Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Figueroa Ibarra

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 118

LOS QUE SIEMPRE ESTARÁN

EN NINGUNA PARTE
(La Desaparición Forzada en Guatemala)

Carlos Figueroa Ibarra


Prólogo de Nineth Montenegro

Cii
GAM
GRUPO DE APOYO MUTUO D.-.;~=~=
¡._.C~e1tr~o~lnle_ma_ciona-i
Maestro Roberto Vélez Pliego.
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Mario Polanco.
Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).

Equipo de Investigación. A todos los que siempre estarán


Centro Internacional para Investigaciones en Derechos en ninguna parte
Humanos (CIIDH).

A Víctor Palacios,
desaparecido olvidado,
recuerdo fugaz de
mi primera infancia

Los que sienzpre estaráu en uiuguua parte.


La desaparición forzada en Guatenzala.
D.R. © CARLOS FIGCEROA IRARR\, 1999

PRIMERA EDICIÓN, MÉXICO, D.F. 1999


ISBN 968 863 369 O

PORTADA: EDGAR MORALES CARRANZA


DISEÑO BASADO EN GRABADO SOBRE GUATEMALA DE RINI TEMPLETON

DISEÑO I~TERIOR, DL-\GR-\.'\1ACIÓN Y COI'\TRAPORTADA:


AAviANDO HERN..\NDEZ RA.l\1ÍREZ
ÍNDICE
,1

Pág.
Prólogo. 9
Introducción. 13
Capítulo Primero. Violencia y
desaparición forzada. 25
La naturaleza de la violencia política. 26
Desaparición forzada y violencia política. 31
Conclusiones. 41
Capítulo Segundo. De la prisi6n política a la
desaparición forzada. 45
El caso de los 28. 46
Los desaparecidos en los años sesenta. 61
Conclusiones. 78
Capítulo Tercero. Los desaparecidos. 81
Infierno con límites. 83
Quiénes fueron los desaparecidos. 97
Conclusiones. 113
Capítulo Cuarto. Cronolocía del horroL;
geograHa de la ignominia.· 117
La cronología del horror. 118
La geografía de la ignominia. 127
Víctimas y victimarios. 146
Conclusiones. 161
Capítulo Quinto. Los familiares. 165
Primeras luchas, figuras para recordar. 169
Infierno sin fin. 174
Angustia, rabia, culpa y dolor. 175
Las introyecciones de la cultura del terror. 180
Esposas e hijos. 186
Inapagable esperanza. 191
Conclusión. 197
Epílogo. 199 ·1
Post Scriptum, Rostros y destinos. 211
Bibliografía y Fuentes Documentales. 219

Sólo pido una cosa: los que sobrevh,áis 110


olvidéis. !\ro oh:idéis ui a los buenos ni a los
11zalos. Reunid con paciencia los testimonios de
los que Izan caído por sí y por ·vosotros. Un día,
e/lzoy pertenecerá al pasado y se hablará de
una gran época y de los héroes anónimos que
hanlzeclzo lzist01ia. Quisiera que todo el mundo
supiese que 110 Iza lzabido héroes anónimos.
Eran personas con su nombre, su rostro, sus
deseos y sus esperanzas y el dolor de/último
de ellos no Iza sido menor que el del primero,
cuyo nombre perdura.

Jules Fucik. Repo1taje al Pie de la Horca


Prólogo

Hablar de aquellos seres a quienes amamos entrañablemen-


te, i1nplica un examen doloroso que abre nuestra memoria a
momentos vividos en común con el amigo, el hijo, el esposo.
Recordar, aunque es ·necesario, nos rememora facetas de la
vida de quienes por razones ajenas a su voluntad ya no están
entre nosotros. Conforme vamos rearmando nuestra vida en
común, el rostro de aquel ser amado empieza a verse borroso,
incluso algunos detalles se nos están olvidando. Sus hijos ya
son adolescentes y nosotras, sus esposas, comenzamos a en-
vejecer.
Al ver esta realidad, nuevamente nos invade la profunda
frustración de lo que pudo haber sido y se imposibilitó. Dolo-
roso es adn1itir que sólo podemos imaginar cómo reacciona-
rían ellos frente a sus hijos ya adolescentes, o qué pensarían
hoy de Guatemala. Todos son sólo suposiciones. ¿por qué te-
nía que ocurrir? ¿o para qué? Es verdad entonces que soñar
con una nueva sociedad costó vidas literalmente hablando, y
marcó por siempre a la sociedad guatemalteca. Lo más lamen-
table de estos sucesos de la historia de terror, es que nos divi-
dió y enfrenLÓ entre guatemaltecos. Los esfuerzos hechos, no
compensan la realidad política, social y económica del país.
Lamentablemente seguimos siendo dos Guatemalas pues
estamos aún polarizados; la cultura del terror permeó a la so-
ciedad en general, aun hoy no queremos expresar nuestra opi-
nión por temor a que lo ocurrido en el pasado se repita.
Como respuesta a esta cultura del silencio, la nueva ge-
neración que representa la mitad de la población, manifiesta
apatía y desinterés, no enlaza lo ocurrido con la actualidad y
tampoco lo que ahora ocurre. Vive obnubilada por el estilo de
vida del Norte y totalmente alejada de su identidad.
Los niños y jóvenes en la calle, forman ya una segunda

...
Los (Jt,;E SIE\tPRH F.STAR.\.'1: ES st~ccs,, P,\RTH PRói.OCiU

generación. Su desarrollo es precario y habitan en las calles, Efectivamente, esas mujeres que gritaban en la calle pi-
siendo un golpe para todos los guatemaltecos. En términos diendo justicia ¿donde están?
generales, la educación y la salud, bastiones del desarrollo hu- Tenían razón después de todo.
mano no han sufrido mejoras sensibles. El Ejército en nombre de la doctrina de seguridad nacio-
~as políticas públicas actuales, especialmente de tipo eco- nal había cometido las peores aberraciones humanas;
nómico, están causando serios estragos en las familias clandestinizaron su actividad y se convirtieron en torturadores
guat~maltecas; de esa cuenta, en forma simplista pero realis- y jueces inquisidores, reduciendo a las víctimas de sus temo-
ta, la población dice que ahora ya no moriremos por las balas, res en carne martirizada, y a sus familias, las envilecieron ante
pero sí por el hambre. Además en el contexto actual, la socie- los ojos de un pueblo que no quiso creer y prefirió callar y olvidar.
dad guatemalteca tiene grandes padecimientos nuevos: el cri- "El Estado nos engañó" me dijo aquel joven, "de repente
men organizado ha crecido enormemente y como cáncer se veo que ellos eran seres humanos que tenían padres e hijos,
~xp~~de_y a~~odilla frente a sí al sistema de aplicación de la que eran amados, y que aún lloran su ausencia luego de tantos
JUStlCla. tVaho entonces la pena arriesgar tanto? Supuestan1entc años ... !Eran iguales a nosotros y no lo sabíamos!"
el sacrificio y martirio que miles de guatemaltecos sufrieron, ¿Pero, hasta dónde pudieron llegar estos sectores milita-
se debiera ver ahora recompensado con posibilidades de paz res que lavaron el cerebro de nuestros jóvenes y de tnuchos
real. Es lógico entonces que insistamos sobre la necesidad de guaten1altecos, quiénes aún no acaban de salir del asombro de
conocer nuestra verdadera historia, para valorarla y no permi- que ellos tatnbién eran hun1anos? A los ojos del pueblo deben
tir que quieran pisotear los pocos avances obtenidos en mate- dejar de ser un numero proscrito y permitírseles tomar la hu-
ria de democratización. Inanidad que merecen y que les fue arrebatada brutalmente.
Por causas diversas, después del conflicto interno arma- Este joven guatemalteco fue sacudido por una verdad ocul-
do, las organizaciones sociales casi han desaparecido. Así de ta durante atios, en complicidad con otros sectores de poder
desolador parece el panorama actual; por lo mismo debemos que sien1pre nos dijeron hay que olvidar y perdonar... claro,
empeñarnos en que la amnesia colectiva que se apoderó de 1 pero sobre bases sólidas que contribuyan a que el pueblo co-
paí.s, termine y sacuda a la sociedad guatemalteca, que debe nozca la historia real, la cual va más allá de lo que nos cuentan
sahr del letargo en el que está sumida. No basta ser canfor- los libros de texto sobre Pedro de Alvarado o Cristóbal Colón.
. mistas y alegrarnos de cierta dosis de democracia formal. No La historia contemporánea debe contarse tal y como ocu-
es suficiente que haya terminado el conflicto interno armado, rrió, para que el guatemalteco tenga su propio juicio sobre he-
tampoco lo es la suscripción de cinco compromisos de paz, si chos del pasado reciente. La mistna está llena de heroísmo y
no se cumplen. La sociedad guatemalteca debe rearmarse y traición, de riqueza y an1or a la hutnanidad. Aunque desnuda,
procurar un nuevo orden social. hay que hablar de la miseria humana, la decadencia y descom-
Traigo a colación la opinión que me dio recienten1ente posición social que hoy nos atrae como ventosa y amenaza con
un joven guatemalteco. Él, que siempre creyó que los desapa- destruirnos también.
recidos eran criminales o aventureros, y creció con esa idea. Por ello, creo que este libro del sociólogo Carlos Figueroa
Quince años después, aparece en Washington, un archivo mi- Ibarra es valioso para incluirlo en los tetnas de debate nacional
litar que describe la captura y ejecución final de opositores y obviamente como texto de estudio. Creo, sin embargo, que
políticos (1983-1985) y para él, este documento fue toda una aún falta una parte más por contar sobre la Generación Perdi-
revelación de la verdad. da que hoy crea vacíos políticos.

10 11
Los QUE SIEMI'RK FJn'ARÁ."" EN NINGUI'\o\ 1',\Kl'E

lQuienes eran?, ¿como eran?, ¿qué pensaban? Introducción


También será necesario hablar de ese lado tan humano
que tanto amamos de ellos, los desaparecidos. De esa parte que
tanto nos hizo creer en la humanidad y sus cambios.

Cuando el29 de diciembre de 1996, la Unidad Revolucionaria


Nacional Guatemalteca y el gobierno de Guatemala firmaron
Nineth Montenegro. el acuerdo de paz firme y duradera, la historia del país inició
Guatemala, julio de 1999. una nueva época. De ella se espera que brinde al menos las
condiciones para la construcción de una nueva cultura política
y las bases para una nueva manera de hacer política en el país.
Vendrán otras batallas derivadas de las que observamos en la
segunda mitad del siglo XX.
La lectura que en determinado momento se hizo del ase-
sinato de Monseñor Juan Gerardi, el domingo 26 de abril de
1998, ha mostrado a G_uatemala y al mundo entero, que en so-
ciedades desgarradas por añejos enconos y terribles violacio-
nes a los derechos humanos, la lucha por la verdad y contra el
olvido se convierte en un asunto de enorme contenido político.
Una de las batallas en este nuevo contexto, está planteada en la
exhortativa que hizo julius Fucik en su Reportaje al Pie de la
Horca: «los que sobreviváis no olvidéis». La lucha por la me-
moria de la ignominia, por dejar asentado en la historia escrita
del país lo que realmente sucedió, tiene en el momento actual
un contenido político de primer orden. Siempre lo tendrá, pero
hoy no solamente es la lucha por la verdad, sino también la
lucha contra la impunidad. Dejar asentada la verdad en el mo-
mento actual, implica el saber quienes fueron los que asesina-
ron individualmente y en masa, quienes fueron los que secues-
traron e hicieron desaparecer.
El que en los acuerdos de paz, el esclarecimiento de la
verdad histórica sea visto como algo que no individualiza res-
ponsabilidades, ni por tanto implica siquiera una condena mo-
ral, no excluye el que desde la sociedad civil y con apego a la
ley, no se busque el determinar responsabilidades y eventual-
mente se efectúen las acciones judiciales que correspondan.

12 13

i
Los Ql:E SIEMI'RE ESJ'.\R,\.'1; F.N SJSGl!S.\ P,\ICfF. l:>rl'RODUCCIÓN

El24 de abril de 1998, Monseñor Gerardi presentó el informe de todos aquellos que buscarán con datos estadísticos, testi-
1Nunca Más!, resultado de una ardua labor de recolección tes- monios y referencias documentales, fundamentar la asevera-
timonial y de ordenamiento de la información, con respecto a ción que hoy es casi un lugar común: que fue el Estado guate-
las atrocidades cometidas en las casi últimas cuatro décadas. malteco, en particular sus órganos represivos (policías y ejér-
Dos días después era asesinado de la manera más cruenta. No cito), el principal causante de las violaciones a los derechos
sólo en Guatemala, sino también en el seno de la comunidad humanos. Y que tales violaciones adquirieron en momentos
internacional, el crimen tuvo una inevitable lectura política: determinados, el rango de genocidio.
era un mensaje claro a todos los que en el país luchaban contra No obstante la anterior certeza que evidencia que el au-
la impunidad. tor no pretende una neutralidad -la cual por lo demás es una
El propósito de este trabajo está animado por la exhortativa quimera en materia de ciencias sociales-, se ha intentado ser
que escribió Fucik cuando ya sabía que su ejecución era un consecuente a lo largo de cada uno de los cinco capítulos y el
hecho inevitable: luchar contra el olvido. En algunas de sus epílogo de este trabajo, con la afirmación hecha desde las lí-
páginas se intenta rescatar para la memoria. al menos a algu- neas iniciales del mismo: la investigación de la violencia re-
nos de los que al desaparecer siempre estarán en ninguna par- quiere de la mayor objetividad posible en alguien que preten-
te. Pero más que individualizar a víctimas y victimarios, este de hacer ciencia social. La objetividad con la que pretendemos
trabajo busca dar un aporte a los diversos intentos de explica- analizar el fenómeno de la desaparición forzada, parte de la
ción que se han hecho con respecto a la violencia política. En idea de que ésta es un hecho profundamente doloroso que tie-
este sentido, es una suerte de continuación de un anterior es- ne causas objetivas, de carácter social, ajenas a una innata
fuerzo que el autor hizo en el mismo sentido 1• También busca maldad humana. El análisis científico no debe hacer de la con-
h~cer un aporte por dejar consignados hechos, sus calidades y dena moral el eje interpretativo, ni debe incurrir en una inter-
dtmensiones, en el proceso de reconstrucción de un sornbrío pretación subjetivista: es preciso visualizar a la violencia como
período en la historia del país. Acaso no sea en vano el hacerlo. un fenómeno de carácter esencialmente social y no como algo
En Europa, algunos historiadores que han sido denomi- que tiene una causalidad subjetiva o psicológica.
nados revisionistas, han intentado minimizar e inclusive negar La objetividad en el estudio de la violencia comienza desde
el holocausto de judíos y opositores a los nazis en los campos el momento mismo de su definición. En esta investigación la
d.e concentración. No sería raro que en el futuro, algún histo- violencia es definida en términos generales, como la acción
nador con propósitos políticos distintos a los que tiene e 1que compulsiva que a menudo implica el uso abierto de la fuerza
é~tas líneas escribe, busque reinterpretar las últimas cuatro física para imponer la voluntad de quien la ejerce por encima
decadas. Con este trabajo acerca de la desaparición forzada y de la de aquél sobre quien es ejercida. La violencia es concebi-
con el ya mencionado párrafos atrás, el autor se pone del lado da entonces, como expresión de una relación social y por tanto
de aquellos que interpretan e interpretarán el trozo de historia es ésta relación social su explicación más profunda. La violen-
que arranca en 1954, como uno en el cual la defensa de un cia es un atributo humano que no puede ser imputado a lo
orden político y social excluyente, determinó una confronta- innato ni tampoco a lo tecnológico, sino es algo que emana de
ción política de una enorme violencia. También se ubica aliado las relaciones sociales que han establecido los seres humanos
desde el momento en que las mismas expresaron diferencias e
1
El Recurso del Miedo. Ensayo Sobre F:stado y '/error en Guatemala. Editorial EDU- intereses contrapuestos. La revisión de algunos de los pensa-
CA. San José, Costa Rica. 1991. · dores políticos más relevantes (desde Maquiavelo hasta Max

14 15
INTRODUCCIÓN

Weber), permite constatar la anterior conclusión: la asociación lo, en la medida en que creció la violencia asociada a éstos úl-
de la política con la violencia revela su naturaleza social, pues- timos. El fenómeno de la desaparición forzada en Guatemala
to que la primera no es sino la síntesis de la multiplicidad de no puede desvincularse de todo lo anterior. Fue manifestación
las relaciones sociales. La asociación de la política y la violen- del conflicto político que marcó al país en la segunda mitad del
cia por parte de los pensadores de la política, no es sino la ex- siglo XX, fue producto de la violencia que se convirtió en una
presión en el terreno de la filosofía y la ideología de algo que inevitabilidad desde principios de los años sesenta. Pero tam-
esta presente en la objetividad de la interacción humana. bién fue una opción de la e~trategia contrainsurgente. En un
La concepción de la violencia que anima a ésta investiga- Estado de derecho, en un sistema democrático, la oposición es
ción, influye en la interpretación de la desaparición forzada en tolerada y respetada mientras que la subversión, si es que por
Guatemala en las últimas cuatro décadas. El secuestro y la alguna razón existe, es combatida con las armas de la fuerza y
desaparición de miles de personas, fue un acto de violencia de del derecho. No sucedió esto en Guatemala, porque oposición
carácter político. Fue un acto de poder efectuado principal- y subversión no se enfrentaban a un Estado democrático sino a
mente por las agencias represivas del Estado, a efecto de frenar una dictadura que fue acentuando su carácter militar y terro-
la subversión del orden político y social que se fue generando rista, y que hizo de la paranoia anticomunista un elemento fun-
después de la contrarrevolución de 1954. Con la desaparición damental de su voluntad política.
forzada de individuos, e inclusive de colectivos de individuos 2, El autor de este trabajo ha reflexionado las consecuen-
el Estado guatemalteco obtuvo varios objetivos: información cias de la anterior afirmación, una vez que ha escuchado decir
necesaria para la contrainsurgencia, liquidación de enemigos que vincular a la violencia como acto de dominio a la violencia
políticos e intimidación al conjunto de la población. La desa- como acto de resistencia, es algo que produce el efecto
parición forzada fue pues, un hecho perpetrado esencialmen- indeseado de «darles a los represores una justificación a sus
te por el Estado o para decirlo de manera más concreta, por las actos represivos». Resulta revelador el anterior argumento en
dictaduras militares y los primeros gobiernos civiles. N o fue lo que se refiere a cuan introyectada se encuentra en Guate-
éste un acto caprichoso sino una opción política, puesto que el mala, la cultura del terror. ¿Es acaso el rebelarse contra un
objetivo de los distintos regímenes fue el aniquilar a un ene- orden que se piensa como injusto, razón para· merecer una
migo o hacerlo negociar en la correlación de fuerzas más des- detención de carácter extrajudicial (el secuestro), un interro-
favorable. Por ello no resulta extraño que una parte muy im- gatorio de carácter extrajudicial (la tortura), y finalmente, una
portante de los desaparecidos, fueron personas que habían ejecución extrajudicial (el asesinato), llevada a cabo en buena
decidido oponer actos de resistencia pacíficos o violentos, a la parte de los casos de la manera más atroz? Uno de los hechos
situación que fue creada en el país a partir de 1954. más impactantes para el investigador de la violencia, es cons-
La violencia como acto de d01ninio creció en la medida en tatar la enorme introyección de la cultura del terror en el seno
que también crecieron los actos de resistencia, y justo es decir- de la sociedad guatemalteca. En las páginas que siguen, el lec-
tor tendrá la oportunidad de constatar cómo ha sido un lugar
z Dos casos de desaparición forzada de carácter colectivo vienen a la mente del autor.
El primero de ellos sucedió e121 de junio de 1980 cuando 27 dirigentes y acth.istas de
común entre las clases medias urbanas, el aseverar que «Si a
la Central Nacional de 11-abajadores, fueron secuestrados en la sede de dicha central alguien lo desaparecieron era porque en algo estaba metido».
en pleno centro de la ciudad de Guatemala. El segundo caso es el de 17 sindicalistas También constatará el lector, cómo los familiares de los desa-
y activistas estudiantiles que fueron secuestrados el 24 de agosto de 1980 cuando se
encontraban reunidos en un centro católico denominado Emaús, en el departamento parecidos, a menudo tuvieron que agregar a la angustia y el
de Escuintla. dolor, la estigmatización a la cual la víctima y su familia eran

16 17
Los QUE SlBMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE llln'RODUCCIÓN

sometidos por su entorno social. Habrá que aceptar, por dolo- por los secuestrados desde el momento de su captura. Dicha
roso qúe sea~ que el terror tuvo cómplices implícitos. reconstrucción pudo ser hecha en base a entrevistas que hizo
El ser secuestrado, torturado y desaparecido era. el casti- el autor o conocimiento de experiencias que por diversas razo-
go aceptado por amplios sectores, para el subvertor del orden nes tuvo, en relación a sobrevivientes de un acto de secuestro y
establecido. La ejecución extrajudicial o la desaparición forza- desaparición.
da se convirtieron en una de las reglas del juego establecidas En el capítulo cuarto intentamos darle una mayor
PQ~ la co~!rainsurgencia en Guatemala. Esto era aceptado con fundamentación a la concepción de la violencia que es el sus-
sattsfac~t.on ~orlos s~ctores que simpatizaban con el régimen trato de éste trabajo: no puede imputarse la violencia a la natu-
Ylo~ pnvtlegtos que este defen~ía, pero también fue aceptado raleza humana, puesto que finalmente como aseveró Marx en
~omo uno de. los «gajes del oficio», por aquellos que se algún lugar « •• .la esencia humana no es algo abstracto inhe-
tnvo~ucraban en la lucha revolucionaria. Aquellos que no esta- rente a cada individuo. Es, en realidad, el conjunto de las rela-
ban .tnvolucrados con ni~guna de las dos partes, que miraban ciones sociales.» Ello se hace en base a una reconstrucción
desde afue.ra el enfrentamiento, también aceptaron los críme- cronológica y geográfica de la desaparición forzada en Guate-
nes comettdos por el Estado, como una consecuencia lógica a mala, que nos permite aseverar lo que consideramos una re-
la que se exponía todo aquél que se rebelaba. También tendre- gularidad en el terrorismo de estado en Guatemala y acaso una
~os que aceptar para poder reconstruirnos, que todo lo ante- regularidad de la violencia del estado en general: cuanto más
nor revela que el terror triunfó cultura/mente en significativos enconado sea el conflicto, cuanto mayor sea la resistencia de
s~ctores de la población. Este triunfo cultural podrá ser apre- aquellos que llevan la peor parte en la sociedad, mayor será la
ctado .claramente en el capítulo quinto de éste trabajo, el que violencia que provenga del Estado.
se reftere a los familiares de los desaparecidos. Cronología y geografía de la desaparición forzada nos lle-
. Puede decirse que el trabajo entero tiene en las anteriores van a comprobar para el caso guatemalteco, la regularidad que
tdeas sus piedras angulares. A partir de ellas se van edificando postula que en aquellos momentos y lugares en los que las rela-
cada uno de los capítulos. En el capítulo primero se trata de ciones sociales llegan a sus puntos más altos de conflictividad,
fundamentar más extensamente, la concepción de violencia que la violencia adquirirá la mayor de las intensidades y crudezas.
~s el s~str~,to de la interpretación forzada en el conjunto de la Si en estas relaciones sociales que generan el conflicto y por
tnvesttgaciOn. El capítulo segundo contiene una revisión del tan.to la violencia, se encuentra involucrado el Estado -en tanto
fenómeno de la desaparición forzada en los sesenta. Se hacen que mantenedor y reproductor de las mismas-, también es fá-
al~nas apreciaciones sobre los rasgos que se pueden recons- cil pensar que desencadenará una violencia que en términos
truir con respecto a la desaparición forzada en esa década, en generales, tendrá una relación directamente proporcional al
ba.s~ al material empírico de carácter estadístico que hemos grado de desafío que le presenten las fuerzas que quieren cam-
utlhzado. El secuestro que inició una nueva etapa del terror en biar dichas relaciones.
Guatemala, el de «los 28» del mes de marzo de 1966, es abor- El drama humano de la víctima de la desaparición forza-
rf,An
___ .., ,.n ........• ..,
... ..,u •.ua ""c-ho
n ...... &a "' "t'gnt'f'teat'tvo por su caracter
~ · · 'd'tto. E n
tne da es enorme. Fácil es imaginar el tormento físico y psíquico
el ~"~pítulo tercero intentamos hacer una descripción de los que el desaparecido tiene que soportar en los que seguramen-
desaparecidos con base a ia ihtvii&"A.Cl~i::: ~;_lf' r'.u1imos obtener te serán sus últimos días. Sin embargo, el capítulo quinto de
del material estadístico. Pero también el lector puede encon- esta investigación pretende ilustrar a través de los testimonios
trar en él, una tentativa de reconstrucción del infierno vivido de algunos de los familiares de desaparecidos, cómo el sufri-

18 19
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE INTRODUCCIÓN

miento es muchísimo mayor en aquellos que empiezan bus- obtenidos a través de información periodística, se consignó la
cando al ser amado en la morgue, hospitales, centros de de- desaparición de alguna persona peoo no se pudo determinar si
tención, continúan tratando de ablandar la implacable acción esa persona había finalmente aparecido con vida, o si bien ha-
de los perpet~adores a través de cualquier gestión que puedan biendo sido asesinada, su cadáver apareció y fue identificado.
hac~r y !ermtnan alen~ndo par~ siempre la esperanza de que La totalidad de los casos que constituyen la base empírica de
algun dta, el desapareado tocara la puerta del hogar y la horri- esta investigación, representan a desaparecidos cuyo nombre
ble pesadilla habrá quedado atrás. Las consecuencias psíqui- y apellido fue posible obtener. Son éstas, aclaraciones con
cas, y morales ~e este largo sufrimiento que se pasa de padres las cuales el lector debe examinar los numerosos cuadros y
Yconyuges a htjos, que por tanto no acaban en una generación, gráficas que el autor ha elaborado, con base al material esta-
es algo que todavía está por evaluar. dístico proporcionado por el CIIDH (el cual será citado como
No quisiéramos finalizar esta introducción sin antes men- CIIDH-GAM).
c~onar que ésta investigación tiene un fundamento empírico Los resultados del acopio de la información para cada uno
stn el cual no hubiese sido posible. Se trata de la laboriosa de los casos son responsabilidad de las organizaciones que lle-
recopilación de información sobre casos de desaparecidos en- varon a cabo la laboriosa recopilación; los cortes cronológicos
tre 1960 Y 1996 que realizaron el Centro Internacional para en los cuales se dividió la información, los cruces de variables
Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH) y el Grupo de y la elaboración de los respectivos cuadros y gráficas son de la
Apoyo Mutuo (GAM), la organización que se fundó en 1984 pa- entera responsabilidad del autor. La información sobre la loca-
ra l':lchar por los desaparecidos. En dicha recopilación, que lización geográfica e idioma hablado por las víctimas también
P~;a el caso de la desaparición forzada logró acopiar informa- puede tener un sesgo puesto que por limitaciones de recursos,
cton sobr~ 4,042 casos, tambié~ participaron además del GAM, los recopiladores de la información privilegiaron determina-
el Con~e~~ de Comunidades Etnicas Runujel junám (CERJ), das áreas geográficas del país para poder hacer trabajo de cam-
la Comtsto~ de Derechos Humanos de Guatemala (CDHG) y po. Ésta prioridad estuvo determinada por las informaciones
otros organtsmos agrupados en la Coordinadora Nacional de previas sobre las dimensiones significativas de violaciones a
Dere~hos Humanos de .Guatemala (CONADEHGUA). Los los derechos humanos cometidas en las mismas. Otro sesgo
coordtnadores del trabajo de acopio fueron Orlando Blanco, de la información, se encuentra en el hecho de que el total de
Hugo Cabrera y Mario Polanco. La American Association for la muestra se construyó con los casos de desaparecidos cuyo
the Adva~cement of Science (AM'S) a través del especialista nombre y apellido fue posible precisar. Una primera versión
Dr. Patrtck Ball, diseñó la base de datos en sus aspectos de este trabajo hecha en base a una muestra mucho más am-
informáticos así como los programas para generar los cuadros. plia (incluyendo a desaparecidos cuyo nombre no se obtuvo),
La base de datos con la cual trabajó el autor de este trabajo es hizo más diáfanas las tendencias que a lo largo de esta investi-
la que fue actualizada y depurada hasta el27 de julio de 1998. gación se ha detectado para el caso guatemalteco.
Los datos referentes a la desaparición forzada con la cual se El lector notará también al ver los totales en los cuadros
construyó la .base de datos mencionada, fueron producto de estadísticos, que éstos cambian según el tipo de información
una investigación hemerográfica y a través de entrevistas en que arrojan. Esto es debido al sencillo hecho de que del total
áreas del país, de las cuales se sabía habían sido sometidas a de los 4,042 casos de desaparición forzada, no en todos se tuvo
una intensa represión. información con respecto a lugar en el cual fue desaparecida la
En buena parte de los casos, sobre todo en los que fueron víctima, cual era su edad, idioma, ocupación, sexo etc.

20 21
Los QUE SIE.\U'RE ESTARÁ."' ES NII\GUNA PARTE l!'n'RODUCCIÓN

Finalmente, quiero agradecer en primer término al diri- liares de desaparecidos que accedieron a revivir su rabia y su
gente del GAM, Mario Polanco, el haberme hecho la propues- dolor y compartieron conmigo sus terribles experiencias. Ayu-
ta de !tacer una investigación sobre la desaparición forzada en darme a entender lo que necesitaba entender para elaborar
Guatemala y el haber creado los vínculos necesarios para po- este trabajo, implicó para estos familiares reconstruir sus an-
der aprovechar la información estadística con la que cuenta el gustias, congojas y sus invencibles esperanzas. No tengo pala-
CIIDH. Le agradezco también el haberme comunicado su ex- bras de gratitud para Nineth Montenegro, Rosa María Rivas,
periencia y el haber respondido a las consultas que en deter- Marina Rodríguez de Rivas, Emilia García, Magda Alicia Mi-
minado momento le hice. Como dirigente del GAM, Mario tuvo randa y }acaba Siam.
una iniciativa feliz y congruente con la difícil y sacrificada la- Por último, quiero reconocer y agradecer la ardua labor
bor de la organización que encabeza, pero también me dio la de Lisett Santa Cruz Ludwig, quien fungió como una muy va-
oportunidad de hacer un trabajo que puede ser útil. Quiero liosa ayudante de investigación, al elaborar en la computadora
también expresar mi agradecimiento a Hugo Cabrera, miem- la versión preliminar de todos los cuadros y gráficas que apa-
bro del CIIDH, quien en no pocas ocasiones invirtió tiempo y recen en este trabajo, así como también al dibujar una primera
esfuerzo en aclararme dudas con respecto a la base de datos. versión de los mapas que nos hablan de la geografía de la desa-
Hugo Cabrera también realizó los cruces de variables de in- parición forzada. Lisett también transcribió las grabaciones
formación estadística que el autor le requirió, los cuales eran a de las entrevistas que el autor tuvo que realizar para la investi-
su entender básicos para una correcta interpretación de la de- gación, revisó en varias ocasiones el manuscrito y las pruebas,
saparición forzada y finalmente lo ayudó a hacer las laboriosas y con todas éstas y otras tareas, invirtió en este trabajo una
·correcciones que se necesitaron realizar debido a los ajustes enorme cantidad de tiempo lo cual ha hecho posible que lo
de pr~,cisión que se hicieron en la base de datos. Agradezco que fue un proyecto se convirtiese en realidad. Además, al ayu-
tambten su colaboración a César Yol, analista del CIIDH. No darme a trabajar el material empírico de esta investigación,
puedo dejar de mencionar que el autor ha tenido un espacio Lisett terminó involucrándose emocionalmente en un drama
académico para realizar este trabajo, en el Instituto de Cien- que era ajeno a ella hasta ese momento.
cias· Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Sin todas estas personas el trabajo que hoy se presenta al
Autónoma de Puebla, particularmente en su área de estudios lector no hubiese sido posible. No obstante, las deficiencias
latinoamericanos. Mi reconocimiento especial al director del que éste pudiera tener serán de mi entera responsabilidad.
I~SH, ma~stro Roberto Vélez Pliego, cuya sensibilidad acadé-
mtca y soctal ha hecho posible la edición de este libro .
. Agradezco a Raúl Díaz Ramírez que haya accedido a com-
partir los amargos momentos que vivió, cuando fue secuestra-
do y desaparecido en marzo de 1966. Su testimonio como so- Carlos Figueroa Ibarra.
_breviviente, ayuda mucho a imaginar lo que vivieron los que Junio de 1999.
también fueron desaparecidos en aquellos días y nunca IllJÍS
volvieron a sus hogares.
Otros sobrevivientes cuyo nombre se reserva el autor por
motivos obvios, merecen igualmente agradecimiento. Un lu-
gar muy especial en mis reconocimientos, lo tienen los fami-

2Z Z3
CAPÍTULO PRIMERO

...

Violencia y desaparición forzada

Al examinar a la violencia, sea ésta de carácter político, de-


lincuencial, tumultuaria, doméstica o estructural, el investigador
tiene que proceder de la manera más objetiva posible. Acaso la
expresión más acertada sea el decir que el estudio de la violencia,
si se quiere salir de la mera denuncia, tiene que abordarse de la
manera más fría posible. Es dificil hacerlo, si como sucede en el
caso del que estas líneas escribe, aquel que trata de estudiar di-
cho fenómeno se ha visto sacudido por el mismo, o si la violen-
cia lo ha afectado a él o a sus seres queridos. No obstante ello, la
investigación de la violencia requiere de la mayor objetividad
posible en alguien que pretende hacer ciencia social. Precisamente
esta es una de las tantas diferencias que existen entre las ciencias
sociales y las exactas y naturales. En las primeras, los fenómenos
que se investigan muchas veces forman parte de la vida de quien
los estudia; o el que los investiga, ha tomado partido por alguna
de las fuerzas en conflicto en los acontecimientos que pretende
discernir. No se trata entonces de hacer fríos cálculos matemáti-
cos o experimentar con ratones en un laboratorio. Se trata de he-
chos en los cuales se han visto involucrados seres humanos, cada
uno de ellos con un rostro, una biografía y quizás también sueños
y esperanzas.
Esto es particularmente impactante cuando se estudia a un
fenómeno que implica la pérdida de miles y miles de estos seres,
como sucede en la investigación de la violencia. Cabe expresar
esto desde el principio, para dejar en claro que el fenómeno que

Z5
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE VIOLESCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

pretendemos dilucidar en este trabajo es profundamente doloro- primer ámbito y sí en el segundo: los animales no atacan sino
so pero tiene causas objetivas. Éstas son de carácter social, aje- comen (p. 111 ). Desde una perspectiva marxista, Adolfo Sánchez
nas a una innata maldad humana. La desaparición forzada es un Vázquez arriba a la misma conclusión: la violencia es un atributo
hecho vinculado a la violencia, y en el caso guatemalteco, un he- humano, «sólo el hombre puede ser violento» porque sólo él ejerce
cho vinculado particularmente a la violencia política. Por ello la praxis transformadora ( 1980, p.428). La violencia es entonces,
mismo hemos querido iniciar este :trabajo, con un capítulo que un fenómeno propiamente humano cuyas condiciones surgen
pretende ilustrar al lector la concepción que guiará al mismo. cuando hombres y mujeres se van apartando de lo propiamente
animal, es decir cuando empieza a surgir la cultura, específicamente
hace unos 7 mil años, con el surgimiento de la agricultura (Geno-
La naturaleza de la violencia política vés, op, cit., pp. 71, 72).
Definida la violencia en términos generales, como la ac-
En el momento de estudiar a la violencia para no convertir el
ción compulsiva que a menudo implica el uso abierto de la fuer-
análisis científico en condena moral o incurrir en una interpreta-
za fisica para imponer la voluntad de quien la ejerce por encima ·
ción s:ubjetivista de la violencia, es preciso visualizarla como un
de la de aquél sobre quien es ejercida, aquella es concebida por
fenómeno de carácter esencialmente social y no como algo que
Genovés, como algo que es producto de las dos grandes revolu-
tiene una causalidad subjetiva o psicológica.
ciones tecnológicas que ha conocido la humanidad: la revolución
Toda clase de violencia, y la violencia política en particu- agrícola inicia la violencia institucionalizada y generalizada mien-
lar, ha tenido protagonistas que ciertamente son expresión de una tras que la revolución industrial la llevará a sus máximas conse-
psicopatología y ésta, la mayor parte de las veces, ha sido resul- cuencias(ibid.,pp. 71, 116).
tado a su vez de un contexto objetivo de violencia. Conviene Pareciendo plausible la anterior aseveración, podría
entonces, al estudiar un fenómeno como el que este trabajo pre- agregarse sin embargo, que no es la tecnología en sí misma la
tende investigar, el partir del criterio de que la violencia no sola- que genera la violencia como parte institucionalizada y generali-
mente es un asunto de elección, sino también algo que se impone zada de la vida cotidiana del ser humano. Más bien podría pen-
a la voluntad de los actores sociales que se enfrentan. Aun cuan- sarse que son las relaciones sociales de dominación y explota-
do· fuera certera la afirmación que Barrington Moore ha renun- ción que se van construyendo a partir de dicha tecnología, las
ciado a comprobar, de que «una de las fuentes duraderas y segu- que van a crear el espacio social para la violencia•. Con el surgi-
ras de satisfacción humana es hacer sufrir a otros hombres», tal miento de las diferenciaciones sociales y de la opresión, que pue-
fuente de satisfacción tendría su explicación en lo social y no en de expresarse a través de diversas formas (de clase, género, étnica,
lo individual.
nacional, racial, religiosa, territorial), también va surgiendo la
Al preguntarse cuándo y cómo surgió la violencia el cono- política, el ámbito en el cual todas estas diferenciaciones se ex-
cido investigador de la misma, Santiago Genovés, parte correc- presan en voluntades de dominación o resistencia a la misma.
tamente del criterio de que las raíces de ésta no pueden buscarse Más aún, puede decirse que aún aquellas formas de violencia que
en lo innato humano sino en lo cultural (Genovés, 1991, p. 83). no son estrictamente políticas, están determinadas en última ins-
Criticando a diversos autores (entre ellos a Desmond Morris),
1
Genovés considera que la transposición de lo animal a lo huma- En adelante, cuando hablemos de relaciones sociales entenderemos el conjunto de
vínculos que establecen Jos seres humanos en las distintas esferas de la vida social
no -tan preciada por la lógica del darwinismo social-, no es cien- como clases, como etnias, como género, como agentes productivos, como gobernantes
tíficamente sustentable, puesto que la violencia no existe en el y gobernados etc.

26 27
LOS QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE VIOLENCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

tancia por los conflictos que generan las relaciones sociales asen- ciones sociales y por tanto de correlaciones de fuerza, el Estado
tadas en la. desigualdad y la dominación. es violencia en acto o potencial. Esto se revela en la afirmación
La política por tanto es un ámbito al que la violencia está de Bobbio de que en la democracia -la que dicho sea de paso es
estrechamente vinculada, puesto que la misma noción de poder común visualizarla como la forma menos violenta del ejercicio
-capacidad de imponer la propia voluntad a otro merced a una del poder-, cada cual acepta reglas del juego preestablecidas de
correlación de fuerzas-, casi la implica. No es casual entonces común acuerdo, de las que «la principal es la que permite resol-
que aquellos que parten de la concepción de que la violencia es ver los conflictos que de vez en vez surgen sin recurrir a la vio-
expresión de relaciones sociales, la definan como un vínculo por lencia recíproca.» (Bobbio en Fernández, 1996, p. 21 S).
el cual «uno de los términos realiza su poder acumulado» Robert Dahl en su ya clásico La Poliarquía, también evi-
(lzaguirre, 1997, p.3). Fue ésta identificación, precisamente una dencia la asociación entre violencia y política en la postulación
de las aportaciones cardinales de Maquiavelo en El Principe, cuan- de los axiomas que rigen a los gobiernos que toleran a la oposi-
do sin hipocresía rompió el vínculo entre moral y política y reco- o
ción (Poliarquías): la tolerancia la supresión de la oposición es
mendó la violencia como un factor esencial en la obtención y 1~ algo que está vinculado al costo político que pueda tener para el
conservación del poder: « .. .la principal causa para perder el po- gobierno el suprimir o tolerar a la primera. Para Dahl, «en la
der es desdeñar el arte de la guerra, y la primera para alcanzarlo medida en que el precio de la supresión exceda al precio de la to-
profesar dicha arte» (Maquiavelo, s/f, p.35). Las múltiples refe- lerancia, mayores son las oportunidades de que se dé un régimen
rencias de Maquiavelo en El Principe, al uso de la violencia para competitivo.>> (Dahl, 1993, p. 24).
cumplir con el objetivo esencial del poder una vez adquirido -su Vemos pues que la política como acto de dominación se
conservación-, le ganaron una fama que raya en la vulgaridad, encuentra muchas veces asociada a la violencia. Pero justo es
co~o !~evidencia la connotación que hoy tiene el vocablo «ma- decir que también sucede con su contraparte: la política como
qutavehco». En realidad, Maquiavelo sólo expresó de manera acto de resistencia. La política condensa la heterogeneidad so-
franca lo que había sido y ha seguido siendo la experiencia del cial y por tanto los intereses contrapuestos, y el Estado como
poder político. Como bien lo dijo Víctor Hugo en Los Misera- parte de la política, no es ajeno a esa síntesis. El Estado es expre-
bles: «Maquiavelo no es un genio malo, ni un demonio, ni un sión de una determinada correlación de fuerzas entre las distintas
escritor vil y miserable; no es sino el hecho.>> clases y grupos sociales, en la cual existe una hegemonía de uno
. Para l~s propósitos de ésta investigación, las anteriores re- o varios de esas clases o grupos. Esa hegemonía se expresa a
flextones strven para resaltar el hecho de que en pensamiento y través de lo público y es a través de lo público que se legitima, en
acció~, la p~lítica y la violencia -sean práctica de dominación o palabras de Weber, el monopolio de la violencia. Pero si el Esta-
de reststencta- han caminado de la mano. No es ninguna casuali- do es el monopolio de la violencia legitimada como medio de
dad que Max Weber lo reconozca francamente: el Estado no es dominación, también es posible pensar que en determinadas cir-
más que una «relación de dominación de hombres sobre hom- cunstancias la resistencia a esa dominación se expresa a través de
bres, que se sostiene por medio de la violencia legítima... » (Weber, la disputa de dicho monopolio. Es a esto a lo que se referían
1984, p. 84). El Estado moderno, agregará páginas después, es Marx ( 1972, p. 639) y Engels ( 1968, p. 177) cuando afirmaron
una asociación de dominación con carácter institucional, que que la violencia «era la comadrona de toda vieja sociedad que se
exitosamente ha monopolizado la violencia fisica legítima como encontraba grávida de una nueva».
medio de dominación en un territorio determinado (ibid., p. 92; Si las relaciones sociales que se han gestado en la historia
1974, p. 45). Como lo afirma Weber, al ser cristalización de re la- humana están vinculadas inextricablemente a la violencia, si la

Z8 29
Los QUE SIEMPRE ESTARÁ~ EN NI:O'iGUSA PARTE VIOI.ENCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

politica que condensa todo ese conjunto de relaciones sociales tante del marxismo que el propio Moore, también ha aseverado
también se encuentra en la misma situación, todo ello implica la que la « ... violencia política a veces ha conducido a la creación de
posibilidad de la legitimación de la violencia como medio de trans- nuevas y más satisfactorias comunidades políticas.» (1971, p.3).
fonnación social. El orden injusto se encuentra asentado en una Al menos esto ha resultado así en los casos de Inglaterra,
correlación de fuerzas en la cual fonna parte indispensable, la Francia y Estados Unidos, en la que hechos violentos son ele-
violencia en acto o potencial (Sánchez Vázquez, 1980, p. 434). mento sustancial en la explicación de las democracias que allí
Desde esta perspectiva, <da violencia también desempeña otro funcionan (Moore, 1991, pp.27, 94, 100). Refiriéndose a Inglaterra,
papel en la historia, un papel revolucionario» (Engels, 1968, Moore dice que «la violencia de los siglos XVII y XVIII -abierta
p.177). En realidad, desde una perspectiva marxista, lo esencial y revolucionaria en el primero, más disimulada y legal, pero no
no es la violencia fisica, sino la praxis social entendida como por eso menos violenta, en el segundo- habrían preparado el ca-
actividad transfonnadora de un conjunto de relaciones sociales y mino para la transición pacífica del XIX» (p.33). Hablando de
por ello la primera solamente es un medio de la segunda (Sánchez Francia, la afirmación es igualmente contundente: «es muy difi-
Vázquez, 1968, p. 431). cil negar que, si Francia debía entrar en el mundo moderno por la
El planteamiento de la violencia como algo que en ocasio- puerta democrática, no podía menos que pasar por los fuegos
nes resulta indispensable para lograr un nuevo orden social, es de la Revolución, también en sus aspectos violentos y
decir como acto de resistencia a un orden políti~o o social que se radica1es.»(p.94). Finalmente, para concluir con la revisión de
considera injusto, y por lo tanto como acción humana que busca las tres democracias del primer mundo que se consideran para-
un orden.superior al anterior en justicia y desarrollo, es algo que digmáticas, nuestro autor dirá que «la Guerra Civil americana
no solamente se constriñe al pensamiento marxista. Que tales plan- fue la última ofensiva revolucionaria por parte de lo que se puede
teamientos provengan de Marx, Engels y Len in en el augurio de Hamar legítimamente democracia capitalista urbana o burguesa ...
una sociedad en tránsito al comunismo no extraña mucho, aun- Si el esclavismo tenía que desaparecer de la sociedad norteame-
que si genera un poco de sorpresa que lo haga nn sociólogo que ricana, era necesaria la fuerza.» (pp.99-IOO y 104).
política y metodológicamente es adverso al marxismo, como lo
es Barrington Moore. En su libro que ya se considera un clásico
del tema, Los Orígenes Sociales de la Dictadura y la Delnocra-
cia ( 1991 ), Moore rechaza el exaltamiento de la violencia, lo que
Desaparición forzada y violencia política
no le impide la «apreciación fría, racional de la importancia ob- La violencia es pues, expresión de relaciones sociales que han
jetiva de la violencia en la política.» (p.362). A diferencia del llegado a tal extremo de conflictividad que no tienen otro recurso
marxismo, en el cual el dividendo de la violencia pueden ser las para dirimirse, que el uso de la fuerza física para imponer una
fonnas más progresivas de convivencia humana -y en la época determinada voluntad. Es esta afirmación algo que resulta verda-
del capitalismo una sociedad en la que la explotación ha desapa- dero no solamente con relación a la violencia política, sino con
recido-, en Moore tal dividendo en no pocas ocasiones ha sido la respecto a otras formas de violencia que no son el objeto de esta
modernización, entendida como instauración de la democracia investigación, como la violencia delincuencial o la violencia do-
occidental y la industrialización. «La violencia revolucionaria méstica.
-postula Moore- puede contribuir tanto como la reforma pacífica La violencia es un acto de poder, una acción extrema para
al establecimiento de una sociedad relativamente libre» (Ibid, imponer la voluntad de uno sobre otro. Esto es así en las acciones
p.27). Con todas las reservas del caso, T.R. Gurr, acaso más dis- violentas que un Estado toma para frenar la convulsión social

30 31
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE VIOLENCIA Y DESAPARICIÓN FORZ.\DA

que lo amenaza, en las rebeliones o revoluciones que de cuando lo que Moore ha aventurado: en tanto que «una de las fuentes
en cuando estallan, para sustituir lo que se considera injusto por duraderas y seguras de satisfacción humana es hacer sufrir a otros
lo que se considera justo, en la violencia doméstica que se obser- hombres».
va entre cónyuges o entre padres e hijos o finalmente, en la que En otros casos, la violencia se convierte en un medio para
se expresa en las acciones de fuerza a través de los cuales se ejecutar un acto de poder, el cual a su vez no es también sino
realizan actos delincuenciales. La violencia interpretada como medio para lograr un objetivo final: la estabilidad política de un
expresión de una relación social, es decir como un acto extremo Estado o de un gobierno, la erradicación o el mantenimiento de
de poder entre dos sujetos -sean estos individuales o colectivos-, un orden político y social justo o injusto, el control de un deter-
es algo aplicable no solamente a las acciones violentas racional- minado territorio o una determinada cuota de poder político, la
mente planificadas, con objetivos precisos, sino también a aque- continuidad o interrupción de un proceso productivo, la obten-
llos actos que son impulsados por sentimientos espontáneos de ción o conservación de bienes que son ajenos o propios. Los ejem-
ira individual o colectiva. Podemos ver actos de poder, es decir plos pueden multiplicarse y en todo ellos encontraremos como
de ~retensiones de imponer la voluntád propia a la ajena, aún en sustrato de la violencia, la relación entre dos sujetos de carácter
acciOnes en las cuales la ira es el acicate volitivo: en una riña individual o colectivo, actuando en función social. Es decir rela-
entre dos individuos o en una de carácter tumultuario, la de un cionándose, para recordar el ejemplo de Weber en el primer ca-
grupo contra otro grupo, o en los motines que estallaron a medio- pítulo de su Economía y Sociedad (Weber, 1974, p. 19), no de
día sin que al principio de la mañana los sujetos involucrados en manera contingencia} («el choque de dos ciclistas por ejemplo»),
el mismo estuvieran pensando en hacerlo. Podemos pensar a la sino en el contexto de una motivación de carácter social. Más
violencia en términos similares, cuando las acciones violentas, aún, en la motivación de la relación social de violencia puede
sean p~anificadas o espontáneas, tienen en la venganza su princi- encontrarse el criterio esencial para clasificar el tipo de violencia
pal objetivo. . de la que se trata.
Vistas así las cosas, la violencia política, delincuencial, En América Latina, en todos aquellos países en los cuales
~m~ltuaria o doméstica, en términos generales no son un fin en la desaparición de personas se ha convertido en un fenómeno
SI mtsmo para quien o quienes la ejercen sino un medio para ob- social, en el sentido de que abarca a centenares o miles de perso-
tener_ lo que se desea: un viejo o un nuevo orden político o social, nas, nos encontramos ante un caso claro de violencia de carácter
los btenes que le son ajenos porque no han sido fruto del propio político. Desde el propio término que se ha usado para designar
trabajo, o el mantener en el hogar una subordinación que resulta el secuestro de una persona o un grupo de ellas, por parte del
satisfactoria para quien ejecuta el acto de violencia. En algunos Estado o de grupos paramilitares, se evidencia que es un acto de
casos -particularmente sucede en el caso de la violencia domésti- fuerza, de violencia: desaparición forzada. En Argentina, Chile o
ca-, el acto de poder es un fin en sí mismo: lograr la subordina- Guatemala, la desaparición forzada de miles de personas tuvo
ción de uno, de varios o de todos los miembros de la fan1ilia. como objetivo fundamental el preservar un régimen político de
Igualmente sucede en las riñas individuales o tumultuarias, en carácter dictatorial y un régimen social de carácter excluyente.
las calles o estadios por ejemplo, cuando la causa del disenso no Lo mismo podemos decir en aquellos casos en los cuales la desa-
radica en un bien material o en la conservación de una correla- parición forzada no tuvo dimensiones cuantitativas tan grandes,
ción de fuerzas necesaria para mantener privilegios o prebendas. ~omo es el caso de El Brasil y Honduras. En el caso guatemalte-
La violencia en estos casos se convierte en un acto de poder cuyo co, de acuerdo a las estimaciones a las que se han llegado, aproxi-
fin es la satisfacción de ejercer la subordinación, en el sentido de madamente 50 mil personas fueron desaparecidas en lo funda-

