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El Problema de La Existencia Axel Barcelo UNAM

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El Problema de la Existencia

Apuntes de Clase
Lunes 26 de febrero, 2018
Dr. Axel Arturo Barceló Aspeitia
abarcelo@filosoficas.unam.mx

Habíamos visto en las sesiones anteriores que, desde los orígenes de la filosofía occidental, uno de los

fenómenos más desconcertantes para nuestra disciplina ha sido el hecho de que percibimos, hablamos y

pensamos (correctamente) de las cosas mas heterogéneas: ficciones, sucesos en el pasado, situaciones

meramente posibles, cosas imposibles, etc. Queda abierta la cuestión de qué significa que nuestras

experiencias, enunciados y pensamientos sean correctos (¿quiere decir que sean verdaderos, exitosos o

qué?), pero aun más importante es preguntarse ¿significa esto que nuestra realidad es heterogénea y que la

componen entidades (y propiedades) de diferentes tipos –  lo que los filósofos llaman “categoriás

ontológicas”? Los que responden que sí tienen que explicar, entonces, cómo se relacionan los entes de

estos diferentes tipos. Hablaremos de esto con mas detenimiento la próxima sesión. Vale la pena mencionar

también que, a lo largo del semestre hablaremos casi siempre de entidades en vez de propiedades, aun

cuando los mismos problemas, y las mismas propuestas de soluciones también se les aplican.

Los que responden que no, es decir, los que piensan que la realidad es homogénea, tienen que

resolver dos tareas más: en primer lugar, tienen que decirnos cuál es el único tipo de objetos que sí existen y

justificar su decisión. En otras palabras, tienen que explicar porqué, de los diferentes presuntos tipos de

cosas de las que hablamos y pensamos, es ese particular tipo el único que corresponde con la realidad. En

segundo lugar, tiene que explicar, además, porqué, aunque la realidad es homogénea, parece ser

heterogénea, es decir, tiene que explicar de qué hablan, por ejemplo, los enunciados verdaderos que

parecen decir cosas sobre objetos que, según ellos, no existen.

Diferentes tipos de filósofos han dado diferentes tipos de respuestas a estas dos preguntas. Entre los

que piensan que hay un sólo tipo ontológico de entidades hay quienes piensan que sólo los entes físicos

existen, otros piensan que sólo los naturales, otros piensan que sólo los ideales, etc. Cada uno de ellos

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defiende su elección de diferentes maneras. Diferentes criterios se han postulado para distinguir el tipo de

entidades que realmente existen: desde sostener que las entidades que realmente existen son sólo aquellas a

los que apelamos para dar razón de nuestra experiencia, hasta decir que sólo podemos estar seguros de que

existen realmente aquellas entidades cuya existencia podemos verificar directamente, etc. Respecto a la

segunda pregunta, la estrategía más común entre los que piensan que la realidad es homogénea, desde

Platón hasta nuestros tiempo, es argumentar que la aparente hetorgeneidad de la realidad sólo pertenece al

lenguaje, la experiencia y/o el pensamiento, es decir, que no existe en la realidad sino que se la añadimos

nosotros; que lo que los otros filósofos consideran diferentes maneras de ser de las cosas, en realidad no son

más que diferentes maneras de experimentar, hablar o pensar la realidad. Por ejemplo, aquellos que, como

John Locke, creen que todo lo existente es concreto, sostendrán que no existen entidades abstractas; que

aun cuando existen términos generales en nuestro lenguaje, éstos no refieren a un tipo especial de entidades

abstractas, sino a entidades concretas; que usamos expresiones abstractas para hablar de entidades

concretas de manera general. Estrategias similares se han propuesto para dar cuenta de la verdad de

enunciados como los siguientes, que parecen hablar de entes tan extraños como familias promedio,

unicornios o bodas:

• La familia mexicana promedio tiene 2.4 hijos.


• No existen los unicornios.
• La boda de Eurídice y Noemí fue hermosa.
A este tipo de estrategias se les conoce como “nominalistas” porque tratan de defender la homogeneidad de

la realidad moviendo su aparente heterogeneidad al ámbito lingüístico. Estrategias análogas existen para dar

cuenta también de la aparente heterogeneidad de nuestras percepciones y pensamientos.

A fin de cuentas, quien sostiene que la realidad es homogénea, pese a la aparente heterogeneidad

que percibimos, de la que hablamos y pensamos, necesita mostrar que nuestra experiencia, pensamiento y

lenguaje no son confiables guías hacia la realidad. En consecuencia, debe traducir lo que decimos,

percibimos y pensamos, de manera que quede claro que, aunque parezca lo contrario, nunca nos referimos

sino al único tipo de entidades que realmente existen. Por ejemplo, cuando decimos que la ballena es
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mamífero, aunque parezca que estamos hablando de una entidad abstracta – la ballena – en realidad estamos

hablando sólo de entidades concretas – las ballenas, en plural. Esto gracias a que decir que la ballena es

mamífero no parece ser sino decir que las ballenas son mamíferos. El lenguaje nos confunde y puede

hacernos creer que, además de las ballenas concretas, existen las ballenas abstractas, pero no es así.

Sin embargo, no cualquier traducción o asignación de hechos que involucren entidades de un tipo a

enunciados (o pensamientos o percepciones) verdaderos cuenta. No hay consenso sobre exactamente qué es

necesario para que una asignación de hechos a enunciados cuente como una reducción efectiva, pero

comúnmente se dice que dicha asignación debe ser (1) sistemática, (2) total, (3) respetar lo más posible

nuestras intuiciones sobre de qué tratan nuestros enunciados y, lo que es más importante, (4) debe

armonizar con nuestra epistemología. Muchos filósofos (por ejemplo, van Riel 2011 o McCauley 1981)

añaden también la condición extra de que, (5) al traducir los enunciados, éstos deben sernos mas claros, es

decir, que la reducción también debe ser o estar ligada a algún tipo de explicación.

Dado que la considero la condición mas importante, me detendré un poco más en explicar la cuarta

condición de armonía epistemológica. Esta condición – cuya versión mas conocida tal vez sea la que

presenta Benacerraff en su famoso artículo sobre la verdad matemática – está basada en la intuición

generalizada de que es imposible conocer la verdad de un enunciado sin hacer algo que de manera central

involucre a los hechos y objetos de los que trata el enunciado. Por ejemplo, yo no puedo saber si es cierto

que “para que una violeta crezca en una maceta, hay que regarla mucho” si no hago algo que me relacione de

alguna manera, directa o indirecta con aquello de lo que trata en el enunciado, es decir, con las violetas y sus

condiciones de crecimiento. Puede que tenga experiencia con las violetas y su crecimiento o que haya leído

o escuchado a alguién que sí la tiene, etc. De cualquier manera, mi conocimiento debe involucrar de alguna

manera eso sobre lo que conozco. Y si bien no hay acuerdo generalizado sobre qué tipo de involucramiento

es requerido, sí es ampliamente reconocido que alguno debe darse. Por lo tanto, debemos rechazar

cualquier teoría que nos diga que un tipo de enunciados verdaderos tratan sobre un tipo de cosas que no

están involucradas en lo absoluto en la manera que solemos conocer si enunciados de dicho tipo son

verdaderas.

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Bibliografía extra:

Brian Garrett (2010)“La Existencia" en ¿Qué es eso llamado metafísica?, Alianza Editorial.

Raphael van Riel y Robert Van Gulick (2016) "Scientific Reduction", The Stanford Encyclopedia of

Philosophy (Winter 2016 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/

win2016/entries/scientific-reduction/>.

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