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Ensayo 1
Ensayo 1
Ensayo 1
Charles Caldwell Ryrie presenta de manera clara y precisa a lo largo de 14 capítulos, una
serie de análisis, argumentaciones y conclusiones a la luz de la Palabra (La Biblia), que
señalan las prioridades del creyente cristiano en su accionar social y también en su actitud
personal como ciudadano, frente a las desigualdades de tipo social, político y económico
que surgen en el seno de las sociedades. Igualmente plantea cómo la mirada del entorno
social del creyente, sin llegar a ser indiferente, debe estar centrada en Cristo como
sustrato y modelo, para en profundidad, a transitar hacia sus mandatos y su doctrina.
Para Ryrie, el seguidor de Cristo, está llamado a construir e impulsar una ética personal
que parta de la perfección del creyente desde el espejo del Señor Jesús, pero también de
una ética social, con un comportamiento adecuado frente a las autoridades, a la sociedad
y al universo (naturaleza- planeta); allí el punto que marca la diferencia es saber que una
cosa es el deber social cristiano y otra, el cumplimiento de los mandatos que nos deja el
Señor Jesús como prioridad.
Para ello toma una serie de afirmaciones y convicciones comunes en muchos cristianos en
torno a la ética social (Imagen 1), que en opinión del autor son equivocadas y nos lleva
por un análisis bíblico para señalar el lugar correcto que tiene esa preocupación social en
las responsabilidades del cristiano, el grado de participacion ideal del creyente, cómo y
en qué áreas debe hacerse, advirtiendo en todo caso que la respuesta a este interrogante
no solo está en palabra de Dios sino en la comunion intima con el Señor, es decir, bajo la
luz del Espíritu Santo.
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El El cristiano está
evangelio Nuestra
obligado a comisión debe
tiene una combatir y a incluir tanto la
implicación erradicar la responsabilidad
social pobreza social, como la
evangelística
La gran comisión es
un servicio ya que
Jesús vino a servir,
por lo tanto, es un Los ricos
servicio social deben
repartir toda
su riqueza
entre los
La acción
pobres del
social es
mundo
prioritaria
Comienza Ryrie afirmando tajantemente que la etica social es biblica, pero que no forma
parte del evangelio. La gran comisión consiste en evangelizar y enseñar; predicar el
evangelio significa proclamar las buenas nuevas que tienen que ver con el reino venidero
y es un mensaje que beneficia tanto a ricos como a pobres (se refiere tanto a los
materialmente pobres, como a los de pobreza espiritual). Las buenas nuevas son: Cristo,
el Salvador murió, fue sepultado, resucitó y luego apareció, es decir, que ahora vive. El
que cree en esas buenas nuevas, es salvo. Ahora bien, si Cristo fue enviado a servir y
nosotros también debemos hacerlo, pero servir significa redimir, no calmar las
necesidades básicas de los conciudadanos, lo que se confirma a partir de sus milagros que
dejaron evidencia de su autoridad no solo para sanar sino esencialmente para redimir.
El ejercicio de la ética personal y social dependerá del concepto que se tenga de Dios en
4 perspectivas: soberanía, amor, bondad y justicia; allí es necesario que el creyente de
testimonio y ejemplo consecuente de seguir a Cristo. Dios es soberano y reina haciendo
todas las cosas según el designio de su propia voluntad, es por ello que no podemos discutir
ni cuestionar el orden social, el devenir de los pobres o el curso de los gobiernos. El autor
define el amor como procurar lo mejor para el objeto amado, en nuestro caso, cualquier
cosa que traiga gloria al Omnipotente. Amarse unos a otros significa que cada uno ha de
buscar la gloria de Dios en la vida del otro. Ello hace referencia básicamente a la familia
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de Dios, pero frente a los inconversos ¿cómo funciona? Buscando su salvación para que a
su vez estos nuevos creyentes encuentren la gracias de Dios. Aunque las buenas obras con
todo el mundo son buenas, jamás tendrán la misma importancia de promover la salvación
de las personas. De manera complementaria, Dios es bondadoso para guiar a todos los
hombres al arrepentimiento. Nuestra tarea es llevarles la salvación. Finalmente, señala
que Dios es justo; su justicia siempre triunfará y será El quien la realice. Nuestra tarea
en términos personales, es evitar ser injustos.
El autor nos recuerda que, aunque el hombre fue creado a imagen de Dios, sus atributos
(dominio, inteligencia y vida misma) están limitados por la caída, razón por la cual el
hombre jamás podrá alcanzar las máximas posibilidades para las cuales fue creado. Por
eso nuestra prioridad no es mejorar las condiciones sociales de la humanidad y de los
Estados; la necesidad más grande de un hombre es tener un salvador y nuestra mayor
muestra de solidaridad es el evangelismo. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, está presente la preocupación por los oprimidos, no se exige el
establecimiento de justicia en el mundo, ni es una meta el cuidado de todos los
necesitados; en ambos la preocupación por pobres, huérfanos y viudas es similar; estas
preocupaciones forman parte de los deberes cristianos y se dirigen primeramente al
cuerpo de Cristo.
