Aquino, Santo Tomas de - El Enigmático Grimorio de Santo Tomas de Aquino PDF
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DE AQUINO
II DE LA OPERACION
Porque según Avicena en una epístola al Rey Assa: Nosotros buscamos una
substancia verdadera y hacerla fija, compuesta de muchas, y que puesta sobre el fuego
lo soporte sin quemarse. Que será penetrante, generativa, que teñirá el mercurio y
otros cuerpos con una tintura verdaderisima y con el peso debido. La nobleza de esta
tintura excede al universo dichoso del mundo. Porque una cosa nuestra hace ser tres
cosas. Las tres, dos; las dos, finalmente, son una. Finalmente, así como conviene que
sea una substanciacomo dice Avicena, así también conviene tener paciencia, espera e
instrumentos.
Paciencia, porque según Pedro, la presura y el arrebatamiento vienen del Diablo.
Por eso quien no tiene paciencia aparte su mano de la operaclon. La espera tambien
es necesaria para toda acción natural, que sigue nuestro arte, ya que tiene su modo y
tiempo determinado. Los instrumentos, pues, también son necesarios, empero no mu-
chos como parecerá en lo siguiente, porque nuestra obra se perfecciona en una cosa,
con un vaso, en una operación según Hermes y por un camino. Esta medicina, cierta-
mente, aunque es agregada de muchas cosas, con todo eso, es una sola materia que
no necesita de alguna otra hazaña, si no es del fermento blanco o rubio, por lo cual es
pura, natural, nunca puesta en alguna otra obra, y de la cual, en el régimen de la obra,
aparecerán diversos colores según los tiempos.
También conviene en los primeros días levantarse de mañana y ver si la viña flo-
reció. En los siguientes días se verá el corvino transmutado en la soledad del ciego, y
multiplicados colores, en todos los cuales se ha de esperar el color blanco, llegado el
cual esperemos sin error alguno a Nuestro Rey, elixir o polvo simple sin tacto, piedra
que tiene tantos nombres cuantas son las cosas en el mundo. Mas para explicarme en
breve nuestra materia o magnesia es nuestro argento único mineral, la orina de los mu-
chachos de doce años debidamente preparada, que viene luego de la vena y nunca fue
en ninguna obra grande que escribí para los vulgares; nuestra tierra de España, o an-
timonio.
Con todo eso, no notes aquí el argento vivo común, del que usan algunos multi-
plicadores y sofistas, del cual si algo se hace se llama solamente multiplicación, y con
todo eso tiñe un poco respecto del Magisterio. Aunque causara largos gastos y si agra-
dare trabajar con él, en él hallarás la verdad, mas requiere larga digestión. Sigue pues
al Santo Alberto Magno, mi Maestro, y trabaja con argento vivo mineral y el mismo es
de nuestra obra perfectivo por la combustión, salvificativo y efecto por la fusión, porque
cuando se fija es tintura de blancura o de rubio, de una compostura abundantísima, de
un esplendor resplandeciente y no se aparta de lo mezclado, porque es amigable a los
metales y un medio de juntar las tinturas, porque se mezcla con ellos entrando en lo
profundo y penetrando naturalmente, porque se junta conellos.
VI DE LA AMALGAMACION DE LO BLANCO
Del mismo modo se procede para lo blanco, esto es, luna, esto es, fermento de
la blancura; cuando mezclares con siete partes de Mercurio purgado, en el mismo pro-
cederás como hiciste el rubio. Porque en toda obra blanca nada entra sino blanco, y en
toda obra rubia, nada sino rubio debe entrar: porque de la misma agua nuestra se hace
lo rubio y lo blanco, empero añadiendo distinto fermento, y pasado el tiempo antedicho
puede teñir blanco sobre mercurio, como para rubio hiciste.
Empero nota que el argento foliado en esta materia, es más útil que el argento
en masa, porque tiene en sí mixtura de algunas heces de mercurio y se debe amalga-
mar con mercurio frío y no caliente. De otra suerte gravísimamente yerran algunos
obrando esto, disolviendo la amalgama en agua fuerte para purgarla, y si quieren mirar
la naturaleza de la composición del agua fuerte, la misma por esto se destruye más.
Algunos tambien quieren obrar con sol o luna mineral, según las reglas de este libro, y
yerran diciendo que el sol no tienen humedad y es cálido de manifiesto, y por eso muy
bueno. Antes bien, se saca la quintaesencia con el ingenio sutil del fuego en el vaso de
circulación que se llama pelícano. Mas el sol mineral y la luna tienen en sí mezclada
tanta suciedad de hez, que la purificación de ellos, potente al nuestro, no sería obra de
mujeres y juego de niños, mas antes bien trabajos muy fuertes de varón anciano, desa-
tando, calcinando, insistiendo a otras operaciones del arte grande.