Participación. Gustavo de Roux
Participación. Gustavo de Roux
Participación. Gustavo de Roux
por
Gustavo I. de Roux
- "Miren", expresó uno de ellos. "Hay algo que no podemos dejar pasar por alto. Se trata de
un plan participativo, ¿verdad? Eso quiere decir que en su elaboración y ejecución debe
haber participación. Pero, ¿qué es participación? Además, se ha dicho que el plan se
construye en forma concertada entre los representantes institucionales y los representantes
de la comunidad. Pero, ¿qué significa construcción concertada? ¿Qué es concertación y
cómo se la hace? Esa palabrita de participación es una palabrita mágica que quiere decir
mucho y poco a la vez. A mi me ha llamado la atención el hecho de que todo mundo está de
acuerdo con eso de la participación. ¿No será, acaso porque cada uno la entiende a su
manera? Me parece importante que entre nosotros esté claro ese concepto. Participar: ¿es
asistir a las reuniones? ¿Es opinar en ellas? ¿Es que le consulten a uno cosas? ¿Es
colaborar?"
Para aclararse el concepto de "participación" decidieron leer y analizar las siguientes fábulas
que guardaban relación con el tema:
La Participación Maicera
En alguna ocasión dos amigos discutían acaloradamente sobre si las gallinas participaban o
no cuando se las llamaba para darles el maíz. Uno de ellos argumentaba que si participaban
porque ninguna se quedaba sin asistir a la reunión de la repartición de la comida. Además,
decía, "el que las gallinas se pelean entre ellas por la comida, demuestra su interés en
participar". Sin embargo, el otro no aceptaba que la presencia de tanta gallina en el evento
fuera prueba palpable de participación exitosa. Para él, la validez del motivo que congregaba
a las gallinas desvirtuaba el que hubiera participación pues encontraba obvio que "por la
comida hubiera estampida".
1
Material para la sesión de "participación social" del 3 de Junio de 1996 en el Taller sobre
Administración Estratégica Local realizado en Medellín con el auspicio de la OPS y de las
Universidades de Antioquia y del Valle.
Las fábulas anécdotas y relatos han sido adaptados de un texto que el autor preparó para la
Alcaldía de Cali-PNUD y que será publicado próximamente en una serie intitulada "Aprendiendo a
Planificar Participativamente el Desarrollo de Comunas y Corregimientos".
La Participación Recluta
Cuentan que una vez un recluta se leyó la Constitución Nacional, en la que se hace énfasis
sobre la importancia de la democracia y de participación ciudadana. Entonces, consideró
emocionado que si el sargento que comandaba su pelotón se enteraba de lo que estaba
escrito en ella, cambiaría su actitud autoritaria por una más democrática y participativa. Por
eso, en la próxima ocasión en que tocó formar con el pelotón, levantó la mano y exclamó:
¡Pido la palabra! .
La Participación Esquemática.
Se dice que hace algunos años llegó a vivir a una ciudad de la costa atlántica un profesor
europeo de danza, conocedor de muchos ritmos y estilos. Al poco tiempo de establecido allí,
el profesor abrió una Academia en la que se matricularon muchos alumnos atraídos por tu
fama.
-"La danza", les decía el profesor a sus alumnos, "es una actividad estética que debe ser
ejecutada siguiendo unos patrones rítmicos, unos pasos preestablecidos y unas formas
convencionales. La danza se hace al tenor de una melodía que tiene su partitura. Para ser
buen danzarín, hay que ajustarse a los formatos rítmico, melódico y ritual de la danza".
El profesor enseñaba, de acuerdo con esos principios, los pasos, los giros, las poses y las
formas de cada danza en particular, insistiendo siempre sobre la importancia de no salirse
del esquema apropiado. Los alumnos participaban con gusto en las danzas de la Academia,
pero, como buenos costeños, sentían picazón con tanta rigidez y por eso trataban de
improvisar y crear nuevos pasos y estilos. Sin embargo, el profe, cuando esto ocurría, los
reconvenía para que no se salieran de la norma y de la rutina, y los obligaba a participar
apegados al esquema en el que los había entrenado.
Muchos, terminaron formando su propio combo de danza por fuera de la Academia. En esa
forma participaban dentro de ésta pegados al esquema y, por fuera de ella, de una manera
espontánea, libre y creativa.
La Participación Carnetizada.
