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Teoría Crítica

Apunte de recortes.

La epistemología de la T.C. está asociada a un proyecto emancipatorio derivado de la


Escuela de Frankfurt, la cual estaba ligada a los pensamientos de Kant y Marx

Los principales temas de naturaleza sociológico-filosóficos tratados por la T.C. son:

 La autoridad
 El autoritarismo
 El totalitarismo
 La familia
 La cultura de masas
 El papel de la ciencia y de la técnica
 La libertad

Al oponerse al positivismo, argumenta que el conocimiento no surge del compromiso


neutral del sujeto con una realidad objetiva. Invita a reflexionar sobre la construcción
social y los efectos del conocimiento; a reconsiderar la neutralidad.

La TC rechaza los argumentos realistas y neorrealistas acerca de que las comunidades


deben tratarse unas a otras en el campo militar.

Se opone a posiciones empíricas sobre el mundo social que asumen a las estructuras
existentes inmutables. Investiga posibilidades de nuevas formas de comunidad, donde
los individuos logren niveles mayores de libertad.

Vence la debilidad del marxismo. Niega que el poder de clase sea la forma fundamental
de la exclusión social, o que la Producción sea la clave determinante para la sociedad y
la historia.

El crecimiento de la influencia de la T.C. refleja la insatisfacción de los estudiosos con


las teorías dominantes, dadas sus evidentes limitaciones en la comprensión del análisis
de los cambios que se daban en la política mundial. Dos importantes teóricos que se
destacan son: Robert Cox, Andrew Linklater y Noam Chomsky.

Robert Cox

Cox (nacido en 1926) se graduó en 1946 Universidad de McGill en Montreal, donde


obtuvo el grado de Doctor en historia. Después de su graduación trabajó para la
Organización Internacional del Trabajo donde permaneció durante 25 años, ayudando a
crear y configurar el Instituto Internacional de Estudios Laborales -International
Institute for Labor Studies (IIEL)-.

En su carrera académica Cox se conoce por su independencia feroz y desafío constante


a la ortodoxia así como su acercamiento a los aspectos históricos. Mientras que sus
contribuciones como estudiante durante su permanencia en la Universidad de Columbia
eran absolutamente convencionales y centradas en las organizaciones internacionales,
después de su experiencia en la OIT y derivada de ella, adoptó una perspectiva más
radical. Durante su permanencia en la Universidad de York consolidó su mirada
histórica y reflexiva -motivada por su educación en la Universidad de McGill-, lo que le
permitió abarcar y tratar temas más ambiciosos. Cox describe su trabajo académico
como un intento de comprender y entender, "las estructuras básicas del mundo".2

Cox insiste que hay pocas verdades universales y que las ideas están arraigadas en las
particularidades de un tiempo y un lugar concreto y se deben entender dentro de su
contexto histórico, una perspectiva que será la base de su acercamiento académico. Sus
intereses académicos se han centrado en la aparición de un nuevo orden mundial
transnacional, el papel de agentes transnacionales, Antonio Gramsci y su teoría política,
los procesos del cambio social y los cambios en economía mundial. (Wikipedia).

Como ha señalado Celestino Arenal, al iniciarse el decenio de los noventa, la agenda del
estudio de las relaciones internacionales requería una revisión crítica del limitado
paradigma del Estado y del poder, y mayor atención a las relaciones entre actores de
distinta naturaleza. Se trataría de problematizar al Estado, a las relaciones del Estado
con otros actores, y la jerarquía de las relaciones interestatales, que se convertirían en
una variable o consecuencia, y no sólo, ni principalmente, en la causa u origen del poder
y de las estructuras que se derivarían de la desigual distribución y efectos de ese poder.
En palabras de Robert Cox, “…el poder del Estado deja de ser el único factor
explicativo, y se convierte en parte de lo que debe ser explicado”.

Hegemonía y estructuras históricas como fuente y manifestación del poder:

Robert W. Cox parte de una crítica postpositivista de las ontologías convencionales del
poder, afirma que es más pertinente hablar de “ordenhegemónico”, que de polaridad o
“hegemonía” en el sentido convencional; es decir, entendiendo ésta última como una
mera relación de dominación de un hegemon, o de varios Estados hegemónicos, sobre
otros Estados menos poderosos. Partiendo de las categorías de Antonio Gramsci, Cox
diferencia la “coerción” y la “hegemonía” como fuentes del poder, dando más
relevancia a esta última en la conformación del sistema internacional. Por “hegemonía”
se entiende “la estructura de valores y entendimientos sobre la naturaleza del orden que
permea un sistema de estados y de entidades no estatales en su conjunto”. Según Cox,
en un orden hegemónico, esos valores y entendimientos son relativamente estables, y no
se cuestionan. Aparecen ante la mayor parte de los actores como un orden natural. Tal
estructura de significados se ubica y a la vez explica una estructura del poder, en la que,
en la mayor parte de los casos, existe un
Estado dominante, pero esa dominación, por sí sola, no genera hegemonía”.

La hegemonía deriva de las formas de actuar y de pensar de los estratos sociales


dominantes del Estado o los Estados dominantes, en la medida que estos hayan obtenido
la aquiescencia de los estratos dominantes de otros Estados. Desde esta perspectiva
neogramsciana se subraya que la posesión de capacidades materiales no se traduce
automáticamente en hegemonía, en tanto ésta requiere, sobre todo, del desarrollo de
constructos socio-culturales e ideológicos con los que el orden resultante se presenta
como el orden “natural” y adquiere un carácter pretendidamente universalista.23 El
orden mundial hegemónico es la expresión de una particular estructura histórica, o
“marco para la acción” que resulta de la interacción de tres conjuntos de fuerzas:
capacidades materiales, instituciones e ideas, sin que unas primen de antemano sobre
otras, siendo necesario un análisis caso por caso en cada momento histórico. Las ideas,
en particular, son de dos tipos: por un lado, significados intersubjetivos o nociones
compartidas sobre la naturaleza de las relaciones sociales, que configuran hábitos y
expectativas de conducta; por otro lado, imágenes colectivas del orden social que
sancionan o cuestionan las relaciones de poder prevalecientes, y definen preferencias en
relación a valores como la justicia, la libertad o el bien común.

En su trabajo “El neorrealismo y sus críticos”, Robert Cox plantea:

“La teoría siempre es para alguien y tiene un objetivo concreto. Todas las teorías tienen
una perspectiva. Las perspectivas provienen de una posición en el tiempo y en el
espacio. El mundo es definido desde un punto definible en términos de nación o clase
social, de dominación o subordinación, etc. Por lo tanto, la teoría en sí misma, alejada
de un punto en el tiempo y en el espacio, no existe. La tarea primaria de la teoría es ser
plenamente consciente de estos problemas para que la mente pueda llegar a un acuerdo
con la realidad. Este diálogo inicial está relacionado con la problemática específica a
una perspectiva particular. La teoría puede tener dos objetivos:

1- ser la guía que ayude a resolver los problemas presentados dentro de los términos de
la perspectiva particular que fue el punto de partida,

2- tomar conciencia de la perspectiva que da lugar a la teoría y su relación con otras


perspectivas.

