Economía y Cultura en Venezuela
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Índice:
1.- Sobre el enfoque de interpretación ……………………………………………… 1
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Mestizaje biológico y cultural como indicador de violencia donde Michaelle Ascencio, en una entrevista
realizada por Milagros Socorro en 2010, plantea que desde el siglo XIX “hay un discurso empeñado en negar
las tensiones entre los diversos grupos que conforman la sociedad venezolana”.
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Se analizan economía, cultura y política conjuntamente.
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Este concepto que reorienta las preferencias de los agentes económicos para generar una economía óptima
se desarrollada exclusivamente como ejercicio didáctico en la teoría del homo economicus.
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necesidades, más allá de las creadas por cada sistema económico, a las que se pueden
denominar artificiales, financieras, religiosas, suntuarias y otras.
La dinámica cotidiana en las circunstancias venezolanas actúa bajo incertidumbre e
influye en el comportamiento de los individuos donde, las dimensiones cultura y
economía ―y sus componentes en permanente complejidad― interactúan socialmente
con innumerables elementos de todo tipo, de forma tan acelerada que las relaciones
causa-efecto se desdibujan (Castellano; 2014: 16), no dan explicación suficiente a
nuestros problemas.
Todo está conectado con todo, cada parte es un sistema en sí mismo y a su vez se
corresponde a uno mayor, expresado en un contexto inmediato y perteneciente a una
etapa histórica. Por eso es que “el estudio de las relaciones entre creencias, organización
y ajustes socioeconómicos perfila una estructura teórica que ayuda a comprender el
sistema de comportamiento de la población venezolana en su conjunto” (Quintero; 2014:
14), que permita la comprensión y planificación del desarrollo4.
Entonces, ¿qué es lo característico del “nosotros” que hace tener un modo de
comprender, valorar e imaginar tanto material como simbólicamente nuestro
comportamiento para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, en el
marco de una estructura cultural determinada?
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Es interesante la lectura de Castellanos (CENDES-UCV) en su libro Caos y planificación del desarrollo (2014).
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restricciones para analizar los problemas económicos con una consistencia interna del
modelo previamente diseñado (2008: 412)5.
Lamentablemente esta simplificación modelística fue sustituyendo el análisis
concreto de la realidad, a la espera que ésta actuara según los supuestos de dicha
abstracción. Justamente una de las deudas del pensamiento económico como ciencia
social es el atributo cultural, la precomprensión del mundo social de la vida
parafraseando a Gadamer. Se necesita un diálogo permanente tomando en cuenta la
razón histórica a la cual pertenecemos como investigadores e intérpretes.
Se pretende “extraer un objeto del mundo concreto de sus relaciones y aplicar un
modo de entender y explicarlo que no guarda relación con su mundo sino con los apriori
y lógica de una ciencia en particular”, como bien afirma Panchi (2004: 30)6. Éste pensar
es una derivación de la episteme occidental que no hace el necesario esfuerzo por
comprender las claves de nuestro ser latinoamericano. Entonces, ¿qué pensamiento
requerimos para abordar estas inquietudes ya que el homo economicus no responde
suficientemente a nuestra realidad?
Pareciera que desde la lógica occidental solo se ve lo que está dentro de sus
parámetros. El comportamiento de los sectores populares no está directamente
asociado a dicha lógica, se sobreestima el consumo mientras se subordina en su
experiencia más profunda la convivencia de vecindad (Moreno; 2008; 351), se vive en
“relación”. No es suficiente analizar desde las relaciones de producción-consumo, hay
que trascender a relaciones de convivencia, las cuales son sociales y vivientes en el
pueblo, no en forma de contracultura exclusivamente sino una ruptura que permite otra
racionalidad.
La distinción básica de la cultura es “vivir relación”, desarrollada a plenitud en los
sectores populares con la sencillez característica del común, de ese barloventeño
heredero del nos-otros que contiene intrínseco una otredad, una cultura afrovenezolana
con un pensar occidental conjuntamente con un comportamiento no-occidental. No es
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Humberto García Larralde en el libro de los 70 años de la Escuela de Economía.
6
Esta crítica está bastante desarrollada en el libro: De ética económica a economía ética.