En cierta oportunidad se vinculó a una comunidad una institución muy prestigiosa para
desarrollar programas de desarrollo social. Al cabo de muy corto tiempo, había organizado
grupos para trabajar en diversos frentes: vivienda, salud, educación y recreación. La
trabajadora social de la institución tenía bajo su responsabilidad el capacitar a los grupos
sobre cómo participar en las actividades.
- Nosotros los funcionarios de la institución, con la aprobación claro está de la
Directora -le explicó a la comunidad- programamos las actividades de nuestros
proyectos institucionales con la colaboración de ustedes, pues nuestros proyectos
son participativos. Uds., por ejemplo, participan en decisiones que tienen que ver con
quiénes se vinculan, o a qué horas se hacen las reuniones. Pero como nosotros
somos los que sabemos y los que tenemos la experiencia y los recursos, por eso
controlamos la gestión de los proyectos. Claro que siempre les vamos a preguntar
por su opinión, vamos a consultarlos, porque estos son proyectos participativos y
para el beneficio de la comunidad. ¿Tienen alguna pregunta?
- Si, señaló un joven. ¿Cómo hace uno para participar en los programas?
- Muy fácil. Siguiendo las pautas que les damos. La comunidad tiene que aportar
trabajo voluntario, materiales, y asistir a las reuniones que citemos. Al final de
cuentas las obras son para beneficio de la comunidad. Lo importante es que se dejen
dirigir para que podamos avanzar con rapidez y eficacia.
La reunión siguiente del Comité Intersectorial del SILOS empezó muy animada. El médico
del Centro de Salud propuso, para comenzar, seguir discutiendo el tema de la participación
pues, según él, la discusión no se había agotado ni se había llegado aún a un acuerdo
colegiado sobre cómo se la podía concebir debidamente. Para sorpresa del Comité, en la
reunión se hizo presente por primera vez el Ingeniero Agualimpia, delegado de la Empresa
de Acueducto, quien no estaba al tanto del debate sostenido hasta entonces y quien, al
enterarse del tema que se estaba tratando, pidió la palabra para expresar su opinión al
respecto.
- "Para mí" -señaló, "eso de la participación es muy claro y no se necesita darle mucha
vuelta. La participación comunitaria es una estrategia que consiste en motivar a la
comunidad para que, colabore con los programas de las instituciones públicas y
privadas que buscan el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Si
la gente coopera en esos procesos se facilita, por ejemplo, la entrega de servicios. Al
lograr que la gente lleve a cabo actividades definidas de antemano, los programas se
agilizan y benefician a muchas más personas".
- "¿Cómo así?" -intervino Lideria, una líder de la comunidad. "¿Entonces, según Usted,
la participación es una manera para controlar la gente?"
- “Ahora entiendo” -acotó Jacobo, un miembro de la JAC, "por qué según la Asociación
Nacional de Comunidades Manipuladas, ANACOMA, el verbo participar se conjuga
de la siguiente manera: yo participo
tu manipulas
el impone
nosotros participamos
ellos deciden”
Juvenal, representante del grupo juvenil, quien había permanecido callado hasta el
momento, pidió la palabra para decir:
- "A nosotros los de la comunidad nos llaman a colaborar como carga ladrillos. Para
que aportemos mano de obra y tiempo de nosotros. Esa, es la participación que
siempre nos piden".
- "En mi opinión" -señaló Lideria, "Jacobo dijo cosas en broma pero pensadas en serio.
Con mucha frecuencia escuchamos decir que la gente participa cuando colabora en
alguna actividad o en algún evento. Eso no tiene nada de malo, pues colaborar en
obras que lo benefician a uno es una manera de participar. La pregunta que habría
que hacer sería la siguiente: ¿Hay verdadera participación cuando se colabora en
algo decidido por otros' sin tener claras las –razones del por qué se colabora? Para
mí se participa solamente cuando se interviene en la toma de decisiones".
- "Sí, pero de decisiones importantes", se adelantó a decir alguien. "A la comunidad
muchas veces la ponen a decidir sobre asuntos irrelevantes o poco importantes. Por
ejemplo, a qué horas deben hacerse las reuniones o en qué horarios debe funcionar
el puesto de salud. Pero para las decisiones gordas a la comunidad le hacen pistola".
- "En otras palabras" -acotó Jalmiro, "podríamos decir que participamos cuando
ejercemos protagonismo como comunidad".
