LIBRO Gobernanza Criminal COMPLETO
LIBRO Gobernanza Criminal COMPLETO
LIBRO Gobernanza Criminal COMPLETO
implicados en la
gobernanza criminal
en América Latina
Sonia Alda Mejías (coord.)
Los actores implicados en la
gobernanza criminal en América
Latina
www.freiheit.org
www.realinstitutoelcano.org
Portada: TBD
Cuidado editorial: TBD
ISBN: 978-84-92983-29-2
Impreso en TBD
Índice de contenidos
p. 5 Introducción
p. 39 El juego de la gobernabilidad:
el Estado, los criminales y el orden local
Juan Carlos Garzón Vergara, Fundación de Ideas para la Paz (Colombia)
Cada vez es mayor la información sobre el poder del crimen organizado. Diferentes
estudios están poniendo de manifiesto que las redes criminales, no se dedican
exclusivamente a actividades ilegales económicas, sino además, que para ello, están
ejerciendo tareas correspondientes a los estados. En “sus” territorios proporcionan
seguridad, imparten justicia y realizan funciones de asistencia social. Ciertamente
no todas las redes sociales ejercen gobernanza criminal. Es preciso un contexto
determinado que haga posible esta posibilidad, basada fundamentalmente en
la complicidad del estado y en el reconocimiento legítimo de estos actores, por
parte de la sociedad. Cuando se cuenta con la complicidad y reconocimiento de
uno y otro, puede darse la gobernanza criminal. El objetivo último de la misma no
tiene connotaciones ni ideológicas, ni políticas, no se persigue un orden político
o económico alternativo. La motivación principal sigue siendo económica, pero la
gobernanza criminal proporciona la posibilidad de aumentar exponencialmente
el poder criminal y la proyección y alcance de los negocios. En otras palabras, el
poder local logrado, proporciona la base para lograr una proyección nacional y
transnacional.
5
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
ello precisamente es posible comprobar que los niveles de interacción con el estado
y la sociedad es lo que explica su nivel de desarrollo y de poder. Otro supuesto
generalizado es que cuando se considera la relación con la sociedad esta se basa
en la imposición, la arbitrariedad y la violencia y no en la legitimidad. Un supuesto
que impide entender el poder alcanzado por bandas criminales en las áreas que
controlan. Para ejercer el control y administración de un territorio es preciso ser
un poder legítimo y estas organizaciones logran serlo, de otra manera no podría
instaurarse el control criminal sobre el territorio y la población. Esta cuestión también
obliga a cuestionar la idea de la sociedad como víctima pasiva e inerme, cuando en
realidad es la que proporciona la legitimidad necesaria para la implantación de la
gobernanza criminal.
Bajo esta visión se abre multitud de interrogantes, todos los autores de este volumen
coinciden en señalar que el crimen organizado es un poder reconocido por el estado,
al punto que llega a cederle el control de territorios y es considerado legítimo por
las sociedades donde se implanta, ya sea urbana o rural. La propuesta de este
libro es entender esta interrelación y los términos de la misma. Todo indica que la
clave se encuentra en la existencia de un orden distinto al legal racional weberiano,
compartido por gobernantes y gobernados. Conviene empezar a profundizar en
dicho orden, por qué y cómo se desarrolla, ya que tiene multitud de implicaciones
que no sólo afectan a la seguridad, sino también al desarrollo y a la gobernabilidad,
tres ámbitos intensamente interrelacionados. Sin duda alguna los artículos de esta
publicación van a contribuir de manera decisiva a dar respuesta a estos interrogantes,
desde diferentes puntos de vista, pero de manera rigurosa y argumentada:
6
Introducción
En este nuevo espacio de análisis Cesar Niño insiste en la necesidad de ampliar los
lentes analíticos para comprender el crimen organizado. Por eso, en esta oportunidad,
se sostiene que los grupos criminales poseen una estructura de política exterior y
de diplomacia catalítica. Reconociendo con esta diplomacia la existencia de actores
ilegales no estatales que poseen estructura para el cumplimiento de objetivos e
intereses fuera de las dinámicas territoriales donde operan.
Juan Carlos Garzón plantea que en los territorios controlados por el crimen
organizado, la gobernabilidad local es el resultado de la interacción entre el Estado,
las facciones criminales y las comunidades, con relaciones que están mediadas
por sus capacidades y en donde el uso de la violencia tiene un papel central. Sin
embargo, esta interacción produce diferentes tipos de ordenes locales, que no son
estáticos, sino que están en constante negociación, cambiando a través del tiempo
y el espacio, dependiendo de las fortalezas de cada actor.
7
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Frank Casas plantea en su artículo que los productores de hoja de coca son conscientes
de la participación en la cadena productiva de la cocaína y en la cadena de valor
del crimen organizado. Sin embargo, esta dinámica es permisible pues los efectos
negativos no son visibles ni tangibles y, por el contrario, los efectos dinamizadores
de su economía doméstica sí lo son. Un ejemplo mediante, podría confirmarse que
la tolerancia mostrada por los campesinos cocaleros, hacia el narcotráfico, se debe a
la existencia de un orden que no se corresponde con el legal racional.
Sonia Alda
Madrid, mayo 2021
8
Una aproximación teórica, el concepto
de Gobernanza Criminal en América
Latina
Dra. Carolina Sampó
Conicet, Instituto de Relaciones Internacionales, Universidad de la Plata (Argentina)
Resumen
La evolución de las organizaciones criminales en América Latina ha llevado, a
muchas de ellas, a establecer regímenes de gobernanza criminal en espacios
territoriales concretos. El presente trabajo, define un concepto que es cada vez
más utilizado, destacando la necesidad de considerar no sólo la relación que los
Estados establecen con las organizaciones criminales sino también el vínculo que
estas últimas desarrollan con las comunidades sobre las que actúan. Ese vínculo,
que puede estar mediado por la coerción y/o la cooptación, termina por generar
un régimen criminal legítimo o ilegítimo susceptible de ser explotado como
capital político. Sin duda, la debilidad institucional y la impunidad, juegan un
rol central a la hora de entender la dinámica establecida por las organizaciones
criminales en los regímenes de gobernanza criminal.
Introducción
Las organizaciones criminales, particularmente en América Latina, han evolucionado
considerablemente en los últimos años. No se contentan ya solamente con llevar
adelante los negocios ilícitos, constituidos como su razón de ser, sino que buscan
calar profundamente en las sociedades en las que se implantan a través del control
territorial y la gobernanza criminal. En este sentido, el concepto de gobernanza
criminal intenta explicar la relación que las organizaciones criminales establecen con
ciertos sectores de la sociedad civil que, al mismo tiempo, pueden convertirse en
capital político. Asimismo, esa gobernanza criminal adopta diversas formas que se
relacionan ya no sólo con la manera en que las organizaciones criminales ejercen
control y poder en un determinado territorio, sino también por la forma en la que
esas organizaciones se vinculan con el Estado (Arias, 2017).
9
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
10
Una aproximación teórica, el concepto de Gobernanza Criminal en América Latina
Vale decir que no todas las organizaciones encuentran interés en ejercer lo que
entenderemos por gobernanza criminal y se conforman con contar con el control
territorial de espacios geográficos específicos, sean urbanos o rurales, que les
garantizan el correcto desarrollo de sus negocios. En ese sentido, quienes pretenden
controlar el territorio, sostienen Berg y Carranza (2018: p.3), utilizan la violencia con
tres objetivos distintos, no necesariamente excluyentes entre sí: para proteger el
territorio del avance de sus rivales, para asegurar la cooperación de los residentes en
ese espacio geográfico y/o la de los funcionarios del Estado y para extraer recursos.
Sin embargo, una tendencia que parece haberse profundizado a partir de la pandemia
del covid-19, está vinculada al ejercicio de la gobernanza criminal en espacios
urbanos. En este sentido, vale la pena destacar la búsqueda del fortalecimiento de
los llamados núcleos duros por parte de las organizaciones criminales, especialmente
al comienzo de la pandemia, cuando no sabían cómo reaccionar frente a las
restricciones impuestas por los distintos gobiernos. En consecuencia, se volcaron
a las comunidades locales y procuraron robustecer los vínculos preexistentes
incrementando su presencia, particular, aunque no exclusivamente, a partir de
acciones positivas .
11
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
En este sentido, Lessing (2020: p. 11) distingue dos formas de construir legitimidad:
de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. En el primer modelo, la legitimidad
surge del consentimiento de los gobernados, mientras que en la segunda es impuesta
por “otros titulares del poder”, como líderes comunitarios u organizaciones no
gubernamentales. Sin embargo, vale decir que los enfoques no son mutuamente
excluyentes, sino que pueden presentarse como complementarios. Como sostienen
Berg y Carranza (2018: p. 14): cuando el Estado ejerce una autoridad directa limitada,
la gente busca otros medios de protección; legitimando a actores alternativos,
muchas veces violentos, que les ofrecen mayor seguridad en un ambiente de
violencia generalizada. Sin duda, esa búsqueda puede empoderar a líderes locales
que procuran reproducir el orden social establecido desde el Estado, pero también
puede potenciar a actores que impulsen el establecimiento de un orden social
12
Una aproximación teórica, el concepto de Gobernanza Criminal en América Latina
De acuerdo con Lessing (2020: p. 2), los Estados con frecuencia ignoran, niegan e
incluso colaboran con la autoridad criminal establecida. En consecuencia, el Estado y
los grupos criminales configuran lo que Skaperdas y Syropoulos (1997) denominaron
“duopolio de la violencia”, en clara contraposición con el monopolio legítimo de la
violencia física al que refiere Weber (1947). En este sentido, es importante resaltar
que en los espacios donde se ejerce gobernanza criminal, dicha gobernanza cuenta
con una fuerte legitimidad, lo que resulta en un espacio territorial donde existen
dos autoridades legítimas que no necesariamente buscan ejercer monopólicamente
su autoridad, sino que frecuentemente cooperan entre sí a fin de garantizar la
continuidad del modelo existente. Porque, tal como sostienen Ferreira y Richmond
(2021: p.2), la gobernanza criminal posibilita el desarrollo de un entorno más
pacífico, que redunda en una mejor calidad de vida para los habitantes de esos
espacios territoriales.
En este sentido, como sostiene Lessing (2020: p.2), las organizaciones criminales
pueden imponer orden en espacios en donde los Estados tienen dificultades para
gobernar, funcionado incluso como puentes entre la sociedad y el Estado. Sin
embargo, a medida que estos espacios se expanden, la gobernanza criminal puede
volverse central para la estabilidad social, contribuyendo así al mantenimiento del
orden generado desde el Estado, pero dejando de manifiesto su debilidad. No
obstante, huelga aclarar que, como afirma Lessing (2020: p. 6), el “gobierno”
de las organizaciones criminales sobre los civiles suele ser limitado y discontinuo,
ejerciendo control y regulación en algunos aspectos de la vida cotidiana – aquellos
que les interesan -, pero dejando otros librados al manejo de los habitantes de ese
espacio territorial (que muchas veces deben recurrir al Estado).
13
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Sin embargo, tal como sostiene Arias (2017) no hay una sola forma de ejercer la
gobernanza criminal y, en consecuencia, de establecer lazos tanto con la sociedad
civil como con las elites políticas.