32 33

1
Los QUE SIEMPRE ESTARÁS ES NINGli!IIA PARTE
YIOI.ENCit\ V DESAPARICIÓN FORZADA

mental por razones políticas2• Es bastante probable que en una de individuos o colectivos-, de una enorme y perversa racionali-
parte no desdeñable de los casos de desaparición forzada hayan dad. La violencia estatal estuvo dirigida por una lógica que
sido efectuados en el contexto de algún tipo de violencia ajena a adecuaba de manera racional, medios (el terror) a fines:
la de carácter político. No obstante, como se verá en los capítu- restabilización política y desarticulación de la subversión. Puede
los siguientes, las oscilaciones cuantitativas de la desaparición aceptarse que dicha racionalidad no estaba asentada en una ética
forzada en general coinciden con períodos y regiones del país humanista, pero no resulta plausible el negarle racionalidad a las
caracterizados por una gran confrontación social, por lo que pue- monstruosidades que los guatemaltecos observamos en las últi-
de deducirse que en la inmensa mayoría de los casos contabiliza- mas cuatro décadas. Por ejemplo, en la disposición del cuerpo y
dos como desaparición forzada de carácter político, esto haya sido del espíritu del desaparecido, las agencias represivas del Estado
así. De igual manera puede hablarse de la muestra de 4,042 casos lograban apoderarse de la posibilidad de obtener la información
de desaparecidos que es utilizada en la presente investigación. que la contrainsurgencia necesitaba. Al disponer de manera ili-
Por tanto, la desaparición forzada en Guatemala en las últi- mitada del cuerpo del desaparecido o desaparecida, el aparato
mas cuatro décadas, la mayoría de las veces fue un acto de vio- represivo hacía de la tortura un medio enormemente productivo
lencia de carácter político. Fue un acto de poder efectuado prin- para obtener los datos que necesitaba. Productividao que sola-
cipalmente por las agencias represivas del Estado, a efecto de mente era limitada por los umbrales de dolor (también las con-
fr~nar la subversión del orden político y social que se instauró vicciones) de la víctima, o el tiempo que ésta pudiera soportar la
después de la contrarrevolución de 1954. Con la desaparición tortura sin morir.
forzada de individuos, e inclusive de colectivos de individuos, el Probablemente muchos de los desaparecidos terminaron sus
régimen político obtuvo varios objetivos: disponer del cuerpo Y vidas sin sufrir la tortura fisica. En esto también podemos obser-
del espíritu del desaparecido, evitar desprestigio internacional var otro acto de racionalidad perversa. En este tipo de situacio-
Yconvulsión interna provocados por la existencia de presos polí- nes, la desaparición no tenía como objetivo el obtener la infor-
ticos, evitar ese mismo desprestigio al aumentar las cifras decla- mación necesaria para efectuar de manera más precisa el acto
radas de muertos por razones políticas y finalmente, sembrar el represivo, sino más bien eliminar al oponente sin que esto tuvie-
terror en el seno de la población y obtener de esa manera, la ani- se un costo político. O bien poder eliminarlo sin obstáculos, puesto
quilación en ella de una voluntad de transformación. El objetivo que si hubiese sido sometido al aparato judicial para sancionarlo,
fundamental del terrorismo de estado, fuera a través de la ejecu- no se hubiera podido hacerlo. Hasta antes de que se empezara a
ción extrajudicial o la desaparición forzada, fue el conseguir un observar de manera sistemática la desaparición forzada como
consenso pasivo en vista de la imposibilidad de obtener un con- hecho de violencia política, los casos en que opositores o
senso activo (Figueroa Ibarra, 1991, Cap. 1). subvertores fueron capturados y encarcelados, terminaron en la
Podemos decir entonces que las dictaduras militares y los liberación de los mismos después de un cierto tiempo. La expan-
regímenes de democracia restringida que se observaron en Gua- sión cuantitativa de la desaparición forzada se vio por ello apare-
temala desde los sesenta hasta una buena parte de los noventa, jada con la disminución notable de la figura del preso político.
ejecutaron acciones de terror -entre ellas la desaparición forzada En el último ter.cio del siglo XX se popularizó en ciertos medios
la frase de que «en Guatemala no había presos políticos, sólo
2
Esta es la estimación a la que llegó el informe iNunca Más! elaborado por el proyecto desaparecidos».
de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) de la Oficina de Derechos Hu- Un elemento que resulta fundamental para terminar de ca-
manos del Arzobispado de Guatemala. racterizar el fenómeno de la violencia estatal en Guatemala, es

34 35
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE VIOLENCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

que ella tuvo en nuestro país el carácter de «un programa guber- carada que encubría la hipertrofia de los aparatos represivos del
namental». Resulta por ello acertada la expresión que en algún Estado. Esta hipertrofia se debía a la sustitución de la seguridad
momento usó Amnistía Internacional para referirse al caso gua- pública por la seguridad nacional, es decir la represión de carác-
temalteco (Amnistía Internacional, 1981 ). Podríamos ir aún más ter contrainsurgente.
allá, Y decir que fue un rasgo de carácter estatal, puesto que al La desaparición forzada, también la ejecución extrajudicial,
permanecer y aún expanderse a lo largo de sucesivos gobiernos, en términos generales no fue en Guatemala, un acto realizado
la desaparición forzada no fue un hecho característico de deter- por autoridades menores, esbirros locales, o escuadrones de la
minado gobierno sino parte estructural de las intervenciones es- muerte de carácter civil o privado. En lo esencial, tanto una como
tatales. Desde 1954 hasta mediados de los ochenta, el terror fue otra, fueron actos centralizados de carácter estatal cuya conduc-
creciendo cada vez más en su importancia como la mediación ción estuvo a cargo de la alta jerarquía militar, en particular de
entre el Estado y la sociedad. Y esa permanencia e incluso pre- aquella que estaba avocada a la contrainsurgencia. Es probable
sencia creciente, le da un carácter estatal. que hubiese grupos paramilitares de vocación ultraderechista que
La violencia política en Guatemala, en ella se incluye la actuaron por su cuenta (he aquí una futura tarea de investigación
desaparición forzada, no fue en lo esencial un acto que se obser- para una sociología de la violencia en Guatemala y para la Comi-
vaba en el seno de la sociedad civil, un acto de particulares con- sión del Esclarecimiento Histórico), como hasta cierto punto pudo
tra particulares, sino un acto del Estado contra la sociedad civil. haber sido la Mano Blanca en la Guatemala de los sesenta. Sin
Es importante resaltar este hecho puesto que, cuando se empeza- embargo, muchos datos hacen pensar que en caso de que esto
ron a observar los indicios de la gran ola de terror que azotó al hubiese sido así, estos grupos actuaron con la complacencia de
país entre 1978 y 1983 (Figueroa Ibarra, op. cit., p. 113), las dic- quien tenía en sus manos las riendas fundamentales del poder
taduras guatemaltecas enarbolaron el discurso de que se trataba político.
de las consecuencias mortales del enfrentamiento entre las «ex- En Guatemala desde los años cincuenta, se vivió un proce-
tremas políticas» del país. so que paulatinamente fue trasladando la toma esencial de las
En el discurso dictatorial, el Estado se presentaba a sí mis- decisiones políticas, al alto mando de las fuerzas armadas y por
mo como una entidad agobiada por los extremismos. Lo cual era éste significamos al grupo de altos oficiales que dirigían al ejér-
u? verdadero absurdo que hacía quedar mal al régimen: qué po- cito. He aquí lo fundamental de la definición de lo que es una dic-
dta esperarse de un Estado que supuestamente era el encargado tadura militar. Por ello mismo, es razonable pensar que una deci-
d~ ~a seguridad pública cuando el ministro de gobernación del sión política de gran trascendencia, como lo fue el terror estatal,
. reg1men de Lucas García, el tristemente célebre Donaldo Alvarez, haya sido una decisión tomada en dicha cúpula de poder.
declaraba que en el país nadie podía estar seguro y que hasta él Pero una dictadura militar puede tener o no tener un carác-
esta~a. tomando medidas propias para preservar su seguridad ... ter terrorista. y hacer de la desaparición forzada un anna esen-
El cm1smo de la dictadura aceptaba que Guatemala vivía una cial de la violencia política. Acaso ésto dependa del crecimiento
suerte de hobbesiano estado natural, caracterizado por una anár- Y beligerancia de la resistencia a un determinado orden político y
quica guerra de todos contra todos, en la que hasta los funciona- social. Sin que esto deba ser tomado de manera mecánica -las
rios del Estado tenían que velar por sí mismos. En realidad, la regularidades sociales se caracterizan por ser solamente movi-
aceptación cínica de que el Estado estaba desapareciendo en tan- mientos tendenciales-, la violencia estatal tiende a crecer en la
to que estaba desapareciendo una de sus funciones básicas, el medida en que la protesta popular crece y se hace amenazante
garantizar la seguridad de sus ciudadanos, no era más que la mas- para el régimen político y social establecido. Tanto en Guatema-

36 37
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NING1,;!\A PARTE VIOLENCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

la y en Argentina, como en Brasil y Honduras, observamos dicta- nen una relación proporcional con el nivel de confrontación polí-
duras militares en el sentido en que las hemos definido tica, con el grado en el que el Estado se vio desestabilizado por
mínimamente líneas atrás. Sin embargo en los últimos dos paí- sus opositores o subvertores, o con el grado que el primero se
ses, las cifras de desaparecidos fueron enormemente inferiores sintió o temió verse desestabilizado por los segundos. En Brasil,
en ellos en relación a los dos primeros. la resistencia popular a la dictadura tuvo niveles menos acusa-
De acuerdo a los datos que nos da la Comissao de Fanzilia- dos que en países como Argentina, Uruguay y Chile, al extremo
res de Mortos e Desaparecidos Políticos y el Instituto de Estudo de que algunos analistas tienden a subestimar el rol de la movili-
da Violencia do Estado en Brasil, hubo·«solamente» 136 desapa- zación social como factor causal de transición democrática
recidos enJa época de las dic.taduras militares, la mayor parte de (Kauffman, 1994). En el caso centroamericano, Honduras junto
ellos en el período que va de 1970 a 1975 (CFMDP/IEVE, 1995- a Costa Rica fueron países en los cuales la crisis revolucionaria
1996). Un infonne preliminar elaborado por la Comisión Nacio- de los ochenta se vivió en gran medida de manera derivada. Ar-
nal de Protección de los Derechos Humanos en Honduras . re- gentina por el contrario es un caso de radicalización política ex-
gistra «solamente» 179 casos de desaparecidos en el país en el trema desde las movilizaciones obrero-populares de fines de los
periodo que va de 1980 a 1993 (CNPDH, 1994). En el caso Ar- sesenta y principios de los setenta (los cordobazos) (Kauffman,
gentino, el infonne elaborado por la Comisión Nacional Sobre la 1994, p. 159; Rouquié, 1994, pp.l90-191; Cavarozzi, 1994, pp.
Desaparición de Personas, y que lleva por título Nunca Más da 58, 62-63), y sobre todo del surgimiento de un movimiento gue-
cuenta de 600 casos de secuestros registrados antes del golpe rrillero predominantemente urbano, que empezó a operar desde
militar de marzo de 1976 y de 8, 960 más a partir de esa fecha Y esa época y cuya derrota fue terminada de realizar sobre todo en
hasta 1983. La inmensa mayoría de las desapariciones forzadas el período de la guerra sucia. En el caso guatemalteco basta decir
en Argentina se encuentran concentradas en el período que abar- por el momento que desde 1954 , el desenvolvimiento político y
can los años 1975 y 1978 (CNDP, 1996, pp. 16 y 298). Estas 9, social durante la segunda mitad del siglo XX, se vio marcado por
540 víctimas cuantifican casos documentados sobre todo en un ciclos de ascenso popular revolucionario y tres grandes olas de
lapso de cuatro años de la década de los setenta, es decir el lapso terror estatal ( 1954, 1967-1971, 1978-1983) (Figueroa !barra, op.
durante el cual se llevo a cabo la «guerra sucia» de carácter cit., p. 113).
contrainsurgente por las dictaduras militares argentinas. Tendremos oportunidad de referimos a esta relación causal
En el caso guatemalteco, el informe de REMHI abarca un y de fundamentarla más extensamente en los capítulos venide-
período mucho más largo que el comprendido en las investiga- ros, pero podemos adelantar que los aparatos represivos en el caso
ciones en los otros tres países y la cifra de casi 50 mil desapareci- guatemalteco no necesariamente actuaron indiscriminadamente,
dos se refiere a una estimación de carácter global. En este trabajo sino que en buena parte de los casos, tanto la ejecución
nos referiremos a 4,042 casos registrados a través de una investi- extrajudicial o la desaparición forzada tuvieron el carácter de te-
gación hemerográfica y de campo (entrevistas). En los casos re- rror clandestino y selectivo (ibid., Cap. 1). Tanto en las ejecucio-
gistrados en la investigación hemerográfica no se tiene certeza nes extrajudiciales como en las desapariciones forzadas, se observa-
de si las personas reportadas como desaparecidas en las pági- ron víctimas que no tenían relación con movimientos opositores
nas de los periódicos, finalmente aparecieron con vida. O si apa- y subvertores, lo que no quiere decir que el sentido de la acción
recieron muertas, sus cadáveres fueron identificados. represiva no fuera la desarticulación de la oposición y la subver-
De todas maneras, los datos aquí consignados sugieren que sión. En realidad los aparatos represivos de las dictaduras, debi-
las cifras de terror, en este caso de desapariciones forzadas, tie- do a la vocación autoritaria y contrainsurgente de éstas últimas,

38 39

.di
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE VIOLENCIA Y DESAPARICIÓN FORZADA

en muchas ocasiones no fueron rigurosos en la diferenciación Conclusiones


entre oposición y subversión3•
La siguientes líneas intentarán ser un conjunto de conclusiones
Más aún, en no pocas ocasiones la búsqueda de info~a­
que deberán ser tomadas por el lector, como premisas interpretativas
ción o la necesidad de aterrorizar ocasionó la desaparición o eje-
a utilizar en los posteriores capítulos.
cución de personas sin participación política. Por ello mi~~o,
En primer lugar concebimos a la violencia como expresión
independientemente de que muchas víctimas de la desapanc1ón
de una relación social y por tanto a esta relación social como su
forzada se asemejan a aquellos peces no deseados que caen en la
explicación más profunda. La violencia es un atributo hum~n~
red del pescador, lo que significa que fueron víctimas de ~na
que no puede ser imputado a lo innato ni tampoco a lo tecnologt-
«atarraya punitiva» (Villagrán K.ramer, 1994, p. 207), el senttdo
co, sino es algo que emana de. las relaciones sociales que h~
de la represión iba hacia aquellos que tenían conductas
establecido los seres humanos desde el momento en que las mis-
antisistémicas. Por ello es que una parte de los desaparecidos que
mas expresaron diferencias e intereses contrapuestos. La revi-
solamente podemos decir que no resulta desdeñable, fueron perso-
sión de algunos de los pensadores políticos más relevantes (des-
nas que habían decidido oponer actos de resistencia pacíficos o
de Maquiavelo hasta Max Weber), permite constatar la anterior
violentos, a la situación que fue creada en el país a partir de 195~.
conclusión: la asociación de la política con la violencia revela su
En ocasiones el autor de estas líneas ha escuchado dectr
naturaleza social puesto que como hemos dicho antes, la primera
que esto último no se debe decir, puesto que al hacerlo se obtiene
no es sino la síntesis de la multiplicidad de las relaciones socia-
el efecto indeseado de «darles a los represores una justificación a
les. La asociación de la política y la violencia por parte de los
sus actos represivos». Resulta revelador el anterior argumento en
pensadores de la política, no es sino la expresión en el terr~n~ ~e
lo que se refiere a cuan introyectada se encuentra en Guatemala,
la filosofia y la ideología de algo que esta presente en la objetiVI-
la cultura del te"or. En el fondo el argumento referido se rela-
dad de la interacción humana.
ciona con la sensación de tranquilidad que le daba a muchos
En la violencia y en particular en la violencia política, los
guatemaltecos el saber que aquel o aquella que había sido ejecu-
actores que se enfrentan (sean las agencias del terror del Estado o
tado/a o desaparecido/a, «estaba metido/a en babosadas». En el
los rebeldes que también cometen actos de violencia) no son sino
fondo, significa aceptar que todo aquel que se atreviera a rebelar-
se contra el orden establecido, merecía una detención de carácter expresiones de las relaciones sociales que originan la violencia.
extrajudicial (el secuestro), un interrogatorio de carácter extra- Conviene tener presente este hecho -si se quiere mantener la ob-
judicial (la tortura), y finalmente, una ejecución extrajudicial (el jetividad en el análisis-, en el momento en el que se analiza un
asesinato), llevada a cabo en buena parte de los casos de la mane- fenómeno en el que ha habido tanto drama humano como es el
ra más atroz. En este trabajo procuraremos apartarnos de tan es- proceso político guatemalteco en la segunda mitad del siglo XX.
calofriante introyección. El apetito de objetividad también surge como necesidad,
cuando se examina la relación entre violencia y transformación
3
Por oposición entendemos a aquellos sectores que se opusier~~ a l~s ~i~taduras desde social. En esta materia el investigador tiene que apartarse de la
la perspectiva de carácter reformista, mientras que por subvers1on s1gmf1camo~ la_lu~~a lamentación y asumir el planteamiento de Moore en el sentido de
contra las dictaduras con un sentido revolucionario. A fines del siglo XX esta dtstmc1on
acaso parezca poco plausible -actualmente el conjunto de la izquierda lucha por _refor- apreciar «fría, racionalmente» la importancia objetiva de la vio-
mas en 1a legalidad-, pero hasta antes de 1989 en Centroa~érica se pensó pos1bl~ _Ja lencia en la política. En tanto que la violencia no es sino expre-
repetición de experiencias como la de Cuba en 1959 o la de N1caragua en 1979. Tamb1en sión de relaciones sociales -que son relaciones de poder-, dicha
es necesario agregar que muchos de los opositores tuvieron relación con los subvertores,
hecho que contribuyó a que la acción represiva fuera indeferenciada. violencia se convierte en un fenómeno muchas veces inevitable

40 41
Los QUE stEMI'RE ESTARÁll> EN NJNGCli>A l't\R1·t, VJOJ.F.l\OCIA Y DF.S.\1',\RJCJÓN FORZADA

cuando grupos humanos se enfrentan para mantener o cambiar de la represión se elevaron de manera notable. En 1954, la bús-
una determinada situación social. No es dificil entonces, que la queda por parte de los liberacionistas de la desarticulación de los
transformación social esté asociada a la violencia más inaudita o partidos revolucionarios, de los sindicatos y agraristas que apo-
para decirlo de manera más precisa, que en la mayoría de las yaron al régimen derrocado, implicó la muerte y desaparición de
transformaciones ésta se vuelva una realidad inevitable. Tal ha aproximadamente 3 n1il personas si aceptamos los cálculos que
sido el sentido de buena parte de la historia humana y nada indica algún protagonista de la época afirma que fueron hechos (C/F, 8/
que el género humano se ha desembarazado de tal designio. Que 98) 4• Las cifras del horror crecieron en la ola de terror que se
la transformación social camine en sentidos insospechados por observó entre 1967 y 1971 y llegó a los extremos dantescos que
aquellos que la anhelaban, es otro cantar. El balance de las gue- todos conocemos en la que se vivió entre 1978 y 1983. Lo cons-
rras civiles centroamericanas de las últimas décadas, en particu- tante en estas tres grandes olas, fue que las magnitudes del terror
lar la de la observada en Guatemala, necesariamente debe hacer- tuvieron una relación directamente proporcional con el ascenso
se tomando en cuenta todo lo anterior. de la lucha popular y revolucionaria. La violencia como acto de
Acaso las anteriores consideraciones contribuyan a com- dominio creció en la medida en que también crecieron los actos
prender el fenómeno de la desaparición forzada en Guatemala. de resistencia, y justo es decirlo, en la medida en que creció la
Esta no es sino una de las manifestaciones de una violencia polí- violencia como acto de resistencia.
tica sembrada a partir de la interrupción del proceso democrático El fenómeno de la desaparición forzada en Guatemala no
Yrevolucionario en 1954. Con este hecho, las relaciones sociales puede desvincularse de todo lo anterior. Es manifestación del
se impregnaron de violencia en el terreno de la política (la exis- conflicto poJítico que marcó al país en la segunda mitad del siglo
tencia de una dictadura y su oposición a ella) y en el terreno de lo XX, es producto de la violencia que se convirtió en una
económico social (la existencia de un capitalismo excluyente sus- inevitabilidad desde principios de los años sesenta. Pero también
tentado en la expoliación y el racismo). En el terreno de las ideo- fue una opción de la estrategia contrainsurgente. En un Estado de
logías, Ycomo consecuencia de todo lo anterior, la violencia tam- derecho, en un sistema democrático, la oposición es tolerada y
bién se consolidó y reprodujo ampliadamente. La cultura del te- respetada mientras que la subversión, si es que por alguna razón
rror, es decir aquella cultura política sustentada en la intoleran- existe, es combatida con las armas de la fuerza y del derecho. No
cia Y en la búsqueda de la eliminación fisica del oponente, se sucedió esto en Guatemala, porque oposición y subversión no se
expandió desde el Estado hacia la sociedad civil. Las ejecuciones enfrentaban a un Estado democrático, sino a una dictadura que
extrajudiciales y desapariciones forzadas, paulatinamente se fue- fue acentuando su carácter militar y terrorista y que hizo de la
ron convirtiendo en parte de la normalidad cotidiana, y se con- paranoia anticomunista un elemento fundamental de su voluntad
virtió en una regla aceptada por los diversos bandos que la lucha política.
por la transformación se penaba con la tortura y la muerte. Lo anterior nos lleva a pensar acerca de las víctimas del
En las cuatro décadas que siguieron a 1954, las cifras de terror, en particular los desaparecidos. Muchos de ellos fueron
muertos Y desaparecidos oscilaron y esta oscilación dependió víctimas de una acción represiva que los involucraba debido a las
de la magnitud de la resistencia al orden político y social que se conjeturas de los agentes represores. Estos dispusieron de sus
empezó a construir desde el derrocamiento del régimen de Arbenz. vidas como que si hubiese sido un producto desechable. Si des-
Independientemente de que las acciones de terror fueron una cons-
tante en todo este período, hubo momentos en que el terror se- "'Durante la contrarrevolución de 1954las fuerzas reaccionarias se agruparon en el"Mo-
lectivo se vio acompañado del terror masivo y las dimensiones vimicnto de Liberación Nacional", de allí surgió el apelativo liberaciouistas.

42 43
Los Ul'f. SIF.MPRE ESTAR.\S ES SISGUSA 1'.\RTf.

pués de las largas sesiones de tortura, el resultado fue que efecti- CAPÍTULO SEGUNDO
vamente el desaparecidono tenía nada que ver con los «subversi-
vos», esto era algo malo solamente para el desaparecido. Los que
estuvieron en esta situación, fueron en este sentido víctimas
«inocentes», aun cuando efectivamente -como alguna vez n1e lo De la prisión política a la
hicieron notar unos colegas argentinos- esta distinción entre «ino- desaparición forzada
centes» y «culpables» forma parte de la introyección de la cultu-
ra. del terror dé la cual nos queremos apartar. Otros, una parte
bastante significativa, participaron en la resistencia a la ignomi-
nia que ha vivido Guatemala durante muchos años. A ellos, aca-
so les ha llegado la hora de reivindicarlos no solamente cotno
víctimas de un acto represivo ajeno al derecho, sino también co-
mo hombres y mujeres decentes que se atrevieron a desafiar un
orden injusto. En 1954 un Luis Cardoza y Aragón apesadumbrado e indigna-
Y ese desafio, nunca estará de más recordarlo, les hizo vivir do escribió un libro, La Revolución Guatemalteca, en el que
en el infierno sus últimos días. hizo un análisis de los sucesos acaecidos con motivo de la con-
trarrevolución de 1954. El triunfo liberacionista implicaba para
Guatemala, el inicio de una nueva época de dictaduras tras el
corto paréntesis que había abierto la revolución de 1944. Pen-
sando en el sino dictatorial que nuestra patria parecía conde-
nada a sufrir, dijo en una de sus usuales y finas ironías que la
«historia de Guatemala es, por desgracia, la de sus dictaduras
y la de los guatemaltecos pugnando por respirar)> (1955, p. 47).
Y recordó lo dicho por Alfonso Orantes en los funerales del
escultor Rafael Yela Gunther: «el guatemalteco tenía tres ca-
minos: encierro, destierro o entierro» (p. 52).
Cuando expresó su ingeniosa frase, convertida ya en una
suerte de aforismo, Alfonso Oran tes pensaba en las dictaduras
que se vivirían en Guatemala hasta fines de los años sesenta.
Las dictaduras encabezadas por una figura paternal y despótica,
que disponía del país y de los ciudadanos, cómo si fuera el
primero una gran finca y los segundos simples peones. Eran
los tiempos de la tenebrosa penitenciaría central, con sus ló-
bregas mazmorras y sus esbirros que látigo en mano azotaban
a los opositores. Nuestra literatura tiene enE/ Señor Presiden-
te de Miguel Angel Asturias y en el testimonio novelado de
Rafael Arévalo Martínez iEcce Pericles! dos preciosas obras

44 45
Los Ql!E SIEMPRE ESTAR.\S ES SISGllS.r\ I'AR"I'F. Dr. I.A I'RISIÓS POI.fTIC,\ A l.,\ OF.SAI't\IUCI(IS fllR1..\U;\

de gran contenido histórico y sociológico, que por ello mismo Hombre de carcajada escandalosa, devoto cultivador del
retratan a las viejas dictaduras. Aquellos tiempos fueron los de relajo y con gran vocación histriónica, Raúl le hace el honor al
la «ley fuga» por medio de la cual, el asesinato político o la apodo con el que lo distinguimos sus amigos: el loco Díaz. Sin
simple ejecución de delincuentes, se encubrían de intentos de embargo, conforme han ido pasando los años y lo he ido cono-
huida que eran frustrados por una autoridad que actuaba con ciendo mejor, mis dudas con respecto a su supuesta locura
presteza. El mundo que desde el exterior rodeaba a las dicta- han aumentado. Más bien me parece a mí que sus chistes con-
duras, y la exigua sociedad civil que las circundaba en el inte- tinuos, su risa constante, sus perennes autoalabanzas, son las
rior, permitían cometer con impunidad tales crímenes. Eran válvulas de escape que lo mantienen en la total cordura. Melo-
los tiempos en que la humillación era un castigo para los so en el teléfono si su interlocutor es una mujer, de engolada
indoblegables varones de la oposición: don José Azmitia era voz si se trata de un hombre, hay momentos en los cuales pa-
azotado en algunos de los separas de la penitenciaría por los reciera que vive su vida en un escenario. El día que fui a su
esbirros de Estrada Cabrera o bien don Mardoqueo García oficina para entrevistarlo pude observar su ritmo, que no ·se
Asturias era rapado y obligado a marchar en las calles junto a puede decir que sea de trabajo, sino de vida. Llamadas por
otros presos del ubiquismo. teléfono, recados de sus secretarias, calendarios y agendas que
· :Pero .el mundo de El Señor Presidente descrito por había que arreglar a última hora, pron1ociones a los artistas
Asturias, o el de El Recurso del1vlétodo, de Alejo Carpentier, que se presentarían el próximo domingo, arreglos de los boca-
aún el·deE/ Otoño del Patriarca, de Gabriel García Márquez dillos y vino que se servirían después de las presentaciones ...
ya había desaparecido en América Latina en la década de los A éstas actividades se ha dedicado en los últimos ailos, vincu-
sesenta. Las viejas dictaduras del período oligárquico fueron lándose al mundo de la cultura en México, escribiendo críticas
sust~tuid~s por las .modernas maquinarias del autoritarismo periodísticas sobre danza, n1úsica y teatro, eventualmente sien-
que 1mphcaron las dictaduras militares. Aun cuando la figura do agente de alg(In o alguna artista o bien actuando como pro-
del preso político siguió siendo una realidad en dichas dictadu- motor de eventos culturales.
ras, la novedad fue que paulatinamente se le fue uniendo la del Pero hace casi cuatro décadas, Raúl Díaz Ramírez tenía
desaparecido. Fue con los regímenes de segun·dad nacional una vida muy distinta. Vivía en Guatemala y era un estudiante
que la desaparición forzada se fue convirtiendo en una prácti- tardío en la Escuela de Comercio, en la cual se distinguió por
ca sistemática. En el caso guatemalteco, el preso/a politico/a sus dotes oratorias y declamatorias. No fue raro que pronto
virtualmente fue desapareciendo de la escena política desde fuera honrado por sus condiscípulos al otorgarle el rango de
mediados de los sesenta. Fue un indicio de que la dictadura dirigente. Así llegó a serlo no solamente de su escuela, sino
militar estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuen- también a nivel nacional al formar parte de la directiva de aque-
cias, en «la defensa de la patria en contra de la subversión del lla cantera de revolucionarios que fue el Frente Unido del Es-
comunismo internacional». tudiantado Guatemalteco Organizado (FUEGO), la organiza-
ción de jovencitos imberbes que tantos dolores de cabeza le
El caso de los 28
dio al gobierno de Ydígoras Fuentes. En 1962 fue electo por
Cualquiera que se hubiese aparecido en la primavera de 1998 en sus con1pañeros como presidente de dicha organización y como
el Centro Cultural de la delegación de Tlalpan en la ciudad de parte de esa dirección estudiantil de posprimaria, participó en
México, conocido coloquialmente cómo «la casa de la cultura de la revuelta popular urbana que es conocida en Guatemala co-
Tlalpan», hubiese encontrado dirigiéndola a Raúl Díaz Ramírez. mo las «jornadas de marzo y abril». Desde 1963 cuando ingre-

46 47
Los QUE SIEMPRE ESTARÁ.'J F.N NINGUNA PARTE DE LA PRISIÓN POLfTICA A LA PES.\PARICIÓN FORZ.~DA

só a la Universidad de San Carlos, alternó sus actividades de buena torturada y te pasaras un buen tiempo preso)) (ibid.,)
dirigente estudiantil en la Facultad de Ciencias Económicas por lo que al final de la desagradable experiencia y después de
-en la cual según sus propias palabras fue un mal estudiante-, un proceso judicial, el detenido recuperaba su libertad. Por
con su verdadera vocación, el teatro y en general la cultura. ello mismo, a pesar de las metralletas que le apuntaban, el
En aquellos años sesenta, Otto René Castillo era uno de momento de la captura no le fue tan traumático desde el punto
los directivos del grupo cultural Vanguardia, el cual se dedica- de vista psicológico, como después de marzo de 1966 sería
ba a realizar actividades culturales, principalmente teatro. El cualquier captura. A partir de aquella fecha el arresto podía
loco Díaz se vinculó a este grupo y al grupo de teatro de la implicar la tortura, la muerte o la desaparición en un proceso
municipalidad. Además hizo campaña electoral por Francisco de carácter clandestino. Los judiciales procedieron con corte-
Villagrán Kramer para la Alcaldía de la ciudad de Guatemala, sía con su esposa quien le acompañaba en el momento de la
como también la hizo por Alejandro Silva Falla. Pero Raúl Díaz detención, «ya sabe señora, solamente le vamos a hacer algu-
Ramírez tenía una vida oculta para buena parte de sus compa- nas preguntas y después se va para su casa)). La esposa de Díaz
ñeros artistas. En 1966, era militante del Partido Guatemalte- se bajó con el portafolio de su marido y pudo ver cómo dos de
co del Trabajo (PGT) y en su calidad de tal hacía militancia en los captores se montaban en el autOinóvil conducido por aquel,
el seccional obrero de dicha organización. También formaba mientras otros tres o cuatro lo seguían en otro más. .,u

parte de la infraestructura de apoyo urbano a la guerrilla rural Así, de esa manera tranquila ( ?) , Díaz entró al grupo de
y urbana que desde 1962 estaba operando en el país. Cuando capturados en el mes de marzo de 1966, los cuales en su ma-
el PGTylas Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), decidieron apo- yoría nunca aparecieron. Las denuncias sumaban 28 el núme-
yar por motivos tácticos la candidatura a la presidencia de julio ro de detenidos y acaso por ello el hecho fue popularizado por
César Méndez l\1ontenegro, Díaz se incorporó a una coordina- les medios como «el caso de los 28». En realidad los captura-
dora de estudiantes que apoyaban al que hasta en ese motnen- dos fueron muchos más, alguien ha dicho que sumaron alre-
to había sido un académico respetado. En las postrimerías de dedor de 35 personas (Macías, 1997, p. 115). Este caso signifi-
la campaña electoral, haciendo uso de sus dotes oratorias, có un parteaguas en la historia de la represión en Guatemala.
Raúl Díaz Ramírez pronunció un incendiario discurso en el Nunca antes un grupo de gente tan numeroso, entre los que
viejo barrio de La Parroquia, con lo cual parece ser, terminó de había personalidades notables, había sido capturado y desapa-
hacerse visible de nueva cuenta. Contaba en su haber con al- recido con tanta impunidad y cinismo. Si en el periodo ante-
gunos arrestos previos que no habían tenido tnayor relevancia rior a 1966, las dictaduras procedían con arbitrariedad y
en su vida. discrecionalidad en la captura de aquellos que real o supuesta-
Haya sido su discurso en La Parroquia, al cual él en su mente eran sus opositores, después de ese año, el Estado o los
testimonio le asigna una gran importancia (RDR/F, 4/98), o grupos paramilitares consentidos por éste, realizaron secues-
haya sido una revisión por parte de la policía judicial de su tros, pues no de otra forma se puede calificar la captura, de-
expediente, el caso es que a fines de febrero o principios de tención y eventual ejecución de opositores al margen de la
marzo de 1966 -la fecha no la tiene precisa en su recuerdo-, legalidad.
algo provocó que Díaz fuera capturado por elementos de la En un órgano informativo de las FAR1 editado para el ex-
referida policía cuando circulaba en su automóvil en alguna de terior (FAR, 4/66), se publicó un artículo en el cual se habla de
las calles del centro de la ciudad. En aquellos años recuerda
Díaz, «ser capturado solamente implicaba el que te dieran una 1
Fuerzas Armadas Rebeldes.

48 49
Los QUE SIEMPkf. ESTARÁS ÉN NISGUNA PARTE

«la angustiosa pero firme protesta de las madres de los reos que aquella habitación aparece recurrentemente en los rela-
políticos desaparecidos» y se ofrece una lista de los nombres tos. Era conocida con el nombre de La Ti'grera, y en ella eran
de éstos. Suman 33, entre los cuales se encuentran los diri- hacinados los presos políticos antes de ser liberados o envia-
gentes y cuadros medios del PGT Víctor Manuel Gutiérrez, dos a la penitenciaría.
Leonardo Castillo Flores, Humberto Pineda, Víctor, Cándida y En La Ti'grera, Díaz se encontró con otras personas que
Elvira Palacios, Leonel García Benavente, Ricardo Berganza también habían sido capturadas. Entre ellas, se encontraba
Bocaletti2 y Raúl Díaz Ramírez; los dirigentes del Movimiento Román Santos3, dirigente del Sindicato de Pilotos Automovi-
Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13) Fernando Arce listas y Similares (SPAS), a la sazón miembro del PGT. El buen
Berhens y Francisco Amado Granados; los trostkistas mexica- hutnor reinaba entre los detenidos hacinados en aquel lugar:
nos David Aguilar Mora y Eunice Campirán (esposa del pri- hubo bromas acerca de la incorporación de nuestro entrevista-
mero); la prima del comandante guerrillero Marco Antonio Yon do al grupo de capturados. Hasta ese momento todo estaba
Sosa y probable miembro o colaboradora del MR-13, Iris dentro de los parámetros normales de la represión en aquellos
Yon Cerna; los probables miembros o colaboradores de la mis- tiempos. i>oco después de las seis de la tarde, la situación em-
ma organización insurgente Marco Thlio Licona, José León pezó a cotnplicársele a Díaz. Fue llamado desde afuera por uno
Meda, Balbino Sosa y Carlos Barillas Sosa; el coronel Rafael de los vigilantes y algo debe haber presentido el recién captu-
Sesani Pereira, y otros más. Falta en esa lista el dirigente me- rado, pues le dejó a Santos su reloj y su cédula de vecindad.
dio del PGT, Francisco José Macías, hermano del comandante Era necesario que en caso de necesidad hubiese una prueba
guerrillero César Montes Uulio César Macías) cuyo libro de de su estancia en alguno de los separas de la policía judicial...
memorias (op. cit., p. 78), nos permite saber que forn1ó parte Con firmeza pero sin brusquedad, Díaz fue subido a unp de
de los capturados en aquel marzo de 1966. los pisos del viejo edificio e introducido en un dormitorio en el
El testimonio de Raúl Díaz Ramírez, a pesar de las inevi- que habían varias camas; fue acostado en una de ellas y espo-
tables lagunas que deja una experiencia traumática y el paso sado a uno de los barrotes de la cabecera.
de 32 años, constituye un valioso elemento para itnaginar el En otra de las can1as, en similar situación se encontraba
triste fin de sus compañeros de infortunio. Díaz fue conduci- otro detenido. «No lo conocía, recuerda Díaz, con el tiempo he
do en su propio automóvil al edificio que coloquialmente era llegado a pensar que a lo mejor era uno de los 28, si nos hubié-
llamado «el primer toro». Éste ocupaba casi una manzana en- semos hablado probablemente ahora te estaría dando un testi-
tre la sexta y séptima avenida y 14 calle de la ciudad de Guate- monio preciso de su presencia.» Los gritos de alguien a quien
mala y era una instalación compartida por la policía nacional y torturaban en el cuarto contiguo, le hizo pensar que se encon-
la policía judicial. Fue encerrado en una de las habitaciones traba a punto de serlo también. Ya no había lugar para tomar
situada en los sótanos de aquel edificio, el que posteriormente con hun1or lo que estaba sucediendo; estaba solo, en la antesa-
fue derruido y que en un tiempo se le llamó «el cuartel nú- la de la tortura, y sobre todo, en un lugar que ya no era el nor-
mero 1». Cualquiera que haya hablado con los opositores a las malmente destinado a los capturados. De repente, después de
dictaduras de entre los años cincuenta y setenta, se encontrará unos murmullos inentendibles, la paredes dejaron escuchar la
frase suelta del que parecía ser el jefe de los torturadores, «Ya
ves leoncito, nos lo hubieras dicho desde el principio.» Inme-
!En realidad Berganza Bocaletti no formaba parte del grupo de los desaparecidos. Fue
herido y desaparecido en una refriega callejera en la ciudad de Guatemala en diciembre
3
de 1965. Asesinado a fines de los años sesenta.

50 51
Los QUE SIEMPRE ESTAR.\N EN NISGUNA PARTE DE LA PRISIÓN POLfTICA A LA. DESAPARICIÓN FOR7.AD,\

diatamente empezaron a salir precipitadamente varios judi- tirado en el suelo de uno de los vehículos. Nuevamente el oído
ciales, por la puerta del cuarto contiguo, y también por la puerta y la intuición, acaso la reconstrucción de un recuerdo que ya es
que comunicaba a dicho cuarto con aquel en donde se encon- lejano, lo llevan a decir tres décadas después, que la casa en
traba Díaz. Éste reconoció al dueño de la voz; era un hombre donde fue introducido al fin de un tiempo de trayecto, se en-
vestido de civil pero con una chaqueta militar. En el patio del contraba camino a San Juan Sacatepéquez. Era una casa gran-
edificio se empezaron a oír los carros arrancados con premu- de y vacía, el eco de las voces retumbaba en sus paredes. Había
ra, rechinando las llantas al salir del estacionamiento. Los ju- caminado un trayecto más en la vereda de la desaparición: ya
diciales iban a cosechar los frutos de alguna delación arranca- no se encontraba en un edificio oficial del Estado. Tirado en el
da con torturas. suelo de una de las vacías habitaciones, empezó a oír nueva-
La esposa de Díaz había ya interpuesto un recurso de mente el murmullo de voces.
exhibición personal, por lo que a las ocho de mañana de 1 día Era la voz del de la chaqueta militar, conversando sin vio-
siguiente, después de una noche llena de incertidumbre, éste lencia con otra persona. «Si ya sabemos tu seudónimo y ade-
empezó a escuchar que lo llamaban a grítos. Era algún miem- más que también te dicen e/1nonje» dijo el de la chaqueta mi-
bro del personal de la judicial que cumplía con la orden del litar. «Mi nombre es Francisco Amado Granados» respondió
juez que estaba manejando su recurso de exhibición. El juez, su interlocutor. Nuevo murmullo de voces y luego, el interro-
acompañado de la esposa de Díaz, estaba siendo conducido a gado dijo: «Estamos en una guerra y entre gente honorable».
diversos lugares menos en el que se encontraba a quien bus- Lo repitió varias veces, pareciera ser que estaba exigiendo el
caban; los gritos se oían abajo, cerca, muy cerca y al mismo trato que otorgan las convenciones militares a un militar cap-
tiempo muy lejos. Un temor profundo lo paralizó, no gritó di- turado en combate. Al menos en ese momento lo estaba lo-
ciendo donde estaba y con ello se colocó en la senda del de- grando. «Somos enemigos» dijo el de la chaqueta. «Momento,
saparecido. Unos quince minutos después fue sacado enérgi- interrumpió el interrogado, somos enemigos políticos». El de-
camente del dormitorio, y tirado en el suelo de un jeep fue saparecido que decía ser Francisco Amado Granados estaba
forzado a abandonar el edificio. Díaz percibió que se lo lleva- tratando de aplacar al interrogador, estaba tratando de hacer
ban rumbo a Villanueva, pues pudo distinguir con el oído y la uso de los recursos que tenía a la mano para evitar la tortura y
intuición que se lo llevaban por la carretera a Amatitlán. Efec- la liquidación.
tivamente, el viaje terminó en la cárcel municipal de Amatitlán El interrogado hablaba sin cesar, expresaba sus divergen-
en donde fue recluido en una celda, aislado de los demás pre- cias con el PGT y las FAR, aclaraba que él era del MR-13 de
sos. Allí, en medio de la soledad pudo escudriñar el lugar don- Noviembre (MR-13); también a pregunta expresa respondió
de estaba. En uno de los rincones de la celda, alguien había que ésta última organización no había ido a la Conferencia
escrito con un clavo en el suelo y la pared, un letrero que pare- Tricontinental, reunión celebrada en La Habana en enero de
cía el mensaje de un náufrago tirado al mar en una botella: 1966, en donde se trató de la coordinación de esfuerzos para la
«Aquí estuvo el coronel Rafael Sesam Pereira.» lucha revolucionaria y armada en América Latina, Asia y Mri-
Así encontró el anochecer al capturado. La diferencia era ca. El interrogador consideraba que eso era muestra de una
que había ya dejado de ser un simple detenido, era ahora un decisión subversiva. «Nosotros no fuimos a Ja tricontinental,
secuestrado, un desaparecido. A media noche, escuchó el rui- aclaró el interrogado, los que viajaron fueron Turcios Lima y
do de los motores de varios carros. Varios hombres annados otras dos gentes más>); «ustedes mataron a fulano» contraata-
entraron a su celda, y esposado y vendado fue de nueva cuenta caba el de la chaqueta, «no fuimos nosotros, se defendía el de-

52 53
.di
LOS QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE Dt: '·'' rRISiós PoLITic,\ A'"' OES.\Pt\RICIÓ:'II roR7..\DA

saparecido, fue un comando de las FAR integrado por... ~ y daba ción. Lo podía percibir claramente. Empezaron a pasar lista
varios nombres. El interrogatorio terminó, el detenido pidió un de los detenidos en la habitación. No conocía a nadie, hasta
cigarrillo y un vaso de agua y Díaz escuchó cómo le proporcio- que uno de los esbirros gritó c<iFernando Arce Behrensh>. Díaz
naban ambas cosas. " se quedó estupefacto. A él si lo conoc_ía. Se trataba de un anti-
Súbitamente sintió que abrían la puerta de la habitación guo dirigente estudiantil del que durante un buen tiempo no
vacía en la que se encontraba. Eran dos o tres torturadores que se había vuelto a escuchar. Era Fernando Arce Behrens, com-
con soecidad e ironía hablaban entre sí. «Y a éste, ¿ya le dieron bativo estudiante que se caracterizaba por su radicalismo. Los
su vergueada vos?». Díaz ya sabía que se encontraba en una gritos de los torturados se seguían oyendo. De repente uno de
cárcel clandestina y que la tortura psicológica era el preámbu- los torturadores se lamentó con rabia «Se me fue este
lo de la física. Momentos después volvieron los torturadores: hijuelagranputa». Alguno de los secuestrados ya no había re-
«Raulito, Raulito, ya te llevó la gran puta». Y comenzó la sesión sistido la tortura.
de tortura. Golpes, patadas y la temida capucha, una bolsa de Una noche llegaron por todos los recluidos en la habita-
hule Ycintas corredizas con la cual le cubren la cabeza al tor- ción. «iYámonos, vámonos!» gritó uno de los esbirros. Los
turado Yle provocan asfixia. Uno de los oficiales, un hombre levantaron con brusquedad y a tientas caminaron por el corre-
corpulento, se le montó encima, le puso un cordón enroscado dor, rumbo a lo que parecía ser un estacionamiento. De repente
en las. piernas y con un brazo se las subió en dirección a la Díaz escuchó la voz de Arce Behrens, «Oiga amigo, le dijo a
espalda mientras que con la otra mano hacía lo mismo con quien lo conducía, déjeme ir al baño antes de ... ,,. Silencio. «Bue-
la cabeza. Díaz empezó a sentir las descargas eléctricas que lo no, agregó Arce Behrens, antes de cualquier cosa». Díaz recuer-
sac~dían aun ~uando el hombre corpulento montado encima da que él no pensaba que los iban a matar, pero «definitiva-
de el, no lo dejaba retorcerse con toda la fuerza que debería mente Arce Behrens estaba muy claro de lo que iba a suceder.»
hacerlo. Le preguntaban por José Luis Ramos, uno de los cua- Pero Díaz sí sobrevivió y gracias a ello podemos conocer
d~os clandestinos del PGT que hacía trabajo sindical4 • Lo ase- su testimonio.
dtaban a preguntas. A algunas .de ellas Díaz respondía que no Después de ser sacado de la última casa, fue llevado de
sabía, otras más, simplemente no sabía. nueva cuenta al viejo edificio de la policía judicial. Pero al no
La sesión de tortura terminó. A estas alturas también ser conducido a La Tigrera temió por su vida: seguía desapa-
había terminado la noción del tiempo. Pasaron horas, días, me- recido. Lo llevaron a un local donde había una carpintería,
ses o años. Quien sabe. Escuchaba gritos y golpes que prove- nuevamente lo acostaron esposado a una cama y le quitaron la
nían de otras habitaciones. Evidentemente no estaba sólo en el venda que lo había acompañado los días anteriores. Al día si-
infierno. En algún momento lo volvieron a sacar de esa casa y guiente se apareció el de la chaqueta militar y se sentó junto a
se 1~ l~evaron a ot~a, en algún punto de la ciudad. Díaz ya esta- él en la cama. «Raulito, lo vamos a dejar libre, porque sabemos
ba vtvtendo en la Infraestructura clandestina de la muerte. Lo que usted no es de esos cabrones que andan tnatando gente;
condujeron a una de las habitaciones de la nueva casa. Escu- usted es de los que sólo les gusta hablar. Aquí tenemos una
chó movimientos silenciosos, de cuerpos amarrados, venda- foto suya, en un mitin en la concha acústica, está sosteniéndo-
dos y tirados en el suelo. Había otros detenidos en la habita- le el micrófono a Antonio Obando Sánchez» 5• Raúl Díaz

5
Dirigente comUnista desde la década de los veinte. l\•lurió de muerte natural en
4 Desaparecido en 1984. octubre de 1994.

54 55

.:JL
TI
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

Ramírez se conmocionó al ver el comportamiento casi afable fue encerrada allí) 7 ·sino hubiese.Mdo'que; después:deJi.In~i·~e-:
del que había tenido su vida en las manos, «Lo vamos a pre- las rápidas y frías decisiones que:·ló caraoterizabán, ·el: propioJ
sentar, dijo amablemente, pero usted tiene que decir que lo comandante Luis Augusto Turcios· Lima al 'frente·de·uri coman._:
capturamos ayer. Yo soy Rudy Solares Caravantes.)) Según re- do las fue a rescatar de dicho centro de detencíón~{C/F;.'l2/97)·.·
cuerda Díaz, Solares Caravantes era uno de los comandan tes El coronel Sesam Pere·ira ·apareció-en· una de.las -~árceles
operativos de la policía judicial en los años sesenta. de Nicaragua, los estudiantes José·Vioente Guzm'áivFia'n(!o·1';
A partir de ese momento todo volvió a la normalidad. A Mario Augusto Méndez Aguilar:aparecierotr·detenidbs: Et.- en
los recursos de exhibición siguieron los procedimientos judi- Salvador (Díaz encontr6 posteriorirtente: á-~éste>última·•erVIa'
ciales y poco tiempo después se encontraba en libertad. Fue ciudad de México) (RDR/F, 5/98). 'fres::hermanas:de,apellido;
hasta esos momentos que se enteró que casi tres decenas de López González y otra mujer de nombre ·MatHde Hertera'fúe~·
infortunados dirjgentes, activistas y colaboradores del movi- ron posteriormente presentadas en los triburiales y declaráron[
miento revolucionario no habían corrido con la misma suerte. haber visto a Iris Yon Cerna, capturada en co'mpáñía>de Carl&s:
Pero a Raúl Díaz Ramírez le esperaba volver de nueva cuenta a Barillas Sosa, en los separas de la policía judiciai{FAMDES·.~
vivir una experiencia similar. Después de una refriega en una 6/66a). Igual sucedió con el electricistaJosé Romero Ftfen~l
casa de la ciudad de Guatemala, nuevamente fue capturado el quien en medio de amenazas a su vida· y a la de sus;hijoSt.d&cilj
1 de mayo. de 1967 cuando junto a unos dirigentes sindicales, dió asilarse en la embajada .de·. Argentina; pero antes decl~r.6;
entre ellos Francisco Corado6 , se reunían para preparar los úl- ante notario público que .babia visto· vivos a•.Fernando-~rce!
timos detalles de la participación en el desfile de los trabaja- Behrens, Marco Thlio Licona; Balbino.Sosa,José ·Leon!Meda y:
dores (RDRIF, 5/98). Pero una vez más corrió con suerte: el a Iris Yon Cerna y .que lo habían obligado a ver· el cadáver dé'
flamante gobierno de Méndez Montenegro no podía celebrar Carlos Barillas Sosa en:el interior:de ún vehícülo de:la.·polic:ía:
su primer día de los trabajadores, asesinando o desaparecien- judicial(AEU,6/66;FAMDES,,6}66b),:· :.: :; . ·:·¡·y;.J;)
do a gente vinculada con la Federación Autónotna Sindical de La desaparición forzada·de los:zs, fue ünactodelibér.ado:
Guatemala (FASGUA). Así que a los capturados se les dio el en el seno de los órganos;repres'ivos: de'lardictadura enca:b.e~tl
tratamiento de antes de 1966: captura con lujo de fuerza, tor- da por Peralta Azurdia; Ricárdb Ramírez•·después ~om~urda:nte.
turas a granel, encarcelamiento y finalmente liberación. Poco del Ejército Guerrillero de ·lo's .Pubresre~cribió menos· de; dos!
tiempo después de salir de la cárcel, Díaz salió del país y em- años después, que ·uno de·los :responsables del ·secirestro y ·lá·
prendió Una vida nueva. No volvió al país sino eventualmente a desaparición de los integrarites.del111oyimiento revoludonario;
visitar a su familia.
fue un militar,· el coronel Maximiliano Serr:ano; ministro: ·de
l.! na parte de los capturados de 1966 logró salvar la vi- da, gobernación del régimen de Per.altá Azurdia (Fe.rhandez, :1968,:
sobre todo aquellos a los cuales no se les comprobó que tenían
p. 36). Arturo Chur del Cid', partidário de la·candidatl:lra de és~
vínculo con la lucha armada. No fue este el caso de las herma-
te último a la presidencia en 1978; cuenta que:et:·ex,..:jefe·de·
nas Palacios, las cuales estaban a cargo de la casa en la que fue
estado le· confió en alguna oportunidad que éFnó había· tomado
capturado Víctor Manuel Gutiérrez. Fueron conducidas a la
la decisión (ni siquiera sabido de ella);de'asesinar a los¡cáptur<
cárcel de mujeres yprobablemente hubiesen corrido el desti- ~ . ! 1 •: : 1 ~• • .- _: :: • . ~ !: i 1 : : • :• . -•• * ~ . 1
: )

no de Iris Yon Cerna (quien también en un primer motnento ; Acta de Solicitud de J;\ntej':l~cio ~ontra los,wi~!~>tros d~ la ~e-~e-~sa. 4~ Goqern~c~~f\Y,
de Hacienda y Crédito Público que presentan ante el Honorable Congreso de la Repú-
6
Dirigente y cuadro sindical del PGT. Fue desaparecido en la década de los ochenta, blica los familiares de las personas capturadas en diciembre de 1965; y febrero y mar-·
siendo dirigente del PGT (Núcleo de Dirección). zo de 1966. Guatemala, 18 de junio de 1966. Será citado como FAMDES,:6/66a.· 1

56 57
Los QUE SIEMPRE ESTARÁ.~ ES l'\ISGUNA PARTE
Dr·: 1..\ r·ru~ll,.,. I'III.ITIC \ .\ 1..-\ UliS.\1'\Itll'lú~ Hmt.AIM

r~dos de marzo de 1966 (CHC/F, 3/98). Versión difícil de creer


Leonardo Castillo Flores fue eltnilitar de alta en la base tnili-
dado que el propio Peralta Azurdia no era un civil en manos de
tar de Retalhuleu, el teniente Tito Garavito mientras que los
la alta jerarquía militar, como en los siguientes cuatro años lo
que ultimaron a Víctor l\1anuel Gutiérrez fueron los esbirros
fue julio César Méndez Montenegro.
Germán de León Orellana (a) Zacatón, julio César l\1iranda
D~rante su estancia en Guatemala durante abril y mayo
(a) Pozuelos y Miguel Angel Grajeda (a) el Cuto. El n1isn10
de 1967, el entonces poco conocido escritor uruguayo Eduar- órgano informativo afirn1ó que el cadáver de Víctor Manuel
dq Galeano, recogió la información que después usaría para Gutiérrez, fue arrojado al n1ar desde un avión piloteado por el
escribir Guatemala País Ocupado (Galeano, 1967). Pudo en- piloto aviador coronel Octavio Zea Carrascosa (AEU, 1966).
trevistar,al desertor del ejército Julio Ruano Pinzón, de alta en El secuestro y el asesinato de «los 28>) fue una fría y
el cuartel general de Mat~moros en marzo de 1966. En abril de calculada decisión tomada muy probablemente por el alto nlan-
1967, Ruano,y~ había desertado y vivía en la clandestinidad. La do del ejército guatetnalteco. Los indicios que hen1os podido
razón era contundente: él. y .tres soldados más habían partici- recoger pern1iten suponerlo. Al igual de lo que sucedió con la
pad.o en el trasiego de un grupo de cadáveres envueltos en cos- captura y desaparición de la con1isión política del PGT en sep-
tales que se encontraban eri el almacén de guerra del cuartel tiembre de 1972, con la desaparición de un grupo numeroso
de ~atamoros. Para abril de 1967, solamente Ruano Pinzón de dirigentes sindicales de la Central Nacional de 11-abajado-
seguía.convida, los·o~.r.os tres soldados habían sido muertos en res (CN1,) capturados en bloque en junio de 1980, con el se-
hechos de"i<?lencia·aparentemente·circunstanciales. Si damos cuestro colectivo de un grupo de dirigentes estudiantiles y sin-
por :verdadera su.'Versión, podemos saber que una buena parte dicales reunidos en un local en el departamento de Escuintla
de «los· zg,) fueron asesinados-en el referido lugar; que entre (llamado Emaús), en agosto de ese mismo año, el secuestro y
ellos s~ encontraba el dirigente sindical Víctor l\1anuel desaparición de los 28 fue un acto de descabezamiento a una
Gutiérrez; que la decisión de asesinarlos la comunicó parte fundamental de la resistencia contra la dictadura militar.
telefónicamente el viceministro de defensa, Rafael Arriaga En el caso de «los 28)) se trataba de eliminar a los dos dirigen-
Bosque, al coronel ?\1áximo Zepeda; que el propio coronel tes históricos del sindicalisn1o y del agrarismo campesino de
Arriaga Bosque llegó al cuartel de l\1atamoros y se reunió con la época de Arbenz (Gutiérrez y CastillÓ Flores), de liquidar a la
la alta oficialidad del lugar, que inclusive entró con un grupo resistencia armada que encabezaban el PGT y las FAR y tan1-
de éstos al almacén de guerra donde se encontraban los se- bién de descabezar al MR-13, en aqueltnomento todavía in-
cuestrados (Galeano, pp, 6Q-6l), No sería éste el último acto fluido por los trotskistas mexicanos.
represivo en el cual el nombre de los dos altos oficiales sería La desaparición de los 28. dirigentes y activistas revolu-
nombrado. l\1áximo Zepeda, por .ejemplo, fue mencionado cionarios implicó la desaparición de personalidades notables·
como el que en enero de 1968 enc~bezó la violación en masa y del movimiento revolucionario. Fernando Arce Behrens había
ejecución de la militante del PGT, Rogelia Cruz. sido un destacado dirigente estudiantil en la Facultad de De-
Además de los nombres de Rafael Arriaga Bosque, lVláxi- recho de la Universidad de San Carlos. Junto a Edmundo Gue-
mo Zepeda, Maximiliano Serrano y Rudy Solares Caravantes, rra Taelheimer9 y Antonio Móbil, dirigió el periódico de los
el investigador ha podido recoger otros más: un número del estudiantes universitarios, El Eshtdiante, en los tiempos de
órgano de la AEU8, El Estudiante, afirm~ que el asesino de
''Dirigente estudiantil en los años cincuenta y parte de los sesenta. Fue asesina-
do a mediados de los setenta cuando se dedicaba a sus labores en el bufete popu-
11 Asociación de Estudiantes Universitarios. lar universitario.

