Antologia JC FONCA 2019
Antologia JC FONCA 2019
Antologia JC FONCA 2019
Andrés Camacho
Esteban Castorena
Atenea Cruz
Dahlia de la Cerda
Darío Islas
Jaime He
ANTOLOGÍA
Libertad Pantoja
Jóvenes Creadores
Jimena Zermeño
Alejandro Albarrán Polanco
Emiliano Álvarez
ANTOLOGÍA
Arturo González Villaseñor
Alejandro Iglesias Mendizábal
Astrid Rondero
Rodrigo Ruiz Patterson
Arturo Tornero Aceves
Fernanda Tovar Masvidal
Juan Manuel Zúñiga
Juan Cabello
Dorte Jansen
Eleonora Luna
SEGUNDO PERIODO
Antología Segundo Periodo.indd 1 31/10/19 14:12
Antología Segundo Periodo.indd 2 31/10/19 14:12
Antología de letras, dramaturgia,
guion cinematográfico y lenguas indígenas
JÓVENES CREADORES
2018-2019
SEGUNDO PERIODO
JÓVENES CREADORES
2018-2019
SEGUNDO PERIODO
Natalia Toledo
Subsecretaria de Diversidad Cultural
Omar Monroy
Titular de la Unidad de Administración y Finanzas
Antonio Martínez
Enlace de Comunicación Social y Vocero
Primera edición
Secretaría de Cultura
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes
Complejo Cultural Los Pinos, edificio Bicentenario, Parque Lira s/n, Bosque de
Chapultepec 1ra. Secc., Alcaldía Miguel Hidalgo, C.P. 11850, Ciudad de México.
ISBN: 978-607-631-059-5
Presentación 9
Cuento
Prólogo de cuento. Brenda Lozano y
Amelia Suárez Arriaga 15
Andrés Camacho. Nadeshiko 18
Esteban Castorena. Palabras y memoria 29
Atenea Cruz. Corazones negros 34
Dahlia de la Cerda. Perejil y Coca cola 43
Darío Islas. Cuatro brazos 49
Jaime He. Rejas 56
Libertad Pantoja. De cadáveres 65
Olivia Teroba. Tres piezas 69
Ensayo creativo
Por cuenta propia. José Israel Carranza 79
Mariana Brito Olvera Nuestras
casas ajenas. (Fragmentos) 82
Roberto Culebro. Objetos sobre una
mesa blanca. (Fragmento) 87
Melissa Hernández Navarro. Notas que
escribo durante una larga conversación
telefónica con mi madre 92
Tania Tagle. Primera parte: Monstrat
futurum monet voluntatem deorum 98
Novela
Prólogo de novela. Francisco Prieto 105
Alfredo Carrera. El libro auténtico 109
Pamela Flores. Proyecto: Memorial.
(Fragmento) 119
Marta Núñez Puerto. El Olivino 126
César Tejeda. Escaramuza (Capítulos II y VI) 136
Luis Backer. La cabeza de Lenin 146
Saúl Valdez. Kid Maya 154
Jimena Zermeño. No soy Kafka 163
Lenguas indígenas
Prólogo de letras en lenguas indígenas.
Manuel Espinosa Sainos y Martín
Rodríguez Arellano 227
Juventino Gutiérrez 230
Cruz Alejandra. Xtalakapastakni’
Akgsawat/Las memorias del cántaro 241
Hubert Matiúwàa. El último xtá ridá 254
Guion cinematográfico
Prólogo de guion cinematográfico.
Lucía Carreras y Ernesto Contreras 267
Arturo González Villaseñor. Escandinavia 270
Alejandro Iglesias Mendizábal. Estudio
para personaje hueco. (Fragmento) 281
Astrid Rondero. Sujo, bajo el nombre de un caballo 296
Rodrigo Ruiz Patterson. El impostor 310
Arturo Tornero Aceves. SPES 324
Fernanda Tovar Masvidal. La mancha 331
Juan Manuel Zúñiga. Mongo 339
Dramaturgia
Prólogo de dramaturgia. Conchi León 349
Juan Cabello. El equilibrio de las nubes 352
(Fragmento)
Dorte Jansen. Gerd Loco: backstage
de un maníaco permanente 363
Eleonora Luna. La escritura como
juego/Pájaros de enormes alas 377
10
Adriana Konzevik
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Ahora que la literatura es, por fortuna, una palabra más elás-
tica que antes, las historias que contamos tienen otras narra-
tivas que son lejanas al discurso predominante del cómo se
debe contar, esa estructura canónica, masculina, que no qui-
siéramos llamar eyaculatoria ―aunque, ay, ya lo dijimos―,
de inicio-clímax-desenlace. Hoy hay otras formas de narrar
muy lejanas al famoso knock out de Cortázar, por ejemplo,
desde la escritura contemplativa de Andrés Camacho, que
busca desentrañar el papel de la mujer en la tradición japone-
sa clásica o, en el otro extremo, desde el activismo feminis-
ta radical desde el que Dahlia de la Cerda escribe sobre las
diversas problemáticas de ser mujer en México. También se
escribe desde otras disciplinas, como la ciencia, como vemos
a los personajes de Libertad Pantoja en los laboratorios, lejos
de la literatura libresca, una que se mira el ombligo a sí misma,
en la que hay otras voces, como las de los personajes de bajos
recursos en el trabajo de Darío Islas. Hay formas de rebatir la
narrativa tradicional desde el sentido del humor de Jaime He,
desde la literatura fantástica y feminista de Atenea Cruz; ma-
neras de volverse a replantear la vieja pregunta de cómo contar
algo y responder desde el presente, como Esteban Castorena
hace con los suicidas o Olivia Teroba al preguntarse cómo es
un lugar seguro en un país que ha normalizado la violencia.
En estos cuentos se llega al límite, se vive y se narra desde
los bordes; los personajes habitan en la periferia en el traba-
jo de los becarios de cuento del segundo periodo de Jóvenes
Creadores 2018-2019. Desde una perspectiva aguda, dolorosa,
donde el sentido del humor sale a flote, los cuentos que aquí
se presentan nos conducen por caminos donde los personajes
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Brenda Lozano y
Amelia Suárez Arriaga
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Sanyūtei Enchō I
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Glosario
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Antonio Porchia
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Isaí Moreno
Sí.
Yo me llevé al niño.
Sí.
Fue por desquite. Aunque debo confesar que también fue
porque me sentía solo. La soledad siempre ha sido un proble-
ma, me atrae tanto como me mortifica. De eso hablaré luego.
No.
No me interrumpas, estúpida. De por sí me da flojera tener
que explicarte letra por letra. Tú eres la interesada, no yo.
Voy a contarte cosas que no deberías de saber para ver si así
entiendes. Aunque a mí me parece muy claro, no te hagas. Y
también para desahogarme, hace mucho que no me sincero
con alguien.
Me mudé a Zacatecas después de mi separación. Llegué
aquí buscando alejarme del recuerdo de una relación desgra-
ciada y también de mi familia, conflictiva e hiriente. Era una
época difícil para mí: me casé con una muchacha simplona
y agresiva, como tú. Ahora que lo recuerdo me parece ri-
dículo, pero en aquel entonces se me figuraba una tabla de
salvación para tapar lo obvio. Nuestro matrimonio fue bre-
ve, pero tormentoso porque estábamos negados a aceptar que
aquella unión nos hacía la vida miserable a ambos. Algunas
tardes yo me encerraba a llorar en nuestra habitación, cuando
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Ya vivía aquí.
2.
Para entonces llevaba dos años en este departamento. A
diferencia de la mayoría de los estudiantes foráneos que pe-
regrinan de casucha en casucha, yo encontré este departa-
mento que, si bien no era el más amplio y a menudo fallaba
el agua, me acomodaba perfecto. Me gustó tanto que decidí
que nunca, nunca me marcharía de aquí. De mi ciudad natal
y el fugaz matrimonio me traje un par de muebles, trastes y
otros objetos que lo convirtieron en un espacio confortable,
un hogar. La renta, además de barata, era congelada, a ti sí te
la han ido subiendo, ¿verdad? Pobrecita. Pero la ubicación lo
vale, ¿no? Cerca del parque y no tan lejos de la facultad. A mí
me encanta.
Con aquel novio de la carrera vino mi primera crisis. No
lo culpo de forma directa porque fue amoroso, a su modo
limitado y egoísta, pero amoroso al fin. Culpo a nuestras con-
versaciones existenciales. Él era algo así como un nihilista
light, no sé si conozcas el término, la verdad es que no te ves
muy estudiada, perdón. No puedo definirlo con precisión si
lo único que conoces de filosofía lo aprendiste en secundaria.
No me hables así o me largo.
Bien, así me gusta. Calladita te ves más bonita. Continúo.
A él le gustaba hablar de la inutilidad de las acciones hu-
manas, del vacío, de la nada; le parecía interesante e ilustra-
tivo, un pasatiempo, pero yo me tomaba todo en serio. Char-
lábamos un par de horas mientras comíamos pizza que yo
mismo preparaba. Luego él tomaba las llaves de su vieja Cari-
be blanca para regresar a casa de sus padres y yo me quedaba
solo, rumiando el sinsentido de la existencia, abandonado al
pesimismo.
No.