Cada uno de estos objetivos da lugar a una nueva clase de teoría.

El primer problema da lugar a la teoría de la resolución de problemas que toma como


marco para la acción al mundo tal cual lo encuentra, con las relaciones de poder
prevalecientes y sus instituciones tal cual están organizadas. El objetivo general de esta
teoría es que estas relaciones e instituciones funcionen sin complicaciones al tratar
ciertas fuentes de problemas con eficacia; este enfoque es conservador y carente de
valoraciones ya que trata a las variables como objetos. Es una guía para acciones
tácticas conducentes a mantener el orden existente.

El segundo objetivo da lugar a la teoría crítica que no da por supuestas a las


instituciones y a las relaciones sociales y de poder sino que las cuestiona. Se dirige al
complejo social y político en su totalidad y no a sus partes separadas. Por eso la teoría
crítica es teoría de la historia ya que su interés radica no sólo en el pasado sino en el
proceso continuo de cambios históricos. Esta teoría debe adaptar sus conceptos según
varíe el objeto que intenta comprender. No está desconectada de los problemas del
mundo real y aborda la práctica desde una perspectiva que trasciende la del orden
existente. Es una guía para la acción estratégica conducente a crear un orden alternativo.

Los períodos de aparente estabilidad o fijeza en las relaciones internacionales favorecen


al enfoque de la resolución de problemas. (Guerra Fría) En cambio, una situación de
incertidumbre en las relaciones de poder favorece a una teoría crítica (los hechos de los
años 1970) …..

…… Marcos para la acción: estructuras históricas


El concepto de un marco para la acción o estructura histórica es el cuadro de una
configuración particular de fuerzas. Esta configuración impone presiones y limitaciones.
Los individuos o grupos pueden moverse con las presiones o resistirse u oponerse a
ellas pero no pueden ignorarlas. Existen tres categorías de fuerzas que interactúan en
una estructura: las capacidades materiales, las ideas y las instituciones.

Las capacidades materiales son potenciales productivos y destructivos.

Las ideas son de dos tipos: un tipo comprende significados ínter-subjetivos o aquellas
nociones comunes acerca de la naturaleza de las relaciones sociales que tienden a
perpetuar hábitos y expectativas de comportamiento. Sin embargo, estas nociones están
condicionadas históricamente. El otro tipo de ideas son las imágenes colectivas del
orden social que tienen diferentes grupos de personas. Estas son nociones relativas a la
naturaleza y a la legitimidad de las relaciones de poder existentes, los significados de
justicia y bien común, etc. Estas imágenes colectivas pueden ser variadas y opuestas.

La institucionalización puede ser un medio para estabilizar y perpetuar un orden


concreto.

Hay una gran relación entre la institucionalización y lo que Gramsci llama hegemonía.
Las instituciones proveen maneras de resolver conflictos para minimizar el uso de la
fuerza. Las instituciones pueden convertirse en el sostén de la estrategia hegemónica ya
que se prestan tanto a las representaciones de diferentes intereses como a la
universalidad de la política de acción.

Es necesario distinguir las estructuras hegemónicas de las no-hegemónicas y tener en


cuenta que la hegemonía no se reduce a una dimensión institucional.

El método de las estructuras históricas consiste en un método que representa lo que


puede denominarse totalidades limitadas. Las estructuras históricas son modelos en
contraste: como tipos ideales o modelos proveen, de una forma lógicamente coherente,
una representación simplificada de una realidad compleja y una expresión de
tendencias, limitadas en tiempo y espacio.

El método de las estructuras históricas se aplica a los tres niveles: 1) a la organización


de la producción, especialmente lo relacionado con las fuerzas sociales engendradas en
el proceso de producción, 2) a las formas de estado, y 3) a los órdenes del mundo. Estos
tres niveles pueden ser estudiados como una sucesión de estructuras rivales dominantes
y emergentes y se relacionan entre sí.

El neorrealismo pone el acento sobre los estados reducidos a su dimensión de fuerza


material y reduce la estructura del orden mundial al equilibrio del poder como
configuración de fuerzas materiales. El neorrealismo no está interesado en diferenciar
formas de estado y tiende a darle poco valor a los aspectos del orden mundial
normativos e institucionales. La teoría de la estabilidad hegemónica constituye un
intento de ampliar la perspectiva realista para incluir variaciones en la autoridad de
normas e instituciones internacionales. Keohane sostiene que las estructuras
hegemónicas de poder, dominadas por un solo país, son más conducentes al desarrollo
de regímenes internacionales fuertes cuyas reglas son relativamente precisas y bien
acatadas. Los ejemplos típicos de esta teoría son la pax britannica de mediados de siglo
XIX y la pax americana de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Un enfoque alternativo podría comenzar con la redefinición de la estabilidad relativa de


los ordenes del mundo sucesivos y esto puede ser posible equiparando a la estabilidad
con el concepto de hegemonía, que se basa en una conjunción coherente entre una
configuración de poder material, la imagen colectiva frecuente del orden mundial, y un
conjunto de instituciones que administran el orden con cierta apariencia de
universalidad. En esta formulación, el poder del estado deja de ser el único factor
explicativo y pasa a ser objeto de explicación. Esta reformulación del tema señala una
gran dificultad de la versión neorrealista de Keohane y otros que consiste en cómo
explicar la incapacidad de los Estados Unidos para establecer un orden mundial estable
en el período de entreguerras a pesar de su predominio de poder.

La dominación ejercida por un estado poderoso puede ser una condición necesaria pero
no suficiente de hegemonía. Los períodos de la pax americana y de la pax britannica
también cuadran dentro de la definición reformulada de hegemonía. (desarrolla los
ejemplos)

La noción de hegemonía como una división entre poder, ideas e instituciones favorece
el tratamiento de alguno de los problemas de la teoría de la dominación del estado como
la condición necesaria para un orden mundial estable.

La ideología es una esfera de acción determinante que debe ser comprendida en sus
conexiones con las relaciones de poder material.

Fuerzas Sociales, Hegemonía e Imperialismo

Las fuerzas sociales no deben ser pensadas como existentes de manera exclusiva dentro
de los estados. El mundo puede ser representado como un patrón de fuerzas sociales que
interactúan en donde los estados juegan un papel intermedio pero autónomo entre la
estructura global de las fuerzas sociales y configuraciones locales de fuerzas sociales
dentro de determinados países. Esta puede ser denominada una perspectiva del mundo
de economía política donde se ve al poder surgir de los procesos sociales y no bajo la
forma de capacidades materiales acumuladas, o sea como consecuencia de estos
procesos. Al tratar esta perspectiva, intentamos identificar las características
estructurales del orden del mundo como configuraciones de las capacidades materiales,
ideas e instituciones y asimismo intentamos explicar sus orígenes, crecimiento y
desaparición con relación a las interrelaciones de los tres niveles de estructuras. La pax
britannica estaba basada tanto en la supremacía del capitalismo industrial en la
economía internacional de intercambio como en el poder ideológico y social de la clase
que derivaba su riqueza de la industria.

