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Dactilologia

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23 febrero, 2009

ADQUISICIÓN TEMPRANA DE LENGUAJE


DE SIGNOS Y DACTILOLOGÍA
Valeria Herrera F. Dra. en Psicología. valeria2hf@yahoo.com
ADQUISICIÓN TEMPRANA DE LENGUAJE DE SIGNOS Y DACTILOLOGÍA
REVISTA PSICOPEDAGÓGICA, REPSI. Nº 77-78. AÑO 13. MARZO 2005. pp.
2-10

Resumen
La adquisición de la lengua de signos, lenguaje natural de las personas sordas,
conlleva la distinción de diferentes aspectos de dicha lengua. En este artículo
se examinan las características lingüísticas más relevantes de la lengua de
signos: iconicidad y arbitrariedad y las condiciones de simetría y dominancia,
presentando ejemplos en Lenguaje de Signos Chileno. Se presentan estudios
sobre la adquisición de los primeros signos en bebés sordos, la evolución de
los parámetros formativos (configuración, movimiento, ubicación y orientación)
y la aparición de la dactilología.
Palabras clave: Signos, dactilología, adquisición, parámetros formativos.

Abstract
Sign language acquisition by deaf people implies the development of different
linguistic aspects. In this paper the most relevant linguistic characteristics of
sign language are discussed. These characteristics are iconicity, arbitrariness
and the conditions of symmetry and dominance. Examples in Chilean Sign
Language are also included. Studies on the acquisition of the first signs in the
deaf babies, the evolution of the parameters formational (configuration,
movement, location and orientation) and the appearance of the fingerspelling
are reviewed.
Key Words: Sign, fingerspelling, acquisition, parameters formational.

Los lenguajes de signos[1] son formas de comunicación manual, que dependen


principalmente del canal visual para percibir la información lingüística, y son
utilizados por las distintas comunidades de sordos del mundo como el principal
medio de comunicación. Por ser un lenguaje visual, éste utiliza dimensiones de
espacio y movimiento para transmitir información sobre diversos parámetros
espaciales simultáneamente. Los lenguajes de signos son sistemas
organizados a partir de movimientos convencionales estructurados
gramaticalmente para la comunicación. El interés por el estudio de la lengua de
signos radica en que constituye una lengua que posee las mismas propiedades
que cualquier otra lengua oral, pero en una modalidad visual. En este sentido,
García Orza (2002) ha caracterizado de manera general los distintos niveles
lingüísticos en que se expresan las lenguas de signos:

