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Opinión
35/2015 03 de abril de 2015

Luis de Salvador Carrasco*

CIBER-RESILIENCIA

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CIBER-RESILIENCIA

Resumen:

Ciber-resiliencia es uno de los principios establecidos en la Estrategia de Ciberseguridad Nacional. La


resiliencia es una cualidad inherente a un organismo, entidad, empresa o estado que le permite
hacer frente a una crisis sin que su actividad se vea afectada. Dado la complejidad de las
organizaciones y su dependencia de la infraestructura TIC, no se puede trazar una línea divisoria
entre resiliencia y ciber-resiliencia. Alcanzar ambas implica realizar más que una gestión de la
seguridad, hay que llevar a cabo modificaciones en la misma naturaleza de la organización, y
desarrollar una infraestructura tecnológica segura por diseño. Se puede conseguir un determinado
nivel de seguridad con políticas a corto plazo, pero para alcanzar una autentica resiliencia es
necesario aplicar medidas estructurales a largo plazo.

Abstract:

Ciber-resilience is one of the principles stated in the National Cyber-Security Strategy. Resilience is an
attribute of an organization, entity, company or nation that allows to face a crisis without a
shutdown of organization processes. Due to the complexity of the current organizations, and their
dependencies on the ICT infrastructure, it is hard to set boundaries between cyber-resilience and
resilience itself. The way to reach both implies something more than the management of security. It
implies to carry out changes in the organization constitution, and to develop a technical infrastructure
secure by design. It is possible to reach an acceptable security level with short-term security policies,
but it is necessary to develop long-term policies to get real resilience.

Palabras clave:

Resiliencia, Ciber-resiliencia, Riesgo, Ciberseguridad, Estrategia de Ciberseguridad Nacional, Cambio.

Keywords: Resilience, cyber-resilience, risk, cyber security, National Cyber Security Strategy, Change.

*NOTA: Las ideas contenidas en los Documentos de Opinión son de responsabilidad de sus autores,
sin que reflejen, necesariamente, el pensamiento del IEEE o del Ministerio de Defensa.

Documento de Opinión 35/2015 1


CIBER-RESILIENCIA

Luis de Salvador Carrasco

LA GESTIÓN DE LA SEGURIDAD
Todo organismo, empresa, organización o estado se ve sometido a tensiones derivadas de
cambios e incidentes que se producen en su entorno, y también por eventos que se generan
en su interior. Estas situaciones de estrés afectarán a los procesos de la organización en un
grado que será tanto más grave cuanto más profundos, disruptivos o inesperados sean.
Una organización está formada por elementos humanos y materiales conectados entre sí
mediante una red relaciones que puede alcanzar una gran complejidad. Un evento mínimo,
interno o externo, puede desencadenar una reacción en cadena, produciendo un colapso de
sus procesos, que evidenciará el desgaste que se ha producido en la organización a lo largo
del tiempo debido a la operativa diaria. Muchas entidades sobreviven en estados de
equilibrio muy precarios y una alteración, que se puede considerar pequeña en relación al
tamaño del organismo o a la importancia de los procesos que ejecuta, puede precipitar una
crisis.
Hace tiempo se llegó a la conclusión de que ninguna organización, por muy perfecta y
sofisticada que sea, se encontraba libre de enfrentarse a situaciones que pudieran
perjudicarla en mayor o menor grado, e incluso hacerla desparecer. Cualquier entidad se
encuentra expuesta a una serie de amenazas, desde ataques hasta catástrofes, y es
necesario implementar un conjunto de medidas que, con carácter preventivo, protejan a la
organización frente a la materialización de dichas amenazas.
Las medidas preventivas proporcionarán una mayor seguridad y tendrán carácter
organizativo, procedimental o técnico. De ahí se deriva que esas medidas de seguridad
tendrán un coste, directo o indirecto, en la ejecución de los procedimientos de la
organización. Lamentablemente, la relación entre el nivel de seguridad alcanzado y el
número de medidas implementadas sigue el modelo de un diagrama de Pareto. El conjunto
de medidas que se podrían adoptar, y por lo tanto el gasto, no tiene límite, se podría
extender hasta el infinito sin conseguir la seguridad total. Esta carrera de incorporación de
medidas es necesario detenerla en algún punto, un punto óptimo. La determinación de ese
punto se consigue mediante un análisis de riesgos, que permite alcanzar el balance correcto
entre el coste de las medidas y el hipotético beneficio obtenido por su implementación.
Este tipo de análisis utiliza una foto fija de la organización y del entorno el que se
desenvuelve, pero ni uno ni otro son estáticos, sino dinámicos. Ambos evolucionan, de ahí
que no solo es necesario implementar mecanismos que disminuyan el impacto o la
probabilidad de un ataque o una crisis, es necesario implementar un procedimiento de
adaptación constante de las medidas de seguridad mediante un análisis crítico permanente.
Hay que ir más allá del análisis de riesgos y extenderlo a un proceso continuo que se
conocerá como gestión del riesgo cuando se habla de amenazas, o gestión del cambio
cuando se trata de la evolución ante la exposición a eventos externos.
Dentro de dicho proceso de gestión se tiene que asumir que, a pesar de todas las
protecciones que se implementen, algunos de los ataques se materializarán con éxito y
algunas catástrofes simplemente no se podrán evitar. Al ser la seguridad total un ideal
inalcanzable, se ha de estar preparado para que el impacto, que inevitablemente se va a
recibir, tenga una influencia mínima en la organización. Por lo tanto es necesario el
despliegue, no solo de medidas preventivas, sino también de planes de contingencia que

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cubran aspectos específicos para la continuidad de los procesos de la organización. Estas


medidas correctivas, planes de continuidad de negocio, de recuperación de desastres y de
gestión de crisis, también tienen el propósito de hacer disminuir el riesgo, y son de
importancia vital en cualquier organización compleja.

