Esperanza Ortega. Hilo Solo
Esperanza Ortega. Hilo Solo
Esperanza Ortega. Hilo Solo
Hilo solo
A
HILO SOLO
V O L U M E N CCCXL DE LA COLECCIÓN VISOR DE POESÍA
HILO SOLO
VISOR M A D R I D 1995
Explicar con palabras de este mundo
que partió de m i un barco llevándome
ALEJANDRA PIZARNIK
ANUNCIO
¿Quién eres tú
vigía
de un destello obstinado
y que oteas ahora
no sabes si desdicha?
tan cerca
estás
en el quicio que sólo ven los pobres
cuando añoran relámpagos
de vosotros
—ahora sí es desdicha—
que no sabéis quién soy
1 1
Abro la caja y digo
—aquí está—
luego contemplaré
cómo amanece
12
Miran atrás
sobrecogidos
y me pregunto
qué pensarán
de esta caricia guiadora
algunos
pronunciaban m i nombre
por eso estoy medio desnuda
conmovida
rasgué mi manto en dos mitades
13
AYER
Aún no había camino
el hilo solo
sin aguja
19
Junto a la rosa azul
mudo ofrecer
allí no había tierra
—todavía lo veo—
la colina
blanca
sobre un sueño
intacto
ya
desaparece
20
Jadeante
en cada descansillo
una tarde de invierno
uno
a uno
primero los de abajo
—a rastras a las nubes
donde todo reposa—
21
Sobre el mosaico frío
las sandalias tejidas
por sus manos
máquina de coser
una mañana
y charlas que no cesan
de los gatos
de la terraza
de la cocina llega
aquel rumor
22
ESPERA
Impasible
vuelve hacia t i sus ojos
de estatua
no se oye más
que su queja
la tarima
cruje
—no
te impacientes—
pronto amanecerá
tu cielo
merecido
y la línea recta
25
Con su mano metálica
atesora silencios en las grietas
y jamás se derrite
este hermético hielo
en la ceniza posa
la copa su vacío
amargo
como un pozo
26
N i siquiera
desde el azul que fdtra esta ventana
deshojar su tristeza
una a una
van cayendo en el hueco
-asi es-
no dan vueltas
las pequeñas esferas en tus manos
ni se acaba
de inundar
esta orilla
27
A un lado está la selva de los tigres
al otro
las langostas
debajo te estremece
el foso más cruel
el de los cocodrilos
y en el centro estás tú
—asómate
ésa eres—
detenida en la cámara implacable
la inmóvil
la que busca
—quién sabe si no en vano—
un manantial que brote entre sus muros
28
El cansancio
sobre los labios pesa
marca
señal de hierro impávido
tus ojos
su postilla indeleble
pesa
el cuenco en que ofreciste
a la sed tu ademán
sometido
29
Está en alguna parte
aquel
en cuya orilla
encontrabas la sombra
y el cobijo
—descálzate
no esperes—
30
FEROCIDAD EN E L CONSUELO
Allí habita un fantasma que conoce tu nombre
inútil
acudes ya al deber cotidiano
del silencio insumiso o de la réplica
allí
no se ve
y cuando te sumerges
deseas aflorar sobre otro sueño
menos pesado para tus espaldas
33
A este día que se ha quedado solo
que imaginaba una estación dichosa
hay que arroparlo
para que no perezca
debajo del ciprés
de recoger el excremento
con una red minúscula de espera
pura
34
Imagina una noche como esta
en el otro
lugar
imagínatelo
¿tú
lo resistirías?
35
Como una lágrima
oscura
la noche sobre el día
36
Bailar
sobre el resquicio
te sostiene entre hilos y armonía
cantas
lo dice la otra voz
no alcanzabas al odio
porque estás
más abajo
37
Mientras corre insensata
cómo hiere
la alegría imprecisa
si ella te abandona
¿quién coserá la tela hecha jirones?