58 59
l...us (JL'f. SIEMPRE EST.\R.\'1: 1;~ \ISGL'SA !'ARTE

Ydígoras, además de participar en movilizaciones y huelgas con- Moscú (en el Komsonwl) 12, regresó a Guatemala donde empe-
tra la dictadura (AM/F, 3/98; MRC/F, 3/98). Humberto Pineda zó a fungir como enlace entre las FARy el MR-13. Cumplien-
junto a su hermano Luis Arturo y Roberto Murallcs 10 fueron do esas funciones, en 1964 fue capturado y torturado perso-
ayudados por el entonces desconocido médico argentino Er- nalmente por el coronel Enrique Trinidad Oliva, destacado
nesto Guevara a salir de la embajada argentina en donde se liberacionista en 1954. Habiéndose les escapado a su captores,
habían asilado en junio de 1954 (Pineda, 1998). Su salida de le dio la información necesaria al comandante Yon Sosa para
dicha legación, como la de Armando Villaseñor 11 , fue para in- que él personalmente dirigiera la ejecución de Oliva, en un
corporarse a la reorganización del PGT en la que también par- desgraciado incidente en el cual murió también el pequeño
ticiparían Víctor Palacios y sus hermanas. Humberto Pineda, hijo del brutal coronel. Fácil es pensar que cuando fue nueva-
Víctor Palacios, Leonardo García Benavente (sobreviviente de mente capturado en 1966, tenía garantizada una muerte atroz.
la abortada guerrilla de Concuá en 1962) y Castillo Flores se Fue salvajemente torturado, destazado a machetazos y los pe-
encontraban organizando un frente guerrillero en el volcán dazos de su cuerpo, lanzados al Océano Pacífico desde un avión
Thjumulco (C/F, 12/97) en el momento en que fueron captura- de la fuerza aérea guate1nalteca (Macías, op. cit., pp. 76-78).
dos el4 de marzo de 1966 en Retalhuleu (FAMDES, 6/66a).
David Aguilar Mora y su esposa Eunice Campirán provenían Los desapar~cidos en los años sesenta
del sector del trotskismo que fue influenciado por la revolu-
Ción cubana, por lo que decidieron viajar desde México a Gua- U no de los problemas de todo aquél que estudia la violencia
temala para incorporarse a la lucha revolucionaria en éste país. que adquiere dimensiones masivas, es que paulatinamente las
David fue secuestrado en diciembre de 1965 y Eunice, pese a víctimas empiezan a perder su rostro, su biografía, sus anhe-
los ruegos de su familia en un viaje que hizo a México después los y sus sentimientos. Lentamente se van convirtiendo en una
de desaparecer su esposo, regresó a Guatemala en donde fue estadística, en un pequeñísimo elemento que junto a otros
capturada y desaparecida en marzo de 1966. Se encontraba en- miles, se convierten en cuadros llenos de números, curvas en
cint~ en aquel momento (MAM, 11/97). medio de un par de coordenadas. Ello se convierte en inevita-
Y Francisco José Macías no era alguien ajeno a la partici- ble para el investigador cuando se quiere salir del testilnonio y
pación política como aparece retratado en el libro de Eduardo darle dimensiones sociológicas a la investigación. Por ello mis-
Galeano (p.62). En realidad formaba parte del grupo de los mo las líneas precedentes deben ser tomadas como un intento
herma~os Macías (Carlos, Jorge y Julio César), todos ellos par- de darles un rostro a los desap~recidos de los años sesenta.
ticipantes del movimiento revolucionario y del cual el único Podemos ahora empezar a hablar de números. Los datos
sobreviviente fue el que siempre tuvo más probabilidades de provenientes de los primeros años de la década de los sesenta
morir: César Montes. Francisco José había sido integrante no resultan tan confiables cotno los de las décadas siguientes.
de la organización juvenil del PGT, la Juventud Patriótica del Las fuentes he·merográficas acaso no son tan precisas como lo
Trabajo GPT), y después de un viaje de formación política a fueron después; a ello se une el que en buena parte de los ca:-
sos registrados (4,042) y que sirven de material en1pírico para
10
Luis Arturo Pineda fue desaparecido el 18 de mayo de 1976 al igual que su
hermana Rita lo fue el 3 de septiembre de 1985 (s/a, 1994). Roberto Muralles
12 Escuela de cuadros de las juventudes comunistas del Partido Comunista de la
fue asesinado en la década de los ochenta.
11 Desaparecido en marzo de 1981. Unión Soviética (PCUS).

60 61
F1
1
D..: l.t\ l'KISICl:'-l Pni.ITIC.\ .\ 1.\ UESJ\1'.\KICUÍS FURiUilA

esta investigación, no hay información precisa acerca de si el Tabla 11-1: Desaparecidos


desaparecido finalmente apareció con vida o si su cadáver fue por año 1960-1969)
encontrado o identificado. Con estas salvedades podemos em-
pezar a trabajar la información. Año Víctimas
Si partimos de la cifra convencional sustentada por el Gru- 1960 1
po de Apoyo Mutuo (GAM), de que entre 1960 y fines de los 1961 37
años noventa, la cifra de desaparecidos asciende a casi 45 mil 1962 42
personas, el número de los casos con los cuales estamos traba- lt963 33
jando se convierte en una muestra bastante representativa: casi 1964 28
el 9% del total de casos. En lo que se refiere a los años com- 1965 76
prendidos entre 1960 y 1969,.el número de casos registrados 1966 37
es de 518, lo que significa el12.8% de los 4,042. 1967 114
Observando la Tabla 11-1 que nos informa el número de 1968 132
casos de desaparecidos registrados entre 1960 y 1969, encon- 1969 18
traremos que las cifras de desaparecidos en el primer lustro
de la década (exceptuando 1966) son notablemente mas bajas Total 518
que las que se observarán particularmente en los años de 1967
y 1968. Este comportamiento puede mirarse en la Gráfica 11-1.
El número de desaparecidos empieza a ascender a partir de
1961; en 1962, año en que se observa la revuelta popular de tnar-
zo y abril, la ~ifra de desaparecidos llega a 42. Sabido es que Gráfica 11-1: Desaparecidos P?r año.
entre. 1961 y 1962 el auge popular, en aquellos tiempos con-
Datos para 1960·1969
centrado predominantemente en los cascos urbanos y particu-
larmente en la capital, es un proceso que viene de años atrás.
Por ejemplo sabemos que desde el asesinato de Castillo
Armas 13 y la coyuntura electoral que le siguió, se observó un 100

continuo ascenso popular que culminó en la revuelta popular 80


urbana de marzo y abril de 1962 (Gutiérrez 1962, 1964, 1965).
Se observa una cúspide cuantitativa entre 1961 y 1963. Si bien
1
> 60

40
en éste último año, a partir de marzo precisamente, la dicta-
20
dura militar que se fue gestando durante todos los años ante-
riores, aparece por primera vez de manera abierta con el go- 1960 1961 1962
------
1963 11184
·------~--~---
1965
1968 1807 1968 1116¡
bierno de facto del coronel Peralta Azurdia, el ascenso represi- Allo

vo y sobre todo el que tiene que ver con la desaparición forzada ----------------
Fuente: Base de datos CIIDH-GAM CIIDHPLN-CTR058. Víctimas identifi-
cadas con al menos un nombre y un apellido Fecha: julio 27 1998. Las fuentes
13
de las Tablas y Gráficas de éste y los otros capítulos es la misma.
Presidente de Guatemala (1954-1957).

62 63
"'1!
1

LOS (JUF. SIE:\IPRE ESTARÁS ES -;m.~US.\ I'ARTE 1


DI-; I.A I'RISIÓS POI.fTICA A I..A DESAI'ARICIÓN FORZADA

no empezó inmediatamente, sino hasta en las postrimerías del bunales especiales para delitos políticos, ele<.ciones para asam-
periodo de dicho coronel. blea constituyente con lista única, voto público y escrutinio
La desaparición forzada no fue en los primeros años de secreto. En lo que se refiere a acciones de otro tipo se mencio-
la década del60 un fenómeno especialmente significativo. U na nan: encarcelamiento de ciudadanos sin proceso legal, inexis-
muestra que fundamenta esta afirmación, es lo que le sucedió tencia o desnaturalización del recurso de amparo y Habeas Cor-
a Víctor Manuel Gutiérrez en 1962, cuando ya se encontraba pus, tortura a los presos políticos, captura de familiares de
en Guatemala de regreso del exilio 14 • Fue capturado con un opositores para usarlos como rehenes, expulsión del país de nu-
grupo de activistas sindicales por las fuerzas represivas del go- merosos ciudadanos y negación de documentos, asesinato de
bierno de Ydígoras Fuentes (C/F, 12/97). Llevado a la cárcel, el campesinos y daños a sus propiedades. No se menciona la de-
régimen no quiso meterse en problemas por lo cual no lo llevó saparición, la cual si hubiese existido como una práctica siste-
a un tribunal sino simplemente lo expulsó del país, pero antes mática ni duda cabe de que hubiese sido mencionada en dicho
tuvo que acatar un fallo de la Corte Suprema de Justicia para documento.
que en calidad de prisionero fuera presentado ante un juez y Puede decirse que tanto la Tabla II-1 como su respectiva
pudiese ser visto por sus familiares y entrevistado por perio- gráfica ilustran la tendencia creciente del feoómeno de la desa-
distas. Cuatro años después, la dictadura militar tampoco qui- parición forzada como método represivo en el país. Hay que
so ineterse en problemas, pero el procedimiento para evitarlos destacar la última cúspide de dicna década correspondiente a
fue totalmente distinto: fue secuestrado y desaparecido 1967 y 1968, la cual resulta coherente con el momento político
(Estrada, 1966, p.3). · que vivió el país en aquellos años. En octubre de 1966 comen-
. , Otro hecho puede dar un indicio más de que la desapari- zó la ofensiva general del ejército guatemalteco contra la in-
cton forzada no era una práctica sistemática por aquellos años. surgencia que operaba en la Sierra de las Minas, la cual abar-
Una e~osición hecha por un grupo de exiliados guatemaltecos caba una vasta zona en el oriente del país, y además tenía un
e~ MeXIco, encabezada por Adolfo Mijangos, ante el Secreta- frente de resistencia principalmente en lá capital de la repú-
no_ de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con blica. Diversos autores han comentado todo lo que implicó di-
fecha de 12 de agosto de 1965, nos puede dar una idea de los cha ofensiva (por ejemplo Aguilera, 1970; Debray y Ramírez,
rasgos represivos en el primer lustro de los años sesenta. Ade- 1975), la cual no se concretó a lanzar un ataque a las columnas
más de Mijangos dicha exposición está firmada entre otros por guerrilleras en las zonas en las cuales ellas operaban, sino en
Víctor Manuel Gutiérrez, Luis Cardoza y Aragón, Mario organizar y ejecutar una guerra sucia que explica el aumento
Monteforte Toledo, Ernesto Capuano y el después comandan- de las ejecuciones extrajudiciales, y en el caso que nos interesa
te Gaspar 1/óm, Rodrigo Asturias Amado. en este trabajo, de las desapariciones forzadas, en buena parte
Las denuncias que hacen los firmantes en dicho docu- de los casos de personas no directamente vinculadas a la in-
mento (Mijangos et al, 8/1966) nos puede dar una idea de cuá- surgencia. En ·marzo de 1970, la revista Times -de ninguna
les fueron en términos generales los rasgos represivos durante manera sospechosa de parcialidad hacia la insurgencia-, ase-
el primer lustro de los sesenta: inexistencia de libertad de pen- veraba que la cJfra total de muertos ascendió a 3, 000 personas
samiento, negación al derecho a la organización política, tri- de los cuales «80 eran guerrilleros, 500 eran simpatizantes,
mientras que 2,420 eran inocentes>> (Aguilera, 1970, p. 88). Las
14
Había entrado clandestinamente por primera vez en 1960, con motivo del 111 Con- cifras de 114 desaparecidos en 1967 y de 132 en el año siguien-
greso del PGT. te son pues congruentes con lo que sucedió en aquel momento.

65
Los QUE SJE:\IPRE ESTAJl.\S ES SISGUS.\ 1',\RTE

El lector puede ver claramente en la Gráfica 11-1 una ten- Tabla 11-2: Desaparecidos por
dencia creciente del terrorismo de estado congruente con lo departamento ( 1960-1969)
que normalmente recordamos o sabemos de aquellos años: el
Estado guatemalteco comenzó a incrementar cuantitativamente Departamento Víctimas
la represión y a cambiar cualitativamente los métodos para eje- Guatemala 364
cutarla a partir del triunfo de la revolución cubana. Cuando lzabal 25
éste último hecho tuvo una consecuencia visible en la radicali- Chiquimula 25
zación de la juventud urbana principalmente -descontenta con Zacapa 22
la situación creada desde el triunfo liberacionista de 1954-, la Escuintla 21
confrontación fue creciendo. El inicio de la actividad guerrille- Suchitepéquez 9
ra a partir de febrero de 1961 (cuando regresaron del exilio los Retalhuleu 8
militares más radicalizados del alzamiento del 13 de noviem- El Progreso 7
bre de 1960) y luego con el surgimiento de una actividad gue- Quezaltenango 7
rrillera con proyecto revolucionario a partir de marzo de 1962, Santa Rosa 7
fue transformando cuantitativa y cualitativamente la naturale- Chimaltenango 6
za represiva del Estado guatemalteco. La dictadura tradicional jalapa 4
se fue transformando en una dictadura militar y ésta a su vez San Marcos 4
paulatinamente fue convirtiendo al terror en ·la mediación es- jutiapa 3
tatal más importante. Alta Verapaz 2
. La. ubica~ión geográfica de la desaparición forzada pue- Baja Verapaz 2
de tlumtnarnos con respecto a las causas del fenómeno. Para Sacatepéquez 2
empezar a trátar el tema podemos referir que en agosto de
Total 518
1966, un memorandum interno y secreto del Partido de Uni-
dad Revolucionaria (PUR) hacía una evaluación política de la
situación creada por el triunfo de la candidatura presidencial
de Julio César Méndez Montenegro. Entre todas las variables estos datos presentes para analizar la distribución geográfica
a analizar, el documento incluía al movimiento guerrillero (FAR de la desaparición forzada en los años 60.
YMR-13) como un «elemento de peso en el panorama nacio- La Tabla II-2 referida a los desaparecidos por departa-
nal.» «Las FARy el MR-13, continuaba el memorandum, son mento durante la década de los sesentas revela que de un total
sendos po~ere.s limitados, pero poderes ya, que eontrolan jun- de 518 víctimas, el departamento de Guatemala es el más cas-
tos un terntono que puede estimarse en una mitad del depar- tigado en lo que se refiere a la desaparición forzada, con 364.
tamento de Chiquimula, una mitad de Zacapa y todo Izabal.» 'fres circunstancias pueden explicar esta concentración.
(PUR, 8/1966, p. 3). Independientemente de que en el docu- En primer lugar, el que buena parte de la resistencia en contra
mento referido había una exageración de la influencia geográ- de la dictadura y del movimiento revolucionario se concentró
fica de la insurgencia, el hecho cierto es que ésta tenía base en la capital de la república en aquellos años. Sin embargo,
social y operaciones en los lugares mencionados así como en como se verá en el capítulo siguiente, a lo largo de las tres dé-
otros, como lo era la capital de la república. Conviene tener cadas y media analizadas en ésta investigación, fue el departa-

66 67
Dt '·" I'RISJús r•uJ.ITtc., ,, •··' u~:.s.M',\Rict<"l:s F<mz,,n,,
Los Qt:E SIEMPRE EST,\RÁ:S Es ~INGliNA ,.,,RTF.

Gráfica 11-2: Desaparecidos por departamento(%).


mento de Guatemala y en éste, el municipio de Guatemala, el
que aparece con más casos registrados de desaparición forza- Datos para 1960-1969
da. Esto nos lleva a la segunda conjetura: probablemente nos ~ 1m
encontremos con un sesgo en la recopilación de la informa-
g
Q1q.mua
llllbal
ls-4
I==S'JO
F=i,._
ción, provocado por la menor dificultad de la denuncia de una
desaparición forzada en el casco urbano o en aquel municipio
e
Cll
E
1'11
't:
Zacapa
Es:UrA1 p.._
2'J(,
1'11 Su::h:epilq..oD
c.
donde se encuentra la capital o cabecera departamental. La Cll
o RatJIUou 2'J(,

58rúAosa 1%
denuncia de la desaparición forzada implicaba tener relativa- EJProgoso 1%

mente cerca un puesto de policía o cualquier institución del siste- ~ 1%

~ 1%
ma judicial. Pero también implicaba una expectativa razonable ~ 1%

de no sufrir una represalia por haber hecho la denuncia 15 • S.. Marcos


.lmpa
1%
1%
Finalmente, podemos aventurar que por razones propias Ala 'lolapaz 0%
BajaVanlpaz 0%
de la contrainsurgencia, sus planificadores y ejecutores deci- ~ 0%
dieron privilegiar la práctica de la desaparición forzada en vez 0.4 0.5 o.a
de la ejecución extrajudicial en la capital de la república. La N\Jmero tolal de victimas=518

ap.arición de un cadáver mutilado y con brutales señales de


tortura, era más desprestigian te para el gobierno en turno que II-2 así como de la Gráfica II-2, revela que a pesar de la distan-
una persona desaparecida ante la cual el aparato podía argu- cia entre éste y los demás departamentos, existen otros de el~os
mentar muchas causas -además de la represión política-, para en los cuales la desaparición forzada fue relevante. No es ntn-
explicar la desaparición. Como se verá en el capítulo dedicado guna casualidad que tres de cuatro de ellos coincidan con las
a los familiares de los desaparecidos, estos tuvieron que so- aseveraciones hechas por el PUR en su memorandum de 1966:
portar además de la angustia, la afrenta de un jefe policiaco Izabal con 25, Chiquimula con 25, Zacapa con 22. El otro de-
insinuando causas pasionales o delictivas-para explicar la de- partamento afectado es Escuintla con 21 casos. Esto impl~ca
saparición. Aún en el contexto de la más despiadada represión, que además de Guatemala, un escenario importante de la tn-
las ciudades más importantes del país, y sobre todo la capital surgencia en los años sesenta, encontramos otros tres depar-
de la república, siempre fueron cajas de resonancia en materia de tamentos (Zacapa, Izabal y Chiquimula) que además de ser
represión. Lo que sucedía en ellas se sabía en todo el país Y los más castigados con la desaparición forzada, también fue-
peor aún, lo sabía la comunidad internacional ocasionándoles ron escenario importante de la actividad insurgente en esos
a las dictaduras el desgaste político que con el tiempo se con- mismos años. El caso de Escuintla y de otras regiones de la
virtió en un factor decisivo en la confrontación. costa sur puede ser explicado por el hecho de que en la década
Pese a la importancia cuantitativa de la desaparición for- anterior a la que estamos analizando, estas zonas se vieron muy
zada en el departámento de Guatemala, el análisis de la Tabla impactadas por el agrarismo y los partidos revolucionario.s. ~ar­
ticularmente el PGTtuvo en esos lugares, una base soctaltm-
ts Los datos aqui utilizados también pueden estar sesgados por el hecho de que _Ja
recopilación de datos mediante entrevistas privilegió determin~das zo_nas. ~el pass.
portante. Existen datos que indican que esta base social pudo
aquellas que eran reputadas como lugares donde la acción represiVa se eJercao d_e ma- ser reconstruida en buena medida y que en la década de los
nera más intensa. Pero este puede ser el caso de departamentos como El Qmché o sesenta se mantenía.
Chimaltenango, no el de Guatemala.

69
68
Los QL'F. SIF.:\IPRE ES'I'Ailb: ES XISGLS.\ P.\ltTf.
Df. l.\ I'RISIÓX I'OI.ITIL',\ ,\ •.•\ I>F.S.\I'ARICIÓ:-. FCHt7.AI>.\

Podemos ser todavía más precisos y observar la Tabla II-3 tras que los municipios de Esquipulas y Zacapa tienen 8 cada
que nos informa de aquellos municipios del país que fueron uno y finalmente, Los Amates, en Izabal, con 7 casos. El mapa
más afectados por la práctica de la desaparición forzada en los de la desaparición forzada según municipios durante 1960-
años sesenta. En primer lugar se encuentra el municipio de 1969, nos puede ilustrar tnejor la ubicación geográfica y la in-
Guatemala que comprende a la capital de la república con 343 tensidad de ésta. Encontramos que la intensidad n1ayor se en-
casos. Muy atrás se encuentra el municipio de Chiquimula (lO) cuentra en el municipio de Guaternala y luego en un segundo
seguido por los municipios de Morales y Puerto Barrios con 9 nivel encontramos a Puerto Barrios y a dos tnunicipios colin-
cada uno. Iugal cantidad tiene el municipio de Escuintla, míen- dantes pero que pertenecen a departamentos distintos, los de
Zacapa y Chiquimula; en ese mismo nivel de intensidad se_ en-
cuentra el municipio de Escuintla. En un tercer nivel encon-
Tabla 11-3: Municipios más afectados por tramos a Esquipulas en el oriente del país y a La Gomera,
la desaparición forzada ( 1960-1969) Retalhuleu y Mazatenango en la costa sur. La capital, el oriente
Municipio Departamento Víctinzas del país y la costa sur fueron, para expresarlo en trazos gruesos,
los escenarios de la desaparición forzada en los años sesenta.
Guatemala Guatemala 343 La muestra que estamos trabajando tiene poca infonna-
otros municipios 61
Chiquimula ción con respecto a la ocupación y la filiación organizacional
Chiquimula 10
Escuintla de la víctimas. De las S18 registradas para la década de los
Escuintla 9
Puerto Barrios sesentas solamente se pudo saber la ocupación en 86 ocasio-
Izabal 9
Morales Izaba! 9 nes (17% del total) y la filiación organizacional en 43 (8%) 16 •
Zacapa Zacapa 8 Las Tablas 11-4 y 11-5 y sus respectivas Gráficas (11-3 y 11-4)
Esquipulas Chiquimula 8 pueden darnos alguna idea del tema. La mayor parte de las
Los Amates Izabal 7 ocupaciones registradas entre las 86 veces en los cuales se pudo
Mixco Guatemala 6 saber ocupación fueron campesinos y trabajadores rurales
Mazatenango Suchitepéquez 5 (13%), seguido de los burócratas (12%) y trabajadores urba-
Yilla Canales Guatemala 5 nos y artesanos ( 11%). Después de estas categorías, podemos
Hui té Zacapa 5 encontrar a una amplia variedad de empresarios que van de
Coatepeque Quetzaltenango 4 microempresarios hasta empresarios grandes (3%), maestros
Retalhuleu Retalhuleu 4 y sector informal (3%) y final~ente un número elevado de
Olopa Chiquimula 4 personas (41 o sea un 48%) que han sido agrupadas en la am-
Malacatán San Marcos 3 bigua categoría de «Otro». En lo que se refiere a la filiación
Quezaltenango Quetzaltenango 3
Iztapa organizacional de un total de 43 veces en que ésta fue detecta-
Escuintla 3
Mas agua da, en 21% estaban en alguno de los partidos políticos mien-
Escuintla 3
Río Hondo Zacapa 3 tras que el 9% fueron calificados como de pertenecer a alguna
Sanarate El Progreso 3 16
En rigor, tanto en lo que se refiere a la ocupación como a la filiación organiz~_cional
Barberena Santa Rosa 3 no se trata de víctimas sino de ocupaciones y afiliaciones registradas en relacton a la
Thtal víctima. ésta podía haber tenido más de una ocupación y pertenecido a más de una
518 organización.

70 71
DE l.A l'RISIÓN t'Ol.(TJCA A LA DJiS¡\P,\RICIÓN FOII.ZADA
LOS QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

Mapa 1: Guatemala. Desaparición forzada Tabla II-4: Desaparecidos


según municipios ( 1960-1969) ( 1960-1969)
Ocupación Víctinzas
otro 41
burócrata 10
trabajador rural 6
artesano 5
campesino 5
trabajador urbano 4
empresario 3
maestro 3
sector informal 3
periodista/locutor 2
artista 1

Más de 100 víctimas


~ •

De 5 a 10 v1ct!m.as
1
;~:::~
•ó•ó'

Menos de S v1chmas =·=·=·


finquero
micro-empresario
religioso/a
1
1
1
Total 86

Gráfica II-3: Ocupaciones de los desaparecidos(%).


de las organizaciones insurgentes y finalmente el 7% pertene- Datos para 1960·1969
cía a organizaciones estudiantiles, lo que implica que las tres
categorías en su conjunto abarcaron el 37o/o del total. El otro otro 48%
burocrala 12%
porcentaje elevado corresponde a miembros de los aparatos trabaJador rural
represivos (policías, ejército) que alcanzó también el 37o/o. campesino
Los datos indican que la inmensa mayoría de las víctimas ~ artesano

de la desaparición forzada fueron hombres (casi el 85%), lo ~ trabaJador urbano


>
J!
sector Informal
que dicho en otras palabras significa que poco más de uno de -8
i8
empresario
cada ocho desaparecidos en la década de los sesenta fue mu- maestro
jer. Esta situación puede verse en la Tabla II-6 que muestra periodista/locutor

que solamente 78 mujeres fueron desaparecidas mientras que religioso/a 1%

lo fueron 438 hombres. La desproporción puede verse en la micro-empresario 1%


flnquaro 1%
Gráfica II-5. artista 1%
Una explicación a las bajas proporciones de mujeres den- 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60%
tro del total de víctimas no resulta muy plausible: el que los Numero total da regiStros de ocupaclones,.86
aparatos represivos tuvieran a~guna consideración con los cap-

72 73
LUS QUF. SIEMPRE ESTARÁS F.N SJSC:US.\ p,\RTE DF. J..\ I'RISJÓ'.: I'OJ.iTJC:\ ,, 1.:\ J>F:S.\r.\IUCJÓ:'\ FORj';:\0,\

Tabla 11-5: Organizaciones de los Tabla 11-6: Desaparecidos según sexo ( 1960-1969)
desaparecidos ( 1960-1969)
Aiio Fentenino ,¿l/asculino Desconocido Total
Organización · Víctinzas
1960 1 1
partido político 9 1961 15 21 37
aparato represivo (Comisionado Militar) 8 1962 12 30 42
o~ 6 1963 4 29 33
aparato represivo (Policía Nacional) 5 1964 6 22 28
organizaciones insurgentes 4 1965 20 56 76
organizacion estudiantil 3 1966 3 34 37
aparato represivo (Ejército Nacional) 2 1967 7 107 114
policía particular 2 1968 11 120 1 132
aparato represivo (Policía Militar Ambulante) 1 1969 18 18
organización que lucha por la tierra 1 Total 78 438 2 518
organización religiosa pro-mejoramiento 1
organización sindical 1
Gráfica 11-5: Desaparecidos según sexo.
Total 43
Datos pera 1960-1969

1«1

~
120

Gráfica 11-4: Organizaciones de los desaparecidos (o/o). 100


.

Datos para 1960-1969 =


E 81 - 120
ti
121% :;oo 107
aparatJ represllo (Comisionado Mlitat) J19%
ow 114%
Bpma1o lepreSI\o (Policla NadonaJ)
112%
organi2adones lnsurgentas 11
19%
organlzaáon es~ianlíl 17%
aparaiD represl\o (EJérdlo Nacional) 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969
15%
No
paicla patkuSar
aparaiD represl\o (Policla Mlilar Pmbulanla)
15% -------- ---------------J
~2%
organlzBdOn que lucha por la llena
02%
organízac:ión religiosa pco.mejoramlan1o
02%
organimdón llndlcal t:J2% turados cuando éstos eran mujeres. Desde la década de los se-
0% 5% 10% 15% 20% 25% senta, particularmente cuando se fue incrementando el carác-
J'lünero total de registros de orgarizacl6n=43
---·-~
ter terrorista de las dictaduras militares, este tipo de considera-
ciones fueron desechadas. Los casos de Iris Yon Cerna en 1966,
asesinada después de múltiples vejaciones, de Nora Paíz en

74 75
Los QUE SIEMPRE ESTARÁS 1~:-J 1\:ISCUSA PAR1.E

Tabla 11-7: Perpetradores responsabilizados ( 1960-1969) 1967, quemada después de ser torturada, y el de Rogelia Cruz
en 1968, muerta después de una violación que se ha mencio-
Perpetrador Vícti1nas nado como multitudinaria, solamente fueron los casos más co-
hombres desconocidos 317 nocidos de un tratamiento inédito hacia las mujeres, el cual
otro 39 abandonaba deferencias que por lo detnás es de suponer eran
aparato represivo (Policía Nacional) 25 más acusadas dependiendo del nivel social de la víctima.
hombres desconocidos uniformados 18 Los datos referidos a los causantes de la desaparición for-
aparato represivo (Ejército Nacional) 8 zada se pueden observar en la Tabla 11-7 y la Gráfica 11-6. Si
aparato represivo (Policía Judicial) 5 sumamos todas las cifras adjudicadas a las categorías que cla-
organizaciones insurgentes 4 ramente pueden identificarse como parte de los aparatos re-
aparato represivo (Fuerzas de Seguridad) 3 presivos del Estado, podemos constatar que apenas elll% de
aparato represivo (Comisionado Militar) 2 los perpetradores identificados pertenecían a dichos aparatos 17•
aparato represivo (Confidenciales) 1 Entre ese 11% de las sindicaciones, los cuerpos policiacos
aparato represivo (Guardia de Hacienda) 1 (policía nacional, guardia de hacienda, orejas, policías políti-
aparato represivo (Policía Militar Ambulante) 1 cas etc.,) fueron endilgados con el 7.3o/o de los perpetradores,
Escuadrón de la Muerte 1 mientras el ejército en sus distintas versiones (infantería, es-
tado mayor presidencial, fuerzas especiales, G-2, comisiona-
Total 425 dos militares etc.,) constituyeron solamente el 2.6% de los
perpetradores (uniendo los rubros ejército, policía militar am-
bulante y comisionado militar).
A pesar del limitado porcentaje de las sindicaciones a los
Gráfica 11-6: Perpetradores responsabilizados. aparatos represivos del estado, podemos hacer notar cómo en
los sesenta las policías se encontraban por encima de las fuer-
Datos para 1960-1969
zas armadas como autores identificados en materia de viola-
homllroa dncanocldos -kt==9==---------------~'746% ciones a los derechos humanos, en este caso desapariciones
aparii»~Cprai\O(Policla ~ f5d~ll.2% forzadas. Resulta interesante el que el rubro «hombres desco-
hornbras dacanoádca unib~Mdoa 4.3% nocidos)) alcance el 75% de las sindicaciones, lo que motiva a
o IC*a10 rapraño (Ej6ráto Nocional) t-9%
g llplaÜ)IIIP'Oiho(Allida.wdal) t.a pensar cómo desde la década de los sesenta, el Estado empezó
~ ccga~tacioun fnl~ a hacer uso del terror clandestino para ejercer la represión a
D.
Cl.9%
... aparalo rcprasho (Fucwm3 de Seguddad) O.i'!rt
aparato rcprasfto (Comisionado MIRar) D.5% efecto de pretender aparecer como una entidad al margen de
&QIIIdrón de la Mllll18 0.2% les violaciones a los derechos humanos. Sin embargo en base a
epan¡to l'll¡li'Oaho (Policfa Mlilllr~) 0.2%
epcniO rcprasho (~de Hacia1da) 0.2'11. los testimonios que sobre la represión provienen de la década
aparuto Rlpi'OSho (ConSdonc:lala) 0.2'11.
.¡..__~~-------~----------<
~ 1~ ~ 30.0% 40.0% 50.0% eo.O% 70.0% 800%

Nímero total de registros de vlctimas=425 17 En este caso el total no corresponde al número de víctimas sino a la participación de
L--------------------------------1 los distintos aparatos de violencia en la comisión de la desaparición forzada. Ello
implica que en un mismo caso de desaparición forzada pudieron haber estado impli-
cados uno o más aparatos represivos.

76 77
.,.:'.!IWW'/'1

1 DE
Los QUJ-: Slt:-:MPRJ-: ESTAR..\:-; EX SIXGliX.\ PART!; 1..\ I'IUSI<Í:-. I'OI.ITil:.\ ,\ I.A m;s.\1'.-\RICIÓS FORZr\IIA
1

de los sesenta, podemos presumir que la mayor parte de las liada a ello, pasa de la simple oposición a la subversión. En la
veces, los «hombres desconocidos» eran integrantes de las fuer- n ~~::~._~ida que el contexto de la guerra fría en el mundo y el triunfo
zas represivas del estado que ejercían clandestinamente sus de la revolución cubana en América Latina, dejaron poco es-
labores represivas. Si aceptamos la anterior presunción, hace- pacio para una salida democrática a la crisis generada por la
mos a un lado la ambigua categoría de «Otro», y agregamos a contrarrevolución de 1954, la mediación estabilizadora del Es-
los aparatos represivos que claramente pertenecían al Estado, tado era la apelación a la dictadura militar y al terrorismo de
aquellos otros que puede presumirse que estuvieran vincula- Estado. He aquí el sentido del golpe militar de n1arzo de 1963.
dos a éste (hombres desconocidos, hombres desconocidos Desde el principio hen1os advertido que interpretamos al
uniformados, escuadrones de la muerte), la dimensión del te- terrorismo de estado en general, y como parte de él a la desa-
rrorismo de estado como causante de la desaparición forzada parición forzada, como una variable que tiene una relación pro-
crece !odavía más: el90% de los perpetradores sindicados per- - porcional con los ascensos populares o revolucionarios, lo que
tenectan clara o presumiblemente a los aparatos represivos del no significa, como lo revela la aseveración hecha en 1970 por la
E.stado. Solamente un 0.9% de los perpetradores de desapari- revista 1i"u7e, que las víctimas del terror necesariamente sean
c.t~nes forzadas en la década de los sesenta, pudieron ser iden- todas ellas parte de la insurgencia. Es Sf)lamente que las olas
ttftcadas como organizaciones insurgentes. de terror se encuentran vinculadas a olas crecientes de oposi-
ción o gubversión, por lo que la acción represiva tiene el come-
Conclusiones tido de hacer desaparecer a éstas últimas. Por tanto, la acción
del terrorismo de estado tiene su objetivo esencial en la insur-
Puede finalizarse este capítulo diciendo que el fenómeno de la gencia, pero para ello tiene que aniquilar a todo aquello que le
d .. , f parezca vinculado a ésta última, sean estas actividades de ca-
esapanc10n orzada en la década de los sesenta en lo esen-
cial debe ser imputado a un crecimiento de la c~nfrontación rácter logístico vinculadas a su retroalimentación, actividades
política Ysocial que tiene sus raíces inmediatas en la situación reivindicativas de carácter sindical, campesino o estudiantil,
creada después de la contrarrevolución de 1954. El triunfo organizaciones vinculadas a derechos humanos, intelectuales
Hberacionista restauró el autoritarismo que tradicionalmente que tienen una posición crítica, políticos de oposición que pue-
h~~ía sido el método para gobernar al país. Pero esta restaura- den ser potenciales aliados de la insurgencia o «pueden hacer-
cton como todas ellas, no podía ser simplemente una vuelta al le el juego», en suma todo aquello que para los conductores
p~sado. La sociedad civi.l guatemalteca ya no era la que se ha- del terror pueda parecerles base social, sectores influenciados
bta observado en el penado anterior a la revolución de 1944. o instrumentos inconscientes de la actividad subversiva.
En el segundo lustro de los cincuenta encontramos una cre- Si a ello le unimos que en el momento de la ejecución de
ciente oposición que de manera abierta y clandestina se en- las acciones de terror, la racionalidad con la que aquellas han
frentaba a la dictadura. sido diseñadas -se articula con la arbitrariedad de los que la eje-
El triunfo de la revolución cubana fue un factor que inci- cutan, podemos llegar a la conclusión de que pese a tener la
dió en una sociedad que ya se encontraba polarizada y agudizó contrainsurgencia un objetivo preciso (la insurgencia), la ma-
el enfrentamiento haciendo girar a la sociedad entera, en la quinaria represiva arrastra a amplios sectores de población que
dinámica de un Estado que debido a sus necesidades no están directamente vinculados a aquella o que ni siquiera
contrainsurgentes incrementó y cualificó el terrorismo de Es- tienen con ella un vínculo indirecto. En la década de los sesen-
tado, y una resistencia que po'r concepción o porque se ve ori- ta, como habría de acontecer en las que le sucedieron, la eje-

78 79
cución extrajudicial y la desaparición forzada estuvieron vincu- CAPÍTULO TERCERO
ladas en lo esencial a la lógica contrainsurgente.
He aquí la explicación al por qué de la ubicación geográ-
fica de la mayoría de las desapariciones forzadas y por qué la
inmensa mayoría de las acciones de secuestro y desaparición Los desaparecidos
fueron adjudicadas a lús distintos aparatos represivos. Tam-
bién allí radica la explicación al por qué buena parte de las
víctimas tenían como ocupación el ser trabajadores urbanos y
rurales o artesanos o campesinos y finalmente el por qué bue-
na parte de las víctimas pertenecieron a partidos políticos, or-
ganizaciones insurgentes o sindicatos. En un contexto en el
cual las organizaciones revolucionarias, fuesen de inspiración
marxista o no, habían sido criminal izadas, la participación po- El 24 de abril de 1942, como consecuencia de una impruden-
lítica se hizo a través de partidos políticos legales (no fueron cia cometida por un compañero suyo, el periodistá, escritor y
pocos los casos de doble militancia), las organizaciones miembro del comité central del Partido Comunista Checoslo-
reivindicativas y finalmente cuando a principios de los sesen- vaco, Julius Fucik, fue capturado por lagestapo, la policía polí-
, ta,·la guerrilla surgió, también se convirtió en una alternativa tica de los nazis. Checoeslovaquia era un país ocupado por los
que no necesariamente cancelaba a las otras dos. alemanes, los cuales reprimían no solamente a los comunis-
. En el próximo capítulo, el cual pretende dar un acerca- tas, sino también a todos los que se resistían a la ocupación
miento mayor al perfil de las víctimas tendremos la oportuni- por tener un pensamiento democrático y sentir atropellados
dad de ver en que medida las anteriores tendencias se confir- sus sentimientos patrióticos. La resistencia por tanto se hacía
maron o sufrieron variaciones. en una rigurosa clandestinidad, y los nazis. aplicaban, a menu-
do fructíferamente, los más sofisticados medios de la inteli-
gencia que se conocían en aquel momento. Cuandojulius Fucik
fue arrestado, casi dos comités centrales de su partido habían
sido detectados y capturados. El destino de la mayoría de ellos
fue inevitablemente la muerte. Aún así la resistencia conti-
nuaría hasta el día de la liberación.
1ulius Fucik no fue exactamente un desaparecido. Pero
todos aquellos que eran capturados por los nazis, llevados en
primera instancia al Palacio Petschek -el cuartel general de la
gestapo en Praga- y después a la cárcel de Pankrác, como fue
su caso, perdían casi toda esperanza en salvar la vida; eran so-
metidos a salvajes torturas y todo su proceso judicial era aje-
no al estado de derecho. Después de pasar por cada uno de
estos estadios, ~ucik fue trasladado a Berlín y ejecutado el 8
de septiembre de 1943. La tortura, la cárcel y la certeza de que

80 81
Los Qt.:E SIE~IPRE EST.-\R..\:-. E~ :-.1:-.c;t.:sA 1'.\RTE Los UF.SAI':\RJ¡t.:U>os

sería ejecutado no doblegó a julius Fucik: logró escribir a es- verlo, y supieron que había muerto pese a que no pudieron
condidas de sus carceleros y torturadores un conmovedor tes- enterrarlo. Pero sus carceleros y verdugos parecen ser los pre-
timonio. Éste fue sacado subrepticiamente de la cárcel por cursores en la sistematización de la desaparición como arma
uno de sus guardianes, y fue finalmente publicado después de política de dominación. Esto ha sido recordado no hace mu-
la guerra con el nombre de Reportaje al Pie de la Jiorca. cho por un juez español, que ha tenido ante sus ojos una demat~-.
Es Reportaje al Pie de la Horca un estremecedor relato da contra los militares argentinos involucrados en la des~pan­
de las vivencias y sentimientos de alguien que se encuentra ción de ciudadanos españoles. Para el juez Baltasar Garzon, la
privado de la libertad en una situación de entera anormalidad última dictadura argentina se basó en las «doctrinas ~ás pu-
judicial, y que por ello se sabe en la senda que conduce a la ramente hitlerianas» sustentadas en el decreto de H1tler en
muerte. Que a pesar de tener destellos de esperanza, la única 1941 que fue llamado «Noche y Niebla.» El objetivo de aquella
certeza puede tenerla en el futuro, cuando solamente exista disposición perseguía <<que la familia y el pueblo en general
en el recuerdo de aquellos que sobrevivan. He aquí lo que de desconocieran el paradero de las personas secuestradas Y
común tuvo el caso de Fucik con el de cualquier víctima de la eliminadas» 1•
desaparición forzada. Aun así, pese a su situación desespera- Los campos de concentración nazis fueron. formi~ables
da pudo tener un espacio para escribir su estremecedor testi- maquinarias de desaparición de personas cuyo ún1co ~ehto f~e
monio. el ser judíos, gitanos, homosexuales, comunistas, soclaldemo-
En éste no hay un análisis maniqueo de los presos y los cratas, o tener en general una postura antifascista. El holo-
carceleros. En su texto aparecen capturados t¡ue han decidido causto no fue sino la volatilización de millones de personas,
colaborar con sus captores y se deslizan cada vez más en la para decirlo con las palabras del George Orwell en su novela
ignominia. También aparecen guardias que temen por ellos si 1984. En Argentina Chile y Uruguay, o bien en Guatemala Y
algún día la situación da un vuelco, que odian lo que están ha- El Salvador, para ci;ar solamente los casos más relevantes en
ciendo, o bien que han decidido luchar clandestinamente al América Latina, la volatilización de miles· de personas se v~l­
lado de los apresados. El recuerdo de los seres amados, el vió a repetir desde los años sesenta y el trayecto d~ Juhus
imaginar la vida cotidiana más allá de los muros del presidio Fucik, volvió a ser caminado miles y miles de veces mas.
que es la antesala de la muerte, el soñar con lo perdido, el so-
portar el dolor de la tortura o mirar con temor que aquellos Infierno con límites
que son sacados del penal no vuelven, el conservar las espe- , . contratnsurgente,
. . 1a d esapan·ción forzada tiene
ranzas en el futuro de la humanidad y el no perder las convic- Como tecntca .
. .
al menos tres obJetivos. Los hemos menc1·onado antenormente: .
ciones. Todo esto aparece en las hojas que escribió, y por ello,
el pnmero de ellos es el de contar con un t'nformante cauttvo e
.
porque repara en la fortaleza y en la debilidad humana, se con- .
1nerme· ·
el segundo . ·
es el de e11m1nar a u n opositor o subvertor
,
vierte en un admirable instrumento para imaginar los pensa- ' . · .
mientos y sentimientos de todo aquél, que como el desapare- del orden extstente, stn que e11o tenga q ue hacerse a traves , de .
· · d' ·
un largo o costoso proceso JU teta, Yma 1 's importante
. . aun ' stn
cido/a, ha sido capturado al margen del estado de derecho, y que tenga que hacerse pagando un costo polít1co Interno y ex-
su vida y su cuerpo, están enteramente a disposición de sus
captores. 1 Jl,ev1sta
· p roceso N o. 1117, M.ex1·co o .F.·• 29 de marzo de 1998, p. 47. Estando en
Fucik no fue un desaparecido hemos dicho ya. Familia- prensa es t e l1.b ro e1JUez
· G arzo·n adqu 1·r1"ó notoriedad por la demanda judicial contra el
res y compafieros sabían donde estaba aun cuando no podían t.xdictador chileno Augusto Pinochet

82 83
Los QUE smMrRE F.STr\rt\s ts SISGL::'I..\ Pr\ltTF. Los Uf.SAPAREcmns

terno~ El tercero es el de provocar en el seno de la sociedad que era torturado y eliminado poco tiempo después, pareció
civil y particularmente en aquellos que rodean al desapareci- ser el patrón. Pero en los ochenta, surgió la figura que Miguel
do, un temor profundo de vivir una experiencia similar. Infor- Bonasso denomina en Recuerdo de la A1ue1te, el chupado. Fue
mación, liquidación e intimidación, he aquí tres grandes divi- éste el nombre que recibió en la Argentina, aquél o aquella que
dendos que produce el secuestro y la desaparición de alguien, después de ser quebrantado en la tortura, o aí1n con la sola
en el contexto de un Estado asediado por sus opositores o captura, se decidió a colaborar y logró sobrevivir. Por alguna
subvertores. razón pareció útil a sus captores el mantenerlo vivo o viva, y un
Cuando la víctima de la detención extrajudicial o secues- buen día cuando todo el mundo lo suponía yaciendo en algún
tro es un objetivo de información para la contrainsurgencia, le cementerio clandestino, alguien lo vio en alguna de las calles,
espera un período largo o corto lleno de sufrimientos físicos y en un autobús o en una cafetería, disfrazado de vendedor de
psíquicos (según la importancia que le asignen sus captores), helados a la puerta de un centro de trabajo o de estudio sujeto
por medio de los cuales el aparato represivo pretende llegar al a vigilancia, o bien uniformado participando en algún hecho
dato que le interesa. La información que necesita la represivo. Estos encuentros incidentales pueden tener divi-
contrainsurgencia, es algo así como un enorme rompecabezas dendos. La noticia de que aquel o aquella ejemplar compañe-
en el que a veces es sólo necesario una pieza diminuta para ro/a, se encuentra vivo/a puede tener efectos morales
a~ivinar la forma de todo un tramo. El secuestrado puede te- devastadores.
ner esa pequeña información y si la proporciona, el rompeca- Si el secuestrado o secuestrados lo han sido primordial-
bezas puede ser armado o intuido, y empi~za a ser útil para mente para hacer una eliminación sin costo político, el perio-
los efectos represivos. La tortura cumple así las funciones de do de sufrimiento puede acortarse, aun cuando no por ello ne-
la encuesta o la entrevista, como en cualquier investigación cesariamente la tortura deba dejar de estar presente. En el
relativa a las ciencias sociales. La diferencia es obvia: no es el caso de «los 28)), éste pudo ser el destino de algunos de los
o~te~er un conocimiento nuevo para ampliar los límites de la desaparecidos. Por el testimonio dado a Eduardo Galeano por
ctencta el objetivo de los que secuestran y torturan, sino el el desertor del ejército Ruano Pinzón, podemos ahora saber
obtener un conocimiento que sirve para aniquilar a la oposi- que además de tener la espalda amoratada a culatazos, Víctor
ción o subversión y estabilizar un orden político y social deter- Manuel Gutiérrez sabía que le quedaba poco tiempo. Cuando
minado. el soldado le preguntó si quería algo para su familia, aquél le
Una vez cumplido ese objetivo, el destino del secuestra- respondió: «No vale la pena. A nosotros nos quedan pocas ho-
do puede ser la muerte con lo que su estancia en el infierno ras de vida» (Galeano, op. cit., p. 61). Publicaciones de la re-
termina. Ciertamente éste infierno puede ser alargado, según sistencia armada afirmaban poco tien1po después, qu.e
sea la ~esistencia y convicciones del interrogado, o bien inte- Gutiérrez había sido asesinado el 6 de marzo de 1966, es dectr
rrumptdo abruptamente, si la muerte sobreviene antes de lo dos días después de su captura (FAR, s/f). En otro órgano
previsto a consecuencia de la tortura. Pero a veces el infierno divulgativo·de la misma resistencia (FAR, 4/1966), se repro-
puede ser prolongado. Si la víctima es vencida total e irrever- ducían algunos cables que informaban de los hechos relacio-
siblemente, y decide convertirse en un colaborador de las po- nados con la desaparición de «los 28)). Un taljeremiah O'Leary,
licías o el ejército, entonces vivirá tanto tiempo como sea útil redactor de asuntos latinoamericanos de un periódico estado-
su colaboración para con los primeros. En el caso guatemal- unidense, el Evening Star, afirmaba el12 de marzo, ocho días
teco, en la década de los sesenta y los setenta, el secuestrado después del secuestro de Gutiérrez y de sus compañeros de