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visión individual sino horizonte convivido. En palabras del padre Alejandro Moreno: “El
registro hermenéutico de la relación que se vive, revela a la comunidad popular como
mundo-de-vida, esto es, como la integración de todas las prácticas de vida populares en
una practicación primera que las dota de sentido” (2008; 352).
La venezolanidad popular no es otra cosa que un “convive”, como afectivamente se
denominan: ¡epa convive!, de lo que deriva antropológicamente un homo convivial, es
vivirse no como ser ni como individualidad sino como relación (Ídem: 353), con sentido
de pertenencia. Originada en su otredad, es una clave cognoscitiva complementaria a la
modernidad, una racionalidad disímil; la riqueza no está en el consumo sino en la
convivencia: “del horizonte del ser al horizonte del vivir” (Ídem: 355), de estar-en-la-
riqueza a vivir-en-relación.
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Lo que en esencia desencadena el machismo a través de su socialización posterior; no se le enseña el riesgo-
compromiso de su tránsito de niño a adolescente, a diferencia de la niña que lo aprende biológicamente con
la menstruación, e igualmente en muchas etnias que desde la antigüedad han realizado distintos ritos de
iniciación ―a veces inentendibles desde nuestra precomprensión histórica, desde nuestra tradición cultural―
en el tránsito de la niñez a la adultez.
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sobreprotege a su pueblo mientras que las acciones sociales del mismo se dan con
ausencia de ley (o moral), o siempre se actúa saltándose la norma, acentuando la
contradicción entre lo real y lo ideal, entre la vivencia y el pensamiento.
Si la socialización la realiza la madre y sus prácticas sociales, el referente de la cultura
en Venezuela para esta socialización es la familia. Ésta sustituye a las instituciones desde
un papel cohesionador, siendo su matriz de significaciones la madre, no el mercado
como en otras sociedades. Aquí la relación dialéctica entre cultura y economía a
diferencia de los países desarrollados, no está en las fuerzas productivas (apropiación
tecnológica) sino en la superestructura (relaciones filiales y festivas).
El pueblo venezolano sale socializando como un experto en “familiar” las relaciones
sociales8, el compadrazgo por ejemplo, a diferencia de otras sociedades emigrantes
(turcos, sirios, libaneses, etc.) que salen expertos en “negociar” estas mismas
relaciones9. Otra de las diferencias con las sociedades occidentales está en el Complejo
de Edipo desarrollado históricamente, mientras en la matrisocialidad venezolana éste no
se genera en los mismos términos que planteó Freud. Dicho Complejo tiene que
redefinirse ya que existe la ausencia del padre, de autoridad; lo que se corresponde con
el sentido tiránico en la sociedad griega en Edipo Rey tampoco lo capitaliza la mujer al
ejercer el rol de madre y padre a la vez, por lo que se genera una contradicción en los
hijos al tener que identificarse con la madre benévola y defenderse de la madre mala
(Hurtado; 1998: 297).
Esta ausencia paterna en la gerencia familiar y social junto al frágil proyecto
modernizador para nuestra sociedad, puede que se traslade desde el inconsciente a la
política buscando un padre fuerte, tipo caudillo, militarista por demás, donde se conjuga
con la picardía o viveza criolla que se salta leyes, planificación y el orden de lo
establecido. En el marco de estas contradicciones se genera lo que Moreno denomina
encontronazos culturales entre “el proyecto modernizador, racionalmente pensado y
8
No se trata de producir relaciones, sino de liberar la potencialidad de la relación real viviente (Moreno;
2008; 362)
9
Explicación dada en los seminarios del Doctorado por Samuel Hurtado.
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elaborado, y el proyecto popular, vivido y sentido, por eso mismo resistente” (2008;
356).
El venezolano tiene dificultades para una memoria colectiva (pasado) o un proyecto
social (futuro). Su falta de afectividad promueve un proceso ambivalente donde
coexisten la generosidad colectiva, espontánea y transitoria, y el compromiso individual
de lo instantáneo o espasmódico, por lo que éste no adquiere institucionalidad cultural
ni permanencia social (Hurtado; 1998: 300).
