maldad de un acto, es preciso considerar:

 El objeto del acto en sí mismo,


 las circunstancias que lo rodean, y
 la finalidad que el sujeto se propone con ese acto.

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Para dictaminar la moralidad de cualquier acción, hay que reflexionar antes
sobre estos tres aspectos.

El objeto

El objeto constituye el dato fundamental: es la acción misma del sujeto, pero


tomada bajo su consideración moral. Nótese que el objeto no es el acto sin más,
sino que es el acto de acuerdo a su calificativo moral. Un mismo acto físico
puede tener objetos muy diversos, como se aprecia en los ejemplos siguientes:
MISMO ACTO - OBJETOS DIVERSOS: - matar, asesinato - defensa propia - aborto
- pena de muerte -hablar - mentir - insultar - adular - bendecir - difamar - jurar

La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es


malo, el acto es necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto es bueno si
lo son las circunstancias y la finalidad. Por ejemplo, nunca es lícito calumniar,
por más que las circunstancias o la finalidad sean muy buenas. Si el objeto del
acto no tiene en sí mismo moralidad alguna (por ejemplo, pasear), la recibe de
la finalidad que se intente (por ejemplo, para descansar y conservar la salud), o
de las circunstancias que lo acompañan (por ejemplo, con una mala compañía).
Aun cuando pueden darse objetos morales indiferentes en sí mismos ni buenos
ni malos, sin embargo, en la práctica no existen acciones indiferentes (su
calificativo moral procede en este caso del fin o de las circunstancias). De ahí
que en concreto toda acción o es buena o es mala.

Las circunstancias

Las circunstancias (circum-stare: hallarse alrededor) son diversos factores o


modificaciones que afectan al acto humano. Se pueden considerar en concreto
las siguientes:

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1. Quién realiza la acción (por ejemplo, la autoridad que comete un
ilícito.).
2. Las consecuencias o efectos que se siguen de la acción (un leve
descuido del médico puede ocasionar la muerte del paciente).
3. Qué cosa: designa la cualidad de un objeto (por ejemplo, el robo de
una cosa sagrada) o su cantidad (por ejemplo, el monto de lo
robado).
4. Dónde: el lugar donde se realiza la acción (por ejemplo, un acto ilícito
cometido en público es más grave, por el escándalo que supone).
5. Con qué medios se realizó la acción (por ejemplo, si hubo fraude o
engaño, o si se utilizó la violencia).
6. El modo como se realizó el acto (por ejemplo, rezar con atención o
distraídamente, castigar a los hijos con crueldad).
7. Cuándo se realizó la acción, ya que en ocasiones el tiempo influye en
la moralidad (por ejemplo, no pagar impuesto en la fecha
correspondiente)

Influjo de las circunstancias en la moralidad. Hay circunstancias que atenúan la


moralidad del acto, circunstancias que la agravan y, finalmente, circunstancias
que añaden otras connotaciones morales a ese acto. Por ejemplo, actuar a
impulso de una pasión puede -según los casos- atenuar o agravar la culpabilidad.
Insultar es siempre malo: pero insultar a un semejante es mucho menos grave
que insultar a una persona enferma. Es claro que en el examen de los actos
morales sólo deben tenerse en cuenta aquellas circunstancias que posean un
influjo moral. Así, por ejemplo, en el caso del robo, da lo mismo que haya sido
en martes o en jueves, etc.

Circunstancias que añaden connotación moral al acto ilícito, haciendo que en


un sólo acto se cometan dos o más actos ilícitos específicamente distintos (por
ejemplo, el que mata al padre comete dos faltas: homicidio y parricidio).

La circunstancia que añade nueva connotación moral es la circunstancia “qué


cosa”, en este caso la cualidad del padre.

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• Circunstancias que cambian la especie teológica del pecado, haciendo que un
pecado pase de mortal a venial o al contrario (por ejemplo, el monto de lo
robado indica si un pecado es venial o mortal).

• Circunstancias que agravan o disminuyen el pecado sin cambiar su especie


(por ejemplo, es más grave dar mal ejemplo a los niños que a los adultos; es
menos grave la ofensa que procede de un brote repentino de ira al hacer
deporte, etc.).

La finalidad

La finalidad es la intención que tiene el hombre al realizar un acto, y puede


coincidir o no con el objeto de la acción. No coincide, por ejemplo, cuando
camino por el campo (objeto) para recuperar la salud (fin). Si coincide, en
cambio, en aquel que se emborracha (objeto) con el deseo de emborracharse
(fin). En relación a la moralidad, el fin del que actúa puede influir de modos
diversos:

1) Si el fin es bueno, agrega al acto bueno una nueva bondad (por ejemplo, oír
Misa objeto bueno- en reparación por los pecados -fin bueno-).

