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Lectura 24
Lectura 24
Lectura 24
Apunte de recortes.
La autoridad
El autoritarismo
El totalitarismo
La familia
La cultura de masas
El papel de la ciencia y de la técnica
La libertad
Se opone a posiciones empíricas sobre el mundo social que asumen a las estructuras
existentes inmutables. Investiga posibilidades de nuevas formas de comunidad, donde
los individuos logren niveles mayores de libertad.
Vence la debilidad del marxismo. Niega que el poder de clase sea la forma fundamental
de la exclusión social, o que la Producción sea la clave determinante para la sociedad y
la historia.
Robert Cox
Cox insiste que hay pocas verdades universales y que las ideas están arraigadas en las
particularidades de un tiempo y un lugar concreto y se deben entender dentro de su
contexto histórico, una perspectiva que será la base de su acercamiento académico. Sus
intereses académicos se han centrado en la aparición de un nuevo orden mundial
transnacional, el papel de agentes transnacionales, Antonio Gramsci y su teoría política,
los procesos del cambio social y los cambios en economía mundial. (Wikipedia).
Como ha señalado Celestino Arenal, al iniciarse el decenio de los noventa, la agenda del
estudio de las relaciones internacionales requería una revisión crítica del limitado
paradigma del Estado y del poder, y mayor atención a las relaciones entre actores de
distinta naturaleza. Se trataría de problematizar al Estado, a las relaciones del Estado
con otros actores, y la jerarquía de las relaciones interestatales, que se convertirían en
una variable o consecuencia, y no sólo, ni principalmente, en la causa u origen del poder
y de las estructuras que se derivarían de la desigual distribución y efectos de ese poder.
En palabras de Robert Cox, “…el poder del Estado deja de ser el único factor
explicativo, y se convierte en parte de lo que debe ser explicado”.
Robert W. Cox parte de una crítica postpositivista de las ontologías convencionales del
poder, afirma que es más pertinente hablar de “ordenhegemónico”, que de polaridad o
“hegemonía” en el sentido convencional; es decir, entendiendo ésta última como una
mera relación de dominación de un hegemon, o de varios Estados hegemónicos, sobre
otros Estados menos poderosos. Partiendo de las categorías de Antonio Gramsci, Cox
diferencia la “coerción” y la “hegemonía” como fuentes del poder, dando más
relevancia a esta última en la conformación del sistema internacional. Por “hegemonía”
se entiende “la estructura de valores y entendimientos sobre la naturaleza del orden que
permea un sistema de estados y de entidades no estatales en su conjunto”. Según Cox,
en un orden hegemónico, esos valores y entendimientos son relativamente estables, y no
se cuestionan. Aparecen ante la mayor parte de los actores como un orden natural. Tal
estructura de significados se ubica y a la vez explica una estructura del poder, en la que,
en la mayor parte de los casos, existe un
Estado dominante, pero esa dominación, por sí sola, no genera hegemonía”.
“La teoría siempre es para alguien y tiene un objetivo concreto. Todas las teorías tienen
una perspectiva. Las perspectivas provienen de una posición en el tiempo y en el
espacio. El mundo es definido desde un punto definible en términos de nación o clase
social, de dominación o subordinación, etc. Por lo tanto, la teoría en sí misma, alejada
de un punto en el tiempo y en el espacio, no existe. La tarea primaria de la teoría es ser
plenamente consciente de estos problemas para que la mente pueda llegar a un acuerdo
con la realidad. Este diálogo inicial está relacionado con la problemática específica a
una perspectiva particular. La teoría puede tener dos objetivos:
1- ser la guía que ayude a resolver los problemas presentados dentro de los términos de
la perspectiva particular que fue el punto de partida,
Las ideas son de dos tipos: un tipo comprende significados ínter-subjetivos o aquellas
nociones comunes acerca de la naturaleza de las relaciones sociales que tienden a
perpetuar hábitos y expectativas de comportamiento. Sin embargo, estas nociones están
condicionadas históricamente. El otro tipo de ideas son las imágenes colectivas del
orden social que tienen diferentes grupos de personas. Estas son nociones relativas a la
naturaleza y a la legitimidad de las relaciones de poder existentes, los significados de
justicia y bien común, etc. Estas imágenes colectivas pueden ser variadas y opuestas.
Hay una gran relación entre la institucionalización y lo que Gramsci llama hegemonía.