La desaparición de este orden hegemónico también puede ser explicado por el


desarrollo de las fuerzas sociales.

El Imperialismo es un concepto bastante amplio que, en la práctica, debe ser redefinido


según cada período histórico.
El sistema imperial es una estructura de orden mundial que busca sustento en una
configuración determinada de fuerzas sociales, nacionales y transnacionales tanto de
estados centrales como periféricos. Introducir el término imperial con referencia a la
pax americana implica el riesgo de oscurecer la importante diferencia entre ordenes
mundiales hegemónicos y no-hegemónicos y confundir diferentes tipos de
imperialismos, ej. el liberal, el nuevo o colonial y el sistema imperial que acabamos de
detallar. La pax americana era hegemónica.

Debemos prestar atención a las siguientes cuestiones para determinar si la pax


americana se ha disuelto y, en tal caso, que puede reemplazarla: 1) cuáles son los
mecanismos para mantener la hegemonía en esta estructura histórica particular, y 2) qué
fuerzas sociales y/o formas de estado han sido generadas dentro de ella que podrían
oponerse y a la larga provocar una transformación de la estructura.

La Internacionalización del estado

Una respuesta parcial a la primera pregunta hace referencia a la internacionalización del


estado. Los principios básicos de la pax americana eran similares a los de la pax
britannica: el relativamente libre movimiento de bienes, capital y tecnología y un grado
razonable de predicción en las tasas de cambio.

La internacionalización del estado da preferencia a ciertas agencias estatales: ministros


de finanzas y cargos de primeros ministros, que son las claves en el ajuste de la política
económica interna a la internacional. Los ministerios de la industria, del trabajo, los
cargos de planificación, que habían sido construidos en un contexto de corporativismo
nacional, tendían a estar subordinados a los órganos centrales de la política pública
internacionalizada.

La internacionalización del estado no está limitada a los países centrales de capitalismo


avanzado.

La Internacionalización de la Producción

La internacionalización del estado está asociada con la expansión de la producción


internacional. Esto significa que la integración de los procesos de producción a escala
transnacional, con diferentes fases del mismo proceso, se está llevando a cabo en
distintos países.

La producción internacional se expande a través de la inversión directa. Con la


inversión directa, el control es inherente al proceso de producción en sí mismo y
permanece en manos del generador de la inversión. La característica esencial de la
inversión directa es la posesión, no de dinero, sino de conocimiento, en la forma de
tecnología y especialmente en la capacidad para continuar desarrollado nueva
tecnología, ej. filiales de entera propiedad, joint ventures con capital local, etc. La
posesión formal es menos importante que la manera en la que varios elementos son
integrados en el sistema de producción.

La inversión directa sugiere el predominio del capital industrial sobre el financiero.

La Producción Internacional y La Estructura de Clases


La producción internacional está movilizando fuerzas sociales y a través de estas
fuerzas se pueden anticipar sus consecuencias políticas más importantes relacionadas a
la naturaleza de los estados y al futuro del orden del mundo. Como consecuencia de la
producción internacional, es pertinente pensar en términos de una estructura de clase
global en paralelo con las estructuras de clase nacionales o entrelazada a ellas. En el
ápice de una estructura de clase global emergente está la clase gerencial transnacional,
que es una clase en sí misma y para sí misma con su propia ideología, estrategia e
instituciones de acción colectiva. Los miembros de esta clase no se limitan a aquellos
que ejercen funciones a nivel global tales como ejecutivos de corporaciones
multinacionales o funcionarios senior de agencias internacionales, sino que también
incluye a aquellos que manejan los sectores con orientación internacional dentro de los
países, los funcionarios de los ministerios de finanzas, los gerentes locales de empresas
relacionadas con los sistemas de producción internacional, etc.

Los capitalistas nacionales deben ser distinguidos de la clase transnacional.

Los trabajadores industriales han sido doblemente fragmentados: podemos trazar una
línea divisoria entre el trabajo reconocido y no reconocido. Los trabajadores
reconocidos son aquellos que han alcanzado un nivel de relativa seguridad y estabilidad
en sus trabajos y tienen algún tipo de perspectiva futura para el desarrollo de sus
carreras. Son, en general, relativamente calificados, trabajan para grandes empresas y
tienen sindicatos eficaces. Por el contrario, los no reconocidos tienen empleos
inseguros, no tienen perspectivas para su desarrollo laboral, están menos calificados y
tienen grandes obstáculos para desarrollar sindicatos eficaces. En general pertenecen a
minorías étnicas de menor estatus, son inmigrantes o mujeres.

La segunda línea divisoria dentro de los trabajadores de la industria está entre el capital
nacional e internacional. Los trabajadores reconocidos en el sector de la producción
internacional son aliados potenciales del capital internacional.

Los trabajadores reconocidos en el sector del capital nacional son más susceptibles a ser
atraídos por el proteccionismo y el corporativismo nacional.

El trabajo no reconocido ha cobrado particular importancia en la expansión de la


producción internacional. Los sistemas de producción están siendo diseñados para hacer
mayor uso de trabajadores semi-calificados.

Como una fuerza de trabajo en los países del Tercer Mundo está movilizada por la
producción internacional, los gobiernos de estos países han buscado con frecuencia
evitar la posibilidad de esta nueva fuerza social mediante el desarrollo de sus propias
organizaciones con conciencia social imponiéndole estructuras de corporativismo de
estado bajo la forma de sindicatos establecidos y controlados pos los gobiernos o el
partido político dominante.

Sin embargo, aun si la industria se moviera rápidamente en el Tercer Mundo y los


gobiernos locales fueran capaces de controlar su fuerza de trabajo industrial, la mayoría
de las poblaciones no verían mejora alguna.
Un problema importante para el capital internacional en su búsqueda de hegemonía
consiste en cómo neutralizar los efectos de esta marginalización de un tercio de la
población mundial para evitar así que la pobreza genere revueltas sociales.

Las Fuerzas Sociales, las Estructuras Estatales y Perspectivas Futuras para el Orden del
Mundo

Las fuerzas sociales generadas por los procesos de producción cambiantes son el punto
de partida para pensar en los posibles futuros. Aunque otros resultados son posibles,
podemos considerar tres resultados diferentes para el futuro del sistema del estado.

1- La perspectiva para una nueva hegemonía basada en la estructura global del poder
social generada por la internacionalización de la producción. Esto requeriría una
consolidación de dos tendencias poderosas y relacionadas: El continuo predominio del
capital internacional por sobre el nacional dentro de los países más importantes y la
continua internacionalización del estado como así también el mantenimiento del
monetarismo como ortodoxia de la política económica poniendo énfasis en la
estabilización de la economía mundial en detrimento del cumplimiento de las demandas
sociopolíticas a nivel nacional.

