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Luchas Interoceánicas y Disputas Imperialistas El Contrabando Corsarios y Piratas

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Luchas interoceánicas y disputas imperialistas el contrabando corsarios y

piratas

Durante el siglo XVI, fueron los españoles los únicos europeos que se
apropiaron de manera duradera de los espacios caribeños tanto en las islas
como en el continente. Las demás monarquías europeas intentaron
apoderarse de las riquezas que provenían de aquella América nueva. Para
lograr tal objetivo, sacaron partido de la guerra de corso y eligieron el
espacio marítimo como lugar de contienda.
Los corsarios, en posesión de patentes reales de corso inglesas o francesas,
trataron de apoderarse de las riquezas que venían de América reservando
parte del botín a sus reales comanditarios. 
Aquellos combates navales se parecían a audaces asaltos, los corsarios eran
excelentes marineros, acostumbrados a la pelea en el mar y disponían de
naves rápidas, aptas a la maniobra y bien armadas. Sus principales armas
residían en la sorpresa, la rapidez y la violencia habitual en tales combates.
Como los españoles habían fortificado sus principales puertos, era
necesario que los corsarios manifestaran una gran audacia.
Francése ingleses se distinguieron así durante todo el siglo XVI. Los
primeros se apoderaron en 1522 de una parte del tesoro de Moctezuma que
provenía de la recién conquista de Tenochtitlán a costa de los Aztecas.
Devastaron los principales puertos españoles desde 1530 hasta 1555.
La segunda mitad del siglo vio el triunfo de los corsarios ingleses tales
como Francis Drake En 1572, con dos naves, saqueo puertos españoles del
mar Caribe. Vio por primera vez el océano Pacífico y tomó el puerto
de Nombre de Dios en el istmo de Panamá destruyendo la ciudad
de Portobelo. Regresó a Inglaterra con una carga de plata española. Su
acuerdo con la reina Isabel I era compartir los beneficios del saqueo de
puertos y naves españolas, lo cual, debido a la confianza de los españoles
en su supremacía en el Pacífico, no le resultó muy difícil, ya que los
puertos no se encontraban fortificados y las naves cargadas con mercancías
no eran escoltadas para su protección.
El frecuente saqueo de los puertos españoles daba lugar a incendios,
importantes rescates y botines proviniendo de bienes públicos como
privados, los cuales se podían fácilmente convertir en dinero. Los
asaltantes europeos recibían a veces la ayuda de los amerindios, en
particular de los Kalinas de las Pequeñas Antillas, que solían armar
expediciones guerreras a bordo de sus canoas rumbo a las Grandes Antillas
en el norte y a la cuenca del Orinoco en el sur.

La primera gran acción pirata se registró en 1521, cuando Jean


Florín capturó, a la altura de las islas Azores, el tesoro del tlatoani azteca
Moctezuma II, enviado por Hernán Cortés desde México. El ciclo de la
piratería francesa se había iniciado.
A lo largo del siglo XVI, las guerras de España contra Francia y luego
contra Inglaterra también se reflejaron en los mares americanos a través de
la presencia de los corsarios. De hecho, la piratería y el corsarismo de esta
época fueron para los ingleses y franceses una vía de ennoblecimiento,
como la conquista lo había sido para los españoles.
Las principales poblaciones del Caribe, puertos de salida de las flotas de la
plata, fueron víctima de reiterados asaltos que forzaron a la corona
española a la paulatina fortificación de sus posesiones. Igualmente la obligó
a regular el transporte de los metales preciosos por medio de la creación
del sistema de galeones y flotas, en 1561.
El contrabando

Desde la tercera década del siglo XVI, navegantes ingleses, franceses y


holandeses merodeaban las costas del Caribe tanteando la posibilidad de
atacar las poblaciones de fácil acceso o, como resultara más adelante, de
establecer un intercambio de productos con sus moradores. En 1537 un
corsario francés asalto y quemo algunos ingenios vecinos a la villa de Azua
y a la bahía de Ocoa. En 1540 un navío español fue atacado camino a
Europa por corsarios ingleses. 
Pronto la situación se agravo de tal manera que la Corona española dispuso
de un régimen o sistema de flotas y galeones que debían de acompañar a
todos los navíos en su comercio con las Indias; estas flotas zarpaban de
Sevilla dos veces al año con los productos manufacturados y retornaban de
Veracruz, en México, y Portobelo en Panamá, cargados del tesoro y
productos agrícolas.
Con el sistema de flotas se inicia el largo proceso de aislamiento y
decadencia de la isla española. Los barcos que se dirigían a Santo domingo
debían de zarpar de Sevilla junto a las flotas y al llegar al Caribe desviarse
solos en su ruta a Santo Domingo, exponiendo a posibles ataques de
piratas. Los fletes empezaron a costar el doble y los artículos europeos
alcanzaron precios verdaderamente inadmisibles, pero aun así continuaron
llegando embarcaciones en búsqueda de artículos de exportación a buenos
precios. La situación se le hizo mucho más difícil a los vecinos de la
española a partir de 1566 cuando se dispuso que las flotas provenientes de
Tierra Firme se unieran en la Habana, que desde entonces sería el puerto y
escala principal en el Caribe, desplazando casi totalmente a Santo
Domingo. 
Como el crecimiento y expansión del sistema de plantación estaba
directamente relacionado con la demanda de las casas comerciales
sevillanas, en la segunda mitad del siglo, “la isla empezó a producir más de
lo que le interesaba a España”,11 o de lo que España podía comprar para
revender. Sin embargo, a los países del norte de Europa les interesaba
mucho la adquisición directa de materias primas a mejores precios de lo
que les vendía España, es decir, comprándolas a los vecinos de las Indias
occidentales para quienes esta posibilidad significaba la salvación,
pudiendo vender sus productos a mayores precios que a los comerciantes
sevillanos y comprando los artículos europeos directamente de quienes los
producía, mucho más barato.
Del monopolio comercial impuesto por la Corona, de su incapacidad para
suplir el mercado colonial, así como del aislamiento y abandono que se
empezaba a sentir en la isla, surgió la respuesta económica que prevalecería
por siglos en la isla de Santo Domingo; el contrabando. 
En 1563 el comerciante inglés John Hawkins llegó a la villa de Puerto Plata
con tres barcos llenos de mercancías y esclavos; luego de ser
supuestamente rechazado por las autoridades, se desplazó a la abandonada
villa de la Isabela, donde con los mismos vecinos de Puerto Plata entre los
que se encontraba hasta el cura del pueblo, pudo intercambiar toda su
mercancía por los productos locales. Aunque los funcionarios de Santo
Domingo enviaron una patrulla que confiscó los artículos que se le habían
cambiado al inglés, y el mismo Hawkins y sus socios tuvieron problemas al
regresar a Europa, este viaje les aseguro a los comerciantes ingleses que los
habitantes de las Indias se encontraban bien dispuestos a comercializar con
ellos. 
Pronto la incidencia del contrabando comenzaría a efectuar ciertos cambios
en la sociedad y economía de la isla, hasta llegar a deteriorar seriamente las
finanzas reales; cambios que resultaron imposible de controlar por las
autoridades locales, quienes rápidamente también se involucraron en el
nuevo y ventajoso negocio. 

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