Las instituciones proveen maneras de resolver conflictos para minimizar el uso de la
fuerza. Las instituciones pueden convertirse en el sostén de la estrategia hegemónica ya
que se prestan tanto a las representaciones de diferentes intereses como a la
universalidad de la política de acción.
La dominación ejercida por un estado poderoso puede ser una condición necesaria pero
no suficiente de hegemonía. Los períodos de la pax americana y de la pax britannica
también cuadran dentro de la definición reformulada de hegemonía. (desarrolla los
ejemplos)
La noción de hegemonía como una división entre poder, ideas e instituciones favorece
el tratamiento de alguno de los problemas de la teoría de la dominación del estado como
la condición necesaria para un orden mundial estable.
La ideología es una esfera de acción determinante que debe ser comprendida en sus
conexiones con las relaciones de poder material.
Las fuerzas sociales no deben ser pensadas como existentes de manera exclusiva dentro
de los estados. El mundo puede ser representado como un patrón de fuerzas sociales que
interactúan en donde los estados juegan un papel intermedio pero autónomo entre la
estructura global de las fuerzas sociales y configuraciones locales de fuerzas sociales
dentro de determinados países. Esta puede ser denominada una perspectiva del mundo
de economía política donde se ve al poder surgir de los procesos sociales y no bajo la
forma de capacidades materiales acumuladas, o sea como consecuencia de estos
procesos. Al tratar esta perspectiva, intentamos identificar las características
estructurales del orden del mundo como configuraciones de las capacidades materiales,
ideas e instituciones y asimismo intentamos explicar sus orígenes, crecimiento y
desaparición con relación a las interrelaciones de los tres niveles de estructuras. La pax
britannica estaba basada tanto en la supremacía del capitalismo industrial en la
economía internacional de intercambio como en el poder ideológico y social de la clase
que derivaba su riqueza de la industria.
La Internacionalización de la Producción
Los trabajadores industriales han sido doblemente fragmentados: podemos trazar una
línea divisoria entre el trabajo reconocido y no reconocido. Los trabajadores
reconocidos son aquellos que han alcanzado un nivel de relativa seguridad y estabilidad
en sus trabajos y tienen algún tipo de perspectiva futura para el desarrollo de sus
carreras. Son, en general, relativamente calificados, trabajan para grandes empresas y
tienen sindicatos eficaces. Por el contrario, los no reconocidos tienen empleos
inseguros, no tienen perspectivas para su desarrollo laboral, están menos calificados y
tienen grandes obstáculos para desarrollar sindicatos eficaces. En general pertenecen a
minorías étnicas de menor estatus, son inmigrantes o mujeres.
La segunda línea divisoria dentro de los trabajadores de la industria está entre el capital
nacional e internacional. Los trabajadores reconocidos en el sector de la producción
internacional son aliados potenciales del capital internacional.
Los trabajadores reconocidos en el sector del capital nacional son más susceptibles a ser
atraídos por el proteccionismo y el corporativismo nacional.
Como una fuerza de trabajo en los países del Tercer Mundo está movilizada por la
producción internacional, los gobiernos de estos países han buscado con frecuencia
evitar la posibilidad de esta nueva fuerza social mediante el desarrollo de sus propias
organizaciones con conciencia social imponiéndole estructuras de corporativismo de
estado bajo la forma de sindicatos establecidos y controlados pos los gobiernos o el
partido político dominante.
Las Fuerzas Sociales, las Estructuras Estatales y Perspectivas Futuras para el Orden del
Mundo
Las fuerzas sociales generadas por los procesos de producción cambiantes son el punto
de partida para pensar en los posibles futuros. Aunque otros resultados son posibles,
podemos considerar tres resultados diferentes para el futuro del sistema del estado.
1- La perspectiva para una nueva hegemonía basada en la estructura global del poder
social generada por la internacionalización de la producción. Esto requeriría una
consolidación de dos tendencias poderosas y relacionadas: El continuo predominio del
capital internacional por sobre el nacional dentro de los países más importantes y la
continua internacionalización del estado como así también el mantenimiento del
monetarismo como ortodoxia de la política económica poniendo énfasis en la
estabilización de la economía mundial en detrimento del cumplimiento de las demandas
sociopolíticas a nivel nacional.
