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‘Las sufragistas’

Género: drama. R U, 2015.

Año
2015
País
Reino Unido
Director
Sarah Gavron
Reparto
Carey Mulligan, Helena Bonham Carter, Anne-Marie Duff, Brendan Gleeson, Ben Whishaw, Meryl
Streep, ...
Género
Drama | Histórico. Política. Años 1910-1919. Feminismo

“Las mujeres no tienen tranquilidad de temperamento o el equilibrio de la mente, para ejercer un juicio, en los
asuntos políticos”. “Si permitimos que las mujeres voten significará la pérdida de la estructura social. Las
mujeres están bien representadas por sus padres, hermanos, esposos”. “Una vez que se dé el voto, sería
imposible detener esto. Las mujeres entonces habrían de exigir el derecho de estar en el Parlamento, ser
Ministros de Gabinete, jueces”. Pronunciamientos públicos de los hombres contra la lucha de las mujeres por el
derecho al voto. LONDRES, 1912.

Esta película tiene mucho que ver con Emmeline Pankhurst (1858-1928), activista política británica y
líder del movimiento de las sufragistas que luchó por el derecho de las mujeres a votar en Gran
Bretaña, a comienzos del siglo veinte. Sus luchas tuvieron una especial complejidad, con frecuencia
basadas en tácticas de naturaleza incluso algo violenta, dada las frustraciones del movimiento ante la
rigidez del sistema para aceptar sus demandas. Sin embargo, en general se basaron sus luchas en
métodos de resistencia civil, que eventualmente lograron el apoyo suficiente como para que se
lograran los objetivos deseados. En verdad, ha sido larga la lucha para que las mujeres lograran el
derecho al voto. Recuerdo bien el entusiasmo de mi madre cuando en 1957, luego de un plebiscito, se
concedió tal derecho a las mujeres en Colombia. En Arabia Saudita las mujeres pueden votar y
presentarse como candidatas a las elecciones municipales a partir del año 2015 y ser designadas
miembros del Consejo de la Shura, el órgano asesor de la monarquía. Con todo, en sociedades como
las de Arabia Saudita todavía se limitan mucho los derechos de las mujeres en la vida pública y
privada. No pueden viajar, conducir, tener trabajos remunerados, recibir educación superior ni
casarse sin el permiso de un tutor varón.

Meryl Streep, protagoniza a Pankhurst. Esta extraordinaria actriz estadounidense cuya carrera ha
abarcado más de treinta años, ha merecido 19 nominaciones y tres premios Oscar (siendo la mujer con
más nominaciones en la historia de estos premios) y recibido el increíble número de 29 nominaciones
y ocho premios en los Globo de Oro. Pero en la película apenas si la vemos en algunas escenas. Su
personaje es un símbolo, un icono del movimiento de las sufragistas, sujeto a que sea llevado a prisión
y por ello solamente aparece en momentos fugaces, siempre protegido por un grupo de reverentes
simpatizantes. No obstante lo anterior, es tal el carácter dramático de Streep y la importancia de su
personaje, que tal fugacidad no opaca el poder de su papel, que queda en la memoria del espectador a
través de sus evidentes conexiones con todos los demás personajes y a través del diseño que hace la
dirección de esos momentos espectaculares.

De alguna manera, Las sufragistas es un intento bien logrado por describir cómo se tejen en un
movimiento los hilos del liderazgo y las sutiles conexiones entre todos los involucrados: Son muchas
las cosas que han de suceder para que la represión, el sentido común y la indiferencia reinantes no
apabullen a este tipo de organizaciones. Ellas deben funcionar en un ambiente extremadamente hostil
y tienen que ser muchas las relaciones y las interacciones para que no se apague la llama que las
impulsa. El filme muestra que ocurre una combinación entre al menos tres factores: la evidente
injusticia subyacente en la situación que se quiere cambiar; el liderazgo capaz y estratégico, que
desarrolla poderes simbólicos, de organización y, naturalmente, el compromiso de muchas personas
enamoradas de la causa, dispuestas a hacer una multitud de pequeñas o grandes tareas, de asumir
sacrificios personales y de experimentar el sufrimiento. Señala también la película cómo se van dando
ciertas circunstancias y cómo el ambiente va evolucionando como resultado de las acciones del
movimiento. Es evidente que el movimiento funciona porque se mueve, porque no se queda en las
palabras y en la ideología y esta era la idea central de Pankhurst. Como resultado de las acciones, se
generan las respuestas del sistema represivo. Como éste no las tiene todas consigo, se generan
respuestas desproporcionadas e injustas, las cuales alientan todavía más a la organización que lucha
por un mundo mejor.

