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JEFTÉ, VINDICADO Y EMPODERADO

CAMRAV ADORACION

Vindicar tiene como significado esencial


“defender al que injustamente ha sido injuriado,
calumniado, descalificado”. Esto implica
devolverle la dignidad y la honra a una persona
que había sido rechazada, menospreciada y
marginada.
En la vida encontramos muchas historias de
personas que han sido rechazados por sus
propios padres, hermanos o parientes
cercanos. Hay muchos hijos que rechazan y se
desentienden de sus propios padres. Hay
muchos huérfanos que nadie quiere apoyar.
Gente que es abandonada a su suerte. La
escritura dice que Jehová al huérfano y a la
viuda sostiene (Salmo 68:6), y que hace habitar
en familia a los desamparados (Salmo
146:9). Tal es la historia de Jefté que a
continuación estudiaremos, quien fue vindicado
por Dios llevándolo del rechazo y marginación
de sus parientes a ser una gran líder liberador
de su pueblo.

1. LOS INFORTUNIOS DE LA VIDA

Jefté, cuyo nombre significa “él abre”, vivió


largo tiempo de su vida como si todo se le
hubiera cerrado. Hijo de la relación de su padre
con una ramera, fue menospreciado y
expulsado de su hogar por los hermanos de
padre. “Jefté galaadita era esforzado y
valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el
padre de Jefté era Galaad. 2 Pero la mujer de
Galaad le dio hijos, los cuales, cuando
crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No
heredarás en la casa de nuestro padre, porque
eres hijo de otra mujer.” (Jueces 11:1-3). Sus
hermanos de padre lo desheredaron por ser un
hijo bastardo. Sin duda, fue un golpe muy duro
que le cerró las puertas de su futuro.

A causa de esto, huyo de su entorno familiar y


terminó juntándose con gente ociosa o gente
vacía, sin rumbo. “Huyó, pues, Jefté de sus
hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se
juntaron con él hombres ociosos, los cuales
salían con él.” (Jueces 11:3). Esta es la etapa
más oscura, marginal de la vida de Jefté.

Es una etapa de honda frustración que


normalmente nos acerca a gente de igual
condición.

Jefté representa a hombres y mujeres que


provienen de hogares disfuncionales, de
profundas divisiones, marginaciones y
enconos. Hay muchos que por causa de ser
rechazados son condenados a una vida dura,
marginal y decadente, donde nada tienen que
perder o ganar. Cuando esto le ocurre a uno
que pertenece al pueblo de Dios la
contradicción se hace más compleja y muchas
veces devastadora. Se pierde la fe, renegamos
de Dios y vivimos de espalda a él. Pero, Dios
siempre ha de proveer oportunidades. Los
tiempos difíciles, los infortunios, la vida dura
nos preparan para enfrentar retos mayores.

2. LA VINDICACIÓN Y LA HONRA QUE ES


DEVUELTA (JUECES 11:5-11)

Cuando todo parece perdido. Cuando los


horizontes del futuro parecen estar
clausurados, Dios sorprenderá a sus hijos para
llevarlos a realizar obras asombrosas, que
otros no pueden hacer. “4 Aconteció andando
el tiempo, que los hijos de Amón hicieron
guerra contra Israel.” (Jueces 11:4). La
situación empeoró cuando los Amonitas
hicieron guerra contra Israel, pero ese
momento sería el tiempo preparado para
vindicar la honra de Jefté.

Contra todo pronóstico los que le rechazaron


vinieron a pedirle que encabece la
confrontación contra los Amonitas, la cual en
un primer momento parecía una broma de mal
gusto, pero que fue reafirmada por los
Galaaditas, descendientes de su padre. “5 Y
cuando los hijos de Amón hicieron guerra
contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a
traer a Jefté de la tierra de Tob; 6 y dijeron a
Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que
peleemos contra los hijos de Amón. 7 Jefté
respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me
aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la
casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora
a mí cuando estáis en aflicción? 8 Y los
ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por
esta misma causa volvemos ahora a ti, para
que vengas con nosotros y pelees contra los
hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que
moramos en Galaad.” (Jueces 11:5-8)