La configuración interestatal de poder que podría mantener tal orden del mundo consiste
en una coalición centralizada en los Estados Unidos, la República Federal de Alemania
y Japón con el apoyo de otros estados OCDE y la posibilidad de que participen algunos
de los países del Tercer Mundo más industrializados, como Brasil, y los principales
países OCDE más conservadores y la posibilidad de una distensión estimulada que
genere un mayor vínculo entre la esfera Soviética en la economía mundial de la
producción internacional. La nueva división internacional del trabajo cumpliría con los
reclamos de industrialización para dichos países. El conflicto social en los países
centrales sería combatido a través del corporativismo empresarial. En los países
periféricos, el conflicto social sería resuelto mediante una combinación de
corporativismo estatal y represión.
La posible forma estructural del mercantilismo dentro de los países centrales sería
corporativismo a nivel industrial y a nivel nacional permitiendo una relación entre el
capital nacional y el trabajo organizado con el gobierno con el fin de la creación e
implementación de la política estatal. Los estados periféricos tendrían el mismo
resultado que el mencionado en el punto 1 pero estarían más íntimamente relacionados
con las economías de los países centrales.
Andrew Linklater
Publicaciones de Linklater:
Para Andrew Linklater la teoría no es sólo una herramienta para darle sentido al mundo
"tal como es", sino para darle sentido a como el mundo "llegó a ser tal como es".
Argumenta también que no se debe aceptar que el mundo es inevitable desigual y
jerárquico. Se puede utilizar la teoría tanto para comprender cómo estas desigualdades
existen y cuál es la manera de solucionarlas.
Los teóricos críticos reconocieron que cada esfuerzo intelectual emerge de un contexto
histórico y socio-económico específico y se concentraron en cómo el contexto podría
ser alterado. Según ello, en contraste con las teorías tradicionales, las teorías críticas
serían capaces de reconocer sus propias limitaciones.
Estas ideas fueron aplicadas a los estudios de seguridad por Andrew Linklater en 1990.
Él desarrolló los estudios críticos de seguridad basado en las ideas de Ken Booth y
Richard Wyn Jones. Su contribución principal al campo fue sugerir que los estados no
deben ser centro de análisis, primero porque estos son extremadamente diversos y
segundo, porque estos son frecuentemente parte del problema de inseguridad. En su
opinión los estudios de seguridad deben concentrarse en los individuos en vez de en los
estados. En contextos en los que el estado constituye la principal amenaza a su pueblo
mediante la represión, la aplicación de los estudios de seguridad tradicionales centrados
en la preservación del estado no solamente sería inadecuada sino también perjudicial.
Para Linklater, la T. C. y sus argumentaciones son, más que un nuevo paradigma, "una
invitación a todos los analistas sociales a reflexionar sobre los intereses cognitivos y los
supuestos normativos que presiden su investigación, sin que ello suponga que de ahora
en adelante toda la investigación debe ser teórico-crítica"
Linkaler analiza escritos sobre la moral y la filosofía legal que define y clasifica en
formas de “daño”, y discute las maneras en que las diferentes teorías de las relaciones
internacionales sugieren que el poder de dañar puede ser controlado de tal manera que
las sociedades pueden coexistir con un mínimo de violencia y daño “no violento”.
Sostiene nuevas conexiones entre los estudios sobre la sociedad internacional de la
Escuela Inglesa y el análisis de Norbert Elias sobre el proceso de civilización con el fin
de avanzar sobre el estudio del “daño” en la política mundial.
Pero para ello, es necesario trascender las formas de daño que determinados grupos
causan a los demás y los tipos más difusa de los daños causados por el capitalismo
global y la industrialización. Un compromiso moral con las nuevas formas de
comunidad política nacional e internacional que tienen esta ambición se encuentra en el
corazón de una sociología de los convenios cosmopolitas con una intención
emancipadora.
Se trata de crear una nueva universalidad que defienda el ideal de que todos los seres
humanos tengan igual derecho a participar en el diálogo (social y político), a fin de
determinar los principios de inclusión y exclusión que gobiernen la política global. De
esta manera, para Linklater el problema se resuelve, de manera voluntarista, mediante
un diálogo social entre las partes, donde ningún grupo pretenda asimilar al otro. Una
forma de lograrlo es deconstruyendo el asimilacionismo y mostrando sus debilidades e
inviabilidad política.
Linklater plantea que “es más importante la teoría crítica que la investigación
normativa, ya que los enfoques críticos tratan de comprender cómo los sistemas sociales
marginan y excluyen a ciertos grupos y cómo reales o potenciales lógicas de cambio
podrían profundizar el sentido de la libertad humana y aumentar su dominio”
Ulrich Beck, David Held y Andrew Linklater han impulsado la tesis de la democracia y
la ciudadanía cosmopolitas como marco teórico para pensar la política supranacional.