1. Fonológico: En la lengua de signos se distinguen al menos cuatro


elementos básicos o parámetros formativos: la configuración de la mano, la
orientación de la mano, el movimiento y el lugar en el cuerpo en donde se
articula el signo. A partir de la combinación de estos parámetros básicos es
posible expresar infinidad de mensajes lingüísticos.
2. Morfológico: La mayoría de las lenguas de signos estudiadas se
caracterizan por una morfología compleja. En la mayoría de ellas se pueden
encontrar morfemas libres (aquellos que por sí solos pueden formar una
palabra) y morfemas ligados (aquellos que necesitan combinarse con otros
para formar una palabra). Sin embargo, la peculiaridad más importante de la
morfología de la lengua de signos la constituyen el uso de los clasificadores, a
través de éstos se marcan categorías semánticas y propiedades visuales. Los
clasificadores tienen una naturaleza principalmente icónica y comúnmente
están ligados al uso de verbos de movimiento o lugar, indicando el camino y la
dirección del movimiento o el lugar del nombre al que se refieren.
3. Sintáctico: En este nivel las estrategias fundamentales son la morfología
no-flexiva y el orden, que generalmente suele ser Objeto-Sujeto-Verbo. El uso
del espacio en la sintaxis de la lengua de signos es muy relevante, ya que en
casi todas las lenguas estudiadas se utiliza el espacio para marcar relaciones
gramaticales. Las distintas entidades se colocan en el espacio y a partir de
estas ubicaciones, se pueden usar pronombres señalando la ubicación de cada
entidad, o se pueden emplear signos verbales que conectan unos con otros en
una acción.
4. Discursivo: En este nivel el uso del espacio continúa siendo fundamental
para marcar las relaciones discursivas. De este modo, durante la producción de
un discurso la consistencia del signante en las localizaciones espaciales que se
adscriben a cada una de las entidades es lo que da cohesión al discurso.
Iconicidad y arbitrariedad del lenguaje de signos
Acerca de la iconicidad del lenguaje de signos, Marchesi (1984) señala que en
el caso de algunos signos es posible relacionar la forma visual en su conjunto
con el significado, según el autor esto ha conducido a muchos a afirmar
erróneamente que el lenguaje de signos es una colección de gestos
escasamente estructurada. Dicha confusión puede deberse a que los primeros
signos tienden a ser icónicos, preservando ciertos atributos o acciones
asociadas con el referente del significado o también a que más de un tercio de
los signos en el vocabulario inicial de los niños sordos es icónico (Petitto,
2000). Para ejemplificar esta iconicidad presentada en los signos, pensemos en
el signo CASA (en LSCh[2]), este signo se articula con ambas manos, con la
configuración de la mano en B juntándose con la punta de los dedos, frente al
cuerpo formando o representando el techo en “A” típico de las casas (ver figura
1). No obstante, el hecho de que algunos signos tengan estas características
no permite afirmar que el lenguaje de signos sea icónico, ya que junto a signos
de marcada iconicidad encontramos un mayor número de signos totalmente
arbitrarios (ver figura 2).
Figura 1. Ejemplo de iconicidad en el signo Casa en LSCh.
Figura 2. Ejemplo de arbitrariedad en el signo Después en LSCh.

Respecto de la arbitrariedad del lenguaje de signos, Klima y Bellugi (1980) han


demostrado que la mayor parte de los signos no puede ser comprendida por
personas que desconocen este lenguaje. Argumentan que en el lenguaje de
signos coexisten aspectos icónicos y arbitrarios. Esto constituye una paradoja
del lenguaje de signos y la doble cara de su expresión. Las propiedades
formativas arbitrarias del lenguaje, lo no icónico, es lo que predomina a ciertos
niveles en la codificación y el procesamiento de los signos. El cambio histórico
disminuye las propiedades icónicas de los signos, por ello algunos signos son
más opacos con el tiempo y otros llegan a ser completamente arbitrarios. Las
operaciones gramaticales que experimentan los signos pueden oscurecer la
iconicidad. De este modo, muchos signos cuyo origen es claramente icónico,
van perdiendo su transparencia al incorporarse al sistema lingüístico (Battison,
1978).
La supuesta simpleza del lenguaje de signos ha sido descartada a través de los
estudios que han abordado su estructura fonológica, morfológica, sintáctica y
pragmática. Al igual que el lenguaje oral se compone de un número limitado de
sonidos, los signos se construyen a partir de la combinación de un número
limitado de parámetros, por tanto no es posible cualquier tipo de configuración
(Bellugi y Fischer, 1972). Asimismo, la falsa premisa de la universalidad del
lenguaje de signos, ha quedado evidenciada en el estudio de los distintos
lenguajes de signos del mundo. Se ha comprobado que el lenguaje de signos
varía de la misma forma en que varían los lenguajes hablados.
Condiciones de Simetría y Dominancia
La configuración de los signos se rige por dos condiciones que restringen la
formación de los signos (Battison, 1978). La primera hace referencia a
una condición de simetría que se manifiesta en los signos realizados con las
dos manos, si ambas manos se mueven deben realizar el mismo movimiento.
Si ambas manos se mueven durante la producción de un signo, entonces: (a) la
configuración de la mano debe ser la misma, (b) la ubicación debe ser la misma
o simétrica en la línea media del cuerpo, y (c) el movimiento debe ser el mismo
y simultáneo o alterno en la frase (ver figura 3).
La segunda hace referencia a una condición de dominancia, es decir, cuando
la forma de las dos manos de un signo que se realiza con ambas manos es
diferente, solamente se moverá una de ellas, normalmente la dominante. Estas
condiciones sirven para limitar las posibles configuraciones de los signos
realizados con ambas manos. Si ambas manos no comparten el mismo
movimiento, entonces: (a) solo una mano produce el movimiento y (b) las
configuraciones de la mano inmóvil son restringidas a un pequeño grupo (ver
figura 4).
Figura 3. Condición de simetría en el signo Hermano en LSCh.