Todo esto se describe bien. Las escenas de los ambientes de trabajo industriales a los que estaban
sometidas las mujeres asalariadas de la época, bajo condiciones de inseguridad, horarios extremos,
machismo, menosprecio y humillación, se convierten en caldo de cultivo para que muchas de ellas se
atrevan a convertirse en sufragistas, aunque sea como símbolo de la búsqueda de algo mejor. Para ello
tienen que vencer miedos y presiones y experimentar las habladurías y las groserías de sus
compañeros de trabajo. No era fácil tampoco la situación en el hogar. La mujer trabajaba por
necesidad, y debía atender la casa, a los hijos y los caprichos e inseguridades de sus maridos, aún en
los casos en los cuales se daba un sincero amor de pareja. Era vital que hubiera dos salarios por hogar,
y volverse activista implicaba muchos riesgos económicos y personales.

Ya vencidos los miedos y dados los pasos hacia volverse una mujer sufragista, había que asumir las
tareas de la organización y aceptar como inevitables la cárcel, las huelgas de hambre y las
consiguientes alimentaciones forzadas, las presiones moralistas, el desempleo y el menosprecio de
vecinos y familiares. ¿De dónde sale la energía y la capacidad para asumir estos retos? Se combinan
las circunstancias y las acciones, se refuerzan los lazos personales y se aceptan los retos. Y cuando
menos se espera, se dan momentos mágicos, instantes simbólicos, y el personaje se crece y deja
huellas. Es la capacidad de trascendencia que transforma a las personas y las convierte en
protagonistas de sus vidas, de sus historias y de sus ambientes.

Para tejer todas estas relaciones en Las sufragistas nos cuentan la historia detallada de Maud, una
joven mujer trabajadora, sencilla y humilde, casada y con un hijo, protagonizada por la excelente
actriz británica Carey Mulligan, y retazos de la historia de Edith New, una mujer mucho más
intelectual y e independiente, protagonizada por otra gran actriz, Helena Bonham Carter. Pero
también nos muestra pinceladas de valentía y de heroísmo de varias otras decididas mujeres (y de
algunos hombres también), soldados de a pie, que literalmente se atraviesan al impetuoso y peligroso
galopar del status quo y de las costumbres imperantes, haciéndolo tropezar, haciéndolo caer en
cuenta, hasta lograr el objetivo.

Es admirable el vigor mostrado por la película inglesa Las sufragistas (2015), dirigidano solo con
esmero artístico, sino también con aguda credibilidad. Ese vigor se muestra en la estructura lógica de
sus ideas y en lo específico de su tema: el derecho al voto de las mujeres.

Con guión escrito por Abi Morgan, la directora de esta película, Sarah Gavron, entiende bien que las
distintas luchas de las mujeres por alcanzar el voto, en condiciones iguales a los hombres, son más
que una reivindicación.
Por eso, Las sufragistas expresa muy bien que esta lucha de las mujeres es, además, sostén de la
sociedad toda, que es lucha política e implica la fe de llevarla hasta otros temas, como la equidad
social, el respeto a la condición humana y el logro de una sociedad más justa.

Todavía es más claro el argumento de este filme, cuando propone que esta gran lucha femenina es y
será dada fundamentalmente por las mujeres proletarias, quienes sufren con más dureza las
injusticias de una sociedad patriarcal y odiosa con sus regulaciones laborales.

Con eso último, Las sufragistas e s cine casi documental (su directora es también documentalista) y
no malgasta imágenes. Dicho concepto se incorpora una y otra vez al relato y también a su lograda
expresión visual.

Así se muestra con las mujeres en los centros de trabajo, en el hogar, en las calles, en las
actividades clandestinas y hasta cuando son encarceladas. Con esta lucha las mujeres organizadas
encuentran barreras no solo de hombres, sino también de otras mujeres. La resistencia al avance
social femenino proviene de igual forma de un sistema político- económico y no solo del orden
ideológico patriarcal.

Eso en lo conceptual, donde la película es hervidero de ideas que nos llega desde sus diálogos nada
superficiales, ¡para nada! Hay más, porque tres elementos fortalecen la posición fílmica de la
directora Sarah Gavron para esta excelente película.

Primero, la fotografía grisácea y de agudeza proletaria, lejos de cualquier estilo colorido de la “Belle
Époque”: recordemos que los acontecimientos se dan antes de la Primera Guerra Mundial. Ese arte
le corresponde al español catalán Eduard Grau, cada vez más grande en lo suyo.

El segundo elemento es la música de otro grande: el francés Alexandre Desplat, quien se muestra
superlativo: el filme corre por su pentagrama. Tercero: la extraordinaria presencia del elenco, con
formidable actuación de Carey Mulligan, eximia como la mujer fabril que, poco a poco, toma
conciencia política hasta convertirse en auténtica revolucionaria.

Las sufragistas es cine comprometido desde su ética y con su estética. Es filme aún válido, porque
las mujeres juegan hoy un papel histórico en el cambio de una sociedad que se cae con su
podredumbre. Este es cine del excelente, de ese que uno nunca debe perderse.