No, no estaba sufriendo ni fue una agonía desesperada lo
que me orilló a intentarlo la primera vez sino, vaya ironía, el
cansancio. Las faltas a la escuela a causa de la pesadumbre se
hicieron más frecuentes, me sentía como abotagado y, luego
de darle muchas vueltas, concluí que si la vida era una suce-
sión de dolor y aburrimiento, no me interesaba. Una noche
junté todos los medicamentos fuertes que pude conseguir y
me los tomé esperando por fin descansar. Desperté con un
dolor espantoso en los riñones y los intestinos. Tuve que ir
por mi propio pie al hospital, donde me internaron para la-
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Sí.
Él es quien tira las cazuelas en la cocina. Le gusta correr
y nunca había podido hacerlo sin miedo a que le pegaras. Yo
sí lo dejo. Le gusta hacer bromas, a veces le ayudo. Él lo hace
porque es un niño, quiere divertirse. Yo lo hago por molestarte.
Sí.
Él es a quien has visto caminar por la sala, rumbo a la ven-
tana. No son figuraciones tuyas por el remordimiento, aun-
que tengas el corazón tan negro. Lo que pasa es que le gusta
acompañarme.
No.
No quiere hablar contigo. Por eso te estoy contestando yo.
No insistas. Cállate de una vez.
Queremos que te vayas. Y ni se te ocurra venir con esas
estupideces del agua bendita o el sacerdote. Si los dueños del
departamento no pudieron conmigo, tú menos. Lárgate.
No.
Lo más sencillo es que dejes al niño como desaparecido,
sería muy sospechoso que a estas alturas se te ocurriera pe-
dirle a los policías que revisaran ahí, ¿no crees? Y qué ho-
rrible sería ver su cuerpecito descompuesto. Tenle un poco
de respeto a su memoria. Déjalo así. No vaya a ser que se
descubra el remedo de madre que eras.
No te preocupes. Esto quedará entre nosotros tres. Todas
las conversaciones sobre el tablero desaparecen, así como
queremos que desaparezcas de nuestro departamento. Eso es
lo último que voy a contestarte.
O bueno, si no te marchas, prepárate para conocerme.
Adiós.
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como una perra en labor de parto. Pujé con todas mis fuerzas
y apenas expulsé un chorro de sangre y un coágulo del ta-
maño de una guayaba. Me acosté en el piso y permanecí ahí
media hora.
Acabé de bañarme y alimenté a Ricardo. Preparé una sopa
Maruchan de pollo con harto limón, unos ruffles en lugar de
tortillas, y una Coca cola muy helada. Hice exactamente lo
contrario a lo que decía el manual de aborto, que recomenda-
ba comida ligera, suero oral y nada de irritantes. Hice todo lo
contrario quizá porque quería que las cosas acabaran mal, por
ejemplo, conmigo en el hospital o en la cárcel o en ambos la-
dos. Vi Casi famosos y chillé como siempre. Los cólicos iban
y venían y la diarrea era molesta, pero tolerable. Le faltaba
desgracia a mi aborto. Había leído de hemorragias y dolores
terribles y esto era más una regla con disentería y gripa que
una tragedia, y además me enojaba que por primera vez en la
vida algo parecía terminar bien.
Puse las últimas cuatro pastillas debajo de mi lengua y es-
peré con discreta felicidad a que se disolvieran. No hubo náu-
seas ni escalofríos y los malestares estomacales habían cedi-
do. Si acaso una febrícula tolerable. Di clic en Ligeramente
embarazada, forjé un porro y destapé una Heineken. Bebí
y fumé mariguana. Me partí de risa cuando el dolor volvió
porque sentí las mismas ganas de pujar. Caminé al baño, me
acomodé en el retrete y pujé con fuerza. Un rojo vino y varios
coágulos del tamaño de un puño manaron de mi vagina.
Me senté en el piso y metí la mano en el excusado. En poco
tiempo encontré una bolsita del tamaño de mi dedo meñique
con un frijolito de color rosa pálido en su interior. Suspiré ali-
viada y sonreí. La arrojé a la taza y jalé la palanca.
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día del padre: ese mes sólo ponían corbatas y pipas (dos cosas
que nunca he usado) en una esquina y el resto del espacio lo
dedicaban a liquidar la mercancía de temporadas pasadas.
Ahí sí que había todo lo que se pudiera imaginar. De las
calaveras que él necesitaba las tenían en las más variadas
formas; tantas opciones como dulces en una tienda. Los dis-
fraces tenían calidad profesional: diseños licenciados que se
veían iguales a su contraparte cinematográfica. El problema
era que los precios eran absurdos, eso fue lo que me hizo
recapacitar. Nosotros no tenemos los problemas económicos
que había cuando yo era niño, pero papá me enseñó a nunca
tirar el dinero. No importaba que fuera fin de semana y mamá
quisiera ir a comer fuera, si había comida en la estufa eso se
desayunaba siempre. De niño me parecía que era un codo,
pero con los años lo entendí: él me quería enseñar cómo se
administraba el dinero y, a decir verdad, funcionó bastante
bien. En ese aspecto terminamos siendo muy parecidos y sa-
bía que él no me perdonaría que gastara tanto dinero por com-
prar un simple muñeco a su nieto. Peor aún si costaba el triple
que en otros lugares sólo porque tuviera la carita del vaquero
o del hombre del espacio. Salí de ahí sin tomar nada, aunque
detesto hacerlo. Los empleados me miran como si yo fuera un
infeliz, o así lo siento, porque era como me veían antes de que
mi tarjeta pasara por cualquier monto en las tiendas.
Terminamos en la papelería grande y fue la opción perfec-
ta: de simples calaveras hasta los mismos superhéroes que la
tienda de arriba, pero con precios un poco más económicos.
Mi niño se veía cansado: el día en la escuela más el par
de horas que llevábamos ahí le habían hecho mella. Me
prometí que el que escogiera estaría bien, aunque eligie-
ra uno de los más caros, incluso si tuviera que soportar a
papá reñirme en mi hombro. Se acercó al aparador, miró
un largo minuto todos y tomó el que estaba más cerca de
su mano: un esqueleto. Una simple calaca que ni siquiera
estaba disfrazada. Le mostré otros más, bajé alguno que
estuviera fuera de su alcance, pero él, tallándose los ojos,
me dijo (me ordenó, mejor dicho): “Quiero ésteˮ y fuimos a
la caja. Lo que traía en mi bolsa bastó para pagar y todavía
tuvimos que esperar quince minutos a que el dependiente
nos entregara el cambio.
La mañana siguiente, mientras arreglaba su mochila, en-
contré el muñeco que habíamos comprado y me sorprendí de
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III
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[…]
En el Formas de ver, Berger repite una y otra vez la pa-
labra “posesión”, la palabra “mercancía”, como si sostuviera
un trapo sucio con la punta de los dedos, mientras, frente a
nuestros ojos, hace desfilar todo lo que alguna vez llenó los
márgenes de un bodegón o de una naturaleza muerta. Pero
eso que para Berger es casi un escándalo, a mí, en cambio,
me ha producido siempre un placer extraño y difícil de ubi-
car. Los espacios atestados, aturdidos por la cantidad de ob-
jetos que contienen, me generan un nerviosismo denso que
poco a poco, y de manera casi imperceptible, se diluye en un
efecto sedante, el cual termina por contagiarlos. Los espacios
acaban por ser una extensión de la materia que conservan,
completamente indistinguibles de ella y permeables según el
peso que momentáneamente los constituye. Hablando de Gia-
cometti, alguien escribió que el escultor llegó a pensar que su
taller crecía y se achicaba al ritmo de su trabajo, como si él
fuera un pianista y el taller la orquesta. Una experiencia pare-
cida se tiene al ingresar en este tipo de espacios, cuyos límites
sólo están ahí para satisfacer los movimientos de esta conti-
nua demanda interna. Es curioso, además, que esta experien-
cia no se limite solamente a los lugares cerrados, sino que
también sea posible percibirla al aire libre. Hace muchísimo
tiempo, por ejemplo, me enviaron a una ciudad horrible del
sur de Veracruz con la esperanza de que el viaje y la estancia
en casa de unos familiares lograra sacudirme la pesadez con
la que no hacía, durante días, sino pasar de la cama al sillón
y del sillón a la cama, absorto en la pantalla de la tele. Para
mis papás era necesario un cambio radical si deseaban curar
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Annie Ernaux
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Un día de 2018
URSS, 1934-1938
Píter
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Recuerdos de Kolimá
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Byt
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Francisco Prieto
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Agosto de 1914
Xavier:
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Mario
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Transparente Olivino–Prólogo
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Verde Olivino
(…)
La abuela nos da su “hasta mañana, si Dios quiereˮ. Las
paredes de la casa vibran por los ronquidos de mi padre.
El frío sube por la planta de los pies. Descalza y a oscuras
habito un cuerpo ajeno en un espacio sin tiempo donde se
borra la frontera de la carne y el alma vaga a tientas huyendo
de los espasmos de la noche. Los ciervos del salón observan
con sus ojos de cristal. Los objetos parecen difuminados, dis-
tantes. Me acerco a un taburete y lo cojo entre unas manos
que desconozco a través del halo blanquecino y difuso que
invade todo. Las manecillas del reloj atraviesan con su eco el
silencio. Subo las escaleras a pasos cortos y lentos. Escucho a
lo lejos una voz. Una voz. Una voz. Trepo a mi cama que tiene
una montaña de colchones apilados porque hay un pequeño
guisante en la base. Ya tengo la escalera para bajar cuando
despierte de la cama tan alta que tengo.
Me despierta el sonido del afilador. Salgo de la cama y me
tropiezo con el taburete que está al lado.