En ese momento tomó la palabra un viejo dirigente comunitario, quien habló de la siguiente
manera:
- Para mí, participar significa intervenir, tomar parte en situaciones, actos o hechos, en
interacción con otros actores sociales e institucionales. Pero, iojo! No significa
intervenir de cualquier manera. Significa intervenir con capacidad protagónica,
como señaló alguien, es decir, con capacidad de analizar situaciones con criterio y
competencia, expresar y sustentar debidamente sus puntos de vista y negociarlos
con habilidad".
- "Yo no quisiera que pasáramos por alto otro punto que tiene que ver con el tema",
dijo Lideria. "Se trata de la autonomía. Yo pienso que la participación auténtica es
una participación autónoma, lo que significa intervenir libremente desde las
posiciones propias y para expresar los intereses que se tengan como actor social.
Como decía Jalmiro la participación se ve afectada por intentos de imposición o de
manipulación".
- Perdone, doña Lideria” -intervino-Juvenal. "Pero Ud. Se olvida que las relaciones
sociales son desbalanceadas. Que hay grupos más poderosos que otros y que
además tienen capacidad para hacer valer ese poder y para imponer sus intereses.
Eso se da en la política, se da entre los grupos de la comunidad y se da entre las
instituciones y las comunidades. Por eso la participación en decisiones es difícil de
darse en la práctica”.
La reunión siguiente del Comité Intersectorial del SILOS empezó más temprano de lo
acostumbrado. Pareciera ser que en el Comité, después de las discusiones habidas sobre
los distintos puntos de vista expresados, se estuviese, llegando poco a poco a un consenso
sobre cómo debería abordarse el proceso de elaboración del plan local de desarrollo de la
salud. Al menos, se coincidía en el hecho de que, un proceso" participativo y concertado,
tenía que tener características particulares que lo distinguían de un proceso donde no
hubiera intervención activa de los distintos representantes comunitarios e institucionales.
Doña Luz, la representante de la empresa de Energía, quien había tenido experiencias
anteriores, quiso compartirlas con todos los miembros del Comité. Narró entonces cómo, los
eventos en que ella había participado organizados por instituciones para identificar
necesidades y para programar con la comunidad las acciones pertinentes “se parecían más,
bien a subastas, a ferias de necesidades. La comunidad asistía solamente a plantear
necesidades y a expresar sus iniciativas y, las instituciones asistían para decir qué podían
satisfacer y qué no".
"Lo que es claro es que la comunidad sabe cuales son sus necesidades y problemas más
apremiantes. Además tiene iniciativas. ¿Pero cómo convertirlas en propuestas'? Porque una
iniciativa es solamente la expresión de una necesidad acompañada de un principio de
solución, pero dista mucho de ser una propuesta. Por eso, en los casos a que me estoy
refiriendo, casi siempre terminaron imponiéndose las propuestas que llevaban las
instituciones”.
-“Pero entonces” – interpuso Lideria, "¿no basta con que un grupo tenga iniciativas y que las
exprese para ser partícipe en la planificación participante?"
-No, Lideria, no es suficiente" -se apresuró a responder doña Luz “Una iniciativa no es una
propuesta sino la manifestación de una intención. Pero una iniciativa puede servir como
punto de partida para elaborar una propuesta si a partir de ella mediante análisis colectivo y
en proceso concertado, se llega a reflejar un problema y se presentan maneras para
resolverlo, explicitando qué recursos se necesitan para lograrlo y los compromisos que se
requerirían"
-“Entonces" -insistió Lideria, "¿según Ud. el que un grupo participe llevando iniciativas no es
suficiente participación dentro de la planificación participativa?"
-"Al menos no, desde mi punto de vista" –acotó Jacobo. "Los grupos de la comunidad tienen
que ser capaces de participar en muchas cosas más. Tienen que ser capaces, además de
concertar las propuestas, de negociarlas y de vigilar que se cumplan los acuerdos a los que
se llegue.
-"Ya que estamos hablando tanto de concertación" -dijo entonces Piloso, un miembro del
comité- de salud, "yo creo que el sentido de la concertación es construir consensos que se
traduzcan en propuestas sustentadas. Uno puede participar el la discusión de las propuestas
de otro, puede hacer críticas, pedir aclaraciones y solicitar cambios. Pero si uno no tiene
capacidad para actuar en la construcción de propuestas no le queda otro remedio que
aceptar las que tienen los otros y que siempre van a reflejar lo que quieren quienes sí las
tienen".