84 85
Lo s J>I·: S.\I'AHEC iu o:-o

infortunio, que !JOr fuentes bien informadas sabía que todos nan. En la calle, conocidos, amigos y hasta parientes se cam-
ellos habían sido ya asesinados. bian de acera o simu lan no haber visto a aquél que conside ran
Huberto Alvarado, secretario general del PGT e ntre 1972 que puede ser la próxima YÍctima. La fami lia empieza a culpar
y 1974, escribió que la ejecuc ión de la comisión política de a aquél o aquella que es la causa del infortunio familiar por s us
dicho partido en 1972, fu e decidid a al día siguiente de su ideas o actividades políticas, la víctima empieza a convertirse
captura en una reunión en la que participaron e l Pre s idente en victimario, la generosidad o el altruismo que está detrás de
Carlos Arana Osario, el vicep residente Ed u a rdo Các eres la lucha por sus convicciones se com·ierte en ••egoísmo», puesto
L enhof, el minis tro de la d efensa Kjell Laugerud, e l pres iden- que «Solamente piensa en sus ideales en Jugar de ponerse a
te del congreso Mario Sandoval Alarcón, el ministro de go ber- pensar en s u familia ». Aque llos que no están muy conve nci-
nación Roberto H errera Ibargue n y el minis tro de r elaciones dos de la necesidad de la lucha contra el régimen empiezan a
exteriores Jorge Arenales Catalán (Alvarado, 1994, p. 90) . << Para preparar su alejamiento de ésta, y aun aquellos que lo está n
qué los van a torturar, no van a hablar» d icen que afirmó Arana pero en los cuales el miedo es insoportable. E l terror empieza
Osario (C/F, 12/97). a triunfar, a propagarse y a domesticar. A anular cualquier
E l propio Huberto Alvarado sufriría un des tino similar expectativa o voluntad de camb io.
en diciembre de 1974, aun cu ando su cadáver si apareció: pese La muerte en algunas de las calles o campos es algo que
a 1~ importancia que tenía como fuente de información fue ase- provoca terror. Pero el secuestro y la desaparición lo provoca
sinado horas después de ser capturado. En todos es tos casos, aún más. Se sabe el destino de muchas de las víctimas del
pareciera ser que la liquidación física tuvo una prioridad antes secuestro, cuando los medios noticiosos anuncian la aparición
que la búsqueda de la información. Era preferible la elimina- de sus cadáveres mutilados y con se ñales de tortura .. Cu~ndo
ción pronta, antes de que una protesta n aciona l o internacional la víctima no aparece nunca, se puede supone~ la m~sena de
obligara al gobierno a liberar a las presas que h abían caído en sus últimos d ías y se conoc e la angustia y la mcert1dumbre
sus garras. Había sucedido ya. de s us familiares. Si es cierto como dice Orwell en alguna de
La desaparición forzada también tiene efectos ••ondu- las páginas de su /984, que en todos los seres humanos hay
latorios» al igual que la ejecución extrajudicial. L a liquida- algo que les provoca el pánico en su máxima expresión, la desa-
ción o desaparición de alguien, aterrori za a los que lo rodean. parición forzada parece ser uno de Jos últimos escalo_nes del
Si estas liquidaciones o desapariciones empiezan a ser nu- miedo. Los menos decididos de aquellos que se estan atre-
merosas, a ser difundidas en los medios de comunicación, se vie ndo a desafiar al régimen simplemente se e sc~nden o tra-
ven antecedidas de la publicación de listas d e amenazados de tan de evitar al máximo cualqu1er . · s1tuac10n
· · ' de r1esgo ·. Pero
muerte o distribución de amenazas de muerte por s upuestos o aque llos que tienen mayor temple o no tiene_n a lte~n atlva, no
reales escuadrones de la m uerte, el terror se propaga p or e l les resta sino decir algo que es común oír dec1r en Clrcun~~an­
resto d e la sociedad. Para cualquiera de Jos o las ciudadano/as, cias de terror: .<<a mi no me agarran vivo» . Como suced10 en
la muerte o la desaparición se convierte en algo que está muy Argentina, en Chile, en Uruguay, o en Guatemala y en El Sal-
próximo, a la vuelta de la esquina. Lo mejor es alej arse de vador, 0 como sucede en cualquier otro sitio en donde la lucha
todos los que se sabe t ienen alguna actividad, que el gobiern o política se está llevando a cabo en los términos más encona-
considera atentatoria contra s u es tabilidad. Los am igos y pa- dos, como acontece en aquellos lugares donde la resi stencia
r ientes empiezan a esfumarse, las invi taciones dadas son de- enfrenta en el Estado a una maquinaria trituradora de oposi-
clinadas y las invitaciones recibidas repentinamente se te rmi- tores y s ubve rtores, el suicidio a través del enfrentamiento a

86 87
Los QUE SIE\II'RF. EST.\R..\s ES SI:SGl:sA r:\RT(;
Los Df.R.\1'.\IU::cmos

tiros con los captores se convierte en una alternativa. O bien lo plieron los radios de transistores. En todo caso, el capturado
que en una tenebrosa metáfora se denominó, en la jerga clan- que no era conducido a un centro de detención en donde sus
destina guatemalteca, el pasaporte: la cápsula de cianuro ca- familiares o amigos lo pudiesen localizar prontatnente, tenía
paz de matar en segundos a aquél que la toma. que empezar a darse por muerto desde el momento mismo de
No todas las víctimas de la desaparición forzada termina- la captura y de los primeros golpes.
ron sus días en un cementerio clandestino. Además de aquellos De los testimonios recabados por el autor, puede conje-
que salvaron la vida convirtiéndose en colaboradores, también turarse que en un principio las instalaciones de la policía judi-
existieron los que por una increíble circunstancia pudieron cial o de la policía nacional fueron parte de la infraestructura
escapar. Gracias a ellos y a otros más que por considerarlos para mantener al desaparecido/a, fuera de la localización de
inofensivos, fueron liberados por la maquinaria del terror, con- quienes desesperadamente lo andaban buscando. En l~ años
tamos con testimonios con los cuales podemos reconstruir la sesenta, las instalaciones policiacas situada en la ruta hacta Sa.n
perspectiva del desaparecido en el momento del infierno.z Juan Sacatepéquez, conocidas como «el cuarto toro)>, adqui-
Aquellos que fueron capturados y desaparecidos cuando rieron una fama negra. Del testimonio de Galeano Yde otros
la práctica de la desaparición forzada no era difundida, acaso que se han podido recoger se deduce que desde entonces, las
fueron inconscientes de lo que les esperaba. Pudo haber su- instalaciones tnilitares también cumplieron con ese papel: al
cedido igual con los que fueron secuestrados en épocas pos- parecer Víctor Manuel Gutiérrez y varios de sus compañeros
teriores, debido a una avalancha represiva indiscriminada en de infortunio fueron asesinados en el cuartel de Matamoros
la que la selección de la víctima no fue bien meditada. Cuando (Galeano, loe. cit.,). Se supo que Leonardo Castillo ~lores,
esto último sucedió, la víc"tima entró al mundo de la desapari- Humberto Pineda, Víctor Palacios y Leonardo Garcta B~­
ción forzada sin conciencia plena de lo que le esperaba, pues- navente fueron trasladados en primera ins~ancia a~~ bas~ .mt-
to que se sabía «inocente» de los cargos que le estaban impu- litar de Retalhuleu y luego llevados a una tnstalac10n mthtar,
tando. Fuera de estos casos, el sufrimiento psicológico extre- probablemente el cuartel de Matamoros {C/F, 12/97~. Por el
mo de la víctimas comenzó desde el momento en que con lujo testimonio de Raúl Díaz Ramírez, recogido en el capttulo an-
de fuerza fue reducido por un grupo de hombres pertenecien- terior, podemos confirmar que además de dicha infraes~r~c­
tes a cuálquiera de las policías o del ejército. En las ciudades, tura, el aparato de terror empezó desde los .sesenta a habthtar
la prensa, la radio y la televisión a menudo difundía las denun- casas de habitación con1o cárceles clandestinas.
cias de los familiares de alguien que había desaparecido re- A fines de los setenta y s,obre todo en los ochenta, au-
pentinamente, y las noticias de su destino se sabían si el ca- mentaron notablemente las noticias que daban cuenta de ~ue
dáver de la víctima aparecía en alguna calle o terreno baldío. las instalaciones militares se convirtieron en una enorme n~­
En el campo las noticias volaban de boca en boca y se referían fraestructura para mantener a buen re~guar~o al des~parecz­
a hechos que se sucedían en ámbitos más locales, si bien no do/a. Las distintas bases militares en eltntenor del pats, cum-
hay que subéstimar el rol en la difusión de noticias que cum- plieron crecientemente este rol en la medi_da en que la repre-
sión tuvo que operar intensamente en re?tones rur~les en las
z Para escribir esta paite el autor ha contado con la recopilaci6n de testimonios de cuales la población empezó a ser influenctada por la Insurgen-
algunos sobrevivientes, los cuales por razones obvias no pueden ser citados en este
trabajo. El lector puede remitirse también al libro de Mario Payeras E/11-ueno en/a cia. Las capturas se realizaban en la~ cabecer~s .departamen-
Ciudad (pp. 79-86, 1987), en el cual se encuentra una relación y un análisis de la tales o en las distintas aldeas y casenos y las vtcttmas eran re-
labor de la inteligencia contrainsurgente y su relación con Jos desaparecidos. cluidas en las bases o instalaciones militares más cercanas, en

88 89
' '!
1

1 Los UES.\1',\RE<:tuos
Los QUE SIEMPRE HST,\R..\S t~ SISGLS.\ l'ARTE

1
!

donde eran escondidas en alguna de las barracas, aun cuando tura. Por el testimonio de Díaz podemos saber que la combi-
se han recogido testimonios de que también se excavaron ho- nación de electricidad con la capucha fue un método utilizado
yos en la tierra, los cuales eran cubiertos para disimularlos. En en aquellos años.
ellos los o las desaparect"dos/as pasaban hacinados los últimos En los setenta y los ochenta, los relatos recogidos revelan
días de su existencia. En la capital, las instalaciones de la an- un menú bastante más variado: pinchazos en la lengua, planta
tigua Escuela Politécnica se convirtieron en un centro de pro- de los pies y testículos; saltos encima del pecho de la víctima,
cesamiento de información y de interrogatorio de las víctimas cercenan1iento de la lengua, colgamiento de la víctima por los
de la desaparición forzada. También la aledaña Guardia de órganos genitales (Aguilera, 1981), trepanaciones en el cráneo
Honor cumplió similares funciones. (Payeras, 1987, p. 102). Un sobreviviente de la desaparición
Un sobreviviente relató al autor que fue interrogado en forzada, el cual logró escapar de la base militar en la que se
el antiguo edificio de la Escuela Politécnica y torturado y man- encontraba, relató a Atnnistía Internacional las torturas que
tenido cautivo en la Guardia de Honor y que para ser traslada- presenció y sufrió: martillazos en los dedos, ahorcamiento por
do de un lugar a otro no lo tuvieron que sacar a la calle. Los medio del garrote vil, asfixia por inmersión en agua (la pila),
datos recabados por el autor con los sobrevivientes o familia- toques eléctricos, raspaduras de huesos, caídas desde alguna
res de víctimas, señalan a la Antigua Escuela Politécnica, la altura con los brazos y piernas atados por atrás, encapu-
G~ardia de Honor, las bases militares de Quezaltenango y chamiento con máscaras de caucho llenas de cal (Amnistía In-
Retalhuleu, los «puestos de avanzada» de Santa Lucía ternacional, 1981). Desde los años sesenta la capucha era ro-
Cotzumalguapa y Santa Ana Berlín, como los lugares en los ciada con veneno para hormigas («el gamezán»), por lo que ~a
cuales fueron mantenidos secuestrados. Otros datos recogi- víctima que se asfixiaba, se envenenaba si inhalaba en medto
dos en fuentes secundarias señalan al cuartel de Matamoros y de su desesperación. . .
a las bases militares de El Quiché y Huehuetenango. Es muy Sin embargo, la tortura física no fue el úntco pro~edt-
probable que con la proliferación de bases militares llevada a miento para arrancarle información al desaparecido. Extsten
cabo a partir del gobierno de Ríos Montt, aquellas que esta- informaciones en las cuales se habla de la tortura psíquica cuyo
ban instaladas en áreas de conflicto cumplieran funciones de objetivo era destrozar la estabilidad emocional de la víctima
ocultamiento, tortura y eliminación de los detenidos/desapa- (grabaciones, filmes, ruidos ensordecedores, luces deslum-
recidos. brantes y permanentes) hasta aniquilarle la voluntad. Uno de
Después de la captura y los golpes sufridos durante el los sobrevivientes recordaba cuan torturante era para él, desde
arresto -los cuales podían ser significativos si había habido el punto de vista psicológico, la combinación de la tortura f~si­
resistencia por parte de la víctima-, si el objetivo del secuestro ca con la música grata que venía de un radio en alguna habtta-
era la búsqueda de información, la tortura era el siguiente paso. ción vecina. Hay también noticias del uso de drogas~ de. «la-
Al parecer, el tormento se fue haciendo más sofisticado a par- vado de cerebro» en el cual se hacía uso, entre otras tecntcas,
tir de los sesenta. Los testimonios de las viejas dictaduras de imágenes, técnicas de inducción y el manejo de inform~­
revelaban que azotes, colgamientos y simulacros de fusila- ción que combinaba datos falsos con verdaderos. Un procc;:dt-
miento, eran los métodos más socorridos. Desde los años cin- miento sofisticado del cual se tuvo noticia fue la llamada
cuenta, los toques eléctricos fueron mencionados y en los se- Lobot01nía, una pequeña intervención quirúrgica realizada a
senta, la tristemente famosa capucha comenzó a aparecer través del lagrimal, por medio la cual se manipula irreversi-
recurrentemente en los relatos de los sobrevivientes de la tor- blemente el lóbulo cerebral de donde nacen la voluntad o la

90 91
·me·!

Los l>t;S.\1':\Riil"JUus
1
1

agresividad (anónimo, 1984). Al parecer, no hay indicios de


que estos procedimientos más sofisticados hubiesen sido usa- En ocasiones, sobre todo si el capturado parecía tener un
dos en Guatemala. · nivel cultural o de convicción que lo convertían en un hueso
.En las mujeres, aunque también se han recogido testi- duro de roer para los torturadores e interrogadores, la tortura
montos en el caso de víctimas masculinas, la violación se con- era obviada y sustituida por una amable solicitud de que escri-
virtió en un martirio inevitable. Una de las sobrevivientes de biera una suerte de ensayo sobre la organización a la que per-
la desaparición forzada relató cómo durante los ocho días que tenecía, sobre sus mótivos para ingresar a ella, o bien que lle-
estuvo desaparecida, fue violada diariamente por algunos de nara un cuestionario con preguntas específicas. El trato ama-
sus vigilantes mientras se encontraba esposada al pie de una ble sin tortura animaba la esperanza en el secuestrado. Se ha
cama. ~i~ c~mer, le dieron un mendrugo de pan y un poco de recogido el testimonio de algún sobreviviente que vio a algún
a~a, nt stqutera la menstruación y la suciedad desalentó a sus dirigente sentado en una mesa, contestando tales encuestas.
VtOladores. En otros casos, las víctimas, si convenía el mante- Pero el trato amable, el solícito requerimiento, no necesaria-
nerlas vivas por necesidades de información y si eran jóvenes y mente evitaron la muerte del desaparecido.
~~ buena presencia, fueron convertidas en damas de compa- La tortura física o psíquica, no fue el único procedimien-
nta sexual de sus captores. También fueron utilizadas como to usado para arrancarle información a la víctima de la desa-
car.ne de orgía en alguna que otra francachela. Y en ocasiones, parición forzada. La técnica del «interrogador bueno» parece
hasta llegaron a involucrarse sentimentalmente con alguno de haberse llevado a su máxima expresión. Existen indicios de
sus captores. que algunos de los desaparecidos fueron bien tratados, ubica-
~n realidad, no es difícil pensar que t~das las técnicas dos en lugares confortables y que los interrogadores y captores
men~10nadas, fueron el resultado de experiencias represivas tuvieron un trato amable con ellos. Se trataba de convencerlos
en dtversas partes del mundo. Entre ellas se encontraron las de que podían salir con vida de la a~arga experiencia. Así, car-
de los estadunidenses en las diversas partes del mundo en celeros e interrogadores se acercaron, convivieron con los se-
las ~ual~s. se involucraron en conflictos, pero también la ex- cuestrados, los llamaron por su nombre y. pidieron a aquellos
penencta tsraelí, la argentina, la chilena y la taiwanesa. Al pa- que hicieran lo mismo, hasta lograron intimar y expresar sim-
recer, en Guatemala todas estas experiencias fueron importa..: patía y comprensión por los motivos de la víctima para
das Yusadas con eficiencia. La técnica del interrogador brutal involucrarse en una actividad de carácter subvertor. El objeti-
Y la del interro~ador «bueno» fue bastante usada. Después de vo de ello era el mismo que hemos mencionado líneas atrás: al
una brutal seston de tortura e insultos, cuando la víctima ape- igual que con la tortura, con el trato amable y respetuoso se
nas se recuperaba del sufrimiento, aparecía alguien que con buscaba desconcertar a la víctima, doblegar su voluntad y ha-
voz suave y hasta afectuosa se solidarizaba con la víctima, pro- cerla colaborar.
b~blemente hasta decía comprender los motivos que había te- Para el desaparecido/a después de la adrenalina descar-
ntdo para haberse involucrado con alguna de las organizacio- gada durante la captura y el tormento viene un momento de
nes insurgentes. En ocasiones, el desaparecido/a veía en esa incertidumbre. lLogrará salir con vida de ese trance? Lo más
suavidad una luz de esperanza y empezaba a doblegar su resis- seguro es que no será así, pero acaso una coincidencia, la pre-
tencia. Cuando esto no sucedía, le seguía una nueva sesión de sión de los que están afuera, pueda hacer algo por él o ella. El
tormento y así sucesivamente hasta hacer añicos la voluntad destello de esperanza empieza a nacer. Pero es solamente
del que era atormentado. un destello, las expectativas sombrías ocupan la mayor parte
del tiempo. Un sobreviviente de la desaparición forzada que
9Z
93
Los o~:SAI':\REcmos
Los QUE SIEMPRE ESTARÁ,_ EN NI~GUSA PARTI::

logró escapar del lugar donde estaba secuestrado, recuerda con- tro el desaparecido vive en el infierno. «Una de las sensacio-
movido: «Lo que más tristeza me daba cuando estaba desapa- nes más raras que he tenido, recuerda un sobreviviente, es
recido, es que mi familia nunca sabría cómo había muerto, ni que cuando me llevaban al lugar donde estuve pude ver las
cómo habían sido mis días finales». El desaparecido lucha por calles desde el vehículo en el que iba, y pude ver gente que
no desaparecer, por dejar algún rastro de su existencia, una caminaba y hablaba y hasta se reía y yo ya estaba en una situa-
leve huella de sus días finales. Otro sobreviviente cuenta al ción desesperada».
autor que en el cuartucho inmundo y maloliente de alguna A veces a los desaparecido/as los sacaban del lugar donde
instalación militar en la costa sur, donde lo tuvieron una no- los tenían escondidos. Los metían en un vehículo a dar vuel-
che, vio escritos en las paredes nombres escritos por otras tas por la ciudad, el pueblo o los lugares aledaños. O bien eran
víctimas que ya se sentían en la antesala de la muerte: <<incluso apostados aliado del ejército, en los retenes que se colocaban
algunas de ellas habían escrito que eran miembros del EC;P» 3 • en las carreteras. Se trataba de que indicaran a sus captores, si
Se trata del graffitti de la soledad y la desesperación que ya de casualidad veían a alguien que formaba parte de la organi-
nos ha relatado Díaz en su testimonio recogido en el capítulo zación. En otras ocasiones los llevaban a los lugares que ellos
anterior. mismos habían mencionado tras una sesión de tortura. La
El desaparecido/a imagina la desazón de sus familiares, sensación de cercanía y ajenidad se acrecentaba. Desde el in-
piensa en su cónyuge y le atormenta el futuro de sus hijos. terior del automóvil, la víctima veía el mundo exterior, la luz
Otro sobreviviente relata: «Hubo un momento en que ya no del sol y la vida cotidiana. De todo eso estaba solamente sepa-
m·e importaba lo que pasara con mi persona, sabía que caer en rada por la puerta y el vidrio del vehículo que la llevaba, Ysin
manos del ejército era estar muerto. Lo que más me angus- embargo estaba tan lejos como la luna. El desaparecido/a po-
tiaba era pensar en mi mamá, en lo desesperada que se senti- día ver lo que había sido su mundo y sin embargo él o ella ya no
ría si yo no apareciera. O si aparecía muerto, lo que sentiría al pertenecían a aquel, era como estar muertos estando vivos;
ver mi cadáver.» Si proviene de un sector social muy desvalido, como las creencias pintan a los espectros, que ven, oyen Yper-
acaso ni siquiera se plantee la posibilidad de que allá afuera ciben, sin que nadie los oiga, vea y perciba.
estén haciendo algo por él. Si no es el caso, imagina a sus pa- Algunos de los detenidos que nunca aparecieron, proba-
dres o cónyuges, hijos, amigos o compañeros, luchando de las blemente terminaron sus días en tan miserable situación por
más diversas formas para salvarle la vida. un mal entendido, una mala información, una denuncia dolosa,
En más de alguna ocasión, el soldado o policía que lo vi- o simplemente porque eran fa~iliares o amigos de un militan-
gila se conmueve y ofrece llevar algún mensaje oral o escrito a te revolucionario. Como eran ajenos al fenómeno que estaba
los familiares. Y ese mensaje a veces llega: «Está en el cuartel provocando la acción clandestina del Estado, no tuvieron la in-
Matamoros, por favor hagan algo, le están diciendo que en formación que se les requería. Acaso tuvieron que inventarla
cinco días lo van a fusilar»; «Querida Laura, te escribo desde para librarse momentáneamente del martirio. O acaso tuvie-
una situación muy difícil , si no nos volvemos a ver, por favor ron una pizca de información y a partir de ella imaginaron el
háblale a mis hijos para que no se olviden de mí». El mundo resto, lo cual pudo ser una conjetura acertada o fallida. En
que está más allá de las cercas de la base o de los muros del todo caso murieron sin poderles aportar mucho a sus ator-
cuartel, sigue como si nada hubiese pasado, cuando aquí aden- mentadores. En los casos en los cuales la víctima poseía algu-
na información, se reservó la que pudo y dijo lo que consideró
3 Ejército guerrillero de los pobres. menos nocivo para poder detener la tortura.

95
94
Los DES.\ I'A il F.<:mo~

En otros casos no dijeron nada y su infierno terminó e n pañeros . En éste último caso, no desaparecieron para s u fami-
el momento en que fueron liquidados. Aun cuando exi s ten lia m ás cercana, pudieron hasta re hacer s us vidas porque no
factore s objetivos como el umbral d e dolor que pudiera tener fueron asesinados después de se r utilizados. Pero d esapare-
la víctima, al parecer la fue rza o debilidad de s us convicciones cieron pa ra ellos mismos, porque su esfera de relaciones so-
pudieron ser un factor que neutralizó a la tortura. S i la vícti- ciales que e~taba vinculada a su vida anterior, su concepción
ma de la desaparición empezaba proce sar e n su mente la forma del mundo, ideales y sueños, se es fumaron cuando decidieron
de sobrevivir a cualquier costo, la tortura era inn ece saria . Si e l salvar la vida a costa de lo que fuera. Te rminarán sus días afi-
desaparecido concebía su secuestro como «Un nuevo escena- nando cada vez más la elaborada justificación de su procede r.
rio de lucha» contra su enemigo, Jos torturadores tendrían un En otros casos, la situ ac ión fu e más deplorable. Porque
obstáculo formidable para conseguir la informac ión. E l mar- s iend o qui zás verídica la hi storia del por qué hab ían sobrevivi-
tirio físico era ineficaz ante una moral d e comb ate, s imilar a la do, fu e vis ta como inverosímil , y la desconfianza de sus anti-
que retrata Fucik cuando habla m e tafóricamente de «la sala guos compa1ieros les formó un cerco de aislamiento q ue tam-
400», la antesala de la tortura en el Palacio Pe tschek en Praga: bién cambió sus vidas o acaso terminó con ellas.
«La «400» era una trinchera avanzada, totalmente cercada por
el enemigo y sometida a un fuego concentrado, pero que j amás
Quiénes fueron los desaparecidos
persó en rendirse " (Fucik, op. cit., p . 4 7).
L a muerte fue vista por muc hos de los desapm·ec·i dos De los datos obtenidos por la recopilación hecha por el CIIDH
como una liberación . Como dice un sobreviviente: «Despu és Y el GAM y o tras organizaciones defensoras de los de rechos
de una sesión de golpes, de pistolas que me colocaban e n la humanos que estamos utilizando en este trabajo, se pudo de-
boca o d etrás de la oreja y que jalaban e l gatillo y só lo se oía e l terminar la ocupación en 1,853 ocasiones. Esto quiere decir que,
sonido me tálico y los gritos de unos a otros diciendo ,,¿ por qué al ig ual que lo aclarado e n el capítulo anterior, los datos ~ue a
no le pusiste balas vos?»; después de un simulacro de fusila- continuación se ofrecen implican el núm~ ro de ocupaciOnes
miento y preguntas que hacían ace rca d e la URNG !, yo sólo registradas y no el d e las víctimas. Una víctima podía haber
pensaba que después iba a venir la tortura en se rio y que a lo tenido más de una ocupación. Aun así, podemos tener_~~1 a
mejor no iba a aguantar. La verdad m e quería m o rir pronto y visión de conjunto que nos permite avizorar la composiCIOn
e m pecé a buscar la forma de que me mataran. Los empecé a social d e la víctimas de la desaparición forzada.
provocar». Los datos que abarcan el lapso comprendido en tre 1960
En otros casos, las víctimas proporcionaron a s u s captores y 1995 pueden ser vistos en la Thbla 111- 1. De los 1,853 veces
toda la información de la que disponían y adem ás se convirtie- en los cuales una ocupación fue registrada, 749 corresponden
ron en activos colaboradores. En esta situación, d ejaron d e ser a campesinos y en tal categoría he mos agrupado a los peque-
desaparecido/as para convertirse e n parte voluntaria o forzada ños campesino.s y arrendatarios. Esto signifi?a el40.4% de las
de la maquinaria represiva. Hubo qui enes hasta fu eron vistos ocupaciones registradas y evidencia que el fenomeno ~e la ~c.sa­
con uniforme e n retenes en las carreteras o participando arma parición forz ada tuvo en las áreas rurales un escenano pnvlle-
en mano de los ope rativos d e liquidación d e sus antiguos com- g iado, confirmando Jos matices que en el capítulo a nterior
hemos mencionado con respecto a la predominancia del mu-
• Unidad Revolucionaria Nacional G uatemalteca. Unión de las cuatro organizaciones insur-
nicipio de Guatemala y en particular la capital en c uan to al
gentes más importantes. núme ro d e desaparecidos. La presencia d el campo como es-

96 97
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NJSGUNA PARTE

Tabla 111-1: Ocupaciones de los


desaparecidos ( 1960-1995) Gráfica III-1: Ocupaciones de los desaparecidos (%).

Ocupación Víctimas Datos para 1960-1995


Campesino 749 Campesino J•o.•o""
~======,-------------~
Otro 258 Otro J1382"4

Trabajador urbano
Trabajador urbano 249
Jt343'\

Trabajador rural ju:u'IO


Trabajador rural 201
~•u•
Artesano
Artesano 71 Sector informal 3 56'10

Sector informal 66 Ama de casa •o,.


Ama de casa· 46
e:
·o
·uas Profesional universitario = 215'10

c. Desconocido '03,.
Profesional universitario 40 ::J
(,)
Empresario
¡;;
'03..
Empresario o ¡:
34 Maestro t IS2""

Desconocido 34 Religioso/a ,_.a.,.


Maestro 30 Periodicta/locutor 1.33'-

Religioso/a Artista 0 .• 0'10


27 Desempleado o •3"-
Periodista/locutor 21 Finquero o 38...
Artista 9 Promotor de derechos humanos
Desempleado 8 o.OO"" s oo,. to.oo"" 15 OO'IO 20 oo,. 25.00"" 30.00,. 35 oo,. •o.oo,. •5.00,.

Finque ro Número total de registros de ocupaciones= 1,853


7
Promotor de derechos humanos 3
Total 1853 El porcentaje acumulado de las ocupaciones hasta ahora
mencionadas (haciendo a un lado el del rubro «amas de casa»)
revela que el 70% de los desaparecidos fueron gente prove-
cenario de la desaparición forzada también se ve confirmada niente de los sectores populares (campesinos, trabajadores,
por el hecho de que casi el 11% de las ocupaciones registra- empleados, artesanos, maestros e informales). Esta tendencia
das, que se agregan al 40% de- ocupación campesina antes podría verse aún más reforzada si agregáramos la categoría
mencionada, son de trabajadores rurales. Esto quiere decir <<ama de casa)), lo cual no hicimos en un principio puesto que
que más de la mitad (51%) de las ocupaciones registradas en una ama de casa puede estar situada en las más diversas capas
casos de desaparecidos corresponden a actividades rurales. o clases sociales. Sin embargo, puede conjeturarse que la in-
Poco más del13% de las ocupaciones registradas en desapare- mensa mayoría de esas amas de casa que resultaron desapare-
cidos corresponden a diversas categorías de trabajadores ur- cidas, provenían del campesinado y de los sectores de trabaja-
banos (empleados, trabajadores urbanos, burócratas etc.), dores urbanos y rurales. Thdas estas cifras confirman que la
mientras que las otras actividades significativas son los arte- desaparición forzada, al igual que las acciones de terrorismo
sanos (casi el4%), el sector informal (más del3o/o) y las amas de estado, tuvieron un contenido de clase. La Gráfica 111-1
de casa (más del 2%). puede ilustrar la composición social del conjunto de los desa-
parecidos entre 1960 y 1995, y además indicarnos que el resto

98
99
_____ •, ..'_r,-,_1
l.t )S OI~S.\f'¡\I< EC I I)OS

Tabla III-2: Ocupaciones de los Tabla III-3: Ocupaciones de los


desaparecidos ( 1970- 1979) desaparecidos ( 1980-1989)

Ocupaáón Victimas Ocupación Víctimas


Trabajador urbano 85 Campesino 618
C ampesino 84 Trabaj ador rural 160
Otro 51 Otro 152
Periodista/locutor 15 Trabajador urbano 138
Desconocido 15 Artesano 52
Trabajador rural 13 Sector info rmal 46
Sector informal 13 Ama de casa 43
Empresario 10 Profesional universitario 34
Artesano 10 Religioso/a 25
Profesional universitario 4 Maestro 22
Maestro 4 Empresario 16
Desempleado 3 Desconocido 14
Artista 2 Artista 5
Finquero 1 Periodista/locutor 3
Ama de casa 1 Finque ro 2
Total Desempleado 1
311
Total .1331
de las categorías, profesionales universitarios, periodis tas, re-
ligiosos etc. , ocupan un lugar menos relevante. -¡o f ueron ac t i'vidades de tra-
S i. vemos que solamente un 7m . .
Examinando la situación por décadas, hay algunos cam- .
baJador rural, un 6% fueron artesanos, Y un 3~° fueron actlVl-
bios que es necesario explicitar. La Tabla 11-4 presentada en dades mfo . rmales, la suma en 1a d eca
, d a de los sesenta . .com-
el capítulo anterior y las Tablas 111-2,3 y 4 d e éste capítulo re- prende solamente 40% . El por.centaje · res tante se distnbuye
velan diferencias en cada una de las décadas. Estas difere n- en diversas categonas entre 1os cua es sobresalen los empre-
. , 1 .
cias deben ser tomadas como tendencias, y e l análisis debe sarios, maestros, periodistas y/o locutores con un~% respecti-
hacer se con cautela puesto que las proporciones de las respec- vamente. En la década de los setentas el porcentaJ~ de ocupa-
tivas ocupaciones pueden estar un tanto sesgadas por la dispo- cione s referida· a campesinado ya se eleva a 27G!_o, mientras que
nibilidad de la información. Pero hecha la anterior salvedad, el de trabajadores urbanos y rurales a p~co mas de 31%, el de
es posible constatar que de las 86 veces en que las ocupaciones artesanos 3.2% y el de las actividades mformales 4.1% .
fueron registradas en los años sesenta, un 12% correspondió a En su conj unto el 65% de las ocupaciones de. las desa~~­
burócratas, solamente un 6% fueron relativas a campes inas, riciones forzadas en los años setenta correspondieron actiVi-
mientras que aproximadamente un 5% fueron relativas a tra- dades de los sectores populares.
bajadores urbanos. En la década de los ochenta, el porcentaje de actividades

100 101
Los UESAI',\ICHCII>OS
Los QUE SIE~U'RE F.ST.\R.\:-; E:-i SISCiUSA I'ARTE

campesinas entre el total de las registradas para los desapare- 1abla 111-4: Ocupaciones de los
cidos crece de manera espectacular. De las 1,331 veces en las desaparecidos ( 1990-1996)
cuales las ocupaciones fueron registradas, 618 correspondie-
Ocupación Vfctinzas
ron a actividades cat:npesinas, lo que implica el 46.4o/o. Este
dato puede resultar revelador. Mientras en las dos décadas Campesino 42
precedentes, las actividades campesinas ocuparon un 1ugar Trabajador rural 22
crecientemente importante pero no mayoritario (6% y 27% res- Otro 16
pectivamente), en la década de los ochenta ocupa casi la mitad Trabajador urbano 10
de las ocupaciones registradas de los desaparecidos. Esta ten- Empresario 4
dencia se puede ver reforzada si agregamos el12% correspon- Artesano 4
diente a trabajadores rurales lo que arrojaría un total de 58%. Sector informal 4
La tendencia podría sustentar adicionalmente la tesis que he- Desempleado 4
mos mencionado en capítulos anteriores: que la práctica de la Finquero 3
desaparición fo~;.~ada es esencialmente una forma de violencia Promotor de derechos humanos 3
contrainsurgente que se agudiza cuando existen escenarios de Profesional universitario 2
in~ubordinación. Sabemos que en los ochenta, el epicentro Ama de casa 2
de la lucha revolucionaria pasó de la ciudad al campo y que Maestro 1
fúeron campesinos y no trabajadores urbanos, indígenas y no Periodista/locutor 1
ladinos, los que protagonizaron esencialmente la sublevación Religioso/a 1
que se vivió en aquellos años. Artista 1
La Tabla 111-4, referido a la década de los noventa (1990- 120
1996) confirma, aunque de manera disminuida, la tendencia Total
observada a partir de los ochenta: El 35% de las ocupaciones
registradas para los desaparecidos correspondieron a activi- Gráfica III-2: Ocupaciones de los desaparecidos (%) ·
dades campesinas, al cual se le puede agregar un 18% corres- r--- ---- - Datos para 1970.1979

pondiente a los trabajadores rurales, lo que resulta en un total Trabajador urbano


---------------:=:::JI27.33Y.
1 27 01'

de 53%. Las ·gráficas 111-2/4, pueden ilustrar las tendencias Campesino r:;::;:::=:;~====:===r;¡;;;-----
.Jc ISCO!I.
apuntadas. Otro 1====;::::-------
Dosconocido -l=====l4112'4
La participación campesina e indígena puede tener otra Periodista/locutor 4 sl'llo
Sector informal -lc=====l
vía de confirmación, si observamos los datos referidos al idio- Trabajador rural
ma que hablaban las víctimas. Artosanb
Emprosano
Nuevamente es necesario recordar que no se trata de Maostro
Profesional univorsitario
víctimas sino del idioma o idiomas que hablaba la víctima. E Dosempleado
igualmente, aún con esta salvedad, el dato nos puede ayudar a 1
Amado casa
imaginar la composición étnica en el conjunto de los desapa-
recidos. De acuerdo a lo que podemos ver en la Tabla 111-5,
los idiomas más representativos fueron registrados para el pe- ~
·---------- ..
Ftnquoro _)L_.--.~-----;;;;-~-
000'11. ~-~
· -~---- ~-oo-.
--1
102 103
Lu~ UES.\PARF.ClllU!'

Tabla III-5:Idiomas más representativos


Gráfica 111-3: Ocupaciones de los desaparecidos (%). de los desaparecidos ( 1960-1996)

Jdi0111a Vích·mas
Español 353
K'iche' 178•
Achí 87
Aofoslonai...W-.ilaríO
Kaqchikel 85
AotociOO.
lo\Jalto Mam 43
frrpteurio
Q'eqchi 37
Daconocido
Anata OA% otro 26
Alrioclc~utof 0.2%
fWic¡ucro 0.2%
1 Thtal 809
Dos0fl1li08Cio 0.1%

0.0% 5.0% 10.0% 150% 20.o% 25.0% JO.O% 350% co.o% 450% 500J
NútnCfO total do registros da ocupac:_Jonas~-1~3-1_ ____ _]

Gráfica 111-4: Ocupaciones de los desaparecidos (%). Gráfica 111-5: 'Idiomas más representativos
Campesino Datos pera 1990-1995
1"------..:.....:..::..:..._ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _,35%
de los desaparecidos (%).
Trabajador runJl 18% Datos para 1960-1996
aro~==========~~-~
Trabajadorultlano -1==--...J r---------------------------------,44%
Dasempleado
Espai'lol
Sador Informal K'lche' 22%
Meaano
EmPRISalto en Achl 11%
as
Promolal' da danK::hos humanos E 11%
.Q Kaqchikel
Finquero :E
.Pmadacasa Mam 5%
Profuslonal uniwtaitarlo
Q'eqchl 5%
Mista
Ref¡gicsola otro
Peñocflsldoculot
1Oo/o 20% 30% 40% 50%
MJastro 0%
~--~---+----+------~----+---~~ Número total de registros de ldlomas=809
10% 15% 20% 25% JO%
L------- ____________ total_ do ra¡jstros do ocupaclones=120
r-ünero_·
___

104 105
L us QUE ~ I E\11'RI~ l-:ST.\Jt.\" F.~ ~ ISGUS'.\ I'ARTI~
L os OESA I'AHECII>ns

riodo 1960-1996 en 809 ocasiones, de las cuales e l español abar-


có casi el44% de dichas ocasiones. El conjunto de los idiomas
mayas repre sentó el 56% de los idiomas regis trados para las Gráfica 111-6: Idiomas de los desaparecidos .
víctimas de la desaparición forzada. Puede pensarse razona-
blemente entonces, que casi las dos terceras parte s de las víc- -----------~
D~at~oo~~~~1~~~~1~~9______________- ,
r j3ZJ
timas podrían haber s ido perteneciente a alguno de los pue- Español -1===========¡-:::-----------------~
blos mayas . En la Gráfica 111-5 se puede observar mejor esta +=========~~----~JI~
Ach i i=======;-::J es
tendencia. -1=:==-----'J ;,¡
La Tabla III-6 nos puede ayudar analizar mejor la com- Mam R :JI

lxil -~
36
pos ición étnica de las víctimas. En la década de los ochenta, se "'
E
o
pudo registrar en 735 ocasiones el idioma de la víctima, de las ~ 5

cuales 412 o sea aproximadamente el 56%, resultó se r un idio- Tz'ulupl •

ma maya. La Gráfica III-6 muestra también la tendencia apun- Poqomam 1


tada: aun cuando en lo individual, el idioma español fue e l
más relevante en las víctimas de la desaparición forz ada, en su Jacalieco el"-:______,____________.,____--:'~~-----::250:------;;------;350
conjunto los idiomas mayas fueron s upe riores a l español. o ~ 100 1~ -
Nümoro lolal do regislros de idioma: 735
Vlclimas

Tabla III-6: Idiomas más representativos


de los desaparecidos ( 1980-1989) Gráfica 111-7: Idiomas m ayas más
representativos de los desaparecidos (%).
Idioma Víctimas
Español 323 Datos para 1960-1996
K'iche' 156
Aehi 85 K'lche' ~===========¡----------- J 39%

Kaqehikel 76 "'o
E
:§ Achi Jt 9%
Mam 37 -1======1
Q 'eqchi 36 Kaqchlkel
i=====:::::¡--~
J19%

Ixil 7 Mam J9%


otro 5
Tz'utujil 4 O' oqchi J 8%

Awakateko
Jacalteco
3
1
olro J 6%

1O% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45%


5%
Poeomehi' 1 Oo/o
Número total de reglslros de idiomas=456
Poqomam 1
Total 735

107
106
Lc 1s UES.\1 '.\IH-:C..: IIHJS

La Gráfica III-7 también pueden ilus trar con respecto a G ráfica 111-8: edades de los desaparecidos .
cuales fueron los idiomas mayas más castigados por el fenó-
meno de la desaparición forzada. El K'iche' se encuentra en
primer lugar con un 39%, siendo seguido por e l Kaqchikc l y el
1
1~
b
71 a90
61 a 70 48
Datos parn t 960- t 996

1

1
~~

¡~ ::: : r==:
Ach í con 19% cada uno de ellos, mientras el Man y el Q'eqchí 1
1
tuvieron un 9 y 8 % respectivamente.
La inmensa mayoría de las víctimas d e la de sapar ición
forzada fueron seres q ue oscilaron entre los 10-11 y los 50 años.
e
F====,,=.=:=:::!._,,_.•____
31a40 J...
i

Esto puede deducirse del hecho de que de los 4,042 casos que 2 1 a 30 ~==========¡------....J -
1 1 a 20 601

constituyen la muestra total de este estudio, e n e l 65% de los


casos (2,624) se p udo saber s u edad, tal como puede verse en i
1
1 tJ 10 o.~.u _
100 100 300 400 500 6UO 7UO
;;; . ;;,1
la Tabla 111-7. De estas 2,624 víctimas, e l 89% resultó estar l. Vlctlmas=4042 - __ ¡
comprendido en las referidas edad es. Más de la mitad de Jos
desaparecidos (57%) fueron jóvenes que es taban entre los 11
Y los 30 años, mientras que poco más de las cuatro quintas
parte de los desaparecidos (el35% durante los 36 años de con-
partes (el 78%) fueron menores de 40 años . Esto puede verse
flicto) fue ron jóvenes que estaban entre 20 y 30 ailos. L a ten-
claramente en la Gráfica III-8. Similares tendencias se pue-
dencia es s imilar en la década de los setenta (33% ), los ochen-
den observar en cada una de las c u atro décadas comprendidas
ta (38%) y finalmente en la de los noventa (35%).
entre 1960 Y 1996 (Gráfica III-9) . D e lo expuesto en la 1abla
E s probable que en el momento en que se hagan las mis-
111-7 también se puede ll egar a la conclusión de que buena
mas indagaciones en relación a las ejecuciones extrajudiciales
los resultados sean muy parecidos. De lo cual se puede dedu-
cir que el genocidio en Guatemala afectó muy particularmen-
TABLA III-7: Edades de los desaparecid os por década te a los sectores más jóvenes de la población. No resulta nin-
Periodo completo 1960-1 996 guna novedad ello si se sabe que es durante esa etapa de la vida
Víctimas humana, en la cual la fu erza de los ideales es más grande Y
Edad (años) 1960- 1969
además s i se sabe que los rasgos demográficos indican que
1970-1979 1980-1989 1990-1996 1960-1996
Guatemala es todavía un país de jóvenes, más aún si tal afir-
1 a 10 mación se refi ere a las décadas pasadas.
53 18 18 8 97
D e acuerdo con los datos que presenta la Tabla 111-8, se
11 a 20 118 137 296 so 601
21 a 30 61 164 598 83 906 pudo obtener información acerca del sexo de 4,014, de las 4,042
31 a 40 33 89 374 53 549 registradas para los 36 años de conflicto. De estas 4,01 4 vícti-
41 a 50 17 59 174 29 279 mas, solamente 507 fue ron mujeres, Jo que s ignifica aproxi -
51 a 60 9 23 90 12 134
61 a 70 11 2 48
madamente el 13% . Sin embargo las proporciones de mujeres
10 25
71 a 90 1 1 8 10 y hombres dentro del total de desaparecidos varía según la dé-
no dis ponible/otra 215 426 677 100 1418 cada de que se trate. En la década de los sesenta dentro de un
Tota l 518 927 4042 total de 516 víctimas el 15% fueron mujeres. En la década de
2260 337
los setenta tal porcentaje bajó a 9% pues 8 1 del total de 921

108
109
G r áfica III-9: e d a d es de los d esaparecido s.
¡·-7-1 .- 90
----.;;---·-
D atos para 19 60 - 1969
, 61a70 011
09
~
~
51a60

41 a 50

31 a 40 133
Gráfica III-9: edad~ s de los desaparecidos.

Datos para 1990-1996


--,
1
2 1 a 30 1
161 u;- 7 1 a 90
0
11 a 20 •e:
~ 6 1 a 70 1
lsJ - -- -+----1-
-o
ro
-o 5 1 a 60
40 60 60 100 120 w
41 a 50 29
- - -
71 a 90 1
- -- - - - - -- - - -- -
D atos para 1970-1 979
-¡ 31 a 40 ·1
2 1 a 30 . 183
-¡;;- 61 a70 [}o F===========,-----~
eo 11 a 20 I - = - - - - - - - - . . . . J ' 50
~
""
"'
"O
w
51 aSO

41 aso
123
l 59
1 a 10 D_a_. -t-----i-----l

o 20 40 60 80 100
31 a40
1 89

2 1 a30 1164

l_ _____ Víctimas =337

.d
11 a20
lm
1 a 10 116

o 20 40 60 60 100 120 140


Voctimas=927

71 a90 [a D.itos para 1900-1989


íi)
o
61 a 70
Jzs Tabla III- 8: Desaparecidos segú·n sexo por década ( 1960-1996)
Víctimas
e
.e. 51 a60 loo
"' Sexo 1960-1 969 1970- 1979 1980- 1989 1990-1996 1960- 1996
"'"' 1174
41 a 50
w
31 a 40 1374 F 78 81 312 36 507
M 438 840 1930 299 3507
21 a :lO 1596

Total 516 921 2242 335 4014


11 a 20 1298
1 a 10 0 16

o 100 200 300 400 500 600 700

Vdimas=226:l i

110
da de los ochenta, lo que confirma que la masividad de la rebe-
G ráfica 111-10: D esaparecidos según sexo por década.
lión y por cn<i:! la amplitud del acto represivo.

fiMl Datos para 1960-1996 Con el u s io n es


~ Tota les
En gran medida la desaparición forzada fue en Guatemala parte
de un «método de investigación >> por lo cual, es un hecho que
1960-1996 4014 tiene que ser asociado a la tortura como otra de las significati-
vas violacion es a los derechos humanos. Si b ien es cierto, como
lo hemos dicho anteriormente, que de ninguna manera deben
1990-1996 335
ser subestimados los otros objetivos de la desaparición forzada
!1:1
(la liquidac ión de los enemigos del régimen y la paralización
"O
como consecuencia del terror), en el acopio de información pue-
-~ 1980-1989 2242
a de estar la causa p rincipal del fe nómeno. La desaparición for-
zada significó entonces, probablemente para la mayoría de l~s
92 1
víctimas, un verdadero infierno cuya duración estuvo determi-
1970- 1979
nada por las n ecesidades de información de la contrainsur-
gencia. Por ello hemos t itulado la parte correspondiente a este
1960-1969 516 tema como «infierno con límites>>.
En e l último momento el o la desaparecido/a fue ultima-
do/a en la mayor parte de las veces, por lo que su martirio t_uvo
o 1000 2000 3000 4000 un límite. Una vez satisfechas las necesi'dades informativas
Víctimas que h abían llevado a la víctima a convertirse en presa de la
maquinar ia contra insurgen te , s u d estino más p robabl~ ~;a
la muerte. Para ese momento , si la dete nción-desapancwn
había sido acompañada de continuas y atroces sesio~es de tor-
víctimas fue ron muj eres. E n la d écada d e los och enta tal tura y vejaciones, es m uy probable que la víctima m tsma estu-
porcentaje pasó del 9% al 14%. En esos años d e las 2,242 viese deseando morir. Y s u deseo fue cumplido, a menos que
víctimas, 312 fueron muj eres. Finalmente en los cin co años mantener viva a la víctima hubiese sido red ituable para las
., 1 ·no ría de los ca-
comprend idos entre 1990- 1996, de las 335 víctimas, 36 fue ron necesidades represivas . Esto suce d 10 en a m1 .
mujeres lo que significa elll % aproximadame nte. N ada d efi - sos. La mayoría de los desaparecidos .fu~r~n u lt tmados
n itivo puede concluirse de los anteriores datos, a no ser q u e se extrajudicialmente por sus captores. Un lll~tcto de que esto
m encione que entre las víctimas d e la desaparición forzada las fue así, radica en el hecho de que pese al vtgor con que fue
m uj eres fueron minoría en cada u na de las cuatro décad as q u e enarbolada la demanda de los familiares (<< ivivos se los lleva-
comprende este estudio. Sin embargo, observan do los d atos ron, vivos los queremos!»), en la inmensa mayoría de las oca-
de la G ráfica 111-10 se puede apreciar adem ás, qu e el 62% d e siones ésta no fue satisfecha. Otro indicio lo pueden dar las
las m ujeres que fueron desaparecidas correspondió a la d éca- m uchas ocasiones en las cuales la dictadura de turno, no pudo

113
112
Los QUE SIE:\IPRE ESTARÁS ES SINGUSA PARTE Los nf.S.\P,\Rf.Cmos

satisfacer la demanda de alguna de las organizaciones insur- ción demográfica del país. En un país en el que la mayor parte
gentes en el sentido de obtener la aparición con vida de alguno de la población está ubicada en las clases populares, la mayor
de sus militantes o dirigentes, pese a que tal demanda estaba parte es joven y la mayor parte pertenece a una de las etnias
sustentada con actos de presión como el secuestro de alguna mayas, no es ninguna novedad la conclusión con la que se
personalidad gubernamental o de las élites dirigentes del país. inicia este párrafo. Pero el hecho cierto es que el terror -~e
La mayor parte de los desaparecidos tuvieron ocupacio- manifestara éste en la ejecución extrajudicial o en la desapan-
nes de carácter campesino. Aun cuando los datos no revelan ción forzada-, se dirigió hacia los pobres, los mayas y los jóve-
número de víctimas sino de ocupaciones, nos llevan a la infe- nes, porque fueron estos sectores los mayoritarios de todos
rencia de que la mayoría de los desaparecidos pudieron ser aquellos que fueron influenciados por las organizaciones in-
campesinos pobres o arrendatarios. Esta conclusión entra en surgentes que operaron en el país en los 36 años que hemos
conflicto con el hecho que ya hemos visto en el capítulo ante- estudiado.
rior, y que volveremos sobre él en el siguiente: el municipi~ de Así pues, el terror (no es la desaparición forzada una
Guatemala, y particularmente la capital de la república fue el excepción) fue un costo, una suerte de macabra inversión que
lugar más castigado con la desaparición forzada. Sin embargo, el Estado guatemalteco tuvo que hacer a efecto de obtene~ un
esto es cierto solamente si cotejamos los datos tomando en lo beneficio determinado: la estabilidad política. La geograf1a Y
individual a municipios o departamentos. Pero si compara- la cronología de la desaparición forzada, tema d~ las sig_uien-
mos el departamento de Guatemala con el resto de los depar- tes páginas, acaso nos ayuden a sustentar más aun la afirma-
tamentos en estos 36 años, en la muestra de 4,042 casos en los ción con la cual terminamos éste capítulo.
cuales fue posible determinar la localidad en que fue realizada
la desaparición forzada, concluiremos que el primero alcanzó
el 49o/o de los mismos mientras que por tanto el resto de de-
partamentos (con menos importancia en lo que se refiere a la
población urbana) contabilizó el restante 51%.
Estamos empezando a tratar un tema del capítulo siguien-
te, la geografía de la desaparición forzada. Si lo hacemos es
para explicar con detalle la afirmación de que muy probable-
mente la gran mayoría de los desaparecidos fueron campesi-
nos. De la misma manera podemos decir que muy probable-
mente, la gran mayoría de los desaparecidos fueron parte de
algunos de los pueblos mayas, lo cual es un dato que se compa-
gina con los que hemos mencionado en el párrafo precedente.
De acuerdo a los datos que hemos venido trabajando, la
mayor parte de los desaparecidos/as fueron hombres, la ma-
yor parte fueron jóvenes, la mayor parte fueron mayas y la mayor
parte provinieron de los sectores populares y clases subalter-
nas. Podría suponerse que estas proporciones, salvo las que se
refieren al sexo, estarían determinadas por la misma composi-

114 115
.l
CAPÍTULO CUARTO

Cronología del horror,


geografía de la ignominia

En éste capítulo terminaremos de argumentar lo que ha sido


la concepción general que guía a este trabajo: la violencia en
general, y en particular la violencia política, es expresión de
determinadas re laciones sociales que establecen los seres hu-
manos entre sí. Su explicación esencial es pues, socia l, y no
psicológica; es objetiva, y no subjetiva. En la medida en que la
violencia se convierte en un hábito, en una tradición, por tanto
en parte de una cultura política, como ha sucedido en el caso
guatemal teco, lo social también debe ser entendido como his-
toria, que en última instancia no es sino lo social acumulado.
No compartimos pues la tesis fundamen tal del eminente
sociólogo italiano Vilfredo Pareto (1848-1923) que explica los
orígenes de las acciones humanas de rango socia l en los senti-
m ientos humanos (Pareto, 1987, pp 143-218) . La búsqueda
del origen de las acciones sociales en los sentimientos, hace
que nos ocasione reserva la afirmación de Pareto en el sent ido
de que existen ~pueblos pacíficos» o «pueblos belicosos>>(ibid.,
p.l63). N o existen pueblos que por naturaleza sean pacíficos o
belicosos. Exis ten sociedades cuyas estructur as de re laciones
sociales y políticas se convierten en fuente de conflicto p erma-
nente, conflicto que conduce a situaciones de viol encia. Con la
salvedad de que no debe tenerse una visión mecánica de los
procesos de violencia, cabe esperar que cuanto más enconado

117
CRONOLOGI.\ DEl. IIORKOR, GEOGRAFfA llE I.A lllSOMINI,\

sea el conflicto, cuanto mayor sea la resistencia de aquellos bres (EG P), la Organización del Pueblo en Ar·mas (ORPA) y
que llevan la peor parte en la sociedad, mayor será la ''iolcncia que las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), Guatemala vivió lo que
provenga del Estado. La cronología y la geografía de la desapa- con seguridad es el alzamiento campesino e indígena más im-
rición forzada tiene su explicación en esta regularidad que hoy portante de la historia, y la violencia del Estado, fue desmesu-
postulamos. rada acaso por la dosis que se necesitaba para apagar la rebe-
Y la reiteración de situaciones de violencia a lo largo de la lión, pero proporcionada a la incertidumbre que generó en el
historia de úna sociedad, se convierte en una de las fuentes de Estado y en la clase dominante a las necesidades de la
la cultura política que se observa en la misma. Los sentimien- reestabilización estatal.
tos, los hábitos, las tradiciones, las concepciones del mundo En la tabla IV-1 podemos observar que de las 4,042 vícti-
que emanan de dichas relaciones sociales y que con el tiempo mas de la desaparición forzada que constituyen nuestra base
se convierten en cultura política, llegan a su vez a formar parte empírica, el 56o/o de las mismas correspondieron a la década
de los datos objetivos con los cuales se enfrentan los seres hu- de los ochenta, a la cual de manera analítica podemos conside-
manos de la sociedad en cuestión. rarla como representativa de la época de mayor enconamiento
Acaso las anteriores aseveraciones sean válidas para to- del conflicto social. La década de los sesenta acaparó el13%
das aquellas sociedades las cuales se han observado guerras de las desapariciones forzadas, la de los setenta el23%, mien-
civiles prolongadas y/o Estados autoritarios que se enfrentan a tras que los años noventa solamente significaron el 8% de las
sociedades civiles insubordinadas. En todo caso éste parece desapariciones. En la Gráfica IV-1 se puede observar de una
ser el caso de la sociedad guatemalteca. Y es en esta cuestión manera clara cómo en las décadas de los sesenta y de los se-
donde puede radicar la clave de una correcta-interpretación de tenta, la desaparición forzada fue un proceso ascendente; cómo
la violencia en Guatemala. en la década de los ochenta, las magnitudes de ésta se elevar~n
de una manera notable, para volver a desce~der de manera stg-
La cronología del horror nificativa en los noventa. Con esta gráfica podemos recons-
truir de manera muy gruesa, a nivel de un bosquejo muy ge.ne-
Si aceptamos como válidos los datos que hemos estado usado ral, la dinámica de la sociedad en su conjunto: un confbcto
en este trabajo, la muestra de 4,042 víctimas de desaparición social creciente, por tanto una violencia política creciente, en
forzada que constituyen el total de casos acopiados, indican
que los peores años fueron los que correspondieron a la déca-
da de los ochenta. No resulta ésta constatación ninguna nove- Tabla IV-1: Desaparición forzada
dad si partimos del postulado que mencionamos páginas atrás: por década (1960-1996)
cuanto más enconado es el conflicto que generan las estructu-
ras sociales de una sociedad, cuanto mayor sea la resistencia Década Víct2·mas
de las clases y grupos subalternos, mayor será la violencia del 1960-1969 518
Estado. Como consecuencia de una cotnpleja articulación de 1970-1979 927
factores nacionales y regionales, en la década de los ochenta 1980-1989 2260
estalló toda conflictividad social acumulada durante siglos. A 1990-1996 337
través del trabajo organizativo y político de las organizaciones
Thtal 4042
insurgentes, principalmente el Ejército Guerrillero de los Po-

118 119
L OS Q UE S IEMI'I< E F.STAJL\X EX X IXCli.'A l 'A IITF.