14
Una aproximación teórica, el concepto de Gobernanza Criminal en América Latina
15
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Las razones por las que colaboran o no con la comunidad varían, particularmente
a partir de la personalidad del liderazgo, la fuerza de la comunidad y el tipo de
organización criminal presente en un territorio (Magaloni, Vivanco y Melo,
2020). Vale la pena analizar si se trata de organizaciones que se posicionan como
monopólicas o si, por el contrario, están en permanente disputa por el territorio,
a fin de comprender si la inversión que implica el establecimiento de régimen de
gobernanza criminal puede ser redituable. Como sostienen Magaloni, Vivanco y
Melo (2020: p. 564) en ordenes monopólicos, los horizontes temporales son más
largos, por lo que es más factible que las organizaciones criminales inviertan en
generar gobernanza, en tanto pueden cosechar más réditos a futuro. Cuando,
en cambio, existen grupos criminales que se disputan un territorio, el horizonte
temporal suele ser más acotado, lo que termina por socavar los incentivos para
establecer acuerdos de colaboración que beneficien a la organización a largo plazo
(Magaloni, Vivanco y Melo, 2020: p. 564).
La pregunta que resta ser respondida es qué tipo de gobernanza criminal es más
beneficiosa o menos perjudicial para las comunidades que deben convivir con ella. En
este sentido, muchas veces el debate, tanto político como académico, está centrado
en describir, analizar y comprender los regímenes que surgen del establecimiento
de la gobernanza criminal por parte de determinados actores; sin prestar atención
a cómo esos regímenes afectan la vida de las personas. Sin duda, como sostienen
Magaloni, Vivanco y Melo (2020: p.555) la delincuencia desorganizada puede ser
peor para la comunidad que la delincuencia organizada, en especial cuando el Estado
no tiene control sobre sus fuerzas de seguridad (o tiene poco control) y/o cuando
éstas carecen de legitimidad en la comunidad. Tal como afirman Ferreira y Richmond
(2021), la gobernanza criminal puede hacer surgir bloques de paz en espacios donde
los altos niveles de violencia afectan directamente a grandes comunidades.
Conclusiones
Los altos niveles de corrupción y de impunidad que afectan a nuestra región,
hacen posible la penetración de las organizaciones criminales en las estructuras
gubernamentales, provocando el surgimiento de regímenes de gobernanza criminal.
Esos regímenes, puede ser legítimos o ilegítimos, de acuerdo con la relación que
las organizaciones criminales establezcan con las comunidades. Sin embargo,
considerando el vínculo que el Estado suele mantener con quienes habitan esos
espacios territoriales – a los que marginan, excluyen y muchas veces reprimen-, así
como los incentivos generados, desde las organizaciones criminales, para convertir los
16
Una aproximación teórica, el concepto de Gobernanza Criminal en América Latina
Pero lo que resulta aún más interesante es lo que implica esa legitimidad. No
sólo porque acarrea el ejercicio de la dominación, en términos weberianos, de la
organización criminal en un territorio determinado, sino porque se constituye como
moneda de cambio para las negociaciones con quienes ocupan el Estado. En ese
sentido, el capital político representado por quienes se encuentran gobernados
por organizaciones criminales permite la proyección del poder de esa organización
más allá de las fronteras territoriales en las que ejercer la dominación. Básicamente,
el poder que las organizaciones criminales consiguen, a partir del ejercicio de la
gobernanza criminal, en un espacio geográfico determinado, les permite posicionarse
como puentes entre la sociedad y el Estado. Ese ejercicio redunda en al menos
dos beneficios: por un lado, les garantiza el mantenimiento de un orden que es
funcional a sus intereses y negocios vigentes, mientras que, por el otro lado, las aleja
del conflicto permanente y desgastante con las fuerzas del Estado.
Sin duda, son las organizaciones criminales las más beneficiadas, en tanto, como
hemos señalado, continúan con sus actividades al tiempo que ganan poder. Sin
embargo y, contrariamente a lo que se puede pensar, la sociedad civil también puede
verse influenciada positivamente por estos acuerdos. En especial, si el régimen de
gobernanza criminal bajo el que viven les garantiza paz o, al menos, ausencia de
violencia. En este sentido, si se trata de organizaciones criminales monopólicas, que
utilizan la amenaza del uso de la fuerza – más que la fuerza – y la cooptación como
elementos de construcción de legitimidad, las comunidades tienden a estar mejor
que bajo regímenes impuestos desde el Estado, donde suele haber enfrentamientos
entre organizaciones criminales y/o entre estas y el Estado. Finalmente, los
funcionarios del Estado también se benefician de esos acuerdos: desde la reducción
en los índices de violencia, que puede redundar en un incremento en sus índices de
17
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
popularidad, hasta la utilización del capital político puesto en disponibilidad por las
organizaciones criminales para asegurar su lugar en la administración del Estado.
18
Bibliografía
Arias, E.D. (2006) “The Dynamics of Criminal Governance: Networks and Social
Order in Rio de Janeiro” Journal of Latin American Studies, 38, pp 293-325
doi:10.1017/S0022216X06000721
Arias, E.D. (2017) Criminal Enterprise and Governance in Latin America. Cambridge
University Press.
Berg, L.A y Carranza, M (2018) “Organized criminal violence and territorial control:
Evidence from northern Honduras” Journal of Peace Research, 1-16. DOI:
10.1177/0022343317752796
Weber, M. (1947) The Theory of Social and Economic Organization. New York: The
Free Press.
19
La disputa entre el Estado y el crimen organizado por la legitimidad en la gobernanza local
Resumen
En América Latina hay una disputa por el control de amplios territorios urbanos
o rurales entre los diversos grupos del crimen organizado y el Estado. Este texto
propone que esa disputa no es sólo sobre el dominio militar objetivo, sino
también sobre la legitimidad de las acciones. Esta competencia los diversos
grupos criminales llegan a usurpar y emular el ejercicio de cuatro funciones
originalmente atribuidas al Estado, logrando crear una institucionalidad paralela
que obtiene reconocimiento de la población.
Las zonas rurales que bordean el sur del lago Maracaibo están dedicadas
a la siembra de bananos y a la ganadería vacuna. En una de esas fincas que
se especializaba en la producción de leche, el propietario, en unas jornadas
de trabajo de campo, nos confesó con franqueza, y pudiera decirse que con
pasmosa tranquilidad, que él le pagaba mensualmente a la guerrilla colombiana
para garantizar la seguridad del personal que allí trabaja, de las reses, y de
su familia cuando iban a la zona. También, agregó, ofrecía contribuciones
monetarias regulares a los funcionarios del ejército que estaban encargados de
los puestos militares de la zona y que debían garantizar la protección de las
personas y de sus bienes a nombre del Estado. En la entrevista además introduce
con diferencia entre la guerrilla y los funcionarios estatales, la seriedad de los
primeros. Luego, se explicó. Su acuerdo con el grupo guerrillero consistía en
un pago mensual fijo en dinero, el cual pasaban a cobrar con regularidad una
cuadrilla de hombres fuertemente armados por la finca. Venían y se iban, pero
nunca más lo molestaban, ni venían a solicitarle ningún pago extra, ambos
cumplían con el acuerdo. En cambio, argumentaba, los militares cada vez que
necesitaban o querían algo, venían a su casa y le pedían dinero, y un mes exigían
un monto y el siguiente pedían otro. Y cuando no era dinero, venían a pedir
21
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
que les regalaran carne o hasta una ternera completa; y si cambiaban al jefe
del destacamento, agregaba mas condiciones y llegaba otro teniente, cambiaba
nuevamente los montos. Con los otros eso no pasa, concluyó, son gente seria
(Briceño-León y Camardiel, 2015)
El Estado y el territorio
Un factor esencial en la constitución de un Estado es el ejercicio de control territorial.
El Estado se concreta en un espacio en el cual impone su dominio y emplaza su
poder, allí es capaz de imponer su voluntad aun a pesar de la resistencia que pueda
encontrar y con el ejercicio de la fuerza somete o desplaza a los otros actores
armados que le disputan su dominio.
Si tanto el Estado como el crimen organizado pueden compartir esas funciones del
dominio territorial, ¿dónde está la diferencia? Algunos autores, como Tilly (1985)
22
La disputa entre el Estado y el crimen organizado por la legitimidad en la gobernanza local
Ese sometimiento puede obtenerse por el miedo que provoca la amenaza del
ejercicio de la fuerza, al menos de manera transitoria. Pero el temor no crea
reconocimiento, ni aceptación sincera ni lealtad, y por lo tanto no es fácil atribuirle
legitimidad. Y también la legitimidad puede adquirirse por la aceptación voluntaria
del sometimiento, sea por una superioridad moral atribuida o sea por los beneficios
y las bondades prácticas que pueden acompañarlo.
En sus afirmaciones sobre el monopolio de la fuerza, por parte del Estado, Weber
acompañó siempre la invocación a la legitimidad del uso de la misma, y así ha
quedado acuñada en la ciencia política y la sociología la expresión del “monopolio
legitimo de la fuerza” (Beetham,2006). Ahora bien, ¿qué significado tiene la idea
de legitimidad?
Pero hay una segunda forma de entender esa legitimidad que tiene que ver con la
aprobación y reconocimiento que tiene el uso de la fuerza en las personas comunes.
En este caso, la aprobación de las conductas que ejercen la violencia no lo otorgan
las leyes, sino el apoyo de la sociedad. Esta dimensión siempre ha existido como
un factor relevante, aunque no siempre determinante, en el ejercicio del poder,
23
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Con la llegada de la explotación petrolera primero, y luego con la presión que tenían
del ejército colombiano, los alrededores de Guasdualito se convirtieron en el lugar
de actuación y aliviadero de los grupos guerrilleros colombianos FARC y del ELN.
Posteriormente, ese espacio se trasformó en un lugar importante para el tránsito de
la droga y finalmente en un lucrativo negocio del contrabando de gasolina subsidiada
y bienes hacia Colombia. Los tiempos cambiaron y la fractura de la economía y de
la industria petrolera venezolana hizo que escaseara la gasolina, en el país petrolero,
y por lo tanto, la dirección del contrabando se invirtió y se convirtió en un lucrativo
negocio transportar gasolina y bienes de primera necesidad desde Colombia hacia
Venezuela.
24
La disputa entre el Estado y el crimen organizado por la legitimidad en la gobernanza local
y sus guerrilleros se encargan de evitar las riñas pendencieras en los bares durante
los fines de semana y hasta castigan a los hombres infieles a sus esposas.
El crimen organizado puede tener el control factico del territorio, pero requiere de
una legitimidad que le permita darle permanencia y contar con la anuencia de la
población para sus actividades, pues de esa manera le será más fácil conseguir la
cooperación o el silencio. En ese proceso de búsqueda de la legitimidad, los grupos
del crimen organizado emulan cuatro funciones del Estado (Spruyt, 2002). Las
describimos sucintamente a continuación.
25
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
ellos ejercen control; y por esa punición severa reciben el aplauso y reconocimiento
de los habitantes. La aplicación de una justicia retributiva de manos de los grupos
criminales es una paradoja, una inconsistencia con su ethos criminal, pero encaja
perfectamente en sus propósitos de búsqueda de legitimidad a la cual están
obligados y también le facilitan su dominio.