-"Por eso yo creo" -señaló la enfermera, "que la verdadera participación en la elaboración del
plan de salud hay que entenderla como la intervención de actores sociales protagónicos en
decisiones concertadas sobre el tipo de acciones que hay que emprender para alcanzar
metas de bienestar que reflejen los intereses y expectativas de todos".
-"Eso mismo se podría decir de otra manera. Es la intervención de actores sociales con
capacidad protagónica para plantear y negociar sus intereses por mejor y mayor bienestar.".
- Huuy, ¡se pasó!" –exclamó Jalmiro. "Y como a mí me gusta decir las cosas en verso yo
diría que:
es modo de participar
-lo dice un adagio cuerdo -
Proponer y negociar
Y vigilar los acuerdos".
-"Bacano, ingeniero” -acotó Piloso. "Ahora como que me está quedando más clara la cosa y
para que Jalmiro no se crea que es el único capaz de hacer versos, voy a completarle su
copla':
también es participar .
no apegarse a las recetas
y convenir compromisos
para llegar a las metas"
Para el Comité Intersectorial del SILOS quedó claro que la participación adecuada era un
ingrediente fundamental, no solamente para la elaboración del Plan de Salud sino también
para su ejecución y seguimiento. Sin embargo, eso no era suficiente. El Comité se proponía
a adelantar un proceso concertado de
Construcción de una propuesta de acción y aún faltaba tela por cortar con relación al tema.
¿Cómo era ese cuento de "elaboración concertada"'? Para algunos miembros del Comité la
cosa era fácil pues -según decían- eso consistía en irse poniendo de acuerdo en el camino
sobre lo que debería hacerse. Teatrino, representante de un grupo local de teatro, por
ejemplo, era de la opinión de que "en el camino se arreglan las cargas".
Pero otros, como Piloso y el médico, seguían insistiendo en agotar la discusión sobre las,
características de un proceso de concertación. Para ellos, sin reglas de juego claras uno se
podía perder fácilmente en el camino. De tanto insistir lograron entonces que el Comité
siguiera dedicándole tiempo al asunto. La importancia de la insistencia de Piloso y del
médico se hizo evidente cuando la Doctora Tránsito de la Calle, delegada de la Secretaría
de Tránsito, intervino de la siguiente forma:
-"Aquí habemos varios profesionales que nos hemos quemado las pestañas en la
Universidad y que sabemos exactamente que es lo que hay que hacer. Si a los profesionales
no nos creen lo que planteamos y que se basa en conocimientos científicos y técnicos,
quiere decir que aquí sobramos. Yo propondría que nosotros los funcionarios les
explicáramos a los representantes de la comunidad qué es lo que hay que hacer y cómo hay
que hacerlo, hasta que les quede bien clarito. Eso para mí es concertar".
-"Perdone, doctora, pero yo creo que precisamente por eso se han cometido muchos
errores" -intervino el ingeniero Agualimpia.
-"Nosotros los de la comunidad no somos tarados" -intervino Piloso. Pensemos que en este
país la gente se ha tenido que inventar en muchas ocasiones, y sin ayuda de nadie,
soluciones a sus problemas de alimentación, de vivienda, de salud y de muchos otros.
Fíjense nomás en el empleo. ¿Cuántas personas del llamado sector informal no han tenido
que cranearse solitos formas de trabajo independiente para poder sobrevivir'?"
-"Déjeme que le cuente una anécdota sobre un caso que me pasó en la Costa del Pacífico
hace algún tiempo" -dijo el ingeniero Agualimpia, "que muestra lo que pasa cuando no se
tiene en cuenta a la gente, sus experiencias y conocimientos, al construir soluciones. Se
trata del
-"Ese ejemplo me parece muy pertinente" -señaló Animación, trabajadora social de una
prestigiosa ONG. "Los técnicos tenemos un conocimiento universal, de leyes generales, pero
la comunidad tiene un conocimiento particular derivado se su propia experiencia. Es en el
diálogo de estos saberes como pueden construirse visiones enriquecidas de la realidad y
soluciones apropiadas".
-"Sí" -acotó el médico. "La creatividad de la gente, su sentido común, su experiencia, sus
tradiciones, sus maneras de vivir lo cotidiano, de organizarse, todas esas cosas son aportes
que hace la comunidad a ese diálogo. Pero sobre todo su conocimiento concreto de los
problemas que tiene que afrontar todos los días".