Figura 4. Condición de dominancia en el signo Pagar en LSCh.

Adquisición de los primeros signos


En cuanto a la adquisición del lenguaje de signos, se ha demostrado que los
sordos atraviesan etapas semejantes a las observadas en la adquisición del
lenguaje oral por los oyentes (Padden y Perlmutter, 1987). No obstante, los
niños sordos de padres sordos, producen los primeros signos más
tempranamente que las primeras palabras producidas por los niños oyentes.
Entre las explicaciones dadas a este hecho se pueden señalar: (a) la mayor
facilidad de articulación de la lengua de signos, (b) que los signos lingüísticos
son en cierta medida continuadores de los gestos prelingüísticos, (c) el carácter
icónico de los primeros signos y (d) el desarrollo neuro-muscular del sistema
usado para signar sobreviene antes que el desarrollo del sistema usado para
hablar (Wilbur, 1979).
Los primeros gestos producidos por todos los niños (sean sordos u oyentes)
son deícticos y circunscritos al contexto. La deixis es un aspecto del mensaje
lingüístico referido al tiempo, el espacio o las personas. En otras palabras, los
primeros gestos de los bebés surgen para señalar o indicar lugares, personas y
espacios temporales (por ejemplo: allá, aquí, este, esto, ese). Con el tiempo el
uso de los gestos referenciales usados por todos los niños comienzan a ser
cada vez más descontextualizados, es decir van más allá del contexto
inmediato que determina la situación comunicativa.
En cuanto al desarrollo gestual de los bebés sordos, Petitto y Marentette (1991)
han realizado estudios circunscritos a la etapa de balbuceo, en ellos cuestionan
que si el balbuceo sucede debido a la maduración de una capacidad del
lenguaje y a los mecanismos de articulación responsables de la producción del
habla, entonces éste debería ser específico para el habla. Sin embargo, si el
balbuceo ocurre debido a la maduración de una capacidad del lenguaje de
base neurológica y a una capacidad expresiva capaz de procesar diferentes
tipos de señales, entonces debería ocurrir tanto en lenguajes con modalidad
hablada como en lenguajes con modalidad signada. Las autoras descubrieron
que el balbuceo vocal y el balbuceo manual poseen ciertas características
comunes: (1) en ambos tipos de balbuceo los niños usan un grupo restringido
de unidades fonéticas, (2) en ambos tipos de balbuceo se presenta
organización silábica, y (3) ésta organización se produce sin significado o
referente aparente. En dicha investigación también demostraron la existencia
de organización silábica en el balbuceo manual, de este modo se descubrió
que la estructura nuclear de la sílaba en lenguaje signado se basa en el
movimiento de abrir y cerrar la mano. Resulta interesante considerar que la
estructura nuclear de la sílaba en el lenguaje oral cumple con el mismo
principio, en este caso abrir y cerrar los labios.
En la misma línea de investigación, Masataka (1996) observó que los bebés
sordos expuestos a lenguaje de signos, producen muchas más formas de
balbuceo manual (combinaciones de movimientos y configuraciones de la
mano que exhiben la estructura fonológica del lenguaje de signos formal) que
los bebés oyentes. El balbuceo manual ocurre en aproximadamente el 40 % de
la actividad manual en los bebés sordos y menos del 10 % de la actividad
manual de los bebés oyentes. Petitto (2000) lleva a cabo nuevos estudios en el
área y concluye que la etapa de comunicación prelingüística emerge, tanto en
niños sordos como en oyentes, entre los 9 y 12 meses y la comunicación
gestual poslingüística entre los 12 y 48 meses. En relación con el balbuceo,
Petitto (2000) indica que tanto los niños sordos como los oyentes cursan las
mismas etapas; entre los 7 y 10 meses se presenta el balbuceo silábico y entre
los 10 y los 12 el balbuceo diferenciado. Aclara que el balbuceo en los niños
sordos se da a través de actividades motoras diferentes a las rutinas motoras
normales del niño.
En general, se ha comprobado que los niños sordos que aprenden el lenguaje
de signos de sus padres sordos como primera lengua, manifiestan en la etapa
de adquisición de dos signos el mismo conjunto de relaciones semánticas que
los niños oyentes en la etapa de adquisición de dos palabras. Las expresiones
signadas incrementan de manera semejante a las expresiones habladas de los
niños oyentes. También se han observado excesivas generalizaciones de