La configuración interestatal de poder que podría mantener tal orden del mundo consiste
en una coalición centralizada en los Estados Unidos, la República Federal de Alemania
y Japón con el apoyo de otros estados OCDE y la posibilidad de que participen algunos
de los países del Tercer Mundo más industrializados, como Brasil, y los principales
países OCDE más conservadores y la posibilidad de una distensión estimulada que
genere un mayor vínculo entre la esfera Soviética en la economía mundial de la
producción internacional. La nueva división internacional del trabajo cumpliría con los
reclamos de industrialización para dichos países. El conflicto social en los países
centrales sería combatido a través del corporativismo empresarial. En los países
periféricos, el conflicto social sería resuelto mediante una combinación de
corporativismo estatal y represión.

2- Otro resultado posible es una estructura hegemónica mundial de centros de poder


encontrados/opuestos. Esto se desarrollaría a través de la supremacía de coaliciones
neo-mercantilistas en varios países centrales que vincularan capital nacional y trabajo
reconocido.

La posible forma estructural del mercantilismo dentro de los países centrales sería
corporativismo a nivel industrial y a nivel nacional permitiendo una relación entre el
capital nacional y el trabajo organizado con el gobierno con el fin de la creación e
implementación de la política estatal. Los estados periféricos tendrían el mismo
resultado que el mencionado en el punto 1 pero estarían más íntimamente relacionados
con las economías de los países centrales.

3- Un resultado más remotamente posible sería el desarrollo de un contra-hegemonía


basada en una coalición del Tercer Mundo contra la dominación de los países centrales
que apuntara al desarrollo autónomo de los países periféricos y a la culminación de la
relación centro-periferia. Sin embargo la perspectiva de una contra-hegemonía radica en
el desarrollo futuro de las estructuras estatales en el
Tercer Mundo.

La fuerza social dominante en estos países es lo que típicamente ha dado en llamarse


“clase estatal”, una combinación de personal de partido, burocrático y militar junto con
líderes sindicales que controla el aparato estatal y a través de él intenta ganar más
control sobre el aparato productivo en el país. La orientación de la clase estatal es
indeterminada. Pude ser conservadora o radical; puede luchar por un mejor trato dentro
de la economía mundial de la producción internacional o puede buscar superar el
desarrollo interno desigual generado por el capital internacional.

Las clases estatales de la primera orientación son susceptibles de incorporación a una


nueva economía mundial hegemónica y al mantenimiento de las estructuras
corporativistas estatales. La segunda orientación podría proveer el apoyo para la contra-
hegemonía. Sin embargo, una clase estatal sólo puede mantener la segunda orientación
si tiene el apoyo desde abajo bajo la forma de un verdadero populismo. La alternativa
radical podría ser la forma de respuesta al capital internacional en los países del Tercer
Mundo tanto como el neo-mercantilismo podría ser la respuesta en los países más ricos.

Andrew Linklater

Andrew Linklater es un renombrado académico en relaciones internacionales, y es el


actual “Woodrow Wilson” profesor de política internacional en Universidad de
Aberystwyth (R.U.). En el 2000 Martin Griffiths, lo Incluyó en su libro “Cincuenta
pensadores dominantes en Relaciones Internacionales”.

Linklater posee un BPhil de la Universidad de Oxford, un MA de Universidad de


Aberdeen, y un PhD de la London School of Ecnomy. Su carrera de enseñanza comenzó
en Universidad de Tasmania (1976 a 1981) continuó en la Universidad de Monash en
1982, donde enseñó por diez años. En 1993, se hizo profesor de RRII en la Universidad
de Keele, y se convirtió el decano de asuntos de graduados en 1997. En enero de 2000
ensambló el departamento de política internacional en Aberystwyth.

Publicaciones de Linklater:

 La escuela inglesa de relaciones internacionales: Un gravamen contemporáneo


(con Hidemi Suganami)
 Teorías de relaciones internacionales (corregido con Scott Burchill), Palgrave,
2005.
 Lealtad política y el Nación-Estado (corregido con Michael Waller), Routledge,
2003.
 Relaciones internacionales: Conceptos críticos en ciencia política, Routledge,
2000
 La transformación de la comunidad política: Fundaciones éticas de la era Post-
westphaliana, Prensa del Polity, 1998.
 Límites en la pregunta: Nuevas direcciones en las relaciones internacionales,
(corregido con Juan MacMillan) Frances Pinter, 1995.
 Más allá de realismo y de marxismo: Teoría crítica y relaciones internacionales,
Prensa de MacMillan, 1990.
 Nuevos horizontes en políticas: Ensayos con un foco australiano, (corregido con
Hugh V. Emy), Allen y Unwin, 1990.
 Hombres y ciudadanos en la teoría de relaciones internacionales, Prensa de
MacMillan, 1982.
 Nuevas dimensiones en políticas del mundo, (corregido con el G. Goodwin)
Croom Helm, 1975.

Para Andrew Linklater la teoría no es sólo una herramienta para darle sentido al mundo
"tal como es", sino para darle sentido a como el mundo "llegó a ser tal como es".
Argumenta también que no se debe aceptar que el mundo es inevitable desigual y
jerárquico. Se puede utilizar la teoría tanto para comprender cómo estas desigualdades
existen y cuál es la manera de solucionarlas.

Andrew Linklater ha tratado de promover una síntesis entre el postmodernismo y la


Teoría Crítica, bajo la premisa de que la crisis actual no es benéfica para las RRII en el
largo plazo. Postula a la T.C. como un terreno fértil desde el cual, con un desarrollo
adecuado en el área de las RRII, se puede otorgar dirección, coherencia y síntesis a la
disciplina.

Los teóricos críticos reconocieron que cada esfuerzo intelectual emerge de un contexto
histórico y socio-económico específico y se concentraron en cómo el contexto podría
ser alterado. Según ello, en contraste con las teorías tradicionales, las teorías críticas
serían capaces de reconocer sus propias limitaciones.

Estas ideas fueron aplicadas a los estudios de seguridad por Andrew Linklater en 1990.
Él desarrolló los estudios críticos de seguridad basado en las ideas de Ken Booth y
Richard Wyn Jones. Su contribución principal al campo fue sugerir que los estados no
deben ser centro de análisis, primero porque estos son extremadamente diversos y
segundo, porque estos son frecuentemente parte del problema de inseguridad. En su
opinión los estudios de seguridad deben concentrarse en los individuos en vez de en los
estados. En contextos en los que el estado constituye la principal amenaza a su pueblo
mediante la represión, la aplicación de los estudios de seguridad tradicionales centrados
en la preservación del estado no solamente sería inadecuada sino también perjudicial.