Gráfica IV-1: Desaparición forzada por década


Tabl a IV-2: D esaparición forzada por década
Datos para 1960-1996 (1960-1996)
2500 1960-1969 1970-1979 1980-1989 1990-1 996
2000 Aiio v íctimas Aiio Víctimas Aiio Víctima Aiio Víctimas
V>
1500
"'
E 1960 1 1970 76 1980 270 1990 147
.!,!
>
1000 1961 37 1971 151 1981 244 1991 53
1962 42 1972 174 1982 595 1992 53
500

o l 1 l
1963
1964
33
28
1973
1974
154
37
1983
1984
307 1993
283 1994
32
38
1960-1969 1970-1979 1980- 1989 1990-1996 1965 76 1975 23 1985 128 1995 14
Década 1966 37 1976 70 1986 76 1996
1967 114 1977 102 1987 114
1968 132 1978 11 1988 98
1969 18 1979 129 1989 145
las P_rimeras d~s décadas estudiadas en este trabajo; un clímax
Total 518 To tal 927 Total 2260 Total 337
de dtcho confhcto en la tercera década; finalmente, en Jos no-
ven_t~, el descenso de la insubordinación y el inicio de la reso- Total periodo 4042
luciOn del conflicto.
Ya ?e~os visto en el capítulo segundo el comportamien- articulada, la actividad del terror estatal se mantuvo d u rante el
to estadtsttco de la desaparición forzada en la década de los resto de ese año.
sesenta. En lo que se refiere a las décadas posteriores , las Ta- No obstante que el periodo de Méndez Montenegro se
bla s IV-2. Y en las Gráficas IV-2 n os pueden ay udar a caracterizó como de un periodo de gran violencia estatal, la
contextualtzar las dimensiones cuantitativas d e la desaparición campaña electoral del entonces coronel Carlos Arana Osario
forzada . Recordando lo que nos indicaba la Tabla 11-1 del capí- se hizo en gran medida sobre la promesa de mano dura. La
tulo seg_un~o de este trabajo, los datos que manejamos pueden mano dura era concebida por Jos. sectores que lo apoyaron, como
ser ~n mdtce de que si bien los años de 1967 y 1968 fueron la «solución nacional>>, término que se acuñó como su s logan
pa~ttcularmente cruentos, en el último año del gobierno de electoral. Conocido por su actividad contrainsurgente en e l
Men~_ez ~on~enegro el fenómeno de la desaparición forzada oriente d el país, el coronel Arana Osario fue visto por todos los
tendto a dtsmmuir. L os datos consignados en el referido cua- sectores como alguien que iba a incrementar la represió n. No
~r~, so~ con~ruen~~s con la escalada de terror que significó la faltó sector en la izquierda que viera esto como positivo, pues
ulttm~ ofensiva m1htar contra la Sierra de las Minas, que co- de esa manera «las contradicciones se agudizarían» y con ello
menzo en octubre de 1966 y que se mantendría durante 1967 y podría verse favorecido el movimiento revolucionario. Como
parte _de 1968. Pese a que en los primeros meses de 1968, la es sabido las expectativas res ultaron ciertas en lo que se refie-
guernlla de la Sierra de las Minas estaba ya derrotada y des- re al incremento del terror y totalmente fallidas en lo que se
refiere al beneficio que de ello podría sacar la insurgencia.

120
121
Los QUE SIEMPRE ESTARÁS ES l'oiiSCUSA p,\RTE CRO~OLOG(A OEL UORROR, GEOliR:\FI:\ UE l.A IGSOMINit\

Gráfica IV-2: Desaparecidos por década Por ello, el año que corresponde al inicio del gobierno del
general Carlos Arana Osario (1970-1974) muestra una eleva-
200 Datos para 1970-1979
180
ción significativa del número de desaparecidos (de 18 casos a
r---
160
r--
76) y los siguientes dos años serán de ascenso notable. El año
r-
en
as
140
r-
de 1971 fue significativo en materia de terror: en enero de ese
E 120
:§ 100 .--- año las fuerzas represivas desplegaron el cateo generalizado
> 80 ;......-- de la ciudad de Guatemala, a través de un cerco que iba de
r-
60 afuera hacia adentro de la misma. En ese mismo mes fue ase-
40
20
o
1970 1971
l.n.n
1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979
.r--1.
sinado el diputado Adolfo Mijangos López y capturado y desa-
parecido el filósofo Juan Luis Malina Loza. El proceso repre-
sivo ascendería aún más, como lo reveló el que se haya decre-
AOO
tado el estado de sitio que abarcó 1971 y una parte de 1972. En
este año la cifra de desaparecidos tiene su punto más alto de
Datos para 1980-1989
700
acuerdo a los datos que estamos trabajando, al extremo de que
el número de casos de desaparición forzada en el último año
flOO
de Méndez Montenegro llega a ser apenas un 1O% de los que
500
en
as se reportaron en el tercer año de gobierno del general Osario.
E -400
~ El periodo de gobierno de Kjell Laugerud (1974-1978)
> 300
es recordado convencionalmente, como uno en el cual los ín-
200
dices represivos bajaron. De acuerdo a lo que según los
100
parámetros de represión en Guatemala se puede considerar
1900 1981 1982 1983 1984 1985 1988 1987 1988 1989
una baja, esto parece haber sid(!) cierto durante 1974 Y 1975,
según los datos que estamos trabajando. Hay que recordar que
el general Laugerud llegó muy debilitado a la asunción presi-
Datos para 1990·1995
dencial, puesto que fue un hecho aceptado que logró ganar las
160
elecciones, merced a un enorme fraude que perjudicó a su opo-
nente, el general Efraín Ríos ~ontt. Los primeros dos años
140
pareciera haber ensayado su gobierno una suerte de apertura,
en 120
as
.5
para ganar una legitimidad que no había obtenido en las ur_nas
100
~
>
electorales. Esta apertura fue aprovechada por las organtza-
80 ciones populares para expanderse y aumentar su nivel de la
60 lucha reivindicativa, la cual ascendió notablemente después del
40 terremoto de 1976. El ascenso de las cifras de desaparecidos a
20 partir de 1976, parecen tener su explicación en este hecho como
o de igual manera en la creciente explosividad regional que se
1990 1991 1992 1993 1994 1995 empieza a observar a partir de enero de 1978 con el asesinato
1m en Nicaragua, por parte de la dictadura somocista, del líder

122 lZJ
CRo~m .oc l ,, ncL HOIUtOR. c;¡;oc.;R.wiA ut: w\ I GNO ~IINIA
L o s O l.. J.: S I E~tPRE ESTARÁS t.:"l !"\ISGC!', 1'.\ltTI::

opositor Pedro Joaquín C hamarra. En las Tablas y Gráfica s fV- demue stra el ascen so a 129 casos de desaparición fo rzada en
2, puede observarse en el caso guatemalteco cómo la cifra de 1979, y la t remenda alza que es posible detectar en 1980 (270
desaparecidos se eleva de manera notable en el año de 1979 casos) y en 1981 (244 casos) y que tendrá s u clímax en 1982
(129), no sólo con relación a 1978 cuya cifra aparece muy baja con 595 d esapariciones forzadas '. L as tendencias que las ci-
en la recopilación que estamos usando, sino también a Jos años fras aquí us ad as expresan, co inciden en lo esencial con los r~­
de 1976 y 1977. Las postrimerías del gobierno de Laugerud ya cuentos que el autor ha hecho en otro trabajo (ib id.,) Y permi-
anuncian la gran ola de terror que va a caracterizar el primer ten concluir que el te rror ini ció s u asce nso a dimensiones
lustro de los años ochenta. dantescas a partir del régimen de Lucas García (marzo de 1978-
Para poder observar de manera global la s ituación de los agosto de 1982) ; que tuvo s u máximo despliegue durante el
desaparecidos en Guatemala, además de las Gráficas IV-2 pue- periodo d el gobierno de facto del general Efraín Ríos Montt;
de observarse la Gráfica fV-3. Con ésta y con los datos conte- finalme n te, que inició su descenso en las postrimerías de éste
nidos en las Tablas IV-2, pu ede apreciarse en su conjunto la gobierno y con el del general Humberto Mej ía Víctores (agos-
situación en los años ochenta. Las cifras de desaparecidos to de 1983-en ero de 1985) .
empiezan a aumentar a partir de 1978; casi podríamos decir La desaparición forzada siguió el mismo patrón de com-
que con las luchas populares en la ciudad de G uatemala que portamiento que el del ter rorismo de estado en gener~l. La
se observaron en octubre de 1978. Con las llamadas ••jornadas Gráfica IV-3 ilu stra el ascer,so del número de desaparecidos a
dé octubre», ya estando en la presidencia el general Romeo partir de 1978, hasta llegar a s u punto culminante en 1982, a~o
Lucas García ( 1978-1982), el terror empezó a subir de mane- en que se inició el periodo de Ríos Montt. Sin perder de VIS-
ra s ignificativa (véase Figueroa !barra, 1991, cap. IV) como lo ta que Ríos Montt no gob ernó sino a partir de marzo de 1982 Y
que terminó s u periodo en agosto de 1983, de todos _modo~
podemos formarnos una idea de lo cruent.o de su peno?o, S I
Gráfica IV-3: Desaparecidos por año constatamos que del total de desapariciones forzadas registra-
das en los recuentos de C IIDH- GAM en la década de los ochen-
Datos para 1960-1996 ta (2,260 casos), casi e 1 40% (902 casos) corresponden a _los
700 ! años de 1982 y 1983, en los cuales en su mayoría g~~~rno el
referido gen eral. D el total de víctimas de la desapancl.on f?_r-
600 1 zada con el que estamos trabajando en est a inve s t~gac!On
500
- d 1 vida del pa1s pue-
en
co 400
( 4,042) , y que corresponden a 36 anos e a ' .
.5 de decirse que 1967 -lo que eqmva1e a poc0 m enos de la mi-
· _
tí 300 tad de dichas desapariciones (49%)- corresponden a l~s a~os
5
durante los cuales gobernaron los generales Lucas Garcla, R!Os
200
Montt y Mej ía Víctores.
100

o 1 1 1 1 1 1 1 1
..,. ' Com o ya se ha hecho ver, es tas cifras deben ser tomadas solamente como indicadores.
o N <O CX)
.... .... .... .... .... o
o N V <O CX)
ci5N
co
o <O CX) N

"' "'"' "'


"'
<O <O <O <O CX) CX) CX)
Acaso las cifras reales sean mucho más altas puesto que los datos que estamos
"' "'
~ ~
Ol
"' "' "' "' "' ~ "' "' "' "' "' "'
~ ~ ~ ~ ~

trabajand o pueden ser casi un 9% del total de los casos desaparecidos en los 36 años
Pro años que van de 1960 a 1996.

125
124
1 -
L O S Ql,; f. S I ~ MI 'I\E f.STA II..\'>1 E:-. SI N G t: S A PAIITE

La Gráfica IV-3 nos termina de ilustrar lo que e~tamos La geografí a de la ignominia


viendo con cifras. De s pu~s de un comportamiento oscil..torio,
pero que tendencialmente va hacia la alza, en e l period" com- En alguna de las páginas del capítulo segundo hemos conclui-
prendido entre 1960 y 1973 , observamos una d ism inución sig- do en que expresándonos a través de trazos gruesos, durante
nificativa entre 1974 y 1975, para empezar a ascender nueva- los años sesenta fu eron la capital, el oriente d el país y la costa
mente entre 1976 y 1977 y desce nder en 1978. A partir de 1979 sur las regiones más castigadas por la desapa rición forzada.
e l.ascenso no ~o lamente será continuo sino espectacu lar, muy En el or ien te d e l país los departame ntos má s castigados
leJOS de los mvcles más altos que se habían conocido hasta (Zacapa, Izaba! y Chiqu im ula), coincidían co n aquellos en
e~tonces. La cúspide es el año de 1982, a partir del c ual las los cuales e ra conocido que había influencia guerrillera (PUR,
ctfras de desaparición forzada empiezan a dism inuir, aun cuan- 8!1966).
do no es sino hasta 1992 que la cantidad de desaparecidos es En las décadas posteriores la s ituación cambió notable-
m eno r a la que había s ido en las décadas de los sesenta y de los mente. Los escenarios d e terror más notables en los sesenta
setenta. La transición de la dictadura militar al gobierno civil, se convirtieron en zonas relativamente tranquilas y algunas de
que en el caso guatemalteco no fu e sino el establecimie nto de las zonas que h abían s ido áreas sin violencia estatal, se convir-
lo q~e se puede llamar d emacrada restn'ngida z, no di sminuyó tieron en los nuevos escenarios del terror. He aquí una conclu-
las ctfras de desaparición forzada sino solamente con relación sión que ya ha s ido pl anteada por el autor en o tro trabajo
al periodo inmediatamente anterior. Por lo menos es lo que (Figueroa lbarra, op, cit., cap. 11) y que coincide con los hallaz-
puede deducirse de los datos en los cuales nos estamos sus- gos que so n posibles con las cifras que en este estudio mane-
t entando para hacer est e análisis. jamos. Con la Tabla IV-3 podemos hacer un análisis compara-
En primer lugar las cifras de desaparecidos registrados tivos entre las distintas décadas que hemos estado estudiando:
en n~e.st.ra base empíri~a, muestran que durante el gobierno Al examinar los datos por departamento podemos ver que St
d~ Vtn.lClO c .erezo Arévalo (1985-1990) alcanzan en algunos bien en la década de los sesenta, el departa m ento de Guate-
anos dt~ens10nes parecidas a las del gobierno de Arana Osario mala concentró el 70% de los casos de desaparición forzada,
Y.su~~no~es al de Laugerud; en segundo lugar, tienen repuntes teniendo solam ente en los departamentos de Escuintla, Zacap~,
s t~ntftcattvos como el de los años 1987 y 1988. En iguales tér- Izaba! y Chiquimula otros escenarios significativos, en la de-
mmos puede hablarse del gobierno de Jorge Serrano Elías cada de los setenta e l porcentaje del primero de los departa-
( 1990-1993), cuyo primer año con 147 casos de desaparición m entos descendió a cas i el 56%. En esta última década, se
forzada es m ás elevado en la recopilación de datos q ue han pueden obser var otros departarn'entos en los cuales la desapa-
hecho el CIIDH y el GAM, que cualquiera de los años de rición forzada fu e s ignificativa como San Marc~s (1_2%) •
Laugerud. Sin embargo a partir de 1991 , la tendencia a la dis- Quezaltenango y Escuintla (casi 5% cada uno) , Such1tepequez
minución de casos de desaparición forzada empieza a ser bas- y Chiquimula (casi 4% ).
tante perceptible. En la década de los ochenta, el departamento de Guate-
mala descendió al 42% de los casos de desaparecidos, mien-
tras que el d epartamento de El Petén que entre 1960 y 1979
2
Podríamos denominar a la democracia resttingida como un estadio d e trans ición entre solamente registró 15 desapariciones, concentró entre 1980-
democracia y dictadura, caracterizado por la existencia d e un espacio político acotado
p~r . el terror y un poder en el cual la toma de decisiones es compartida entre civiles y 1989 el 12% de las mismas. Al igual que El Petén, una similar
m 1htarcs. s ituación mostraron lo s d epar t ame nto s d e El Quiché ,

126 127
Los Q U F. SI F.~II'RE EST.\RÁs Es " '"'a.:sA 1'.\IIT~: CRO:-.O I.OCfA DEl. II ORROII , r.li<H:I<AF fA DE I.A ICI'>0.\11.'11 ,\

Gráfica IV-4: D esap arecidos por departamento, por décad a.


- - - - - - - - - - .,

Tabla IV-3: Desaparecidos por departam ento


1
1
¡
=·........
El Peten
Solr!Marcos
E1 Ol.nc~
¡ D a lOs paro 1960-1969

1
1
según década (1960-1996) S uc:hltepOQuv

Esc..-nua
Depto. 1960-1969 1970-1979 1980-1989 1990-1996 Total Own~tetW'!QO

Ouet: anMWlOO

Guatemala 364 516 959 129 1968 Oaf•Vc~

g Sok:llA
El Petén 15 274 26 315 e
Chiovomuta
~
San Marcos 4 108 107 47 266 ~
1l. """"'
Retafhulcu
El Quiché 11 195 18 224 o" Soni a Rol3

Suchitepéquez 9 33 145 27 214 Arta \1Cf3,p0t.:


2.ac:.:tp;l

Escuintla 21 46 82 18 167 Huohuolonango

Chimaltenango 6 5 132 6 149 .A#hap.~~

El P rogt"rs o
Quezaltenango 7 42 56 21 126 bc,;at cp6quo.J:

Baja Verapaz 2 104 4 110 ....._


.1>1-

Sololá 4 65 12 81 Oas conoc:ldo

Chiquimula 25 32 2 . 1 60 o 50 100 1!10 200


Ve timas
2'50 300 350 400

Izabal 25 21 S 3 54 Datos pa ra 1970-1979


Retalhuleu 8 21 21 3 53
Santa Rosa 7 17 18 8 50
Se n Marco•
Alta Verapaz 2 3 39 1 45
Zacapa 22 18 2 42 Suchtoptquoz
Escutnua
H uehuetenango 5 30 4 39 Chr-Nitene "Qo

Jutiapa 3 18 10 4 35
Ba>- Vorap.U:
Huehuetenango 5 30 4 39 ~ So\Oti
Jutiapa 3 18 10 4 35 QJ
E
El Progreso 7 11 ~
4
"'
Zacatepéquez 2 1 7 1 11 ~
Jalapa 4 6 10
Jutiapa 7 3 10
Desconocido 1 1 2 BAogtesO
Sacai•P'Quez
Total 518 927 2260 337 4042

- --- - -
Juhape
O.s conocldo
100 200 300 .tOO 500 600
_ _ _ _ v lctimas._ _ ____,

128 129
Los OL E stE~tP HE F.ST.It<Ax t::-. :-; t:-.cL::-;,, t'.lllTE
Cno"'ol.ut:f.\ IJI: I. II OHIU'tH., GEO G U\1" (,\ D E 1..\ 1(;~0:\JISi t\

Gráfica IV-4: D esaparecidos por departamento. Huehuctc nango, Alta y Baja Vcrapaz, C himaltenango, So lo lá,
Da tos pa ra 1980-1989 Quczaltcnango y San l\larcos (altip lano septe ntrio nal, ce nt ral
Guatemala 1==:;-----___J y occidental, así co m o la zona s uroccidental d el país). E stos
El Pct én
San t·Aarcos departamentos e n los sesenta no prese nciaron el fenómeno de
El Outc:hé
SuChllcpCquoz
la de saparic i<"í n forzada, mientras que en las décadas s ig uien-
Escu1n11a tes se rían uno d e sus escen arios p rivilegiados . Así, e n los se-
Ctumallcnango
Ou olzallenango
tenta el conjunto de dichos departamentos concentró e l 19%
Ba1a Verapaz de las desapariciones ob se r vadas en dicha década, s iendo San
1
~ Solola
Marcos el que más desapa riciones m ostró. En los ochenta, di-
"'E
"'
t: lzaDal chos departamentos concentraron el 32% de las desaparicio-
.,8. Retalhuleu
nes registradas en el recuento que estam os utilizando, mi en-
o Santa Ro,a
Alla Verapaz tras q ue e n los nove nta concentraron cas i el 34%.
Huehuet:~:~:: f O tro escenario privilegiado sería la costa s ur (Escuintla

J
1
Juttapa ! Suchitepéqu ez y Retalhule u), región que en los sesenta com-
Et Progroso

Sacalep;0~~::
JUI1apa
ll 1
partiría co n el munic ipio d e Guatemala y el oriente del país el
rango m ás alto e n materia de desapa rición forzad a. En los se-
tenta, estos tres departamentos concentraron el 11 % de las
Oesconoc,do .
o 2~~~;,- -;-0 ~~00 desaparicion es registradas en el recuento que estam os usan-
Vlctimas do. En los och enta, tal porce ntaj e se mantuvo en el 11 ~o de la
Dalo;p;r~ ,-990-1996 -,.-_, -- ·" -1 década anterior, mientras que e n los nove nta ascendió a 14% .
Guatemata
El Pelén
De acuerdo a los datos registrados en el recuento utiliza-
1
San Mar cos do, el de partamento de Guatemala fu e el ·escenario más im-
El Ou>Ché
Such,lcpéquez
portante d e la desaparición forzada en cada una de las cuatro
E.scuonUe 1 décadas que estamos exam inando (Véase Gráfica IV-4). Sin
Chunallonango
Ouetz.aJtenango
embargo dicha importancia fue decreciendo en cada una de
g
Baja V erapaz dichas décadas (70, 56, 42 y 38% respectivamente). Los datos
e Solo<á
~ Ch¡qumula
recop ilados por CIIDH-GAM 11,1uestra a El Petén y San Mar-
"'o.
t:
Izaba! cos ocupando el segundo y terce r lugar, mientras El Quiché
"'
o"' Re~lhu~u
apa r ece e n una cuarta po sición . Es necesa rio ver est as
Santa Rosa
MaVerapaz cuantificaciones con la salvedad de que la muestra en la que nos
Zacapa
estamos basando solamente registra aquellos casos e n los cua-
Huehuetenango
Jubapa les se pudo obtener el nombre y el apellido del detenido desapa-
El Progreso
recido. U n exam e n de una muestra que no tuviese dicha res-
Sacatepéquez.
Jalapa tricción probab lemente haría variar el orden de importancia

~ de los departamentos en m ateria de desaparición forzada.


Jutiapa
Oesc:.onoddo
>O 40 60 eo 100 120 uo La Gráfi ca IV-5 puede hacer más fácil la comprensión de
v_
L __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ~_
lim
_a~
s _____ la comparación que intentamos hacer en líneas precedentes.

130 131
Los QUf. Slf.MPRE ESTAIÜS t:S SISGI.:NA J',\1\Tf. CnoSOI.UGÍ.\ l>f.L IIORROR, GEOGR,\fl,\ l>H I..A Jl1SO\JI~I,\

Gráfica IV-S: Desaparecidos por departamento. porción de desaparecidos entre el departamento de Guatema-
Datos para 196o-::t996_____ --l la y el resto de los departamentos casi se niveló (56% y 44%
respectivamente). En los ochenta, el escenario fundamental
Guatemala ·
fue el norte del país (El Petén), el altiplano noroccidental (El
El Petén
Quiché y Alta Vera paz) y central (ChimaJtenango, Baja Verapaz,
San Mncos
Sololá), la costa sur (Escuintla y Suchitepéquez) y el
El Quiché
Suchitepéquez
suroccidente (San Marcos). En esta misma década, las pro-
Escuintla
porciones de desaparición forzada entre el departamento de
Chimaltenango
Guatemala y el resto del país siguieron invirtiéndose, al extre-
mo de que por primera el departamento de Guatemala ocupó
Quezaltenango
Baja Verapaz
una posición minoritaria en relación al resto de los departa-
mentos (42% y 58o/o respectivamente). En la década de los
.S
e
Sololá
Q)
Chiquimula
noventa la situación es más o menos parecida, acaso con un
E aumento de la importancia del suroccidente y el occidente (San
co lzabal
t::
co
c. Retalhuleu
Marcos y Quezaltenango) y un departamento de la costa sur
Q)
o Santa Rosa
que es Suchitepéquez. En la década de los noventa se confir-
Alta Verapaz
ma la tendencia descendente del departamento de Guatemala
Zacapa
con relación a los demás departamentos: el conjunto de estos
Huehuetenango
últimos sumaron el62o/o del total de las desapariciones forza-
Jutiapa
das en dicha década.
El Progreso
Estas apreciaciones pueden acaso hacerse con mayor fi-
Sacatepéquez
neza si se observan la Tabla 11-3 y el mapa 1 del capítulo se-
Jalapa
gundo de este trabajo y se comparan con lo que expresan las
Jutiapa
Tablas IV-4/6 y los mapas· 2-4 de presente capítulo, todos los
Desconocido
cuales tienen información acerca de los municipios más casti-
gados por la desaparición forzada. En la década de los sesenta
o 500 1000 1500 2000 2500 puede observarse gráficamente. en el mapa 1, cómo es el mu-
Vlctimas nicipio de Guatemala el que presenta el mayor número de de-
sapariciones forzadas y cómo le siguen más o menos en un
Puede reiterarse que hablando en términos muy gruesos, en la mismo nivel los municipios de Chiquimula, Morales, Puerto
década de los sesenta fueron la capital de la república, el oriente Barrios (ambos en Izabal), Escuintla, siguiéndoles Esquipulas
y la costa sur del país los escenarios privilegiados de la desapa- (Chiquimula), Zacapa, y Los Amates (Izabal). Se confirma así
rición forzada. En los setenta tales escenarios fueron el depar- la afirmaciÓn hecha desde el segundo capítulo, de que en los
tamento de Guatemala, y en él ocupando un primerísimo lu- sesenta fueron la capital, el oriente y la costa sur las regiones
gar la capital; además, el suroccidente y el occidente (San más afectadas por la desaparición forzada.
Marcos y Quezaltenango) y la costa sur (Escuintla y Observando los datos que nos ofrece la Tabla IV-4 y lo
Suchitepéquez); hay que agr_egar que en ésta década la pro- que nos enseña gráficamente el mapa 2, podemos concluir que

132 133
CtmSOI.OGI.\ UF.I. IIORROR, GEOGRAf(A DF. I.A IGNOMINIA
Lus Cll"F. SIEMPRE ESTAR..\:-1 EN SISGl:S:\ 1'.\ltl"F.

Tabla IV-4: Municipios más afectados por la Mapa 2: Guatemala. Desaparición forzada
desaparición forzada ( 1970-1979) . según municipios (1970-1979)

Municipio Departatnento Víctinzas


Guatemala Guatemala 473
Coatepeque Quetzaltenango 31
N u evo Progreso San Marcos 21
Catarina San Marcos 14
Mazatenango Suchitepéquez 14
Mixco Guatemala 14
Los Amates Izabal 13
Malacatán San Marcos 13
Tiquisate Escuintla 13
Champerico Retalhuleu 12
Ayutla San Marcos 11
Escuintla Escuintla 11 Más de 100 víctimas •
Chiquimula Chiquimula 10 Más de 10 víctimas 11
Pajapita San Marcos 10 de 8 a 10 víctimas E]
San Marcos San Marcos 10
Taxisco Santa Rosa 10 Futall!: El&boracib propia.

El Thmbador San Marcos 8


Escuintla; Mazatenango en Suchitepéqu~z y Champerico en
Jocotán Chiquimula 8
Retalhuleu) y el oriente del país (Puerto Barrios, Los Amates,
Zacapa Zacapa 8
Zacapa, Chiquimula y Olopa) expresan la tendencia ya vista en
Total 704 la década de los sesenta.
Sin embargo el mapa 2 presenta ya una novedad. Se trata
en los setenta el municipio de Guatemala sigue apareciendo del surgimiento de la desaparición forzada en el suroccidente
como el más castigado, mientras que un segundo lugar lo ocu- (de manera significativa en Coatepeque y Nuevo Progreso) pero
pa la región constituida por los municipios limítrofes de también en otros municipios del departamento de San Mar-
Coatepeque y Nuevo Progreso en Quezaltenango y San Mar- cos: Catarina, Malacatán, Ayutla, Pajapita, San Marcos y el
cos respectivamente. Pensando con atención acerca de lo que Thmbador; el que en esa década haya habido 31 desaparecidos
nos informa el mapa 2, pudiera acaso interpretarse que refleja en el municipio de Coatepeque forma parte de esta novedad.
la situación de transición entre la inercia de lo que sucedió en En síntesis, los setenta muestran la inercia de los sesenta puesto
los sesenta y los presagios de lo que observaremos en los ochen- que la capital, el oriente y la costa sur del país siguen apare-
ta. La capital (además de los municipios de Mixco y Amatitlán), ciendo como zonas en las cuales se observa la desaparición
el occidente (el municipio de Quezaltenango), la costa sur (los forzada; pero esta inercia se ve complementada con el agrega-
municipios de Escuintla, y Tiquisate en el departamento de do de zonas del suroccidente y occidente del país.

135
134
Clttl;\úi.OGI.\ DEl. IIURII UII . l :ii iii:R \1'(,\ IIE 1 ~\ 1 1.:1>0~11:'<1 •\
L o~ UL:E !.IE\tl'lu; ESTAIÜ:-< ES -.: 1 -.:cv:>~.\ t•.\RTE

Al analizar la Tabla IV-S y e l m apa 3, podemos observar Tabla IV-5: Municipios m ás afectados
cambios drásticos en la geografía de la desapari ción forzada por la desaparición forzada 1980-1 989
en Guatemala. Hay que reparar e n primer término que el mu- Depm1ameuto Víctimas
Muuicipio
nicipio de Guatemala sigue teniendo e n Jo individual el núme- Gmllcmala 905
Guatemala
ro más elevado d e desaparecidos. Pero como hemos visto en Baja Vcrapaz 95
Rabi na!
líneas precedentes, las circunstancias de di ch a primacía han Ch ich icagtcna ngo El Quiché 78
El Pctén 60
variado radicalmente: si bie n en los sesen ta el municip io de La LibcrtaJ 59
Dolores El Pctén
Guatemala concentró el 66% de Jos desaparecidos entre Jos Santo Domingo Suchitcpéquez Suchitepéquez 59
El Pctén 58
munic ipios más castigados (véase Tabla 11-3 en el capítu lo Sayaxché 49
Patzún Chimal tenango
segundo), en los ochenta la situación se invierte significativan1e nte El Quiché 43
Santa Cruz del Qu ic hé 37
pu es solame nte lo hace en un 48% (Tabla IV-S). He aquí un Melcho r de Me ncog El Peté n
C himaltenango • 29
indicio de cómo el terror ha dejado de con si derar a la ciudad San Martín jilotepcquc 27
Ncbaj El Quiché
un escenario exclus ivo de primer orden, y se ha desplazado Alta Ve rapaz 26
Coban 26
hacia el campo. La maquinaria contrains urgente que antes se Santa Lucía Cotzu malguapa Escu intla
El Petén 25
concentraba de m anera notable e n la capital de la república, ha Flores 24
Quezaltcnango Quczaltenango
San Marcos 23
El Thmbado r 21
Mixco Guatemala
Sololá 21
Mapa 3: Guatemala. Desaparición_forzada Nanualá 20
Chicacao Suchitepéqucz
según municipios ( 1980- 1989) Escuintla 17
Escuintla 17
Río Bravo Suchitepéquez
Chimaltcnango 16
San j ose Poaquil 16
San Lucas Thlimán Sololá
El Quiché 13
Chiche 11
Masagua Escuintla
Suchitepéquez 11
Maza te nango 11
Retalhulcu Retalahuleu
Huehuetenango 11
San lde lfonso lxtahuacán 11
Villa Canales Guatemala
Quetzalte nango 11
Z unil 10
Chimaltcnango
Ch imaltcnango 10
San Marcos
El Rodeo 10
El Petén
Poptún 10
San Marcos
Sipacapa 9
Guatemala
Amatitlán 9
San Rafael Pie de la Cuesta San Marcos
Sololá 9
Santa Catarina lxtahuacán 9
Chimaltenango
Tecpán Guatemala 8
Retalhule u
Más de 100 víctimas • El As intal 8
San Marcos
M á s d e 45 víctimas flill Pajapita
San Marcos 8
de 10 a 45 víctimas O San Marcos
Thxisco
Santa Rosa 8
1938
fuCD&c. Et..bona6• prop.t.. Total

137
136
-- ~
acentuado significativamente la tendencia ya vis ta en lo~ al'ios La res tri cción con lo cual se ha elaborado la base empíri-
sete nta: se ha desplegado sobre vastas áreas rurales. ca con la que estam os trab ajando (desaparecidos identificados
En segundo lugar, resulta digno de obse rvar en la 'll~b l a con nombre y apellido), reduce a 213 e l número de desapare-
IV-5 y mapa 3, cómo los municipios más castigados por la desa- cidos e n los municipios m ás castigados de los años noventa.
parición forzada en la década de Jos ochenta se encuentran en La Tabla fV-6 y mapa 4 nos pueden ilustrar con respecto al·
zonas del país que no aparecían o aparecían de man era secun- hecho de que Jos municipios más castigados, aparte del de Gua-
daria en las décadas precedentes. De acuerdo a los datos re- temala que aparece con 108 y 51 % del total , se encuentra en El
gistrados en el re cue nto que estamos u:;ando, haciendo a un Pctén, E sc uintla, San Marcos y Suchipéquez.
lado el municipio de Guatemala que cuenta en su haber 905 Final m ente observaremos la Tabl a IV-7 y el mapa 5, los
desapariciones forzadas en la década, el municipio má s casti- cuales no s ilustran con respecto a los mun icipios m ás castiga-
gado es Rabinal (95 desaparecidos) en el departamento de Baja dos por la desaparición forzada en las cuatro décadas que nos
Verapaz. L e sigue el de Chichicastcnango (78) en El Quiché, y han ocupad o en este trabajo. El municipio de Guatemala al-
luego los de La Libertad y Dolores en El Petén (60 y 59) y fi- canza cas i el 72% de los desaparecidos con 1,829 del total de
nalmente Santo Domingo Suchitepéquez en Suchitepéquez 2,557 d esaparecidos ob se rvados en los muntctp!OS · · · mas ' a fecta -
(59) y Sayaxché nuevamente El Peté n (58). El cuadro puede dos. D espu és de dicho municipio, los más afectados son
completarse agregando Patzún en Chimaltenango (49). Rabinal , Chichicastenango y La Libertad. .
· Podemos terminar de ilustrar este desplazamiento del Sin embargo, para hacer una evaluacwn ·, mas , pre ctsa de
terror a nuevas regiones diciendo que El P¡::tén, El Quiché y las zonas m ás castigadas por la desapancwn · · , f orza d·a en Jos 36
Chimaltenango presentan el mayor número de municipios con ai'los comprendidos entre 1960 y 1996, h ay que evaluar el peso
mayor incidencia de la desaparición fo rzada. En la Tabla IV-S de cada departamento en cuan to a1numero , de víctimas en todo
no aparecen municipios de los departamentos de Izaba), Zacapa este periodo. L a Tab la IV-3 y la G ra' f'tea IV-.5 nos ayudan
.. a ha-
y Chiquimula los cuales en los datos referentes a las dos déca- cer dicha evaluación. De las 4,042 víctimas contabthzadas en
das pasadas aparecían sufriendo el fenómeno aquí estudiado. _
36 anos, el departamento de Cuaterna¡a caneen tró el 49%. .E l
Hay que destacar que la Tabla fV-5 y el mapa 3 solamente nos resto de los departamentos que 1e stguen· se encuentran leJOS
indica que en los ochenta, el énfasis del terror en materia de del anterior porcentajes: E l Petén (8%) , San Marcos (7o/~), El
desaparición forzada fue hecho en zonas di stintas a la de las Quiché (6%) Suchitepéquez (5%), Escuintla (4%) , Chtmal:
décadas pasadas, lo que no significa que no haya habido este tenango (4%), Quezaltenango (3%), Baja Verapaz (3%), Solola
tipo de terror de manera relevante en otras zonas . (2%), Chi u imula (1.5%) , Zacapa (1 %) En resumen, las re-
En conclusión, podemos decir que en lo que se refiere a q · ·' f zada fueron · el
giones m ás castigadas por la desapancwn or ·
la desaparición forz ada, en la década de los ochenta el oriente . · 1
alt!plano central y septentnona1, as P Janicies del norte ' la cos -
del país desapareció como escenario de represión. La costa s ur · · · 1 ¡
ta sur, el altiplano occtdenta , e suro cct " dente y finalmente el
siguió teniendo prioridad como lo revela el caso de Suchitepé- oriente del país. . .,
quez y en un plano secundario pero en términos absolutos L a recons trucción de la geografía de la desapancwn_ for-
mayor a los años pasados, Escuintla. El altiplano septentrional zada en cada una de las décadas que nos han ocupado y fmal-
y central (El Quiché, Baja Verapaz y Chimaltenango en primer mente la localizac ión geográfica del total de las víctimas de la
lugar, Sololá de manera secundaria) y las planicies del norte (El desaparición forzada en las últimas cuatro déca?a.s, nos ll ev~ a
Petén y el suroccidente son Jos escenarios novedosos del terror. confirmar la apreciación que hemos hecho en pagmas antena-

138 1~9

.. -
Lus Ql:!; srr.~II'R E r;sTA I~\;o.; 1::-> :->1:->GU:->A P.\RTE

Mapa 4: Guatemala. Desaparición forzada Mapa 5: G uatemala. Desaparición forzada


según municipios ( 1990-1 996) según municipios ( 1960-1996)

Más de 100 víctima s .


De 6 a 10 víctimas ~
M ás de 1000 víctimas •
De 4 a S víctimas O Más d e 50 víctimas ~
de 40 a 50 víctimas O
Fucatll! Elabou.c:i6n propu..

Tabla VI-6: Municipios más afectados


por la desaparición forzada ( 1990-1996) Tabla IV-7: Municipios más afectados
Municipio Depa11amcnto Víctimas por la desaparición forzada 1960-1996
Guatemala G uatemala 108 !vllulicipio Deparlamento Víctimas
La Libertad El Petén 10
Guate mala Guatemala 1829
Escuintla Escuintla 8
Mixco Guatemala 8 Rabinal 13aja Verapaz 97
Tcjutla San Marcos 8 Chic hicas tcnango El Quiché 86
Chicacao S uchitepéqucz 7 La Libertad El Petén 72
Coatepeque Que tzaltenango 7 Suchitc péqucz 68
San Antonio Suchitepéquez 7 Santo Domi ngo Suchitcpéquez
Suchitcpéq uez 65
San Marcos San Marcos 7 D olores El Pctén
F lores El Petén 6 Sayaxch é El Petén 61
Quetzaltenango Quczaltenango 6 Patzún Chimaltcnango 52
C hichicas tcnango El Quic hé S Mixco Guate mala 49
Dolores El Pctén S 47
Santa C ruz del Q ui ché El Quiché
El Thmbador San Marcos S
Chiche El Quiché 4 Coatcpcquc Quezaltenango 46
• Mazatenango Suc hitepéquez 4 Egcuintla Escuint la 45
Nan ualá Sololá 4 M e lchor de Meneos El Pc té n 40
Vill a Nueva Guatemala 4
Total 2557
Thtal 2 13

140 141
CKo'-!nl.t1G ÍA uu .. tl llltltO K. CEO<:K \ Ft" ut-: 1. \ u: ='u Mt~l\

res. L a desaparición forzada en Guatemala fue un perverso ver sión del orden exis tente. L a geografía de la desaparición
recurso contrainsurgente y por tanto tiene como perpetra dor fo rzada en los s es enta coincide en los genera l con la ubicación
fundamental al Estado guatema lteco, o para decirlo de manera geográfica de la actuación y la influencia de la insurgencia de
más concreta, a los diversos gobiernos autoritarios que se han aq uellos ai1os. En términos generales podemos decir lo mis-
observado a Jo largo de cas i cuarenta años. Desde aquella mix- mo con respecto a las décadas posteriores, siendo el caso m ás
tura de dictadura tradicional y militar que significó e l gobier- notor io e l de la d écada de Jos ochenta.
no de Ydígoras Fuentes ( 1958-1963), hasta los regímenes de La razó n por la cual las acciones de terrorismo de estado
democracia 1·estn.ngida que significaron los gob iernos tl c Ce- se desplegaro n de la capi ta l de la república, el oriente y 1 ~ costa
rezo y Serrano Elías, pasan do por las dictaduras milita res abier- s ur del p a ís hacia e l a ltipl a n o cen tral , scp te ntno nal,
tas del co ronel Enrique Peralta Az urdia ( 1963- 1966) , los ge ne- noroccidental y occ idental, así como hacia el suroccid ente Y la
rales Efraín Ríos Montt ( 1982-1983) y Hum berta Mejía Víctores co s ta sur del pa ís , es muy sencilla y cas i una ve rdad ~e
( 1983-1 985), y las dictaduras militares embozada s de julio perogrullo: las distintas organizaciones insurgentes des~ues
César Méndez Montenegro ( 1966- 1970), los generales Carlos de una evaluación de lo que consideraron las fallas co~ettdas
Arana Osa rio ( 1970- 1974), Ke ll L augcrud ( 1974- 1978) . en los ai1os sesenta, ensayaron con éxito nuevas regwnes Y
Ro meno Lucas García ( 1978-1 982). nu evos s ujetos sociales, para la rebelión contra el orde n que
Fueron estos regímenes, en m ayor o m enor medida los creó la contrarrevolución de 1954.
que diseñaron y ejecutaron planes gubernamentales de ejecu- Es muy conocido a partir de la obra d~ Ma,rio Paye~as
ción y desaparición de sus adversarios políticos. Naturalmente (Payc ras, 198 1) y más recientemente la de Julto Cesar Mac1as
el análisis pecaría de muy general e indeferenciado si se equi- (Macías, 1997), que lo que fue llamada en los sesenta la Gue-
parara al régimen que m ayores crímenes cometió como es el rrilla Edgar !barra (GEl), se convtrtw . ·, pos t enor
· mente en la
de Ríos Montt, con el primer gobierno civil después de años de Nueva Organización Revolucionaria . de Combate (NORC).
dictaduras militares como lo fue el de Cerezo Arévalo. En el Como tal penetró desde México al departamento de El Qui~hé
primer caso el alto mando militar ejercía control de ejércitos, com enzando su trabajo en la selva del Ixcán, para poste:tor-
policías y decisiones políticas en genera l; en el s egundo las mente extender su influencia en la zona montaf1osa del mtsmo
decisiones eran compartidas -por la s ituación de transición departamento y empezar a expanderse hacia Hueh ue~enango
estatal que se estaba observando-, entre el alto mando militar y h acia el altiplano central. Algunos de .los ~rotagomstas de
que se seguía reservando las decis iones fundam e ntales en toda esta ges ta organizativa con perspectlva_s msurge~ tes, han
materia de contrainsurgencia y la élite gubernamental civil que infor mado al autor cómo la NORC, despues converttda en el
ya tenía ingerencia en otras materias políticas. Pero estas dife- EGP, hizo un relevante trabajo de carácter organizativo en ~a
rencias que un análisis más profundo del Estado guatemalteco capital de Guatemala y posteriormente en la costa sur del pats
deberá acentuar y hacer más sofisticadas, no excluye a dicho (DHI/F, /97; GM/F, 3/98). El EGP estuvo detrás de la .fun~~­
Estado de la responsabilidad en el terror que durante las últi- ción de la que fue hasta en los años ochenta, la organtzacton
mas décadas arrasó vidas, bienes y esperanzas. campes ina m ás importante en la hi~toria ~e~ país, ~e spués de
La geografía de la desaparición forzada que hemos in- la CNC del periodo revolucionario: el Comtte de Umdad Cam-
tentado reconstruir revela con total plenitud los motivos d el pesina (CUC). El CUC dirigió en 1980 en la costa sur, una de
terror. Estos están relacionados con la existencia de procesos las huelgas de trabajadores agrícolas más extendida de la que
de oposición al orden existente y más precisame nte, de s ub- se haya ten ido noticia. Y con su acción, el EGP desencadenó el

142 143
Lm, OL E s rh \ II'HI. EsTAH.\s r: :o. srs c u r.;,, r ArtTE CHu:o.or.ocfA Dh l. IIORROII, c;f.OG HAFf,, IIE Ltl r GsO~IIsr .l

alzamiento campesino e indígena más importante d e la histo- La O RPA s urgió del llamado «regional de occ idente» de
ria contemporánea del país. las FAR y empezó a expandirse hacia el altiplano central (Sololá)
He aquí las razones por las cuales, el depa rtam e nto de El y hacia el s uroccidente (San Marcos) y con el tiempo constitu-
Quiché fue uno de los más castigados con las desapariciones yó e l frent c]m·ier 1ambnz que se movilizó y efectuó acciones
forzadas en la década de los ochenta. Éstas son las causas de insurgentes a lo largo de la parte central de la Sierra Madre, lle-
q~_e entre los doce municipios m ás cas tigados por la desapari- gando a operar en Quezaltenango, Sololá, Chimaltenango, Saca-
cwn forz ada en esa misma década, tres correspondan a El tepéquez, y en la costa sur (LSC/F, 7/98; RAA/F, 3/98; PPL/F, 3/
Quiché y ~no más (Rabinal) a Baja Verapaz. No es p ues ningu- 98) . En el segundo lustro de los setenta, el trabajo de ORPA era
na ca~~~ltdad que entre las etnias m ás castigadas por la de- tan exitoso que ya ten ía organizados entre unos 500 y 600 mili-
sapancwn forzada, se encuentren los K'ichés y Jos i\chís. En tantes en la ciudad de Guatemala (MPL/F, 3/98; RAA/F, 3/98) .
base a las memorias de César Jl!lontes y en el. testim onio de En el caso del PG'I: su influencia se J:oncentró en ciudad
otro organ_iz_a~or del EGP (GM/F, 3/98), puede deducirse que de Guatemala, en ciertas regiones de la costa sur, Chimaltenango,
en el mumctp!O de Rabinal hubo actividad ins urgente des de la Quczaltenango y Alta Verapaz . En 1982, en un intento de supe-
década de los sesenta, como lo demuestra que uno de los co- rar s u re zago en materia militar, implantó un precario frente
ma~dantes ~ e las FAR en los aiios sese nta fuera un indígena gue rrillero, el Manuel A ndrade Roca , en la zona limítrofe en-
a~h1 de Rabmal, Emilio Román López, Pascual (Macías , op. t re Alta Ve rapaz e Izaba!. El ejército detectó la presencia del
Cit., p. 123) . frente aún an tes de que empezara a operar e inició una campa-
La otra organización que despu és de. la derrota de los ña de terror a través de masacres, ejecuciones extraj udiciales
sesenta, buscó nuevas áreas de implantación fue FAR. A pesar individuales, desapariciones forzadas que finalmente aniquiló
del revés en la Sierra de las Minas, las FAR conservaron hasta las pos ibilidades de desarrollo guerrillero (MAB/ F; 398). En
en los primeros tiempos del régimen de Arana Osario una red 1984, e n el contexto de una nueva división, las distintas frac-
organizativa en la ciudad de Guatemala, la cual terminó casi ciones del PGT fueron golpeadas con una cadena de capturas
de s mantel~da con la represión desencadenada por dicho régi- y desapariciones forzada s en la ciudad de Guatemala.
men. La busqueda de un nuevo escenario se plasm ó a fines de L a breve re seiia d e las actividade s organizativas y
los sesenta y principios de los setenta, con la implantación en op erat ivas de las distintas organizaciones insurgentes, nos
una zona que hasta entonces no había tenido actividad ins ur- revela que la desaparición forzada como fuente de terror tie-
~ente, El Petén. Durante los años setenta, las FAR se convir- ne e n dichas actividades su explicación en última instancia.
tieron en una organización con influencia notable en el movi- E llo no quiere decir que cada uno de los desaparecidos haya
miento de masas en la ciudad de Guatemala. A principios de sido un militante y un combatiente. Ya hemos tenido la opor-
los ochenta, ampliaron su trabajo organizativo de carácter in- tunidad de hablar de ello en alguna de las páginas prece-
surgente con la apertura del frente guerrillero Teczín Umán en dentes: si bien 'el terrorismo de estado tuvo en su carácter se-
Chimaltenango, con lo cual coincidieron o colindaron en zo- lectiv o uno de s us rasgos, las necesidades urgentes del acopio
nas de operación guerrillera con el frente Augusto César de la información para la contrainsurgencia, de la eliminación
Sandino del EGP y el Javier Tambn'z de la Organizac ión del de adversarios y de infundir terror en la población, motivaron
Pueblo en Armas (ORPA). Esto explica el por qué, entre los en muchas ocasiones que personas e incluso colectividades,
doce municipios más castigados en la década de los oche nta, s u fr ie ran la acción represiva sin que estuvieran directa o in-
cuatro pertenezcan a El Petén y uno m ás a Chimaltenango. directamente vinculadas con la causa insurgente. Cabe agre-