Dos aspectos podemos afirmar que hemos encontrado favorecen ese reconocimiento
y apoyo por parte de la población a la labor punitiva y de control de la transgresión
por las bandas criminales. El primero es la celeridad con la cual aplican los castigos,
no hay retrasos procesales, ni tampoco derechos para la defensa, hay una aplicación
expedita de los castigos. Celeridad que una parte de la población siente como
reconfortante por su rapidez. Al fin y al cabo se le da respuesta al antiguo reclamo
de que “justicia retrasada es justicia denegada”. Aunque, en el medio, se cometan
muchas otras injusticias.
El segundo aspecto es la severidad con las cual se aplica el castigo y que es leida
por las poblaciones con unos castigos “ejemplares”, que las más de las veces no
se corresponden con los principios de la proporcionalidad de la pena que tiene el
retribucionismo jurídico. La severidad no busca ajustarse a la proporción relativa
que se busca desde la ley del talión, son deliberadamente desproporcionados pues
quieren que así sean, ya que de ese modo cumplen su función de disuasión del
delito menor y de amenaza a los grupos competidores o a los rebeldes que rehúsen
el sometimiento al poder del grupo criminal. -Tres meses después que nos robaron
una res para comérsela y hacer una parranda, ya todos los participantes estaban
muertos…, dijo el capataz de la finca y quien se encargaba del pago mensual al ELN.
Finalmente, y en cuarto lugar, con todo lo anterior, la ley del crimen organizado se
convierte en un forjador de normas eficientes. Normas que no son apenas nominales
y una promesa de futuro, sino una realidad llena de contenido, con fuerza para su
aplicación y de efecto inmediato. Durante la pandemia del Covid-19, las autoridades
sanitarias de muchos países y los gobiernos locales han tenido gran dificultad para
hacer cumplir las medidas de protección sanitaria, como el uso de las máscaras
faciales o el acatamiento del toque de queda. Sin embargo, los grupos armados en
Colombia, en la zona minera al sur de Venezuela o en las zonas urbanas controladas
por los grupos armados, se encargaron de forzar su cumplimiento, imponiendo
multas, castigos físicos, o hasta la muerte, como ocurrió en la zona 23 de Enero de
Caracas. En este caso uno de los “colectivos” se encargo una noche de asesinar a
cuatro personas que jugaban dominó y bebían alcohol en la calle, incumpliendo el
toque de queda impuesto por ese grupo, emulando al Estado.
26
La disputa entre el Estado y el crimen organizado por la legitimidad en la gobernanza local
Conclusión
Estas cuatro funciones son una fuente importante de legitimidad para el Estado o
para los grupos criminales. Pero el Estado en esas zonas que parecen encontrarse a
los márgenes de su acción no ha cumplido con su aplicación o lo ha hecho de manera
incompleta. Al menos, esa es la percepción de las personas en estos territorios. En
consecuencia, el crimen organizado lo ha podido suplantar y retomar como remedo
las funciones de la oferta de protección, el delivery de bienes y servicios, la aplicación
de la justicia penal y con ello le ha disputado la legitimidad al dominio al Estado.
La pregunta que nos queda es: ¿Puede acaso la democracia competir con este tipo
de dominio? Yo pienso que sí es posible, pero que para hacerlo, la democracia
enfrenta el reto de demostrar que es superior moral y prácticamente al crimen
organizado.
La democracia tiene que buscar ofrecer una mejor y más completa protección
universal de las personas. Las políticas sociales del Estado deben mostrar que pueden
27
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Referencias
Beetham, D. (2006). Political Legitimacy. En K. Nash, & A. Scott, The Blackwell
Companion to Political Sociology (págs. 107-116). Oxford: Blackwell.
Bourdieu, P. (2012) Sur l’État. Cours au Collège de France, 1989–1992, Paris, Seuil
North, D. C., Wallis, J. J., & Weingast, B. R. (2009). Violence and Social Order. A
conceptual Framework for interpreting Recorded Human History. Cambridge:
Cambridge University Press.
Spruyt, Hendrik. 2002. «The Origins, Development and Possible Decline of the
Modern States.» Annual Review of Political Science 5: 127-149.
Tilly, C. (1985). War Making and State Making as Organized Crime. En P. Evans, D.
Rueschemeyer, & T. Skocpol, Bringing the State Back (págs. 169-187). Cambridge:
Cambridge University Press.
28
Diplomacia catalítica. Gobernanza criminal regional
Resumen
La intención de este documento entre otras, es mostrar que existe una necesidad
de ampliar los lentes analíticos para comprender el crimen organizado. Por eso,
en esta oportunidad, se sostiene que los grupos criminales poseen una estructura
de política exterior y de diplomacia catalítica. La noción de “fronteras” en las
lógicas criminales, son distintas a las convencionales. Es decir, “las fronteras”
son solo momentos límites de control de grupos sobre espacios geográficos,
rutas y mercancías, son dinámicas que dependen de los actores involucrados
y no de la vieja y estadocéntrica concepción westfaliana de fronteras rígidas e
inquebrantables asociadas al Estado. Aquí se exponen preocupantes complejos
criminales y recomendaciones clave para los tomadores de decisiones.
Introducción
Las configuraciones regionales en América Latina demuestran grandes paradojas: el
subcontinente posee grandes diferencias de construcción histórica de sus Estados,
pero tiene profundas homogeneidades asociadas al crimen y a la violencia (Niño,
2020b). Por otra parte, mientras es difícil un entendimiento entre las agendas
políticas nacionales y la cohesión del multilateralismo convencional, los grupos
criminales tienden a asociarse entre ellos con mayor facilidad y con menos costos de
transacción que los Estados de la región. También, mientras es una zona pacífica, al
mismo tiempo es altamente violenta.
29
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
que permiten comprender las dinámicas objeto de estudio. Con base en lo anterior,
este trabajo está dividido de la siguiente manera: en primer lugar, se hace una
aproximación conceptual sobre la gobernanza criminal de manera general que,
permite enlazar los demás elementos y también, definirse como un plausible marco
analítico que explica la pervivencia del crimen en América Latina. En segundo lugar,
se aborda la diplomacia catalítica y la política exterior criminal para comprender
algunas lógicas, no convencionales y subterráneas, sobre la relación de grupos y
estructuras al margen de la ley, con capacidad de agencia en territorios extranjeros.
Por un lado, es pertinente mencionar que aquellas lógicas están ligadas a condiciones
para-estatales, en concordancia con las dinámicas insurgentes, de conflictos
internos, prisiones, narcotráfico y grupos armados. Estas últimas por mencionar
algunos ejemplos específicos. De tal manera, los casos de Colombia y México
responden a dichos problemas en donde el trabajo de Duncan (2014) advierte sobre
el ascenso de las economías ilícitas y paralelas que sirven de apoyo a las estructuras
criminales de gran alcance. De tal manera, los trabajos de Lessing y Graham (2019)
30
Diplomacia catalítica. Gobernanza criminal regional
31
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
De tal manera, fueron los trabajos de Aguirre (1999), Buttler (1961), Duchacek
(1986) y Kuznetsov (2014) principalmente, los que arrojaron una nueva perspectiva
no estadocéntrica de la política exterior y de la diplomacia desde una aproximación
catalítica y de microdiplomacia. En otras palabras, la idea de lo “catalítico” configura
actividades subnacionales y de actores ilegales no estatales que poseen agencia y
estructura para el cumplimiento de objetivos e intereses fuera de las dinámicas
territoriales donde operan.
32
Diplomacia catalítica. Gobernanza criminal regional
Grupo País
ELN Colombia
MS13 El Salvador
Barrio 18 El Salvador
33
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Cerca del 85 por ciento de la ciudad de Medellín está bajo el dominio de unas
140 organizaciones armadas. Aquellas organizaciones son la hibridación de residuos
de distintas agrupaciones derivadas de carteles del narcotráfico, paramilitares,
disidencias guerrilleras, criminales extranjeros y actores emergentes que dominan
las relaciones sociales de algunos sectores de Medellín.
34
Diplomacia catalítica. Gobernanza criminal regional
fuego, confirman que hay grupúsculos que dominan a través de la violencia, zonas
de la ciudad generando gobiernos criminales.
De tal manera los carteles mexicanos tienen una relación con los narcos que tienen
sus centros de operaciones en Bogotá, Medellín y Cali, pero que sus zonas de
influencia se encuentran en las zonas periféricas del país.
Así, la evidencia arroja que, por ejemplo, enviados de los Zetas a Colombia
(Catatumbo, Pacífico, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Norte de Santander y región
Andina) tienen operaciones de cobro, hacen transacciones de pago y transan con
sus socios en los restaurantes o locales de los pueblos cocaleros. Los reportes arrojan
que, por ejemplo, los carteles mexicanos establecen contacto con colombianos
de cada uno de los eslabones del narcotráfico (muchos de ellos en Bogotá, Cali y
Medellín, en menor medida Barranquilla y Cartagena), brindan servicios de seguridad
y contratan con propietarios de lanchas y avionetas para operar de manera ágil y
clandestina.
Conclusión
Existe una necesidad de ampliar los lentes analíticos para comprender el crimen
organizado. De tal manera, la diplomacia catalítica en los estudios sobre la
gobernanza criminal, abre nuevos horizontes de interpretación prácticos para
el entendimiento de los fenómenos y asociaciones entre grupos. Desenclavar y
desestatizar la noción de política exterior de los viejos paradigmas convencionales,
permiten una comprensión holística de las mutaciones del crimen con capacidad de
agencia y estructura.
35
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Recomendaciones estratégicas
Aproximarse a los fenómenos que generan inseguridad y violencia en América Latina,
implica desenclavar viejos paradigmas y conceptos anacrónicos, pero también, el
involucramiento de nuevas perspectivas complejas que abordan integralmente
dichos aspectos. Así, las recomendaciones presentadas a continuación, están
orientadas a los tomadores de decisiones, operadores de seguridad y justicia, así
como a la academia y las agendas de investigación:
36
5. Hipótesis de negociaciones: los gobiernos deben negociar con estructuras
criminales para reducir el crimen. Esta recomendación consiste en atacar las
causas y no las simples consecuencias. En otras palabras, se trata de definir
la noción de “victoria” del Estado en contraposición de los grupos criminales
y de comprender el estancamiento mutuo. Se determina por la construcción
de legitimidades en los espacios geográficos, en la gobernanza y capacidad
de agencia ante los problemas sociales. Para lo anterior, se deben identificar
los incentivos y motivaciones que llevan al grupo criminal a “ser y estar”.
El método para negociar requiere, en principio, de los siguientes pasos:
primero la mediación del Estado para poner un alto al fuego entre bandas,
grupos armados y terroristas, y segundo una transformación de lo legítimo,
en donde el Estado debe construir una contralegitimidad sobre los grupos
ilegales. En sociedades donde la violencia y el crimen son generados por
pandillas, bandas y grupos de distintas naturalezas, las redes criminales
suelen estar tan arraigadas que la negociación puede, de hecho, ofrecer la
única solución viable.
37
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Biliografía
Aguirre, I. (1999). Making sense of paradiplomacy? An intertextual enquiry about a
concept in search of a definition. In F. Aldecoa & M. Keating (Eds.), Paradiplomacy
in action (pp. 185–209). Frank Cass.
Duchacek, I. (1986). The territorial dimension of politics: Within, among, and across
nations. Westview Press.