reglas lingüísticas, las cuales posteriormente se van reduciendo hasta realizar
las restricciones apropiadas. Los primeros signos se producen alrededor de los
8 meses, a los 13 meses los bebés sordos ya poseen 10 signos diferentes,
alrededor de los 20 meses poseen un vocabulario de más de 100 signos
(aproximadamente el doble de las expresiones habladas que poseen los niños
oyentes a la misma edad) y al menos la mitad de estos primeros signos no
tienen significado icónico (Sieldlecki y Bonvillian, 1998). Al igual que en los
niños oyentes, las primeras expresiones signadas tienen un significado
holofrástico, es decir el niño expresa con un signo una frase o idea completa.
Durante la adquisición inicial de la lengua de signos, los niños no emplean
todos los parámetros formativos de un signo en su forma adulta, generalmente
realizan el signo articulando correctamente uno o dos parámetros formativos
(por ejemplo: ubicación o movimiento) pero con uno de los parámetros
articulados de forma incorrecta (generalmente la configuración de la mano). En
cuanto a la ubicación, como parámetros formativos de la lengua de signos,
Siedlecki y Bonvillian (1993) argumentan que la ubicación del signo puede ser
relativamente fácil de adquirir, debido a que tiende a ser una categoría amplia
que no requiere distinciones finas en la exactitud de la producción. Para
producir el parámetro de ubicación de forma correcta, comúnmente sólo se
requieren movimientos motores gruesos. La ubicación normalmente se
desarrolla más tempranamente que las habilidades motoras finas requeridas
para muchas configuraciones y movimientos de la mano. Al respecto, se ha
señalado que la ubicación, como una clase de fonema, puede ser similar a las
vocales en el habla, ya que éstas son adquiridas de forma temprana y
presentan relativamente pocos problemas en la producción para los niños.
Asimismo, en relación a la ubicación se ha indicado que es posible que sea
producida de modo más exacto, debido a un papel central en la organización
léxica y el recuerdo de los signos (Klima y Bellugi, 1980). Diversas
características del desarrollo fonológico inicial de los niños sordos pequeños
parecen sugerir que la ubicación es adquirida tempranamente. Esto puede
deberse en parte, a que la información respecto del parámetro ubicación juega
un papel central en la adquisición de los primeros signos en los niños sordos
(Siedlecki y Bonvillian, 1993).
Respecto al movimiento de la mano, como parámetro formativo de la lengua de
signos, Bonvillian y Siedlecki (1998) especifican que en general los signos que
intentan producir los niños entre 6 y 18 meses, tienden a ser relativamente
simples en términos del número y configuraciones de los movimientos
involucrados en el signo. De este modo, los signos que requieren un solo
movimiento son los más frecuentes, constituyendo el 62% del vocabulario de
los niños, los signos que requieren dos movimientos simultáneos conforman el
30% y aquellos que tienen tres movimientos consecutivos no superan el 4% del
vocabulario. Los signos que involucran cinco configuraciones diferentes de
movimientos simultáneos y secuenciales, constituyen menos del 1% de los
signos a los cuales prestan atención los niños sordos pequeños. Sin embargo,
se ha observado que los sordos tienden a simplificar aquellos signos que tienen
formas más complejas. Igualmente, el 68% de los signos producidos por los
niños de entre 6 y 18 meses contienen un sólo movimiento. También se ha
comprobado que los movimientos bidireccionales son adquiridos antes que los
movimientos unidireccionales, ya que estos últimos parecen requerir mayor
control motor. Al respecto, se ha indicado que los movimientos bidireccionales
son más parecidos a los comportamientos rítmicos iniciales del niño (como dar
patadas o agitar las manos). En cambio, los movimientos unidireccionales
exigen mayor coordinación voluntaria.
Acerca de la configuración de la mano como una categoría, se sabe que ésta
tiende a ser adquirida más tarde que la ubicación y el movimiento. Esta
conclusión se basa principalmente en los trabajos realizados por Siedlecki y
Bonvillian (1993, 1997 y 1998). Uno de los argumentos se fundamenta en que
los niños producen un mayor número de errores, respecto a la configuración de
la mano. Una segunda razón indica que los niños, como grupo, producen una
proporción relativamente pequeña de las diferentes configuraciones de la mano
