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Tula Ciudad Mística

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Ciudad Mítica

La manera de conocer el pasado


mesoamericano a través de su arte
TULA
Ciudad Mítica

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Antecedentes de investigación arqueológica 3 Visita virtual 11

Historia del sitio 4 1. Juego de Pelota 1 11


Tula, ciudad de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl 6 2. Juego de Pelota 2 12
Toltecas: maestros de las artes y de la guerra 7 3. Vestíbulo 14
Entorno y ubicación 10 4. Pirámide B 15
Cerámica de Tula 11 5. Palacio de Quetzalcóatl 16
6. Atlantes 17
7. Coatepantli 18
8. Pirámide C 19
9. Palacio Quemado 20
10. Tzompantli 21
11. Adoratorio 22
12. Edificio J 23
13. Edificio K 24
14. El Corral 25

Glosario 26

Bibliografía 30

Selección de Piezas 31

Créditos 62

Fundación Cultural Armella Spitalier


www.fundacionarmella.org
contacto@fundacionarmella.org
ventas@fundacionarmella.org
Antecedentes de investigación Ciudad Mítica

arqueológica

La historia de las investigaciones modernas en Tula A partir de la década de los años 80 comienza
comienza con las que realizó Jorge Acosta en 1956 el proyecto especial del I.N.A.H. en Tula a cargo
y 1957. Acosta, además de excavar la pirámide C, de Guadalupe Mastache y Robert Cobean. Este
inició trabajos de excavación, restauración y conso- proyecto es uno de los que más aportaciones
lidación en otros edificios monumentales. En resu- ha dado al desarrollo de la investigación en este
men, podría decirse que su labor durante 20 años sitio prehispánico y el cual sigue vigente, siendo
consistió en el trabajo de 5 edificios: las pirámides B Robert Cobean, uno de los principales especialis-
y C, el Palacio Quemado, el Juego de Pelota 1 y la tas en el estudio de esta antigua ciudad, el encar-
estructura conocida como Coatepantli. gado del mismo.

Durante el periodo de 1968 a 1970, el director del A partir de 1982 Juan Yadeun empezó a excavar y
proyecto de investigación en Tula fue Eduardo restaurar la plaza principal. En 1983 Roberto Ga-
Matos Moctezuma, cuyos esfuerzos se enfocaron llegos empezó a restaurar la zona y gestionó una
en el Juego de Pelota 2 y el Tzomnpantli. vinculación permanente con el parque SEDUE.

La zona dejó de ser investigada durante los 9 años En la década de los años 90 -especialmente en
posteriores. Fue hasta 1979 cuando el centro regional 1992- el I.N.A.H. y el Banco Mundial realizaron tra-
I.N.A.H-Hidalgo intervino Tula nuevamente. En esta bajos en las Pirámides B y C, en el Palacio Que-
ocasión se plantearon trabajos de restauración y mado, en el Vestíbulo, en los Juegos de Pelota 1
mantenimiento de la zona abierta al público. y 2, en el Coatepantli, en el Templo Redondo y en
la Estructura K. A finales de los años 90 el centro
De 1980 a 1982 Rafael Abascal realizó excava-cio- regional I.N.A.H-Hidalgo restauró el Palacio Que-
nes en los edificios A y C, a su vez, Carlos Hernán- mado, el Vestíbulo Sur y la Pirámide B.
dez realizó trabajos en los alrededores de Tula me-
tiéndose a los cerros de la Malinche y el Tesoro.

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Historia del Sitio

Tras la caída de Teotihuacán, y des-


pués del apogeo de Xochicalco y
Cacaxtla hacia el año 900 d.C., los
toltecas desarrollaron una civilización
en la ciudad de Tula. En su etapa de
mayor esplendor, Tula llegó a tener
hasta 60 mil habitantes y se convirtió
en el centro de mayor influencia en
el Altiplano Central mesoamericano.
Tula tiene una superficie de 16 kiló-
metros cuadrados y su nombre pro-
viene del náhuatl tollan que significa
“metrópoli”.

Foto panorámica de Xochicalco.