Duncan, G. (2014). Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en
Colombia y México. Penguin Random House Group.
Niño, C., Acosta-Cajiao, C., & González, C. (2020). Tres nuevas aproximaciones a
la agenda de investigación sobre el narcotráfico en el siglo XXI. URVIO. Revista
Latinoamericana de Estudios de Seguridad, 28. https://doi.org/10.17141/
urvio.28.2020.4393
38
El juego de la gobernabilidad:
el Estado, los criminales y el orden
local
Juan Carlos Garzón Vergara
Fundación de Ideas para la Paz (Colombia)
Resumen
En América Latina, incluyendo la región Andina, el Estado y el crimen organizado
se influyen mutuamente, produciendo configuraciones de ordenes locales, en los
cuales la relación con la población contribuye a explicar las formas de autoridad
y legitimidad, que cambian a través del espacio y el tiempo. Para entender estas
interacciones, es decir el denominado juego de la gobernabilidad, este texto
propone un mapa conceptual, basado en el análisis de capacidades, cuestionando
afirmaciones que son recurrentes en el debate público – como la idea del “vacío
estatal”, el poder hegemónico de los grupos criminales o el papel pasivo de
las comunidades. Con este propósito, se recurre a la evidencia y la literatura
reciente, conectándolas con los dilemas que enfrenta la política pública. Este
texto pretende abrir una discusión sobre cómo estos ordenes locales influyen y
definen el inacabado proceso de construcción del Estado en la región y cuáles
son las respuestas posibles.
El juego de la gobernabilidad
La gobernabilidad, en las zonas de influencia del crimen organizado, es una creciente
preocupación para los países de la región. Este es un desafío que no solo afecta a los
entornos urbanos, sino también a las áreas rurales, que pueden estar conectadas a
mercados locales y globales a través de economías ilegales, pero que por lo general
se encuentran aisladas de la oferta pública de bienes y servicios. Lejos de la imagen
de la “anarquía” o el desgobierno, en estos espacios se encuentran ordenes locales,
que hacen parte del continuo e inacabado proceso de construcción estatal.
39
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Desde la academia se han dado pasos importantes para comprender esos ordenes,
bajo el marco de la gobernanza criminal, que cuestiona la dicotomía Estado o
criminales (Lessing, 2020; Mantilla y Feldmann, 2020). Sin embargo, en el debate
público y en la definición e implementación de las políticas, sigue teniendo mucho
peso la idea del “vacío estatal”. Es cierto que en buena parte de los países de la
región el Estado es débil y su presencia heterogénea (Alda, 2014), pero la existencia
de territorios “tomados” por el crimen organizado no siempre se explica por su total
ausencia. Como señala J. Scott (2012), el Estado siempre tiene un rol, aun cuando
no está – por omisión, decisión o incapacidad.
Para abordar estas preguntas propongo un esquema de análisis basado en una idea
central: El Estado y el crimen organizado se influyen mutuamente, produciendo
configuraciones de ordenes locales, en los cuales la relación con la población y sus
capacidades contribuyen a explicar las formas de autoridad y de legitimidad, que
cambian a través del espacio y del tiempo.
Nótese que señalé que es una idea “central”, pero no original. Aunque está
respaldada por una producción académica solida y creciente, desde el ámbito del
estudio de las guerras civiles (Arjona, Kasfir, and Mampilly 2015) y también del crimen
organizado (B. Magaloni et.al, 2020), continúa siendo disruptiva en el ámbito de las
políticas públicas. Esta aproximación es una suerte de elefante en la habitación del
cual se prefiere no hablar. La narrativa oficial parte de un Estado asociado al orden
40
El juego de la gobernabilidad:
El Estado, los criminales y el orden local
Tercero, el esquema de análisis que usaré para desarrollar la idea central corresponde
a la construcción de tipos ideales, es decir abstracciones que acentúan ciertos rasgos
de una realidad multifacética para facilitar su compresión.
41
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
La débil capacidad del Estado y sus fallas sistemáticas para cumplir con sus
responsabilidades, son frecuentemente identificados como causas y oportunidades
para que el crimen organizado tenga un lugar preponderante en el juego de la
gobernabilidad. Esto no solo incluye control del territorio, la coerción y el cobro de
impuestos, sino también la provisión de bienes públicos – dentro de los cuales están
la justicia y la seguridad.
Desde la perspectiva del Estado, hay tres puntos importantes al considerar el juego
de la gobernabilidad. Primero, la precariedad o debilidad de las instituciones estatales
no significa falta de orden y regulación social. Segundo, en el marco de la debilidad,
la suplantación de las funciones del Estado, por parte de los actores criminales,
puede ser el resultado de la delegación y no necesariamente de la competencia.
Tercero, la expresión de la debilidad en los territorios no es el resultado de un proceso
aleatorio, sino que implica una decisión sobre donde invertir los limitados recursos y
desplegar las capacidades.
42
El juego de la gobernabilidad:
El Estado, los criminales y el orden local
que están bajo su dominio, su vínculo con las comunidades, el tipo de liderazgo, su
grado de cohesión y la habilidad para disciplinar a sus miembros, la relación con el
territorio (si son nativos o foráneos), su capacidad armada y su relacionamiento con
otras organizaciones criminales.
Como señala B. Lessing (2020), diferentes factores podrían llevar a que estas
organizaciones influyan mucho o poco en el juego de la gobernabilidad. En todo
caso, el orden que se produce no puede ser entendido al margen del Estado, de
sus políticas, de su aparato coercitivo y de la relación con los ciudadanos. Lessing
además señala que raramente los grupos criminales tienen un control exclusivo, sino
que su gobernabilidad se superpone a la del Estado.
En el ámbito local, las organizaciones criminales pueden asumir ciertas funciones del
Estado, llegando a suplantarlo. Pero, en realidad, las facciones no buscan tomar el
poder o subvertir el orden establecido – como se proponen por ejemplo los grupos
insurgentes. Es decir, no están compitiendo por la construcción del Estado. Esto
no quiere significa que estén desprovistos de intereses o discursos políticos; tienen
claro que su permanencia y longevidad necesitan de autoridad y legitimidad, lo cual
puede llevar a resistir el Estado y confrontarlo.
Esto nos lleva al tercer actor: la comunidad. Este concepto abarca un conjunto amplio
y difuso de agentes, que incluye a líderes locales, organizaciones y a los pobladores.
La pregunta es cuáles son sus capacidades para influir, resistir o participar en el juego
de la gobernabilidad local, en contextos de alta influencia de los grupos criminales
y de débil capacidad estatal. El debate público suele encasillar a los actores locales
como víctimas o cómplices, pero el asunto es más complejo.
43
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
dentro de estas comunidades”. En este contexto, los actores locales pueden apoyar
a las facciones criminales, aceptando su autoridad y proveyéndolas de legitimidad.
Sin embargo, esta aproximación es insuficiente para analizar las capacidades que
tienen las comunidades. Tres características parecen influir en el papel que tiene la
comunidad en el juego de la gobernabilidad: Primero, la densidad de la organización
comunitaria que potencia su resistencia y habilita la acción colectiva. Segundo, la
autonomía que tienen para tomar decisiones, resolver conflictos cotidianos, abordar
tensiones y resolver asuntos locales. Tercero, la existencia de liderazgos reconocidos,
con capacidad de intermediación con las instituciones formales y los actores ilegales.
O. Kaplan (2017), analizando lo que ocurre con los grupos rebeldes, advierte que
la influencia de las comunidades depende en buena medida de la “sensibilidad” de
las facciones armadas y los incentivos para usar la violencia. Esta “sensibilidad” está
ligada a las características internas del grupo, la dependencia que tiene en término
de extracción de rentas, el horizonte temporal que tienen, y si han consolidado el
control o se encuentran en disputa.
44
Ladegradacióndelpoderestatalyelascensodeldominiocriminal:corrupción,inseguridadydéfici
Capacidad de
la comunidad
Fuerte
Débil
Débil Débil
Fuerte Fuerte
Capacidad Capacidad de
del Estado los criminales
Por ejemplo, en el caso del Estado, cuando carece de poder coercitivo decapacidad
para imponer regulaciones, para proteger a los ciudadanos y tampoco es capaz de
proveer bienes públicos – entre otras funciones – podría considerarse como débil.
Respecto a las organizaciones ilegales, si no pueden controlar el territorio, imponer
disciplina entre sus miembros, garantizar cierta cohesión, acceder a recursos (dinero,
hombres y armas), regular las economías ilegales y las actividades ilícitas, aceptaremos
que no es un grupo criminal fuerte. En cuanto a las comunidades, si no tienen cierto
nivel de autonomía, tienen una baja densidad organizacional, no tienen liderazgos
aceptados y con capacidad de influir, en las decisiones de sus miembros, este eje
estará más cerca de la categoría débil.
45
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
46
Figura 2. El juego de la gobernabilidad y los distintos escenarios
Bajo este marco, el uso de la violencia no se limita a la narrativa de las disputas entre
facciones criminales o entre estas y el Estado (entre los “buenos” y los “malos”), en
el contexto de la defensa o represión de las economías ilegales. La violencia tiene
un papel central en la definición de los ordenes locales, en la lucha por el poder
político. Esto no solo podría ayudar a entender los altos niveles de muertes violentas
e intimidación que se encuentran en cientos de municipios y barrios en América
Latina, donde el juego de la gobernabilidad no termina de definirse. En sentido
opuesto, el descenso de homicidios o su mantenimiento en niveles bajos, como
resultado del control de una facción criminal o el acuerdo entre varias organizaciones
armadas no estatales.
47
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
48
La degradación del poder estatal y el ascenso del dominio criminal
Referencias
Arias, D. (2017). Criminal Enterprises and Governance in Latin America and the
Caribbean. Cambridge: Cambridge University Press.
Arjona, A, N. Kasfir, & Z. Mampilly (Eds.) (2015), Rebel Governance in Civil War,
Cambridge: Cambridge University Press
Ballvé, Teo (2020) The Frontier Effect: State Formation and Violence in Colombia.
Ithaca: Cornell University Press.
Blattman, C., Duncan, G., Lessing, B. y Tobón, S. (2021). Gang rule: Understanding
and Countering Criminal Governance. Disponible en: https://www.nber.org/
papers/w28458. Consultado el 25 de febrero de 2021.
Blum, L. (2021). Narco Robin Hoods: Community support for illicit economies and
violence in rural Central America. World Development. Volume 143.
Magaloni, B., E. Franco-Vivanco y V. Melo (2020). Killing in the Slums: Social Order,
Criminal Governance, and Police Violence in Rio De Janeiro. American Political
Science Review 114 (2): 552–72.