que han sido descritas. Finalmente, la configuración de la mano es raramente
el primer fonema usado correctamente por los niños cuando forman un signo.
Todavía no está totalmente claro por qué la configuración de la mano como
clase fonológica, provee más dificultades para los niños. Una posible razón es
que no tengan control motor o la madurez inicial para producir alguna de las
configuraciones de la mano. Una segunda razón es que la configuración de la
mano no sea perceptiva o lingüísticamente sobresaliente para los niños más
pequeños, como lo son los aspectos de ubicación y movimiento.
En los estudios sobre la adquisición de los parámetros formativos del lenguaje
de signos, descritos por Bonvillian y Siedlecki (1998), se demuestra que el
movimiento (con una frecuencia de 66.4%) tiende a ser producido por los niños
sordos de modo menos exacto que la ubicación del signo (83.5%), pero más
exactamente que la configuración de la mano (49.8%). Por tanto, se podría
decir que el primer parámetro formativo del signo que adquieren los niños
sordos es la ubicación del signo, seguido por el movimiento de la mano y
finalmente aparece la configuración de la mano.[3]
Los procesos morfológicos del lenguaje de signos, que determinan cómo se
modifica un signo para expresar significados diferentes por medio de la
gramática y la sintaxis, han sido estudiados por Klima y Bellugi (1980) quienes
explican que la característica más distintiva de este lenguaje es la utilización
lingüística del espacio. Señalan que la vista normal no puede percibir, y menos
comprender, la enorme complejidad de sus pautas espaciales. Los
investigadores afirman que en todos los niveles de procesamiento del lenguaje
se hace un uso lingüístico del espacio, un uso sumamente complejo, ya que
mucho de lo que en el habla es lineal, secuencial y temporal en el lenguaje de
signos es simultáneo, coincidente e inclusivo. Lo que al principio parece simple,
la mímica que ven muchos, es sumamente intrincada (difícil de entender si se
carece de práctica) y se cimienta en cuantiosas pautas espaciales encajadas
unas en otras tridimensionalmente.
Las investigaciones realizadas por lingüistas y psicólogos del lenguaje, a través
de exhaustivos estudios (Bellugi y Fischer, 1972; Padden y Perlmutter, 1987;
Liddell y Jonson,1989; Fischer y Siple, 1991; Petitto, 2000 entre muchos otros),
han conducido a concluir que el lenguaje de signos tiene una estructura formal
parecida a las lenguas habladas, con los mismos niveles de análisis
lingüísticos, como por ejemplo: un nivel fonológico en el que los signos se
descomponen en un número limitado de subunidades, un nivel morfosintáctico
que permite indicar pasado, presente y futuro, etc. Concluyendo que los niños
sordos que aprenden lenguaje de signos desde su edad más temprana, pasan
por las mismas etapas que los niños oyentes que aprenden un lenguaje
hablado.
Para hacer una descripción lingüística de la lengua de signos, es necesario
tener presente que su principal característica es ser un lenguaje viso-gestual.
En consecuencia, se emplea el espacio, el movimiento y las expresiones
faciales para codificar gran parte de la información lingüística. Como hemos
descrito, las unidades básicas de las lenguas de signos son los parámetros
formativos, que son unidades significantes con valor distintivo que se combinan
de manera simultánea en el espacio para constituir el signo visual. En la
mayoría de las lenguas de signos estos parámetros formativos son: la forma o
configuración que adopta la mano o manos al realizar el signo (Queirema),
el lugar en que se realiza el signo (Toponema), el movimiento que realiza la
mano(kinema), la orientación de la palma de la mano (Queirotropema) y
la expresión facial o corporal(Prosoponema) que lo acompaña (Rodríguiez,
1992). Por tanto, todo signo tiene una localización en el espacio, una
configuración determinada de la mano, un movimiento específico, una
orientación de la palma de la mano y unos componentes no manuales
concretos (ver figura 5). De este modo, la combinación de signos forma
oraciones y basta con que un solo parámetro sea diferente para dar lugar a
significados distintos.
Figura 5. Configuración del signo hombre, en lenguaje de signos español
(Modificado de Lou Royo y López Urquizar, 1999, página 127).
Signo Parámetros Formativos
Hombre Configuración Orientación Movimiento Lugar
(Queirema) (Queirotropema) (kinema) (Toponema)