-“Yo estoy de acuerdo" -señaló Jacobo. "Yo he sido testigo de que aquí en la Comuna la
gente no solamente conoce los problemas que padece sino que también tiene iniciativas,
que tiene soluciones, que tiene....... "
-"Bueno" -interrumpió la Doctora Tránsito. "Si la comunidad se las sabe todas, pues
entonces sí que de verdad sobramos los técnicos. iUds me están dando la razón con otros
argumentos!"
-"Ni la comunidad se las sabe todas ni los técnicos nos las sabemos todas, doctoral' -
interpuso Animación. "Tampoco tenemos que sacralizar el saber popular ni pensar que el
pueblo es el depositario de toda sabiduría. Eso sería equivocado. Si la, comunidad se las
supiera todas y tuviera siempre la razón, no estaría viviendo las situaciones que con la
planificación participante queremos resolver. Tenemos que construir, con la porción de
experiencia y conocimiento que todos tenemos, una propuesta sólida, rica y sustentada en
diálogo de saberes y de experiencias"
-"¿Sería como tejer una tela pero con hilos diferentes'? preguntó Jalmiro.
-"El conflicto" -prosiguió el médico, siempre está presente y el problema no es que exista,
sino que se lo esconda, se lo evite, o se lo maneje en forma inadecuado En nuestras
discusiones de concertación no debemos eludir el conflicto ni asustarnos por las tensiones
que genere entre nosotros'.
-"Cierto, médico! -acotó Piloso. "A lo mejor vamos a encontrar en esta concertación
posiciones tercas o intentos para imponer puntos de vista. Pero eso no importa. No estamos
dialogando entre ángeles sino entre personas Y los humanos tenemos pasiones y defectos
mezclados con virtudes y cualidades. Lo importante es que sepamos manejar con altura y
con razones las situaciones difíciles cuando se nos presenten".
A la reunión siguiente del Comité Intersectorial del SILOS faltaron varios de los miembros,
pero por no retrasar la elaboración del Plan de Salud, decidieron de todas maneras hacerla.
La discusión continuó retomando el tema anterior y las intervenciones giraron alrededor de
los temas “participación” y “concertación”, que habían dado origen a un debate amplio y
constructivo en las reuniones anteriores. En una de las intervenciones alguien expresó que
uno de los problemas de algunas instituciones es que “le tienen miedo a la gente” y que por
eso terminan marginándola y excluyéndola de las decisiones y reemplazándola en la
ejecución de acciones que puede realizar la comunidad. Al escuchar este planteamiento
Animación intervino para decir:
Cuentan que, en cierta ocasión, hizo Dios llamar al cielo al rey de un país. “No voy a darte
mayores detalles”, le dijo, “pero necesito que hagas construir, en un plazo de un mes, un
arca bien grande”. El rey regresó a su palacio y le contó a un amigo la orden que le había
dado Dios. “No te preocupes”, le contestó su amigo, “al otro lado de las montañas vive un
viejo fabricante de arcas. El te solucionará ese problema. El viejo fue llamado entonces al
palacio y el rey le mandó a fabricar el arca más grande de que fuese capaz. El anciano
recibió la orden taciturno, y regresó a su taller donde, por generaciones, se habían
construido las mejores arcas del reino.
Pero uno de los sabios del Consejo Real, encontró conveniente aconsejar al rey al respecto.
“Majestad”, le dijo, “si se trata de la voluntad de Dios, me parece imprudente adjudicar al
viejito la construcción del arca. Su técnica es artesanal, y está ampliamente superada por el
Know-how moderno. Le recomiendo crear un grupo de trabajo interdisciplinario e
intersectorial que coordine el PROYARCA, como podríamos denominar al proyecto”.
A los 15 días el viejito ya tenía lista la madera, pero los técnicos duraron de su calidad. Por
tal motivo recomendaron al Rey crear una compañía que investigase los bosques del reino y
se encargase del aprovisionamiento de madera para el proyecto. Se decidió entonces crear
la MADERARCA, una empresa que tendría la ventaja adicional de obtener ganancias. Pero
como la empresa no podía quedar al arbitrio de un grupo de expertos, se creó una
superintendencia a la que se denominó la SUPERARCA.