Resumen
La relación entre crimen organizado y orden político en el mundo contemporáneo
es un tópico tanto de inmediata relevancia como de relativamente poca
exploración académica. Un enfoque que busca dar cuenta de este fenómeno es él
de la “connivencia” entre los órdenes legal e ilegal. En el presente ensayo, discuto
los alcances y limitaciones de esta aproximación utilizando el concepto de la
crimilegalidad acuñado por el autor. Sostengo que la perspectiva esencialmente
dicotómica sobre los ámbitos legales e ilegales-criminales de la vida social no es
sostenible en los escenarios contemporáneos del sur-norte global. Así mismo,
resalto y corroboro con base en una discusión de literaturas conceptual-teóricas
pertinentes, la relevancia de indagar acerca de las bases morales y normativas de
los ordenes políticos para dar cuenta de su relación con el crimen organizado. Mi
argumento central es que pese a su incidencia en la generación de legitimidad
política, el ámbito social de lo moral es una variable macro poco explorada -o
incluso olvidada- en la investigación sobre órdenes políticos. Muestro a manera
de grandes esbozos históricos, cómo se da la relación entre lo moral y el orden
político en Colombia. El ensayo concluye con la identificación de la necesidad
de análisis granulares y empíricamente fundados sobre este tópico en Colombia
y comparativamente en otros escenarios del sur-norte global. Hay que abrir un
nuevo campo de investigación transdisciplinaria que nos permite abordar con
todo el rigor científico requerido al tema de las bases morales y normativas de
los órdenes políticos crimilegales en nuestro mundo y tiempo.
51
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Introducción
Frente a los complejos desafíos que plantea el crimen organizado para los
Estados, sociedades y comunidades locales en el mundo contemporáneo, estamos
presenciando un renovado interés en el fenómeno a través de diversas disciplinas
de las ciencias sociales. Mientras tres o cuatro lustros atrás, el estudio de las
actividades y estructuras criminales aún ocupaba en su mayor parte la atención de
grupos relativamente selectos de criminólogos, sociólogos y economistas (ubicados
sobre todo en universidades y centros de investigación especializados en Europa y
Norteamérica), hoy en día se puede afirmar sin temor a equivocarse que el trabajo
científico y de policy sobre crimen organizado ha ganado mucho terreno alrededor
del mundo (Schultze-Kraft 2019).
2 Durante mi trabajo como analísta político y director de International Crisis Group en América
Latina y el Caribe en la década de 2000, mis interlocutores en el gobierno, el Estado y la sociedad
civil a menudo hacían referencia a un fenómeno que de manera bastante difusa denominaban la
“connivencia” entre actores legales e ilegales o criminales. Así mismo, el término aparecía y sigue
apareciendo con alguna frecuencia en los medios de comunicación en la región.
3 Respecto al neologísmo “sur-norte global”, acuñado por este autor, valga la aclaración que
mientras el uso del término “sur global” -y en menor medida “norte global”- se ha hecho bastante
popular en las ciencias sociales en las últimas tres décadas, se trata de un concepto descriptivo
extraordinamente elástico (Schultze-Kraft 2016). En ilustración, se ha utilizado como (a) sinónimo de
“tercer mundo” y “mundo en vías de desarrollo” en el contexto histórico de la globalización posterior
a la guerra fría; (b) un significante de la reestructuración de las relaciones de poder entre el “sur” y
“norte” en los órdenes mundiales unipolares o no polares; y (c) como un componente central de un
nuevo discurso emancipatorio del “sur” que desafía los diktats neoliberales del “norte” y que busca
fomentar la cooperación sur-sur para contrarrestar los efectos negativos de la globalización sobre las
mayorías pobres y desfavorecidas, quienes también se encuentran en las crecientes bolsas de miseria,
desigualdad y pobreza en el ‘norte’ (Dirlik 2007; López 2007; Schultze-Kraft 2016; Trefzer et al. 2014).
Para los efectos del presente escrito, utilizo el término “escenarios del sur-norte global” a manera de un
dispositivo analítico para dar fé de la posibilidad teórica y empírica que grados de crimilegalidad existen
o pueden existir tanto en los países que comúnmente son caracterizados como “en vías de desarrollo o
transición”, como en países categorizados como altamente “desarrollados y/o industrializados”.
52
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
organizado y orden político. No es posible en este articulo una revisión dell concepto
esquivo e impugnado de crimen organizado, que carece de una sola definición
ampliamente aceptada. ni Ni tampoco sobre orden político. El objetivo esofrecer
algunas consideraciones acerca de las bases morales de lo que a menudo se asocia
con la “connivencia” entre actores, instituciones y organizaciones políticas legales e
ilegales y/o criminales.4
Pese a la relevancia que, según lo que expongo en adelante, tiene lo moral para la
investigación sobre órdenes políticos, hasta ahora ha recibido poca atención en la
literatura especializada.5 Con el objetivo de comenzar a trabajar esta ficha clave en
el rompecabezas de la investigación sobre la relación entre orden político y crimen
organizado en el sur-norte global, planteo la siguiente pregunta: ¿Qué luces nos da
el concepto de la crimilegalidad para entender a las bases morales y normativas de
la “connivencia” entre el orden político legal e ilegal-criminal?.
4 Distinguir entre “ilegalidad” y “criminalidad” tiene cierta importancia analítica. No todo lo que se
considera “ilegal” es también “criminal” porque no todos los actos ilegales son violaciones del derecho
penal y, por lo tanto, pueden clasificarse como delitos. Así mismo, el término “ilegal” no conlleva
las mismas connotaciones morales que “criminal”. Lo “criminal” suele ser considerado “inmoral” o,
como mínimo, “amoral”. No pasa lo mismo con actos considerados “ilegales” como, por ejemplo,
la inmigración ilegal a Estados Unidos o Europa. Para dar cuenta de estas significaciones distintas, de
ahora en adelante utilizo la formulación “órdenes legales e ilegales-criminales”.
5 De hecho, el tratamiento de los temas morales en las ciencias sociales tiene una historia particular.
Mientras para algunos sociólogos de la primera generación, como Emile Durkheim (1924/1976), la
investigación sobre la moralidad de las sociedades tenía central importancia, posteriormente “un
enfoque moral de las cuestiones sociales se consideró inapropiado y [...] [resultó] excluido del discurso
científico” (Boutellier 2000: 37). Supongo que ello se debe, en buena parte, a los enfoques positivistas
predominantes en las ciencias sociales después de la segunda guerra mundial, en los cuales la esfera
moral del quehacer social y político no tuvo mucha cabida por sustraerse de la medición y observación
empírica. Así mismo, las ciencias sociales de orientación crítica y posmoderna tampoco se han
relacionado fácilmente con el tratamiento de lo moral.
53
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
6 Este escrito no es el lugar para discutir a fondo las diferentes perspectivas analíticas y normativas
que existen en la literatura especializada sobre el concepto de legitimidad. Basta con hacer referencia
a la célebre indecisión de Samuel P. Huntington sobre el particular, quien decía que el concepto de la
legitimidad es tanto notoriamente esquivo como imprescindible para el análisis político (véase Gilley
2006: 500). Como elaboro brevemente en este ensayo, cuando uno aborda cuestiones de legitimidad
política, es importante de no perder de vista sus fundamentos morales y normativos. En este orden
de ideas, es útil el trabajo hecho por Bruce Gilley, quien sostiene que siendo “la legitimidad [...] un
concepto que admite grados (traducción del autor)” (Gilley 2006: 501), “un Estado es más legítimo
cuanto más lo consideren sus ciudadanos como justo (rightful) poseedor y ejecutor del poder político
(traducción del autor)” (Gilley 2006: 501). Poner el énfasis en “lo justo” (rightfulness) de un Estado
u orden político nos ayuda ampliar nuestras perspectivas sobre la legitimidad política porque “lo
justo” incluye tanto “perspectivas sobre la legalidad, perspectivas sobre la justificación y actos de
consentimiento (traducción del autor)” (Gilley 2006: 502). Particularmente las últimas dos perspectivas,
justificación y consentimiento, vinculan el pensamiento sobre legitimidad con un pensamiento sobre lo
moral.
54
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
En este escrito, utilizo el término “moral” sobre todo en el primer sentido expuesto,
es decir, en un determinado contexto social e histórico, lo moral refleja lo que la
gente valorativamente considera y siente que es bueno y justo. De este tipo de
consideraciones y sentimientos se desprende el grado de legitimidad de un orden
político dado. Así mismo, respecto a la relación entre ciudadanos y el Estado, cabe en
55
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
56
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
Como observo arriba y explico con más detalle adelante, la falencia está en asumir
que los órdenes políticos contemporáneos se legitiman -o por lo menos deberían
intentar legitimarse- exclusivamente por medio de su adhesión a los preceptos de
la dominación racional-legal en un sentido Weberiano. Esta perspectiva del orden
político –siempre idealtípica–, necesariamente se basa en una dicotomía entre lo
legal y lo ilegal-criminal. En otras palabras, lo que es legal no puede ser ilegal-
criminal.
Sin embargo, la observación empírica evidencia que existen múltiples conexiones,
transacciones y negociaciones en diversos escenarios del sur-norte global entre
actores convencionalmente adscritos a los ámbitos legales, por un lado, e ilegales-
criminales por el otro. Pareciera que la dicotomía entre lo legal e ilegal-criminal que
caracteriza al orden racional-legal se rompe, abriendo paso al surgimiento de la
llamada “connivencia”, que por definición es ilegítima.
57
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
8 Mientras la doctrina del derecho positivo hoy en día goza de amplia aceptación, esto no es el
caso con los fundamentos morales del derecho. Incluso el derecho penal, siendo el mapa codificado
de la moral de una sociedad, está bajo constante presión de renovarse y encontrar nuevas bases y
justificaciones morales que le permiten dar fe de los reinantes pluralismos y fragmentaciones morales
(Boutellier 2000). Por lo tanto, representando una categoría moral, la creencia en la legalidad como
sustento de la legitimidad de un orden político está sujeto a diversas y ambiguas interpretaciones e
impugnaciones.
58
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
59
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Sostengo, sin mucho temor a equivocarme, que esta histórica pugna entre
legalidad y moralidad como fundamentos del orden político perdura en la Colombia
contemporánea. Sobra decir que los parámetros nacionales e internacionales del
asunto han cambiado desde que se instaló la Gran Colombia. No obstante, la entrega
colombiana a la ley y el derecho, combinada con una literal obsesión por lo moral
por parte de los grupos y estratos sociales más diversos,9 indica que el país aún no
9 Obsesión que se ve reflejada tanto en la educación ética y ciudadana impartida desde hace mucho
tiempo en los colegios y las universidades del país como en los códigos morales particulares de los
políticos, empresarios y militares así como de los sicarios, insurgentes y paramilitares (Reyes 2020; Uribe
2019).
60
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
10 Según mi análisis, el proceso de paz y el acuerdo que lograron la administración Santos y las FARC
representa un dispositivo extra-legal para frenar a la crimilegalización en Colombia (véase Schultze-Kraft
2019).
61
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Sostengo que en todas estas coyunturas -muy diversas, por cierto- se manifestaban
procesos de crimilegalización en Colombia. Es decir, la ley oficial sirvió de base para
su propia tergiversación en la violenta defensa de intereses y la búsqueda de ventajas
particulares por medios legales e ilegales-criminales fundamentados en sistemas
normativos y de valores igualmente particulares y no colectivos.
Quiero terminar esta sección referenciando con detalle a las observaciones pertinentes
de la periodista colombiana Yolanda Reyes (2020) sobre la masacre que se cometió
entre un grupo de unos cincuenta jóvenes, que estaban festejando en una finca
campestre en el municipio de Samaniego (Nariño) en agosto del 2020. Como tantos
otros actos atroces parecidos que se han dado en la época del posacuerdo, en esta
ocasión, el crimen fue cometido por cuatro hombres armados encapuchados y
cobró la vida de nueve estudiantes universitarios. El recuento de la periodista Reyes
habla por sí solo. Solamente me compete anotar que, según lo expuesto en este
escrito, sostengo que en el fondo de estos asesinatos espantosos y horribles hay una
moralidad, tanto del lado de los perpetradores como de los gobernantes, que busca
legitimar hasta el acto más vil para defender y asegurar el orden establecido o en
proceso de establecerse.