queirema
Desarrollo de la dactilología
La dactilología ha evolucionado hasta constituirse en parte del lenguaje signos
de las distintas comunidades de sordos del mundo. El alfabeto dactilológico es
un sistema de comunicación basado en el alfabeto latino, en el cual, cada letra
del alfabeto es representada manualmente por un movimiento de la mano único
y discreto. La dactilología hace posible reproducir las palabras del lenguaje oral
a través de la representación manual de cada una de las letras que la
constituyen. El alfabeto dactilológico es una invención de personas oyentes,
realizada con la finalidad de facilitar a los sordos el aprendizaje del lenguaje
oral. Hoy en día, en la mayoría de los países el deletreo manual está inmerso
en el lenguaje de signos de la comunidad de sordos. En la generalidad de los
casos se utiliza para expresar los nombres de lugares, de personas o para
referirse a un concepto nuevo que todavía no tiene signo. En otros casos, la
configuración de la mano puede llegar a modificarse para representar la
primera letra de la palabra en lenguaje oral con la que comparte el significado o
incorporar algunos aspectos del deletreo manual como una parte del signo
(Battison, 1978).
El uso de la dactilología por parte de los sujetos sordos se realiza
principalmente en dos casos. El primero, cuando se desea expresar nombres
propios y lugares (principalmente en la comunicación con personas oyentes) y
el segundo, cuando se requiere de nuevos conceptos para los cuales todavía
no existen signos convencionales. En este último caso, la dactilología se
convierte en una de las fuentes que emplea la comunidad sorda para la
creación de nuevos signos. La relación entre dactilología, lenguaje de signos y
lengua escrita se refleja en signos realizados a partir de la dactilología, que
además representan alguna letra de su forma escrita y por tanto entregan
información de tipo ortográfico. Estos signos se denominan loan sign o signos
prestados, y en LSE[4] han sido clasificados por Muñoz (1999) [5] como sigue:
I. El signo queda establecido como signo convencional dentro del léxico de la
lengua, sin perder ninguno de sus componentes. Por ejemplo: el signo COCA-
COLA se conforma de dos “C” articuladas en un espacio neutro delante del
signante.
II. El signo pierde algunos de sus componentes, pero mantiene el resto. Por
ejemplo: EUROPA que mantiene su queirema “E” y su lugar en el espacio
neutro, pero incorpora un movimiento circular a su articulación.
III. La palabra tras el proceso dactilológico, sufre una reestructuración,
sometiéndose a los procesos fonológicos que funcionan en la lengua de signos.
Normalmente convirtiéndose en signos con un solo articulador, mano
dominante en un lugar de articulación, con movimiento y orientación propios del
léxico signado establecido. Por ejemplo: para el signo RELIGIÓN (en LSCh) se
utiliza el queirema “R” pero, la ubicación (sobre el lugar del corazón) y el
movimiento (recto y hacia arriba) son propios del léxico establecido en LSCh.
IV. El signo formado a partir de la dactilología es sustituido por otro más
convencional. Por ejemplo: un signo que en un principio se articulaba con la
configuración de la mano con una determinada letra del alfabeto dactílico,
luego es sustituido por un signo que no procede de la dactilología.
V. El signo desaparece cuando deja de ser funcional en el sistema social de los
sordos (Rodríguez, 1992).
Deletrear dactílicamente una palabra involucra la ejecución rápida de una
secuencia de configuraciones de la mano, una por cada letra de la palabra que
será representada. En las familias de sordos, los niños pequeños son
expuestos tempranamente a la dactilología usada por sus padres y hermanos
mayores. Estos niños comienzan a usar la dactilología antes de ser capaces de
leer y escribir, e incluso antes de conocer las correspondencias entre
dactilología y escritura. La dactilología no es una representación del lenguaje