RESILIENCIA Y CIBER-RESILIENCIA: QUÉ ES Y POR QUÉ


Una vez que se ha definido el marco para gestionar la seguridad de la organización, ¿qué
aporta y en qué se diferencia el concepto de resiliencia? Los conceptos de resiliencia,
seguridad y riesgo, o mejor, gestión del riesgo, son diferentes. En algunos casos sus fronteras
se confunden porque, aunque sean distintos, no son independientes, sino que están
relacionados. El concepto de resiliencia es más amplio que el de disminución o análisis del
riesgo, pero este último forma parte de las estrategias para aumentar la resiliencia.
Resiliencia se define como una cualidad intrínseca, una característica propia de una
organización que le permite enfrentarse de forma exitosa a los cambios y a los eventos tanto
internos como externos. La resiliencia forma parte de la naturaleza de dicho organismo y
está implícita en su estructura. Cuando una entidad se etiqueta como resiliente es porque se
observa que ante una serie de sucesos la organización ha sabido reaccionar y externamente
continua operando como si nada hubiera ocurrido. Por lo tanto, el término resiliente se
puede aplicar tanto a una empresa como a un sector económico, a un gobierno, a un estado
nacional o incluso un organismo vivo, a estructuras sociales como mercados, a comunidades
o ejércitos.
Ciber-resiliencia se ha definido partiendo de la definición de resiliencia y restringiendo las
posibles fuentes de crisis a eventos tecnológicos y procedentes del ciberespacio, o también
se ha definido limitando la dimensión afectada de la empresa a lo que son sus sistemas de
proceso de datos y sus comunicaciones. Dada la complejidad de las organizaciones, y la
interdependencia entre los distintos elementos que las forman: personal, entorno social,
suministros, infraestructura TIC, procesos, ...; no se puede trazar una línea divisoria clara
entre lo que supone la resiliencia de la misma y la ciber-resiliencia de sus sistemas. Una y
otra están íntimamente relacionadas, es más, son un mismo concepto. No se puede crear
una infraestructura tecnológica ciber-resiliente si la organización en sí no es resiliente. La
organización es un todo, y el departamento TIC no es un ente independiente que puede
sobrevivir o pretender ser inmune a los eventos que pueden sacudir a su personal y sus
usuarios.
El análisis de una organización desde el punto de vista del riesgo se basa en identificar
vulnerabilidades una por una y fijar cada una de ellas. La gestión del riesgo tiene un límite.
Llega un momento en que la naturaleza de la organización, de sus procedimientos, de sus
procesos y la relación con su entorno no permite disminuir el riesgo ni ofrecer una garantía
de continuidad por muchas medidas de seguridad que se implementen. Existe un punto a
partir del cual, si se quiere alcanzar una mayor seguridad, lo que es necesario abordar es un
cambio en los fundamentos de la propia organización. Cuando, añadiendo más elementos,
más procedimientos, más técnicas, no se consigue disminuir los riesgos, sino al contrario, el
sistema es cada vez más complejo y difícil de tratar, es cuando hay que estudiar cómo
aumentar la resiliencia cambiando los principios rectores de la organización.

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La rápida evolución de las amenazas implica que, utilizando soluciones específicas para
cada una de ellas, siempre nos colocaremos en un plano de vulnerabilidad. Para evitarlo es
necesario adoptar una aproximación basada en principios, como resiliencia. Esta es la
medida de cuán poco vulnerable es una organización por su diseño, y la gestión de la
resiliencia es la modificación de la naturaleza de la misma para llegar a lo que podríamos
denominar "security-by-design", pero extendido desde el producto a la misma organización,
pasando por cada uno de sus sistemas, consiguiendo una disminución de las
vulnerabilidades por la propia concepción de la organización y de sus procesos. La resiliencia,
y específicamente la ciber-resiliencia, se extiende a todos los dominios o planos desde los
que se puede interpretar la organización: físicos, cognitivos, sociales, etc., y estos no se
pueden tratar de forma individual, sino que se han de interpretar desde una visión unificada.
La gestión del cambio forma parte de la resiliencia de una organización. Una entidad será
resiliente cuando se enfrente de forma exitosa tanto a los cambios que se desarrollan de
forma progresiva, como a los que se desaten de forma violenta. Las alteraciones del entorno
pueden ser desde ciberataques hasta catástrofes naturales, y podrían tomar cualquier otra
forma: problemas energéticos, de suministros, políticos, financieros, contractuales, etc. Por
otro lado, considerar que la única fuente de problemas puede ser un ataque externo es un
gran error. El origen de una crisis que afecta de forma traumática a dicho organismo puede
ser de origen interno. Centrar la estrategia en repeler ataques externos, subrayando la
palabra ataques, es enfocar el problema de forma errónea. Una crisis interna puede
generarse por la influencia de agentes externos o tener carácter mixto. Puede ser el caso de
la crisis que se genera debido a una prolongada situación de estrés, condicionada por
factores ambientales, que desgasta los recursos propios. En ese caso, los recursos más
críticos son fundamentalmente humanos, sensibles a los fenómenos sociales. El personal en
riesgo no es solo el equipo clave de toma de decisiones, puede ser parte del personal menos
cualificado pero que son parte necesaria de los procesos de soporte de la organización. De
especial sensibilidad son los mandos intermedios.
El concepto de resiliencia está íntimamente ligado con el concepto de sostenibilidad. En la
mayor parte de los casos, los problemas internos que causan el colapso de una organización
ante un escenario de crisis se encuentran latentes en la misma naturaleza y estructura de
dicha organización. Por supuesto, antes del colapso se manifestarán problemas puntuales
que se podrán señalar como síntomas, y dicho colapso comenzará por el punto más débil de
la estructura. De ello se deduce que la capacidad de resiliencia no reside en una parte de la
organización, no se puede señalar y acotar en un departamento o en una función. Aún
menos es una capa o un barniz que se pueda extender en la superficie del organismo, ni es
un escudo que se superpone a su estructura. La resiliencia forma parte de la propia
naturaleza de la organización y está tan íntimamente ligada a ella que forma parte de su
esencia.
Existirán grados en la capacidad de resiliencia de un organismo. Cuanto más traumática
sea la crisis que es capaz de superar dicho organismo podemos hablar que es mayor su
capacidad de resiliencia. Una crisis puede suponer una alteración transitoria de condiciones
internas o externas, por ejemplo una huelga, un ataque informático o unas condiciones
meteorológicas anormalmente adversas. Pero también puede suponer cambios
permanentes, de carácter irreversible o con una duración prolongada en el tiempo. Puede