38
PROPÓSITOS
Tu espera se ha enredado entre los matorrales
si corres
caerás sobre el hueco
con los pies desollados
41
Muerde el anzuelo
que se sepa garganta desgarrada
sangre
florecer sobre el agua
que se vea
y el pescador
con lentitud recoge su botín
la herida apresa
indócil
al deseo
42
Lo atisbas desde lejos
casi ves sus perfiles
abraza únicamente
su gesto de abandono
43
No esperes a los barcos
cuando zarpan
hacia la mar impávidos
se olvidan
no preguntes
desarbolada
encalla en cada día torpemente
hipnótica en el canto de las horas
—es lo mejor—
no esperes
44
Un clarear de espumas
retoña en el verano
procede así
como si lo inexacto del gesto supusiese
una renuncia altiva a la avidez doméstica
al ademán gregario
de recoger los frutos
desperdicia cosechas
y raíles
45
Estar al lado vuestro
sin ley
ni caperuza
ni torsión
contigua
y menos un después
46
—Ven
introduce la mano
en el saco de leña
47
voz
Has escuchado muy de cerca
su latido
este pequeño corazón
del desvelo
atenta a la sirena
palpitaba
51
Un callejón
sombrío
—sólo sabes—
es otra
por detrás
de ella
—sólo eso—
cómo vuelve la espalda
te empuja
para que saltes desde el tren
52
Sus eslabones unen
este pájaro al canto
que entonas
la muerte a esa sirena
que ha sonado a lo lejos
de puntillas
en el gesto que ocultas se entierra la simiente
53
(el poema)
Ya nace deslumhrado
luego declina
como las flores mustias
entre susurros
en su rincón
va soltando la escama inadvertida
recupera su cuerpo
54
Eso es
más o menos
reptar
añadir al ovillo
en el hueco de mimbre
un pespunte ignorado
55
Labor atenta de hilo solo
—sigues tejiendo tu tapiz indócil—
ése que no se ve
ni engaña su hermosura
a los reyes sedientos
—acaba ya
esa labor de sombras—
reconoce
vencida
que únicamente ofreces hilo solo
56
II
MUDO AMOR
Inmóvil
—así es
más hermoso—
tú
te acercas
¿está dormido?
pero añoras su anhelo de otros días
su musitar debajo de
las mantas
aquellos piececitos
¡qué cruel!
que se abandona al sueño
y no viene a cubrirnos de su ansia
61
Que su dicha se interne
debajo de la cama
dale cuerda
al juguete
permite a la bocina
que irradie el parpadeo
no le pongas a prueba
de polvo y de intemperie
abandonado hermético
de la muda alacena
en su cárcel sombría
62
¡Cuánto sufre el amor
en los rincones!
hay días que se oculta
igual que un perro enfermo
duerme como
un reptil
sobre el mosaico
al que acaricias
su pálido pelaje
para eso
para que no se muera
así de solo
63
Le mentimos un poco
y se va
porque su tren le espera
ese día volvemos a su estancia
que sigue exactamente como él la dejó
la luz
se apaga
64
Y nos acariciamos con ternura
—¿de qué otra manera
podría ser?—
soñamos al unísono
con el mismo torrente
65
Su entrega silenciosa
quién sabe qué nos pide
—abrimos la ventana—
y golpeaba el día
tu corazón
como una tumba que se cierra
66
Murió al atardecer
el camino
ahogado en polvo semejaba
ascender hacia un cielo sin promesa
si perdimos la voz
si apenas sostenemos este día
tambaleante
sin cimientos
67
Al cabo de tres días
su llamita
como un cosquilleo
desde el aire nos dijo este último adiós
—es curioso—
no creció la maleza
68
¿Es ésta la bandeja
que él nos ofrecía?
¿recuerdas?
nevó toda la noche
fue cuando vino un viejecito
y se quedó dormido en el sofá
más tarde
el ángel se cayó desde la lámpara
de la pequeña esclava
griega
¿qué habrá sido?
dicen
que los que aman tejen entre dos
una sábana sola
—o algo parecido—
pero aquellos
gentiles visitantes se turnaban
sin cobrar más salario
que un rincón de caricia
69
la sábana está allí
espera
ahora
que nos quedamos tan desnudos
a la intemperie
entre la escarcha del espejo
70
¿Y cómo amarnos ya
allí donde el amor
moría tantas veces?
oasis
imaginas
71
III
DESDE E L TEJADO
La soledad
cómo te acerca
a esta pobre gente
al errabundo
al perseguido
al dócil
77
Esto va del reinado
al sacrificio
un río
rojo
que no abre la vara del profeta
de piedra
algunos
de tablas resultaban más endebles
cuando cayeron
—¿qué día fue?—
naufragó para siempre
su barquito de vela
78
He leído unos versos
—como no viene al caso
no digo de quién eran—
no sé si el jardinero notará
huellas sobre la senda que inventara
al borde
del estanque
79
Me pregunto
por qué ya no destapa
su perfume
las palabras dichosas
por qué ya no las dice
la alegría
por qué ya no se asoma al mirador
camina lentamente
con esos pies
tan sucios
80
MAS RAZONES
¿Y para qué negar su seducción
al verde plateado de las hojas descalzas
y frescas suspendidas
casi del aire
mientras yo las miro?