2) Si el fin es malo, vicia por completo la bondad de un acto (por ejemplo, ir a


Misa objeto bueno- sólo para criticar a los asistentes -fin malo-).

3) Cuando el acto es de suyo indiferente el fin lo convierte en bueno o en malo


(por ejemplo, pasear frente al banco -objeto indiferente- para preparar el
próximo robo fin malo-).

4) Si el fin es malo, agrega una nueva malicia a un acto de suyo malo (por
ejemplo, robar -objeto malo- para después embriagarse -fin malo-).

5) El fin bueno del que actúa nunca puede convertir en buena una acción de
suyo mala. Dice San Pablo: “No deben hacerse cosas malas para que resulten
bienes” (cfr. Rom. 8,3). Por ejemplo, no se puede jurar en falso -objeto malo-

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para salvar a un inocente -fin bueno-, o dar muerte a alguien para liberarlo de
sus dolores, o robar al rico para dar a los pobres, etc.

VII. DETERMINACIÓN DE LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO.

El principio básico para juzgar la moralidad es el siguiente:

Para que una acción sea buena, es necesario que lo sean sus tres elementos: objeto
bueno, fin bueno y circunstancias buenas; para que el acto sea malo, basta que lo
sea cualquiera de sus elementos (“bonum ex integra causa, malum ex quocumque
defectu”: el bien nace de la rectitud total; el mal nace de un sólo defecto.

La razón es clara: estos tres elementos forman una unidad indisoluble en el acto
humano, y aunque uno sólo de ellos sea contrario a la ley divina, si la voluntad obra
a pesar de esta oposición, el acto es moralmente malo.

LA ILICITUD DE OBRAR SÓLO POR PLACER

La ilicitud de obrar sólo por placer es un principio moral que tiene en la vida práctica
muchas consecuencias. Las premisas son las siguientes4:

 Dios ha querido que algunas acciones vayan acompañadas por el placer,


dada la importancia para la conservación del individuo o de la especie.
 Por eso mismo, el placer no tiene en sí razón de fin, sino que es sólo un
medio que facilita la práctica de esos actos: “Delectatio est propter
operationem et non et converso” (La delectación es para la operación y no
al contrario: C.G., 3, c. 26).
 Poner el deleite como fin de un acto implica trastocar el orden de las cosas
señalado por Dios, y esa acción queda corrompida más o menos

4
Apunte sobre los Actos Humanos. Universidad Fasta - departamento de Formación Humanística 1 Ética y Bioética (dhm34).
Ética, Bioética y Ética Profesional (DHM35, DHM36), pág. 1-10
https://www.ufasta.edu.ar/carteleravirtual/files/2016/03/Apunte-sobre-los-actos-humanos.pdf

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gravemente. Por ello, nunca es lícito obrar solamente por placer (por
ejemplo, comer y beber por el sólo placer es pecado; igualmente realizar el
acto conyugal exclusivamente por el deleite que lo acompaña; cfr. Dz. 1158
y 1159).
 Se puede actuar con placer, pero no siendo el deleite la realidad pretendida
en sí misma (por ejemplo, es lícito el placer conyugal en orden a los fines del
matrimonio, pero no cuando se busca como única finalidad. Lo mismo
puede decirse de aquel que busca divertirse por divertirse).
 Para que los actos tengan rectitud es siempre bueno referirlos a Dios, fin
último del hombre, al menos de manera implícita: “Ya comáis ya bebáis,
hacedlo por la gloria de Dios” (I Cor. 10, 31). Si se excluye en algún acto la
intención de agradar a Dios, sería pecaminoso, aunque esta exclusión de la
voluntad de agradar a Dios hace el acto pecaminoso si se efectúa de modo
directo, no si se omite por inadvertencia.

VIII. BIBLIOGRAFIA.
1. Apunte sobre los Actos Humanos. Universidad Fasta - departamento de
Formación Humanística 1 Ética y Bioética (dhm34). Ética, Bioética y Ética
Profesional (DHM35, DHM36), pág. 1-10
https://www.ufasta.edu.ar/carteleravirtual/files/2016/03/Apunte-sobre-los-
actos-humanos.pdf
2. Los actos humanos y los actos del hombre. noviembre 25. 2017.
http://programacionneurol.blogspot.com/2017/11/los-actos-
humanos.html. Fuente.
http://valoresmorales.galeon.com/aficiones1812654.html

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