La propuesta de Linklater está centrada en la indagación de los cambios en la sociedad


internacional (los principios dominantes que rigen las relaciones entre los estados en
diferentes períodos históricos), así como en los cambios que afectan los vínculos
sociales que unen a los individuos dentro de un Estado soberano y que los separan del
resto del mundo. Hasta ahora las instituciones permiten que se legitime la
preponderancia de los poderos sobre los débiles sin requerir del uso de la fuerza, pero
eso puede cambiar.

Para Linklater, la T. C. y sus argumentaciones son, más que un nuevo paradigma, "una
invitación a todos los analistas sociales a reflexionar sobre los intereses cognitivos y los
supuestos normativos que presiden su investigación, sin que ello suponga que de ahora
en adelante toda la investigación debe ser teórico-crítica"

Ha desarrollado temas en la teoría crítica que argumentan a favor de la expansión de los


límites morales de la comunidad política, y ha mostrado a la UE como un ejemplo de
una institución de gobierno post-westfaliana.
Andrew Linklater cree que todas las sociedades son multiculturales y lo que sucede hoy
en día es que éstas se encuentran en una fase de conflictos y demandas emanadas del
desconocimiento y negación de la diversidad, puesto que quienes detentan el poder
creen ver en dicha negación y en la asimilación, la estabilidad y reproducción futura de
la sociedad. En consecuencia, la irrupción de la diversidad y su impacto en las
sociedades actuales reflejarían las transformaciones normales de la comunidad política.

En su artículo “Citizenship, Humanity, and Cosmopolitan Harm Conventions”,


establece las bases de una sociología respecto a los perjuicios sobre los “convenios
cosmopolitas” que protegen a los vulnerables en todas partes, del sufrimiento y la
angustia. Se basa en el estudio de la sociedad internacional asociado a la “Escuela
Inglesa" y busca desarrollar su relato de cómo los estados deben cooperan para reducir
los daños en sus relaciones exteriores.

Linkaler analiza escritos sobre la moral y la filosofía legal que define y clasifica en
formas de “daño”, y discute las maneras en que las diferentes teorías de las relaciones
internacionales sugieren que el poder de dañar puede ser controlado de tal manera que
las sociedades pueden coexistir con un mínimo de violencia y daño “no violento”.
Sostiene nuevas conexiones entre los estudios sobre la sociedad internacional de la
Escuela Inglesa y el análisis de Norbert Elias sobre el proceso de civilización con el fin
de avanzar sobre el estudio del “daño” en la política mundial.

Menciona que la Escuela de Inglesa argumenta que los principales convenios en la


sociedad internacional están diseñados para mantener el orden entre los Estados. Hay
escaso acuerdo acerca de como el orden internacional debe actuar para evitar daños a
personas y asociaciones que no son soberanas. Varios convenios jurídicos
internacionales hacen daño fuera de la ley, que se justifica en términos de la
superioridad de algunas culturas o razas sobre otras, y tal vez la sociedad internacional
moderna está avanzando más allá de las formas anteriores de organización política
mundial, insistiendo en que el daño transnacional o transfronterizo, debe ser una
preocupación central para la moral del sistema político mundial en su conjunto.

Pero para ello, es necesario trascender las formas de daño que determinados grupos
causan a los demás y los tipos más difusa de los daños causados por el capitalismo
global y la industrialización. Un compromiso moral con las nuevas formas de
comunidad política nacional e internacional que tienen esta ambición se encuentra en el
corazón de una sociología de los convenios cosmopolitas con una intención
emancipadora.

Se trata de crear una nueva universalidad que defienda el ideal de que todos los seres
humanos tengan igual derecho a participar en el diálogo (social y político), a fin de
determinar los principios de inclusión y exclusión que gobiernen la política global. De
esta manera, para Linklater el problema se resuelve, de manera voluntarista, mediante
un diálogo social entre las partes, donde ningún grupo pretenda asimilar al otro. Una
forma de lograrlo es deconstruyendo el asimilacionismo y mostrando sus debilidades e
inviabilidad política.

El problema de la propuesta de Linklater es que es demasiado abstracta y por ello


mismo deja fuera de su planteamiento al hecho de que las desigualdades y diferencias se
desarrollan y producen dentro de campos de poder y lucha por recursos, entre otros. Lo
claro es que los grupos dominantes y subordinados no se hallan en dichas posiciones
porque el destino los haya conducido hasta allí. Por consiguiente, es difícil pensar que
una ética dialógica pueda romper las firmes ataduras en que se sustentan las
desigualdades. Se podría pensar en una ética dialógica más bien dentro de un marco de
negociación y diálogo político entre partes en conflicto, pero no como un proyecto en sí
mismo.

Andrew Linklater es también el ejemplo más destacado de un enfoque de las RRII


críticas en torno a “la ética del discurso”. Este autor hace hincapié en los procesos de
identidad y el reconocimiento mutuo requerido por la justicia y la adaptación sistémica.

La versión de Andrew Linklater de la T.C. se origina en el cosmopolitismo kantiano de


Habermas. Linklater apoya la defensa de Habermas del proyecto inacabado de la
modernidad, aunque él se refiere, principalmente, a la normativa, sociológica y la
praxeológica base de una "comunidad lingüística universal ... tolerar la diferencia [y] la
ampliación de la diversidad humana”.

Su preocupación es deconstruir las barreras sistémicas a la comunicación y el


reconocimiento de la identidad universal. La historia es la “Superación” de las barreras
sistémicas. En “La transformación de la Comunidad Política”, en la sección sobre "el
poder del Estado y Modernidad”, Linklater escribe sobre la “resistencia a los
monopolios del poder”. En este punto, “el capital moral que se ha acumulado en la
lucha por ampliar y defender los derechos de los ciudadanos es un recurso que puede
utilizarse para prever nuevas concepciones de comunidad y ciudadanía que se liberan
de las restricciones nacionales y la soberanía”.

Linklater plantea que “es más importante la teoría crítica que la investigación
normativa, ya que los enfoques críticos tratan de comprender cómo los sistemas sociales
marginan y excluyen a ciertos grupos y cómo reales o potenciales lógicas de cambio
podrían profundizar el sentido de la libertad humana y aumentar su dominio”

En este sentido “un buen ciudadano de la comunidad internacional se distingue por


respetar activamente unas normas comunes, así como por producirlas”

Ulrich Beck, David Held y Andrew Linklater han impulsado la tesis de la democracia y
la ciudadanía cosmopolitas como marco teórico para pensar la política supranacional.
De momento este “cosmopolitanismo” es menos un conjunto de instituciones realmente
existentes que la descripción de prácticas informales que sirven de antecedentes para un
proyecto de reforma política.

El efecto principal de la globalización es extender o contraer la identificación emocional


de los miembros de diferentes sociedades.

Noam Chomsky

Avram Noam Chomsky (*Filadelfia, Estados Unidos, 7 de diciembre de 1928 - ) es un


lingüista, filósofo y activista estadounidense. Es profesor emérito de Lingüística en el
MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y una de las figuras más destacadas de la
lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva.
Es, asimismo, reconocido por su activismo político, caracterizado por una fuerte crítica
del capitalismo contemporáneo y de la política exterior de los Estados Unidos.