Aquí la importancia de urdir en nuestra historia sobre quienes han gobernado y
planificado al país. Comprender la conformación de familia, política y cultura venezolana,
desde “la intención de rastrear los aportes, sincretismos y creaciones nuevas que
resultaran del choque cultural y que forman parte integral de la identidad venezolana
actual” (Tarble; 2010: 162). Por ejemplo, la transmisión cultural en aquellos
desencuentros indígenas donde los victoriosos caribes permitían que la mujer, con su
cosmogonía Arawak, enseñara a los futuros nacientes dentro de un sistema político y
económico de los Caribe, dando un papel matriz a la sociedad jerárquica incipiente.
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relación milenaria con los pueblos de incidencia Yoruba, Dahomey, Ashanti y Fon en
África occidental, en términos de su cosmogonía religiosa y su devoción por la fertilidad
y la siembra? ¿La esencia cultural, económica y política de los pueblos que habitaron e
invadieron a la península ibérica: celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos,
visigodos, árabes-musulmanes y canarios durante siglos, y luego con la llegada a América
dan significado del pensamiento y comportamiento del ser venezolano? ¿La práctica
espiritual de los indoamericanos, su relación de equilibrio técnica-naturaleza y el
conocimiento del cosmos fueron elementos empobrecidos por el concepto de
civilización occidental?
El resultado es más estructural de lo que habitualmente consideramos. Lo plural y
diverso es aún visible en la dinámica popular que resiste, en forma transculturante, al
intento de homogeneizar los elementos culturales: normas, creencias, utensilios y
costumbres, condicionados de muchas formas por los elementos económicos y políticos
alineados a la expansión y concentración del capital. La llegada del petróleo a la escena
venezolana produjo nuevos fenómenos y formas de relacionamiento entre la sociedad y
los ingresos petroleros10.
Estos fenómenos, del que inicialmente hablaba Ortiz, se dieron con la desigualdad
correspondiente en la colonia pero siguen su curso cuando los rasgos distintivos se
encuentran en distintas fases de desarrollo. La llegada de la democracia y la cibernética
también han contribuido a ese mismo proceso de transculturación reciente; se debe
redimensionar el pensamiento con el avance de técnicas de investigación sobre procesos
de interacción cultural y sus distintas fases históricas.
En esa medida Soriano plantea:
“la necesidad de inventariar el caudal de los encuentros de transculturación,
las posibilidades de aceptación de los intercambios, la permeabilidad de la
resistencia (intercambios forzados, voluntarios y pasivos); el análisis de las
preferencias de las formas culturales que se imponen; la cuantificación de la
velocidad de los cambios, de las relaciones generacionales y de los grados de
10
Desde lo musical, el reguetón ha influido hasta en la forma de bailar tambor en las fiestas tradicionales de
San Juan Bautista; se introduce una nueva psicodinámica social que recolecta lo novedoso como propio
trasmitido por medios audiovisuales.
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Las sociedades tribales en Venezuela tuvieron dos fases de desarrollo, la igualitaria ―vegecultor, semicultor
y mixto― y la jerárquica-cacical (Vargas-Arenas; 1990: 108). “En Mesoamérica y los Andes, la fase jerárquica
evolucionó hacia formas estatales autóctonas y hacia sociedades muy complejas (clasistas iniciales), donde
una clase social era propietaria de los medios de producción (la sacerdotal o teocrática), mientras que la otra
se constituyó como una clase de productores directos (Sanoja; 2011: 100).
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intereses de la empresa y sus allegados (Beroes; 2002: 40)13 que superpuso primero su
estatus socioeconómico a los objetivos imperiales, de aquí el inicio de la frase “se acata
pero no se cumple”, comportamiento que nos ha acompañado hasta la actualidad.
¿El sentido de equilibrio que las etnias indígenas tuvieron por la naturaleza se perdió
al ser dominados por occidente con la cultura extractivista y de acumulación de riqueza
como valor moral? Las primeras incursiones de empresas se dieron con la búsqueda de
artefactos de oro y plata, con su posterior extracción junto a cantidades importantes de
perlas para su traslado a España hasta prácticamente extinguir su “producción” natural.
Esta dinámica no solo acabó con dicho equilibrio sino implementó por medio de la
esclavitud un cierto dominio irracional de la naturaleza para la acumulación de capital-
mercantil y poder… la acumulación originaria referida por Marx.