Las crónicas indígenas señalan que Tula fue la Durante el Clásico Tardío (600-900 d. C.), Tula
ciudad de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl; persona- inicia como un pequeño centro urbano que se ex-
je real convertido en héroe mítico, cuyo nacimiento tendía sobre una superficie de aproximadamente
ubican en un sitio cercano a Xochicalco. Según 5 kilómetros cuadrados, territorio que actualmente
las crónicas antiguas, Ce Ácatl Topiltzin Quetzal- es llamado Tula Chico. Hacia el año 900 d. C., los
cóatl venga la muerte de su padre, Mixcóatl para habitantes abandonan esa pequeña urbe y cons-
después recuperar el reinado de los toltecas y
fundar Tollan.

En la formación de Tollan se conjugan elementos


culturales de varios pueblos civilizados que se des-
plazaron por diversas regiones de Mesoamérica a
finales del Horizonte Clásico. Esto convierte a los
pobladores de Tollan en herederos de un rico y di-
verso pasado.

Con un periodo de vida que se prolongó a lo largo


de cuatro siglos, Tula fue una de las ciudades más
importantes de Mesoamérica. Varias civilizaciones
posteriores a ésta -principalmente la azteca- conci-
bieron a Tula y a los toltecas como “símbolos de un
pasado idealizado en el que se confunden la histo-
ria y el mito”, en palabras de la arqueóloga Guada-
lupe Mastache Flores.

Ce Ácatl Topiltzin.

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truyen hacia el sur, a 1.5 kms., un
nuevo recinto monumental semejan-
te a Tula Chico, pero de proporcio-
nes mayores. La población se incre-
menta y el tamaño de la urbe crece a
casi 13 kilómetros cuadrados.

Se desconocen las causas que ori-


llaron a los toltecas a trasladar su
ciudad, aunque las crónicas hablan
de un legendario conflicto entre el
mítico rey-sacerdote Ce Ácatl To-
piltzin Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.
Dicha pugna finalizó con la expulsión
de Quetzalcóatl y sus seguidores. Mapa de conjunto arquitectónico.

En 1873 García Cubas fue uno de los primeros geógrafos que hizo referencia a Tula. Posteriormente, las ex-
ploraciones del arqueólogo Jorge R. Acosta, iniciadas en 1940, continuaron durante los siguientes 20 años.

Acosta exploró la zona y localizó el Edificio B —conocido como


Edificio de los Atlantes o Templo de Tlahuizcalpantecuhtli—,
el Coatepantli o Muro de Serpientes, el Juego de Pelota, el
Palacio Quemado, el Edificio C y El Corral, ubicado a 1.5 kiló-
metros de la plaza principal; en ellos se observa la tendencia
a ser reconstruidos.

A partir de los setenta, arqueólogos del Instituto Nacional de


Antropología e Historia y de otras instituciones han realizado
proyectos de investigación, conservación y restauración en la
mayor parte de la antigua ciudad de Tula.

Arqueólogo Jorge Acosta. 1942.

Tula Chico quedó abandonada y deshabitada durante los siglos posteriores, a pesar de ubicarse muy
cerca de una gran ciudad que floreció durante los siglos posteriores.

Tula chico.

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Tula, Ciudad de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl

Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl es el más célebre


de los héroes míticos cuya historia se desarrolla
en Tula. Se le señala como el fundador de esta
ciudad y el que la llevó un periodo de gran prospe-
ridad y florecimiento.

El nombre Quetzalcóatl se compone de los térmi-


nos quetzal o quetzalli, que significa en náhuatl
“pájaro-pluma preciosa” y cóatl, “serpiente”, lo
que por extensión quiere decir “serpiente emplu-
mada preciosa”.

La serpiente fue uno de los animales con mayor


presencia en las sociedades mesoamericanas. En
todos los periodos y en todas las culturas aparecen
representaciones de este animal, el cual se asociaba
tanto con el ambiente terrestre y la renovación de la
vegetación, como con el inframundo. La serpiente
era consideraba un ser que encaminaba a los
humanos por los diferentes sitios del cosmos.

Ce Ácatl Topiltzin.

Topiltzin Quetzalcóatl, el príncipe de los toltecas,


recibe el nombre de Ce Ácatl porque adquiere los
tributos y poderes de la deidad, iniciando la confu-
sión entre lo mítico y lo real. Se le identifica como
gobernante y político, además de héroe. Las cróni-
cas mesoamericanas también le atribuyen la crea-
ción del calendario, el descubrimiento del maíz y
de las riquezas de la tierra. A su vez, se le adjudica
la invención del juego de pelota y la generación de
una nueva humanidad y de un nuevo sol.