Se ha definido políticamente a sí mismo como un anarquista o socialista libertario. Ha


sido señalado por el New York Times como "el más importante de los pensadores
contemporáneos".

Es también conocido por su activismo político y por sus críticas a la política exterior de
EE.UU. y de otros países, como Israel. Chomsky, que desvincula completamente su
actividad científica de su activismo político, se describe a sí mismo simpatizante del
anarcosindicalismo (es miembro del sindicato IWW). Chomsky es considerado una
figura influyente en su país de origen y el mundo.

Obra política de Chomsky:

 1969 - American Power and the New Mandarins . Segunda edición revisada:
New York, New Press, 2002)
 1970 - El Gobierno en el Futuro.
 1984 - La segunda guerra fría (Barcelona, Crítica, 1984)
 1988 - La quinta libertad (Barcelona, Crítica, 1988)
 1987 - On Power and Ideology. The Managua Lectures
 1990 - Los guardianes de la libertad (Noam Chomsky; Edward S. Herman,
Barcelona, Crítica, 1990, 1995, 2000)
 1992 - La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista Terramar
Ediciones.
 Plaza Italia 187. 1900 La Plata, Argentina. Nov. 2007)
 1992 - El miedo a la democracia (Barcelona, Crítica, 1992, 1997, 2001)
 1995 - Cómo nos venden la moto (Noam Chomsky e Ignacio Ramonet,
Barcelona, Icaria, 1995)
 1996 - Cómo se reparte la tarta. Políticas USA al final del milenio (Barcelona,
Icaria, 1996)
 1997 - La Aldea Global (Noam Chomsky y Heinz Dieterich, Nafarroa,
Txalaparta, 1997)
 1997 - Lucha de clases (Barcelona, Crítica, 1997)
 1997 - El nuevo Orden mundial (y el viejo) (Barcelona, Crítica, 1997, 2002)
 2000 - Actos de agresión (Barcelona, Crítica, 2000)
 2000 - El beneficio es lo que cuenta (Barcelona, Crítica, 2000)
 2001 - Perspectivas sobre el poder (Barcelona, El Roure Ciencia, 2001)
 2001 - La (Des)Educación (Barcelona, Crítica, 2001)
 2002 - 11/09/2001 (Barcelona, RBA, 2002) 142p.
 2002 - La Propaganda y la opinión pública (Barcelona, Crítica, 2002)
 2003 - El triángulo fatal (Madrid, Editorial Popular, 2003)
 2003 - Lucha de clases (Barcelona, Editorial Crítica, 2003)
 2003 - La cultura del terrorismo (Madrid, Editorial Popular, 2003)
 2004 - Ilusiones de Oriente Medio (Madrid, Editorial Popular, 2004)
 2004 - Piratas y emperadores (Madrid, Ediciones B, 2004)
 2005 - Hegemonía o supervivencia. La estrategia imperialista de EEUU
(Barcelona, Ediciones B, 2005)
 2006 - La naturaleza humana: justicia versus poder, debate con Michel Foucault
(Buenos Aires y Madrid, Katz Barpal Editores, 2006, ISBN 84-935187-2-7)
 2007 - Estados fallidos. El abuso de poder y el ataque a la democracia
(Barcelona, Ediciones B, 2007)
 2008 - Sobre el anarquismo (Editorial Laetoli, 2008)
 2008 - Líbano, desde dentro (Barcelona, Editorial Hacer, 2008)
 2010 - Esperanzas y realidades (Barcelona, Tendencias, 2010)
 2011 - Gaza en crisis. Reflexiones sobre la guerra de Israel contra los palestinos
(con Ilan Pappé) (Madrid, Taurus, 2011)

Creó la gramática generativa, disciplina que situó la sintaxis en el centro de la


investigación lingüística y con la que cambió por completo la perspectiva y los
programas y métodos de investigación en el estudio del lenguaje, actividad que elevó
definitivamente a la categoría de ciencia moderna. Su lingüística es una teoría de la
adquisición individual del lenguaje y una explicación de las estructuras y principios más
profundos del lenguaje. Postuló el innatismo y la autonomía de la gramática (sobre los
otros sistemas cognitivos), así como la existencia de un «órgano del lenguaje» y de una
gramática universal. Se opuso con dureza al empirismo filosófico y científico y al
funcionalismo, en favor del racionalismo cartesiano. Todas estas ideas chocaban
frontalmente con las sostenidas tradicionalmente por las ciencias humanas, lo que
concitó adhesiones y críticas apasionadas, que le embarcaron en numerosas
controversias, sin parangón en la historia científica de los últimos tiempos, lo que le ha
acabado convirtiendo en uno de los autores más citados y también más respetados.

También es fundamental su contribución al establecimiento del ámbito de las ciencias


cognitivas a partir de su, para algunos, crítica demoledora del conductismo de Skinner y
de las gramáticas de estados finitos, que puso en tela de juicio el método basado en el
comportamiento del estudio de la mente y el lenguaje que dominaba en los años
cincuenta. Su enfoque naturalista en el estudio del lenguaje también ha influenciado la
filosofía del lenguaje y de la mente (ver a Harman y a Fodor). También se le considera
creador de la jerarquía de Chomsky, una clasificación de lenguajes formales de gran
importancia en teoría de la computación.

Paradójicamente, pese a su enorme contribución a la ciencia del siglo XX, fuera del
ámbito académico es mucho más conocido por su activismo político y sus duras críticas
a la política exterior de EE.UU. y de otros países, como el Estado de Israel. Chomsky,
que desvincula completamente su actividad científica de su activismo político, se
describe a sí mismo como socialista libertario y simpatizante del anarcosindicalismo (es
miembro del sindicato IWW – Industrial Workers of the World). Es considerado una
figura muy influyente de la izquierda radical estadounidense, especialmente en Europa,
donde sus conferencias, artículos y ensayos políticos se reimprimen constantemente.