144 145
Los Qt:t; ~ J E \tPI1.E EST.\U.Á ~ e~ '\;l i'Cli:'I."A 1'.\HT E C~tn '"O I.OGÍt\ I> EL IIO ftnOR. r:F.o ~n ,, F f¡, o t LA IC~O ~ti~IA

gar una razón más: el ejército ejerció el terror contra la pobla- ' la bia IV-8: Perpetradores de la desaparición
ción civil que suponía era la base social de la ins urgencia, para forzada por década 1960-1996
dejar a ésta aislada de s us fuentes de aprovisionamiento y re-
Víctimas
clutamiento.
Pero lo anterior no excluye , m ás bien lo implica, que la Pt!Jp, ·tmdol' 1960- 1969 1970-1979 1980-1989 1990-19961btal
acción de la ejecución extraj udicial o de desaparición forzada, 2224 337 3798
Hom brc:'o/ dc:;cu nocidos 291 946
no tuviera su motivación principal en la existencia de organi - Se esco nd iero n 26 107 302 46 481
zaciones clandestinas que actuaban en función revolu cionaria. Hom hrc f'. /J csconocidos/ 18 87 323 26 454
u n ifor m :~ d os
Víctimas y victimarios Otro 39 59 233 20 351
Ejército/ in fa1n cría 8 17 236 39 300
H emos dicho reiteradamente que el Estado fue el principal
Poli cía N a ~.: i o nal 25 44 93 15 177
responsable de las violaciones a los derechos humanos en es- 101
Co mi s ionado Mi litar 2 23 55 21
tas últimas cuatro décadas. En realidad c uando Monseñor Juan 100
Patrulla C i\·i l 1 so 49
Gerardi presentó el informe del proyecto de Recuperación de 7 90
DIE/ D IT/ D IC/ 31 52
la Memoria Histórica de la Oficina de Derechos Humanos del Policía De tectives
~zobispado de Guatemala, y 48 horas antes de q ue fuera ase- 13 46 5 67
Fuerzas de seguridad 3
sinado dijo que el 80% de las violaciones referidas eran impu- Colaborado r/orcjn 1 10 46 7 64
tables a los aparatos regres ivos del Estado,.no decía ninguna judi ciales S 19 33 57
novedad a no se r porque la responsabilización del Estado se G ucrri llc rus/s ubvers ivos 2 2 20 S 29
cuantificaba. Si se preguntara a los familiares de las inconta- Escuadrón de la Muerte 20 7 28
20 7 27
bles víctimas de ejecución extrajudicial o desaparición forza- G-2 In teligencia Militar
BROE . 19 19
da, a quiénes les imputarían el asesinato o la desaparición, se-
FAR 2 6 5 13
guramente la inme nsa mayoría habría dicho en voz baja <<el
M ujcrcs/dc sconocidas 6 6 13
gobierno», <<el ejército», <<la judicial», «los kaibiles>> o <das pa- 13
trullas de autodefensa civil». Uno de los rasgos m ás laceran tes Policía M il ita r Ambu lante 11 2
Fuerzas especiales 4 4 8
de toda la historia más reciente de Guatemala, como la de todo 6
G uard ia de ll acic nda 1 4
país que vive experiencias similares, es la impunidad. 1 S
EG P 4
De acuerdo a los datos recopilados en relación a las 4,042 PGT S S
víctimas desaparecidas en los 36 años, en 6,230 ocasiones los re- Policía Mi litar 4 S
colectores de la información pudieron determinar que los Paracaidis tas 4 4
victimarios habían sido identificados de alguna m anera. Esto Paramilitares 2 2 4
implica que en muchas ocas iones las informaciones indicaban Sin da to 2 1 3
que una víctima había s ido secuestrada por diferentes p erpe- Kaibiles 3 3
tradores a la vez. Con base en ello, es posible establecer pro- URNG 3 3
porciones cuantitativas en relación a los que efectuaron e l se- Es pecialis ta
cuestro. En la Tabla IV-8 se puede ver la información para las Estado Mayor Presidenc ial
cuatro décadas que estamos tratando y las Gráficas IV-6/7/8/9 Total 425 1415 3796 594 6230

146 147
Los QUE
.
SIEMPRE ESTARÁN ES NISGI:I'A ~.\ltTE

G ráfica IV-6: Perpetradores de la desaparición forzada. Gráfica fV-7: Perpetradores de la desapar ición forzada.
¡---- - - ---
Datos para 1960-1996
Datos para 1970-1979
v íctimas

Hombrcsldesconocldos
So escondieron b
HombrcsJdosconocidosllnformndos p
Otro p
E¡érctlofl nlanterb p
Pohcla Nac•onal p
Comisionado Mi, lar J
Palrulla CiVII
DIEIOrTIOICIPolicla DelecbiiCS ::J
Fuerzas de segt~~dad

Colaboradorlorc)ól
Judiciales J
GuerrilleroslsubiiCrsi,~s

.... Escuadrón de la Muerte J


o
'O G-2 nleligencia Milil:lr
10
!: BROE
<D
e-
<D
FAR
11. Mujeresldesconocidas
FAA
Policla Mililar Amb!Aanle
Fuerzas especiales
Guardia de Hacienda
EGP
PGT
PGT

- EGP Poticla Miil:lr


Paracaidislas
Paramilil:lres
Sin dato
Kaibtlo s
URNG
Especialista
Eslado Ma)<Jr Presidencial

·-->---~--·--~--~--<
t(l)) 1500 2(0) 2:&X»
' - - -- __ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ __ _ __J

148
149
Lns (J liE SI D II'R E ESTA llA:- ES X IS<' L'-A I'AIITF. CIH>XOI.ot;l ,\ !>El. IIOilRtl lt, G t; o ( ;lt 1FI.1 Uli 1~1 tr.s O~IIXIA

Gráfica IV-8: Perpetradores de la desaparición forzada. Gráfica IV-9: Perpetradores de la desaparición forzada.
¡· - -- - - - - - - - -
Datos para 1980-1989 Datos para 1990-1996

H om o re s / desc:on o c •dos
tbn~os 'O•uC-onoc~ 1===;-------------------'
Se escOI"'doe##r''

Hombre J l cJe s conoc •dos /u rulo•

OlrO

e orn •• •onado ,.. ... ,. ,

OIEIDIT IOICIPo h c.•• O e leC-In•• •

Owerrtlleros l•ubvers 1vo ~

G-2 lnteligenc•• Mlhlar

BROE
M1J1o r011dosconoc~s
Po licia M 1h U1 r Ambu l ante
FAR
M u le ros fd os conoc•da 1

FAR

tue ruu ••pecl a les

PGT
EGP
PGT

EGP

URNG

UR N G

Es~~·~i---4---4 ·---+---+-----4----~--+----~
150 200 250 300 350
o tOO
Vlctlmos

••• 1000 1 $00

Vletl m as

150 151
Los Q L E Slh~II·RJ: F.S"I \ ILb. E '~ 'II I<C l: SA PAI<TF.

permiten ver con mayor claridad la situación para el periodo m idad de l e:3tado que ya hemos mencionado, sino con el hecho
considerado. de se r operaciones encubiertas de inteligencia (Anón imo, 1984) ·
L a mayor parte de las veces, el 61 % de las más de 6 mil Pese a estos encubrimientos es posible identificar la mano
ocasiones, los victimarios solamente fueron identificados como del Es tado e n la d esaparición forzada, como puede deduci~se del
«hombres desconocidos•• . No resulta raro que esto s uceda así, e xam e n d e la T abla IV-8 y la Gráfica IV-6. En estos 36 anos, el
puesto que como ya se ha dicho antes, en muchas ocasiones la ejército (la in fantería, estado mayor pres idencial, .ka~bile~, es-
práctica de la desaparición forzada se hizo por medio de lo que p ecialis tas, G-2 etc.,) fue identificado como el ~ 1 ctu~~n o en
ha sido llamado terror clandestino (Figueroa !barra, op. cit., cap. I). 459 d e las ocas iones (7.3 % ) en que éstos fue ron !dent¡flcados.
Los destacamentos de esbirros que actuaban asesinando y se- E ste porcentaje puede ascender a 9% si les sumamos las ~?O
cuestrando a enemigos del régimen, en la inmensa mayoría de .
ocas10nes en el cual un d estacamen t o c"vil ' baJ·O conduccwn
las ocasiones eran miembros de las policías y del ejército ves- del ejército (las patrullas civiles) fueron 1"d ent1TIC~ das e amo .
tidos de civil. La violencia del Estado actuaba subrepticiamen- perpetradores. Las policías Uudieiales, po licía nacwnal, poh-
te porque lo hacía rompiendo la legalidad formalment e esta- cía de h acienda BROE 3 etc.,) fueron sindicados en 349 de las
blecida, por lo que la sociedad civil se enfrentab a a la fuerza ocas iones (6%): Si a los ~gentes claramente identificados como
del poder del Estado convertida en un descomunal delincuen- las agencias repres1.vas del esta d o ¡es agre gamos todos . ague-
.
te. No era lo que sucedía en otros casos en los cuales de mane- . t"cron d1cha sJtua-
llos rubros q ue pre sumiblemente campar 1 d
ra·abierta, la violencia del Estado actúa sobre los adversar ios ción e l porc entaJe . de presunta partlctpacwn · · · ' e statal sube . e
del régimen y existe una legitimidad para hacer uso de esa vio- ' . . . . . "d obablemente vmcu 1a-
mane ra s tgntf¡catJva. Indl\'1 uos muy pr b
lencia abierta. No era pues la policía políti~a que actuaba en dos a algunos de los aparatOS repreSIVOS e
· d 1Estado ( <<hom res
m s·
nombre propio y sobre la base de una jus tificación política, · dicados en el 7 -¡o. 1 a
d esconocidos un iformados» ) f ueron s m d
fuera ésta real o falsa. Se trataba de mantener las formalidades r idad» «escua rones
ello le unimos el rubro << fuerzas d e segu '. . m)
del estado de derecho, de blasonar la división d e poderes, la .. 1 b ador/oreJa» (casi 3 -¡o '
de la muerte», «paramthtares Y coa or . f e-
autonomía universitaria, la democracia plasmada en la consti-
odemos .
conclu1r que en e 1 zsm
d las ocaswnes
-¡o e . . . en quef u
tución, mientras en la realidad todo ello se pisoteaba a través P 1 vJcttmanos, 1o ueron
ron identificados de alguna man~ra ose! Estado. El porcenta-
del terrorismo de Estado. Efectuando la represión a través de como parte de los aparatos repres tvos d . , .
«hombres desconocidos» se intentaba hacer de la violencia h . · s págmas atras SI agre-
estatal un hecho pn·vado, cuando en realidad era la encarna- J·e podría subir a 86% como ya lo JCJmO
h bres desconoc1dos. Las or-
.
gamos el 61o/o imputado a los .o m m
ción de lo público, el Estado, quien efectuaba el acto delictivo. bTzaron solamente e 11 -¡o .
ganizacion es insurgcnte_s co~:a t t década ( ara la década de
Hubo además otro m otivo por el cual los <<hombres des- S i examinamos la sttuacwn por p
conocidos•• aparecen de manera reiterada las veces en que hay , T: bl 11 _7 del capítulo segundo) veremos
los sesenta vease la a a
. ., , nos la misma, en lo que se re 1ere

ident ificación de los perpetradores. En much as ocasiones el que la s1tuac10n es mas o me
sec uestro era una opera ció n d e inte li gencia altame nte al rol del E s tado en la desaparición forzada . Esto s e p~ede de-
sofisticada. L a realizaban comandos especializados actuando ducir de la Tabla IV-8 y de la Gráfica IV-7/8/9. En la decada de
en tres grupos (detección , secuestro y con ten ción) que busca- as las veces en que los actos de se-
1os sesen ta 1a s uma de tod
ban ser lo menos notorios posible. Ves tidos de civiles, a pesar
de ser en realidad miembros del ejército, la actuación clandes-
tina tenía que ver no solamente con el resguardo de la legiti- J Brigadas de Operaci ones Especiales.

153
152
cuestro fueron imputados a las fuerzas estatales de re presión, túa todada m ás. Po r últi mo, s i consideramos q ue a pa rtir de
alcanza el 90% . En los setenta tal porcentaje llega a 88% de las Jos sete nta, las policías empezaron a actuar tambié n bajo la
ocas iones e n que h u bo imputación alg una, s i excl ui mo s a égida de las fu erzas armadas, el rol de las fuerzas armadas como
las organizaciones insurgentes y a los rubros difíc iles de preci- e l m ayor responsable de las desapariciones se perfila todavía
sar como son «otro» y «Se escondieron »; en los ochenta usa ndo con m ayo r t:l aridad.
el mism o procedimiento tal porcentaje dis minuye pues llega En lo que se refiere a las policía s, efectivam ente hay que
al 85% y fin alm ente en los noventa, haciendo simi lares exclu- d is tingu ir la década de los sesenta y de los set~nta, de las _d os
sio nes, alcanza el 88%. Puede concluirse en que de acue rdo a que le s ig uieron . En los sesenta fuero n eOI:ocJdo~ y tem1dos
los datos recopilados por el C IIDH y el GAM, los ó rganos de los jefes policiacos Ranulfo Go nzález (a) S1ete L1tros Y_Jorge
represión del Estado fu eron reconocidos com o autores de se- Córdova Malina (a) I-!uez·o Loco, ambos muertos por la ms ur-
cuestros entre el 84% y el 88% de las ocasiones en que hubo gencia. En los setenta y principios de los oc~en ta encontramos
imputación alguna y que en una vis ión global de Jos 36 años a los jefes policiacos Valiente T éllez y Garc1a Arredondo, pero
estudiados, estos m ismos órganos de repres ión fueron reco- tambi én a parece el ge neral Germán C hupina Barahona , u_n
nocidos en m ás de 9 de cada 10 ocasiones en qu e se le imputó m il itar curtido en la contrainsurge ncia en el oriente del pa1s
a alguien el secuestro de una víctima de la desaparición forzada. en los años sesenta. Las figuras de civiles teniendo un rol des-
El rubro «hombres desconoc idos» constituyó el 68 % de tacad o en las acciones represivas es más propio de las d i ctad~­
las imputaciones en la década de los sesenta, mientras q ue e n ras tradicionales que de las militares. Son fig uras que :stan
la década de los setenta llegó a 67%. E n la de los ochenta bajó m ás emparentadas con los Bernabé L inares, Rosendo Perez_y
al 59% y finalmente en los noventa alcanzó al 5 7%. Lo que Santos M igue l Lima Bonilla, el primero de ~ llo~ un personaJe
constituye verdaderamente significativos es el aumento cuan- siniestro desde la época de la dictadura ub1qmsta Y_los ot_r,os
titativo del rol del ejército e n los operativos de secuestro. Re- dos tristem ente famosos durante el gobierno de la !tberacwn .
c uérdese cómo en el capítulo segundo, nos percatábam os de Acaso pudi era dec irse q ue con la preemi ne ncia del ejér-
que éste había sindicado como perpetrad or en solam ente el cito en la conducción y ejecución de los actos de ter~or, este
3.6% de las imputaciones. En los setenta, nuevamente unien- t ipo de p ersonajes em piezan a desdibujarse. Como q u1 e r~_qu_e
do todos los rubros claramente vinculados a las fuerzas arma- esto haya sido, el hecho cierto es que así como el rol del eJerci-
das, tal porcentaj e subió ligeramente (4% ). En los oche nta las to en la desaparición forzada viene de menos a más, el de las
fuerzas armadas fueron sindicadas en el 10% de las imputa- policías recorre el camino inve rso. P? r lo menos es,to es lo que
ciones mientras que en los noventa tal porcentaj e aumentó revelan Jos datos que estamos maneJando. En la decada de los
significativamente pues alcanzó casi el 20% . s esenta, las policías fu eron sindicada_s en el 7.3.~o _d e las oca-
El ro l del ejército en los operativos de sec ues tro, no pue- s iones, en la de los setenta tal porcentaje descend10 hgeramente
de se r mejor evaluado·si tomamos en cons ideració n que en la pues fuero n las policías identificadas en solame ~te ~n ~1, 6.7%
clasificación presentada en la Tabla IV-8 existen muchos rubros d e las veces . E n los años ochenta este porcentaje s¡gmo des-
e n los cuales es difícil estab lecer s i las fuerzas armadas estu- cendiendo pues alcanzó solamente poco más de 5% e igual-
viero n im plicados en los actos de secuestro («Otro» «Se escon- m en te s ucedió en los noventa cuando volvió a descender, esta
d iero n•• , «hombres desconocidos unifo rm ad os» etc.,) . S i a este vez al 3.7% . Con todas las limitaciones que nos impone la es-
hecho agregamos el de que cuerpos como el BRO E actuaron tr uctura de la info rmación contenida en la Tabla IV-8, en base
en estrecha coordinación con el ejército, el rol de éste se acen- a los datos que nos presenta si podemos llegar al menos a una

154 155
Los Qt:E s JEIII'R F. F.ST.I H..\:-. r.-. :-; Jsr.t:sA r,,J<·m CRo -.otoGIA DEL. JJ ORROR, GF.OGRAFIA DE LA JGSOM JI'JA

conclusión: las policías observan una tendencia a disminuir s u Tabla IV-9: Organizaciones de los
importancia como perpetradores mientras qu e el conjunto de desaparecidos por década ( 1970- 1996)
las diversas instancias conducidas por las fuerzas armadas tien-
Víctimas
de a aumentar.
Organi-:::aáún 1970-1979 1980-1989 1990- 1996 1970-1996
En el capítulo anterior se ha intentado hacer un bosquejo
acerca de quienes fueron los desaparecidos. Concluimos que sindicatos 18 97 32 147
muy probablemente la mayoría de ellos fueron campes inos o organizac ión cstuuiantil 39 78 5 122
trabajadores rurales o pertenecientes a algunos de los secto- otra 17 52 15 84
res populares urbanos; que fueron mayoritariamente de sexo organizacicín religiosa 3 53 3 59
masculino; que pertenecieron a una de las etnias mayas que organización nacional 31 24 56
existen en Guatemala, y por último que fueron adultos ba stan- de derechos humanos
te jóvenes o que no habían llegado a los cuarenta años. Cabe partido político 17 17 6 40
en las páginas que siguen terminar de hacer el retrato de las cooperativa 4 11 15 30
víctimas, en lo que se refiere a la organización en la que parti- aparato represivo 8 7 15
cipaban. Como puede observarse en la Tabla IV-9, en el tran s- (Comisionado Militar)
curso de los 36 años que abarcan los datos que sustentan esta aparato represivo (PAC) 17 3 20
investigación, se logró determinar la organización a la que per- aparato represivo 2 6 4 12
tenecían víctimas de desaparición forzada ~n 659 ocasiones. (Ejército Nacional)
La salvedad es la misma que se ha hecho en ocas iones anterio- asociación profesional 8 6 2 16
res: la cifra de 659 no implica número de víctimas s ino ocasio- aparato represivo 4 4 8
nes en las cuales se pudo vincular a las víctimas a una organi- (Policía Nacional)
zación o institución 4• organización 7 6 13
En la mayoría de las ocasiones en las cuales se pudo iden- pro-mejoramiento
tificar a la organización o institución a las que pertenecía la Comunidades de 8 2 10
víctima, ésta resultó ser un sindicato. Del total de las veces en Población en Resistencia
que fue nombrada organización o institución, el 22% corres- organización que 2 6 8
pondió a los sindicatos. Las organizaciones estudiantiles fue- lucha por la tierra
organizaciones 2 2 4
ron las más m encionadas en segundo término ( 19% ), luego
las organizaciones religiosas (9%). L e sucedieron las organi- insurgentes
sin dato S S
zaciones de derechos humanos (8% ), los partidos políticos
asociación gremial 2 2 S
(6%) y finalmente como rubro significativo, las cooperativas
asociación empresarial 2 3
(casi 5%). Estos fueron los rubros más significativos en lo in-
organización de 2 2
dividual.
La Tabla IV-9 nos informa de la situación para cada una asentamiento marginal
lota! 131 403 125 659
• Nuevame nte hay que aclarar que una víctima podría haber pertenec ido a m ás de una
organización o institución.

156 157
Gráfica IV-1 0: Organizaciones de los desapa recidos. G ráfica IV-11: Organizaciones de los desaparecidos.

Datos para 1970-1979 Datos para 1980-1989


sindicatos l sindicatos 1

organización estudiantil 1
organización estudiantil 1
otra 1
otra
organización religiosa p organización religiosa
organización nacional de derechos humanos ~
organización nacional de derechos humanos
partido político 1
partido politico b
cooperativa
~ cooperativa D
aparato represivo (Comisionado Militar) =:=¡
aparato represivo (Comisionado Mil~ar) :::J
aparato represivo (PAC)
e
·o e
aparato represivo (PAC) b
ü
'"
aparato represivo (Ejército Nacional) J •O
N
e:
o
"'e aparato represivo (Ejército Nacional) b
~
N

o"'"'
asociación profesional
"'~ asociación profesional b
aparato represivo (Policía Nacional) p o

organización pro-mejoramiento
b
aparato represivo (Policía Nacional)

organización pro-mejoramiento p
Comunidades de Población en Resistencia
Comunidades de Población en Resistencia t:J
organización que lucha por la tierra
~
organizaciones insurgentes
organización que lucha por la tierra b
organizaciones insurgentes
sin dato p
sin dato
asociación gremial ~
asociación gremial
asociación empresarial
asociación empresarial
organización de asentamiento marginal
organización de asentamiento marginal
o 10 20 30 40 50
o .. .. .. .. ,.,
Vlctlmes
' Vfc llmas

158 159
L O~ QUE SIEM~RE t:ST.I MS EN S I '<GUS,\ I'ARTE
CnoSOI.1 l d .1 DE L II ORitoll, GEOGRAFfA UE I. A IG NO \II S I•I

Gráfica IV-12: Organizaciones de los desaparecidos. d e las d écadas comprendidas e ntre los se tenta y los noventa la
cual es ilustrada por las Gráficas IV- 10/1 1/1 2. En los años se-
tenta de 131 ocas iones en que fue mencionada organización o
Dates para 1990-1996
inst it ución a la que pertenecían las víctimas, los rubros más
s ign ifi cativos fueron las organi zaciones estudiantiles (casi
sindicatos l
30%), los s ind icatos y los partidos políticos (14 y 13%). En Jos
organización estudiantil p och e nta e l total de identificac iones alcanzó 403, de los cuales
el 24% co rrespondió a los sindica tos, las organizaciones es-
olra 1
tudiantiles alcanzaron el 19% y las organizaciones religiosas el
o•ganlzación religiosa p 13%. E n los nove nta, de las 125 identificaciones el 26% co-
rrespondió a los sindica tos, mientras que las organizaciones
organización nacional de derechos humanos l de derechos humanos y las cooperativas alcanzaron el l 9% y el
partido polilico
~ 12% resp ectivam ente.
cooperativa l
Conclusion es
aparato represivo (Comisionado Militar)
D esde las primeras páginas de este capítulo hemos estableci-
do lo que parece una regularidad en el terrorismo de estado en
.g
aparalo represivo (PAC)
b Guatem ala. Acaso sea és ta una regularidad de la violencia del
u
_g
aparato represivo (Ejército Nacional) p estado en general: cuanto más enconado sea el conflicto, cuanto
e
m ayor sea la resistencia de aquellos que llevan la peor parte en
E asociación prolesional
b la sociedad, mayor será la violencia que p~ovenga del Estado.
aparato represivo (Poiicia Nacional) Creem os haber sustentado en varias partes de este trabajo lo
p lausible de la anterior afirmación. Y ésta es congruente con
organización pro-mejoramiento
~ lo qu e expresamos desde el primer capítulo, que la violencia
Comunidades de Población en Resistencia
o como todo fe nómeno humano, es en última instancia expre-
organización que lucha por la tierra
s ión de re lac io nes s ociales. En s us famosas Tesis sobre
Feuerbach, Marx planteó una p·ostura fi losófica que es la que
organizaciones insurgentes
b anima a la concepción de la violencia que s ustenta esta investi-
gación: « ... la esencia humana no es algo abstracto inherente a
sin dato
cada individuo, Es, en realidad, el conjunto de las relaciones
asociación gremial
b sociales.>> (Marx/Engels, 1971, p.402).
S i la violencia en general, y la violencia política en parti-
asociación empresarial
b cular, no es producto de Jos sentimientos belicosos que ani-
organización de asentamiento marginal
b m an a un pueblo como parece afirm ar Pareto en el pasaj e al
cual ya nos hemos referido páginas atrás , sino en realidad es
o 5 10 15 20 25 30 35
' vrcumas
expres ión de de te rmin ad as relaciones sociales que son

160 161
C Ro :-. OI.lldA I>EI . IIUIIIIOH, < : ~ut;H.\r í.\ IJE 1••\ 1 c:-.;o~H :-.- IA

generadoras de violencia, la consecuencia es obligada: en aque- de lo q ue han dicho otros teóricos de la ciencia política: que el
llos momentos y lugares en los que dichas relaciones sociales Estado es e ncarnación de lo público y que tal función se desa-
llegan a sus puntos más altos de conflictividad la violencia ad- rrolla cuan do, en palabras de Gramsci, la clase dominante es
quirirá la mayor de las intensidades y crudezas. S i en es tas también c lase dirigente. En el caso guatemalteco, el Estado
relaciones sociales que generan el conflicto y por tanto la vio- durante mucho tiempo fue primordialmente 1'epresió1l con un
lencia, se encuentra involucrado el Estado -en tanto que m an- grado muy pequeflo de consenso. Peor aún, ésta· represión se hi-
tenedor y reproductor de las mismas-, también es fác il pensar zo cubriéndose con la hoja de parra de un discurso que se ape-
que desencadenará una violencia que en términos generales, gaba al estado de derecho, en un grotesco intento de dotar al
tendrá una relación directamente proporcional al g rado de de- orden existe n de alguna legitimidad. Por ello hemos dicho que
safío que le presenten las fuerzas que quieren cambiar dichas la viol encia del Estado actuaba subrepticiamente, porque lo
relaciones. hacía rompiendo la legalidad formalmente establecida. Por ese
La desaparición forzada fue en la Guatemala de las últi- motivo también, la sociedad civil guatemalteca se enfrentaba a
mas tres décadas, un fenómeno en lo esencial ligado al terro- la fucr za del poder del Estado convertida en un descomunal
rismo de Estado que fue necesario ejercer para derrotar a aque- delincuente. Actuando a través del terror clandestino, el Esta-
llas fuerzas que buscaban abolir el orden instaurado a partir do ejecutaba o desaparecía y culpaba de dichos actos a «las
d~ 1954. Fue por ello un perverso recurso contrainsurgente y extremas••: la violencia estatal pretendía disfrazarse de un he-
por tanto tiene como perpetrador fundamental al Estado gua- cho pn·vado, cuando en realidad era la encarnación de lo pú-
temalteco, o para decirlo de manera más concreta, a los diver- blico, el Estado, quien efectuaba el acto delictivo.
sos gobiernos autoritarios que se han observado a lo largo de Re sponsabilizar al Estado, lo hemos dicho ya, no es nin-
casi cuarenta años. La cronología de la desaparición forzada guna novedad. Acaso la novedad radique que en este trabajo,
en el país, tiene una relación directamente proporcional a los como en otros que ya se han hecho o que se están haciendo, la
momentos de la historia del país en los cuales la insurgencia responsabilización intenta fundamentarse. Finalmente, el de-
creció de manera significativa. De igual manera, la geografía cir como se dijo en el informe ¡Nunca Más!, que fueron las
de la desaparición forzada que hemo s intentado reconstruir fuerzas represivas del Estado los principales responsables de
revela con total plenitud los motivos del terror. Éstos están re- las violaciones d e los derechos humanos, es decir algo que
lacionados con la existencia de procesos de oposición al orden buena parte de la población guatemalteca siempre pensó, aun-
existente y más precisamente, de subversión del orden exis- que no necesariamente lo dijo en voz alta por temor a las re-
t~nte. Cronología y geografía de la desaparición forzada con- presalias. Sin embargo, algo que puede generar incomodidad
firman la veracidad de la regularidad de la violencia del Estado en m ás de una persona es decir que el Estado, concretamente
que hemos postulado anteriormente. El retrato de víctimas y las policías, el ejército, los escuadrones de la muerte consenti-
victimarios que hemos intentado hacer en este capítulo y en el dos por aquél, efectuaron las más perversas acciones no por-
precedente, terminan de confirmar tal veracidad. que estuvieran integrados por seres con una esencia humana
Al actuar como principal perpetrador, el E stado eviden- también perversa, s ino porque estaban respondiendo a una
ció de la manera más grosera su función represiva y repro- rebelión contra un orden social y político notoriamente injusto.
ductora de un determinado orden social con un determinado Esta incomodidad radicaría en que al decir que la ejecu-
sistema de privilegios. Desde su crítica a Hegel, Marx empezó ción extrajudicial y la desaparición forzada son una reacción a
a destacar tal función. Pero la misma no excluye la veracidad la rebelión, es finalmente considerar que el acto de rebelión es

162 163
Los Qt:E SIEMPRE ESTARÁ)~; I::N NINGUNA MRTI::

en última instancia el responsable del terrorismo de Estado. CAPÍTULO QUINTO


He aquí la lógica de todo aquel que ha introyectado la cultura
del terror y que inconscientemente considera legítima la ac-
ción del terrorismo de Estado contra los rebeldes. Puede res-
ponderse que en primer lugar, el derecho a la rebelión es algo Los familiares
consagrado desde hace mucho tiempo por diversos pensado-
res, .entre otros, Hobbes en El Leviatán o Locke en El Ensayo
Sobre el Gobierno Civil. Desde una perspectiva contractualista,
si aquél que resulta beneficiado por el pacto social para ejercer
la soberanía del poder, rompe las condiciones de dicho pac-
to, no tiene derecho a ser obedecido. Pero aun cuando aque-
llos que se rebelan no tuviesen derecho a hacerlo, nada justifica
que el Estado aplaste la rebelión violando el estado de dere- EllS de mayo de 1984, el joven estudiante universitario Carlos
cho. Nada justifica que el monopolio de la violencia legítima Cuevas, dejó de existir como ciudadano con deberes Y dere-
del Estado, para decirlo con palabras de Weber, pueda ejercer- chos amparados por la legalidad establecida en Guatemala. De
se violando la legalidad establecida y actuando por tanto delin- todos modos, como hemos visto ya, dicha legalidad era atrope-
cuencialmente. llada constantemente por la entidad que supuestamente de-
La inmensa mayoría de los hechos de desaparición for- bería resguardarla, el Estado guatemalteco. Fue capturado e~
zada en Guatemala, fueron actos de carácter delincuencial co- la ciudad de Guatemala por un grupo de hombres desconocl-
·,
metidos por el Estado a través de sus fuerzas represivas. Éstas dos fuertemente armados, y no se vo1vto a sab er de él · Carlos
buscaban información, además de eliminar e intimidar a los Cuevas estudiante de la Universidad de San Carlos de Guate-
que se rebelaban o se oponían al orden existente. Los hechos '
mala, desde .
un ttempo , h ab'ta d ec1"d"do
atras 1 abrazar la causa
de desaparición forzada fueron entonces, actos condenables revolucionaria. Thl decisión formaba parte de algo que ya edral
desde todo punto de vista. · comun ,. en su famtha. . . Su pad re, e1 ab ogado Rafael Cuevas ,e
Por todo lo anterior, terminemos este capítulo diciendo Cid, había sido decano de la facultad de derecho Y despues
que si nos salimos de la lógica del terror, aun suponiendo que rector de la universidad antes mencionada. . ,
todos los desaparecidos en Guatemala fueron guerrilleros (lo .
Particularmente como rec~or, a ue e vas del C1d
., le toco
"f' .1es de la relac1on entre 1
cual es una suposición absurda), no hay ni habrá ninguna jus- asumir uno de los momentos d IICt . d da
. . . t enfrente en cahda e
tificación, para aquellos que secuestraron a casi cincuenta mil untverstdad y el gobierno, pues uvo .e 1 Ar
guatemaltecos e inundaron al país de dolor humano. . , .
Presidente de la Repubhca, n1 mas nt · , · menos que a ar os a-
na O sono. . As1,, . afron t,o entre otros atropellos,. el cateo de la .
. .d d
universi a ·y una o1ea da de atentados y asesinatos contra
d unt-
,
versitarios. El enfrentamiento fue tan acus~do, que, ~spues
de terminar su período rectoral, tuvo ~u.e, sahr del p~ts JUnto a
su familia. El «rector de la dignidad» vtVIO en el destterro bue-
na parte de los últimos años de .s~ vida,, h.asta que finalm~n~e
tuvo que salir nuevamente al extho a Mextco en 1979. Su ult1-

164 165
Los ,,,,~II L. IA IU·.s

mo exilio no duró mucho, pues murió a consecuencia t.! e una ido del país ? ¿ 1 o se habrá ido con otra muj er ?» (EG/F, 7/97~.
salud mermada entre otros hechos, por las tensiones que tuvo Dec id ie ron convocar por m edio d e la prensa a todos los fami-
que soportar. liares d e des ap arec idos, a efecto de poder reunirse Y hacer ac-
Así las cosas, desde que era un niño, Carlos presenció las cion es conjuntas (ibid .,) . Así nació el Grupo de Apoyo Mutuo,
vicisitudes que tiene que as umir todo ac¡uel que en un país en m edio de l terror y de la im punidad. .
gobernado autocráticamente, asume un compromiso político E l 4 d e junio de 1984, los fa miliares de los desaparectdos
de carácter revolucionario. Lo que se desprende del desgarra- dieron una confere ncia de prensa y anunciaron que nacía~ c~mo
dor poemario escrito después por su madre, Ruth Malina de organi zación. Paulatinamente los fam iliares se iban co nvtrtte n ~
Cuevas ( 1990), es que no sólo él sino varios m iembros de la do en un p roblem a político para la dictadura. Tanto esto era st
familia siguieron las huellas de dignidad y compromiso del pa- que d e acue rdo con m · f ormac10n · , proporct·anada por el actual
dre. Durante los años comprendidos entre 1980 y 1984, logra- d irigente d el GAM , Mario Palanca (MP/ F, 7/97) , entre los f~n­
ron sobrevivir a la intensa represión que como hemos visto en dadores d e l GAM se encontraba Angel Reyes Melgar, de qUten
los capítulos precedentes, tuvo en ese período sus m omentos poste n.ormente se s upo que en rea l'd 1 a
d er a un provocador
, . al
m ás cruentos. En la medida en que se habían comprometido servicio d e la inteligencia del ejército (G-2) . Ademas de Nmeth
con la causa revolucionaria, la muerte era una dimensión asu- Monten egro, Emilia García y del propio Re~es Melgar, fu,ero~
mida por ellos. Para ese entonces, Carlos había unido su vida a fundad ores del G AM Isabel Choxóm, Rosano Godoy Y Hecto
la de Rosario Godoy, una muchacha con la que compartía una Góm ez Calito.
enorme voluntad por la justicia. Juntos procrearon un niño En junio de 1984, Rosario Godoy se encontraba_ya entre
que llevó el nombre de Augusto Rafael. Decidieron apostarle las pe rsonas que clamaban por un famt·1·tar desaparectdo. Ero-
a la vida en un mundo que conspiraba contra ella. a pudo verse la
p ezando por los fundadores del GAM , como Y
La soleada mañana del 1S de mayo de 1984, los peores mayor parte de ellas eran muJ eres. me . · N " th Montenegro, . , una .
temores de Carlos se hicieron realidad. Ya no vería crecer a su de las fundadoras del GAM y su principal dirigente htstoncal,
hijo, lo dejaría huérfano, se hundiría en el submundo de los analiza el por qué de esta compostcton . . , d e g énero·· «En genera
desaparecidos, de los muertos en vida, o de los que s iempre san las muje res las que asumen e1reto d e rec Jamar por la desa- .
estarán vivos a pesar de la muerte. D e acuerdo al testimonio . . , d e sus f amt'1'tares: El GAM en sus inicios fuedmayon-
pancton b 1'do a
de Emilia García, fundadora del GAM y madre de Fernando tariam ente compuesto por mujeres. Esto puede ser e ,
García 1, en el mes de abril del mismo año, Nineth Monten egro que las muj eres somos mas , senst'bl es a1 dolor humano, mas
(la esposa de su hijo), ella misma y otras personas en s ituación inicio por el amor
emotivas y por ello somos impu1sad as en un , d .
similar, habían perdido ya la confianza en que de parte del go- 'd or un afan e Jus-
que sentíamos a nuestro desaparecz o, no P El
bierno viniera una solución a su angustiante situación. El ge- . . .
ttcta nt porque seamos mas va , lt' entes" · (NM/F, 7/97) .. que se
neral Mejía Víctores ya había recibido a doña Emilia y a Nineth .
considere más monstruoso el cnmen
.
° las represaltas contra
el que la mayor parte e
d
Montenegro, había hecho promesas y repetido una de las veja- las muj eres que contra los hom res, Y b 'b 'd
ciones verbales a las cuales las autoridad es civiles , militares y ·
los desaparecidos . h om b res, pudo
hayan stdo . haber contn ut o
policiacas, a menudo sometían a los familiares: «¿No se habrá tam b ten . . . 1pred omt·nanct·a fememna en
. , a 1a mtcta . el .GAM.
C omo quiera que esto haya sido, el hecho cterto es que
Rosano · se mcorporo
· ' d ect'd'd
1 a
m ente, al .GAM . en .donde
. poco.
1 Desaparecido el 18 de febrero de 1984. tiempo después ya era una de las mas dectdtdas acttvtstas. Exts-

167
166
Lus O VE S l f.\ti'HF. EST\ lt,, , 1.' 'I;I:"G üNA 1'.\RTE
Los "'''III. JtiKES

ten fotografías en las que ella aparece, junto a otros fundado- ser explicada p or la p erversidad humana. Pero se necesita ser
res del GAM, en las a menudo confrontativas actividades de p erverso para p oder com eter un crimen como el que acaba-
dicha organi zación. Para marzo de 1985, apenas diez meses mo s de relatar.
después del secuestro de Carlos, Rosario debe haber s ido ya
un objetivo a liquidar por el aparato represivo de la dictadura. Primeras luchas, figuras para recordar
Al parecer, la conducción del terror debió haber tomado la de-
cis ión de hacer uso de éste para disolver al GAM, pue sto que En abril de 1966 ya se destacaba la lucha de los familiares de
estaba poniendo en riesgo la impunidad con la que aque l apa- ·dos 28 ». Eran éstos principalmente madres y esposas. Decía
rato estaba operando. El30 de marzo, al salir de una ses ión del un tes timonio d e aque l momento que hacía énfasis en las ma-
GA.l\1, el vocero de la organización, Héctor Gómez Calito 2 , fue dres, que «por días enteros estas venerables mujeres se han
secuestrado por un grupo de hombres armados mi entras es- s ituado frente al Palacio d e Gobierno, soportando hambre Y las
peraba un autobús. Su cadáver apareció en la carre tera de incleme ncias d el día y de la noche, para pedir a los responsa-
Amatitlán con señas de que había s ido cruelmente torturado. ble s del gobierno el respeto para la vida de sus hijos» (FAR, 4/
El entierro de Gómez fue acompañado de una manifestación 1966). N o tenemos a la mano el nombre de todas, pero por el
del GAM y Rosario fue una de las oradoras que denunció la memorial en el que estas muj eres solicitan un antejuicio con-
ill)punidad con la que el terror estatal estaba operando. tra diversas autoridade s del gobi erno encabezado por Peralta
Días después, el 4 de abril, Rosario iba en su automóvil Azurdia (FAMDES, 6/66a), podemos saber quiénes fueron al-
buscando una medicina para el pequeño Augusto Rafael que gunas de ellas . L as iremos mencionando en el orden en el que
estaba enfermo. La acompañaba su hermano, acaso preocupa- aparecen en el mencionado memorial.
do por la seguridad de ella. Fácil es imaginar lo que ocurrió. El Encabeza el mismo Telma del Cid de G utiérrez, maestra
automóvil debe haber sido interceptado por varios más, en los de educación primaria y esposa de Víctor Manuel Guti_érrez;
cuales iban los encargados de realizar los secuestros. E sa mis- Cándida Rosa Yon Cerna estudiante y hermana de lns Yon
ma noche, cuando ya el GAM se estaba movilizando para sal- Cerna; Jesú s Sosa Paz, a~a de casa y probablemente parie~te
varles la vida, el automóvil de Rosario apareció embarrancado de Balbino Sosa 0 de Carlos Barillas Sosa; Matilde Florenttna
en la carretera a San Miguel Petapa (MP/F, 7/97). Los asesinos Reyes C alderón, ama de casa, probablemente cónyugue de al-
hicieron un torpe intento de enmascarar el cr imen con un ac- guno de los desaparecidos; Alicia Margarita Sosa, ama de ~asa
cidente ~ utomovilístico. El examen de los cuerpos reveló que y probablemente pariente de Balbino Sosa o de Carlos Banllas
los tres, mcluso el pequeño nii'lo de dos años, hab ían sido tor- Sosa; Paula Behrens viuda de Arce, ama de casa Y madre de
turados. Rosario debió haber sido violada y peor aun, sometida Fernando Arce Behrens; Laura Al da na de Pineda, ama de casa
a la infamia de presenciar la tortura de s u pequeño, cuyo cadá- y m adre de Humberta Pineda Aldana y finalmente, Rosa Sole-
ver mostraba señas de haber sido martirizado. De ac uerdo a dad j ohnson d e Castillo Flores , ama de casa Y esposa de
una de las fundadoras del GAM, Emilia García, le habían arran- L eonardo Castillo Flores.
cado las uñas (EG/F, 7/97) . Adem ás de realizar las gestiones que siempre hacen los
La violencia, lo hemos repetido una y otra vez, no puede familiares de un desaparecido (visita de la margue, hospitales,
centros de detención) , estas mujeres realizaron amplias labo-
res de denuncia y presión. Se organizaron en una efímera aso-
2
Su hermano había sido secuestrado y desaparecido. ciación de familiares de «los 28» cuyo lema fue «Hasta Encon-

168
Los FA \111 . 1,\ HI.S

trarlos con Vida•• y contaron en s u esfuerzo por rescatar con congreso de la república se reunió en sesión secreta a ~in~ s de
vida a sus famili ares desaparecidos, con e l decidido apoyo de la mayo 1966, y emitió una resolución aprobada por unammtdad,
Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), en particu- mediante la cua l se desechaba totalmente la solicitud de
lar de su dirigencia (s/a, 1994). Conjuntamente con el bufete antejuicio, s in que en opinión de los familiare s de «los 28 •• , en
popular de la AEU, hicieron múltiples gestiones g ubernativas la resolución mencionada, los diputados entraran a hacer con-
y judiciales, entre ellas la presentación de 600 recu rsos de ex- sideraciones de orden moral y legal con respecto a la solicitud
hibición (FAMDES, 6/66b). En una asamblea general realiza- y sin que además s e hiciera un análisis técnico y jurídico de
da a mediados de marzo,laAEU, resolvió efectuar una marcha dicha so licitud (FAMDES, 6/66b). El congreso fue de esta ma-
por los derechos humanos, bajo el patrocinio de un Frente nera, cómplice en el encubrimiento del crimen cometido. :o~­
Unido de los Sectore s Democráticos, la cual exigiría «e l cese tra <<los 28» y se alineó sin titubear con lo que dicta~a el ~J_erct­
de la persecución de dirigente s políticos y la desaparició n de to por medio del ejecutivo. No variaría mucho la sttuac10n de
las torturas , exigir el respeto a la vida humana y el cese de la
los familiare s , con el gobierno de Julio Cés ar Méndez
desaparición de ciudadanos.» 3 La manifestación no pudo rea-
Montenegro, quien asumiría la presidencia en julio de 1966.
lizarse puesto que la policía del régimen de Peralta :\zurdia, la
Entre los hechos que sucedieron en todos aquellos me-
impidió por medio de la violencia (FAR, 4/1966).
ses, cabe destacar la publicación de una de las diversas cartas
Es importante destacar cómo los esfuerzos del GAM vein-
que la esposa de Gutiérrez dirigió al gobierno de Guatemal~,
te y dos años después, se vieron antecedidos de ésta lucha y es
notable que el lema , «Hasta Encontrarlos con Vida», es pare- en particular al jefe de estado coronel Enrique PeraltaAzurdta
y al ministro de gobernación, coronel Maximiliano Serrano.
cido al que se enarboló en los años ochenta: «iVivos se los lle-
varon, Vivos los queremos], Este grupo de mujeres de los años Está fechada el 8 de mayo de 1966 y hay en ella un aspecto que
sesenta, promovió ante el congreso de la república, un antejuicio no s interesa destacar, puesto que se relaciona ~on la
contra los ministros de la defensa, de gobernación y de ha- introyección de la cultura del terror que hemo~ mencwnado
cienda debido a las graves anomalías que se observaron en tor- páginas atrás y que mencionaremos en las que stguen. No hay
no a la captura y desaparición de «los 28••: participación de la en la carta de Telma del Cid de Gutiérrez más que orgullo por
policía judicial y de la guardia de hacienda en dicha captura, la condición humana y por la participación política de su e~po­
participación de autoridades militares en el ocultamiento de so: << ... he sentido el consuelo expresado en las palabras de ahen-
los desaparecidos, negación de los citados ministros de que el to y solidaridad de numerosos g.u atemaltecos que han s:ntido
gobierno los había capturado mientras que algunos d e los cap- profundamente lo que sucede a uno de los hombres mas ho-
turados que lograron salir con vida de aquel trance, denuncia- nestos y más sinceros con que cuenta ?uatem_ala... Ello me
ron haber sido capturados y deportados (cuando éste fue el hace recordar la decisión que tomé al umrme a el para formar
caso) por fuerzas de seguridad del E stado (FAMDES, 6/66a). un hogar que ha sido modelo en cuanto~ los valores morales._,
La impunidad que tanto habrían de sufrir en las décadas La esposa no solamente destaca las cuahdades ~orales del dt-
s ig uientes los familiares de los desaparecidos, las empezaron rigente, también resalta el valor humano del htJO y del padre:
a padecer aquellos que estaban luchando por «los 28». El <<Constantemente recuerdo su amor profundo por su madre,
su preocupación perenne por ella, expresado en tal forma ~ue
3
para mí fue ejemplar y edificante, lo que m e ha hecho a~mtrar
El Imparcia l. 17 de marzo de 1966. más s u calidad humana. A cada momento aparece en mt men-

170 171
Los FA~Ili . IAHF.S

te con amoroso empeño atendiendo a nuestros pequeños hi- la mujer en la Alianza Femenina Guatemalteca, donde fungió
jos, y educándolos lleno del gran respeto que s iempre ha sen- co m o secreta ri a de as untos departamentales . Junto a otras
tido por las nuevas generaciones. » mujeres como E s ther de Urrutia y Dora Franco pudieron ver
A la valoración del ser humano en la vida privada se une la cris talizado su trabajo en marzo de 1954 cuando miles de mu-
admiración por el hombre público: «No puedo concebir que jeres, q ue ellas y otras dirigentes habían organizado (Irma
un hombre todo bondad, fraternidad y entrega total a la bús- Chávez de Alvarado por ejemplo)\ acudieron a solidarizarse
queda del bien de los demás, sea recompensado en esta forma con el gobierno de Arbenz (ibid.,).
por hombres que posiblemente tengan pocas obras de caridad Como ya hemos visto en el capítulo segundo, en julio de
en su haber. No puedo pensar que uno de Jos pocos hombres 1954 los hermanos Pineda se salieron de la embajada argenti-
que en Guatemala no aprovechó la burocrac ia cuando pudo na en donde estaban asilados para quedarse en Guatemala e
h.acerlo, y que antes bien sus emo1umentos Jos pasó a benefi- incorporarse a la reorganización del PGT (Pineda, 1988). Doña
CIO de las obras sociales y culturales, sea retribuído por su des- Laura también participó en dichas labores reorganizativas Y
interés y espíritu de sacrificio en la forma tan indigna en que fue encarcelada en varias ocasiones. En una de ellas, organizó
se ha procedido contra él... Como guatemalteco tiene derecho a las presas para que se les diera un mejor trato y además fungió
a pensar en un camino para el progreso de la Patria... ¿Cómo como s u escribiente, asesorada por abogados amigos. No fue
es posible que a cambio de esa forma de ser reciba tortura raro entonces que en 1966, cuando su hijo Humberto fue de-
física y peligro para su vida?» (del Cid, 5/1966) . saparecido, su experiencia le sirviera para organizar lo que junto
Entre las mujeres que en 1966·1ucharori por la vida de sus al Comité de Familiares de Desaparecidos (organizado en los
fam1TIares se encontraba una destacada luchadora social, Laura años se tenta), son Jos antecedentes del GAM.
AI?ana de Pineda. Hemos hablado en el capítulo segundo, del Pero como ya Jo hemos dicho, en aquellos meses de 1966,
pn~ero de sus hijos que fue desaparecido (Humberto el sua- tan llenos de sufrimiento para doña Laura, todavía le faltaba
ve Pme~a). No fue ninguna casualidad que del hogar formado mucho por recorrer en ese sendero de pena·. En mayo de 1976,
por do~a L a.ura y Humberto Pineda Catalán, surgieran tres su hijo Lui s Arturo siguió el camino de su hermano Humberto
~evoluc10nanos que como ya vimos terminaron engrosando la Yfu e secuestrado y desaparecido. Enjulio de 1978, conmemo-
mnumerable lista de desaparecidos en Guatemala. Estudiante rando los cincuenta años de vida marital con su esposo
Humberto, Laura de Pineda escribió un poema que era una
de la Escuela Politécnica durante su juventud, Humberto Pi-
suerte de balance de la vida compartida: «Hemos tenido pesa-
neda Catalán pronto empezó a manifestar su desacuerdo con
1a d"1ctadura de Jorge Ub1co.. res/ hemos p erdido dos hijos/ que han sido desaparecidos/ por
Fue por ello encarcelado varias
luchar por la patria y sus altares.••
veces Y e~ una de ellas, en 1935, se le dió por desaparecido en Todavía le faltaba vivir una dolorosa prueba más . Estalle-
dos oeas10nes (s/a, 1994). Para entonces ya estaba casado con gó en septiembre de 1985: su hija Rita fue secuestrada en un
doña L aura, quien sufrió desde aquellos años las desazones de cateo que el ejército realizó en el campus universitario.
la persecución política. El triunfo de la revolución de 1944, no
Nunca apareció.
fue para ellos sino la realización de un sueño acariciado duran-
te los largos años de la dictadura ubiquista. Laura de Pineda y
su esposo Humberto ingresaron al PGT y la primera, además 4
Esposa de Bernardo Alvarado Monzón, Secretario Geneml del PGT, desaparecido en
de dicha militancia, se incorporó al trabajo de organización de septiembre d e 1972.

