Complejidad de La Empatia
Complejidad de La Empatia
Complejidad de La Empatia
PSICOANÁLISIS
"Complejidad de la empatía psicoanalítica: una exploración teorico -
clínica"1
Stefano Bolognini **
Resumen.
Me ocupo de la empatía desde hace más de veinte años y creo que el referir
brevemente algo sobre las razones subjetivas de este interés clínico y teórico y
sus recorridos histórico-conceptuales conexos sea algo diverso y mejor que un
1
El presente artículo es una revisión corregida del que fuera presentado en noviembre de 2004 en la
Revue Française de Psychanalyse.
Dr. Stefano Bolognini , Miembro de la Sociedad Italiana. Via dell’Abbadia 6 – 40122, Bologna (Italia).
E-mail: fef8279@iperbole.bologna.it
**
Traducción: Beatriz Pereira de Fernández.
No encuentro una metáfora mejor que aquella que alude a ciertos hermosos
dias cuando el aire está límpido y la vista puede llegar lejos, hacia el horizonte,
sin impedimentos.
Desde mi ciudad se ven muy bien los Alpes cuatro o cinco veces al año,
cuando una feliz coincidencia de corrientes de aire despeja el panorama de
nubes, humedad, niebla, etc., (equivalentes simbólicos de nuestras defensas
internas y de las dificultades de “engranaje relacional” interpsíquico).
Diré sólo que mis ilusiones de poder pre-determinar la empatía estuvieron por
algún tiempo preservadas y protegidas gracias a la lectura de las obras de
Kohut (1971, 1977, 1984), por el simple motivo de que este autor –por otro lado
interesantísimo y demasiado rápidamente liquidado por muchos detractores-
concibe y describe la empatía como método, y no como una feliz eventualidad,
como he llegado a considerarla después de muchos años de reflexión.
Por razones similares no puedo concordar con Modell (1990) que define a la
empatía como un acto voluntario: la experiencia y las discusiones con los
colegas con el tiempo me han confirmado que el analista decidido a empatizar
se ubica sobre un callejón sin salida y va al encuentro por lo menos de una
clausura del preconciente, e incluso a un destino complejo y caricatural (bien
captado por Schafer, 1983, cuando ironiza sobre el analista convencido de
tener la actitud justa).
2
Se trata aquí de traducir el término italiano « immedesimazione » que no tiene equivalente en español y
que el autor distingue de la « identificazione ». Hemos optado por una traducción imperfecta pero lo más
Es cosa mía, pero quizás refleja algunos recorridos posibles en torno a este
concepto, que por su naturaleza tiende fácilmente a estimular en el analista
fantasías de omnipotencia o rechazos reactivos: de la ilusión de la piedra
filosofal al repudio de aquello que parece alejarse, en ciertos casos, de un
riguroso (pero tal vez prematuro y preventivo) encasillamiento metapsicológico.
Es una mujer de 34 años, casada, sin hijos, empleada de una oficina; es muy
“normal”, sensata e infeliz. Se presenta como una persona gentil y correcta,
pero se dice también invadida de una sensación de rabiosa impotencia, que se
remonta según ella a la infancia, y que reconecta en ciertos momentos –pero
sin certeza, con pálidos y fragmentarios insigths que van y vienen- y una vaga
sensación de inautenticidad de sus relaciones familiares y personales.
El padre era una figura pública, muy atenta a la imagen social, y también la
madre estaba comprometida en esta representación exterior, que se extendía a
la vida familiar, por la necesidad de confirmar dentro y fuera de casa, un
modelo ideal de armonía afectiva (algunos de sus recuerdos me habían traído
a la mente, con cierta melancolía la atmósfera familiar descrita en la película
“Far from heaven” (“Lejos del paraíso”) de Robert Zemeckis, 2003). Ahora los
padres están jubilados y viven en otra ciudad.
La sesión.