Mientras tanto el viejito, olvidado por los sabios y los expertos, fue a la capital del reino por
recursos para continuar con su labor. Pero allí se enteró de que el dinero, que inicialmente le
habían asignado, había sido trasladado al Departamento de Relaciones e Imagen –IMARCA-
responsable de la imagen publicitaria del proyecto. Se presentó entonces donde el virrey que
por esa época había sido nombrado presidente de una compañía subsidiaria, la COMARCA,
encargada de la comercialización de productos. Al presentar sus argumentos, fue acusado
de oponerse al sistema PROARCA, controlado por computadores y, con suerte, pudo evitar
ser arrestado por oponerse a la programación.
Cumplido el plazo el Rey fue llamado nuevamente ante Dios. “¿Y el arca?” “Señor, tienes
que darme 15 días más. Tenemos centenares de hombres trabajando día y noche en el
proyecto. Aún no hemos comenzado el montaje, pero ya tenemos el diseño y los planos y
nos encontramos a punto de iniciar la ejecución”. “Muy bien”, accedió Dios, no sin antes
alertarlo a “tener el arca concluida dentro del nuevo plazo”.
Al día siguiente se enteró el rey que sería necesario solicitar un nuevo aplazamiento de 10
días para la entrega del arca. Y, contra su voluntad, no tuvo más remedio que acudir al cielo
para tal propósito. Sin embargo, Dios no lo recibió. Le envió un santo, quien le comunicó la
mala noticia: “no habrá aplazamiento. Dice Dios que ya le dio suficiente prórroga para
cumplir el compromiso”.
De regreso a su reino el rey empezó a sentir una llovizna que poco a poco fue convirtiéndose
en fuerte lluvia. Pasados 3 días seguía lloviendo. El Gran Salón Dorado estaba inundado,
como todo el país. La gente, desconcertada, tenía el agua a la cintura.
Estaba reunidos el rey con sus sabios, técnicos y expertos para analizar la situación, cuando
uno de ellos divisó, a través de una ventana, una pequeña mancha que asomaba en el
horizonte. Era un barco, ¡Un arca! “¿Y esa arca?”, Preguntó el rey, “¿Quién va en ella?, Era
el anciano Noé quien en su arca solo llevaba animales. Pasó lentamente frente a ellos
mientras que el rey, los ministros, los sabios, los técnicos y los expertos continuaban
reunidos en comités, con el agua al cuello, buscándole una solución al problema.
Sexta Reunión: A veces los líderes y los técnicos, aunque con buena intención,
entraban a la participación.
La reunión del Comité Intersectorial del SILOS comenzó con un mal pronóstico. Teatrino y
Juvenal insistían en que “bueno es el culantro, pero no tanto” y en que se sentían ya
ilustrados sobre este tema de la participación y de la concertación. Para ellos. “en ese
cuento nos podemos quedar toda la vida mientras los problemas se siguen agudizando”.
Además, amenazaron con retirarse de la reunión si el Comité no empezaba inmediatamente
el proceso de construcción concertada del Plan de Salud. Esas inquietudes encontraron eco
en otros participantes, pero se toparon con la oposición terca de quiénes seguían martillando
sobre la importancia de continuar con el proceso. Infortunadamente los ánimos se fueron
caldeando, empezaron los señalamientos de unos a otros –sin que faltara una que otra
ofensa personal- y aparecieron rezagos de viejas rivalidades entre algunos líderes de la
comunidad. La situación se perfiló entonces tensa y conflictiva.
- “Hemos estado hablando de conflicto y tenemos que ser capaces de manejar éste en
forma adecuada” – señaló Jalmiro. “Podríamos votar para resolverlo y acogernos a lo
que decida la mayoría. Pero eso sí, ¡quitémosle las personalizaciones a la discusión!”
- “Yo tengo una propuesta conciliadora” –intervino doña Luz. “Propongo que
dediquemos esta sesión para agotar el tema y, a partir de la próxima, nos
dediquemos a elaborar el Plan de Salud. ¿Qué les parece?
Luego Animación procedió a entregar a los miembros del Comité las fábulas que a
continuación se presentan:
El sabio y la paloma
Cuentan que una vez hubo un hombre muy docto que llegó a ser primer ministro de un rey.
En cierta ocasión, mientras deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un
halcón real. Hasta entonces, ese hombre ilustrado jamás había visto semejante clase de
paloma. De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras y el pico del halcón.
“ahora pareces una paloma de verdad” dijo, dejándolo de nuevo volar.