12
Esta sed de riqueza fue mitificada por la leyenda de El Dorado, lugar platónico de acumulación interminable
de oro y piedras preciosas que estaba en algún lugar de la selva bien reservado.
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Este texto es parte de las investigaciones del equipo sociohistórico del CENDES.
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Maza Zavala califica “como plantación colonial un tipo de explotación agrícola prevaleciente en los siglos
XVII y XVIII en Venezuela, especializada en un determinado cultivo cuya producción se destinaba
sustancialmente al mercado interior y/o extranjero y en la cual se hacía un uso extensivo de la tierra y la fuerza
de trabajo, esta última sometida por lo general a la condición de esclavitud y servidumbre” (En Ascencio;
2001: 101)
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Una cultura nació con rasgos mestizos: de procedencia indígena con su desarrollo
desigual; africana con sus diversas expresiones rítmicas y creencias mitológicas; hispana
con su paideia: racional, imperial, cristiana y señorial de manera universalizante y
unificante; árabe con instrumentos de cuerdas, danzas de pareja, contribuciones
musicales, lingüísticas, arquitectónicas y comerciales; canaria con la impregna de
religiosidad popular y otras expresiones culturales que se fueron desarrollando a partir
del contacto entre todas estas.
El mestizaje forzoso de la colonia fue autorizado por el clero religioso (siempre
ambiguo) ampliando la base demográfica, derivando en “familias paralelas” y un papel
de la mujer-madre jurídicamente subordinado, culturalmente aceptado y socialmente
difundido en todos los poblamientos y clases sociales. Mientras, hoy en día el papel de la
madre ha trascendido gerencialmente al del hogar ―y simbólicamente al Estado
sobreprotector―, se encuentra actuando en diversos procesos y niveles de la economía;
aunque sigan vulnerándose los derechos de igualdad de género y produciendo otras
distorsiones en la economía15.
Economía y cultura, desde la dominación, contribuyeron a la extracción de materias
primas a favor de la corona y luego de latifundistas aliados con el capitalismo mercantil;
mientras que desde la resistencia más ocasional que intensa, favorecieron a la
visión de subsistencia con el conuco campesino con ascendencia indígena y
supervivencia convivencial y el mestizaje festivo. Los pueblos progresivamente
fueron guardando sumisión en apariencia, donde la astucia individual les permite
ascender socialmente mientras mantienen añoranza a su pasado de libertades.
Este proceso de acumulación de capital a través del cual se impone la división
internacional del trabajo (y de la naturaleza) actúa en aras de satisfacer las necesidades
de las naciones en crecimiento económico. Durante los últimos siglos Venezuela
abasteció de materias primas agrícolas y mineras a dichas potencias, mientras en el siglo
15
La participación de la madre en la vida comunitaria venezolana ha llegado a niveles importantes, sin
embargo, dos índices expresan la vulneración de los derechos humanos: el embarazo en adolescentes y el
homicidio en jóvenes varones, aspectos que contribuyen a la feminización de la pobreza y limitan el desarrollo
del país.
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Comillas nuestras.
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Ramón J. Velásquez dice que el venezolano es parejero, a lo cual Hurtado amplía: un ser social receptivo,
sumamente acogedor y de cuanta cosa pueda recoger en la importación (…) es un recolector (2014: 33).
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Artículo publicado en El Mundo, periódico venezolano, bajo el título: ¿Qué es el neo-extractivismo? (2014).
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Baptista desarrolló el concepto de capitalismo rentístico, como la singularidad estructural de la economía
venezolana y la superioridad del ingreso nacional respecto al Producto Nacional Neto de Depreciación. De
aquí deben partir las concepciones de desarrollo.
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cierta autonomía que lo ayuda a ver como un agente independiente del capital, aunque
se mantenga subalterno (Lander en Coronil; 2013: 12).
La discusión del desarrollo debe partir de una revisión crítica sobre nuestro
fracasado modelo industrial, pensar alternativas a los patrones energéticos de consumo
pensados con visión ecológica, con énfasis en los intereses de las grandes mayorías y no
exclusivamente la productividad del mercado o en el acomodaticio burocratismo del
Estado. Salir de este imaginario colectivo, abandonar las salidas mágicas provenientes
del Estado rentista y el heroísmo bonchón que deja disfrutar las mieles del petróleo, son
parte de la agenda de discusión.