La honra vino a su vida. Fue vindicado de todo


menosprecio, marginación, olvido y de su
condición de desheredado. La mayor honra que
le pudo venir fue ser elegido caudillo numero
uno de su tribu. El marginado ahora ocupa una
posición de autoridad y de liderazgo social.
“Entonces Jefté vino con los ancianos de
Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y
jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante
de Jehová en Mizpa.” (Jueces 11:11)

3. EL EMPODERAMIENTO Y LA VICTORIA
(JUECES 11:12 – 33)
Las grandes oportunidades, los grandes
desafíos y retos necesitan de un
empoderamiento especial. Los hijos de Dios
contarán no sólo con el respaldo de los que los
eligen y le ofrecen apoyo incondicional. Los
hijos de Dios recibirán el empoderamiento del
Espíritu de Dios. La presencia de Dios por
medio de su Espíritu, en nuestras vidas hace la
diferencia.

“Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y


pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a
Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a
los hijos de Amón. (Jueces 11:29) Cuando La
Escritura habla del Espíritu de Dios resalta la
capacidad creadora y recreadora de Dios. El
hace y rehace. Cuando Dios llama las cosas
que no son como si fuesen, el Espíritu de Dios
obra produciendo lo que Dios dice. Cuando el
Espíritu de Dios opera en la vida de un hombre
o una mujer, nos hace creativos. Nos inspira y
motiva. Nos dota de recursos sobrenaturales
que elevan nuestro potencial. El Espíritu de
Dios en nosotros nos lleva a realizar cosas que
otros no pueden. Nos dota de una capacidad
de convocatoria, de negociación, de liderazgo,
de estrategias. Nos asegura el poder para
echar de nuestras vidas a todo enemigo que se
levante en contra. Nos asegura victoria
permanentemente.

Nunca olvidemos que cuando como Jefté


olvidamos el pasado doloroso y aceptamos los
grandes desafíos y encaramos los grandes
retos del Señor, recibiremos el poder del
Espíritu de Dios. Fue así que Jefté derrotó a los
Ammonitas (reino de Ammnon), enemigos de
turno del pueblo de Dios. (Jueces 11:12-33)
Los ammonitas y moabitas tenían un
antecedente de haberse aprovechado del dolor
de Israel cuando fueron atacados en el desierto
viniendo a emboscarlos y despojarlos de lo
poco que les quedaba. Ahora en días de
zozobra querían hacer lo mismo. Pero el
Espíritu de Dios en Jefté levantó bandera de
victoria a favor de Jefté.

4. LA ADVERSIDAD DE LOS PROPIOS


HERMANOS

Cuando el Espíritu de Dios nos lleva a realizar


obras mayores y asombrosas que parecían
imposibles, no todos nos aplaudirán ni
reconocerán. Antes por el contrario, aún gente
del propio pueblo de Dios, de la misma tribu, se
levantará gente contraria que vendrá a
confrontarnos provocando, muchas veces,
graves enfrentamientos.
Jefté les recordó que antes de pelear contra los
Ammonitas les pidió ayuda a sus parientes de
la Tribu de José, de la descendencia de Efraín
y Manasés, y éstos no acudieron al llamado.
Ahora que habían vencido al enemigo ellos
vinieron a pelear contra Jefté. Cuando alguien
recibe el Espíritu de Dios, recibe una gracia y
un poder especial para derrotar la insidia, la
difamación, la confrontación aún de sus propios
hermanos. Efraín y Manasés que vinieron a
pelear contra Jefté salieron derrotados.

Dios levanta gente para tareas especiales y los


dota de poder con su Espíritu. Hay que saber
reconocer, honrar y cooperar con los ungidos
de Dios, sean estos hombres o mujeres. Hay
una bendición especial para los que así hacen.
Mas tarde Dios los dotará de su Espíritu para
hacer obras mayores y también les dará un
poder de convocatoria y liderazgo en cualquier
campo en que se desempeñen.

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