oral, excepto por la representación posterior en el lenguaje escrito. Aunque la
dactilología tiene una correspondencia uno a uno con cada letra del alfabeto,
ésta no es una representación idéntica de lo escrito, ya que la naturaleza de la
actividad dactílica (ejecutando la señal de la mano en secuencia) deniega la
capacidad del lector de examinar o explorar la página impresa.
En relación con la adquisición de la dactilología, Padden y Le Master (1985)
realizan un estudio con niños sordos pequeños, entre sus conclusiones señalan
que en términos de estructura la dactilología se diferencia de los signos en
varias formas. Primero, un signo de un lenguaje de signos usa una o dos
configuraciones de la mano distintas pero una palabra dactilografiada tiene
muchas configuraciones separadas que son como las letras en las palabras.
Segundo, mientras hay algunas configuraciones comunes al deletreo y los
signos, hay otras que aparecen raramente o no aparecen en las
configuraciones de la mano del sistema de signos, otras configuraciones
asoman sólo en un subset restringido del lenguaje de signos. Tercero, en los
signos el espacio de articulación se extiende desde lo más alto de la cabeza
hasta la cintura y entre los hombros delante del cuerpo. En cambio, la
dactilología está estrictamente restringida a una pequeña región frente al
cuerpo. En suma, mientras la orientación de la palma de la mano respecto al
cuerpo en un signo puede variar, la orientación en la dactilología es limitada.
Finalmente, comparando el rango de posibles movimientos en los signos, la
dactilología usa un subgrupo de movimientos más finamente ejecutados en
sucesiones rápidas.
En este estudio, las autoras además midieron el rango de frecuencia de ítems
léxicos[6] en distintos contextos. Registraron que en un segmento de una
conversación informal entre dos amigos sordos, de un contenido de 100
elementos léxicos, 3 eran dactilografiados. En un segundo segmento de un
contexto similar, de 115 elementos, 7 eran dactilografiados. Pero, en una
conversación entre dos signantes sordos y un signante oyente, de 139
elementos, 23 eran palabras dactilografiadas. Las autoras sugieren que este
aumento de la dactilología en el contexto de comunicación signada entre
sordos y oyentes refleja una mayor acomodación a la representación del
lenguaje oral. En este sentido, se ha observado que algunos padres sordos
usan la dactilología como una manera de enseñar la lengua oral del medio en
que se desenvuelven. Comienzan una instrucción explícita de la dactilología a
los 2 ó 3 años de edad enseñando nombres de objetos y frases comunes, con
la convicción de que la dactilología ayuda a desarrollar habilidades del lenguaje
escrito.
Como hemos indicado, los primeros signos aparecen aproximadamente a los 8
meses de vida, en cambio las primeras dactilologías aparecen en los niños
sordos alrededor de los 2 años. Esto puede explicarse debido a que las
propiedades estructurales de la dactilología son más complejas como sistema
que el vocabulario básico de los signos. Parte de esta complejidad puede estar
en los movimientos más finos requeridos para la dactilología y el grupo más
complejo de configuraciones de la mano, algunas de las cuales no aparecen en
el lenguaje de signos. Además la estructura global de la dactilología, su
linealidad y la disposición de las unidades unas respecto de otras también
difiere del lenguaje de signos.
Los estudios más relevantes respecto a la adquisición de dactilología en niños
sordos hijos de padres sordos son, hasta el momento, los realizados por
Padden y Le Master (1985), Maxwell (1988) y Blumenthal-Kelly (1995) de los
cuales hemos extraído las siguientes características comunes.
Aproximadamente a los 2 años, se producen las primeras letras
dactilografiadas. Los sordos comienzan a reconocer letras en los libros de
cuento, identifican la primera configuración de la mano con la primera letra de