–Paula, ¿quién carajo ha puesto aquí este taburete?
–Tú.
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Rojo Olivino
(…)
ˮTu abuelo me decía ‘lo que Dios nos mande’. Y porque el
Altísimo nos tuvo en su misericordia y se apiadó de mí. Fue
llegar y topar. Y a los nueve meses nació Fátima. El abuelo es-
taba lleno de fertilidad y yo de recibimiento. Antes se bajaban
en marcha, ése era el anticonceptivo. La sirvienta dijo que mi
madre murió esbarataita… Acabó con el chocho esbarataito.
17 hijos. Qué barbaridad... “Qué joía barbaridad, chiquilla.ˮ
No hay derecho a parir tantas veces. Es que mi padre era muy
zarunguero.
ˮMi pueblo es mucho pueblo, pero qué de cuestas tiene.
Mi hermana María Luisa cuando se cansaba de subir tanta
cuesta, siempre me decía: ‘Márgara, ¿por qué no nacimos en
la Mancha que está todo liso?’ Ya no me acuerdo cuántos her-
manos tenía yo… Es que es una vida muy larga, yo qué sé.
En mi casa teníamos un palomar. Qué me gustan las palomas.
Las palomas no van a ningún lugar, sólo regresan. Yo nací a
la vera del mar, pero ya soy feliz con la bañera. Se me acabó
ya a mí eso de bajar a la playa, que el sol tiene muy malas
ideas. Y las playas como hormiguero y el mar como caldo de
puchero. A mi hermana le gusta dejar las persianas arriba.
Puede entrar la infantería y el regimiento de las 100 Cabezas
que ella no baja las persianas para quedarse a oscuras. Yo iba
a misa de 9, ¿no?
ˮTú estás guapa hasta en pijama y seguro que sin ropa.
Y qué dientes más bonitos tienes. Yo le voy a dar un susto
al miedo con estos pies, que, por los juanetes, tengo un dedo
que parece un dátil. ¿A ti no te pasa que a veces te pica el pe-
zón? Mira que no tengo quién me lo chupe como a las buenas
cochinas. No sé ni dónde he dejado las tetas. Con las cacho
tetas que yo tenía. Yo por no tener ya... No tengo ni coño, hija.
Qué verduzcona que estoy. Ay, me voy a volver majareta. Hay
que ser buena y temerosa de Dios. Bendito sea Dios, bendito
sea el Señor. A tu padre le ha entrado la pitopausia, ¿verdad?
Aquí te cojo, aquí te mato y adiós que me busco otro conejo a
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José Gorostiza
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Capítulo II
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Capítulo VI
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Qué podía saber una joven de quince años sobre la guerra y sobre
la pérdida. Qué podía saber acerca el dolor si no conocía ni siquiera
el significado de “ignominiaˮ. Qué estaba pensando aquella tarde
de septiembre, cuando decidió tomar una bandera en peligro de
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I
Calçada Santo Amaro sin número
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Prende la vela
Francisco
y entra
a la rueda,
prende
la vela
y vela
toda la noche,
el sonido del tambor
tu tambor, tu tumba,
Francisco,
la noche.
La gaita: el canto del toche,
el tambor, tu tambor, tu tumba, Francisco,
la noche.
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Oración de me tumbé
un puño de tierra
tumbé
un puño de carne
tumbé
mi carne
tumbé
sobre tu tumba.
Me tumbé. Me tumbé
y la piedra de tu tumba
cantó tu nombre.
Me tumbé. Me tumbé
y la piedra cantó tu nombre.
Me tumbé y tu tumba cantó.
Me tumbé y cantó.
Tu tumba cantó
y me tumbé.
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Un cuerpo
ajeno a.
Un cuerpo sin
cuerpo. Un cuerpo
elegante. Un cuerpo
precioso.
Un cuerpo
preciso
un cuerpo.
Pero que lleve en sí un espíritu.
Pero que lleve en sí.
Pero que lleve.
Un cuerpo
ajeno a un cuerpo
ajeno a un cuerpo
ajeno.
Cerca
tu cuerpo sin cuerpo.
mi cuerpo.
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Frente a mí
yace
fracturado
[lacónico (y de un azul
muy tenue)]
un Cristo
del Corcovado.
Un Cristo con cristal y de cristal
cortado.
Un cristo como queriendo ser un rey en otro lado,
en la vitrina de enfrente, por ejemplo. En lo indulgente.
Un rey helado
al lado
de repente.
Un Cristo
encima de una jiba
y encima
otra jiba
y otro Cristo
corcovado,
y encima de su jiba
más azul
y menos tenue,
azul rey
(por llamarlo de algún modo)
ya no un Cristo
un crisol.
Coro:
¡Azúlanos Cristo rey!
¡Azúlanos!
¡Báñanos con tu jiba azul rey!
¡Jíbanos con tu Azul-Cristo!
¡Jíbanos Cristo!
¡Azúlanos Cristo!
¡Jíbanos!
Cristo solitario
solo
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cristalizado
izado como bandera
izado
sobre una sima sin sima:
sobre un vado.
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6:00 am, luz blanca, dos tazas de café ácido y tibio; la me-
sera bosteza en su uniforme de colores chillones.
Nuestra mesa es la única ocupada y lo anodino del lugar se yergue,
entre esa luz nefasta, como un reflejo o un dedo que señala o
un anuncio.
Hay tres teles prendidas. En las tres el incendio me hace voltear
a veces.
Cómo crece el volumen de la cosa cuando es humo; mira esa
catedral hollinosa e informe que sobrevuela la catedral maci-
za: el humo aún es la cosa desprendiéndose, dejándonos.
Habías volado de emergencia y yo pasé por ti media hora antes,
y ahí nos tienes tratando de hacer tiempo ―no qurías
despertarla tan temprano― en un Sanborn’s café a las
6:00 am, rodeados de un incendio y de luz blanca.1
Te hacía bien distraerte, me decías. Nada hablamos entonces
de ese anuncio entre la luz anodina e irritante: esa otra oxidación,
sin calor y sin humo, y que nos contenía.
Resultó que no estaba durmiendo. No había cómo ganar y protestabas.
1 Debajo de este Sanborn’s hubo un Denny’s, y veníamos de niños, tu madre allá y la mía.
(¿Ésta es la arqueología que podemos?)
Debajo de la iglesia hay catacumbas y restos de otro templo.
(¿Ésa es la arqueología que en serio importa?)
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Todo artefacto es cosa, pero algo más que sólo cosa en sí: mira
este bloque de piedra: es imposible ser más cosa que este bloque
de piedra. Pero si lo tomamos y a punta de cinceles y martillos
―artefactos también para que el músculo haga lo que no puede―
le damos otra forma, no es nada más su forma lo que cambia.
Si el artefacto es más que sólo cosa, se debe a que ha absorbido,
a golpe o a cuchillo, a rasgadura o tacto, la energía de nuestra
voluntad. Eso es lo que está ardiendo, no la piedra: lo que huele
a quemado son edades de músculo y sinapsis; de química y pigmento
en los vitrales; de lija y de cepillo en costillar y en órgano; de visión y
niveles en cada botarel, cada arbotante.
(Ahí dice nuestra voluntad, pero eso no termina de ser cierto.
¿Quién construyó esas torres?
¿Y quién taló lajó clavó esa puerta? Aparece en los libros
el nombre del obispo, papa y rey.
¿Arrastraron acaso ellos las piedras y los árboles? Y las campanas
tantas veces percutidas, ¿quién calentó su bronce y le dio curvas?
¿En qué casas de aquel París vivían los vidrieros y pintores?
¿Adónde fueron escultores y albañiles las noches del xiv, el xix?)
(es la mamá de Brecht, suena molesta): –¿Y quién los parió a todos?, a
ver, dime.]
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Aveja nuestra: vives. Salvada eres del humo. Benditas entre todas tu
miel y gracia y crías.
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Julia Kristeva
Bruno,
la inmortalidad es un tema complicado.
He guardado siete años
bajo mi cama
un ramo de flores amarillas.
He guardado
siete años.
I: Naturaleza muerta
He intentado tirar las flores,
pero siempre
ese lento descenso nicomáqueo
a la tristeza;
un archipiélago de pétalos,
y en algún lugar de la inmortalidad,
las complicaciones de pasar tanto tiempo
en la penumbra
amedrentada.
190
Me quedo aquí,
bajo la cama
con las diligencias de una palabra sobre otra,
como naturaleza muerta
en los lindes del cuarto.
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¿Cabes tú ahí?
Mira debajo
y dime qué ves.
Tu rostro
cuando éramos vereda.
Restos de flores.
IV: Refugios
Yo sé que se ha hecho tarde
para salir a vaciar la plaza
de luz. Miro las flores
domésticas bajo la cama
y soy torpe como centinela.
Dime qué tanto necesito entender
de desapegos y distancias
cuando la muerte previa de los pétalos
me dé el descenso, como la luz esa tarde,
para saber si así, lejana en la penumbra,
existe para mí la eternidad,
porque este mundo, Bruno,
dejó de interesarme.
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Si en esa fiesta
193
Ya estoy en la marea.
Estoy confusa, poco resuelta,
lamentando el ahogo que llega tarde,
que incita a jugar entre la resistencia y la impericia,
en la extranjería del oleaje
con su intimidad y su distancia.
194
Cà Phê Công
.
195
197
no incendiar la casa.