La pobreza es un fenómeno social inevitable, que fue anunciado por Jesús en Marcos 14:7
cuando dijo “siempre tendréis a los pobres”. Si la pobreza que siempre ha existido y
existirá constituyera un llamado a la acción para eliminarla, entonces ningún cristiano
podría justificar su derecho de poseer más bienes básicos para subsistir. La mera
existencia de la necesidad, no determinan si debo hacer la buena obra o no. Es necesario
saber la voluntad de Dios antes de realizarla.
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Los deberes del cristiano hacia los hombres
El cristiano no puede ser indiferente a las necesidades del prójimo; el amor hace a la
iglesia disponible para todo ser humano en sus dolores y tragedias; esa actitud de
disponibilidad y aproximación a la sociedad es parte de la bendición compartida por los
creyentes y es lo que el autor considera como ética social bíblica, que se resume en el
siguiente esquema (Efesios 3:19):
AMAR AL PROJIMO
PRIORIDAD
Afirma el autor que ni siquiera el Señor pudo suplir las carencias de todos los necesitados.
Es imposible socorrer a todas las personas del mundo. Entonces, ¿cuáles deben ser nuestras
prioridades? Las de Cristo:
Jesus no sanó a todos los enfermos, pues El no creía que con solo la existencia de la
enfermedad se justificara la acción social. No dio de comer a todos los hambrientos. El
¿Física o propósito principal no era suplir la escasez material de la gente sino glorificar al
Espiritual? Todopoderoso, enseñar a los discípulos y confirmar que Él era Dios. Además, las prioridades
del Señor eran espirituales. Vino a salvar al mundo de sus pecados.
Nuestra relación más importante no es con el gobierno civil bajo el cual vivimos, sino con el
¿Justicia o Altísimo, lo que implica una vez más, que las prioridades de Jesús eran espirituales. Podemos
sumisión? aceptar que no haya justicia política, pero nunca rechazar que debemos ser sumisos al Padre
Celestial. Jesús no era un revolucionario político, pero si un revolucionario religioso radical.
A veces los cristianos deben sacrificar sus derechos por el bien de otros. Por ejemplo, al ser
¿Derechos o ofendidos no ofender, o al ser tratados de manera injusta no reclamar, aun renunciando a los
ministerio? derechos propios. Todo dependerá de que no se pongan en riesgo las labores de
evangelización y testimonio al mundo.
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Las responsabilidades civiles del cristiano son mandatos del Señor.
REFLEXION
Aunque este libro data de 1990, describe el auge de los movimientos cristianos que centran
su mirada en el servicio y responsabilidad social (y que surgen de manera alterna con otros
movimientos sociales en las décadas de los 40´s a los 80`s) que no son neotestamentarios
y tuvieron como error poner en el mismo lugar la justicia social y evangelismo. Por
ejemplo, en Colombia la Teología de la liberación se proclamó en su momento como la
primera teología cristiana propiamente latinoamericana, fiel al grito profético de los
primeros misioneros cristianos, en defensa de los oprimidos, con figuras relevantes y
cuatro grupos o movimientos de Iglesia (católica), que ejercieron su labor en el país entre
los años 1940 a 1980: Richard Shaull (misionero presbiteriano norteamericano), Camilo
Torres (sacerdote, sociólogo y guerrillero colombiano), Rafael Ávila (teólogo y profesor
laico colombiano). Los cuatro movimientos, vigentes entre los años 60-80, fueron los
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movimientos sacerdotales “Golconda” y “Sacerdotes para América Latina” (SAL), y los
movimientos eclesiales de base “cristianos por el Socialismo” (CPS) y “Comunidades
Eclesiales de Base” (CEBs).
En épocas de la iglesia primitiva, el sanedrín era un órgano religioso, pero también político
y por contradecir el mandato divino, Pablo y Pedro le hicieron oposición, desobedecieron
y sufrieron las consecuencias (Hechos 5:29). Pablo en Filipos a través de un paro (Hechos
16:37) presionó a las autoridades romanas a cumplir con su derecho al debido proceso
ante una sentencia injusta. Los creyentes somos ciudadanos del cielo (Efesios 2:12,19) y
ciudadanos del Estado, por lo tanto, debemos participar en política, cumplir nuestros
deberes y ejercer nuestros derechos, tal y como lo hizo Pablo como ciudadano romano.
No obstante, queda claro que así un gobierno sea enemigo de Dios, por cuestiones de
conciencia los creyentes podemos declararnos en desobediencia (con las consecuencias
que ello trae) pero nunca promover la revolución y el derrocamiento de los gobiernos,
porque, al fin y al cabo, es Dios quien pone y quita los gobernantes. Los creyentes estamos
llamados a contribuir a la realización de la justicia desde la oración, con un
comportamiento santo en las relaciones con el Estado, es decir con honestidad, el
ejercicio de una ciudadanía respetuosa y su participación en los procesos y mecanismos
legales de acción social.
Hay líderes seguidores de Cristo que son ejemplos de vida y que contribuyeron a cambiar
el curso de la historia en contra de la injusticia en su nombre; ellos fueron, entre otros,
Martin Luther King Jr. en Norteamérica, William Wiberforce en Reino Unido, Desmond
Tutu en Sudáfrica, Jerzy Popiluszco en Polonia, Oscar Romero en El Salvador y Dietrich
Bonhoeffer en Alemania; verdaderos siervos, que lograron construir su proyecto de vida
en consecuencia al Plan Divino (como lo describe el autor), desde el principal
mandamiento de Jesús. Allí está nuestro mayor desafío.