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ser el caso de cambios políticos, de mercado, catástrofes naturales a escala regional o global.
En el primer caso, la resiliencia se estimará en el grado en el que los procesos esenciales del
organismo, los procesos de negocio en el caso de organizaciones, se vean afectados, y
durante cuánto tiempo la organización puede seguir operando en esas condiciones,
operando de forma efectiva, tal vez con una caída de rendimiento o de calidad que no sea de
carácter esencial. En el segundo caso, en el caso de cambios permanentes, será más
resiliente cuanto menos tiempo trascurra entre la crisis y la recuperación total del
organismo, y cuantas más funciones estén operativas en ese lapso de tiempo.
Las organizaciones, todas en cuanto se consideran a largo plazo, se comportan como un
organismo vivo. Ciertos cambios pueden originar un shock que paralice completamente su
funcionamiento, o esta parálisis puede ser ocasionada por ciertas carencias. Cuando una
organización se detiene tiene un plazo para reiniciar sus actividades antes de que el daño a
la misma sea irreversible. La irreversibilidad supone pérdida permanente de capacidades o la
desaparición de la misma. Este plazo de tiempo que mide el punto de no retorno es también
una medida de resiliencia.
Resiliencia es un estado. El tener dicha cualidad implica que esa adaptación se ha de
realizar en el mínimo intervalo de tiempo, a la máxima velocidad, incluso en tiempo real.
Además, la recuperación debe implicar la continuidad de las funciones esenciales y la menor
pérdida de capacidades. Por lo tanto, una organización resiliente es aquella con capacidad
de toma rápida de decisiones, y también la capacidad del sistema para implementar dichas
decisiones.
Resiliencia supone admitir que se producirán fallos, errores, y que tenemos los medios
para restaurar la operación normal y asegurar los bienes y reputaciones. Por lo tanto, un
aspecto importante que también mide el grado de resiliencia de una organización es su
capacidad de anticipación a las crisis. Una justificación fácil es que las crisis o los ataques no
son previsibles, que es imposible conocer cuándo se van a materializar, pero esto no es
cierto. Excepto algunas catástrofes naturales y muy contados ataques, la mayor parte de las
crisis de una organización se pueden prever, bien mediante un análisis de las series
históricas, bien prestando atención a los sucesos en organizaciones similares, bien llevando a
cabo una tarea efectiva de inteligencia o tan solo asumiendo lo que todos los días se lee en
los periódicos.
Finalmente, una organización no será igual de resiliente a cualquier tipo de crisis. No es
una cualidad que se pueda aplicar de forma homogénea en todas sus actividades o cada una
de sus dimensiones. Un organismo puede ser muy resiliente a ataques técnicos, pero no a
ataques sociales, o no muy preparada para crisis a corto plazo pero demasiado rígida para
cambios del entorno a largo plazo.

RESILIENCIA COMO PRINCIPIO DE SEGURIDAD


La ciber-resiliencia aparece en primer lugar en la lista de las cinco prioridades y medidas
del documento de Estrategia de Ciberseguridad de la Unión Europea1, por delante de la

1
Comunicación conjunta al Parlamento Europeo, al consejo, al comité económico y social europeo y al comité
de las regiones. Estrategia de ciberseguridad de la Unión Europea: Un ciberespacio abierto, protegido y seguro.

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reducción del cibercrimen, el desarrollo de los recursos industriales y tecnológicos o del


establecimiento de una política internacional coherente sobre el ciberespacio a nivel de la
Unión Europea. El mismo documento desarrolla en el punto 2.1 los principios a desarrollar
para alcanzar la ciber-resiliencia que se basan en la cooperación efectiva entre las entidades
públicas y privadas, tanto a nivel nacional como a nivel europeo.
Esquemáticamente se pueden resumir como:
 Incrementar en la administración y las empresas los recursos dedicados a la
prevención, detección y gestión de incidentes de seguridad. En este marco, el
documento destaca el papel de ENISA para el desarrollo de técnicas para la
seguridad y la resiliencia de sistemas industriales, de suministro y transporte. Otro
aspecto importante es la implementación de medidas de protección de los datos
de carácter personal y, en particular, aborda la necesidad de que los operadores
de telecomunicaciones desarrollen procedimientos de gestión del riesgo y de
notificación de brechas de seguridad.
 Armonizar la legislación y las instituciones de los distintos países europeos. Esto
implica el desarrollo e implementación de una política de seguridad en redes e
información (NIS), así como la creación de una Autoridad Nacional, la activación y
coordinación de CERTS, en particular los de las instituciones europeas, y con
herramientas de prevención y reacción también coordinadas.
 Incluir en este esfuerzo las empresas privadas, como entidades que tienen en sus
manos gran parte de los recursos informáticos, con herramientas legales que
obliguen a las organizaciones de sectores estratégicos (financieros, suministros,
etc.) a alinearse con las estrategias definidas para el sector público. Entre estos, la
notificación de brechas de seguridad que afecten a los procesos básicos de
prestación de servicios.
 Impulsar la cooperación de las Autoridades NIS con, por un lado, las Autoridades
de Protección de Datos y con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y, por otro lado,
con el sector privado sobre la base de iniciativas que vayan más allá de las
obligaciones legales, como es el European Public Private Partnership for Resilience
(EP3R)2.
 Realizar ejercicios a nivel europeo para comprobar el nivel de ciber-resiliencia y la
efectividad de las medidas anteriores.
Como no podría ser de otra forma, la Estrategia de Ciberseguridad Nacional también trata
sobre la ciber-resiliencia. En concreto, aparece en los dos primeros de los seis objetivos
específicos que se fijan en el texto3 y que se reproducen a continuación:
"1) para las Administraciones Públicas, garantizar que los Sistemas de Información y
Telecomunicaciones utilizadas por estas poseen el adecuado nivel de seguridad y
resiliencia;

Alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y política de seguridad. Comisión europea
Bruselas, 7.2.2013 JOIN(2013) 1 final.
2
http://www.enisa.europa.eu/activities/Resilience-and-CIIP/public-private-partnership/european-public-
private-partnership-for-resilience-ep3r
3
Estrategia de Ciberseguridad Nacional 2013 Presidencia del Gobierno

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2) para las empresas y las infraestructuras críticas, impulsar la seguridad y la resiliencia de


las redes y los sistemas de información usados por el sector empresarial en general y los
operadores de infraestructuras críticas en particular; "
Las acciones que se plantean para alcanzar la ciber-resiliencia comienzan por la
disponibilidad de productos confiables, a través de la potenciación, el impulso y el
reforzamiento de las capacidades nacionales de investigación y desarrollo en ciberseguridad
de las TIC. Los objetivos anteriores se desarrollan a lo largo del texto y aparecen en las
distintas líneas de acción esquemáticamente como sigue:
 Actualización del marco jurídico con el desarrollo de un marco nacional, coherente
e integrado de políticas, procedimientos, estándares y normas de seguridad de
aplicación tanto en el sector público como privado.
 Implantar en las AA.PP. de servicios de seguridad para la prevención, detección y
respuesta a incidentes, en un proceso de mejora continua.
 Impulsar la cooperación y el intercambio de información entre la industria y los
servicios de ciberseguridad.
 Desarrollo y mejora de herramientas, en particular de los sistemas militares, de
inteligencia y aquellos que soportan los sistemas de comunicaciones de
importancia estratégica. Estos últimos en cooperación con los operadores
privados.
 La protección del Patrimonio Tecnológico.
 Potenciar la red SARA
 Asegurar la implantación de la normativa sobre infraestructuras críticas.
 Potenciar el CERT de Seguridad e Industria, en particular su cooperación con el
CNPIC, las FyCSE y otros órganos de respuesta a incidentes.
 Desarrollar modelos de simulación para el estudio de las dependencias y riesgos
de la infraestructuras críticas
Fuera del entorno europeo, podemos destacar la Orden Ejecutiva 13636 del presidente
Obama y la Directiva de Política Presidencial 21, que destaca la necesidad de aplicar los
principios de resiliencia en las infraestructuras críticas como defensa ante los ciberataques.
Las líneas estratégicas que señalan son:
 Clarificar y refinar las relaciones funcionales entra las distintas agencias federales
para avanzar en la unidad de esfuerzos que permitan fortalecer la seguridad y la
resiliencia de las infraestructuras críticas.
 Permitir un intercambio eficiente de información, incluyendo inteligencia,
mediante la identificación de la información y requisitos básicos necesarios para el
Gobierno Federal.
 Implementar funciones de análisis que permitan tomar decisiones operativas y de
planificación en relación a las infraestructuras críticas.
A estas líneas añade la necesidad de potenciar la investigación y desarrollo en las
tecnologías de las infraestructuras críticas, en particular las relativas a seguridad. Dicha
orden termina estableciendo medidas concretas y plazos para su ejecución, que han servido

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como punto de arranque de diversas iniciativas específicas en ese sentido desarrolladas por
el Gobierno Federal4.

CÓMO ALCANZAR LA CIBERRESILIENCIA


En el apartado anterior se han mostrado las estrategias que, para alcanzar la ciber-
resiliencia, se plantean en las iniciativas europeas y españolas sobre ciberseguridad. A
continuación se desarrollan algunos de sus principios.
La resiliencia forma parte de la esencia de la propia organización. Pretender que la
infraestructura TIC sea ciber-resiliente sin tocar la parte más íntima de toda la organización
es una utopía. Esto supone ir más allá de la de los sistemas, redes, bases de datos,
aplicaciones… procedimientos, todos ellos, directamente relacionados con los servicios de
informática. Para conseguir la ciber-resiliencia hay que modificar la misma naturaleza de los
procesos, del personal y de la infraestructura de toda la organización5.
El primer paso antes de tomar alguna medida para incrementar la ciber-resiliencia es
alcanzar un conocimiento real y profundo de la organización y su entorno. Aunque parece
una afirmación muy evidente, es poco frecuente que se conozca la realidad de la
organización, y menos a nivel directivo. Los manuales de operación de las empresas ofrecen
una imagen idealizada del funcionamiento de las mismas, que siempre se encuentra muy
alejada del modo real de trabajo, y no reflejan la multitud de canales ocultos y relaciones
que constituyen las operaciones de su día a día. Para conseguir una visión crítica de la
organización no solo es necesario obtener la visión desde dentro, es de capital importancia
obtener información de cómo la misma se aprecia desde el exterior. Esa visión la
proporcionan aquellos que tienen que interaccionar con ella, ya sean clientes de sus
servicios o competidores.
La adecuada gestión del riesgo, la gestión del cambio y la implementación de medidas
preventivas y correctivas en toda su extensión, incluyendo planes de continuidad de negocio
y de recuperación frente a desastres, forman una parte capital de las herramientas para
aumentar la ciber-resiliencia. De entre ellas, hay que destacar la palabra "cambio", que es
una de las que más aparecen a lo largo de este texto. Una organización resiliente es la que
incorpora el concepto de cambio como parte de sus principios de su funcionamiento.
Como en cualquier estrategia de ciberseguridad, la resiliencia descansa en gran parte en
el factor humano. En este caso, principalmente en la capacidad ejecutiva, el liderazgo y la
concienciación. Una dirección con conocimiento, una conciencia de la organización, sus
procesos, sus fortalezas y sus limitaciones es vital, es decir, una dirección integrada en la
organización. Esto supone una dirección realmente informada, o con capacidad y voluntad
de informarse, de cada uno de los procesos que se ejecutan en la organización y que pueda
tener una visión global desde lo pequeño a lo grande. Una figura clave será el responsable
de ciber-resiliencia con voz a nivel directivo6. Toda organización es un ente dinámico que