Sigo, aunque sea
de un distinto a otro,
enhebrando una a una
las cuentas de los días
y miro la quietud estúpida de las montañas
que tanto le gustan a mi esposo.
Es absurdo:
crío a mis hijos aquí
mientras mi esposo crea
una forma brillante de la orfandad.
198
Es debatible.
Crío a mis hijos
en el centro del mundo,
porque todo empieza
en el lugar del crimen
y es absurdo que aquí también
crezcan las grosellas
y nazcan tantos niños
y se remienden medias.
199
200
201
conversaron
(Come, niña,
mantecado de chocomenta,
203
o rastro
bajo
cierta luz
en alguna sucursal.
204
La punta de ¿y él?
(Lo que está junto, o simulado.)
205
Al toldo no hallamos.
Al toldo blanco, no.
horda colgante.
yo, lo carecía.
206
No.
(Y sí llegabas.)
207
En fin,
208
No le entiendes.
¡Tantas opciones!
No es de madrugada.
No llueve.
Nadie murió aquí.
tuya.
209
¡Desearán tandas!
Para siempre-siempre
aunque nunca meescribió:
que aquello
inclinándose a lasombra
no era un flamboyán.
¿Tordo Quién?
Me fui a dormir
por tiempo indefinido.
210
—Llegas tarde—
211
GRUÑIDO
Micrófonos y cámaras
viajan a Hawai. Maquillistas aterrizan en hoteles.
GRUÑIDO
213
215
Nombrar plantas.
Hallar frutos. Escalar el aire
de hojas dinosaurias.
Te voy a sacar de la prehistoria, Luana.
Pero el volcán embruja, Johnny.
Allá en el futuro no hay
ideas locas de volcanes, Luana.
El volcán tiene agruras de hambre, Johnny.
Allá es donde pasan cosas, Luana.
El volcán es un gurú de fuego, Johnny.
Allá la gente tiene espejos
que se encienden con electricidad.
Música surge del aire. Marquesinas.
Los carteles de Ave del paraíso
vuelan por las calles de Los Ángeles
y Kansas
y Nueva York.
Un desfile llameante de amor prohibido.
Teatros, estadios, tráfico, agua caliente
de aeroplanos.
216
217
Olor de la derrota.
218
220
Dijo también:
Éste es un lugar mágico donde desaparecen personas.
221
222
223
227
mbo xtá ridá (gente piel), gentilicio de los que, se dice, fueron
los ancestros del actual pueblo mè’phàà (tlapanecos). Mbo
xtá ridá significa “gente de piel entrecruzada”, donde mbo
es “gente”, xtá es “piel” y ridá es “colgado” y deriva de la
palabra ridáá que se traduce como “enfrente”. Estos ancestros
hablaban una variante antigua del mè’phàà. Eran gente
que tenía el don de estirar la piel. Se crearon innumerables
historias sobre ellos. Se cuenta que, al anochecer, pedían
hospedaje en las casas, al dormir estiraban una oreja y con
ella hacían su cama, estiraban la otra y con esa hacían su
cobija, pasada la noche, se levantaban para robar a los niños.
Cuando llegaron los eclesiásticos fueron cazando a los mbo
xtá ridá hasta exterminarlos.
Por su parte, Juventino Gutiérrez Gómez, de origen mixe
de la comunidad de Tlahuitoltepec, estado de Oaxaca, en sus
poemas nos ofrece un mundo fantástico en el que podemos
observar cómo tiene relación con sus antepasados, en el tiempo
de su permanencia en esta Tierra, a través de la recreación
de la memoria histórica que conservan las personas mayores
de su comunidad, en forma de cuentos y leyendas. En esta
ocasión nos ha la del personaje denominado Komantuk, quien
puede ser hombre o mujer, puede desdoblarse y realizar
actos benéficos o maléficos de acuerdo con el día o la noche,
dependiendo de las circunstancias, siempre en función de
la dualidad. Su poesía nos muestra la riqueza cultural del
universo mixe, en el que le da vida a seres mitológicos que hoy
en día aún conviven entre nosotros por medio de la palabra
hablada. Utilizando grafías latinas, el poeta, nos comparte
las bellas enseñanzas de los abuelos, quienes on su sabiduría
mantienen la llama viva para la existencia de nuestros pueblos
y comunidades indígenas.
Lo admirable de los tres jóvenes poetas se refleja en sus
escritos en forma bilingüe, quienes con ello nos muestran que
se han desarrollado en dos culturas diferentes. Comprender
la cosmovisión de los pueblos indígenas y comunidades a
temprana edad es un mérito que pocos logran obtener en un
mundo globalizado.
228
Esquipulë it
230
Esquipulas
231
Ka poxtip ja Kumantuk
232
233
Atëjtstëjkip yi tsenkijpy
mët ja tsokin yoojts.
Jam jakam, tujk ja tëxëjk kutujk kiaxejktsëny,
jits tujk ja poj tninajx ja ujtsjoot
jits ëjts x’anipitijtsy,
jits ëjts ja tsëkin nmitany.
Ka pën ixääm
ni tujk ja ujk jits ëjts nmikääjpx
ni tujk ja tsapni’äw jits mëjk y’etëjkip
jits ijts jatikok yin animajäw wyumpejtp
jats n’atsejkip yi miku.
234
El recordar de un sueño
235
236
237
Yiktikääjtstijp ja kyupäjk
238
Intercambio de cabezas
En la esquina de la cocina
la mujer Kumantuk
utiliza la máscara de humo
salvaje que despiden los leños
para ocultar su rostro.
Sobre su cuello, una cabeza distinta a la suya:
le pesa, le incomoda, no coordina.
Se hurga su rostro con su mano aterciopelada,
y espesuras se deslizan entre sus dedos,
le han crecido barbas y bigotes,
su rostro es un monte enyerbado,
y la nostalgia la invade.
Su marido le pide, como todas las noches,
extienda el canasto de memelas para la cena.
La mujer le contesta con el silencio
sabe que su voz será un aguacero de pulque
que rompa el cántaro de su matrimonio
y decide entregar un generoso mutis a su hombre.
239
Klakgmakgalh mintapaxkit
xlakata mintalapaxkin kintse’,
makgatunu skgatana’, makgatunu katlana’,
takatsiy pi chitana kxkgapinin
chu makgsakgsaya xaxanatwa xtalhtsi’.
Cha lakgachán kintlat
xlimakgwa nixtsuwana’
kgantati kiwi’ chu kgantati xanat
antani tlawanita aktsu mimasakg.
241
Rechacé tu llegada
porque eres amante de mi madre,
cada que naces y mueres
anuncias tu arribo a sus cañadas
y seduces sus semillas flor.
Mi padre, durante tus ausencias,
sembró cuatro flores y cuatro árboles
en el nido que construiste.
242
243
244
Nialh kiakstu
Nalakachin
aktsu chichiní’ kkimpulakni’,
akxni laa nina chachin
nawan Santujni’,
chu lhmutulun yakgolh
nawani laxux.
Akxni namakgaxkgakganan
kimakni’
lakgatum katuxawat.
Natachixkuwi
xasasti chichini’.
245
Embarazada
Un sol pequeño
brotará de mi vientre
antes de que llegue Santujni’1
y los naranjos
se arrastren por tanto fruto.
Entonces mi cuerpo
inundará de luz
la piel del mundo.
Se hará hombre
el nuevo sol.
1
Día de muertos.
246
Akgtum jaxanat,
xkilhpin akgapun,
skitit xla lhtukit,
xtatsan katsisni’,
skgatanat
xmakasiyan kuyu’.
Kapsnat tani nalhkawiliyaw
xkilhtsukut kilatamatkan.
247
¿Quién es luno?
Un suspiro
labio del cielo,
masa para el atole,
diente de la noche,
menguante garra de armadillo,
página blanca
para escribir el comienzo
de nuestra historia.
248
Silankgna kinap
Silankgna wá kinap
laa lakgsputlh.
Makatsininan pi winti naniy
laa min tantliy
kchastutati kinchik.
249
Tía grillo
Al morir la tía
retornó en grillo.
Ahora ella anuncia la muerte
al ejecutar su danza
en las cuatro esquinas de la casa.
250
Pin
Xkgalhni chichiní.
Xtatakgatsinkan chixkuwin.
Xkilhtsukut takgwitit.
Nima chokg chokg tamacha’
chilianchu wa.
Nima spit spit tamacha’
stilampin wa.
Nima ntsiklh tsiklh tamacha’
laktsupin wa.
251
Chile
252
XTÁ RIDÁ
254
1 “Gente piel”, gentilicio de los que, se dice, fueron los ancestros del actual pueblo
mè’phàà (tlapanecos). Mbo xtá ridá significa “gente de piel entrecruzada”, donde
mbo es “gente”, xtá es “piel” y ridá es “colgado” y deriva de la palabra ridáá que se
traduce como “enfrente”. Estos ancestros hablaban una variante antigua del mè’phàà.
255
II
256
II
257
III
258
III
Carga en su bule
los distintos vientos,
el que llega bailando
juega con los árboles y se va,
el que trae frío,
quiebra los huesos
y se queda llorando.
Dice a las personas:
—Dejo el aire en sus oídos,
para que mi palabra sea su carne.
259
IV
Ne’ne mi’ñuu
nimíí xtá ridá,
xo ri’yuu iya àphàà,
nènè wuámbá rigàá,
xó nawuámbáa àgù jùmà
e’ne iya dawà dríguu xàbò
tsí ndàà gamakúún.