Sucedió que mientras venía hacia acá, encontró por la calle a un hombre que le
pareció el Dr. D., un conocido de su marido con el que habían estado cenando
un par de veces en una atmósfera de cordialidad en los meses pasados. Se
saludaron por lo tanto cordialmente y se detuvieron para intercambiar
comentarios de modo cortés. Pero de cerca se dio cuenta que aquel no era el
Dr. D., sino alguien que efectivamente se le parecía mucho, una especie de
sosías.
Estoy muy interesado en este punto del relato por motivos analíticos y también
porque, en un plano humano, la situación misma se configuró como cada vez
más desagradable y estrafalaria, al punto de que –como se suele decir
comúnmente- “comienzo a estar mal yo en su lugar”.
También me volvió a la mente una famosa novela del escritor español Javier
Marías (“Mañana en la batalla piensa en mi”, 1994), en la cual un marido
separado desde hace un año de su joven y misteriosa mujer, con la que no
tiene ningún contacto, sube en su auto a una prostituta increíblemente idéntica
a aquella y, sin entender del todo si era realmente ella, entabla un diálogo
estratégico para averiguar, disimulando su propio interés, la identidad real de
su interlocutora, a su vez reticente. Haré referencia más adelante a esta
intrigante asociación.
Por otro lado persiste una sensación de pena e incomodidad porque continúo,
al mismo tiempo, poniéndome en el pellejo de ella.
Mónica (menos agitada y más triste): “Más que el haber confundido aquel tipo
con el Dr. D., me impresiona el hecho de no haber sido capaz de decirle que
me había equivocado. ¿Por qué? ¿Qué temía?”.
3
Se trata de la traducción del juego de palabras en italiano secreti/segreti. (Nota del traductor.)
Volvamos por un momento a la frase con la que Mónica abre el juego de sus
reflexiones, después de su envolvente narración. En aquella frase podemos
encontrar la bifurcación a partir de la que se separan dos caminos, el de la
empatía natural y el de la empatía psicoanalítica.
“más que haber confundido aquel tipo con el Dr. D., me impresiona el hecho de
no poder decirle que me había equivocado. ¿Porqué? ¿Qué cosa temía?
La primera parte de esta frase (“más que haber confundido aquel tipo con el Dr.
D.”) para la paciente es inmediatamente descartable y superable como
hipótesis privada de interés. Para el analista en cambio tiene un timbre y un
sabor inconfundibles, aun si en ella falta el detalle lingüístico tradicional del “no”
que caracteriza a un bien definido mecanismo de defensa.
El analista trabaja, en efecto, con una discreta actitud de suspensión: del juicio,
a la espera de nuevas asociaciones, de la valoración del cuadro clínico y a
veces incluso, suspensión de la actividad representacional (Racalbuto, 1994;
Giaconia, Pellizzari, Rossi, 1997) para favorecer una más espontánea
posibilidad de florecimiento de las asociaciones después de una abstinencia
temporaria. Es una de las posibles lecturas del célebre “sin memoria y sin
deseo” de Bion (1970).
Volvamos una vez más a Mónica y a la sesión. Hay otro elemento clínico
fundamental que emerge del material de la sesión, entendido no sólo como
“Yo no lo conozco”, “no es asunto mío”, “yo no tengo nada que ver”, “no se de
qué hablan”, etc., son las clásicas expresiones del que intenta afirmar o rebatir
la propia y absoluta ajenidad en relación a una situación inaceptable.
BIBLIOGRAFÍA
Bonino S., Lo Coco A., Tani F. (1998): "Empatia. I processi di condivisione delle
emozioni". Giunti Ed., Firenze.
Giaconia G., Pellizzari G., Rossi P. (1997): "Nuovi fondamenti per la tecnica
psicoanalitica". Borla Ed., Roma.
Kohut H. (1971): "The Analysis of the Self". Int. Univ. Press, New York.
(1977): "The Restoration of the Self". Int. Univ. Press, New York.
(1984): "How Does Analysis Cure?" Univ. of Chicago Press.