De las ciudades que existieron en la época


prehispánica, Tula fue una de las más importantes.
En el aspecto comercial era un centro exportador de
numerosos productos entre los que se encuentran
Quetzalcóatl ejercio influencia en diferentes culturas. cerámica, figurillas y esculturas. En el área cultural,
Detalle del templo de Quetzalcóatl en Xochicalco. Tula ejerció una gran influencia en diferentes
culturas, haciéndolas herederas de la tradición
tolteca y sobre todo, de su dios Quetzalcóatl.

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Ilustración hipotética del templo de Quetzalcóatl en Teotihuacán.

Este ser mítico y complejo, fue adoptado con tal fuerza por los pueblos que tuvieron contacto con Tula,
que las creencias asociadas a él persisten hasta nuestros días. La presencia de Quetzalcóatl en estos
grupos indígenas permanece combinando lo imaginario, lo mítico y lo histórico.

Toltecas: Maestros de las Artes y de la Guerra

L os toltecas constituyeron un grupo nahua que, según su leyenda, procedía de un lugar mítico llamado
Huehuetlapalan, situado probablemente entre los ríos Gila y Colorado. Cuando unos emigrantes salieron
de Huehuetlapan emprendieron una ruta que recorría los actuales estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit,
Zacatecas, Jalisco, norte de Michoacán y sur del Estado de México, hasta llegar a Hidalgo -de donde

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fueron arrojados por los
huastecos- para después
establecerse en la Cuenca
de México.

Una vez asentados en


este sitio, fueron recibien-
do a gente de Xochicalco
y otros grupos del Bajío,
quienes se fueron infiltran-
do progresivamente en
la Cuenca de México, de
tal modo que su religión
agrícola empezó a trans-
formarse con las apor-
taciones de los nuevos
miembros. En ese mo- Ilustración hipotética de plaza prehispánica.
mento surgieron los tolte-
cas como tales; la cultura que fundó Tula, una ciudad cuya importancia e influencia fue decisiva para
sus pueblos contemporáneos y posteriores.

Después de la fundación de Tula, los toltecas se mezclaron con los otomíes y atrajeron a los nonoalcas
y a los amantecas. Su gran habilidad sincrética les permitió asimilar con facilidad y rapidez los adelantos
de estos grupos. De este modo, el imperio tolteca creció y entró en contacto con las culturas más impor-
tantes de Mesoamérica, de las cuales recibió importantes elementos y con ellos llegó a formar una cultura
nueva que se extendería a lo largo de la Costa del
Golfo hasta Yucatán y, por el sur, hasta Oaxaca,
Chiapas y Centroamérica.

Tula y los toltecas se transformaron en símbolos


de un pasado idealizado en el que se mezclan
la historia y la mitología. En algunas crónicas se
entremezclan eventos y sucesos históricos de
la Tollan real con relatos sobre una Tollan mítica,
habitada por seres excepcionales a quienes se les
atribuía la invención de la escritura, la metalurgia y
otras artes y ciencias.

La influencia cultural que ejercieron los toltecas, se


extendió superando los límites de Tula; muchos as-
pectos de la civilización nahua -que alcanzaron su
máxima expresión con el imperio mexica- nacieron
en el mundo tolteca. Se puede decir, además, que
el tolteca fue el primer pueblo -posterior a la deca-
dencia de Teotihuacán- que unificó extensas áreas
de Mesoamérica en un gran sistema cultural.

De igual forma, los toltecas consolidaron una amplia


red comercial que se reflejó en los productos forá-
neos que llegaron a Tula desde lugares muy aleja-

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dos del Altiplano Central.
Durante la exploración
de sus recintos se en-
contraron vasijas de
Costa Rica y Nicaragua,
fragmentos de vasos
policromados mayas de
Campeche, vasijas de
loza plumbate del So-
conusco, así como can-
tidades importantes de
cerámica procedente de
la Huasteca, el centro
de Veracruz y el norte
de Mesoamérica.