4
Como por ejemplo el Improving cybersecurity and resilience through acquisition del DoD
http://www.defense.gov/news/Improving-Cybersecurity-and-Resilience-Through-Acquisition.pdf
5
Bahadur, A. V., Ibrahim, M., & Tanner, T. (2010) The resilience renaissance? Unpacking of resilience for tackling climate change and
disasters. Institute of Development Studies (for the Strengthening Climate Resilience (SCR) consortium): Brighton, UK
6
Ya se encuentran en Linked-in puestos de trabajo específicos para la gestión de la ciber-resiliencia

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modifica y crea nuevos procesos, productos o servicios. Cada uno alterará la red de
dependencias de la organización y tendrán que ser estudiados por la dirección sobre cómo
afectan a la resiliencia del todo.
Como principio de seguridad que es, la concienciación del personal de la organización es
un aspecto de capital importancia. Pero para alcanzar un nivel adecuado de resiliencia se
necesita algo más que concienciación, se necesita el compromiso real del personal7. Si, por
un lado, en los últimos años se ha puesto de moda la necesidad de fidelización de los
clientes, por otro se ha abandonado la fidelización del personal. Al abandonar el
compromiso de la organización con los trabajadores, estos abandonan el compromiso con la
organización y se convierte en una relación de carácter utilitarista a corto plazo y en ambos
sentidos. Los resultados son aún peores cuando la falta de fidelización se produce a nivel
directivo. Para crear este compromiso mutuo la organización ha de ofrecer una carrera
profesional a sus trabajadores, más aún, un plan de vida, una seguridad, un sentimiento de
grupo, en algunos casos un ideal, y una proporcionar una serie de valores añadidos que
vayan más allá del estímulo económico directo.
Por otro lado, esa comunidad de intereses entre el personal de la organización y la
organización misma no se podrá lograr si no existe al menos un cierto grado de cohesión
social de los individuos fuera del entorno de la organización. Difícilmente se conseguirá este
objetivo si en el equipo de trabajo existe personal con problemas de segregación, exclusión,
auto-exclusión, polarización ideológica o fanatismo. Indudablemente, una organización será
un reflejo de la estructura social en la que se inserta.
La capacidad de anticiparse a las crisis es un aspecto clave en la resiliencia de cualquier
organización, de ahí la importancia de los CERT y la necesidad de potenciarlos en su
capacidad proactiva y anticipatoria de amenazas, no solo en su carácter reactivo. Esa
capacidad no se puede obtener si no es observando críticamente el estado del entorno y su
evolución. Para ello, la organización ha de llevar a cabo una auténtica labor de inteligencia.
Será necesario un grado elevado de permeabilidad en las voces que participen en el proceso
de toma de decisiones que permita un flujo real de información de abajo hacia arriba, hacia
los niveles de toma de decisión. También un alto nivel de conectividad entre unidades que
permita el intercambio de información, conocimiento y aprendizaje. Una intercomunicación
que no suponga dependencia, sino que esté ordenada de forma que permita anticipar y
gestionar el proceso del cambio. La capacidad de anticipación no es solo una cuestión de
información, sino de actitud. La dirección de la organización ha de ser consciente de que no
controla todas las variables y ha de estar preparada para esperar lo inesperado, y con la
flexibilidad mental de aceptarlo antes de que sus consecuencias sean irreversibles. La
capacidad de pensar «out-of-the-box», permitirá ser proactivo y explorar nuevas y
novedosas opciones para enfrentarse a lo incierto y lo inesperado.
Una organización resiliente será aquella en la que el árbol de relaciones humanas y
materiales que la conforman sea lo más sencillo posible. Un aspecto clave para lograr la

7
Coyle T., "Your Best Asset? An Empowered and Aware Workforce", CIO, enero 2014
http://www.cio.com/article/2865519/security0/your-best-asset-an-empowered-and-aware-
workforce.html?utm_campaign=sflow_tweet#tk.rss_all

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ciber-resiliencia es la simplificación de la organización, y en particular de sus sistemas de


