Lectura 2 - El Péndulo de La Asertividad
Lectura 2 - El Péndulo de La Asertividad
Lectura 2 - El Péndulo de La Asertividad
El peligro de callar algo durante demasiado tiempo es que nos cargamos de rencor y perdemos la
capacidad de hablar con asertividad de lo que nos molesta.
Andrea había citado a Clara, amiga y compañera de habitación, en un bar del campus universitario para
hablar. Estaba harta de su desorden, de su falta de implicación en las tareas domésticas, y tenía la
sensación de que había estado callando demasiado tiempo.
Le había parecido buena idea verse en la universidad, puesto que en “terreno neutral” se sentía más
cómoda para decirle lo que le tenía que decir.
Finalmente, Clara apareció y Andrea le sugirió ir a dar una vuelta por el campus. Pidieron cafés con
leche para llevar, y vaso en mano salieron al exterior. Andrea, tomó la palabra:
—Clara, quiero hablar contigo porque no te ocupas de nada en la casa. Es un desastre. Siempre lo dejas
todo tirado.
—Bueno, no exageres, por un día que te encontraste la cocina desordenada...
“Andrea lo estaba pasando fatal, y encima se topaba con la incomprensión de Clara”.
—Una vez... ¡si es cada día!
Andrea no se había dado cuenta, pero estas últimas palabras las había dicho en un tono subido. Clara
reaccionó.
— ¡Vamos, Andrea! ¿Qué te pasa? No creo que me tengas que hablar así...
Andrea simplemente explotó. Sin contemplaciones, y en un tono claramente agresivo, le soltó:
—Mira, Clara... ¡Tienes un morro que te lo pisas! Eres una desordenada y una irresponsable. ¡Y estoy
harta de hacerte de hacer todo!
Clara dejó su café con leche en un banco y se fue sin dirigirle la palabra. Andrea, abatida y frustrada, se
sentó en ese mismo banco con la mirada perdida. De repente vio a su lado a un hombre mayor que
permanecía en completo silencio. No sabía cómo había aparecido allí ni qué habría oído de su discusión.
El hombre se quedó discretamente sentado mientras las primeras lágrimas resbalaban por las mejillas
de Andrea. En un momento determinado, sus miradas se cruzaron y él le dijo:
—Las cosas no han salido como esperabas...
Andrea necesitó unos instantes para decidir si quería hablar del tema con aquel desconocido, pero
finalmente decidió hacerlo. Algo en su expresión le inspiraba confianza.
—Ha sido un desastre, no sé qué ha ocurrido.
—Creo que has sido víctima del péndulo asertivo. (Dijo aquel hombre)
— ¿El péndulo asertivo? Creo que tendrá que explicármelo...
—Lo haré con mucho gusto. Me llamo Max y hace ya unos cuantos años yo también circulaba por este
campus dando clases. Algún alumno todavía debe de recordarme.
—Yo soy Andrea y este es mi primer año.
—Verás, Andrea. Empecemos por el principio. ¿Qué te dice la palabra asertividad?
—Bueno, algo así como tener el valor de decir las cosas, y saberlas decir bien, imagino.
—En efecto, y más específicamente saber decirlas en el momento oportuno, en el tono adecuado y al
ritmo oportuno.
—Yo lo he intentado. De hecho, me lo había preparado perfectamente, pero no ha funcionado. Y no sé
exactamente qué es lo que ha pasado ni por qué Clara ha reaccionado de esta forma.
Max escuchaba con atención y Andrea, tras una breve reflexión, se atrevió a preguntarle:
—Max, ¿ha oído todo nuestro diálogo?
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