De momento este “cosmopolitanismo” es menos un conjunto de instituciones realmente
existentes que la descripción de prácticas informales que sirven de antecedentes para un
proyecto de reforma política.
Noam Chomsky
Es también conocido por su activismo político y por sus críticas a la política exterior de
EE.UU. y de otros países, como Israel. Chomsky, que desvincula completamente su
actividad científica de su activismo político, se describe a sí mismo simpatizante del
anarcosindicalismo (es miembro del sindicato IWW). Chomsky es considerado una
figura influyente en su país de origen y el mundo.
1969 - American Power and the New Mandarins . Segunda edición revisada:
New York, New Press, 2002)
1970 - El Gobierno en el Futuro.
1984 - La segunda guerra fría (Barcelona, Crítica, 1984)
1988 - La quinta libertad (Barcelona, Crítica, 1988)
1987 - On Power and Ideology. The Managua Lectures
1990 - Los guardianes de la libertad (Noam Chomsky; Edward S. Herman,
Barcelona, Crítica, 1990, 1995, 2000)
1992 - La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista Terramar
Ediciones.
Plaza Italia 187. 1900 La Plata, Argentina. Nov. 2007)
1992 - El miedo a la democracia (Barcelona, Crítica, 1992, 1997, 2001)
1995 - Cómo nos venden la moto (Noam Chomsky e Ignacio Ramonet,
Barcelona, Icaria, 1995)
1996 - Cómo se reparte la tarta. Políticas USA al final del milenio (Barcelona,
Icaria, 1996)
1997 - La Aldea Global (Noam Chomsky y Heinz Dieterich, Nafarroa,
Txalaparta, 1997)
1997 - Lucha de clases (Barcelona, Crítica, 1997)
1997 - El nuevo Orden mundial (y el viejo) (Barcelona, Crítica, 1997, 2002)
2000 - Actos de agresión (Barcelona, Crítica, 2000)
2000 - El beneficio es lo que cuenta (Barcelona, Crítica, 2000)
2001 - Perspectivas sobre el poder (Barcelona, El Roure Ciencia, 2001)
2001 - La (Des)Educación (Barcelona, Crítica, 2001)
2002 - 11/09/2001 (Barcelona, RBA, 2002) 142p.
2002 - La Propaganda y la opinión pública (Barcelona, Crítica, 2002)
2003 - El triángulo fatal (Madrid, Editorial Popular, 2003)
2003 - Lucha de clases (Barcelona, Editorial Crítica, 2003)
2003 - La cultura del terrorismo (Madrid, Editorial Popular, 2003)
2004 - Ilusiones de Oriente Medio (Madrid, Editorial Popular, 2004)
2004 - Piratas y emperadores (Madrid, Ediciones B, 2004)
2005 - Hegemonía o supervivencia. La estrategia imperialista de EEUU
(Barcelona, Ediciones B, 2005)
2006 - La naturaleza humana: justicia versus poder, debate con Michel Foucault
(Buenos Aires y Madrid, Katz Barpal Editores, 2006, ISBN 84-935187-2-7)
2007 - Estados fallidos. El abuso de poder y el ataque a la democracia
(Barcelona, Ediciones B, 2007)
2008 - Sobre el anarquismo (Editorial Laetoli, 2008)
2008 - Líbano, desde dentro (Barcelona, Editorial Hacer, 2008)
2010 - Esperanzas y realidades (Barcelona, Tendencias, 2010)
2011 - Gaza en crisis. Reflexiones sobre la guerra de Israel contra los palestinos
(con Ilan Pappé) (Madrid, Taurus, 2011)
Paradójicamente, pese a su enorme contribución a la ciencia del siglo XX, fuera del
ámbito académico es mucho más conocido por su activismo político y sus duras críticas
a la política exterior de EE.UU. y de otros países, como el Estado de Israel. Chomsky,
que desvincula completamente su actividad científica de su activismo político, se
describe a sí mismo como socialista libertario y simpatizante del anarcosindicalismo (es
miembro del sindicato IWW – Industrial Workers of the World). Es considerado una
figura muy influyente de la izquierda radical estadounidense, especialmente en Europa,
donde sus conferencias, artículos y ensayos políticos se reimprimen constantemente.
“Todos los millones que Occidente está volcando para salvar sus instituciones
financieras no sirven de nada frente a una crisis mucho mayor: hay mil millones
de personas al borde de la muerte por inanición
Ésa es la crisis verdaderamente grave, y ese dinero no hace nada por ellos.