260
IV
Se vistió de azul
como pétalo de mar,
le dieron muerte
como quien
con un escupitajo
apaga el fuego de la memoria.
261
262
263
267
Lucía Carreras y
Ernesto Contreras
268
1. INT. COCHE-TARDE
GRETA
¿Y esto?
CLARA
¿Quieres aprender a conducir o no?
GRETA
¡Lo arreglaste!
CLARA
Anda, súbete.
GRETA
¿Y mi bici?
270
CLARA
Ve por ella, la subimos atrás.
CLARA
Métela por la cajuela y reclino el
asiento.
GRETA
¿Se reclinan los asientos? Creía que
era más viejo.
CLARA
Pisa el pedal de tu lado izquierdo.
GRETA
¡Listo!
CLARA
Ahora enciéndelo.
Acomoda tu retrovisor y checa que
la bici no te estorbe.
3. INT. COCHE-TARDE
GRETA
El volante es demasiado duro.
CLARA
¿Cómo lo sabes?, si ni siquiera has
dado una vuelta.
271
GRETA
Pero se siente.
CLARA
Pisa el clutch y la palanca arrástrala
a segunda, hacia abajo.
CLARA
No te pongas nerviosa.
GRETA
¿Qué hago?
CLARA
Vuélvelo a prender. ¡Tranquila!
CLARA
Greta, no gires la cabeza, para eso
tienes tus espejos laterales, intenta
ver por ahí, y pon tus intermitentes
para girar.
GRETA
¡Aaaaah! ¿Tantas indicaciones para
dar una vuelta?
4. INT. COCHE-TARDE
272
CLARA
¿Se les ofrece algo, oficial?
POLICÍA 1
¿Podría bajar del auto?
CLARA
Deja el coche más adelante.
GRETA
¿Qué es lo que pasa, mamá?
Clara no responde.
GRETA
¿Qué hacen los policías aquí?
¿Sabes algo?
CLARA
(Contiene el grito)
¿Te puedes calmar? Ninguna de las
dos trae licencia ni permiso para
conducir.
GRETA
¿Pasa algo, oficial?
CLARA
(Contiene el enojo)
¡Greta! ¿Puedo preguntar yo?
¡Cálmate! ¡Por favor!
POLICÍA 1
La razón por la que estamos aquí es
porque el departamento de Asuntos
Migratorios nos ha enviado.
Quieren saber si ha tomado alguna
decisión de contribuir con el go-
bierno.
CLARA
(Un poco extrañada)
No. ¿A qué se refiere con contribuir
con el gobierno?
POLICÍA 2
¡Clara! Es posible que esto se pueda
complicar más, a un proceso de de-
portación como el tuyo se le aplica
una ley conocida como la “Ley de
joyas”.
POLICÍA 1
Confiscación de bienes a los refu-
giados o migrantes que permane-
cen en el país en estas condiciones.
Se hace un silencio.
274
POLICÍA 1
Si permaneces el tiempo que te
queda, tienes la obligación de en-
tregar tus joyas, oro y artículos de
valor para solventar tu estancia y el
proceso hasta que el Estado te de-
vuelva.
POLICÍA 2
Entendemos tu situación, pero si
empiezas a hacer las cosas legal-
mente, el Estado no te quita nada y
puede solventar el traslado.
GRETA
¿De qué están hablando?, mi madre
no es musulmana. Mamá, diles,
¿qué está pasando? ¿Por qué te con-
funden?
CLARA
Greta, no es momento, vete a la
casa y déjame platicar con los po-
licías.
CLARA
¿Tienen encendedor?
CLARA
¡Gracias!
CLARA
No me voy a mover de Noruega, ni
tampoco voy a entregar mis perte-
nencias.
POLICÍA 2
Te vamos a dar un número en donde
puedes entregar tus pertenencias en
caso de que cambies de opinión y
quieras permanecer en el país hasta
que se expire tu permiso.
POLICÍA 1
¡Clara! Si no lo haces, es muy pro-
bable que el Estado, a través de un
juez, presente una orden de registro
para llevarse las cosas de valor.
POLICÍA 2
¡Marc! Creo que es suficiente. Es
todo, Clara, búscanos si necesitas
algo.
276
GRETA
¿En qué te metiste? ¿Te confun-
dieron?
CLARA
¡No, Greta! El día que fui a renovar
la licencia para conducir me avisaron
que tenía problemas con migración.
GRETA
¿De qué te acusan?
CLARA
¡No sé! ¡No sé! ¡No sé, Greta! No
estoy segura.
GRETA
¡Mamá! ¿¡Cómo que no estás segu-
ra!?
CLARA
Al parecer fue un trabajo, no avisé...
GRETA
¿La terapia con los animales?
CLARA
Puede que sí.
GRETA
¿Por qué no me dijiste nada, mamá?
¿Te van a deportar? ¿A dónde? ¿A
México?
277
CLARA
No te preocupes, es absurdo, ellos
son absurdos...
GRETA
Tienes que cancelar las sesiones.
GRETA
¡Mamá! Escúchame... tienes que can-
celar las terapias con los animales.
CLARA
¡Cálmate, Greta! ¿Te acuerdas de
Ana? Hablé con ella. Ella está en
una organización de derechos hu-
manos, está investigando mi si-
tuación para saber cómo podemos
resolverlo.
GRETA
Los policías vinieron a buscarte. Te
amenazaron.
CLARA
Greta, ya, por favor, por eso no
quería que te enteraras, tenemos
que pensar las cosas, no es fácil
enfrentarte al gobierno. Menos en
este país.
GRETA
¡Mamá! Cancela las malditas se-
siones.
CLARA
Es mi vida Greta, mi tiempo y mi
amor invertido en los últimos cinco
años... el cuidado de la granja, de los
animales, el enorme progreso con
278
GRETA
Haz lo que quieres, sólo sí te digo
una cosa: si te deportan yo no te
pienso seguir.
CLARA
¿A dónde vas? No puedes irte a
ningún lado.
279
Que explica cómo Ander tuvo que deshacerse del disfraz que
antes lo protegió, para poder comenzar su trayecto de vuelta.
281
MARTHA
Tiene que comer. No me importa. Si
no, luego a la que regañan es a mí.
MARTHA
Ya cállese y coma, que no me deja oír.
MARTHA
¡¿Qué quiere?!
282
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Mi agenda.
MARTHA
¿Quiere que le pase la agenda?
MIREYA CUÉTARA-Hija
(04455) 5438 8807
MARTHA
¿Ahora qué?
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Teléfono.
MARTHA
¿Quiere hablar por teléfono?
283
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Sí.
MARTHA
Pero si ni le entienden.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Teléfono.
MARTHA
¿A quién le quiere hablar?
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Mireya.
MARTHA
Su hija.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Sí.
MARTHA
Mire nada más el trabajo que me
cuesta a mí que lo tengo aquí en
frente y tenemos que andar jugan-
do mímica... ahora imagínese sin
verlo.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Mireya.
284
MARTHA
Ya, ya. Okay.
Deme acá.
MARTHA
(Cambiando su tono de voz por
uno extremadamente amable)
¿Bueno? ¿Señora Mireya?
MIREYA (V.O.)
Sí. ¿Martha?
MARTHA
Sí. Mire, le hablo porque su papi in-
sistió mucho en que le llamara.
MIREYA (V.O.)
Ay, Martha, muchas gracias. No te
hubieras molestado. De todos mo-
dos yo iba a pasar en la semana por
la casa.
MARTHA
Sí. Ya sé. Mil disculpas. Pero, pues
quise darle un gusto. Nos la pasa-
mos él y yo nada más acá, ya sabe,
y siento que la extraña mucho.
MIREYA (V.O.)
Está bien, pásamelo.
MARTHA
Se lo paso.
Qué gusto saludarla, señora Mireya.
MIREYA (V.O.)
Igualmente, Martha.
285
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Mireya.
MIREYA (V.O.)
Hola, papá.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Hola, mi amor. ¿Cómo estás?
MIREYA (V.O.)
No te entiendo bien, pa’. ¿Puedes
hablar más fuerte?
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Que ¿cómo estás?...
MIREYA (V.O.)
Ah... Bien, bien. Gracias. Acá en el
trabajo, ya sabes.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Qué bueno, hijita.
286
MIREYA (V.O.)
¿Necesitas algo, papá? ¿Por qué le
pediste a Martha que me marcara?
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
No... Sólo quería escucharte y saber
cuándo vienes.
MIREYA (V.O.)
No te entiendo, pero si te urge algo
escríbeselo a Martha y que ella me
lo diga, ¿okay?
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Okay.
MIREYA (V.O.)
Bueno, papá, me voy porque entro a
una junta ahorita.
Cualquier cosa pídesela a Martha.
Yo te paso a ver en la semana.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Sí, hija, no te apures.
MIREYA (V.O.)
Adiós, pa’.
ANDER 83
(Sin que se le entienda clara-
mente)
Adiós, mi amor. Cuídate mucho.
287
MARTHA
¿Ve? Le dije que no tenía caso, pero
ahí va de necio.
MARTHA
Y ya le dije que no se rasque, que se
va a arrancar la costra y luego ahí va
a estar llorando.
MARTHA
Ahí le dejo la tele para que le haga
compañía.
MARTHA
Cualquier cosa me toca la campani-
ta, ya sabe.
288
Entre más acciona sus uñas contra la piel, más crece la pica-
zón, exigiendo que se frote con ahínco.
Martha no acude.