62
Las bases morales y normativas de la “connivencia” entre los órdenes políticos
Conclusiones
Este ensayo aborda la pregunta acerca de qué luces nos da el concepto de
la crimilegalidad para entender mejor a las bases morales y normativas de la
“connivencia” entre el orden político legal e ilegal-criminal. Sostengo que la noción
de la “connivencia” como tal es de utilidad limitada. Ello es así, porque el concepto
de la “connivencia” se basa en una perspectiva dicotómica en relación con los
ambitos legales e ilegales-criminales de la vida social en diversos escenarios del sur-
norte global contemporáneo. Tanto teórica- como empíricamente esta postura es
difícil de sostener.
Así mismo, la idea de la “connivencia” no nos deja ver con claridad cuáles son
los fundamentos morales y normativos de la relación entre orden político y
crimen organizado o criminalidad e ilegalidad. Recurriendo a los conceptos de la
crimilegalidad y crimilegitimidad, e introduciendo la noción de la crimimoralidad,
el ensayo expone que es pertinente indagar sobre las bases morales de los órdenes
políticos contemporáneos, para entender su relación con el crimen. El argumento de
fondo que se presenta es que pese a su incidencia en la generación de legitimidad
política, el ámbito social de lo moral es una variable macro poco explorada -o incluso
olvidada- en la investigación sobre órdenes políticos y su relación con el crimen
organizado.
11 Véase, por ejemplo, los esfuerzos de la justicia transicional con base en Ley de Justicia y Paz (Ley
975 de 2005) y la actual Jurisdicción Especial para la Paz.
63
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Referencias
Boutellier, H. 2000. Crime and Morality. Amsterdam: Kluwer Academic Publishers.
Gilley, B. 2006. ‘The meaning and measure of state legitimacy: Results for 72
countries’, European Journal of Political Research, 45, pp. 499–525.
Ortega, F.A. 2016. ‘Precarious Time, Morality, and the Republic New Granada,
1818–1853’ in Marjanen, J. y Rusinek S., eds., Contributions to the History of
Concepts, 11(2), pp. 85-109.
Uribe, M.V. 2019. ‘Phantasmatic entities and identities: criminals without guilt in
Colombia’, Journal of Latin American Cultural Studies, 27(4), pp. 451-462.
64
La infraestructura productiva de la
economía de la cocaína en el Perú: una
mirada local a la participación social
en la cadena económica
Frank Casas
Pontificia Universidad Católica del Perú (Perú)
Resumen
Este documento busca describir de manera general la infraestructura campesina
que está detrás de la producción de cocaína. En este sentido, se asume que
la economía del crimen organizado asociada al tráfico de cocaína, en Perú,
depende de una economía campesina, como primer eslabón de la cadena.
Así, buscamos analizar si hay una consciencia y racionalidad de las lógicas
campesinas de su participación en las dinámicas del crimen organizado. Para
ello analizamos los datos de producción, el lugar donde se está produciendo,
para plantear una hipótesis: hay una racionalidad campesina que subyace
y esta conectada a la cadena de valor, pero desconectada de la dinámica
económica de gran escala del crimen organizado.
Introducción
El Perú produce anualmente más de 400 toneladas anuales de cocaína (DEVIDA,
2020a), de acuerdo con los Indicadores de política de producción potencial anual
de cocaína, elaborado según la formulación planteada por el SISCOD (Sistema de
Información de Lucha contra las Drogas). Para el 2019, la producción de cocaína en
el Perú se estimaba en 513,5 toneladas métricas.
65
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
409,9
372,6
338,2
307,6
268,7
Fuente: DEVIDA.
66
La infraestructura productiva de la economía de la cocaína en el Perú
La economía de la cocaína
El tráfico ilícito de cocaína es una actividad económica transnacional, que responde
a una demanda global (DEVIDA, 2017b) y se adapta rápidamente a las condiciones
que se presentan en el entorno gracias a su dinamismo. En ese sentido, la estructura
del crimen organizado en el tráfico de cocaína implica una amplia cadena de
eslabones y funciones que generan una secuencia, pero cuyos actores no siempre
están conectados entre sí, a través de una sola línea de comando o coordinación.
La producción de hoja de coca es el punto de partida de esa lógica y se concentra
en ciertas partes del mundo: la franja de Amazonía andina, sobre todo en Perú,
Colombia y Bolivia.
67
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
68
La relación entre el imperio de la ley y el crimen organizado
Los datos producidos por DEVIDA muestran que la producción de hoja de coca, en
el Perú, se incrementó un 7.03% (en promedio) al año, entre el 2002 y 2019. Este
fenómeno se debe a tres factores: 1) al aumento progresivo de la cantidad de hectáreas
destinadas al cultivo de coca (de 46,200, en 2002 a 54,655 hectáreas en 2019), 2)
a la intensificación del rendimiento de producción (en 2002 una hectárea tenía un
rendimiento promedio de 1054 kilos, en 2019 se estima que puede producirse
2420 kilos por hectárea), y 3) Al surgimiento denuevas zonas cocaleras, desde 2014,
tales como Bajo Amazonas, Pichis, Palcazu, Putumayo, Callería y Orellana, en donde
ENACO (Empresa Nacional de la Coca)no tiene presencia (DEVIDA, 2020b),
69
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Comercio Venta al
Abastecimiento Producción de mayorista menudeo de
de Hoja de Coca Pasta Básica de interno de Derivados
Cocaína Derivados cocaínicos
cocaínicos
Comercio
Abastecimiento Producción de mayorista de
de Insumos Clorhidrato de exportación de
Químicos Cocaína Derivados
cocaínicos
70
La relación entre el imperio de la ley y el crimen organizado
Hipótesis y razonamiento
Para responder a las preguntas planteadas de manera preliminar, se han establecido
tres líneas de razonamiento, a modo de hipótesis. Cada hipótesis permite entender
una lógica analítica.
71
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
72
La relación entre el imperio de la ley y el crimen organizado
Conclusiones
a) Podemos asumir que la estructura de organización del tráfico de cocaína
implica –necesariamente- una infraestructura productiva que funciona como
una economía campesina. En el Perú, la participación de gran parte de los
productores primarios de hoja de coca y del procesamiento en pozas de
maceración se produce en zonas con escasa presencia del Estado. En estas
economías, la hoja de coca se convierte en un dinamizador cotidiano de su
propia economía.
b) Los productores de hoja de coca son conscientes de la participación en la
cadena productiva de la cocaína y en la cadena de valor del crimen organizado.
Sin embargo, esta dinámica es permisible pues los efectos negativos no
son visibles ni tangibles y, por el contrario, los efectos dinamizadores de su
economía doméstica sí lo son.
c) La función de la hoja de coca, en esa economía, no siempre está directamente
relacionada a la lógica de una inversión capitalista (inversión, transformación,
plusvalor, rendimiento, etc.), sino a una economía de complemento que brinda
regularmente (cada 3 meses) dinero y flujo en una “caja chica”. Y, por lo tanto,
no es fácilmente reemplazable por otros cultivos o por actividades económicas
que requieran periodos largos de espera para la recuperación.
d) Los eslabones del crimen organizado, encargados de la dinámica productiva
(recolección, acopio de materia prima, entrega de materiales para las pozas de
maceración, etc.), cumplen funciones de dinamizadores económicos rurales.
e) La producción de hoja de coca no obedece a un mandato productivo, y es
reemplazable por otros productos (aunque aún no se encuentra alguno que
produzca 4 cosechas al año con poco esfuerzo, que tenga un comprador
seguro y que dinamice con cash la caja chica de la economía campesina).
73
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Referencias
Taboada, E. (2014). Ayacucho: Dirandro destruye seis pozas de maceración de hoja
de coca. RPP, https://rpp.pe/peru/actualidad/ayacucho-dirandro-destruye-seis-
pozas-de-maceracion-de-hoja-de-coca-noticia-688203?ref=rpp.
74
El colapso de la legalidad y la
naturalización de la transgresión
Marcelo Moriconi
Instituto Universitário de Lisboa (Portugal)
Resumen
Muchos estudios sobre criminalidad han confundido medios con fines. El
delito, como la democracia, son medios. Y los medios no son ni buenos
ni malos: son efectivos o no. La legalidad, como modelo de vida, perdió
legitimidad, veracidad y efectividad. El avance del delito está estrechamente
relacionado esto. Este capítulo explica la importancia de discutir en torno al
concepto de vidas que valgan la pena y revisar el alcance de la legalidad en
la región.
Medios y fines
En gran parte de los estudios sobre criminalidad, en América Latina, el Estado
aparece como el virtuoso portador de una moralidad positiva ligada a la promoción
de la legalidad. Por el contrario, los delincuentes son inmorales promotores del caos.
Lo legal, en esta literatura, es legítimo en sí mismo. Es un fin. Por ello, cuando lo que
abunda es la ilegalidad, se teoriza adjetivando negativamente al enemigo del crimen,
el Estado: ausente, disfuncional, incompleto, mafioso.
75
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Con el delito pasa lo mismo. El sentido común puede indicar que está mal que
alguien robe. Pero nadie cuestionaría a un ladrón que roba un esclavo para dejarlo
en libertad, ni a un judío que soborna a un oficial nazi para que lo deje escapar del
campo de concentración. La criminalización es también un medio. Como explican
Panella y Thomas (2015), la ilegalidad es una categoría politizada que dice poco
sobre los que los grupos delictivos están haciendo y mucho sobre los valores y metas
de los Estados y de las instituciones internacionales. Cuidado con el aborto.
El malestar de la política
La mala fama de las instituciones no está relacionada con su estructura, sino con
sus resultados. La falta de eficacia sedimenta desconfianza y estereotipos negativos.
Junto a Miguel Ramos demostramos cómo los políticos son estereotipados, en
América Latina, a partir de una moralidad negativa (Ramos y Moriconi, 2018). El
trabajo incluye datos de países andinos como Chile, Perú y Ecuador. Al ser consultados
sobre los tres adjetivos con los que definiría a un político, la gente opta por aquellos
de naturaleza moral y evaluación negativa: corruptos, ladrones, mentirosos. Esto
es bastante lógico y conocido. Lo preocupante es que esta estereotipación afecta
directamente a la percepción de la justicia e indirectamente a los afectos, emociones
y estados de ánimo. Es decir, la política formal genera indignación y sentimiento de
injusticia social.
76
El colapso de la legalidad y la naturalización de la transgresión
77
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Junto a Carlos Peris mostramos que los agricultores que cultivan marihuana no sólo
quieren obtener un salario, también quieren hacer lo que saben hacer porque lo
saben hacer bien. Y eso es, agricultura tradicional (Moriconi y Peris, 2019). Lo que el
mercado (legal), el Estado y la soja les quitó, el mercado (ilegal), el narco y la droga
se lo devolvió.