Moraleja: Hay que cortar la chaqueta de acuerdo a las medidas de las personas, y no al
revés.
El mono compasivo
Había una vez un mono de muy buen corazón que, en alguna ocasión hallándose al borde
de un río, divisó un pez que nadaba placenteramente en un remanso. Compadeciéndose de
él, lo sacó del agua para salvarlo de perecer ahogado.
Moraleja: no siempre lo que es bueno para uno es bueno para todos. El sol, que permite ver
al águila, ciega al búho.
El borracho iluso
Una tarde cualquiera estaba un líder comunitario tomándose unos tragos con unos amigos.
En un momento de la tertulia, y después de haber bebido ya bastante, se quedó mirando
fijamente a sus amigos de farra y los conminó a no seguir bebiendo. “será mejor que paren
ya de tomar, muchachos”, les dijo, “porque ya están empezando a ponerse borrosos”.
Moraleja: al definirla desde nuestra verdad o desde nuestro “saber”, sesgamos la realidad.
Al pié de la letra
En alguna oportunidad una señora, muy apegada a recetas y formulismos, pasó varias horas
tratando de armar inútilmente, con la ayuda del “manual de instrucciones”, un aparato que
acababa de comprar. Finalmente se rindió y salió a buscar ayuda dejando esparcidas las
piezas sobre la mesa de la cocina. Al regresar se llevó tamaña sorpresa pues la empleada
del servicio había ensamblado el aparato y éste funcionaba perfectamente. “¿Cómo diablos
lo hiciste?”, Preguntó sorprendida “Pues verá, señora, como yo no sé leer ni escribir me tocó
usar el cerebro”.
La solución imaginaria
Le sucedió una vez a un señor que, al llegar a su casa, oyó ruidos sospechosos en la sala.
Preocupado, miró por la cerradura y vio que su esposa lo estaba engañando con otro en el
sofá. Compungido y sin valor para afrontar la situación buscó un amigo íntimo para contarle
el caso y pedirle consejo al respecto. El amigo procuró calmarlo y le dijo: “en realidad no sé
que decirte. Eres tú quien tiene que decidir que hacer”. Una semana después se encuentran
de nuevo y el agraviado, ya con aire de tranquilidad, le contó a su amigo: “ya solucioné el
asunto. ¡Vendí el sofá!”
Hubo una vez un hombre que tenía un perro y a quien le habían dicho que el aceite de
bacalao era bueno para el animal, por lo que decidió darle una dosis diaria. Para hacerlo,
sujetaba por la fuerza la cabeza del perro entre sus rodillas, lo obligaba a abrir la boca y le
vertía el aceite por el gañote. Pero un día el perro logró soltarse y el aceite se derramó
sobre la baldosa. Para asombro del amo, el perro regresó dócilmente en actitud de querer
lamer el aceite. Solo entonces comprendió que lo que el perro rechazaba no era el aceite,
sino el modo de administrárselo.
Moraleja: sin el modo correcto de ejecutarla, la buena solución puede ser contraproducente.
Hay que saber qué hacer, pero también cómo hacerlo.
La falsa democracia
En un Jardín Infantil compraron un gatico para que los niños jugaran. Es un ocasión uno de
los niños le preguntó a la maestra, si el animalito era macho o hembra. Para no abordar el
tema, la maestra prefirió responder que no sabía. Entonces otro niño dijo: “yo sé como
podemos saber” “¿Cómo?”, quiso saber la maestra intrigada. “Muy fácil”, dijo el niño,
“votemos”.
Vivió una vez, en un barrio de una ciudad importante del país, una líder comunitaria que
poco a poco empezó a sentirse indispensable y a considerarse la líder máxima de su
comunidad. Además, empezó a reemplazar a la gente y a tomar decisiones por ella. Cuando
surgían otros líderes los combatía, pues sus celos de liderazgo no admitían el surgimiento de
otras figuras. Empezó también a desarrollar comportamientos autocráticos y a hablar por los
demás, sin darle oportunidad a la gente de expresar sus puntos de vista. Para ella no había
otro intermediario que ella misma, entre las instituciones y la gente, y no vacilaba en
presentarse siempre como la representante legítima de la comunidad. Por marginar a líderes
que surgían y a quienes consideraba como rivales, terminó protagonizando divisiones y
enfrentamientos en la comunidad. Mucha gente, que antes había demostrado entusiasmo,
terminó aislándose para no verse envuelta en bochinches y enredos.