290
MARTHA
(Vociferando)
¡Voy!
291
292
293
CORTE A NEGROS
294
SOBRE NEGROS
PARTE I. EL OCHO
GENARO
Yo le dije clarito que no era así,
Ocho.
JOSUÉ
Tú ya sabes cómo es la cosa, Gena-
ro, si tú mismo me “enseñastes”...
296
JOSUÉ
Te voy a poner la radio, chaparro,
para que te duermas. ¿Estás bien?
297
CHIVERO
¡Ándele, chamaco, camine!
NEMESIA (V.O.)
Horas bajo el sol... horas, cabrón.
Sin agua, Josué.
JOSUÉ (V.O.)
Ocho, tía, ya le dije.
NEMESIA (V.O.)
¿’ora hay que llamarte por tu
nombre artístico, cabrón?
298
NEMESIA
Nunca te hicieron eso de niño,
Josué, y mira cómo saliste. ¿Qué le
espera?
JOSUÉ
Estoy solo. Hago lo que puedo.
JOSUÉ
¡Ya!
NEMESIA (O.S.)
Eres un desperdicio...
299
NEMESIA
... lo que hiciste hoy te lo hiciste
a ti mismo. El niño puede seguir
viniendo. Tú no...
JOSUÉ (O.S.)
Así, ¿ves, hijo?
JOSUÉ
¡Así!
300
301
JOSUÉ
¿Ya? ¿Tan pronto te mandaron?
JOSUÉ
¿Cómo te llamas?
JOVENCITO
¿Pa’ qué chingados quiere saber mi
nombre?
Josué se ríe.
JOSUÉ
Ándale, vamos para otro lado.
JOSUÉ
¿Sí sabes que te mandaron acá para
que te agarren, verdad?
JOSUÉ
Ándale, súbete.
302
NEMESIA (O.S.)
¿Y ‘ora tú? ¿Qué haces ahí parado?
NEMESIA
¿No te dije claro que ya no eres
bienvenido acá, Josué...?
303
NEMESIA
¿Dónde está el niño, Josué?
NEMESIA (V.O.)
¡¿Josué?! ¡Josué, espérate!
NEMESIA
(Para sí misma)
¿A dónde me llevas, Josué?
304
305
306
JOVENCITO
¿Por qué vive hasta acá tan sola,
oiga?
NEMESIA
¿Qué le hicieron a Josué?
JOVENCITO
¿A ese traidor, culero...? Sepa.
JOVENCITO
No’cierto. El Ocho me dijo que
viniera por su chamaquito. Anda en
el velorio del Genaro. Me pidió que
se lo llevara.
NEMESIA
Pues dile que’l niño no está aquí.
JOVENCITO
El Ocho me pidió que se lo llevara.
NEMESIA
Pues llévaselo.
307
NEMESIA
Más vale que te vayas... no quieres
que te caiga aquí la noche.
JOVENCITO
(Gritando, fuera de sí)
¡Pinche bruja culera!
308
1. EXT. AVENIDA-TARDE
MAURICIO
¿Por aquí?
DIANA
¿Qué?
MAURICIO
¿Por aquí?
DIANA
Síguete.
310
MAURICIO
¿Ya llegó David?
DIANA
No me ha escrito.
MAURICIO
¿Es en ésa?
MAURICIO (CONT’D)
¿Didí?
DIANA
No sirve.
MAURICIO
¿Me salgo?
Diana no responde.
MAURICIO (CONT’D)
¡¿Qué hago?!
DIANA
¡Sé trabó!
DIANA (CONT’D)
¡Allá, salte!
311
MAURICIO
¿Allá?
MAURICIO (CONT’D)
¡Cuidado!
DIANA
Mauricio.
MAURICIO
¿Voy muy rápido?
DIANA
No, si no aceleras no llegamos.
MAURICIO
¿Prefieres un minuto tarde o un
minuto de silencio?
3. INT. CAFEBRERÍA-TARDE
MAURICIO
¿Ves a David?
DIANA
Pero ésos deben de ser tus libros,
¿no?
MAURICIO
Yo creo.
MAURICIO (CONT’D)
Son siete y diez.
DIANA
Ve subiendo, no debe de tardar.
MAURICIO
¿Le dices dónde estoy?
DIANA
Yo creo que te va a ver.
313
DIANA (CONT’D)
Te ves muy guapo.
MAURICIO
Buenas noches. Soy Mauricio Gon-
zález, autor de Penumbra. Estoy
muy contento de estar aquí con us-
tedes...
MAURICIO (CONT’D)
La verdad no esperaba que hubiera
tanta gente para este día tan espe-
cial, donde se cumple un sueño de
hace mucho tiempo: la publicación
de mi primera novela. David Me-
drano, el director editorial, tuvo un
contratiempo, pero ya no debe de
tardar. Y bueno...
MAURICIO (CONT’D)
... voy a tener el honor de leer unos
párrafos, si les gusta por favor re-
comiéndenla a sus amigos y, si no,
a sus enemigos. También...
314
STAFF
Perdón, ¿tú eres...?
MAURICIO
Mauricio González, vengo a pre-
sentar mi libro.
STAFF
Y tu libro es...
MAURICIO
Penumbra.
STAFF
¿Me repites tu nombre?
MAURICIO
Mauricio González.
STAFF
No estás, déjame revisar en el...
MAURICIO
¿Y David Medrano?
315
STAFF
Ehh, sí, aquí está. Tu presentación
es en otro salón. Por aquí, por favor.
DIANA
¿Qué pasó?
MAURICIO
Parece que es en otro salón.
DAVID
Disculpen, el tráfico estaba...
MAURICIO
¿Y los libros?
Una pausa.
DAVID
Hubo un problema con el impresor.
DIANA
¿No estaba revisado?
DAVID
Sí, pero...
MAURICIO
¿Pero qué?
316
DIANA
Bueno, ¿qué hacemos?
MAURICIO
Sí, ¿cómo presentamos un libro que
no está?
DAVID
¿Traes el texto en tu celular?
4. INT. AULA-NOCHE
DAVID
Bueno, esto fue un fragmento del
segundo capítulo de Penumbra. En
lo personal, uno de mis favoritos.
Nunca me han gustado los persona-
jes que son escritores ―¿hay algo
más aburrido?―, pero creo que
aquí está muy bien resuelto. Ahora
estamos aquí con Mauricio Gonzá-
lez, el autor, por si alguien tiene al-
guna duda, comentario, queja...
317
CHAVO
Mau, está muy padre. ¿Dónde se
puede comprar?
MAURICIO
(Mirando a David de reojo)
Por el momento estamos impri-
miendo.
DAVID
En un mes sale a la venta.
MAURICIO
¿Un mes?
DAVID
Y en todas las librerías. Por lo me-
nos todas las públicas.
CHAVO
Mantennos al tanto.
MAURICIO
Claro, serás el primero en saberlo.
CHAVO
Oye, nos tenemos que ir, vamos al
cine, ya compramos boletos.
MAURICIO
Vayan, vayan. Gracias por venir
igual.
CHAVO
Gracias por invitarnos.
CHAVO 2
Mucha suerte, ¿eh?
318
DAVID
¿Alguien tiene otra pregunta?
CRÍTICA
¿Ya la leyó tu mamá?
MAURICIO
¿Perdón?
CRÍTICA
¿Tu mamá ya leyó la novela misógi-
na del año?
MAURICIO
¿Te parece mi...
CRÍTICA
Diría que todos leímos el mismo li-
bro, pero aquí no hay nadie.
CRÍTICA (CONT’D)
¿Cómo le dice a las meseras? ¿A su
novia?
MAURICIO
El hecho de que el personaje se ex-
prese así no quiere decir que yo...
CRÍTICA
¿No es tu libro?
319
MAURICIO
Sí, con personajes de ficción. Ima-
ginarios.
CRÍTICA
De las posibilidades infinitas de his-
torias tú decidiste contar la de este
cretino... Imaginario.
MAURICIO
Que escriba un libro Hitler no quie-
re decir que simpatice con él.
CRÍTICA
Claramente no estamos hablando
de Hitler aquí. ¿Cuánto dices que te
costó la impresión?
MAURICIO
Cincuenta mil pesos.
CRÍTICA
¿Tú papá te dio tanto dinero?
MAURICIO
No, un fondo del gobierno.
CRÍTICA
Ah, la apología del macho pagada
con nuestros impuestos.
PRESENTADOR
Te agradecemos mucho tu punto de
vista, es muy interesante, pero si el
autor ya respondió tu pregunta, te
voy a pedir de la manera más...
320
CRÍTICA
No ha respondido.
(A Mauricio)
¿Ya la leyó tu mamá?
MAURICIO
No.
CRÍTICA
Eso es todo, gracias.
5. INT. LIBRERÍA-NOCHE
321
TROVADOR
Y, bueno, querido público inteli-
gente y conocedor, tenemos tiem-
po para una pieza más esta noche,
o si quieren que ya me vaya porque
mucho ayuda el que no es trova,
sólo tienen que...
TROVADOR (CONT’D)
Eso pensé. Entonces vamos con
esta canción que ya conocen. Esto
es Mariana y el mar...
322
1. EXT. BOSQUE-NOCHE 1
324
325
326
Tigresa salta hacia Cazador con las garras por delante, Ca-
zador, estoico, cierra los ojos, presiona el gatillo, una esfera
luminosa se clava en el pecho de Tigresa y ruge de dolor. Los
rayos de electricidad la envuelven, cae al suelo violentamente
mientras la electricidad recorre todo su cuerpo, se esfuerza
por levantarse, pero está paralizada y con los músculos ten-
sos.