Como se expuso anteriormente, la cultura tolteca es producto de


la asimilación y sincretismo con las culturas clásicas desarrolladas
en el centro de México por un grupo nahua, que al mismo tiempo
introdujo varias innovaciones derivadas de otras tradiciones cultu-
rales; como la zapoteca, la mixteco-cholulteca y la maya. Una vez
fusionada -aun cuando era una entidad muy compleja y heterogé-
nea- conservó sus propios rasgos fundamentales.

Por ello se le atribuyen a los toltecas importantes cambios en


la religión y la ideología de los pueblos mesoamericanos: la
introducción de algunos dioses nahuas y el fuerte énfasis en el
épico hombre-dios Quetzalcóatl.

Los toltecas eran politeístas, así que además de Quetzalcóatl,


reconocían a muchos otros dioses y, sobre todo, a un ser
divino superior llamado Tloque Nahuaque, a quien adoraban
ofreciéndole flores y resinas aromáticas.

Hasta aquí hemos tratado el origen y la grandeza cultural de


este pueblo, pero aún nos falta acercarnos a su vida política. Los
habitantes de Tula conformaban una sociedad teocrática, dividida
en clases sociales: gobernantes-sacerdotes, administradores,
guerreros, comerciantes, artesanos y agricultores, todos con
distintos rangos y funciones.

La clase gobernante estaba especializada en la dirección y orga-


nización de la sociedad; en el control de la producción, la distri-
bución y el consumo; en la planeación de las ciudades y de obras
públicas. Los gobernantes de Tula, además de ejercer el poder,
poseían el conocimiento científico y religioso.

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Los gobernantes eran expertos en la escritura y la En la base del sistema organizativo estaba la ma-
arquitectura, las matemáticas y la astrología. En yoría de la población; la cual tenía a su cargo la
esta disciplina, trabajaban el calendario, los siste- realización de todos los procesos y actividades pro-
mas de medición del tiempo y la interpretación de ductivas que permitían el sostenimiento material de
los días propicios o nefastos, así como en todo el la sociedad. Generadora de alimentos, bienes de
complejo ritual de ceremonias públicas y privadas consumo y objetos suntuarios, esta clase también
que regulaban la vida de la sociedad. Pero aunque constituía la fuerza de trabajo que edificaba y man-
el sacerdote jugaba un papel muy importante en la tenía las obras públicas. Algunas de estas obras
vida del pueblo, fue la élite militar la que fue asu- eran de gran magnitud como: plazas, pirámides,
miendo, el mando del gobierno. Una muestra clara palacios, vastos conjuntos de terrazas artificiales,
de su exaltación es la gran cantidad de representa- sistemas de canales, calles, calzadas y drenajes.
ciones de guerreros que existen en su obra arqui-
tectónica y escultórica.

Junto a la élite dirigente existía -completamente se-


parado de la producción agrícola y artesanal- un
aparato administrativo y burocrático que abarcaba
distintos niveles y actividades.

Entorno y Ubicación

Hace 500 años, Tula era una región fértil; tenía


bosques, ríos y campos de cultivo con grandes sis-
temas de riego. Estudios paleontológicos basados
en polen y otros restos vegetales confirman la alta
fertilidad del suelo durante la época prehispánica.

Hoy la zona arqueológica de Tula se encuentra en


la parte sur del estado de Hidalgo; 60 kilómetros
al norte de la Cuenca de México y del noreste de
la ciudad de Teotihuacán, cerca de la frontera am-
biental del norte de Mesoamérica. Pertenece al
municipio de Tula de Allende, ubicado en la región
del Valle del Mezquital. Se llega al sitio por la au-
topista México-Querétaro, tomando posteriormen- Ubicación de Tula en el Estado de Hidalgo.
te una desviación en el kilómetro 56, sobre la Vía
Refinería y Tepeji del Río.

Cuando Tula fue edificada la zona era un prolífico


valle regado por un río y protegido por una serie de
colinas y cerros, tales como el Nonoalcatépec -ac-
tualmente llamado La Malinche- El Cielito y el Xico-
coc -hoy Jicuco-, por lo que se le conoce también
con el nombre de Tula-Xicocotitlán. Más al norte
se extienden las llanuras desérticas de Teotlalpan.

Tula moderna.

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