Colombia, con sus falsos positivos, es otro mal ejemplo de utilizar al mercado y su
lógica monetaria en la lucha terrorista. Recientemente la Jurisdicción Especial para
la Paz en Colombia (JEP) informó que, entre 2002 y 2008, el ejército mató a 6.402
inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros caídos en combate, cumplir las
cuotas establecidas y cobrar premios y recompensas. Dime cómo se logra prestigio
y reconocimiento social y te diré qué atrocidades se cometerán. Con malas ideas
rectoras y peores valores, la democracia mata el doble que una dictadura como la
de Pinochet.
Cada sociedad le puede dar al dinero el rol que quiera. Pero esperar que, en este
marco ideológico, un grupo mal financiado combata efectivamente a ejércitos
criminales organizados con más recursos, y mayor poder de corrupción, es ingenuo.
Los Zetas no serán la excepción, serán la norma.
78
El colapso de la legalidad y la naturalización de la transgresión
Sociedad perversa
El filósofo Dany-Robert Dufour (2009) alerta que vivimos en una sociedad perversa
cuyo mandato social central es la idea del goce. Todos los ciudadanos pueden
comprender este principio y llevarlo tan lejos como quieran. El disfrute puede incluir
sexo, drogas, lujo, transgresión y adrenalina. La narcocultura es un claro ejemplo. Si
bien el estado de goce ha sido una constante a lo largo de la historia, la diferencia
hoy en día es que no es vergonzoso mostrarlo públicamente, mientras que hace
tiempo su exhibición se consideraba obscena. La obscenidad del goce ahora se
difunde y alaba en los medios de comunicación, la publicidad, el arte y las redes
sociales, aunque la mayoría de la gente encuentra este goce como espectadores y
no como protagonistas. Sin embargo, la participación en esta obscenidad es lo que
se normaliza como símbolo del éxito social, una vida que merece la pena ser vivida.
En muchos casos, las celebridades reconocen que sus estilos de vida extravagantes
y lujuriosos incluyen drogas, prostitución y diversos bienes obtenidos a través de
mercados ilegales. Por otro lado, algunos funcionarios (desde jueces y políticos
hasta comisarios) se ven alardeando de niveles de gasto e inversión que no son
compatibles con sus ingresos.
Por ello, existe una dislocación perversa entre lo que enuncian los políticos como
un buen vivir para el pueblo y la vida real que ellos practican. Salud y educación
públicas, igualdad frente a la ley, empleo tradicional (que en América Latina es
mayoritariamente informal y con pocos derechos constitucionales), incluso las
ofertas de ocio son cuestiones que los dirigentes que las enuncian no aceptan para
sus vidas. La vida buena enunciada por ellos sólo vale la pena que la vivan otros.
79
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
80
Aprovechando la ambigüedad de la seguridad y la corrupción
La sociedad perversa entra en juego. Los pobres pueden pasar inadvertidos para
los ricos. En su vida diaria, ni se enteran de su existencia. Pero, como ha advertido
el politólogo Andrés Malamud, para los pobres, la realidad es diferente: ven a esos
otros muy distintos a ellos en los medios, en los lugares de poder, en las redes
sociales, como influencers. Resultado: resentimiento y humillación.
81
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
En lo personal, son las instituciones informales las que brindan nuevos modelos de
vida avalados. Ante un trámite burocrático, mejor buscar un contacto influyente que
seguir las normas. Ante una detención policial, preparar un soborno. El salario medio
dejó de ser fuente de riqueza y ascenso social. El trabajo será mayoritariamente
en negro y el “enchufe” será mucho más efectivo que el mérito. La existencia
institucionalizada de impunidad se reconoce públicamente, pero no es para todos.
En el plano político, los mercados ilegales cumplen un importante rol económico y
social. Estos mercados no sólo generan abundantes recursos económicos con fines
políticos, sino que, como explica Matías Dewey en varios de sus trabajos, también
mejoran la convivencia social al distribuir recursos entre sectores en conflicto, evitar
protestas, generar empleo, generar consumo y acceso a bienes y servicios, facilitar la
movilidad social y laboral de grupos sociales precarios.
Por ello, es importante tener en cuenta que la moralidad, las satisfacciones y las
expectativas generadas a través de los mercados ilegales son las mismas que las de
los mercados legales. No importa que la ropa sea falsificada, lo que importa es la
satisfacción personal que genera el logo de una marca prestigiosa estampado en
ella. Autoestima, reconocimiento, acceso, esas son las cuestiones.
De hecho, hasta hace poco tiempo, se creía que el mundo del crimen organizado
no tenía relación con el resto de la actividad económica y se refería a un mundo
paralelo. Pero en la actualidad, legalidad e ilegalidad se fusionan: los mundos
delictivo y financiero están íntimamente entrelazados. La actividad económica ilegal
se integra en el ámbito legal y es una pieza clave del financiamiento político y la
gobernabilidad.
82
Aprovechando la ambigüedad de la seguridad y la corrupción
Muchas de las actividades más rentables del mundo son crímenes: tráfico de armas,
drogas, personas. Alrededor del 20% del comercio mundial proviene de actividades
delictivas, lo que ha generado un permanente interés de los grupos financieros y la
banca para captar ese volumen de negocios. Crimen y finanzas, integrados.
Por si fuera poco, como advierte Dufour (2013), la actividad económica oficial también
ha proporcionado una importante cantidad de capital sospechoso proveniente de
actividades inmorales o ilegales muy comunes en el mundo empresarial: alianzas y
carterización, abuso de poder, dumping y ventas forzadas, especulación, absorción
y desmembramiento de competidores, balances falsos, manipulaciones contables
y de precios de transferencia mediante filiales offshore y sociedades-pantalla
instaladas en paraísos fiscales, desvíos de créditos públicos y mercados amañados,
corrupción y comisiones ocultas, enriquecimiento ilícito y desvío de fondos públicos,
abuso de bienes sociales, vigilancia y espionaje, chantaje y delación, violación de
los reglamentos en materia de derecho laboral y de libertad sindical, de higiene
y de seguridad, de cotizaciones sociales, de contaminación y de medio ambiente.
En resumen, no existe una gran diferencia entre el comportamiento depredador
de las mafias criminales y el de los grupos financieros. La legalidad colapsa como
imperativo categórico.
De ahí, uno de los ejemplos más claros del flagelo: las amnistías fiscales, los
blanqueos de capital, que se implementan habitualmente. Hay un delito (que se
reconoce previamente), pero en lugar de iniciar investigaciones y hacer cumplir la
ley, los gobiernos siguen la premisa de que (por falta de recursos o de voluntad)
es imposible atrapar a los evasores y, por lo tanto, crea una amnistía para evitar el
castigo legal. Se legaliza el crimen, se legitima la transgresión.
83
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Cada sociedad estigmatiza lo que quiere. Merck producía cocaína que era legalmente
utilizada como anestesia en los consultorios odontológicos hace un siglo. El mate
fue prohibido, en Buenos Aires, a inicios del siglo XVII, tomar café fue un crimen, en
Rusia o consumir tabaco, en Persia. El combate al tráfico de drogas es relativamente
nuevo, comenzó alrededor de 1920 y se justificó en dos cuestiones: a) su carácter
nocivo para la salud pública y b) los peligros para el orden público. Mientras tanto,
Coca Cola sigue generando niños obesos.
Pero claro, más difícil que combatir el crimen es desmontar la dictadura del sentido
común. Ese es el mayor reto.
84
Aprovechando la ambigüedad de la seguridad y la corrupción
Referencias
Busso & Messina (2020). La crisis de la desigualdad. BID, Washington.
Moriconi & Peris (2019). Merging legality with illegality in Paraguay. Third World
Quarterly, 40(12), 2210-2227.
Panella & Thomas (2015). “Ethics, evaluation, and economies of value amidst illegal
practices”. Critique of Anthropology, 35(1), 3-12.
Sandel (2012): What money can’t buy: the moral limits of markets. Macmillan.
Schultze-Kraft (2018): Making peace in seas of crime: crimilegal order and armed
conflict termination in Colombia. Crime, law and social change, 69(4), 475-496.
85
La corrupción en el Estado,
instrumento de interacción del crimen
organizado
Ivan Briscoe
Programa para América Latina y el Caribe, International Crisis Group (Colombia)
Resumen
La corrupción, entendida como al abuso del poder público para asegurar
unas ganancias de uso privado, se ha convertido a lo largo de las últimas
décadas, en varios países de América Latina, en una fuente de repudio público
hacia los líderes, las instituciones estatales y las fuerzas de seguridad, y por
lo tanto una causa de turbulencia política. En lugar de echar la culpa a una
predisposición regional hacia la corrupción, se demuestra en la práctica que
la evolución de los sistemas democráticos en América Latina ha favorecido el
papel prominente de los nexos ilícitos como método de intermediación entre
actores políticos, catalizador de nuevos liderazgos y una manera arriesgada,
pero a veces ineludible de reducir la violencia y la inseguridad.
La corrupción, entendida como al abuso del poder público para asegurar unas
ganancias o privilegios de uso privado, se ha convertido a lo largo de las últimas
décadas en varios países de América Latina en una fuente de oprobio público hacia los
líderes políticos, las instituciones estatales y las fuerzas de seguridad. Investigaciones
judiciales y mediáticas han expuesto con una abundancia de detalles y testimonios
los mecanismos que subyacen y fomentan la corrupción. Las encuestas, las
movilizaciones públicas y las destituciones esporádicas de líderes gubernamentales
ocasionados en parte por la ira pública – en Guatemala, Perú y Brasil, por ejemplo
- muestran la enorme preocupación que generan estas prácticas ilícitas entre la
ciudadanía, y también incentivan su explotación por políticos oportunistas que se
personifican como enemigos de las élites mezquinas y ávidas. Por último, grupos de
crimen organizado también han acaparado los canales de influencia y la compra de
87
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
88
La corrupción en el Estado, instrumento de interacción del crimen organizado
89
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
90
La corrupción en el Estado, instrumento de interacción del crimen organizado
91
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Existen varias causas que la explican: la separación de las fechas electorales para
las dos entidades, el auge de fuerzas políticas regionales y el declive de los partidos
nacionales, y el carácter generalmente personalista y poco programático de la
política latinoamericana. Sea cual sea la razón, las relaciones entre la legislatura y el
ejecutivo son frecuentemente marcadas por rivalidades y tensiones, las cuales son a
veces calmadas o superadas por pagos ilícitos, desde actores vinculados el ejecutivo,
incluyendo empresas contratistas del Estado. Los ejemplos recientes de Brasil, el
“mensalão”, en 2005, y Lava Jato, desde 2014, mostraron las dimensiones de los
pagos ilícitos dirigidos a los diputados. Casos de menor escala, pero de gran impacto
en la sociedad, también han emergido en Perú, por ejemplo durante los intentos
del ex presidente Kuczynski de evitar su juicio político, en 2018; en Argentina,
donde senadores recibieron pagos para motivar su aprobación de una polémica
reforma laboral, en 2000; o en el sistema de “mermelada”, o incentivos materiales,
enquistada durante años en las relaciones entre el gobierno y Congreso colombiano
.
92
La corrupción en el Estado, instrumento de interacción del crimen organizado
93
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
94
La corrupción en el Estado, instrumento de interacción del crimen organizado
Conclusiones
La vía principal para la influencia criminal más nociva en el Estado proviene de las
regiones donde autoridades locales son cómplices con grupos delictivos y violentos,
sufren como consecuencia una merma notable en su voluntad y capacidad de
proteger vidas y brindar servicios básicos. Sin embargo, sería un error aislar estos
casos del panorama más general de corrupción de alto nivel en América Latina.