2. INT. REFUGIO-NOCHE 2
327
3. EXT. NAVE/ESPACIO-NOCHE 2
328
SOBRE NEGROS
FIN
329
1. INT. COCHE-DÍA
PAULA
Vámonos.
331
LA MAESTRA
¿Qué pasó?
PAULA
Nada.
LA MAESTRA
¿Cómo nada?
PAULA
Güey, no, no pude.
PAULA
¿No puedes prender el aire
acondicionado?
LA MAESTRA
No, mi mamá no me deja.
PAULA
¿Cómo que no te deja?
LA MAESTRA
Pues dice que la gasolina está
carísima y con el aire se gasta un
chingo...
PAULA
Ay, no mames...
LA MAESTRA
No me cambies el tema.
PAULA
Pues al final no lo hice... me di
cuenta de que era una pendejada.
LA MAESTRA
¿Por qué?
PAULA
Pues porque no hay manera de
comprobarlo.
PAULA
Aparte la cárcel se me hace dema-
siado.
LA MAESTRA
Pero eso no lo decides tú.
PAULA
No es venganza.
LA MAESTRA
No es venganza, güey.
PAULA
Bueno, como sea, no tengo ganas
de hacer nada más.
LA MAESTRA
No te puedes quedar así. Es un de-
lito.
PAULA
Ya.
333
PAULA
¿Y ahora? ¿Por qué tan romántica?
LA MAESTRA
Es de mi mamá.
PAULA
¿Está enamorada o qué?
LA MAESTRA
No creo que nunca se haya
enamorado.
PAULA
Pues es que está muy romántica su
selección musical.
LA MAESTRA
Se me hace que la escucha para
imaginarse cómo se siente.
PAULA
Seguro sí se enamoró, aunque sea
de tu papá, ¿no?
LA MAESTRA
Güey, mi papá se fue a vivir
a Monterrey como tres meses
después de que yo naciera y nunca
lo volvimos a ver y a mi mamá le
valió madres.
PAULA
Eso es lo que tú crees.
334
LA MAESTRA
No, güey, es la verdad. Siempre
que se pone peda dice que, siem-
pre que cuenta la historia, la gente
se imagina que ella se puso bien
triste cuando mi papá se fue. Pero
que la neta, la neta, le valió madres
porque ni lo quería tanto.
PAULA
Verga.
PAULA
Había una niña con su mamá, la
niña estaba toda asustada y la mamá
tenía el ojo morado. Se veía que le
habían puesto una putiza... Me hizo
sentir mal, por ellas y, pues, porque
al final lo que a mí me pasó no es
tan grave... Y no sé, me sentí mal
de quitar espacio y tiempo en esto
mientras que hay demasiada gente
que está mucho peor...
LA MAESTRA
Pues que eso esté de la verguísima
no quiere decir que lo tuyo no esté
de la verga.
PAULA
Pues no, pero en el fondo sí.
335
LA MAESTRA
No, güey.
PAULA
Es que si yo me siento como me
siento, no me imagino lo que se
debe de sentir eso... Ay, no sé, se me
hace un hoyo en la panza nada más
de pensarlo.
LA MAESTRA
Güey, la neta las cosas no se pueden
quedar así...
PAULA
Pero, ¿qué hago?
LA MAESTRA
Pues es que no sé...
PAULA
No tiene sentido hacer algo.
LA MAESTRA
Tiene que haber una solución.
LA MAESTRA
¿Y si le decimos a tu papá?
PAULA
No.
336
LA MAESTRA
Bueno, a mi mamá.
PAULA
No, güey.
LA MAESTRA
Verga, es que hay que hacer algo,
no podemos nada más dejar que se
quede todo como si nada.
PAULA
¡Güey, sí, verga, sí! ¡Ya te dije! Sólo
no sé qué hacer.
LA MAESTRA
O sea, mínimo que le pongan una
turbo putiza...
PAULA
Es como medio de animales, ¿no?
LA MAESTRA
Pues se me hace lo mínimo...
PAULA
Bueno, luego hablamos, me estoy
haciendo pipí.
337
LIC.
Adelántate en lo que me estaciono.
339
TITO
(Tomando una figura de perro
de la repisa)
¿Y esto?
340
TITO
(Con tono autoritario)
¡¡¡No, Mongol, atrás !!!
341
TITO
(Con tono autoritario)
¡¡¡Cállate!!!... ¿qué quieres?,
¡¡¡ssshh!!!... cállate.
TITO
Pinche perro...
TITO
¿De cuándo acá le gustaban los
perros...? Los odiaba.
342
TITO
No tenía tiempo ni de una llamada
desde que murió mamá, y ahora
resulta que se dedicaba a ser el
nuevo encantador de perros.
TITO
(Enfadado)
Pues lo puedo dejar aquí en lo que
vengo a sacar las cosas...
LIC.
Vamos, no seas así, es un perro de
casa, está acostumbrado a tener
compañía. Si está solo se pone
nervioso y puede enfermarse, tu
padre lo acostumbró a siempre
estar con él... mira, vamos por algo
de cenar y los llevo a tu casa.
343
3. EXT. TACOS-NOCHE
4. EXT. DEPARTAMENTO-NOCHE
LIC.
Tito, no olvides comprarle las cro-
quetas que te dije, son las únicas
que tu padre lograba que comiera...
ah, y déjale una luz prendida, re-
cuerdo que le tenía miedo a la os-
curidad.
TITO
Ok, Lic. No te preocupes por Su
Majestad.
CASERA
Ni creas que vas a meter eso aquí.
344
TITO
Ya, Mongo... cállate... ¡¡¡tranquilo!!!
CASERA
Está en tu contrato, Tito.
TITO
Es sólo por unos días, por favor,
sólo por esta vez...
6. EXT. DEPARTAMENTO-NOCHE
TITO
Buenas noches, disculpa, ¿podrías
llevarnos a Rinconada del Bosque?
TAXISTA
¡¡¡Uyyy, amigo!!!, es que con el
animalito no te puedo subir.
345
7. EXT. CIUDAD-NOCHE
TITO
¡¡¡Ándale!!! Camina, cabrón.
Tito lo mira con odio, siente que el perro lo engañó, claro que
el perro podía caminar, pero cayó en su trampa y logró que lo
cargara todo el camino.
346
349
Conchi León
350
T.S. Elliot
Sala de una casa. Hay una ventana al fondo, protegida con barro-
tes de hierro. Una sala, algunas sillas. Algunos libros desperdiga-
dos. A la derecha una puerta conduce a la cocina. Al fondo a la
izquierda, la puerta de entrada que tiene, a un costado, una cajita
de seguridad con botones y alarma. Tocan a la puerta.
Desde afuera:
352
Camila: ¡Hola!
Julián: ¿Rarita?
Camila: Acuérdate.
Julián: Sara.
Sara: Gracias.
Camila sale.
Sara: ¿Náuseas?
Julián: Recuerdos.
Julián: Sara…
355
Camila entra.
Camila: Diga.
356
Silencio.
Camila: No.
357
358
*
Entra Julián. Camila cuelga.
Julián: ¿Y?
Camila y
Operadora: ¿Cómo que “y”?
Camila: Julián…
Sale la Operadora.
Julián: No me arrepiento.
360
**
361
363
Fuman.
364
Fuman.
365
366
Conversación de terapia I
367
368
369
370
Gerd: ¿Casa?
371
372
373
Gerd: ¡Beso!
Mari-Esposa: ¡Firma!
374
Mari-Esposa: Gracias.
375
Eleonora Luna
377
378
Adulto-familia
Adulto-educador
Adulto-creador
379
I
El teatro es un juguete. Practicar a toda hora la manipula-
ción. Desde la escritura, transformarlo, mutarlo, expandirlo,
romperlo, repararlo, cambiarlo.
II
La escritura como una noción de juego. Para los niños el
juego es algo serio, y es el mundo adulto lo que les parece
ajeno y trivial, pues es el adulto quien interrumpe y controla.
Alejarse de esta figura. No ser esa figura.
III
Dejar de lado la rigidez de las etiquetas. Un nombre puede
articular un espacio, un diálogo, un relato, una obra de mane-
ra arbitraria. Un actor puede propiciar una dramaturgia. Ahí
comienza la creación. Arbitrariedad. Descubrir el universo
que le pertenece a cada creación como descubre el niño, guia-
do por la curiosidad, el instinto y la sorpresa.
IV
La escritura/juego no contempla, crea. No a lo represen-
tacional.
V
Meditar, razonar y jugar. Mirar. Activación del ejercicio
de la mirada. Miradas transversales de lo que ya conocemos.
Descentralizar la mirada, perder el sentido de frontalidad y
verticalidad. No mirar hacia abajo, sino ubicar la mirada a la
altura del niño.
380
VI
El juego rompe reglas y crea unas nuevas por sus partici-
pantes. Buscar lo ilegal en la escritura. Crear nuevos modelos
y leyes que remplacen a los anteriores y que entren en contra-
dicción como un movimiento que no se detiene. Nada es fijo,
ni lo nuevo ni lo viejo. El juego es infinito.
VII
Como el niño, saltar al vacío en la búsqueda de nuevos
valores y, desde las profundidades, encontrar los escalones
que nos eleven para nuevamente volver a caer.