información. Una organización más simple es aquella que lleva a cabo menos procesos, en
menos unidades, con menor diversidad de sistemas y con menos interfaces entre ellos y,
sobre todo, con el exterior. Si la estructura de la organización es muy compleja, y la
dependencia entre sus sistemas es alta, será muy difícil determinar el grado de impacto que
un evento simple puede tener en la operativa global de la misma, ya que será imposible
obtener un modelo realista de su funcionamiento. En entidades complejas el efecto de un
evento tendrá un comportamiento que se alejará de ajustarse a un modelo lineal y se
acercará más a un modelo caótico. Es muy difícil tratar con dichos modelos, menos aún de
forma analítica, y predecir su comportamiento. Pero lo que sí es posible es simplificar una
organización dividiéndola en unidades con interfaces bien definidos, en las que se pueda
estudiar su comportamiento mediante modelos más simples. Cada unidad por separado
tendrá ante un cambio un comportamiento más cercano a un modelo lineal y aumentado la
latencia de sus interfaces, es decir, la velocidad con la que una crisis se propaga entre sus
unidades, se conseguirá una organización más fácilmente controlable y predecible.
Una organización resiliente será aquella en la que sus procesos continúen operativos en
cualquier circunstancia, con un grado de eficacia que tal vez no alcance el cien por cien del
rendimiento deseable, pero que sí permita mantener la vida de la organización. Ante una
incidencia es necesario distinguir aquellos procesos que son imprescindibles, frente a los que
se pueden detener temporalmente, clasificando estos últimos en función del tiempo que
pueden estar suspendidos (algunos podrán estar detenidos durante minutos otros
indefinidamente) desarrollando un plan de continuidad de negocio a largo plazo y con una
visión amplia. Para ello es necesario identificar cuáles son los recursos claves, y en particular
los recursos TIC, que son imprescindibles para mantener el funcionamiento de cada uno de
ellos. En función de dicha clasificación, realizar una matriz para determinar una asignación
de recursos a procesos utilizando criterios de criticidad dentro del plan de recuperación de
desastres. Así mismo, los recursos, en particular los recursos humanos, han de ser lo
suficientemente flexibles para ser asignados dinámicamente de un área a otra, lo que exige
preparación, ensayo y dirección.
Dentro de este plan hay que tener especialmente en cuenta los interfaces externos, que
están formados por toda relación que tiene la organización con su entorno. Los interfaces
con el exterior son de muchos tipos, pueden abarcar desde aspectos sociales a las redes de
suministro eléctrico, pasando por el outsourcing y los servicios en la nube. Una estrategia de
ciber-resiliencia ha de estar dirigida a disminuir las dependencias externas. Esto no quiere
decir que una organización sea autárquica en su operativa diaria, es imposible imaginar una
organización completamente aislada, y el aislamiento no tiene que ser el objetivo de una
organización, ya que perdería su sentido. Pero ha de ser capaz de resistir durante un periodo
de tiempo tan prolongado como sea posible cortes en los suministros, en especial en los
suministros de energía, y no ha de depender en su operativa de servicios proporcionados a
la propia empresa a través de Internet. En particular, todos los procesos de negocio han de
poder llevarse adelante utilizando los servicios propios de la organización: telefonía, correo,
compartición de documentos, sistemas de gestión, base de datos, etc. Más importante, la
organización debe disponer del capital humano y del know-how necesario para realizar
dichas tareas. Es más fácil reponer máquinas que reponer profesionales, tanto para la

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operación, como el mantenimiento y el desarrollo. Ellos son la parte capital del Patrimonio
Tecnológico de una organización o de un país.
Un aspecto a destacar es que cada vez tienen más peso la naturaleza social de los
trabajadores de la organización. En un mundo global, las dependencias sociales y los
miembros de la organización no se centran en un entorno geográfico inmediato, sino que
tienen un alcance global mediante las redes sociales, redes de contactos, mensajería
instantánea, etc. De esa forma, los sucesos que ocurren en todo el mundo entran
directamente en la organización a gran velocidad. Una catástrofe en Malasia o un atentado
en Nueva York afecta al rendimiento y las decisiones de los miembros de la organización. La
información y los sentimientos sociales entran a través de los dispositivos personales, por lo
que el BYOD8 no es solo una amenaza técnica, sino una amenaza social. Esto no supone
despreciar virus y troyanos que puedan penetrar utilizando mensajes o conectando
elementos de control, como no hay que minimizar la información que se filtra al exterior
utilizando los mismos elementos mediante metadatos o elementos más evidentes, como son
fotografías realizadas en las propias instalaciones o conversaciones sobre aspectos internos
e inmediatos sobre la organización y su personal.
La reducción de dependencias externas ha de estar ligada también a la reducción de
dependencias internas. Esto implica que la organización ha de implementar redundancia en
sus sistemas, en su personal y en sus procesos. Por principio, se ha de evitar exponer cada
uno de los elementos claves de la organización a las mismas amenazas, y, por otro lado, los
elementos que incorporan redundancia distribuirlos por los mismos criterios: localización
geográfica, de tipo de aplicación, de fabricantes, de suministradores de red de
comunicaciones, de personal e incluso de órgano director. En conclusión, balancear el riesgo
entre todos los elementos de la organización.
Los procesos de la empresa se construyen sobre el sistema de información de la
organización, cuyos ladrillos los forman un conjunto de hardware y software suministrado
por diferentes proveedores. Si el objetivo es conseguir el «security-by-design» de la
organización y de su infraestructura TIC, será necesario garantizar el «security-by-design» de
los elementos que soportan los procesos de la empresa. Actualmente, los requisitos
establecidos para la adquisición de sistemas y de aplicaciones van poco más allá de las
descripciones funcionales. De hecho, se aceptan unas desviaciones muy grandes en la
funcionalidad y la fiabilidad de los sistemas TIC y se hace descansar la seguridad del conjunto
en las estrategias de detección y reacción ante sus brechas. Para conseguir una auténtica
resiliencia no debe existir una línea que divida la parte funcional de la parte de seguridad en
cada producto, y para ello es necesario aumentar el nivel de exigencia en la compra de los
elementos de nuestra infraestructura. El objetivo último es conseguir una verificación formal
de las especificaciones de los productos, especificaciones orientadas a la seguridad en un
entorno ciber-hostil, que permitan demostrar «a priori» la seguridad de los diseños. Este no
es un camino fácil, supone cambiar la cultura en el entorno de ingeniería de desarrollo, así
como en la ingeniería de requisitos ligada a la adquisición de productos.

8
BYOD: Bring Your Own Device. Denominación que se ha dado a la utilización del dispositivo de comunicación
personal del trabajador con fines laborales.

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CIBER-RESILIENCIA

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Relacionado con lo anteriormente expuesto está la necesidad, como en la estrategia de


ciberseguridad se planteaba, de proteger y potenciar el patrimonio tecnológico. No solo
proteger el capital humano, que ya se ha comentado, sino también el patrimonio material.
Esto supone algo más que tener un depósito de material de reserva de dispositivos que son
para nosotros cajas negras. Para conseguirlo de una forma realmente sostenible es necesario
impulsar las tecnologías propias y mantener una industria nacional que reduzca todas las
incertidumbres relacionadas con las cadenas de suministro o con especificaciones ocultas. Y
esto hay que hacerlo más allá de los productos específicos para implementar sistemas de
seguridad, lo que supondría centrarse únicamente en el aspecto reactivo, sino en toda clase
de sistemas para que la infraestructura tecnológica sea segura por diseño.