172 173
Los FAMILIARES

Infierno sin fin Arturo en los mismos términos:

Recordando la ocasión en que es tuvo desaparecido, uno de los Co11 ellos la dicha
sobrevivientes que ha accedido a dar testimonio de su expe- se fu e de mi vida
riencia concluye: «El que menos sufre es la víctima, su sufri- deja11do en mi pecho
mie nto termina tarde o temprano . El de los fami li arc~ no, profwzda he1ida.
incluso s e tra slada de generación e n generación. Padre s y her-
manos hablarán s iempre del desaparecido, esperando hasta el Doñ a Jacoba Siam, activista del GAM cuya hija Angela
día en que s e los lleven a la tumba, su aparición, aunque s ea de Miriam fue desaparecida a los 18 años de edad, dice: <<Des-
sus huesos. Esto es la destrucción social y familiar. » pués del se'éltestro de mi hija la vida cambió. Es como si la vida
E l sufrimiento de los familiares es incuantificablc . Los se volvió más oscura, como si una luz se apagó. Uno vive ator-
efectos de la desaparición forzada se trasladan de una genera- mentada, y hasta con problemas de salud. Lo que me ha soste-
ción a otra, y en el caso guatemalteco todavía falta una investi- nido todo es te tiempo es el trabajo con la gente, la lucha» OS/
gación que trate de ~opesar la de sestructuración de los que se F, 7/97).
quedan con un duelo irresuelto por los ai1os d e los años . Los
que no hemos vivido es a experiencia acaso podamos imaginar
Angustia, rabia, culpa y dolor
los sentimientos y ati sbar el pesar permanente. No hay cua-
dros ni curvas estadísticas que nos sirvan para medir el dolor La angus tia inicial, la búsqueda desesperada del primer mo-
humano. Acaso la poesía sirva más. . mento, «hay que hacer algo antes de que· lo maten». Pensar en
El primer día, el día en que la hija, el padre o el hermano cual familiar, cual amigo, cual conocido tiene influencias, con
tenían que llegar y no llegaron es un recuerdo indeleble. La quién s e puede hablar para que no lo/a vayan a matar. La bús-
fiesta familiar que terminó en desesperación porque el hijo o queda en las policías, el ir a rogar al puesto militar más cerca-
el esposo inexplicablemente no asistieron. La comida que que- no. Empez ar el calvario de buscar al ser amado entre los cadá-
dó inconclusa en la mesa porque llegaron a avi sar que al padre veres des trozados que yacen en las lozas de la margue. El decir
lo habían secuestrado. La vida que cambió porque a partir de llorando que e l hijo o la hija son seres trabajadores y honestos,
hoy nada podrá ser igual. que no merecen que les hagan Jo que probablemente les están
Ruth Malina de Cuevas lo expresa en su poemario Y me haciendo, el tratar de derribar con lágrimas el muro imbatible
Vistieron de Luto: en el ros tro del jefe policiaco, del comisionado militar, del ofi-
cial encargado de la base militar o del ministro con el que se
Fue hoy pensó que podía haber alguna amistad. Todo depende de la
y la vida tomó otro nmzbo. red de relaciones o influencias que los familiares tengan. El
!Vunca más vol·veria a ser la misma. te stimonio escrito por María Elena Bustamante, publicado
A lzara, como carta a su hermano Emil, desaparecif:lo el 13 de febrero
soy la madre de zm desaparecido. de 1982, retrata los primeros momentos en el infierno sin fin:
«Al día siguiente, fui a la prensa y a la radio. Llevé a mi mamá
Y en un sencilla rima, escrita en agosto de 1979, Laura de a la televisión. Cuanto cadáver aparecía, esperaba reconocerte.
Pineda habla de la desaparición de sus hijos Humberto y Luis No sé cuantos cadáveres torturados o deshechos vimos con

174
L_ 175
L OS FAMILIARES
L OS QU E SI EM PRE ESTARÁS ES ).ISGt:SA PARTE

Danilo en el Cementerio de la Verbena. Era una oscura margue entonces e l GAM ya estaba funcionando. Pocos meses des-
de madera con frías lozas de cemento ... Pasaron los días con pués, todos los fines de semana la madre de Magda viajaba a la
sus noche s y seguí viendo cadáveres hasta e l cansancio .» capital con s u hijo más pequeño para indagar si a través del
(Bustamante, 1997, p. S) GAM podía saber del paradero de su esposo. <<Fue para noso-
Magda Alicia Miranda, una indígena de origen campes i- tros una época de mucha pobreza, recuerda Magda, mi mamá
no de la etnia mam, perdió a su padre a los doce años porque se iba con mi hermanito y nosotros cinco que todavía estabamos
fue secuestrado y desaparecido. Trece años de spués recuerda pequeños nos quedábamos solos en la casa. No teníamos di-
que su papá era un cooperativista de San Juan Ostuncalco, nero.>• (MAMC/F, 7/98).
Quezaltenango, y que probablemente pertenecía a una de las El caso de la madre de Magda, esposa de un cooperativista
redes de apoyo que la ORPA tenía en el lugar: «Effiía que se- mam de San Juan O s tuncalco, sin ninguna relación más allá de
c uestraron a mi papá yo había salido a pascar con mis herma- la propia comunidad, sin recursos económicos para poder ini-
nos al parque. Cuando regresé me e ncontré a mi m amá ll oran- ciar una campaña para salvar la vida al esposo, sin conocer mu-
do descon soladamente. Nos contó que a mi papá se lo habían cho d e las redes, atajos y laberintos del mundo ladino, es el caso
llevado unos hombres armados. Al principio pensé que mi papá de muchísimas muj eres mayas que perdieron a sus hijos y a sus
regresaría pronto porque no entendía la causa por la cual se lo esposos. Probablemente la relación que estableció con el GAM
habían ll evado. En la noche al ver que no regresaba también la pudo ayudar a salvar esos obstáculos, pero como sucedió
me puse a llorar, lo mi smo que mis cinco hermanos " (MAMC/ con la mayoría de los familiares de los desaparecidos, fueran
F. 7/97). éstos mayas o ladinos, pobres o de clase media, con influen-
La madre de Magda junto a dos de s us hijos y una pa- cias o contactos 0 s in ellos, poco pudieron hacer para salvar la
riente a quien también le habían desapareci do al esposo, se vida del familiar desaparecido o al menos saber de su paradero.
dirigieron el mismo día del secues tro, un domingo, a la base D oña jacoba Siam, parcelaria ladina en lugar cerca ~el
militar de Quezaltenango, pues suponían que allí podía estar puerto d e San José, recuerda su desesperación en aquellos dt~s
el recién secuestrado. Fue tratada con brusquedad y prepoten- de marzo de 1982, cuando su hija fue secuestrada en su p~opta
cia, y la sacaron del lugar con amenazas. Al día s iguiente fue a casa por un grupo de unos doce hombres vestidos de CtVll Y
la muni cipalidad del lugar y habló con la policía, los fun ciona- fuertemente armados: •• Nosotros nos salvamos porque no es-
rios solamente se dignaron en tomar nota del asunto y le dije- tábamos en la casa. Yo estaba en el mercado vendiendo unas
ron que no le daban ning"Jna esperanza. El martes volvió de cosas. Después mis papás y unos vecinos me contaron qu~ los
nueYa cuenta a la policía y los fun cionarios simplemente le di- hombres llegaron y pusieron a mi hija a agarrar unas gallma~,
jeron que ellos no tenían nada que ver con el asunto. Fue al pues rompieron todo lo que había en la ca~a ~.se robar~n mts
puesto militar de Santa Ana Berlín en Coatcpcque y la res- animalitos. Después d e que se llevaron a mt l: :Ja, con mt e.spo-
puesta fue la misma. Una semana después fue a buscar un so fuimos a la policía, por medio de una.s.amtstade~ pudtmos
abogado para que la ayudara a hacer la d enuncia. Ninguno d e hablar con el jefe de los comisionados mthtares, envtamos una
aquellos con los cuales habló se quiso hacer cargo del caso. carta a la base del puerto de San José, hablamos con gente de
Magd a recuerda: «Era difícil que los abogados atendieran ca- la G -2. Enseñabamos la foto de mi hija, le suplicábamos al jefe
sos d e dete nciones ilegales pues decían que a los que detenían de la base diciéndole que tal vez él tenía hijos que se pus iera
así, eran per sonas que estaban involucradas con la guerrilla .•, en nuestro lugar. El jefe nos dijo que estaba bueno, que iba a
Todo es to sucedía en el mes de octubre de 1984, y para ese ver que podía hacer. Eran puras mentiras>>. (JS/F, 7/97).

177
176

- .J-
Los Ql:E SI EMPRE ESTAR.~ '( ES I'ISGl:NA P,\RTE Los FAMILIARES

La pobreza y el st atus mínimo se convierten e n una de- Conforme pasan los días, las semanas, los meses, las ex-
sesperante barrera para poder hacer algo efectivo, aun cuando p ec tativas van cambiando. Ya no se trata de localizar al familiar
en la mayoría de las ocasiones las redes d e p arentesco o rela- desaparecido lo más pronto posible, antes de que lo vayan a
ciones no sirven de mucho. L a hermana de un desaparecido m atar. L a angustia del principio cuando se pen~aba que cada
en el año de 1983, recuerda: «Teníamos un pariente que estaba minuto, cada segundo era vital p ara salvarle la vtda al desapa-
casado con la hija de Mejía Víctores, 5 pensamos que a través de t-ecido se transforma en el aferrarse a una esperanza: <<Es fuer-
él podíamos averiguar algo. Lo único que p asó fue que a este te, es j'ove n, a lo mejor está aguantando>>. Se trata de localizarlo
pariente lo mandaron a Chile con una beca y ya no regresó al con vida, aunque se encuentre maltrecho por las torturas que
país.» Una a una las puertas se van cerrando . Los s upuestos seguramente ha estado sufri endo. L as esperan~as se van es-
amigos, los conocidos, oyen los ruegos, se quedan callados, tirando, empiezan a h acerse irreales. Hemos dtcho ya que el
hace n promesas que no cumplirán, o simplemente alzan los desaparecido, hundido en un miserable cuartucho de alguna
ojos al cielo y dicen que no pueden hacer nada. cárcel clandestina, en alguna de las instalaciones de alguna base
La hermana de Emil Bust amante recuerda también sus militar, o como también sucedió, en la comodidad o buen trato
estériles gestiones: «Busqué a un primo que estaba en e l ejér- de un s"ecues tro que inesperadamente no esta' vt~cu · 1a_do a la
cito y a mis excompañeros de la Facultad de Medicina que ade- violencia o la tortura, piensa en sus famili ares, los tmagu}a l_l?-
m ás eran militares, pero ninguno m e ayudó ... Busqué a un vie- rando y angus t iados, tratando de hacer algo por él. Tambten
jo amigo de nuestro padre, el licenciado Luis Alberto Lobos los fami liares piensan en e l desaparecido. . .
Leiva, en ese entonces a cargo de la Contraloría General de la En las noches cuando conciliar el sueño es tmpostble:
Nación y miembro activo del PID, partido en el pode r d urante cuando s ólo se piensa en el dta , stgutente
· · Y en lo que se podra
el gobierno de Romeo Lucas García, para suplicarle ayuda. No seguir haciendo por aquél que no est á en ningu~~ parte, el.
m e la concedió. Igualmente visité la casa de Donaldo Alvarez familiar imagina lo que estará sucediendo con el htJO, _padre ~
Ruiz, ministro de gobernación, para pedirle a su hija que me hermano en e se prectso ·
momento. <·m1en d ra' hambre (· <Tendra
ayudara a entrevistarme con su padre; a ella la había conocido frío?. ¿Lo estarán torturando? ¿Estará encerrado en la P!ena
en los grupos carismáticos en los que yo participaba. Después oscuridad de un calabozo? ¿Estara, vtvo.
· ? < 'E s t ara' muerto(· <Es-
de ese día, nunca me volvieron a recibir... Subió al poder Efraín , , b ld' ? ;o acaso su cuerpo
ta ra e nterrado e n algun campo a to · " .
Ríos Montt. Junto con nuestra madre fuimos a su casa, pero estara, s tendo
. despedazad o por f.teras o aves de rapiña(· «eEsta- .
sólo nos recibió su esposa; m i mamá le imploró que nos cons i- , e n una fosa comun
ras , con tantos o t ros detenido-desaparect-
guiera u na audiencia con el general, pero jamás lo hizo y nos dos ? ne habrán quemado o tirado al mar o al volcán de Pacaya? >>
mandó al Palacio. Un amigo médico me contactó con un miem- (Bus tamante, loe. cit.,)· . . ·C ,
bro d e la V Sección del ejército -el área de salud- cuyo herma- Los fam iliares se sientan en la mesa sm apettto. <<<! o m~
no había asumido el viceministerio de Gobernación. A él le puedo yo estar comiendo mtentras · mt· h"IJO a sa b e r ~ ue. esta
pedí nuevamente, una audiencia con Ríos Montt, pero jamás · · d O!>>
vtvten ' . L a cu1pa emp 1'eza a formar parte del s ufnmtento,
.
m e la dió ... Me aconsejó que m e cuidara, por mi hija y porque ,, ¿p0 r qué no hice tal cosa?, si yo hubiera hecho o dtcho tal y
m e podían desaparecer a mí también>>. (Bustamante, loe. cit. ,). tal, no lo habrían secuestrado, tal vez no habría pasado lo que
pasó. El familiar empieza a creerse corresponsable de lo ocu-
5 E n el m omento d el relato, el general :\lejía Víctores era el ministro d e la d efen sa del rrido: » (NM/F, 7/98). Esta culpabilidad se irá acentuando con
régimen de Río ~ Montt . el tiempo: ,, A veces los familiares pensamos que no tenemos

178 179

- ....
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE
Los FAMILIARES

derecho a ser felices de nuevo, lcómo es posible que yo esté gobierno en turno, o están influenciados por la propaganda
pasando momentos agradables cuando mi familiar debe haber reaccionaria, no será raro oírlos hablar de la víctima diciendo
sufrido tanto cuando lo estaban torturando?»(ibid.,) que «fue justo lo que pasó, porque para qué se involucró en
Los familiares tratan de conciliar el sueño y la almohada actividades políticas» (ibid.,).
se convierte en el escenario nocturno de su infierno. «Antes Pero no necesariamente se necesita estar identificado con
los gallos despertaban mis días. -dice Ruth Malina de Cuevas
1
el establishment para observar la introyección del ~error: Basta
en su poemario- Ahora me cuentan en las madrugadas lo que con sentir un miedo profundo para empezar a senttr rabta con-
sufren los desaparecidos allá en Guatemala./ A lo lejos se alar- tra la víctima en lugar de hacerlo contra el victimario: tod~ lo
gan las estrofas de su canto. Me dicen los lamentos de mi hijo que ahora nos está pasando es culpa de éVella, si ~os hubtera
agonizante~ Cubro mis oídos, pero su canto es una nota aguda hecho caso, si hubiese dejado de hacer lo que hacta, no esta-
de dolor infinito». Las entrevistas con las autoridades civiles y ríamos ahora viviendo lo que estamos viviendo. No solamente
militares a veces generan esperanzas; algún gesto, alguna pa- el dolor provoca las anteriores lamentaciOnes, · tamb''1~n es el
labra o promesa hecha por el interlocutor bastan para alentarlas. temor a las represalias sobre otros miembros de la mtsma .. El
Pero cuando las mismas se van desvaneciendo, cuando todas desaparecido con sus actividades, (<no solamente expuso su VIda
las gestiones se vuelven infructíferas, aparece la rabia sorda sino también la de sus seres más queridos)). «He observado
que genera la impotencia. Allí están los que secuestraron a mi casos, agrega Nineth Montenegro, de familiares que aprove-
hijo, los que lo están torturando, los que acaso ya lo asesina- chando que la víctima no llevaba el m1smo . ape ll'd · nu
1 o ntega
ron. Todos sabemos quiénes son los que dirigen y los que ha- ocultan su relación de parentesco».(ibid.,). La familia pue.de
cen, los podemos ver en las calles caminando en los automóvi- empezar a dividirse, algunos de los famt·1·tares sten· ten que tte-
les con vidrios polarizados, o acantonados detrás de unos galo- nen que pelear por la vida del ser querido; otros lo dan por
nes y en alguna instalación militar: (<Sabes quién secuestró a muerto y prefieren alejarse de todo lo que los pueda involucrar
tu familiar, pero no lo puedes probar y esto crea una profunda · zan a observar
·1· se empte
con el desaparecido. «En la f amtta
rabia y dolor. Allí están los cuerpos represivos que desintegraron posiciones encontradas, y puede suceder que aquél que se a~re­
tu vida y la del ser amado pero eso no se puede probar cuando ve a enfrentar al Estado mismo por la vida de su desapareado,
hay impunidad.)) (ibid.,) sufre un aislamiento del cual vienen muchos problemas emo-
.
ctonales. .
Lo emptezan a ver d'f te como un ser del
1 eren , , cual
Las introyecciones de la cultura del terror hay que alejarse porque lo pueden mata.r, .porque esta loco,
Pero no todos los familiares reaccionan igual. porque lo correcto es quedarse callado>> (tbl~·:> ·
El terror es un arma eficaz para moldear conductas y no «A raíz del secuestro, recuerda otro famthar, hubo un ale-
es algo absolutamente insólito ver que alguien sea capaz de . · t o d e amtgo
Jamten · s , vect'nos , familiares. Nos quedamos solos.
lamer el garrote que lo azota. Hemos hablado de esto en pági- Incluso entre los hermanos hubo divisiones. A uno de ellos lo
nas anteriores cuando nos referíamos a la introyección del te- secuestraron con el pretexto de robarle y lleno de mie~o se
rror. No es raro ver cómo la desaparición de un ser amado pue- retiró de lo que estabamos haciendo para que nuestro partente
de dividir a los familiares. Algunos de ellos piensan que la tra- apareciera. A otra hermana la aislamos de todo porque no le
gedia es el resultado lógico de las actividades del desapareci- tenemos confianza al marido, otra más tuvo problemas en su
do. Si el desaparecido procede de una familia en la que varios matrimonio porque el marido la presionó para que ya no se
de sus miembros son partidarios del orden establecido, del metiera». (RMR/F, 7/797).

180 181
Los QUE SIEMPRE ESTARÁS EN NINGUNA PARTE Los FAMILIARES

Pero la introyección de la cultura del terror no termina de que no tenían por qué participar en algo así. Se lo dijeron a
allí. En no pocas ocasiones el miedo hace asumir a los familia- los directores del colegio y ellos se solidarizaron y la ceremo-
res que el desaparecido era una suerte de delincuente que tuvo nia se hizo en el local del colegio. Así se supo lo que sucedía en
su merecido al ser secuestrado, presumiblemente torturado y mi familia. Todas mis compañeras (eramos 22), excepto dos,
asesinado. A la par de la rabia y del dolor, se empieza a obser- me dejaron de hablar. Sus papás les prohibieron que tuvieran
var un sentimiento de vergüenza. Algo así como lo que pueden relación conmigo». (RMR/F, 7/97).
sentir los familiares honrados de algún conocido narcotraficante, «La única hermana con la que yo tengo relación, agrega
estafador u homicida o como en ocasiones sucede con todo la madre de la misma víctima, me ha dicho «los que se meten a
aquél de sus miembros que fue un discapacitado mental o tuvo babosadas que vean como salen» ¿usted cree que ahora que
una vida licenciosa. Esto es muy común en familias ladinas de han salido cosas en el periódico sobre mi hijo desaparecido,
clase media que han sufrido el flagelo que hoy analizamos. La alguno de mis familiares me ha dicho algo? Mi hijo se ha con-
familia oculta la tragedia familiar ante los conocidos que no vertido en un tabú, ni lo mencionan». (MRR/F, 7/97). Lama-
saben que existe un desaparecido en la familia. dre de la víctima se ha refugiado en la religión, en el grupo de
Y así, el desaparecido, desaparece una vez más. los cansnzáticos, pero allí tampoco le ha comunicado a nadie
La víctima se convierte en un secreto de familia, en un de su situación, «No he dado mi testimonio, porque decir de-
hec?o bochornoso, en algo de lo que no hay que hablar y si es saparecido es decir lo peor, es decir comunista, es decir gu~­
postble, hay que olvidar. El temor al «qué dirán» opera de ma- rrillero» (ibid.,). Después del hecho que avergüenza a la famt-
nera verdaderamente retorcida en estos casos. Ser familiar de un lia, viene el silencio. Parientes y amigos no hal?lan del asunto,
desaparecido puede afectar la imagen de la familia ante la red no por solidaridad con el dolor ajeno, sino porque en sí el he-
de relaciones sociales que ésta tiene, lo que coloquialmente se cho es vergonzoso. La sanción social, el silencio de parientes Y
llama «la sociedad». «Nosotros somos una familia llena de com- amigos, el tener que ocultar la desaparición, todos estos he-
plejos, afirma la hermana de un desapa1·ecido, la gente nos ha chos van generando un rencor hacia la sociedad. «Le voy a ser
hecho creer que somos familiares de un delincuente. Había sincera en relación a lo que siento ahora: siento odio a la socie-
ve~es en que yo estaba en una reunión social y de repente al- dad, porque ven que están matando a la gente y no hacen nada.
guten hablaba de alguna persona a la cual habían desaparecido ¿Que se puede esperar de Guatemala?» (ibid.,). . . .
y empezaban los comentarios acerca de que era muy bueno La muerte o la desaparición de un ser quendo, es vtvtda
que los desaparecieran, que para que estaban metidos en co- con la misma intensidad de dolor en todos los ámbitos. No
sas ... Y yo con un hermano desaparecido y sin poder decir nada». obstante ello, etnia y clase actúan como factores que influyen
El sentimiento de vergüenza nace con la percepción de en la modelación del dolor. Las manifestaciones de la
que ser familiar de un desaparecido es un hecho malo. Rosa introyección de la cultura del terror que hemos v~~ido ~en­
l\1aría Rivas, hermana de Raúl Rivas Rodríguez, desaparecido donando, acaso sean más frecuentes en las famthas ladtnas
el6 de junio de 1983, evoca un recuerdo particularmente dolo- urbanas de clase media. Estas familias viven en ciudades gran-
roso para ella: «El año en que desaparecieron a mi hermano yo des, en donde el espíritu de comunidad se ha perdido y por
me gradué en el colegio El Sagrado Corazón. Eramos un gru- tanto los lazos de solidaridad se hacen laxos o desaparecen.
po muy unido y mis compañeras decidieron que ese año la ce- Las convenciones sociales de clase media, el mantenimiento
remonia de graduación sería en el Teatro Nacional. Cuando yo de la apariencia, y la inexistencia de solidaridades grupales a
se los conté a mis papás ellos se negaron, el dolor era tan gran- menudo convierten el mundo de los familiares del desapareci-

182 183
Los QUE SIEMPRE ES'fARÁN EN NINGUNA PARTE Los FAMILIARBS

do, en un ámbito lleno de soledad. En las comunidades mayas Nineth Montenegro afirma: «La familia indígena· (a pesar de
no existen las convenciones ni las necesidades de apariencia que en ocasiones se dividió porque unos apoyaban a la guerri-
que es posible ver en las clases medias ladinas y por el contra- lla y otros a las patrullas de autodefensa). en t~rminos gene~~­
rio, el vivir en comunidades relativamente pequeñas y articula- les tiene más lazos de unidad y de convtvencta. En la famllta
das por la solidaridad étnica, hace que la familia del desapare- ladina impera más el egoísmo, el individualismo por lo que no
cido reciba muestras mayores de afecto solidario. puedes colectivizar o socializar tu dolor, y si lo hac~~ te pueden
Es necesario no exagerar la anterior diferencia. Uno de cortar la entrada. En casos extremos algunas famthas han lle-
los peligros en los cuales se incurre en la revaloración de lo gado a enloquecer. Entre los indígenas no sucede porque h~y
étnico, es el del romanticismo. En el acto de rescatar algo que ha solidaridad y apoyo entre la gente». (~M/F, 7/97): ~agda Ah-
sido tan vilipendiado por el racismo y el clasismo existentes en cia Cabrera recuerda su experiencia: «Como famtha empeza-
la sociedad guatemalteca, se puede llegar a ser ciego ante el mos a sufrir porque la gente empezó a hacer preguntas ac~rca
hecho de que las grandezas y miserias humanas es tan presen- de mi papá, si realmente estaba metido en alguna or~ntza­
tes en todos los ámbitos donde existe lo humano. Magda Alicia, ción. Un tío nos ayudó mucho, era el que hacía de .~~nttsta del
de la etnia mam, recuerda su experiencia a los doce años cuan- pueblo, pero luego él tuvo que salir huyendo ta~bten. Cuan~o
do su padre fue desaparecido en San Juan Ostuncalco: «Cuando regresó en 1985, lo secuestraron y lo desaparecter~n. Los v~~~­
a mi papá lo desaparecieron, los vecinos y amigos se portaron nos nos ayudaron también, no sólo moralmente stno tambten
muy solidarios con nosotros. Bueno, no todos. Porque cerca de económicamente». (MAMC/F, 7/97). .
donde nosotros vivíamos, vivían también una familia cuyos hi- Nuevos matices hay que introducir a las ecuactones
jos eran oficiales del ejército (un teniente y un subteniente), ladino= individualismo, indígena= solidaridad. Doña Jacoba
ellos se reían de nosotros cuando secuestraron a mi papá. Nos Siam, parcelaria ladina, recuerda su experiencia en una comu:
decían que el ejército había logrado lo que quería. Yo era pe- nidad predominantemente ladina: «Cuando secuestraron_ a mt
queña y no entendía lo que nos decían. Estos oficiales eran hija, amistades y vecinos se alejaron de nosotros por mtedo.
indígenas pero ya se vestían como ladinos, su mamá era indí- En esos tiempos sólo nos medio saludaban, pero pasa~o un
gena. Otro señor nos dijo un día: «Bueno si a Diego lo desapa- tiempo nos empezaron a ayudar. Unas amis~des no~ dteron
recieron es porque algo andaba haciendo» (MAMC/F, 7/97). posada en el monte pero luego tuvimos que sah~ ~e alh porque
Aún en las comunidades aldeanas de población maya, el a ellos también los empezaron a molestar los mthtares». OS/F,
conflicto dividió a la población y las diferencias religiosas (en- 7/97). Magda Alicia Cabrera recuerda cómo los dos homb~~s
tre católicos y protestantes fundamentalistas), las rivalidades . ,
tndtgenas .
vtnculados · , · se re t'an de.ellos • pero
a1eJerctto . tambten
personales o por linderos de tierras, o bien las derivadas de la recuerd a 1a so l1.dan"dad de una muJ·er ladtna: «Thvtmos tam-
diferenciación social en la comunidad, se engarzaron con el ., 1a ayu d a d e una vecina. Esta señora
b ten . era
. la hermana del ·1·
conflicto que existía entre los que apoyaban a la insurgencia o · 6 parece que ella no stmpattzaba con 1os mt t-
1 G
genera ramaJO , ·, 1 h b'
al menos simpatizaban con ella, y aquellos otros que no solo tares. A lo mejor era porque a su marido tambten o a tan
participaban en las patrullas de autodefensa civil -lo cual por matado a balazos.» (MAMC/F, 7/97).
lo demás era obligatorio-, sino simpatizaban con su labor.
Hecha la anterior salvedad, hay que insistir en la solidari-
dad grupal derivada de la etnia y de la comunidad. Sintetizan- 6Se está refiriendo al general Héctor Alejandro Gramajo, ministro de la defensa en el
do las experiencias vividas a lo largo de años al frente del GAM, gobierno de Vinicio Cerezo Arévalo.

184 185
Los FAMILIARES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

Esposas e hijos yor. Finalmente la esposa o compañera de aquél ·que fue de-
saparecido no es una viuda, no tiene un permiso explícito para
El drama de la desaparición forzada, solamente empieza cuando buscar otra pareja. La cónyuge del desaparecido empieza a
la noticia del secuestro de la víctima llega a sus familiares. El agregar al sufrimiento de la desaparición del ser amado, la opre-
sufrimiento de los familiares, ha dicho un sobreviviente, se sión del «doble standard» -el hecho de «ser medidas con dis-
transmite de una a otra generación. «Los efectos de la desapa- tinta vara»-, con el que la sociedad castiga a todas las mujeres.
rición forzada son gravísimos, no terminan en una generación». La situación se agrava todavía más si es el caso de que la mujer
(NM/F, 7/97).
que tiene a su cónyuge desaparecido, se ha embarcado en la
En el poemario antes citado, Ruth Malina de Cuevas lo
lucha por la aparición con vida del ser·amado. Es una desleal-
expresa:
tad al desaparecido el tener la necesidad de una nueva pareja,
de rehacer la vida, de intentar volver a encontrar una vida feliz
Los hijos de los desaparecidos con otra persona: «lAcaso no estaba sufriendo mucho por el
son bandadas de gorriones marido? Valiente sufrimiento era éste, mírenla si ya anda ·con
extraviados en la jungla otro hombre)),
del terror. La culpabilidad que en general sienten los familiare~ de
los desaparecidos de volver a vivir una vida normal, se convter-
La situación de los familiares del desaparecido se empie- te en algo feroz en este tipo de casos. No fue aislado el caso de
za a tornar ambigua con el tiempo. Pasan los meses y los años, resentimientos o pugnas entre el grupo de mujeres que luch~­
y aquél que desapareció nunca regresa al ámbito familiar. No ban por los desaparecidos, el que alguna de ellas u~ ?uen dta
está muerto, no lloraron ante su cadáver, no lo enterraron, pero apareciera con otra pareja. Thmpoco fue una excepc10n el q~e
tampoco forma parte de la vida cotidiana familiar, no participa el Estado guatemalteco agitara el machismo para despresti-
de los cumpleaños, de los funerales ni de los bautizos, de las giar a aquellas que enfrentaban a la impunidad. Más aú~, la
penas o de las alegrías. Tampoco está vivo, a no ser en la terca inteligencia contrainsurgente en ocasiones diseñó operatt~os
memoria de los que lo amaron. Después de 15 años, María cuyo objetivo era aniquilar moralmente a alguna de las muJe-
Elena Bustamante escribe: «Desde ese 13 de febrero hasta la res que estaba luchando por los desaparec·idos. Imaginando
fecha tengo un sueño recurrente en el que te encuentro y te los sentimientos de ambigüedad o de extrañamiento que pa-
digo: Fíjate que siempre sueiio que te encuentro, pero no era decían dichas mujeres con sus nuevas parejas, puede calcular-
verdad. Ahora sé que no va a ser sólo un sueño, porque hoy si te se el efecto psicológico que puede ocasionar ~1 que se secues-
encontré». (Bustamante, loe. cit.,). Rosa María Rivas también tre temporalmente al nuevo compañero de vtda de alguna de
sueña a su hermano Raúl: «Hay veces que lo sueño. Lo abrazo. ellas, y que entre los interrogadores se encu~ntre uno que se
Siento su olor, su aliento. iEs tan real!» (RMR/F, 7/97). identifica como el desaparecido cónyuge de esta. . , .
Y así como en el epígrafe anterior esbozamos una distin- Pero no se necesita de operativos de guerra pstcologtca,
ción de etnia y clase en cuanto a cómo se vive la desaparición, para que la culpabilidad se convierta en las cónyu~~s de'tlesapa-
aquí intentaremos hacer lo mismo con relación al género. La recidos en una carga abrumadora. «Esto sucedto muchas ve-
desaparición del cónyuge no la vive de igual manera la mujer ces, recuerda Nineth Montenegro, con mujeres que participa-
que el hombre. En el caso de la mujer, la presión social con ban en el GAM. Habían reconstruido su vida pero lo ocultaban
respecto a la lealtad o fidelidad al desaparecido es mucho ma- y no era sino hasta que aparecían embarazadas que nos dába-

187
186
Los FAMILIARES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

mos cuenta lo que había pasado. Tenían miedo de presentar fueron naciendo hijos, las casas de seguridad se fueron po-
su nueva pareja, de decir que ya tenían otro compañero.>> (NMF, blando de chiquillos crecidos en la conspiratividad. La mayo-
7/97). La sanción social, para lo cual no se necesita la ría de ellos sobrevivieron, «Otros, los menos por fortuna, se
maquiavélica acción del Estado que busca desprestigiar la lu- perdieron para siempre en la vorágine de la guerra» (Paye~as,
cha por los desaparecidos, agobia a muchas de estas mujeres. 1987, p. 46). Cuando ejército y policías lograban capturarvtvos
En realidad dicha sanción social empieza por la familia, espe- a los habitantes de una de las casas de seguridad, hombres Y
cialmente por la familia política, «Usted ya se olvidó de mi hijo, mujeres, adultos y niños, eran tragados por la enorme~osc~ra
porque como ahora ya tierie otro marido)); la censura continúa boca de la contrainsurgencia. No son escasos los testtmontos
en el trabajo, en la red de amigos y parentesco extenso. Nueva- acerca de mujeres desaparecidas viviendo con alguno de sus
mente parecieran haber diferencias entre las comunidades in- hijos en una cárcel clandestina7• lQue habrá sido d.e ellos?
dígenas y las ladinas con respecto a este asunto: «En la pobla- lHabrán compartido la suerte de sus padr,es y se hu.n~teron en
ción maya a la mujer no se le recrimina el hecho de reiniciar su la oscuridad de la incertidumbre? lHabran sobrevtvtdo Yfue-
vida, la apoyan, la estimulan, consultan en la comunidad y el ron dados en adopción? ¿Habrán ido a parar a algunas de esas
consejo de ancianos». (ibid.,). casas cuna en donde se mantienen a infantes mientras se les
En buena parte de las ocasiones las mujeres logran re- vende?
construir su vida, y pueden hacerlo con un equilibrio emocio- Los hijos de los desaparecidos que no corrieron la mi~"!a
nal aceptable. En otros casos, la censura social que genera suerte que sus padres, también muestran efectos ~ue qUizas
culpabilidad, y la ambigüedad de la pérdida del ser amado en se mantengan durante toda su vida. Estos dependen de lama-
el caso de la desaparición forzada, eventualmente desestabiliza nera en que la familia haya tratado el problema. Ha~ que. recor-
emocionalmente a algunas de las mujeres que buscan rehacer dar que los sentimientos familiares son contradtctonos. ~s
su vida. He aquí que de repente son concientes de que tienen posible encontrar angustia, rabia, dolor, culpa, temor, resenti-
un nuevo compañero, que han tenido hijos con él, que su vida miento. El resentimiento hacia el desaparecido por haber P~~­
es distinta a la que tenían y sienten una sensación de extraña- vocado a la familia una situación terrible, puede ser transmiti-
miento con respecto a esa realidad: «¿Que hago yo con este do a los hijos de la víctima. Finalmente si no se tiene al ~adre 0
hombre si mi esposo es Joaquín?. ¿Que pensaría él si supiera a la madre es porque «SU irresponsabilida~ lo o 1~ llevo a una
que yo vivo ya con otro hombre?» El espectro de la vida pasada situación en la que dejó huérfanos a sus hiJOS». ,St es~e res~~­
sigue gravitando en la vida cotidiana. Solamente hay un reme- timiento es combinado con una antipatía de caracter ldeologt-
dio, olvidar, tratar de no recordar que pasó lo que pasó, y si se co hacia la víctima los hijos de ésta pueden crecer emponzo-
tiene éxito en ello, entonces se podrá pasar un tiempo feliz, ñados por las versi~nes de la familia. «Los d~s hijos d~l primer
asumiéndose en su nueva vida, dándose permiso para ser feliz matrimonio de Raúl, menciona doña Manna Rodnguez de
de nueva cuenta. Hasta que viene un hecho, una imagen, una Rivas, tuvieron la desgracia de quedar h~é~~anos de. madre tres
palabra, una canción, una película, cualquier cosa que le re- años después de haber desapareci~o mt htJO. Se cnaro?, con la
cuerda que hace años había un hombre al que ella amó y que no abuela materna que es eme/enista , entonc~s les mebo ~anta
está vivo, pero tampoco se sabe con certeza que está muerto ... cosa en la cabeza a mis nietos que ellos, Dtos guarde, n1 nos
Algunos de los hijos de los desaparecidos fueron desapa-
recidos también. Conforme el tiempo fue pasando y en el mun- 7 Uno de ellos puede encontrarse en Paye~s, _1987, P· 8~. . .
aMiembro del partido ultraderechista Movtmlento de L1berac1ón Nac10nal.
do de la clandestinidad se fueron formando parejas y de ellas

189
188
Los FAMILIARES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

visitaban. Hasta hace algún tiempo que medio han llegado a de paz que no sirven de mucho.» La otra hija tiene una per-
vernos, pero no nos frecuentamos mucho».(MRR/F, 7/97). cepción diametralmente opuesta del sacrificio de su padre: «Ese
Buena parte de los hijos de los desaparecidos, perdieron día, cuando se firmó la paz, me emocioné mucho. Pensé que el
a su padre o a su madre cuando eran muy pequeños. No los sacrificio de mi papá por lo menos había fructificado en algo,
conocieron, y la única referencia que tienen·de ellos es la que que en algo había avanzado Guatemala y que en ese algo, al
los familiares sobrevivientes les dan. Así, la idea que tienen es menos un poquito se le debía a mi papá,>. .
la que éstos les han inculcado. Pero aún en que la madre, el La percepción de el o la ausente, depende de las ortenta-
padre, los abuelos, según sea el caso, han tratado de proyectar ciones valorativas que hayan introyectado los hijos. La ideolo-
una imagen positiva, en ocasiones los niños después converti- gía juega un papel decisivo en la reconstrucción de la imagen
dos en adolescentes resienten el «abandono» de que fueron paterna o materna, y no es una gran novedad decir que en mu-
objeto por el o la desaparecida. «Hoy la mayoría de los niños chas ocasiones en la conformación de la ideología influyen las
que fueron víctimas de la desaparición de sus padres, asevera afectividades, los odios, amores y resentimientos. De todo ello
Nineth Montenegro, son adolescentes, que han creado dife- depende que el hijo o hija deploren el sac~i~icio del padre ~ ..de
rentes formas de reacción. En algunos casos no quieren saber la madre, que lo vean como algo que fue inuttl o algo que vaho la
absolutamente nada de sus padres, pues sienten que ellos fue- pena, que se sientan avergonzados de ellos o que por el contra-
ron injustos al pensar primero en otras personas y no en ellos, rio, recuerden con orgullo su generosidad y su entrega a los
sienten que no pensaron en el amor a la familia, sino pusieron ideales. En una sociedad como la guatemalteca, en la que la
en primer término sus ideales y no su responsabilidad como introyección de la cultura del terror es algo tan difundido, no
padres. Otros viven en la duda con respecto a quiénes fueron sería extraño que la primera de las actitudes fuera la ~u~ pr~­
sus. papás, si realmente los amaron. Otros más llegan a odiar dominara. Pero ésto último, se establece como una htpotests
realmente a sus papás o por lo menos piensan que no merecen para otra investigación.
respeto. Esto es muy doloroso». (NM/F, 7/97).
Cada uno de los hijos de los desaparecidos procesa de
manera diferente la desaparición de su padre o de su madre, Inapagable esperanza
aún viviendo en el mismo hogar y con los mismos familiares. El duelo no es más que el proceso de acostumbra~i~nto a la
Dos hijas de un militante comunista de toda la vida, evalúan el nueva situación que se abre paso después de una perdtda. l~or
sacrificio de su padre, desaparecido en 1981, en la mullida sala Ca ruso en su clásico La Separación de los Amantes, ha escnto
de una casa de clase media acomodada. Ambas recuerdan sus que «Una de las experiencias más dolorosa.s ~~ra el hombre
sentimientos el día que se firmó la paz en Guatemala, en di- -quizás la más dolorosa- es la separación deftntttva de aquellos
ciembre de 1996. La primera de ellas le dice al autor de éste a quienes ama.» ( 1987, p. S). El duelo ~nzoroso, el que se pro-
trabajo: «El día que se firmó la paz en Guatemala, recuerdo duce cuando una pareja amorosa termtna, no. es otr,a cosa que
haber sentido una rabia tremenda. A mi papá lo desaparecie- el proceso de resignación que tiene que asumtr aq~e~ o aquella
ron cuando nosotros estabamos todavía muy jóvenes. iCuantas que deja de ser amado por el sencillo pero catastroftco hecho,
veces he extrañado a mi papá!, icuántas veces lo he necesitado! de haber muerto en la conciencia del ser amado (p. 13). Es la
Me duele mucho pensar en cuánto pude haber aprendido de él propia muerte en la conciencia de aquél o a~uella que nos amó,
y cuánto de él me perdí. Cuanto sacrificio de tanta gente, entre lo que lloramos en semejantes trances. Obten .cuando el amor
ellas mi papá, para que todo haya terminado en esos acuerdos ha terminado en ambos miembros de la pareJa, es la muerte

191
190
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE Los FAMILIARES

recíproca en la conciencia de cada uno de ellos lo que hace la negación de la muerte ... Quería que aparecieras, aunque fuera
vivir el duelo. En el caso de la muerte física lloramos la partida muerto, pero la vida no me concedió ese deseo». (Bustamante,
definitiva del que murió, el nunca más volverlo a ver en toda la loe. cit., )
eternidad. O si es el caso de alguien que cree en la inmortali- El duelo en éstos casos se convierte en una suerte de tor-
dad del alma, por lo menos dejarlo de ver en esta vida, que no mento de Sísifo. Cuando la angustia, la rabia, la desesperación
es poca cosa. y el dolor han pasado, entra la resignación. «Lo más seguro es
Pero tanto en el duelo amoroso como en el duelo por la que esté muerto, no pudo haber durado tanto tiempo, no pudo
muerte física, la realidad se impone contundentemente. Del haber aguantado tanto tiempo las torturas y el maltrato. No
ser amado que nos dejó de amar y se fue, al rato nos llegan puede ser que haya pasado tanto tiempo sin comunicarse, él/
noticias de que vive feliz y enamorado con otra persona. Acaso ella que nos amaba tanto y se preocupaba tanto por nosotros».
podamos verlo otra vez, y en el mejor de los casos nos saludará Ha llegado el momento entonces de pensar que el ser querido
afectuosamente pero sin ningún erotismo. Comprobaremos forma parte de un pasado que nunca volverá. lPero Y si está
que vive, pero que aquél o aquella que nos amó ya no existe, vivo? ¿y si lo que sucede es que simplemente el ejército no lo
· y que la persona que tenemos enfrente es un ser distinto a deja comunicarse con nosotros? El familiar oye de rumores
aquél que evocamos. Empezamos a estar listos para recomen- acerca de algún desaparecido que ha sido visto vivo en al~na
zar nuestras vidas, y amar nuevamente. Cuándo perdemos a de las calles o campos del país. Oye de casos de desaparect'tl~s
alguién porque murió, nos sucede un proceso similar. Lo ve- que luego han sido vistos trabajando en alguna dependencta
mos en el ataúd, con el rostro desencajado y la palidez del gobierno, muchos años después de que se le daba por
cadavérica que acompaña a todo aquél que ha perdido la vida. muerto. lNo será éste el caso de nuestro ser amado? lNo esta-
Lo acompañamos y lloramos una última noche y luego, lo en- ré precipitándome en darlo por muerto y querer volver a amar
terramos. Al día siguiente comenzará el primer día del resto y reconstruir mi vida? El ciclo del duelo comienza de nueva
de nuestras vidas. Y con éste, el camino de la resurrección a cuenta, la resignación se convierte en incertidumbre, Y.~ la
través del olvido, que nunca será total pero que será mayor convalescencia emocional le sucede la tristeza y la depreston.
cada día que pase. . En otras ocasiones, el efecto es tan devastador que el fa-
El duelo por un ser querido desaparecido es distinto de miliar ya no soporta la vida. La desaparición es asumida ~omo
acuerdo al testimonio de todos aquellos que han atravesado una pérdida definitiva. Pero la fragilidad interna del dohente
por tan infausta experiencia. «A diferencia de la certidumbre es tal que busca en el suicidio el fin de sus sufrimi~ntos: «Este
que presentan los familiares que entierran a un ser querido que fue el caso del esposo de Irma Marilú Hich,os. El estaba en
ha sido ejecutado, el familiar del desaparecido vive la incerti- México cuando la desaparecieron y se entero. Vino a v~r que
dumbre pues no entierran el cuerpo del ser amado. El familiar sucedía. Al cabo de un tiempo se fue a los Estados Untdos Y
de aquél que ha muerto de muerte natural o que ha sido asesi- después se suicidó». (NM/F, 7/97).
nado, elabora su duelo a partir de que ve el enterramiento de A veces los familiares alimentan sus esperanzas con ver-
su ser querido. Nosotros los familiares de los desapareci- siones poco creíbles de amigos, vecinos o conocidos que. afir-
dos siempre estamos elaborando historias, creyendo lo que nos man haber visto al desaparecido. Algunas de estas vers10nes
dicen, que de repente está vivo o viva.» (NM/F, 7/97). María son de buena fe, alimentadas de la común esperanza en que el
Elena Bustamante expresa lo mismo en su testimonio: «Thvi- desapa,~ecido esté con vida. Se nutren del deseo de volver a
mos una infancia difícil que, años más tarde, fue marcada por verlo, y ese deseo hace confundir al desaparecido con alguien

192 193
Los FAMILIARES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

de similar apariencia física que se ha visto caminando por allí. que se habían ido a la montaña como guerrilleros, o que se
Otras están llenas de ponzoña: «Dicen que vieron a tu herma- habían ido a trabajar a Estados Unidos». (EG/F, 7/97). .
no en una manifestación en la calle, estaba drogado y andaba Las noticias acerca de que el desaparecido o desaparea-
reconociendo gente para denunciarla». Otras pueden ser in- da pueden estar vivos acaso sean inverosímiles, pero dejan
genuas y sustentadas por malos entendidos, y otras pueden abierto el camino a la incertidumbre. Esa incertidumbre, la
ser inducidas por la inteligencia contrainsurgente a efecto de inapagable esperanza, en ocasiones pueden llegar a ocasionar
propiciar la desmoralización: «Señora, la otra vez que yo esta- alucinaciones. Recuerda Nineth Montenegro: «Hubo el caso
ba trabajando en El Petén se me acercó un hombre que iba con de una compañera del GAM, que todos los sábados cuando
uniforme y acompañado de unos kaibiles. Me preguntó si yo la nos reuníamos, nos contaba que había visto a su hijo que a lo
conocía a usted, me dijo su nombre y el de sus hijos, me pre- lejos desde el barranco de los guacamayos la saludaba Y le pe-
guntó cómo estaban. Era un señor medio gordo, moreno, con día ayuda. Tanto insistió la señora que se pensó que podría
el pelo peinado así y asá, tenía bigote y un lunar aquí en la haber una cárcel clandestina por allí; se investigó Yse llegó a la
cara». Las versiones también pueden estar permeadas de sen- conclusión de que la señora estaba teniendo alucinaciones, lle-
timientos de simpatía al régimen que está desapareciendo a gando a creer que su hijo estaba en ese lugar. Es tan~o lo que te
sus adversarios: «Tanta bulla que están metiendo por fulano afecta la desaparición que empiezas a crear tu propto mundo Y
de tal, si está vivo, lo que pasa es que se fue a la montaña con a enloquecer>>. (NM/F, 7/97). ·
los guerrilleros», «si lo que pasa es que se fue a los Estados La madre de una muchacha desaparecida le cuenta ~1
Unidos», «Si lo que pasa es que se fue con otra mujer y se hizo autor que un tiempo después de la desgracia familiar, su mar~­
el desaparecido». do se puso a beber y la abandonó. Estaba totalmente alcohob-
Doña Emilia García recuerda cómo en la entrevista que zado pero seguía trabajando: «Una vez que andaba buscando
tuvieron con el jefe de estado general Mejía Víctores, para tra- trabajo como albañil, vió que unos muchachos lo llamaba~ Y
tar el caso de su hijo desaparecido, el referido militar hizo és- , . a ver que quenan
cuando eltba , se escond'an1 •
A los pocos dtas
tas insinuaciones. La situación no cambió cuando se pasó del estaba bebiendo en una cantina cuando un hombre se le acer-
gobierno militar al gobierno civil: «Cuando Vinicio Cerezo era có y lo invitó a una cerveza. Le preguntó por su no~bre Y a!
candidato a la presidencia, nosotros los del GAM tuvimos en- responder mi esposo, el hombre a su vez se present~, co~o.~
trevistas con él que nos parecieron muy positivas. Nos prome- esposo de mi hija desaparecida. Al ratito se aparecto mt htja
tió que si él llegaba a la presidencia, lucharía por los desapa- con un niño en los brazos y le preguntó por nosotros, que co~o
recidos y en tres meses nos daría resultados. Las primeras '
estabamos .. que no se preocupara que ella
y le dtJO . estaba. bten,
audiencias que tuvimos con él siendo ya presidente de la repú- . . d tal lugar pero que ya se tban a tr de alh.
que estab a vtvten o en , d' h
blica, fueron muy cordiales, nos trató muy bien. Nos dijo que Meses después fuimos al lugar que nos habta tc ~Y encon-
le preguntamos a un vectno
. _ el cual
se iba a crear una comisión que se encargaría de la aclaración t ramos una casa abandonada,
de la situación de los desaparecidos. Con el tiempo, las prome- .· que st,' qu e allt' vt"Vt'a una familia con unos ntnos
nos d IJO , .y que
sas no se cumplieron, las reuniones con él se hicieron más la señora se llamaba fulana de tal pero que ya se habtan tdo».
cortas y el ambiente de las mismas cambió. Todo terminó en Es perfectamente posible que la hij.a de la persona que
que nosotras lo atacábamos y él no se quedaba callado, nos nos da su testimonio hubiese salvado la vtda como alguna vez
dijo que éramos unas masoquistas, que nuestros esposos o hijos ha sucedido y lo hemos mencionado en el capítulo anterior. El
ya no iban a aparecer, que se habían ido con otras mujeres, o problema que se tiene con esta versión es que está asentada en

195
194
LOS FAMILIARES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁS EN SINCCNA PARTE

el testimonio de su marido, un hombre afectado por la desapa- poderle hacer una misa en su aniversario» (MRR/F, 7/97) · En
rición de su hija y que llevaba varios meses de estar alcoholiza- un boletín del GAM, recibido por el autor a través del correo
do en el momento en que afirma haberla visto. Aquél que oye electrónico cuando todavía escribía este trabajo, puede encon-
esta historia no puede saber si ésta sucedió en realidad o si trarse una carta escrita por doña Marina y su esposo Y ?ir!gida
solamente se trata de un delirio alcohólico combinado con una a Christian Tomouschat, de la Comisión de Esclarectmten!o
depresión muy grande. Histórico: «Con todo respeto y agradecimiento, por el trabaJO
Buena parte de los familiares de los desaparecidos, per- que ha realizado usted en este tiempo, nos dirigimos a ust~d
dieron toda esperanza de volver a ver a sus familiares, en el para recordarle que el 6 de junio del presente año, nuestro htjO
momento en que se firmó el acuerdo de paz en Guatemala. está cumpliendo 1S años de su desaparición forzada. N~ per-
Tenían la esperanza de que la hija, el hijo, el esposo o el her- demos la fé y la esperanz-a, que muy pronto tendremos tnfor-
mano, hubiesen estado todos estos años en la montaña con la mación sobre su paradero» (GAM, 6/1998) ·
guerrilla. A lo mejor un buen día, aparecerían con todos los
desmovilizados. Cuando pasaron los meses y ello no sucedió,
empezaron a dar por muerto a su familiar. Otros llegaron a esa Conclusión
misma conclusión dos o tres años antes, cuando empezaron a El drama de la desaparición forzada no ha terminado aún. Ci~r­
llegar los antropólogos forenses de la Argentina y de Estadcs tamente los niveles del terror bajaron notablemente en los ul-
Unidos, y ju~to a sus colegas guatemaltecos empezaron a ha- timas tiempos, y la firma de los acuerdos de paz ha abi~r.to un
cer excavaciones en los cementerios clandestinos. Pero noto- camino para construir un país en el cual la violencia pohttca se
dos sintieron lo mismo. Doña Jacoba Siam me dice: «Yo creo vaya apagando. Pero las secuelas de más de tres ?~cadas de
que mi hija sigue viva. Yo he sabido que hay gente que no está terror individual y masivo, de ejecuciones y desapanctones for-
de acuerdo con la paz por la forma en que se firmó y lo que se zadas continuarán durante mucho tiempo. d
consiguió, y que hay algunos que siguen enmontañados. Mi En este capítulo hemos visto cómo las expectativas e 10 ~
hija puede estar con ellos». QS!F, 7/97). familiares de los desaparecidos van bajando conforme pasa e
Son pocos los que piensan como doña jacoba, pero aún .
tiempo. De la esperanza de encontrar vtvo · a 1 ser .amado en
los que no lo hacen tienen ahora otras esperanzas, las de recu- el transcurso de unos días, se pasa al encontrarlo VIVO a p~sar
perar los restos del ser amado. «Me llevó mucho tiempo acep- ·
del maltrato físico de la tortura y del largo ttempo e n cauttve-
.
tar que mi hijo está muerto, dice doña Emilia García, pero ahora rio. De ese estadio el familiar transita al de encontrarlo VIVO
ya sé que lo está. Nadie puede aguantar trece años de tortura y después de la terminación del conflicto para lu~go rotas esas
encierro. Pero tengo la esperanza de encontrar sus restos, para esperanzas al de al menos rescatar sus re S tos · St esto no fuera
mí sería un consuelo enterrarlo en un cementerio, llevarle flo- '
posible, queda la esperanza de que se cas t'tgue a los responsa-
.,
res, hacerle una su misa. Pero si no aparecen los restos, yo bles del crimen, o al menos saber la verdad de lo que s~cedto.
quisiera saber la verdad de lo que sucedió». (EG/F, 7/97). Fue difícil, si no imposible, que las primeras expectattv~s se
Doña Marina Rodríguez de Rivas tiene expectativas to- hicieran realidad y será difícil también, que en la mayona de
davía más bajas: «Ya estoy convencida que Raúl está muerto. los casos, las segundas se materialicen. _
Perdí las esperanzas de encontrarlo vivo después de que se La desaparición forzada ha dejado -~na secu~la de ?ano
firmó la paz. No creo que sea posible encontrar los restos de moral a madres, cónyuges, hermanos e hiJOS, que solo el ttem-
mi hijo, lo único que quiero saber es el día en que murió para po y una investigación sistemática podrá desentrañar en toda

196 197
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

su magnitud. Por el momento sólo tenemos noticias de sus


efectos en los términos en que han sido tratados en las páginas
anteriores. Podríamos agregar que en buena parte de las fami-
lias de desaparecidos existen síntomas de depresión, estados
de ánimo variables de la euforia a la tristeza profunda, insom-
nio, alterabilidad nerviosa, resentimiento social y un duelo
inacabado. «En Guatemala una parte de la sociedad vive una
especie de neurosis colectiva, afirma Nineth Montenegro, vi-
vimos en una sociedad enferma por la guerra, de enfrentamien-
to, de división. Por la dificultad que ha existido para poder ha-
blar temas reprimidos durante muchos años, hay una carga
histórica muy dolorosa que se manifiesta en muchas formas:
agresividad, apatía por saber que es lo que está sucediendo a EPÍLOGO
tu alrededor, y evadirte de la forma que sea para olvidar)). (NM/
F, 7/97).
No cabe duda que la agenda de la reconstrucción del país,
tendrá que contemplar todos estos daños intangibles,
incomensurables, pero no por ello menos verdaderos.