La incontestable demanda pública a favor de Estados más limpios, eficientes
y transparentes se ha chocado con la manipulación del discurso en contra de la
corrupción por parte de figuras políticas, y al atrincheramiento de las transacciones
financieras ilícitas en sistemas nacional democráticos, sobre todo en cuanto a las
relaciones entre legislaturas y ejecutivos y en torno a la financiación electoral.
Este contexto facilita el desprestigio de las políticas institucionales en contra de la
corrupción, una tolerancia en el seno del Estado hacia relaciones de conveniencia
política y ganancia mutua y un preocupante aumento de la impunidad en localidades
gobernadas por liderazgos autoritarios que ostentan lazos con políticos en el centro.
La frustración ciudadana frente a esta realidad es notable. Las promesas de Estados
depurados se multiplican, mientras que las largas y onerosas investigaciones
judiciales, reformas estructurales o misiones internacionales que buscan cambiar
definitivamente la tentación de la corrupción se marchitan o se mueren. Sin embargo,
en lugar de denunciar los pecados que afloran dentro de los Estados, es esencial
entender como los actores en los sistemas políticos actuales recurren a la corrupción
para superar los problemas de la fragmentación, las campañas electorales costosas
y la amenaza de la violencia. Aunque sus decisiones resuelven poco, consiguen una
solución frágil, temporaria y rentable. Hasta que estas ventajas desaparezcan, la
corrupción quedará enquistada.
95
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Referencias
Alconada Mon, H., 2018, La raíz de todos los males, Planeta.
Briscoe, Ivan and Goff, Diana, 2016, Protecting Politics: Deterring the Influence of
Organized Crime on Political Parties, International IDEA.
Casas-Zamora, Kevin (ed), 2013, Dangerous Liaisons: Organized Crime and Political
Finance in Latin America and Beyond, Brookings Institution.
Chayes, Sarah, 2015, Thieves of States. Why Corruption Threatens Global Security,
W. W. Norton.
Collier, Paul, 2017, “The C-word”, The Times Literary Supplement, 14 July.
International Crisis Group, 2020, Miracle or Mirage? Gangs and Plunging Violence
in El Salvador.
Marquette, Heather and Peiffer, Caryn, 2015, “Corruption and Collective Action”,
Development Leadership Program, research paper no. 32.
Silla Vacía, 2018, El dulce poder. Así funciona la política en Colombia, Aguilar.
96
La cultura del privilegio y la
privatización de las funciones
públicas, elementos esenciales para la
gobernanza criminal
Sonia Alda Mejías
Real Instituto Elcano (España)
Resumen
La interiorización, por las autoridades estatales y la sociedad, de una
concepción patrimonialista puede explicar la gobernanza criminal. Este
orden acepta el privilegio, basado en la desigualdad, y la privatización de
lo público, ante la falta de distinción entre lo privado y lo público. Entre los
privilegios, dependiendo del grado de implantación del orden patrimonial,
figura la posibilidad conceder por el estado, el ejercicio de funciones estales,
por actores privados en determinados territorios. Esta gobernanza se otorga
y se ejerce porque las autoridades consideran que los territorios y los recursos
bajo su responsabilidad son patrimonio público y por eso pueden cederlos
a los privilegiados y estos, a su vez, de igual forma, consideran que esos
territorios pueden administrarlos como si también fuera patrimonio propio.
Bajo esta concepción no sólo se explica la gobernanza criminal, sino también
la de otros actores no estatales.
Todo este orden solo puede configurarse cuando gobernados y gobernantes
comparten sus principales presupuestos, como el clientelismo, la tolerancia a
la corrupción o los vínculos personales, por encima de las leyes.
Introducción
El confinamiento, ante la pandemia, impuesto por las bandas criminales en los
territorios que controlan dentro de algunos Estados latinoamericanos, ha hecho
97
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
más visible la gobernanza criminal. Ellos establecieron las normas, los toques de
queda y los castigos, si estas no se respetaban. Así mismo han proporcionado ayuda
o repartido bolsas de comida para familias que lo necesitaban. No obstante, la
gobernanza criminal no es nueva.
Uno de los principales problemas que plantea esta gobernanza es que no puede
darse doctrinal, ni legalmente en el seno de un estado democrático, donde el único
poder que puede crear reglas, aplicarlas y juzgar a aquellos que las violen es el estado
basado en el imperio de la ley. El estado es la única fuente de poder público y ha
de tenerlo y ejercerlo, en exclusiva, de acuerdo con toda constitución democrática.
Ninguno otro actor puede hacerlo, sin embargo, la gobernanza criminal, contradice
rotundamente este planteamiento esencial para la consolidación del estado
democrático.
98
La cultura del privilegio y la privatización de las funciones públicas
99
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
En este contexto el apego a la ley es bajo y la cultura del privilegio es alta. Es decir, la
cultura del privilegio y de la legalidad son inversamente proporcionales. Esta lógica
está permanentemente reproduciendo esta cultura por todos los miembros de la
sociedad, incluso a través de los actos más cotidianos y aparentemente anecdóticos.
Cada vez que un ciudadano pretende evadir una multa, evitar un engorroso
trámite o comprar artículos en mercados informales, de mercancías robadas, se
100
La cultura del privilegio y la privatización de las funciones públicas
está reproduciendo esta cultura. La misma lógica del privilegio hace posible que
las elites económicas logren evadir impuestos, lograr sustanciosos monopolios,
en el mercado de los productos que venden, evitar cuantiosas multas por violar la
normativa medio ambiental, por el tipo de negocios a los que se dedican… Bajo
la misma lógica, los miembros de una banda criminal también pueden negociar la
evasión del cumplimiento de la ley, de esta forma pueden no ser detenidos pese a
cometer delitos, si son detenidos pueden no ser condenados y si finalmente se les
impone una condena, en la cárcel tendrá multitud de privilegios y desde allí, podrá
seguir dirigiendo sus negocios.
La privatización de lo público
Además de la cultura del privilegio es imprescindible la tolerancia a la privatización
de los espacios y de las tareas públicas. La inexistencia de una clara separación entre
lo público y lo privado, es otra de las características esenciales del patrimonialismo.
Esto explica las autoridades estatales conciban sus cargos públicos para obtener
beneficios privados y que los actores privados, los privilegiados, ejerzan tareas
públicas, como parte de su patrimonio.
101
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
Los privilegios atraviesan la sociedad y todos sus miembros aspiran a ellos. También
los grupos dominados, como comunidades campesinas o barrios pobres de
grandes capitales pueden llegar a ejercer una gobernanza particular, aunque no
les proporcione riqueza, pero en última instancia no dejan de ejercer tareas que
son propiamente estatales, como la justicia o la seguridad. El caso de los ronderos,
en el Perú, es paradigmático. Estos proporcionan seguridad, imparten justicia y
aplican penas, de acuerdo con códigos morales y normas basadas en el derecho
consuetudinario. Las rondas campesinas han sido reconocidas e incentivadas por
el estado, como bajo el gobierno del Presidente Fujimori, quien las potenció para
colaborar en la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso. Las patrullas de
102
La cultura del privilegio y la privatización de las funciones públicas
autodefensa civil, en México, son ciudadanos que se han armado para defenderse
del crimen organizado y en muchas ocasiones también son reconocidos por el
estado. La justicia por cuenta propia, por parte de pueblos o barrios urbanos, en
toda la región, no dejan de ser una privatización de las tareas públicas. Las guerrillas,
en Colombia, como las FARC, hasta su disolución, o el ELN, actualmente, al igual
que Sedero Luminoso, en Perú, han ejercido también tareas estatales, en este caso
de manera sostenida y acumulando numerosas tareas públicas.
103
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
De ahí que no debe suponerse que el crimen organizado vive al margen del Estado,
sino que, lejos de ello, la dimensión de su poder dependerá del grado de complicidad
con este y ello dependerá de la fortaleza del buen gobierno.
104
La cultura del privilegio y la privatización de las funciones públicas
Cuando los niveles de corrupción son sistémicos, como ocurre en buena parte de la
región, se reproduce una dinámica de normalización y tolerancia del particularismo,
en los gobernantes y gobernados, y en consecuencia también se tolera la corrupción.
Motor esencial para la cultura del privilegio y de la privatización de lo público. Esta
tolerancia da lugar a que se distinga entre los corruptos “buenos” y “malos”,
aunque los primeros también lo sean. Según esta visión, los primeros son los que se
preocupan por los demás y los malos son los que hacen lo mismo, pero no socializan
las ganancias entre sus clientelas.
De acuerdo con los supuestos generalizados, este paso debería dar lugar a otro
que condujera” naturalmente” a la consolidación de un estado democrático, como
comúnmente se da por hecho. Sin embargo, la realidad regional demuestra que no
se cumple este proceso de forma lineal y mecánica hacia la llamada consolidación
democrática. En efecto, la región ha consolidado con rapidez la exigencia de
elecciones libres, pero no ha dado alcanzado una institucionalización formal, de
manera generalizada, y no parece que necesariamente vaya a darse. La experiencia
demuestra que son posibles ambas realidades. La convivencia de una orden formal e
informal y no necesariamente separados, sino intercambiables y la configuración de
ordenes mixtos, nutridos de ambos.
En efecto, el estado existente en la región no cumple con las exigencias para ser
democrático. Este para serlo ha de configurarse como un poder único, exclusivo,
105
Los actores implicados en la gobernanza criminal en el área andina
abstracto e indivisible, exigencias básicas para imponer una única ley a todo el
territorio y a todos los habitantes por igual, sin excepciones y lograr que sea acatada.
Por el contrario, la existencia de estos poderes particulares impide que el estado
no sea un poder único, sino divisible. No está asegurado que imponga la ley, sin
excepciones, ya que sus representantes pueden negociarla y proporcionar impunidad
a determinados actores. Estos privilegiados son los que están en condiciones de
negociar la privatización de espacios públicos o instalaciones estatales. Los dos
aspectos imprescindibles, para explicar la existencia de la gobernanza criminal, como
una más de las que están presentes. Reiterando la idea que la gobernanza particular
del crimen organizado no es la única, sino que su existencia es posible porque hay
otras que fragmentan y, de acuerdo con las zonas, pulverizan la autoridad estatal.
106
La cultura del privilegio y la privatización de las funciones públicas
Referencias
Alda Mejías, Sonia. (2020). La cultura de la legalidad como motor dinamizador
de la seguridad, el desarrollo y la gobernabilidad. En Alda Mejías, S., Sampo, C.
y Rodriguez, G. (2020) La seguridad en el marco del estado de derecho, Puebla
UDLAP, http://www.realinstitutoelcano.org/wps/wcm/connect/08eadc37-c24e-
44cc-bbeb-79931b489d9c/Seguridad-en-el-marco-del-Estado-de-Derecho.
pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=08eadc37-c24e-44cc-bbeb-79931b489d9c
107
Real Instituto Elcano
www.realinstitutoelcano.org
www.blog.rielcano.org
www.globalpresence.realinstitutoelcano.org
info@rielcano.org
Teléfono: + 34 91 781 67 70
C/ Príncipe de Vergara, 51. 28006 Madrid