No se opone totalmente a la política electoral, al menos en el ámbito de la estrategia: su


postura en las elecciones de Estados Unidos es que los ciudadanos deberían votar por
los demócratas locales si con ello se consigue sacar del poder a los republicanos,
mientras que en las situaciones donde las victorias republicana o demócrata están claras
ha pedido el voto para candidaturas más a la izquierda, como las del Partido Verde. Es
uno de los más importantes colaboradores del grupo mediático independiente Z
Communications. Esta actuación se inscribe claramente dentro de la tradicional táctica
anarcosindicalista de impulsar movilizaciones populares que coaccionen la acción de los
poderes públicos y fácticos hasta conseguir cambios concretos y reales.
Nunca se ha considerado un teórico en política, sino simplemente un ciudadano
informado que mantiene una actitud muy crítica hacia la ideología dominante. Chomsky
cree que, mientras la actividad científica no está al alcance de cualquiera (ya que exige
una formación y una abstracción conceptual muy elevada), para la actividad de crítica
política basta una cierta apertura de espíritu. Ha reiterado a menudo que la política
debería ser cosa de todos y no dejarse en manos de la intelligentsia, ni mucho menos
aceptar que sólo los profesionales de la política (sean periodistas, intelectuales o
políticos) sean los únicos capacitados para opinar sobre política.
Chomsky es uno de los detractores de la globalización, y esto se debe a su forma de
entender la hegemonía del capitalismo moderno. Para Chomsky, Estados Unidos no
cree en el libre comercio sino que lo utiliza como un método mediante el que los países
más fuertes imponen a los países pobres la obligación de cumplir con unas normas
coercitivas y rígidas (la ley del embudo). El objetivo básico de la globalización
económica es globalizar toda la economía mundial, y Estados Unidos controlaría la
economía mundial con el apoyo de los organismos satélites (Fondo Monetario, Banco
Mundial, Organización Mundial del Comercio). El argumento habitual a favor del libre
comercio liberalizado es que éste conducirá a un aumento generalizado de los niveles de
vida. La experiencia ha demostrado que, con la apertura de los mercados comerciales y
financieros, los inversores y empresarios han ganado mucho más dinero, pero gran parte
de los países más pobres han sido las víctimas de un descenso pronunciado de sus
niveles de vida.

Uno de los aspectos más significativos de la globalización, manifiesta Chomsky, ha sido


el aumento de la conciencia sobre los derechos humanos y civiles, entre ellos los
derechos de las minorías, de las mujeres, y de las generaciones futuras (en relación con
el movimiento de protección medioambiental) y el movimiento del desarrollo humano
(Chomsky, 2005).

Globalización Alternativa: Según Noam Chomsky, en forma neutra significa


simplemente la integración internacional, sea o no bienvenida, dependiendo de las
consecuencias.

En 2009 en una entrevista del periódico español El País, ha manifestado:

“Todos los millones que Occidente está volcando para salvar sus instituciones
financieras no sirven de nada frente a una crisis mucho mayor: hay mil millones
de personas al borde de la muerte por inanición

Ésa es la crisis verdaderamente grave, y ese dinero no hace nada por ellos.
Curiosamente, no lo he leído en un periódico americano, sino en uno de
Bangladesh.

Lo que más me sorprende, además, es que los periodistas de aquí nunca


mencionen que todas las medidas [para apuntalar la economía de EEUU] que ha
tomado Obama son exactamente las contrarias que el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) recomiendan a los países pobres para salir de sus
crisis...”
Ken Booth

Ken Booth (nacido el 29 de febrero de 1943) es un teórico inglés de las relaciones


internacionales. Fue Profesor “H. Carr” del Departamento de Política Internacional de la
Universidad de Aberystwyth. Fue investigador visitante del US Naval War College,
Dalhousie University en Canadá, y de la Universidad de Cambridge. También fue
“Chair” y el primer presidente de la Asociación Británica de Estudios Internacionales.
Fue miembro del equipo editorial del “Review of International Studies”, y actualmente
se desempeña como Editor Académico de la revista “Critical Security Studies” y del
jornal de “Relaciones Internacionales” de la editorial Lynne Rienner.

Es un académico electo de la “Sociedad de las Sociedades de Estudio para las Ciencias


Sociales”, y desde 2006 forma parte de la “British Academy”.

En 1991, en un artículo para el jornal de relaciones internacionales “International


Affairs”, estableció una posición radical que denominó “realismo utópico”. Dentro de
la terminología de las RI es considerado un post-positivista y un crítico del realismo
ortodoxo. Más recientemente ha formado parte del desarrollo de la rama de la Escuela
Welsh de los Estudios Críticos en Seguridad.

Es famoso por su postura sobre las “tres tiranías”, aparte por su fuerte argumento para la
liberación del pensamiento emancipatorio de los individuos (liberar al individuo de las
cargas que de otra manera pueden obstruir o restringirlo de su máximo potencial de
existir)

Las tres tiranías para Booth son:

1- Presentismo: Una manera anti-histórica de observar los derechos humanos. A orden


de entender los derechos humanos se debe observar la historia en la que ellos han
emergido. Es importante distinguir en primera instancia el porque se ha necesitado de
cada uno de ellos. Dependiendo de que valores se quiera sustentar, los derechos
humanos pueden modificarse.

2- Culturalismo: Las culturas no pueden arreglarse de una vez para siempre. No tiene
sentido hablar de la cultura en términos absolutos, especialmente en las relaciones
internacionales contemporáneas. No se tiene culturas o naciones “discretas”. Las
culturas no pueden negar la universalidad de los derechos humanos.

3- Objetividad Científica: Cadenas que se establecieron desde las ideas del positivismo
y el racionalismo.

Booth defiende el universalismo. Argumenta que las personas no tienen derechos


humanos por el hecho mismo de ser humanos, sino porque pretenden se humanos. A lo
largo de la historia se han visto devastaciones contra otros seres humanos, se debieron
encontrar, entonces, “derechos humanos” para desviar esos errores.

Publicaciones más importantes:


 Booth, Ken (2007) Theory of World Security, (Cambridge: Cambridge
University Press)
 Booth, Ken and Wheeler, Nicholas J. (2007) The Security Dilemma: Fear,
Cooperation, and Trust in World Politics,(Houndmills and New York: Palgrave
Macmillan)
 Booth, Ken and Dunne, Tim (2002) (eds.) Worlds in Collision. Terror and the
Future of Global Order, (Houndmills and New York: Palgrave Macmillan)
 Booth, Ken (1999) "Three Tyrannies" in Dunne, Tim and Wheeler, Nicholas J.
(eds.) Human Rights in Global Politics, (Cambridge: Cambridge University
Press), 31-70.
 Booth, Ken (1995) "Human wrongs in international relations", International
Affairs, 71(1), 103-26
 Booth, Ken (1991) "Security and emancipation", Review of International
Studies, 17(4), 313-26
 Booth, Ken (1991) "Security in Anarchy: Utopian Realism in Theory and
Practice", International Affairs, 67(3), 527-45
 Booth, Ken (1979) Strategy and Ethnocentrism, (London: Croom Helm Ltd)
 Booth, Ken (1977) Navies and Foreign Policy, (New York: Crane, Russak)

Muchas de las críticas más importantes a los Estudios de Seguridad ortodoxos pueden
ser mejor enmarcadas dentro de la crítica al realismo, el paradigma dominante en las
Relaciones Internacionales hasta muy recientemente. Booth considera 9 críticas
principales hacia esa escuela. Algunas de estas merecen especial atención. En primer
lugar, el autor explica que el realismo no es realista, ya que explica el mundo en base a
presuposiciones que no tienen una vinculación directa a la “realidad” cotidiana. El
realismo se ha convertido en una profecía auto-cumplida porque, al ser la teoría
dominante que es, ha ayudado a configurar la política pública que a su vez, ha
transformado la realidad usando como modelo dicha construcción teórica.