Película más reciente de la directora británica Sarah Gavron, con un equipo mayoritariamente
femenino, que basándose en hechos reales, retratan la situación social y política de las mujeres en
Inglaterra en los inicios de la Primera Guerra Mundial. En los inicios del pasado siglo, ya se
escuchaban levantamiento de las mujeres en el mundo, en donde habían muchas diferencias y
estaban relegadas a un segundo plano, por eso se centraron en el derecho al voto, como la gran
oportunidad de empezar a cambiar esa situación, y de esa ideología nace el movimiento de las
Sufragistas. Como las protestas pacíficas fueron ignoradas por muchos años, se decidió hacer una
protesta más visible y violenta, centrada en acciones que generaran impacto. Maud Watts,
interpretada por una estupenda Carey Mulligan, en el mejor papel de su carrera hasta ahora, es el
centro de esta historia, y junto con ella el espectador experimentará su propio cambio en la forma de
pensar, de cómo pasa de ser otra de las miles de mujeres relegadas a trabajar en una fábrica por un
pago mucho menor al de los hombres, a la de una abanderada del movimiento sufragista. La
película, sin muchas pretensiones, me pareció muy correcta y muy bien hecha. La incluiría en este
tipo de películas que salen cada año, que forman parte del “cine necesario”, películas necesarias y
que hay que ver. Y que además tienen otra particularidad, que si bien sus ambiciones artísticas no
son altas, su repertorio se centra en la historia, el argumento y sus interpretaciones. Acá la historia es
sencilla, muy bien hilada, y su elenco femenino brilla, desde la ya mencionada Mulligan, hasta la
siempre exquisita Helena Bonham Carter, es increíble como nunca se pasa y siempre es medida y
perfecta en sus interpretaciones; y sin olvidar por supuesto a la gran Meryl Streep, que hace un papel
muy pequeño, pero que resulta curioso que haga el de la cabeza del movimiento sufragista, años
después de haber interpretado a Margaret Thatcher. En síntesis, es una película sencilla, pero a la
vez fuerte, necesaria, dolorosa y emotiva. Muy recomendada para todas las mujeres, para conocer
los esfuerzos y el drama de las mujeres de antaño en que hoy tengan el derecho al voto, y por
supuesto a los hombres también, para que reconozcamos esa lucha y no se mire con desdén al
movimiento feminista, que a pesar de los años y algunos cambios, aún se mantienen viejas
costumbres.

Que dos supuestamente gloriosas democracias del mundo occidental más avanzado como Reino
Unido y Francia no permitieran el derecho al voto a las mujeres, ni a ser elegidas, hasta 1928 y 1944,
respectivamente, debería enervarnos hasta tal magnitud que la mejor consecuencia sería sin duda
un verdadero examen de conciencia. Y no ya sobre el pasado, sino sobre el presente. Media
humanidad, como poco, quedaba al margen de las decisiones, y Sufragistas, película británica
compuesta en su mayoría por mujeres, nos escupe a la cara la vergüenza. Con rabia, con
delicadeza, con elegancia, con justicia, con verdad, con pasión. Porque aún queda mucho por hacer.
Sarah Gavron es la directora, Abi Morgan, reputada dramaturga, la guionista, mientras un grupo de
sensacionales intérpretes, comandado por la siempre perfecta Carey Mulligan, pone rostro a aquellas
mujeres con el valor suficiente para enfrentarse al peor de los malvados, y no de tebeo precisamente:
el hombre que se cree superior.

Gavron y Morgan relatan el proceso de conversión ideológica y política de una mujer común.
¿Común? Aparentemente común, porque esas obreras del activismo lo arriesgaron todo hasta las
últimas consecuencias. Hasta el martirio, hasta la muerte, hasta perder a sus hijos. La imprescindible
mano de obra de una revolución que tenía sus caras brillantes, y necesarias, en mujeres que han
pasado a la historia por sus discursos, y que desde luego se la jugaron, pero que necesitaban las
imprescindibles acciones de las de abajo.

Con unos aditamentos formales excelentes, música de Alexandre Desplat, fotografía del barcelonés
Eduard Grau, ya instalado con comodidad en el cine internacional, Sufragistas es algo más que una
película; es la configuración de una victoria sobrecogedora. La puesta en escena sin fisuras pero sin
alardes de Gavron, entre los tonos amarillentos, de niebla física y tormenta moral de la foto de Grau,
puede parecer algo fría en algunos instantes, pero nunca llega a resquebrajarse por la emoción de la
temática y las situaciones. Al que no se le hiele la sangre con las imágenes finales documentales,
tiene un problema.

FRASES

“¿Qué van a hacer? ¿Encerrarnos a todas? Somos la mitad de la humanidad, no pueden


detenernos a todas.”
CAREY MULLIGAN - Maud Watts

“No subestiméis nunca el poder de las mujeres para decidir nuestro destino. No nos han
dejado alternativa, ¡desafiad al gobierno!”
MERYL STREEP - Emmeline Pankhurst
“Toda la vida he sido respetuosa, he obedecido a los hombres. Ya no puedo seguir así.”
CAREY MULLIGAN - Maud Watts

“Los hechos, no las palabras, cambian las cosas.”


ANNE-MARIE DUFF - Violet Mille

“No queremos quebrantar las leyes, queremos redactar las leyes.”


MERYL STREEP - Emmeline Pankhurst

“El único camino es avanzar.

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