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Una manera de unir el hecho religioso con el festivo (González Ordosgoitti; 1997: 43).
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González Ordosgoitti (2014) tiene publicado en línea el artículo: La importancia del Calendario de Fiestas
Indígenas en Venezuela.
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Autodenominados la cuna de la fulía.
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Hoy en día lo sustituye el Birban, una especie de bajo musical de creación casera.
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Los Diablos Danzantes de Yare (fecha movible a 9 semanas después de jueves santo)
es una expresión inicialmente hispánica-eclesiástica (Corpus Christi) que enuncia el
triunfo del bien sobre el mal. Los frailes fundaron las cofradías para negros libres y
esclavos para fomentar la devoción a un santo y aumentar la fe en general, sin darse
cuenta que en el seno de estas se conservan las tradiciones africanas: bailes y elementos
mágico-religiosos (Pollak-Eltz; 1991: 32). Las máscaras de los diablos ya no son talladas en
madera, sino hechas en papel maché, aunque conserven rasgos similares a los de las
ancestrales (Ibídem: 15); de igual manera se realiza al final de la sequía en Venezuela y
África (Planchart; 2005: 16).
San Juan Bautista se celebra en muchas poblaciones el 23, 24 de junio en muchas
poblaciones de Barlovento y el 25 se hace el Encierro sólo en Curiepe y Tacarigua; se
mantienen rituales de la liturgia católica los cuales se han complejizado con creencias de
ascendencia africana y la polirritmia de los tambores de procedencia Bantú del Congo
(Liscano). Su desarrollo se remonta a procesos sociales de cientos de años en Venezuela,
donde toques de tambor, bailes y cantos se conjugan con el rojo y el blanco de la
vestimenta. Dicha festividad y su cosmogonía para las poblaciones primigenias de tres
continentes fortalece lo mágico-religioso conectado con época de siembra, fertilidad y
su llamado a la sexualidad, conformando los mitos que en la actualidad nos siguen
acompañando. Se asocia al solsticio de verano realizado en Europa desde tiempos
inmemoriables, aspecto muy bien estudiado por George Frazer en su denso libro La rama
dorada, sin embargo, existen diferencias tropicales con nuestro calendario festivo.
La Parranda de San Pedro se festeja el 29 de junio en Guarenas y Guatire, nace como
promesa de la esclava María Ignacia por salvar a su pequeña hija (siglo XIX); en los años
siguientes su esposo se disfraza de ella cargando una muñeca simbolizando a su hija,
mientras sus compañeros se visten con la ropa de sus amos en forma de burla.
Posteriormente, lo colorido de sus trajes simboliza una crítica a los partidos liberal
(amarillo) y conservador (rojo), acompañados de caras pintadas de negro como
recuerdo a su origen esclavo.
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Dicha diversidad se evidencia con la sociedad discrónica de Graciela Soriano, donde hay
un salto de cantidad a cualidad en la coexistencia de elementos estructurales de distintas
fases de desarrollo histórico en la contemporaneidad venezolana, o en las modernidades
(occidental y disímil) planteadas por Moreno para explicar el comportamiento del homo
convivial en los sectores populares.
Si lo vemos desde lo festivo, la manifestación en cada población que lo celebra se
desarrolla en una singularidad sumamente compleja, donde la no estructuración de un
pensamiento propio se interconecta favorablemente a las culturas industrializadas, y
negativamente hacia las condiciones sociales y ambientales.
Esto genera una simbología que plasma las creencias de sus habitantes, que deriva
en especificidades de los toques de tambor, cantos, bailes, instrumentos, lo organizativo
y las conexiones emocionales que alrededor de las festividades se desarrollan, pero que
a pesar de los cambios políticos no quedan plasmados en proyectos de sociedad de
avanzada y menos ejecutados en planes de gobiernos o gerencias de responsabilidad
social empresarial.
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Aquí queda bien la relación entre culturas primeras africanas-indígenas y razón segunda europea.
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Reseñas bibliográficas
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