198
EPíLOGO

Al igual que Luis Cardoza y Aragón y Guillermo Thriello Ga-


rrido (Toriello, 1955) lo habían hecho desde México, otra de
las personalidades destacadas del decenio revolucionario, Ma-
nuel Galich, escribió desde su exilio en la Argentina un libro.
En éste se hacía un balance de lo acontecido en la década revo-
lucionaria y de las causas de la intervención estadounidense
en los hechos de 1954. Haciendo un recuento de las calamida-
des por las cuales había atravesado Guatemala en los 107 años
anteriores a 1954, en Por Qué Lucha Guatenza/a, Galich in-
cluía en aquellas todos los hechos de violencia que el país ha-
bía presenciado. Incluía en éstos a las tres revoluciones que
habían sucedido: la de 1871 cuando el régimen conservador ha-
bía sido derrotado por las fuerzas liberales; la de 1920 cuando
el dictador Manuel Estrada Cabrera había sido derrocado y la
de 1944, cuando un movimiento revolucionario había puesto
fin a la dictadura ubiquista y a su sucesor, Ponce Vaides. Pero
la violencia en esos tres hechos, que permitía ubicarlos entre
las calamidades que reseñaba, al menos habían permitido que
«el pueblo fuera actor» (Galich, 1994, p. 23).
Otros hechos violentos no habían aportado tal dividendo:
16 alzamientos armados, 2 cuartelazos, 3 golpes de estado, más
de 100 conatos subversivos (la mitad de ellos contra los go-
biernos de la década revolucionaria), y finalmente una agre-
sión extranjera, la de 1954. Con ánimo denunciante escribió:
«En cuanto al número de asesinados por las tiranías y al de
feroces represiones, no hay aritmética suficiente para contar-
los». (ibid.,).
Quizás nunca imaginó Galich cuando escribió éstas lí-
neas en 1954, que la historia de su patria haría todavía más
insuficiente la aritmética de la que hablaba. Casi media centu-
ria después, cuando el siglo XX está terminando, se ha llegado
a las cifras convencionales que se han mencionado al principio
de éste trabajo. La aritmética ha sido insuficiente una vez más:

201
LOS QUE SIEMPRE ES'rARÁN EN NINGUNA PARTE EP(LOGO

las cifras del holocausto son tan grandes, que como suele su- han sido condensadas en el famoso aforismo de «El fin justifi-
ceder en estos casos la contabilidad estricta le cede el paso a la ca los medios». No fue el único que a partir de ese momento lo
estimación calculada. En todo caso, en lo que pudiera ser un hizo: Hegel, Marx, Weber, Croce, Pareto, de diversa manera
acuerdo general, podría decirse que la cauda de la violencia separaron la lógica de la moral, de la lógica de la política. Pero
observada en los últimos 44 años es inmensamente mayor que todos ellos, al hacerlo consideraron que solamente era posible
la que Galich estimaba en los 107 inmediatamente anteriores hacerlo, si el fin que se buscaba al transgredir la moral era
a cuando él escribía su libro. legítimo. Aún Maquiavelo, expresó que esto era posible hacer-
Hoy, cuando la violencia política ha amainado, cuando los lo si el propósito eran «las grandes cosas», «la salud de lapa-
acuerdos de paz inauguran una nueva etapa en la vida de Gua- tria» (Bobbio en Fernández, 1996, p. 175). Desde esta pers-
temala, las diversas organizaciones de derechos humanos se pectiva, el fundador del Estado ruso, lván El Thrrible tendría
plantean lo que podría ser el resarcimiento para los familiares justificación al exterminar físicamente a los jefes de familias
de aquellos que fueron asesinados o desaparecidos durante los aristocráticas que se oponían a su proyecto nacional y centrali-
largos años del conflicto interno. Si la sociedad civil pudiese zador (ibid., p. 172). O bien el conde Vlad Drácula oue persi-
hacerle un juicio al Estado por lo sucedido en todo este tiem- guió el mismo objetivo para Rumanía, tuvo un fin legítimo al
po, fácil es pensar cual sería el veredicto: culpable. Culpable mandar a empalar a sus enemigos, creándose entre otros he-
de haber roto aún la propia legalidad la cual tenía que preser- chos una fama negra que le valió ser el inspirador del persona-
var aunque los ciudadanos que se le rebelaban la hubiesen in- je vampiresco que el cine ha vuelto tan conocido.
fringido, culpable por tanto de haber actuado delincuencial- Independientemente de que buena parte de los planifi-
mente, de haber conspirado criminalmente contra aquel sec- cadores y ejecutores del terrorismo de estado en Guatemala,
tor de la ciudadanía que se le había rebelado. Culpable de ha- podrían dejar perplejo al mismo conde Drácula, lo que habría
ber actuado de tal manera que el rol que supuestamente tenía que ver es si actuaron de acuerdo al precepto establecido por
que cumplir como Estado -la protección de sus ciudadanos o Maquiavelo en alguna de sus obras: «C.uando hay que resolver
el castigo de acuerdo a la ley de aquellos que se consideraran acerca de la salvación de la patria, no cabe detenerse en consi-
infract?res a la misma-, fue completamente desvirtuado al ejer- deraciones de justicia o de injusticia, de humanidad o de cruel-
cer la 1nmensa mayoría de las más deleznables violaciones a dad, de gloria o de ignominia. Ante todo y sobre todo, lo indis-
los derechos humanos. pensable es salvar su existencia y su libertad». (ibid., p. 169).
El que en esta investigación partamos del criterio de que Una pregunta inicial habría que hacerse: lHabrá algún fin tan
la violencia debe ser analizada objetivamente, es decir como legítimo que justifique el genocidio? Aun cuando dicha pre-
resultado de determinadas formas de relaciones sociales ob- gunta tuviese una discutible respuesta afirmativa, la interro-
servables en una sociedad, no implica que eludamos el proble- gante con relación a Guatemala sería si todos aquellos ·que
ma de la eticidad o de la moral con relación a la violencia en mandaron a asesinar, o desaparecieron a miles y miles de sus
general , y para el caso que nos interesa, con relación a la vio- compatriotas lo hicieron persiguiendo un fin legítimo. Obje-
lencia del Estado. Hemos mencionado ya en el capítulo prime- tivamente, ¿fue la salvación de la patria lo que los obligó ama-
ro que al asumir la violencia como algo muy vinculado a la po- tar y desaparecer a cientos de miles de personas? Un analista
lítica, Maquiavelo solamente postuló lo que de hecho existía con una visión relativista podría responder que acaso así lo cre-
como una realidad. En realidad Maquiavelo fue satanizado por- yeron los que en nombre del anticomunismo, cometieron los
que desvinculó la moral de la política, al expresar opiniones que crímenes más inauditos.

202 203
Los QUE SIE!'ttPRE ESTARÁN ES NINGUNA PARTE EP(LOGO

Sin embargo, pareciera haber un consenso en que desde letzct·a que han Causado Sufrimientos a la Población .Guate-
1954 lo defendido por los propugnadores y ejecutores del te- rnalteca. Tal punto reza así: «Los trabajos, recomendaciones e
rrorismo de estado en Guatemala, fue un sistema que tuvo en informe de la comisión no individualizarán responsabilidades,
la dictadura militar el instrumento para reproducir ampliadamente ni tendrán propósitos o efectos judiciales». (Reconciliación,
una estructura de privilegios, racismo y exclusión social. Cual- 1997, p. 152).
quiera que examine la historia de Guatemala en el último me- De acuerdo con lo anterior, el esclarecimiento de la ver-
dio siglo, tendrá dificultades para ver en estos fines algo sus- dad será parcial o de carácter general puesto que no se podrán
tentado en la legitimidad. Así pues, aún desde la perspectiva individualizar responsabilidades, esto es sindicar expresamente
maquiavélica, lo que hicieron gobernantes, jefes militares y autores intelectuales y materiales. En la medida en que no se
policiacos, empresarios, dirigentes políticos y todo aquél que individualizarán responsabilidades, el asunto del castigo tam-
se involucró en las acciones de terror represivo, fue algo inmo- bién queda como interrogante si no es que descartado. Si algo
ral desde cualquier punto de vista. es posible hacer en función del castigo, tendrá que hacerse a
Por ello es que si el juicio del que hablábamos fuera posi- través de un proceso judicial de carácter individual a·partir de
ble, el Estado sería encontrado culpable. Pero el Estado no exis- casos concretos. Y la fortuna de tales procesos en las actuales
te en abstracto, se materializa en las diversas instituciones que condiciones es incierta. La frustración de los familiares de los
lo constituyen, y en los seres humanos que a su vez integran a desaparecidos ante ésta situación se refleja en el testimonio de
éstas últimas. Por ello un juicio y un veredicto tendrían que 1\llaría Elena Bustamante: « ••• siento como si te hubieran de-
referirse a los gobernantes y en general a funcionarios itnpli- saparecido hoy, me niego a aceptar que por la aprobación de la
cados en las acciones de terrorismo de estado, a todos aquellos Ley de Reconciliación no pueda reclamar el esclarecimiento
que tuvieron en sus manos los aparatos represivos y tatnbién de tu desaparición. Estoy atada de manos frente al sistema ju-
aquellos que tomaron las decisiones criminales respectivas. dicial. .. » (Bustamante, loe. cit.,). . . . ,
Sería laborioso, pero relativamente fácil hacer un listado de El acuerdo sobre el esclarecimiento histórico ong1no
estas personas, de las cuales podría presumirse participación mucho descontento entre las organizaci~nes de derechos hu-
en los crímenes de estado en los últimos 44 años. En el proce- manos en Guatemala. No es éste el lugar para hacer un balan-
so judicial que estamos imaginando, los pasos a seguir serían ce de todos y cada uno de los acuerdos que condujeron a ~a
los que hoy demandan en Guatemala las diversas organizacio- firma del acuerdo final para una paz firme y duradera en dt-
nes de los derechos humanos: la búsqueda y establecimiento ciembre de 1996. Baste decir que los mismos expresan en lo
de la verdad con respecto a los hechores intelectuales y mate- sustancial, lo que se pudo haber logrado en función d~ la co-
riales, el castigo correspondiente a los mismos y el resarci- rrelación de fuerzas existente entre las partes en confhcto.
miento moral y económico a los familiares de las víctimas. Con respecto a los ejecutados extrajudicialmente, el
Pero este proceso judicial no es posible. Las amnistías acuerdo sobre el esclarecimiento histórico posibilita el que se
declaradas a lo largo de todos estos años lo impiden. El mismo conozca la verdad de las circunstancias en las cuales ellos fue-
acuerdo de paz referente a la verdad histórica no es precisa- ron asesinados, pero no se podrán individualizar responsabi-
mente el camino para lograrlo, tal cual lo estipula el punto 111 lidades. Con respecto a los desaparecidos, la situación será toda-
del epígrafe de funcionamiento del Acuerdo Sobre el Estable- vía más compleja. En el caso de que los familiares finalmente
cimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de asumieran formalmente que sus desaparecidos ya se encuen-
las Vi·olaciones a los Derechos Humanos y los Hechos de Vio- tran muertos (vimos ya que ésto no sería fácil en todos los ca-

204 zos
EPILOGO
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PAM1'E

sos), tendrían que empezar por desistir de la demanda del cas- Los centros urbanos, principalmente la capital del país,
tigo para hacer énfasis en la aparición de los restos. El proble- resienten a fin de siglo los efectos sociales de la «décadá per-
ma estriba en que pueda darse respuesta a las siguientes dida», unidos a los que generó la guerra entre el Estado y la
interrogantes: lA quién preguntarle dónde se encuentran és- insurgencia. Entre éstos efectos se encuentran la proliferación
tos restos? lAdónde dirigirse para que éstos sean devueltos? de las maras, las numerosas bandas de jóvenes urbanos que
lQuiénes se atreverían a indicar que los restos de un/a desa- en determinados lugares son un azote para los ciudadanos hon-
parecido/a se encuentran enterrados en tal lugar? «Si los res- rados. Los centros de detención reciben a cientos y cientos de
tos de nuestros familiares aparecieran, afirma Nineth delincuentes que actúan en las calles y que de esa manera re-
Montenegro, las cosas cambiarían muchísimo. En primer lu- suelven su subsistencia. Por lo que se puede leer en la prensa
gar porque al fin tendríamos aunque fueran los huesos del ser guatemalteca de fin de siglo, se puede concluir que el aparato
amado, tendríamos oportunidad de enterrarlos y cerrar un capí- de seguridad pública y el sistema judicial están siendo rebasa-
tulo de nuestras vidas. En segundo lugar, las que fuimos dos por este problema: corrupción en el seno de éstas dos ins-
esposas podríamos sentirnos viudas e incluso reconstruir nues- tancias, lentitud en los procesos judiciales, insuficiencia de la
tras vidas sin sentirnos culpables. Todos los familiares saldría- infraestructura carcelaria.
mos al fin de nuestras dudas» (NM/F, 7/98). Después de exa- El crimen callejero y de poca monta coexiste con el orga-
minar las circunstancias en que se firmó la paz en Guatemala, nizado y de gran envergadura. Los secuestros continúan suce-
y asimismo examinando el contenido del acuerdo mencionado diendo, pero el objetivo de éstos ya no es la búsqueda del dato,
líneas atrás, el analista no puede dejar de preguntarse: ¿sal- la eliminación o la intimidación. Thmpoco es el secuestro en la
drán algún día de sus atormentadoras dudas los familiares de actualidad un programa gubernamental de carácter represivo.
los desaparecidos? Se trata de acciones de particulares -muchos de ellos antaño
Mientras tanto, la sociedad guatemalteca de fin de siglo, vinculados a los aparatos represivos- que tienen como fin pri-
sigue la dinámica impuesta por el resultado final del confllcto. mordial el lucro. Si antes, como ya lo vimos, las víctimas eran
La confrontación violenta de las últimas cuatro décadas tuvo mayoritariamente provenientes de los sectores populares, ac-
como saldo el fin de las dictaduras militares y su sustitución tualmente los que sufren las consecuencias morales y mate-
por gobiernos civiles que se plantean ser encarnación de la riales de tales hechos, son familias de clase media acomodada
democracia representativa. Pero otra de las causas del conflic- o francamente de altos ingresos.
to, como es la cuestión de las abismales diferencias sociales, El impacto que provocan estos hechos en la opinión pú-
no sólo no se resolvió sino se incrementó en todos estos años blica, la difusión en la prensa que los mismos tienen, son nota-
de conflicto. Si antes la violencia política era un tema de con- bles. El lector de los periódicos, o la audiencia de los noticieros
versación entre los guatemaltecos de campos y ciudades, hoy televisivos, puede constatar el drama humano que implica~ los
la violencia delincuencial se ha convertido en uno de los tópi- secuestros que hoy se están practicando en Guatemala. Altgual
cos más importantes en los cascos urbanos. Con cientos de que lo que ha sucedido con la desaparición forzada, dichos
miles de jóvenes llegando a la edad laboral, sin que al mismo secuestros dejan una secuela de daño moral y psíquico de lar-
tiempo las dimensiones de la oferta de empleo les brinden go plazo. Thmbién el lector o el televidente puede observar la
muchas esperanzas,. no hay que extrañarse de que hoy «la se- ira justificada que han provocado estos actos y en general el
guridad» de los ciudadanos honrados, amenazada por los ac- aumento de la delincuencia. El descontento, el enojo que en
tos de delincuencia, sea una de las grandes necesidades. determinados sectores como las clases medias urbanas, lleva a

207
206
EPILOGO
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN ES SINGUNA PARTE

conclusiones que resultan interesantes para mostrar una face- intimidantes la solución a problemas sociales muy complejos.
ta más de lo que aquí se ha llamado cultura del terror. El autor Por último, la tercera reacción es la reafirmación de la
está consciente que lo que a r .... uación va expresar no tie- idea de que la única solución para que en el país desaparezcan
ne un fundamento cuantitativo producto de una encuesta, por malandrines de mala muerte, delincuentes de marca mayor y
lo tanto debe ser tomado como hipótesis para una futura in- criminales de cuello blanco, es que el país sea gobernado con
vestigación. mano dura por un hombre enérgico, recto e implacable. Ve-
El auge delictivo sea éste crimen callejero o crimen orga- mos aquí asomar a una de las fuentes o partes integrantes de
nizado provoca al menos tres reacciones. La primera de ellas la cultura del terror en Guatemala: la nostalgia ubiquista.
no se dice en voz alta, jamás podría ser el contenido de un Si se analizan bien cada una de las reacciones analizadas,
artículo en la página editorial de alguno de los diarios del país, se encontrará que el sustrato común en ellas es el terror como
pero no por ello deja de ser una opinión que no necesariamen- solución. La delincuencia callejera no es vista desde la cultura
te es rechazada con escándalo y horror. Me refiero al deseo del ten-or como el resultado de un proceso de diferenciación
expresado de manera vergonzante, de que los delincuentes co- social que tiene en la miseria creciente, en la disminución del
nocidos (por ejemplo aquellos que son reincidentes) sean eje- empleo, algunas de sus manifestaciones y por tanto es sobre
cutados sumaria y extrajudicialmente. Dicho deseo ha tenido estos hechos que hay que actuar. El crimen organizado no es
realizaciones prácticas en diversas ocasiones en éstos últimos tampoco visto como el resultado de la descomposición social
tiempos: de vez en vez aparecen en la ciudad un número apre- que la guerra, narcotráfico y el neoliberalismo están heredan-
ciable de personas que han sido ejecutadas, de las cuales los do a las nuevas generaciones. En la lógica de la cultura del
medios noticiosos informan que tienen antecedentes penales. terror el aumento de la delincuencia es debido a la existencia
N o parecen haber provocado gran indignación moral en la so- de seres incorregibles y acostumbrados a vivir bien a expen-
ciedad civil tales crímenes, ni tampoco la demanda sostenida sas de los demás. Y para ésta gente la única solución es la mano
de investigar los mismos hasta dar con el paradero de sus dura. He aquí la lógica simplista del autoritarismo, otra de las
hechores. No es un hecho extraño oír en el comedor de alguna partes integrantes de dicha cultura.
casa de clase media, que esos hechos «le hacen un bien a los Lo que habría que preguntarse es dónde estaban en aque-
guatemaltecos honrados>>. llos años de los asesinatos políticos y la desaparición forzada
Una segunda reacción es que el auge delictivo ha hecho por motivos políticos, los que hoy claman por la solución expe-
aún más popular la pena de muerte. En realidad, esta reacción dita y extrajudicial de la delincuencia; dónde estaban en aquel
vendría a ser la «variante legal>> de la reacción mencionada lí- tiempo los que hoy explicablemente se indignan, y piden la
neas atrás. Se trata de ejecutar a los malhechores, no mediante pena de muerte de aquellos que torturaron y/o ejecutaron a
escuadrones de la muerte sino de acuerdo a la legalidad esta- alguien que habían secuestrado por dinero; dónde se encon-
blecida. La pena de muerte es un acto estatal que busca frenar traban los que mañana votarán para presidente de la república
el delito mediante la intimidación: «El principal efecto que jus- por la opción que represente la presencia de un «hombre fuerte»
tifica la pena de muerte es su fuerza intimidatoria.» (Bobbio que ponga un hasta aquí a los vagos y delincuentes. El autor no
en Fernández, 1996, p. 148). Siendo esencialmente distintas puede sino imaginar en donde se encontraban y también deja
ambas reacciones (la primera existe al margen del estado de al lector la libertad de imaginarlo. Lo único que puede decir es
derecho mientras que la segunda está inscrita en éste), sin que la lógica de aquellos que hoy siguen pensando en el terror
embargo tienen en común en ver en las medidas punitivas e como forma de solución a la delincuencia, es la misma de los

Z09
Z08
Los QUE sm~IPRF. E::S'f.\R..\!11 E~ !liiNGUNA PARTE

que apenas hace unos años veían en el secuestro y la desapari- POST SCRIPTUM
ción de personas, la necesaria y hasta deseable consecuencia
para aquellos que se atrevieron a desafiar al orden establecido.
En el que éstas líneas escribe resuenan a~gunos de los Rostros y destinos
relatos de los familiares de los desaparecidos, «Había veces en
que yo estaba en una reunión social y de repente alguien ha-
blaba de alguna persona a la cual habían desaparecido y empe- Cuando ya se encontraba en prensa este libro, representantes
zaban los comentarios acerca de que era muy bueno que los de distintos organismos estadounidenses, National Security
desaparecieran, que para qué estaban metidos en cosas ... Y yo Archive, American Association for the Advancement of Science,
con un hermano desaparecido y sin poder decir nada.» Resue- Washington Office on Latin America y Human Rights Watch,
na todavía un comentario escuchado en alguna discusión so- revelaron en una conferencia de prensa celebrada el20 de mayo
bre la pena de muerte, «Si yo fuera jefe de la policía agarraría a de 1999, la existencia de un archivo secreto que contiene las
todos estos delincuentes y los desaparecería, y con eso, asunto fichas de 183 personas que habían sido desaparecidas. El ar-
arreglado.» chivo revela que la mayoría de ellas fueron posteriorn1ente eje-
¿Acaso no hay una escalofriante continuidad cultural en cutadas extraoficialmente. Afortunadamente a través de
ambos comentarios? Internet, los interesados han podido tener acceso a dicho
archivo que pudo haber sido elaborado por la sección de inte-
ligencia del ejército guatemalteco o por el Estado Mayor Pre-
sidencial. Esta instancia supuestamente era el staff militar
allegado al Presidente de la República, sin embargo desde la
década de los ochenta al menos, se dijo que había convertido
en un organismo que obtenía información necesaria para las
actividades contrainsurgentes y también que estuvo vinculado
a la guerra sucia.
El archivo contiene pues, las fichas de 183 militantes re-
volucionarios, o supuestos militantes revolucionarios, los cua-
les fueron capturados por las fuerzas de seguridad guatemaltecas,
al menos entre fines de agosto de 1983 y marzo de 1985. Esto
quiere decir que el archivo contiene documentación sobre una
parte, mínima pero estremecedora, de las violaciones a los de-
rechos humanos cometidas por el gobierno defacto encabeza-
do por el general Humberto Mejía Víctores. Fue el gobierno de
este general, uno de transición entre las dictaduras militares
abiertas y los gobiernos civiles de democracia restringida, el
primero de los cuales habría de encabezar a partir de enero de
1986 el demócrata cristiano Vinicio Cerezo Arévalo.
El archivo mismo y las reacciones que su revelación ha

210 211
Los QUE SIEMPRE F.STARÁS ES NJr-;GUNA PARTE PosT ScRJPTUM

generado, ilustran muchos de los aspectos que en las páginas nismo en Guatemala", "el ejército defendió a Guatemala con
precedentes de este libro se han mencionado. En primer lu- honor y ahora lo quieren crucificar como a Cristo", las ejecu-
gar, indignación y el renacimiento de la esperanza de los fami- ciones mencionadas en el archivo "pudieron ser resultado de
liares de las víctimas mencionadas en dicho archivo. Indigna- purgas y ajusticiamientos entre los propios miembros de la
ción de saber que estas víctimas en su mayoría estuvieron insurgencia". Finalmente la declaración más reveladora: "El
entre dos y tres semanas sometidas a las torturas que ya he- que busca encuentra. Si yo soy un criminal, estoy sujeto a que
mos mencionado, para finalmente ser ejecutadas. Esperanza cualquiera me mate". 2
de poder encontrar los restos de las víctimas, ahora que ya se La autenticidad del documento es fácilmente percepti-
ha revelado que fueron capturadas por el ejército o policía po- ble para cualquiera que haya militado, y ocupado un cargo des-
lítica del régimen, interrogadas y finalmente, ejecutadas. "Te de el cual tuviese alguna información, en cualquiera de las or-
confieso, me dice la hermana de un desaparecido que no apa- ganizaciones que son mencionadas por el archivo. La propia
rece en el archivo, que me dan envidia los familiares de los que titular de la Comisión Presidencial de Derechos Humanos
aparecen en el archivo, al menos ellos saben que fue lo que les (COPREDEH), MarthaAltolaguirre, ha aceptado la autentici-
pasó". El destino final de la mayoría de las víctimas que apare- dad del citado documento. El que fuera comandante en Jefe de
cen en el archivo, puede deducirse de la anotación final que la las Fuerzas Armadas Rebeldes, ahora secretario general del
mayoría de las fichas contienen: "se lo llevó Pancho", o sim- partido Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca
plemente "300". El número "300" es una clave que indica, (URNG), Jorge Soto García, ha declarado que "puedo hablar
puede fácilmente deducirse, que la persona cuyos datos y fo- de quienes integraban las FARy todo lo que en ese documento
tografía aparecen en la ficha, finalmente fue ejecutado por el se indica es cierto". 3
aparato represivo guatemalteco. En la cultura del terror, el Estado-delincuente niega su
La cultura del terror sobre la cual se ha argumentado en participación en la desaparición forzada y la e~ecución ex-
las páginas precedentes, puede ilustrarse con las reacciones trajudicial, pero al mismo tiempo advierte parano~ca~~nte,. ?e
del principal implicado en los crímenes que se descubren a la amenaza comunista la cual se convierte en JUSttftcacton
través del archivo. El general Mejía Víctores declaró que el ar- de los más grandes crímenes. "No fuimos nosot~~s, s~n las
chivo descubierto no cumple con los requisitos de la burocra- propias extremas las que se están matand? entre st , ~~ha de-
cia de la muerte: "Todos los documentos que elabora el ejérci- cir el discurso de los funcionarios de las dtctaduras mthtares Y
to, manifestó, son hechos en papel membretado y llevan firma gobiernos ci\~iles, que hicieron uso del terror estatal. Pero lue-
y sellos. Jamás vamos a hacer documentos en papeles corrien- go sustentaban que todo aquel que actuara subversivam~nte,
tes y con máquinas desajustadas" 1• Excepto, podemos agregar legitimaba con su conducta el que secues~ro, tortura YeJeC~­
nosotros, si tal archivo forma parte de las actividades delin- ción fueran su castigo. Cuando se ha defendtdo, .el gen~ral Mejta
cuenciales y clandestinas, que el Estado guatemalteco realizó Víctores no se ha salido de los parámetros dtscurstvos de la
en todos los años de la guerra sucia. Y de las cuales tonto sería cultura del terror.
dejar alguna pista. Según Mejía Víctores, la revelación del ar- Sabemos ahora el destino de la mayoría de las 183 vícti-
chivo ha sido hecha por quienes querían "establecer el comu- mas de la guerra sucia.

2 Excélsior, México, D.F., 22 de mayo de 1999, pp. 2,13.


• La Jornada, México, D.F. 22 de mayo de 1999, p. 59. l Excélsior, México, D.F., 24 de mayo de 1999, p. 22,30 de mayo de 1999, p. 30.

212 213
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN ES l'tiNGUNA PARTE PoST ScRIPTUM

Algunas resistieron las torturas y no dieron ninguna in- en rivalidades con Quinteros y lo había desplazado de su fun-
formación, por lo menos que les resultara útil a sus victimarios. ción de dirigencia. Fácil es pensar que Quinteros combinó en
Finalmente fueron ejecutados o de manera espectacular e in- su actuación, la delación y traición con el deseo de saldar una
creíble, escaparon de sus captores. Respectivamente esto su- cuenta de carácter personal.
cedió con los militantes de las Fuerzas Armadas Rebeldes Silvia En general puede decirse que un buen porcentaje de las
Matricardi y Álvaro Sosa. Particularmente de Matricardi, los víctimas que aparecen en el archivo fueron militantes y diri-
captores y victimarios se refieren con admiración: "tipo bien gentes de las distintas fracciones del PGT. en la agenda del
preparado con una mentalidad revolucionaria notable, de tal terror fueron los años de 1983 y 1984 los dedicados a aniquilar
manera que no entregó nada... " a dicha organización. Puede pensarse que esto se debió al he-
En cambio, Carlos Humberto Quinteros (conocido en el cho de que entre 1980 y 1982la prioridad represiva fueron las
submundo de la clandestinidad como Miguel o el hombre lobo), organizaciones con mayor capacidad militar y arraigo de ma-
militante y dirigente del Partido Guatemalteco del Trabajo, sas rurales (EGP, FAR, ORPA) y no el PGT. Además, entre
luego integrante de una disidencia de dicho partido (PGT-PC, 1983 y 1.984, esta última organización entró en la fase culmi-
Cornil)\ es un ejemplo notable de una conducta opuesta. Fue nante de una profunda crisis interna producto de divergencias;
capturado el 9 de octubre de 1983 junto con Héctor Rolando que pudo ser muy bien aprovechada por la contrainsutgencia
Valdez (Tatú). Este último fue ejecutado tres meses después, para asestarle el golpe final. ·.
en enero de 1984. La burocracia de la muerte decidió dejar La resistencia de la víctima de la desaparición forzada o
vivo a Quinteros y después de muestras fehacientes de su trai- su derrumbe moral e ideológico, puede ser muy· bien ilustrada·
ción, le perdonó la vida: entregó varias casas usadas por su or- con los casos de los hermanos A1lan y Jorge Mauricio Gatica
ganización, probablemente participó en la delación y ejecu- Paz ambos ex militantes del PGT y en el momento de su cap-
ción de tres altos dirigentes del PGT (Arsenio Carrera o tura o intento de captüra, según el archivo, militantes de la
Re11zigio, José Luis Monterroso o Annando y Edgar Fuentes ORPA. Jorge Mauricio fue capturado el27 de enero·de 1984 Y
Orozco o Roque); acto seguido empezó a buscar a compañeros existen testimonios de que fue sacado del lugar en donde esta-
suyos del PGT-PC para secuestrarios o ejecutarlos. Muy pro- ba secuestrado por las fuerzas de seguridad, para que recono-
bablemente tuvo que ver con la captura y desaparición de Car- ciera a antiguos compañeros e indicara lugares de reunión. El
los Alfredo Fuentes, Orencio Sosa, Osear Leonel Velázquez, archivo indica que entregó a Miguel Ángel Reyes, quien fue
Santiago Rodríguez Melgar, Jorge Velásquez Soto, Jorge Alberto capturado pocas horas después que Jorge Mauricio y fue eje-
Chávez. También se conjetura que proporcionó información cutado el 7 de febrero de 1984. Alguien creyó ver a Jorge
que llevaron a la captura y desaparición de militantes de otra Mauricio en la ciudad de Puebla, México, en donde se encon-
fracción del PGT, el PGT-Núcleo. Se supo que había partici- traba viviendo su ex esposa, hermana de un álto dirigente del
pado en la ejecución en una de las calles de la ciudad de Gua- PGT-6 de enero. Después de estos hechos fue ejecutado el18
temala, de Benjamín Rolando Oran tes, ex dirigente de las FAR. de mayo de 1984.
Después de entrar en disidencia con su antigua organización, Para ese momento, su hermano Allan y otro militante de
Orantes había ingresado a "la Cornil" en donde había entrado ORPA, Sergio Vinicio Samayoa Morales, habían sido detecta-
dos por las fuerzas represivas el 31 de enero de 1984. Ambos
resistieron la captura y el primero fue herido en la cabeza. Se-
~ Cornil, comisión militar. gún dice el archivo, se recuperó, pero no se informa de su des-

214 215
LOS QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NISGUNA P.\HTE
PosT SCRIPTUM

tino final. Allan trató de alcanzar su residencia y no se sabe si cipal dirigente del PGT-Núcleo y fundador de la URNG, fue-.
murió de un infarto, o si ingirió una cápsula de cianuro para ron capturadas en la frontera entre México y Guatemala, el 2
suicidarse y evitar el infierno de la tortura y la posible delación. de julio de 1984 y ejecutadas hasta el1 de diciembre de dicho
El suicidio o la resistencia armada para evitar ser captu- año. Al parecer, las agencias represivas tuvieron la esperanza
rados con vida, no fue un pasaje aislado en las incidencias de la de llegar hasta el dirigente revolucionario, manteniendo vivas
guerra sucia: Orencio Sosa, Jorge Chávez Vázquez (Manolo) y a sus familiares. El miembro de la comisión política del PGT,
Héctor Manuel de León Escobar (Omar), delatados por Leopoldo Cabrera (Mincho) fue mantenido vivo durante va-
Quinteros resistieron y los dos últimos murieron en dicha re- rios meses hasta finalmente ser ejecutado el mismo día en que
sistencia. Según el archivo, de León Escobar incluso llegó a lo fueron Yolanda y Patricia Cardoza y otros dos militantes de
herir a Quinteros y a otro delator que ya actuaba como agente una de las fracciones del PGT. ·
de la guerra sucia, Canahuí. Si la información que proporciona el archiv~ es exac~;
La mayor parte de las víctimas fueron retenidas tres, cua- estos últimos probablemente·hayan sido entregadas por Mano
tro días, hasta tres semanas, antes de ser ejecutadas. Otras Hernández Telon (Felipe), responsable militar del PGT-Nú-
fueron trasladadas a la Dirección de Inteligencia del ejército o cleo quien fue capturado el 30 de mayo de 1984. La capturad~
bien a las bases militares que cubrían la zona de donde eran Hernández Telon fue sucedida por la captura el mismo 30 Y al
origirrarios o se encontraban trabajando con sus respectivas día siguiente, 31 de mayo, de 8 militantes del PGT-Núcleo de
organizaciones, por ejemplo a Cobán, Mazatenango, jutiapa y los cuales al menos 7, habían asistido al mismo curso de en-
Coatepeque. Aunque no se consigna, no es difícil pensar que trenamiento en Cuba al cual había asistido Hernández Telon.
finalmente fueron asesinados. Otros, como David Rauda Sola- El archivo indica que Felipe concertó el arribo a Guatemala de
res, Mark Colináres Estrada, Héctor Méndez Carballo, quie- Yolanda y Patricia Cardoza con esta última, y que las dos fue-
nes venían de El Salvador en donde presumiblemente habían ron capturadas el2 de julio de 1984, es decir cuando de acuer-
estado combatiendo o haciendo trabajo político con el Frente do con el archivo, Hernández Telon (Fel·i'pe) tenía más de un
Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), fue- mes de haber sido capturado.
ron trasladados a dicho país, a efecto de que entregaran infor- El archivo no informa explícitamente si Hernández Telon
mación a las agencias represivas salvadoreñas. No sería extra- fue ejecutado.
ño que finalmente fueran "300" en dicho país. Este último Otras de las víctimas fueron liberadas para efectuar con-
hecho permite conjeturar que las agencias de inteligencia y tactos y a través de ellos lograr que la acción represiva se ex-
represivas de ambos países mantenían coordinación e inter- tendiera lo más posible. Se trata de los chupados, co~o fueron
cambio de prisioneros. 5 llamados en la jerga de la clandestinidad en Argenttna. Algu-
Otras víctimas fueron mantenidas durante varios meses nos de ellos huyeron en cuanto fueron liberados, como fue el
en las cárceles clandestinas debido a la rentabilidad que po- caso del militante de ORPA entregado por Quinteros, Amílcar
dían tener como fuente de información. Yolanda de Cardoza y Orozco. Otros como Carlos de León Gudiel, fueron ejecuta-
Patricia Cardoza, esposa e hija de José Alberto Cardoza, prin- dos meses después en alguna calle, por considerarse que no
cumplía con eficiencia sus funciones. Algunos otros como Pa-
blo Ramírez Rodas, conocido en la clandestinidad como Denis,
s Lo cual no es ninguna novedad, si se recuerda que Augusto Pinochet fue arraigado
en Inglaterra y sometido a un proceso de extradición, por acusaciones de auspiciar entregó a William Miranda (Loto) quien al resistir la captura
operaciones más allá de las fronteras de Chile. fue muerto. Al parecer Ramírez Rodas conservó la vida y lleva-

216 217
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN SINGUSA PARTE

do de nuevo a su casa. A mediados de los años ochenta todavía BmLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES
cumplía funciones de informante.
Al terminar este post scriptum, el autor no puede sino
evocar algunos otros rostros de los desaparecidos cuyo destino
aparece en el archivo secreto. Recuerda a Hugo Adail Mérida
Navarro (Pedrito), en el día de su boda, bailando tango con su
madre, contándonos de su sueño de hacer algún día un viaje
por todas las ruinas mayas. Fue ejecutado después de atroces A. Libros y Documentos
torturas el 29 de marzo de 1984. A Carlos de León Gudiel,
hablando con tristeza de algún conocido que había sido se-
cuestrado y_ desaparecido. Fue ejecutado el 10 de octubre de Aguilera Peralta, Gabriel Edgardo. La violencia en Guatemala
1984. A Carlos Cuevas Molina, a quien se ha mencionado ex- co1no fenónzeno político. Tesis presentada a la Junta Direc-
tensamente en alguno de los capítulos de este libro. A la atléti- tiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
ca figura de Gilberto Escrivá paseándose por los corredores de Universidad de San Carlos de Guatemala para obtener el
la Fac~ltad de Ciencias Económicas de la Universidad de San grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales y el ~­
Carlos. A Alfredo Baiza, estudiante de agronomía de la misma tul o de Abogado y Notaria. Guatemala, Julio de 1970.
universidad, buen orador, nervioso en el hablar.
Ellos tres, junto a una joven de apellido Tobar Lima, su Aguilera Peralta, Gabriel y Jorge Romero Imery et al. Dialé-
hermana Maura Hortencia, Crescencio Gómez López y Otto ctica del terror en Guatenzala. EDUCA, San José, Costa
Estrada, fueron ejecutados el 1 de agosto de 1984. Rica, 1981.
Que su re<:uerdo, y el de todos los demás, se convierta en
la fuerza moral que impida a otros guatemaltecos atravesar por Acta de Solicitud de Antejuicio contra los ministros de la De-
las mismas rutas del averno. fensa, de Gobernación y de Hacienda y Crédito Público
que presentan ante el Honorable Congreso de la Repúbli-
ca los familiares de las personas capturadas en diciembre
de 1965, y febrero y marzo de 1966. Guatemala, 18 de ju-
nio de 1966. (FAMDES, 6/66a).

Alvarado, Huberto.Apuntes para la histon'a del Part·ido Guate-


malteco del Trabajo. Colección Revolucionaria, editado por
la Comisión para la celebración del cincuentenario de la
revolución de octubre, Universidad de San Carlos de Gua-
temala y la Asociación de Estudiantes Universitarios
«Üliverio Castañeda de León», Guatemala 1994.

Amnistía Internacional. Guatemala, Programa Gubernamen-


tal de Asesinatos Políticos. México D.F. 1981 (s/e)

218 219
81BLIOGRAFfA Y FUENTES DOCUMF.N'fALES
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN EN NINGUNA PARTE

Anónimo. Semblanza de Maria Laura Aldana de Pineda Comissao de Familiares de Mortos e Desaparecidos Políticos
«Laurita>>. Mimeo,Guatemala,Octubrede 1994. (s/a, 1994). y el Instituto de Estudo da Violencia do Estado. Dossie
Dos Mortos e Desparecidos Politicos a partir de 1964.
Anónimo. Inteligencia Contra insurgente. Mi meo, Guatemala, Companhia Editora de Pernambuco. Goberno do Estado
1986. Y conspiración revolucionaria. de Pernambuco 1995. Goberno do Estado de Sao Pauto,
1996. (CFMDP/IEVE, 1995-1996).
Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). «La AEU a
la Opinión Pública Aclara», Diario El Gráfico. Guatemala, Comisión Nacional de Protección a los Derechos Humanos.
2 de junio de 1966 (AEU, 6/66). Los Hechos Hablan por Sí Mismos. /nfonne Preliminar so-
bre los Desaparecidos en Honduras. 1980-1993. Editorial
Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). «Así Fueron Guaymuras, Tegucigalpa, 1993. (CNPDH, 1994)
Asesinados Víctor Manuel Gutiérrez y Leonardo Castillo
Flores». El Estudiante. 1966 (AEU, 1966) Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas. Nunca
Más. Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA),
Bobbio, Norberto. Norberto Bobbio: elfilósofo y la política (An- Buenos Aires 1996. (CNDP, 1996)
tología). Estudio Preliminar y Compilación de José
Fernández Santillán. Fondo de Cultura Económica, Méxi- Dahl, Robert. La Poliarquía. Participación y Oposición. REI
co D.F. 1996. México, México D.F. 1993.

Bonasso, Miguel. Recuerdos de la Muerte, Editorial ERA, Debray, Regis y Ricardo Ramírez. «Guatemala» en Regis
México D.F. 1984. Debray. Las Pntebas de Fuego. Siglo XXI editores, México
D.F. 1975.
Bustamante, María Elena. «A un Hermano Desaparecido.»
Prensa Libre, Guatemala, Marzo 2 de 1997. Del Cid de Gutiérrez, Telma. «Carta Abierta al Gobierno de
Guatemala» . Guatemala, 8 de mayo de 1966. (del. Cid, 51
Cavarozzi, Marcelo. «Los Ciclos Políticos en la Argentina.)> En 1966).
O'Donnell, Guillermo y Philippe C. Schmitter. Transicio-
nes desde un Gobierno Autoritario. América Latina. Edi- Engels, Friedrich. Anti-Dürhing. Editorial Grijalbo, México
1
ciones Paidós, Barcelona-Buenos Aires-México, 1994 D.F. 1968.
(O'Donnell y Schmitter, Vo1.2).
Estrada, Nicolás. «Víctor Manuel Gutiérrez. Maestro en el Pen-
Cardoza y Aragón, Luis. La Revolución Guatemalteca. Edición samiento y en la Acción Revolucionaria.» La Prensa Socia-
facsimilar de la realizada en 1955 por Cuadernos America- lista. 1 de Octubre de 1966.
. nos. Editorial del Pensativo, Guatemala 1994.
Familiares de los 28 desaparecidos. «Protesta al Congreso de
Caruso, lgor. La Separación de los Amantes. Siglo XXI edito- la República por el Rechazo del Antejuicio». Diario El Grá-
res, México D.R 1987. fico, Guatemala, 8 de junio de 1966. (FAMDES, 6/66b).

220 221
Los QI,;F. SIEMPRE F.STARÁN F.N NI)'\GI.JNA PARTE DIIII.JOGit\FfA'" fUES'I'ES UOCUMF.S'I'ALF.S

Fernández, Orlando. Thrct'os Lima. Instituto del Libro, La Gurr, Ted Robert. Wlzy Metz Rebel. Princeton University Press,
Habana , diciembre de 1968. New jersey 1971.

Figueroa lbarra, Carlos. El recurso del miedo. Ensayo sobre Hobbes, Thomas. El Leviatán, Fondo de Cultura Económica.
Estado y terror en Guatemala. Editorial Universitaria Cen- México, D.E 1990.
troamericana (EDUCA), San José, Costa Rica 1991.
Izaguirre, Inés. «El Poder en Proceso: La Violencia que no se
Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). E1l Armas. Órgano de las ve». Ponencia presentada en el XXI Congreso de la Asocia-
FAR.para el Exterior. Guatemala, abril de 1966, No. 1 de la ción Latinoamericana de Sociología, Sao Paulo, Brasil, Sep-
Segunda Época. (FAR, 4/66). tiembre de 1997.

Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Héroes de la Patria. Víctor Kauffman, Robert R. «Liberalización y Detnocratización en
Manuel Gutiérrez. Asesinado por el Ejérct'to. Mi meo, s/f. América del Sur: Perspectivas a partir de la Década de
(FAR, s/f). 1970.>> 1J·ausiciones desde un Gobierno Autoritan·o. Pers-
pectivas C01uparadas. Ediciones Paidós, Barcelona Bue-
Fucik; Julius. Reportaje al Pie de la Hm~ca. Akal 74, Madrid nos Aires- México, 1994 (O'Donnell y Schmitter, Vol. 3).
1977.
Locke, John. Ensayo Sobre el Gobierno Civil. AguiJar S.A. de
Fundación Casa de la Reconciliación. Recopilació11 Crouo- Ediciones, Madrid 1990.
lógica. Acuerdos Firmados en la Negociación por la Paz en
Guatemala. Ciudad Guatemala, 1997 (Reconciliación, Macías, julio César. La Gue1n'lla[ue mi Camino. Epitafio para
1997). César1lfontes. Editorial Piedra Santa, Guatemala CA. 1997.

Galeano, Eduardo. Guatemala País Ocupado. Editorial Nues- Maquiavelo, Nicolás. El Principe. Ediciones Quinto Sol SA s/f.
tro Tiempo SA. México D.F. 1967.
Marx, Karl. El Capital. Edición en tres volúmenes de el Fondo
Galich, Manuel. Por Qué Lucha Guate1nala. Editorial Cultura de Cultura Económica, México D.F. 1972 (Traducción de
del Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, Gua- \Venceslao Roces).
temala 1994 (Edición Facsimilar de la de Elmer Editor,
Buenos Aires 1955). Marx-Engels. Obras Escogidas en Dos 1bmos. «Tesis sobre
Feuerbach», Tomo Il, Editorial Progreso, Moscú 1971.
Grupo de Apoyo Mutuo (GAM). Mensaje del GAM con Motivo
de su XIV Aniversar·io. Guatemala, 6 de junio de 1998. Mijangos, Adolfo et al. Expost'ción de Exiliados Guatemal-
(GAl\1, 6/1998). tecos en México ante la Co1nisión de Derechos Humanos
contra el Gobierno Militar de Facto en Guatemala. Mi-
Genovés, Santiago. Expedición a la Violencia. Fondo de Cul- meo, México D.F. 12 de Agosto de 1965. (Mijangos et al,
tura Económica, México D.F. 1993. 8/1966)

222 223
Los QUE SIEMPRE ESTARÁN ES ~JNGUNA P,\RTE 8JIIJ,JUGRAF(A \' FUE~TES UOCUMii!\'TAJ.IiS

Molina de Cuevas, Ruth. Y me Vistieron de Luto. EDUCA, San Villagrán Kramer, Francisco. Biografta Política de Guatenzala.
José, Costa Rica 1990. Los pactos políticos de 1944 a 1970. FLACSO-Guatemala,
Guatemala CA. 1994.
Moore Jr., Barrington. Los Orígenes Sociales de la Dictadura
y la Democracia. El Señor y el Campesino en la Fonnación Weber, Max. Econmnía y Sociedad. Fondo de Cultura Econó-
del Mundo Moderno. Ediciones Península, Barcelona, 1991. mica, México D.F. 1974.

Moore Jr., Barrington. La Injusticia: Bases Sociales de la Obe- Pineda, Laura de. Testinzonio. Manuscrito, Guatemala, Abril
diencia y la Rebelión. Universidad Nacional Autónoma de de 1998. (Pineda, 1998).
México, México D.F. 1996.
B. Entrevistas 1•
Pareto, Vilfredo. Escn'tos Sociológicos. Alianza Editorial, Ma-
drid 1987. · l\1anuel AguiJar Mora. Dirigente del11'otskismo Mexicano des-
de la década de los sesenta. Hermano y cuñado de David
Partido de Unidad Revolucionaria (PUR). Instntctivo Para AguiJar Mora y Eunice Campirán, militantes dell\~IR-13
Normar la Acción en Estos Primeros Meses del Gobierno desaparecidos en diciembre de 1965 y marzo de 1966.
Méndez Montenegro. Mimeo, Guatemala S de agosto de México D. F. , noviembre de 1997. (MAM/F, 11/97).
1966 (PUR, 8/1966).
Rodrigo Asturias Amado (Gaspar /Ión). Sobreviviente de la
Payeras, Mario. Los Días de la Selva. Editorial Nuestro Tiem- guerrilla de Concuá en 1962. Dirigente del Regional de
po, SA México D.F. 1981. Occidente de las FAR a principios de la década de los se-
tenta. Comandante en Jefe de la Organización del Pueblo
Payeras, Mario. EI'Jrueno en la Ciudad. Episodios de la Lucha en Armas. Guatemala, marzo de 1998. (RAA/F, 3/98).
Annada Urbana de 1981 en Guatemala. Juan Pablos Edi-
tor, México D.F. 1987. Mario Alfonso Bravo. Dirigente de la JPT y miembro de la co-
misión política del comité central del PGT en los años
Rouquié, Alain. «La Desmilitarización y la Institucionalización de ochenta. En diversos períodos, secretario general del PGT
los Sistemas Políticos dominados por los Militares en Améri- (6de enero) hasta 1992. Guatemala, marzo de 1998. (MAB/
ca Latina.» En 'lransiciones desde un Gobierno Autoritario. F, 3/98). '
Perspecti'l)as Compatndas. Ediciones Paidós, Barcelona-
BuenoasAires-México, 1994 (O'Donnell y Schmitter, Vo1.3) José Alberto Cardoza (Mario Sánchez). Vicésecretario de la
Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG)
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la Praxis. Editorial y diputado al Congreso de la República por el PGT duran-
Grijalbo, México D.F. 1980.

Toriello Garrido, Guillermo. La Batalla de Guatemala. Edi- 'El breve resumen de las actividades de los entrevistados no agota todas sus activi-
torial Cuadernos Americanos, México D.F. 1955. dades sino solamente aquellas por las cuales fueron entrevistados por el autor.

224 2Z5
te la década de la revolución. Miembro del comité central y la Magda Alicia M iranda Cabrera. Activista del GAM e hija de
comisión política del PGT desde 1949 hasta 1978. Secre- Diego Miranda, cooperativista de la etnia Mam de San Juan
tario General del PGT (Núcleo de Dirección) desde 1978 Ostunca lco , Quezaltenango, desaparecido el 9 de octubre
y en su calidad de tal, fundador de la URNG en febrero de de 1984. Guatemala, julio de 1997 .. (l\IIAC~/F, 7/98).
1982. México D.F., agosto de 1997, octubre de 1997, no-
viembre de 1997, diciembre de 1997 , febrero de 1998, Gus tavo l\lleoño (Ma11olo). Miembro del grupo juvenil cristia-
abril de 1998. (C/F, 8/97; 10/97; 11 /97; 12/97; 2/98; 4/98). no Cráter en la década de los sesenta. Cuadro clandestino
en el trabajo urbano de la NORC y después uno de los
Mario René Chávez. Miembro del comité editorial del perió- principales cuadros organizativos del EGP en la década de
dico El Estudiaute en la década de los cincuenta, partici- los setenta y los ochenta. Miembro del EGP y de su Direc-
pante civil en el alzamiento militar del13 de noviembre de ción Nacional hasta 1994. Guatemala, marzo de 1998. (GM/
1960. Guatemala, marzo de 1998. (MRC/F, 3/98). F, 3/98) .

Arturo Chur del Cid. Capitán del Ej ército Guatemalteco, Antonio Móbil. Militante del PGT desde fines de los años
miembro del Estado Mayor Presidencial de C arlos Casti- cincuenta hasta mediados de los setenta. Miembro del con-
llo Armas y participante activo en el alzamiento militar del sejo de redacción del periódico estudiantil El Estudia11te
13 de noviembre de 1960. Guatemala, marzo de 1998. en su segunda época. Miembro del Consejo Editorial de la
(CHC/F, 3/98). revi sta Lanz as y L etras en la década de los sesenta. Gua-
temala, marzo de 1998. (AM/F, 3/98).
Raúl Díaz Ramírez. lVlilitante de la Juventud Patriótica del
Trabajo desde 1954. Presidente del Frente Unido del Es- Nineth Montencgro. Fundadora del Grupo de Apoyo Mutuo
tudiantado Guatemalteco Organizado (FUEGO) en 1962. (GAM) y su dirigente histórica desde 1984. Esposa de Fer-
Militante del PGT en la Guate mala de los años sesenta. nando Garcfa, estudiante y dirigente sindical de sapareci-
Uno de los sobrevivientes entre los secuestrados en fe- do desde el 18 de febrero de 1984. Guatemala, julio de
brero y marzo de 1966. México D.F. , abril de 1998. (RDR! 1997. (NM/F, 7/97)
F, 4/98).
( Mynor Palma Lau. Cuadro clandestino urbano de la «organi-
Emilia G arcía. Fundadora del Grupo de Apoyo Mutuo y acti- zación» (después ORPA) en la década de los setenta.
vista del mismo desde 1984. Madre de Fernando García, Miembro de la dirección nacional de «Nuestro Movimien-
estudiante y dirigente sindical desaparecido desde el 18 to» hasta su disolución en 1981. Militante de ORPA en la
de febrero de 1984. Guatemala, julio de 1997. (EG/F, 7/97). década de los ochenta y hasta 1996. Guatemala, marzo de
1998. (MPL/F, 3/98).
Domingo Hernández Ixcoy. Cuadro organizativo del EGP en
El Quiché, Huehuetenango, la Costa sur y Quezaltenango Pedro Pablo Palma Lau. Cuadro clandestino de la <<organiza-
en las décadas de los setentas y los ochentas. Miembro de ción» (después ORPA) en la década los setenta. Comba-
Octubre Revolucionario hasta 1992. México D.F. fe brero tiente de ORPA en la década de los setenta y comandante
de 1998. (DHI!F, 2/98). del frente guerrillero «Javier Tambriz» de dicha organiza-

226 227
Los Qt:l! SIEMPRI~ I~ST,\It.h f.S SISiiUS,\ 1'.\RTf.

ción en la década de los ochenta y los noventa. Guatemala,


marzo de 1998 (PL/F, 3/98).

Mario Polanco. Activista del G.A!\1 desde 1987 y actual diri-


gente del mismo. Guatemala, julio de 1997. (MP/F, 7/97).

Rosa María Rivas. Hermana de Edgar Raúl Rivas Rodríguez,


catedrático de la Universidad de San Carlos de Guatema-
la, desaparecido desde el 6 de junio de 1983. Guatemala,
julio de 1997 (RlVIR/F, 7/97).

Marina Rodríguez de Rivas. Madre de Edgar Raúl Rivas


Rodríguez, catedrático de la Universidad de San Carlos de
Guatemala, desaparecido desde el6 de junio de 1983. Gua-
temala, julio de 1997 (l\1RRJF, 7/97)

Luis Santa Cruz (C01nandante Sautiago). Combatiente de


ORPA desde 1980. Comandante del frente guerrillero de
ORPA ccjavier Tambriz>> en la década de los noventa. Gua-
temala, agosto de 1987. (LSC/F, 8/97).

jacoba Siam. Parcelaria ladina de la costa sur de Guatemala.


Activista del Grupo de Apoyo Mutuo y madre de Angela
Miriam del Cid Siam, desaparecida desde el 12 de n1arzo
de 1982. Guatemala, julio de 1997. (JS/F, 7/97).

228
Se imprimi6
en los talleres de
Espiral Editora SA de CV
Aniceto Ortega 817
Col. Del Valle
México, D.F.
Tiraje: 1000 ejemplares

Agosto de 1999

También podría gustarte