LA GESTIÓN DE LA CIBER-RESILIENCIA
Intuitivamente es fácil adivinar que medir la resiliencia de una organización no es algo
inmediato, pero un concepto que no se puede medir, analizar o contrastar carece de utilidad
práctica, ya que en ese caso no se podría gestionar de forma racional. Es necesario
desarrollar un modelo analizable de forma objetiva, preferentemente cuantitativa, que
tenga una aplicación práctica real, que permita realizar comparaciones, y del que se puedan
extraer reglas e inferir resultados. En otro caso el concepto de resiliencia caería víctima de
las interpretaciones no rigurosas y modas.
No es posible medir de forma directa un concepto que entraña gran complejidad. La
resiliencia es una variable compleja imposible de derivar de una lectura sencilla y directa de
una organización. El hecho de que la ciber-resiliencia implique la capacidad de adaptación y
supervivencia a cualquier tipo de cambio supone que se ha de estudiar la organización, y su
relación con el entorno, en todas sus dimensiones. Esto supone recoger una serie de
indicadores y medidas cuantitativas, de muy distinto tipo, que serán sistematizadas en una
serie de métricas que permitirán tener una caracterización de la organización como un todo
y de cada una de sus partes. Han de emplearse métricas de ingeniería, de toma de
decisiones, sobre distintas tecnologías y niveles de abstracción, de seguridad y de otras
disciplinas, así como métricas desarrolladas ad-hoc. En el caso de ciber-resiliencia, es
necesario que dichas medidas reflejen no solo el estado de los procesos dependientes de la
infraestructura TIC de forma estática, sino las relaciones dinámicas entre los elementos de la
organización y el entorno: el conjunto de elementos físicos que lo conforman, los flujos de
información, el plano cognitivo y el de relaciones sociales inter y extra organización9. Estas
medidas han de incluir métricas de coste que permitan evaluar el gravamen que supone
implementar una determinada estrategia de ciber-resiliencia, una solución concreta, un
producto o sistema o un cambio en los procesos de la organización. La medida del coste
también será multidimensional, ya que tendrá en cuenta no solo el coste directo de la
integración de la solución, sino también los costes de mantenimiento y su impacto en el
conjunto de procesos y estrategias de la organización. La ciber-resiliencia no se evaluará
como un todo o nada. Una organización tendrá un grado determinado de resiliencia que se

9
Igor Linkov, Daniel A. Eisenberg, Kenton Plourde, Thomas P. Seager, Julia Allen, Alex Kott. Resilience metrics
for cyber systems. Environment Systems and Decisions, 2013; DOI: 10.1007/s10669-013-9485-y

Documento de Opinión 35/2015 12


CIBER-RESILIENCIA

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determinará en función de cómo se vean afectados los procesos de negocio, o aquellos


esenciales para la operación de la empresa, y por cuánto tiempo.
Una vez obtenida una medida, será posible determinar qué mejoras se pueden introducir
en la organización para incrementar el valor medido de resiliencia. Con las mejoras
implementadas, incluyendo los cambios que de forma paralela se han producido en el
proceso de adaptación, se podrá tener una estimación de si la organización ha mejorado su
capacidad de resiliencia y compararla con otras organizaciones similares de su entorno. Para
cada uno de los elementos a medir es necesario definir cuáles son los niveles de servicio
deseables y, a partir de ellos, determinar cuáles son los niveles aceptables, medidos a su vez
de forma cuantitativa, de forma directa a través de determinados parámetros de calidad o
indirecta a través de la medida del impacto que tiene la interrupción del servicio. La
estimación de los niveles aceptables de servicio es capital, no solo para la medida de la
resiliencia. Implementar una organización resiliente tiene un coste a corto plazo, y es
necesario medir con precisión la carga que supone alcanzar dichos niveles, de igual forma
que en un análisis de riesgos.
En este artículo no se pretende fijar un modelo de medida de resiliencia, pero sí dar
algunas indicaciones bibliográficas sobre los trabajos que se han desarrollado para obtener
un marco de referencia para la elaboración de un conjunto de métricas de resiliencia10. Entre
ellos cabe destacar los estudios realizados por ENISA en su programa para la evaluación de la
resiliencia en infraestructuras críticas11 12, el desarrollo de una ontología y taxonomías para
la evaluación de la resiliencia13.
Una vez que se tiene la capacidad de tener una medida objetiva de la resiliencia es
posible realizar la gestión de la misma a lo largo del tiempo. Para ello se han desarrollado
modelos de gestión de la ciberresiliencia, como el CERT® Resilience Management Model
(CERT-RMM) que presenta la universidad Carnegie-Mellon14. Este modelo de gestión de la
ciber-resiliencia pretende dar una visión unificada y convergente de las disciplinas de gestión
de la seguridad, continuidad de negocio y la gestión de las operaciones de información y
comunicaciones y aplicar el concepto de proceso a dichas disciplinas para poner en práctica
los principios de mejora continua utilizando las métricas expuestas en los párrafos
anteriores. El modelo contiene veintiséis procesos que cubren cuatro áreas para la gestión
de la resiliencia: gestión de negocio, ingeniería, operación y gestión de procesos.
Basado en el anterior, se han desarrollado modelos de autoevaluación, como el Cyber
Resilience Review (CRR) desarrollado por el US-CERT15 para determinar la resiliencia de la
organización y la implantación de las prácticas de seguridad. Se basa en la idea de que toda

10
Deb Bodeau, Rich Graubart, Len LaPadula, Peter Kertzner, Arnie Rosenthal, Jay Brennan Cyber Resiliency
Metrics, ©2012The MITRE Corporation.
11
Measurement Frameworks and Metrics for Resilient Networks and Services: Technical report ENISA
European Network and Information Security Agency (ENISA), 2010
12
Measurement Frameworks and Metrics for Resilient Networks and Services: Challenges and
Recommendations. ENISA European Network and Information Security Agency (ENISA), 2010
13
Ontology and taxonomies of resilience, ENISA European Network and Information Security Agency 2011
14
Richard A. Caralli, Julia H. Allen, Pamela D. Curtis, David W. White, Lisa R. Young CERT Resilience
Management Model, Version 1.0 Software Engineering Institute, Carnegie Mellon 2010
15
Cyber resilience review: self assesment package. US-CERT - Homeland Security 2014