no merece el fragor
la pena
la conquista
ni acalla su lamento
de puntillas me dice
83
Dice que la vida es muy larga
aunque a veces se paguen rescates abusivos
por un amortiguado
existir
por un manojo
de perejil pequeño
me dice mi frutera
¿quiere usted perejil?
y yo recuerdo que en la cocina sobran esas cosas
pero asiento obediente
para que no se estrelle
su gesto contra el suelo
mi frutera
es la mejor persona con la que cruzo hoy
unas palabras
84
Cuando nos encontramos me da el sol en los ojos
parece
que no posáis los pies sobre la carretera
entonces me imagino que una cámara oculta
está rodando a mis espaldas ¿dónde?
y no sé si debería sonreír
o abrazaros
eso
o perder la costumbre de escribirnos mensajes
en mojones intactos
dejar crecer los frutos
hasta que estén maduros para la cosecha
85
no sea que lo irremediable acuda
ahora
que nos quedan tan pocas provisiones
acuda lo inesperado con sus grillos
que se arranque la venda de los ojos
que confunda
nuestros sacos de arena
y haya que dirigirse en peregrinación inútil
a la maga que borra las voces y los gestos
—es así
ha ocurrido otras veces—
86
Veo pasar los hombres los muchachos algunos
tan hermosos
con sus sacos de arena
luego se ha desplomado
sin revelar una palabra
de la herida que esconde bajo el pecho
los hombres
cuando mueran del todo
asomará un reguero de sangre en sus solapas
87
Mis hijos dicen esta noche
que han muerto todas las estrellas
luego
dicen que no
que todas no se han muerto
hace miles de años
no sé cómo
agradecemos que las estrellas nos alumbren
una vez más
que finjan
estar vivas
En mi hombro
igual que el aleteo
de un ave de rapiña
algo así
es la primera vez que me sucede
como la muerte súbita
de un niño
un instante yo era
temblorosa
ésa que no se atreve a pasar otra página
ni un minuto más
a oscuras
en el salón
de pie
con vuestra caja llena
con corazones amarillos
89
IV
FRÁGIL PODER
Sucede que es inútil
enterrar los tesoros en la orilla anegada
95
Que ha llegado el invierno
es lo que anuncia
la lluvia en los cristales
tú no le temes ya
sabes cubrirte de sus raptos de ira
y sabes consolarle los días más nostálgicos
invisible
el mundo se disfraza de nido y te cobija
96
Ahora contempla lejos
impasible
cómo te crecen ramas
en los brazos
pero no llorará
ni hará crecer tus flores
97
Del campo sólo escuchas
su queja
98
REGRESO
Tu gorrión
ha levantado el vuelo
¿ya imagina la forma de su nido?
pero te hace
feliz
ver el cofre vacío entre tus manos
101
—Eso te espera—
decir adiós a aquel mantel manchado
caminar en silencio
miras atrás
lo intentas nuevamente
por ahora
no hay señales de vida
102
Se acerca por detrás mientras escribes
y contempla tu anhelo vacilante
si lo consigues
—vamos—
sabrás en qué camino
te espera
te ha dejado un esqueje
de caricia
103
T ú también has buscado las pepitas de oro
en el río sin luna
de ahogadas luciérnagas
104
Tú llevabas el pan
lo deshacías
los minutos
lo dicen
—no hay camino—
sigue el rastro que fluye en dos vertientes
olvida más
deshaz tu corazón
recógelo si cae sobre tus manos
—lo vuelven a decir—
105
ENTRE E L RESCOLDO
¡Qué vendaval de arena!
cada hora
cada minuto sepultado
a la estancia vacía
sólo regresas tú
fidelidad
109
¿Quién dijo que alba y noche
se abracen en secreto?
ofrecen
su cosecha
pero sólo deseas que permanezcan quietos
en sus tumbas
110
No hay retorno si arrastra
tu corazón el huracán de cieno
—inténtalo—
desciende
¿acaso sabes
allá lejos qué voz mueve sus ramas y a ti acude?
111
¿Y quién lleva
las riendas?
112
El tacto
la raíz
que regrese en caricia
que perdure un reflejo de su estela
o la misericordia
de un espejo ovalado
si todavía existe para t i
al final
rescoldo de tus hogueras
sobre el aire
que alguien
las descubra
estas humildes chozas del olvido
113
(palabras)
Cobijo
Lentitud
Vaivén
Entrega
114
ÍNDICE
Anuncio 9
I
Ayer 17
Espera 23
Ferocidad en el consuelo 31
Propósitos 39
Voz 49
II
Mudo amor 59
III
Desde el tejado 75
Más razones 81
IV
Frágil poder 93
Regreso 99
Entre el rescoldo 107
115
ULTIMOS L I B R O S P U B L I C A D O S
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