VIII
Encontrar poesía en el juego, que lo dramático se vea atra-
vesado por lo poético. Simplificar la expresión y potenciar lo
no verbal, lo que no se dice.
IX
El juego nos expone como individuos, el juego nos mues-
tra nuestra propia naturaleza. Basta ver los acuerdos a los que
tienen que llegar los niños para iniciar o terminar un juego.
Habrá alguno que se quede fuera, por él mismo o por los
otros. Escribir entonces un teatro de lo inevitable, una escri-
tura que no atiende súplicas ni complacencias y que obligue
a mirarnos.
X
Una escritura/juego que arruine las expectativas del es-
pectador, las expectativas del adulto complaciente. Sin mora-
lejas. Sin guiños. Nada de resoluciones. Preguntas, a caso. El
aleccionamiento lo da quien se ubica en una posición moral
superior. El juego no tiene un rey, tiene participantes con ro-
les activos. El teatro es un juego.
XI
Cualquier gesto pedagógico, aleccionador, es un acto de do-
minación. El juego de los niños y las niñas siempre rompe con
esto.
381
XII
Poner en duda la figura del adulto frente al juego y frente
al niño. Poner en duda los prejuicios, las formas y las concep-
ciones que se tienen sobre la infancia.
XIII
El juego se nutre de subjetividades. La escritura exige la
existencia de subjetividades. Para comprender al otro hay que
considerarlo como un otro libre de principios preestablecidos,
con una voz y un cuerpo, capaz de articular su realidad. Li-
brarse de los conceptos generales y aprendidos sobre infancia
y mirar y comprender a las infancias.
XIV
Los jugadores tienen roles activos. La escritura debe ale-
jarse de las reflexiones sobre lo que son o piensan niños y
niñas, pues sólo ellos como sujetos activos pueden percibirse
a sí mismos. Entonces, la escritura no tiene que hablar desde
lo que supone el autor que son o debieran ser los niños, sino
desde lo que el autor es o cuestiona, es decir, desde su con-
cepción como ser humano. Sin reflexiones cargadas de prejui-
cios e ideas fijas.
XV
En el juego se arriesga. Observar detenidamente las tensiones
cotidianas entre personas, objetos, palabra e imagen. Desequili-
brar. Dotar de imprecisiones a la escritura para desentrañar la
idea, para potenciar una realidad demasiado estable. Alejarse de
la comodidad.
XVI
La escritura pone en juego a los cuerpos. Encarnar expe-
riencias en los cuerpos, involucrar los pensamientos con el
cuerpo y el cuerpo con los pensamientos. Filosofar, de alguna
manera, durante el juego, con y a partir del cuerpo. Concebir
a la audiencia no como espectadores separados de la realidad
del juego, sino como un actor situado.
382
XVII
El juego reflexiona sobre el juego mismo, no sobre sus
participantes. Acaso entonces, los que participan del juego lo
adaptan o modifican de acuerdo con lo que ellos son. El teatro
para niños y niñas no debe reflexionar sobre su público, sino
sobre sí mismo. Por tanto, la escritura no representa o refleja
a la infancia; por el contrario, la sitúa como un universo ra-
dicalmente distinto al autor [adulto], pero que se conecta en
lo humano.
XVIII
El juego sólo existe por sus participantes. Sólo recono-
ciendo que niños y niñas son participantes sensibles, con voz
propia, pensamientos propios, completamente independien-
tes y autónomos, el teatro destinado a la infancia podrá dialo-
gar con su público.
XIX
El juego es un espacio esperanzador. De algún modo, por
sus dinámicas, sus participantes y su naturaleza, el juego li-
bera, brinda un halo de esperanza como punto de fuga. El
arte, entonces, puede ser eso que se filtra en la vida de lo
colectivo desde lo poético y que nos levanta.
XX
Deconstruir la escritura mediante el juego. Sustituirla,
modificarla de acuerdo con las necesidades expresivas, afec-
tivas y de supervivencia. En esta dinámica, juego y escritura
se sustituyen y crean espacios simbólicos donde los cielos se
navegan, el azul se toma en el desayuno, y en donde el dolor
y el horror pueden transformarse.
383
Epílogo
384
Personajes:
Ave
Margot, 10 años
León, 11 años
385
hasta que no
Eres un poco más grande sí, pero no igual que todos
Y es normal pensarlo
Es un orden natural
Preguntarse también es el orden natural de las cosas
Nadie es igual a nadie
¿Entonces?
“Somos” porque otro “es”
¿Y entonces?
Entonces hay que hacer algo al respecto
mostrarse entero como se ES
SER
mostrarSE
valiente.
386
Margot:
La gente se porta muy rara. Conmigo. Con todos. Por todo.
León:
Quiero gritar. Gritarles que se detengan.
Margot:
Yo soy muy rara.
León:
Todo parece estar mal…
Margot:
No puede ser que no vean que todo está…
Margot y León:
... De cabeza.
387
León:
Nada tiene sentido ni forma ni nada.
Margot:
El cielo y el mar no parecen la misma cosa desde hace varios
días.
León:
Tal vez el mundo está triste.
Margot:
¡Hooo-laaa! Tres, cinco, diez pasos. Uno, dos, uno, dos, uno,
dos, uno, dos. Camino el mismo camino todos los días. A ve-
ces corro. A veces grito. ¡Hooo-laaa! ¡Hooo-laaa!
León:
Vámonos. ¿Y si nos vamos? Qué tal que nos… ¿vamos? Hay
que irse. Irse. Iiiiiiir-seeeee. Pfff. Decirlo suena tan fácil.
Margot:
Una vez me vino a buscar. No sé cómo supo.
“¡Oye, niña!”
Mamá habla como un robot. Su voz se confunde muchas ve-
ces con la de un maestro, una sargenta, un dictador. Casi nun-
ca habla como antes.
Gu-ru-gu-ru-gu-ru agu, cuchi, cuchi.
“¿Qué haces ahí? ¡Baja!”
¡Y no! ¡No me voy a bajar! ¡Nunca!
León:
Vi cómo hizo una maleta. Pensé que era el momento. Cuando
regresé de la escuela todo estaba en orden otra vez.
388
Margot:
No se puede pensar en paz en ningún lado.
“Margot, haz esto, haz lo otro. ¿Tienes tarea? Margot esa
ropa, ponte un vestido, ya péinate, las piernas. Margot, Mar-
got, Margot, Margot”.
León:
¿Margot? ¿Quién se llama así en este lugar?
Margot:
Deja tú este lugar, en este país, en este mundo.
León:
León. Soy León.
Margot:
León.
Las nubes se juntan y crean formas extrañas. Luego, cuando
ya han hecho un mazacote de nada, juntas se van desdibujan-
do hasta formar algo.
Raro, ¿no?
Se van disolviendo y dejando lo que son para hacerse algo
nuevo. Para hacerse de la forma que tú quieras.
Quiero ser una nube.
Mira, ¡ésa! Nada. Ahora un elefante... Así, ya con mucho es-
fuerzo… un conejito.
389
León:
Me parece un poco idiota.
Margot:
¿La nube?
León:
La idea.
La idea no me parece idiota, bueno, sí. Pero creo que ya la regué
porque Margot no me parece idiota, para nada. Tampoco estoy
diciendo que me guste, ni nada de eso. Me refiero a “ser otra
cosa”. La nube sí puede. O sea, ésa. Es Margot flotando, con su
cabello lleno de flores. ¡¿Qué?! Espera, ¿qué estás diciendo?
La idea, sí.
Es muy bonita, ¿no?...
Margot y León:
¡Margot!
Margot:
... llamando a León.
¿Qué le pasa?
León:
¿Qué me pasa? ¡Idiota!
No hay que esperar que la gente cambie. Eso. Es tonto. Nadie
puede evaporarse, juntarse y cambiar.
No creo que mi papá deje de golpear la mesa, tirar las cosas
y arrastrar a mamá por el suelo. Hay cosas que no cambian.
Margot:
¿Crees que soy tonta? ¡Bájate! Además, éste es mi árbol.
León:
Ahora va a pensar que me gusta.
Yo no veo que tenga tu nombre. Técnicamente este árbol es
390
Margot:
¿Te parece? Yo creo que es de Santa Rosa, nomás necesitas
mirar un mapa, ése, el que te dan en la escuela. ¿Sabes lo que
es eso? Es-cue-la.
Odio la escuela. Si él no va a la escuela, me gustaría ser él
para no tener que ir todos los días. Mira, ahí va Margot, nunca
se peina. Mira, trae otra vez esos pantalones. Mira, sólo quiere
estar trepada en el árbol. Mira, ji, ji, ji, ji. Sus risitas.
Cuando salgas de sexto, te voy a comprar el vestido más bo-
nito, Margui, con flores y blanco y de seda y serás como una
princesa… Y… Y… ¡Iaaaaag!
391
Andrés Camacho
Esteban Castorena
Atenea Cruz
Dahlia de la Cerda
Darío Islas
Jaime He
ANTOLOGÍA
Libertad Pantoja
Jóvenes Creadores
Jimena Zermeño
Alejandro Albarrán Polanco
Emiliano Álvarez
ANTOLOGÍA
Arturo González Villaseñor
Alejandro Iglesias Mendizábal
Astrid Rondero
Rodrigo Ruiz Patterson
Arturo Tornero Aceves
Fernanda Tovar Masvidal
Juan Manuel Zúñiga
Juan Cabello
Dorte Jansen
Eleonora Luna
SEGUNDO PERIODO