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organización despliega sus recursos (personal, información, tecnología e instalaciones) para


dar soporte a misiones operativas específicas. Aplicando este principio, el CRR intenta
comprender las capacidades de la organización para llevar a cabo, planificar, gestionar,
medir y definir las prácticas de ciberseguridad en los siguientes dominios de gestión:
recursos, control, configuración y cambio, vulnerabilidad, continuidad de servicio, riesgo,
dependencia externa, preparación y concienciación y concienciación situacional.
También en España, y desde el INCIBE16, se ha desarrollado un marco de medición de
indicadores de ciber-resiliencia orientado a la ciberseguridad de las organizaciones,
integrando los indicadores bajo la óptica de gobernanza, medidas de riesgo en los distintos
dominios funcionales, e indicadores de rendimiento.
Finalmente, destacar cómo el desarrollo de ejercicios y modelos de simulación, como se
establece en la Estrategia de Ciberseguridad Nacional, es una herramienta apropiada para la
evaluación directa de la velocidad de respuesta de la dirección, la flexibilidad de la
organización, la preparación del personal, los procedimientos, etc., sobre escenarios que
recreen cualquier tipo de crisis.

CAMBIANDO A UNA VISIÓN A LARGO PLAZO


Gestionar una organización para alcanzar un elevado grado de ciber-resiliencia supone
cambiar de las políticas de empresa orientadas a la maximización de beneficios a muy corto
plazo por una planificación con objetivos a largo plazo. Como toda estrategia de seguridad
sobre las que se construye la ciber-resiliencia, supone añadir costes adicionales a los
procesos, inversiones cuyas ventajas no se harán evidentes en las cuentas de resultados del
próximo ejercicio. Y eso es un cambio radical frente a la forma en la se concibe actualmente
tanto la dirección económica como política de las organizaciones. La resiliencia supone la
creación de organizaciones sostenibles, con estructuras adaptadas a conseguir metas a largo
plazo, y la vuelta al compromiso real del personal y de la dirección con la organización.
La resiliencia será una cualidad total de la organización. No se puede trabajar para
alcanzar únicamente la ciber-resiliencia como algo aislado, sino que implica acciones en
todas las dimensiones de la organización. Para que los sistemas TIC tengan unos cimientos
estables que permitan construir una infraestructura ciber-resiliente, los procesos de la
empresa a los que dan soporte han de ser sostenibles, han de ser resilientes.
Ciber-resiliencia será el resultado de un largo proceso que implicará la capacidad de
analizar críticamente el entorno, tener capacidad de anticipación, incorporar estructuras,
actores y funciones flexibles y adaptables17. No es un estado, sino un conjunto de
condiciones dinámicas que forma parte del espíritu de la organización. Por otro lado, la
supuesta resiliencia no ha de ser una excusa para la relajación de la gestión del riesgo ni del
cambio, ya que ambos procesos forman parte de los mecanismos para garantizarla.

16
Suárez, Héctor, et al. Ciber-resiliencia Aproximación a un marco de medición. INTECO

17
Norris, F.H., Stevens, S.P., Pfefferbaum, B., Wyche K.F., Pfefferbaum, R. L. (2008) ‘Community Resilience as a
Metaphor, Theory, Set of Capacities, and Strategy for Disaster Readiness’, American Journal of Community
Psychology 41: 127–150.

Documento de Opinión 35/2015 14


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A diferencia de otros principios de seguridad, la ciber-resiliencia no se implementa. La


resiliencia forma parte del «ser» de la empresa: se es resiliente o no se es resiliente. Como
se ha señalado a lo largo de este texto, la resiliencia, así como la ciber-resiliencia forman
parte de la naturaleza de una organización. Por lo tanto, conseguir que una organización
llegue a ser ciber-resiliente puede suponer cambiar dicha naturaleza y realizar una
transformación profunda tanto en su estructura como en su forma operar. Esto no es algo
para nada sencillo, esa transformación es en sí misma traumática y puede resultar en un
cambio muy complejo. No se conseguirá con un manual de buenas prácticas, unos cursos de
formación y un diploma. Es mucho más que eso. Supone sacrificar privilegios de algunos
miembros de la organización, costumbres consagradas por el uso, la mentalidad de la
dirección, los mandos intermedios y los trabajadores y las formas de trabajar. Supone
renunciar a los caminos «fáciles», ser muy críticos con las modas y los cantos de sirena. La
búsqueda de la resiliencia resultará incómoda para aquellos que se aferren a la consecución
de objetivos a corto plazo.
Las bases económicas y sociales se han construido en un entorno en red sobre-conectado
e interdependiente a nivel de personas, procesos y objetos. Es muy difícil que una
organización sobreviva en un entorno que es no resiliente en sí mismo, sobre todo si se
permite que en dicho entorno se generen fracturas sociales. Una empresa en un sector
económico, o un estado, no resiliente tendría que adoptar estrategias muy radicales para
asegurar su supervivencia, tal vez de tal calibre que mediatizasen su éxito a corto plazo.
Garantizar un entorno estable y confiable ha de ser un esfuerzo conjunto que ha de implicar
a entidades públicas y privadas.
Por lo tanto, alcanzar la auténtica ciber-resiliencia ha de ser un objetivo tanto del Estado
como de las empresas, no se podrá conseguir la resiliencia de uno sin los otros. Esta meta se
puede considerar una obligación cuando se está hablando de sectores de la administración
pública, de compañías en sectores estratégicos o que tengan una importante dependencia
en sus modelos de negocio de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

Luis de Salvador Carrasco*


Doctor en Informática

*NOTA: Las ideas contenidas en los Documentos de Opinión son de responsabilidad de sus autores,
sin que reflejen, necesariamente, el pensamiento del IEEE o del Ministerio de Defensa.

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