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El Resumen y El Tema Evau

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EL RESUMEN Y EL TEMA

(Preguntas 2 y 1.a: 1,5 puntos)

Subrayado y anotación
Comprender un texto significa entender qué quiere decir el autor y cuántos argumentos o datos
emplea para respaldar su pensamiento.

Por lo tanto, el primer paso es leerlo y el segundo subrayarlo. Al subrayar elegimos las palabras que
representan ideas. Hay que subrayar con cabeza. Para empezar, subrayaremos palabras, no
oraciones. Cuantas menos palabras marcadas más eficaz era el subrayado. Hay que subrayar palabras
clave, aquellas que al ser leídas me conducen a una idea. Una vez subrayado el texto nos aseguramos
de que cada palabra subrayada salga una idea. El resumen consiste en unir estas ideas.

Resumen

Resumir bien es una cuestión de práctica, pero no consiste en resumir mucho sino en resumir bien.
Que en Madrid el comentario de texto preceda al resumen es un error. Cualquier persona sensata
sabe que antes de comentar un texto resulta imprescindible comprenderlo y resumirlo es un paso
para hacerlo. Por tanto, hay que hacer el resumen antes que el comentario.

El resumen no debe exceder de 6 líneas. En esto no hay excepciones, si veis que os pasáis comenzar
de nuevo y reescribirlo de modo que no os paséis.
- Nada de introducciones del tipo “nos encontramos ante un texto que…”, o “en el texto se nos
habla de…”.
- No se pude incluir nada que no esté en el texto por tanto nada de opiniones, ni un adjetivo
que juzgue. Debéis limitaros a escribir las ideas que aparecen en el texto del modo más
expositivo y aséptico posible
- Hay que escribirlo en 3º persona
- No se pueden incluir frases del texto. Tampoco repetir línea por línea lo que dice cambiando
las palabras, a eso se llama parafrasear. Si puedes usar palabras del texto, obviamente, si el
texto habla de la célula habrá que nombrar la célula.
- No resumas de oído. ¿Qué es resumir de oído? Consiste en ir sacando de la cabeza las ideas
que han quedado al leer el texto, en el orden que me asalten y sin jerarquizarlas. Tenéis que
hacer el resumen con el texto delante, considerando cada una de las palabras subrayadas, las
ideas tienen que figurar en el mismo orden en el que aparecen en el texto.
- Si el texto está divido en párrafos os dan una pista fundamental: cada párrafo tendrá una idea.
Si el párrafo es un ejemplo entonces no, no hay que incluir ejemplos en el resumen, a no ser
que todo el texto se apoye en un ejemplo.
- Cuando haya enumeraciones hay que generalizar, encontrar las palabras que lo engloben
todo.
- Si en el texto hay muchas figuras retóricas no las incluyáis en el resumen.
- No incluyáis lo que esté entre paréntesis, los datos, cifras, estadísticas, etc, (a no ser que sean
la base del texto), ni citas.
- No hagáis la lista de la compra, frases sueltas unidas por yuxtaposición o con la conjunción
“y”. Unid las frases usando conectores, que se vea que es un texto completo.

Tema
Tema y título no son lo mismo. El título sirve para llamar la atención, generar interés, el tema sirve
para aportar información, de forma objetiva, sobre el contenido del texto.
El tema tampoco es la tesis. El tema es el asunto en torno al cual gira u texto, mientras que la tesis es
la postura que el autor mantiene acerca de ese tema. Pero el de la EVAU de Madrid, si el texto es
argumentativo (que lo es en el 90% de los casos) lo que en realidad piden es la tesis, o sea, lo que
piensa el autor sobre el tema ¿Por qué lo hacen así? Porque los textos expositivos no tienen tesis, así
la pregunta vale para cualquier tipo de texto.
El tema/tesis tiene que dar suficiente información para que el receptor pueda identificar su
contenido, pero en solo una línea (máximo dos)

a) Los animales de nuestra infancia se extinguieron, pero los hombres no


b) Las catástrofes naturales traen dinero para el aumento del PIB
c) Las catástrofes naturales y los negocios
d) La seguridad del hombre lo lleva a considerar las catástrofes naturales un negocio
e) La engañosa seguridad del hombre en sí mismo y su postura egoísta ante las catástrofes
naturales

Por muchas ambiciones con que el ser humano se pinte a sí mismo, no pasa de ser un mero
superviviente. Ahora que sabemos que insectos que fueron nuestra más alegre compañía en la
infancia, las mariposas, los saltamontes, los grillos, son ya también especies amenazadas de extinción,
haríamos bien en poner nuestras barbas a remojar. Basta escuchar con atención a los líderes
mundiales para comprender que si persistimos como raza dominante no es debido a la inteligencia
superior, sino a unas cualidades de resistencia al medio más sólidas que las de aquellos seres que
coleccionábamos con alfileres, recluíamos en botes transparentes o cazábamos por el campo sin
saber aún que éramos depredadores. Instalados en un vértigo tecnológico que apunta a la
inmortalidad como el próximo reto cuando todavía la instalación de fibra telefónica es una chapuza
de cables, taladros y postes torcidos en las esquinas de las calles, parecemos imbuidos de una
seguridad en nosotros mismos que solo se apabulla cuando llega puntual la enfermedad terminal y la
pompa fúnebre, a la que por más rimbombancia que le damos no nos acaba de gustar del todo
protagonizar.
Cada vez más sumisos al asfalto y al teléfono móvil, no parece angustiarnos la constante cadencia de
fenómenos naturales de una capacidad de destrucción asombrosa. El dolor de los terremotos y
huracanes, tan tremendos en el final de verano caribeño, ya ha sido analizado por las mejores mentes
financieras como una posibilidad cierta de negocio y en las páginas de economía se especula con que
un buen cataclismo trae dinero para reconstrucción y crecimiento del PIB. Incluso utilizamos
amenazas como el tsunami, el huracán o el vendaval para adjetivar capacidades humanas, presos del
entusiasmo, olvidándonos de que cuando uno de esos fenómenos nos visita el hombre se hace
hormiga pisoteada sin esfuerzo. Qué miserable delirio de superioridad nos invade cuando nos
olvidamos de en medio de dónde estamos.
(David Trueba, Otoño, EL PAIS 26/10/2017. Evau Madrid 2019)

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