Curiosamente, no lo he leído en un periódico americano, sino en uno de
Bangladesh.
Es famoso por su postura sobre las “tres tiranías”, aparte por su fuerte argumento para la
liberación del pensamiento emancipatorio de los individuos (liberar al individuo de las
cargas que de otra manera pueden obstruir o restringirlo de su máximo potencial de
existir)
2- Culturalismo: Las culturas no pueden arreglarse de una vez para siempre. No tiene
sentido hablar de la cultura en términos absolutos, especialmente en las relaciones
internacionales contemporáneas. No se tiene culturas o naciones “discretas”. Las
culturas no pueden negar la universalidad de los derechos humanos.
3- Objetividad Científica: Cadenas que se establecieron desde las ideas del positivismo
y el racionalismo.
Muchas de las críticas más importantes a los Estudios de Seguridad ortodoxos pueden
ser mejor enmarcadas dentro de la crítica al realismo, el paradigma dominante en las
Relaciones Internacionales hasta muy recientemente. Booth considera 9 críticas
principales hacia esa escuela. Algunas de estas merecen especial atención. En primer
lugar, el autor explica que el realismo no es realista, ya que explica el mundo en base a
presuposiciones que no tienen una vinculación directa a la “realidad” cotidiana. El
realismo se ha convertido en una profecía auto-cumplida porque, al ser la teoría
dominante que es, ha ayudado a configurar la política pública que a su vez, ha
transformado la realidad usando como modelo dicha construcción teórica.
Cualquier otra consideración, como las que han sido propuestas por los humanistas
(como por ejemplo, el incluir temas ambientales de alcance global dentro de la agenda
de prevención del riesgo) son ignoradas por los teóricos realistas.
¿Qué alternativa existe entonces ante la ortodoxia realista de los Estudios de Seguridad?
¿Qué significado social tiene que una persona decida comprar un arma, enlistarse a un
ejército, forme un grupo de “vigilantes” o se quede en cama temeroso todas las noches?
Estas personas tienen ideas y significados en relación a la seguridad, los cuales deben
ser explorados. Aunque hay mucha verdad en el planteamiento general de Ken Booth
que: “Las exploraciones críticas de las realidades de la seguridad deben empezar en
nuestras cabezas antes que puedan existir en el mundo exterior” (2005:3).
Para Ken Booth (1995: 344) “el enemigo somos nosotros, la democracia consumista
occidental… es el problema”, y la seguridad es “esencialmente un término derivado”
que “se refiere a asuntos que subyacen en la estructura profunda de la política y la
economía, asuntos que surgen en las zonas de conflicto y que se vuelven los
componentes de las políticas de seguridad”.
Ken Booth (2005: 2), auto-proclamado “realista caído” y uno de los líderes
conceptuales de los estudios críticos de seguridad (ecs) y de la escuela de Aberystwyth,
promueve una crítica de arriba hasta abajo a la ortodoxia de los estudios de seguridad
durante la Guerra Fría, con el objeto de replantear el debate de seguridad, especialmente
después de la respuesta norteamericana al 11 de septiembre de 2001 con “su guerra
contra el terrorismo”. Desde su perspectiva, las ideas que delinearon el realismo
predominante durante la Guerra Fría se derivaron de una combinación de pensamientos
anglo-americanos, estatistas, militares, masculinos, verticales, positivistas
metodológicamente y realistas filosóficamente. Estos fueron moldeados por las
experiencias y recuerdos de los periodos entre las grandes guerras y la Segunda Guerra
Mundial y las necesidades de la Guerra Fría (Booth, 2005: 13).
Booth apunta nueve fallas del realismo: 1. “irrealista”, 2. “un término equivocado”, 3.
una “teoría estática”, 4. con una “metodología poco sofisticada”, 5. que “reprueba el
examen práctico”, 6. cuyos “supuestos silenciosos son regresivos”, 7. con una “agenda
limitada”, 8. cuyas “éticas son hostiles a los intereses humanos”, y 9. “intelectualmente
rígido”. Destaca que esta visión del mundo “sobrevive y florece porque su enfoque
congenia con aquellos que prosperan de la hegemonía intelectual” de este
planteamiento.
Según Booth (1997: 86-87), el término de la Guerra Fría “provocó una crisis intelectual
a los estrategas que adoptaron un enfoque ortodoxo de seguridad”, mientras que esta
ruptura fue menos severa para quienes ya habían cuestionado dicha ortodoxia.