la palabra. A partir de los 2 años, incrementan el uso de dactilología para
términos lexicalizados como BUS, TV, NO y OK. Las letras de su propio
nombre son las más significativas. Empiezan a imitar espontáneamente
algunas palabras dactilografiadas. A los 3 años y medio manipulan letras para
formar su nombre. Deletrean correctamente el alfabeto completo. Hacia el final
de los 3 años son capaces de corregir configuraciones de la mano incorrectas y
preguntan exhaustivamente por el signo cuando no entienden la dactilología.
Sobre los 4 años atienden a la ortografía del inglés, las ilustraciones de signos
y la vocalización de la palabra, haciendo un signo y deletreando la palabra o
viceversa. Pasados los 6 años son capaces de insertar palabras
dactilografiadas en oraciones signadas y preguntar por la dactilología, dando el
signo. También realizan dactilología para el nombre de sus amigos, comercios
y otras palabras. Usan la dactilología para aclarar algunos términos. A esta
edad, han adquirido el concepto de que el significado de cada signo puede ser
expresado a través de la dactilología convencional, y preguntan
frecuentemente por el deletreo.
Aprender a dactilografiar es más difícil que aprender lenguaje de signos. Los
niños sordos emprenden la actividad del deletreo dactílico alrededor de los 2
años, ordenan las configuraciones de la mano o queiremas en secuencias a la
edad de 3 años, y de esta forma, comienzan a darse cuenta de las
correspondencias entre dactilología y otros sistemas. En estos tres estudios se
demostró que los padres sordos exponen desde temprana edad a sus hijos
sordos u oyentes a la dactilología. Los niños que adquieren lenguaje de signos
también adquieren la habilidad para aprender y producir dactilología a una
edad muy temprana.
Actualmente, se cuenta con variadas investigaciones (Treiman y Hirsh-Pasek,
1983; Hirsh-Pasek 1987; Maxwell, 1988; Herrera, 2003) que relacionan el uso
sistemático de la dactilología con buenos niveles de comprensión del lenguaje
oral en su forma escrita. En este sentido, se ha planteado que el vínculo entre
lenguaje de signos y ortografía puede ser la dactilología. La dactilología permite
representar palabras con difícil traducción y obliga a un análisis más detenido
de las unidades que constituyen el lenguaje oral. Sin embargo, en el desarrollo
cognitivo, lingüístico y emocional de los sujetos sordos es la lengua de signos
la que les permite crear, desde la más tierna infancia, todo un universo de
imágenes y significados que les posibilita desplegar el pensamiento a través de
un lenguaje de modalidad visual-gestual. El estudio de las etapas que cursan
los niños sordos en la adquisición de la lengua de signos puede dar pistas para
la detección de dificultades específicas en la adquisición del lenguaje que van
más allá de la sordera.

Bibliografía

· Battison R. (1978). Lexical Borrowing in American Sign Language. Silver Spring: Linstock Press.
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[1] Me referiré a este tipo de lenguaje de manera genérica, con el fin de sistematizar las investigaciones provenientes del
estudio de los diferentes lenguajes de signos.
[2] Lenguaje de Signos Chileno.
[3] Las etapas de adquisición de los parámetros formativos aquí descritas, coinciden con los estudios llevados a cabo por Klima
y Bellugi (1980), Colin y colaboradores (2000) y más recientemente Hildebrandt y Corina (2002).
[4] Lenguaje de signos Español.
[5] En LSCh, no se han estudiado los loan sign o signos prestados, sin embargo gran parte de lo descrito en la literatura
española, norteamericana y canadiense coincide con lo observado en la LSCh. Los ejemplos dados por Muñoz (1999)
coinciden totalmente con la LSCh. No obstante, el ejemplo dado en el punto III ha sido adaptado.
[6] Fueron contados como ítems léxicos; signos, palabras dactilografiadas, construcciones morfológicas complejas,
clasificadores, gestos holofrásticos.

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