Estrechamente relacionado al punto anterior, la agenda realista es estrecha, y sus


presuposiciones son de tipo retrógrado. El discurso dominante alrededor de la
“seguridad nacional” ha tenido siempre un objetivo claro: la preservación del status quo.

Cualquier otra consideración, como las que han sido propuestas por los humanistas
(como por ejemplo, el incluir temas ambientales de alcance global dentro de la agenda
de prevención del riesgo) son ignoradas por los teóricos realistas.

Metodológicamente, el realismo no tiene mucho que ofrecer tampoco. Está basado en


un enfoque de sentido común sin mucha sofisticación, a lo que vale la pena preguntar
¿sentido común de quién, y para quién? Políticamente, el realismo es aún la veta teórica
preferida por las élites: “Los Estudios de Seguridad derivados del realismo sobreviven y
aún florecen porque este enfoque congenia con aquellos que se benefician de la
hegemonía intelectual de una cosmovisión de la seguridad que es horizontal, centrada
en el Estado y el Poder, masculinizada, etnocéntrica y militarizada” (Booth, 2005:9).

¿Qué alternativa existe entonces ante la ortodoxia realista de los Estudios de Seguridad?

Aunque una definición concreta no es ni posible ni deseable, Booth ha identificado una


idea común entre los pensadores críticos del tema de seguridad. Esta idea tiene que ver
con el carácter derivativo del concepto de seguridad. ¿Qué debe asegurarse? ¿Quién
debe asegurarse? ¿Cómo serán asegurados? ¿Quién los asegurará? ¿Para qué serán
asegurados? Todas estas son preguntas que solamente pueden derivar de un contexto
cultural, histórico y societal específico: “Todo esto significa que – más allá de las
amenazas básicas a la persona como animal humano – estar seguro o sentirse seguro es
una experiencia y un conocimiento entendido en términos de las teorías políticas sobre
acciones, soberanía, clase, género y otros hechos concertados por seres humanos”
(Booth, 2005:13)38.

¿Qué significado social tiene que una persona decida comprar un arma, enlistarse a un
ejército, forme un grupo de “vigilantes” o se quede en cama temeroso todas las noches?
Estas personas tienen ideas y significados en relación a la seguridad, los cuales deben
ser explorados. Aunque hay mucha verdad en el planteamiento general de Ken Booth
que: “Las exploraciones críticas de las realidades de la seguridad deben empezar en
nuestras cabezas antes que puedan existir en el mundo exterior” (2005:3).

Para Ken Booth (1995: 344) “el enemigo somos nosotros, la democracia consumista
occidental… es el problema”, y la seguridad es “esencialmente un término derivado”
que “se refiere a asuntos que subyacen en la estructura profunda de la política y la
economía, asuntos que surgen en las zonas de conflicto y que se vuelven los
componentes de las políticas de seguridad”.

Ken Booth (2005: 2), auto-proclamado “realista caído” y uno de los líderes
conceptuales de los estudios críticos de seguridad (ecs) y de la escuela de Aberystwyth,
promueve una crítica de arriba hasta abajo a la ortodoxia de los estudios de seguridad
durante la Guerra Fría, con el objeto de replantear el debate de seguridad, especialmente
después de la respuesta norteamericana al 11 de septiembre de 2001 con “su guerra
contra el terrorismo”. Desde su perspectiva, las ideas que delinearon el realismo
predominante durante la Guerra Fría se derivaron de una combinación de pensamientos
anglo-americanos, estatistas, militares, masculinos, verticales, positivistas
metodológicamente y realistas filosóficamente. Estos fueron moldeados por las
experiencias y recuerdos de los periodos entre las grandes guerras y la Segunda Guerra
Mundial y las necesidades de la Guerra Fría (Booth, 2005: 13).

Booth apunta nueve fallas del realismo: 1. “irrealista”, 2. “un término equivocado”, 3.
una “teoría estática”, 4. con una “metodología poco sofisticada”, 5. que “reprueba el
examen práctico”, 6. cuyos “supuestos silenciosos son regresivos”, 7. con una “agenda
limitada”, 8. cuyas “éticas son hostiles a los intereses humanos”, y 9. “intelectualmente
rígido”. Destaca que esta visión del mundo “sobrevive y florece porque su enfoque
congenia con aquellos que prosperan de la hegemonía intelectual” de este
planteamiento.

Los teóricos críticos de la seguridad han cuestionado la ortodoxia positivista en la


ciencia social occidental desde perspectivas pospositivista y pos-naturalistas que no se
auto-reproducen. Según Booth (2005: 11-12), los estudiosos deberían basarse en las
siguientes premisas: ser “más auto-conscientes y refinados”, “auto-reflexivos… y
abiertos al cambio”, “buscan mostrar los problemas de la vida social y política
contemporánea” desde lejos. Deben evitarse “los intereses estáticos”, ser “éticamente
progresistas”, tener como meta “la emancipación” basada en una “agenda amplia” y
ofrecer una “mayor comprensión de la relación entre teoría y praxis”.
Booth (2005: 14-15) llama a una profundización del análisis mediant el “descubrimiento
y la exploración de las implicaciones de la idea de que las actitudes y la conducta
relativas a la seguridad se derivan de teorías debatidas y subyacentes acerca de la
naturaleza de la política mundial”. Los ecs deberían basarse en la ontología al incluir
otros referentes además del Estado, desde los individuos hasta la humanidad (“seguridad
humana”); en la epistemología y una orientación hacia la praxis (relación entre ideas y
acción). Además, este autor apoyó una ampliación de la agenda de seguridad, al tratar
que “cada tema de seguridad se volviera una cuestión de teoría política (politizar la
seguridad).

Propone ir más allá de los cinco sectores o dimensiones de la perspectiva neo-realista y


la escuela de Copenhague. Define los estudios críticos de la seguridad como: un área de
estudio desarrollada dentro de la disciplina de la política internacional, preocupada por
obtener conocimiento crítico sobre la seguridad en la política mundial. La seguridad se
concibe ampliamente, e incluye las teorías y prácticas en los múltiples niveles de la
sociedad, desde el in dividuo hasta la humanidad entera. “Crítico” implica una
dimensión que quiere entender las estructuras, procesos, ideologías y ortodoxias
externas prevalecientes, aunque acepta que todas las conceptualizaciones de la
seguridad se derivan de posturas políticas y teóricas particulares; las perspectivas
críticas no se adjudican el título de verdad absoluta, sino que buscan aportar un
entendimiento más amplio de las actitudes y comportamientos prevalecientes, con miras
a desarrollar ideas más promisorias mediante las cuales se subsanan errores
estructurales y contingentes (Booth, 2005: 15-16).

Según Booth (1997: 86-87), el término de la Guerra Fría “provocó una crisis intelectual
a los estrategas que adoptaron un enfoque ortodoxo de seguridad”, mientras que esta
ruptura fue menos severa para quienes ya habían cuestionado dicha ortodoxia.

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